hielo4


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Houston entró en su casa sin hacer ruido y subió la escalera de puntillas. El señor Gates confiaba plenamente en Leander, de modo que no la controlaban cuando salía con él.

Cuando llegó a su cuarto vio que su madre la miraba desde la puerta de su dormitorio con el entrecejo fruncido. Quizás estuviera así porque se suponía que Houston debía se Blair, pero acababa de entrar en el cuarto de Houston. Sin duda, su madre había adivinado el juego y no le gustaba demasiado.

Pero Opal Gates amaba a sus hijas, y no cuestionaba lo que ellas hacían; además, Houston sabía que su madre nunca las delataría ante el señor Gates.

Cuando Houston comenzó a desvestirse, su mente volvió a revivir aquella excitante velada, esa casa tan hermosa, tan vacía y descuidada. ¡Y el propietario se la había ofrecido! Por supuesto, él entraba en el paquete, pero todos los regalos venían atados con hilos.

Se sentó frente a su vestidor y comenzó a aplicarse crema en el rostro. Ningún hombre la había tratado como Kane Taggert lo había hecho esa noche. Había vivido toda su vida en ese gran pueblo o pequeña ciudad y todos sabían que ella era la última descendiente de la familia fundadora. Había crecido consciente de que era como una especie de posesión que debía ser adquirida, como “si ninguna fiesta, estuviera completa sin la presencia de uno de los Chandler”. Cuando llegaron los ricos y prominentes Westfield del este, Houston era apenas una niña y todo el mundo creía natural que una Chandler y un Westfield se unieran en matrimonio.

Houston siempre hizo lo que le ordenaron. Blair en cambio, siempre se enfrentó a la gente. Con los años, Houston aprendió a hacer exactamente lo que se esperaba de ella. Todos creían que se casaría con Leander Westfield, de modo que lo había aceptado. Como era una Chandler, debía ser una dama, y lo había conseguido.

Disfreazarse de mujer gorda y vieja para poder entrar en los campos mineros era lo único que se había permitido hacer durante toda su vida que no estuviera de acuerdo con el rol de una dama; y eso era un secreto.

Al mirarse en el espejo, descubrió una mirada de temor pensando en lo que le diría Leander si supiera la verdad sobre Sadie. A Leander le gustaban las cosas a su modo. Sabía exactamente lo que quería de la vida: ninguna sorpresa.

Se puso de pie y comenzó a desabrocharse el corsé. Esa noche había vivido una aventura, la única antes de convertirse en la señora de Leander Westfield.

Una vez que se liberó del corsé, respiró hondo y dejó que su mente vagara sin rumbo: ¿Qué diría un hombre como Kane Taggert si se enterara de que su esposa conducía una carreta destartalada todos los miércoles?

-Bien, querida - dijo Houston en voz alta, imitando una voz gruesa -, asegúrate de mantener

erguido el sombrero. Como las verdaderas damas.

Trató de reprimir la risa y se echó sobre la cama. Todos los Chandler se sorprenderían si aceptaba la oferta del señor Taggert.

Se sentó de repente porque se le ocurrió una idea: ¿Qué se pondría el señor Taggert para la boda? Quizás un traje rojo con borlas amarillas.

Terminó de desvestirse y se puso el camisón. Le había agradado haber recibido otra propuesta matrimonial, por lo menos no todo el mundo pensaba que era propiedad privada de Leander. Todos, incluso ella misma, sabían cómo sería su futuro. Ella y Lee habían pasado tanto tiempo juntos que Houston ya sabía lo que él tomaba para el desayuno o de qué manera quería que le doblaran las camisas.

La única cuestión desconocida era la noche de bodas. Bien, quizá después de esa noche, Leander no esperaría que ella lo volviera a hacer en bastante tiempo. No era que no le gustaran los hombres, en particular después de lo sucedido la noche anterior a que su amiga Ellie se casara, pero a veces sentía que cuando Leander la tocaba era... incestuoso. Amaba a Leander, sabía que no tendría dificultades para convivir con él, pero la sola idea de acostarse con él...

Se metió en la cama y se cubrió dispuesta a dormir. Pensó cómo le iría a Blair en compañía de Leander. Sin duda, al día siguiente estaría de mal humor porque habrían discutido. No podián pasar varis horas juntos sin pelearse.

Con un último suspiro, se quedó dormida. Hoy había vivido una aventura, mañana regresaría a la rutina de su existencia diaria.

Houston tuvo que esquivar las insinuaciones de Leander cuando subía al carruaje, y volvió a pensar que todos se comportaban de manera extraña. Blair había tratado de evadirla durante toda la mañana y tenía los ojos enrojecidos como si hubiera estado llorando. Houston deseó que Blair y Lee no hubiesen tenido una gran pelea la velada anterior, y que Lee no hubiera descubierto el cambio. Houston había tratado de hablar con su hermana sobre la noche anterior, pero Blair la miró como si estuviese a punto de quitarse la vida y luego salió corriendo de la habitación.

A las once, lee fue a buscarla para salir de merienda y Houston oyó como Blair y él discutían desde la puerta. Para su mayor confusión, Lee había tratado varias veces de tocarla en la calle y Houston pensó que tendría que terminar pegándole una bofetada.

Confusa, se sentó junto a Lee en el carruaje. El guió los caballos sin decir una sola palabra, pero iba sonriente. Houston comenzó a relajarse. Nada malo había sucedido la víspera si él sonreía de esa manera.

Lee la llevó a un lugar apartado, lleno de rocas y árboles altísimos, a varios Kilómetros de la ciudad. Jamás habían estado antes allí.

La ayudó a bajar apresuradamente del carro, y apenas tocó el suelo, la abrazó. Houston se ahogaba y luchaba por respirar, de modo que al principio no oyó lo que le decía.

- No pensé en otra cosa más que en ti ayer por la noche - susurró -. Sentía el perfume de tu cabello sobre mi ropa, podía sentir el calor de tus labios sobre los míos, podía...

Houston logró apartarse.

- ¿Qué? - preguntó casi sin aliento.

El comenzó a desatarle el cabello y la miró de forma extraña.

- ¿No vas a ser tímida conmigo ahora, no es así? ¿No volverás a ser como eras antes de anoche, no?

Mientras Lee hablaba, Houston comenzó a pensar, sin poder creer que lo que ya era obvio. Blair no había podido... ¿No había podido entregarse a Lee, no es así? No, imposible.

- Houston, me has demostrado que puedes ser diferente, de modo que no tienes necesidad de volver a convertirte en la princesa de hielo. Ahora sé cómo eres de verdad, y te digo que si no vuelvo a ver jamás a la mujer fría de antes, me sentiré mucho más feliz. Ahora, ven, acércate y bésame como lo hiciste anoche.

Houston se dio cuenta de que Lee le estaba diciendo que Blair era extraordinaria. No sólo había disfrutado de la velada con Blair sino que además no quería volver a ver a la mujer fría con quien estaba comprometido. Ella retrocedió unos pasos.

- ¿Estás diciéndome que anoche me comporté de forma diferente de cómo soy habitualmente? ¿Qué fui... mejor?

El sonrió y continuó elogiando la forma de ser de Blair.

- Sabes que así es. Nunca te había visto comportarte de ese modo. No sabía que podías ser de esa manera. Te reirás de esto, pero estaba comenzando a creer que no eras capaz de sentir una verdadera pasión, que debajo de esa apariencia oscura había un corazón de hielo. Pero si puedes tener una hermana como Blair, que en seguida hace un incendio de la menor chispa, algo de eso debías tener también tú.

Lee volvió a abrazarla y la besó con pasión en la boca. Houston logró apartarse y comprobó que Lee estaba molesto.

- Estás llevando este juego demasiado lejos - dijo - No puedes ser apasionada durante un minuto y frígida en el siguiente. ¿Tienes dos personalidades?

Houston quería gritarle que se había equivocado de persona, que él estaba comprometido con la hermana frígida y no con la mujer ardiente que parecía pretender.

Lee pareció leerle el pensamiento, porque de repente su expresión cambió.

- Eso es imposible, ¿no es así, Houston? - preguntó - Dime que no es verdad lo que estoy pensando. Nadie puede ser dos personas a la vez.

Houston sabía que lo que había comenzado como un simple juego se había convertido en algo serio. ¿Cómo podía Blair haberle hecho algo así?

Lee se alejó y se dejó caer sobre una roca.

- Tú y tu hermana cambiasteis los puestos anoche? - le preguntó con suavidad -. ¿Pasé la noche con Blair y no contigo?

De alguna manera, Houston logró responder:

- Sí.

- Tendría que haberlo sabido desde un principio: qué bien manejó ese suicidio y ni siquiera sabía que era la casa que le había comprado para ella; para ti. Supongo que no quería darme cuenta. Desde el momento en que dijo que quería ir hasta allí para ver si podía ayudar en algo, me sentí tan complacido que no le hice ninguna pregunta. Tendría que haberme dado cuenta cuando la besé... ¡Malditas las dos! Supongo que os habréis divertido haciéndome pasar por tonto.

- Lee - murmuró Houston apoyándole una mano en el brazo. No sabía qué decirle, pero tenía que intentar explicárselo.

Lee se volvió y la miró de una forma que la atemorizó.

- Si sabes lo que te conviene, no digas una sola palabra. No sé qué os sucedió a las dos para jugarme una broma tan sucia, pero te diré que no me agradó ser la víctima. Ahora que tú y tu hermana os habéis divertido a expensas mías, tengo que decidir qué hacer sobre lo que sucedió anoche.

Leander la acompañó hasta su casa y casi la echó del carruaje antes de alejarse.

Blair estaba de pie en el porche.

- Tenemos que hablar - le dijo Houston. Blair asintió y siguió a su hermana hacia el jardín, cerca de los rosales.

- ¿Cómo has podido hacerme una cosa así? - preguntó Houston -. ¿Qué clase de moral tienes que sales con un hombre una vez y te vas a la cama con él? ¿O estoy exagerando? ¿Te acostastes con él anoche?

Blair asintió sin decir nada.

- ¿Después de una sola noche? - agregó Houston incrédula.

- ¡Pero te estaba representando a ti! - dijo Blair -. Estáis comprometidos y pensé que vosotros... Después de la forma en que me besó, estaba segura de que vosotros...

- ¿Nosotros qué? - gritó Houston -. ¿Quieres decir que pensaste que nosotros hacíamos el amor? ¿Crees que te habría pedido que ocuparas mi lugar si eso hubiese sido verdad?

Blair escondió el rostro en las manos.

- No lo pensé. No podía pensar. Después de la recepción me llevó hasta su casa y...

- Nuestra casa - corrigió Houston -. La casa que he estado decorando durante meses, preparándola para mi casamiento.

- Había velas, y caviar y champán, mucho champán. El me besó y yo bebí mucho champan, y las velas encendidas y la forma en que me miraba y... no pude contenerme. Oh, Houston, lo siento. Me iré de Chandler. No tendrás que volver a verme. Leander nos perdonará después de un tiempo.

- No me cabe duda de que él te besó y tú viste todo rojo - comentó Houston con tono sarcástico.

- Con chispas doradas y plateadas - añadió Blair con tono serio.

Houston se quedó mirándola. ¿De qué estaba hablando? ¿Del champán y las velas? ¿Lee había tratado de seducir a su prometida? ¿Había planeado algo para pasar la noche con la hermana equivocada?

¿Era Blair la hermana equivocada?

- ¿Cómo eran sus besos? - preguntó Hoston con suavidad.

Blair la miró sorprendida.

- No me tortures. Trataré de arreglar las cosas para ti, Houston, te lo juro, no importa lo que tenga que hacer. Yo...

- ¿Cómo eran sus besos? - volvió a preguntarle.

Blair sollozó y Houston le alcanzó un pañuelo.

- Tú sabes cómo son. No necesitas que te los describa.

- No creo saberlo.

Blair tenía hipo.

- Fueron... hermosos. Nunca pensé que un hombre tan frío como Lee llegara a ser tan ardiente. Cuando me tocó... - Blair miró a su hermana -. Houston, iré a verlo y le explicaré que todo fue mi culpa, que fue idea mía cambiar los lugares y que tú no tuviste nada que ver. Nadie más que nosotros tres debe saber lo que sucedió anoche. Nos sentaremos a conversar los tres y él comprenderá lo sucedido.

Houston se inclinó hacia delante.

- ¿Lo hará? ¿Cómo le explicarás que yo quería pasar la noche con otro hombre? ¿Vas a decirle que cuando te tocó te excitó tanto que no pudiste contenerte? Será un buen contraste con la frígida señorita Houston Chandler.

- ¡Tú no eres frígida!

Houston permaneció en silencio durante un momento.

- De lo único que hablaba Lee era de lo maravillosa que fuiste anoche. Después de eso no va a querer a alguien sin experiencia.

Blair levantó la cabeza.

- Yo nunca había hecho el amor antes. Lee es el primero.

Houston no estaba segura de si sentía deseos de echarse a reír o si sentía admiración por su hermana. Ella tenía terror de la noche de bodas y ni todo el champán del mundo la haría reaccionar como Blair había reaccionado. Los besos de Lee nunca le habían hecho perder la cabeza.

- Houston, ¿me odias? - preguntó Blair en apenas un murmullo.

Houston pensó. Era extraño, pero ni siquiera se sentía celosa. Su única preocupación era que Lee querría que ahora ella hiciera lo mismo. ¿Cómo lo lograría? Quizá Blair lo había aprendido en la escuela de medicina, pero en la escuela de señoritas a la que Houston había asistido, jamás mencionaron lo que una dama hacía en el dormitorio.

- Me miras de una forma extraña.

Houston estuvo a punto de pedirle que le contara los detalles de la noche anterior, pero no pudo.

- No estoy enfadad - replicó -. Sólo necesito tiempo para adaptarme. ¿No estás enamorada de Lee?

Blair la miró horrorizada.

- ¡No! ¡Nunca! ¡Esa es la última cosa del mundo!... ¿El te ha hablado mucho sobre mí, hoy?

Houston apretó los dientes al recordar que Lee le había dicho que siempre era tan fría, salvo anoche...

- Tratemos de olvidar todo el asunto. Hablaré con Lee cuando se le pase el enfado y trataremos de mantener el secreto entre los tres. Nos sentiremos extraños durante un tiempo, pero estoy segura de que encontraremos una solución. No permitiremos que una cosa así se interponga entre nosotras. Nuestra amistad es más importante que este incidente.

- Gracias - susurró Blair, e impulsivamente la besó -. Nadie tiene una hermana así. Te quiero mucho.

Blair parecía sentirse mejor; a Houston la asaltaron ciertas dudas, pero trató de alejarlas de su mente por absurdas. Amaba a Lee, siempre lo había amado y había planeado casarse con él desde que era una niña. Este pequeño incidente, esta noche pasada con la hermana equivocada no cambiaría las cosas, ¿o sí?

- Por supuesto que no - se dijo en voz alta. Luego se alisó la falda y se dirigió a la casa. Una sola noche no podía borrar tantos años de noviazgo.



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