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En los capítulos anteriores no hemos prestado especial atención a la apertura. Las investigaciones se iniciaban en el momento en que se plasmaba el tema de interés. El tema determinaba entonces tanto el dictamen de la posición como el plan a seguir, pero apenas se le concedía atención a la forma en que la situación se había producido.

Las aperturas cubren un campo muy amplio. Realizaremos algunas observaciones en relación con la primera fase del juego, aunque sólo, por supuesto, en líneas generales. La apertura presenta, en conjunto, una lucha por el control del centro: el bando que consiga dominarlo podrá lograr para sus piezas una mayor movilidad y, al mismo tiempo, conseguir ventaja de espacio. Cada jugador trata de conseguir una particular formación de peones en el centro, una formación que a menudo rige el ulterior desarrollo de la partida. De esto puede inferirse que, al comienzo de la partida, las fuerzas se dirigen, en general, hacia el centro, es decir, lo que se llama centralización.

Hasta ahora, las jugadas precedentes ilustran estas ideas, incluida 3 ... Ab4, aunque en este caso sea de forma indirecta, pues al clavar el caballo, anula su acción sobre el centro. Las negras tratan de construir la formación central de peones d6-e5, contra la cual las blancas pueden reaccionar de numerosas formas, como veremos.



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