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Examinemos qué tenemos ahora sobre el tablero:


En términos de material, las negras han ganado la dama y un peón a cambio de las dos torres. Según los libros para principiantes, el material está equilibrado. Hay una buena razón para afirmar esto: si las torres blancas pudieran atacar un peón negro y las negras estuvieran obligadas a defenderlo con su dama y su rey, el resultado de una liquidación que comenzara con la captura del peón por la torre, y siguiera con la captura de la torre por la dama, terminaría en un final de tablas con sólo peones y reyes sobre el tablero.


Pero la posición del diagrama no está igualada. Las torres no están coordinadas, mientras que las negras amenazan 6 ... Dxc2 y 6 ... De1 mate. Esto significa que 6 Tc1 es forzada, y que las negras tienen tiempo para movilizar su peón de ventaja y su rey antes de que las blancas puedan doblar sus torres contra un objetivo. Finalmente, el rey negro puede conducir su peón pasado a una casilla en que las blancas tengan que realizar la maniobra de liquidación que hemos comentado.


En esta posición sólo pueden ganar las negras. Llegar a entender esto -la evaluación de la posición final- es lo que puso el brillante remate final a una excelente partida.


Duró cuarenta jugadas más, pero el poder de la dama se hizo evidente tras 6 Tc1 De2 7 Tb1 f5! 8 Tdd1 e4 9 Te1 Dc4 10 a3 Da2! 11 g3 Rg6 12 Rg2 Db3 13 Rg1 Da2 14 Rg2 Rf6 15 f3 Re5 16 fxe4 fxe4 17 h4 Db3 18 Rh3 Dc2 19 Tec1 Df2 20 Tf1 Db6 21 Rg2 g6 22 Tf8 Db5 23 Tf2 e3 24 Te1 Re4 25 a4 Dc5 26 Rh3 b5! 27 axb5 axb5 28 Tf6 De5 29 Tf8 De7 30 Tf4+ Rd3 31 Tf3 Rd2.


Cuando vio esta partida publicada en una revista soviética, el gran violinista David Oistraj, fuerte ajedrecista aficionado, dijo: “Yo no podría haber tocado7 mejor en un violín”.



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