Parte 1.
-No sé cómo he llegado hasta aquí, tampoco consigo recordar ningún momento anterior a esta reclusión. Las paredes, de algún extraño metal, no presentan vanos ni juntas visibles. ¿Quién o qué poder me ha substraído de mi mundo y recluido en este cubo perfecto?, ¿ tal vez un sueño?, ¿mi sueño o el sueño de alguien que me sueña? Si me pellizco me duele, pero no es suficiente evidencia para demostrar mi existencia real; cuántas veces he creído estar despierto cuando en realidad estaba dormido. De cualquier forma he de salir de este recinto, ya sea volviendo a la vigilia o buscando cualquier resorte oculto tras esta superficie compacta. Gritaré, me angustiaré para romper mi sueño o el de quien me sueña; sea quien sea lo despertaré y haré que se acuerde para siempre de esta pesadilla, juro que..., pero, no, no puede ser, si despierto a quien me sueña, qué quedará de mí si sólo soy eso, un ente soñado tan ilusorio como el perfecto cubo que me acoge. No me arriesgaré a convertirme en un mero recuerdo onírico. Me pellizco y me duele. Si me corto, seguro que sangro. Si yo soy real, cosa que no debiera dudar, puede que el cubo no lo sea; puede que sea una alucinación, mi alucinación o...puede, ¿por qué no?, que alguien me esté sometiendo a un macabro experimento, seguro que se trata de eso, lo denunciaré, nunca di permiso a nadie para que lo hiciera, pero... ¿cómo puedo saberlo si no recuerdo nada?
Tengo una vaga noción de una existencia exterior, pero me es imposible concretar sus términos. Tocaré la pared y se desvanecerá, entonces despertaré…
Tocó una y otra vez las paredes grisáceas del recinto. Sus uñas buscaban un resquicio, una hendidura, la más pequeña muesca que aliviara su creciente ansiedad; aplastó su mejilla contra el pulido metal esperando, tal vez, una pequeña corriente de aire que aliviara su espíritu, pero todo fue inútil.
-¡Lo estamos perdiendo! -dió la alarma el navegante-. La señal no llega clara, está atrapado en una rejilla onírica.
-¡Estimulen conductos neuronales, lancen cargas hiperestésicas! -ordenó Belair-. ¡Animo Printer! Tienes que llegar a la estación de tránsito, no podemos perder a nuestro mejor sueñonauta. ¿Por qué aún no ha utilizado su equipo de supervivencia? No lo entiendo.
-Puede que su “yo” se haya fragmentado al caer en una rejilla especular y no recuerde quién es ni para qué ha sido enviado.
-¡No Aszel! Printer haría saltar mil rejillas especulares con el más ligero impulso automático. Lo que detiene su viaje debe ser más poderoso que todo eso; algo que no hemos previsto… o ,tal vez, un sabotaje.
-¿Un sabotaje? -preguntó incrédulo Aszel, el navegante.
-¿Y por qué no? Para los grandes "lobbies" aeroespaciales, esta tecnología representa ya una amenaza para sus intereses.
-No lo creo -repuso Aszel con firmeza-. Son incapaces de generar un campo de fuerza tan poderoso como el que tiene retenido a Printer. Debe tratarse de una manifestación de la casa de los espejos.
El sueñonauta yacía en el suelo, parpadeaba incesantemente mientras sus mirada se estrellaba una y otra vez contra el grisáceo techo del cubo; su cuerpo apenas respondía a sus órdenes y su mente se disipaba paulatinamente en un extraño limbo; en vano trataba de hallar un sendero que restableciera su identidad, la vereda de un recuerdo que determinara una existencia anterior; su mismo cuerpo le era extraño. El era el único objeto anómalo en aquel recinto de proporciones perfectas; un cuerpo extraño en un mundo coherente en sus leyes internas, pero inexplicable en sus causas últimas. Su mente divagó entre pensamientos deshilvanados hasta aferrarse a una vieja ley. Sorprendentemente se encontró reflexionando sobre el segundo principio de la termodinámica: "en un recinto energéticamente aislado, todas las diferencias de temperatura tenderán a anularse espontáneamente". Súbitamente comprendió cómo extrapolando los términos, este viejo principio de la termodinámica adquiría un significado insospechado. Printer llegó a la siguiente conclusión: "En un universo onírico aislado, todo ente exógeno que provoque una diferencia de potencial se disolverá espontáneamente en el sistema".
-Si permanezco por más tiempo inactivo -pensó- me disolveré en este sueño sin importar a quién pertenezca; por tanto me tenderé sobre el suelo de la manera más cómoda posible y soñaré, tal vez entonces esta prisión muestre sus debilidades.
-Detecto una fuerte emisión de ondas alfa -se apresuró a comunicar Aszel- las cargas hiperestésicas han debido de hacer su efecto.
-Lanza una nueva oleada -ordenó Belair-. Necesitará toda su energía para retomar el rumbo a la estación de tránsito.
- PRINTER. Yo me llamo Printer, sueñonauta HR528, destinado al proyecto "Odeón", ¿pero qué narices es el proyecto Odeón?, treinta y cinco años, tez morena, un metro ochenta, ¡sí, eso es!, ¿qué más?: me gradué en Princeton, promoción del 24, ¡eso es!; "naturaleza corpuscular de las ondas alfa", ¿qué me dice esto?...¡claro, mi tesis doctoral!. No soy un ente soñado por otro, soy mi sueño, y si despierto seguiré siendo el mismo.
- Ha hecho saltar la rejilla y recobrado su identidad -comunicó Aszel.
-¡Por fin! -exclamó Belair. Ya es hora de enviarle nuestros saludos y las coordenadas para el salto a la estación de tránsito. Es posible que no las recuerde.
-Si ha podido salir ileso de la casa de los espejos, nada podrá deternerlo, y menos un olvido de principiante.
-No hay que correr ningún riesgo, el asunto Odeón está en sus manos. No sabemos cuánto tiempo podrá aguantar Eila. Nuestra embajada en Serun perdió su rastro y Belano, el único que puede localizarla, recibió la orden de no trasmitir antes del lanzamiento de Printer. Pon a dormir a nuestro mejor sueñonauta. Tiene que pasarle las coordenadas.
Abrió los ojos y juró nunca más cerrarlos. Incontables luminarias formaban un imponente torbellino entre el tejido oscuro del vacío. Millones de estrellas parecían desplazarse hacia el ojo del huracán. Su sueño a la deriva se incorporó afortunadamente al sueño pastor que Belair le envió, gracias al cual, Printer pudo reparar los directorios dañados al quedar atrapado en la casa de los espejos.
-¡Bienvenido a la estación de tránsito, sueñonauta HR528! -exclamó cortésmente una mujer de avanzada edad-. Espero que haya tenido una travesía sin grandes contratiempos; ¿es ésta su primera misión? -preguntó con un aire ausente y protocolar.
Desconcertado, Printer miró todo lo que le rodeaba; se miró a sí mismo y se pellizcó como nunca antes lo había hecho. Sintió como había dejado de ser su sueño para convertirse de nuevo en un ente real.
-Dígame -dirigiéndose a aquella particular azafata- ¿es Ud. tan real como ahora me veo yo, o tal vez tanto Ud. como yo seguimos siendo personajes soñados por mí, por Ud. o algún otro?
-¡Tanquilícese! Ud., yo y todo cuanto nos rodea es real, se lo aseguro. Ha realizado un viaje de cinco años-luz. Nos encontramos en la estación de tránsito, en órbita a Signo, el tercer planeta del Sistema Tiglat. Sin embargo, he de confesarle que en algunas fases del viaje temimos perderlo, dejó de emitir inexplicablemente; perdimos su sueño, pero afortunadamente las cargas hiperestésicas que ordenó Belair lograron restablecer la señal. Por lo demás todo, incluso la operación de transmutación molecular, salió según lo previsto. Ud. se encuentra por tanto entre nosotros en "cuerpo y alma" si me permite la expresión. Acompáñeme por favor.
-¿Adónde? -quiso saber Printer.
-No sea impaciente, pronto lo sabrá.
El sueño de Printer había viajado a través de un universo solapado al de la materia. Su sueño abrió camino a su cuerpo para completar la primera etapa de su viaje. Ahora se encontraba en Hipnosis, la nave convencional, escala de tantos sueñonautas, paso obligado en la mayoría de los viajes de largo recorrido.
-¡Uf... ya ha pasado lo peor! -suspiró Aszel.
-Aún no amigo mío -observó Belair-. Tiene que comunicar al Soñador el verdadero sentido de su misión. De otro modo Odeón podría fracasar. Lo inoculé en una rejilla de máxima seguridad. Ni siquiera él mismo tiene acceso al mensaje sin la intervención del Soñador.
Mientras seguía de cerca a su anfitriona, Printer rememoraba y contrastaba con el original las historias deslumbrantes que escuchó de Hipnosis; tantas historias que ahora se sentía en parte decepcionado. Aquello era un intrincado estómago de metales retorcidos, de angostos pasillos y salas de dudosa funcionalidad sin la más mínima concesión estética. Tenía todo el aspecto de una estación de segundo rango y nada hacía suponer que fuera la nave estrella del Departamento de Sueñonaútica. Se sintió tan decepcionado como un habitante del siglo XX cuando examinaba de cerca los trajes que usaron los primeros hombres que pisaron la Luna, y comprobaba cómo sus cierres apenas se distinguían de las cremalleras que cualquiera podía comprar en las populares mercerías. La prensa de divulgación científica mitificó la tecnología de la época de la misma forma que sus compañeros lo hicieron a su regreso de la estación. Sólo entonces comprendió lo poco que había dado de sí en apenas dos siglos la tecnología convencional del siglo XX. Sin embargo, sí se sintió orgulloso de pertenecer a la tercera generación de sueñonautas, de haber seguido los pasos del mítico Baader, el padre del invento, atrapado por una rejilla especular y dado por desaparecido en uno de sus arriesgados viajes, cuando aún no se disponía de la cobertura necesaria para tales vuelos. Era este orgullo y las expectativas que generaba su contacto con el Soñador lo que animaban sus pasos por los vericuetos de aquella chatarra espacial. Ensimismado en estas cavilaciones, el sueñonauta se vio sorprendido cuando, antes de lo esperado, se enfrentó a la mirada más inquietante de cuantas escrutó.
Los ojos del Soñador se agazapaban tras unos párpados apelmazados; dos telones que parecían ocultar todos los paraísos e infiernos imaginables. Las arrugas de sus ojeras ocultaban buena parte de sus pómulos, los cuales simulaban un paisaje torturado y recortado por una intrincada red capilar.
-Bienvenido a Hipnosis -masculló el Soñador mientras su guía desaparecía sin mediar palabra por donde había venido.- Reclínese en el diván. Tiene mucho trabajo por delante antes de volver a saltar.
-¿Saltar adónde? -se atrevió a preguntar.
-No sea impaciente; permítame actuar, será sencillo acceder al mensaje de Belair y, una vez recibido, completaré la información fundiendo mi rejilla de seguridad con la suya. En la vigilia continuaremos la conversación, pero será sobre la superficie de Signo, el planeta alrededor del cual orbitamos. Reclínese sobre este lecho, espero que se encuentre cómodo. Tan sólo una advertencia: no active blindajes, me será más fácil llegar, y no tema -continuó diciendo- hemos cancelado todos los sueños transeúntes y el consulado tauriano en Signo no está al corriente de su llegada. Más adelante lo presentaremos como el nuevo embajador en Serun.
-¿Yo embajador!, pero si sólo soy un científico.
-Nunca dejaré de alabar la discreción de Belair. ¿Le mencionó algo acerca de la misión? No, supongo que no, bueno, de eso hablaremos más adelante.
-¡Un momento! me gustaría saber en qué lío estoy metido. Este iba a ser un vuelo de rutina que no tenía más aliciente que el de conocerlo. Se han dicho tantas cosas de Ud....
-La rutina no existe en nuestro oficio,y Usted, sin proponérselo, se ha convertido en alguien imprescindible para nuestro departamento. Le ruego que no se escandalice, en cierto modo, su misión tiene un carácter científico, poco a poco lo irá comprobando. Ahora vayamos al grano, tenemos un gran trabajo por delante. Felices sueños.
Printer necesitó un tiempo para desactivar blindajes innecesarios y conciliar el sueño. De alguna manera, el comentario del Soñador le hizo sospechar por primera vez la existencia de estrechos vínculos del departamento con el GP-5 de Inteligencia.
Sus reflexiones se fueron haciendo cada vez más imprecisas en la antesala de ese mundo al que los antiguos contemplaron como la fuente de todos los misterios del espíritu humano, sin sospechar que un día sería el protagonista del salto cualitativo más importante de la Humanidad.
Printer creyó encontrarse de nuevo en aquel exaedro donde su sueño y él estuvieron a punto de extinguirse; sin embargo pronto se percató de algunas diferencias. Ahora se encontraba tendido sintiendo en su nuca un frío metálico. Su posición no era cómoda y el recuerdo angustioso de su prisión anterior alimentaba su creciente inquietud. Apenas le consolaba saber que no se trataba esta vez de una rejilla especular, sino del sueño del Maestro que ya había atrapado el suyo. No le gustó la manera en que lo hizo. Se sentía como un paciente desahuciado que iba a ser intervenido sin anestesia. De las paredes del recinto emergieron unos bisturíes que, sin previo aviso, se hundieron en su corteza cerebral sin causar dolor. Aquello le procuró cierto alivio y le permitió pensar más serenamente en las funciones del sofisticado instrumental. Lo que más le sorprendía era la pericia con que evolucionaban los siniestros apéndices del Soñador, los cuales horadaban superficies muy concretas de su córtex sin colisionar entre sí. Printer estaba convencido de la alta especialización de
cada uno de ellos: hipodérmicas captadoras de información, inoculadoras, constructoras del nuevo tejido subconsciente. Intuía una compleja cirugía que el Soñador estaba ejecutando más allá del mero trasvase de información; quiso oponerse pero sin blindajes ya era demasiado tarde. En la vigilia no le quedaría otro remedio que confiar en lo que pudiera decirle. En realidad, no sabía lo que estaba sucediendo; para saberlo, sería preciso entrar en el sueño del Maestro, es decir, poner en la mesa de operaciones su subconsciente, comprimirlo en su exaedro particular y desde allí intervenir. Como idea estaba bien, pero nadie había podido realizar tal proeza hasta entonces; se decía que ni siquiera una docena de los mejores sueñonautas podría haberlo hecho. El caso era que no le quedaría otra opción al despertar que el derecho al pataleo.
Printer abrió los ojos algo aturdido pero sin mayores molestias, miró a su alrededor buscando a su particular doctor, pero éste ya se había esfumado; por no saber, no sabía ni el tiempo que había permanecido solo en la estancia. Tras unos instantes de desconcierto, la mujer que lo había conducido ante el causante de su pesadilla entró en la habitación.
-¿Cómo se encuentra? -inquirió amablemente.
-Exijo una explicación, creo que el Soñador ha irrumpido en zonas prohibidas por la legislación, el Departamento me va a oír. Quiero que me envíen de nuevo a casa.
-¡Vamos!, no se altere, estoy segura de que él mismo le dará todas las explicaciones que desee. Antes de abandonar la estación me pidió que concertara para mañana una entrevista con Ud. en tierra; a las once a.m. en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Le ruego que no curse la demanda hasta después de su entrevista.
-¡Está bien!, pero espero que sus explicaciones sean convincentes.
-No se preocupe, le aseguro de antemano que quedará satisfecho. Ahora, si es tan amable, acompáñeme. Su lanzadera está lista, lo vamos a bajar a Signo
Parte 2
Signo
Planeta fronterizo en los aledaños del Imperio Tau.
Ministerio de Asuntos Exteriores.
El edificio de corte neoclásico se asentaba en lo alto de la única colina de la capital. Desde allí,se contemplaba en días claros la casi totalidad del archipiélago que acogía a la metrópolis. En el helipuerto de la cancillería le esperaba un funcionario. Sin apenas mediar palabra, lo condujo al interior del edificio a través de regios pasillos inundados de luz y vestidos por excelentes reproducciones de Picasso, Bacon y Hocney, junto a varios originales de Balton que representaban escenas taurianas un tanto estereotipadas. A pesar de ello, le llamó poderosamente la atención el díptico que representaba un atardecer en el extraño océano serático. Contrastaban la violencia y la calma de sus "aguas"; el antes y el después del ocaso de la estrella. De pronto, el funcionario se detuvo y pidió a Printer que dejara pasar a una comitiva tauriana que en aquellos momentos salía de uno de los salones. Instintivamente inclinó la cabeza a su paso imitando el gesto de su guía.
-¿Quiénes son? -preguntó el sueñonauta.
-El cónsul y un secretario taurianos, hace una semana que se dejan ver por aquí, hay mucho movimiento últimamente en el Ministerio, aunque no podría decirle la causa de tanto ir y venir. Es posible que Ud. esté más al corriente que yo, aquí nadie te dice nada.
-Siento defraudarlo, no entiendo de taurianos. Aunque no me crea, es la primera vez que los veo. Tal vez pueda decirme qué les pasa a sus manos, por qué son transparentes.
-¿Qué quiere que le diga? Algunos dicen que es la única parte del cuerpo humano que no pueden reproducir, otros creen que lo hacen a propósito para distinguirse de nosotros. ¡Quién sabe?
-Supongo que alguien podrá explicarlo. Es incómodo no saber ante...
-Perdone, ya hemos llegado. Entre sin llamar, le están esperando. Le deseo un buen día.
-Gracias.
Printer abrió lentamente la puerta buscando con su mirada al Soñador. Allí le aguardaba sentado tras un elegante escritorio y enmarcado por una espléndida infobiblioteca. Qué diferente escenario -pensó- de aquella horrible estancia en Hipnosis.
-Entre y acomódese.
-Gracias Señor.
-En primer lugar, y ante todo, debo tranquilizarlo. En ningún momento hemos transgredido en su caso los límites que marca la legislación para los contactos oníricos. Le aseguro que su intimidad no nos interesa, ni a mí ni al departamento. Lo único que nos preocupa es su seguridad y la misión que le será encomendada. Todas las manipulaciones que llevé a cabo se justifican exclusivamente por estos supuestos.
-Con el debido respeto, espero que así sea, pues en caso contrario le denunciaré a la junta arbitral y...
-No será necesario -interrumpió el Soñador.
-Dígame, ¿qué espera en realidad de mí?
-Que nos ayude a resolver lo que puede ser una nueva crisis Tau. Necesitamos que localice a Eila, la secretaria de la embajada. Los taurianos aseguran que se encuentra en paradero desconocido tras el supuesto asalto a los bancos de datos de su Ministerio de Defensa. Sus sospechas han ido aún más lejos; Anser, nuestro agregado comercial, ha sido expulsado. Por nuestra parte, y para apaciguar los ánimos, Ud. será nuestro nuevo embajador. Supongo que acogerán el cambio como un gesto de buena voluntad, al menos así lo esperamos. Le aseguro que nadie recibió órdenes de asaltar esos bancos de memoria, sin embargo, sospechamos que por azar Eila accedió a cierta información vital para nuestros intereses en el área que nos gustaría poseer.
-¡No esperaba esto, pero entiendo! -exclamó el joven doctor-. No levantaría excesivas sospechas enviar a alguien como yo para tan delicada misión; pero hay algo que no encaja. Si realmente nuestra embajada en Serun no cuenta con ningún GP-5 de Inteligencia, ellos estarían al tanto, y en tal caso, ¿por qué han actuado como si lo tuviéramos y ponernos al borde de una nueva crisis?
-Creemos que aceptarán de buen grado el relevo que proponemos -afirmó el Soñador eludiendo la pregunta-. Para ellos, todos nuestros diplomáticos son hoy por hoy sospechosos de pertenecer al GP-5. Queremos saber lo que en realidad ha sucedido tanto como ellos. Si Eila se hubiera extralimitado en sus funciones, se las tendría que ver primero con nosotros.
-Pero yo no estoy capacitado para la misión, sólo soy un sueñonauta.
-No subestime sus capacidades. Sabemos que podrá valerse de su propio ingenio para salir airoso de las situaciones que los estadísticos no hayan considerado.No obstante, dispondrá de toda la información disponible sobre Tau, el Augusto y Eila. Seguridad le proporcionará todo cuanto necesite.
-Todos sabemos quién es el Augusto. ¿Se puede decir algo más sobre él que no se haya dicho?
-En realidad casi todo lo que se sabe del tauriano se ha hecho público, pero todo significa lo que nosotros hasta ahora sabemos y he de confesarle que no es mucho. Ese engreído soberano es un pozo de sorpresas. Ya tendrá tiempo de comprobarlo, no hay que correr riesgos innecesarios. Hay algo de lo que no le hemos hablado. el Augusto es un maestro transformista. Le divierte sorprender a sus invitados con tales bufonadas.
-Bueno, ya estoy advertido, supongo que será un juego inofensivo.
-Sí y no -dijo el Soñador al comprobar la bisoñez del sueñonauta HR528-. Eso nadie se lo puede enseñar.
-Entiendo que no -afirmó Printer no sin cierta condescendencia-. La sagacidad es siempre un don y no una destreza como hablar correctamente la lengua Tau.
-Sarcasmos aparte, el Augusto es el gobernante más viejo y capaz de la esfera. Puede subestimar a este pobre empleado de Hipnosis, pero nunca cometa la misma torpeza con él. Todos lo pagaríamos de una forma u otra.
-Discúlpeme, no era mi intención. Aprecio sus consejos -añadió Printer para ahuyentar su aparente enojo.
-Bien... se ocupará de la embajada sin olvidar lo que le lleva a Serun. Asegúrese de que seamos nosotros los primeros en localizar a Eila.
-En este caso, ya que el departamento me dará todo lo que pida, necesitaré un telépata transformista, el mejor -pidió Printer con tono seguro y calmado.
-¡Oh vamos! Difícilmente lo podríamos pasar a Serun sin ser descubierto.
-De sobra sabe que no será necesario pasarlo. Seguro que enviaron a los mejores durante la última crisis, y juraría que una buena parte de ellos aún sigue allí.
-El departamento los tiene "congelados". No tengo autoridad para lo que me pide.
-Pues consúltelo. Sólo necesito que active a uno, el mejor -insistió Printer como si le fuera la vida en ello.
Tras la despedida, el sueñonauta tomó el primer aerotaxi que encontró a la salida del Ministerio de Asuntos Exteriores sin saber si su petición sería aceptada; había oído hablar de la exasperante lentitud con que el departamento respondía a tales peticiones; tal vez la respuesta le llegaría una vez en Serun. Ahora sólo faltaba dirigirse al astropuerto para recibir, allí, el entrenamiento necesario para la larga travesía convencional al Sistema Tau. Nunca imaginó que su primera misión sería más propia de un miembro del GP-5 que de un científico. Desde el transporte, observaba distraídamente aquella urbe multicéfala y espléndida asentada sobre el océano de metano, una ciudad construida a la par por artistas e ingenieros, responsables de los inmensos palafitos que acogían a millones de seres. El astropuerto se hallaba en la más periférica de las islas de aquel archipiélago artificial.
La dureza del entrenamiento apenas le permitió diseñar la estrategia para abordar los delicados asuntos que le llevarían a Serun. El tiempo se hacía interminable en la cámara antigravedad. Tenía que aprenderlo todo, desde vestirse hasta ingerir alimentos. Los primeros días, se movía con la torpeza de un bebé por el habitáculo que reproducía exactamente el interior del transporte que le conduciría a Serun. A medida que su entrenamiento se completaba, se hacía más penoso abandonar el recinto sin gravedad y vivir aplastado por 10 g; cualquier leve movimiento se convertía en una pequeña tortura física; empezaba a desear su cubil antigravedad y se mostraba impaciente por emprender su viaje. La víspera del vuelo apareció el Soñador en el área restringida de entrenamiento. Printer agradeció la visita, aunque suponía que su presencia iba más allá del mero gesto cortés.
-Ya imagina el objeto de mi visita -dijo el Soñador mientras contemplaba sorprendido el magro rostro de Printer. El departamento ha sido más que generoso con Ud.. No me pregunte cómo, pero se lo han concedido. Además contará con este detector de mímesis. Con él sabrá siempre con quién está hablando. Si un tauriano adoptara la forma de Eila o de cualquier miembro de nuestra embajada, sentiría una pequeña descarga eléctrica que delataría al impostor y que sólo le provocaría un ligero parpadeo, nada que pusiera en guardia al enemigo.
-Pero ellos pueden detectarlo con un simple "escáner".
-No, se implantará en su cuello envuelto de sustancia orgánica, presentará el aspecto de un vulgar quiste sebáceo. Su implantación exigirá una pequeña operación sin efectos secundarios -añadió el Soñador para tranquilizarlo.
-¿Me garantiza que la sonda está incluso fuera del alcance de los sensores del Augusto?
-Al menos, eso es lo que cree el departamento.
-No sé..., pero dígame ¿cómo reconoceré a mi telépata?
-Eso no ha de preocuparle, el sueño de la verdad es una de sus habilidades -repuso el Maestro con absoluta convicción-. Lo "descongelarán" a su llegada y sólo Ud. podrá detectarlo. El sueño de la verdad le conducirá al verdadero Belano.
Printer recordaba una y otra vez la conversación que mantuvo con el Soñador, mientras el Odeón maniobraba ya por los planetas exteriores del Sistema Tau; el transporte se servía de estos cuerpos masivos como lanzaderas sucesivas en su viaje a Serun; entraba en sus órbitas y aprovechaba la inercia que estos mundos deshabitados le conferían para aumentar su velocidad, ya que para surcar el espacio las trayectorias rectilíneas nunca eran las más económicas ni las más aconsejables. El mejor trampolín de todos era sin duda el Sol tauriano, una variable de largo periodo del tipo Mira, su masa propinaba al Odeón una gran aceleración y lo hacía saltar como una rana en la charca del Cosmos hasta su destino: Serun, el tercer planeta, un cuerpo que albergaba la grandeza y el poder Tau, morada de unos seres plasmáticos, nuestros no muy gratos vecinos, los únicos que por entonces teníamos al alcance. Sin embargo no podíamos quejarnos al no poder compararlos con ningún otro. Esta no era la primera crisis, ni tampoco probablemente la última, pero para Printer era la única que contaba. Su alma se estremecía cuando imaginaba su entrevista con el Augusto. La había concebido de mil formas distintas, había pensado en miles de preguntas y en diez mil respuestas que podría dar a cada una de ellas.Para Printer, la recepción había dejado de ser un acto protocolario, para convertirse en un encuentro decisivo entre ambos mundos y él se sentía el único responsable del fracaso o éxito de una misión de la que apenas conocía sus detalles más superficiales. A veces la olvidaba, para sentirse como un mero embajador que se atiene a las reglas de juego, fiel a los tratados y leyes de la diplomacia galáctica.
Los acontecimientos se precipitaron cuando el Odeón se posó en el astropuerto; sus ojos comenzaron a parpadear sin que pudiera apenas controlarlos; el funcionario Tau que amablemente le daba la bienvenida y los dos agentes que lo flanqueaban habían hecho enloquecer su detector de mímesis. Hacía notables esfuerzos para mantener la calma e integrar el incesante tic de sus ojos como una faceta más de su personalidad. El primer contacto con aquel mundo totalmente
ajeno resultó ser más duro de lo esperado cuando Madersk, el más alto servidor del Augusto, lo recibía en el astropuerto bajo la forma de Eila. Después, todo sucedió tan deprisa que no pudo explicarse cómo se encontró en presencia del Augusto.
Parte 3
El monarca se deslizó de su trono con la parsimonia y solemnidad de la más alta jerarquía del Sistema Tau
para explorar de cerca al embajador. Como una cascada de plasma gelatinoso, se deslizó por el borde del fastuoso recipiente que le contenía mientras lanzaba sondas exploratorias, translúcidos cilindros que se acoplaban sin juntas visibles unos a otros para abrazar sin violencia el cuerpo del emisario. Printer estaba al corriente del protocolo tauriano y no opuso resistencia alguna. Todos los visitantes eran sometidos a tales prácticas por los servicios de seguridad taurianos, pero de todos era conocido el proceder del Augusto, tan innecesario como prepotente con cuantos solicitaban ser recibidos por aquel regio plasma gelatinoso. Printer sentía desde su epidermis hasta los más recónditos pasillos de su organismo los efectos inocuos de la exploración a la que se veía sometido; una incomodidad acrecentada por el obligado aplomo que exigía su nueva condición de diplomático. El Augusto cayó fláccidamente al suelo de la cámara y penosamente avanzó hacia Printer como una mancha delgada y extensa. Mientras era objeto de un exhaustivo análisis, el sueñonauta se vio asaltado por una peregrina elucubración: ¿Qué aspecto ofrecería su propio cuerpo si estuviera desprovisto de piel y estructura ósea? La respuesta fue concluyente: un amasijo de vísceras reptante, algo muy similar a aquel ser que torpemente se dirigía hacia él; una mancha roja y viscosa que fulminaría los cánones de belleza bajo los que artistas de innumerables generaciones habían fundamentado su trabajo; toda una civilización y sus creaciones dejarían de tener sentido de la noche a la mañana; desde las relaciones sociales hasta cualquier objeto cotidiano; desde un ergonómico transporte estelar hasta una sencilla mesa; sin manos, ya no habría mandos que pulsar, ¿cómo ordenar a los robots cualquier tarea doméstica?, ¿cómo continuar con los viajes interestelares convencionales?, ¿cómo hacer el amor o comunicarnos sin cara, sin articulaciones ni voz? en definitiva, ¿cómo emitir signos inteligentes a otros seres de similar condición? La respuesta no se hizo esperar. La masa informe bajo la que se presentaba el Augusto comenzó a replegarse sobre ella misma ganando altura y a mostrar perfiles cambiantes que parecían obedecer a alguna secreta intención. De pronto Printer creyó percibir un esbozo de pie, aquella sustancia plasmática comenzaba a adquirir la consistencia de un androide, como si un genial escultor estuviera dando forma celestial a aquella arcilla tan especial. La metamorfosis no solamente afectaba a aquella forma de vida, sino que el regio salón de embajadas se estaba transformando a similar ritmo para adaptarse al nuevo individuo que lo ocuparía. Tal demostración no iba únicamente encaminada a provocar el asombro y la admiración del sueñonauta, sino a preparar la entrevista que tendría lugar. Sin duda, la exhibición colocaría en ventaja psicológica al Augusto al tiempo que empequeñecería a su interlocutor.
Printer se estremeció, pues así lo exigía el guión, al contemplar en las postrimerías del cambio al ser con quien tendría que tratar los delicados asuntos de su embajada. El Augusto se había encarnado en el padre que el departamento creó para la ocasión, en un ser frente al cual debería mostrarse inseguro e inferior; pues supuestamente había consagrado toda su vida a señalar despiadadamente todas sus carencias en presencia de los demás. Gracias a la intervención del Soñador, Printer lo sentía más real que el suyo propio, y en esta ocasión, aunque supiera que solamente se trataba de un juego malabar y malintencionado del Augusto, experimentaba grandes dificultades en deslindar aquella realidad ficticia que el Soñador instaló en su subconsciente y la copia que el Augusto representaba de la misma en su honor tan magistralmente. ¿De dónde había recibido el Augusto un informe tan detallado? ¿Cómo se las habría arreglado el departamento para hacerle llegar los datos más íntimos de su falsa identidad? -se preguntaba una y otra vez-. Tal vez los cilindros translúcidos fueron más allá del mero "escáner" de su organismo; quizá pudieron introducirse en el oscuro magma de su mente y arrancar toda la información que el Soñador depositó. Pero en tal caso ¿cómo no accedió así mismo a su verdadera identidad? Sin duda, esas preguntas sólo podrían ser respondidas por alguien del departamento. Lo extraño fue que por más que intentaba pensar en su verdadero padre,
Printer no pudo concretar otra imagen que la del impostor.
Aquello, y no la bufonada del Augusto era lo que realmente le inquietaba. Sin embargo, no tardó en rendirse a la ficción. Así, el falso padre suplantó el recuerdo del verdadero liberándolo de la pesada carga de interpretar un papel aprendido.
Printer se encontró, a pesar de todo, inerme frente a la reproducción exacta del padre. Ni el mejor de los actores podía encarnar tan magistralmente a su supuesto enemigo. El Augusto cambió de aspecto y creyó haber dado en la diana; sabía perfectamente que en caso de conservar su aspecto habitual, Printer lo miraría con arrogancia, pues la fealdad en una cultura que ha erigido la belleza en un pedestal era el estigma de los seres inferiores. Por tanto, eligió la representación más noble e inquietante que su subconsciente manipulado guardaba celosamente. Se sintió levemente aliviado al comprobar cómo podía distinguir el original de la copia por las manos, las cuales, por alguna extraña razón, no se habían recubierto enteramente de tejido epitelial. Le tranquilizó comprobar cómo los taurianos no eran del todo perfectos en el arte de la mímesis.
El Augusto estaba convencido de haber roto la autoestima del joven diplomático.
-¡Bienvenido a Serun, joven embajador!
En cada palabra, sílaba e incluso en cada movimiento de los labios, la ficción tomaba visos de realidad y así la experimentaba. Printer creyó estar percibiendo todo el desprecio que, ya desde niño, su padre le había inyectado en dosis letales. El Augusto había enfatizado los rasgos más acusados del personaje para establecer una comunicación sin ambages frente a un adversario minado por la sorpresa de su estudiada metamorfosis.
-Gracias Majestad, éstas son mis credenciales. Es un honor representar a mi pueblo en el corazón de esta espléndida civilización que Vos regentáis. Espero que mi presencia en Serun, Majestad, contribuya a afianzar los tradicionales lazos de amistad que siempre nos han unido y ayude a disipar cualquier malentendido presente o futuro.
Tras el obligado discurso protocolar, Printer se debatió en un mar de ansiedad y profunda inquietud; más aún cuando sus párpados no pestañearon un ápice ante la transformación del Augusto. En aquellos momentos maldijo a los sabelotodos del departamento. Se sentía cuan tortuga deshauciada de su caparazón, como un niño vacilante ante un padre implacable.
-Espero que la forma que he adoptado sea de su agrado, pensé que alguien tan próximo y querido como su padre podría facilitar este primer contacto, pero si ello le disgusta puedo adoptar otra apariencia.
-¡Gracias Majestad! Estoy altamente complacido por las molestias que os habéis tomado y es un honor que hayáis optado por un miembro de mi familia. Desgraciadamente el mensaje del que soy portador no me complace tanto. Mi gobierno quiere manifestarle su protesta y perplejidad ante la expulsión del agregado comercial y sus inquietudes ante la desaparición de la secretaria de la embajada, acusada injustamente de haberse apropiado de informes de su
Ministerio de Defensa. Tras la firma de los tratados Deneb I y II, mi gobierno y el suyo dieron por terminadas las hostilidades y nada ha cambiado para nosotros desde entonces. Nuestros agentes fueron retirados de Tau y otro tanto hicieron Uds. con los suyos. Como decía, nada ha cambiado desde entonces y sería absurdo que una de las partes actuara al más puro y viejo estilo de la confrontación.
El Augusto se preguntaba de dónde sacaba aquel muchacho el valor y la confianza para hablar con aquella determinación. Tal vez del odio que sentía hacia su padre. No tardó en reconocer su error, pero ya era tarde para ensayar otro disfraz que le permitiera retomar la iniciativa.
-Sin duda se trata de un lamentable incidente. Nuestra gente ha relacionado, con la cautela que le caracteriza, la sustracción del material reservado con un miembro del personal de su embajada.
-Mi gobierno está tan interesado como el suyo en saber lo que realmente ha sucedido. Le propongo, como gesto de buena voluntad, que la investigación que esclarezca ambos hechos se lleve de modo conjunto.
Printer no estaba muy seguro de haber sobrepasado sus funciones, pero ya no podía retroceder y mantuvo su oferta que fue favorablemente acogida.
- Disponga lo necesario -dirigiéndose a Madersk- para que la comisión mixta de investigación comience sus trabajos.
-Como ordenéis Majestad.
Finalizada la audiencia, el mismo Madersk, la mano derecha del Augusto, condujo a Printer al exterior a través de numerosas salas e intrincados corredores de un palacio compendio arquitectónico de cuantos había visto. Todos los estilos de las grandes épocas, incluso pretecnológicas, se habían agregado de manera más que forzada a la residencia oficial del Augusto. Printer no podía evitar mirar de soslayo al alto funcionario mientras deambulaban por el extraño edificio. Su rostro no le recordaba a nadie en especial, parecía no estar interesado en reproducir a ningún otro dignatario de similar condición, práctica habitual en los taurianos que creaba ocasionalmente pequeños incidentes diplomáticos no comparables al que le había traído a Serun. Más bien, su rostro, a tono con el palacio y su mobiliario, era una síntesis poco cuidada de todas nuestras razas, como si el disfraz adoptado para la ocasión pretendiera insinuar al sueñonauta la existencia de diferentes razas taurianas y su condición de alto representante de todas ellas. Printer deseaba intercambiar algunas palabras con este nuevo personaje del cual el Soñador no le había hablado, pero no le dio ocasión hasta que entraron en una sala abarrotada de cuadros. Printer se detuvo bruscamente al percibir la imagen de la Gioconda, flanqueada por una tela de Picasso y otra de Bacon.
-Disculpad Excelencia -se atrevió a decir-. ¿Por qué habéis incorporado estas reproducciones y no otras para vestir las paredes de este magnífico palacio?
-Desde que tomamos contacto con su mundo, siempre nos interesó cómo sus artistas han representado de forma tan distinta la figura humana. A veces nos hemos preguntado -dijo irónicamente- si no estamos tratando con otra variedad de transformistas constituidos por la misma naturaleza plasmática que la nuestra.
-Ya nos hubiera gustado -respondió Printer con evidente cinismo-. Hace tiempo que nuestros artistas dejaron de reproducir el cuerpo humano tal cual. En realidad se sirven de él para expresar sus reflexiones y sentimientos.Ve ese cuadro de Bacon, sus figuras gritan y se retuercen ante el horror y desamparo del hombre.
-Sea como fuere, agradezco su cumplido, aunque lo único que nuestros pueblos sienten recíprocamente es una curiosidad no exenta de perplejidad. Nunca creímos ser la única especie inteligente; habíamos imaginado otras civilizaciones homologables a la nuestra de mil formas diferentes, pero al final, como dijo uno de sus imaginativos más lúcidos, la realidad es siempre más sorprendente.
-Sin duda, y aunque hubiéramos podido intuirlo, una cosa es imaginarlo y otra experimentarlo.
-Si le parece bien, elija tres funcionarios de su embajada para la comisión, trabajarán en el Ministerio del Interior con tres de los nuestros; les facilitaremos todo cuanto nos pidan.
-Los tendrá allí lo antes posible.
Poco más dio de sí aquella fugaz charla; de nuevo Printer oyó el eco de sus pasos por aquellas impresionantes galerías y, al hacerlo, se percató del mudo caminar de aquel enigmático chambelán. No podía evitar que todo aquello se viera investido del particular aroma de los sueños, de una irrealidad gestada por unos seres tan tangibles y contingentes como él mismo. Era consciente al mismo tiempo de cómo al menos el espacio que pisaba y el ser que lo acompañaba ciertamente existían al margen de sus apariencias. El esfuerzo que supuso su entrevista con el Augusto le había agotado y de algún modo desestabilizado, pero era preciso seguir estando a la altura de las circunstancias frente al inexpresivo y correcto Madersk, atento al más mínimo gesto del sueñonauta. Printer se esforzaba en pasar por natural el constante parpadeo que provocaba su presencia y creyó conseguirlo, pues en ningún momento sus miradas se cruzaron. Ni siquiera cuando se dieron las manos al despedirse. Le sorprendió el suave tacto de su mano desprovista de tejido epitelial; esperaba una sensación próxima al asco, en lugar de ello, sintió desaparecer la tensión acumulada y una calma propia del deleite espiritual le invadió como última sorpresa de aquella recepción oficial.
Parte 4
Si algo diferenciaba a los taurianos de nuestra especie era su constitución plasmática, sin embargo era extremadamente difícil verlos, a excepción del Augusto, en tal estado. Una exhaustiva legislación regulaba el estado plasmático, únicamente permitido como transición a otras formas, siempre dictadas por las necesidades de producción, y para la reproducción partenogenética. Desde que tomaron contacto con nuestra civilización, habían desarrollado una tecnología convencional inspirada en nuestro modelo; desde entonces nos convertimos en el único espejo inteligente en el que mirarse y cotejar sus capacidades. No era extraño, pues, que sus ciudades fueran copias, a menudo esperpénticas, de las nuestras. Su capital era un compendio de desatinos urbanísticos. Todos los estilos arquitectónicos de nuestra historia podían verse reflejados en una plaza: una torre de dos mil metros de altura adosada a una casa de adobe de una planta, un edificio de gobierno de aspecto funcional con contraventanas de bambú; todos los bancos de una plaza amontonados en su parte central invitándote a escalar esa montaña absurda. Había tantas cosas que ver, tantos disparates que observar que Printer dedicó buena parte de su tiempo a explorar aquella capital loca e insensata. Las calles se hallaban repletas de taurianos afanosos que le hacían contraer espasmódicamente sus párpados. Su detector de mímesis le suponía una tortura cotidiana únicamente interrumpida en el interior de la embajada. A pesar de todo, comenzó a apreciar ciertos rincones sugerentes de la ciudad, muy especialmente la Gran Ventana, un mirador excepcional al convulso océano serático, muy concurrido al atardecer cuando sus encrespadas olas dejaban paso a una calma sobrenatural y sus aguas, o lo que fueran, se tornaban sólidas para reflejar como un inmenso espejo el corazón de la galaxia y los ricos campos estelares repartidos generosamente por toda la bóveda celeste. Printer permanecía extasiado cuando una voz restalló como un latigazo en el cielo de su mente...
-¡Calma, calma! -repitió la voz-. Estoy a tu derecha, me levantaré despacio y me seguirás a distancia. A solas podré demostrarte que no soy tauriano. El departamento me activó el mismo día de tu llegada.
Aquel individuo mostraba a Printer un perfil estilo imperio, unos rasgos tan estereotipados que esconderían otros peculiares por muy llamativos que estos fueren: largos cabellos rubios que se desmadejaban en tirabuzones, pómulos ligeramente hundidos que se extendían suavemente sobre el paisaje facial limitado por una nariz que apenas sobresalía del plano frontal. Toda la proporción de sus rasgos quedó borrada de un plumazo cuando presentó frontalmente su rostro. Sus ojos restallaron, como anteriormente su voz, en la mente del sueñonauta quien supo desde entonces cómo era la mirada de un telépata.
-¿Cómo he de llamarte? -inquirió Printer.
-Belano -respondió el telépata-. Es mi primera misión desde la última crisis Tau. Creía que el departamento se había olvidado de mí. He pasado demasiado tiempo en Serun a la espera de ser repatriado; ahora compruebo que no fue casual ese aparente olvido y, en cuanto a mi auténtica identidad, ¿será suficiente que revele la tuya y la fuente de información?
-¡Adelante! -repuso Printer.
Arnold Printer. Te doctoraste en la Universidad de Princeton, "naturaleza corpuscular de las ondas alfa". Fuiste enviado por el departamento para contactar con Eila y pasar la información que substrajo del Ministerio de Defensa. ¿Es suficiente?
-No del todo, ¿cómo sé que no eres un agente doble? Has pasado, como tú mismo dijiste, demasiado tiempo en Serun sin ser descubierto. Podrían haberte cazado y utilizado, ¿cómo saber a quién sirves realmente?
-Esperaba esto -dijo Belano como si la conversación tuviera un guión mutuamente acordado-. Necesito tiempo para disipar tus sospechas. Mañana contactaremos con Eila. Ella te dará la prueba de su identidad y de la mía. Te prometo que quedarás satisfecho; mientras tanto no corras riesgos inútiles, es muy probable que me dupliquen y consigan hacerte dudar. El Augusto es una caja de sorpresas.
-No has dicho nada concluyente sobre mi identidad, y me previenes contra un falso Belano...
-¡No seas impaciente! Las apariencias engañan. Mañana nos pondremos en contacto.
Sus últimas palabras no salieron de sus labios, fueron esculpidas en la mente de Printer. Era la primera vez que el sueñonauta contactaba con un telépata de primer orden. Nunca había oído una voz en su interior y, por un momento, creyó percibir un ente extraño ajeno a Belano y a él mismo; un nuevo ser que se había instalado en su mente penetrando simultáneamente con el mensaje del telépata. Pronto desechó tal sospecha por conveniencia propia. No hay taurianos telépatas, ni poseen poderes más allá de su capacidad mimética -se dijo para tranquilizarse- y por lo que respecta a Belano, si fuera uno de ellos, su detector de mímesis le habría hecho parpadear y sus manos no se habrían recubierto de tejido epitelial. De cualquier modo -pensó- saldría muy pronto de dudas; nadie podía engañar al Soñador.
Printer permaneció un tiempo contemplando la extraña quietud del océano serático antes de dirigirse a la embajada. Caminaba pausadamente por una avenida absurda amueblada por un sinfín de disparates, por entre centros comerciales que anunciaban artículos de saldo inexistentes, por bulevares decorados con manglares junto a estanques helados cuando alguien pronunció su nombre. Printer dio media vuelta para enfrentarse con un rostro de atenta mirada que presentaba el tatuaje de un astrovelero deportivo en su pómulo derecho.
-¿Quién eres y por qué has pronunciado mi nombre? -se atrevió finalmente a preguntar al desconocido.
-¡Calma, calma! Soy Belano, he estado a tu lado en La Gran Ventana cuando hablabas con un tauriano del Servicio de Operaciones Especiales. Ha estado a punto de convencerte, por suerte he desactivado sus mensajes subliminales, quería localizar tu rejilla de identidad y reprogramarla. Solapé mi voz con la suya para entrar en ti y alertarte. Cuando su manipulación fracasó, trató de salir airoso proponiéndote una entrevista con Eila. Una ocurrente maniobra para ganar tiempo. Ya somos dos y sólo uno es el verdadero. Te diré cómo puedes salir de dudas, pero antes has de saber que estoy aquí para ponerte en contacto con Eila. No se trata de una corriente secretaria, sino de otra sueñonauta tan entrenada como tú. Esta noche activa el sueño de la verdad y mañana sabrás dónde encontrarla. Para entonces no tendrás ninguna duda de quién soy. En tu sueño, podremos aparecer todos: Belair, Aszel, Eila, el Augusto, el verdadero y el falso Belano; todos menos el Soñador.
Y antes que Printer pudiera reaccionar, el segundo telépata dio media vuelta y desapareció por una calle adyacente a la solitaria avenida.
Printer permaneció unos instantes inmóvil y apesadumbrado tras comprobar cómo en un corto espacio de tiempo dos individuos se habían paseado por su mente como si ésta fuera un libro abierto; creyó enloquecer. Sólo recobró la calma cuando pensó en las palabras del Soñador y en su buen hacer. Su rejilla onírica se había convertido en lo único verdadero de su persona y de cuanto le rodeaba; en ella creía poder hallar las claves de su auténtica misión, conocer el paradero de Eila y al auténtico Belano, y a partir de ese momento sabría con exactitud lo que tendría que hacer. Ningún telépata, por poderoso que fuese y sin importar quién lo enviara, sería capaz de desactivar el blindaje del Soñador -se repetía una y otra vez mientras se dirigía apresuradamente a la embajada-. El primero fue menos explícito, pero su mente penetró en la mía como lo haría el mejor psíquico del departamento; el segundo no ahorró detalles y estuvo más acertado al proponerle algo que ya pensaba hacer: el sueño de la verdad; incluso fue más sutil que el primero al penetrar en su mente de manera tan sigilosa. De momento, ambos encuentros habían conseguido desvanecer su prepotencia ante los taurianos y dejar de subestimarlos. Printer se sintió más solo y confuso que nunca. No podía compartir sus dudas con nadie de la embajada, y en cuanto a la naturaleza de su misión, poco podía saber; sus aspectos fundamentales habían sido almacenados en su subconsciente y manipulados por el Soñador en la estación de tránsito. Ahora se preguntaba si había valido la pena su ingreso en la Escuela de Sueñonautas. El fue uno de tantos jóvenes a los que Belair deslumbró desde su cátedra de Princeton. Quedó fascinado cuando oyó por primera vez la teoría de los viajes interestelares a través del subconsciente. Con su posterior ingreso en el grupo de investigación de Belair tras el doctorado, Printer asistió al desarrollo embrionario de la sueñonaútica. Los primeros viajes de corto alcance se saldaron con clamorosos éxitos y pérdidas irreparables que recordaban a los comienzos de la aviación o la astronáutica, si exceptuamos la naturaleza de los accidentes que con cierta frecuencia ocurrían. Los casos más leves consistían en pérdidas de memoria e identidad en buena parte irrecuperables; las temibles rejillas oníricas se encargaban de ello; los más graves tenían lugar cuando el sueño del viajero caía en lo que Belair llamaba, y nadie supo darle un nombre más adecuado, "la casa de los espejos", un símil que evocaba la atomización de los elementos del sueño y su confinamiento en una zona muerta aún no muy bien explicada por la sueñonaútica actual. Nada de lo que entraba en ella podía salir, y menos emitir señales al exterior. Se comenzó a detectar su existencia a partir de inexplicables perturbaciones que desviaban, en el mejor de los casos, el sueño por derroteros distintos a los proyectados. Si posteriormente se intentaba la transmutación molecular, el cuerpo del sueñonauta podía ser enviado al extremo opuesto de la galaxia. Printer perdió varios compañeros en la casa de los espejos. Cuando esto ocurría, Belair ordenaba la transmutación celular como el capitán de un barco entrega a la mar el cuerpo del marinero fallecido.
La casa de los espejos era un proceloso mar del que ningún sueñonauta había regresado hasta entonces...
Parte 5
La noche serática había desdibujado los perfiles de las grandes avenidas, las luces de los inmuebles diseñaban otras arquitecturas de la ciudad no menos absurdas que las diurnas. Tan sólo el palacete de la embajada se salvaba del desastre; era el único edificio de la ciudad que no era obra de los taurianos y ello contribuía a calmar el ánimo de Printer quebrantado por una agitada noche. Se dispuso a conciliar el sueño generando con esmero las imágenes que le abrirían las puertas de acceso a la rejilla de seguridad sin descuidar en ningún momento el orden establecido:
Directorio de acceso a rejilla de seguridad: Muralla.
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El fichero que Printer llamó se iluminó en el ambiente de aquella fortaleza que el Soñador había creado en su mente:
"Separata del tomo II del Diccionario de la Verdad"
Los primeros mensajes hacían alusión a la seguridad del viajero:
-No forzar la finalización del sueño aunque el viajero crea haber hallado lo que busca.
-No repetir preguntas ya formuladas a otros entes.
-Evitar encuentros en lugares cerrados.
-Mantener activada máscara de identidad.
-Los seres de la vigilia buscados y sus representaciones oníricas sólo compartirán una característica común.
¡ Feliz Sueño, Viajero!
El transporte penetró en una intrincada red de túneles que horadaban un desolado macizo montañoso.
Las paredes de los cada vez más angostos pasadizos mostraban afilados salientes, Printer sabía que debía emerger al exterior de aquellas catacumbas para encarar con éxito su propósito, pero por el momento no era capaz de abandonar el transporte que lo conducía a ninguna parte. Una luz mortecina iluminaba el interior en una quietud impropia a juzgar por la velocidad que desarrollaba el vehículo; miró en todas direcciones hasta fijarse en un anuncio publicitario donde una mujer aparecía reclinada sobre un luminoso que decía: BIENVENIDO A ODEON.
Printer se acercó a la imagen de la mujer hasta tocar sus senos; al principio notó su suavidad y experimentó placer, sus dedos recorrieron con avidez la superficie hasta pellizcar los pezones de la modelo. La mujer emergió entonces azarosamente del papel impreso como lo haría un feto desde la profunda cavidad del útero a la vida. Sorprendido, el sueñonauta trató en vano de desprenderse de unos pechos a los que inexplicablemente permanecía adherido; pronto se dio cuenta de cómo sus esfuerzos por liberarse contribuían a independizar la modelo del papel impreso y conferirle una existencia propia; aquel ente se nutría de sus deseos , y cuanto más vehementes se hacían, más hermoso y tangible su cuerpo se mostraba. Pegada a los dedos de Printer, la muchacha se agitaba en la atmósfera tenue del transporte como una marioneta inerte vapuleada por su amante arrepentido hasta que sus labios pudieron balbucir: "Bela...no está en ca...mino". Dicho esto, la muchacha se transformó en un "polstergeit" que se introdujo en el anuncio del que había emergido arrastrando a Printer consigo. Su cuerpo se transformó bruscamente en una partícula de luz que atravesó sin rozar el papel impreso y comenzó un nuevo camino en un universo esencial donde la materia se organizaba en arquitecturas desconocidas para Printer. Así deambuló por mundos infinitesimales hasta sentir un fuerte impacto que desvió su trayectoria; una fuerte desaceleración produjo un proceso de acreción por el que Printer fue adquiriendo paulatinamente materia hasta recuperar su aspecto habitual. Sintió cómo un sueño se rompía para dejar paso a otro muy diferente. No sin temor, abrió los ojos y contempló un vasto horizonte; se encontró en las arenas ardientes de un desconocido planeta iluminado por dos soles. Penosamente, escaló hasta la cresta de una imponente duna y desde allí escrutó el desolado paraje. Sólo entonces recordó el anuncio de la llegada de Belano y pensó en un presumible encuentro con el verdadero o falso agente. Durante unos instantes analizó los detalles de lo ocurrido: su encuentro con un primer ente posiblemente engañoso que le anuncia la llegada de Belano en un recinto cerrado y le arrastra posteriormente a un escenario abierto, donde no pudiera sospechar la falsedad de las respuestas que le formularía de acuerdo con el Diccionario de la Verdad. Sin embargo, su mente reparó en el impacto que desvió su trayectoria y le condujo al desierto, accidente posiblemente explicable gracias a la intervención del verdadero Belano. De hecho, aquel diáfano escenario le confería a Printer cierta ventaja en el escabroso juego de la verdad.
Sobre el horizonte un punto comenzó a definirse.
Instantes después se había transformado en una esfera que emitía reflejos intermitentes inducidos por la pareja de soles que abrasaban el lugar. Un segundo punto se dibujó a escasos grados del primero y comenzó a crecer al seguir una trayectoria de encuentro. Esta vez se trataba de un cargovelero, un modelo retirado hace tiempo de las rutas comerciales, todo un símbolo de los primeros viajes, cuando ningún ingenio tripulado era capaz de ir más allá de la órbita de Plutón. Ambos vehículos se posicionaron en los flancos de Printer a escasos metros. Dos mujeres tomaron tierra casi a la par y permanecieron inmóviles al tiempo que sus mentes iniciaron una incruenta batalla en el cerebro de Printer que pudo así ver sin mirar, escuchar sin oír hasta que por fin pudo imponer sus reglas.
-¿Quién os envía? -preguntó con autoridad.
-El GP-5 -respondió la ocupante de la esfera.
-Eila -repuso la tripulante del cargovelero.
-¿Dónde se encuentra Eila? -silencio fue lo único que obtuvo como respuesta. Tras una pausa ambas superpusieron sus voces:
-Ella es el falso Belano -dijeron al unísono.
-Belano nunca viajaría en una esfera -dijo la tripulante del cargovelero- es un transporte tauriano ¡acaso no has visto centenares de ellos en Serun?
-¿Quién es Eila? - inquirió de nuevo Printer.
-La secretaria de nuestra embajada y agente del GP-5 de Inteligencia -repuso la tripulante de la esfera.
-Una sueñonauta de primera clase como tú -respondió la segunda.
Empapado en sudor, Printer parpadeó nerviosamente antes de abrir los ojos. Una tenue luz inundaba la habitación. Se tomó un tiempo antes de incorporarse; el sueño de la verdad era siempre un ejercicio tenso aun ejecutado con la maestría
de la que Printer en ésta y otras ocasiones había hecho gala. Ahora sabía con quién tenía que tratar: su hombre era sin duda el agente tatuado con un espaciovelero, representado en el sueño por la mujer que conocía la identidad de Eila y su auténtico cometido. La revisión de los detalles del sueño le mantuvo toda la mañana ocupado, era preciso que su veredicto no abrigase ninguna duda. En más de una ocasión, había sido necesario invocar de nuevo el sueño de la verdad, pero en este caso Printer consideró que no lo era; todo encajaba, la modelo del anuncio era sin duda una proyección del falso Belano y la fuerza que desvió su trayectoria fue generada por el verdadero, una intervención tan sutil como su discreta intromisión en la Gran Ventana; tan sutil que ni siquiera el primer telépata pudo percatarse de ella. Lo inquietante fue comprobar su bisoñez al haber menospreciado a los servicios de inteligencia taurianos; de alguna manera el Soñador le previno en Signo de la astucia del Augusto, se arrepintió de no haberle prestado entonces demasiada atención.
Parte 6
Printer miró el reloj de la torre desde su asiento; se preguntaba si tan sólo se trataba de un envoltorio sin mecanismo, había visto tantas torres con sus relojes, tantos apacibles parterres que aquel rincón de Serun podía pasar por otro igualmente creíble, si exceptuamos ciertos desaguisados urbanísticos y alguna que otra rareza en el austero mobiliario de la pequeña plaza. Ni el zumbido de insectos, el aletear de pájaros o las broncíneas campanadas del reloj pudieron hacer pues más soportable la espera. La placita estaba en medio de ninguna parte y carecía del interés de las multitudes, quizá por ello Belano pensó que era el sitio apropiado para el encuentro de Printer y Eila.
Los motores de un biplaza tauriano turbaron la excesiva quietud del lugar. Lentamente inició su descenso para posarse en el centro de la plaza. Los músculos de Printer se tensaron involuntariamente ante la sospecha de que algo hubiera funcionado mal durante el sueño de la verdad. Vistas las habilidades taurianas, cualquier cosa se le antojaba posible, sin embargo el hecho de que Eila acudiera a la cita en un transporte como éste no debía infundirle sospecha alguna, cualquiera podía alquilarlos; eran versátiles y sobre todo económicos. La portezuela se abrió sin que hubiera cesado el zumbido de los motores y así permaneció hasta que Printer adivinó la invitación de subir a bordo. El sueñonauta avanzaba lentamente mientras su cabeza era un hervidero de imágenes fugaces, todos sus fantasmas se habían dado cita en aquel escueto e impersonal paisaje: el falso Belano, la modelo del anuncio publicitario o el mismísimo Augusto desnudándole con su mirada inquisitiva, haciéndole ver que el juego había terminado. Unas campanadas absurdas se impusieron al ruido de los motores y estuvieron a punto de desequilibrarlo como a un funambulista sin balancín. Printer se detuvo un momento para tomar aliento y recomponer su precario equilibrio. Fueron instantes preciosos para convencerse del veredicto del sueño de la verdad; nadie, ni siquiera el Augusto podía manipularlo. En el interior de la nave se encontraría sin duda Eila y ningún farsante sería capaz de suplantarla -se dijo a sí mismo en un intento más por reafirmarse.
Printer traspasó el umbral del biplaza bajo la mirada atenta de su ocupante. Agilmente tomó asiento algo más sereno mientras oía el seco chasquido de la portezuela y el garraspeo de los motores que tomaban aliento para transportar al ingenio y sus dos ocupantes a un destino desconocido.
-¿Dónde está Belano? -balbuceó Printer.
-Muy cerca, a bordo de otra lanzadera. Impedirá cualquier intromisión en nuestro sueño, ningún telépata puede traspasar el blindaje que ha creado en torno nuestro. Ya comprobaste de lo que era capaz en la Gran Ventana, aquello fue sólo una pequeña demostración de sus portentosas cualidades.
-¿Has dicho nuestro sueño?
-¿Sorprendido?
-No, no es eso, Belano me lo dijo, aunque no entiendo ahora por qué el Soñador me ocultó tu verdadera identidad y por qué hemos de soñar juntos.
-Si lo hubieras sabido, el Augusto o cualquiera de sus telépatas habría podido arrancarte esa información. Hasta ahora la sueñonaútica es el secreto mejor guardado por el departamento. Bastantes riesgos hemos corrido todos contigo al traerte aquí.
-Dime algo que me intriga: ¿por qué mi detector de mímesis no me hizo parpadear delante del falso Belano ni frente al Augusto?
-Debieron enviarte a su mejor agente, cuentan con excelentes psíquicos. Apuesto que estuvistes parpadeando todo el tiempo sin percibirlo como lo hiciste en la recepción oficial.
-Sí, pero sus manos no eran transparentes como las de cualquier tauriano transformista.
-¿No lo eran o te lo hicieron creer? ¿Es muy posible que el Soñador te proporcionase el detector de mímesis para tu propia tranquilidad?, ¿acaso no sospechaba que intentarían alterar tu percepción? Has vivido poco tiempo en Serun, no los conoces... bueno, nadie en realidad los conoce, nadie... excepto yo, y ellos lo saben, les he arrancado su más preciado secreto, y ese secreto está en mi sueño, en el sueño que voy a compartir contigo. Es preciso que lo saques de Serun y se lo entregues al Soñador, sabrá qué hacer con él.
El biplaza rugió en el cielo de la disparatada metrópolis intentando alejarse de aquel absurdo asfalto. Printer, entre pensativo y sorprendido por las últimas palabras de Eila, contemplaba distraídamente la línea de playa recortada por el océano serático que, de nuevo, volvía a la calma con el atardecer. Por primera vez, aquel mundo con todo lo que contenía se le manifestaba como el sueño mejor elaborado de cuantos estudió en Princeton. Nunca había analizado Tau desde esta perspectiva, y ahora que lo hacía todo se mostraba más coherente que antes, como si hubiera sido diseñado con retales de nuestro inconsciente colectivo, con el intrincado tejido de nuestros sueños. Era como si alguien hubiera jugado con todos los registros de la más completa sueñoteca y hubiera elaborado el más brillante sueño maestro; alguien que albergara en sí el poder de todos los sueñonautas y psíquicos del mundo. Printer detuvo sus alocados pensamientos que se derramaban en cascadas por los vericuetos de su mente para dirigir la mirada a su compañera. Su delirio era debido, pensó, a las insinuaciones de Eila sobre la naturaleza tauriana. Llevaba en Serun el suficiente tiempo para esperar cualquier cosa de ellos y no era preciso animarlo para hacer conjeturas tan aventuradas.
-¿Adónde vamos? -preguntó sin mirar a Eila.
-A la Zona, un suburbio de la ciudad.
-¿Y por qué allí?
-Es el gueto menos visitado por su policía. No temas, Belano es un buen escolta, reprogramará a cualquiera que intente causarnos daño. Ese ha sido mi escondite. Intentaron hace poco un registro, pero los agentes estaban tan asustados y deseosos de terminar que sólo buscaron por encima.
Printer comenzó a admirar el coraje y la decisión que destilaba aquel pequeño y atractivo cuerpo al servicio de una mente que intuía poderosa; por momentos, y sin proponérselo, se sentía aliviado bajo su protección de todo este embrollo en que Belair le había metido.
Parte 7
-¿Ha tomado contacto? -quiso saber Belair.
La pregunta viajó por los oscuros espacios, atravesando mundos hasta sonar con nitidez en la sala de comunicaciones de la estación de tránsito.
-Es pronto para saberlo -respondió el Soñador-. Percibí claramente cómo activaba el sueño de la verdad, lo que nos permite hacer ciertas conjeturas: Printer sospecha de nuestro Belano o de algún otro que haya podido suplantarlo. Si esto último es cierto, habrá que suponer que ellos cuentan también con experimentados telépatas, o bien que nuestro hombre está bajo su control.
-Todo es posible. Ha estado "congelado" durante tanto tiempo que ha creído, antes de ponernos en contacto de nuevo con él, que le habíamos olvidado. En tal caso habría podido ofrecer sus servicios al Augusto, o simplemente ser descubierto y reprogramado. De ser cierto, pondría a Printer en contacto con una falsa Eila. Incluso nuestro hombre podría ser reprogramado, ¿cómo estar seguro ahora de la veracidad de su informe? Toda la operación puede verse comprometida. Informaré inmediatamente de lo ocurrido. Todos esperan saber cuándo llegará el momento.
-No, no lo hagas, aún no. Hay que conservar la calma -repuso convencido el Soñador-. Confío en el muchacho y sobre todo en su capacidad para ejecutar el sueño de la verdad. Pronto tendremos noticias suyas. Es el único sueñonauta capaz de transmitir sin cobertura, utilizará su inconsciente como el más potente de nuestros sueñotelescopios. El aún no ha descubierto todas sus capacidades, pero espero que Eila se las hará ver. Sólo entonces estaremos en condiciones de dar luz verde a Odeón.
Parte 8
La Zona era un suburbio mucho más coherente en su arquitectura que el resto de Serun; era homologable con cualquiera de nuestros guetos; ningún disparate urbano o todos pero productos de la pobreza y el abandono. La vida mostraba allí su aspecto duro y real de siempre: seres miserables caminando hacia ninguna parte, otros al acecho de posibles incautos. Algunos personajes, posibles capos de oscuros negocios, se dejaban ver de vez en cuando haciendo ostentación de su recién y , quizá, efímera riqueza. El olor a basura y a fritanga confería al lugar la autenticidad que el resto de la capital parecía no tener. Al menos Printer empezó a considerar aquel paisaje urbano más real o tal vez más creíble que lo anteriormente visto. Curiosamente, pensó, estos seres, a diferencia del resto de los taurianos, no tendrían por qué fingir, pues no ocultaban nada, y mucho menos su patente miseria. Para el sueñonauta, todo comenzaba a encajar, las insinuaciones de Eila habían hecho mella en él. Paulatinamente, sus incesantes conjeturas se le antojaban más precisas y cada vez menos delirantes mientras se abría paso entre la multitud en dirección al hotel. El sueño de Eila confirmaría o desmentiría toda sospecha, se dijo a sí mismo, mientras comenzaba a sentirse interesado por lo que estaba viendo. El humo y el neón formaban una niebla incandescente que por momentos se espesaba o diluía en torno a los cuerpos que chocaban en un insensato deambular. De vez en cuando, alguien los miraba con extrañeza sin detener sus pasos. Llamaban sin duda la atención, pero no hasta el punto de organizar un tumulto. Las calles se hacían cada vez más estrechas y lóbregas a medida que se adentraban en el corazón del sector, aunque el escaso alumbrado público de la colonia aquí se hacía más intenso; al menos era posible ver las caras de los transeúntes. Printer rehuía la mirada de todos, quería cerrar los ojos y seguir pensando que Eila sabía lo que se hacía, pero su confianza se iba disipando en múltiples temores. Prefería mil entrevistas con el Augusto, ejecutar mil sueños de la verdad a dar un paso más por aquel intrincado laberinto de callejas abarrotadas de gente y suciedad. Al torcer una esquina, Eila y el atemorizado sueñonauta se dieron de bruces con una muralla de músculos. Ocurrió lo que obsesivamente temía desde que pisó la Zona.
-¿Has visto Egout? Parece que tienen prisa.
-Ya lo creo, me pregunto por qué, aquí nadie tiene prisa -dijo el segundo individuo algo menos voluminoso que el primero.
-Disculp... -balbuceó Printer antes de que Eila le interrumpiera.
-¡Apartaos de nuestro camino!, no queremos causaros daño.
-¡Vaya, vaya, vaya! -exclamó Egout-. ¿No te parece divertido Rat? Me pregunto qué habrán venido a buscar éstos a la cloaca.
-Oiga amigo, no queremos problemas, dejen que sigamos nuestro camino -acertó a decir sin convicción el sueñonauta.
-No te metas Printer, esto corre de mi cuenta. Lo vais a pasar muy mal si no desaparecéis.
-¿De verdad?, ¿y cómo piensas hacerlo? -bromeó el grandullón mirando a los ojos de Eila-. De momento vais a soltar todos los créditos que llevéis encima, después mi amigo y yo veremos lo que hacemos con vosotros. ¡Vamos estúpida, tú la primera! ¿No me has oído?
Al principió Printer no se percató, pero al mirar a su compañera observó cómo sus rasgos físicos se iban progresivamente desdibujando hasta convertirse su cabeza en un ovoide sin salientes ni hendiduras, todo su cuerpo parecía fundirse igualmente en una fragua infernal. Printer y los agresores retrocedieron instintivamente ante el intenso calor que desprendía la sueñonauta, en pocos segundos, se había convertido en una esfera de magma humeante, una crisálida de metal líquido de la que pugnaba por salir una inconcreta criatura. El receptáculo ígneo se fue enfriando y cuarteando a la par, había dejado de traslucir al ser que se agitaba en su interior. Printer había perdido por completo el control de sus alianzas, en aquellos momentos tenía más cosas en común con la pareja de "outsiders" que con el naciente ser que ya aporreaba su contenedor. No comprendía cómo una tensa situación propia de la vigilia se había trocado en un delirio propio de cualquier sueño viajero. Estaba a punto de tomar un nuevo partido, cuando los dos toscos individuos iniciaron una metamorfosis de evasión por la que se convirtieron en dos plasmas que se diluyeron por la rejilla del primer desagüe
que encontraron en su torpe huida. Desvanecidos los agresores de aquella forma tan indigna, el sueñonauta se pellizcó con fuerza, como lo hizo cuando su sueño quedó atrapado en la rejilla especular, para comprobar esta vez que no se trataba de un sueño. Volvió su mirada hacia la cosa, pero allí no había otra presencia que la de Eila, inmóvil, esbozando una sonrisa sardónica.
-¿Quieres explicarme qué ha ocurrido? -preguntó apenas repuesto de su sorpresa.
-Nada que no se pueda explicar. Ya te dije que Belano se encargaría de protegernos. Ha generado una alucinación colectiva que ha amedrentado a nuestros agresores.
-¿Sólo a ellos? He estado a punto de ponerme de su lado. ¿Por qué no me ha dejado al margen de esta pesadilla?
-No ha tenido tiempo de hacerlo. Había que actuar rápido, ha segregado un "polstergeit". Podía haber actuado con más precisión, pero no se encontraba lo suficientemente cerca para ser selectivo y decidió trabajar al grupo. Yo no lo he pasado mejor que tú. Por un momento pensé en huir cuando a mi lado no estabas tú sino uno de sus policías.
-Insinúas que Belano puede hacer lo mismo que el Augusto.
-Sí, en cierto modo, aunque no con su maestría. Si ya lo hizo en la Gran Ventana frente a un psíquico, ¿por qué no podría manipular a dos vulgares taurianos? No tiene nada de extraordinario, tú mismo podrás hacerlo cuando introduzca toda la información en tu sueño. Todo adquirirá un nuevo sentido para ti. Ahora, vayamos al hotel, aquí no estamos seguros.
Parte 9
-No toleraré por más tiempo esta situación. ¿Cómo es posible que una secretaria esté a punto de desactivar nuestro sistema de camuflaje. ¿Para qué hemos inoculado en esas desconcertantes mentes la ilusión de un mundo tan absurdo como el que hemos creado? Era nuestra única fuerza de disuasión. Si sacan las claves de la gran ilusión del Planeta, ¿cómo los detendremos? Dime ¿cómo lo haremos?
-No lo harán Majestad, los tenemos localizados, dos agentes intentaron detenerlos en la Zona. Emplearon con ellos nuestras mismas armas, no tuvieron otra opción que la de retirarse al verse sorprendidos por una transformación digna de su Majestad.
-No admitiré más errores. Te juegas algo más que el cargo, todos nos jugamos algo más en estos momentos. ¿Cómo van a seguir respetando los tratados Deneb cuando descubran nuestro verdadero mundo y lo que tan afanosamente hemos ocultado hasta ahora. Ya estoy cansado de tantos juegos malabares, y no hay tiempo, ¿me oyes?, apenas hay tiempo para generar otra ilusión maestra.
-Lo sé Majestad, lo sé, pero no será necesario...
-Efectivamente, no será necesario porque no quedará un sitio en la galaxia donde ocultarnos de nuevo. ¡Esta vez no! Despistamos a los artrópodos de Flortan, reprogramamos a las biomáquinas de Tol, y lo pudimos hacer porque eran vulnerables y porque tuvimos tiempo para generar la ensoñación maestra antes de ponernos al descubierto, pero ahora no estoy tan seguro. Por alguna razón, tienen poderes que desconocemos, es posible que se sirvan de sus sueños, aunque de manera distinta a la nuestra, si no, ¿cómo explicar el hecho de que una simple secretaria se apropie de las claves de la más lograda ensoñación que hemos sido capaces de generar hasta ahora? .Se han tragado lo de nuestra naturaleza plasmática, el descabellado modelo de reproducción partenogenética y la ilusión de la transformación del planeta a imagen y semejanza del suyo. ¿Por qué ahora no?, ¿qué es lo que ha cambiado para que en menos de un ciclo se muestren tan perceptivos.
-Aún no lo sabemos, pero es posible que hayan desarrollado nuevas capacidades. En la anterior crisis, pudimos haberlas detectado, pero nuestro orgullo nos lo impidió.
-Es posible que así sea. En ciertos momentos, el joven diplomático me pareció inaccesible aun cuando utilicé un cristal de gran potencia. Intuí una zona reservada en su mente, se mostraba excesivamente seguro y no parecía impresionado por la magistral interpretación de su padre con la que pretendí desestabilizarlo, pero pronto deseché mis sospechas; creía que nadie era capaz de permanecer al margen de una ilusión tan bien orquestada, ahora ya no estoy tan seguro. Mi cristal exploró su inconsciente y en él encontré la misma configuración del padre que nuestros agentes obtuvieron. Si fabricaron una falsa identidad, también han sido capaces de recrear un inconsciente ficticio, tan bien elaborado que ni siquiera he podido percatarme.
-Entonces -se atrevió a preguntar Madersk- ¿ante qué nueva clase de agentes nos enfrentamos?: ¿psíquicos, telépatas, ilusionistas? Todo esto es nuevo para nosotros. Si tienen nuestras mismas capacidades, es posible que hayan generado otro mundo tan ficticio como el nuestro, en tal caso tendríamos que preguntarnos ante quién o qué nos enfrentamos.
-No creo que se trate de ilusionismo. Es una magia muy diferente a la nuestra, aunque no creo que sean capaces de manipular nuestro subconsciente hasta tal punto, no obstante sí pueden contar con telépatas o psíquicos tan experimentados o más que los nuestros. El episodio de la Gran Ventana apunta en esa dirección. Sea como fuere hay que registrar de nuevo la Zona. No volváis sin ellos.
-Pero Majestad, allí estamos en desventaja, es el único rincón del planeta hostil. Allí hay que entrar con medios convencionales si emprendemos una ocupación prolongada. Si estalla una rebelión, tendremos que sofocarla sin trucos, presentando nuestro aspecto real, nuestro camuflaje se degrada rápidamente en aquel medio, y con esa pareja allí dentro, nos pondremos al descubierto ante ellos por primera vez. A punto estuvieron de mostrarse nuestros agentes, por suerte la ilusión que generaron nuestros enemigos les sirvió para ocultarse.
-No importa. A estas alturas, es muy probable que estén ya al corriente de todo. Eila pudo habernos visto en nuestro
estado natural en el último de nuestros registros; de cualquier modo lo descubrirá si conoce las claves de la ensoñación maestra o si se pone en contacto con un aborigen de la Zona; tienen más cosas en común con ellos que con nosotros, se unirían a cualquiera que quisiera nuestra desgracia.
-Si me lo permitís, lo haremos de una manera más discreta, movilizaremos a todos los colaboracionistas del gueto para sacarlos sin llamar la atención.
-¿Y cómo pensáis hacerlo?
-Dejadlo de mi cuenta Majestad, en último caso tendrán que abandonar tarde o temprano la Zona para pasar la información, ese será su fin, después podremos fácilmente duplicarlos sin que nadie se percate de ello, así daremos por zanjado el incidente de la secretaria y pediremos disculpas por haber sospechado de su conducta. Resolveremos la crisis más delicada de todas antes de su inicio.
Parte 10
Belano, a escasos metros de los sueñonautas, abandonó su improvisado escondite para reunirse con sus protegidos:
-¿Todo bien? No ha sido fácil generar una ilusión con tantos implicados.
-Está bien -respondió Eila- al menos de ésta hemos salido, será mejor que te incorpores al grupo, el hotel está muy cerca de aquí y te necesitamos para que te ocupes del recepcionista.
-Yo sé lo que vi -dijo Printer dirigiéndose a Belano- pero qué vieron ellos para huir de la manera en que lo hicieron?
-Se vieron a sí mismos, lo que siento es que no pudieras verlos como en realidad son.
-¿Y cómo son?
-Eila te lo explicará mejor que yo.
-¡Vamos!, no hay tiempo ahora para explicaciones-interrumpió Eila con autoridad-. Adelántate y hazte con la voluntad del empleado del hotel; en cuanto puedas, haznos una señal para entrar, aguardaremos frente a la puerta.
-¿Realmente será necesario hacerlo? -preguntó el sueñonauta.
-Es preciso -concluyó Eila- lo más probable es que sea un colaboracionista, no podemos correr ningún riesgo, desde nuestro encuentro con los taurianos, media Zona nos estará buscando.
En poco tiempo Belano, una vez más, despejó el camino a la pareja más buscada de Serun; como unos huéspedes más, se acomodaron en un cuartucho que no pasaría la inspección de sanidad menos exigente. Sin embargo, Printer se sintió aliviado en su interior una vez que echó la llave girándola tantas veces como le fue posible.
-Antes de iniciar el sueño, tienes que responder a algunas preguntas, realmente no sé en qué lío estoy metido.
-En el más grande de cuantos puedas imaginar, trataré de responder en lo posible, adelante.
-¿En realidad qué es el proyecto Odeón?
-La más grande operación militar diseñada por el Departamento de Sueñonaútica. Eres un iluso si piensas que no han contemplado el uso militar de esta nueva tecnología.
-¿Quieres decir que de la misma manera que hemos sido transportados, puede en un solo viaje ser lanzado todo un cuerpo de ejército, incluida su impedimenta?
-No sólo uno sino todos los que se quieran. Los viajes civiles han ocupado una mínima parte de la actividad del departamento. En un principio, y tras pruebas satisfactorias, se creó la primera brigada de acción inmediata capaz de actuar a mil parsecs de su base y de ser enviada allí donde hubiera una estación de tránsito con la capacidad para acoger este contingente. Cuando estuvistes en Signo, sólo te permitieron ver la miniestación de acogida y el astropuerto civil; si hubieras visto las instalaciones militares del hemisferio sur, habrías quedado tan impresionado como todos cuantos estuvimos allí. Como ya habrás supuesto, Odeón es el plan de invasión de Serun.
-¿Pero por qué?, ¿qué obtendremos con ello?
-Mi sueño te explicará el resto, vamos, no hay tiempo que perder, en cierto modo, la operación ahora depende de nosotros.
-Espera un momento, hay algo más, ¿por qué eligieron a alguien tan ajeno al proyecto y tan inexperimentado como yo?; ¿hasta qué punto están implicados Belair y el Soñador en este asunto?
-Son los responsables del GP-5 de Inteligencia y decidieron confiar en ti porque eres el único que puedes lanzar sueños sin cobertura, el único que ha salido ileso de la casa de los espejos. En definitiva, el único que puede sacar de Serun el gran espejismo.
-!Un momento!, insinúas que la rejilla especular donde quedé atrapado era una manifestación de la casa de los espejos.
-Es evidente, hemos perdido sueñonautas en campos de fuerza mucho menores. Antes de lanzarte, Belair y el Soñador ya sabían de lo que eras capaz. Tú les enviarás la auténtica y hasta ahora nunca vista radiografía de Tau. Procesarán el sueño y desmantelarán el espejismo como yo he hecho; entonces cada objeto y cada ser existente en este planeta adquirirán su aspecto original, muy distinto del que supones. Sin esta información Odeón no tendrá luz verde.
-¿Cómo obtuvistes la información?
-Una vez más fue un sueño quien me la dio. He pasado el suficiente tiempo aquí que en ellos se fueron incorporando retazos de verdad. Al principio no los tuve en cuenta, pero posteriormente se fueron agregando hasta adquirir sentido y componer un sueño que no era otra cosa que el fiel retrato de su mundo. La realidad corroboró mi delirio, incluso lo desbordó. Es falso que substrajera documentos reservados del Ministerio de Defensa, entre otras cosas porque en su interior no hay nada, ¿entiendes?, nada en absoluto, tan sólo es un edificio vacío.
-¿Quieres decir...?
-Eso quiero decir. No hay ministerio, no hay política de defensa, tampoco armas estratégicas, ni nada que se parezca a una fuerza convencional al estilo que la entendemos. Sólo hay magia, ¿entiendes?, sólo eso.
-Pero en todas las crisis, su despliegue militar en los mundos fronterizos fue impresionante, más de lo que esperábamos.
-Sí, y también es verdad que ninguna fuerza entró en acción. Todas fueron crisis diplomáticas que se saldaron con sendos acuerdos de paz. Su aparente superioridad era tal que nos vimos obligados a firmar los diferentes tratados Deneb.
-Te equivocas, uno de nuestros cruceros abatió una lanzadera militar en un planeta masivo de su protectorado. Todos vimos cómo se fragmentaba en mil pedazos.
-En efecto, todos lo vimos, pero cuando quisimos analizar los restos, desaparecieron misteriosamente. Ese incidente puso en marcha una investigación del GP-5. Ahí comenzaron nuestras sospechas y más aún cuando tras esa pequeña escaramuza nos propusieron inmediatamente conversaciones de paz como lo haría un vencido, con las únicas condiciones que les permitieran salvar una más que dudosa honra.
-¿Pero cómo puede afectar su magia a nuestros sistemas convencionales de detección?
-Registraron el impacto mientras duró la influencia del, digámoslo así, hechizo. Han sido capaces de mantener en nosotros viva la imagen del hecho, de manera que cuando comprobábamos una y otra vez las imágenes y señales registradas, los documentos gráficos y sonoros respondían conforme a nuestro recuerdo. Por alguna razón, no pudieron mantener el engaño cuando Belair ordenó por enésima vez la reapertura del expediente. Hemos medido de nuevo, entre otras comprobaciones, el intervalo del lanzamiento e impacto del misil que les envió nuestro crucero.
-¿Y...?
-Muy sencillo, la nave se autodestruyó antes de que hiciéramos blanco.
-¿Qué prueba eso? La nave pudo desintegrarse y el desfase de tiempos puede deberse al eterno problema de la medición.
-Con todo eso siempre contamos. Pero a partir de este primer contrasentido, hemos venido haciendo nuevas mediciones periódicamente y ese desfase ha aumentado progresivamente. En la última, su lanzadera estalla antes incluso de lanzar nuestro misil. Todo ello prueba cómo el hechizo se ha ido
degradando. Entonces pensamos que, en efecto, el misil no llegó a hacer impacto porque no había nada con qué impactar y siguió su trayectoria. Afortunadamente fue lanzado dentro del campo gravitatorio del planeta. Lo buscamos y lo encontramos orbitando alrededor de aquel mundo. Esa fue la prueba concluyente. A partir de entonces, surgieron muchas preguntas, tantas como te estás haciendo ahora. Tomamos consciencia de la facilidad que poseían para alterar nuestra percepción, y creímos que la alucinación colectiva de ese episodio aislado no sería la única, sino que podría extenderse a todo lo relacionado con ellos. Nos pusimos a trabajar para deshacer su camuflaje. Hemos estado obsesionados por esas criaturas y por su mundo que tan celosamente guardan, fascinados por lo que pudiéramos hallar tras esta magistral y enorme cortina de humo. Algo muy valioso tenían que esconder para tomarse tantas molestias. Por fin, he podido descubrirlo, y tú serás quien lo pregone. Es realmente increíble. ¿Podemos empezar?
-Tan sólo te pido que no me trates como lo hizo el Soñador en Hipnosis, no te lo permitiría.
-Está bien, activa todos los blindajes que quieras, mi estilo es muy diferente. Lo único que vas a experimentar es sorpresa. ¿Quieres un somnífero?
-No, no será necesario.
Por su mente desfilaron todos los personajes de aquella gran farsa que parecía representarse en su honor; nadie era lo que aparentaba ser: el Augusto, el falso Belano, todos los taurianos y su mundo le habían tomado el pelo, pero lo que no pudo sospechar fue el doble juego de su admirado profesor de Princeton y los engaños y verdades a medias del Soñador. Ahora Eila se mostraba a sus ojos tan engañosa como el resto de los actores. En aquel momento decidió tomar partido por la única causa en la que seguía o quería seguir creyendo, esta vez no se pellizcó el brazo para comprobar la realidad de lo que estaba sucediendo; en esta ocasión pellizcó su mente para aferrarse a su identidad, la única cosa en la que aún podía creer.
Parte 11
Printer caminaba sobre los frescos pastos de una pradera. Los cálidos rayos de la estrella se filtraban en haces por entre unas nubes demasiado hermosas para ser reales. Su mente viajó entonces por los días de su infancia. Miró al horizonte y creyó ver en aquellos haces crepusculares las piernas del Creador avanzando a zancadas de gigante a su encuentro. Al menos, el comienzo es agradable-pensó-. La belleza circundante terminó por embargarle de emoción. Nunca los mundos de sus sueños estuvieron investidos de tanta simplicidad y hermosura. Impulsado por fuerzas ajenas, echó a correr hacia Poniente. Súbitamente, el aire comenzó a condensarse. El paisaje quedó desdibujado como los reflejos del agua al caer una piedra. Las hermosas nubes y los rayos del crepúsculo desaparecieron para dejar paso a un mundo conocido. Desde la Gran Ventana, el océano serático se extendía ante él en reposo tras el ocaso de Tau. Printer recorrió con su mirada el gran "hall" del mirador. -¿Adónde se ha ido todo el mundo? -se preguntó-. Parecía abandonado desde hacía años. Miró a los elevadores detenidos en las diversas plantas intermedias. La suciedad de sus mamparas impedía ver su interior. Se dirigió a las rampas mecánicas, días antes abarrotadas por una muchedumbre bulliciosa, y a nadie pudo ver. Sin embargo, antes de que pudiera encontrar una explicación a todo aquello, comenzó a percibir unos pasos que se aproximaban desde la entreplanta. Por la rampa central, apareció Eila que descendía con dificultad al "hall". El sueñonauta permaneció por unos momentos inmóvil cuando su compañera lo invitó a seguirla.
-Vamos Printer, nuestro sueño no es eterno. Sígueme, tomaremos este ascensor, en las entrañas de Serun se encuentran los verdaderos taurianos y el Augusto al frente de todos ellos.
-¿Pero cómo bajaremos sin ser descubiertos?
-No podrían hacerlo aunque quisieran, hemos entrado por una ventana onírica. No esperan nuestra visita porque desconocen nuestras habilidades con los sueños.
El ascensor comenzó a bajar silenciosamente sin que sus ocupantes percibieran el más mínimo movimiento.
-Descenderemos verticalmente cien kilómetros para luego desplazarnos horizontalmente bajo el océano serático. Llegaremos antes de lo que piensas al primer subnivel.
-Y qué encontraremos?
-El centro de proyectos.
-¿Qué clase de proyectos?
Las puertas del ascensor se abrieron antes que Eila pudiera responderle.
La sala era un gigantesco almacén repleto de contenedores transparentes, los cuales acogían construcciones cristalinas de múltiples aristas que desprendían destellos de una belleza tal que ni el más hermoso zafiro podría compararse con la más humilde joya de aquella colección.
Printer, impávido, miró a Eila esperando de sus labios la respuesta al misterio que acosaba su mente, pero ésta se limitó a cogerlo con ternura de la mano y conducirlo a través de las amplias galerías centelleantes como el lazarillo de quien mira sin ver, o como el intérprete de quien escucha sin comprender. Pasó un tiempo antes que el sueñonauta pudiera esbozar de nuevo su pregunta.
-¿Proyectos de qué tipo?
-Fractales.
-¿Fractales?
-Estos cristales generan realidades virtuales, pero de una verosimilitud tal que ningún humano podría percatarse de ello. Toda la superficie del planeta, a excepción de la Zona, está generada por un potente fractal, del mismo modo que la supuesta naturaleza plasmática de los taurianos. El incidente con la nave tauriana es una simple anécdota si lo comparamos con las verdaderas dimensiones del engaño. Por decirlo de alguna manera, esta enorme sala es la biblioteca más completa de la mentira de cuantas se puedan imaginar. Estos cristales, cuando permanecen activos, modifican nuestra percepción según programa; por suerte no intervienen en nuestros sueños, tan sólo en la vigilia.
-En cierto modo nos lo merecemos.
-¿A qué te refieres? -preguntó Eila.
-Llevamos siglos intentando contactar con inteligencias extraterrestres, y a la primera ocasión nos damos de bruces con unos farsantes frente a los cuales los humanos somos unos torpes aprendices. Son los maestros del engaño y nosotros unos chiquillos mentirosos.
-Mentirosos y peligrosos, mientras que ellos se sirven de la farsa exclusivamente para protegerse de miradas indiscretas como las nuestras; en ningún momento sus trucos nos han causado daño.
-¿Y por qué se esconden con tanto celo? Ni siquiera los hemos visto en su propia madriguera, esta sala está completamente vacía, ¿qué ocultan?
-De momento, ya puedes responder a una de tus preguntas. Es obvio que desean preservar sus cristales.
-¿Eso es todo?
-No. Hay algo más. Tomemos de nuevo el ascensor y sigamos descendiendo, este planeta es una manzana horadada por una colonia de gusanos.
-¿Gusanos?
-¡Vamos, Printer, no seas chiquillo!
Eila parecía disfrutar del viaje ofreciendo por entregas a Printer sus preciados descubrimientos. Por su parte, el sueñonauta se mostraba dócil y algo azorado ante tan diligente lazarillo. Con un ligero zumbido, el ascensor dejó aquel deshabitado almacén e inició un nuevo descenso para alejarse de los fondos del océano serático.
-¿Cómo podemos seguir descendiendo sin experimentar las altas presiones y temperaturas a las que debiéramos estar sometidos?
-¿Has olvidado que sólo somos un sueño? -recordó Eila-.Estamos al margen de toda contingencia física. Ni siquiera nuestros amigos taurianos podrán percatarse de nuestra presencia.
-Entiendo que nuestros sueños puedan adentrarse en estas profundidades, pero ¿ qué ser vivo podría soportarlas?
-Solamente aquellos que en breves instantes podrás contemplar.
Una vez más, las puertas del ascensor se abrieron para permitir la entrada de los viajeros a un mundo al que nadie, salvo Eila, había podido acceder hasta entonces. Printer dirigió su vista con avidez en todas direcciones buscando a unas criaturas que había imaginado de mil formas, pero su intento fracasó porque los taurianos allí presentes, por centenares, no encajaban en ninguno de sus delirios. Por unos momentos, se sintió defraudado; allí sólo pudo reconocer lo que ya había visto en la sala de proyectos, cristales y cristales de diferentes tamaños y formas, todos tan bellos como fríos.
-¿Esto es todo? ¿Conque nuestros misteriosos vecinos sólo son rocas metamórficas, bellas e inútiles piedras, talismanes de bisutería? Es ridículo que nos hayamos tomado tanto trabajo para llegar a esta conclusión. Vale la pena invadir un planeta para fabricar con el botín cuentas de collar o brazaletes exóticos de mal gusto.
Printer continuaba enfrascado en su decepcionante discurso cuando varios cristales comenzaron a desplazarse
hacia un gran promontorio compuesto de la misma materia. De pronto, las pequeñas unidades eyectaron de sus cuerpos unas esferas iridiscentes que se agregaron inmediatamente a la montaña, la cual se asentaba en el centro de la gran bóveda junto a otra de menor entidad.
-¿Qué demonios está ocurriendo aquí? -preguntó el sueñonauta.
-Te presento al auténtico Augusto y su fiel consejero Madersk -le contestó Eila señalando a los dos promontorios del centro de la gruta. - Estos últimos días hay mucho movimiento. Saben que están a punto de ser descubiertos y están generando sin descanso otro universo virtual que les permita adoptar un nuevo camuflaje. Las pequeñas unidades transfieren energía a sus líderes. Es muy posible que estén preparando la huida de Tau. Aquí ya no se sienten seguros con nuestra presencia.
-¿Y abandonarían su planeta natal sin presentar resistencia?
-Hasta ahora no han demostrado tener más armas que las propias del camuflaje y, por otra parte, juraría que no son oriundos de este mundo, los elementos que componen Tau los podemos encontrar en el nuestro en similar proporción, sin embargo el isótopo de carbono que los constituye no existe en la Tierra, y no creo que tampoco se dé aquí en estado natural. No sé cómo han podido llegar a Tau ni cómo lo abandonarían llegado el momento, pero de cualquier modo los creo muy capaces de hacerlo. Bien mirado, algo tenemos en común con ellos, al fin y al cabo son arquitecturas de carbono inteligentes como nosotros, pero ignoro cómo pueden regular sus procesos vitales, una química muy distinta los debe mantener vivos.
-¿Por qué no me advertistes en la sala de proyectos que los taurianos eran aquellas construcciones cristalinas?
-Porque no lo eran o, mejor dicho, habían dejado de serlo. Aquellas manifestaciones no eran otra cosa que pensamientos terminales de estas criaturas desactivados por alguna razón, quizá en su día han sido o serán activados, pero quienes los crearon siguen vivos por decirlo de alguna manera. La estancia no era otra cosa que una bilioteca de fractales.
-¿Cómo lo sabes?
-No puedo saberlo, lo deduzco. Bien, este sueño ya se ha prolongado bastante, regresemos -concluyó Eila.
y sus sueños no recorrieron lo andado, muy al contrario, tomaron raudos el camino más corto por los intersticios de la materia en dirección a sus cuerpos tendidos en la lóbrega estancia de la pensión. Los viajeros, finalizado el sueño, se ensamblaron en sus cuerpos en el umbral de la vigilia. Printer resopló, se revolvió varias veces en el lecho antes de incorporarse y ,finalmente, abrió sus párpados para descubrir frente a él a un Belano inmóvil y absorto que parecía embalsamado en un cilindro transparente, como el que acogió a Printer el día de su entrevista con el Augusto. A su derecha, se encontraban las encarnaciones fractales de Madersk y dos taurianos que aguardaban pacientemente el
despertar de los sueñonautas. Printer zarandeó bruscamente a Eila como si ella fuera su única esperanza para sacarlo del aprieto. Enseguida comprendió que nada ni nadie podría ayudarle, sabía que si se resistía, podría verse tan embalsamado y ridículo como Belano; sólo restaba encarar con dignidad tal situación.
Parte 12
Hacía tiempo que el Consejo de Gobierno había decidido los planes de la ofensiva, aunque expresó a Belair su intención de modificarlos en el último momento en función de los informes de Eila y Printer. Los taurianos debían ser sometidos. Había que destruir todo su capacidad de respuesta. Todos los sueñonautas, incluidos los reservistas, fueron llamados a filas. Durante años, las grandes bases habían acumulado todo el material necesario para invadir todo un sistema solar. El alto mando había apostado todos sus efectivos en la más grande demostración de poder que los siglos recuerdan. Por primera vez, el mayor ejército de todos los tiempos iba a ser desembarcado con su impedimenta por sorpresa en Tau, no a través del espacio o del tiempo, sino gracias a la apertura de un gigantesco pasillo onírico. Un millar de sueñonautas era ya capaz sin grandes riesgos de transportar todo el armamento de una división. Diez millones de sueñonautas aguardaban en sus distintas bases la orden de marcha. Una orden que se hacía esperar tanto como el informe de Eila y Printer acerca de las defensas taurianas.
Belair fue autorizado a desplazarse a Signo para seguir más de cerca el curso de las operaciones y transmitir las instrucciones del Consejo de Gobierno. En apenas ocho horas, el tiempo que cualquier mortal dedica diariamente a dormir, pudo incorporarse a su nuevo destino en cuerpo y alma. A la mañana siguiente pudo reunirse con el Soñador.
-¿Aún no hay noticias de Tau? -quiso saber Belair.
-Aún nada, pero pronto sabremos algo, estoy convencido, Printer no nos defraudará.
-Sólo nos han concedido veinticuatro horas a partir del mediodía de Signo para recibir el mensaje de Printer. Odeón no se demorará. No se puede mantener por más tiempo un ejército de estas dimensiones inactivo y sin ser descubierto -dijo Belair al Soñador.
-¡Se han vuelto locos!, ¿cómo se puede enviar un ejército sin saber contra qué o quiénes ha de combatir!
-¿Qué quiere que le diga? Todo cuanto hice para evitarlo fue inútil. Me gustaría tener un cambio de impresiones con los mandos de la operación, el Consejo me ha pedido un informe detallado de la situación.
-Lo supuse y por eso los he convocado. Nos están esperando, ¡Sígame!
Belair siguió los pasos del Soñador por unas angostas galerías, a través de un mundo subterráneo a salvo de la curiosidad tauriana; durante cinco minutos deambularon por un dédalo de corredores, subiendo y bajando rampas mecánicas, hasta confluir en un inmenso espacio arrebatado a las corrientes de agua por los ingenieros. En las paredes del recinto, y a distintas alturas, se abrían túneles que servían de corredores a veloces transportes monorraíles. De vez en cuando, uno de éstos se detenía para embarcar o desembarcar un contingente humano. Algunas unidades emergían raudas de los túneles y, sin detenerse, desaparecían por el extremo opuesto de la gigantesca gruta ahogando su rugido en aquellos lóbregos corredores subterráneos. Numerosos ascensores comunicaban el primer nivel con los andenes aéreos, y por todas partes se percibía una gran agitación. Los altavoces emitían comunicados y consignas que denotaban una intensa actividad. Divisiones enteras eran transportadas a los lechos lanzaderas en múltiples unidades monorraíles y aquella estación era una más del dispositivo ferroviario que horadaba una inhóspita región del hemisferio sur.
-Quiero inspeccionar antes los silos de lanzamiento- dijo Belair mientras dirigía su vista a la inmensa bóveda que cobijaba aquella estación de tránsito.
-No hay inconveniente, no nos llevará mucho tiempo, tenemos uno muy cerca- repuso el Soñador; sabía que el eufemismo "inspeccionar" sólo ocultaba curiosidad.
Las puertas del compartimento de oficiales se cerraron tras ellos y todos cuantos allí estaban se tensaron como un solo resorte al percatarse de los cinco ojos semicerrados que lucían en sus pechos tanto el Soñador como Belair.
-¡ Descansen y tomen asiento caballeros!- les indicó el Soñador; era la primera vez que veían a mandos con el máximo distintivo; su embarazo se hizo más patente tras el saludo.
Dos oficiales volvieron a levantarse inmediatamente para ofrecer sus asientos a los distinguidos compañeros de viaje.
-¿ Cuál es su unidad, Teniente?- preguntó Belair al más veterano de ambos.
-Vigésimo tercer regimiento de sueñonautas pastores de la División de Ingenieros Zapadores " Balaklava ", Primer Ejército, Señor.
-¿ Y su destino?
-Nuestras órdenes son las de incorporarnos inmediatamente a los silos Freud y Jüng, Señor.
-Segunda oleada, ¿no es cierto?
-Así es Señor.
-Suprima el tratamiento. ¿Con qué experiencia cuentan sus hombres?
-El que menos tiene a sus espaldas cien parsecs en misiones de escolta, pero ninguno ha entrado hasta ahora en combate, Señor...disculpe mi torpeza.
-¿ Y cómo demonios habrían podido hacerlo si hasta la fecha no se ha presentado afortunadamente ninguna ocasión?
-Es cierto, pero confío plenamente en ellos y harán todo cuanto se les ordene.
-¡Excelente! Estoy convencido de ello Teniente.
Belair sintió el vacío bajo sus pies y se estremeció cuando el transporte emergió del negro túnel a un indescriptible espacio iluminado desde los farallones en talud que lo contenían. Creyó haber encogido hasta el tamaño de una abeja y penetrado en el organizado dominio de su panal, pero eran en realidad las dimensiones de éste las que le habían hecho sentirse diminuto y a la vez orgulloso ante aquella magna realización. Con avidez, observó en todas direcciones centellear miles de puntos móviles como luciérnagas en una selva electrónica; innumerables operarios hacían las últimas comprobaciones en los lechos desde los cuales serían lanzados todos los efectivos de la División Balaklava, una de tantas del vasto dispositivo militar para consumar la operación Odeón.
-Es sorprendente, amigo mío, el trabajo que han hecho aquí, Aszel estaría de acuerdo conmigo.
-Realmente sorprendente- añadió el Soñador-. Si lo desea, podemos entrevistarnos con el responsable del silo.
-No es necesario, nuestros amigos nos esperan.
-Está bien, sígame.
-Caballeros -dijo Belair en tono neutro a los mandos- he de felicitarles por el excelente trabajo que han realizado. Como ya supondrán traigo instrucciones concretas del Consejo. Seré muy breve. Salvo informes de nuestros agentes en Serun que desaconsejen o modifiquen nuestros planes, la primera oleada será lanzada a las 12 h tiempo local. El primer objetivo será la protección de nuestra colonia, y muy especialmente la de nuestros agentes, de su información dependerá en parte el éxito de Odeón. Hasta el último momento esperaremos noticias suyas. Dependiendo de las mismas, los planes podrán, como sugería anteriormente, ser modificados. Y ahora, si desean formular alguna pregunta, identifíquense y háganlas con franqueza.
-General Orlando Estévez, División Queazcoalt. Todos nos preguntamos contra quiénes vamos a combatir, pero ya que hemos de hacerlo, debiera quedar claro dónde estará nuestra retaguardia. Es muy probable que nos veamos obligados a replegarnos.
-De sobra sabe que no hay retaguardia posible. Su pregunta parece más bien un reproche. Si fracasan, no los podremos traer de la misma forma que los lanzaremos; tendrían que aguardar hasta que fuera posible una evacuación convencional-concluyó Belair.
-General Olivia Zut, División Bay Vien. Los informes de sus agentes han podido ser manipulados por los taurianos. Modificar el plan podría ser un suicidio. La operación que hemos diseñado es lo suficientemente versátil para enfrentarse a cualquier eventualidad; no podemos rechazarla e improvisar en el último momento por unos dudosos informes. Por otra parte, ¿cómo piensa recibirlos? y ¿qué seguridad tenemos de que no sean interceptados?
-De esos dudosos informes respondo yo -afirmó con rotundidad y cierto enojo el Soñador- , y en cuanto a la posibilidad de ser interceptados es altamente improbable, no se emplearán métodos convencionales, los recibiremos en un contenedor onírico.
-Perdone Señor, pero es imposible lanzar un sueño sin una estación emisora de cobertura.
-Se equivoca, nuestro mejor hombre está en condiciones de hacerlo, y ese hombre se encuentra en Serun; hasta ahora hemos preferido guardar silencio al respecto. ¿Alguna pregunta más?
-Hideki Gluckman , Jefe de Operaciones del Primer Ejército: Divisiones Breuer, Tagträume y Adler. Señor, mis hombres serán la punta de lanza de la primera oleada. No temen a ningún tauriano, pero sienten un miedo inconfesable a la casa de los espejos. Algunos creen que un lanzamiento masivo generará una, hasta ahora, desconocida deformación del campo onírico que los arrastraría a esa zona de fragmentación. No sé qué decirles.
-De nuevo la respuesta a esos temores tiene un mismo nombre: Printer; es el primero que ha regresado de la casa de los espejos y no será el último. El responsable de los regimientos pastores bajo su mando debería haberle informado. El programa Printer ha sido transferido a las celdas de seguridad de sus sueñonautas pastores; es nuestra mejor baza contra tal eventualidad.
Un funcionario se acercó sigilosamente al Soñador para susurrarle al oído:
-Señor, hemos captado un sueño transeúnte, podría ser el que esperamos.
-Caballeros, la respuesta está en camino. No es preciso volver a reunirlos. Les haremos llegar el mensaje y las últimas instrucciones cuanto antes, eso es todo. Buena suerte.
Parte 13
-Buenos días, embajador, disculpe esta intromisión, por otra parte tan necesaria, ¿no lo cree así? Sabíamos que tarde o temprano Ud. nos traería a Eila, y en el camino nos hemos topado con este individuo de modales un tanto bruscos -dijo Madersk señalando a Belano-. Oh... no se preocupe por él, se encuentra bien, sólo está inconsciente, aunque desearía que con Uds. no fuera necesario emplear el mismo tratamiento.
-¿Se ha vuelto loco? No puede retener por la fuerza a un diplomático y a dos ciudadanos de la Confederación; significaría una nueva crisis -argumentó Printer con toda la convicción que en aquellos momentos pudo simular.
-Amigo mío, la crisis que Ud. parece temer tanto estalló antes de su llegada como sin duda recordará. Ud. prometió a nuestro Augusto algo que no ha cumplido: una investigación conjunta sobre la desaparición de información reservada de nuestro Ministerio de Defensa. Uds. han provocado este desagradable incidente y Uds. lo solucionarán. Nos han puesto en una difícil situación.
-No será por la desaparición de un dossier inexistente, tan inexistente como su Ministerio de Defensa.
-¿Qué quiere decir? Explíquese. Tal vez su amiga que acaba de despertar pueda aclarar mejor que Ud. sus afirmaciones -Eila calló, no podía creer lo que estaba viendo y, por primera vez, no estuvo a la altura de las circunstancias. Printer buscó sus ojos esperando una rápida respuesta para salir del apuro, pero su mirada reflejó un vacío desalentador.
-¡Déjela en paz! -exclamó Printer mientras se incorporaba; su creciente agresividad se diluyó cuando Madersk apoyó su mano suavemente sobre el hombro del sueñonauta. Por segunda vez, Printer experimentó una agradable sensación de paz interior, similar al momento en que estrechó la mano del ser fractal tras la entrevista con el Augusto.
-Le ruego que sea franco, sabremos estar a su altura. ¿Quién es Ud. en realidad y por qué lo han enviado?
El ánimo que Madersk le infundió le situó más allá del bien y del mal, al tiempo que inexplicablemente sintió una repentina simpatía por aquel falso organismo del que ahora conocía su verdadero aspecto. Sin embargo, decidió guardarse algún as en la manga sin por ello faltar a la verdad. De alguna manera estaba harto de tanta mentira, y muy especialmente de los embustes de Belair y el Soñador.
-Lo que le puedo decir es que no soy un diplomático de carrera como sin duda ya habrá supuesto. Fui enviado para contactar con Eila y pasar su información a mi gobierno. En realidad soy una especie de navegante estelar y poco más.
-Después hablaremos de ese poco más, de momento no es mal comienzo. En cuanto a Ud. -dirigiéndose a Eila- ¿qué puede decirnos?
-Dígame antes por qué expulsaron a nuestro agregado comercial y dieron la orden de buscar con una falsa excusa a una insignificante empleada de la embajada.
-¡Oh vamos!, no se subestime. Ud. secuestró a uno de los nuestros en la Zona. Apareció al cabo de una semana sin que pudiera recordar nada de lo que le había sucedido. Allí tenemos muchos ojos. Preferimos expulsar a su agregado para crear una falsa pista y buscarla para impedir que saliera de Tau. ¿Qué le hizo y cómo pudo retenerlo contra su voluntad?
-¿Conque el sueño te llevó a ellos!- le inquirió Printer como si aquella omisión de Eila fuera una mentira más del gran engaño que se tejía a su alrededor-. Fue el sueño quien corroboró lo que ya le habías arrancado por la fuerza a ese tauriano. ¿Por qué me lo ocultastes?
-Lo estás estropeando todo, estúpido aprendiz.
-Pregunte Madersk, contestaré sin reservas a todas sus preguntas.
Y la conversación tomó un rumbo amable y franco sin que Eila pudiera impedirlo. Finalmente, Madersk con tono preocupado dijo:
-Quiero que el Augusto oiga todo cuanto me ha dicho. Hablaremos sin máscaras en un lugar que ya han visitado sin nuestro consentimiento. Ahora Ud. y su compañera vendrán una vez más como invitados. No se preocupe por su compañero, nada le ocurrirá, tan sólo olvidará algunos recuerdos embarazosos, espero que lo comprenda. Bajaremos a las profundidades y le mostraremos en realidad nuestro mundo. Echense de nuevo en la cama y utilicen esa capacidad de la que Ud. me ha hablado. Ponga debajo de su almohada este cristal, nos ayudará a conectar con su sueño. Los esperamos. Estoy seguro de que no nos defraudarán, especialmente Ud, dirigiéndose a Printer-. Hasta pronto.
Madersk cerró tras sí la puerta de la lóbrega estancia, acompañado de sus taurianos que conducían el cilindro con Belano en su interior por los estrechos pasillos del destartalado hotel; mientras, Printer intentaba conciliar el sueño programando las claves del viaje a las profundidades de Tau. El sueñonauta se había quedado sin ases en la manga. Ahora Madersk estaba al corriente de todo cuanto él sabía. Ya no podía retroceder y algo en su interior, que no acertaba a explicar, lo impulsaba a seguir adelante por su propia causa que no era otra que la búsqueda de la verdad. En esta ocasión, no activó ninguno de los blindajes; sabía que no se toparía con ningún sueño transeúnte, una vez que Eila, consciente de su impotencia, no opuso resistencia; tampoco le preocupaba la casa de los espejos, ya había salido de ella indemne y estaba seguro de que podría hacerlo de nuevo. Decidió, así mismo, no hacerse preguntas acerca del cristal que Madersk le dio y encarar un destino muy diferente al que le impusieron Belair y el Soñador.
Parte 14
Era la segunda vez que su sueño pisaba el "hall" de la Gran Ventana tal y como en realidad era, un viejo recinto cargado de historia y abandonado desde una época lejana e imprecisa. Printer ya conocía el camino y no tuvo que esperar esta vez a su lazarillo habitual, ahora él conducía a su compañera. Las puertas del ascensor se abrieron ante su presencia. Se limitaron a entrar en él y permanecer inmóviles. El cristal se ocuparía de llevarlo a su destino. En cuanto a sus fidelidades, le pareció en aquellos momentos divertido cambiar a Eila por un trozo de cristal y la incertidumbre de no saber cuál de ambos se mostraría a la postre más engañoso.
-¡Allá vamos! -dijo para darse ánimos cuando el ascensor inició por su cuenta el descenso.
Antes de lo esperado, Printer y Eila se encontraron frente a aquella imponente montaña biselada de carbono viviente, en aquella corte de diamantes que se desplazaban frenéticamente por la espaciosa gruta lanzando una lluvia de esferas iridiscentes al Augusto. De pronto, toda actividad cesó a excepción de la montaña regia, la cual generó una alucinación de talla humana, no para sorprender a los sueñonautas, sino para hacer llegar mejor su mensaje.
-Espero que los jóvenes espectros hayan tenido un feliz viaje - dijo la reencarnación del Augusto-. Es una curiosa experiencia hablar con un sueño viajero. En ninguno de los mundos inteligentes que visitamos encontramos a criaturas con semejante cualidad. En algún momento lo sospechamos, pero no tuvimos la certeza hasta que Ud. y su compañera nos visitaron. Mi fiel Madersk detectó su presencia y les dejó marchar. Temíamos que si los capturábamos, sus cuerpos dormidos podrían sufrir algún daño irreparable. Por eso decidimos esperar a que despertaran en aquel hotel de la Zona. No deseamos causarles ningún mal, somos un pueblo pacífico tan antiguo como el universo. Surgimos de entre el caos de la protomateria para constituirnos en la primera generación inteligente tras las gran explosión. Tuvimos que ocultarnos de las innumerables especies que posteriormente surgieron al comprobar su febril deseo de poseernos. Ahora sólo somos un puñado. Muchos de los nuestros cayeron en manos de torpes e insensatos orfebres. Nos convertimos en la especie más codiciada, y eso fue lo que nos impulsó a generar tan elaborados camuflajes. Pero Ud. y su amiga nos han puesto al descubierto, como ya sucedió en otras ocasiones, sólo que esta vez no tenemos tiempo, a juzgar por lo que le contó a Madersk, para generar otra ilusión maestra, sólo queda abandonar Tau.
-No entiendo por qué nos han bajado para contarnos esto -dijo Printer pausadamente-. ¿Por qué no nos han hecho lo mismo que a Belano?
-Porque de alguna manera estamos en sus manos. Ud. y su compañera son los únicos que pueden darnos la cobertura necesaria para abandonar este mundo.
-¿Y cómo?
-Como le dijo a Madersk, Ud. es el único autorizado para transmitir, y el mensaje podría servirnos de cortina de humo, en cuanto a Eila puede ayudarle a reforzar su versión ante quienes la enviaron.
-Pero descubrirían inmediatamente el engaño. Mi receptor ejecuta mejor que nadie el sueño de la verdad. No podría ocultársela al Soñador.
-Podría hacerse si tan sólo la retocamos convenientemente.
-Seguro que en eso son Uds. unos maestros- le reprochó veladamente el sueñonauta.
-¡Vamos, vamos!, nunca mentimos si no es en defensa propia, y en este caso está más que justificado. Nosotros también entendemos de sueños, pero nos servimos de frecuencias muy distintas a las suyas, por eso no habíamos podido descubrirlos hasta ahora. Cuando transmita, estaremos con Ud. y nadie, ni siquiera ese soñador, podrá percatarse de nuestra presencia. Ud. sólo tiene que dormir y lanzar la verdadera información. Nosotros nos encargaremos de hacerla llegar a su destino convenientemente alterada. Es nuestra única esperanza.
-¿Y qué me sucederá si me niego a colaborar?
-Tan sólo lamentaría algunos olvidos, pero aunque no lo recuerde, habría colaborado en la destrucción de una forma de vida irrepetible en el universo. Sus ejércitos de sueñonautas pronto se darían cuenta de que las criaturas de la corteza tan sólo eran realidades virtuales y registrarían todo el planeta hasta dar con sus autores. Ni siquiera podríamos escondernos a cientos de kilómetros del subsuelo.
-¿Y cómo piensan abandonar Tau?
-Nuestras naves están enterradas en las simas del océano serático. Cuando llegamos a este mundo las ocultamos convenientemente deseando no necesitarlas nunca más. Creímos que éste era el rincón más deshabitado del universo, y así era hace unos millones de años cuando la vida no existía en su mundo. Hemos disfrutado de una existencia tranquila hasta que en su planeta surgieron los primeros coacerbados. A partir de entonces, hemos vigilado discretamente la Tierra sabiendo que tarde o temprano nos las tendríamos que ver con una especie inteligente.
-Pero en Tau también existe vida, incluso humanos. ¿Si deseaban tranquilidad, por qué se instalaron aquí?
-En efecto, ese fue nuestro primer camuflaje. También nosotros nos equivocamos entonces. Generamos un proceso evolutivo similar al suyo cuando Uds. iniciaron su primera revolución tecnológica. Sabíamos que muy pronto estarían en condiciones de viajar a otros mundos como así ha sido. Creíamos que el disfraz más perfecto sería presentarles un mundo gemelo, pero esos estúpidos humanos que viven en la Zona son los descendientes de toda una sociedad que se aniquiló a sí misma, y a punto estuvo de hacer saltar por los aires el planeta en el que todos vivimos. Toda la arquitectura de Serun, incluida la Gran Ventana, son los restos de aquella "floreciente civilización" que nosotros maquillamos en su día convenientemente antes de su llegada. Pero de todos los errores cometidos, el más grave fue el de proyectarnos mediante fractales a su imagen y semejanza.
-¿Y por qué lo hicieron?, no tenían ninguna necesidad de hacerlo.
-Curiosidad, una curiosidad reprimida desde la noche de los tiempos. No supimos contenerla y ahora podemos pagarlo muy caro. Uds. también se han expuesto innecesariamente cuando hace unos siglos, en los inicios de su revolución tecnológica, lanzaron al espacio mensajes a otros seres, ¿acaso no está al corriente de las emisiones del radiotelescopio de Arecibo, las sondas viajero, el programa Seti y de tantos otros intentos para contactar con inteligencias extraterrestres? Dieron toda clase de detalles acerca de su mundo. Por suerte para Uds. parece que hemos sido los únicos hasta ahora en recibirlas, imagínese lo que hubiera ocurrido si los receptores de sus imprudentes mensajes fueran unos seres de una belicosidad semejante a la suya y de una tecnología superior. De nada servirían sus legiones de sueñonautas. Hemos conocido tecnologías militares incomparablemente más eficaces que las suyas. Espero que aún tarden unos milenios en descubrirlos criaturas tan peligrosas como los artrópodos de Flortan o las biomáquinas de Toll, con quienes ya nos hemos visto la cara. Necesitarán más de un milenio de continuos avances científicos y tecnológicos para hacerles frente, porque le aseguro que no tendrían ninguna
opción ahora si fueran descubiertos. Si me permite una reflexión de 15.000 millones de años, muchas especies inteligentes han sucumbido en unos casos por autodestrucción y en otros, los más, por ingenuidad al pregonar su existencia con la esperanza de que otra civilización superior los libere de sus males y miserias propios de su naturaleza. Ese, creo, y no otro es el peligro que correrán durante los próximos milenios, ¡ojalá estén preparados para cuando llegue el momento!, porque es altamente probable que tarde o temprano sean visitados. Vigilen sus cielos, pero sin descuidar sus sueños; alguien los visitará de una forma u otra. Han hecho demasiado ruido en poco tiempo, y hay viajeros en todas las dimensiones con oídos muy finos, raudos como la luz y demoledores como la más terrible de las pesadillas hecha realidad. No hay redentores en el cosmos. En el mejor de los casos, encontrarán especies tan inofensivas como la nuestra que no tengan otra defensa que el camuflaje o la huida.
-Mi gobierno ya es consciente del riesgo contraído por sus antecesores, hace tiempo que dejamos de ser tan confiados. Las sondas viajero fueron capturadas dos siglos después, y desde entonces no se ha autorizado ningún proyecto de este tipo.
-Es indiferente, ya puede ser tarde. Ya han contaminado el espacio con sus emisiones, y por lo que ahora sé, otros mundos pueden detectar sus ondas oníricas, veo que no han considerado los riesgos que entraña abrir una ventana a esta nueva dimensión. ¿No creen que criaturas peligrosas pueden navegar también por las procelosas aguas de los sueños? Imagine el eco onírico de un ejército de sueñonautas surcando largas distancias siderales, ¿acaso no es esto más peligroso que las inocentes señales de radio y televisión de las que alegremente abusaron sus antepasados y de las que aún continúan sirviéndose. Hoy nos toca a nosotros abandonar sigilosamente este mundo, mañana quizá tengan que hacer otro tanto Uds. con el suyo.
-Quizá -y tras una breve pausa, Printer sumido en la perplejidad preguntó-. ¿Qué he de hacer?
-Inicie un nuevo sueño viajero y transmita la verdad de nuestro mundo omitiendo nuestra intención de huir.
-Sí, pero me temo que no podré silenciarlo.
-Nosotros nos ocuparemos de todo, lo único que tiene que hacer es dormir sin separarse del cristal que Madersk le dio.
-Es curioso, ¿no es una ironía que los maestros del engaño me pidan que los ayude contando la verdad, y aquellos que consideraba honestos me hayan manipulado con tal sarta de mentiras?
-Celebro su sentido del humor. Estaremos eternamente en deuda con Ud. . Si hay algo que podamos hacer...
-Sí, hay algo que quisiera pedirles.
-Le escucho.
-Me gustaría que Eila viera las cosas del mismo modo que yo. No les estoy pidiendo que la manipulen, sino que la liberen de sus anteriores compromisos para que pueda libremente tomar sus decisiones conforme a sus deseos.
-Está bien, bastará con que Madersk toque su piel y perciba nuestra verdadera e íntima naturaleza.
Printer miró a Eila y observó cómo desaparecía cualquier gesto defensivo. La versión del Augusto la había sumido en un mar de dudas y el contacto con Madersk terminó por ahogar cualquier intento de rebelión.
-Una cosa más, si es posible -añadió Printer.
-Diga.
-No me importa cómo lo hagan, pero no susciten las sospechas del Soñador sobre nosotros. No tenemos otro mundo que el que ya conocemos y me gustaría que ambos lleváramos una vida normal cuando todo esto acabe.
-De acuerdo, cuente con ello, los protegeremos. Para cuando descubran el engaño, nosotros estaremos ya lejos, y será urdido de manera que Uds. dos parezcan haber sido los primeros burlados. No puedo decirle nada más, ¡hasta siempre!
Parte 15
-Sabía que ese muchacho no nos defraudaría. Printer transmitió por fin.
-¿Y bien? -preguntó Belair.
-¡Sorprendente, realmente sorprendente! Hasta ahora sospechábamos que sus producciones eran sofisticadas apariencias, pero lo inaudito es que también lo son sus supuestos autores. Los taurianos no existen, ni bajo su apariencia androide, ni plasmática. Todo ha sido un magistral truco.
-Pero entonces ¿ cómo explicar todo este embrollo?
-Los verdaderos autores de esta gigantesca pantomima son seres de carbono puro cristalizado.
-¿Diamantes?, ¿Te has vuelto loco?
-Eso es, criaturas constituidas por un isótopo de carbono desconocido hasta ahora, una nueva forma de vida portentosa que ha vivido en el interior de Tau desde la formación del Planeta. Por fin los hemos descubierto, su magia ha saltado por los aires. Será un paseo para nuestros sueñonautas. Será divertido verlos actuar contra dragones virtuales, salir indemnes de los campos de minas positrónicos y de cuantos espectros quieran lanzar contra ellos, ya no podrán nada unas ingenuas ilusiones contra nosotros. Lo único que tenemos que hacer es bajar al subsuelo y sacarlos de su madriguera.
-Pero puede ser una nueva trampa, Printer ha podido ser manipulado.
-¡Imposible! ¿cómo te atreves a poner en duda el Sueño de la Verdad? No ha quedado ninguna zona obscura en su subconsciente. Entre nosotros, el chequeo ha sido completo, he ido más allá de lo que la legislación permite en estos casos, ya que al transgredirla, hemos asegurado miles de vidas. Ahora sabemos que nuestros hombres no correrán ningún peligro, comunícalo al mando, Odeón tiene por fin luz verde.
Epílogo
Las regiones de aquel cuadrante estelar se llenaron de ondas oníricas que surcaron las enormes distancias produciendo un estruendo que sólo podría ser captado por otros viajeros de igual condición. Los sueños escoltas flanqueaban a los masivos que aglutinaban divisiones enteras de sueñonautas. Los sueños pastores deambulaban incesantemente corrigiendo trayectorias defectuosas. Todos tenían un horizonte: Tau. Cuando el último de los sueños viajeros ocupó su lugar sobre la superficie del planeta, los cuerpos junto con la impedimenta de todo aquel imponente ejército de sueñonautas fueron finalmente lanzados. Todos ellos se reunieron con sus sueños por encima de las contingencias espacio-temporales sobre la superficie de Tau, ocuparon posiciones y la ofensiva comenzó. Como se esperaba, fue un paseo militar. Cuando se comprobó que sobre la superficie tauriana no se produjo resistencia, salvo ciertos incidentes aislados en la Zona, varias divisiones de zapadores iniciaron las prospecciones del subsuelo a partir de la Gran Ventana, siguiendo las indicaciones de Printer. Los sofisticados equipos de los ingenieros succionaron todo cuanto encontraron a su paso hasta llegar a la sala de proyectos. Las sondas mineras trabajaron sin descanso varios días para transportar intactos cada uno de los cristales que los verdaderos taurianos habían abandonado ex profeso, como la última cortina de humo y recuerdo de su paso por Tau para unos humanos que aún no estaban preparados para encontrar inteligencias homologables, y menos aún superiores a la suya en el universo. Así pues, en su precipitada huida, aquel pueblo de magos no había dejado en Tau otra cosa que la cáscara de su esencia, los pensamientos y proyectos desactivados del primer subnivel, en fin, baratija menuda y abundante que entretendría a varias generaciones de científicos antes que éstos descubriesen que la presa se les había escapado delante de sus narices dejándoles el lastre, la chatarra intelectual de unas portentosas criaturas. Cuando Eila y Printer se reunieron con Belair y el Soñador, aquellos se miraron intensamente y, en perfecta connivencia, decidieron al instante callar su verdad mientras recibían todo tipo de muestras de consideración de sus miopes jefes. Las aguas del océano serático se calmaron tras el ocaso de Tau y su pulida superficie reflejó, como en cada anochecer, los abigarrados cúmulos y ricos campos estelares de aquel mundo abandonado por esos geniales tramoyistas, que de nuevo emprendían la búsqueda de un nuevo hogar.
[ FIN ]