El
hijo del playboy
por Crystal Green
Capítulo 1
–żSeńor Pierce? Me envían para
que le presente a Tommy. Su hijo.
Morgan cruzó los brazos de
manera instintiva y miró a aquella mujer menuda. Estaban en el
porche de su casa de campo, que era casi una mansión. Su mirada
directa, por no hablar del bebé que llevaba en brazos, indicaba que
aquello no era ninguna broma preparada por los trabajadores de su
rancho, tan amigos de todo tipo de jugarretas.
A su cabeza
acudieron un sinfín de preguntas.
–żUn hijo? żMío?
–preguntó.
El nińo apretó los labios y luego estiró la
mano para agarrarle un mechón de pelo castańo a la mujer que lo
sujetaba. El sol de la mańana brillaba en el cielo de Montana,
bańándolos con su luz y su inocencia. Morgan no estaba acostumbrado
a ninguna de esas dos cosas.
Un nińo. żSuyo? żCuándo…
dónde… con quién…?
La mujer agarró la mano del pequeńo
Tommy y le quitó el mechón suavemente.
–Ya sabe… –se
echó a reír–. He venido en el avión ensayando lo que debía
decir, pero al final me ha salido mal. La madre de Tommy quería que
le soltara la bomba con suavidad, no de golpe.
Con el rostro
ruborizado, la mujer lo observó detenidamente, evaluando sus
reacciones con ansiedad. Morgan cambió de posición; sus botas de
cuero crujieron y los vaqueros gastados que llevaba estaban a punto
de cortarle la circulación e impedir que la sangre le llegara a la
cabeza.
El pequeńo Tommy también miró a Morgan. żPodría
adivinar todo lo que había dejado atrás? Noches de champán y
mujeres cubiertas de seda, mujeres cuyos nombres y cuyos rostros
apenas recordaba.
Al ver la sonrisa sin dientes de Tommy, algo
se estremeció dentro del ex playboy, un músculo que no
conocía.
–Será mejor que entremos –sugirió Morgan,
guiándolos hacia la puerta para huir del frío de octubre y de los
trabajadores que, si se acercaban un poco más, podrían oír lo que
hablaban.
Una suave ráfaga de perfume floral le hizo cosquillas
en la nariz cuando ella pasó a su lado.
–Empecemos de nuevo
–dijo ella, tendiéndole una mano–. Soy Rosemary Robbins.
Sintió
la palma de su mano. Suave. Diminuta. La estrechó entre los dedos,
disfrutó de una sensación a la que se había desacostumbrado.
Una
costumbre que había hecho todo lo posible por abandonar.
Cuando
sus ojos se encontraron, ella apartó la mirada de inmediato y le
soltó la mano. El contacto visual le provocó una punzada de calor
en el vientre. Genial. Se había retirado a aquel lugar aislado de
Montana, al rancho Remington, para escapar de una vida sin sentido,
no para retomarla con la primera desconocida guapa que llamara a su
puerta.
Dios, tenía un aspecto demasiado angelical para él,
sobre todo teniendo un bebé en los brazos. Que además era su hijo,
o al menos eso había dicho ella.
Tendría que comprobarlo.
Se
sentaron en el salón de cuero y granito, cerca del fuego. Ella ocupó
un extremo del sofá de cuero y él, el otro. Tommy tenía agarrado
el suéter de Rosemary y lo observaba todo con atención.
–Supongo
que debería explicárselo –dijo ella–. Se podría decir que me
dejaron a Tommy en la puerta de casa. Me he hecho responsable de
él.
–żDónde está su madre?
Rosemary se puso tensa y
justo entonces Tommy le puso la mano en la mejilla.
–Su madre
no está preparada para verlo. Yo he venido para ver si usted estaría
dispuesto a ser el padre del pequeńo.
–No pretendo poner las
cosas difíciles, pero siento cierta desconfianza hacia una mujer que
se ha presentado aquí de pronto y dice ser la responsable de mi…
–el bebé miró a Morgan y él no puedo evitar contener la
respiración al ver el parecido–… hijo.
–No lo culpo.
Pero…
Morgan levantó un dedo.
–Antes de que prosiga,
me gustaría saber algo, seńorita Robbins. No estará jugando
conmigo, żverdad?
Capítulo 2
–żJugando?
–Rosemary sintió que se le encogía el estómago.
Otra de las
respuestas que había ensayado se le atragantó. Había prometido no
decirle nada a Morgan Pierce sobre la madre de Tommy. Al menos hasta
que estuviera segura de que el célebre playboy podría cuidar bien
del bebé.
Tommy le rozó la mejilla con su boquita. Ella
sonrió, se limpió la humedad de la cara y le dio un beso.
–Es
cierto, no tiene por qué confiar en mí así como así –reconoció
ella–. Pero debo saber si quiere que su hijo forme parte de su
vida. Su madre no quiere dinero, sólo su tiempo.
Los ojos
verdes de Morgan adquirieron un tono oscuro, casi tan oscuro como su
cabello negro. Su cuerpo, alto e intimidante, se puso alerta, se le
tensaron los músculos e inclinó los hombros hacia delante como para
protegerse.
–żNo quiere mi dinero? Ya.
–Es verdad
–acomodó a Tommy en su regazo–. Necesito saber si está
dispuesto a ejercer de padre antes de meter a la madre de Tommy en
todo esto. Tiene que creerme, por favor.
Dios, estaba temblando,
había empezado a hacerlo cuando Morgan había abierto la puerta para
hacerlos entrar. El rubor se había instalado en su rostro y la piel
le latía.
Él le lanzó una mirada.
–No soy ningún
tonto.
–Es evidente.
Justo en ese momento tan oportuno,
Tommy hizo un sonidito. La mirada de Morgan se despojó de toda furia
al mirar al bebé. Se ablandó tanto como el corazón de
Rosemary.
–żQué tiempo tiene?
–Seis meses –Rosemary
lo agarró mientras Tommy se inclinaba hacia Morgan–. Está
empezando a gatear, se arrastra por el suelo como una ranita
–Seis
meses –lógicamente, estaba haciendo cálculos–. Eso fue el
verano del ańo pasado.
Rosemary contuvo la respiración,
preparándose para lo que recordara.
–Exacto.
Morgan se
encogió de hombros y apartó la mirada de Tommy.
–Viajé
mucho en esa época.
–Lo comprendo –sabía que aquel hombre
tenía reputación de ser aficionado a los coches europeos y a las
mujeres. Estaba acostumbrado a divertirse en yates que surcaban el
Mediterráneo y en chalets suizos. Eso era precisamente lo que
preocupaba a Rosemary–. En South Beach, Florida –le dijo–. Ahí
es donde conoció a la madre de Tommy.
El bebé dio otro gritito
para atraer la atención de Morgan. Y lo consiguió.
Morgan
parecía preocupado.
–żQué tal está su madre?
–Muy
bien –Rosemary se sirvió del recuerdo de Charise para tomar
fuerzas. Su amiga y compańera de trabajo en el salón de belleza de
Kane’s Crossing la había convencido de que fuera a Remington.
Rosemary al principio se había mostrado reticente, pero Charise
había ideado el mejor plan posible. Después de tomar aire, ańadió–:
Pero estaría mejor si Tommy pudiera crecer teniendo un padre.
El
bebé le echó los brazos a Morgan, que miró a Rosemary con
sorpresa.
–żQuiere tomarlo en brazos? –le preguntó
ella.
–Claro. Supongo.
Morgan se acercó para que
Rosemary le pasara al pequeńo. No pudo evitar cruzar los brazos
sobre el pecho para llenar el vacío que había dejado Tommy.
Parecía
tan pequeńo en unas manos tan grandes, junto a un pecho tan
enorme... Morgan lo sujetaba como si fuera de porcelana, como si
tuviera miedo de que fuera a romperse.
Morgan esbozó una
sonrisa, parecía sorprendido de que el pequeńo no se le hubiera
caído.
–No pretendo ser malo pero, żcómo puede estar segura
la madre de Tommy de que yo soy el padre?
Rosemary comparó el
cabello negro y alborotado y los ojos verdes de ambos.
No había
la menor duda.
żPero cómo podía decirle a Morgan que, al
margen de la genética, si decidía que no estaba preparado para ser
un buen padre, estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para proteger
a Tommy?
Capítulo 3
Desde hacía ańos Morgan tenía la
sensación de que a su vida le faltaba algo. Pero tuvo que tener a
aquel pequeńo en sus brazos para saber qué era.
Su hijo.
żQuién podría haberlo imaginado? Aquel bebé había hecho que se
sintiera útil por primera vez en su vida. Increíble.
Tommy
comenzó a mover las manos alegremente. La verdad era que el pequeńo
era el vivo retrató de él a esa edad. Miles de fotografías en las
que se le veía en los rígidos brazos de sus padres podrían probar
el evidente parecido.
–żY no se podría hacer una prueba de
paternidad? –sugirió él.
Incluso desde el otro lado del sofá
pudo sentir la tensión de Rosemary.
–Si lo necesita, se puede
arreglar.
–Me gustaría borrar cualquier duda –Tommy comenzó
a trepar por su pecho para juguetear con su nariz y sus orejas.
–Me
parece que le gusta.
–Claro. Soy un buen tipo –estaba
ganando confianza, levantó al bebé de su regazo. Tommy lazó un
alegre grito.
–Criar a un hijo es algo más que jugar con
él.
–żQué necesita saber? żMi historial policial? No
tengo… bueno, ahora que lo pienso, una vez tuve problemas con la
policía de Los Ángeles por…
Rosemary enarcó una
ceja.
–Continúe.
Él se echó a reír y habló mirando a
Tommy.
–Ahora no puedo darle los detalles, pero digamos que
tiene algo que ver con una playa iluminada por la luna y cierta falta
de ropa.
–Y alguna joven actriz en ciernes, supongo –murmuró
ella.
–Me siento muy orgulloso de ello. Ser hijo de unos
padres con demasiado dinero es motivo más que suficiente para tener
una vida algo peculiar.
–Supongo que es una manera de dar a
entender que es económicamente solvente. Capto el mensaje. Pero hay
algo más importante que me gustaría saber. żQué haría si supiera
con toda certeza que Tommy es su hijo?
Morgan se detuvo a
pensar.
–He disfrutado mucho de mi vida de soltero, del dinero
y de la independencia que he tenido –volvió a sentar a Tommy en su
regazo y dejó que él pequeńo le agarrara el dedo. El contacto con
su manita le ablandó un poco más el corazón–. Pero,
honestamente, estoy un poco cansado de todo eso.
Rosemary
inclinó la cabeza, lo que hizo que se le moviera la melena castańa,
que le llegaba por la barbilla.
–Supongo que se podría decir
que hace cuatro meses me retiré de toda esa superficialidad y me
vine a vivir a Remington. Últimamente no salgo mucho y, aunque hacía
ańos que no me sentía tan bien, hay algo que no está del todo
bien.
Tommy se frotó un ojito y levantó la mirada hacia
Morgan.
–O al menos no estaba bien.
–Ojalá pudiera
hacerle las miles de preguntas que me vienen a la
cabeza.
–Adelante.
–Lo haré en su momento –respondió
Rosemary al tiempo que extendía los brazos hacia Tommy, que no tardó
en ir con ella y volver a acomodarse en su regazo–. Está un poco
cansado.
Morgan no sabía qué hacer con las manos ahora que ya
no tenía al pequeńo.
–żPodría decirme cómo es su
madre?
El fuego crepitó en la chimenea mientras Rosemary
pensaba.
–Lo crea o no, es una mujer muy responsable. Cuando
estuvo con usted, perdió la cabeza… aunque fue sólo aquella única
vez. Afortunadamente, Tommy fue la recompensa.
Y también la de
él.
–Una mujer responsable… –dijo en tono meditativo–.
No solía acercarme mucho a mujeres tan formales. Al menos
entonces.
Rosemary se mordió el labio. Parecía que no podía
evitar coquetear, aunque sólo fuera un poco.
Morgan se fijó en
que sus mejillas habían adquirido un atractivo tono rosáceo.
–Dios.
Mire qué hora es –dijo poniéndose en pie. El nińo apoyó la
cabecita en su hombro–. Recuerde, su madre sólo quiere que Tommy
tenga un buen padre. Es muy importante para ella.
Un padre. Era
asombroso que ahora él lo fuera. Quizá.
–żDónde se
alojan?
–Con mi… –titubeó y luego sonrió–. Con mi
abuela. En el motel Maverick, habitación 3. Pero… –la sonrisa
desapareció–. Mejor me pongo yo en contacto con usted, żde
acuerdo?
Sin decir nada más, se dio media vuelta y salió de la
habitación. Morgan se limitó a decir adiós con la mano al pequeńo,
ya adormilado.
Le sorprendió darse cuenta de que no quería que
se fueran.
Capítulo 4
–Ya lo he pensado un millón de
veces –le susurró Rosemary a Charise a la mańana siguiente–.
żMorgan Pierce se merece a Tommy?
Su rubia compańera, también
conocida como “abuela”, aún estaba medio dormida en una de las
camas mientras el bebé dormía plácidamente en la cuna de viaje, en
un rincón de la anticuada habitación del motel.
El día
anterior, Charise y ella habían analizado detenidamente el encuentro
con Morgan, pero Rosemary seguía sin saber qué clase de padre
sería, ni siquiera sabía si le había gustado Tommy y
viceversa.
Charise meneó la cabeza.
–Será mejor que no
nos precipitemos. żCuánto tiempo estuviste con él? żUna media
hora llena de emoción? Eso no nos dice nada, por mucho que te
pareciera prometedor.
Rosemary fue hacia la cuna a ver a Tommy.
Tenía los labios entreabiertos, como si tuviera el chupete en la
boca. Cada vez que lo miraba estaba más segura de que quería tener
muchos hijos. Sólo necesitaba encontrar el hombre adecuado para
formar una familia.
–Tienes razón –dijo–. Morgan tiene
que demostrar que ha cambiado. Sin un padre de verdad, cualquier nińo
se sentiría incompleto.
–Entonces estamos de acuerdo
–respondió su amiga–. żQué piensas entonces de lo de la prueba
de paternidad?
–Yo me encargo. No te preocupes.
–A lo
mejor deberíamos quedarnos… sólo hasta que estemos más seguras
de él –con un suspiro, Charise se acurrucó en la cama y cerró
los ojos–. Quiero saber algo más del playboy millonario. Mucho
más.
Rosemary dejó descansar a su amiga, la tensión no había
hecho más que empezar.
Comprendía muy bien a Tommy, aunque aún
no fuera lo bastante mayor para darse cuenta de que su padre no vivía
con él. Ella se había pasado veinticinco ańos preguntándose dónde
estaría el suyo y por qué las habría abandonado a su madre y a
ella.
–żCómo te gustaría que fuese tu padre? –le preguntó
al pequeńo en un susurro–. żTe gustaría que fuese como Morgan
Pierce? La verdad es que parecía que te gustaba.
El bebé
siguió durmiendo. Rosemary sintió envidia de su tranquilidad.
Morgan le había removido algo por dentro, cada mirada suya la había
hecho inquietar. Dios, aún le ardía la mano con la que le había
saludado. Qué cosa más extrańa.
–Bueno, carińo, a lo mejor
tu papá es una especie de regalo de Navidad. Y quizá algún día yo
consiga…
żEl qué? żUn hombre guapísimo al que le encanten
los nińos? żUn hombre como Morgan Pierce?
Rosemary apoyó la
cabeza en la cuna y cerró los ojos, acompasando la respiración a la
de Tommy.
La despertó el timbre del teléfono de los ańos
sesenta que había en la habitación. Tommy y Charise lo oyeron
también, así que agarró al nińo, le dijo a Charise que ella se
encargaba de todo y contestó a la llamada.
–żSeńorita
Robbins? –dijo la voz de Morgan al otro lado.
El corazón le
dio un vuelco.
–Llámame Rosemary.
Charise abrió un
ojo.
–Rosemary –dijo él en tono más suave–. Sé que me
dijiste que me llamarías tú, pero… Bueno, quería volver a Tommy.
Mi cocinera ha preparado algo de comida y me preguntaba si querrías
venir conmigo a hacer un clásico picnic.
Rosemary se mordió el
labio para no sonreír.
–żQué es un clásico picnic?
–Ya
lo verás.
–Has conseguido intrigarme –intentó recordar que
el objetivo de la visita era Tommy, no… ninguna otra cosa.
–żTe
parece que os recoja a las doce?
Parecía contento, nada que ver
con lo que habría esperado de un playboy.
–Sabes que voy a
bombardearte a preguntas –advirtió ella.
–Puedes
preguntarme lo que quieras. Soy un libro abierto.
“No como
tú”, parecía dar a entender.
Pero ella tenía un buen motivo
para no serlo. No quería que Tommy tuviera que sufrir por tener un
mal padre que acabara cansándose de él cuando dejara de ser una
novedad.
–Pasa a buscarnos –dijo apretando al pequeńo
contra su pecho. Luego colgó–. Quiere volver a ver a
Tommy.
Charise se incorporó en la cama y se llevó las manos a
la boca.
–No te preocupes –le dijo Rosemary–. Voy a llegar
al fondo de Morgan Pierce.
Capítulo 5
Morgan
le había prometido a Rosemary un picnic al estilo clásico y eso era
lo que iba a tener.
Después de recogerla en el motel, sentar a
Tommy en su asiento de seguridad e ir hasta el rancho, Morgan los
llevó al patio. Allí, el olor de los abetos y el calor de los
calentadores de exterior completaban una escena preparada con una
mesa servida con pollo frito, ensalada de patata, helado de vainilla
casero y limonada.
–Esto no es todo –aseguró Morgan–. Aún
tengo guardada alguna sorpresa.
–Hasta entonces, żestás
preparado para responder a mis preguntas?
–Claro. Empieza
cuando quieras.
Rosemary le acarició la cara a Tommy, que
estaba ya sentado en una trona que Morgan había comprado esa misma
mańana. Al ver el carińo que sin duda había entre ambos, Morgan
acercó su silla a ellos.
–żQuieres darle de comer? –le
sugirió ella con el cuenco de cereales y plátano en la mano–. Te
prometo que será lo mejor del día.
Morgan no estaba seguro aún
de si podía confiar en sus promesas; sobre todo porque se mostrara
tan reacia a contarle nada sobre la madre de Tommy. Finalmente
decidió arriesgarse y aceptó el cuenco que ella le ofrecía; al
hacerlo le rozó la mano y sintió un escalofrío por todo el
cuerpo.
Ella retiró la mano rápidamente y se la llevó al pelo
para apartarse un mechón.
–Que lo disfrutes.
–Allá
vamos –se acercó un poco más a Tommy–. żTe acuerdas de mí?
El
pequeńo le dedicó una luminosa sonrisa de querubín.
–żSabes
cómo…? –le preguntó Rosemary, haciendo con la mano el
movimiento que tenía que hacer él para dar de comer al nińo.
–No
puede ser muy difícil.
–Muy bien –Rosemary se recostó
sobre el respaldo de la silla y lo observó con una sonrisa maliciosa
en los labios.
Él cargó la cuchara.
–A lo mejor es
demasiado –sugirió ella.
Morgan quitó un poco de la cuchara
después de lanzarle una mirada burlona.
–La conversación del
otro día me hizo pensar que estás abierto a formar una familia.
Él
se encogió de hombros. Lo cierto era que, aunque los había conocido
el día anterior, los había echado de menos después de que se
fueran de su casa. żQuería eso decir que estaba preparado para
comprometerse con algo tan serio?
Claro que lo estaba. El simple
recuerdo de Tommy agarrándole el dedo con su manita hacía que se
sintiera más completo de lo que se había sentido en toda su vida.
Era irónico. Sin darse cuenta, Morgan Pierce había hecho algo que
merecía la pena: Tommy. No había sabido dónde tenía que buscar la
felicidad, pero se había topado con ella.
Morgan hizo todo tipo
de sonidos mientras acercaba la cuchara, pero al llegar allí, Tommy
no abrió la boca. Por fin consiguió que comiera un poco, pero fue
más lo que cayó en el babero.
Se echó a reír y dijo:
–No
he crecido en un ambiente con muchos nińos, la verdad. Mi padre
siempre estaba viajando y mi madre, trabajando en algún lugar.
–He
leído en alguna parte que tu padre era jugador de fútbol americano
y todo el mundo conoce a la actriz Lucrecia Pierce. żQué hacías si
nunca estaban en casa? –preguntó antes de tomar una cucharada de
helado.
Morgan observó cómo disfrutaba del postre.
–Me
volví un salvaje, eso es lo que hice. No había nadie cerca a quien
le importara de verdad. Pensé que siempre sería así, pero entonces
me di cuenta de que la vida no tenía por qué ser una sucesión de
estrenos y de fiestas. Ahora me interesa más la calidad que la
cantidad.
–Estrenos… –murmuró ella con una mirada
ensońadora que enseguida se encargó de borrar.
Se le había
quedado una gota de helado en el labio inferior. Morgan sintió que
se apoderaba de él un intenso deseo, una combinación de soledad y
libido.
Se inclinó hacia ella, que abrió los ojos de par en
par.
Capítulo 6
Rosemary seguía teniendo el sabor
del helado de vainilla en la boca y la mirada de Morgan era cada vez
más intensa, una mirada que bajó de sus ojos para detenerse en sus
labios.
Era la mirada de un hombre que deseaba besarla.
Sintió
que se le aceleraba el pulso, el corazón le golpeaba las costillas.
żEra eso lo que deseaba? żLa prueba de que seguía intentando
seducir a mujeres a las que apenas conocía?
żO acaso deseaba
algo completamente distinto?
Él apoyó un brazo en la mesa del
picnic, en su boca se adivinaba una versión más sutil de esa
sonrisa arrogante que había llegado a conocer tan bien en tan poco
tiempo. Con la cabeza hecha un lío, Rosemary tomó aire y cerró los
ojos como anticipándose al momento.
Podía sentirlo a sólo
unos centímetros de distancia. Sólo un breve espacio los separaba.
Un susurro.
–Cuidado –dijo él con voz grave.
Ella
siempre había tenido mucho cuidado, especialmente con hombres como
Morgan Pierce. Con los ojos entreabiertos vio cómo se acercaba su
dedo índice y le rozaba los labios. La piel ardiente.
Sin
pensarlo, Rosemary le agarró la muńeca, abrió los ojos de par en
par, la piel le ardía de vergüenza.
Él le mostró el dedo
manchado de helado.
–Eres peor que Tommy para comer.
–Mis
modales dejan mucho que desear –aún le tenía agarrada la muńeca.
Podía sentir el latido de sus venas.
Morgan miró a su mano,
sin duda le divertía que no fuera capaz de dejar de mirarlo. Ella lo
soltó y puso ambas manos sobre la mesa.
–No te preocupes –le
dijo él–. A pesar de mi reputación, no voy a abalanzarme sobre
ti. Durante mi exilio voluntario he desarrollado cierta capacidad
para controlarme.
Una lástima, pensó Rosemary. No, no, no. En
realidad era algo muy bueno. Tommy necesitaba un padre maduro que
supiera controlarse.
–żY qué te hace pensar que yo esperaba
que… te abalanzases? –le preguntó Rosemary.
Él se echó a
reír y enarcó una ceja. Rosemary entreabrió los labios de manera
instintiva y luego volvió a cerrarlos.
Tenía la sensación de
que aquel hombre podía percibir su deseo como si fuera un cartel de
neón.
Un ligero sonido le recordó que Tommy estaba a menos de
un metro. Agarró una servilleta y consiguió que la mano dejara de
temblarle lo suficiente para limpiarle la cara.
–żEs eso lo
que más te preocupa? –preguntó Morgan–. żQue vuelva a mis
costumbres salvajes?
–Se me ha pasado por la cabeza, sí.
–Está
bien –se sentó con la espalda recta y se cruzó de piernas–.
Empieza con las preguntas. No he tenido ninguna aventura, ni he
cometido ningún descuido desde… –hizo una pausa–. Desde que vi
cómo se marchitaban muchos de mis supuestos amigos. No hacía falta
ser un genio para darse cuenta de que lo que estaba haciendo no iba a
llevarme a nada productivo, que iba camino de llegar a viejo sin
haber vivido nada de verdad.
–żEso fue suficiente para
hacerte cambiar?
Su mirada se volvió dura.
–Vi a un
hombre que se suponía era mi amigo tomar una sobredosis en una
fiesta. Al día siguiente volvió a hacerlo, pero esa vez la
sobredosis fue letal. Eso fue suficiente para hacerme
cambiar.
Rosemary dejó de limpiarle la cara a Tommy.
–Lo
siento.
–No tanto como lo sentí yo –volvió a ponerse recto
con actitud más relajada–. Así que todos esos rumores que has
oído sobre princesas y actrices… nada de nada. Todo eso se ha
acabado.
Rosemary lo observó unos segundos en busca de alguna
seńal que indicara que estaba mintiendo, pero lo único que vio fue
a un hombre que había pasado por algo que lo había hecho despertar.
Un hombre que había madurado.
–Puedo perfectamente adaptarme
a la vida en familia; un hijo, una esposa –ańadió y luego se
inclinó hacia ella–. Ahora soy hombre de una sola mujer.
Rosemary
sintió que se le secaba la boca.
–Bueno… żcrees que Tommy
está preparado para una sorpresa? –preguntó él.
Capítulo 7
El pequeńo se había quedado
completamente boquiabierto cuando Morgan le había presentado al
Camión 54.
Ahora Morgan estaba rodando por el suelo un precioso
camión de bomberos para deleite de Tommy, que no dejaba de reír y
de mover los bracitos desde el regazo de Rosemary. Ella levantó la
mirada al cielo y observó las nubes de algodón, la tenue luz del
atardecer.
Morgan no podía olvidar que ella había evitado que
la besara y lo cierto era que tanta cautela lo había dejado
asombrado.
–żCuántos camiones tienes? –le preguntó ella
después de ponerse un mechón de pelo detrás de la oreja–. żVamos
a poder verlos todos?
–Guau, vaya entusiasmo. Me temo que éste
el único. El viejo Camión 54 necesitaba un hogar y no podía
negarme.
–La verdad es que a Tommy se le ha iluminado la
mirada al verlo. Creo que le gusta el color rojo. Y la
escalera.
Morgan miró con ternura a su hijo. Sí, su hijo. La
aparición de Tommy le había cambiado la vida en un solo instante,
igual que lo había hecho la sobredosis de su amigo.
–Bueno,
si quiere más camiones de bomberos, los tendrá.
–żQué
otras cosas coleccionas? –preguntó ella, inclinando la cabeza–.
Quiero decir, ésta en concreto es algo estrafalaria. Los hombres
suelen preferir las Harleys o botellas de cerveza.
Morgan se
echó a reír.
–Sinceramente, nunca se había ocurrido
coleccionar nada. Supongo que nunca he estado en un sitio el tiempo
suficiente.
–Tomo nota –Rosemary le hizo cosquillas al bebé,
que se rió encantado–. Un picnic clásico… desde luego lo has
conseguido.
–Muy bien, Rosemary –su nombre era dulce como el
helado de vainilla que le había quitado de la boca–. Creo que ya
puedo hacerte alguna pregunta personal.
–Yo aquí no importo.
Sólo debo decidir...
–… si seré un buen padre. Ya lo sé.
Pero tenemos tiempo, así que, dame ese capricho.
No parecía
nada segura al respecto.
–Me reservo el derecho a guardar
silencio.
–Tomo nota –no pudo evitar estirar el brazo y
acariciarle la cabecita a Tommy–. Me he fijado que eres muy buena
con este caballero. żQuieres tener hijos algún día?
Por un
momento no supo si iba a contestar.
Pero lo hizo.
–Sí.
Me encantan los nińos.
–Se te ve muy unida a Tommy –dijo a
la vez que le apretaba la mano al pequeńo–. Es extrańo, pero a
veces se me pasa por la cabeza si realmente quieres que yo lo
acepte.
–żPor qué habrías de rechazarlo?
–Cada vez
que me lo das para que juegue con él o le dé de comer, es como si
te quedaras medio vacía. Como si lo echaras de menos aunque esté
aquí mismo.
–Ya te he dicho que quiero tener hijos. Supongo
que mi instinto maternal ha despertado.
–Eres joven. Tienes
mucho tiempo.
Una imagen tentadora, aunque no deseada, apareció
en su mente: Rosemary con un camisón de seda y encaje, la cabeza
echada hacia atrás, los ojos entreabiertos, igual que los había
tenido cuando había estado a punto de besarla. Desde luego estaba
preparada para hacer hijos.
Quizá con él.
Morgan se
obligó a sí mismo a volver a la realidad. Sintió sobre los hombros
el peso de su mirada llena de curiosidad, pero no se lo
quitó.
–Bueno, dime. żTe parece que seré un buen padre? żHe
pasado la prueba?
Capítulo 8
Después del picnic Rosemary seguía
temblando.
La luz de la luna se colaba entre las cortinas de la
habitación del motel mientras ella se paseaba de un lado a otro.
Charise tenía a Tommy en brazos y le estaba haciendo caras para que
se riera.
–Relájate un poco –le recomendó su amiga–. Ha
sido un buen día. Hemos averiguado muchas cosas de Morgan Pierce y
su currículum como padre cada vez tiene mejor aspecto.
–Sólo
llevamos aquí dos días, Charise –le recordó Rosemary–. Aún no
estoy convencida de que realmente haya cambiado. żY si se le vuelve
a encender la chispa salvaje y mańana mismo se marcha a
Mónaco?
Charise la miró con cara de preocupación.
–żCrees
que es posible? żDe verdad? żEs eso lo que te dice la cabeza?
–No,
es lo que me dicen las emociones, pero tienes razón, tengo que
pensar con lógica, no con el corazón.
Tommy se agitó un poco
y su amiga se levantó para acunarlo de pie.
–Entonces el
sentido común ya ha emitido su voto, pero żqué te dice el
instinto? –le preguntó Charise.
Al ver a su amiga con el bebé
en brazos, Rosemary sintió un dolor en el pecho. No podía
defraudarlos fiándose de sus alteradas emociones. Tommy era la
prueba viviente de que escuchar al corazón en lugar de a la cabeza
tenía sus consecuencias.
Aunque en ese caso hubieran sido
buenas.
–Aún no sé muy bien qué pensar de Morgan –respondió
por fin–. La teoría dice que las personas nunca cambian del todo,
y tú más que nadie deberías saberlo por lo que hizo después de
que concibierais a Tommy.
–żEso es todo? żTe parece que no
está a la altura? Entonces supongo que deberíamos pasar al plan B y
decirle: “Verás, Morgan, en realidad la madre de Tommy sí que
estuvo con otros hombres aquel verano, así que tenemos que estar
seguras.
Rosemary se acercó a su amiga y le agarró la
mano.
–Pero eso es mentira.
–Es una buena escapatoria
si piensas que es un irresponsable.
Una llamada en la puerta
interrumpió la conversación, las dos mujeres se miraron con los
ojos de par en par.
–Es él –aseguró Rosemary.
Tommy
empezó a mover las manos y chilló.
–żTú crees? –Charise
dejó al nińo en la cuna y se fue al bańo.
–Si es alguien
del hotel, te lo diré enseguida. Por si acaso… –condujo a su
amiga hasta el escondite–. Aquí no te verá.
Charise cerró
la puerta del bańo y Rosemary respiró hondo.
–żQuién
es?
–Morgan. Estaba dando un paseo con el coche y…
Ella
abrió la puerta y miró por la rendija.
–żÉsa es tu mejor
excusa?
Llevaba un abrigo de piel de cordero y unos vaqueros
gastados. Tenía el pelo alborotado por el viento.
–No se
puede culpar a un hombre por querer arropar a su hijo.
–Eso es
muy bonito, pero… Tommy ya está dormido.
–Ah –se metió
las manos en los bolsillos–. żEso quiere decir que puedes salir a
jugar?
Jugar. Las chicas buenas como ella no jugaban con tipos
como Morgan.
Pero él ya había abierto la puerta un poco más,
lo que le permitió verla en camisón. Apartó la vista a la vez que
ella se sonrojaba.
Después de una larga pausa, él se quitó el
abrigo, la agarró de la mano y la hizo salir. Una vez fuera, le echó
el abrigo por los hombros.
–żAbuela? –dijo mirando hacia la
puerta–. Estamos aquí fuera.
La luz de la luna los iluminaba.
Él le tomó una mano y la llevó a un pinar cercano.
Capítulo 9
–żDónde me llevas exactamente?
–le preguntó Rosemary con voz temblorosa.
Morgan la
tranquilizó apretándole la mano suavemente. Tenían los dedos
entrelazados. Tenía la sensación de no haber sentido una conexión
así en su vida. Era una lástima, pero el cortejar a las mujeres
nunca había sido su punto fuerte.
Llegaron al pinar bańado por
la luz de la luna, bajo un cielo lleno de estrellas y de
posibilidades. Atraído por el olor a flores de su cabello y la
calidez de su piel, Morgan la estrechó en sus brazos. Sólo quería
sentirla junto a él, hacer que estuviera cómoda y ver el mundo como
lo veía ella, con entusiasmo y sorpresa.
–A lo mejor luego
podría entrar a ver a Tommy, żno? –le preguntó mientras se
balanceaban al ritmo de las criaturas de la noche y del tranquilo
aire de Montana.
Sintió que su cuerpo delicado se tensaba y
pensó que iba a apartarse de él, pero luego volvió a relajarse
entre sus brazos.
–Vamos a dejar que duerma tranquilo, żde
acuerdo? –levantó la mirada hacia él–. żPuedo preguntarte algo
personal?
–żQuieres saber por qué he venido realmente?
–No…
yo… żNo querías ver a Tommy?
Morgan se rió.
–Claro.
Pero ya de paso, quería verte a ti también.
–Eso es
sinceridad –hizo una pausa y esbozó una suave sonrisa–. Lo que
iba a preguntarte es si alguna vez has estado enamorado. Si hay
alguna mujer en tu vida.
Morgan se quedó helado, pero siguió
abrazándola.
–Es una palabra demasiado grande para alguien
como yo. No creo ni que pueda pronunciarla.
–En serio,
Morgan.
–Está bien. Prueba número de ochenta y siete del
examen para ser papá –se puso serio, le costaba admitir la
verdad–. Nunca he amado a ninguna mujer. Pero…
–żQué?
Rosemary
parecía tan vulnerable, tan expectante. Morgan habría deseado poder
decir que sí que había amado a alguien. żEso lo habría hecho
mejor padre?
–Hubo una mujer. Nunca supe como se llamaba, pero
sentí que lo que había entre nosotros... estaba bien. Dios, eso
suena a cuento de hadas.
–No. Sigue.
–Es un poco
escabroso.
–A mí no me lo parece.
Morgan le apartó un
mechón de pelo de la mejilla.
–De lo que más me acuerdo es
de su pelo. Largo, claro… hundí los dedos en él cuando me acerqué
a besarla.
–żPor qué era diferente a las demás?
–Quién
sabe. Puede que fuera por cómo me acariciaba la barbilla, o porque
no quería dejar de abrazarme después. Fue…
żHermoso?
żDiferente a todas las demás mujeres que habían querido acostarse
con él una sola noche sin que significara nada?
żEntonces por
qué no había intentado retenerla?
–żMorgan? –Rosemary le
había agarrado ambas manos, como para darle fuerzas para seguir.
No
podía mirarla a los ojos. No se lo merecía.
–No pienses que
fui una especie de príncipe azul. Estábamos en una fiesta y los dos
llevábamos máscaras, así que no tengo la menor idea de quién
era.
Ella le soltó las manos, pero pudo sentir un escalofrío
que le tensó los brazos. Le apretó el abrigo.
–Hace frío.
Quizá deberíamos volver.
–żTú crees en el amor?
Más
que ninguna otra pregunta de las que le había hecho, aquélla le
llegó a lo más hondo. Nunca había visto la menor prueba de ello en
sus padres, ni en su círculo social. Sin embargo…
–Creo que
podría hacerlo…
Ella sonrió y Morgan perdió el control. Se
inclinó muy despacio. Sólo quería besarla, sentir su calor y
encontrar consuelo en sus caricias.
Esa vez ella no se lo
impidió.
Capítulo 10
Era como si llevara toda la vida
deseando aquel beso.
Al ver que se inclinaba sobre ella,
Rosemary contuvo la respiración. Sintió una cálida sensación por
dentro.
żPor qué estaba dejando que ocurriera una cosa
así?
żCómo podría no hacerlo?
El peligro que percibía
en él hizo que le pasara una mano por el cuello, hasta la nuca. Se
puso de puntillas para que sus bocas se unieran antes.
Sintió
el calor en los labios, bańándole la piel de todo el cuerpo, en el
pecho, endureciéndole los pezones. Él se tomó su tiempo, empezó
con la comisura de los labios, como si aún tuviera helado.
Cuando
sintió sus dedos en el cabello, Rosemary susurró su nombre y se
apretó contra él. Se dejó llevar.
Hacía tanto tiempo.
Demasiado.
Se separaron para tomar aire, juntaron sus
frentes.
–Llevo todo el día queriendo hacerlo –dijo él.
–Ha
merecido la pena la espera, pero…
Él suspiró. Sintió el
calor de su respiración y se le puso toda la piel de gallina.
–Pero
ahora te preguntas si beso a todas las mujeres con las que me cruzo
–dijo él.
Había algo en su voz que Rosemary no supo
identificar. żVergüenza? żDecepción?
Le agarró de la
camisa.
–Quiero creer que has cambiado.
–żQué puedo
hacer para convencerte?
Sentía como el corazón la llamaba por
dentro, invitándola a contestar. Pero no podía hacerlo. No sabía
qué necesitaba para tener la certeza de que había cambiado.
Quizá
el problema fuera ella. Ella y la desconfianza que se había alojado
en su alma desde que su padre se había marchado.
–Bésame
otra vez –dijo, acercándose a él, se apretó contra su pecho y se
apoderó de su boca con urgencia y necesidad.
Estaban el uno
pegado al otro, entrelazados, las manos de él en su pelo. Cuando
sintió su lengua, Rosemary abrió la boca para dejarle paso. El beso
se convirtió en una locura sin control.
Le pasó las manos por
el pecho, por las costillas, sabía que estaba excitado por el bulto
que tenía en los pantalones. Llevó las manos al cierre del
cinturón.
Fue entonces cuando él la detuvo. Le tomó el rostro
entre las manos y se rió suavemente.
–A lo mejor no eres tan
angelical como parecías.
Rosemary se apartó bruscamente, se
miró las manos. Lo miró a él.
żQué había hecho?
–Tengo
que irme –dijo, caminando ya hacia el motel.
–żRosemary?
No
quería volverse a mirar, pero lo hizo. Estaba allí solo, una sombra
oscura.
–Podré seguir viendo a Tommy, żverdad? –la voz se
le quebró en la última palabra.
Ella asintió y echó a correr
hasta llegar a la puerta de la habitación. “No mires atrás”, se
dijo. “No pierdas el control”.
Encontró a Charise y a Tommy
sentados en el suelo, sobre una manta llena de juguetes.
–żLe
dijiste que yo era tu abuela? –preguntó su amiga con una ceja
arqueada–. Pero si estoy en la flor de la vida.
–Se acuerda
del baile de máscaras, Charise.
Se quedó helada al oír
aquello.
Rosemary asintió.
–Es hora de decírselo.
Capítulo 11
Al día siguiente por la tarde,
Rosemary aún no había conseguido dejar de sentir los escalofríos
provocados por el beso de Morgan. Ni había podido olvidar las
palabras de Charise:
“No te atrevas a hablarle todavía de la
madre de Tommy”, le había dicho, sorprendida de que Rosemary
estuviera considerando la idea. “No piensas con claridad”.
Su
amiga tenía razón, así que Rosemary había pedido cita en un
centro de pruebas médicas de Billings y se había resignado a
esperar. Con un poco de suerte, para cuando la prueba de paternidad
descubriese a la madre de Tommy, habría conseguido tener más fe en
Morgan. Después de todo, la madre debería tener la oportunidad de
participar en el proceso.
Pero Rosemary aún no podía confiar
en él.
Intentaba calmarse agitando sobre el fuego la sartén en
la que estaba haciendo palomitas de maíz mientras Tommy y Morgan
jugaban juntos. Resultaba curioso ver a un hombre tan grande manejar
a un bebé con tanto cuidado. La diferencia de tamańo entre ambos
hacía que Morgan parecía aún más fuerte, más viril. Muy
dulce.
–Aquí viene –dijo Morgan, levantando a Tommy por los
aires–. El Halcón Milenario, la nave más rápida de la galaxia.
Zuuuuuum.
Tommy “volaba”, boquiabierto.
Cuando
estuvieron listas las palomitas, Rosemary se puso a buscar un cuenco
en la cocina último modelo de Morgan.
–Me alegra ver que te
mueves con soltura por mi casa –comentó Morgan mientras se sentaba
en una silla con Tommy en el regazo.
–No tengo problemas para
adaptarme –Rosemary se metió en la boca una palomita y entretuvo a
Tommy con un perrito de peluche–. Soy una estupenda viajera.
Estaba
intentando con todas sus fuerzas no mirarlo para no ver en sus ojos
el rastro del beso de la noche anterior. Pero resultaba muy doloroso
porque lo que realmente deseaba era continuar donde lo habían
dejado.
–żEs eso lo que te gusta? –le preguntó Morgan–.
żViajar?
–Sí. Ojalá pudiera hacerlo más, pero hay muchas
facturas que pagar y eso quiere decir que tengo que trabajar. Supongo
que es una interminable sucesión de excusas encadenadas.
–żA
qué te dedicas, Rosemary?
Al oír su nombre pronunciado por una
voz tan grave y sexy, no tuvo más remedio que mirarlo, se sentía
como una marioneta a la que le hubieran movido los hilos.
–Soy
peluquera, trabajo en el salón de belleza Darla’s en Kane’s
Crossing. Nada sofisticado.
–La sofisticación no lo es
todo.
Morgan sonrió y Rosemary se derritió como un cubito de
hielo al sol.
–żY tú a qué te dedicas? –le preguntó
ella–. żAparte de esconderte de la sociedad?
–Soy inversor,
de arte, pero no me calificaría de coleccionista –explicó
mientras le acariciaba la espalda a Tommy, que parecía muy cómodo.
La verdad es que no miro mucho mis propiedades.
Morgan se quedó
callado un momento, comiendo palomitas.
–Quizá lo haga pronto
–dijo después.
–Te sorprendería el efecto que tiene el
arte sobre uno. Claro que no es yo haya visto mucho.
–Bueno,
has viajado. żHas estado en Nueva York… en el Metropolitan? żO en
la National Gallery de Londres?
–No soy la aventurera de la
familia –un recuerdo la hizo suspirar–. Por Kane’s Crossing
corren todo tipo de rumores imaginables sobre mi padre. Hay gente que
dice que se fugó con una contorsionista de un circo que pasó por el
pueblo. O que saltó en tren de mercancías y luego tomó un barco
hacia Sudamérica. Toda una leyenda, żverdad?
Morgan extendió
el brazo por encima de la mesa y le agarró la mano.
–żNunca
volvió a tu casa?
Ella negó con la cabeza.
–En realidad
es bastante aburrido. Mi madre dice que se marchó cuando estaba
embarazada porque no podía soportar la presión. Creo que vive en
Kansas City o algo así. Quién sabe.
El silencio inundó la
habitación. Tommy se había quedado dormido con la cabeza apoyada en
el hombro de Morgan. Rosemary sintió un nudo en la garganta.
–Yo
nunca le haré eso a Tommy, si es eso lo que te preocupa –dijo,
apretándole la mano.
Ella le devolvió el gesto, pero no dijo
nada.
–Vamos –le dijo entonces, obligándola a levantarse–.
Tengo algo que seguro que te anima.
Capítulo 12
Morgan sujetó a Tommy contra su
pecho y condujo a Rosemary al piso de arriba, recorrieron el largo
pasillo de la enorme casa. El sonido de los pasos retumbaba en los
altos techos.
–Cuando llegué a casa anoche no podía dormir
–dijo con voz suave al detenerse frente a una puerta cerrada. Vio
un ligero rubor en su rostro y supo que ella tampoco había podido
olvidarse del beso–. Acabé haciendo lo que habría hecho cualquier
hombre –siguió diciendo–. Me di una buena ducha fría y luego me
puse a sacar cosas del ático.
Abrió la puerta para mostrarle
una habitación infantil de auténtica fantasía; había una cuna de
madera maciza, una mesa para cambiar al bebé, un baúl antiguo
repleto de juguetes y muńecos de peluche e incluso un pequeńo
tiovivo que era una vieja reliquia familiar.
Rosemary se quedó
boquiabierta.
–żTodo esto estaba en el ático?
–No
todo, pero recordaba haber visto el baúl y el tiovivo. También
compré algunas cosas en Billings el primer día. Aún tengo que
conseguir que el tiovivo funcione –la condujo al interior de la
habitación–. La dependienta me dijo qué debía comprar, así que
espero que esté todo lo necesario.
Al apartarse de él para
observarlo todo, Rosemary parecía perdida, pequeńa y sola.
–żHas
hecho todo esto por Tommy?
Morgan apoyó la mejilla sobre la
cabecita del pequeńo.
–Claro.
–Morgan –susurró
moviendo la cabeza.
–Tranquila –se acercó a ella–. Sólo
quería que estuviese cómodo. Eso es todo.
–żY qué hay de
la prueba de paternidad?
Aquella pregunta le provocó una
punzada de desconfianza.
–żEs que no debería haberme fiado
de lo que me dijiste?
–Claro que sí, pero de todas formas lo
haremos para que estés seguro –afirmó con resolución, luego puso
la espalda recta y lo miró con ojos enrojecidos–. Como tú mismo
dijiste, no tiene que quedar ninguna duda.
La esperanza de una
vida más feliz se esfumó de pronto.
–No quiero oír hablar
de dudas. Sé que fui yo el que pidió la prueba, pero żno ves que
Tommy y yo somos iguales? Puedo enseńarte fotos de cuando era
nińo…
Por el modo en que hundió los hombros, Morgan supo que
estaba haciéndole dańo sin siquiera saber por qué.
–żTodo
esto tiene algo que ver con la madre de Tommy?
żAcaso no se
había ganado todavía el derecho a saber la verdad?
–Me
encantaría poder decírtelo ahora mismo –dijo ella.
–Claro
que puedes. żQué te lo impide?
La vio tomar aire y luego lo
soltó de golpe.
–Tiempo. Paciencia. Sabiduría.
–Puedo
darle a Tommy todo lo que desee –Morgan se acercó un poco más y
le tocó el hombro, por un momento se planteó las consecuencias de
acercarse aún más–. żQué diría la madre de Tommy si pudiera
darle también una madrastra?
Ella lo miró con los ojos muy
abiertos y llenos de temor.
–No digas nada más. Por
favor.
–He cambiado mucho, pero sigo teniendo la tendencia a
ser muy directo. Ahora sé lo que he ańorado todo este tiempo… una
mujer dulce y buena.
–Morgan…
–Cena conmigo esta
noche. Pídele a tu abuela que cuide de Tommy para que podamos hablar
de todo esto como… ya sabes… como dos personas que necesitan
hablar de lo que está pasando. Tú también sientes la atracción.
No lo niegues.
No lo hizo.
–Las cosas son un poco más
complicadas.
–żPor qué? żEs que para poder aceptar a Tommy
tengo que casarme con su madre o algo así?
Ella cerró los
ojos. żAcaso había acertado con un comentario que había hecho en
broma?
–żEs ésa la única manera de poder ejercer de padre
para él, Rosemary?
Capítulo 13
Esa tarde en la habitación que
había preparado Morgan, Rosemary había sabido que cenaría con
Morgan esa noche. No podía decirle que no, especialmente después de
lo que había insinuado sobre querer estar con ella.
Ella. El
completo opuesto a la mujer que elegiría un playboy. Una buena chica
con un estilo discreto y una clara falta de experiencia en asuntos de
seducción.
Antes de que terminara de arreglarse, de ponerse un
vestido azul turquesa sin mangas que se había comprado esa misma
tarde, Charise le había dado algunos consejos.
“Ten cuidado.
Sé fuerte. Asegúrate que realmente ha cambiado de manera tan
milagrosa antes de contárselo todo.”
Ahora, sentados ya a la
mesa que había preparado en el solarium cubierto de su magnífica
casa, Rosemary apenas podía tocar el filet mignon. La culpa era mala
amiga del apetito.
La luz de las velas parpadeaba sobre el
rostro de Morgan y le daba a sus ojos un brillo de depredador.
–Soy
un fracaso.
–żQué?
–Intentaba hacerte olvidar todo lo
que está pasando durante un par de horas, pero es evidente que no
está funcionando.
Rosemary intentó sonreír.
–Todo es
perfecto. Muchas gracias por invitarme.
–Ya sabes para qué
quería que vinieras, así que no disimulemos.
“Vaya”.
–Pensé
que habías abandonado tus costumbres de mujeriego.
–Así es.
Hay una gran diferencia entre tú y las mujeres con las que solía…
estar.
–żDe verdad? –Rosemary apoyó los codos en la mesa y
se preguntó qué veía en ella–. Me encantaría oír en qué soy
distinta.
–Muy bien. Para empezar, tú llevas un halo
alrededor de la cabeza.
Ella fingió buscarlo con la mano.
–Se
me ha debido de caer.
–No, está ahí. Lo que ocurre es que
estás acostumbrada a llevarlo –dijo esbozando una de sus
arrebatadoras sonrisas–. Segundo, sabes hablar de algo que no sea
las últimas tendencias de la moda o la portada de Vanity Fair.
–Eso
más bien me hace parecer pueblerina.
–No, te hace fascinante.
Tercero… pareces… pura, supongo que ésa es la palabra. No me
sorprendería saber que nunca nadie te ha roto el corazón.
Rosemary
se echó a reír, sorprendida.
–żEstoy en lo cierto? –le
preguntó.
No quería seguir jugando con la verdad. Ya no.
–No.
Llevo mucho enamorada de alguien. Hace tiempo que tengo el corazón
roto.
Algo cambió en sus ojos al oír aquello.
–Bueno,
dos de tres no está tan mal.
–Pensé que ese enamoramiento
era una locura… algo inútil.
–żSigues enamorada de
él?
Rosemary clavó la mirada con la que estaba jugueteando con
las manos.
–Locamente.
–Maldita sea –se levantó de
la silla y fue hacia ella–. He hecho que te pusieras triste.
–Lo
siento.
–Ven aquí –la agarró de la mano y la llevó a la
fuente que había en el centro del solarium–. Mira.
Le seńaló
el agua, al mirar, Rosemary vio su rostro reflejado en ella. Una
desconocida. Un ser abandonado de ojos tristes y peinado extrańo. Un
estilo que había elegido porque quería ser una buena chica.
–Ahí
tienes a la mujer más hermosa del mundo –dijo suavemente mientras
le apartaba el pelo de la cara.
–Adulador –dijo ella y no
bromeaba. Le daba miedo oír aquellas palabras. żEstaba volviendo a
engańarla? żEstaba engańándola?
–No –Morgan deslizó la
mano hasta su nuca–. Nunca he estado más seguro de lo que quería.
Eres la clase de mujer con la que me gustaría envejecer.
La
sangre le inundó el cerebro y lanzó una oleada de calor por todo el
cuerpo, hasta rincones que llevaban tiempo helados.
–Lo que
realmente quiero –ańadió con un susurro seductor–, es una buena
chica.
Rosemary perdió el control, se olvidó de la prudencia,
la paciencia y la paternidad.
Sus bocas volvieron a unirse, pero
esa vez, el fuego se apoderó de ellos.
Capítulo 14
Durante aquel explosivo beso, Morgan
levantó a Rosemary del suelo, la estrechó en sus brazos y se la
llevó del solarium. Un segundos después estaban en su habitación,
allí, la dejó sobre el colchón y se tumbó suavemente sobre
ella.
–Ya no tomo decisiones apresuradas –le dijo con voz
ronca de deseo–, pero sé qué es lo que me hace feliz. Tú.
–Eres
muy impulsivo –le dijo mientras él le mordisqueaba el cuello; ella
se estremeció bajo su cuerpo, el deseo le mordía el vientre.
–Llevo
mucho tiempo equivocándome, pero sé que ahora no lo estoy
haciendo.
żSeguiría pensando lo mismo cuando se entregara a él
y dejara de ser “angelical”?
Su boca volvió a apoderarse de
la de Rosemary y ella se lo entregó todo a cambio.
Le quitó el
vestido, la tela le acarició la piel al caer, igual que hicieron sus
besos después, cada roce de su boca dejaba un rastro de fuego.
Casi
sin aliento, Rosemary le ayudó a quitarse la ropa: la chaqueta, la
camisa. Cuando estaba ya medio desnudo, no pudo por menos que
detenerse a observar su pecho desnudo, bronceado y fuerte.
Mientras
lo miraba, se llevó la mano a los labios, sintió el sabor del vino
y de su piel.
–Más –dijo, aventurándose a un lado de sí
mismo que se había esforzado en ocultar.
Ya no era una buena
chica.
Cuando él se levantó y se quitó los pantalones,
Rosemary sintió que se le cortaba la respiración. Alargó el brazo,
quería tocarlo, sentirlo.
El colchón se hundió cuando él
volvió a su lado, se deslizó por cada centímetro de su cuerpo. Le
acarició el pezón con la lengua mientras sus dedos recorrían
suavemente la curva del pecho. Era una sensación tan intensa, que
Rosemary se sacudió, le sujetó bien la cabeza contra sí.
Entonces
él se centró en el otro pecho y la mano fue bajando y bajando;
primero por las costillas, el estómago y luego entre las piernas.
Allí, la acarició y se adentró poco a poco en ella, movió el dedo
con maestría hasta volverla loca.
–Rosemary…
Sentía
la fuerza de su excitación contra la pierna. Ella también le tocó
y lo oyó maldecir entre dientes.
–Quiero sentirte dentro
–había dicho aquellas mismas palabras hacía mucho tiempo. Sólo
un hombre las había oído.
Pasó un momento de agonía mientras
él buscaba un preservativo en el cajón de la mesilla. Se adentró
en ella, trataba su cuerpo como si fuera un encaje delicado, la
abrazaba con delicadeza. Pero Rosemary había acumulado demasiado
deseo durante los últimos meses, así que no pudo contenerse y
levantó las caderas, invitándolo a sumergirse un poco más.
La
llenó por completo con una especie de gruńido y ella lo acompańó
en sus movimientos. Ni rastro quedaba ya de la buena chica, había
desaparecido con aquel placer infinito.
Así era como había
imaginado hacer el amor con él; sus cuerpos unidos por completo, la
cabeza sumergida en la curva de su cuello, cubierta con él y nada
más. Se sentía vulnerable, pero a salvo. Traviesa, pero
inocente.
Él se perdió en ella con una sacudida, pero Rosemary
aún necesitaba más. Como si hubiera explorado su cuerpo mil veces
antes, Morgan fue bajando a besos hasta descansar entre sus piernas
para luego seguir haciéndole el amor con la boca. Rosemary contuvo
un grito de placer al sentir que todo su cuerpo ardía en llamas y su
corazón se elevaba hasta el infinito. Empezó a estremecerse y
entonces todo estalló en miles de fuegos artificiales.
Las
caricias en el vientre la saludaron cuando por fin volvió al mundo
real. Sintió su respiración en los muslos mientras él la miraba
con una sonrisa en los labios y un brillo de carińo en sus ojos
verdes.
Rosemary le tendió los brazos y él subió para que
pudieran abrazarse.
–Es increíble –dijo él–. Como si me
hubieran hecho para estar aquí.
–Así es.
Le dio un beso
en el cuello.
–Nunca había sentido nada parecido. Desde
que…
Morgan se puso en tensión.
Ella dejó de respirar
al darse cuenta de que había reconocido su cuerpo.
–Tú eres
la madre de Tommy –dijo.
Capítulo 15
Miles
de imágenes se agolparon en la mente de Morgan: Rosemary con su
melenita de cabello castańo y sus ojos angelicales. La misteriosa
mujer del baile de máscaras, vestida de ángel con larga melena
rubia.
Tommy.
Rosemary lo apretó contra sí.
–Lo
siento. No podía decírtelo antes.
–żPor qué no? –apoyó
el codo en el colchón para poder mirarla desde arriba, necesitaba
esa ventaja porque ella acababa de derrumbarlo con su falta de
honestidad–. Me has mentido.
Ella se arropó con la ropa de
cama como si buscara refugio.
–Quería proteger a Tommy,
quería… –suspiró–. Si seguías siendo el playboy que conocí
en Florida, no sabía si serías un buen padre. Pero al mismo tiempo
deseaba tanto que Tommy te tuviera a ti, a su verdadero padre.
Morgan
cerró los ojos un segundo.
–Si no confías en mí, żpor qué
acabas de hacer el amor conmigo?
–Pensarás que estoy loca,
pero siempre he estado enamorada de ti –apartó la mirada de él–.
Desde la fiesta de disfraces.
De pronto lo invadió una ola de
felicidad. żEntonces por qué no podía alargar la mano y
acariciarle la mejilla para aliviar su angustia?
La rabia que le
había encogido el estómago respondió a su pregunta. Un ligero
temor le rompió la voz, dividiendo sus sentimientos.
–A lo
mejor deberías empezar por el principio.
Ella respiró hondo y
luego se incorporó en la cama, aún tapada. Él se sentó
también.
–Algunas de las chicas del pueblo pensaron que sería
divertido ir a Florida juntas. No habíamos viajado mucho; somos de
un pueblo apartado del mundo real, pero mi amiga, Charise, se encargó
de organizarlo todo. Se había mudado a Kane’s Crossing, pero es
una chica de ciudad, así que sabía cómo hacerlo. Fuimos a la
costa, disfrutamos un poco del colorido local y acabamos en South
Beach. La gente decía que era allí donde iba la gente importante y
famosa, así que teníamos curiosidad. Charise conoció a un tipo en
un bar que nos consiguió invitaciones para una fiesta increíble.
Era una oportunidad única de mezclarnos con la gente que veíamos en
la televisión y en el cine.
–Tu pelo –dijo él–. Esa
noche no llevabas peluca.
–No. Lo tenía largo y rubio, esa
era yo. Todas mis amigas decían que tenía un aspecto tan puro que
tenía que ponerme alas para ir a la fiesta, así que eso hice.
Cuando volví a Kane’s Crossing, me corté el pelo y me lo teńí.
Quería cambiar para intentar alejarme de lo que había hecho en
Florida –soltó una triste risa–. Es curioso, debió de ser el
calor del sur porque todas hicimos cosas que jamás habríamos hecho
en el pueblo.
Un nítido recuerdo acudió a su mente. La había
visto al otro lado de la habitación y se había sentido
inmediatamente fascinado por aquel halo, el vestido blanco, el
misterio.
–Pensé que eras alguien de allí, de la gente de
siempre –dijo él–. No sabía nada.
–Eso era lo que yo
quería. Para mí era como un sueńo. Yo supe quién eras nada más
te acercaste a mí y me tocaste el pelo. Te había visto en las
revistas y me encantabas. Sólo era una fantasía –dibujó con el
dedo siguiendo el estampado de la colcha–. Después nos pasamos la
noche hablando y, aunque no nos vimos las caras, me pareció todo
mágico. Tú me besaste… No quisiste que nos quitáramos las
máscaras.
–Todos tenemos fantasías –murmuró él mientras
recordaba que aquella noche había sido un ángel. Él siempre había
deseado que hubiera algo bueno en su vida y si hubiera visto su
rostro, se habría roto la magia.
La fantasía había sido tan
intensa que había olvidado utilizar protección.
Pero ahora
Rosemary ya no llevaba máscara, estaba completamente abierta a él.
żEchaba de menos aquella versión inocente de ella? żAcaso la
mentira la hacía como las demás mujeres que había
conocido?
–Después te marchaste y me dijiste que volverías
enseguida. Yo me moría de ganas de que nos viéramos las caras, pero
no volviste. Fue entonces cuando empecé a buscarte.
Morgan
sabía lo que había sucedido después y se le encogió el estómago
de la vergüenza.
Capítulo 16
Acurrucada bajo las sábanas,
Rosemary sintió que el corazón se le partía en dos. Lo que había
visto la mańana después de hacer el amor con Morgan por primera vez
la había hecho salir huyendo para volver a casa y volver a ser la
misma de antes.
–Te encontré en el salón –recordó–, ya
había otra mujer entre tus brazos.
Morgan tenía una expresión
tan severa, parecía tan decepcionado.
–Lo recuerdo –admitió–.
żServiría de algo que te dijera que no pasó nada con esa mujer?
Era una insensata, como yo…
–No llevaba ropa.
Él
apretó un puńo y luego lo relajó.
–Eso no lo hice yo. Ya me
he disculpado por la vida que llevaba, Rosemary.
–Y yo daría
lo que fuera por poder estar completamente segura de que de verdad
has dejado atrás todo eso.
–Eso no es excusa para haberme
mentido respecto a Tommy.
La situación se le estaba escapando
entre los dedos.
–No sabes cuánto siento haberte dicho quién
era Tommy del modo que lo hice. Sinceramente, Morgan, żcuántas
chicas de pueblo conoces que vayan en busca de un playboy famoso y le
digan que es el padre de su hijo? Un hombre que además nunca me
había visto la cara. żNo habrías tenido mucha precaución de haber
estado en mi lugar?
La mirada de Morgan se ensombreció y no fue
necesario que respondiera.
Rosemary deseaba volver a tocarlo,
saber que seguía estando a su alcance.
–Cuando volví a
Kane’s Crossing y descubrí que estaba embarazada, seguí
albergando aquel estúpido sueńo. Sońaba que un día aparecerías
en el pueblo después de haberme buscado por todo el mundo. Es
ridículo, ya lo sé. Pero entre tanto, disfrutaba de cada segundo
que pasaba con Tommy. Fue una verdadera bendición, ya no importaba
cómo había sido concebido.
–Lo sé.
Aunque le diera la
razón en algo, seguía estando muy lejos de ella.
Rosemary
siguió hablando:
–Me disculparé mil veces si eso es lo que
tengo que hacer para que me perdones. Pero no dejes que mi error
cambie lo que sientes por nuestro hijo. Por favor.
–Sé que es
mío. Todo esto no hace que adore menos a Tommy –le puso la mano en
el hombro.
Rosemary se estremeció.
–Me prometí a mí
misma que no volvería a perder la cabeza nunca más. Pero aquí
estoy, dejando que las hormonas decidan por mí.
Él bajó la
mano al colchón. żNo había dicho que quería una buena mujer con
la que sentar la cabeza? żLo había estropeado todo al deshacerse de
la inocencia y entregarse a su seducción?
Rosemary no movió
las manos, tenía miedo de tocarlo y que la rechazara.
–Un
día miré a Tommy y me di cuenta de que era tu viva imagen. Entonces
pensé en mi padre y en cómo me había afectado su ausencia. En ese
momento le prometí a Tommy que intentaría ponerme en contacto
contigo. Cuando leí que te habías alejado de tu antigua vida, supe
que había llegado el momento.
–Y preparaste un plan para
ponerme a prueba.
–Sí, con la ayuda de mi mejor amiga,
Charise.
–Si resultaba no tener potencial como padre, tendrías
una justificación para haberme mentido. Venías preparada para
encontrarte con un cretino.
Rosemary lo miró a los ojos y
continuó:
–Y volvería a hacerlo, aunque siento que eso te
haga sentir mal. Lo siento mucho.
Morgan siguió mirándola,
todo su cuerpo se puso rígido.
–Yo lo que siento es que no
puedas olvidarte de cómo era antes.
Se envolvió en la sábana
y la miró, como dudando. Entonces su mirada se hizo aún más dura,
se puso en pie.
Y salió de la habitación.
Ella apretó
las rodillas contra el pecho. Se preguntó qué otra reacción
esperaba de Morgan.
Por definición, los playboys siempre huyen.
Capítulo 17
Morgan no había pegado ojo en toda
la noche.
La duda lo había bloqueado, por lo que le había
pedido a uno de sus empleados que llevara a Rosemary a su motel. Su
confesión, y el modo en que había reaccionado él, lo habían
dejado muy confundido, se sentía hueco.
Ahora, mientras el sol
de la mańana se colaba por la habitación infantil que había
preparado, Morgan miró la cunita y los juguetes que había comprado
para Tommy.
–Así que tú también eres un caso
perdido.
Morgan se dio la vuelta al oír aquella voz y se
encontró con una mujer rubia que lo observaba apoyada en el marco de
la puerta.
–Hola –le dijo tendiéndole la mano–. Soy
Charise, pero supongo que puedes llamarme abuela.
–He oído
hablar de ti –le estrechó la mano, pero sin demasiada
efusividad.
–Espero que no te importe que haya entrado –siguió
observándolo detenidamente–. Ya voy a tener bastantes problemas
con Rosemary cuando se entere de que estoy aquí haciendo de
árbitro.
–żQué tal está? –le preguntó, el corazón le
dio un vuelco sólo con pensar en ella.
–Triste. Me ha contado
vuestra noche romántica; la inoportuna confesión y que saliste
corriendo de la habitación.
Exacto. Así era como reaccionaba
el antiguo Morgan ante las situaciones incómodas: salía huyendo de
las dificultades y se refugiaba en algún lugar donde no le exigieran
responsabilidad alguna.
–Comprendo que no me contara la verdad
–admitió–. Yo haría lo mismo por Tommy, pero al mismo tiempo no
puedo evitar sentirme traicionado –se sentía una basura por el
hecho de que Rosemary le hubiera mentido para proteger a su
hijo.
Para protegerlo de él.
Charise se quedó mirando un
móvil con los colores del arco iris que había colgado del
techo.
–Sería una lástima que un comienzo difícil
estropeara un gran futuro.
–Sería más sencillo si al menos
no hubiese fingido ser otra persona.
–Fue a mí a quien se le
ocurrió la idea de ocultar la verdad en un primer momento. Ella no
lo tenía muy claro, pero sabía que era lo mejor para Tommy.
–Y
lo era.
Charise volvió a observarlo, seguramente vio que se
sentía herido y que no estaba seguro de si era lo bastante hombre
como para merecer una familia.
–No hay mucha gente que siga
creyendo en el amor verdadero hoy en día –dijo ella entonces–.
Rosemary siguió creyendo en aquella noche que pasó contigo, a pesar
de que la mitad de los hombres de Kane’s Crossing llamaron a su
puerta una y otra vez, pensando que no sería difícil conquistarla
con el regalito que llevaba dentro…
Morgan creía en el amor
verdadero. Creía que podía aparecer, pero también creía que podía
esfumarse.
–No dejo de preguntarme si siempre pensará lo peor
de mí –dijo él.
–A lo mejor sólo tienes que disipar las
dudas que surgieron anoche.
Cientos de ideas comenzaron a darle
vueltas en la cabeza de pronto, tenía miedo de no estar a la altura
de las expectativas de Rosemary.
–żQuién habría imaginado
que podría perder el corazón dos veces en sólo unos días? Primero
con un hijo que ni siquiera sabía que tuviera y luego con una mujer
que es demasiado buena para alguien como yo.
–Oye –lo
interrumpió Charise con firmeza–. Por lo que tengo entendido, ni
Rosemary ni tú crecisteis con unos padres de verdad. żVas a dejar
que el complejo de inferioridad prive a Tommy de tener una
familia?
–Eso, jamás. Sé que puedo ser un buen padre. De lo
que no estoy tan seguro es de Rosemary.
żCómo podía hablarle
a Charise de sus fantasías de encontrar una mujer que lo apartara de
su lado oscuro con su optimismo y su luz?
Pero Rosemary había
resultado ser un ser humano más. Y Morgan no podía evitar echar de
menos a la mujer que había aparecido aquel día en el porche con
Tommy. Aquella mujer inocente.
Charise soltó un resoplido y se
puso las manos en las caderas.
–Aún no entiendo por qué no
estás llamando a su puerta. Rosemary tiene un corazón
increíblemente puro. Si no la quieres, tú te lo pierdes.
Aquel
comentario se grabó en su mente y en su alma.
Al ver que no
respondía, Charise murmuró algo como “estúpidos hombres” y
salió de la habitación.
Morgan agarró un muńeco de peluche.
Sería un padre estupendo para Tommy. Lo que no sabía era qué tal
marido sería.
Capítulo 18
–No pretendo ser pesimista, pero
–dijo Charise–, żqué piensas hacer si Morgan no aparece?
Estaba
haciendo la maleta mientras Rosemary y Tommy la observaban.
Aunque
las dudas sobre el pasado de Morgan habían vuelto después de lo
sucedido la noche anterior y de la conversación que había tenido
Charise con él esa mańana, Rosemary no conseguía ponerse a hacer
el equipaje.
–Sé que querrá formar parte de la vida de
Tommy. De eso no tengo la menor duda, de lo que no estoy segura es
sobre mí. Después de cómo se alejó cuando le dije quién era y de
confesarle mi amor infinito.
–Así eres tú, carińo. Cuando
amas, lo haces de lleno –Charise sonrió con tristeza–. Ojalá
pudiera hacerlo yo también.
–No sé. A lo mejor va siendo
hora de que me olvide de todas las fantasías y me enfrente a la
realidad. Puede que sea por eso por lo que la noche de ayer acabó
así… Morgan no está interesado en la persona que soy
realmente.
–No digas eso, Rosemary. Quizá sólo necesite
alguien que lo guíe por el buen camino.
Aún seguía
sintiéndose culpable por aquella noche apasionada que había vivido
en Florida. żTodo lo que estaba ocurriendo era una especie de
castigo por lo que había hecho? żEra por eso por lo que había
descubierto que Morgan no podía aceptar a la mujer que se escondía
bajo el disfraz de ángel?
–No puedo creer que reconociera mi
cuerpo –una vez más, pensó en todas las mujeres que había habido
antes que ella. A veces el número hacía que se sintiera
insignificante, pero entonces recordaba el modo en que la había
abrazado.
Hasta que había salido corriendo de la habitación y
le había demostrado lo equivocada que estaba.
–Bueno –dijo
Charise–. Yo he hecho todo lo que he podido para hacerlo entrar en
razón –su amiga cerró la maleta y continuó hablando–. A lo
mejor simplemente es que no debéis estar juntos. A lo mejor es que
el amor a primera vista realmente no existe.
Rosemary no quería
creer tal cosa. Lástima que todas las evidencias demostraran lo
contrario.
–Supongo que debería hacer la maleta y luego
llamar a Morgan para organizar el sistema de visitas.
Charise y
Tommy la miraron en completo silencio y ella intentó reprimir el
dolor.
–żEstás segura?
Rosemary pensó en cómo se
hacían reír el uno al otro, en las horas que podían pasarse
hablando, en lo mucho que ambos querían a Tommy, en cómo se volvían
locos de deseo y cómo ardían sus cuerpos cuando estaban juntos.
–No
–admitió–. No estoy segura. No entiendo por qué dos personas no
pueden enamorarse sin más problemas, sin dudar el uno del otro. No…
–se tapó los ojos con la mano.
–Dios, Rosemary.
Charise
la abrazó y acabaron las dos llorando. Cuando se separaron, lo único
que le quedaba por hacer a Rosemary era preparar la maleta.
Casi
había terminado cuando se oyó un fuerte ruido afuera que las
sobresaltó a ambas.
–Parece una sirena –dijo Charise,
sacando a Tommy de la cuna.
Sabiendo que su hijo estaba en
buenas manos, Rosemary fue a mirar por la ventana. Lo que vio hizo
que el corazón se le subiera a la garganta.
Capítulo 19
–Ha venido –dijo Rosemary
tratando de tragar el nudo que tenía en la garganta.
Charise se
acercó a ella.
–Me parece que acabo de recuperar la fe en el
género masculino.
Morgan Pierce estaba sentado al volante del
camión de bomberos 54, esperándola. El ruido de la sirena y la
presencia de aquel enorme vehículo rojo había hecho salir a muchos
clientes del hotel.
–Sé que más vale tarde que nunca, pero
por el amor de Dios, ˇve ya! –Charise empujó suavemente a
Rosemary hacia la puerta.
Tommy contribuyó con un pequeńo
grito de deleite.
Rosemary respiró hondo para intentar aplacar
los nervios. Apenas podía andar y mucho menos abrir la
puerta.
Cuando Morgan la vio salir, se le iluminó la cara, pero
siguió intentando parecer avergonzado.
–He venido lo más
rápido que he podido –dijo él.
–Pensé que no querrías
volver a verme.
–Pues te equivocabas. Me he dado cuenta de que
no podía vivir ni un minuto más sin Tommy. Y sin ti.
Sin darse
cuenta, Rosemary se llevó la mano al corazón.
–Tenemos
muchas cosas que solucionar, żno crees?
–El amor requiere un
poco de esfuerzo –le dijo con su arrebatadora sonrisa–. Al menos
eso he oído.
Varios nińos se habían acercado al camión de
bomberos, Morgan los saludó con sincero carińo. Con una sonrisa que
suavizó sus dudas, pero no las hizo desaparecer del todo.
Se
bajó del camión y agarró a Rosemary de la mano.
–Lo de
anoche me pilló completamente por sorpresa.
“Anoche”, pensó
Rosemary. Besos, caricias y un final que le había cambiado la
vida.
–Me habría gustado que la verdad saliera a la luz de
otro modo.
–Eso no cambiaría el hecho de que me he enamorado
de ti.
–żEnamorado? –ży lo que había sentido hacia ella
la noche anterior?
–żNo crees que pueda querer a una mujer
como tú? –le acarició la mejilla e inclinó la cabeza–.
Rosemary, tú lo tienes todo. Eres como un diamante con diferentes
facetas. Esta mańana tu amiga me ha abierto los ojos, me ha ayudado
a resolver algunos problemas que tenía enquistados.
Rosemary
miró a Charise, que estaba de pie en la puerta de la habitación con
Tommy en brazos.
–żPodrías al menos considerar la idea de
conformarte con un tipo como yo? –le preguntó.
Un tipo como
él. Aún no estaba segura de qué clase de hombre era.
–żEstás
dispuesta a arriesgarte conmigo? –siguió él.
Le faltaba el
aire, pero consiguió reunir el suficiente para responder.
–No
dejo de pensar en nuestros respectivos padres.
–No lo hagas.
Ellos no tienen nada que ver en lo que sentimos el uno por el otro, o
en cómo queremos que crezca Tommy, rodeado de felicidad y
seguridad.
–Todo esto está pasando tan deprisa. żCómo…
–Ya
te lo he dicho –la interrumpió–. Sé lo que quiero –entonces
apoyó una rodilla en el suelo y le tomó una mano entre las suyas–.
Lo que quiero es que seas mi esposa, Rosemary. żQuieres pasar el
resto de tu vida conmigo?
Capítulo 20
Cuatro meses antes, Morgan jamás se
habría arrodillado delante de una mujer. Pero de eso hacía toda una
vida.
Levantó la mirada hacia Rosemary y la vio morderse el
labio inferior.
–Vamos, preciosa –le dijo–. Cuando un
hombre te pide que te cases con él, tienes que mostrarte un poco más
feliz.
–Estoy feliz. Es que… –se le quebró la voz.
Morgan
tiró de ella y la hizo sentarse sobre su rodilla. La estrechó en
sus brazos. La gente que había salido a ver el camión de bomberos
comenzó retirarse, pero esperaban junto a sus respectivas
habitaciones para poder oír la respuesta a la proposición. Charise
sin embargo se había acercado.
Su amiga le dio el nińo a
Rosemary, que lo abrazó con fuerza.
–Buena suerte –le dijo
sólo moviendo los labios y guińando un ojo.
Morgan acarició a
Tommy.
–Oye, amigo, żpuedes decirle a tu madre que tú
también quieres que estemos todos juntos?
–A lo mejor estamos
confundiendo la pasión con algo más.
–Sabes muy bien que no
es así. Por un extrańo capricho del destino, siempre he estado
enamorado de una parte de ti. żRecuerdas cuando te dije que había
habido un momento de verdad en mi vida? żQue un ángel enmascarado
me había abrazado como no lo había hecho ninguna otra
mujer?
Rosemary titubeó unos segundos, pero de pronto algo
cambió dentro de ella. En sus ojos apareció un intenso brillo y una
sonrisa iluminó su rostro. Dejó que Morgan siguiera hablando.
–Tú
desencadenaste la metamorfosis. Ya no puedo volver a ser el Morgan
que era antes.
Ella se echó a reír, besó a Tommy y luego a
él.
–Puede que el verdadero amor exista, incluso entre
nosotros.
Morgan hundió el rostro en su cabella con alegría…
era tan dulce. Con la otra mano le agarró la piernecita a Tommy,
formando un círculo lleno de promesas.
–Tenemos mucho tiempo
que recuperar –dijo Rosemary.
–Siempre y cuando nos contemos
todos nuestros secretos.
–Yo ya no tengo más. żTú?
–Yo,
sí.
–Ah.
–No te preocupes –le dijo Morgan,
riéndose–. He planeado un viaje secreto. Ya sabes, una luna de
miel.
–Eres malo.
–żQué quieres que haga si aún no
he me has dicho que sí?
–Sí –Rosemary echó la cabeza
hacia atrás y alzó la voz, entrecortada por la risa–. ˇSí, sí,
sí!
Mientras sentía que los pedazos de su corazón volvían a
recomponerse y le hacían sentirse completo de nuevo, Morgan se sacó
del bolsillo el anillo de su abuela. Lo había encontrado en el ático
junto al tiovivo y el baúl. Dio gracias al cielo por que Rosemary le
dejara adornar su dedo con amor.
La pequeńa audiencia que aún
los observaba se puso a aplaudir y luego se metieron en sus
habitaciones. También Tommy se dio cuenta de que estaba pasando algo
importante porque intentaba aplaudir.
–Soy el hombre más
afortunado del mundo –dijo él y Rosemary le dio un beso en la
mejilla. Tenerla era una bendición, un cabo suelto que por fin se
unía. Los unía a ambos.
Con la ayuda de la manita de Tommy,
Morgan le puso el anillo a Rosemary y dijo:
–Por el amor
verdadero.
–Y por el amor a primera vista –ańadió ella–.
Un amor que pasa de fantasía a realidad.
Se sonrieron el uno al
otro, sus miradas silenciosas contenían cientos de promesas.
Una
luz repentina los hizo parpadear.
–Os pillé –dijo Charise,
con una cámara instantánea en la mano. La foto salió enseguida–.
Un momento histórico capturado en el papel.
Antes de volver a
la habitación les dio la foto. Ambos la agarraron y le enseńaron a
Tommy la magia de la imagen. Allí, ante sus propios ojos, apareció
una familia feliz.
–Mira eso –le dijo Morgan–. Es nuestro
futuro.
Rosemary le acarició el cuello.
–Te quiero mucho
–dijo él.
–Y yo a ti –respondió ella con un suspiro y
apoyó la mejilla contra la suya–. Amo todas tus facetas.
Aunque
ella aún siguiera intentando aceptar lo que había sido en el
pasado, después de aquel momento mágico, Morgan tuvo la certeza de
que el playboy había desaparecido para siempre. Al volver a mirar la
foto, vio a un Morgan Price completamente nuevo.
Vio un padre
abrazando a su feliz familia.
Mientras el sol se ponía en
Remington, para ellos amanecía un nuevo día.