El hijo del playboy

El hijo del playboy
por Crystal Green

Capítulo 1

–żSeńor Pierce? Me envían para que le presente a Tommy. Su hijo.
Morgan cruzó los brazos de manera instintiva y miró a aquella mujer menuda. Estaban en el porche de su casa de campo, que era casi una mansión. Su mirada directa, por no hablar del bebé que llevaba en brazos, indicaba que aquello no era ninguna broma preparada por los trabajadores de su rancho, tan amigos de todo tipo de jugarretas.
A su cabeza acudieron un sinfín de preguntas.
–żUn hijo? żMío? –preguntó.
El nińo apretó los labios y luego estiró la mano para agarrarle un mechón de pelo castańo a la mujer que lo sujetaba. El sol de la mańana brillaba en el cielo de Montana, bańándolos con su luz y su inocencia. Morgan no estaba acostumbrado a ninguna de esas dos cosas.
Un nińo. żSuyo? żCuándo… dónde… con quién…?
La mujer agarró la mano del pequeńo Tommy y le quitó el mechón suavemente.
–Ya sabe… –se echó a reír–. He venido en el avión ensayando lo que debía decir, pero al final me ha salido mal. La madre de Tommy quería que le soltara la bomba con suavidad, no de golpe.
Con el rostro ruborizado, la mujer lo observó detenidamente, evaluando sus reacciones con ansiedad. Morgan cambió de posición; sus botas de cuero crujieron y los vaqueros gastados que llevaba estaban a punto de cortarle la circulación e impedir que la sangre le llegara a la cabeza.
El pequeńo Tommy también miró a Morgan. żPodría adivinar todo lo que había dejado atrás? Noches de champán y mujeres cubiertas de seda, mujeres cuyos nombres y cuyos rostros apenas recordaba.
Al ver la sonrisa sin dientes de Tommy, algo se estremeció dentro del ex playboy, un músculo que no conocía.
–Será mejor que entremos –sugirió Morgan, guiándolos hacia la puerta para huir del frío de octubre y de los trabajadores que, si se acercaban un poco más, podrían oír lo que hablaban.
Una suave ráfaga de perfume floral le hizo cosquillas en la nariz cuando ella pasó a su lado.
–Empecemos de nuevo –dijo ella, tendiéndole una mano–. Soy Rosemary Robbins.
Sintió la palma de su mano. Suave. Diminuta. La estrechó entre los dedos, disfrutó de una sensación a la que se había desacostumbrado.
Una costumbre que había hecho todo lo posible por abandonar.
Cuando sus ojos se encontraron, ella apartó la mirada de inmediato y le soltó la mano. El contacto visual le provocó una punzada de calor en el vientre. Genial. Se había retirado a aquel lugar aislado de Montana, al rancho Remington, para escapar de una vida sin sentido, no para retomarla con la primera desconocida guapa que llamara a su puerta.
Dios, tenía un aspecto demasiado angelical para él, sobre todo teniendo un bebé en los brazos. Que además era su hijo, o al menos eso había dicho ella.
Tendría que comprobarlo.
Se sentaron en el salón de cuero y granito, cerca del fuego. Ella ocupó un extremo del sofá de cuero y él, el otro. Tommy tenía agarrado el suéter de Rosemary y lo observaba todo con atención.
–Supongo que debería explicárselo –dijo ella–. Se podría decir que me dejaron a Tommy en la puerta de casa. Me he hecho responsable de él.
–żDónde está su madre?
Rosemary se puso tensa y justo entonces Tommy le puso la mano en la mejilla.
–Su madre no está preparada para verlo. Yo he venido para ver si usted estaría dispuesto a ser el padre del pequeńo.
–No pretendo poner las cosas difíciles, pero siento cierta desconfianza hacia una mujer que se ha presentado aquí de pronto y dice ser la responsable de mi… –el bebé miró a Morgan y él no puedo evitar contener la respiración al ver el parecido–… hijo.
–No lo culpo. Pero…
Morgan levantó un dedo.
–Antes de que prosiga, me gustaría saber algo, seńorita Robbins. No estará jugando conmigo, żverdad?

Capítulo 2

żJugando? –Rosemary sintió que se le encogía el estómago.
Otra de las respuestas que había ensayado se le atragantó. Había prometido no decirle nada a Morgan Pierce sobre la madre de Tommy. Al menos hasta que estuviera segura de que el célebre playboy podría cuidar bien del bebé.
Tommy le rozó la mejilla con su boquita. Ella sonrió, se limpió la humedad de la cara y le dio un beso.
–Es cierto, no tiene por qué confiar en mí así como así –reconoció ella–. Pero debo saber si quiere que su hijo forme parte de su vida. Su madre no quiere dinero, sólo su tiempo.
Los ojos verdes de Morgan adquirieron un tono oscuro, casi tan oscuro como su cabello negro. Su cuerpo, alto e intimidante, se puso alerta, se le tensaron los músculos e inclinó los hombros hacia delante como para protegerse.
–żNo quiere mi dinero? Ya.
–Es verdad –acomodó a Tommy en su regazo–. Necesito saber si está dispuesto a ejercer de padre antes de meter a la madre de Tommy en todo esto. Tiene que creerme, por favor.
Dios, estaba temblando, había empezado a hacerlo cuando Morgan había abierto la puerta para hacerlos entrar. El rubor se había instalado en su rostro y la piel le latía.
Él le lanzó una mirada.
–No soy ningún tonto.
–Es evidente.
Justo en ese momento tan oportuno, Tommy hizo un sonidito. La mirada de Morgan se despojó de toda furia al mirar al bebé. Se ablandó tanto como el corazón de Rosemary.
–żQué tiempo tiene?
–Seis meses –Rosemary lo agarró mientras Tommy se inclinaba hacia Morgan–. Está empezando a gatear, se arrastra por el suelo como una ranita
–Seis meses –lógicamente, estaba haciendo cálculos–. Eso fue el verano del ańo pasado.
Rosemary contuvo la respiración, preparándose para lo que recordara.
–Exacto.
Morgan se encogió de hombros y apartó la mirada de Tommy.
–Viajé mucho en esa época.
–Lo comprendo –sabía que aquel hombre tenía reputación de ser aficionado a los coches europeos y a las mujeres. Estaba acostumbrado a divertirse en yates que surcaban el Mediterráneo y en chalets suizos. Eso era precisamente lo que preocupaba a Rosemary–. En South Beach, Florida –le dijo–. Ahí es donde conoció a la madre de Tommy.
El bebé dio otro gritito para atraer la atención de Morgan. Y lo consiguió.
Morgan parecía preocupado.
–żQué tal está su madre?
–Muy bien –Rosemary se sirvió del recuerdo de Charise para tomar fuerzas. Su amiga y compańera de trabajo en el salón de belleza de Kane’s Crossing la había convencido de que fuera a Remington. Rosemary al principio se había mostrado reticente, pero Charise había ideado el mejor plan posible. Después de tomar aire, ańadió–: Pero estaría mejor si Tommy pudiera crecer teniendo un padre.
El bebé le echó los brazos a Morgan, que miró a Rosemary con sorpresa.
–żQuiere tomarlo en brazos? –le preguntó ella.
–Claro. Supongo.
Morgan se acercó para que Rosemary le pasara al pequeńo. No pudo evitar cruzar los brazos sobre el pecho para llenar el vacío que había dejado Tommy.
Parecía tan pequeńo en unas manos tan grandes, junto a un pecho tan enorme... Morgan lo sujetaba como si fuera de porcelana, como si tuviera miedo de que fuera a romperse.
Morgan esbozó una sonrisa, parecía sorprendido de que el pequeńo no se le hubiera caído.
–No pretendo ser malo pero, żcómo puede estar segura la madre de Tommy de que yo soy el padre?
Rosemary comparó el cabello negro y alborotado y los ojos verdes de ambos.
No había la menor duda.
żPero cómo podía decirle a Morgan que, al margen de la genética, si decidía que no estaba preparado para ser un buen padre, estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para proteger a Tommy?

Capítulo 3

Desde hacía ańos Morgan tenía la sensación de que a su vida le faltaba algo. Pero tuvo que tener a aquel pequeńo en sus brazos para saber qué era.
Su hijo. żQuién podría haberlo imaginado? Aquel bebé había hecho que se sintiera útil por primera vez en su vida. Increíble.
Tommy comenzó a mover las manos alegremente. La verdad era que el pequeńo era el vivo retrató de él a esa edad. Miles de fotografías en las que se le veía en los rígidos brazos de sus padres podrían probar el evidente parecido.
–żY no se podría hacer una prueba de paternidad? –sugirió él.
Incluso desde el otro lado del sofá pudo sentir la tensión de Rosemary.
–Si lo necesita, se puede arreglar.
–Me gustaría borrar cualquier duda –Tommy comenzó a trepar por su pecho para juguetear con su nariz y sus orejas.
–Me parece que le gusta.
–Claro. Soy un buen tipo –estaba ganando confianza, levantó al bebé de su regazo. Tommy lazó un alegre grito.
–Criar a un hijo es algo más que jugar con él.
–żQué necesita saber? żMi historial policial? No tengo… bueno, ahora que lo pienso, una vez tuve problemas con la policía de Los Ángeles por…
Rosemary enarcó una ceja.
–Continúe.
Él se echó a reír y habló mirando a Tommy.
–Ahora no puedo darle los detalles, pero digamos que tiene algo que ver con una playa iluminada por la luna y cierta falta de ropa.
–Y alguna joven actriz en ciernes, supongo –murmuró ella.
–Me siento muy orgulloso de ello. Ser hijo de unos padres con demasiado dinero es motivo más que suficiente para tener una vida algo peculiar.
–Supongo que es una manera de dar a entender que es económicamente solvente. Capto el mensaje. Pero hay algo más importante que me gustaría saber. żQué haría si supiera con toda certeza que Tommy es su hijo?
Morgan se detuvo a pensar.
–He disfrutado mucho de mi vida de soltero, del dinero y de la independencia que he tenido –volvió a sentar a Tommy en su regazo y dejó que él pequeńo le agarrara el dedo. El contacto con su manita le ablandó un poco más el corazón–. Pero, honestamente, estoy un poco cansado de todo eso.
Rosemary inclinó la cabeza, lo que hizo que se le moviera la melena castańa, que le llegaba por la barbilla.
–Supongo que se podría decir que hace cuatro meses me retiré de toda esa superficialidad y me vine a vivir a Remington. Últimamente no salgo mucho y, aunque hacía ańos que no me sentía tan bien, hay algo que no está del todo bien.
Tommy se frotó un ojito y levantó la mirada hacia Morgan.
–O al menos no estaba bien.
–Ojalá pudiera hacerle las miles de preguntas que me vienen a la cabeza.
–Adelante.
–Lo haré en su momento –respondió Rosemary al tiempo que extendía los brazos hacia Tommy, que no tardó en ir con ella y volver a acomodarse en su regazo–. Está un poco cansado.
Morgan no sabía qué hacer con las manos ahora que ya no tenía al pequeńo.
–żPodría decirme cómo es su madre?
El fuego crepitó en la chimenea mientras Rosemary pensaba.
–Lo crea o no, es una mujer muy responsable. Cuando estuvo con usted, perdió la cabeza… aunque fue sólo aquella única vez. Afortunadamente, Tommy fue la recompensa.
Y también la de él.
–Una mujer responsable… –dijo en tono meditativo–. No solía acercarme mucho a mujeres tan formales. Al menos entonces.
Rosemary se mordió el labio. Parecía que no podía evitar coquetear, aunque sólo fuera un poco.
Morgan se fijó en que sus mejillas habían adquirido un atractivo tono rosáceo.
–Dios. Mire qué hora es –dijo poniéndose en pie. El nińo apoyó la cabecita en su hombro–. Recuerde, su madre sólo quiere que Tommy tenga un buen padre. Es muy importante para ella.
Un padre. Era asombroso que ahora él lo fuera. Quizá.
–żDónde se alojan?
–Con mi… –titubeó y luego sonrió–. Con mi abuela. En el motel Maverick, habitación 3. Pero… –la sonrisa desapareció–. Mejor me pongo yo en contacto con usted, żde acuerdo?
Sin decir nada más, se dio media vuelta y salió de la habitación. Morgan se limitó a decir adiós con la mano al pequeńo, ya adormilado.
Le sorprendió darse cuenta de que no quería que se fueran.

Capítulo 4

–Ya lo he pensado un millón de veces –le susurró Rosemary a Charise a la mańana siguiente–. żMorgan Pierce se merece a Tommy?
Su rubia compańera, también conocida como “abuela”, aún estaba medio dormida en una de las camas mientras el bebé dormía plácidamente en la cuna de viaje, en un rincón de la anticuada habitación del motel.
El día anterior, Charise y ella habían analizado detenidamente el encuentro con Morgan, pero Rosemary seguía sin saber qué clase de padre sería, ni siquiera sabía si le había gustado Tommy y viceversa.
Charise meneó la cabeza.
–Será mejor que no nos precipitemos. żCuánto tiempo estuviste con él? żUna media hora llena de emoción? Eso no nos dice nada, por mucho que te pareciera prometedor.
Rosemary fue hacia la cuna a ver a Tommy. Tenía los labios entreabiertos, como si tuviera el chupete en la boca. Cada vez que lo miraba estaba más segura de que quería tener muchos hijos. Sólo necesitaba encontrar el hombre adecuado para formar una familia.
–Tienes razón –dijo–. Morgan tiene que demostrar que ha cambiado. Sin un padre de verdad, cualquier nińo se sentiría incompleto.
–Entonces estamos de acuerdo –respondió su amiga–. żQué piensas entonces de lo de la prueba de paternidad?
–Yo me encargo. No te preocupes.
–A lo mejor deberíamos quedarnos… sólo hasta que estemos más seguras de él –con un suspiro, Charise se acurrucó en la cama y cerró los ojos–. Quiero saber algo más del playboy millonario. Mucho más.
Rosemary dejó descansar a su amiga, la tensión no había hecho más que empezar.
Comprendía muy bien a Tommy, aunque aún no fuera lo bastante mayor para darse cuenta de que su padre no vivía con él. Ella se había pasado veinticinco ańos preguntándose dónde estaría el suyo y por qué las habría abandonado a su madre y a ella.
–żCómo te gustaría que fuese tu padre? –le preguntó al pequeńo en un susurro–. żTe gustaría que fuese como Morgan Pierce? La verdad es que parecía que te gustaba.
El bebé siguió durmiendo. Rosemary sintió envidia de su tranquilidad. Morgan le había removido algo por dentro, cada mirada suya la había hecho inquietar. Dios, aún le ardía la mano con la que le había saludado. Qué cosa más extrańa.
–Bueno, carińo, a lo mejor tu papá es una especie de regalo de Navidad. Y quizá algún día yo consiga…
żEl qué? żUn hombre guapísimo al que le encanten los nińos? żUn hombre como Morgan Pierce?
Rosemary apoyó la cabeza en la cuna y cerró los ojos, acompasando la respiración a la de Tommy.
La despertó el timbre del teléfono de los ańos sesenta que había en la habitación. Tommy y Charise lo oyeron también, así que agarró al nińo, le dijo a Charise que ella se encargaba de todo y contestó a la llamada.
–żSeńorita Robbins? –dijo la voz de Morgan al otro lado.
El corazón le dio un vuelco.
–Llámame Rosemary.
Charise abrió un ojo.
–Rosemary –dijo él en tono más suave–. Sé que me dijiste que me llamarías tú, pero… Bueno, quería volver a Tommy. Mi cocinera ha preparado algo de comida y me preguntaba si querrías venir conmigo a hacer un clásico picnic.
Rosemary se mordió el labio para no sonreír.
–żQué es un clásico picnic?
–Ya lo verás.
–Has conseguido intrigarme –intentó recordar que el objetivo de la visita era Tommy, no… ninguna otra cosa.
–żTe parece que os recoja a las doce?
Parecía contento, nada que ver con lo que habría esperado de un playboy.
–Sabes que voy a bombardearte a preguntas –advirtió ella.
–Puedes preguntarme lo que quieras. Soy un libro abierto.
“No como tú”, parecía dar a entender.
Pero ella tenía un buen motivo para no serlo. No quería que Tommy tuviera que sufrir por tener un mal padre que acabara cansándose de él cuando dejara de ser una novedad.
–Pasa a buscarnos –dijo apretando al pequeńo contra su pecho. Luego colgó–. Quiere volver a ver a Tommy.
Charise se incorporó en la cama y se llevó las manos a la boca.
–No te preocupes –le dijo Rosemary–. Voy a llegar al fondo de Morgan Pierce.

Capítulo 5

Morgan le había prometido a Rosemary un picnic al estilo clásico y eso era lo que iba a tener.
Después de recogerla en el motel, sentar a Tommy en su asiento de seguridad e ir hasta el rancho, Morgan los llevó al patio. Allí, el olor de los abetos y el calor de los calentadores de exterior completaban una escena preparada con una mesa servida con pollo frito, ensalada de patata, helado de vainilla casero y limonada.
–Esto no es todo –aseguró Morgan–. Aún tengo guardada alguna sorpresa.
–Hasta entonces, żestás preparado para responder a mis preguntas?
–Claro. Empieza cuando quieras.
Rosemary le acarició la cara a Tommy, que estaba ya sentado en una trona que Morgan había comprado esa misma mańana. Al ver el carińo que sin duda había entre ambos, Morgan acercó su silla a ellos.
–żQuieres darle de comer? –le sugirió ella con el cuenco de cereales y plátano en la mano–. Te prometo que será lo mejor del día.
Morgan no estaba seguro aún de si podía confiar en sus promesas; sobre todo porque se mostrara tan reacia a contarle nada sobre la madre de Tommy. Finalmente decidió arriesgarse y aceptó el cuenco que ella le ofrecía; al hacerlo le rozó la mano y sintió un escalofrío por todo el cuerpo.
Ella retiró la mano rápidamente y se la llevó al pelo para apartarse un mechón.
–Que lo disfrutes.
–Allá vamos –se acercó un poco más a Tommy–. żTe acuerdas de mí?
El pequeńo le dedicó una luminosa sonrisa de querubín.
–żSabes cómo…? –le preguntó Rosemary, haciendo con la mano el movimiento que tenía que hacer él para dar de comer al nińo.
–No puede ser muy difícil.
–Muy bien –Rosemary se recostó sobre el respaldo de la silla y lo observó con una sonrisa maliciosa en los labios.
Él cargó la cuchara.
–A lo mejor es demasiado –sugirió ella.
Morgan quitó un poco de la cuchara después de lanzarle una mirada burlona.
–La conversación del otro día me hizo pensar que estás abierto a formar una familia.
Él se encogió de hombros. Lo cierto era que, aunque los había conocido el día anterior, los había echado de menos después de que se fueran de su casa. żQuería eso decir que estaba preparado para comprometerse con algo tan serio?
Claro que lo estaba. El simple recuerdo de Tommy agarrándole el dedo con su manita hacía que se sintiera más completo de lo que se había sentido en toda su vida. Era irónico. Sin darse cuenta, Morgan Pierce había hecho algo que merecía la pena: Tommy. No había sabido dónde tenía que buscar la felicidad, pero se había topado con ella.
Morgan hizo todo tipo de sonidos mientras acercaba la cuchara, pero al llegar allí, Tommy no abrió la boca. Por fin consiguió que comiera un poco, pero fue más lo que cayó en el babero.
Se echó a reír y dijo:
–No he crecido en un ambiente con muchos nińos, la verdad. Mi padre siempre estaba viajando y mi madre, trabajando en algún lugar.
–He leído en alguna parte que tu padre era jugador de fútbol americano y todo el mundo conoce a la actriz Lucrecia Pierce. żQué hacías si nunca estaban en casa? –preguntó antes de tomar una cucharada de helado.
Morgan observó cómo disfrutaba del postre.
–Me volví un salvaje, eso es lo que hice. No había nadie cerca a quien le importara de verdad. Pensé que siempre sería así, pero entonces me di cuenta de que la vida no tenía por qué ser una sucesión de estrenos y de fiestas. Ahora me interesa más la calidad que la cantidad.
–Estrenos… –murmuró ella con una mirada ensońadora que enseguida se encargó de borrar.
Se le había quedado una gota de helado en el labio inferior. Morgan sintió que se apoderaba de él un intenso deseo, una combinación de soledad y libido.
Se inclinó hacia ella, que abrió los ojos de par en par.



Capítulo 6

Rosemary seguía teniendo el sabor del helado de vainilla en la boca y la mirada de Morgan era cada vez más intensa, una mirada que bajó de sus ojos para detenerse en sus labios.
Era la mirada de un hombre que deseaba besarla.
Sintió que se le aceleraba el pulso, el corazón le golpeaba las costillas. żEra eso lo que deseaba? żLa prueba de que seguía intentando seducir a mujeres a las que apenas conocía?
żO acaso deseaba algo completamente distinto?
Él apoyó un brazo en la mesa del picnic, en su boca se adivinaba una versión más sutil de esa sonrisa arrogante que había llegado a conocer tan bien en tan poco tiempo. Con la cabeza hecha un lío, Rosemary tomó aire y cerró los ojos como anticipándose al momento.
Podía sentirlo a sólo unos centímetros de distancia. Sólo un breve espacio los separaba. Un susurro.
–Cuidado –dijo él con voz grave.
Ella siempre había tenido mucho cuidado, especialmente con hombres como Morgan Pierce. Con los ojos entreabiertos vio cómo se acercaba su dedo índice y le rozaba los labios. La piel ardiente.
Sin pensarlo, Rosemary le agarró la muńeca, abrió los ojos de par en par, la piel le ardía de vergüenza.
Él le mostró el dedo manchado de helado.
–Eres peor que Tommy para comer.
–Mis modales dejan mucho que desear –aún le tenía agarrada la muńeca. Podía sentir el latido de sus venas.
Morgan miró a su mano, sin duda le divertía que no fuera capaz de dejar de mirarlo. Ella lo soltó y puso ambas manos sobre la mesa.
–No te preocupes –le dijo él–. A pesar de mi reputación, no voy a abalanzarme sobre ti. Durante mi exilio voluntario he desarrollado cierta capacidad para controlarme.
Una lástima, pensó Rosemary. No, no, no. En realidad era algo muy bueno. Tommy necesitaba un padre maduro que supiera controlarse.
–żY qué te hace pensar que yo esperaba que… te abalanzases? –le preguntó Rosemary.
Él se echó a reír y enarcó una ceja. Rosemary entreabrió los labios de manera instintiva y luego volvió a cerrarlos.
Tenía la sensación de que aquel hombre podía percibir su deseo como si fuera un cartel de neón.
Un ligero sonido le recordó que Tommy estaba a menos de un metro. Agarró una servilleta y consiguió que la mano dejara de temblarle lo suficiente para limpiarle la cara.
–żEs eso lo que más te preocupa? –preguntó Morgan–. żQue vuelva a mis costumbres salvajes?
–Se me ha pasado por la cabeza, sí.
–Está bien –se sentó con la espalda recta y se cruzó de piernas–. Empieza con las preguntas. No he tenido ninguna aventura, ni he cometido ningún descuido desde… –hizo una pausa–. Desde que vi cómo se marchitaban muchos de mis supuestos amigos. No hacía falta ser un genio para darse cuenta de que lo que estaba haciendo no iba a llevarme a nada productivo, que iba camino de llegar a viejo sin haber vivido nada de verdad.
–żEso fue suficiente para hacerte cambiar?
Su mirada se volvió dura.
–Vi a un hombre que se suponía era mi amigo tomar una sobredosis en una fiesta. Al día siguiente volvió a hacerlo, pero esa vez la sobredosis fue letal. Eso fue suficiente para hacerme cambiar.
Rosemary dejó de limpiarle la cara a Tommy.
–Lo siento.
–No tanto como lo sentí yo –volvió a ponerse recto con actitud más relajada–. Así que todos esos rumores que has oído sobre princesas y actrices… nada de nada. Todo eso se ha acabado.
Rosemary lo observó unos segundos en busca de alguna seńal que indicara que estaba mintiendo, pero lo único que vio fue a un hombre que había pasado por algo que lo había hecho despertar. Un hombre que había madurado.
–Puedo perfectamente adaptarme a la vida en familia; un hijo, una esposa –ańadió y luego se inclinó hacia ella–. Ahora soy hombre de una sola mujer.
Rosemary sintió que se le secaba la boca.
–Bueno… żcrees que Tommy está preparado para una sorpresa? –preguntó él.

Capítulo 7

El pequeńo se había quedado completamente boquiabierto cuando Morgan le había presentado al Camión 54.
Ahora Morgan estaba rodando por el suelo un precioso camión de bomberos para deleite de Tommy, que no dejaba de reír y de mover los bracitos desde el regazo de Rosemary. Ella levantó la mirada al cielo y observó las nubes de algodón, la tenue luz del atardecer.
Morgan no podía olvidar que ella había evitado que la besara y lo cierto era que tanta cautela lo había dejado asombrado.
–żCuántos camiones tienes? –le preguntó ella después de ponerse un mechón de pelo detrás de la oreja–. żVamos a poder verlos todos?
–Guau, vaya entusiasmo. Me temo que éste el único. El viejo Camión 54 necesitaba un hogar y no podía negarme.
–La verdad es que a Tommy se le ha iluminado la mirada al verlo. Creo que le gusta el color rojo. Y la escalera.
Morgan miró con ternura a su hijo. Sí, su hijo. La aparición de Tommy le había cambiado la vida en un solo instante, igual que lo había hecho la sobredosis de su amigo.
–Bueno, si quiere más camiones de bomberos, los tendrá.
–żQué otras cosas coleccionas? –preguntó ella, inclinando la cabeza–. Quiero decir, ésta en concreto es algo estrafalaria. Los hombres suelen preferir las Harleys o botellas de cerveza.
Morgan se echó a reír.
–Sinceramente, nunca se había ocurrido coleccionar nada. Supongo que nunca he estado en un sitio el tiempo suficiente.
–Tomo nota –Rosemary le hizo cosquillas al bebé, que se rió encantado–. Un picnic clásico… desde luego lo has conseguido.
–Muy bien, Rosemary –su nombre era dulce como el helado de vainilla que le había quitado de la boca–. Creo que ya puedo hacerte alguna pregunta personal.
–Yo aquí no importo. Sólo debo decidir...
–… si seré un buen padre. Ya lo sé. Pero tenemos tiempo, así que, dame ese capricho.
No parecía nada segura al respecto.
–Me reservo el derecho a guardar silencio.
–Tomo nota –no pudo evitar estirar el brazo y acariciarle la cabecita a Tommy–. Me he fijado que eres muy buena con este caballero. żQuieres tener hijos algún día?
Por un momento no supo si iba a contestar.
Pero lo hizo.
–Sí. Me encantan los nińos.
–Se te ve muy unida a Tommy –dijo a la vez que le apretaba la mano al pequeńo–. Es extrańo, pero a veces se me pasa por la cabeza si realmente quieres que yo lo acepte.
–żPor qué habrías de rechazarlo?
–Cada vez que me lo das para que juegue con él o le dé de comer, es como si te quedaras medio vacía. Como si lo echaras de menos aunque esté aquí mismo.
–Ya te he dicho que quiero tener hijos. Supongo que mi instinto maternal ha despertado.
–Eres joven. Tienes mucho tiempo.
Una imagen tentadora, aunque no deseada, apareció en su mente: Rosemary con un camisón de seda y encaje, la cabeza echada hacia atrás, los ojos entreabiertos, igual que los había tenido cuando había estado a punto de besarla. Desde luego estaba preparada para hacer hijos.
Quizá con él.
Morgan se obligó a sí mismo a volver a la realidad. Sintió sobre los hombros el peso de su mirada llena de curiosidad, pero no se lo quitó.
–Bueno, dime. żTe parece que seré un buen padre? żHe pasado la prueba?

Capítulo 8

Después del picnic Rosemary seguía temblando.
La luz de la luna se colaba entre las cortinas de la habitación del motel mientras ella se paseaba de un lado a otro. Charise tenía a Tommy en brazos y le estaba haciendo caras para que se riera.
–Relájate un poco –le recomendó su amiga–. Ha sido un buen día. Hemos averiguado muchas cosas de Morgan Pierce y su currículum como padre cada vez tiene mejor aspecto.
–Sólo llevamos aquí dos días, Charise –le recordó Rosemary–. Aún no estoy convencida de que realmente haya cambiado. żY si se le vuelve a encender la chispa salvaje y mańana mismo se marcha a Mónaco?
Charise la miró con cara de preocupación.
–żCrees que es posible? żDe verdad? żEs eso lo que te dice la cabeza?
–No, es lo que me dicen las emociones, pero tienes razón, tengo que pensar con lógica, no con el corazón.
Tommy se agitó un poco y su amiga se levantó para acunarlo de pie.
–Entonces el sentido común ya ha emitido su voto, pero żqué te dice el instinto? –le preguntó Charise.
Al ver a su amiga con el bebé en brazos, Rosemary sintió un dolor en el pecho. No podía defraudarlos fiándose de sus alteradas emociones. Tommy era la prueba viviente de que escuchar al corazón en lugar de a la cabeza tenía sus consecuencias.
Aunque en ese caso hubieran sido buenas.
–Aún no sé muy bien qué pensar de Morgan –respondió por fin–. La teoría dice que las personas nunca cambian del todo, y tú más que nadie deberías saberlo por lo que hizo después de que concibierais a Tommy.
–żEso es todo? żTe parece que no está a la altura? Entonces supongo que deberíamos pasar al plan B y decirle: “Verás, Morgan, en realidad la madre de Tommy sí que estuvo con otros hombres aquel verano, así que tenemos que estar seguras.
Rosemary se acercó a su amiga y le agarró la mano.
–Pero eso es mentira.
–Es una buena escapatoria si piensas que es un irresponsable.
Una llamada en la puerta interrumpió la conversación, las dos mujeres se miraron con los ojos de par en par.
–Es él –aseguró Rosemary.
Tommy empezó a mover las manos y chilló.
–żTú crees? –Charise dejó al nińo en la cuna y se fue al bańo.
–Si es alguien del hotel, te lo diré enseguida. Por si acaso… –condujo a su amiga hasta el escondite–. Aquí no te verá.
Charise cerró la puerta del bańo y Rosemary respiró hondo.
–żQuién es?
–Morgan. Estaba dando un paseo con el coche y…
Ella abrió la puerta y miró por la rendija.
–żÉsa es tu mejor excusa?
Llevaba un abrigo de piel de cordero y unos vaqueros gastados. Tenía el pelo alborotado por el viento.
–No se puede culpar a un hombre por querer arropar a su hijo.
–Eso es muy bonito, pero… Tommy ya está dormido.
–Ah –se metió las manos en los bolsillos–. żEso quiere decir que puedes salir a jugar?
Jugar. Las chicas buenas como ella no jugaban con tipos como Morgan.
Pero él ya había abierto la puerta un poco más, lo que le permitió verla en camisón. Apartó la vista a la vez que ella se sonrojaba.
Después de una larga pausa, él se quitó el abrigo, la agarró de la mano y la hizo salir. Una vez fuera, le echó el abrigo por los hombros.
–żAbuela? –dijo mirando hacia la puerta–. Estamos aquí fuera.
La luz de la luna los iluminaba. Él le tomó una mano y la llevó a un pinar cercano.

Capítulo 9

–żDónde me llevas exactamente? –le preguntó Rosemary con voz temblorosa.
Morgan la tranquilizó apretándole la mano suavemente. Tenían los dedos entrelazados. Tenía la sensación de no haber sentido una conexión así en su vida. Era una lástima, pero el cortejar a las mujeres nunca había sido su punto fuerte.
Llegaron al pinar bańado por la luz de la luna, bajo un cielo lleno de estrellas y de posibilidades. Atraído por el olor a flores de su cabello y la calidez de su piel, Morgan la estrechó en sus brazos. Sólo quería sentirla junto a él, hacer que estuviera cómoda y ver el mundo como lo veía ella, con entusiasmo y sorpresa.
–A lo mejor luego podría entrar a ver a Tommy, żno? –le preguntó mientras se balanceaban al ritmo de las criaturas de la noche y del tranquilo aire de Montana.
Sintió que su cuerpo delicado se tensaba y pensó que iba a apartarse de él, pero luego volvió a relajarse entre sus brazos.
–Vamos a dejar que duerma tranquilo, żde acuerdo? –levantó la mirada hacia él–. żPuedo preguntarte algo personal?
–żQuieres saber por qué he venido realmente?
–No… yo… żNo querías ver a Tommy?
Morgan se rió.
–Claro. Pero ya de paso, quería verte a ti también.
–Eso es sinceridad –hizo una pausa y esbozó una suave sonrisa–. Lo que iba a preguntarte es si alguna vez has estado enamorado. Si hay alguna mujer en tu vida.
Morgan se quedó helado, pero siguió abrazándola.
–Es una palabra demasiado grande para alguien como yo. No creo ni que pueda pronunciarla.
–En serio, Morgan.
–Está bien. Prueba número de ochenta y siete del examen para ser papá –se puso serio, le costaba admitir la verdad–. Nunca he amado a ninguna mujer. Pero…
–żQué?
Rosemary parecía tan vulnerable, tan expectante. Morgan habría deseado poder decir que sí que había amado a alguien. żEso lo habría hecho mejor padre?
–Hubo una mujer. Nunca supe como se llamaba, pero sentí que lo que había entre nosotros... estaba bien. Dios, eso suena a cuento de hadas.
–No. Sigue.
–Es un poco escabroso.
–A mí no me lo parece.
Morgan le apartó un mechón de pelo de la mejilla.
–De lo que más me acuerdo es de su pelo. Largo, claro… hundí los dedos en él cuando me acerqué a besarla.
–żPor qué era diferente a las demás?
–Quién sabe. Puede que fuera por cómo me acariciaba la barbilla, o porque no quería dejar de abrazarme después. Fue…
żHermoso? żDiferente a todas las demás mujeres que habían querido acostarse con él una sola noche sin que significara nada?
żEntonces por qué no había intentado retenerla?
–żMorgan? –Rosemary le había agarrado ambas manos, como para darle fuerzas para seguir.
No podía mirarla a los ojos. No se lo merecía.
–No pienses que fui una especie de príncipe azul. Estábamos en una fiesta y los dos llevábamos máscaras, así que no tengo la menor idea de quién era.
Ella le soltó las manos, pero pudo sentir un escalofrío que le tensó los brazos. Le apretó el abrigo.
–Hace frío. Quizá deberíamos volver.
–żTú crees en el amor?
Más que ninguna otra pregunta de las que le había hecho, aquélla le llegó a lo más hondo. Nunca había visto la menor prueba de ello en sus padres, ni en su círculo social. Sin embargo…
–Creo que podría hacerlo…
Ella sonrió y Morgan perdió el control. Se inclinó muy despacio. Sólo quería besarla, sentir su calor y encontrar consuelo en sus caricias.
Esa vez ella no se lo impidió.

Capítulo 10

Era como si llevara toda la vida deseando aquel beso.
Al ver que se inclinaba sobre ella, Rosemary contuvo la respiración. Sintió una cálida sensación por dentro.
żPor qué estaba dejando que ocurriera una cosa así?
żCómo podría no hacerlo?
El peligro que percibía en él hizo que le pasara una mano por el cuello, hasta la nuca. Se puso de puntillas para que sus bocas se unieran antes.
Sintió el calor en los labios, bańándole la piel de todo el cuerpo, en el pecho, endureciéndole los pezones. Él se tomó su tiempo, empezó con la comisura de los labios, como si aún tuviera helado.
Cuando sintió sus dedos en el cabello, Rosemary susurró su nombre y se apretó contra él. Se dejó llevar.
Hacía tanto tiempo. Demasiado.
Se separaron para tomar aire, juntaron sus frentes.
–Llevo todo el día queriendo hacerlo –dijo él.
–Ha merecido la pena la espera, pero…
Él suspiró. Sintió el calor de su respiración y se le puso toda la piel de gallina.
–Pero ahora te preguntas si beso a todas las mujeres con las que me cruzo –dijo él.
Había algo en su voz que Rosemary no supo identificar. żVergüenza? żDecepción?
Le agarró de la camisa.
–Quiero creer que has cambiado.
–żQué puedo hacer para convencerte?
Sentía como el corazón la llamaba por dentro, invitándola a contestar. Pero no podía hacerlo. No sabía qué necesitaba para tener la certeza de que había cambiado.
Quizá el problema fuera ella. Ella y la desconfianza que se había alojado en su alma desde que su padre se había marchado.
–Bésame otra vez –dijo, acercándose a él, se apretó contra su pecho y se apoderó de su boca con urgencia y necesidad.
Estaban el uno pegado al otro, entrelazados, las manos de él en su pelo. Cuando sintió su lengua, Rosemary abrió la boca para dejarle paso. El beso se convirtió en una locura sin control.
Le pasó las manos por el pecho, por las costillas, sabía que estaba excitado por el bulto que tenía en los pantalones. Llevó las manos al cierre del cinturón.
Fue entonces cuando él la detuvo. Le tomó el rostro entre las manos y se rió suavemente.
–A lo mejor no eres tan angelical como parecías.
Rosemary se apartó bruscamente, se miró las manos. Lo miró a él.
żQué había hecho?
–Tengo que irme –dijo, caminando ya hacia el motel.
–żRosemary?
No quería volverse a mirar, pero lo hizo. Estaba allí solo, una sombra oscura.
–Podré seguir viendo a Tommy, żverdad? –la voz se le quebró en la última palabra.
Ella asintió y echó a correr hasta llegar a la puerta de la habitación. “No mires atrás”, se dijo. “No pierdas el control”.
Encontró a Charise y a Tommy sentados en el suelo, sobre una manta llena de juguetes.
–żLe dijiste que yo era tu abuela? –preguntó su amiga con una ceja arqueada–. Pero si estoy en la flor de la vida.
–Se acuerda del baile de máscaras, Charise.
Se quedó helada al oír aquello.
Rosemary asintió.
–Es hora de decírselo.

Capítulo 11

Al día siguiente por la tarde, Rosemary aún no había conseguido dejar de sentir los escalofríos provocados por el beso de Morgan. Ni había podido olvidar las palabras de Charise:
“No te atrevas a hablarle todavía de la madre de Tommy”, le había dicho, sorprendida de que Rosemary estuviera considerando la idea. “No piensas con claridad”.
Su amiga tenía razón, así que Rosemary había pedido cita en un centro de pruebas médicas de Billings y se había resignado a esperar. Con un poco de suerte, para cuando la prueba de paternidad descubriese a la madre de Tommy, habría conseguido tener más fe en Morgan. Después de todo, la madre debería tener la oportunidad de participar en el proceso.
Pero Rosemary aún no podía confiar en él.
Intentaba calmarse agitando sobre el fuego la sartén en la que estaba haciendo palomitas de maíz mientras Tommy y Morgan jugaban juntos. Resultaba curioso ver a un hombre tan grande manejar a un bebé con tanto cuidado. La diferencia de tamańo entre ambos hacía que Morgan parecía aún más fuerte, más viril. Muy dulce.
–Aquí viene –dijo Morgan, levantando a Tommy por los aires–. El Halcón Milenario, la nave más rápida de la galaxia. Zuuuuuum.
Tommy “volaba”, boquiabierto.
Cuando estuvieron listas las palomitas, Rosemary se puso a buscar un cuenco en la cocina último modelo de Morgan.
–Me alegra ver que te mueves con soltura por mi casa –comentó Morgan mientras se sentaba en una silla con Tommy en el regazo.
–No tengo problemas para adaptarme –Rosemary se metió en la boca una palomita y entretuvo a Tommy con un perrito de peluche–. Soy una estupenda viajera.
Estaba intentando con todas sus fuerzas no mirarlo para no ver en sus ojos el rastro del beso de la noche anterior. Pero resultaba muy doloroso porque lo que realmente deseaba era continuar donde lo habían dejado.
–żEs eso lo que te gusta? –le preguntó Morgan–. żViajar?
–Sí. Ojalá pudiera hacerlo más, pero hay muchas facturas que pagar y eso quiere decir que tengo que trabajar. Supongo que es una interminable sucesión de excusas encadenadas.
–żA qué te dedicas, Rosemary?
Al oír su nombre pronunciado por una voz tan grave y sexy, no tuvo más remedio que mirarlo, se sentía como una marioneta a la que le hubieran movido los hilos.
–Soy peluquera, trabajo en el salón de belleza Darla’s en Kane’s Crossing. Nada sofisticado.
–La sofisticación no lo es todo.
Morgan sonrió y Rosemary se derritió como un cubito de hielo al sol.
–żY tú a qué te dedicas? –le preguntó ella–. żAparte de esconderte de la sociedad?
–Soy inversor, de arte, pero no me calificaría de coleccionista –explicó mientras le acariciaba la espalda a Tommy, que parecía muy cómodo. La verdad es que no miro mucho mis propiedades.
Morgan se quedó callado un momento, comiendo palomitas.
–Quizá lo haga pronto –dijo después.
–Te sorprendería el efecto que tiene el arte sobre uno. Claro que no es yo haya visto mucho.
–Bueno, has viajado. żHas estado en Nueva York… en el Metropolitan? żO en la National Gallery de Londres?
–No soy la aventurera de la familia –un recuerdo la hizo suspirar–. Por Kane’s Crossing corren todo tipo de rumores imaginables sobre mi padre. Hay gente que dice que se fugó con una contorsionista de un circo que pasó por el pueblo. O que saltó en tren de mercancías y luego tomó un barco hacia Sudamérica. Toda una leyenda, żverdad?
Morgan extendió el brazo por encima de la mesa y le agarró la mano.
–żNunca volvió a tu casa?
Ella negó con la cabeza.
–En realidad es bastante aburrido. Mi madre dice que se marchó cuando estaba embarazada porque no podía soportar la presión. Creo que vive en Kansas City o algo así. Quién sabe.
El silencio inundó la habitación. Tommy se había quedado dormido con la cabeza apoyada en el hombro de Morgan. Rosemary sintió un nudo en la garganta.
–Yo nunca le haré eso a Tommy, si es eso lo que te preocupa –dijo, apretándole la mano.
Ella le devolvió el gesto, pero no dijo nada.
–Vamos –le dijo entonces, obligándola a levantarse–. Tengo algo que seguro que te anima.

Capítulo 12

Morgan sujetó a Tommy contra su pecho y condujo a Rosemary al piso de arriba, recorrieron el largo pasillo de la enorme casa. El sonido de los pasos retumbaba en los altos techos.
–Cuando llegué a casa anoche no podía dormir –dijo con voz suave al detenerse frente a una puerta cerrada. Vio un ligero rubor en su rostro y supo que ella tampoco había podido olvidarse del beso–. Acabé haciendo lo que habría hecho cualquier hombre –siguió diciendo–. Me di una buena ducha fría y luego me puse a sacar cosas del ático.
Abrió la puerta para mostrarle una habitación infantil de auténtica fantasía; había una cuna de madera maciza, una mesa para cambiar al bebé, un baúl antiguo repleto de juguetes y muńecos de peluche e incluso un pequeńo tiovivo que era una vieja reliquia familiar.
Rosemary se quedó boquiabierta.
–żTodo esto estaba en el ático?
–No todo, pero recordaba haber visto el baúl y el tiovivo. También compré algunas cosas en Billings el primer día. Aún tengo que conseguir que el tiovivo funcione –la condujo al interior de la habitación–. La dependienta me dijo qué debía comprar, así que espero que esté todo lo necesario.
Al apartarse de él para observarlo todo, Rosemary parecía perdida, pequeńa y sola.
–żHas hecho todo esto por Tommy?
Morgan apoyó la mejilla sobre la cabecita del pequeńo.
–Claro.
–Morgan –susurró moviendo la cabeza.
–Tranquila –se acercó a ella–. Sólo quería que estuviese cómodo. Eso es todo.
–żY qué hay de la prueba de paternidad?
Aquella pregunta le provocó una punzada de desconfianza.
–żEs que no debería haberme fiado de lo que me dijiste?
–Claro que sí, pero de todas formas lo haremos para que estés seguro –afirmó con resolución, luego puso la espalda recta y lo miró con ojos enrojecidos–. Como tú mismo dijiste, no tiene que quedar ninguna duda.
La esperanza de una vida más feliz se esfumó de pronto.
–No quiero oír hablar de dudas. Sé que fui yo el que pidió la prueba, pero żno ves que Tommy y yo somos iguales? Puedo enseńarte fotos de cuando era nińo…
Por el modo en que hundió los hombros, Morgan supo que estaba haciéndole dańo sin siquiera saber por qué.
–żTodo esto tiene algo que ver con la madre de Tommy?
żAcaso no se había ganado todavía el derecho a saber la verdad?
–Me encantaría poder decírtelo ahora mismo –dijo ella.
–Claro que puedes. żQué te lo impide?
La vio tomar aire y luego lo soltó de golpe.
–Tiempo. Paciencia. Sabiduría.
–Puedo darle a Tommy todo lo que desee –Morgan se acercó un poco más y le tocó el hombro, por un momento se planteó las consecuencias de acercarse aún más–. żQué diría la madre de Tommy si pudiera darle también una madrastra?
Ella lo miró con los ojos muy abiertos y llenos de temor.
–No digas nada más. Por favor.
–He cambiado mucho, pero sigo teniendo la tendencia a ser muy directo. Ahora sé lo que he ańorado todo este tiempo… una mujer dulce y buena.
–Morgan…
–Cena conmigo esta noche. Pídele a tu abuela que cuide de Tommy para que podamos hablar de todo esto como… ya sabes… como dos personas que necesitan hablar de lo que está pasando. Tú también sientes la atracción. No lo niegues.
No lo hizo.
–Las cosas son un poco más complicadas.
–żPor qué? żEs que para poder aceptar a Tommy tengo que casarme con su madre o algo así?
Ella cerró los ojos. żAcaso había acertado con un comentario que había hecho en broma?
–żEs ésa la única manera de poder ejercer de padre para él, Rosemary?

Capítulo 13

Esa tarde en la habitación que había preparado Morgan, Rosemary había sabido que cenaría con Morgan esa noche. No podía decirle que no, especialmente después de lo que había insinuado sobre querer estar con ella.
Ella. El completo opuesto a la mujer que elegiría un playboy. Una buena chica con un estilo discreto y una clara falta de experiencia en asuntos de seducción.
Antes de que terminara de arreglarse, de ponerse un vestido azul turquesa sin mangas que se había comprado esa misma tarde, Charise le había dado algunos consejos.
“Ten cuidado. Sé fuerte. Asegúrate que realmente ha cambiado de manera tan milagrosa antes de contárselo todo.”
Ahora, sentados ya a la mesa que había preparado en el solarium cubierto de su magnífica casa, Rosemary apenas podía tocar el filet mignon. La culpa era mala amiga del apetito.
La luz de las velas parpadeaba sobre el rostro de Morgan y le daba a sus ojos un brillo de depredador.
–Soy un fracaso.
–żQué?
–Intentaba hacerte olvidar todo lo que está pasando durante un par de horas, pero es evidente que no está funcionando.
Rosemary intentó sonreír.
–Todo es perfecto. Muchas gracias por invitarme.
–Ya sabes para qué quería que vinieras, así que no disimulemos.
“Vaya”.
–Pensé que habías abandonado tus costumbres de mujeriego.
–Así es. Hay una gran diferencia entre tú y las mujeres con las que solía… estar.
–żDe verdad? –Rosemary apoyó los codos en la mesa y se preguntó qué veía en ella–. Me encantaría oír en qué soy distinta.
–Muy bien. Para empezar, tú llevas un halo alrededor de la cabeza.
Ella fingió buscarlo con la mano.
–Se me ha debido de caer.
–No, está ahí. Lo que ocurre es que estás acostumbrada a llevarlo –dijo esbozando una de sus arrebatadoras sonrisas–. Segundo, sabes hablar de algo que no sea las últimas tendencias de la moda o la portada de Vanity Fair.
–Eso más bien me hace parecer pueblerina.
–No, te hace fascinante. Tercero… pareces… pura, supongo que ésa es la palabra. No me sorprendería saber que nunca nadie te ha roto el corazón.
Rosemary se echó a reír, sorprendida.
–żEstoy en lo cierto? –le preguntó.
No quería seguir jugando con la verdad. Ya no.
–No. Llevo mucho enamorada de alguien. Hace tiempo que tengo el corazón roto.
Algo cambió en sus ojos al oír aquello.
–Bueno, dos de tres no está tan mal.
–Pensé que ese enamoramiento era una locura… algo inútil.
–żSigues enamorada de él?
Rosemary clavó la mirada con la que estaba jugueteando con las manos.
–Locamente.
–Maldita sea –se levantó de la silla y fue hacia ella–. He hecho que te pusieras triste.
–Lo siento.
–Ven aquí –la agarró de la mano y la llevó a la fuente que había en el centro del solarium–. Mira.
Le seńaló el agua, al mirar, Rosemary vio su rostro reflejado en ella. Una desconocida. Un ser abandonado de ojos tristes y peinado extrańo. Un estilo que había elegido porque quería ser una buena chica.
–Ahí tienes a la mujer más hermosa del mundo –dijo suavemente mientras le apartaba el pelo de la cara.
–Adulador –dijo ella y no bromeaba. Le daba miedo oír aquellas palabras. żEstaba volviendo a engańarla? żEstaba engańándola?
–No –Morgan deslizó la mano hasta su nuca–. Nunca he estado más seguro de lo que quería. Eres la clase de mujer con la que me gustaría envejecer.
La sangre le inundó el cerebro y lanzó una oleada de calor por todo el cuerpo, hasta rincones que llevaban tiempo helados.
–Lo que realmente quiero –ańadió con un susurro seductor–, es una buena chica.
Rosemary perdió el control, se olvidó de la prudencia, la paciencia y la paternidad.
Sus bocas volvieron a unirse, pero esa vez, el fuego se apoderó de ellos.

Capítulo 14

Durante aquel explosivo beso, Morgan levantó a Rosemary del suelo, la estrechó en sus brazos y se la llevó del solarium. Un segundos después estaban en su habitación, allí, la dejó sobre el colchón y se tumbó suavemente sobre ella.
–Ya no tomo decisiones apresuradas –le dijo con voz ronca de deseo–, pero sé qué es lo que me hace feliz. Tú.
–Eres muy impulsivo –le dijo mientras él le mordisqueaba el cuello; ella se estremeció bajo su cuerpo, el deseo le mordía el vientre.
–Llevo mucho tiempo equivocándome, pero sé que ahora no lo estoy haciendo.
żSeguiría pensando lo mismo cuando se entregara a él y dejara de ser “angelical”?
Su boca volvió a apoderarse de la de Rosemary y ella se lo entregó todo a cambio.
Le quitó el vestido, la tela le acarició la piel al caer, igual que hicieron sus besos después, cada roce de su boca dejaba un rastro de fuego.
Casi sin aliento, Rosemary le ayudó a quitarse la ropa: la chaqueta, la camisa. Cuando estaba ya medio desnudo, no pudo por menos que detenerse a observar su pecho desnudo, bronceado y fuerte.
Mientras lo miraba, se llevó la mano a los labios, sintió el sabor del vino y de su piel.
–Más –dijo, aventurándose a un lado de sí mismo que se había esforzado en ocultar.
Ya no era una buena chica.
Cuando él se levantó y se quitó los pantalones, Rosemary sintió que se le cortaba la respiración. Alargó el brazo, quería tocarlo, sentirlo.
El colchón se hundió cuando él volvió a su lado, se deslizó por cada centímetro de su cuerpo. Le acarició el pezón con la lengua mientras sus dedos recorrían suavemente la curva del pecho. Era una sensación tan intensa, que Rosemary se sacudió, le sujetó bien la cabeza contra sí.
Entonces él se centró en el otro pecho y la mano fue bajando y bajando; primero por las costillas, el estómago y luego entre las piernas. Allí, la acarició y se adentró poco a poco en ella, movió el dedo con maestría hasta volverla loca.
–Rosemary…
Sentía la fuerza de su excitación contra la pierna. Ella también le tocó y lo oyó maldecir entre dientes.
–Quiero sentirte dentro –había dicho aquellas mismas palabras hacía mucho tiempo. Sólo un hombre las había oído.
Pasó un momento de agonía mientras él buscaba un preservativo en el cajón de la mesilla. Se adentró en ella, trataba su cuerpo como si fuera un encaje delicado, la abrazaba con delicadeza. Pero Rosemary había acumulado demasiado deseo durante los últimos meses, así que no pudo contenerse y levantó las caderas, invitándolo a sumergirse un poco más.
La llenó por completo con una especie de gruńido y ella lo acompańó en sus movimientos. Ni rastro quedaba ya de la buena chica, había desaparecido con aquel placer infinito.
Así era como había imaginado hacer el amor con él; sus cuerpos unidos por completo, la cabeza sumergida en la curva de su cuello, cubierta con él y nada más. Se sentía vulnerable, pero a salvo. Traviesa, pero inocente.
Él se perdió en ella con una sacudida, pero Rosemary aún necesitaba más. Como si hubiera explorado su cuerpo mil veces antes, Morgan fue bajando a besos hasta descansar entre sus piernas para luego seguir haciéndole el amor con la boca. Rosemary contuvo un grito de placer al sentir que todo su cuerpo ardía en llamas y su corazón se elevaba hasta el infinito. Empezó a estremecerse y entonces todo estalló en miles de fuegos artificiales.
Las caricias en el vientre la saludaron cuando por fin volvió al mundo real. Sintió su respiración en los muslos mientras él la miraba con una sonrisa en los labios y un brillo de carińo en sus ojos verdes.
Rosemary le tendió los brazos y él subió para que pudieran abrazarse.
–Es increíble –dijo él–. Como si me hubieran hecho para estar aquí.
–Así es.
Le dio un beso en el cuello.
–Nunca había sentido nada parecido. Desde que…
Morgan se puso en tensión.
Ella dejó de respirar al darse cuenta de que había reconocido su cuerpo.
–Tú eres la madre de Tommy –dijo.

Capítulo 15

Miles de imágenes se agolparon en la mente de Morgan: Rosemary con su melenita de cabello castańo y sus ojos angelicales. La misteriosa mujer del baile de máscaras, vestida de ángel con larga melena rubia.
Tommy.
Rosemary lo apretó contra sí.
–Lo siento. No podía decírtelo antes.
–żPor qué no? –apoyó el codo en el colchón para poder mirarla desde arriba, necesitaba esa ventaja porque ella acababa de derrumbarlo con su falta de honestidad–. Me has mentido.
Ella se arropó con la ropa de cama como si buscara refugio.
–Quería proteger a Tommy, quería… –suspiró–. Si seguías siendo el playboy que conocí en Florida, no sabía si serías un buen padre. Pero al mismo tiempo deseaba tanto que Tommy te tuviera a ti, a su verdadero padre.
Morgan cerró los ojos un segundo.
–Si no confías en mí, żpor qué acabas de hacer el amor conmigo?
–Pensarás que estoy loca, pero siempre he estado enamorada de ti –apartó la mirada de él–. Desde la fiesta de disfraces.
De pronto lo invadió una ola de felicidad. żEntonces por qué no podía alargar la mano y acariciarle la mejilla para aliviar su angustia?
La rabia que le había encogido el estómago respondió a su pregunta. Un ligero temor le rompió la voz, dividiendo sus sentimientos.
–A lo mejor deberías empezar por el principio.
Ella respiró hondo y luego se incorporó en la cama, aún tapada. Él se sentó también.
–Algunas de las chicas del pueblo pensaron que sería divertido ir a Florida juntas. No habíamos viajado mucho; somos de un pueblo apartado del mundo real, pero mi amiga, Charise, se encargó de organizarlo todo. Se había mudado a Kane’s Crossing, pero es una chica de ciudad, así que sabía cómo hacerlo. Fuimos a la costa, disfrutamos un poco del colorido local y acabamos en South Beach. La gente decía que era allí donde iba la gente importante y famosa, así que teníamos curiosidad. Charise conoció a un tipo en un bar que nos consiguió invitaciones para una fiesta increíble. Era una oportunidad única de mezclarnos con la gente que veíamos en la televisión y en el cine.
–Tu pelo –dijo él–. Esa noche no llevabas peluca.
–No. Lo tenía largo y rubio, esa era yo. Todas mis amigas decían que tenía un aspecto tan puro que tenía que ponerme alas para ir a la fiesta, así que eso hice. Cuando volví a Kane’s Crossing, me corté el pelo y me lo teńí. Quería cambiar para intentar alejarme de lo que había hecho en Florida –soltó una triste risa–. Es curioso, debió de ser el calor del sur porque todas hicimos cosas que jamás habríamos hecho en el pueblo.
Un nítido recuerdo acudió a su mente. La había visto al otro lado de la habitación y se había sentido inmediatamente fascinado por aquel halo, el vestido blanco, el misterio.
–Pensé que eras alguien de allí, de la gente de siempre –dijo él–. No sabía nada.
–Eso era lo que yo quería. Para mí era como un sueńo. Yo supe quién eras nada más te acercaste a mí y me tocaste el pelo. Te había visto en las revistas y me encantabas. Sólo era una fantasía –dibujó con el dedo siguiendo el estampado de la colcha–. Después nos pasamos la noche hablando y, aunque no nos vimos las caras, me pareció todo mágico. Tú me besaste… No quisiste que nos quitáramos las máscaras.
–Todos tenemos fantasías –murmuró él mientras recordaba que aquella noche había sido un ángel. Él siempre había deseado que hubiera algo bueno en su vida y si hubiera visto su rostro, se habría roto la magia.
La fantasía había sido tan intensa que había olvidado utilizar protección.
Pero ahora Rosemary ya no llevaba máscara, estaba completamente abierta a él. żEchaba de menos aquella versión inocente de ella? żAcaso la mentira la hacía como las demás mujeres que había conocido?
–Después te marchaste y me dijiste que volverías enseguida. Yo me moría de ganas de que nos viéramos las caras, pero no volviste. Fue entonces cuando empecé a buscarte.
Morgan sabía lo que había sucedido después y se le encogió el estómago de la vergüenza.

Capítulo 16

Acurrucada bajo las sábanas, Rosemary sintió que el corazón se le partía en dos. Lo que había visto la mańana después de hacer el amor con Morgan por primera vez la había hecho salir huyendo para volver a casa y volver a ser la misma de antes.
–Te encontré en el salón –recordó–, ya había otra mujer entre tus brazos.
Morgan tenía una expresión tan severa, parecía tan decepcionado.
–Lo recuerdo –admitió–. żServiría de algo que te dijera que no pasó nada con esa mujer? Era una insensata, como yo…
–No llevaba ropa.
Él apretó un puńo y luego lo relajó.
–Eso no lo hice yo. Ya me he disculpado por la vida que llevaba, Rosemary.
–Y yo daría lo que fuera por poder estar completamente segura de que de verdad has dejado atrás todo eso.
–Eso no es excusa para haberme mentido respecto a Tommy.
La situación se le estaba escapando entre los dedos.
–No sabes cuánto siento haberte dicho quién era Tommy del modo que lo hice. Sinceramente, Morgan, żcuántas chicas de pueblo conoces que vayan en busca de un playboy famoso y le digan que es el padre de su hijo? Un hombre que además nunca me había visto la cara. żNo habrías tenido mucha precaución de haber estado en mi lugar?
La mirada de Morgan se ensombreció y no fue necesario que respondiera.
Rosemary deseaba volver a tocarlo, saber que seguía estando a su alcance.
–Cuando volví a Kane’s Crossing y descubrí que estaba embarazada, seguí albergando aquel estúpido sueńo. Sońaba que un día aparecerías en el pueblo después de haberme buscado por todo el mundo. Es ridículo, ya lo sé. Pero entre tanto, disfrutaba de cada segundo que pasaba con Tommy. Fue una verdadera bendición, ya no importaba cómo había sido concebido.
–Lo sé.
Aunque le diera la razón en algo, seguía estando muy lejos de ella.
Rosemary siguió hablando:
–Me disculparé mil veces si eso es lo que tengo que hacer para que me perdones. Pero no dejes que mi error cambie lo que sientes por nuestro hijo. Por favor.
–Sé que es mío. Todo esto no hace que adore menos a Tommy –le puso la mano en el hombro.
Rosemary se estremeció.
–Me prometí a mí misma que no volvería a perder la cabeza nunca más. Pero aquí estoy, dejando que las hormonas decidan por mí.
Él bajó la mano al colchón. żNo había dicho que quería una buena mujer con la que sentar la cabeza? żLo había estropeado todo al deshacerse de la inocencia y entregarse a su seducción?
Rosemary no movió las manos, tenía miedo de tocarlo y que la rechazara.
–Un día miré a Tommy y me di cuenta de que era tu viva imagen. Entonces pensé en mi padre y en cómo me había afectado su ausencia. En ese momento le prometí a Tommy que intentaría ponerme en contacto contigo. Cuando leí que te habías alejado de tu antigua vida, supe que había llegado el momento.
–Y preparaste un plan para ponerme a prueba.
–Sí, con la ayuda de mi mejor amiga, Charise.
–Si resultaba no tener potencial como padre, tendrías una justificación para haberme mentido. Venías preparada para encontrarte con un cretino.
Rosemary lo miró a los ojos y continuó:
–Y volvería a hacerlo, aunque siento que eso te haga sentir mal. Lo siento mucho.
Morgan siguió mirándola, todo su cuerpo se puso rígido.
–Yo lo que siento es que no puedas olvidarte de cómo era antes.
Se envolvió en la sábana y la miró, como dudando. Entonces su mirada se hizo aún más dura, se puso en pie.
Y salió de la habitación.
Ella apretó las rodillas contra el pecho. Se preguntó qué otra reacción esperaba de Morgan.
Por definición, los playboys siempre huyen.

Capítulo 17

Morgan no había pegado ojo en toda la noche.
La duda lo había bloqueado, por lo que le había pedido a uno de sus empleados que llevara a Rosemary a su motel. Su confesión, y el modo en que había reaccionado él, lo habían dejado muy confundido, se sentía hueco.
Ahora, mientras el sol de la mańana se colaba por la habitación infantil que había preparado, Morgan miró la cunita y los juguetes que había comprado para Tommy.
–Así que tú también eres un caso perdido.
Morgan se dio la vuelta al oír aquella voz y se encontró con una mujer rubia que lo observaba apoyada en el marco de la puerta.
–Hola –le dijo tendiéndole la mano–. Soy Charise, pero supongo que puedes llamarme abuela.
–He oído hablar de ti –le estrechó la mano, pero sin demasiada efusividad.
–Espero que no te importe que haya entrado –siguió observándolo detenidamente–. Ya voy a tener bastantes problemas con Rosemary cuando se entere de que estoy aquí haciendo de árbitro.
–żQué tal está? –le preguntó, el corazón le dio un vuelco sólo con pensar en ella.
–Triste. Me ha contado vuestra noche romántica; la inoportuna confesión y que saliste corriendo de la habitación.
Exacto. Así era como reaccionaba el antiguo Morgan ante las situaciones incómodas: salía huyendo de las dificultades y se refugiaba en algún lugar donde no le exigieran responsabilidad alguna.
–Comprendo que no me contara la verdad –admitió–. Yo haría lo mismo por Tommy, pero al mismo tiempo no puedo evitar sentirme traicionado –se sentía una basura por el hecho de que Rosemary le hubiera mentido para proteger a su hijo.
Para protegerlo de él.
Charise se quedó mirando un móvil con los colores del arco iris que había colgado del techo.
–Sería una lástima que un comienzo difícil estropeara un gran futuro.
–Sería más sencillo si al menos no hubiese fingido ser otra persona.
–Fue a mí a quien se le ocurrió la idea de ocultar la verdad en un primer momento. Ella no lo tenía muy claro, pero sabía que era lo mejor para Tommy.
–Y lo era.
Charise volvió a observarlo, seguramente vio que se sentía herido y que no estaba seguro de si era lo bastante hombre como para merecer una familia.
–No hay mucha gente que siga creyendo en el amor verdadero hoy en día –dijo ella entonces–. Rosemary siguió creyendo en aquella noche que pasó contigo, a pesar de que la mitad de los hombres de Kane’s Crossing llamaron a su puerta una y otra vez, pensando que no sería difícil conquistarla con el regalito que llevaba dentro…
Morgan creía en el amor verdadero. Creía que podía aparecer, pero también creía que podía esfumarse.
–No dejo de preguntarme si siempre pensará lo peor de mí –dijo él.
–A lo mejor sólo tienes que disipar las dudas que surgieron anoche.
Cientos de ideas comenzaron a darle vueltas en la cabeza de pronto, tenía miedo de no estar a la altura de las expectativas de Rosemary.
–żQuién habría imaginado que podría perder el corazón dos veces en sólo unos días? Primero con un hijo que ni siquiera sabía que tuviera y luego con una mujer que es demasiado buena para alguien como yo.
–Oye –lo interrumpió Charise con firmeza–. Por lo que tengo entendido, ni Rosemary ni tú crecisteis con unos padres de verdad. żVas a dejar que el complejo de inferioridad prive a Tommy de tener una familia?
–Eso, jamás. Sé que puedo ser un buen padre. De lo que no estoy tan seguro es de Rosemary.
żCómo podía hablarle a Charise de sus fantasías de encontrar una mujer que lo apartara de su lado oscuro con su optimismo y su luz?
Pero Rosemary había resultado ser un ser humano más. Y Morgan no podía evitar echar de menos a la mujer que había aparecido aquel día en el porche con Tommy. Aquella mujer inocente.
Charise soltó un resoplido y se puso las manos en las caderas.
–Aún no entiendo por qué no estás llamando a su puerta. Rosemary tiene un corazón increíblemente puro. Si no la quieres, tú te lo pierdes.
Aquel comentario se grabó en su mente y en su alma.
Al ver que no respondía, Charise murmuró algo como “estúpidos hombres” y salió de la habitación.
Morgan agarró un muńeco de peluche. Sería un padre estupendo para Tommy. Lo que no sabía era qué tal marido sería.

Capítulo 18

–No pretendo ser pesimista, pero –dijo Charise–, żqué piensas hacer si Morgan no aparece?
Estaba haciendo la maleta mientras Rosemary y Tommy la observaban.
Aunque las dudas sobre el pasado de Morgan habían vuelto después de lo sucedido la noche anterior y de la conversación que había tenido Charise con él esa mańana, Rosemary no conseguía ponerse a hacer el equipaje.
–Sé que querrá formar parte de la vida de Tommy. De eso no tengo la menor duda, de lo que no estoy segura es sobre mí. Después de cómo se alejó cuando le dije quién era y de confesarle mi amor infinito.
–Así eres tú, carińo. Cuando amas, lo haces de lleno –Charise sonrió con tristeza–. Ojalá pudiera hacerlo yo también.
–No sé. A lo mejor va siendo hora de que me olvide de todas las fantasías y me enfrente a la realidad. Puede que sea por eso por lo que la noche de ayer acabó así… Morgan no está interesado en la persona que soy realmente.
–No digas eso, Rosemary. Quizá sólo necesite alguien que lo guíe por el buen camino.
Aún seguía sintiéndose culpable por aquella noche apasionada que había vivido en Florida. żTodo lo que estaba ocurriendo era una especie de castigo por lo que había hecho? żEra por eso por lo que había descubierto que Morgan no podía aceptar a la mujer que se escondía bajo el disfraz de ángel?
–No puedo creer que reconociera mi cuerpo –una vez más, pensó en todas las mujeres que había habido antes que ella. A veces el número hacía que se sintiera insignificante, pero entonces recordaba el modo en que la había abrazado.
Hasta que había salido corriendo de la habitación y le había demostrado lo equivocada que estaba.
–Bueno –dijo Charise–. Yo he hecho todo lo que he podido para hacerlo entrar en razón –su amiga cerró la maleta y continuó hablando–. A lo mejor simplemente es que no debéis estar juntos. A lo mejor es que el amor a primera vista realmente no existe.
Rosemary no quería creer tal cosa. Lástima que todas las evidencias demostraran lo contrario.
–Supongo que debería hacer la maleta y luego llamar a Morgan para organizar el sistema de visitas.
Charise y Tommy la miraron en completo silencio y ella intentó reprimir el dolor.
–żEstás segura?
Rosemary pensó en cómo se hacían reír el uno al otro, en las horas que podían pasarse hablando, en lo mucho que ambos querían a Tommy, en cómo se volvían locos de deseo y cómo ardían sus cuerpos cuando estaban juntos.
–No –admitió–. No estoy segura. No entiendo por qué dos personas no pueden enamorarse sin más problemas, sin dudar el uno del otro. No… –se tapó los ojos con la mano.
–Dios, Rosemary.
Charise la abrazó y acabaron las dos llorando. Cuando se separaron, lo único que le quedaba por hacer a Rosemary era preparar la maleta.
Casi había terminado cuando se oyó un fuerte ruido afuera que las sobresaltó a ambas.
–Parece una sirena –dijo Charise, sacando a Tommy de la cuna.
Sabiendo que su hijo estaba en buenas manos, Rosemary fue a mirar por la ventana. Lo que vio hizo que el corazón se le subiera a la garganta.

Capítulo 19

–Ha venido –dijo Rosemary tratando de tragar el nudo que tenía en la garganta.
Charise se acercó a ella.
–Me parece que acabo de recuperar la fe en el género masculino.
Morgan Pierce estaba sentado al volante del camión de bomberos 54, esperándola. El ruido de la sirena y la presencia de aquel enorme vehículo rojo había hecho salir a muchos clientes del hotel.
–Sé que más vale tarde que nunca, pero por el amor de Dios, ˇve ya! –Charise empujó suavemente a Rosemary hacia la puerta.
Tommy contribuyó con un pequeńo grito de deleite.
Rosemary respiró hondo para intentar aplacar los nervios. Apenas podía andar y mucho menos abrir la puerta.
Cuando Morgan la vio salir, se le iluminó la cara, pero siguió intentando parecer avergonzado.
–He venido lo más rápido que he podido –dijo él.
–Pensé que no querrías volver a verme.
–Pues te equivocabas. Me he dado cuenta de que no podía vivir ni un minuto más sin Tommy. Y sin ti.
Sin darse cuenta, Rosemary se llevó la mano al corazón.
–Tenemos muchas cosas que solucionar, żno crees?
–El amor requiere un poco de esfuerzo –le dijo con su arrebatadora sonrisa–. Al menos eso he oído.
Varios nińos se habían acercado al camión de bomberos, Morgan los saludó con sincero carińo. Con una sonrisa que suavizó sus dudas, pero no las hizo desaparecer del todo.
Se bajó del camión y agarró a Rosemary de la mano.
–Lo de anoche me pilló completamente por sorpresa.
“Anoche”, pensó Rosemary. Besos, caricias y un final que le había cambiado la vida.
–Me habría gustado que la verdad saliera a la luz de otro modo.
–Eso no cambiaría el hecho de que me he enamorado de ti.
–żEnamorado? –ży lo que había sentido hacia ella la noche anterior?
–żNo crees que pueda querer a una mujer como tú? –le acarició la mejilla e inclinó la cabeza–. Rosemary, tú lo tienes todo. Eres como un diamante con diferentes facetas. Esta mańana tu amiga me ha abierto los ojos, me ha ayudado a resolver algunos problemas que tenía enquistados.
Rosemary miró a Charise, que estaba de pie en la puerta de la habitación con Tommy en brazos.
–żPodrías al menos considerar la idea de conformarte con un tipo como yo? –le preguntó.
Un tipo como él. Aún no estaba segura de qué clase de hombre era.
–żEstás dispuesta a arriesgarte conmigo? –siguió él.
Le faltaba el aire, pero consiguió reunir el suficiente para responder.
–No dejo de pensar en nuestros respectivos padres.
–No lo hagas. Ellos no tienen nada que ver en lo que sentimos el uno por el otro, o en cómo queremos que crezca Tommy, rodeado de felicidad y seguridad.
–Todo esto está pasando tan deprisa. żCómo…
–Ya te lo he dicho –la interrumpió–. Sé lo que quiero –entonces apoyó una rodilla en el suelo y le tomó una mano entre las suyas–. Lo que quiero es que seas mi esposa, Rosemary. żQuieres pasar el resto de tu vida conmigo?

Capítulo 20

Cuatro meses antes, Morgan jamás se habría arrodillado delante de una mujer. Pero de eso hacía toda una vida.
Levantó la mirada hacia Rosemary y la vio morderse el labio inferior.
–Vamos, preciosa –le dijo–. Cuando un hombre te pide que te cases con él, tienes que mostrarte un poco más feliz.
–Estoy feliz. Es que… –se le quebró la voz.
Morgan tiró de ella y la hizo sentarse sobre su rodilla. La estrechó en sus brazos. La gente que había salido a ver el camión de bomberos comenzó retirarse, pero esperaban junto a sus respectivas habitaciones para poder oír la respuesta a la proposición. Charise sin embargo se había acercado.
Su amiga le dio el nińo a Rosemary, que lo abrazó con fuerza.
–Buena suerte –le dijo sólo moviendo los labios y guińando un ojo.
Morgan acarició a Tommy.
–Oye, amigo, żpuedes decirle a tu madre que tú también quieres que estemos todos juntos?
–A lo mejor estamos confundiendo la pasión con algo más.
–Sabes muy bien que no es así. Por un extrańo capricho del destino, siempre he estado enamorado de una parte de ti. żRecuerdas cuando te dije que había habido un momento de verdad en mi vida? żQue un ángel enmascarado me había abrazado como no lo había hecho ninguna otra mujer?
Rosemary titubeó unos segundos, pero de pronto algo cambió dentro de ella. En sus ojos apareció un intenso brillo y una sonrisa iluminó su rostro. Dejó que Morgan siguiera hablando.
–Tú desencadenaste la metamorfosis. Ya no puedo volver a ser el Morgan que era antes.
Ella se echó a reír, besó a Tommy y luego a él.
–Puede que el verdadero amor exista, incluso entre nosotros.
Morgan hundió el rostro en su cabella con alegría… era tan dulce. Con la otra mano le agarró la piernecita a Tommy, formando un círculo lleno de promesas.
–Tenemos mucho tiempo que recuperar –dijo Rosemary.
–Siempre y cuando nos contemos todos nuestros secretos.
–Yo ya no tengo más. żTú?
–Yo, sí.
–Ah.
–No te preocupes –le dijo Morgan, riéndose–. He planeado un viaje secreto. Ya sabes, una luna de miel.
–Eres malo.
–żQué quieres que haga si aún no he me has dicho que sí?
–Sí –Rosemary echó la cabeza hacia atrás y alzó la voz, entrecortada por la risa–. ˇSí, sí, sí!
Mientras sentía que los pedazos de su corazón volvían a recomponerse y le hacían sentirse completo de nuevo, Morgan se sacó del bolsillo el anillo de su abuela. Lo había encontrado en el ático junto al tiovivo y el baúl. Dio gracias al cielo por que Rosemary le dejara adornar su dedo con amor.
La pequeńa audiencia que aún los observaba se puso a aplaudir y luego se metieron en sus habitaciones. También Tommy se dio cuenta de que estaba pasando algo importante porque intentaba aplaudir.
–Soy el hombre más afortunado del mundo –dijo él y Rosemary le dio un beso en la mejilla. Tenerla era una bendición, un cabo suelto que por fin se unía. Los unía a ambos.
Con la ayuda de la manita de Tommy, Morgan le puso el anillo a Rosemary y dijo:
–Por el amor verdadero.
–Y por el amor a primera vista –ańadió ella–. Un amor que pasa de fantasía a realidad.
Se sonrieron el uno al otro, sus miradas silenciosas contenían cientos de promesas.
Una luz repentina los hizo parpadear.
–Os pillé –dijo Charise, con una cámara instantánea en la mano. La foto salió enseguida–. Un momento histórico capturado en el papel.
Antes de volver a la habitación les dio la foto. Ambos la agarraron y le enseńaron a Tommy la magia de la imagen. Allí, ante sus propios ojos, apareció una familia feliz.
–Mira eso –le dijo Morgan–. Es nuestro futuro.
Rosemary le acarició el cuello.
–Te quiero mucho –dijo él.
–Y yo a ti –respondió ella con un suspiro y apoyó la mejilla contra la suya–. Amo todas tus facetas.
Aunque ella aún siguiera intentando aceptar lo que había sido en el pasado, después de aquel momento mágico, Morgan tuvo la certeza de que el playboy había desaparecido para siempre. Al volver a mirar la foto, vio a un Morgan Price completamente nuevo.
Vio un padre abrazando a su feliz familia.
Mientras el sol se ponía en Remington, para ellos amanecía un nuevo día.




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