Aquaalta
**DonnaLeon**
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaNovelaNegraActual
DirectorEditorial:VirgilioOrtega
Editayrealiza:CentroEditorPDA,S.L.
Edición:IsabelJiménez
Diseñocubierta:Esteoeste
Títulooriginal:Aquaalta
Traduccióndelinglés:AnaMªdelaFuente
Fotografíadelacubierta©JonathanBlair/CORBIS
©CopyrightbyDonnaLeon,1996and
©DiogenesVerlagAGZürich,1997
Allrightsreserved
©EditorialSeixBarral,S.A.,2001,2005
©traducción:AnaMªdelaFuente
©delapresenteedición
EditorialPlanetaDeAgostini,S.A.,2006
Avda.Diagonal,662—664.08034Barcelona
www.planetadeagostini.es
ISBN:84-674-3256-X
Depósitolegal:B-39173-2006
Imprime:Cayfosa-Quebecor,S.A.
SantaPerpètuadeMogola(Barcelona)
Distribuye:Logista
Aragonés,18–PolígonoIndustrialAlcobendas
28108–Alcobendas(Madrid)
PrintedinSpain—ImpresoenEspaña
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DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaEdicióndigital:Adrastea,Abril2007
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DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaParaGuySantaLucia
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DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaDallasuapacelamiadipende,
quelchealeipiacevitamirende,
quelcheleincrescemortemidà.
S'ellasospira,sospiroanch'io,
èmiaquell'ira,quelpiantoèmió
enohobene,s'ellanonl'a.
[Desupazlamíadepende,
loqueaellaplacevidameinfunde,
loquelaafligemuertemeda.
Siellasuspira,tambiénsuspiro,
míaessuira,sulamentoeselmío
ynoconozcodichaqueleseaajena.]
MOZART,DonGiovanni
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DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta1
Reinabatranquilidadhogareña.FlaviaPetrelli,divareinadeLaScala
picabacebollaenlacaldeadacocina.Dispuestosantesíteníavariostomatesde
pera,dosdientesdeajocortadosenfinasláminasydosrollizasberenjenas.
Mientrastrabajabainclinadasobreelmármol,Flaviacantaballenandolacocina
delasáureasnotasdesuvozdesoprano.Devezencuando,retirabaconla
muñecaunoscuromechóndecabelloque,nobienquedabarecogidodetrásde
laoreja,volvíaasaltarsobrelamejilla.
Enelotroextremodelavastahabitaciónqueocupabalamayorpartedel
último piso del palazzo veneciano del siglo XIV, Brett Lynch, su propietaria y
amantedeFlavia,estabaechadaenunsofábeigeconlospiesdescalzos
apoyadosenunbrazodelmuebleylacabezaenelotro,siguiendolapartituradeI
Puritani, cuya grabación lanzaban al aire a todo volumen —los vecinos, a
chincharse—dosaltavocesalargadosquedescansabanenpedestalesdecaoba.
Lamúsicasubíadetonohaciendovibrarelairedelahabitación,mientras
«Elvira» se disponía a enloquecer... por partida doble. Porque en la habitación
cantaban dos «Elviras», lo que producía una sensación inquietante: una, la que
FlaviahabíagrabadoenLondrescincomesesantesyquebrotabadelos
altavoces;laotra,enlavozdelamujerquepicabacebolla.
Devezencuando,Flaviainterrumpíaelafinadodúoparapreguntar:
—¡Uf!¿Quiénhadichoquetengounregistromedio?
O:
—¿Sesuponequeesunsibemolloquetocanlosviolines?
Ydespuésseguíacantandoypicando.Asuizquierda,enunagransartén
puestasobreunfogóngraduadoalmínimo,elaceiteesperabalashortalizas.
Alguientocóeltimbrecuatropisosmásabajo.
—Yo abriré —dijo Brett, dejando la partitura abierta boca abajo en el suelo y
levantándose—.SeránlosTestigosdeJehová.Siemprevieneneldomingo.
Flavia asintió, se apartó el pelo de la cara con el dorso de la mano y volvió a
repartir su atención entre las cebollas y «Elvira», que seguía cantando en sus
transportesdelirantes.
Descalzaenelgratocalordelapartamentoestatardedeúltimosdeenero,
Brett cruzó sobre el suelo de madera y salió al recibidor, descolgó el interfono
queestabajuntoalapuertaypreguntó:
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DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Chiè?
Unavozdehombrecontestóenitaliano:
—Venimosdelmuseo.TraemosunospapelesdeldottorSemenzato.
Era extraño que el director del museo del palazzo Ducal le enviara papeles, y
másaún,undomingoporlatarde,peroquizálacartaqueBrettlehabía
enviadodesdeChinalohabíaalarmado—aunqueporsupuestonolediotal
impresióncuandohablóconéllasemanaanterior—yqueríadarlealeeralgo
antesdelacitaquearegañadienteslehabíadadoparaelmartesporlamañana.
—Súbalos,porfavor.Últimopiso.—Brettcolgóelaparatoyoprimióel
pulsadorqueabríalapuertadelacallecuatropisosmásabajo,luegoseacercóa
la puerta y gritó a Flavia, entre el llanto de los violines—: Del museo. Traen
papeles.
Flaviaasintió,tomóunadelasberenjenas,lacortóporlamitadalolargoy,sin
perderelcompás,seentregódenuevoalserioprocesodeenloquecerde
amor.
Brett volvió a la puerta de la escalera, se agachó para doblar la punta de una
alfombrayabriólapuerta.Deabajollegabaruidodepisadas,yporelrecodode
la escalera aparecieron dos hombres que se detuvieron en el rellano, antes de
acometerelúltimotramo.
—Sólodieciséispeldañosmás—dijoBrettsonriendoenseñaldebienvenida,
yentonces,sintiendoelaireglacialdelaescalera,secubrióunpieconelotro.
Ellosmirabanlapuertaabierta.Elprimerollevabaenlamanoungransobre
marrón.LoshombresempezaronasubirelúltimotramoyBrettvolvióa
sonreírles.
—Forza!—losanimó.
Elquesubíadelante,queerabajoyrubio,sonrióasuvez.Suacompañante,
másaltoymoreno,aspiróprofundamenteylosiguió.Cuandoelprimerhombre
llegóantelapuerta,esperóaqueelotrosereunieraconél.
—¿DottoressaLynch?—preguntópronunciandoelapellidoalmodoitaliano.
—Sí—respondióella,retrocediendoparadejarlospasar.
Cortésmente,losdoshombresmurmuraron«Permesso»alentrarenel
apartamento.Elprimero,quellevabaelpelocortadoalunoyteníabonitosojos
oscuros,lealargóelsobre.
—Lospapeles,dottoressa.—Alentregárselosañadió—:EldottorSemenzatome
hadichoquelosleainmediatamente.—Modalessuavesycorteses.Elalto
sonrióyvolviólacabezahaciaunespejocolgadoalaizquierdadelapuertaque
lehabíallamadolaatención.
Ella inclinó la cabeza y empezó a abrir la solapa del sobre, pegada con lacre
rojo.Elrubioseacercó,comoparaayudarlaaabrirelsobre,perobruscamente
sesituódetrásylasujetóporlosbrazosinmovilizándola.
Elsobrecayósobresuspiesdescalzosyfueapararentreellayelsegundo
hombre,queloapartóconelzapato,comositemieraestropearsucontenido,yse
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DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltaacercóaella.Elprimeroaumentóahorala
presióndesusmanosysucompañero,encorvandosualtafigura,dijoenvozbaja
ygrave:
—UstednoiráalacitaconeldottorSemenzato.
Ellasintiócóleraantesquemiedo,ylacóleralehizodecir:
—Suéltenme.Ysalgandeestacasa.—Serevolvió,tratandodezafarsedelas
manosdelhombre,peroéllesujetólosbrazosaloscostados.
A su espalda, subía el tono de la música y la doble voz de Flavia inundaba la
habitación.Lasincroníaeraperfecta,nadiehubierasospechadoqueerandos
vocesynounalasquecantabandedolor,amoryañoranza.Brettvolviólacara
hacialamúsica,perodeliberadamenteinterrumpióelmovimientoypreguntó
mirandoalqueteníadelante:
—¿Quiénessonustedes?¿Quéquieren?
Lavozdelhombrecambióysehizoadusta,lomismoquesucara.
—Nohagaspreguntas,zorra.
Nuevamente,ellatratódesoltarse,peroeraimposible.Apoyandoelpesodel
cuerpo en un pie, golpeó con el otro al hombre que la sujetaba, pero el talón
desnudonopodíahacermuchodaño.
Entonces,ellaoyódeciralquelasujetaba:
—Vamos.Adelante.
Ella volvía la cabeza para mirar atrás cuando el primer golpe la alcanzó en el
estómago.Fueunaexplosióndedolorquelehizodoblarelcuerpotan
violentamente que casi escapó de las manos del que la inmovilizaba, pero él la
enderezóconbrusquedad.Elqueestabadelantevolvióagolpearla,estavez,
debajodelpechoizquierdo,ylareacciónfuelamisma:elcuerpodeellasedobló
conunespasmoparadefendersedeldolor.
Entonces,deprisa,tandeprisaqueBrettperdiólacuentadelospuñetazos,
elhombrelagolpeórepetidamenteenelpechoylascostillas.
A su espalda, mientras las voces de Flavia cantaban al futuro de dicha que la
aguardabacuandosedesposaracon«Arturo»,elhombregolpeóenunladodela
cabezaaBrett,alaqueempezóazumbarleeloídoderecho,yyasólopudooírla
músicaconelizquierdo.
Ellaúnicamenteeraconscientedeunacosa:nopodíaemitirsonidoalguno.
Nigritar,nipedirauxilio,niquejarse.Lasvocesdesopranosefundíandetrásde
ella,alborozadas,cuandosulabiosepartióbajoelpuñodelhombre.
Elqueestabadetrásdeellalesoltóelbrazoderecho.Yanohacíafaltasujetarla
y,siaúnlaagarrabadeunbrazo,eraparasostenerla.Ahoralaobligóavolverse
amirarlo.
—No vaya a la cita con el dottor Semenzato —dijo todavía con voz suave y
cortés.
Pero ella ya no podía oírle, sólo percibía vagamente la música, el dolor y el
miedodequeestoshombreslamataran.
La cabeza le colgaba inerte y sólo les veía los pies. Notó que el alto hacía un
bruscomovimientohaciaellaysintióuncalorrepentinoenlaspiernasyenla9
DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltacara.Habíaperdidoelcontroldesucuerpoy
percibióeloloracredesupropiaorina.Consaborasangreenlaboca,viocómo
ellíquidochorreabayles
salpicaba los zapatos. Ella se tambaleaba entre los dos hombres, pensando tan
sóloquenopodíaemitirniunsonidoydeseandoqueladejarancaer,para
poderhacerseunovilloymitigareldolorquesentíaentodoelcuerpo.Y,
mientrastanto,ladoblevozdeFlaviaPetrellibrotabaennotasdejúbilo
alzándosesobreelcoroyeltenor,suenamorado.
Brett,conunesfuerzomayordelquehabíapuestoenalgoentodasuvida,
alzólacabezaymiróalosojosalhombrealtoqueahoraestabadelantedeella.
Éllededicóunasonrisataníntimacomolaqueellahubierapodidoverenlacara
deunamante.Lentamente,extendiólamanoyleoprimiósuavementeel
pechoizquierdomientrassusurraba:
—¿Quieresmás,cara?Conunhombreesmejor.
LareaccióndeBrettfuetotalmenteinvoluntaria.Supuñorebotóenlacara
del hombre sin hacerle daño, pero lo repentino del movimiento la liberó de la
mano del otro hombre y fue a dar de espaldas contra la pared. Sintió su dureza
peronodolor,comosinofuerasucuerpoelquehabíachocado.
Entoncesvioquesehundía,notóelroceásperodelladrilloquelelevantabael
jersey.Despacio,muydespacio,comoacámaralenta,fueresbalandohaciael
suelo. La rugosa pared le arañaba la carne mientras la fuerza de la gravedad
tirabadesucuerpo.
Brettestabaconfusa.OíaunavozdeFlaviaquecantabalacabalettayotravozde
Flaviaquegritabafuriosa:
—¿Quiénesson?¿Quéhacenaquí?
«Siguecantando,Flavia»,queríadecirle,peronopodíarecordarcómo
decirlo.Acabódecaeralsueloyquedóconlacaravueltahacialapuertadela
sala, donde vio a la verdadera Flavia a contraluz, oyó la música excelsa que
llegabaconella,envolviéndola,ydescubrióelgrancuchillodepicarcebollaque
traíaenlamano.
—No,Flavia—susurró,peronadielaoyó.
Flaviaselanzóhacialosdoshombres.Ellos,sorprendidosasuvez,no
tuvierontiempodereaccionar,yelcuchillohizouncorteenelantebrazoqueel
másbajohabíalevantado.Elhombredioungritodedoloryapretóelbrazo
contraelcuerpo,cubriéndoselaheridaconlaotramano.Lasangreempezóa
empaparlamangadelachaqueta.
Otra imagen congelada. Luego, el más alto inició la retirada en dirección a la
puertaquehabíaquedadoabierta.Flavia,conlamanodelcuchilloalaalturade
lacadera,diodospasoshaciaél.Elheridolelanzóunpuntapiéconelpie
izquierdo que la alcanzó a un lado de la rodilla. Ella cayó de rodillas, con el
cuchillotodavíabiensujetojuntoasucuerpo.
Laseñalqueintercambiaronlosdoshombresenestemomentofue
totalmentesilenciosa,peroambosfueronhacialapuertaalmismotiempo.El
altoseagachóalargandoelbrazopararecuperarelsobre,peroFlavia,desdeel
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DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltasuelo,fintóconelcuchillohaciasumanoyél
retrocedió dejando el sobre en el suelo. Flavia se puso de pie y bajó corriendo
variosescalonesdetrásdeellos,masenseguidasedetuvo,volvióalapartamento
ycerrólapuertaconelpie.
Searrodillóalladodelamujerqueestabaenelsuelo.
—Brett,Brett—dijomirándolaconansiedad.Laotrateníalaparteinferior
delacaracubiertadelasangrequelesalíadelanariz,dellabioydeunaherida
delladoizquierdodelafrente.Estabatendidaconunarodilladobladadebajodel
cuerpo,eljerseysubidohastalabarbillaylospechosaldescubierto—.Brett—
dijoFlaviaporterceravezyduranteunmomentopensóqueaquellafigura
inmóvilestabamuerta.Peroinmediatamenteahuyentóelpensamientoylepuso
unamanoaunladodelcuello.
Conlalentitudconqueamaneceunaencapotadamañanadeinvierno,sealzó
unpárpadoyluegoelotro,aunquesólohastalamitad,porqueestaba
hinchándoserápidamente.
—Staibene?—preguntóFlavia.
Laúnicarespuestafueunlevequejido.Peroeraunarespuesta.
—Pediréayuda.Noteapures,cara.Vendránenseguida.
Corrióalaotrahabitaciónyalargólamanohaciaelteléfono.Duranteun
segundo,nosupoquéeraloqueleimpedíaagarrarelaparato,yentoncesvioel
cuchilloensangrentadoqueteníaagarradoconunamanoagarrotada.Lodejócaer
al suelo y levantó el aparato. Con dedos rígidos pulsó el 113. Al cabo de diez
señales,unavozdemujerlepreguntóquédeseaba.
—Esunaurgencia.Necesitamosunaambulancia.EnCannaregio.
Lavoz,conacentodeaburrimiento,lepidióladirecciónexacta.
—Cannaregio,6134.
—Losiento,signora.Esdomingoysólohayunaambulancia.Lapondréenlista.
Flaviaalzólavoz.
—Unamujerestáherida.Hanintentadomatarla.Hayquellevarlaalhospital.
Lavozasumióuntonodesufridapaciencia.
—Yaselohedicho,signora.Sólo disponemos de una ambulancia y antes tiene
que atender otros dos servicios. En cuanto esté libre se la enviaremos. —Al no
recibir respuesta de Flavia, la voz preguntó—: Signora, ¿me oye? Si hace el
favorderepetirmeladirección,tomarénota.Signora?Signora?—En respuesta
alsilenciodeFlavia,lamujercortólacomunicación,dejandoaFlaviaconel
teléfonoenlamanoydeseandotenertodavíaelcuchillo.
Temblando, Flavia soltó el teléfono y volvió al recibidor. Brett seguía en el
mismositio,perohabíaconseguidoponersedeladoyseabrazabaelpecho,
gimiendo.
Flaviasearrodillóasulado.
—Brett,tengoqueirabuscaraunmédico.
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DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaFlaviaoyóunsonidoahogadoylamanode
Brettseacercóalasuya.Los
dedosapenasllegaronarozarelbrazodeFlaviaantesdecaerdesmayadosal
suelo.
—Frío—dijotansólo.
Flaviaselevantóyfuealdormitorio,tiródeledredón,loarrastróalrecibidory
loextendiósobrelafigurainmóvil.Abriólapuertadelaescalera,sin
preocuparsedecomprobarantesporlamirillasihabíanvueltolosdoshombres.
Dejando la puerta abierta, bajó corriendo dos tramos de escalera y golpeó con
fuerzalapuertadelpisodeabajo.
Alospocosmomentos,laabrióunhombredemedianaedad,altoymedio
calvo,conuncigarrilloenunamanoyunlibroenlaotra.
—Luca—jadeóFlavia,sobreponiéndosealimpulsodegritar,porqueeltiempo
pasabaynadieveníaaatenderasuamante—.Brettestáherida.Necesitaun
médico. —Bruscamente, le falló la voz y empezó a sollozar—. Por favor, Luca,
porfavor,tráemeaunmédico.—Loasíadelbrazo,incapazdeseguirhablando.
Sindecirpalabra,elhombreretrocedióunpasoyagarróunasllavesde
encima de una mesa que había al lado de la puerta. Dejó caer el libro al suelo,
cerró la puerta y desapareció por la escalera abajo antes de que Flavia pudiera
decirmás.
Flaviavolvióasuapartamentosubiendolospeldañosdedosendos.Vioque
debajodelacaradeBretthabíauncharquitodesangre,enelqueflotabaunfino
mechón de pelo. Años atrás, había leído que a las personas en estado de shock
hayquemantenerlasdespiertas,queespeligrosoqueseduerman,porloque
volvióaarrodillarsealladodesuamigaylallamó.Ahoraunodelospárpados
estaba tan hinchado que no podía abrirse, pero al sonido de la voz el otro se
entreabrióligeramenteyBrettlamirósindarseñalesdereconocerla.
—Lucahaidoabuscaraunmédico.Enseguidaestaránaquí.
Lentamente,lamiradaparecióextraviarse,luegovolvióafijarseenella.Flavia
sesentósobrelostaloneseinclinandoelcuerpohaciaadelanteapartóelpeloque
cubríalacaradeBrettysintióquelasangreleempapabalosdedos.
—Todosearreglará.Enseguidallegaránytecurarán.Todosearreglará,mi
vida.Notengasmiedo.
Elpárpadosecerró,seabrió,lamiradaseperdió,luegovolvió.
—Duele—susurró.
—Noteapures,Brett.Prontopasará.
—Duele.
Flaviaacercólacaraaladesuamiga,tratandodehacerqueaquelpárpado
siguiera abierto, de captar la atención de aquella mirada, musitando frases que
luegonorecordaría.Alcabodeunrato,estaballorando,sindarsecuenta.
ViolamanodeBrett,semiescondidaporeledredónylaasióconsuavidad,
comosifueradelmismoplumónquelaenvolvía.
—Prontoestarásbien,Brett.
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DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaDepronto,oyópasosyvocesenlaescalera.
Porunmomento,pensóque
pudieranserlosdoshombresquevolvíanparaterminarloquefueraque
hubieran venido a hacer. Se levantó y fue hacia la puerta, confiando en poder
cerrarlaatiempo,peroentoncesviolacaradeLucay,detrásdeél,aunhombre
conchaquetablancayunmaletínnegro.
—GraciasaDios—exclamóycomprobóconsorpresaquelodecía
sinceramente.Detrásdeella,cesólamúsica.Finalmente,«Elvira»teníaasu
«Arturo»ylaóperahabíaterminado.
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DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta2
Flaviaretrocedióparadejarentraralosdoshombres.
—¿Quéhay?¿Quéhaocurrido?—preguntóLucamirandoeledredóndel
sueloylafiguraquecubría.Diomio—murmurósinpodercontenerseyseinclinó
haciaBrett,peroFlaviaextendióelbrazoatajandoelmovimientoy
llevándoselodeallí,parahacersitioalmédicoalladodelamujerqueestabaen
elsuelo.
Elmédicoseagachóyalargólamanobuscandoelpulsodelcuello.Al
comprobarqueeralentoperofirme,retiróeledredónparaexaminarlaslesiones.
El jersey estaba ensangrentado y fruncido bajo las axilas, dejando el torso al
descubierto.Lapielteníadesgarrosymarcasrojasqueestabanamoratándose.
—Signora,¿puedeustedoírme?—preguntóelmédico.
Bretthizounsonidogutural;leeramuydifícilarticularpalabras.
—Voyamoverla.Sólounpoco,lojustoparaexaminarla.—Hizounademán
a Flavia, que se arrodilló al otro lado—. Sujétele los hombros. Tengo que
estirarle las piernas. —El médico asió la pierna izquierda por la pantorrilla, la
enderezó y repitió la operación con la derecha. Lentamente, dio la vuelta a la
agredida y Flavia le apoyó el hombro en el suelo. Todos estos movimientos
llegabanala
semiinconscienteBrettcomounanuevaoleadadedolores,yellagemía.
—Traigaunastijeras—dijoelmédicoaFlaviaque,obediente,entróenla
cocinaysacóunastijerasdeungranbotedecerámicadelaencimera.Entonces
notóelcalordelaceitequesiseabaenlasarténenelfogón.Deunmanotazo,hizo
girarlallaveyvolviórápidamentejuntoalmédico.
Éstecortóelensangrentadojerseyparaliberareltórax.Elhombrequelahabía
golpeadollevabaungruesoanillodeselloquehabíadejadopequeñasimprontas
circularesmásoscurasenlasyaamoratadasseñalesdelosgolpes.
Elmédicovolvióainclinarse.
—Ahoraprocureabrirlosojos.
Bretttratódeobedecer,perosólopudoabriruno.Elmédicosacóuna
linternita del maletín y le iluminó la pupila, que se contrajo. Involuntariamente,
ellacerróelpárpado.
—Estábien—dijoelmédico—.Ahoramuevalacabeza,aunquesóloseaun
poco.
Aunquelecostóungranesfuerzo,Brettloconsiguió.
14
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Yahoralaboca.¿Puedeabrirla?
Ella lo intentó y ahogó un grito de dolor, un sonido que hizo a Flavia buscar el
apoyodelapared.
—Ahoraleexaminarélascostillas,signora.Cuandolehagadaño,dígamelo.
—Lepalpólascostillassuavemente.Ellasequejódosveces.
Elmédicosacóunsobredegasaestérilyloabrió.Empapólagasaen
antiséptico y, lentamente, empezó a limpiarle la cara de sangre. La fosa nasal
derechayelcortedellabioseguíansangrando.ElhombrehizounaseñaaFlavia,
quevolvióaarrodillarseasulado.
—Manténgaleestoenellabioyprocurequenosemueva.
DioaFlavialagasamanchadadesangre,yellaobedeció.
—¿Dóndeestáelteléfono?—preguntóelmédico.
Flaviaseñalólasalaconunmovimientodelacabeza.Elmédicodesapareció
porlapuerta,yFlavialeoyómarcaryhablarconelhospital.Pedíaunacamilla.
¿Por qué no se le había ocurrido? La casa estaba tan cerca del hospital que no
hacíafaltaambulancia.
Lucaandabaalrededordeellas,sinsaberquéhacer,hastaquefinalmente
seinclinóytapóaBrettconeledredón.
ElmédicovolvióyseagachóalladodeFlavia.
—Yavienen.—MiróaBrett—.Nopuedodarlenadaparaeldolorhastaque
lehagamoslasradiografías.¿Duelemucho?
ParaBrettelmundoerasólodolor.
Elmédico,alverquetemblaba,preguntó:
—¿Tienenmásmantas?—Luca,aloírlo,entróeneldormitorioysaliócon
unacolchaqueentreélyelmédicoextendieronencimadeella,peronopareció
quesirvieradealgo.Elmundosehabíaenfriado,yellanosentíanadamásque
fríoyundolorcreciente.
ElmédicosepusoenpieymiróaFlavia.
—¿Quéhaocurrido?
—No lo sé. Yo estaba en la cocina. Cuando he salido, ella estaba en el suelo y
habíadoshombres.
—¿Quiéneseran?—preguntóLuca.
—Nolosé.Unoeraaltoyelotrobajo.
—¿Yquéhashecho?
—Atacar.
Losdoshombressemiraron.
—¿Cómo?—preguntóLuca.
—Teníauncuchillo.Estabaenlacocina,yhesalidoconelcuchilloenla
mano.Cuandoloshevisto,mehelanzadosinpensar.Sehanidocorriendo.—
Moviólacabeza,desinteresándosedetodoaquello—.¿Cómoestá?¿Quélehan
hecho?
15
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaAntesderesponder,elmédicoseapartóunos
pasosdeBrett,aunqueésta
estabamuyajenaaloqueocurríaalrededorcomocomprenderuoírsiquierasus
palabras.
—Tienevariascostillasrotas,contusionesycortes.Yquizálamandíbula
fracturada.
—Oh,Gesù—dijoFlaviallevándoselamanoalaboca.
—Peronohayseñalesdeconmoción.Reaccionaalaluzyentiendeloquele
digo.Detodosmodos,hayquehacerradiografías.
Aúnnohabíaacabadodehablarelmédicocuandoseoyeronvocesenla
escalera.FlaviasearrodillójuntoaBrett.
—Ya vienen, cara. Todo se arreglará. —Lo único que supo hacer fue poner la
manoenlacolchaencimaelhombrodeBrettymantenerlaallí,conlaesperanza
detransmitirlesucalor—.Tepondrásbien.
Doshombresconbatablancaaparecieronenlapuerta,yLucaconun
ademán les invitó a entrar. Habían dejado la camilla en el portal, como era lo
obligadoenVenecia,yhabíansubidoelsillóndemimbrequeutilizabanpara
acarrearalosenfermosporlasestrechasescalerasdelascasasvenecianas.
Alentrar,losreciénllegadosmiraronlacaraensangrentadadelamujerque
estabatendidaenelsuelocomositodoslosdíasvieranimágenesparecidasyya
estuvieranacostumbrados.Quizáloestaban.Lucasefuealasalayelmédicoles
recomendóquelamovieranconsumocuidado.
Mientrastanto,Brettnosentíanadaquenofueraelprietoabrazodeldolor.
Losentíaentodoelcuerpo,enelpechocomprimido,quehacíadecada
respiraciónunsuplicio,enloshuesosdelacara,yenlaespalda,quelaabrasaba.
Aveces,sentíadoloresfraccionados,peroenseguidasefundíanylerecorríanel
cuerpoanulandotodolodemás.Despuéssólorecordaríatrescosas:lamanodel
médicoensumandíbula,uncontactoqueleenvióalcerebrounfogonazoblanco;
lamanodeFlaviaensuhombro,elúnicocalorenaquelmardehielo;yel
momentoenquelosdoshombreslalevantarondelsuelo,yelladioungritoyse
desmayó.
Cuandovolvióensí,alcabodevariashoras,eldolorseguíapresente,pero
algolomanteníaunpocoapartado.Detodosmodos,sabíaque,sisemovía,
aunquesólofuerauncentímetro,volveríaaúnconmásfuerza,porloquese
mantenía perfectamente inmóvil. Pensó en palpar cada parte de su cuerpo, para
averiguardóndeacechabaeldolormásagudo,peroantesdequepudieradara
sucerebrolaordendeempezarelrecorrido,elsueñolavenció.
Volvióadespertarse,yestavez,conlamayorprecaución,sumenteempezó
aexplorarvariaspartesdesucuerpo.Eldolorsemanteníaaciertadistanciayya
noparecíaquemoversetuvieraquesertanpeligroso.Centrósu
pensamientoenlosojosytratódedeterminarsiloquehabíaanteelloseraluzu
oscuridad. No podía adivinarlo, por lo que dejó vagar la mente por el rostro,
dondeeldolorpermanecíalatente,luegoporlaespalda,queleardíay
palpitaba,yporlasmanos.Unaestabafríaylaotracaliente.Permanecióquieta
16
DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltaduranteloqueleparecieronhoraspensando:
¿porquéunamanoestabafríay
laotracaliente?Semantuvoinmóvilunaeternidadmientrassumente
estudiabaelenigma.
Unamanocalienteyunamanofría.Decidiómoverlas,paraversivariabala
temperaturay,unsiglodespués,empezóelmovimiento.Tratódeapretarlos
puñosyconsiguiómoverunpocolosdedos.Perofuesuficiente:lamano
caliente se sintió envuelta en más calor y una suave presión por encima y por
debajo.Oyóunavoz,unavozquesabíafamiliarperonopudoreconocer.¿Por
qué aquella voz le hablaba en italiano? ¿O era chino? Entendía lo que le decía,
peronorecordabaenquélengua.Volvióamoverlamano.Quéagradableera
aquelcalorquehabíarespondidoasuprimermovimiento.Probóotravezyoyóla
vozysintióelcalor.Oh,parecíamágico.Habíapalabrasquepodía
comprender,ycalor,yunapartedesucuerpoqueestabalibrededolor.
Reconfortadaporestasensación,volvióadormirse.
Finalmente,recobróelconocimientoydescubrióporquéunamanoestaba
calienteylaotrafría.
—Flavia—dijoconunavozcasiinaudible.
Lapresióndelamanoaumentó.Yelcalor.
—Estoyaquí—dijoFlavia,ysuvozsonómuycerca.
Sinexplicarseporqué,Brettsabíaquenopodíavolverlacabezaparahablarcon
suamiganiparamirarla.Tratódesonreír,dedeciralgo,perounafuerzaextraña
le mantenía la boca cerrada, le impedía abrirla. Trató de gritar o de pedir
socorro,perolafuerzainvisiblenoledejabaabrirlaboca.
—Notratesdehablar,Brett—dijoFlavia,aumentandolapresióndela
mano—.Nomuevaslaboca.Estáatadaconunalambre.Tienesunafisuraenel
maxilar.Nohables.Todovabien.Prontotesentirásmejor.
Eramuydifícilentendertodasaquellaspalabras.Peroelpesodelamanode
Flaviaerasuficiente,elsonidodesuvozbastabaparacalmarla.
Cuandodespertóestabatotalmenteconsciente.Aúnlecostababastanteabrir
elojo,peroloconsiguió,aunqueelotropermaneciócerrado.Suspiródealivioal
comprobarqueyanonecesitabarecurriralaastuciaparaburlarasucuerpo.
PaseólamiradaporlahabitaciónyvioaFlaviadormidaenlasilla,conlaboca
abierta, la cabeza hacia atrás y los brazos colgando a cada lado del cuerpo, en
actituddeabandonototal.
MientrasobservabaaFlavia,Brettvolvióapasarrevistaasupropiocuerpo.
Quizápudieramoverbrazosypiernas,aunqueseríadoloroso,deunmodo
general,indeterminado.Alparecer,estabadeladoysentíaenlaespaldaunardor
difusoydoloroso.Finalmente,conscientedequeestoseríalopeor,tratódeabrir
labocaysintiólaterriblepresiónquelecomprimíalosdientes.Estabanatados
conunalambre,peropodíamoverloslabios.Lopeoreratenerlalengua
prisionera.Alpensarlo,sintiópánico.¿Ysiteníaquetoser?¿Seahogaría?
Ahuyentóelpensamientoconfirmeza.Sipodíadiscernir,señaldequeestaba
bien.Noviotubosquesalierandelacamaycomprendióquenoestabasondada.
17
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaAsíquepeordeloqueestabaahoranoibaa
estar.Yestoerasoportable.Aduraspenas,perosoportable.
Depronto,sintiósed.Teníalabocasecayleardíalagarganta.
—Flavia—dijoconunavozqueeramenosqueunsuspiro,quecasiniella
podía oír. Flavia abrió los ojos y miró en derredor con expresión de pánico,
como solía hacer cuando se despertaba bruscamente. Al momento, se inclinó
hacia
adelante,acercandolacaraaladeBrett—.Flavia,tengosed—susurró.
—Ybuenosdíasatitambién—dijoFlaviaconunacarcajadadealivio,y
entoncesBrettcomprendióqueprontoestaríabien.
Flaviasevolvióytomóunvasodeencimadelamesaqueteníaasuespalda.
DoblólacañadeplásticoeintrodujoelextremoentreloslabiosdeBrett,porel
ladoizquierdo,lejosdelcortetumefactoqueletorcíalabocahaciaabajo.
—Hastahemandadoponerhielocomoatitegusta—dijofijandolacañaen
el vaso, mientras Brett trataba de sorber el líquido. Tenía los labios secos y
pegados,peroporfinconsiguióabrirunarendijaylabenditaaguafríalebañóla
bocaylagarganta.
Alospocostragos,Flaviaretiróelvasodiciendo:
—Yabasta.Esperaunpocoyluegopodrástomarmás.
—Mesientodrogada—dijoBrett.
—Loestás,cara.Entraunaenfermeracadapocashorasyteponeuna
inyección.
—¿Quéhoraes?
Flaviasemiróelreloj.
—Lasochomenoscuarto.
Elnúmeronoledecíanada.
—¿Delamañanaodelanoche?
—Delamañana.
—¿Dequédía?
—Martes—sonrióFlavia.
—¿Porlamañana?
—Sí.
—¿Ytúporquéestásaquí?
—¿Dóndequieresqueesté?
—EnMilán.Estanochetienesfunción.
—Paraesoestánlassuplentes,Brett—dijoFlaviaconindiferencia—.Para
cantarcuandolatitularestáenferma.
—Túnoestásenferma—dijoBrett,atontadaporeldoloryloscalmantes.
—QuenoteoigaeldirectorgeneraldeLaScala,oteharépagarlamultapormí.
—AFlavialecostabatrabajomantenereltonojovial,perolointentaba.
—Túnuncasuspendes.
—Bien,estavezhesuspendidoynosehablemás.Vosotros,losanglosajones,
soismuyformalesenlascosasdeltrabajo—dijoFlavia,yaconfalsaligereza—.
¿Másagua?
18
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaBrettasintióeinmediatamentesearrepintió
delmovimiento.Sequedóquieta
unmomento,conlosojoscerrados,esperandoquesecalmaranlanáuseayel
vértigo.Cuandolosabrió,vioaFlaviainclinadasobreellaconelvaso.
Nuevamente,saboreólafrescadelicia,cerrólosojosyseadormeció.Derepente,
preguntó:
—¿Quésucedió?
—¿Nolorecuerdas?—preguntóFlavia,alarmada.
Brettcerrólosojosunmomento.
—Sí,recuerdoqueteníamiedodequetemataran.—Elhablarconlos
dientesjuntoshacíavibrarensucabezaunaresonanciasorda.
Flavia,manteniendosutonodebravata,rió:
—Nohaymiedo.DebedeserportodaslasToscasquehecantadoenmivida.
Melancésobreellosconelcuchilloyheríaunoenunbrazo.—Repitióel
ademán,sonriendoalrecordarlaescena.Brettnodudabadequesuamiga
habíaclavadoelcuchillo—.Megustaríahaberlomatado—prosiguióFlaviacon
naturalidad,yBrettlecreyó.
—¿Quépasódespués?
—Quesalieroncorriendo.EntoncesbajéallamaraLuca,élfueabuscaral
médicoytetrajimosaquí.—FlaviaviocómoaBrettselecerrabanlosojosyse
quedabadormidaunosminutos,conloslabiosabiertos,alavistaeldetalle
grotescodelalambre.
Depronto,abriólosojosymirólahabitacióncomosinosupieradónde
estaba.AlveraFlaviasetranquilizó.
—¿Porquélohicieron?—Flaviadiovozalapreguntaquellevabadentro
desdehacíadosdías.
Bretttardóencontestar.
—Semenzato.
—¿Delmuseo?
—Sí.
—¿Porqué?¿Quédijeron?
—Noloentiendo.—Sihubierapodidomoverlacabezasindolor,Brettla
hubieramovidoahora—.Noséporqué.—Teníalavozahogadaporladura
trampaqueleimpedíaabrirlaboca.Volvióapronunciarelnombrede
Semenzatoycerrólosojos.Cuandovolvióaabrirlos,preguntó—:¿Quétengo?
Flaviateníalarespuestapreparadaydijoescuetamente:
—Doscostillasrotasyunafisuraenlamandíbula.
—¿Quémás?
—Esoeslomásgrave.Tambiéntienesunadesolladuraenlaespalda.—Alver
laextrañezadeBrett,explicó—:Distedeespaldascontralaparedytearañaste
conlosladrillosalcaer.Ytienesvarioscardenalesenlacara—terminóFlavia,
sin darle importancia—. El contraste realza el color de tus ojos, pero no estoy
seguradequemegusteelefecto.
—¿Esgrave?—preguntóBrett,disgustadaporeltonojocoso.
19
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Noesnada—dijoFlaviaconevidentefalsedad.Brettlamirólargamente
obligándola a rectificar—. Tendrás que llevar un vendaje en las costillas y
estarástiesaduranteunasemanapocomásomenos.Hadichoelmédicoqueno
habrá
secuelas.—Comoeralaúnicabuenanoticiaquepodíadar,completóelinforme
delmédico—:Dentrodeunosdíastequitaránlosalambres.Essólounafisura.Y
los dientes están bien. —Al ver el escaso consuelo que la noticia procuraba a
Brett,agregó—:Lanariz,también.—Seguíasinaparecerlasonrisa—.Note
quedaráncicatrices:cuandobajelahinchazón,estarásperfectamente.—Flaviano
habló de las cicatrices que le quedarían en la espalda ni de lo que tardarían en
borrarselasmarcasdelacara.
Depronto,Brettsesintióexhaustaporestabreveconversaciónyelsueño
volvióainvadirla.
—Veteacasaunrato,Flavia.Yodormiréunpocoy...—Suvozseapagó
antesdequepudieraterminarlafrase.Ahoradormía.Flaviaserecostóenlasilla
ysequedócontemplandolacaraquedescansabadeladoenlacama.Durante
aqueldíaymedio,loshematomasdelafrenteylasmejillassehabíanpuestocasi
negros, y un párpado seguía hinchado, lo mismo que el labio inferior, alrededor
delcorteverticalabierto.
HabíanmantenidoaFlaviafueradelasaladeurgenciasalavivafuerza,
mientraslosmédicoscurabanaBrettlasheridasdelaespaldaylevendabanel
tórax.Tampocoestuvopresentemientrasleinmovilizabanlosmaxilarescon
finosalambres.Ellasehabíapaseadoporloslargospasillosdelhospitaluniendo
sustemoresalosdelosotrospacientesyfamiliaresquedeambulabancomoella,
seagolpabanenelbarocontemplabanelpatiodesdelasventanas.Habíaestado
paseandoduranteunahorayhabíapedidotrescigarrillosaotrastantas
personas,losprimerosquefumabaendiezaños.
Desdeúltimahoradelatardedeldomingo,habíaestadojuntoalacamade
Brett,esperandoquedespertara,yunasolavezhabíaidoalapartamento,eldía
anterior,únicamenteparaducharseyllamarporteléfonodandoelpretextodeuna
supuesta enfermedad que le impediría cantar en La Scala esta noche. Tenía los
nerviosentensiónporlafaltadesueño,elexcesodecafé,elrenovadodeseodel
cigarrillo y la viscosa envoltura de miedo que se pega a la piel del que está
demasiado tiempo dentro de un hospital. Mientras miraba a su amante, volvió a
desearhabermatadoalhombrequelehabíahechoesto.FlaviaPetrellino
conocíaelarrepentimiento,peroeramuypocoloqueellanosupieradela
venganza.
20
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta3
Asuespaldaseabrióunapuerta,peroFlavianosevolvióparaverquién
entraba.Otraenfermera.Nounmédico,seguramente;éstoseranaquímuy
escasos.Alcabodeunmomento,oyóunavozdehombre:
—¿SignoraPetrelli?
Ellavolviólacabeza,intrigadaporquiénpodíaserycómolahabía
encontradoaquí.Enlapuertavioaunhombremásbienaltoycorpulento,quele
eravagamentefamiliar,peronorecordabadequé.¿Unodelosmédicosdela
planta o, mucho peor, un periodista? Se había quedado en la puerta, al parecer,
esperandopermisoparaentraryacercarseaBrett.
—Buenosdías,signora—dijoelhombre,sinmoverse—.SoyGuido
Brunetti.Nosconocimoshaceaños.
EraelpolicíaquehabíainvestigadoelcasoWellauerdeLaFenice.Ahoralo
recordaba:nocarecíadeinteligencia,yBrett,porrazonesqueFlavianoacababa
deexplicarse,loencontrabasimpático.
—Buenos días, dottor Brunetti —respondió Flavia ceremoniosamente, a media
voz.Selevantó,miróaBrettparacerciorarsedequedormíayfuehaciaél.
Letendiólamanoqueélestrechóbrevemente.
—¿Lohanasignadoaesto?—preguntóella.Encuantolohubodicho,reparó
enlaagresividaddeltonoylalamentó.
Élpasóporaltoeltonoyrespondiólapregunta.
—No, signora, pero he visto el nombre de la dottoressa Lynch en el parte y
queríasabercómoestá.—AntesdequeFlaviapudierareferirseasutardanza,él
explicó—:Elcasofueencomendadoaotrapersonaynohevistoelinformehasta
estamañana.—Miróalamujerdormida,dejandoquesumiradahicierala
pregunta.
—Estámejor—dijoFlavia.Diounpasoatrásyconunademánloinvitóa
acercarse a la cama. Brunetti cruzó la habitación y se paró detrás de la silla de
Flavia.Dejólacarterademanoenelsuelo,apoyólasmanosenelrespaldodela
sillaymirólacaradelaagredida.Finalmente,preguntó:
—¿Quéocurrió?—HabíaleídoelinformeyladeclaracióndeFlavia,pero
queríaoírsuversióndirectamente.
Flaviareprimióelimpulsodedecirqueestoeraprecisamenteloqueél
deberíaestaraveriguando,perorespondió,envozbaja:
21
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Eldomingofueronacasadoshombres,diciendoqueerandelmuseoy
que traían unos papeles para Brett. Ella les abrió la puerta. En vista de que
pasabaeltiempoyellanovenía,salíalrecibidorparaverquélareteníaylavi
enelsuelo.
—Mientraslamujerhablaba,élmovíalacabezaafirmativamente;todoesto
constabaenladeclaraciónqueellahabíahechoadospolicías—.Yoteníaun
cuchilloenlamano.Estabapicandoverdurasysemeolvidóquelollevaba.
Cuandoviloqueestabanhaciendo,melancésobreellossinpensaryheríauno.
Creoqueprofundamente,enunbrazo.Sefueroncorriendo.
—¿Robo?—preguntóél.
—Esposible.—Flaviaseencogiódehombros—.Pero,¿porquéhacerleeso?—
preguntóagitandolamanoendirecciónaBrett.
Élasintiónuevamente.
—Esverdad,sí—murmuróyretrocedióhastadondeellasehabía
quedado—.¿Hayobjetosdevalorenelapartamento?—preguntóconsuvoz
normal.
—Supongoquesí.Hayalfombras,cuadros,porcelanas.
—¿Entoncespudotratarsedeunintentoderobo?—preguntó,yaFlaviale
sonócomositrataradeconvencerseasímismo.
—Dijeronquelosenviabaeldirectordelmuseo.¿Cómosehabíanenterado
de la relación? —preguntó ella. Flavia nunca había creído que el robo fuera el
motivoycadavezquemirabalacaradeBrettleparecíamenosverosímilla
explicación.Siestepolicíanoloentendíaasí,noentenderíanada.
—¿Songraveslaslesiones?—preguntóél,eludiendolarespuesta—.Nohe
tenidotiempodehablarconlosmédicos.
—Costillasrotasyunafisuraenlamandíbula,peronohayseñalesde
conmocióncerebral.
—¿Hapodidohablarconella?
—Sí.—Lobruscodelarespuestalerecordóquesuúltimaentrevistanofue
muyamistosa.
—Lamentomucholoocurrido.—Lodijocomoparticular,nocomo
funcionariopúblico.
Flaviaaceptólafraseconunabreveseñaldeasentimiento,peronodijonada.
—¿Creequelaafectará?—Lapregunta,formuladaenestostérminos,aludía
al íntimo conocimiento que Flavia tenía de Brett, reconocía su capacidad para
tomarelpulsoespiritualdesuamigaydescubrirlamellaquepudieradejarleel
habersidoobjetodesemejanteagresión.
Flaviaadvirtióconsorpresaquesentíaelimpulsodedarlelasgraciaspor
preguntaraquelloyreconocerdeestemodosupapelenlavidadeBrett.
—No;creoquenolaafectará.—Y,desviandolaconversaciónhaciaellado
práctico—:¿Quédicelapolicía?¿Hanaveriguadoalgo?
—No,pordesgracia—dijoBrunetti—.Lasdescripcionesquehizoustedde
losdoshombresnocorrespondenanadiequenosotrosconozcamos.Hemos
preguntadoenloshospitalesdeaquíydeMestre,peronohancuradoanadiede
22
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta una herida de arma blanca en un brazo. Se
estáncomprobandolashuellasdelsobre.—Noledijoquelasangrequecubría
unadesuscarasdificultabala
operación,niqueelsobrehabíaresultadoestarvacío.
Detrásdeél,Brettseagitó,suspiróyvolvióaquedarquieta.
— Signora Petrelli —empezó él, y se interrumpió, para elegir cuidadosamente
las palabras—, me gustaría quedarme un rato al lado de ella, si usted no tiene
inconveniente.
Flaviasepreguntó,sorprendida,porquélahalagaríatantoqueélaceptara
con naturalidad lo que ella y Brett eran la una para la otra, y se sintió más
sorprendidatodavíaaldarsecuentadequenoteníaunaideaclaradeloqueeran
realmente.Movidaporestospensamientos,tomólasillaqueestabadetrásdela
puertaylapusoalladodelaqueellahabíaocupado.
—Grazie—dijoél.Sesentó,seapoyóenelrespaldoycruzólosbrazos.Aella
leparecióqueestabadispuestoaquedarseallítodoeldía,sieranecesario.
Élnohizootrointentodeconversarsinoquepermaneciócallado,esperando
acontecimientos. Ella se acomodó a su lado en la otra silla, sorprendida de no
sentirnecesidaddemantenerunaconversación,nidemostrarsesocialmente
correcta.Simplemente,estabaallí.Pasarondiezminutos.Pocoapoco,fue
inclinando la cabeza hacia atrás hasta apoyarla en el respaldo de la silla, se
quedódormidaydespertóconunsobresaltocuandolacabezaselevencióhacia
adelante.Miróelreloj.Lasonceymedia.Hacíaunahoraqueélestabaallí.
—¿Sehadespertado?—lepreguntó.
—Sí,perosólounosminutos.Nohadichonada.
—¿Lehavisto?
—Sí.
—¿Lehareconocido?
—Sí,creoquesí.
—Bien.
Alcabodeunrato,éldijo:
—Signora,¿noquerríairacasaunrato?¿Acomeralgo,quizá?Yome
quedaré. Ella me ha visto con usted y si se despierta y me encuentra aquí no se
alarmará.
Horasantes,Flaviahabíasentidohambre,peroyaselehabíaquitadopor
completo. Pero la sensación de fatiga y falta de aseo subsistía, y la idea de una
ducha,toallaslimpias,pelolimpio,ropalimpiacasilahizosuspirardeansia.
Brettdormía¿yconquiénestaríamásseguraqueconunpolicía?Latentaciónera
irresistible.
—Sí—dijolevantándose—.Peronotardaré.Sisedespierta,porfavor,dígale
adondeheido.
—Descuide—dijoéllevantándoseasuvezmientrasFlaviarecogíaelbolsoy
descolgabaelabrigodedetrásdelapuerta.Enelumbral,ellasevolvióamirarlo
ysedespidióconlaprimerasonrisaauténticaquelehabíadedicadodesdequese
conocían,ycerrólapuertaconsuavidad.
23
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaCuando,aquellamañana,lasignorinaElettra
le entregó el informe del robo, él, viendo que el caso había sido asignado a la
rama uniformada, lo dejó a un lado de la mesa casi sin mirarlo. Entonces ella
dijo,antesdevolverasudespacho:
—Meparecequeesoleinteresará,dottore.
Ladirecciónnoledecíanada,peroenunaciudadenlaquesólohabíaseis
distritospostaleslasdireccionesteníanunsignificadomuyrelativo.Entoncesel
nombre le saltó a la vista: Brett Lynch. No sabía que hubiera vuelto de China y
durante los años transcurridos desde la última vez que se habían visto no había
vuelto a pensar en ella. Fue el recuerdo de aquella última entrevista y de los
hechosquelaprecedieronloqueestamañanalohabíatraídoalhospital.
Lahermosajovenalaquehabíaconocidoañosatrásestabairreconocible,
hubierapodidoconfundirlaconcualquieradelasdocenasdemujeresmaltratadas
a las que había visto desde que estaba en la policía. Mientras la miraba, hacía
mentalmentelalistadeloshombresalosquesabíacapacesdeestaclasede
violencia contra una mujer, no contra una mujer conocida sino una mujer con la
quesetropezaranmientrascometíanundelito.Lalistaeramuycorta:uno
estabaenunacárceldeTriesteyelotro,enSicilia,osupuestamenteenSicilia.La
listadelosquehacíanesoalasmujeresalasqueconocíaneramuchomáslargay
variosdeellosestabanenVenecia,peroéldudabaquealgunolaconocieraoque,
conociéndola,tuvieraalgúnmotivoparahacerleesto.
¿Unrobo?LasignoraPetrellidijoalosdospolicíasquelainterrogaronquelos
dos hombres que habían ido al apartamento no sabían que hubiera allí otra
persona,porloquelaagresiónnoteníaexplicación.Sihubieranidocon
intenciónderobar,hubieranpodidoataraBrettoencerrarlaenunahabitacióny
luegollevarsetranquilamentetodoloquequisieran.Ningunodelosladronesalos
queélconocíahubierahechoeso.Y,sinoerarobo,¿quéera?
Comoellanohabíaabiertolosojos,élsesobresaltóaloírsuvoz:
—Midaidabere?
Sorprendido,seinclinóhacialacama.
—Agua.
Enlamesitadenocheélviounjarrodeplásticoyunvasoconunapaja.
Llenóelvasoylesostuvolapajaentreloslabioshastaqueellahubobebidotoda
el agua. Al retirársela, vio la jaula de alambre que le ataba los maxilares. Esto
explicabasumaneradehablararrastrandolassílabas.Estoyloscalmantes.
Ellaabrióelojoderecho,deunazulmásintensoquelapieldealrededor.
—Gracias,comisario.—Elpárpadosecerróunmomento,volvióaabrirse—.
Extrañolugarenelquevolveravernos.—Acausadelosalambres,suvoz
sonabacomosisalieradeunaradiomalsintonizada.
—Sí—convinoél,sonriendoanteloabsurdodelaobservación,su
convencionalismobanal.
—¿YFlavia?—preguntóella.
24
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Sehaidoacasaunmomento.Volveráenseguida.
Brettmoviólacabezaenlaalmohadayéloyóelbruscojadeo.Alcabodeun
momento,ellapreguntó.
—¿Porquéhavenido?
—Hevistosunombreenelinformededelitosyhevenidoavercómo
estaba.
Suslabiossemovieronligeramente,quizáinsinuandounasonrisa,cortada
poreldolor.
—Nomuybien.
Sehizounsilencioquesealargóhastaqueél,apesardesupropósitodenohacer
preguntas,dijo:
—¿Recuerdaquéocurrió?
Ellahizounsonidodeasentimientoyempezóaexplicar:
—TraíanunospapelesdeldottorSemenzatodelmuseo.—Élasintió,conocíael
nombreyalhombre—.Lesabrílapuerta.Yentonces...—Suvozseapagóy
despuésagregó—:Empezaronconesto.
—¿Ledijeronalgo?
Ellacerróelpárpadoytardóencontestar.Élnosabíasítratabaderecordarode
decidir si se lo contaba. Tanto tardaba la respuesta que él ya pensaba que ella
habíavueltoadormirsecuando,alfin,laoyódecir:
—Medijeronquenofueraalacita.
—¿Quécita?
—LaqueteníaconSemenzato.—Asípues,nofueunintentoderobo.Élno
dijonada.Noeraelmomentodeinsistir.Ahorano.
Conlavozmásroncayfatigadapormomentos,ellaexplicó:
—Estamañana,enelmuseo.LascerámicasdelaexposicióndeChina.—Se
hizounapausa.Ellaseesforzabapormantenerelojoabierto—.Conocíanmi
relaciónconFlavia.—Despuésdeesto,surespiraciónsehizomáslentay
profundayélvioquehabíavueltoadormirse.
Sequedómirándolamientrastratabadeencontrarsentidoaloqueellale
habíadicho.SemenzatoeraeldirectordelmuseodelpalazzoDucal.Habíasido
elmuseomásfamosodeVeneciahastalareaperturadelpalazzoGrassi después
desurestauración,ySemenzato,elmásimportantedesusdirectores.Quizáaúnlo
era.Alfinyalcabo,elpalazzoDucalhabíamontadolaexposicióndelTiziano,
mientrasquetodoloqueelpalazzoGrassihabíapresentadodurantelosúltimos
añoseraAndyWarholylosceltas,ambasexposiciones,eventosdela«nueva»
Veneciay,porconsiguiente,productosmásdelbombomediáticoquedeuna
seriapreocupaciónartística.
Brunettirecordóque,unoscincoañosatrás,Semenzatohabíaayudadoa
organizarlaexposicióndeartechinoyqueBrettLynchhabíaactuadodeenlace
entre la administración de la ciudad y el Gobierno chino. Él había visitado la
exposiciónmuchoantesdeconoceraBrettyaúnrecordabaalgunasdelaspiezas:
lossoldadosdeterracotadetamañonatural,uncarrodebronceyunacotade25
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta malla decorativa construida con miles de
piezasdejadeengarzadasentresí.
Tambiénhabíapinturas,peroéstaslehabíanparecidoaburridas:saucesllorones,
hombresconbarbayelconsabidopuentecitodefiligrana.Laestatuadelsoldado,
noobstante,lohabíaimpresionado,yrecordabahabersequedadomuchorato
delantedeella,contemplandolacarayleyendoenellalealtad,valentíayhonor,
señalesdistintivasdeunpuebloquedurantedosmilenioshabíadominado
mediomundo.
BrunettihabíahabladoconSemenzatoenvariasocasionesyleparecíaun
hombre inteligente y agradable, con esa pátina de afabilidad que adquieren con
losañosloshombresqueocupancargospúblicos.Semenzatodescendíadeuna
antiguafamiliavenecianaytantoélcomosusvarioshermanossededicabanalas
antigüedades,alarteoalcomercioenestesector.
Puesto que Brett había concertado la exposición, era lógico que, a su regreso a
Venecia, se entrevistara con Semenzato. Lo que no tenía sentido era que alguien
trataradeimpedirlaentrevistayqueparaellorecurrieraamediostanbrutales.
Unaenfermeraconunmontóndesábanasytoallasentrósinllamarypidió
aBrunettiquesalieramientrasbañabaalapacienteylecambiabalassábanas.
Evidentemente,lasignoraPetrellisehabíamovidoentreelpersonaldelhospital,
cuidandodehacerllegarsobrecitos,bustarelle,amanosdelaspersonasclave.A
faltadetales«atenciones»,enaquelhospitalnosedispensabanalospacientesni
los servicios más elementales y, a veces, aun con ellas, eran los familiares los
queteníanquealimentarybañaralenfermo.
Élsalióalpasilloyseacercóaunaventanaquedabaalpatiocentral,partedel
primitivomonasteriodelsigloXV.Alotroladoselevantabaelnuevo
pabellón,construidoeinauguradoabomboyplatillo:medicinanuclear,la
tecnologíamásavanzadadetodaItalia,losmédicosmáseminentes,unnuevo
conceptoenlaatenciónsanitariaenbeneficiodelosciudadanosdeVenecia,que
tantosimpuestospagaban,porcierto.Nosehabíaregateadoeninversión;el
edificioeraunamaravillaarquitectónica,conunosaltospórticosdemármolque
daban una réplica moderna a los delicados arcos del campo Santi Giovanni e
Paoloporlosqueseaccedíaaledificioprincipal.
Se celebró la ceremonia de la inauguración, hubo discursos, acudió la prensa,
peroeledificioaúnestabasinestrenar.Noteníadesagües.Nidrenajesni
responsablesdesufalta.¿Elarquitectohabíaolvidadodibujarlosenlosplanos,o
losconstructoreshabíanolvidadoinstalarlos?Lociertoeraquela
responsabilidadnohabíarecaídoennadieyque,aunedificioyaterminado,
habríaqueañadirahoralosdesagües,conunenormegastoadicional.
LaimpresióndeBrunettieraquesetratabadeunmontajeplaneadodesde
el mismo inicio del proyecto, a fin de que el constructor consiguiera no sólo el
contratoparaedificarelnuevopabellónsinotambién,másadelante,elencargode
destruirbuenapartedelohecho,afindeinstalarlasolvidadastuberías.
¿Eraparareíroparallorar?Despuésdelainauguración,quenoinauguró
nada,eledificiosedejósinprotección,ylosvándaloshabíanentradoydañado
26
DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltapartedelequipo,porloqueahoraelhospital
tenía que pagar a unos guardias que patrullaban por corredores desiertos,
mientras los pacientes que precisaban los tratamientos que el centro hubiera
debidoprocurarleseranenviadosaotroshospitales,puestosenlistadeesperao
teníanquebuscarasistenciaenclínicasparticulares.YanorecordabaBrunettilos
milesdemillonesdelirasquesehabíangastado.Y,siqueríasquetecambiaran
lassábanas,teníasquesobornaralasenfermeras.
PorelfondodelpatioaparecióentoncesFlaviaPetrelli.Nadielareconocía,pero
todosloshombreslamiraban.Sehabíapuestounvestidocolorpúrpuradefalda
largaqueseondulabaalandar.Llevabacolgadodeunhombrounabrigo
depiel,aunquenodealgotanprosaicocomoelvisón.Mientraslaseguíaconla
mirada, Brunetti recordó, de una novela leída años atrás, la descripción de la
entradadeunamujerenunhotel.Estabatanseguradelaatenciónquesudineroy
su posición le garantizaban, que se quitaba el abrigo de visón dejándolo caer
haciaatrássinmolestarseenmirarsihabíaalgúncriadopreparadopara
sostenerlo.FlaviaPetrellinonecesitabaleerestascosasenloslibros;ellaestaba
absolutamenteseguradecuálerasulugarenelmundo.
La vio entrar por uno de los pórticos que conducían a las plantas superiores y
observóquesubíalospeldañosdedosendos,conunaprisaquedesentonaba
tantodelvestidocomodelabrigodepiel.
Alcabodeunossegundos,aparecíaenlaescaleray,alverlofueradela
habitación,selecrispólacara.
—¿Quéhaocurrido?—preguntóyendohaciaélrápidamente.
—Nada.Havenidounaenfermera.
Ella entró en la habitación sin molestarse en llamar. Minutos después, salía la
enfermeraconunabrazadaderopayunapalanganadehierroesmaltado.Él
esperóunpoco,llamóalapuertayoyóqueleinvitabanaentrar.
Vioquelacabeceradelacamahabíasidomínimamentelevantadayque
Brettestabaunpocoincorporada,conlacabezaapoyadaenunasalmohadas.
Flavia,asulado,sosteníaelvasodelqueellabebíaconlaboquilla.Elefectode
sucaraeramenosimpresionante,yafueraporqueélhabíatenidotiempopara
acostumbrarse,yaporqueahorapodíaverzonasquenoestabandesfiguradas.
Élseagachó,recogiólacarterayseacercóalacama.Brettsacóunamanoyla
deslizóhaciaél,quelaoprimióbrevementeconlasuya.
—Gracias—dijoella.
—Simelopermite,mañanavolveré.
—Sí,porfavor.Ahoranopuedo,peroyaleexplicaré.
Flaviafueaprotestar,perosecontuvo.DedicóaBrunettiunasonrisaque
empezósiendoprofesionalyluegoseconvirtióenperfectamentenatural,con
sorpresaparaambos.
—Graciasporvenir—dijo,volviendoasorprenderlosalosdosconla
sinceridaddesuvoz.
27
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Entonces,hastamañana—dijoéloprimiendodenuevolamanodeBrett.
Flaviasequedóalladodelacamamientrasélsalíadelahabitación.Bajóporla
misma escalera que ella había utilizado y torció hacia la izquierda siguiendo el
pórtico.Aunladodelcorredorhabíaunaancianaenvueltaenuncapotemilitar,
quehacíamediasentadaenunasilladeruedas.Asuspiestresgatossepeleaban
porunratónmuerto.
28
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta4
Mientras volvía a la questura, Brunetti se sentía preocupado por lo que había
vistoyoído.Comprendíaquelaslesionessecurarían,queelcuerpovolveríaa
sereldeantes.LasignoraPetrelli estaba segura de que Brett se repondría. No
obstante,élhabíavistomásdeunavezquelosefectosdeunaagresióntan
violenta persistían, a veces durante años, aunque sólo fuera en forma de súbitos
accesosdepánico.Enfin,quizáestuvieraequivocadoyquizálasnorteamericanas
fueran más fuertes que las italianas y ella no tuviera secuelas, pero no podía
acabardevencerlainquietud.
CuandoBrunettientróenlaquestura,unodelosagentesdeuniformeseacercóa
él:
—EldottorPattahapreguntadoporusted,comisario—dijoenvozbajayneutra.
Alparecer,todoslosdelacasahablabanenvozbajayneutracuandosereferían
alvicequestore.
Brunettidiolasgraciasalagenteysiguióhacialaescaleraposterior,el
caminomáscortohastasudespacho.Cuandoentróestabasonandoel
intercomunicador.Dejólacarteraencimadelamesaylevantóelaparato.
—¿Brunetti?—preguntóPattainnecesariamente,antesdequeBrunetti
pudieradarsunombre—.¿Esusted?
—Sí,señor—respondióélhojeandolospapelesquehabíanllegadoalamesa
ensuausencia.
—Todalamañanaquelellamo,Brunetti.Tenemosquetomarunadecisión
sobrelaconferenciadeStresa.Bajeahoramismoamidespacho—dijo,
atemperandolaordenaregañadientesconun—:porfavor.
—Sí,señor.Ahoramismo.—Brunetticolgó,acabóderepasarlospapeles,
abrió una carta y la leyó dos veces. Se acercó a la ventana y volvió a leer el
informedelaagresiónaBrett.LuegosalióybajóaldespachodePatta.
LasignorinaElettranoestabaensudespacho,perounjarrónbajo,rebosantede
fresiasamarillasesparcíaporlahabitaciónunaromacasitanexquisitocomosu
presencia.
Brunettillamóalapuertaconlosnudillosyesperólaautorizaciónaentrar,quele
fuetransmitidapormediodeunsonidoahogado.Pattasehallabaenmarcadopor
unadelasgrandesventanasdesudespacho,comosiposara
parauncuadro,contemplandoelandamiajeperennedelafachadadelaiglesiade
29
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaSanLorenzo.Lapocaluzquepenetrabaenla
habitaciónhacíarefulgirlospuntosreflectantesdesupersona:laspunterasdelos
zapatos,lacadenadeoroquelecruzabaelchalecoyelpequeñorubídelalfiler
delacorbata.Miróasusubalternoycruzóeldespachoendirecciónalescritorio.
BrunettiobservóconsorpresaquesumaneradeandarlerecordabaladeFlavia
Petrellialcruzarelpatiodel
hospital,peromientrasaFlavialeeratotalmenteindiferenteelefectoquepudiera
causar,todoslosmovimientosdePattaparecíanestudiadosconelúnicoobjetode
darseimportancia.ElvicequestoresesentódetrásdesumesayseñalóaBrunetti
lasillaqueteníaenfrente.
—¿Dóndehaestadotodalamañana?—preguntóPattasinpreámbulos.
—Heidoaveralavíctimadeunintentoderobo—explicóBrunetti,haciendo
surespuestalomásvagay,confiaba,lomásinocuaposible.
—Paraesotenemosaloshombresdeuniforme.
Brunettinorespondió.
Centrandoentonceslaatenciónenelasuntoatratar,Pattapreguntó:
—ApropósitodelaconferenciadeStresa,¿quiéndenosotrosirá?
Dossemanasantes,Brunettihabíarecibidounainvitaciónaunaconferencia
organizadaporlaInterpolqueibaacelebrarseenlaciudadbalneariodeStresa,a
orillas del lago Maggiore. Brunetti deseaba asistir para renovar contactos y
estrecharrelacionesconmiembrosdelareddepolicíainternacionalyporqueel
programaincluíaprácticasenlasúltimastécnicasinformáticasparael
almacenamientoyextraccióndeinformación.Patta,quesabíaqueStresaerauno
deloslugaresdevacacionesmásselectosdeItalia,favorecidoconunclimaque
invitabaaescapardelfríohúmedodelinviernoveneciano,queríairensulugar.
Pero, como la invitación estaba dirigida a Brunetti e incluía unas palabras de
puño y letra del organizador, a Patta le estaba resultando difícil convencer a su
subordinadoparaquerenunciaraasuderechoaasistir.Habíatenidoquehacerun
esfuerzoparanoprohibírselosencillamente.
Brunettipusounapiernaencimadelaotraysacólaagendadelbolsillo.En
suspáginasnuncahabíaanotacionesquehicieranreferenciaaasuntospoliciales,
peroesoPattanuncallegóasaberlo.
—Averesasfechas...—dijoBrunettihojeandolalibretita—.Eldieciséis,¿no?
¿Y hasta el día veinte? —Hizo una pausa teatral, orquestada para acrecentar la
impacienciadePatta—.Yanoesseguroquepuedaestarlibreesasemana.
—¿Quéfechashadicho?—preguntóPattapasandolashojasdeunparde
semanasdesucalendariodesobremesa—.¿Deldieciséisalveinte?—Supausa
fueaúnmásteatralqueladeBrunetti—.Bien,siaustednoleesposible,quizáyo
pudierair.TendríaquereprogramarunareuniónconelministrodelInterior,pero
creoqueseráfactible.
—Seríalomásconveniente.¿Seguroquepodrádisponerdeesetiempo,
señor?
LamiradadePattaerailegible.
—Sí.
30
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Entonces,decidido—dijoBrunetticonfalsacordialidad.
Debiódesereltonodelavoz,oquizálaprontitudconquesusubordinado
lecedíaelpuesto,loquehizoquesedispararanlostimbresdealarmadePatta.
—¿Dóndehaestadoestamañana?
—Comoyalehedicho,señor,hablandoconlavíctimadeunintentode
robo.
—¿Quévíctima?—preguntóPattaconsuspicaciaenlavoz.
—Unaextranjeraqueresideaquí.
—¿Quéextranjera?
—LadottoressaLynch—respondióBrunetti,observandoelefectodelnombreen
lacaradePatta.Duranteunmomento,permanecióinexpresiva,pero
enseguida,cuandollegóelrecuerdo,lospárpadosseentornaronligeramente.
Brunetti, durante su observación, distinguió el preciso momento en el que Patta
recordabanosóloquiénsinoquéeralamujer.
—Lalesbiana—murmuródenotandoloquepensabadeellaporeldesdén
queponíaenlapalabra—.¿Quélehapasado?
—Fueagredidaensucasa.
—¿Agredidaporquién?¿Algunatortilleramarimachoqueencontróenunbar?
—AlverlacaradeBrunetti,agregó,moderandoeltono—:¿Quépasó?
—Fueatacadapordoshombres—respondióBrunetti,yagregó—:ninguno
deloscualesteníanadade«tortilleramarimacho».Estáenelhospital.
Pattaseencogiódehombrosparaevitarseelcomentarioalrespectoy
preguntó:
—¿Esésalarazónporlaquevaaestarmuyocupadoparaasistirala
conferencia?
—Laconferencianoeshastaelmespróximo.Tengovarioscasosentre
manos.
Pattaresoplóparaexpresarsuincredulidadypreguntósúbitamente:
—¿Quésellevaron?
—Alparecer,nada.
—¿Porqué?¿Nofueunrobo?
—Alguienloimpidió.Ynoestoysegurodequefueraunrobo.
Patta,haciendocasoomisodelasegundapartedelarespuesta,saltó,
refiriéndosealaprimera:
—¿Quiénloimpidió,esacantante?—preguntó,dandoaentenderqueFlavia
PetrellicantabaenlasesquinasporunasmonedasynoenLaScalaporuna
fortuna.
EnvistadequeBrunettinoentrabaendiscusiónaesterespecto,Patta
prosiguió:
—Puesclaroquetuvoqueserrobo.Enesacasahayunafortuna.—
SorprendióaBrunettinosólolafrancaenvidiaquehabíaenlavozdePatta,que
parecíasureacciónnormalantelariquezaajena,sinoporquetuvieraalgunaidea
deloquehabíaenelapartamentodeBrett.
31
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Quizá—dijoBrunetti.
—Nadadequizá—insistióPatta—.Sierandoshombres,tienequehabersido
robo. —Brunetti hubiera preguntado de buena gana a su superior si las mujeres
teníanquededicarsepornaturalezaaotraclasededelitos.Pattalomiró
fijamente—.Esosignificaqueelcasoescompetenciadelabrigadaantirrobo.
Que se encarguen ellos. Esto no es un club de la alta sociedad, comisario. No
estamosaquíparaayudarasusamistadescuandotienenproblemas,ymenosa
susamigaslesbianas.—Poreltonoparecíareferirseadocenasdelesbianas,
comosiBrunettifueraunaespeciedesantaÚrsulamoderna,yllevaratrasdesía
oncemilmujeres,todasvírgenesytodaslesbianas.
Brunettihabíatenidoañosparaacostumbrarsealaelementalirracionalidad
de muchas de las manifestaciones de su superior, pero algunas veces Patta aún
conseguíasorprenderloconelcalibreylacerrilidaddealgunasdesus
sentencias.Ynosólosorprenderlosinoenfurecerlo.
—¿Ordenaustedalgomás,señor?
—Nadamás.Yrecuerde,esuncasoderoboyhayquellevarlo...—Lo
interrumpióelsonidodelteléfono.Irritadoporlaestridentellamada,Pattaagarró
elaparatoygritó—:¿Nolehedichoquenomepase...?—Brunetti
esperabaverlecolgarviolentamente,peroPattaencajóelauriculareneloídocon
evidenteconmoción.
—Sí,sí,naturalmentequeestoy—dijo—.Pásemela.
Patta irguió el tronco y se alisó el pelo con una mano, como si creyera que su
comunicantepodíaverloatravésdelalíneatelefónica.Sonrióyvolvióasonreír
mientras esperaba oír la voz anunciada. Brunetti oyó el murmullo lejano de una
vozmasculina,alaquePattarespondió:
—Buenosdías.Sí,señor,muybien,gracias,¿yusted?
HastaBrunettillegóunarespuestaindistinta.VioquePattaalargabalamanohacia
elbolígrafoqueteníaaunladodelamesa,olvidandolaMont-Blanc
Meisterstückquellevabaenelbolsillo.Agarróunpapelyselopusodelante.
—Sí,señor,sí.Sí,yamehaninformado.Precisamenteahoraestaba
hablandodelcaso.
Hizounapausamientraselhiloconducíaasuoídonuevaspalabrasque
Brunettipercibíacomounrumorlejano.
—Sí,señor.Desdeluego.Terrible,mehaafectadovivamente.
Denuevo,pausa,esperandoquelaotravozdijeraalgomás.Susojosfueron
instintivamenteaBrunettiyalinstantedesviaronlamirada.
—Sí,señor.Unodemishombresyahahabladoconella.—Hubouna
bruscaerupcióndepalabrasalotroextremodelhilo—.No,señor,claroqueno.
Se trata de alguien que la conoce personalmente. Le he dicho taxativamente que
nolaimportune,sóloqueseintereseporsuestadoyhableconlosmédicos.
Desdeluego,locomprendo.Sí,señor.
Patta hacía oscilar el bolígrafo entre el índice y el mayor, golpeando la mesa
rítmicamentemientrasescuchaba.
32
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Desdeluego,porsupuesto.Asignarécuantoshombresseannecesarios.
Todosconocemoslogenerosaquehasidoconlaciudad.
LanzóotramiradafugazaBrunettiyluego,alrepararenelbalanceodel
bolígrafo,seobligóadejarloencimadelamesa.
Sequedóescuchandolargamente,conlamiradafijaenelbolígrafo.Unao
dosveces,tratódedeciralgo,perolavozlejanalecortó.Finalmente,asiendoel
teléfonoconunamanorígida,consiguiódecir:
—Loantesposible.Leinformarépersonalmente.Sí,señor.Desdeluego.Sí.—
Lavozdelotroextremocortósindarletiempoadespedirse.
PattacolgósuavementeymiróaBrunetti.
—Supongoqueyahabráadivinadoqueeraelalcalde.Nosécómosehabrá
enteradodeesto.—SutonoindicabaclaramentequesospechabaqueBrunetti
habíallamadoaldespachodelalcaldeydejadounmensajeanónimo.
—Alparecer,ladottoressa—empezó,pronunciandolapalabracomosi
cuestionaralacalidaddelainstruccióndeHarvardydeYale,lasuniversidades
porlasqueladottoressaLynch se había graduado— es amiga suya y —agregó,
marcandounapausasignificativa—unabenefactoradelaciudad.Asípues,el
alcaldequierequeesteasuntoseinvestigueyresuelvaloantesposible.
Brunetti,sabiendolopeligrosoqueseríahacersugerenciaalgunaeneste
momento,guardósilencio.Miróelpapeldeencimadelamesayluegoalacara
desusuperior.
—¿Enquéestátrabajandoahora?—preguntóPatta,locual,dedujo
Brunetti,significabaqueibaaencomendarlelainvestigación.
—Ennadaquenopuedaesperar.
—Puesquieroqueseencarguedeesto.
—Sí,señor—dijoBrunetti,confiandoenquesusuperiornolesugiriera
medidasconcretas.
Demasiadotarde.
—Vayaalapartamento.Vealoquepuedeaveriguar.Hableconlosvecinos.
—Sí,señor—dijoBrunetti,poniéndoseenpie,enunintentodeatajarlas
recomendaciones.
—Ymanténgamealcorriente,Brunetti.
—Sí,señor.
—Quieroqueestoseresuelvarápidamente,Brunetti.Esamigadelalcalde.
—YBrunettisabíaquelosamigosdelalcaldeeranamigosdePatta.
33
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta5
Devueltaasudespacho,BrunettillamóalpisodeabajoypidióaVianello
que subiera. A los pocos minutos, el sargento entró, se sentó pesadamente en la
sillaqueestabafrentealamesadeBrunetti,sacólalibretitadelbolsilloymiró
interrogativamenteasujefe.
—¿Quésabedegorilas,Vianello?
Vianelloreflexionóunmomentoypreguntóinnecesariamente:
—¿Serefierealosdelzoológicooalosquecobranporhacerdañoalagente?
—Alosquecobran.
Vianellosequedópensativo,comosirepasaralistasquetuvieraarchivadas
enlacabeza.
—Nocreoqueaquí,enlaciudad,hayaninguno.EnMestre,sí,cuatroo
cinco,lamayoría,delSur.—Siguióhojeandosuslistasmentales—.Tengo
entendidoquehayunoscuantosenPaduayotrosquetrabajanenTrevisoy
Pordenone,perosondesegundadivisión.Losauténticossonloschicosde
Mestre.¿Hancausadoaquíalgúnproblema?
Puestoquelaramauniformadahabíahechoelprimerinformeyhabladocon
Flavia,aBrunettileconstabaqueVianelloteníaqueestarenteradodela
agresión.
—Esta mañana he hablado con la dottoressa Lynch. Los hombres que la
agredieronledijeronquenoacudieraaunacitaconeldottorSemenzato.
—¿Delmuseo?—preguntóVianello.
—Sí.
Vianellopensóunmomento.
—¿Asíquenofuerobo?
—No;parecequeno.Alguienlosinterrumpió.
—¿LasignoraPetrelli?—preguntóVianello.
ElsecretobancariosuizonoduraríaenVenecianiveinticuatrohoras.
—Sí;lospusoenfuga.Peronoparecequetuvieranintencióndellevarse
algo.
—Puesdemostrarontenerpocavista.Allínofaltancosasquerobar.
Brunetti,aloíresto,nopudocontenerse.
—¿Yustedcómolosabe,Vianello?
34
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Laasistentaesvecinademicuñada,lavecinadeallado.Vatresvecesa
lasemanaalimpiarycuidadelacasacuandoellaestáenChina.Dicequeloque
hayenesacasavaleunafortuna.
—Noesprudenteirdiciendoesascosasdeunacasaqueestávacíatanto
tiempo—comentóBrunetticonacentosevero.
—Esomismoledijeyo.
—Confíoenquelehagacaso.
—Sí,señor,yotambién.
Despuésdevercómoelsargentoeludíasureprimendaindirecta,Brunetti
volvióalosgorilas:
—Vuelvaapreguntarenloshospitalessihanatendidoalqueellahirió.Al
parecer,laheridafueprofunda.¿Ylashuellasdelsobre?
Vianellolevantólamiradadelalibreta.
—LasmandéaRomaporsipodíanidentificarlas.—Losdossabíancuánto
podíatardarestaidentificación.
—MándelastambiénalaInterpol.
Vianelloasintióytomónota.
—¿YquéhaydeSemenzato?—preguntóVianello—.¿Dequéseibaatratar
enlareunión?
—Nolosé.Depiezasdecerámica,creo.Peroestababajolosefectosdelos
calmantesynopodíaexplicarseconclaridad.¿Sabeustedalgodeél?
—Nomásdeloquepuedasabercualquieradelaciudad.Estáenelmuseo
desdehacesieteaños.Casado,lamujeresdeMessina,meparece.DeSicilia,en
todocaso.Notienenhijos.Esdebuenafamiliayenelmuseotienebuena
reputación.
BrunettinosemolestóenpreguntaraVianellodedóndehabíasacadoesta
información.Yanolesorprendíacomprobarlacantidaddedatospersonales
queelsargentohabíaacumuladoensusañosdeservicio.Demodoquese
limitóadecir:
—Veasipuedeaveriguaralgomás.Dóndetrabajabaantesdevenira
Venecia,porquésefue,dóndeestudió.
—¿Vaustedainterrogarlo,comisario?
Brunettireflexionó.
—No.Siquienquieraqueenvióaesoshombresqueríaintimidarla,prefiero
quepiensequelohaconseguido.Peroquierosabertodoloquepueda
averiguarsedeél.YtambiéntodoloquehayasobreesoshombresdeMestre.
—Sí,señor—dijoVianellovolviendoaescribir—.¿Lepreguntósitenían
acento?
Brunettiyalohabíapensado,perosuconversaciónconBrettfuemuybreve
paraentrarendetalles.Detodosmodos,ellaconocíaelitalianoalaperfección,
porloquequizápudoidentificarelacentoydeducirdequépartedelpaíseran.
—Mañanaselopreguntaré.
35
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Mientrastanto,veréquéhaysobregorilasdeMestre—dijoVianello.Con
ungruñido,sepusoenpieysaliódeldespacho.
Brunetti echó la silla hacia atrás, abrió el cajón de abajo de la mesa con la
puntera del zapato y apoyó en él los pies cruzados. Haciendo bascular la silla
sobre las patas de atrás cruzó los dedos en la nuca y se volvió a mirar por la
ventana. Desde este ángulo, no era visible la fachada de San Lorenzo, pero se
veíauntrozodecieloinvernalynubladodeunamonotoníapropiciaala
reflexión.
Ella había hablado de las cerámicas de la exposición, y ésta sólo podía ser la
exposiciónqueellahabíaayudadoaorganizarcuatroocincoañosantes,la
primeravezqueelpúblicooccidentalhabíapodidocontemplarlasmaravillas
queseestabanexcavandoenChina.Porcierto,éllacreíatodavíaenChina.
Lesorprendióversunombreenelpartedelapolicíaaquellamañanayle
horrorizó encontrarla en el hospital en aquel estado. ¿Cuánto hacía que había
vuelto?¿Cuántopensabaquedarse?¿YquélahabíatraídoaVenecia?Flavia
Petrelli podría responder a algunas de estas preguntas; quizá la propia Flavia
fuera la respuesta a una de ellas. Pero estas preguntas podían esperar; por el
momento,estabamásinteresadoeneldottorSemenzato.
Dejócaerlasillahaciaadelanteconungolpeseco,alargólamanohaciael
teléfonoymarcóunnúmerodememoria.
—Pronto—contestóunavozgraveyfamiliar.
—Ciao,Lele—saludóBrunetti—.¿Cómonohassalidoapintar?
— Ciao, Guido, come stai? —Sin esperar la respuesta, dijo—: Hoy no hay
suficienteluz.EstamañanaheidoalZattereyhevueltosinhacernada.Esunaluz
mate,muerta.Asíquehevenidoacasaaprepararelalmuerzopara
Claudia.
—¿Cómoestá?
—Bien,muybien.¿YPaola?
—Perfectamente,lomismoquelosniños.Oye,Lele,¿tienesunratolibre
estatarde?Megustaríahablarcontigo.
—Hablarhablarohablardepolicía.
—Hablardepolicía,metemo.Oasílocreo.
—Estaré en la galería desde las tres hasta eso de las cinco, pásate por allí, si
quieres.—Brunettioyóunsiseodefondoyluego—:PuttanaEva.Guido—dijo
Lele—,tengoquecolgar.Seestásaliendolapasta.—Brunetticasinotuvo
tiempodedespedirseantesdequesecortaralacomunicación.
SialguiensabíaalgoacercadeSemenzato,éseteníaqueserLele.Gabriele
Cossato, pintor, anticuario y amante de la belleza, era parte tan intrínseca de
Veneciacomoloscuatromorosplasmadoseneternaconfabulaciónaladerecha
delabasílicadeSanMarcos.QueBrunettirecordara,Lelehabíaexistido
siempre, y Lele siempre había pintado. Cuando Brunetti evocaba su niñez, allí
estabaLele,amigodesupadre,ylashistoriasquesecontabandeLele,inclusoa
él,porquesiendochicosesuponíaqueteníaquecomprenderestascosas,
36
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltahistoriasdeLeleysusmujeres,lainacabable
seriededonne,signore,ragazzeconlasqueelpintorsepresentabaalamesade
losBrunetti.Aquellasmujeresyahabíanpasadoalahistoriahacíamuchosaños,
selashabíaborradodel
recuerdoelamorasuesposa,perosupasiónporlabellezadelaciudad
subsistía,lomismoquesuíntimafamiliaridadconelmundodelarteytodoloque
aésteserefería:anticuarios,marchantes,museosygalerías.
BrunettidecidióalmorzarencasaydesdeallíirdirectamenteaveraLele.
Pero entonces recordó que era martes y que, por consiguiente, Paola almorzaría
con los miembros de su departamento de la universidad y, por consiguiente, los
niñosestaríanencasadelosabuelos,loquesignificabaqueéltendríaque
prepararseelalmuerzoycomerlosolo.Paraevitarlo,fueaunatrattoriacercana
ydurantetodalacomidaestuvotratandodeadivinarquépodíahaberenuna
entrevistaentreunaarqueólogayundirectordemuseoquefueratan
importantecomoparaquealguienquisieraimpedirlapormediostanviolentos.
Pocodespuésdelastres,cruzóelpuentedeAccademiaycortóporla
izquierda hacia campo San Vio y, más allá, la galería de Lele. Cuando llegó
Brunetti,elpintorestabaencaramadoaunaescalerademano,conunalinternaen
una mano y unas pinzas eléctricas en la otra, revolviendo en lo que parecía una
masadeespaguetiyerancableseléctricosalojadosdetrásdeunpaneldemadera,
encimadelapuertaqueconducíaalalmacén.Brunettiestabatan
acostumbradoaveraLeleconsustrajesderayitasestilodiplomático,quenien
loaltodeunaescaleraleparecióunafiguraincongruente.Lele,mirándolo
desdelasalturas,saludó:
—Ciao,Guido.Unminuto,mientrasempalmoesto.—Dejólalinternaenloalto
delaescalera,pelóelplásticodeuncablequeretorcióalrededordeotrocable,
sacó un grueso rollo de cinta negra del bolsillo de atrás y envolvió con ella
amboscables.Conunextremodelaspinzasempujóelcable
introduciéndolo entre los otros que discurrían en paralelo a él. Entonces dijo a
Brunetti—:Guido,vealalmacénydalacorriente.
Brunetti,obediente,entróenelgranalmacéndeladerechaysequedóun
momentoenlapuerta,mientrassusojossehabituabanalaoscuridaddel
interior.
—Alaizquierda—gritóLele.
Allí, en la pared, estaba el gran cuadro eléctrico. Brunetti bajó la palanca del
interruptorprincipalyelalmacénseinundódeluz.Volvióaesperar,ahora
para que sus ojos se habituaran a la claridad, y salió a la sala principal de la
galería.
Leleyahabíabajadodelaescalerayelpanelestabacerrado.
—Sujetalapuerta—dijo,yendohaciaBrunetticonlaescalera.Ladejóenel
almacénysaliósacudiéndoseelpolvodelasmanos.
— Pantegana —explicó, dando el nombre de la rata en veneciano que, si bien
designaba claramente al animal (rata), lo hacía en cierto modo más amigable y
doméstico—.Secomenlacubiertadeloscables.
37
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—¿Porquénolesponesveneno?
—Bah—resoplóLele—.Lesgustamáselvenenoqueelplástico.Las
engorda.Yanopuedotenercuadrosenelalmacén.Secomenlatela.Ola
madera.
Brunettimiróautomáticamentelaspinturascolgadasenlagalería,vívidas
escenasdelaciudad,llenasdeluzydelaenergíadeLele.
—No;ésosestánseguros.Demasiadoaltos.Peroavecespiensoqueundía
alllegarmeencontraréconquelasmuycerdashantraídolaescalerayseloshan
comidotodos.—ApesardequeLelesereíaaldecirloeraevidenteque
estabapreocupado.Dejólaspinzasylacintaenuncajónysevolvióhacia
Brunetti—:Bueno,¿hablamosyadeesascosasquequizáseancosasdepolicías?
—Semenzato,eldirectordelmuseoylaexposiciónquesecelebróhaceaños
—explicóBrunetti.
Lelesedioporenteradoconungruñidoycruzólasalahastasituarse
debajodeuncandelabrodehierroforjadoclavadoenlapared.Levantólamanoy
doblóligeramentehacialaizquierdaunodelosextremosenformadehoja,
diounpasoatrásparaverelefectoyseinclinóhaciaadelanteparadoblarloun
pocomás.Yasatisfecho,volviójuntoaBrunetti.
—Semenzatollevaenelmuseounosochoañosyhaconseguidoorganizar
variasexposicionesinternacionales.Esosignificaquetienebuenasrelacionescon
losmuseosdedistintospaíses,oconsusdirectores,queconoceamucha
genteenmuchossitios.
—¿Algomás?—preguntóBrunetticonvozneutra.
—Esunbuenadministrador.HacontratadoytraídoaVeneciaaexcelentes
elementos.PrácticamenterobódosrestauradoresaCourtauldyhacambiadoel
sistemadedarpublicidadalasexposiciones.
—Sí,esoyalohenotado.—Aveces,aBrunettileparecíaqueVeneciahabía
sido convertida en una prostituta a la que se obligaba a elegir entre distintos
clientes: primeramente, se dio a la ciudad la imagen de un pendiente de cristal
fenicio,cartelquefuereproducidomilvecesyquealpocoerasustituidoporun
retratodelTizianoque,asuvez,cedióelpuestoaAndyWarhol,desbancado
ésteporunciervodeplatacelta.Yeraquelosmuseoscubríanconsuscarteles
todaslassuperficiesdisponiblesdelaciudaddisputándoselaatenciónyel
dinerodelosturistas.Brunettisepreguntabaquévendríadespués,¿camisetasde
Leonardo?No;ésasyalasteníanenFlorencia.Habíavistosuficientes
cartelesanunciadoresdeexposicionesdeartecomoparaqueelempachole
durasetodaunavida.
—¿Loconoces?—preguntóBrunetti,pensandoquequizáéstafuerala
razóndelainsólitaobjetividaddeLele.
—Noshabremosvistounascuantasveces.
—¿Dónde?
—Elmuseomehaconsultadodevezencuandosobrelaautenticidadde
piezasdemayólicaquelesofrecían.
38
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—¿Yentonceslohasvisto?
—Sí.
—¿Quéopiniónpersonaltienesdeél?
—Meparecióunhombreagradableycompetente.
Brunettiyasehabíacansado.
—Venga,Lele,estoesextraoficial.Soyyo,Guido,quienpregunta,noel
comisarioBrunetti.Quierosaberquépiensasdeél.
Lele contempló la superficie del escritorio que tenía al lado, retiró un jarro de
cerámicaunosmilímetrosalaizquierda,levantólamiradahaciaBrunettiydijo:
—Creoquesusojosestánenventa.
—¿Cómo?—preguntóBrunetti,sinentendernada.
—LomismoqueBerenson.Mira,cuandoteconviertesenunespecialistaen
algo,lagentevieneapreguntartesiunapiezaesonoesauténtica.Ycomotehas
pasadoañosoquizátodalavidaestudiandolaobradeunpintorodeun
escultor,sitúdicesqueunapiezaesauténtica,tecreen.Oquenoloes.
Brunettiasintió.Italiaestaballenadeespecialistas;algunosdeelloshastasabían
deloquehablaban.
—¿YquétienequeverBerenson?
—Parece ser que se vendió. Los galeristas y los coleccionistas particulares le
consultabanacercadelaautenticidaddedeterminadaspiezasyaveceslas
piezasqueélhabíadadoporbuenasresultabanfalsas.—Brunettifuea
preguntar algo, pero Lele lo atajó con un ademán—. No; no hay ni siquiera que
preguntarsipodíatratarsedeerrorescometidosdebuenafe.Haypruebasde
quecobraba,dequesebeneficiaba,sobretodo,deDuveen.Duveentenía
clientesnorteamericanosricos,yasabesaquéclasedecompradoresmerefiero,
personasquenosemolestanendocumentarseyprobablementenisiquiera
tienengranaficiónalarte,perolesgustaposeerobjetos.AsíqueDuveen
conjugabalavanidadyeldinerodeunosconlareputacióndeentendidodel
otroytodosquedabancontentos:losamericanos,conunoscuadrosde
autenticidadpresuntamentegarantizada;Duveen,conelbeneficiodelas
ventas,yBerenson,conlafamaylacomisión.
Brunettitardóunmomentoenpreguntar:
—¿YSemenzatohaceeso?
—Noestoyseguro.Perodelascuatropiezasquemetrajeronparaqueles
echaraunamirada,doseranimitaciones.—Sequedópensativoyagregó,a
regañadientes—:Eranbuenasimitaciones,peroimitaciones.
—¿Cómolosupiste?
LelemiróaBrunetticomosiéstelehubierapreguntadocómosabíaque
unadeterminadafloreraunarosaynounlirio.
—Mirándolas—dijosimplemente.
—¿Lesconvenciste?
39
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Lele sopesó si debía ofenderse por la
preguntaono,peroluegorecordó
que,alfinyalcabo,Brunettinoeramásqueunpolicía.
—Losconservadoresdecidieronnoadquirirlaspiezas.
—¿Quiénhabíapropuestolacompra?—PeroBrunettiyaconocíala
respuesta.
—Semenzato.
—¿Yquiénlasvendía?
—Esonollegamosasaberlo.Semenzatodijoquesetratabadeunaventade
un particular, que se había dirigido a él un comerciante particular que quería
venderlaspiezas,dosplatossupuestamenteflorentinosdelsigloXIVydos
venecianos.Éstoseranauténticos.
—¿Todosdelamismaprocedencia?
—Creoquesí.
—¿Podíanserrobados?
Lelereflexionóantesdecontestar.
—Quizá.Perodeunaspiezastanimportantes,sisonauténticas,lagente
tieneinformación.Existeunregistrodeventas,ylosconocedoresdela
mayólicasuelenestaralcorrientedequiénposeelasmejorespiezasycuándose
venden.Peronoeraésteelcasodelaspiezasflorentinas.Eranfalsas.
—¿CómoreaccionóSemenzatocuandoselodijiste?
—Oh,dijoquesealegrabamuchodequeyolohubieradescubiertoy
evitadoqueelmuseohicieraunaadquisiciónembarazosa.Éstasfueronsus
palabras, «una adquisición embarazosa», como si el marchante tuviera perfecto
derechoatratardevenderfalsificaciones.
—¿Aélledijisteeso?—preguntóBrunetti.
Leleseencogiódehombros,ungestoqueeracompendiodesiglos,quizá
milenios,desupervivencia.
—Nomediolaimpresióndequeéldesearaoírtalcosa.
—¿Yquépasó?
—Dijoquedevolveríaesasdospiezasalmarchanteylediríaqueelmuseo
noestabainteresadoensuadquisición.
—¿Ylasotras?
—Elmuseolascompró.
—¿Almismomarchante?
—Creoquesí.
—¿Preguntastequiénera?
EstapreguntavalióaBrunettiotradeaquellasmiradas.
—Esascosasnosepreguntan—explicóLele.
BrunetticonocíaaLeledetodalavida,porloquepreguntó:
—¿Tedijeronlosconservadoresquiénera?
Leleserióconfrancoregocijo,alverdinamitadademodotanfulminante
suposedeescrupulosadiscreción.
40
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Preguntéaunodeellos,peronoteníanniidea.Semenzatonomencionó
elnombre.
—¿Cómosabíaélqueelmarchantenotrataríadevenderlosplatosfalsosa
otromuseooauncoleccionistaparticular?
Leleesbozósusonrisatorcida,doblandounacomisuradeloslabioshacia
abajo y la otra hacia arriba, la sonrisa que Brunetti siempre había pensado que
simbolizabaelcarácteritaliano,siempreoscilandoentrelaamargurayla
alegría,siempreprontaapasardeunaaotra.
—Nomeparecióoportunomencionarlo.
—¿Porqué?
—Nuncamehaparecidolaclasedehombrealquelegustaquesele
cuestioneoaconseje.
—Perotepidióqueexaminaraslosplatos.
Otravezlasonrisa.
—Melopidieronlosconservadores.Poresodigoquenolegustanlos
consejos.Nolegustóqueyodijeraquenoeranauténticos.Mediogentilmentelas
graciaspormiayuda,dijoqueelmuseoestabaendeudaconmigo.Apesar
detodo,nolegustó.
—Interesante,¿no?—comentóBrunetti.
—Mucho—convinoLele—;especialmente,enunhombrequeestá
encargadodeprotegerlaautenticidaddelacoleccióndelmuseo.Y—agregó—
deasegurarsedequenohayafalsificacionescirculandoporelmercado.—Pasó
pordelantedeBrunettiycruzólasalaparaenderezaruncuadrodelapareddel
fondo.
—¿Algunaotracosaqueyodebasaberdeél?
DeespaldasaBrunetti,mirandosupropiocuadro,Lelerespondió:
—Meparecequesonmuchaslascosasquedeberíassaberdeél.
—¿Porejemplo?
LeleretrocedióhaciaBrunettiycontemplóelcuadroamayordistancia.
Parecíasatisfechoconlarectificaciónefectuada.
—Nadaenconcreto.Enestaciudadtienemuybuenareputaciónyamigos
influyentes.
—Entonces,¿aquéterefieres?
—Guido,éstenuestroesunmundopequeño—empezóLele,yse
interrumpió.
—¿TerefieresaVeneciaoalosquetratáisenantigüedades?
—Aambos,peroespecialmenteanosotros.Enestaciudadsomossólounos
cincoodiezlosquecontamosrealmente:mihermano,Bortoluzzi,Ravanello...Y
casi siempre nos servimos de sugerencias e insinuaciones tan tenues que nadie
quenoestuvieraalcorrientesabríaloquepasa.—AlverqueBrunettino
comprendía,tratódeexplicar—:HaceunasemanametrajeronunaVirgen
policromadaconelNiñodormidoenelregazo.EraunapiezasigloXVperfecta.
Toscana.QuizáinclusofinalesdelXIV.Peroelmarchantequemelaenseñaba
41
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta levantó el Niño (eran tallas separadas) y
señalóunpuntodelaespalda,debajodelhombro,enelqueseveíaunparchecito
diminuto.—Sequedóaguardando
la reacción de Brunetti. En vista de que ésta no se producía, prosiguió—: Eso
quiere decir que en un principio era un ángel, no un Niño. El parche tapaba el
lugar donde, Dios sabe cuándo, le habían cortado las alas tapando con pasta la
señal,paraqueparecieraunNiñoJesús.
—¿Porqué?
—PorquehaymásángelesqueNiños.Así,quitándoleslasalas...—Lavoz
deLeleseapagó.
—¿...losascendíandecategoría?—preguntóBrunetti,quealfinhabía
comprendido.
LacarcajadadeLeleresonóentodalagalería.
—Sí,esoes.FueascendidoaJesús,yelascensosignificabaquepodría
vendersemáscaro.
—Sinembargo,elmarchanteteloenseñó.
—Ahíesdondeyoqueríairaparar,Guido.Melodijoperonomelodijo,
sólomeenseñóelpegotito,ylomismohubierahechoconcualquierade
nosotros.
—¿Peronoconuncompradorcualquiera?—apuntóBrunetti.
—Quizáno—reconocióLele—.Laseñalestabamuybiendisimulada,y
muypocoslahubierandescubierto.Onohubieransabidoquésignificaba.
—¿Lohubierassabidotú?
Leleasintiórápidamente.
—Antesodespués,sí,simehubierallevadolatallaacasayhubieravivido
conella.
—¿Peronoelcompradoraccidental?
—Probablemente,élno.
—Entonces,¿porquételoenseñóati?
—Porquepensóque,apesardetodo,aúnquerríacomprarlapieza.Y
porqueesimportantequesepamosque,porlomenosentrenosotros,nadie
tratadedargatoporliebre.
—¿Hayalgunamoralejaentodoesto,Lele?—preguntóBrunetticonuna
sonrisa.Desdeniño,todoloquelehabíadichoLeleencerrabaunalección.
—Noestoysegurodequehayaunamoraleja,Guido,peroSemenzatonoes
miembrodelclub.Noesunodenosotros.
—¿Yquiéntomóladecisión,élotú?
—Nocreoqueesolodecidieraalguienenparticular.Y,desdeluego,amí
nadiemehadichonadadeéldirectamente.—Lele,hombremásdeimágenes
quedepalabras,contemplaba,porelgranventanaldelagalería,losefectosdela
luzenelcanal—.Másqueexcluirlodeliberadamente,nuncaloconsideramosuno
delosnuestros.
—¿Quiénmásestáenteradodeesto?
42
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Túereselprimeroalquecuentolodelaspiezasdemayólica.Ynoestoy
segurodequehayaalguienqueesté«enterado»,esdecir,quetenga
conocimientodealgoconcreto.
—¿Sobreél?
Leleserió:
—Sobrelamayoríadelosmarchantesdelpaís,adecirverdad.—Y,entono
másserio,agregó—:Ytambiénsobreél,sí.
—Noesmuybuenarecomendación,paratratarsedeldirectordeunodelos
museosmásimportantesdeItalia,¿verdad?—preguntóBrunetti—.Selequitan
aunolasganasdecomprarleunaVirgenpolicromada.
Conotrafuertecarcajada,Leledijo:
—Tendríasqueconoceraalgunosdelosotros.Alamayoríanoles
compraríayoniuncepillodedientesdeplástico.—Losdosserieron,pero
enseguidaLelepreguntóconseriedad—:¿Porquéteinteresa?
Ensucalidaddeservidordelaley,Brunettihabíajuradonorevelar
informacióndelapolicíaapersonasnoautorizadas.
—AlguienquiereimpedirquehablesobrelaexposicióndeChinaquese
celebróaquíhacecincoaños.
—¿Hmm?—murmuróLele,solicitandomásinformación.
—Lapersonaqueorganizólaexposiciónestabacitadaparahablarconél,
perofueagredidasalvajementeyseleadvirtióquenoacudieraalacita.
—¿LadottoressaLynch?—preguntóLele.
Brunettiasintió.
—¿YahashabladoconSemenzato?
—No—respondióBrunetti—.Noquieroatraerlaatenciónsobreél.
Dejemosquequienquieraquehicieraestocreaqueelavisohasurtidoefecto.
Leleasintiófrotándoseligeramenteloslabiosconlamano,ungestoque
hacíasiemprecuandotratabaderesolverunproblema.
—¿Nopodríasindagarporahí,Lele?Enterartedesisehabladeél.
—¿Sisehablaenquésentido?
—Noséexactamente.Sitienedeudas,porejemplo.Mujeres...Algunapista
deesemarchanteodepersonasqueélconozcaqueesténinvolucradasen...—
Dejólafrasesinterminar,pornosabercómoexpresarloquedeseaba.
—Esnaturalqueconozcaatodalagentedelramo.
—Esoyalosé.Peroloquemeinteresaessabersihatenidoquevercon
algoqueseailegal.—ComoLelenocontestara,añadió—:Nisiquieraestoy
segurodeloquepuedasereso,nidesitúpodrásdescubrirlo.
—Yopuedodescubrirlotodo—dijoLelellanamente;erasimpleafirmación,
no jactancia. Calló unos momentos, mientras seguía frotándose con la mano los
labiosapretados.Finalmente,retirólamanoydijo—:Deacuerdo.Conozcoa
variaspersonasquepuedensaberalgo,peronecesitounpardedías.Unodelos
hombresconlosquemegustaríahablarestáenBirmania.Tellamaréafinalesde
semana.¿Deacuerdo?
43
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Deacuerdo,Lele.Nosécómodartelasgracias.
Elpintorloatajóagitandounamano.
—Nomedeslasgraciashastaquehayaencontradoalgo.
—Sihayalgoqueencontrar—puntualizóBrunetti,tratandodemitigarla
antipatíaqueadivinabaenLelehaciaeldirectordelmuseo.
—Oh,siemprehayalgo.
44
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta6
AlsalirdelagaleríadeLele,Brunettigiróalaizquierday,porelpaso
subterráneo, salió al Zattere, el largo fondamenta que discurre a lo largo del
canal de la Giudecca. Al otro lado del agua, levantaban sus altas cúpulas la
iglesia de la Zittelle y, más allá, la del Redentore. Un fuerte viento del Este
levantabaolitasespumeantesquehacíanbailarlosvaporetticomojuguetesenuna
bañera.
Inclusoaestadistancia,Brunettipercibióelgolpesordoconelqueunodeellos
chocócontraelmuelleyviotensarselaamarra.Sesubióelcuellodelabrigoy
apretó el paso, impelido por el viento, pegándose a la pared, para rehuir las
salpicaduras que llegaban del dique. Il Cucciolo, el bar en el que él y Paola
pasabanlashorasdurantelasprimerassemanasdeconocerse,estabaabierto,
perolagranplataformademaderaconstruidasobreelaguaestaba
completamentevacíademesas,sillasyparasoles.ParaBrunetti,laprimera
señaldelaprimaveraeralareaparicióndelasmesasylassillasenIlCucciolo
despuésdesuhibernación.Hoy,lasolaideadesentarseallíledabaescalofríos.
Elbarestabaabierto,peronoentró,porqueloscamareroseranlosmás
antipáticosdelaciudad,ysudisplicentelentitudsólopodíatolerarseacambiode
unashorasdesol.
Cienmetrosmásallá,despuésdelaiglesiadelosGesuati,Brunettiempujó
unapuertavidrierayentróenelambientecálidoyacogedordeNico'sbar.
Golpeóvariasveceselsueloconlospies,sedesabrochólachaquetayseacercó
almostrador.Pidióungrogyobservócómoelcamarerososteníaunvaso
debajo de la espita de la cafetera, extraía un chorro de vapor que enseguida se
condensóenaguahirviendo,leagregabaron,unarodajadelimónyunabuena
dosisdeunadeterminadabotellayseloponíadelante.Brunettiechóenelvaso
tresterronesdeazúcar,yencontrósusalvación.Removióelbrebajelentamente,
reconfortadoporelaromáticovaporquedespedía.Comoocurreconlamayoría
delasbebidas,elgrogolíamejorquesabía,peroBrunettiyaestaba
acostumbradoyelhechohabíadejadodedecepcionarle.
Lapuertavolvióaabrirseyunsoplodevientoheladoempujóalinterior
dellocaladosmuchachas.Llevabanparkaforradayribeteadadepielque
enmarcabasuscarasencendidasporelfrío,gruesasbotasyguantesypantalónde
lana.Porelaspecto,debíandesernorteamericanas,oquizáalemanas,ya
que,sieranlobastantericas,podíasconfundirlas.
45
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Oh,Kimberly,¿estásseguradequeesaquí?—preguntólaprimeraen
inglés,recorriendoellocalconojosesmeralda.
—Lodicelaguía,Alison.Nico'sesfamoso.—Lopronunciabademodoque
rimaraconsicko,
∗palabraqueBrunettihabíaaprendidodurantelaúltima
convencióndelaInterpol—.Esfamosoporelgelato.
Brunettitardóunmomentoenpreverloquepodíaocurrirahora.Encuanto
loadvirtió,tomóunrápidosorbodelgrog,queleescaldólalengua.
Pacientemente,empezóaagitarvigorosamentelabebidaconlacucharilla,
haciéndolasaltarcontralapareddelvaso,conlaesperanzadequeasíse
enfriaraantes.
—Ah,meparecequeyasédóndeestá.Enesascosascontapaderaredonda
—dijolaprimera,acercándoseaBrunettiymirandoporencimadelmostrador
hacia el lugar en el que se encontraban las existencias del famoso gelato de
Nico's,muylimitadasporimperativodelaestación,enlascosasquetenían
tapaderaredonda—.¿Dequéloquieres?
—¿Teparecequetendránbayasdelpáramo?
—No;enItalia,nocreo.
—Supongoqueno.Meparecequevaldrámásiralobásico.
Elcamareroseacercóconunaampliasonrisadedicadaatantabellezay
esplendorosasalud,paranohablardelcoraje.
—¿Si?—preguntóafablemente.
—¿Tiene gelato? —preguntó una de las muchachas, pronunciando la última
palabraenvozaltayfirme,aunquedefectuosamente.
Elcamareroque,alparecer,estabaacostumbradoalproceso,extendió
rápidamente un brazo hacia atrás y, sin volverse, extrajo dos cucuruchos de una
altacolumnaqueteníaenelmostrador.
—¿Quésabor?—preguntóenuninglésaceptable.
—¿Quésaborestiene?
—Vaniglia,cioccolato,fragola,fiordilatteetiramisù.
Lasmuchachassemirarondesconcertadas.
—Creoquevalemásiralobásico,¿no?—dijouna.Brunettiyanopodía
distinguirlas,porlamonotoníadesusvocesnasales.
—Sí,valemás.
Laprimeradijoalcamarero:
—Duevanillaychocolatto,porfavor.
Almomento,estuvocumplidoelencargoyloscucuruchoscambiaronde
mano.Brunettibuscóconsueloenunlargosorbodegrog,manteniendoelvaso
semillenodebajodelanarizdespuésdeltrago.
Lasmuchachasteníanquequitarselosguantesparasujetarelcucurucho,y
una sostuvo los dos helados mientras la otra sacaba del bolsillo las cuatro mil
liras.Elbarmanlesdioservilletas,quizáconintencióndeinducirlasa
∗Enfermomental.(N.delat.)
46
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta permanecer dentro del local mientras se
comíanelhelado,perolasmuchachas
noseamilanaban.Tomaronlasservilletas,envolvieroncuidadosamentecon
ellaslabasedelcucurucho,empujaronlapuertaydesaparecieronenel
crepúsculo.Llenóelbarellúgubreretumbardelchoquedeotraembarcación
contraelmuelle.
ElbarmanmiróaBrunetti.Brunettimiróalbarman.Nodijeronpalabra.
Brunettiterminóelgrog,pagóysefue.
Yaeradenoche,yaBrunettileurgíaverseencasa,aresguardodelfríoy
delvientoqueseguíaazotandoelmuelle.Cruzópordelantedelconsulado
francés y cortó por el hospital Giustiniani, vertedero de ancianos, camino de su
casa.Comoandabadeprisa,notardómásdediezminutosenllegar.Elportal
olíaahumedad,perolaaceraaúnestabaseca.Lassirenasqueanunciabanacqua
alta habían sonado a las tres de la madrugada, despertándolos a todos, pero la
mareahabíabajadoantesdequeelaguasefiltraraporlasgrietasdel
pavimento. Faltaban sólo unos días para la luna llena y en el Norte, por Friuli,
habíallovidomucho,demodoqueeraprobablequeaquellanocheseprodujera
laprimeragraninundacióndelaño.
Enloaltodelaescalera,dentrodecasa,encontróloquebuscaba:calor,elaroma
deunamandarinareciénpeladaylacertezadequePaolaylosniñosyaestaban
allí.Colgóelabrigodelpercheroalladodelapuertayentróenlasala.
AllívioaChiara,decodosenlamesa,sosteniendounlibroabiertoconuna
manoymetiéndosegajosdemandarinaenlabocaconlaotra.Cuandoélentró,la
niñalomiró,sonrióampliamenteyletendióungajodemandarina.
—Ciao,papà.
Élcruzólahabitación,notandocongustoelcalorypercibiendodepronto
lofríosqueteníalospies.Seacercóalamesaagachándoselosuficienteparaque
suhijalemetieraungajodemandarinaenlaboca.Luegootro,yotro.
Mientrasélmasticaba,ellaseterminóelrestodelafrutaqueteníaenunplatoa
sulado.
—Papá,túsostieneslacerilla—dijoellaextendiendoelbrazohaciauna
carterita de fósforos que estaba encima de la mesa y dándosela. Él, obediente,
arrancóunfósforo,loencendióyloacercóaChiara,queeligióuntrozodepiel
demandarinadelmontónqueteníaasuladoylodoblójuntoalallama
proyectandounanubecitadeaceitequechisporroteócondestellosdecolores—.
Che bella —dijo abriendo mucho los ojos con una admiración que, por muchas
vecesquerepitieranlaoperación,nodisminuía.
—¿Quedaalguna?—preguntóél.
—No,papá,eralaúltima.—Élseencogiódehombros,peronosinqueuna
expresióndedisgustoleasomaraalacara—.Sientohabérmelascomidotodas,
papá.Perohaynaranjas.¿Tepelouna?
—No,tesoro,noimporta.Esperaréhastalahoradecenar.—Ladeóel
cuerpohacialaderecha,tratandodeverlacocina—.¿Dóndeestálamamma?
47
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Ensuestudio—dijoChiaravolviendoallibro—.Ydemuymalhumor.
Nosécuándocenaremos.
—¿Cómosabesqueestádemalhumor?
Ellalomiróyluegopusolosojosenblanco.
—Papá,noseastonto.Nohayqueserunlinceparadarsecuenta.Hadicho
aRaffiquenopodíaayudarleconlosdeberesyamímehagritadoporqueesta
mañananohebajadolabasura.—Chiaraapoyólabarbillaenlospuños
mirandoallibro—.Merevientacuandoseponeasí.
—Últimamentetienemuchosproblemasenlauniversidad,Chiara.
Ellavolvióunapágina.
—Claro,túsiempreladefiendes.Puesteaseguroqueesunalata.
—Hablaréconella.Aversiconsigoalgo.—Losdossabíanqueestoera
poco probable, pero, siendo como eran los optimistas de la familia, se miraron
sonriendoantelaposibilidad.
Ellavolvióaencorvarsesobreellibro.Brunettiseinclinó,lediounbesoenla
coronilla y salió de la sala, no sin encender la luz del techo. Al extremo del
pasillo,separófrentealapuertadelestudiodePaola.Hablarconellacasinunca
servíadealgo,peroavecesescucharladabaresultado.Llamóalapuerta.
—Avanti—gritóella,yélempujólapuerta.Loprimeroqueobservó,
inclusoantesdeveraPaoladepiedelantedelavidrieradelaterraza,fueelcaos
delamesa.Papeles,librosyrevistasesparcidos,unosabiertos,otros
cerrados,unosmetidosenotrosmarcandopáginas.Habíaquesermuyilusoo
muymiopeparaconsideraraPaolaunapersonapulcrayordenada,peroeste
revoltijocolmabasuyadeordinariotolerantemedida.Ellasevolvióde
espaldasalavidrieray,alobservarlaformaenqueélmirabalamesa,explicó:
—Estababuscandounacosa.
—¿AquiénmatóaEdwinDrood?—preguntóél,aludiendoaunartículo
queellasehabíapasadotresmesesescribiendoelañoanterior—.Creíqueyalo
habíasencontrado.
—Déjatedebromas,Guido—dijoellaconaquellavozquelesalíacuando
elhumordeGuidoeratanbienrecibidocomoenunabodaelantiguonoviode
ladesposada—.Mehepasadocasitodalatardetratandodelocalizarunacita.
—¿Paraquélanecesitas?
—Paraunaclase.Quieroempezarconesacita,ynecesitodecirlesdedónde
lahesacado,demodoquetengoqueencontrarlafuente.
—¿Dequiénes?
—DelMaestro—respondióella,yBrunettiobservóqueseleempañaban
losojos,comoleocurríacadavezquesereferíaaHenryJames.¿Tendría
sentidoestarceloso?,sepreguntaba.Celosodeunhombreque,porloquePaola
le había contado, no sólo fue incapaz de decidir cuál era su nacionalidad sino
tambiéncuálerasusexo.
Hacíaveinteañosquedurabaesto.ElMaestrohabíaidoconellosenel
viajedenovios,estabaenelhospitalcuandonacieronsusdoshijosylos
48
DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltaacompañabaentodaslasvacaciones.Henry
James, fornido, flemático, poseedor de una prosa que había resultado
impenetrable para Brunetti tantas veces como había intentado leerlo, tanto en
ingléscomoenitaliano,parecíaserelotrohombredelavidadePaola.
—¿Quécitaes?
—Esunafrasequedijosiendoyaviejo,enrespuestaaalguienquele
preguntabaquélehabíaenseñadolaexperiencia.
Brunettisabíaloqueseesperabadeélahora.Yprocurónodefraudar.
—¿Quédijo?—preguntó.
—«Bekindandthenbekindandthenbekind.»
∗
LatentaciónresultóirresistibleparaBrunetti.
—¿Conosincomas?
Ellalelanzóunamiradatorva.Evidentemente,noeramomentopara
bromasymenosacostadelMaestro.Enunintentoporrehabilitarsealosojosde
suesposa,éldijo:
—Pareceunacitaunpocoextrañaparaempezarunaclasedeliteratura.
Ellavacilóentrehacerprevalecerlaobservaciónsobrelascomasopasar
directamente a la siguiente. Afortunadamente para él, ya que aquella noche no
queríaquedarsesincenar,suesposarespondióalasegunda.
—MañanaempezamosconWhitmanyDickinson,yyoesperabaquelacita
sirvieraparaapaciguaraalgunosdelosmástemiblesdelaclase.
— Il piccolo marchesino?—preguntó él, menospreciando con el diminutivo a
Vittorio, vástago y heredero del marchese Francesco Bruscoli. Al parecer,
Vittoriohabíasidopersuadidodedarporconcluidasuasistenciaalas
universidadesdeBoloña,PaduayFerraray,hacíaseismeses,habíaacabadoen
CàFoscari,tratandodelicenciarseenFilologíaInglesa,noporquesintiera
interésoentusiasmoporlaliteraturaniporalgoqueestuvierarelacionadoconla
palabraescritasino,simplemente,porquelasnanniesinglesasquelocuidabanle
habíanenseñadoelidioma.
—Esunpedazodecerdoconunamenteabyecta—dijoPaolacon
vehemencia—.Unvildegenerado.
—¿Quéesloquehahechoahora?
—Oh,Guido,noesloquehace,sinoloquediceycómolodice.Loscomunistas,
elaborto,losgays.Nohaymásquemencionarunadeestas
palabrasparaquesedisparecomountorrentedelodo,diciendoqueesuna
suertequeelcomunismohayasidoderrotadoenEuropa,queelabortoes
pecadomortal,quelosgays...—Agitólamanohacialaventana,comosipidiera
alostejadosquecomprendieran—.Quehabríaquellevarlosatodosacampos
deconcentraciónyalosenfermosdesida,aislarlos.Haymomentosenlosquede
buena gana le daría una bofetada —agregó, volviendo a agitar la mano, pero
terminandoelmovimiento,segúnadvirtióellamisma,sinenergía.
∗Séamableydespuésséamableydespuésséamable.(N.delat.)
49
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—¿Cómoesquesehabladeesascosasenunaclasedeliteratura,Paola?
—Ocurrepocasveces—admitióella—,perooigoloquedicendeélotros
profesores.Túnoloconoces,¿verdad?
—Conozcoalpadre.
—¿Cómoes?
—Porlovisto,pocomásomenos,lomismo.Simpático,rico,guapo.Y
nefasto.
—Esoeslomalo.Queesguapoyrico,ymuchosdesuscompañerosse
muerenporandarporahíconunmarchese,aunqueseaunmierdecita.Yloimitan
yrepitensusopiniones.
—Pero,¿porquétepreocupaahora?
—PorquemañanaempezamosaestudiaraWhitmanyaDickinson,yatelo
hedicho.
Brunettisabíaqueeranpoetas;loquehabíaleídodelprimeronolehabía
gustadoyaDickinsonlaencontrabadifícilperoloquehabíapodido
comprenderleparecíamagnífico.Moviólacabezaaderechaeizquierda,
pidiendoexplicación.
—WhitmaneragayyDickinson,probablemente,lesbiana.
—¿Y eso no se ajusta a los cánones de conducta que il marchesino considera
aceptables?
—Paradecirloconlamayorsuavidad—respondióPaola—.Poresoquería
empezarconesacita.
—¿Creesquepuedaservirdealgo?
—Probablemente,no—reconocióella,sentándosealamesayempezandoa
ordenareldesbarajuste.
Brunettiseinstalóenunsillónarrimadoalaparedyextendiólaspiernas.
Paolacerrabalibrosyapilabarevistas.
—Hoyhetenidounamuestradeeso.
Ellainterrumpiólatareaylomiró.
—¿Aquéterefieres?
—Aunapersonaalaquenolegustanloshomosexuales.—Hizounapausa
yagregó—:Patta.
Paolacerrólosojosunsegundoypreguntó:
—¿Quéhapasado?
—¿TeacuerdasdeladottoressaLynch?
—¿Lanorteamericana?¿LaqueestáenChina?
—Síaloprimeroynoalosegundo.Haregresado.Hoylahevistoenel
hospital.
—¿Quélehaocurrido?—preguntóPaolaentonodeverdadera
preocupación,conlasmanosbruscamenteinmóvilessobresuslibros.
—Unapaliza.Doshombresfueronasucasaeldomingo,dijeronqueibana
llevarunospapeles,ellalesabrióylagolpearon.
—¿Estágrave?
50
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Notodologravequepodríaestar,afortunadamente.
—¿Yesoquérepresenta,Guido?
—Unafisuraenlamandíbula,variascostillasrotasycontusiones.
—Siteparecepoco,measustapensarloquetúconsideraríasgrave—dijo
Paolaypreguntó—:¿Quiénlohahecho?¿Porqué?
—Quizáporalgorelacionadoconelmuseo,perotambiénpodríaserporlo
quemiscolegasnorteamericanosseempeñanenllamarsu«estilodevida».
—¿Terefieresalhechodequesealesbiana?
—Sí.
—Peroesoesdemencial.
—Deacuerdo.Peroreal.
—¿Yahallegadoaquí?—Lapreguntaerapuramenteretórica—.Creíque
esascosassólopasabanenNorteamérica.
—Progresamos,cariño.
—¿Quétehacepensarqueseaésalarazón?
—Mehadichoqueesoshombresconocíansurelaciónconlasignora
Petrelli.
Paolanuncaperdíaocasióndegeneralizar:
—AntesdequesefueraaChinahaceaños,tehubieracostadotrabajo
encontrarentodoVeneciaaunasolapersonaquenoestuvieraenteradadeeso.
Brunetti,máscauto,protestó:
—Esoesunaexageración.
—Quizá.Perolagentehablaba—insistióPaola.
Brunetti,despuésdecontradecirasuesposaunavez,juzgómásprudente
callar.Además,elhambreibaenaumento,yqueríasucena.
—¿Porquénohandichonadalosperiódicos?—preguntóellabruscamente.
—Ocurrióeldomingo.Yonomehabíaenteradohastaestamañanayaún
porquealguienviosunombreenelinforme.Lohabíanpasadoalarama
uniformadaysetratabacomouncasoderutina.
—¿Rutina?—repitióellaconasombro—.Guido,aquínopasanesascosas.
Brunettioptópornovolverahablardeprogreso,yPaola,alcomprender
quenoibaadarlemásexplicaciones,volvióamirarlospapelesdelamesa.
—Nopuedoperdermástiempobuscandoeso.Tendréquepensarenotra
cosa.
—¿Porquénomientes?—sugirióBrunetticondesenfado.
Paolalevantólacabezaconunmovimientobruscoparamirarasumarido:
—¿Quéquieresdecir?
Aélleparecíaevidente.
—Piensaenunlibroenelquepudieraestarydilesqueestáahí.
—¿Ysihanleídoellibro?
—Tambiénescribióunmontóndecartas,¿no?—ABrunettiestole
constaba,yaquelascartashabíanidoconellosaParísdosañosantes.
—¿Ysimepreguntanquécarta?
51
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Él no se dignó responder a pregunta tan
estúpida.
—AEdithWharton,el26dejuliode1906—dijoelladeinmediato,y
Brunettireconocióensuvozaquellanotadeabsolutacertezaenqueellase
apoyabaparaproferirsusinvencionesmásdescabelladas.
—Amímesuenabien—sonrióél.
—Amítambién.—Paolacerróelúltimodeloslibros,miróelrelojyluegoa
Guido.
—Casilassiete.HoyGianniteníaunaschuletasdecorderomuyhermosas.
Venconmigoalacocinaytetomasunvasodevinomientraslasaso.
BrunettirecordóentoncesqueDantehabíacastigadoalosmalosconsejeros
rodeándolosdegrandeslenguasdefuegoenlasquedebíanarderportodala
eternidad.Peronohabíahabladodechuletasdecordero.
52
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta7
Cuando,aldíasiguiente,aparecióporfinlanoticia,estabaencabezadapor
eltitular:«IntentoderoboenCanareggio»yhacíaelrelatoescuetodelos
hechos.SedecíadeBrettqueeraunaespecialistaenartechinoquehabía
regresadoaVeneciaparasolicitardelGobiernoitalianounasubvenciónpara
lasexcavacionesde Xian,dondecoordinaba eltrabajode arqueólogoschinosy
occidentales.Seguíaunabrevedescripcióndelosdospresuntosladronesque
habíanfracasadoensupropósito,acausadelafortuitapresenciaenel
apartamentodeladottoressaLynchdeuna«amica»noidentificada.Alleeresta
explicación,Brunettisepreguntócuálseríalaidentidaddel«amico» que había
omitido el nombre de Flavia. Podía ser cualquiera, desde el alcalde de Venecia
hasta el director de La Scala, deseoso de proteger a su prima donna de una
publicidadpotencialmenteperjudicial.
Alllegaralaquestura,elcomisario,caminodesudespacho,pasóporeldela
signorina Elettra. Hoy las fresias habían sido sustituidas por un ramo de
luminosascalas.Lajovenlevantólacabezacuandoélentróy,sinpreocuparsede
darlelosbuenosdías,informó:
—ElsargentoVianellomehapedidoqueledigaqueenMestrenohay
nada.Quehahabladoconvariaspersonasyqueningunasabenadadelataque.
Porotraparte—agregómirandounpapelqueteníaencimadelamesa—,en
ningunodeloshospitalesdelazonahanatendidoanadiedeuncorteenel
brazo.—Antesdequeélpudierapreguntar,terminó—:YnadadeRoma,
todavía,acercadelashuellasdactilares.
Porconsiguiente,afaltadepistas,Brunetticonsideróllegadoelmomento
deverquémáspodíaaveriguardeSemenzato.
—UstedhabíatrabajadoenlaBancad'Italia,¿verdad,signorina?
—Sí,señor.
—¿Conservaamistadesallí?
—Ytambiénenotrosbancos.—LasignorinaElettranopecabademodesta.
—¿Creequepodríatejerconsuordenadorunafinaredparaverquépuede
encontraracercadeFrancescoSemenzato?Cuentasbancarias,valores,
inversionesdecualquiertipo...
Larespuestafueunasonrisacómplicetanampliaquehizopreguntarsea
Brunettiaquévelocidaddebíandeviajarlasnoticiasenlaquestura.
53
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Nadamásfácil,dottore.¿Yquierequemeinformetambiénsobrela
esposa?Tengoentendidoqueessiciliana.
—Sí;tambiénsobrelaesposa.
Antesdequeélpudierapreguntar,ellaexplicó:
—Enelbancotienendificultadesconlaslíneastelefónicas,porloquequizáno
puedasaberalgohastamañanaporlatarde.
—¿Puedeustedrevelarsufuente,signorina?
—Esalguienquetienequeesperaraqueeljefedelsistemainformáticodel
bancosevayaasucasa—dijoellaúnicamente.
—Estábien—respondióBrunetti,dándoseporsatisfechoconla
explicación—.TambiénmegustaríaquellamaraalaInterpoldeGinebra.Puede
preguntarpor...
Ellaloatajó,peroconunasonrisa.
—Yatengoladirección,comisario.Ymeparecequeyaséporquiéntengo
quepreguntar.
—¿Heinegger?—preguntóBrunetti,dandoelnombredelcapitánque
dirigíalaoficinadeinvestigacionesfinancieras.
—Esoes,Heinegger—dijoella,dandoladirecciónyelnúmerodefax.
—¿Cómo ha podido informarse tan pronto, signorina? —preguntó Brunetti,
francamentesorprendido.
—Enmianteriorempleoteníatratosconél—respondióellacon
naturalidad.
Brunetti,apesardeserpolicía,prefiriónotratardeaveriguarenaquel
momentoquérelaciónexistíaentrelaBancad'ItaliaylaInterpol.
—Asípues,yasabeloquetienequehacer—fuetodoloqueseleocurrió
decir.
—TanprontocomolleguelarespuestadeHeineggerselasubiré—dijoella,
volviendoasuordenador.
—Sí,muchasgracias.Buenosdías,signorina.—Elcomisariodiomedia
vueltaysaliódeldespacho,peronosinanteslanzarotramiradaalasflores,que
serecortabanenelvanodelaventanaabierta.
La lluvia de los últimos días había cesado, alejando la amenaza inmediata del
acquaalta y dejando tras de sí unos cielos cristalinos, por lo que no había que
contar con encontrar en casa a Lele, que estaría en cualquier sitio menos allí,
pintando.BrunettidecidióiralhospitalparahablarconBrett,yaqueno
acababadecomprenderlasrazonesquelahabíanhechoregresardesdeelotro
ladodelmundo.
Cuandoentróenlahabitación,sureaccióninmediatafuepensarquela
signorinaElettrahabíapasadoporallí:masasdefloresinundabandecolortodas
las superficies horizontales disponibles. Rosas, lirios, azucenas y orquídeas
adornabanlahabitaciónconsuexquisitapresencia,ylapapelerarebosabade54
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltalosenvoltoriosdeFantinyBiancat,lasdos
floristerías en las que solían comprar los venecianos. Brunetti observó que
tambiénnorteamericanoso,cuando
menos,extranjeros,habíanrendidosutributofloral,yaqueaningúnitalianopodía
habérseleocurridoenviaraunapersonaenfermaoheridaaquellos
gigantescosramosdecrisantemos,floresqueenItaliaseofrendan
exclusivamentealosdifuntos.Sesentíaincómodocontantoscrisantemosen
una habitación de hospital, pero trató de sobreponerse y desechar la sensación,
queleparecíafrutodeunaburdasuperstición.
Lasdosmujeresestabanenlahabitación,talcomoélesperabaydeseaba;
Brett,incorporadaenlacama,quehabíasidolevantadaporlapartesuperior,con
lacabezaentredosalmohadas,yFlavia,sentadaenunasillaasulado.
Esparcidossobrelacamahabíavariosbocetosdemujeresataviadasconunos
trajeslargosy complicados.Todasllevaban unadiademaque erauna explosión
solardepedrería.Alentrarél,Brettlevantólamiradadelosfigurinesymovió
mínimamenteloslabios;lasonrisaestabatodaenlosojos.Flavia,alcabodeun
momento,losaludóasuvez,peroconmástibieza.
—Buenosdías—dijoél,ymirólosdibujos.Laorlaonduladadedosdelos
vestidos les daba un aire oriental. Pero, en lugar de los dragones de rigor, las
telasteníandibujosabstractosdeunoscoloresquecontrastabanvivamente
entresí,peronocondisonanciasinoconarmonía.
—¿Quéson?—inquirióélconcuriosidadymientraslodecíacomprendió
quehubieradebidoempezarporpreguntaraBrettcómoestaba.
—BocetosparaelnuevoTurandotdeLaScala.
—¿Asíquelocantaráusted?—preguntó.Apesardequelapresentaciónde
laóperaestabaanunciadaparalatemporadasiguiente,hacíasemanasque
aparecíanrumoresenlaprensa.Lasopranocuyonombresehabía«insinuado»
como«posibleelección»—éstaseranlasexpresionesqueseutilizabanenLa
Scala—habíadichoquelaposibilidadleparecíainteresanteyquelatomabaen
consideración,loquesignificabaquenoteníanilamenorintencióndeaceptar.
Se habló después de la posibilidad de que se eligiera a Flavia Petrelli, que no
teníalaóperaensurepertorio,yhacíasólodossemanasellahabíadifundidoun
comunicadodeprensaenelquedeclarabaquesenegabacategóricamentea
plantearse siquiera la posibilidad, lo cual equivalía a una aceptación todo lo
formalquecabíaesperardeunasoprano.
—Deberíaustedsaberquenohayquetratarderesolverlosenigmasde
Turandot—dijoFlaviaconfalsodesenfade,dandoaentenderconelloqueél
habíavistoloquenodebía.Entoncesseinclinóyrecogiólosbocetos.
Rápidamentetraducidos,ambosmensajessignificabanqueélnodebíadecir
nadadeaquello.
—¿Cómoseencuentra?—preguntóBrunettiaBrettfinalmente.
Aunqueyanoteníalosmaxilaresunidos,Brettsonreíadeunmodo
mecánico,abriendomucholoslabiosydoblandolascomisurashaciaarriba,
comoidiotizada.
55
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Mejor.Undíamás,yacasa.
—Dosdías—rectificóFlavia.
—Undíaodos—admitióBrett.Alverlotodavíaconelabrigo,dijo—:
Perdone.Siéntese.—SeñalabaunasillaqueestabadetrásdeFlavia.Éllaacercó
alacama,doblóelabrigosobreelrespaldoysesentó.
—¿Podríamoshablardeloqueocurrió?—dijoél,abarcandoaambas
mujeresconlapregunta.
Brettpreguntóconextrañeza:
—Pero,¿nohabíamoshabladoyadeello?
Brunettiasintióypreguntó:
—¿Quéledijeron?Exactamente.¿Puederecordarlo?
—¿Exactamente?—repitióella,desconcertada.
—¿Hablaronlosuficientecomoparapermitirlededucirdedóndeeran?—
insistióBrunetti.
—Comprendo—dijoBrett.Cerrólosojosyregresómomentáneamenteal
recibidordelapartamento,evocóaloshombres,suscarasysusvoces—.
Sicilianos.Porlomenos,elquemepegó.Delotronoestoytansegura.Hablómuy
poco.—MiróaBrunetti—.¿Esimportante?
—Podríaayudarnosaidentificarlos.
—Asíloespero—tercióFlaviasindejarentreversisuspalabrastraducían
unreprocheoundeseo.
—¿Reconocieronalgunadelasfotos?—preguntóBrunetti,aunqueestaba
segurodeque,deserasí,elagentequeleshabíamostradolasfotosdelos
hombresquecorrespondíanalasdescripcionesqueellashabíanhecho,selo
hubieranotificado.
FlaviamoviólacabezanegativamenteyBrettdijo:
—No.
—Dijoqueleadvirtieronquenoacudieraaunacitaconeldoctor
Semenzato.LuegoustedhablódecerámicasdelaexposicióndeChina.¿Se
referíaalaquesecelebróenelpalazzoDucal?
—Sí.
—Recuerdo—dijoBrunetti—.Laorganizóusted,¿verdad?
Ella,sindarsecuentadeloquehacía,moviólacabezaafirmativamente,y
tuvo que apoyarla en las almohadas y esperar a que la habitación dejara de dar
vueltasantesderesponder:
—AlgunasdelaspiezasprocedíandenuestroyacimientodeXian.Los
chinosmedesignaronparaqueactuaradeenlace.Conozcoabastantegente.—
Apesardequelehabíanquitadolosalambres,movíalamandíbulacon
precaución;acompañabasuspalabrasunzumbidosordoqueleresonabaenlos
oídos.
Flaviasepusoahablarporella,explicando:
—LaexposiciónsepresentóprimeroenNuevaYorkydeallípasóa
Londres.BrettfueaNuevaYorkparalainauguraciónyvolvióparalaclausura.
56
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaTeníaquedisponereltransporteaLondres.
Peroantesdelainauguraciónen
LondreslallamarondeChinaporquehabíaocurridoalgoenlaexcavación.—
MiróaBrettypreguntó—:¿Quépasó,cara?
—Eltesoro.
Alparecer,estobastópararefrescarlamemoriaaFlavia.
—Habíandespejadoelpasadizodelacámarafuneraria,yllamaronaBrett
aLondresyledijeronquedebíavolverparasupervisarlaexcavacióndela
tumba.
—¿Quiénseencargódemontarlaexposiciónaquí,enVenecia?
EstavezcontestóBrett.
—Meencargabayo,regresédeChinatresdíasantesdequeseclausurara
en Londres. Y viajé hasta Venecia con las piezas. —Cerró los ojos, y Brunetti
pensóqueestabafatigadadetantohablar,perolosabrióenseguiday
prosiguió—:Memarchéantesdequelaexposiciónseclausurara,yellosse
encargarondeenviarlaspiezasaChina.
—¿Ellos?—preguntóBrunetti.
BrettmiróaFlaviaantesdecontestar:
—Estaban aquí el dottor Semenzato y mi ayudante, que vino de China para
desmontarlaexposiciónyenviarlotododevuelta.
—¿Ustednoestaba?
EllavolvióamiraraFlaviaantesderesponder:
—No;nopudevenir.Nohabíavueltoaverlaspiezashastaesteinvierno.
—¿Cuatroañosdespués?—preguntóBrunetti.
—Sí—respondióella,yagitóunamanocomosielademánhubierade
ayudarlaaexplicarlo—.Duranteelviajederegreso,elcargamentoquedó
retenido.YotravezalllegaraPekín.Culpadelpapeleo.Fueapararaun
almacéndeaduanasdeShanghaiyallíestuvodosaños.LaspiezasdeXianno
llegaronhastahacedosmeses.—Brunettiobservócómoelegíalaspalabras
cuidadosamenteparaexplicarlo—:Peronoeranlasmismas.Erancopias.Noel
soldadonilacotademalladejade,queeranlosoriginales,sinolascerámicas.
Medicuentaperonopodíademostrarlohastaquehicieralaspruebas,yen
Chinanodisponíadelosmediosnecesarios.
Brunetti,porlamiradaofendidaquelehabíalanzadoLele,sabíaqueno
debíapreguntarcómohabíadescubiertoellaquelaspiezaseranfalsas.Losabía,
sencillamente.Yaquenopodíapreguntarelcómo,preguntaría,porlomenos,
elcuánto.
—¿Cuántaseranlaspiezasfalsas?
—Tres.Quizácuatroocinco.SólodelyacimientodeXian,dondeyoestoy.
—¿Ylasotraspiezasdelaexposición?
—Nolosé.ÉsanoespreguntaquepuedahacerseenChina.
Flaviaseguíalaconversaciónmirandoaunoyotromientrashablaban,sin
mostrarsorpresa,deloquesededucíaqueyaestabaenterada.
—¿Quéhahechousted?—preguntóBrunetti.
57
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Hastaahora,nada.
Brunettisedijoque,puestoquelaconversaciónteníalugarenunhospitalyellale
hablabaconloslabiostumefactos,talrespuestanopodíaserdeltodoexacta.
—¿Aquiénselohadicho?
—SóloaSemenzato.LeescribídesdeChinahacetresmesesquevariasde
laspiezasrecibidaseranfalsas.Ledijequequeríahablarconél.
—¿Yélquérespondió?
—Nada.Nocontestómicarta.Esperétressemanasytratédellamarpor
teléfono,peronoesfácil,desdeChina.Asíquevineparahablarconél.
¿Así,sinmás?¿Comonopuedescomunicarporteléfono,tesubesaun
aviónyatraviesasmediomundoparahablarconunapersona?
Comosilehubieraleídoelpensamiento,elladijo:
—Setratademireputación.Soyresponsabledeesaspiezas.
AquíintervinoFlavia.
—EsaspiezaspuedenhabersidosustituidasenChina.Notieneporqué
haberocurridoaquí.Ynosetepuedehacerresponsabledeloqueocurriera
cuandollegaronallí.—HabíaanimadversiónenlavozdeFlavia,yaBrunettile
parecióinteresantequesemostraracelosanadamenosquedeunpaís.
SutononopasóinadvertidoaBrett,querespondióásperamente.
—Noimportadóndeocurriera;loqueimportaesqueocurrió.
ParacrearunadistracciónyrecordandoloqueLelehabíadichosobrelo
quees«saber»siunacosaesfalsaoauténtica,Brunetti,elpolicía,preguntó:
—¿Tienepruebas?
—Sí—empezóBrett,conlavozmásroncaquecuandoélhabíallegado.
Flavia,aloírla,interrumpiólaconversaciónvolviéndosehaciaBrunetti.
—Creoqueyaessuficiente,dottorBrunetti.
ÉlmiróaBrettytuvoquedarlelarazón.Loshematomasdelacara
parecíanahoramásoscurosyellaestabamáspostradaquecuandoélhabía
entrado.Brettlesonrióycerrólosojos.
Élnoinsistió.
—Losiento,signora—dijoaFlavia—.Detodosmodos,estonopuede
esperar.
—Porlomenos,hastaqueestéotravezencasa—dijoFlavia.
ÉlmiróaBrett,buscandosuopinión,peroelladormía,conlacabeza
ladeadaylabocaabierta.
—¿Mañana?
Flaviaparecíareaciaperoalfinaccedió:
—Sí.
Élselevantóytomóelabrigodelrespaldodelasilla.Flaviafueconélhastala
puerta.
58
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Noestápreocupadasóloporsureputación,¿sabe?—dijo—.Yonolo
entiendo,peroparaellaesmuyimportantequeesaspiezasvuelvanaChina—
terminómoviendolacabezaconevidenteperplejidad.
SiendoFlaviaPetrelliunadelasmejorescantanteseintérpretesdramáticas
delmomento,Brunettisabíaqueeraimposibleadivinarcuándohablabala
actrizycuándo,lamujer.Suponiendoqueahoraerasincera,respondió:
—Losé.Yesunadelasrazonesporlasquequieroaclararesto.
—¿Ylasotrasrazones?—preguntóellaconsuspicacia.
—No trabajaría mejor si lo hiciera por motivos personales, signora —dijo él,
poniendofinconestaspalabrasalabrevetreguaqueamboshabíanmantenido.
Se puso el abrigo y salió de la habitación. Flavia se quedó quieta, mirando a
Brett,luegovolviójuntoalacama,sesentóensusillayotravezsepusoamirar
losbocetos.
59
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta8
Alsalirdelhospital,Brunettivioqueelcielosehabíacubiertoyhabía
entrado en la ciudad un fuerte viento del Sur. Se notaba en el aire una humedad
quepresagiaballuvia,loquesignificabaquequizáaquellanochelosdespertara
el bramido estridente de las sirenas. Él aborrecía el acqua alta con todo el
encono de los venecianos, y ya se indignaba al pensar en los turistas que se
apiñarían en las pasarelas boquiabiertos, riendo, señalando, haciendo fotos y
cortando el paso a la gente que tenía que ir a trabajar o hacer la compra y no
deseaba sino verse otra vez cuanto antes en sitio seco, lejos del trastorno, la
suciedad y la irritación general que las aguas imparables traían a la ciudad. Él
calculabaque,ensurecorridohabitual,sóloencontraríaaguaalcruzarelcampo
San Bartolomeo, al pie del puente de Rialto. Afortunadamente, la zona que
rodeaba la questura estaba relativamente alta y no la afectaban sino las peores
inundaciones.
Brunettisesubióelcuellodelabrigoyagachólacabezasintiendoel
empujóndelvientoenlaespalda;ahoralepesabanohabersepuestoun
pañueloalcuelloaquellamañana.Cuandocruzabapordetrásdelaestatuade
Colleoni, a sus pies se estrellaron en el pavimento los primeros goterones. La
únicaventajadelvientoeraquehacíaquelalluviacayeramuyendiagonal,con
loqueunladodelaestrechacallequedabaprotegidaporlosalerosdelascasas.
Losquehabíansidomásprecavidosqueélllevabanparaguasycaminabanbien
protegidos,sinpreocuparsedelosviandantesmenosafortunadosquetenían
quedesviarseoagacharseparasortearlos.
Brunetti llegó a la questura con los hombros del abrigo calados y los zapatos
empapados.Ensudespacho,sequitóelabrigoylopusoenunaperchaque
colgó de la barra de la cortina, encima del radiador. Quien mirara la ventana
desdeelotroladodelcanalquizácreyeraveraunhombrequesehabía
ahorcado en su despacho. Si el observador trabajaba en la questura, su primer
impulsoseríacontarlospisos,paraversiaquéllaeralaventanadePatta.
Encimadelamesa,Brunettiencontróunaúnicahojadepapel,uninforme
delaInterpoldeGinebraquedecíaquenoteníanfichaniinformaciónacercade
FrancescoSemenzato.Debajodeltextopulcramentemecanografiadohabíaunas
palabrasmanuscritas:«Circulanrumores,nadaconcreto.Preguntaréporahí.»Y
alpie,ungarabatoenelquereconociólafirmadePietHeinegger.
60
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaAmediatardesonóelteléfono.EraLele,que
decíaquehabíapodidohablar
convariosamigos,incluidoeldeBirmania.Ningunosehabíamostrado
dispuestoadeciralgoconcretodeSemenzato,peroLelehabíadeducidoque
existíalaimpresióndequeeldirectordelmuseoestabainvolucradoenel
negociodeantigüedades.Noencalidaddecompradorsinodevendedor.Uno
desusinformantesteníaentendidoqueSemenzatohabíainvertidoenuna
tiendadeantigüedades,peronosabíamás,ignorabadóndeestabayquién
pudieraserelpropietariooficial.
—Esoapuntaaunconflictodeintereses—dijoBrunetti—.Comprarobjetos
alsociocondinerodelmuseo.
—Noseríaelúnico—musitóLele,peroBrunettiprefiriónodarsepor
enteradodelcomentario—.Yotracosa—agregóelpintor.
—¿Qué?
—Cuandohablédeunrobodeobrasdearte,unomedijoquehabíaoído
hablardeuncoleccionistamuyimportantedeVenecia.
—¿Semenzato?
—No—respondióLele—.Nolopregunté,perocomoessabidoqueme
intereso por él estoy seguro de que, de tratarse de Semenzato, mi amigo me lo
hubieradicho.
—¿Dijoquiénera?
—No.Nolosabía.Perocorreelrumordequesetratadeuncaballerodel
Sur.—Lelelodijocomosileparecieraimposiblequeuncaballeropudieraser
delSur.
—¿Perodenombres,nada?
—No,Guido.Detodosmodos,seguirépreguntando.
—Muchasgracias.Teestoymuyagradecido,Lele.Esonopodríahacerlo
yo.
—Desdeluego—dijoLelellanamente.Y,sinmolestarseendecir«nohayde
qué»,terminóconun—:Sihayalgomás,yatellamaré—ycolgó.
Brunetti,considerandoqueyahabíatrabajadolosuficienteporaquella
tardeydeseandoevitarquelallegadadelacquaaltalopillaraaesteladodela
ciudad,sefueprontoacasaytuvodoshorasdequietudysoledadantesdeque
Paolallegaradelauniversidad.Veníachorreandoporquelalluviahabía
arreciadoyalentrardijoquehabíautilizadolacitaymencionadolaimaginaria
fuente,peroaunasíeltemiblemarchesehabíaconseguidoestropearelefecto,al
sugerirqueunescritorcomoJames,alqueseatribuíatanbuenareputación,
hubierapodidoahorrarseredundanciastanbanales.Mientraslaescuchaba,
Brunettidescubrióconsorpresalomuchoquedurantelosúltimosmeseshabía
llegadoaaborreceraestechicoalquenohabíavistonunca.Comocasisiempre,
lacomidayelvinodisiparonelmalhumordePaola,ycuandoRaffiseofrecióa
fregarlosplatos,ellasemostróplenamentecontentaysatisfecha.
Alasdiezyaestabanenlacama,ella,profundamentedormidaanteuna
muestradeescrituraestudiantilespecialmentedesafortunadayél,enfrascado61
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaenunanuevatraduccióndeSuetonio.Había
llegadoalpasajequedescribíaa
losniñosquenadabanenlapiscinadeTiberioenCapricuandosonóelteléfono.
—Pronto—contestó,conlaesperanzadequenofueraunasuntodela
policíaperoconscientedeque,alasoncemenosdiez,nopodíaserotracosa.
—Comisario,aquíMonico.—BrunettirecordóqueelsargentoMonicotenía
elturnodenocheaquellasemana.
—¿Quéhay,Monico?
—Creoquehahabidounasesinato.
—¿Dónde?
—PalazzoDucale.
—¿Quién?
—Eldirector.
—¿Semenzato?
—Sí,señor.
—¿Quéhaocurrido?
—Pareceunatraco.Lamujerdelalimpiezalohaencontradohaceunos
diezminutosyhabajadogritandoalosguardias.Elloshansubidoaldespacho,lo
hanvistoynoshanllamado.
—¿Quéhanhechoustedes?—Brunettipusoellibroenelsueloalladodela
camayempezóabuscarlaropaconlamirada.
—Hemos llamado al vicequestore Patta, pero su esposa nos ha dicho que no
estaba y que no sabía cómo localizarlo. —Cualquiera de las dos cosas, se dijo
Brunetti,podíasermentira—.Entonceshedecididollamarleausted.
—¿Lehandichoalgomáslosguardias?
—Sí,señor.Elquehallamadohadichoquehabíamuchasangreyque
parecíaquelehabíangolpeadoenlacabeza.
—¿Yaestabamuertocuandoloviolamujerdelalimpieza?
—Creoquesí,señor.Elguardiadijoquecuandoellossubieronlo
encontraronmuerto.
—Estábien—dijoBrunetti,apartandolaropadelacama—.Voyparaallá.
Envíeaquientengadisponible.¿Quiénhayestanoche?
—Vianello,señor.Estabadeguardiaconmigoenelturnodenocheyha
salidoparaallánadamásrecibirselallamada.
—Bien.LlamealdottorRizzardiydígalequenosveremosallí.
—Sí,señor,ibaallamarleahoramismo.
—Bien—dijoBrunettihaciendogirarelcuerpoyponiendolospiesenel
suelo—.Llegaréenunosveinteminutos.Necesitamosaunequipoparalas
fotosylashuellas.
—Sí,señor.AvisaréaPaveseyaFoscoloencuantohableconeldottor
Rizzardi.
—Deacuerdo.Veinteminutos—dijoBrunettiycolgó.¿Esposiblesentirse
horrorizadoynosorprendido,apesardetodo?Unamuerteviolenta,sólo
cuatrodíasdespuésdequeBrettfueraatacadaconunabrutalidadsimilar.
62
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaMientrassevestíayseatabaloscordonesde
loszapatos,Brunettiseexhortabaanosacarconclusionesprecipitadas.Dandola
vueltaalacama,seacercóa
Paola,seinclinóylasacudióligeramenteporelhombro.
Ellaabriólosojosylomiróporencimadelasgafasqueaúnnohacíaun
añoqueusabaparaleer.LlevabaunaraídabatadefranelacompradaenEscocia
diezañosantes,y,encima,uncárdiganirlandéstejidoamanoquesuspadresle
habíanregaladounaNavidadnomenoslejana.Alverlaasí,mirándoloconojos
miopes,momentáneamentedesorientadaalsersacadadesuprimersueñocon
brusquedad, le recordó a las mujeres sin techo de mirada extraviada que en las
noches de invierno se refugiaban en la estación del tren. Sintiéndose como un
traidor por pensar eso, se inclinó más aún entrando en el círculo de luz de la
lámparadelecturaylediounbesoenlafrente.
—¿Laimperiosallamadadeldeber?—preguntóella,inmediatamente
despierta.
—Sí.Semenzato.Lamujerdelalimpiezalohaencontradoensudespacho
delpalazzoDucale.
—¿Muerto?
—Sí.
—¿Asesinado?
—Esoparece.
Ellasequitólasgafasylaspusoencimadelospapelesesparcidossobrela
colcha.
—¿Hasenviadoaunagentealahabitacióndelaamericana?—preguntó,
dejandoqueélhallaralalógicadesurápidadeducción.
—No—reconocióél—,peroloenviaréencuantolleguealpalazzo.Nocreoque
ésossearriesguenamataradosunamismanoche,detodosmodos,
enviaréaunhombre.—Conquéfacilidad«ésos»habíancobradocuerpo,
creadosporsupropiaresistenciaacreerenlacasualidadyporlaresistenciade
Paolaacreerenlabondadhumana—.¿Quiénhallamado?
—Monico.
—Bien—dijoella.Elnombreleerafamiliar,conocíaalhombre—.Si
quieres,lellamaréylediréesodelagente.
—Gracias.Nomeesperesdespierta.Estollevarátiempo.
—Yestotambién—dijoellaechandoelcuerpohaciaadelantepararecoger
lospapeles.
Élvolvióaagacharseyestavezlabesóenloslabios.Ellaledevolvióelbeso
convirtiéndoloenunbesodeverdad.Élseenderezóyellalosorprendióal
abrazarseasucinturayhundirlacaraensuestómago.Dijounaspalabras
ahogadasqueélnocomprendió.Suavementeleacaricióelpelo,peroestaba
pensandoenSemenzatoycerámicaschinas.
Ellalosoltó,alargólamanohacialasgafasymientrasselasponíadijo:
—Noolvidesllevartelasbotas.
63
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta9
CuandoelcomisarioBrunettidelapolicíadeVeneciallegóalescenariodel
asesinatodeldirectordelmuseomásimportantedelaciudad,llevabaenla
manoderechaunabolsadeplásticoblancaconelnombredeunsupermercado
enletrasrojas.Dentrodelabolsahabíaunpardebotasdegomanegrasdel
cuarentaydoscompradasenStandatresañosantes.Loprimeroquehizoal
llegar al cuarto de los guardias, situado al pie de la escalera que conducía al
museo,fuedejarlabolsa,diciendoalhombrequeestabaallíquelarecogeríaal
salir.
Elguardia,dejandolabolsaalladodelamesa,dijo:
—Arribaestáunodesushombres,comisario.
—Bien.Luegovendránmás.Ytambiénelforense.¿Alguiendelaprensa?
—No,señor.
—¿Ylamujerdelalimpieza?
—Hantenidoquellevarlaasucasa.Nohacíamásquellorardesdequevio
laescena.
—¿Tanfuertees?
Elguardiamoviólacabezaafirmativamente.
—Haymuchasangre.
Unaheridaenlacabeza,recordóBrunetti.Sí,debíadehabermuchasangre.
—Lamujerarmarárevuelocuandollegueasucasayesoquieredecirque
alguien llamará a Il Gazzetino y vendrán periodistas. Procure mantenerlos aquí
abajo,porfavor.
—Lointentaré,comisario,peronosésiloconseguiré.
—Quenosuban—dijoBrunetti.
—Sí,señor.
Brunettimiróhaciaelfondodellargocorredordondeseveíaelarranque
deunaescalera.
—¿Eldespachoesporahí?
—Sí,señor.Arriba,alaizquierda.Yaverálaluzalfinaldelpasillo.Creoqueen
eldespachoestásuagente.
Brunettidiomediavueltaysealejóporelpasillo.Elecodesuspasos
reverberabatétricamenteenlasparedesyenlaescaleradelfondoyvolvíaaél.
Elfrío,elpenetrantefríohúmedodelinvierno,sefiltrabadesdeelsueloylas64
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta paredes de ladrillo del corredor. A su
espalda, oyó un golpe seco de metal en piedra, pero no sonó ninguna voz, y él
siguiópasilloadelante.Labruma
nocturnahabíadepositadounaresbaladizaláminadecondensaciónenlos
anchospeldañosdepiedraqueahorapisaba.
Alllegararriba,fuehacialaizquierda,guiándoseporlaluzquesalíade
unapuertaabiertaalextremodelpasillo.Amitaddecamino,gritó:
—¿Vianello?
Almomentoaparecióelsargentoenlapuerta,conunabrigodelanagruesa
delqueasomabanunasbotasdegomaamarillorabioso.
— Buona sera, signore —dijo levantando una mano en un saludo mitad oficial
mitadsocial.
—Buonasera,Vianello.¿Cómoestáeso?
LacurtidacaradeVianellopermanecióimpasiblealcontestar:
—Bastantemal,comisario.Alparecer,hubolucha:eldespachoestá
revuelto, sillas volcadas, lámparas destrozadas. Era corpulento, por lo que yo
diría que han tenido que ser dos. Pero es sólo una primera impresión. Los del
laboratoriopodrándecirnosmás.—Diounpasoatrásparadejarpasara
Brunetti.
EraloquehabíadichoVianello:unalámparadepiehabíabasculadohacia
adelanteychocadocontralamesasembrándoladelosfragmentosdesu
pantalla de cristal; detrás del escritorio, un sillón estaba tumbado de lado y
delante,unaalfombradesedasehabíafruncidoysulargoflecoestaba
enredadoeneltobillodelhombrequeyacíaenelsueloasulado.Elcaído
estabadebruces,conunbrazodebajodelcuerpoyelotroextendidohacia
adelanteconlamanoabiertaylapalmahaciaarriba,comosiyaestuviera
pidiendoclemenciaenlaspuertasdelcielo.
Brunettimirólacabezaconsugrotescaaureoladesangreydesvióla
miradarápidamente.Perodondequieraqueposaralosojosveíasangre:gotas
enlamesa,unfinoregueroqueibadelamesaalaalfombraycubriendoun
ladrilloazulcobaltoqueestabaenelsueloamediometrodelmuerto.
—ElguardiadeabajohadichoqueeseldottorSemenzato—explicó
VianelloenmediodelsilencioqueemanabadeBrunetti—.Laseñoradela
limpiezalohaencontradoaesodelasdiezymedia.Eldespachoestabacerrado
porfuera,peroellatienellaveyhaentradoalimpiaryacerciorarsedequelas
ventanasestuvierancerradas,ylohaencontradoasí.
Brunettiseguíasindecirnada,sóloseacercóaunadelasventanasymiró
al patio del palazzo Ducale. Todo estaba en calma; las estatuas de los gigantes
seguíancustodiandolaescalera,nilasombrahuidizadeungatoturbabala
escenabañadaporlaluna.
—¿Cuántohacequehallegado?—preguntóBrunetti.
Vianellosesubiólabocamangaparamirarelreloj.
65
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Dieciochominutos.Lehebuscadoelpulso,peroyanolelatía,yestaba
frío.Yodiríaquellevabamuertoporlomenosunpardehoras,peroesoel
médiconoslodiráconmásexactitud.
Hacialaizquierda,Brunettioyóunasirenaquerompíaelsilenciodela
noche,yduranteunmomentopensóqueeraelequipodellaboratorioque
llegabanenlanchahaciendoelidiota.Perolasirenasubiódetono,suinsistente
aullido se hizo más agudo y estridente y luego, lentamente fue bajando hasta la
notaprimitiva.EralasirenadeSanMarcoqueadvertíaalaciudaddormida
quelasaguasestabansubiendo:habíaempezadoelacquaalta.
Losdoshombresdelequipodellaboratorio,cuyallegadarealhabía
quedadocamufladaporlasirena,dejaronsusaparatosenelpasillo,delantedel
despacho.Pavese,elfotógrafo,asomólacabezaymiróalhombrequeestabaen
el suelo. Sin mostrarse afectado por lo que veía, preguntó alzando la voz para
hacerseoírsobrelasirena:
—¿Quiereunaseriecompleta,comisario?
Brunetti se volvió de espaldas a la ventana al oír la voz y fue hacia el recién
llegado,procurandonoacercarsealcadáverantesdequefuerafotografiadoyel
suelodealrededor,rastreadoenbuscadefibras,cabellososeñalesde
rozaduras.Ignorabasiestaprecauciónserviríadealgo:demasiadaspersonasse
habíanacercadoyaalcadáverdeSemenzatoyelescenariodebíadeestar
contaminado.
—Sí,yencuantotermineconlasfotos,veansihayfibrasopelos.Luego
echaremosunvistazo.
Pavesenomostróirritaciónporquesusuperiorleordenarasemejante
obviedadypreguntó:
—¿Quieredelacabezaunaserieaparte?
—Sí.
Elfotógrafoseaplicóaprepararsusaparatos.Foscolo,elotromiembrodel
equipo,yahabíamontadoelpesadotrípodesobreelqueahorafijabalacámara.
Pavese,encuclillas,revolvíaensumaletaentrecarretesdepelículaydelgados
paquetesdefiltroyporfinsacóunflashportátildelquependíaungruesocable
eléctrico.EntregóelflashaFoscoloylevantóeltrípode.Surápidaojeada
profesionalalcadáverlehabíabastado.
—Luca,haréunpardefotosdetodalahabitacióndesdeaquíyluegodesde
elotrolado.Debajodelaventanahayunenchufe.Cuandotengamoslastomas
de toda la habitación, nos situaremos ahí, entre la ventana y la cabeza. Quiero
varíasfotosdetodoelcuerpo,luegousaremoslaNikonparahacerlacabeza.
Meparecequeesmejorelánguloizquierdo.—Reflexionóunmomento—.No
necesitamosfiltros.Paralasangrenosbastaelflash.
BrunettiyVianelloesperabanfuera,juntoalapuertadelaquebrotabael
resplandorintermitentedelflash.
—¿Leparecequehanusadoelladrillo?—preguntóVianelloalfin.
Brunettiasintió.
66
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Yahavistocómotienelacabeza.
—Hanqueridoasegurarsebien,¿eh?
BrunettirecordólacaradeBrettyapuntó:
—Oquizáseaquelesgustahacereso.
—Nolohabíapensado—dijoVianello—.Supongoqueesposible.
Minutosdespués,Paveseasomólacabeza.
—Dottore,hemosterminadoconlasfotos.
—¿Cuándolastendrálistas?—preguntóBrunetti.
—Estatarde,aesodelascuatro,diríayo.
LarespuestadeBrunettidandoconformidadaesteplazofueinterrumpida
por la llegada de Ettore Rizzardi, medico legale, venido en representación del
Estadoparadeclararloevidente,queelhombreestabamuerto,ysugerirla
probablecausadelamuerte,queenestecasonoseríadifícildeterminar.
AligualqueVianello,calzababotasdegoma,perolassuyaserandeun
sobrionegroysólollegabanhastaelbordedelabrigo.
—Buenasnoches,Guido—dijoalentrar—.Elguardiadeabajomehadicho
quesetratadeSemenzato.—CuandoBrunettiasintió,elmédicopreguntó—:
¿Quéhapasado?
Enlugarderesponder,BrunettisehizoaunladoparaqueRizzardi
pudieraverlaforzadaposturadelcuerpoylosmanchonesysalpicadurasde
sangre.Lostécnicoshabíanempezadosutrabajo,yyaunascintasamarillovivo
rodeabandosrectángulosdeltamañodeunaguíatelefónica,enlosquese
apreciabanlevesrozaduras.
—¿Yasepuedetocar?—preguntóBrunettiaFoscolo,queesparcíaunpolvo
negroenlasuperficiedelamesadeSemenzato.
Eltécnicointercambióunamiradaconsucompañero,queahoraponíala
cintaalrededordelladrilloazul.Paveseasintió.
Rizzardifueelprimeroenacercarsealcadáver.Dejóelmaletínenunasilla,lo
abrióysacóunpardeguantesdefinocaucho.Selospuso,seagachóalladodel
cuerpoyalargólamanohaciaelcuellodelhombre,peroalverlasangrequele
cubríalacabezacambiódeideaybuscólamuñecadelbrazoextendido.
Lacarnequetocóestabafríaylasangrequecontenía,paralizadaparasiempre.
Automáticamente,Rizzardisesubióelalmidonadopuñodelacamisaymiróel
reloj.
Nohabíaquebuscarmuchoparahallarlacausadelamuerte:habíados
hendidurasprofundasenelparietaly,alparecer,unaterceraenlafrente,
aunqueéstaestabaparcialmentecubiertaporelcabellodeSemenzatoquelos
impactosmortaleshabíanhechocaerhaciaadelante.Alinclinarsemásaún,
Rizzardidescubrióesquirlasdehuesodentrodeunadelashendiduras,detrásde
laoreja.
Rizzardisepusoderodillasenbuscadeunamayorestabilidadypasóuna
manopordebajodelcuerpoparaponerlobocaarriba.Ahoraseveíalatercera67
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta hendidura, rodeada de tejido tumefacto y
amoratado.Rizzardilevantóprimero
unaydespuésotradelasmanosdelmuerto.
—Fíjateenesto,Guido—dijomostrandoeldorsodelamanoderecha.
BrunettisearrodillóalladodelmédicoparaexaminarlamanodeSemenzato.
Teníalosnudillosdesolladosyundedohinchadoydobladohaciaunlado,conla
falangerota—.Hatratadodedefenderse.—Midióelcuerpoconlamirada—.
¿Quéestaturateparecequetendría?
—Unonoventa,desdeluegomásaltoquecualquieradenosotros.
—Ytambiénmásrobusto.Habránsidodoshombres.
Brunettihizoungruñidodeasentimiento.
—Yodiríaquelosgolpeshanvenidodedelante,quenolehanpilladopor
sorpresay,muchomenos,siseloshandadoconeso—dijoRizzardiseñalando
elladrilloazuleléctricoqueestabadentrodesurectángulodecinta,amenosde
unmetrodelcadáver—.¿Nadiehaoídoruido?
—Abajo,enelcuartodelosguardiashayuntelevisor—respondió
Brunetti—.Cuandoyohellegadonoestabaencendido.
—Esnatural—dijoRizzardiponiéndoseenpie.Sequitólosguantesylos
metiódescuidadamenteenelbolsillodelabrigo—.Esoestodoloquepuedo
hacerestanoche.SitushombresmelollevanaSanMichele,mañanaporla
mañanaloexaminarémásdespacio.Perocreoqueestábastanteclaro.Tres
fuertesgolpesenlacabezaconelcantodeeseladrillo.Noharíafaltamás.
Vianello,quehabíapermanecidocalladodurantetodalaconversación,
preguntódepronto:
—¿Habrásidorápido,dottore?
Rizzardi,antesdecontestar,miróelcadáver.
—Dependededóndelehayangolpeadoprimero.Ydelafuerzadelgolpe.
Es posible que se les haya resistido, pero no durante mucho tiempo. Miraré si
tiene algo en las uñas. Yo supongo que habrá sido rápido, pero veremos lo que
encontramos.
VianelloasintióyBrunettidijo:
—Gracias,Ettore.Estamismanochemeencargarédeltraslado.
—Peronoalhospital,recuerde.ASanMichele.
—Desdeluego—respondióBrunetti,preguntándosesiestainsistenciase
debíaaalgúnnuevoepisodiodelabatallaqueelmédicoteníaentabladaconlos
directoresdelOspedaleCivile.
—Entoncesbuenasnoches,Guido.Esperopoderdecirlealgomañanaa
primerahoradelatarde,peronocreoquehayasorpresas.
Brunettiasintió.Lascausasfísicasdeunamuerteviolentararamente
revelabansecretos:éstoshabíaquebuscarlosenelmóvil.
RizzardiyVianellosesaludaronconunmovimientodecabezayeldoctor
diomediavueltaparamarcharse.Entonces,derepente,sevolvióamirarlos
piesdeBrunetti.
—¿Nollevabotas?—preguntó,visiblementepreocupado.
68
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Lashedejadoabajo.
—Menosmalquelashatraído.Alvenir,enlacalledellaMandola,elagua
yamellegabaporlostobillos.Esosmalditosvagosaúnnohabíanpuestolas
pasarelas,asíquevoyatenerquedarlavueltaporRialtoparallegaracasa.
Ahoramellegaríaporlasrodillas.
—¿PorquénotomaelUnohastaSant'Angelo?—sugirióBrunetti.Sabía
queRizzardivivíaalladodelCinemaRossiniydesdeestaparadadelvapor
podría llegar a casa sin tener que pasar por la calle della Mandola, una de las
zonasmásbajasdelaciudad.
Rizzardimiróelrelojehizouncálculorápido.
—No.Elpróximopasadentrodetresminutos.Nollegaría.Yluego,aestas
horasdelanoche,tendríaqueesperarveinteminutos.Prefieroirapie.Además,
¿quiénsabesisehabránmolestadoenponerlapasarelaenlaPiazza?—
Empezóaandarhacialapuerta,perosufurorporesteúltimodelosmuchos
inconvenientesdevivirenVenecialehizovolversobresuspasos—.
Deberíamoselegiraunalcaldealemán.Asílascosasfuncionarían.
Brunettisonrió,dijobuenasnochesyescuchócómolasbotasdelmédicose
alejabanchasqueandoenlaslosasdelcorredorhastaqueseextinguióelsonido.
—Comisario,iréahablarconlosguardiasyaecharunvistazoporabajo—
dijoVianellosaliendodeldespacho.
BrunettiseacercóalescritoriodeSemenzato.
—¿Haterminadoconesto?—preguntóaPavese.Eltécnicotrabajabaahora
sobreelteléfono,quehabíaidoapararalotroextremodelahabitación,
arrojadocontantafuerzacontralaparedquehabíahechosaltaruntrozodelyeso
antesdehacersepedazoscontraelsuelo.
PavesemoviólacabezaafirmativamenteyBrunettiabrióelprimercajón.
Lápices,bolígrafos,unrollodecintaadhesivatransparenteyunacajitade
pastillasdementa.
Elsegundocajónconteníaunestuchedepapeldecartasconelnombreyel
títulodeSemenzatoyelnombredelmuseoenelmembrete.Brunettiobservó
queelnombredelmuseoestabaimpresoenuntipodeletramáspequeño.
Enelcajóndeabajohabíavariascarpetasdecartulina,queBrunettipuso
encimadelamesa.Abriólaprimerayempezóaexaminarsucontenido.
Quinceminutosdespués,cuandolostécnicoslegritarondesdeelotro
extremodelahabitaciónqueyahabíanterminado,Brunettinosabíade
Semenzatomuchomásquecuandollegó,perohabíaaveriguadoqueelmuseo
tenía el proyecto de montar dentro de dos años una gran exposición de dibujos
renacentistas,yhabíaconcertadoimportantespréstamosdeobrasconmuseos
deCanadá,AlemaniayEstadosUnidos.
Brunettivolvióaguardarlascarpetasycerróelcajón.Cuandolevantóla
mirada,vioenlapuertaaunhombrebajoyfornidoquellevabaunaparka
desabrochadaencimadeunabatablancadehospitalycalzabaaltasbotasde
goma.
69
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—¿Hanterminadoconesto,comisario?—preguntóelreciénllegado,
señalandoelcadáverdeSemenzatoconunvagomovimientodelacabeza.
Mientraslodecía,asuladoaparecióotrohombre,vestidoycalzadodemodo
similar,queacarreabasobreelhombrounacamilladelonaenrolladaconla
mismanaturalidadquequienllevaunparderemos.
UnodelostécnicosasintióparaconfirmarqueasíerayBrunettidijo:
—Sí.Yapuedenllevárselo.DirectamenteaSanMichele.
—¿Alhospitalno?
—No.EldottorRizzardihadichoqueaSanMichele.
—Sí,señor—dijoelhombreencogiéndosedehombros.Detodosmodos,
cobrabantiempoextra,ySanMicheleestabamáslejosqueelhospital.
—¿HanvenidocruzandolaPiazza?—preguntóBrunetti.
—Sí,señor.Tenemoslalanchajuntoalasgóndolas.
—¿Cuántohasubido?
—Yodiríaqueunostreintacentímetros.PeroenlaPiazzaestánpuestaslas
pasarelas,demodoquenonoshacostadomuchollegarhastaaquí.¿Hacia
dóndeva,comisario?
—HaciaSanSilvestro—respondióBrunetti—.Megustaríasabercómoestá
lacalledeiFuseri.
Elsegundoasistente,másaltoymásdelgadoquesucompañero,conpelo
rubioyrizadoasomandobajosugorradeservicio,respondió:
—SiempreestápeorquelaPiazza,ynohabíapasarelacuandopaséporallí
hacedoshorascaminodeltrabajo.
—PodríamossubirporelGranCanalydejarloenSanSilvestro—seofreció
elprimerosonriendo.
—Esmuyamable—dijoBrunettidevolviéndolelasonrisayconsciente,lo
mismoqueellos,dequecorríaeltiempoextra—.Perotengoquepasarporla
questura—mintió—.Yhetraídobotas.—Estoeraverdad,pero,aunquenolas
hubieratraído,tambiénhubierarechazadoelofrecimiento.Nolegustabala
compañíadelosmuertosypreferíadestrozarunoszapatosaviajarconun
cadáver.
EntoncesentróVianelloydijoquenohabíaaveriguadonadanuevodelos
guardias.Unohabíareconocidoqueestabanenelcuartoviendolatelevisión
cuandolamujerdelalimpiezabajólaescaleragritando.Yaquellaescalera—le
aseguróVianello—eraelúnicoaccesoaestazonadelmuseo.
Sequedaroneneldespachohastaqueelcuerpofueretiradoyluego
esperaron en el corredor mientras los técnicos cerraban con llave y sellaban la
puerta,paraimpedirlaentradadepersonasnoautorizadas.Loscuatro
hombresbajaronlaescalerajuntosysepararondelantedelapuertaabiertadel
cuartodelosguardias.ElguardiaqueestabaallícuandollegóBrunetti
interrumpió su lectura de Quattro Ruote al oírlos acercarse. Nunca dejaba de
sorprenderaBrunettiqueunapersonaquevivíaenunaciudadsincoches
pudiera leer una revista automovilística. ¿Acaso algunos de sus conciudadanos,
70
DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltarodeadosdemarportodaspartes,soñaban
conloscochesdelmismomodoen
queloshombresqueestánenlacárcelsueñanconmujeres?Enmediodel
silencioabsolutoqueporlanochereinabaenVenecia,ansiabanoírelrugidodel
tráfico y el clarín de los claxons. Quizá, sencillamente, no desearan más que la
comodidaddepoderirencochealsupermercadoy,alregreso,parary
descargarlacompraenlapuertadesucasa,enlugardeacarrearpesadasbolsas
porcallesabarrotadasypuentesarqueadosy,finalmente,subirlosmuchos
tramosdeescaleraque,inevitablemente,parecíanformarpartedelavidade
todoslosvenecianos.
Elhombre,alreconoceraBrunetti,dijo:
—¿Quieresusbotas?
—Sí.
ElguardiasacólabolsablancadedebajodelamesaylatendióaBrunetti,
quelediolasgracias.
—Sanasysalvas—dijoelguardiasonriendo.
Eldirectordelmuseoacababadeserasesinadoagolpesensudespacho,y
suatacantehabíapasadopordelantedelpuestodelosguardiassinservisto,pero
porlomenoslasbotasdeBrunettiestabanindemnes.
71
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta10
ComoeranmásdelasdoscuandoBrunettillegóacasaaquellanoche,ala
mañanasiguientedurmióhastapasadaslasochoynodespertó,yaúna
regañadientes,hastaquePaolalosacudióligeramenteporelhombroyledijoque
tenía el café al lado. Él consiguió resistirse a volver a la realidad durante unos
minutos,peroentoncesolióelcafé,desistióysedecidióaempezareldía.
Paola había desaparecido después de dejarle el café, ejercitando una prudencia
adquiridaconlosaños.
Cuandosehubotomadoelcafé,Brunettiselevantóyseacercóamirarpor
laventana.Lluvia.Yrecordóquelanocheanteslalunaestabacasillena,loque
significaba más acqua alta cuando subiera la marea. Se fue por el pasillo al
cuartodebañoytomóunaduchalarga,tratandodeacumularcalorsuficiente
paratodoeldía.Otravezeneldormitorio,empezóavestirsey,mientrassehacía
elnudodelacorbata,decidióponerseunjerseydebajodelaamericana,porque
lasvisitasqueteníaprevistas,unaaBrettylaotraaLele,leobligaríanairdeun
extremoaotrodelaciudad.Abrióelsegundocajóndelarmadioenbuscadesu
jerseygrisdelambswool.Alnoencontrarlo,buscóeneltercercajónyluegoen
elprimero.Comobuendetective,pensóendóndepodíaestarla
prenda,buscóenlosdoscajonesrestantesyentoncesrecordóquelasemana
anteriorRaffilehabíapedidoprestadoaqueljersey.Estosignificaba—Brunetti
estabaseguro—queloencontraríahechounovilloenelsuelodelarmariodesu
hijooenelfondodeuncajón.Larecientemejoradelrendimientoacadémicode
suprimogénitonoafectabatodavía,pordesgracia,sushábitosdeordeny
pulcritud.
Brunetti cruzó el recibidor y, puesto que la puerta estaba abierta, entró en la
habitacióndesuhijo.Raffiyahabíasalidoparaelcolegio,peroBrunetti
confiabaenquenosehubierapuestoaqueldíasujersey.Cuantomáslo
pensaba,másdeseabaponérseloymásleirritabaverfrustradoeldeseo.
Abrióelarmario.Chaquetas,camisas,unanorakdeesquíy,enelsuelo,
botas,zapatillasdeportivasyunassandaliasdeverano.Peronoseveíael
jersey.Tampocoestabacolgadodelrespaldodelasillanidelospiesdelacama.
Abrió el primer cajón de la cómoda y encontró un revoltijo de ropa interior. El
segundoconteníacalcetinessueltosyviudos,yalgunos—eradetemer—no
muylimpios.Eltercercajónparecíamásprometedor:unchándalydos
72
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltacamisetasconinscripcionesqueBrunettino
se molestó en leer. Él buscaba su jersey, no propaganda del bosque pluvial.
Apartólasegundacamisetaysu
manoseparalizó.
Debajodelascamisetas,semiescondidasperocondescuido,habíados
jeringuillas en sus envoltorios de plástico estéril. Brunetti sintió cómo se le
acelerabanloslatidosdelcorazónalverlas.
— Madre di Dio —dijo en voz alta, y rápidamente volvió la cabeza, temiendo
que Raffi entrara y encontrara a su padre registrándole la habitación. Volvió a
taparlasjeringuillasconlascamisetasycerróelcajón.
Deimproviso,recordóundomingoporlatardedehacíadiezañosenque
había ido al Lido con Paola y los niños. Raffi, corriendo por la playa, pisó un
trozodebotellaysehizouncorteenlaplantadelpie.YBrunetti,conunnudoen
lagargantaporeldolordesuhijoysupropiaangustiayternura,había
envueltoelpieenunatoallaylohabíallevadoenbrazoscorriendoalolargode
unkilómetrohastaelhospitalqueestabaalextremodelaplaya.Doshoras
habíaesperado,enbañador,heladohastaloshuesosporelmiedoyelaire
acondicionado,hastaquesalióunmédicoyledijoqueelniñoestababien.Seis
puntosyunasemanaconmuletas,peroestababien.
¿QuéhabíaimpulsadoaRaffi?¿Eraélunpadredemasiadosevero?Nunca
habíalevantadolamanoasushijos,ylavoz,muypocasveces;elrecuerdodela
violenciaquehabíaacompañadosupropianiñezhabíabastadoparafrenar
cualquierarrebato.¿Estabaexcesivamenteentregadoasutrabajo,muyabsortoen
losproblemasdelasociedadparapreocuparseporlosdesuspropioshijos?
¿Cuándofuelaúltimavezqueloshabíaayudadoconlosdeberes?¿Ydónde
conseguíaladroga?¿Yquédroga?Dios,quenoseaheroína,cualquiercosa
antesqueeso.
¿Paola?Habitualmente,ellasabíaloquehacíanloschicosantesqueél.
¿Sospechabaalgo?¿Quizálosabíaynolehabíadichonada?Y,sinolosabía,
¿debíaélocultárseloavez,paranopreocuparla?
Extendióelbrazobuscandoelapoyodelcolchónysesentólentamenteen
elbordedelacamadeRaffi.Juntólasmanosylasoprimióconlasrodillas,con
la mirada fija en el suelo. Vianello sabría quién vendía droga en este barrio. Si
VianellosabíaalgodeRaffi,¿selocontaría?Asulado,encimadelacama,
estaba una de las camisas de Raffi. La atrajo hacia sí, hundió en ella la cara y
aspiróelolordesuhijo,elmismoolorquepercibióeldíaenquePaolavolvió
delhospitalconRaffiyélarrimólacaraalvientredelbebé.Selehizounnudo
enlagargantaynotóenlabocasaborasal.
Estuvomuchoratosentadoenelbordedelacama,recordandoelpasadoy
eludiendopensarenelfuturo.PeroestabaclaroqueteníaquedecírseloaPaola.
Aunqueyahabíareconocidosupropiaculpa,confiabaenqueellalo
tranquilizara,leaseguraraquehabíasidounbuenpadreparasusdoshijos.¿Y
Chiara?¿Losabíaosospechabaella?¿Ohabíaalgomás?Estaidealehizo
73
DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltalevantarseysalirdelahabitacióndejandola
puertaabiertatalcomolahabíaencontrado.
Paolaestabasentadaenelsofádelasala,conlospiesapoyadosenlamesitade
mármol,leyendoelperiódicodelamañana.Esoqueríadecirqueyahabía
salidoalacalleacomprarlo,apesardelalluvia.
Élseparóenlapuertaylaviovolverunapágina.Elradardelosmuchos
añosdematrimoniohizoqueellavolvieralacabeza.
—Guido,¿hacesmáscafé?—preguntó,reanudandolalecturadel
periódico.
—Paola—empezóél.Ellacaptóeltonoybajóelperiódicoalregazo—.
Paola—repitióél,sinsaberloqueteníaquedecirnicómodecirlo—.He
encontradodosjeringuillasenelcuartodeRaffi.
Ellalomiró,esperandoquedijeramás,volvióalevantarelperiódicoy
siguióleyendo.
—Paola,¿hasoídoloquehedicho?
—¿Hmm?—murmuróella,alzandolacabezaparaleereltitulardelaparte
superiordelapágina.
—DigoqueheencontradodosjeringuillasenelcuartodeRaffi.Estabanen
elfondodeuncajón.—Seacercóaella,conelimpulsodearrancarleel
periódicodelasmanosyarrojarloalsuelo.
—Ya.Ahídebíandeestar—dijoellavolviendolapágina.
Élsesentóenelsofáasuladoy,haciendounesfuerzoparamantenerel
gestotranquilo,pusolapalmadelamanosobreelpapely,lentamente,selobajó
alregazo.
—¿Quéesesodeque«ahídebíandeestar»?—preguntóélconvoztensa.
—Guido—dijoelladedicándoletodasuatenciónahoraqueyanotenía
delanteelperiódico—,¿quétienes?¿Noteencuentrasbien?
Totalmenteinconscientedeloquehacía,élapretóelpuñoestrujandoel
papel.
—TehedichoqueenelcuartodeRaffiheencontradodosjeringuillas,
Paola.Jeringuillas,¿noloentiendes?
Ellalomirófijamente,desconcertada,yentoncescomprendióloqueparaél
significaban las jeringuillas. Se miraban a los ojos, y él vio cómo la madre de
Raffidescubríaquesumaridocreíaqueelhijodeamboseradrogadicto.Apretó
loslabios,abriómucholosojos,echólacabezahaciaatrásyseechóareír.Se
reíaacarcajadasy,ensutransportedehilaridad,sedejócaerdeladoenelsofá.
Seenjugabalaslágrimasperonopodíadejardereír.
—Oh,Guido—dijotapándoselabocaconlamanoenunvanointentopor
dominarse—.Oh,Guido,no,noesposiblequepienseseso.Drogasno.—Y
vueltaareír.
Duranteunmomento,Brunettipensóqueeralahisteriadelpánico,pero
esoseríaimpropiodePaola.No;lasuyaeraunarisaprovocadaporla
comicidad.Conungestoviolento,élagarróelperiódicoyloarrojóalsuelo.
74
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Esta manifestación de furor la serenó
instantáneamenteyseincorporóenel
sofá.
—Guido.Itarli—dijocomosiestoloexplicaratodo.
¿Tambiénellaestabadrogada?¿Quéteníaqueverconestolacarcoma?
—Guido—repitióPaolaconvozsuave,entonodulce,comosihablaraaun
locopeligroso—.Telodijehaceunasemana.Tenemoscarcomaenlamesadela
cocina.Laspatasestánllenasdecarcoma.Ylaúnicamaneradeacabarconella
esinyectarelvenenoenlosagujeros.Recuerdaquetepreguntésimeayudaríasa
sacar la mesa a la terraza el primer día de sol que tuviéramos, para que no nos
mataranatodoslosvaporesdelveneno.
Sí,lorecordaba,perovagamente.Nohabíaprestadoatencióncuandoella
selodijo,peroahoralehabíavueltoalacabeza.
—PedíaRaffiquemecomprarajeringuillasyguantesdegoma,para
inyectarelvenenoenlamesa.Creíquesehabíaolvidado,peroporlovistolas
trajo, las guardó en el cajón y olvidó decirme que las tenía. —Alargó la mano
cubriendoladeél—.Nopasanada.Guido.Noesloqueimaginabas.
Élsintiócómounacálidasensacióndealiviolerecorríaelcuerpo,ytuvo
queapoyarlacabezaenelrespaldodelsofá.Cerrólosojos.Lehubieragustado
podersentirsetandespreocupadocomoPaola,poderreírsedeloabsurdodesu
temor,peronopodía,todavíano.
Cuandoporfinconsiguióhablarlamiró:
—NoselodigasaRaffi,porfavor,Paola.
Ella se inclinó hacia él, le puso la palma de la mano en la mejilla y lo miró
fijamente,yélcreyóqueibaahacerlelapromesa,perolarisavolvióa
apoderarsedeellaysedejócaercontrasupecho.
Elcontactodelcuerpodesumujerloliberóporfinyélempezóareírasu
vez,primeroentredientes,moviendolacabezaaderechaeizquierdayluego
conunafrancacarcajadaquefuesubiendodetonohastaconvertirseengritos,en
aullidosdealivio,dejúbiloydepurogozo.Ellaapretóelabrazobuscandosus
labios.Yentonces,comounaparejadeadolescentes,hicieronelamorenelsofá,
arrancándose bruscamente la ropa que acabó en el suelo en un montón con el
mismoabandonoconqueestabaladeRaffienelarmario.
75
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta11
Al pie del puente de Rialto, Brunetti entró en el pasaje cubierto situado a la
derechadelaestatuadeGoldoni,endirecciónaSSGiovanniePaoloyel
apartamento de Brett. Sabía que ella había vuelto a casa porque el agente que
estuvo de guardia en la puerta de la habitación del hospital durante un día y
medio,regresóalaquesturacuandoledierondealta.Nosehabíaapostadoaun
agente en su casa, porque un policía de uniforme no podía estar en una de las
estrechas calles de Venecia sin que todo el que pasaba le preguntara qué hacía
allí,comotampocopodíarondarporlosalrededoresundetectivedepaisano
quenofueravecinodelbarriosinqueantesdemediahoraempezarana
recibirse en la questura llamadas telefónicas para denunciar su sospechosa
presencia.LosforasterosveíanenVeneciaunaciudad,perolosresidentes
sabíanqueenrealidaderacomounaletargadopueblodelinterior,conuna
inclinación natural al cotilleo, la curiosidad y el recelo, que no difería del más
pequeñopaesedeCalabriaoAspromonte.
AunquehacíayavariosañosqueBrunettihabíaestadoenelapartamento,
lo encontró sin dificultad, a la derecha de la calle dello Squaro Vecchio, tan
pequeñaqueelmunicipionosehabíamolestadoenpintarelnombreenla
pared.Tocóeltimbreyalcabodeunosmomentosunavozpreguntóporel
interfonoquiénera.Lealegrócomprobarquetomabanporlomenosesta
mínimaprecaución,yaquemuchasvecesloshabitantesdeestatranquila
ciudadabríanlapuertadelacallesinmolestarseenpreguntarquiénllamaba.
Apesardequeeledificiohabíasidorestauradonohacíamuchosaños,yla
escalera, enyesada y pintada, la sal y la humedad ya habían empezado su labor,
devorandolapinturayesparciendopartículasporelsuelo,comomigasdebajode
unamesa.Alencararelcuartoyúltimotramodelaescalera,Brunetti
levantólamiradayvioquelapesadapuertametálicadelapartamentoestaba
abiertayqueFlaviaPetrellilasostenía.Loquehabíaensucaraparecía
realmenteunasonrisa,aunquetensaynerviosa.
Seestrecharonlamanoenlapuertayellaretrocedióparadejarleentrar.
Hablaronalmismotiempo:
—Celebroquehayavenido—dijoella.
—Permesso—dijoélalentrar.
76
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Ella llevaba una falda negra y un jersey
escotadodeunamarillocanario
quepocasmujeressearriesgaríanaponerse.Estecolorhacíaqueelcutis
aceitunadoylosojoscasinegrosdeFlaviaresplandecieranporelcontraste.
Perounaobservaciónmásatentarevelabaquelosojos,aunquehermosos,
estabancansadosyquedeloslabiospartíanfinaslíneasdetensión.
Ella le pidió el abrigo y lo colgó en un gran armadio que estaba en el lado
derechodelrecibidor.Brunettihabíaleídoelinformedelosagentesquehabían
acudidoalrecibirelavisodelaagresión,porloquenopudomenosquemirarel
suelo y la pared de ladrillo. No había ni rastro de sangre, pero olía a un fuerte
productodelimpiezay,segúnlepareció,acera.
Flavianoinicióelmovimientodepasaralasalasinoqueloretuvoallí
preguntandoenvozbaja:
—¿Hanaveriguadoalgo?
—¿SerefierealdoctorSemenzato?
Ellamoviólacabezaafirmativamente.
Antesdequeélpudieracontestar,Brettgritódesdelasala:
—Dejadeconspirar,Flavioyhazlepasar.
Ellatuvoabiensonreírencogiéndosedehombros,luegodiomediavueltay
locondujoalasala.Talcomoélrecordaba,inclusoenundíatangriscomoéste,
lapiezaestabainundadaporlaluzquesefiltrabaatravésdeseisgrandes
claraboyasabiertaseneltecho.Brett,vestidaconpantalóncolorborgoñay
jersey negro con cuello de cisne, estaba sentada en un sofá situado entre dos
ventanasaltas.Brunettiobservóquelasmarcasdesucara,aunquemucho
menos hinchadas que en el hospital, aún tenían un marcado tinte azul. Ella se
movióhacialaizquierdaparahacerlesitioyextendiólamano.
Élleestrechólamanoysesentóasulado,mirándolaatentamente.
—YanosoyFrankenstein—dijoellasonriendoparamostrarnosóloque
susdientesyaestabanlibresdelosalambresqueloshabíanmantenidoatadosla
mayor parte del tiempo que estuvo en el hospital, sino que el corte del labio se
habíacuradolosuficientecomoparapermitirlecerrarlaboca.
Brunetti,queconocíalaspretensionesdeomniscienciadelosmédicos
italianosysuconsiguienteinflexibilidad,preguntósorprendido:
—¿Cómohaconseguidoqueladejaransalir?
—Hiceunaescena—dijoellasimplemente.
Envistadequenoseledabanmásexplicaciones,BrunettimiróaFlavio,
quesetapólosojosconlamanoymoviólacabezaalrecordarlo.
—¿Yentonces?—preguntóél.
—Medijeronquepodíamarcharme,conlacondicióndequecomiera,de
modoqueahoramidietasehaampliadoyabarcaplátanoyyogur.
Alhablardecomida,Brunettimirómásatentamenteyvioque,bajolas
magulladuras,teníalacaramásdelgada,lasfaccionesmásangulosasyafiladas.
77
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Tienequecomermásqueeso—dijoyentonces,asuespalda,oyóreíra
Flavia,perocuandosevolvióamirarla,ellalerecordóeltemadeldía
preguntando:
—¿QuéhaydeSemenzato?Estamañanalohemosleídoenelperiódico.
—Pocacosasepuedeañadiralanoticia.Lomataronensudespacho.
—¿Quiénencontróelcadáver?—preguntóBrett.
—Lamujerdelalimpieza.
—¿Quéocurrió?¿Cómolomataron?
—Golpeándoleenlacabeza.
—¿Conqué?—preguntóFlavia.
—Conunladrillo.
Brett,conrepentinacuriosidad,preguntó:
—¿Quéclasedeladrillo?
Brunettitratóderecordarlapiezaquehabíavistoalladodelcuerpo.
—Esazulintenso,deuntamañodeldobledemimano,ytienemarcas
doradas.
—¿Yquéhacíaallíeseladrillo?—preguntóBrett.
—Lamujerdelalimpiezadijoqueéllousabadepisapapeles.¿Porquélo
pregunta?
Ellaasintió,comoenrespuestaaotrapregunta,selevantódelsofá
apoyandolasmanosenelasientoycruzólasalaendirecciónalalibrería.
Brunettinopudoreprimirunamuecaalobservarsuandarvacilanteyla
lentitudconquelevantabaelbrazoparasacarunlibrogruesodeunestante
alto. Con el libro debajo del brazo, Brett volvió hacia ellos y puso el libro
encima de la mesa baja que estaba delante del sofá. Abrió el libro y lo hojeó
brevementedeteniéndoseenunapáginadoblequesostuvoapoyandolapalmade
las
manosacadalado.
Brunettiseinclinóyviovariasfotosencolordeloqueparecíaunapuerta
grande,aunquefaltabalaescala,porquenoestabaunidaaunasparedessino
aislada en una sala, quizá de un museo. Había a cada lado de la puerta un toro
alado, enorme, en actitud protectora. El color de la puerta era el mismo azul
cobalto que el del ladrillo utilizado para matar a Semenzato y el cuerpo de los
animales estaba dibujado en oro. Una mirada más atenta descubría que la pared
estabaconstruidaconladrillosrectangularesylasfigurasdelostoros
esculpidasenbajorrelieve.
—¿Quées?—preguntóBrunettiseñalandolafoto.
—LapuertadeIstar,deBabilonia—dijoella—.Hasidoreconstruidaen
granparte,perodeellaprocedeelladrillo,oquizádeunaconstrucciónsimilar,
delmismositio.—Antesdequeélpudierapreguntar,ellaexplicó—:Recuerdo
habervistovariosdeesosladrillosenlosalmacenesdelmuseomientras
trabajábamosallí.
—Pero,¿cómopudollegarasumesa?—preguntóBrunetti.
Brettvolvióasonreír.
78
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Gangasdeloficio,supongo.Comoeraeldirector,podíahacersubirasu
despachocualquierpiezadelacolecciónpermanente.
—¿Esoesnormal?—preguntóBrunetti.
—Sí.Desdeluego,nohubierapodidocolgarunLeonardoniunBellinipara
su disfrute particular, pero es frecuente que se usen piezas de los fondos de un
museoparadecorarundespacho,especialmente,eldeldirector.
—¿Sellevauncontroldeestaclasedepréstamos?—preguntóél.
AlotroladodelamesaseoyóunsusurrodesedacuandoFlaviacruzólas
piernasmientrasdecíasuavemente:
—Ah,demodoquefueasí.—Yentoncesagregó,comosiBrunettile
hubierapreguntado—:Yohabléconélunasolavez,ynomegustó.
—¿Cuándohablasteconél,Flavia?—preguntóBrett,sinrespondera
Brunetti.
—Mediahoraantesdeconocerteati,cara.EntuexposicióndelpalazzoDucale.
Casiautomáticamente,Brettrectificó:
—Noeramiexposición.—ABrunettileparecióqueaquellarectificación
habíasidohechayaotrasmuchasveces.
—Bueno,dequienquieraquefuese—dijoFlavia—.Eraeldíadela
inauguración, y a mí me estaban haciendo los honores de la ciudad, la diva que
nosvisita,etcétera.—Sutonohacíaqueelconceptodesufamasonaraunpoco
ridículo.PuestoqueBrettteníaqueestarenteradadelascircunstanciasenquese
habíanconocido,Brunettisupusoquelaexplicaciónestabadirigidaaél.
—Semenzatomeacompañabaporlassalas,peroyoteníaensayoaquella
tardeyquizáestuveunpocobruscaconél.—¿Brusca?Brunettihabíasido
testigodelmalhumordeFlaviay«brusco»noparecíauntérminoapropiado
paradescribirlo.
—Nohacíamásquedecirmelomuchoqueadmirabamitalento.—Hizo
unapausaeinclinándosehaciaBrunettilepusounamanoenelantebrazo
mientrasexplicaba—.Esosiempresignificaquenomehanoídocantaryque,si
meoyeran,seguramentenolesgustaría,perocomosabenquesoyfamosales
parecequetienenqueadularme.—Dadalaexplicación,retirólamanoeirguióel
busto—.Yoteníalaimpresióndeque,mientrasmeenseñabalofantásticaqueera
la exposición —en un inciso, a Brett—: y lo era, desde luego —y otra vez a
Brunetti—:loquealpareceryodebíacomprendereralofantásticoqueeraélpor
habertenidolaidea.Aunquenolahabíatenidoél.Bueno,yoentonces
ignorabaqueeralaexposicióndeBrett...peroélsedabatantaimportanciaquese
mehizoantipático.
BrunetticomprendíaperfectamentequeaFlavianolegustarala
competenciadepersonaspresuntuosas.No;enestoerainjusto,porqueellanoera
presuntuosa.Teníaquereconocerquelahabíajuzgadomal.Allínohabía
vanidad,sóloelnaturalconocimientodelapropiavalíaytalento,yélsabíade79
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta su pasado lo suficiente como para
comprenderlomuchoquelehabíacostado
llegaradondeahoraestaba.
—Yentoncesllegastetúconunacopadechampañaymerescataste—
sonrióaBrett.
—Champaña,noesmalaidea—dijoBrett,cortandolasreminiscenciasde
Flavia, y Brunetti observó con sorpresa la similitud entre su reacción y la de
Paolacadavezqueélseponíaacontaraalguiencómosehabíanconocido,
chocandoenelextremodeunodelospasillosdelabibliotecadelauniversidad.
¿Cuántas veces durante su matrimonio le habría pedido ella que le trajera una
copaointerrumpidosurelatohaciendounapreguntaaotrapersona?¿Ypor
quéaélleproducíatantoplacerreferiraquello?Misterios.Misterios.
Flavia,captandolainsinuación,selevantóycruzólasala.Noeranmásque
lasonceymediadelamañana,pero,siellasqueríanbeberchampaña,él
consideróquenoeraquiénparaprotestarniimpedírselo.
Brett hojeó el libro y se recostó en el sofá, pero las páginas volvieron solas al
lugaranterior,mostrandoaBrunettieltorodorado,unfragmentodelcual
habíamatadoaSemenzato.
—¿Cómoloconocióusted?—preguntóBrunetti.
—ColaboréconélenlaexposicióndeChinahacecincoaños.Lamayor
partedenuestrarelaciónfueporcarta,yaquemientrasseorganizabala
exposición yo estaba en China. Le escribía para sugerirle piezas, de las que le
enviaba fotos, tamaño y peso, porque había que transportarlas por avión desde
XianyPekínaNuevaYorkyluegoaLondresydeLondresaMilán,desde
dondevendríanaVeneciaencamiónyenbarco.—Hizounapausaantesde
agregar—:Noloconocípersonalmentehastaquevineamontarlaexposición.
—¿QuiéndecidióquépiezashabíaquetraerdeChina?
Ellahizounamuecaalrecordarlaexasperaciónsufrida.
—¿Quiénsabe?—Viendoqueélnocomprendía,tratódeexplicar—:
InterveníanenestoelGobiernochino,consusministeriosdeAntigüedadesy
AsuntosExterioresy,pornuestraparte—élobservóque,inconscientemente,
ellaconsiderabaVenecia«nuestraparte»—,elmuseo,eldepartamentode
Antigüedades, la Policía de Finanzas, el Ministerio de Cultura y otras varias
institucionesquemeheesforzadoenolvidar.—Suexpresiónreflejóelmal
recuerdodelaburocracia-—.Aquíerahorrible,muchopeorqueenNuevaYork
y que en Londres. Y tenía que hacer los trámites desde Xian, con cartas que se
retrasabanenelcorreooqueeranretenidasporlacensura.Finalmente,alcabo
de tres meses, en vista de que las cosas no adelantaban (faltaba un año para la
inauguración),decidíveniryendossemanasloarreglécasitodo,aunquetuveque
irdosvecesaRoma.
—¿YSemenzato?—preguntóBrunetti.
—Creoque,enprimerlugar,debeustedcomprenderquesunombramiento
fueesencialmentepolítico.—SonrióalverlasorpresadeBrunetti—.Tenía
ciertaexperienciaenmuseos,peronorecuerdodedónde.Sudesignaciónfue
80
DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltaunacompensaciónpolítica.Detodosmodos,
enelmuseohabía,hay—rectificó
inmediatamente—conservadoresquesonlosqueseencargandelas
colecciones.Sufuncióneraantetodoadministrativa,yladesempeñabamuy
bien.
—¿Ylaexposiciónquesehizoaquí?¿Leayudóaustedamontarla?—Se
oíaaFlaviatrajinarenelotroextremodelapartamento,ruidodecajonesy
armariosqueseabríanycerrabanytintineodecopas.
—Muypoco.YalehedichoqueparalasinauguracionesenNuevaYorky
enLondreshiceviajesrelámpagodesdeXian,yaquítambiénvineparala
inauguración.—Élcreíaqueyahabíaterminadodehablarperoentoncesella
agregó—:Ymequedéunmes.
—¿Teníamuchocontactoconél?
—Muypoco.Mientrassemontabalaexposiciónélestuvodevacacionesy
luego,cuandovolvió,tuvoqueiraRomaahablarconelministroparaun
intercambioconelBreradeMilánenrelaciónconotraexposiciónqueteníanen
proyecto.
—Peroalgúntratopersonaltendríaconélmientrastanto,¿no?
—Sí.Eraunhombresimpáticoy,dentrodeloposible,complaciente.Me
diocartablancaenlaexposición,dejandoquelamontaraamigusto.Luego,
cuandoseclausuró,hizootrotantopormiayudante.
—¿Suayudante?—preguntóBrunetti.
Brettlanzóunamiradaalacocinayrespondió:
—MatsukoShibata,unajaponesaquemeayudabaenXian,prestadaporel
MuseodeTokio,enrégimendeintercambioentrelosGobiernosjaponésy
chino.HabíaestudiadoenBerkeleyyregresadoaTokioallicenciarse.
—¿Dóndeestáahora?—preguntóBrunetti.
Ellaseinclinósobreellibroyvolvióahojearlohastaquesumanose
detuvojuntoaundelicadobiombojaponésconunapinturadegarzasque
volabansobrealtosbambúes.
—Murió.Sufrióunaccidenteenlaexcavación.
—¿Quéocurrió?—Brunettihablóenvozbaja,conscientedequelamuerte
deSemenzatohacíaqueBrettempezaraaveresteaccidenteaunaluzdistinta.
—Unacaída.LaexcavacióndeXianespocomásqueunafosacubiertapor
unaespeciedehangardeaviación.Lasestatuasdelossoldadosdelejércitoque
elemperadorqueríallevarconsigoalaeternidadestabansepultadas.En
algunossitioshabíamostenidoqueexcavartresocuatrometrosparallegar
hastaellas.Hayuncaminoalrededordelaexcavación,conunmurete,paraque
losturistasnosecaiganononosechentierraencimaconlospiesmientras
estamostrabajando.Peroenalgunaszonasenlasquenosepermitelaentradaa
losturistas,nohaymuro.Matsukocayó...—empezó,peroBrunettiobservó
cómolasnuevasposibilidadesqueseleaparecíanlehacíanmodificarlos
términos—.ElcuerpodeMatsukofuehalladoalpiedeunodeestoslugares.Se
habíadesnucadoalcaerdesdeunaalturadetresmetros.—MiróaBrunettiy
81
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta reconoció francamente sus nuevas dudas
cambiandolaúltimafrase—:La
encontraronenelfondo,conelcuelloroto.
—¿Cuándoocurrió?
Sonóunadetonaciónenlacocina.Sinpensar,Brunettiselevantódando
mediavueltayseagachósituándoseentreBrettylapuertadelacocina.Ya
sacaba el revólver de debajo de la americana, cuando Flavia gritó: « Porco
vacca»
yambosoyeronelinconfundiblesiseodelchampañaquebrotadelabotella,
seguidodelchapoteodellíquidoenelsuelo.
ÉlsoltólapistolayvolvióasentarsesindecirnadaaBrett.Enotras
circunstancias, hubiera sido gracioso, pero ninguno de los dos se rió. Por tácito
acuerdo,decidieronpasarloporalto,yBrunettirepitiólapregunta:
—¿Cuándoocurrió?
Decididaaahorrartiemporespondiendoatodassuspreguntasde
inmediato,elladijo:
—FueunastressemanasdespuésdemiprimeracartaaSemenzato.
—¿Cuándofueeso?
—Amediadosdediciembre.LlevésucadáveraTokio.Esdecir,fuiconél.
Conella.—Calló;lesecólavozunrecuerdoquenoibaacompartircon
Brunetti—.YoibaapasarlaNavidadenSanFrancisco—prosiguió—.Asíque
salíantesyestuvetresdíasenTokio.Viasufamilia.—Otralargapausa—.
LuegoseguíviajeaSanFrancisco.
Flaviasaliódelacocinasosteniendoenequilibrioconunamanouna
bandeja de plata con tres flautas de champaña y con la otra, agarrándola por el
cuellocomosifueraunaraquetadetenis,unabotelladeDomPérignon.
Aquí,conelchampañademediamañana,noseescatimaba.
HabíaoídolasúltimaspalabrasdeBrettypreguntó:
—¿EstabascontandoaGuidonuestrafelizNavidad?—Elempleodel
nombredepilanopasóinadvertidoaningunodeellos,nielénfasisconque
pronunció«feliz».
Brunettitomólabandejaylapusoenlamesa,yFlaviaescancióel
champañaconliberalidad.Laespumarebosódeunadelascopas,resbalóporel
cristal,cayóalabandeja,sesalióporelbordeycorrióhaciaellibroqueseguía
abierto.Brettlocerróconunmovimientorápidoylopusoasuladoenelsofá.
Flavia dio una copa a Brunetti, puso otra en la mesa, delante del sitio que ella
habíaocupadoypasólaterceraaBrett.
—CinCin—brindóFlaviaconvivazartificio,ylostreslevantaronlascopas—.
SihayquehablardeSanFrancisco,voyanecesitarelchampaña.—Se
sentófrenteaellosytomóloqueeramásqueunsorbo.
Brunettilamiróinterrogativamenteyellaseapresuróaexplicar:
—Yocantabaallí.Tosca.Dios,quédesastre.—Conunademántanteatral
quehacíaburladeliberadadesímisma,sellevóeldorsodelamanoalafrente,
cerrólosojosunmomentoyprosiguió—:Eldirectoreraalemányteníaun
«concepto».Desgraciadamente,suconceptoconsistíaenactualizarlaópera
82
DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltaparadarle«significado»—palabraenlaque
imprimióvivodesdén—
situándoladurantelarevoluciónrumanayatribuyendoa«Scarpia»la
personalidaddeCeaucescu,ocomoquieraqueaquelhombrehorriblelo
pronunciara.Yodebíaserlareinadiva,peronodeRomasinodeBucarest.—Se
tapólosojosconunamanoperosiguióhablando—.Recuerdoquehabía
tanquesymetralletasy,enunmomentodelaobra,yoteníaqueesconderme
unagranadaenelescote.
—Noolvideselteléfono—dijoBrettcubriéndoselabocaconlosdedosy
apretandoloslabiosparanoreír.
—Ay,cielos,elteléfono,lohabíaolvidado;esodicelomuchoquemehe
esforzadoporsacármelodelacabeza.—MiróaBrunetti,tomóuntragode
champañacomosifueraaguamineralyprosiguióconlamiradaanimadaporel
recuerdo—. Durante el « Visse d'arte», el director quería que tratara de pedir
ayuda por teléfono. De modo que allí me tenéis, echada en un sofá, tratando de
convenceraDiosdequenomerezcoloquemepasa,ylaverdadesquenolo
merecía,cuando«Scarpia»,quecreoqueerarumanoauténtico:porlomenos,
nuncaentendínipalabradeloquedecía.—Hizounapausayañadió—:Nide
loquecantaba.
Brettintervinoparapuntualizar:
—Erabúlgaro,Flavia.
ElademándeFlavia,aúnconlacopaenlamano,eradisplicente:
—Dalomismo,cara.Todosparecenunosrústicosyapestanapaprika.Y
todosgritandeunmodo...especialmente,lassopranos.—Terminósu
champañaehizounapausamientrasvolvíaallenarselacopa—.¿Dónde
estaba?
—Enelsofá,meparece,suplicandoaDios—apuntóBrett.
—Ah,sí.Entonces«Scarpia»,unhombretónpatoso,tropiezaconelcable
delteléfonoyloarrancadelapared.Yaquímetenéis,echadaenelsofá,conla
comunicación con Dios cortada. Al otro lado del barítono, entre bastidores, el
directorgesticulabacomounposeso.Creoquepretendíaquevolvieraa
conectar la línea e hiciera la llamada a todo trance. —Tomó un sorbo, sonrió a
Brunetticonunaafabilidadqueloimpulsóallevarseasuvezlacopaalos
labiosycontinuó—:Perounartistahadetenersusnormas—y,mirandoa
Brett—:o,comodecíslosamericanos,trazarunarayaenlaarena.—Aquíse
detuvo,yBrunettisesintióobligadoapreguntar:
—¿Quéhizoentonces?
—Agarréelteléfonoycantéporélcomosielhilosiguieraenchufadoala
pared y hubiera alguien al otro extremo. —Puso la copa en la mesa, se levantó,
abriólosbrazosenactitudangustiaday,sinmáspreparativos,sepusoacantarlas
últimasfrasesdelaria—.«Nell'oradeldolorperchè,Signor,ah,perchèmene
rimunericosì?»—¿Cómolohacía?Estarhablandoy,deimproviso,lanzarunas
notastansólidas.
83
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Brunetti se echó a reír salpicándose la
camisadechampaña.Brettdejósu
copaenlamesayseoprimiólosladosdelabocaconlasmanos.
Flavia,conlaexpresióndequienentraenlacocinaparavercómoestáel
guisoyloencuentraensupunto,volvióasentarseycontinuóelrelato.
—«Scarpia»tuvoquevolversedeespaldasalpúblicoporquenopodía
contenerlarisa.Eralaprimeravezenunmesquemecaíasimpático.Casisentí
tenerquematarlominutosdespués.Enelentreacto,eldirectorsepusohistéricoy
me gritó que había arruinado su puesta en escena y juró que nunca volvería a
trabajarconmigo.Esosehacumplido,desdeluego.Lascríticasfueronterribles.
—Flavia—reconvinoBrett—,fueronterribleslascríticasdelmontaje,lasde
tuactuaciónfueronestupendas.
Comosihablaraconunaniña,Flaviaexplicó:
—Mis criticas siempre son estupendas, cara. —Así, sencillamente. Miró a
Brunetti—.Fueenplenofiascocuandollegóella—dijoseñalandoaBrett—.
VeníaapasarlaNavidadconmigoyconmishijos.—Moviólacabeza
negativamentevariasveces—.Veníadellevarelcadáverdeaquellamuchachaa
Tokio.NofueunaNavidadfeliz.
Brunetti,apesardelchampaña,seguíadeseandosabermásacercadela
muertedelaayudantedeBrett.
—¿Alguienpensóquepodíanohabersidounaccidente?
Brettmoviólacabezanegativamente.Alparecer,habíaolvidadolacopa
queteníadelante.
—No.Casitodosnosotroshabíamosresbaladoalgunavezalbordedela
excavación.Unodelosarqueólogoschinossehabíacaídounmesantesyse
habíarotoeltobillo.Enaquelmomento,todoscreímosquehabíasidoun
accidente.Hubierapodidoserunaccidente—añadiósinconvicción.
—¿Colaboróellaenlaexposiciónaquí?—preguntóBrunetti.
—Enelmontaje,no.Paraesovineyosola.PeroMatsukosupervisóel
embaladodelaspiezascuandosalieronparaChina.
—¿Estabaustedaquí?
Bretttitubeólargamente,miróaFlavia,bajólacabezayrespondió:
—No;noestaba.
Flaviaalargólamanohacialabotellayechómáschampañaenlascopas,
aunquelaúnicaquenecesitabaelrellenadoeralasuya.
Todoscallaronduranteunrato,hastaqueFlavia,mirandoaBrett,másque
preguntardeclaró:
—¿Ellanohablabaitaliano,verdad?
—No—respondióBrett.
—PerotengoentendidoquetantoellacomoSemenzatohablabaninglés.
—¿Yesoquéimporta?—preguntóBrettconundejedeirritaciónenlavoz
queBrunettiintuyósinpoderdetectar.
FlaviahizochasquearlalenguaymiróaBrunettifingiendoexasperación.
84
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Quizáseaverdadloquedicelagentedenosotros,lositalianos,quizá
seamosmáscomprensivosqueotrosconlafaltadeintegridad.Ustedlo
comprende,¿verdad?
Élasintió.
—Esosignifica—explicóaBrett,viendoqueFlaviacallaba—queellano
podíaentenderseconlagentedeaquímásqueatravésdeSemenzato.Losdos
teníanunidiomacomún.
—Unmomento—dijoBrett.Ahoracomprendíaloquequeríandecir,pero
tampocolegustaba—.¿AsíqueSemenzatoesculpable,sinmás,yMatsuko
también?¿Sóloporquelosdoshablabaninglés?
NiBrunettiniFlaviacontestaron.
—YotrabajétresañosconMatsuko—insistióBrett—.Ellaeraarqueólogay
conservadora.Ustedesdosnopuedendecidirquefueraunaladrona,no
pueden erigirse en juez y jurado y, sin más información ni más pruebas, decidir
queeraculpable.—Brunettiobservóquenoparecíatenerinconvenienteen
admitirlaculpabilidadqueellosatribuíantambiénaSemenzato.
Seguíansinresponder.Transcurriócasiunminuto.Finalmente,Brettse
recostóenelsofá,luegoextendióelbrazoytomólacopa.Peronobebiósinoque
hizogirarelchampañayvolvióadejarlacopaenlamesa.
—LacuchilladeOccam—dijofinalmenteconresignaciónenlavoz.
BrunettiesperabaqueFlaviapudieraexplicarleestaspalabras,peroellano
dijonada,porloquetuvoquepreguntar:
—¿Lacuchilladequién?
—GuillermodeOccam—repitióBrett,sinapartarlosojosdelacopa—.Fue
un filósofo medieval, inglés, según creo. Tenía la teoría de que la explicación
correctadecualquierproblemasueleserlaquehaceelusomássimpledela
informacióndisponible.
BrunettinopudomenosquepensarqueeltalsignorGuillermonoera
italiano, evidentemente. Miró a Flavia y en su forma de arquear la ceja leyó el
mismopensamiento.
—Flavia,¿nopodríabeberotracosa,porfavor?—preguntóBretttendiendo
la copa semillena. Brunetti percibió la vacilación de Flavia, la suspicacia con
quelomiróaélyluegootravezaBrett,ylerecordólamiradadeChiaracuando
selepedíaquehicieraalgoquelaobligabaasalirdelahabitaciónenlaqueély
Paola iban a hablar de algo de lo que no querían que ella se enterase. Con un
movimiento airoso, Flavia se levantó, recogió la copa y se alejó camino de la
cocina,deteniéndoseenlapuertaparadecirporencimadelhombro:
—Tetraeréaguamineralyprocurarétardarmuchoenabrirlabotella.—Y
desapareciódandounportazo.
Brunettisepreguntabaaquésedebíatodoaquello.
CuandoFlaviasefue,Brettselodijo:
—Matsukoyyoéramosamantes.NoselohedichoaFlavia,perolosabe.
—Ungolpesecoquellegódelacocinaloratificó.
85
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—EmpezóenXian,unañodespuésdequeellallegaraalaexcavación.—Y,
paramayorclaridad—:Juntaspreparamoslaexposición,yellaescribióuntexto
paraelcatálogo.
—¿Dequiénpartiólaideadequeellacolaboraraenlaexposición?—
preguntóBrunetti.
Brettestabaviolentaynotratabadedisimularlo.
—¿Demí?¿Deella?Nolorecuerdo.Vinorodado.Lohablamosunanoche.
—Sepusocoloradabajosuscardenales—.Porlamañana,estabadecididoque
ellaescribiríaelartículoyqueiríaaNuevaYorkparaayudaramontarla
exposición.
—¿PeroustedvinoaVeneciasola?
Ellaasintió.
—DespuésdelainauguraciónenNuevaYork,lasdosregresamosaChina.
YovolvíaNuevaYorkparalaclausurayMatsukofueaLondresaayudarmea
prepararlaexposiciónallí.Inmediatamentedespués,volvimosaChinalasdos.
LuegoyovoléotravezaLondresparapreparareltransportedelaspiezasa
Venecia.Yocreíqueellasereuniríaaquíconmigoparalainauguración,perose
negó,dijoquequería...—Aquísuvozsequebró,yellatuvoquecarraspear
antesderepetir—:Dijoquequeríaqueporlomenosestaetapadelaexposición
fuerasólomíayquenovendría.
—Perovinodespuésdelaclausura,¿no?¿Cuandohabíaqueenviarlas
piezasdevueltaaChina?
—VinodeXianparatressemanas—dijoBrett.Callóysemirólasmanos
fuertementeenlazadas—.Nolopuedocreer,nolopuedocreer—murmuró,de
loqueBrunettidedujoquesílocreía—.Entonces,cuandoellavino,todohabía
terminadoyaentrenosotras.YohabíaconocidoaFlaviaenlainauguración.Selo
dijeaMatsukocuandoregreséaXian,aproximadamenteunmesdespuésde
queseinauguraralaexposiciónaquí,enVenecia.
—¿Cómoreaccionóella?
—¿Austedquéleparece,Guido,cómoibaareaccionar?Eralesbiana,casi
una niña, a caballo entre dos culturas, criada en el Japón y educada en Estados
Unidos.CuandovolvíaXiandesdeVenecia,despuésdeestarfueracasidos
meses,yleenseñéelcatálogoconsuartículoenitaliano,lloró.Habíaayudadoa
montarlaexposiciónmásimportanteenestecampoquesehabíacelebradoen
décadas,estabaenamoradadesujefaycreíaquesujefaloestabadeella.Y
entoncesllegoyodeVenecia,tansatisfecha,yledigoquelonuestroha
terminado,quemeheenamoradodeotra,ycuandoellamepreguntaporqué,
yo,comounaestúpida,mepongoahablardecultura,deladificultaddellegara
entender realmente a alguien de una cultura diferente. Le dije que Flavia y yo
compartíamosunamismacultura,yellayyo,no.—Otrofuertegolpeenla
cocinafuesuficienteparaevidenciarlafalsedaddelpretexto.
—¿Ellacómoreaccionó?
86
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—SihubierasidoFlavia,creoquemehubieramatado.PeroMatsuko,por
muchotiempoquehubierapasadoenAmérica,erajaponesa.Seinclinó
profundamenteysaliódemidespacho.
—¿Ydesdeentonces?
—Desdeentoncesfuelaayudanteperfecta.Formal,distanteyeficaz.Era
muycompetente.—Hizounapausalargaydijoenvozbaja—:Nomegustalo
quelehice,Guido.
—¿PorquévinoellaaVeneciaparaencargarsedelenvíodelaspiezasa
China?
—YoestabaenNuevaYork—dijoBrettcomosiestofuerasuficiente
explicación. Para Brunetti no lo era, pero optó por dejar las aclaraciones para
másadelante—.LlaméaMatsukoylepedíquevinieraasupervisarel
embaladoyelenvíodelascosasaChina.
—¿Yellaaccedió?
—Eramiayudante,yaselohedicho.Laexposiciónsignificabatantopara
ellacomoparamí.—Aloírcómosonabansuspropiaspalabras,Brettagregó—:
Porlomenos,esopensabayo.
—¿YquémedicedelafamiliadeMatsuko?—preguntóél.
Evidentementesorprendida,Brettpreguntó:
—¿Sufamilia?
—¿Sonricos?
—Riccasfondata—respondió.Riquezasinlímites—.¿Porquéleinteresa?
—Parasabersilohizopordinero—explicó.
—Nomegustaesamanerasuyadedarpordescontadoqueellaestaba
involucradaenesto—protestóBrett,perodébilmente.
—¿Yasepuedevolversinpeligro?—gritóFlaviadesdelacocina.
—Basta,Flavia—replicóBrettásperamente.
Flaviavolvióconunvasodeaguamineralenelquesubíanalegrementelas
burbujas.LopusodelantedeBrett,miróelrelojydijo:
—Eshoradelaspíldoras.—Silencio—.¿Quieresquetelastraiga?
Bruscamente,Brettgolpeóconelpuñolamesademármol,provocandoun
tintineodelabandejayunaerupcióndeburbujasentodoslosrecipientes.
—Yopuedoirabuscarlasmalditaspíldoras.—Selevantódelsofá
apoyándoseenlasmanosycruzórápidamentelahabitación.Segundos
después,llegabaalasalaelruidosecodeotroportazo.
Flaviaserecostóenelrespaldodesusillón,levantólacopadechampañay
tomóunsorbo.
—Caliente—murmuró.¿Elchampaña?¿Elambiente?¿ElgeniodeBrett?
EchóelchampañadesucopaenladeBrettyvaciólabotellaenlasuya.Tomóun
sorbodepruebaysonrióaBrunetti—.Asíestámejor—dijo,dejandolacopaen
lamesa.
87
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Brunetti, que no sabía si todo esto era un
recursoteatral,decidió
mantenersealaexpectativa.Estuvieronsaboreandoelchampañaenplácida
compañíahastaque,finalmente,Flaviapreguntó:
—¿Enquémedidaeranecesarioponerlevigilanciaenelhospital?
—Hastaquepuedahacermeunaideamásclaradeloqueocurrenosabré
enquémedidaesnecesarioloquesehaga—respondió.
Ellasonrióampliamente.
—Esreconfortanteoíraunfuncionariopúblicoreconocerignorancia—dijo
inclinándoseparadejarlacopavacíaenlamesa.
Terminadoelchampaña,suvozcambióaunregistromásgrave:
—¿Matsuko?—preguntó.
—Probablemente.
—Pero,¿cómoconocióellaaSemenzato?¿O,porlomenos,cómosupoque
éleralapersonaquedebíaabordar?
Brunettireflexionó.
—Alparecer,élteníaciertareputación,porlomenos,aquí.
—¿LaclasedereputaciónquehabríallegadoaoídosdeMatsuko?
—Quizá.Hacíaañosqueellatrabajabaconantigüedades,porloque
probablementehabíaoídorumores.YdiceBrettquesufamiliaesmuyrica.
Quizálosmuyricossabenestascosas.
—Sí,lassabemos—convinoellaconespontaneidad—.Escasicomounclub
privado,comosihubiésemoshechovotodeguardarnoslossecretosunosa
otros. Y siempre es fácil, facilísimo, saber dónde puedes encontrar a un asesor
fiscalmarrullero,ynoesqueloshayadeotraclase,porlomenos,enestepaís,o
aquienproporcionedroga,ochicos,ochicas,oaalguienqueseencarguedeque
uncuadropasedeunpaísaotrodiscretamente.Desdeluego,nosécómo
funcionanestascosasenelJapón,peronocreoqueallíseamuydistintode
aquí.Lariquezatienesupropiopasaporte.
—¿HabíaoídoalgoapropósitodeSemenzato?
—Yaledijequesóloloviunavezynomegustó,porloquenomeinteresabalo
quepudieradecirsedeél.Yahorayaestardeparapreguntar,
porquetodoelmundoseempeñaráenhablarbien.—Seinclinó,tomólacopa
deBrettybebióunsorbo—.Aunque,desdeluego,dentrodeunassemanaslas
cosascambiaránylagentevolveráadecirlaverdad.Peroahoranoesmomento
dehacerindagaciones.—Pusolacopaenlamesa.
Aunquecreíasaberlarespuesta,Brunettipreguntó:
—¿BretthadichoalgodeMatsuko?Concretamente,despuésdeque
mataranaSemenzato.
Flaviamoviólacabezanegativamente.
—Nohadichomuchodenada.Porlomenos,desdequeempezótodoesto.
—Seinclinóymoviólacopaunosmilímetroshacialaizquierda.—Bretttemela
violencia. Lo cual no tiene sentido, porque ella es muy valiente. Nosotras, las
italianas,nosomosvalientes.Desenvueltasydescaradas,sí,perocarecemosde
88
DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltavalorfísico.CuandoestáenChina,pasala
mitaddeltiempoviajandoporel
paísydurmiendoentiendasdecampaña.HastasefuealTíbetenautobús.Me
dijo que, como los chinos no quisieron darle visado, falsificó los papeles y se
fue.Nolaasustanestascosas,lascosasquealamayoríanosaterran,comolos
conflictosconlasautoridadesoelarresto.Perolaviolenciafísicaledamiedo.
Yodiríaqueporqueesmuycerebral,porqueellaseplanteayresuelvelascosas
conelintelecto.Desdequeestoocurriónoeslamisma.Noquiereabrirla
puerta.Fingenooíreltimbreyesperaaquecontesteyo.Yesquetienemiedo.
BrunettisepreguntabaporquéFlavialecontabaestascosas.
—Hedeirmedentrodeunasemana—dijoellaenrespuestaasu
pregunta—.Mishijossehanidoconsupadredossemanasaesquiaryregresan
entonces.Yahesuspendidotresactuacionesynopuedosuspenderninguna
más.Niquiero.Lehepedidoquevengaconmigo,peronoquiere.
—¿Porqué?
—Nolosé.Noquieredarmelarazón.Onopuede.
—¿Porquémediceesto?
—Creoqueaustedleescucharía.
—¿Siledijeraqué?
—Silepidieraquefueraconmigo.
—¿AMilán?
—Sí.Luego,enmarzo,tengoqueestarunmesenMunich.Podría
acompañarme.
—¿NohadevolveraChina?
—¿Paraacabardesnucadaenelfondodelafosa?—Aunquesabíaquesu
cóleranoeraparaél,Brunetticerrólosojos.
—¿Ellahahabladodevolver?
—Ellanohahabladodenada.
—¿Sabecuándopensabamarcharse?
—Nocreoquetuvieraunplan.Cuandollegó,dijoquenoteníareservapara
elregreso.—SeencaróconlamiradainquisitivadeBrunetti—.Esodependíade
loqueaveriguarapormediodeSemenzato.—Porsutono,éldedujoqueésta
erasólounapartedelaexplicación.Esperóelresto—.Perotambiéndependíade
mí,imagino.—Desviólamiradaunmomentoyagregó—:Meconsiguióuna
invitaciónparadarleccionesmagistralesenPekín.Queríaquefueraconella.
—¿Y?—preguntóBrunetti.
Flaviadesechólaideaagitandolamanoydijotansólo:
—Aúnnolohabíamosdecididoantesdequeocurrieraesto.
—¿Ydespués?
Ellamoviólacabezanegativamente.
ContantohablardeBrett,hastaaquelmomentonoreparóBrunettienque
hacíayamuchoratoqueellahabíasalidodelasala.
—¿Esésalaúnicapuerta?—preguntó.
89
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta La pregunta fue tan repentina que Flavia
tardóunosinstantesen
entenderlayluegoendescubrirsusignificado.
—Sí.Nohayotrasalida.Niotraentrada.Yeltejadoestáaislado,nose
puedeaccederaél.—Selevantó—.Voyaverquéhace.
Estuvofueramuchotiempo,duranteelcualBrunettihojeóellibroqueBrett
habíadejadoenelsofá.MirólargamentelapuertadeIstar,tratandode
averiguar a qué parte de la figura correspondía el ladrillo que había matado a
Semenzato.Eracomounrompecabezas,ynoconsiguióencontrar,enelgrabado
delapuerta,ellugarenelquepudieraencajarlapiezaqueahoraseencontraba
enellaboratoriodelapolicíadelaquestura.
TranscurrieroncasicincominutosantesdequeFlaviaregresara.Mientras
hablaba,sequedódepiealladodelamesa,conloquedioaentenderaBrunetti
quelavisitahabíaterminado.
—Ahoraduerme.Elanalgésicoquetomaesmuyfuerte,mepareceque
contiene tranquilizante. Además, el champaña habrá influido. Dormirá hasta la
tarde.
—Necesitovolverahablarconella.
—¿Nopuedeesperaramañana?
Realmente,nopodía,peronohabíamásremedio.
—Sí.¿Leparecebienquevengaalamismahora?
—Desdeluego.Lediréquehaquedadoenvolver.Ytratarédelimitarel
consumodechampaña.—Lavisitapodíahaberterminadopero,alparecer,la
treguacontinuaba.
Brunetti,quehabíadecididoqueDomPérignoneraunabebidaexcelente
paramediamañana,pensóqueestaprecauciónerainnecesariayconfióenque
aldíasiguienteFlaviahubieracambiadodeopinión.
90
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta12
¿Eraestoseñaldeunalcoholismoincipiente?,pensóBrunettialdescubrir
que,duranteelcaminoderegresoalaquestura,sentíadeseosdeentrarenunbar
apedirotracopadechampaña.¿Oera,sencillamente,lareaccióninevitableala
perspectivadetenerquehablarconPattaaquellamañana?Leparecía
preferiblelaprimeraexplicación.
Cuandoabriólapuertadesudespacho,sintióunaoleadadeairecaliente
tanpalpablequesevolvióamirarsilaveíarodarporelpasilloyarrollaraalgún
inocente que no estuviera familiarizado con los caprichos del sistema de
calefacción. Todos los años, alrededor del día de santa Ágata, 5 de febrero, el
calorinvadíatodoslosdespachosdelladonortedelacuartaplantadela
questuraaltiempoquedesaparecíadelospasillosydespachosdelladosurdela
terceraplanta.Lasituaciónseprolongabaunastressemanas,generalmente,
hastasanLeandro,alquelamayoríadelosempleadossolíanagradecerelfavor
de su liberación. Nadie había sido capaz no ya de corregir sino de comprender
siquieraelfenómeno,apesardequehacíaporlomenoscincoinviernosquese
reproducíalaanomalía.Lacalderaprincipalhabíasidoobjetodeexámenes,
revisiones, reajustes, improperios y puntapiés de diversos técnicos, ninguno de
loscualeshabíaconseguidorepararla.Losquetrabajabanenaquellasdos
plantasyasehabíanresignadoyadoptabanlasmedidasoportunas:unosse
quitabanlachaquetayotrosseponíanlosguantes.
BrunettiasociabaelfenómenoconlafiestadesantaÁgatatan
estrechamentequenopodíaverunaimagendelasantamártir,representada
indefectiblemente llevando en una fuente los dos pechos cortados, sin imaginar
queloquelasantaexhibíaerandospiezasdelacalderacentral:quizádos
grandesarandelas.
Sequitóelabrigoylachaquetamientrascruzabaeldespachoyabríalas
dosaltasventanas.Alinstantesequedóheladoyrecuperólachaquetade
encimadelamesaadondelahabíalanzado.Durantelosaños,había
desarrolladounacronologíaparaabrirycerrarlasventanasque,siporunlado
regulaba eficazmente la temperatura, por el otro, le impedía concentrarse en el
trabajo.¿EstaríaasueldodelaMafiaelencargadodemantenimiento?Alleerlos
periódicos,dabalaimpresióndequeunapersonadecadadosloestaba,
¿porquéno,pues,elencargado?
91
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Encima de la mesa tenía los consabidos
informesdepersonalypeticiones
deinformacióndelapolicíadeotrasciudades,ademásdecartasde
particulares. Una mujer de la pequeña isla de Torcello le escribía para pedirle
personalmentequebuscaraasuhijo,quehabíasidosecuestradoporlossirios.
Lamujerestabalocayvariosmiembrosdelapolicíarecibíanperiódicamente
cartas suyas, todas las cuales se referían al mismo hijo inexistente, pero los
secuestradoresvariabandeacuerdoconlaactualidadpolíticamundial.
Siibaahoramismo,podríaveraPattaantesdelalmuerzo.Contan
halagüeñaperspectiva,Brunettitomóladelgadacarpetaqueconteníalos
papelesrelacionadosconloscasosLynchySemenzatoybajóaldespachodesu
superior.
LosliriosfrescosabundabanperolasignorinaElettranoestabaensusitio.
Quizáhabíaidoaverasujardineropaisajista.Brunettillamóconlosnudillosa
lapuertadePattayfueinvitadoaentrar.Eldespachodelvicequestorenoestaba
expuesto a las veleidades del sistema de calefacción y se mantenía a la óptima
temperaturade22gradoscentígrados,idealparaquesuocupantepudiera
permitirse el lujo de quitarse la chaqueta si el ritmo de trabajo se hacía muy
intenso.Perohastaestemomentohabíasidodispensadodetalnecesidad,y
Brunettiloencontrósentadodetrásdesuescritorio,conlaamericanademohair
bien abrochada y el alfiler de corbata de brillantes en su sitio. Como siempre,
Pattaparecíahaberseescapadodeunamonedaromana,consusgrandesojos
castañosenmarcadosporlasrestantesperfeccionesdesurostro.
—Buenosdías,señor—dijoBrunetti,tomandoelasientoquePattale
indicaba.
—Buenosdías,Brunetti.—CuandoBrunettiseinclinóparaponerlacarpeta
encimadelamesa,susuperiorlarechazóconunademán—.Yaloheleído.Y
muydespacio.Veoqueustedpartedelahipótesisdequelaagresiónala
dottoressaLynchyelasesinatodeldottorSemenzatoestánrelacionados.
—Sí,señor.Noveolaposibilidaddequenoloestén.
Duranteunmomento,BrunettipensóquePatta,segúnsucostumbre,
disentiríadeunaopiniónquenoeralasuya,perosujefelosorprendióalmover
lacabezaafirmativamentediciendo:
—Probablemente,estéenlocierto.¿Quéhahechohastaahora?
—HehabladoconladottoressaLynch—empezó,peroPattalointerrumpió:
—Esperoqueconlamayorcortesía.
Brunettiselimitóaunsimple:
—Sí,señor.
—Bien,bien.Esunagranbenefactoradelaciudadydebesertratadaconla
mayorconsideración.
Brunettidejópasarlaobservaciónsincomentariosyprosiguió:
—Unaayudantejaponesavinoalaclausuradelaexposiciónasupervisarel
embalajeyexpedicióndelaspiezasaChina.
—¿UnaayudantedeladottoressaLynch?
92
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Sí,señor.
—Entiendo.—EltonodePattaeratanobscenoqueBrunettituvoque
esperarunmomentoantesdepreguntar:
—¿Puedoseguir,señor?
—Sí,sí,porsupuesto.
—LadottoressaLynchmedijoqueesamujermurióenunaccidenteen
China.
—¿Quéclasedeaccidente?—preguntóPatta,comosiellotuvieraque
resultarconsecuenciaineludibledesuorientaciónsexual.
—Unacaída,enlaexcavaciónarqueológicaenlaquetrabajaban.
—¿Cuándosucedió?
—Hace tres meses. Fue después de que la dottoressa Lynch escribiera a
SemenzatoquepensabaquevariasdelaspiezasquehabíanllegadoaChina
eranfalsas.
—¿Yesaspiezashabíansidoembaladasporlaquemurió?
—Esoparece.
—¿PreguntóaladottoressaLynchcuálerasurelaciónconestamujer?
Enrealidad,Brunettinopodíadecirqueselohubierapreguntado.
—No,señor;noselopregunté.Ladottoressaparecíamuyafectadaporsumuerte
yporlaposibilidaddequeesajovenestuvieraimplicadaenloque
ahorasucedeaquí,sealoquesea.Peroesoestodo.
—¿Estáseguro,Brunetti?—Pattainclusoentornólosojosalpreguntarlo.
—Completamente.Apostaríamireputación.—Comohacíasiempreque
mentíaaPatta,lomiróalosojossinpestañear—.¿Puedocontinuar,señor?—
Nadamáspreguntarlo,Brunettidescubrióquenoteníanadamásquedecir,o
porlomenos,quedeciraPatta.Nolediríaquelafamiliadelajaponesaeratan
ricaque,probablemente,ellanopodíateneruninteréseconómicoensustituirlas
piezas. La idea de la forma en que Patta reaccionaría a la hipótesis de que el
móvilpudieranserlosceloslehacíasentirunaligeranáusea.
—¿CreeustedquelajaponesasabíaquelaspiezasqueseenviabanaChina
eranfalsas?
—Esposible.
—¿Oinclusoquelohubieraorganizadoella?—dijoPattaconénfasis—.
Tuvoqueayudarlaalguien,alguiendeaquí,deVenecia.
—Esoparece,señor.Esunaposibilidadqueestoyinvestigando.
—¿Cómo?
—HeiniciadounainvestigacióndelascuentasdeldottorSemenzato.
—¿Conquéautoridad?—ladróPatta.
—Lamía,señor.
Pattasereservóelcomentario.
—¿Quémás?
—HehabladodeSemenzatoconvariaspersonas,yesperorecibir
informaciónsobresureputaciónreal.
93
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—¿Aquéserefiereconlodesu«reputaciónreal»?
Ah,cuanraramentelafortunaponeennuestrasmanosalenemigoparaque
hagamosconélloquequeramos.
—¿Noleparece,señor,quetodofuncionariotieneunareputaciónoficial,lo
quelagentedicedeélenpúblico,yunareputaciónreal,loquelagentesabeque
esverdadydicedeélenprivado?
Pattaapoyólamanoderechaenlamesaconlapalmahaciaarribahaciendo
girarconelpulgarelanillodeldedomeñique,aparentementeconcentradoenel
movimiento.
—Quizá,quizá.—Levantólamiradadelapalmadelamano—.Prosiga,
Brunetti.
—Hepensadoempezarporestasdoscosasyveradondemellevan.
—Sí;meparecelógico—dijoPatta—.Recuerdequequierosabertodolo
quehaceytodoloqueaverigua.—ConsultósuRolexOyster—.Noquiero
entretenerlomás,Brunetti,paraquepuedaponerseconestocuantoantes.
Brunettiselevantó,comprendiendoquehabíasonadolahoradelalmuerzo
dePatta.Empezóacaminarhacialapuerta,curiosopordescubrirlaformaenque
PattalerecordaríaquedebíatrataraBrettconguantesdeterciopelo.
—Unacosa,Brunetti—dijoPattacuandosusubordinadollegabaala
puerta.
—¿Sí,señor?—preguntóélconverdaderacuriosidad,unsentimientoque
Pattamuyraramenteleinspiraba.
—Quiero que trate a la dottoressa Lynch con guantes de terciopelo. —Vaya,
conqueéstaerarealmentelafórmula.
94
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta13
Denuevoensudespacho,loprimeroquehizoBrunettidespuésdeabrirla
ventanafuellamaraLele.Ensucasanocontestaban,porloqueBrunettiprobóen
lagalería,dondeelpintordescolgóelaparatodespuésdeseisseñales.
—Pronto.
—Ciao,Lele,aquíGuido.Tellamoporsihaspodidoaveriguaralgo.
—¿Sobreesapersona?—preguntóLele,dándoleaentenderquenopodía
hablarconlibertad.
—¿Hayalguiencontigo?
—Ah,sí,ahoraquelomenciona,yodiríaquesí.¿Estarátodavíaensu
despachodentrodeunrato,signorScarpa?
—Sí,estaréaquíunahoratodavía.
—Muybien,signorScarpa.Lellamaréencuantotermine.
—Gracias,Lele—dijoBrunettiycolgó.
¿QuiénpodíaserlapersonaqueestabaconLelequenodebíasaberque
éstehablabaconuncomisariodepolicía?
Repasólospapelesdelacarpeta,haciendoanotacionesaquíyallá.Había
estadovariasvecesencontactoconlaseccióndelapolicíaencargadadela
investigacióndelrobodeobrasdearte,peroenestemomentoloúnicoque
podíadarleseraelnombredeSemenzato;pruebas,ninguna.Aunqueera
posiblequeSemenzatotuvieraunareputaciónquenoaparecíaenlosinformes
oficiales,unareputaciónquenollegabaalpapel.
Hacíacuatroaños,Brunettihabíatratadoconunodeloscapitanesdela
brigadaantirrobodeartedelapolicíadeRoma,acercadeunretablogótico
robadodelaiglesiadeSanGiacomodell'Orio.Giulionosecuántos,no
recordaba el apellido. Descolgó el teléfono y marcó el número de la signorina
Elettra.
—¿Sí,comisario?—dijo,cuandoélseidentificó.
—¿HasabidoalgodeHeineggerodesusamigosdelbanco?
—Estatardelosabré.
—Bien.Mientrastanto,leagradeceréquemiresipuedeencontrarenlos
archivoselnombredeuncapitándelasecciónantirrobodeobrasdeartede
Roma.Giulionosecuántos.Nosescribimosharáunoscuatroaños,quizácinco,
sobreunroboquesecometióenSanGiacomodell'Orio.
95
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—¿Tienealgunaideadedóndepuedaestararchivado,comisario?
—Oenminombre,yaqueyoredactéelinformeoriginal,oenelnombrede
laiglesiao,quizá,enrobodeobrasdearte.—Reflexionóunmomentoy
agregó—:CompruebelafichadeuntalSandro...esdecir,AlessandroBenelli
condirecciónenSanLio.Creoqueaúnestaráenlacárcel,peroquizáse
mencioneelnombredelcapitán.Simalnorecuerdo,declaróeneljuicio.
—Sí,señor.¿Loquiereparahoy?
—Sí,signorina,siesposible.
—Bajaréalarchivoahoramismo.Quizáencuentrealgoantesdelalmuerzo.
Eloptimismodelajuventud.
—Gracias, signorina —dijo Brunetti y colgó. En el mismo instante, sonó el
teléfono.EraLele.
—Nopodíahablar,Guido.Teníaenlagaleríaaalguienquequizápueda
serteútilenesto.
—¿Quiénes?—ComoLelenocontestara,Brunettiseapresuróapedir
disculpas,alrecordarqueloqueélnecesitabaeralainformación,nolafuente—
.Perdona,Lele.Olvidaquetehepreguntadoeso.¿Quétehadicho?
—Al parecer, el dottor Semenzato era un hombre muy ocupado. Además de
directordelmuseo,erasociodedostiendasdeantigüedades,unadeaquíyotra
deMilán.Elhombreconelqueyohablabatrabajaenunadelastiendas.
Brunettiresistiólatentacióndepreguntarencuályguardósilencio,
sabiendoqueLelelediríaloqueconsiderasenecesario.
—Pareceserqueeldueñodeestastiendas,noSemenzatosinoeldueño
oficial, tiene acceso a piezas que no llegan a mostrarse en las tiendas. Esta
personamehadichoqueendosocasionessedesembalaronporerrorpiezas
que se habían recibido en la tienda y que, en cuanto el dueño las vio, las hizo
volveraembalardiciendoqueeranparasucolecciónparticular.
—¿Tehadichoquépiezaseran?
—Unaeraunbroncechinoylaotra,unacerámicapreislámica.Mehadicho
también,ycreoqueestopuedeinteresarte,queestabacasisegurodehaber
vistounafotodelacerámicaenunartículosobrelaspiezasquesellevarondel
museodeKuwait.
—¿Cuándoocurrióeso?
—Laprimeravezfuehaceunañoylasegunda,haráunostresmeses—
respondióLele.
—¿Tehadichoalgomás?
—Quevariosclientesdesutiendatienenaccesoalacolecciónprivada.
—¿Yélcómolosabe?
—Aveces,hablandoconestosclientes,eldueñosereferíaapiezasque
tenía pero que no estaban en la tienda. O llamaba por teléfono a un cliente y le
decía que tal día recibiría tal o cual pieza, pero esas piezas no pasaban por la
tienda.Sinembargo,despuésparecíaquesehabíahecholaventa.
96
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—¿Porquétehacontadoeso,Lele?—preguntóBrunetti,aunque
comprendíaquenodebíapreguntar.
—HaceañostrabajamosjuntosenLondres,ylehicevariosfavores.
—¿Ycómosetehaocurridopreguntarleprecisamenteaél?
Lele,enlugardeofenderse,serió.
—Oh,verás,preguntéporahíporSemenzatoymedijeronquehablasecon
miamigo.
—Gracias,Lele,—Brunetti,aligualquetodoslositalianos,sabíaquela
tramasutildelosfavorespersonalesenvuelvetodoelsistemasocial.Todo
parececasual:alguienhablaconunamigo,luegocambiaimpresionesconun
primo,ylainformaciónvacirculando.Yestainformaciónmodificaelsaldo
entreelDebeyelHaber.Antesodespués,losfavoressepaganylasdeudasse
cobran.
—¿Quiéneseldueñodelastiendas?
—FrancescoMurino,unnapolitano.Tuvetratosconélhaceañoscuando
abrió la tienda de aquí, y es un vero figlio di puttana. Si aquí se hace algún
negociosucio,seguroqueélmetemano.
—¿EseldelatiendadeSantaMariaFormosa?
—Sí,¿loconoces?
—Sólodevista.Queyosepa,nuncahatenidoproblemasconlapolicía.
—Guido,yatehedichoqueesnapolitano.Claroquenohatenido
problemas,peroesonosignificaquenoseaunavíbora.—ElénfasisqueLele
pusoensuspalabrasdespertólacuriosidaddeBrunettiacercadelostratosque
pudierahabertenidoconMurino.
—¿NadiehadichonadamásdeSemenzato?
Leleresoplóconimpaciencia.
—Yasabesloqueocurrecuandoalguiensemuere.Nadiequieredecirla
verdad.
—Sí;lomismomehadichootrapersonaestamañana.
—¿Quémástehadichoesapersona?—preguntóLeleconloqueparecía
auténticacuriosidad.
—Queespereunpardesemanas,porqueentonceslagenteempezaráa
decirlaverdadotravez.
LelesoltóunacarcajadatanfuertequeBrunettituvoqueapartarel
auriculardeloídohastaquesuamigoacabódereír.
—Cuántarazóntiene—dijoentoncesLele—.Aunquenocreoquetarden
tanto.
—¿Quieresdecirconesoquehaymáscosasquedecirdeél?
—No,Guido;noquieroinducirteaerror,peroaunpardepersonasnoha
parecidosorprenderlesmuchoquemurieradeestemodo.—ComoBrunettino
preguntara,Leleexplicó—:Alparecer,teníatratoscongentedelSur.
—¿Esqueahoraseinteresanporelarte?—dijoBrunetti.
—Sí;porlovistoyanotienenbastanteconlasdrogasylasprostitutas.
97
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Creoquevalemásquedeahoraenadelantedoblemoslavigilanciaenlos
museos.
—Guido,¿aquiéncreesquecompranloscuadros?
¿Seríaestootrosaltocualitativo:laMafia,competidoradeSotheby's?
—Lele,¿sondefiaresaspersonasconlasquehashablado?
—Puedescreerloquedicen,Guido.
—Gracias,Lele.Sisabesalgomás,dímelo,porfavor.
—Descuida.Guido,sienestoestánimplicadosloscaballerosdelSur,vale
másquetengascuidado,¿deacuerdo?—UnaseñaldelpoderquelaMafia
empezabaaadquiriraquí,enelNorte,eraladequelagenteerareaciaa
pronunciarsunombre.
—Naturalmente,Lele,ygraciasotravez.
—Lodigoenserio—insistióLeleantesdecolgar.
Brunetticolgóasuvezy,casisinpensar,cruzóeldespachoyabrióla
ventanaparaqueentraraairefrío.LostrabajosdelafachadadelaiglesiadeSan
Lorenzoquequedabaenfrente,habíansidointerrumpidosduranteelinvierno,
y el andamiaje estaba desierto. Uno de los grandes plásticos que lo cubrían se
habíadesgarradoy,apesardeladistancia,Brunettilooíarestallarásperamente
sacudidoporelviento.Sobrelaiglesianavegabanoscurasnubesqueveníandel
Suryque,seguramente,traíanmáslluviaparalatarde.
Brunetti miró el reloj. No había tiempo para visitar al signor Murino antes del
almuerzo,peroaquellatardepasaríaporlatienda,avercuálerasureacciónante
lavisitadeuncomisariodepolicía.LaMafia.Obrasdearterobadas.Sabíaque
másdelamitaddelosmuseosdelpaísestabancasipermanentemente
cerrados,peronuncasehabíadetenidoapensarloqueestopodíasignificarpor
lo que se refería a hurto, robo y, en el caso de las piezas de la exposición de
China,sustitución.Losvigilantesestabanmalpagadosy,sinembargo,sus
sindicatoseranfuertesyseoponíanaquesepermitieratrabajarenlosmuseosa
guardias voluntarios. Recordaba haber oído años atrás la sugerencia de que se
permitieraservircomoguardiasvoluntariosdelosmuseosalosjóvenesque
optabanpordosañosdeserviciosocialenlugardelañoymediodeservicio
militar.LaideanillegóadebatirseenelSenado.
SuponiendoqueSemenzatohubieraintervenidoenlasustitucióndepiezas
auténticas por falsas, ¿quién mejor situado que un anticuario para vender los
originales?Éldisponíadelaclientelaytambiéndelosconocimientosnecesarios
para hacer una valoración exacta y, por otra parte, si ello era necesario, sabría
cómohacerlaentregadelaspiezassinlainterferenciadelapolicíaydel
departamentofinancierodelacomisióndeBellasArtes.Hacerentrarysalirdel
paísobrasdearteerajuegodeniños.BastabaunamiradaalmapadeItaliapara
ver lo permeables que eran las fronteras. Miles de kilómetros de bahías, calas,
ensenadasyplayas.Además,paralosbienorganizadosobienrelacionados,
estabanlospuertosylosaeropuertosporlosquecualquiercosapodíapasar
98
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta impunemente. No eran sólo los que
guardabanlosmuseoslosqueestabanmal
pagados.
Ungolpeenlapuertainterrumpiósusreflexiones.
—Avanti—gritócerrandolaventana.Horadevolveraasarse.
EntrólasignorinaElettra,conunblocenunamanoyunacarpetaenlaotra.
—Enestacarpetaheencontradoelapellidodelcapitán.EsCarrara,Giulio
Carrara.SigueenRomaperoelañopasadofueascendidoamaggiore.
—¿Cómolohaaveriguado,signorina?
—HellamadoasudespachoenRomayhehabladoconsusecretaria.Lehe
dichoqueleavisedequeustedlellamaráestatarde.Yahabíasalidoaalmorzary
novolveráhastalastresymedia.—BrunettisabíaloqueenRomapodía
significarlastresymedia.
Comosihubieraexpresadosupensamientoenvozalta,lasignorinaElettradijo:
—Lehepreguntadoyellamehadichoquerealmenteregresaalastresy
media,asíqueestoyseguradequepuedellamarle.
—Gracias, signorina —dijo y una vez más dio gracias en silencio de que esta
maravillapudieraresistirincólumeeldiarioasaltodelasintemperanciasdePatta
—.¿Puedopreguntarlecómohaconseguidoencontrarelnombretan
pronto?
—Oh,hacemesesquetratodefamiliarizarmeconlosarchivos.Hehecho
varioscambiosporqueelsistemaactualnotienelógica.Esperoquenadiese
moleste.
—Nolocreo.Nadiehapodidoencontrarnuncanadaenesearchivo,de
modoquecualquiercambiotienequeserparamejorar.Además,sesuponeque
todoestápasadoalsistemainformático.
Ellalomiróconlaexpresióndelquehapasadoalgúntiempoenmediode
las fichas acumuladas, y Brunetti tomó nota de no repetir esta observación. La
jovenpusolacarpetaencimadelamesa.Élobservóquehoyllevabaunvestido
delananegraconunatrevidocinturónrojoceñidoalafinacintura.Lajovensacó
unpañuelodelbolsilloyseenjugólafrente.
—¿Siemprehaceaquítantocalor,comisario?—preguntó.
—No,signorina,esalgoqueocurreduranteunassemanasapartirde
primerosdefebrero.Generalmente,terminaantesdefindemes.Noafectasu
despacho.
—¿Eselscirocco?—Lapreguntaeralógica.SielvientocálidodeÁfricatraíael
acquaalta,tambiénpodíatraertemperaturaaltaaldespacho.
—No, signorina. Es el sistema de calefacción. Nadie ha podido descubrir la
causa.Yaseacostumbrará.Detodosmodos,antesdefindemeshabrápasado.
—Asíloespero—dijoellavolviendoaenjugarselafrente—.Sinodesea
nadamás,meiréaalmorzar.
Brunettimiróelrelojyvioqueeracasilauna.
—Lléveseunparaguas—dijo—.Parecequevolveráallover.
99
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaBrunettifueaalmorzaracasaconsufamilia,
yPaolacumpliósupromesa
de no contar a Raffi lo que había pensado su padre al ver las jeringuillas en su
habitación.Pero,acambiodesusilencio,obtuvodeBrunettilafirmepromesade
que no sólo la ayudaría a sacar la mesa a la terraza a la primera señal de buen
tiemposinoquetambiénmanejaríalasjeringuillasparainyectarel
insecticida en los múltiples agujeros hechos por las carcomas en las patas del
muebleparahibernarenellos.
Despuésdelalmuerzo,Raffiseencerróensucuarto,diciendoqueteníaque
hacerdeberesdegriego,concretamente,traducirdiezpáginasdeHomeropara
eldíasiguiente.Dosañosantes,cuandoseconsiderabaunanarquista,se
encerrabaensucuartoparaelucubrarsombríamentesobrelosmalesdel
capitalismo y quién sabe si precipitar con ello su caída. Pero este año había
encontradonosólonoviasinotambién,alparecer,elafándeseradmitidoenla
universidad.Encualquiercaso,seguíadesapareciendodelamesa
inmediatamentedespuésdelacomida,deloqueBrunettideducíaquesudeseo
desoledadobedecíamásaunimperativodelaadolescenciaqueauna
orientaciónpolítica.
PaolaformulóveladasamenazasaChiarasinolaayudabaafregarlos
cacharros, y mientras ellas dos trajinaban Brunetti se asomó a la cocina para
decirlesqueseibaatrabajar.
Cuandosalióalacalle,yahabíaempezadoacaerlalluviaquehabíaestado
amenazandotodalamañana,todavíaerafinaperoteníatrazasdearreciar.
AbrióelparaguasytorcióporRugetta,caminodelpuentedeRialto.Alos
pocosminutos,sefelicitódehaberseacordadodeponerselasbotas,porqueenel
suelosehabíanformadograndescharcosqueinvitabanachapotear.Cuando
hubo cruzado el puente, la lluvia arreció, y Brunetti llegó a la questura con los
pantalonesempapadosdelapantorrillaalarodilla,porencimadeloque
protegíanlasbotas.
Eneldespacho,sequitólachaquetaypensóqueojalápudieraquitarse
también los pantalones y colgarlos encima del radiador: allí se secarían en dos
minutos.Peroselimitóadejarlaventanaabiertaparaenfriareldespachoyluego
sesentóalamesa,marcóelnúmerodelacentralitaypidióquele
pusieranconlabrigadaantirrobodeartedelapolicíadeRoma.Cuando
consiguiócomunicación,diosunombreypreguntóporelmaggioreCarrara.
—Buongiorno,comisario.
—Enhorabuena,maggiore.
—Gracias,yaerahora.
—Todavíaesmuyjoven.Lesobratiempoparallegarageneral.
—Cuandoyollegueageneral,enlosmuseosdeestepaísnoquedarániun
solocuadro.—LarisadeCarrara,cuandoalfinllegó,sehabíaproducidoconla
100
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltademorasuficientecomoparaqueBrunettise
quedaraconladudadesiel
comentarioerarealmenteunabroma.
—Poresolellamo,Giulio.
—¿Porcuadros?
—Nosésicuadros,encualquiercaso,museos.
—¿Dequésetrata?—preguntóCarraraconaquellavivacuriosidadque,
segúnrecordabaBrunetti,sentíaelromanoporsutrabajo.
—Tenemosuncasodeasesinato.
—Sí,losé,Semenzato,enelpalazzoDucale.—Lavozeraneutra.
—¿Sabealgodeél,Giulio?
—¿Oficialoextraoficialmente?
—Oficialmente.
—Nosénada.Nadadenada.Absolutamentenada.—Adelantándosea
Brunetti, Carrara interrumpió su propia letanía para preguntar—: ¿Es suficiente
parapasaralapreguntasiguiente,Guido?
—Estábien—sonrióBrunetti—.¿Yextraoficialmente?
—Escuriosoquemehagaesapregunta.Enrealidad,tengoencimadela
mesaunanotaparallamarle.Nosabíaquellevabaustedelcasohastaqueleísu
nombreenelperiódicoestamañana,ypenséenllamarleparahacerlevarias
sugerencias.Ydepasopedirleunpardefavores.Creoquehayvariascosasque
nosinteresanaambos.
—¿Comoporejemplo?
—Suscuentasbancarias.
—¿LasdeSemenzato?
—¿Noestábamoshablandodeél?
—LosientoGiulio,perodurantetodoeldíasemehaestadorepitiendoque
nosedebehablarmaldelosmuertos.
—Sinopodemoshablarmaldelosmuertos,¿dequiénvamosahablarmal?
—preguntóCarraraconsorprendentesensatez.
—Yatengoaunapersonatrabajandoeneso.Mañanadeberíamosdisponer
delascuentas.¿Algomás?
—Megustaríaecharunaojeadaalalistadesusllamadasdelargadistancia,
tantodesdesudomiciliocomodesdesudespachodelmuseo.¿Creequepodrá
conseguirlas?
—¿Todavíahablamosextraoficialmente?
—Sí.
—Lastendrá.
—Bien.
—¿Algomás?
—¿Yahahabladoconlaviuda?
—No;personalmente,no.Hablóconellaunodemishombres.¿Porqué?
—Quizáellasepaquéviajeshizosumaridodurantelosúltimosmeses.
—¿Porquéleinteresaeso?—preguntóBrunetticonauténticacuriosidad.
101
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Noexisteunarazónespecial,Guido.Peronosgustasaberesocuandoel
nombredeunapersonanoshasaltadoalavistamásdeunavez.
—¿Yhasidoasíenestecaso?
—Sí.
—¿Conquémotivo?
—Ningunoenconcreto,adecirverdad.—Carraraparecíapesarosoporno
poderconcretarunaacusación—.Doshombresalosquearrestamosenel
aeropuertohacemásdeunañoconfigurasdejadechinasdijeronquehabían
oídomencionarsunombreenunaconversación.Eransimplescorreos;no
sabíanprácticamentenada;nisiquieraelvalordeloquetransportaban.
—¿Yera?—preguntóBrunetti.
—Milesdemillonesdeliras.LasfigurasprocedíandelMuseoNacionalde
Taiwan,delquehabíandesaparecidotresañosantes,nadiesabíacómo.
—¿Eranesasfigurasloúnicoquehabíadesaparecido?
—No;perosonloúnicoqueseharecuperado.Hastaelmomento.
—¿Enquéotraocasiónoyómencionarsunombre?
—Selooíaunodelospequeñosdelincuentesalosqueaquítenemos
colgadosdeunhilo.Encualquiermomentopodríamosencerrarlopordrogasy
allanamientoperolodejamoslibreacambiodelainformaciónquenospasade
vezencuando.NosdijoquehabíaoídomencionarelnombredeSemenzato
duranteunaconversacióntelefónicadeunodeloshombresalosqueélvende
cosas.
—¿Cosasrobadas?
—Naturalmente.Notienenadamásquevender.
—¿YesehombrehablabaconSemenzatoodeSemenzato?
—Hablabadeél.
—¿Ledijoquéhabíaoído?
—Elquehablabasólodijoalaotrapersonaquedebíatratardeponerseen
contactoconSemenzato.Enunprincipio,lareferencianoparecía
incriminatoria.Alfinyalcabo,setratabadeundirectordemuseo.Pero
despuésatrapamosalosdoshombresenelaeropuertoyahoraSemenzato
aparecemuertoensudespacho.Asíquepenséquehabíallegadoelmomento
dehablardeesoconusted.—Carrarahizounapausalobastantelargacomo
paraseñalarqueélyanoteníanadamásqueofreceryquehabíallegadoel
momentodeverloquepodíaconseguir—.¿Quéhanpodidoaveriguarustedes
sobreél?
—¿RecuerdalaexposicióndeChinaquesecelebróhaceunosaños?
Carraraemitióungruñidodeasentimiento.
—VariasdelaspiezasqueibanenlaexpedicióndevueltaaChinaeran
copias.
PorlalíneallegóclaramenteelsilbidodeCarrara,quetantopodíaserde
sorpresacomodeadmiraciónporsemejantehazaña.
102
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Y,alparecer,Semenzatoerasociocomanditariodeunpardenegociosde
antigüedades,unodeaquíyotrodeMilán—prosiguióBrunetti.
—¿Quiéneseldueño?
—FrancescoMurino.¿Loconoce?
EltonodeCarraraeralentoycomedido.
—SólocomoconocíamosaSemenzato,extraoficialmente.Peronoshemos
tropezadoconsunombremásdeunavezymásdedos.
—¿Algoenconcreto?
—Nada.Porlovisto,sabecubrirsebien.—Sehizounalargapausay
entoncesCarraraagregó,enunavozrepentinamentemásseria—:Oalguien
máslocubre.
—¿Ésastenemos?—preguntóBrunetti.Aquellarespuestapodíasignificar
cualquiercosa:unaramadelGobierno,laMafia,unGobiernoextranjero,
inclusolaIglesia.
—Sí.Ningunadelaspistasconduceaningúnsitio.Oyesunnombrey
luegodejasdeoírlo.LabrigadadeDelitosEconómicoslehahechotres
inspeccionesenlosdosúltimosaños,yestálimpio.
—¿SehaasociadosunombrealdeSemenzato?
—Aquí,no.¿Quémástenemos?
—¿ConocealadottoressaLynch?
—L'americana?—preguntóCarrara.
—Sí.
—Naturalmentequeséquiénes.Alfinyalcabo,estoylicenciadoen
HistoriadelArte,Guido.
—¿Tanconocidaes?
—Sulibrosobreartechinoeselmejorquesehaescrito.SigueenChina,
¿verdad?
—No;estáaquí.
—¿EnVenecia?¿Yquéhaceahí?
LomismosehabíapreguntadoBrunetti.Larespuestaquesehabíadadoera
queestabatratandodedecidirentreregresaraChina,quedarsejuntoasu
amantey,ahora,descubrirsisuanterioramantehabíasidoasesinada.
—VinoparahablarconSemenzatoacercadelaspiezasqueseenviarona
China.Lasemanapasada,dosgorilasledieronunapaliza.Lehicieronuna
fisuraenlamandíbulaylefracturaronvariascostillas.Aparecióenlos
periódicos.
OtravezsonóelsilbidodeCarrara,peroahoraconsiguiótransmitir
compasión.
—Aquínohablarondeello.
—Suayudante,unajaponesaquevinoparasupervisarladevolucióndelas
piezasaChina,murióallídeaccidente.
—Freuddicenosédóndequelosaccidentesnoexisten,¿verdad?
103
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—NosésiFreudincluíaaChinacuandodijoeso,peronoparecequefuera
unaccidente,desdeluego.
ElgruñidodeCarrarapodíasignificarcualquiercosa.Brunettioptópor
interpretarlocomounaafirmaciónydijo:
—MañanaporlamañanahablaréconladottoressaLynch.
—¿Porqué?
—Quieroconvencerlaparaquesalgadelaciudadunatemporadayquiero
sabermáscosasacercadelaspiezassustituidas.Quéeran,sitienenvalorenel
mercado...
—Claroquetienenvalorenelmercado—leinterrumpióCarrara.
—Sí,esoyaloimagino,Giulio.Peroquierotenerunaideadecuálpueda
seresevalorydesipodríanvenderseabiertamente.
—Perdón.Noentendíaquéserefería,Guido.—Supausapodía
interpretarsecomounadisculpa,yagregó—:Sivienedeunaexcavaciónde
China,puedespedirloquequieras.
—¿Tantovalortiene?
—Tantovalor.Pero,¿quédeseasaberconcretamente?
—Primero,dóndeycómosehicieronlascopias.
Carraraleinterrumpióotravez.
—Italiaestállenadetalleresquesededicanahacercopias,Guido.Copias
detodo:estatuasgriegas,joyasetruscas,alfareríaMing,pinturasrenacentistas.
Usted diga qué quiere y saldrá un artesano italiano que le hará una copia que
engañaráalosespecialistas.
—¿Peronotienenustedestodaclasedemediosparadetectarlas?Laprueba
delcarbono14yesascosas.
Carraraserió.
—HableconladottoressaLynch,Guido.Lededicauncapítulodesulibro.
Estoysegurodequepuededecirlecosasquelemantendrándespiertoenlas
largasnochesdeinvierno.—Brunettioyóruidoenelotroextremodelhilo,
seguidodeunsilencio,cuandoCarraracubrióelmicroconlamano.Alcabode
unmomento,elmaggioreledecía—:Perdone,Guido,peroacabandedarmeuna
conferenciaconVietnamquehacedosdíasqueestoytratandodeconseguir.
Llámemesísabealgo.Yotambiénlellamaré.—AntesdequeBrunettipudiera
asentir,Carrarahabíacolgado.
104
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta14
Totalmenteajenoalcalorquehacíaensudespacho,Brunettireflexionaba
sobreloquelehabíadichoCarrara.Tómeseundirectordemuseo,agréguense
guardias, sindicatos, un poco de Mafia y el resultado era un cóctel lo bastante
fuertecomoparadaralaramaantirrobodeobrasdearteunabuenaresaca.
Sacóunahojadepapeldelcajónyempezóahacerlalistadelainformaciónque
necesitaba de Brett. Una descripción completa de las piezas falsificadas. Más
informaciónacercadecómopudollevarseacabolasustituciónydedóndey
cómosehabíanhecholascopias.Ynecesitabaunadescripcióndetalladadelas
conversacionesmantenidasylacorrespondenciaintercambiadaconSemenzato.
Interrumpiólaescrituraydejóquesupensamientoderivarahacialo
personal: ¿regresaría Brett a China? Al pensar en ella, evocando la imagen de
cómolahabíavistoporúltimavez,dandounpuñetazoenlamesaysaliendo
delasalaconunportazo,advirtióunadiscrepanciaquehastaaquelmomento
selehabíaescapado.¿Porquéellasólohabíarecibidounapalizamientras
Semenzatohabíasidoasesinado?Brunettinodudabadequeloshombres
enviadosasucasasólollevabanórdenesdehacerlellegarsuviolenta
advertenciaparaquenoacudieraalacita.Pero,¿porquémolestarse,side
todosmodosibanamataraSemenzato?¿LaintervencióndeFlaviahabía
alteradoelequilibriodelascosasoacasoSemenzato,dealgúnmodo,había
provocadolaviolenciaquelehabíacostadolavida?
Primero,lascosasprácticas.LlamóaVianelloylepidióquesubierayque,
alpasarpor delantedeldespacho dePatta,rogara ala signorina Elettra que lo
acompañara.ElinformedelaInterpolnohabíallegadotodavía,porloque
pensabaqueyaerahoradeempezaraindagarporsucuenta.Fuealaventanayla
abriómientrasesperabaquellegaran.
Entraronjuntos,minutosdespués.Vianelloabriólapuertaeinvitóala
mujeraentrarprimero.Cuandoambosestuvierondentro,Brunetticerróla
ventana y el sargento, el adusto y tosco Vianello, acercó una silla a la mesa de
BrunettiylaofrecióalasignorinaElettra.¿Vianello?
Mientras se sentaba, la signorina Elettra dejó una hoja de papel en la mesa de
Brunetti.
—HallegadoestodeRoma,comisario.—Enrespuestaasumudapregunta,
agregó—:Hanidentificadolashuellas.
105
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Bajo el membrete de los carabinieri, la
carta, que tenía una firma indescifrable, decía que las huellas tomadas del
teléfonodeSemenzato
correspondíanalasdeSalvatoreLaCapra,deveintitrésaños,residenteen
Palermo.Apesardesujuventud,LaCaprateníaasuespaldaunnúmero
considerabledearrestosyacusaciones:extorsión,violación,agresión,intentode
asesinatoyasociaciónconconocidosmiembrosdelaMafia.Acusacionesque
habíansidoretiradasendistintasfasesdellargoprocesolegalquemediaba
entreelarrestoyeljuicio.Trestestigosdelcasodeextorsiónhabían
desaparecido; la mujer que había presentado la denuncia de violación se había
retractado. La única acusación que se había mantenido contra La Capra era por
excesodevelocidad,infracciónporlaquehabíapagadounamultade
cuatrocientasveintidósmilliras.ElinformeseñalabatambiénqueLaCapra,
quenoestabaempleado,vivíaconsupadre.
Cuandoacabódeleerelinforme,BrunettimiróaVianello.
—¿Havistoesto?
Vianelloasintió.
—¿Porquémesuenaelnombre?—preguntóBrunettidirigiéndosealos
dos.
La signorina Elettra y Vianello empezaron a hablar al mismo tiempo, pero el
sargento,aloírla,seinterrumpióylecediólapalabraconunademán.
Comoellacallara,Brunetti,irritadoportantaceremonia,azuzó:
—¿Bueno?
—¿El arquitecto? —preguntó la signorina Elettra, y Vianello movió la cabeza
afirmativamente.
BastópararefrescarlamemoriaaBrunetti.Hacíacincomeses,elarquitecto
encargadodeunasextensasobrasderestauraciónenunpalazzodelGranCanal,
habíadenunciadoalpropietariodelpalazzoporamenazasformuladasporelhijo
de éste, de recurrir a la violencia si la restauración, que ya había entrado en el
octavo mes, sufría más retrasos. El arquitecto había intentado justificarse
alegandodificultadesenlaobtencióndelospermisosdeobra,excusasqueelhijo
deldueñohabíarechazado,advirtiéndolequesupadrenoerahombreque
estuvieraacostumbradoaqueselehicieraesperaryquequienesincomodaban
a su padre o a él mismo solían pasarlo mal. Al día siguiente, y antes de que la
policía hubiera tenido tiempo de actuar, el arquitecto volvió a presentarse en la
questura para decir que todo había sido un malentendido y que en realidad no
habíanmediadoamenazas.Loscargossehabíanretirado,peroseredactóel
informe de la denuncia, que habían leído los tres, por lo que ahora recordaban
queéstahabíasidohechacontraSalvatoreLaCapra.
—CreoquedeberíamosversielsignorinoLaCapraosupadreestánencasa
—propuso Brunetti—. Y usted, signorina, haga el favor de mirar si encuentra
algosobreelpadre.Sinotieneotracosaquehacer,desdeluego.
—No,dottore.Yaestáhechalareservaparalacenadelvicequestore,demodo
quepuedoponermeconestoinmediatamente.—Conunasonrisa,ellase
106
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta levantó y Vianello, como una sombra, fue
hastalapuertadelantedeella,la
sostuvoabiertamientrasellasalíayluegovolvióasusilla.
—Hehabladoconlaesposa,comisario.Bueno,conlaviuda.
—Sí,heleídosuinforme.Eramuycorto.
—Lavisitafuecorta,comisario—dijoVianelloconvozopaca—.Nohabía
muchoquedecir.Lamujerestabamuyapenada,casinopodíahablar.Lehice
unas preguntas, pero ella no paraba de llorar y tuve que dejarlo. No creo que
comprendieraporquéestabayoallíniporquélehacíapreguntas.
—¿Eradolordeverdad?—preguntóBrunetti.Losdospolicíashabíanvisto
muchodolordeunayotraclase,verdaderoyfalso,ypodíandistinguirlo.
—Creoquesí,señor.
—¿Cómoesella?
—Unoscuarentaaños,diezmenosqueél.Sinhijos,porloqueéleratodolo
quetenía,nocreoqueesamujerencajaramuybienaquí.
—¿Porquéno?—preguntóBrunetti.
—SemenzatoeravenecianoperoellaesdelSur.DeSicilia.Nuncaleha
gustadoesto.Dijoque,cuandoacabaratodoesto,queríavolverasutierra.
BrunettisepreguntócuántoshilosdeestatramaapuntaríanhaciaelSur.
Desdeluego,ellugardeprocedenciadelamujernoloautorizabaaconsiderarla
sospechosa de asociación con malhechores. Mientras se hacía esta exhortación,
dijo:
—Queleintervenganelteléfono.
—¿DelasignoraSemenzato?—LasorpresadeVianelloeraaudible.
—¿Ydequiénestamoshablando,Vianello?
—¡Si acabo de hablar con ella y casi no se tiene en pie! No finge, comisario,
estoyseguro.
—Noseponeendudasudolor,Vianello.Loqueestáenentredichoesla
integridaddesumarido.—Brunettitambiénsentíacuriosidadporloquela
viudasupieradelasactividadesdesumarido,pero,envistadelainsólita
tesituragalanteadoptadaporVianello,creyópreferiblecallar.
Vianelloaúnobjetó:
—Noobstante...
—¿Quéhaydelpersonaldelmuseo?—cortóBrunetti.
Vianellosedejóconduciralredil.
—PareceserqueapreciabanaSemenzato.Eracompetente,sellevababien
con los sindicatos y solía delegar mucha responsabilidad, por lo menos, en la
medidaenqueelMinisterioselopermitía.
—¿Quéquieredecir?
—Quedejabaquelosconservadoresdecidieranquécuadrosteníanque
sometersearestauración,quétécnicashabíaqueemplear,cuándohabíaque
llamaraespecialistasdelexterior.Porloquehepodidodeducir,elqueocupóel
cargo antes que él se empeñaba en controlarlo todo y eso hacía que los asuntos
107
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta se retrasaran, ya que él se empeñaba en
conocerhastaelúltimodetalle.La
mayoríapreferíanaSemenzato.
—¿Algunacosamás?
—VolvíalaladeledificioenlaqueestabaeldespachodeSemenzatoyeché
un vistazo con luz de día. En el pasillo hay una puerta que comunica con el ala
izquierda, pero está condenada. Y desde el tejado, imposible descolgarse. Así
quetuvieronquesubirporlaescalera.
—Pasandopordelantedelaoficinadelosguardias—Brunettiterminópor
él.
—Ytambiénalsalir—agregóVianellosinindulgencia.
—¿Quéponíanaquellanocheentelevisión?
—RepeticióndeGolpoGrosso—respondióVianelloconunaprontitudquehizo
que Brunetti se preguntara si el sargento no habría estado aquella noche en su
casa,aligualquemediaItalia,viendocómosemifamosassedesnudaban
pocoapocoantelosalaridosdelpúblicodelestudio.Probablemente,silos
pechos eran lo bastante grandes, los ladrones hubieran podido llevarse hasta la
BasílicadelaPiazzasinquenadieseenterarahastalamañanasiguiente.
Parecíaunbuenmomentoparacambiardetema.
—Estábien,Vianello,veaquépuedehacerparaquealguienseencarguede
eseteléfono.—Lafrasenopodíaserconsideradaterminante;nieltono,de
despedida.Porlomenos,nodeltodo.
Decomúnacuerdo,laconversaciónsedioporterminada.Vianellosepuso
enpie.Seveíaquenoestabadeacuerdoconestanuevainvasióndeldolordela
viudaSemenzato,peroaceptabaelencargo.
—¿Nadamás,comisario?
—Nadamás.—Normalmente,Brunettihubierapedidoserinformado
cuandohubierasidointervenidoelteléfono,peroenestecasoprefiriódejarloal
criterio de Vianello. El sargento movió la silla unos centímetros hacia adelante,
paracentrarlafrentealamesadeBrunetti,alzólamanoenunvagosaludoysalió
del despacho sin más palabras. Brunetti se dijo que ya era suficiente tener que
tratarconunaprimadonnaenCannaregio.Nonecesitabaotraenlaquestura.
108
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta15
Brunetti salió de la questura quince minutos después llevando las botas y el
paraguas. Cortó hacia la izquierda en dirección a Rialto, pero luego torció a la
derecha,otravezalaizquierdayalpococruzabaelpuentequeconducea
campoSantaMariaFormosa.Frenteaél,alotroladodelcampo,selevantabael
palazzo Priuli abandonado desde que él pudiera recordar, plato fuerte de un
envenenadolitigiosobreuntestamentoimpugnado.Mientrasherederosy
presuntos herederos se disputaban su propiedad, el palazzo se entregaba con
aplicaciónyperseveranciaasulabordedeterioro,indiferenteaherederos,
reclamacionesylegalidad.Largoschurretesdeherrumbrebajabanporlas
paredesdepiedradesdelasrejasquetratabandeimpedirlaentradaalos
intrusos,yeltejadosedescoyuntabaformandoprotuberanciasyhendidurasy
abriendoaquíyallágrietasporlasqueelsolsecolabaacurioseareneldesván
cerradodesdehacíaaños.ElBrunettirománticohabíaimaginadomuchasveces
queelpalazzoPriuliseríaellugaridealpararecluiraunatíaloca,aunaesposa
rebeldeoaunaherederarecalcitrante,mientrasquesuyomáspragmáticoy
venecianoloconsiderabauninmueblemuyapetecibleycontemplabasus
ventanasdividiendoelespaciointeriorenapartamentos,oficinasyestudios.
TeníalavagaideadequelatiendadeMurinosehallabaenelladonorte,
entreunapizzeríayunatiendademáscaras.Lapizzeríaestabacerrada,en
espera de la vuelta de los turistas, pero tanto la tienda de máscaras como la de
antigüedadesestabanabiertasysuslucesbrillabanentrelalluviainvernal.
CuandoBrunettiempujólapuertadelatienda,sonóunacampanillaenuna
habitaciónsituadamásalládeunpardecortinasdeterciopeloadamascado
colgadasdeunarcoqueconducíaalinterior.Lasalateníaelbrillodiscretodela
riqueza, una riqueza antigua y sólida. Sorprendentemente, eran pocas las piezas
expuestas,perocadaunaexigíalaplenaatencióndelvisitante.Alfondohabíaun
aparadordenogalquerelucíamercedasiglosdecuidados,concinco
cajones en el lado izquierdo. A mano derecha de Brunetti se extendía una larga
mesaderoble,procedentesindudadelrefectoriodealgúnconvento.Tambiéna
la mesa se le había sacado brillo, aunque sin tratar de disimular las muescas y
otrasseñalesdebidasaunlargouso.Asuspiesyacíandosleonesdemármol
queabríanlasfaucesconunaamenazaquequizáentiemposfuera
intimidatoria.Peroeltiempohabíadesgastadolosdientesysuavizadolos
109
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta rasgos, y ahora parecían encararse a sus
enemigosconloquemásqueun
rugidoeraunbostezo.
— C'è qualcuno? —gritó Brunetti hacia el fondo de la tienda. Miró al suelo y
observóquesuparaguashabíadejadoyaungrancharcoenelparquetdela
tienda. El signor Murino debía de ser un optimista, además de forastero, para
haberpuestoparquetenunazonadelaciudadtanbajacomoésta.Laprimera
acquaaltagraveinundaríalatiendaestropeandolamaderayllevándoselacolay
elbarnizcuandobajaralamarea.
—Buongiorno?—volvióagritardandounospasoshaciaelarcoydejandoun
rastrodegotasenelsuelo.
Unamanoaparecióentrelascortinasyapartóunadeellas.Elhombreque
salióalatiendaeraelmismoalqueBrunettirecordabahabervistoenlaciudady
que alguien —ya no recordaba quién— le había dicho que era el anticuario de
SantaMariaFormosa.Murinoerabajo,comomuchosmeridionalesysupelo
negro,rizadoylustroso,formabaunacoronaquelerozabaelcuellodela
camisa.Teníalatezoscuraytersaylasfaccionespequeñasyregulares.Loque
desconcertabaenesteprototipodebellezamediterráneaeranlosojos,deun
verdeclaroyopalino.Aunquetamizadosporloscristalesredondosdeunas
gafasconmonturadeoroysombreadosporunaspestañastanlargascomo
negras,aquellosojoseranelrasgodominantedesucara.Losfranceses—
Brunettilosabía—habíanconquistadoNápoleshacíasiglos,perolareliquia
más corriente de su larga ocupación era el pelo rojo que a veces se veía en la
ciudad,noestosclarosojosnórdicos.
—¿SignorMurino?—preguntóextendiendolamano.
—Sí—respondióelanticuariotomandolamanodeBrunettiy
devolviéndoleelapretónconfirmeza.
—GuidoBrunetti,comisariodepolicía.Megustaríahablarunmomento
conusted.
LaexpresióndeMurinoseguíasiendodecortéscuriosidad.
—Deseohacerleunaspreguntasacercadesusocio.¿Oquizádeberíadecir
sudifuntosocio?
BrunettivioaMurinoabsorberestainformaciónyesperómientraselotro
consideraba cuál debía ser su reacción visible. Todo esto, sólo en cuestión de
segundos,peroBrunettihabíatenidoocasióndeobservarelprocesodurante
décadas y estaba familiarizado con él. Las personas ante las que se presentaba
teníanunacoleccióndereaccionesqueellasconsiderabanapropiadas,y
formaba parte del trabajo del policía estudiar su expresión mientras las iban
repasandounaauna,enbuscadelamásadecuada.¿Sorpresa?¿Temor?
¿Inocencia?¿Curiosidad?VioaMurinopasarrevistaavariasposibilidadesy
estudió su rostro mientras iba considerándolas y descartándolas. Al parecer, se
decidióporlaúltima.
—¿Sí?¿Yquéquieresaber,comisario?—Lasonrisaeracortés;yeltono,
amistoso.MiróalsueloyvioelparaguasdeBrunetti—.Permitaquemelolleve,
110
DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltaporfavor—dijo,yconsiguióquepareciera
quelepreocupabamásla
incomodidaddeBrunettiqueeldeterioroqueelaguacausaraensuparquet.
Llevóelparaguasaunparagüerodeporcelanadecoradoconfloresquehabíaal
ladodelapuerta,lointrodujoenélysevolvióhaciaBrunetti—.¿Medael
abrigo?
BrunettiadvirtióqueMurinotratabademarcareltonodelaconversación,
untonoamistosoyrelajado,manifestaciónverbaldesuinocencia.
—Gracias,nosemoleste—respondióBrunettiy,consurespuesta,ajustóel
tonoasupropiamedida—.¿Cuántotiempohasidosociosuyo?
Murinonoacusóquehubieradetectadolapugnaporeldominiodela
conversación.
—Cincoaños,desdequeabríestatienda.
—¿YlatiendadeMilán?¿Tambiénteníaparticipaciónenella?
—Oh,no.Sonnegociosindependientes.Sóloteníaparticipaciónenésta.
—¿Ycómollegóasersocio?
—Yasabeloquesonestascosas.Secorrelavoz.
—No;losiento,peronolosé,signorMurino.¿Cómosehizosociosuyo?
LasonrisadeMurinoerapersistentementerelajada;estabadecididoano
darseporenteradodelarudezadeBrunetti.
—Cuandotuvelaoportunidaddealquilarestelocal,mepuseencontacto
convariosamigosmíosdeestaciudad,convistasaconseguirunpréstamo.
Tenía la mayor parte de mi capital invertido en las existencias de la tienda de
Milán,yenaquelmomentoelmercadodeantigüedadesestabaestancado.
—¿Apesardelocualqueríaabrirotratienda?
LasonrisadeMurinoeraseráfica.
—Yoteníaconfianzaenelfuturo.Lagentepuederetraersedurantealgún
tiempo,perosoncrisispasajerasyalfinsiemprevuelvenacomprarcosas
bellas.
Aligualqueunamujerdeseosadequeleregalenlosoídos,Murinoparecía
estar pidiendo a Brunetti que dedicara un cumplido a las piezas que tenía en la
tienda,relajandoconellolatensióncreadaconlaspreguntas.
—¿Suoptimismoquedójustificado,signorMurino?
—Oh,nopuedoquejarme.
—¿Ycómoseenterósusociodesuinterésenunpréstamo?
—Bueno,yasabeloquepasa,secorrelavoz.—Alparecer,éstaeratodala
explicaciónqueelsignorMurinoestabadispuestoadar.
—¿Yentoncessepresentóél,dineroenmano,solicitandosersusocio?
Murinoseacercóaunarcóndenoviaylimpióunamarcadededosconel
pañuelo. Se agachó, situando los ojos en plano horizontal con la superficie del
arcónyfrotóvariasveceslamarcahastahacerladesaparecer.Doblóelpañuelo
en un rectángulo perfecto, volvió a guardarlo en el bolsillo de la chaqueta, se
volviódeespaldasalarcónyseapoyóenelborde.
—Sí;podríamosdecirqueasífue.
111
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—¿Yquéconsiguióacambiodesuinversión?
—Elcincuentaporcientodelosbeneficiosdurantediezaños.
—¿Quiénllevabaloslibros?
—Tenemosuncontabilequeseencargadeeso.
—¿Quiénhacelascompras?
—Yo.
—¿Ylasventas?
—Yo.Omihija.Trabajaaquídosdíasalasemana.
—¿Asíqueustedysuhijasonlosquesabenquésecomprayaquéprecioy
quésevendeyaquéprecio?
—Tengorecibosdetodaslascomprasydetodaslasventas,dottorBrunetti
—dijoMurinocasiconindignaciónenlavoz.
BrunetticonsideróduranteunmomentolaopcióndedeciraMurinoqueen
Italiatodoelmundotienerecibosdetodoyquetodoslosrecibosnosonmásque
pruebasfabricadasparaevadirelpagodeimpuestos.Perounonotiene
necesidad de decir que llueve de arriba abajo ni que en primavera florecen los
árboles.Análogamente,noesnecesariohablardelaexistenciadelfraudefiscal,
muchomenos,aunanticuario,ynodigamosunanticuarionapolitano.
—Estoysegurodequelastiene,signorMurino—dijoBrunetti,ycambiódetema
—.¿Cuándolovioporúltimavez?
Murinoesperabalapregunta,porquelarespuestafueinmediata:
—Hacedossemanas.Fuimosatomarunacopayledijequeaúltimosde
mespensabahacerunviajedecomprasporLombardía.Ledijequequería
cerrarlatiendaduranteunasemanaylepreguntésiteníaalgúninconveniente.
—¿Lotenía?
—No;ninguno.
—¿Ysuhija?
—Estámuyocupadapreparandoexámenes.Estudiaderecho.Avecesno
entranadieenlatiendaentodoeldía.Poresomeparecióqueeraunbuen
momentoparacerrar.Además,tenemosquehacerpequeñasreparaciones.
—¿Quéreparaciones?
—Unapuertaquedaalcanalsehasalidodelosgoznes.Siqueremos
utilizarla,tendremosquecambiarelmarco—dijoseñalandohacialascortinasde
terciopelo—.¿Quiereverla?
—No,gracias.SignorMurino,¿nuncaseleocurriópensarquesusociopudiera
incurrirenciertaincompatibilidad?
Murinosonrióinterrogativamente.
—Metemoquenocomprendo.
—Permitaentoncesquetratedeaclarárselo.Suotrocargopodríahaber
servidopara,digamos,favorecersuinversiónconjuntaenestenegocio.
—Lolamento,perosigosincomprender.—LasonrisadeMurinono
hubieraparecidofueradelugarenlacaradeunángel.
Brunettipusoejemplos.
112
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Quizáutilizándoloaustedcomoespecialistacuandoseenterabadeque
determinadaspiezasocoleccionesibanaponersealaventa.Quizá
recomendandolatiendaapersonasquemanifestaraninterésporunobjeto
determinado.
—Esonuncasemeocurrió.
—¿Seleocurrióasusocio?
Murinosacóelpañueloparalimpiarotramarca.Cuandolasuperficie
quedóasugusto,dijo:
—Yoerasusocio,comisario,nosuconfesor.Creoqueaesapreguntasólo
élpodríaresponder.
—Peroeso,desgraciadamente,noesposible.
Murinomoviólacabezatristemente.
—No;noesposible.
—¿Quépasaráahoraconsuparticipaciónenelnegocio?
LacaradeMurinoeratodoasombroeinocencia.
—Oh,yoseguirérepartiendolosbeneficiosconsuviuda.
—¿Yustedysuhijaseguiráncomprandoyvendiendo?
LarespuestadeMurinotardóenllegar,perocuandoseprodujonofuesino
laconfirmacióndeloevidente.
—Sí,naturalmente.
—Naturalmente—corroboróBrunetti,aunquelapalabranosonóigualni
teníaelmismosentidodichaporél.
LacaradeMurinoseencendiódeunacólerarepentina,peroantesdeque
pudieracontestar,Brunettidijo:
—Muchasgraciasporsutiempo,signorMurino.Quetengaunprovechosoviajea
Lombardía.
Murinoseapartódelarcónyseacercóalapuertaabuscarelparaguasde
Brunetti.Selodiososteniéndoloporlatelatodavíamojada.Abriólapuerta,la
sostuvo cortésmente y, cuando Brunetti salió, la cerró con suavidad. Brunetti se
encontróbajolalluviayabrióelparaguas.Unaráfagadeairetratóde
arrancárselodelamano,peroéllosujetóconfuerzayseencaminóacasa.
Durante toda la conversación ninguno de los dos había pronunciado ni una sola
vezelnombredeSemenzato.
113
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta16
Mientras cruzaba el campo barrido por la lluvia, Brunetti se preguntaba si
SemenzatopodíahaberconfiadoenqueunhombrecomoMurinollevara
debidamentelascuentasdetodaslascomprasyventas.Desdeluego,Brunetti
había visto asociaciones comerciales más extrañas todavía, y no debía olvidar
que él no conocía a Semenzato sino, por así decir, en retrospectiva, visión que
raravezfavorecelaclaridad.Detodosmodos,¿quiénibaasertanincautocomo
parafiarsedelapalabradeunanticuariotanescurridizocomoaquél?Aquíuna
voz más fuerte que sus intentos de sofocarla apostilló: «Y napolitano por más
señas.»Nadieaceptaríasupalabrasinmás.Pero,sielgruesodesus
transacciones se hacía en objetos robados y falsificaciones, el rendimiento del
negociolícitotendríaescasaimportancia.Enestecaso,Semenzatonosehubiera
molestadoencuestionarlosrecibosnilapalabradeMurinosobresiunarmadio
ounamesasehabíacompradoportantoyvendidoportantomás.Alpensaren
términos de precios, pérdidas y ganancias, Brunetti tuvo que reconocer que no
disponía de cifras base, no tenía idea del valor de mercado de las piezas que,
segúnBrett,habíandesaparecido.Nisiquierasabíaquépiezaseran.Eso,
mañana.
Acausadelalluvia,queeracadavezmásfuerte,ydelaamenazadeacquaalta,
lascallesestabaninsólitamentedesiertas,apesardeserlahoraenquelagente
volvía del trabajo a casa o salía a hacer las últimas compras antes de que
cerraran las tiendas. Brunetti podía transitar fácilmente por las estrechas calles
sintenerquemolestarseenladearelparaguasparadejarpasoaotros
transeúntes. Ni siquiera en el ancho tramo superior del puente de Rialto había
gente:lonuncavisto.Muchosdelospuestosdeventaestabanvacíosylascajas
defrutasyverdurashabíansidoretiradasantesdelahoradelcierreylos
vendedoreshabíanescapadodelfríointensoydeldiluviopersistente.
Alentrarensuedificio,cerróconunportazo:contiempohúmedo,la
cerraduraseatascabayhabíaquerecurriralaviolenciaparahacerqueel
pesadoportalónsecerraraoseabriera.Agitóvariasveceselparaguas,lo
enrolló y se lo puso debajo del brazo. Agarrando el pasamanos con la derecha,
inició la larga ascensión hasta su apartamento. En el primer piso, la signora
Bussola, viuda de un abogado y sorda, veía el telegiornale, lo que significaba
que toda la planta tenía que oír las noticias. Como era de suponer, tenía puesto
RAI114
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaUno;ellanoqueríasabernadadeesosultras
deizquierdadeRAIDue.Enelsegundopiso,losRossiestabancallados,loque
significabaquehabían
terminadoladiscusiónyestabanenlapartetraseradelacasa,eldormitorio.En
el tercer piso tampoco se oía nada. Hacía dos años había ido a vivir allí una
pareja joven que había comprado toda la planta, pero Brunetti podía contar con
losdedosdeunamanolasvecesquehabíavistoaunouotroenlaescalera.Se
decíaqueéltrabajabaparaelmunicipio,aunquenosesabíaexactamenteaquése
dedicaba.Lamujersalíaporlamañanatempranoyvolvíaalascincoy
mediadelatarde,ynadiesabíatampocoadondeibaniquéhacía,unhechoquea
Brunettileparecíamilagroso.Enelcuartopisosólohabíaolores.LosAmabile
salíanpoco,peroinundabanlaescaleradedeliciososytentadoresaromas
culinarios. Esta noche parecía haber capriolo y, quizá, alcachofas, aunque
tambiénpodíanserberenjenasfritas.
Y,porfin,supropiapuertaylapromesadesosiego.Quesedesvaneció
nada más poner un pie en el recibidor. Del fondo del apartamento llegaban los
sollozosdeChiara.¿Quélepasabaasupequeñaespartana,laniñaquenunca
lloraba,alaquepodíascastigarprivándoladeloquemásdeseabasinquesele
escaparaniunalágrima,yquehabíapermanecidopálidaperoimpávida
mientraslereducíanlafracturadelamuñeca?Yahoranosólollorabasinoque
berreaba.
Brunettifuerápidamenteporelpasillohastalahabitación.Paola,sentada
albordedelacama,acunabaasuhija.
—Cielo,nopodemoshacernadamás.Hemospuestohieloyahorahayque
esperaraquehagaefecto.
—Duele,mamma,duelemucho.¿Nopuedeshaceralgo?
—Puedodarteunpocomásdeaspirina.Quizátecalme.
Chiarahipóyrepitióconunavozextrañamenteaguda:
—Mamma,porfavorhazalgo.
—¿Quépasa,Paola?—preguntóélconvozátona,muyserena.
—Oh,Guido—dijoPaolavolviéndosehaciaélperosinsoltaralaniña—.
Lehacaídolamesaeneldedo.
—¿Quémesa?—preguntóél,enlugardequédedo.
—Lamesadelacocina.—Laqueteníacarcoma.¿Quéhacían,querían
moverlasolas?¿Porqué,siestaballoviendo?Nopodíansacarlaalaterraza.
Pesabademasiado.
—¿Cómohasido?
—Nomehacreídocuandolehedichoquehabíatantosagujeros,ha
queridotumbarladeladoparamirar,selehaescurridodelasmanosyleha
caídoeneldedogordodelpie.
—Aver—dijoél,mirandoelpiequedescansabaencimadelacolcha,
envueltoenunatoallaquesujetabaunabolsitadeplásticollenadehielosobreel
dedolesionado,paraprevenirlahinchazón.
115
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Era lo que él suponía, pero el dedo tenía
peoraspectodeloquehabía
imaginado,estabahinchado,conlauñadeunrojovivoqueprometía
amoratarseconeltiempo.
—¿Estároto?—preguntó.
—No,papá,puedomoverlosinqueduela.Perodaunoslatigazosmuy
fuertes—dijoChiara.Habíadejadodellorar,perosucaraindicabaqueeldolor
eraintenso—.Porfavor,papá,hazalgo.
—Papánopuedehacernada,Chiara—dijoPaolaladeandounpocoelpiey
ajustandolabolsadehielo.
—¿Cuándohasido?—preguntóél.
—Estatarde,nadamásirtetú—respondióPaola.
—¿Yestáasídesdeentonces?
—No,papá—dijoChiara,defendiéndosedelaimplícitaacusacióndeque
sehabíapasadolatardellorando—.Mehadolidoalprincipio,luegoseha
calmadoyahoravuelveadolerunmontón.—Yahabíapedidounavezasu
padrequehicieraalgo,yChiaranoeradelasquerepitenunapetición.
EntoncesBrunettirecordóalgoquehabíaaprendidohacíaaños,enel
serviciomilitar.Aunodeloshombresdesuunidadselecayóunatapade
alcantarillaeneldedogordodelpie.Noselorompióporqueledioenlapunta,
peroselehinchóyselepusomuyrojocomoaChiara.
—Algosepuedehacer—empezó,yPaolayChiarasevolvieronamirarlo.
—¿Elqué?—preguntaronalunísono.
—Esunpocoespeluznante—dijoél—,peroefectivo.
—¿Quées,papá?—dijoChiara,alaquevolvíaatemblarlelabarbilladel
dolor.
—Tengoqueatravesarlauñaconunaagujaparaquesalgalasangre.
—¡No!—gritóPaola,abrazandomásestrechamenteasuhija.
—¿Funciona,papá?
—Aquellavezfuncionó,hacemuchosaños.Nolohiceyosinoelmédico,peroyo
miraba.
—¿Teparecequepodrás,papá?
Élsequitóelabrigoylodejóalospiesdelacama.
—Creoquesí,cielo.¿Quieresquepruebe?
—¿Mecalmaráeldolor?
—Creoquesí.
—Deacuerdo.
ÉlmiróaPaola,pidiendoopinión.ElladiounbesoaChiaraenelpelo,la
envolvióenunabrazomásapretadoymoviólacabeza,afirmativamente,
tratandodesonreírasumarido.
Élfuealacocina,sacóunaveladeltercercajóndeladerechadelfregadero,la
insertó en una palmatoria de cerámica, tomó una caja de fósforos y volvió al
dormitorio.PusolapalmatoriaenelpupitredeChiara,encendiólavelayfueal
estudiodePaola.Delcajóndearribasacóunclipsujetapapelesyloestirópara
116
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta obtener una fina varilla mientras volvía al
cuartodeChiara.Habíadicho
«aguja»perodespuésrecordóqueelmédicohabíautilizadounclipporque—
segúndijo—unaagujaeramuyfinaparaperforarlauñarápidamente.
Pusolavelaalospiesdelacama,detrásdePaola.
—Creoquevalemásquenomires,cielo—dijoaChiara.Paraimpedirlo,él
sesentóenelbordedelacama,deespaldasaPaola,ydestapóelpie.
Cuandoélletocóeldedo,laniña,instintivamente,loretiródoblandola
rodilla,peroenseguida,conlabocapegadaalhombrodesumadre,dijo:
—Losiento—yvolvióadejarelpieinerte.Élloasióconlamanoizquierda
yretirólabolsadehielo.Tuvoquecambiardepostura,procurandonovolcarla
vela,hastaquedardecaraaellasdos.Tomóelpieysujetófirmementeeltalón
entrelasrodillas.
—Todovabien,cielo.Seráunmomento—dijotomandolavelaconuna
manoysosteniendounextremodelclipconlaotra.Cuandoelcalorleabrasólas
yemasdelosdedos,soltóelclipderramandolaceraenlacolcha.Madreehija
hicieronunamuecadedolorporlobruscodelmovimiento.
—Unmomento,unmomento—dijoél,yvolvióalacocinamascullando
entredientes.Sacóunastenazasdelcajóndeabajoyvolvióaldormitorio.
Cuandohuboencendidolavelaotravezytodovolvíaaestarcomoantes,
asiendounextremodelclipconlastenazas,sostuvoelotroextremoenlallama
hastaquesepusoalrojo.Entonces,rápidamente,paranopensarenloque
hacía,aplicólapuntacandentealcentrodelauñaqueempezóahumear.Le
sosteníaeltobilloconlamanoizquierda,paraimpedirqueretiraraelpie.
Depronto,elhierrodejódeencontrarresistenciayunasangreoscurabrotó
deldedoylecorrióporlamano.Entoncessacóelclipy,actuandomáspor
instintoqueporloquepudierarecordar,apretóeldedoparaquesangraraporel
agujerodelauña.
Durantelaoperación,ChiarahabíaestadoabrazadaaPaola,quehabía
mantenidolosojosapartadosdeloquehacíaBrunetti.Peroallevantarlacabeza
vioqueChiaralomirabaporencimadelhombrodesumadreyluegosemiraba
elpie.
—¿Esoestodo?—preguntó.
—Sí—contestóél—.¿Cómova?
—Mejor,papá.Yanomeaprietanimedalatigazos.—Pasórevistaal
instrumental: vela, tenazas, clip sujetapapeles—. ¿Y eso es todo lo que hay que
hacer?—preguntóconverdaderacuriosidad,olvidandolaslágrimas.
—Esoestodo—respondióéldandounapretónaltobillo.
—¿Creesqueyosabríahacerlo?
—¿Terefieresatimismaoaotrapersona?—preguntóél.
—Lasdoscosas.
—Noveoporquéno.
Paola, a la que Chiara, fascinada por este descubrimiento científico, parecía
haberolvidado,soltóasuhijaqueyahabíadejadodesufrir,yrecogiódela117
DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltacamalabolsadehieloylatoalla.Selevantó,
miróunmomentoalaparejacomoelqueestudiaunaformadevidaalienígenay
sefuealacocina.
118
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta17
Alamañanasiguiente,elpiedeChiarahabíamejoradolosuficientecomo
parapermitirleiralaescuela,aunquedecidióponersetresparesdecalcetinesde
lana y las botas altas de goma, no sólo porque seguía lloviendo y persistía la
amenazadeacquaaltasinoporquelasbotaserananchasynoleoprimíaneldedo
lastimado. Cuando él estuvo vestido y dispuesto para ir a trabajar, ella ya se
habíamarchado,peroélencontróensusitiodelamesadelacocinaunahojade
papelconungrancorazónrojodibujadoy,debajo,enlapulcraletrade
imprenta de su hija: « Grazie, Papà.» Él dobló cuidadosamente el dibujo y lo
guardóenelbilletero.
BrunettinosehabíapreocupadodellamarporteléfonoparaavisaraFlavia
yBrettdesuvisita—dabapordescontadoquelasdosestabanencasa—,
aunquecuandotocóeltimbreyaerancasilasdiez,unahorabastantedecentepara
presentarseenunacasaahablardeasesinatos.
Dijoalavozdelinterfonoquiénerayempujólapesadapuertacuandoel
interruptor accionó la cerradura desde arriba. Dejó el paraguas apoyado en un
rincón,sesacudiócasialamaneradeunperroyempezóasubirescalones.
HoylaquehabíaabiertolapuertaeraBrett,quesonrióalverloyélobservóque
sublancasonrisavolvíaaserladeantes.
—¿DóndeestálasignoraPetrelli?—preguntómientraslaseguíaalasala.
—Flavianosueleestarpresentableantesdelasonce.Y,antesdelasdiez,noestá
nisiquierahumana.—Élviotambiénquelamujersemovíaconmás
soltura,sintomartantasprecaucionesportemoraqueunmovimientoogesto
enteramentenaturaldespertaraeldolor.
Brett indicó un sillón y ocupó su lugar en el sofá; la poca luz que entraba en la
habitación venía de las ventanas situadas detrás de ella y su cara quedaba en
sombra.Cuandoestuvieronsentados,élsacódelbolsilloelpapelconlas
anotacionesquehabíahechoeldíaantes,apesardequenonecesitaba
recordatorioalgunodeloquedeseabaaveriguar.
—HáblemedelaspiezasquevioenChina,lasquecreequesonfalsas—
dijosinpreámbulos.
—¿Quéquieresaber?
—Todo.
—Esoesmucho.
119
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Necesitosaberlotododelaspiezasquecreequefueronrobadas.Y
tambiéncómopudohacerse.
Ellaempezóaresponderinmediatamente:
—Decuatroestoysegura,laotraesauténtica.—Aquísuexpresióncambió
ylomiróconfusa—:Decómosehizonotengoniidea.
Ahorafueéleldesconcertado.
—Puesayeralguienmedijoqueenunlibroquehaescritolededicatodo
uncapítulo.
—Oh—hizoellaconunalivioaudible—,sereferíaaeso,acómose
hicieron. Creí que preguntaba cómo las robaron. De eso no tengo ni idea, pero
puedodecirlecómosefabricanlaspiezasfalsas.
BrunettinoqueríaaludiralaimplicacióndeMatsuko,porlomenos,porel
momento,yselimitóapreguntar:
—¿Cómo?
—Esunprocesobastantesimple.—Suvozcambió,adquiriendoeltono
firmeyrápidodelespecialista—.¿Sabealgodealfareríaocerámica?
—Muypoco—reconocióél.
—LaspiezasrobadaserantodasdelsigloIIantesdeCristo—empezóa
explicar,peroéllainterrumpió:
—¿Hacemásdedosmilaños?
—Sí.Yaentoncesloschinosteníanunacerámicamuybellayunosmétodos
defabricaciónmuysofisticados.Perolaspiezasquefaltansonmuysimples,por
lo menos, lo eran entonces, cuando se fabricaron. No están vidriadas y suelen
tener figuras de animales pintadas a mano. Colores primarios: rojo y blanco, a
menudo,sobrefondonegro.—Selevantóyfuealalibrería.Estuvounratodepie
delantedelmueble,moviendolacabezarítmicamentealleerlostítulos.
Finalmente, extrajo un libro de un estante situado frente a ella y lo llevó hacia
donde estaba Brunetti. Lo abrió por el índice, buscó la página y pasó el libro
abiertoaBrunetti.
Élviolafotodeunavasijaenformadecalabaza,tapada,sinreferenciade
escala.Ladecoraciónestabadivididaentresfranjashorizontales:elcuelloyla
tapadera,unaanchazonacentralyunatercerafranjaquellegabahastalabase.
Enlazonacentral,sobrelapartemásanchadelapieza,seveíalafiguradeun
animalconlabocaabiertaquetantopodíaserunloboestilizadocomounzorroo
incluso,unperro,decolorblanco,conelcuerpoerguidoylacabezavueltahacia
la izquierda, las patas traseras abiertas y las delanteras extendidas a cada lado.
La sensación de movimiento creada por la figura se reflejaba en una serie de
curvasgeométricasyespiralesqueserepetíanalolargodelapartefrontaldela
vasija y, presumiblemente, de su parte posterior no retratada. El borde estaba
picadoydesportillado,perolaimagencentralsehallabaintactayeramuybella.
ElepígrafesóloindicabaquepertenecíaaladinastíaHan,loqueaBrunettinole
decíanada.
—¿SoncosascomoéstalasqueencuentranenXian?—preguntó.
120
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—EstapiezaprocededeloestedeChina,peronodeXian.Esunapieza
singular.DudoqueenXianencontremosalgoparecido.
—¿Porqué?
—Porquehanpasadodosmilaños.—Parecíacreerqueéstaerasuficiente
explicación.
—Dígamecómolacopiaríausted—dijoél,sinapartarlamiradadelafoto.
—Enprimerlugar,necesitaríamosaunbuenceramista,unapersonaque
hubieratenidoocasiónytiempodeestudiarlaspiezasoriginales,quelas
hubieravistodecerca,quehubieratrabajadoconellas,quizáquehubiera
colaborado en una excavación o en una exposición. Eso le habría permitido ver
losfragmentosoriginalesyconocerelespesordelasdistintaspiezas.Luego,un
buenpintor,alguienquepudieracopiarunestilo,captarlaintención,y
reproducireldibujoconexactitud,afindequelapiezaparecieralamismaque
habíaestadoexpuesta.
—¿Seríadifícilconseguireso?
—Muydifícil.Perohayhombresymujeresquesepreparanmuybienpara
esoylohacenmagníficamente.
Brunettipusoeldedojustoencimadelafiguracentral.
—Eldibujoparecedesgastado,realmenteviejo.¿Cómoimitaneso?
—Esrelativamentefácil.Entierranlaspiezas.Hayquienesinclusolas
sumergenenaguasnegras.—Alverlainstintivamuecaderepugnanciade
Brunetti, explicó—: Eso corroe la pintura, que así envejece antes. Luego hacen
saltarpequeñosfragmentos,generalmente,delbordeodelabase.—Ellaseñaló
unapequeñamuescaqueseveíaenelbordedelvasodelafoto,justamente
debajodelatapaderacilíndrica,yotradelabase,dondeéstadescansabaenla
superficiedelamesa.
—¿Esmuydifícil?—preguntóBrunetti.
—Hacerunapiezaqueengañealprofanonoesdifícil,perosíloesdargato
porliebreaunespecialista.
—¿Comousted?—preguntóél.
—Sí—respondióellasinmolestarseenexhibirfalsamodestia.
—¿Cómolasdistingue?—preguntóBrunettiy,matizandolapregunta,
añadió—:¿Quéesloqueleindicaquesetratadeunafalsificación?¿Quéeseso
queotraspersonasnopuedenver?
Antesderesponder,ellahojeóellibro,deteniéndosedevezencuandoa
contemplarunafoto.Luego,locerróymiróaBrunetti.
—Estálapintura,sielcoloreselqueseusabacuandosupuestamentese
fabricólapieza.Yeltrazo,sidenotavacilaciónenlaejecución.Esoindicaque
elpintorestabatratandodecopiareldibujoyteníaquepararseareflexionarpara
adaptarlo a unos cánones. Los artistas originales no tenían que preocuparse por
eso,ellospintabanloquequerían,ysutrazoesfluido.Sinolesgustaba,
probablemente,rompíanlaolla.
Aéllellamólaatenciónestadenominaciónfamiliar.
121
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—¿Ollaovaso?
Ellaseechóareír.
—Ahoradosmilañosdespués,sonvasos,peroparalosquelasfabricaban
ylasusabaneran,sencillamente,ollas.
—¿Paraquéseusaban?—preguntóBrunetti—.Enaqueltiempo.
Ellaseencogiódehombros.
—Paraloquelagentehausadosiempreloscacharros:paraguardarel
arroz,llevaragua,almacenargrano.Esedelanimaltienetapadera,loqueindica
que querían que lo que hubiera dentro estuviera preservado, probablemente, de
losratones.Esoapuntaaarrozoatrigo.
—¿Quévalorpuedentener?—preguntóBrunetti.
Ellaserecostóenelrespaldodelsofáypusounapiernaencimadelaotra.
—Nosécómocontestaraeso.
—¿Porquéno?
—Porque,paraquehayaunprecio,tienequehaberunmercado.
—¿Y?
—Nohaymercadoparaesaspiezas.
—¿Porquéno?
—Porqueexistenmuypocas.LadellibroestáenelMetropolitandeNueva
York.Quizáhayatresocuatromásenmuseosdeotraspartesdelmundo.—
Cerrólosojosunmomento,yBrunettilaviorepasarmentalmentelistasy
catálogos.Cuandolosabrióledijo—:Sólorecuerdotres:dosenTaiwanyunaen
unacolecciónprivada.
—¿Ningunamás?
Ellamoviólacabezanegativamente.
—Ninguna.—Peroañadió—:Porlomenos,queestéexpuestaoforme
partedeunacolecciónconocida.
—¿Yencoleccionesprivadas?
—Quizá.Peroalgunodenosotroshabríaoídohablardeellas,yenningún
librohayreferencias.Creoquepuededecirsequenohaymásqueésos.
—¿Cuántopuedevalerunadelaspiezasqueestánenlosmuseos?—
preguntóély,alverquelamujerempezabaamoverlacabezanegativamente,
atajó—: Ya sé, ya sé, es imposible ponerle precio exacto, pero, ¿podría darme
unaideadelvalor?
Ellatardóenresponder.
—Elprecioseríaelquepidieraelvendedoroelqueelcompradorestuviera
dispuestoapagar.¿Cienmil...?Lospreciossefijanendólares.¿Doscientosmil?
¿Más?Esquenosepuedefijarunprecioporqueexistenmuypocaspiezasde
estacalidad.Dependeríadelinterésdelcompradorporconseguirlaydeldinero
quetuviera.
Brunetticonvirtióelpreciodadoporellaamillonesdeliras:¿doscientos,
trescientos?Antesdequepudieraterminarelcálculo,ellaprosiguió:
122
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Peroesoessóloparalacerámica,losvasos.Queyosepa,noha
desaparecido ninguna de las estatuas de los soldados, pero, si eso ocurriera, no
tendríaprecio.
—Detodosmodos,eldueñonopodríamostrarlaenpúblico,¿verdad?—
preguntóBrunetti.
Ellasonrió.
—Desgraciadamente,haypersonasalasquenoimportanopodermostrar
alpúblicosusbienes.Sóloquierenposeerlos,saberqueunapiezaessuya.Nosé
si los mueve el amor a la belleza o el deseo de propiedad, pero hay gente que
sólodeseatenerunapiezaensucolección,aunquenadielavea.Apartedeellos
mismos,porsupuesto.—Alversuexpresióndeescepticismoañadió—:
Acuérdese de aquel millonario japonés que quería que lo enterraran con su Van
Gogh.
Brunettirecordabavagamentehaberleídolanoticiahacíaunaño.El
hombreadquirióelcuadroenunasubastayluegoestipulóensutestamento
queéldebíaserenterradoconelcuadro,mejordicho,situandolostérminospor
ordendeimportancia,queelcuadrodebíaserenterradoconél.Entonceshuboun
granrevueloenelmundodelarte.
—Alfinelhombresedejódisuadirydijoquerenunciaba,¿verdad?
—Porlomenos,asísepublicó—dijoella—.Yonuncacreíesahistoria,pero
si le hablo de él es para que pueda hacerse una idea de lo que sienten ciertas
personasacercadesusposesiones.Creenquesuderechodepropiedadesel
valorabsolutoyfinalidadprimordialdelcoleccionismo,nolabellezadelobjeto.
—Moviólacabezanegativamente—.Sientonopoderexplicarlomejor,pero,
comoyalehedicho,paramíesonotienesentido.
Brunetticomprendíaqueaúnnoteníaunarespuestasatisfactoriaasu
preguntainicial.
—Sigosincomprendercómopuedesabersiunapiezaeseloriginalouna
copia.—Antesdequeellapudieraresponder,agregó—:Unamigomehadicho
quetienenustedesunsextosentidoquelesdicesiunacosaesauténticaofalsa.
Peroesomeparecemuysubjetivo.Porque,cuandodosespecialistasdiscrepan
y uno dice que una pieza es buena y el otro que es falsa, ¿cómo se resuelve el
caso?¿Llamandoaunterceroysometiéndoloavotación?—Brunettisonrió
dandoaentenderquebromeaba,peronopodíaimaginarotromedio.
Lasonrisaconqueellarespondióindicabaquehabíacaptadoeltono.
—No;recurrimosalostécnicos.Puedenhacerseanálisisparadeterminarla
antigüedaddeunobjeto.—Conuncambiodeinflexiónenlavoz,preguntó—:
¿Seguroquequiereoírtodoesto?
—Sí.
—Procurarénopasarmedepedante—dijodoblandolasrodillasy
recogiendolospiesencimadelsofá—.Sonmuchaslaspruebasquepueden
hacerseconloscuadros:análisisdelacomposiciónquímicadelaspinturaspara
versicorrespondenalaépocaenlaquesesuponequesepintóelcuadro,rayos
123
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta X para ver lo que hay debajo de la capa
superficial y hasta datación al carbono 14. —Él asintió, indicando que estaba
familiarizadoconlostresprocesos.
—Peroaquínosetratadecuadros.
—No,esverdad.Loschinosnuncatrabajaronconóleos,porlomenosen
losperíodosalosquecorrespondíalaexposición.Lamayoríadelaspiezaseran
decerámicaydemetal.Elmetalnuncamehainteresado,porlomenos,deun
modoespecial,peroséqueescasiimposiblecomprobarsuautenticidadpor
métodoscientíficos.Hayquefiarsedelavista.
—¿Yparalacerámica,no?
—Naturalmentequesenecesitalamiradadelperito,peroporfortunalas
técnicas para comprobar la autenticidad son casi tan sofisticadas como para la
pintura.—Hizounapausaantesdevolverapreguntar—:¿Quiereexplicaciones
técnicas?
—Sí,desdeluego—dijoélsacandoelbolígrafo,acciónquelehizosentirse
comounestudiante.
—Latécnicamásutilizada,ytambiénlamássegura,sellama
termoluminiscencia.Paraellobastaconextraerunostreintamiligramosde
cerámicadelapiezaaprobar.—Adelantándoseasupreguntaexplicó—:Es
fácil.Losacamosdelaparteposteriordeunplatoodelabasedeunavasijao
estatua. La cantidad necesaria es casi inapreciable, una muestra. Entonces una
célula fotoeléctrica multiplicadora nos indicará, con un margen de error de un
diezaunquinceporciento,laedaddelmaterial.
—¿Cómoopera?—preguntóBrunetti—.Quierodecir,porquéprincipio.
—Cuandosecuecelaarcilla,verá,sisecueceamásdeunostrescientos
gradoscentígrados,todosloselectronesdelmaterialquedarán...borrados...
Supongoquenohayotrapalabramásgráfica.Elcalordestruyesuscargas
eléctricas.Entonces,apartirdeahí,empiezanaabsorbernuevascargas
eléctricas.Yesoesloquemideelfotomultiplicador,laenergíaabsorbida.
Cuantomásviejoelmaterial,másbrilla.
—¿Yesmuyexacto?
—Comoledigo,conunmargendeerrordehastaunquinceporciento.
Estosignificaqueunapiezaalaqueseatribuyendosmilañosdeantigüedad,la
lectura nos indicará, con una aproximación de unos trescientos años, cuándo se
hizo,esdecir,cuándosecoció.
—¿YprobóustedlaspiezasporestemétodoenChina?
Ellamoviólacabezanegativamente.
—No;enXiannodisponemosdeestosaparatos.
—Entonces,¿cómopuedeestarsegura?
Ellasonrióalresponder:
—Lavista.Mebastóconmirarlasparatenerlacasiabsolutacertezadeque
eranfalsas.
—¿Yquéacabódeconvencerla?¿Consultóaalguien?
124
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Yaselodije.EscribíaSemenzato.Y,cuandonoobtuverespuesta,vinea
Veneciaparahablarconélpersonalmente.—Leahorrólapregunta—.Sí,traje
muestras,muestrasdelastrespiezasmássospechosasydeotrasdosque
tambiénpodíanserlo.
—¿SabíaSemenzatoqueteníaustedesasmuestras?
—No.Noselodije.
—¿Dóndeestán?
—AlvenirhiceescalaenCaliforniaydejéunjuegoaunamigoquees
conservadordelmuseoGetty.Allítienenunbuenequipoylepedíquehicieralas
pruebas.
—¿Lashizo?
—Sí.
--¿Y?
—Cuandosalídelhospitallellamé.Lastrespiezasquemehabíanparecido
falsasfueronhechashacesólounosaños.
—¿Ylasotrasdos?
—Delasotrasdosunaesauténticaylaotrafalsa.
—¿Bastaunasolaprueba?
—Sí.
Encualquiercaso,loqueleshabíaocurridoaellayaSemenzatoera
confirmaciónsuficiente.
Alcabodeunmomento,Brettpreguntó:
—¿Yahoraqué?
—EstamostratandodedescubrirquiénmatóaSemenzatoyquiéneseran
losdoshombresquevinieronaquí.
Lamiradadeellaeradesapasionadayescéptica.Alfinpreguntó:
—¿Yquéposibilidadestienendeconseguirlo?
Él sacó del bolsillo interior las fotos de la policía de Salvatore La Capra y las
pasóaBrett:
—¿Eraésteunodeellos?
Ellamirólasfotosunosmomentosyselasdevolvió.
—Eransicilianos—dijo—.Aestashorasyahabráncobradoyestaránotra
vezencasaconlamujerylosniños.Suviajefueunéxito,hicierontodoloquese
leshabíaencargado:asustarmeamíymataraSemenzato.
—Esonotienesentido.
—¿Yquélotiene?
—Hehabladocongentequeloconocíaoquehabíaoídohablardesus
actividades, y parece ser que Semenzato estaba involucrado en ciertas cosas en
lasqueundirectordemuseonodeberíaintervenir.
—¿Porejemplo?
—Erasociocomanditariodeunnegociodeantigüedades.Otrosdicenque
suopiniónprofesionalestabaenventa.—Alparecer,Brettnonecesitabaquele
explicasenelsignificadodeesteúltimo.
125
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—¿Yesoquéimportanciatiene?
—Sisuintenciónhubierasidomatarlo,hubieranempezadoporahíyluego
hubieranvenidoadecirleaustedquesecallarasinoqueríaquelesucedieralo
mismo.Perono:empezaronporusted.Y,siesohubieraresultado,Semenzato
nosehubieraenterado,porlomenosoficialmente,delasustitución.
—Usteddapordescontadoqueélestabainvolucrado—dijoBrett.Alver
queBrunettimovíalacabezaafirmativamente,comentó—:Esoesmucho
suponer.
—Nocabeotraexplicación—adujoél—.¿Cómosinoibanasaberdónde
encontrarlayestaralcorrientedelacita?
—¿Ysi,apesardeloquemehicieron,yohubierahabladoconél?
Aéllesorprendióqueellanolohubieradeducidoporsímisma,yno
deseabarevelárseloahora.Nocontestó.
—¿Ybien?
—SiSemenzatoestabaimplicadoenesto,loquehubieraocurridosiusted
hubierahabladoconélesevidente—dijoBrunetti,reacioasermásexplícito.
—Puessigosinentenderlo.
—Enlugardematarloaéllahubieranmatadoausted—dijosimplemente.
La miraba a la cara al decirlo. Vio el efecto, primero, en los ojos, espanto e
incredulidad,yluegoobservócómoapretabaloslabiosyselecrispabalacaraal
comprenderlaenormidaddelarevelación.
Afortunadamente,Flaviaeligióestemomentoparahacersuentradaenla
sala,trayendoconsigoesearomafloraldejabón,champúoalgunadeesascosas
queusanlasmujeresparaolerdivinamenteenelmomentodeldíamenos
indicado.¿Porquélamañanaynolanoche?
Vestíaunsencillovestidodelanamarrón,ceñidoalacinturaporvarias
vueltasdeunafajacolornaranjaanudadaaunladoquelecolgabahastamás
abajodelarodillayondeabaalandar.Nollevabamaquillajey,almirarla,
Brunettisedijoquenolehacíaningunafalta.
—Buongiorno—dijoellasonriendoaldarlelamano.
Élselevantóparaestrechársela.FlaviamiróaBrettparaincluirlaensu
ofrecimiento:
—Voyahacercafé.¿Queréisunataza?—Yconunasonrisa—:Esunpoco
tempranoparachampaña.
BrunettiaceptóyBrettrehusólainvitación.Flaviadiomediavueltaysefueala
cocina. Su breve paso había abierto un inciso en la conversación, dejando en
suspensolaúltimafrase,peroahorahabíaquevolveraella.
—¿Porquélomataron?—preguntóBrett.
—Nolosé.¿Quizápordiferenciasconlosotrosimplicados?¿Poruna
desavenenciaacercadeloquehabíaquehacerconusted?
—¿Estásegurodequelomataronporesteasunto?
—Creopreferibletrabajarconestahipótesis—respondióélescuetamente.
Nolesorprendíaqueellaseresistieraaadmitirsupuntodevista.Ello
126
DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltasupondríareconocerqueestabaenpeligro:
muertosMatsukoySemenzato,ella
eralaúnicapersonaquepodíadenunciarelrobo.Quienhubieramatadoa
SemenzatonocreeríaqueellanohabíatraídodeChinasólosospechassino
tambiénpruebasypensaríaquematándoloaélborrabalaúnicapista.Siundía
llegabaadescubrirseelrobo,noerafácilqueelGobiernodelaRepública
PopularChinasospecharadelacodiciacriminaldeloscapitalistasoccidentales
sinoqueprobablementebuscaríaalosladronesensupropiopaís.
—EnChina,¿quiénestabaalcuidadodelaspiezasseleccionadasparala
exposición?
—TratábamosconunempleadodelmuseodePekín,llamadoXuLin.Es
unodesusprincipalesarqueólogosyunaautoridadenHistoriadelArte.
—¿Viajóélconlaspiezas?
Ellamoviólacabezanegativamente.
—No;supasadopolíticoseloimpedía.
—¿Porqué?
—Suabueloeraterrateniente,porloqueélestabaconsiderado
políticamenteindeseableo,cuandomenos,sospechoso.—Observólaexpresión
desorpresadeBrunetti—.Yaséquepareceirracional.—Hizounapausay
agregó—:Esirracional,desdeluego,peroasísonlascosas.Durantela
RevoluciónCultural,estehombrepasódiezañoscuidandocerdosyabonando
con estiércol los campos de coles. Pero, terminada la Revolución, volvió a la
universidady,comoeraunestudiantebrillante,nopudieronevitarque
obtuvieraeseempleoenPekín.Detodosmodos,nolepermitensalirdelpaís.
Los únicos que viajaron con la expedición fueron altos funcionarios del partido
quequeríansaliralextranjeroparairdecompras.
—Yusted.
—Sí;yyo.—Alcabodeunmomento,añadióenvozbaja—:YMatsuko.
—¿Asíqueustedeslaúnicaalaquepuedenhacerresponsabledelrobo?
—Desdeluego,soylaresponsable.Novanaacusaralosfuncionariosdel
partido, que venían en viaje de placer, si pueden echar la culpa de todo a una
occidental.
—¿Quécreeustedqueocurrió?
Ellaagitólacabezaaderechaeizquierda.
—Nohaynadaquetengasentidoy,sialgolotiene,nopuedocreerlo.
—¿Yes?—LointerrumpiólallegadadeFlaviaconunabandeja.Pasópor
sulado,sesentóenelsofáalladodeBrettydejólabandejaenlamesadelante
deellos.Enlabandejahabíadostazasdecafé.DiounaaBrunetti,tomólaotray
searrellanóenelsofá.
—Lehepuestodosterrones.Creoqueesasícomolegusta.
Ajenaalainterrupción,Brettprosiguió:
—Alguiendeaquídebiódeabordaraalgunodelosfuncionariosdel
partido.—AunqueFlavianohabíaoídolapreguntaquehabíadadopieaesta
explicación, no trató de disimular su reacción a la respuesta. Se volvió a mirar
127
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta fijamente a Brett en hosco silencio y luego
intercambióunamiradaconBrunetti.
Comoningunodeellosdecíanada,Brettadmitió—:Deacuerdo.Deacuerdo.O
aMatsuko.QuizáfueMatsuko.
Antesodespués—Brunettiestabaseguro—,severíaobligadaaretirarel
«quizá».
—¿YSemenzato?—preguntóBrunetti.
—Esposible.Entodocaso,alguiendelmuseo.
—¿Algunodeesosfuncionariosdelpartidohablabaitaliano?—preguntóél
repentinamente.
—Sí,dosotres.
—¿Dosotres?—repitióBrunetti—.¿Cuántoshabía?
—Seis.Elpartidocuidabiendelossuyos.
Flaviaresopló.
—¿Ylohablabanbien?¿Lorecuerda?
—Bastantebien—respondióellalacónicamente.Despuésadmitió—:Nolo
bastantebiencomoparaeso.Yoeralaúnicaquepodíaentendermeconlos
italianos.Sihuboalgúntrato,tuvoquehacerseeninglés.—Brunettirecordóque
MatsukosehabíalicenciadoporBerkeley.
Flavia,exasperada,saltó:
—Brett,¿cuándotedejarásdeestupidecesytedaráscuentadeloque
ocurrió?Amínomeimportalotuyoconlajaponesa,perotútienesqueverlas
cosasconclaridad.Estuvidaloqueestáenjuego.—Acabódehablartan
repentinamentecomohabíaempezado,sellevólatazaaloslabiosy,al
encontrarlavacía,ladejóenlamesaconungolpeseco.
Sehizounlargosilenciohastaque,finalmente,Brunettipreguntó:
—¿Cuándopudohabersehecholasustitución?
—Despuésdelaclausuradelaexposición—dijoBrettconvozinsegura.
BrunettimiróaFlaviaque,ensilencio,secontemplabalasmanoscruzadas
enelregazo.
Brettsuspiróprofundamenteydijocasienunsusurro:
—Deacuerdo.Deacuerdo.—Apoyólacabezaenelrespaldodelsofáyse
quedómirandolasgotasdelluviaquerepicabanenelcristaldelaclaraboya.Al
findijo—:Ellavinoasupervisarlaoperacióndeembalado.Teníaque
comprobar cada pieza antes de que la policía de aduanas italiana sellara cada
cajayluegolajaula.
—¿Ellahubierareconocidounafalsificación?—preguntóBrunetti.
LarespuestadeBretttardóenllegar.
—Sí;ellahubieravistoladiferencia.—Duranteunmomento,élpensóque
ibaadecirmás,perocalló.Mirabalalluvia.
—¿Cuántotardaríanenembalarlotodo?
Brettreflexionóunmomentoantesdecontestar:
—Cuatroocincodías.
—¿Yentoncesqué?¿Adondefueronlasjaulas?
128
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—FueronaRomaconAlitalia,perosequedaronallímásdeunasemana
porqueenelaeropuertohabíahuelga.DeRomafueronaNuevaYork,dondela
aduanaamericanalasretuvo.Finalmente,fueronembarcadasenunaviónde
laslíneasaéreaschinasyllevadasaPekín.Cadavezquelasjaulassecargabany
descargabandeunavión,seinspeccionabanlossellosyenlosaeropuertos
extranjeroshabíaguardiasquelasvigilaban.
—¿CuántotiempotranscurriódesdequelaspiezassalierondeVenecia
hastaquellegaronaPekín?
—Másdeunmes.
—¿Ycuánto,hastaqueustedlasvio?
Ellaserevolvióenelsofáantesdecontestar,ysinmirarledijo:
—Comoyalehedicho,novolvíaverlashastaesteinvierno.
—¿Dóndeestabaustedcuandofueronembaladas?
—Yaselodije,enNuevaYork.
—Conmigo—intervinoFlavia—.YodebutabaenelMet.Estrenábamosdos
díasantesdequelaexposiciónseclausuraraaquí.PedíaBrettqueme
acompañarayellavino.
AlfinBrettapartólamiradadelalluviaysevolvióhaciaFlavia.
—YdejéqueMatsukoseencargaradelembarque.—Volvióaapoyarla
cabezaenelsofáyamirarlasclaraboyas—.MefuiaNuevaYorkparauna
semanaymequedétres.LuegomefuiaPekínaesperarelembarque.Comono
llegaba,volvíaNuevaYorkygestionéeldespachoporlaaduanadeEstados
Unidos.Peroentonces—agregó—decidíquedarmeenNuevaYork.Llaméa
MatsukoparadecirlequemeretrasaríayellaseofrecióairaPekínpararevisar
lacoleccióncuandoporfinllegaraaChina.
—¿Ellateníaqueexaminarlaspiezasquecomponíanlaexpedición?—
preguntóBrunetti.
Brettasintió.
—SiustedhubieraestadoenChina,¿hubieradesembaladolacolección
personalmente?
—Esloqueacabodedecirle—respondióBrettsecamente.
—¿Yhubieradescubiertolasustituciónenaquelmomento?
—Naturalmente.
—¿Vioalgunadelaspiezasantesdeesteinvierno?
—No.CuandollegaronaChina,desaparecieronenunaespeciedelimbo
burocráticoduranteseismeses,luegofueronexhibidasenunosalmacenesy
finalmentefuerondevueltasalosmuseosquelashabíanprestado.
—¿Yfueentoncescuandosediocuentadequenoeranlasmismas?
—Sí,yescribíaSemenzato.Fuehaceunostresmeses.—Bruscamente,
levantólamanoygolpeóelbrazodelsofá—.Cerdos—dijoconlavozahogada
porelfuror—.Cerdoscanallas.
Flavialepusolamanoenlarodillaparacalmarla.
Brettsevolvióhacíaellaysincambiarlavozledijo:
129
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Flavia,noestucarreralaqueestáarruinada.Elpúblicoseguirá
acudiendoaoírtecantarhagasloquehagas,peroesagentehadestruidodiezaños
demivida.—Seinterrumpióunmomentoyagregó,suavizandolavoz—:
YtodaladeMatsuko.
CuandoFlaviafueaprotestar,prosiguió:
—Seacabó.Cuandoloschinosseenteren,nomedejaránvolver.Yoera
responsabledeesaspiezas.MatsukometrajolospapelesdePekínyyolos
firmécuandoregreséaXian.Dabafedequeestabantodasydequesehallaban
enelmismoestadoquecuandosalierondelpaís.Hubieradebidoestarallí
comprobándolotodo,perolaenviéaellaenmilugarporqueyoestabaen
NuevaYorkcontigo,oyéndotecantar.Yesomehacostadomicarrera.
Brunetti miró a Flavia, la vio enrojecer ante la cólera creciente de Brett, vio la
elegantelíneaqueformabanhombroybrazomientrasmirabaaBrett
ladeandoelcuerpo,contemplólacurvadesucuelloysumentón.Quizávalíael
sacrificiodeunacarrera.
—Loschinosnotienenporquéenterarse—dijoél.
—¿Qué?—preguntaronlasdosalavez.
—¿Dijoaesosamigosquehicieronlaspruebasdequéeranlasmuestras?—
preguntóaBrett.
—No.¿Porqué?
—Entonces,alparecer,nosotrossomoslosúnicosquesabenloocurrido.
Eso,anoserqueustedlodijeraaalguienenChina.
Elladenegóconlacabeza.
—Noselodijeanadie.SóloaSemenzato.
AquíintervinoFlaviaparadecir:
—Ynohayquetemerqueélselodijeraaalguien,apartedelapersonaala
quelosvendió.
—Peroyotengoquedecirlo—insistióBrett.
BrunettiyFlaviasemiraron.Losdossabíanloquehabíaquehacereneste
caso,yaamboslescostóungranesfuerzonoexclamar:«¡Americanos!»
Flaviadecidióexplicárselo:
—Mientrasloschinosnoseenteren,tucarreraestaráasalvo.
ParaBrettfuecomosiFlavianohubieradichonada.
—Esaspiezasnosepuedenexhibir.Sonfalsas.
—Brett—dijoFlavia—,¿cuántotiempohacequehanvueltoaChina?
—Casitresaños.
—¿Ynadiesehadadocuentadequenosonauténticas?
—No—concedióBrett.
AquíintervinoBrunetti:
—Entoncesnoesprobablequellegueadescubrirse.Además,podrían
habersesustituidoencualquiermomentodeloscuatroúltimosaños.
—Peronosotrossabemosquenoesasí.
130
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Esoesprecisamenteloqueyodigo,cara.—Flaviadecidióvolvera
explicárselo—.Apartedelosquerobaronlosvasos,nosotrossomoslosúnicos
quelosabemos.
—Esonoimporta—dijoBrett,alzandodenuevolavozconindignación—.
Además,antesodespuésalguienlodescubrirá.
—Y,cuantomástardeenllegaresemomento,mejorparati,menos
probableseráqueasociencontigoloocurrido.—Hizounapausaparadejarque
suspalabrashicieranefectoyagregó—:Anoserquequierasecharporlaborda
diezañosdetrabajo.
Brettestuvomuchoratosinhablar.Losotroslaobservabanmientrasella
consideraba todo lo dicho. Brunetti estudiaba su expresión y le parecía estar
viendolapugnaentresentimientoyrazón.Cuandovioqueellaibaahablar,
dijoimpulsivamente:
—Claroque,sidescubrimosquiénmatóaSemenzato,esprobableque
recuperemos los vasos originales. —No podía saberlo, pero había visto la cara
deBrettysabíaqueibaanegarseacallar.
—Pero,aunqueasífuera,tendríanquevolveraChina,yesoesimposible.
—Imposibleno—replicóFlaviariendo.AlcomprenderqueBrunettisería
másreceptivo,sevolvióhaciaélyexplicó—:Lasleccionesmagistrales.
Brettsaltóalinstante:
—Dijistequeno,rechazastelainvitación.
—Eso fue el mes pasado. ¿De qué me serviría ser prima donna si no puedo
cambiar de opinión? Tú misma me dijiste que, si aceptaba, me tratarían como a
una reina. No iban a registrarme las maletas en el aeropuerto de Pekín, estando
allíelministrodeCulturapararecibirme.Comosoyunadiva,esperaránque
viajecononcemaletas.Noescosadedecepcionarlos.
—¿Ysi,apesardetodo,abrenlasmaletas?—preguntóBrett,peronohabía
temorensuvoz.
LareaccióndeFlaviafueinmediata:
—Simalnorecuerdo,aunodenuestrosministrosleencontrarondrogaen
unaeropuertodeÁfricaynopasónada.YenChinatienequesermuchomás
importanteunadivaqueunministro.Además,loquenospreocupaestu
reputación,nolamía.
—Seriedad,Flavia.
—Habloenserio.Noexistenilamásremotaposibilidaddequeregistren
miequipaje,porlomenos,alentrar.Túmehasdichoqueeltuyonolohan
miradonunca,yhaceañosqueentrasysalesdeChina.
—Siemprepuededarseelcaso,Flavia—dijoBrett,peroBrunettipercibió
quenolocreía.
—Porloquemehascontadodesusideassobremantenimiento,más
probabilidadeshaydequeelaviónseestrelle,peronoporesovamosadejarde
ir.Además,podríaserinteresante.QuizámedéalgunaideasobreTurandot.—
Brunetticreyóquehabíaterminadodehablar,peroentoncesañadió—:¿Ypor
131
DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltaquéperdemoseltiempohablandodeesto?—
MiróaBrunetticomosilehiciera
responsabledelrobodelosvasos.
Brunettidescubrióentoncesconsorpresaquenoteníaniideadesiella
hablabaenseriocuandodecíaquellevaríalaspiezasaChinadecontrabando.Y
dijoaBrett:
—Encualquiercaso,ahoranopuedeusteddecirnadaaloschinos.
QuienquieraquehayamatadoaSemenzatonosabequenoshahabladodela
sustitución, y tampoco, que hemos descubierto el móvil del asesinato. Y quiero
quesigaignorándolo.
—Peroustedhavenidoaestacasaytambiénfuealhospital—objetóBrett.
—Brett,ustedmismadijoqueaquelloshombresnoeranvenecianos.Yo
podríasercualquiera,unamigo,unpariente.Ynomehanseguido.—Era
verdad.Sólounnativodelaciudadpodríaseguiraotrapersonaporsus
estrechascalles,sólounvenecianopodíaconocersusintrincadosvericuetosysus
callejonessinsalida.
—Entonces,¿quéhago?—preguntóBrett.
—Nada—respondióél.
—¿Quéquieredecir?
—Eso,sencillamente.Enrealidad,seríaprudentequesefueradelaciudad
duranteunatemporada.
—Nomeapetecemuchoandarporahíconestacara—dijoella,perolodijo
humorísticamente:buenaseñal.
FlaviadijoentoncesaBrunetti:
—HeestadotratandodeconvencerlaparaquemeacompañeaMilán.
Buenaliado,Brunettipreguntó:
—¿Cuándoseva?
—Ellunes.Yaleshedichoqueeljuevescantaré.Hanpreparadounensayo
conpianoparaelmartesporlatarde.
ÉlpreguntóaBrett:
—¿Piensair?—Comoellanocontestara,agregó—:Creoqueesunabuena
idea.
—Lopensaré—fuelomásqueBrettseavinoadecir,yBrunettidecidióno
insistir.Sialguienpodíaconvencerla,seríaFlavia,noél.
—Sidecideir,leagradeceréquemeavise.
—¿Creequeexistepeligro?—preguntóFlavia.
Brettseadelantóacontestar:
—Probablemente,habríamenospeligrosicreyeranquehehabladoconla
policía.Asínotendríanquehaceralgoparaimpedírmelo.—YaBrunetti—:
Tengorazón,¿no?
Élnoteníalacostumbredementir,nisiquieraalasmujeres.
—Sí,esverdad.Cuandoloschinosseaninformadosdelafalsificación,el
quemataraaSemenzatoyanotendrámotivosparatratardecerrarlelabocaa132
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta usted. Sabrán que su intimidación no la
detuvo.—Comprendíaquetambién
podíantratardesilenciarlapermanentemente,peroprefiriónodecirlo.
—Fantástico—dijoBrett—.Puedoinformaraloschinosysalvarel
pescuezoperohundirmicarrera.Omecallo,salvomicarreraysólotengoque
preocuparmedesalvarelpescuezo.
FlaviaseinclinóypusolamanoenlarodilladeBrett.
—Eslaprimeravezquemeparecestúdesdequeempezóesto.
Brettsonrió:
—Nadacomoelmiedoalamuerteparaespabilarlaauna.
FlaviairguióelbustoypreguntóaBrunetti:
—¿Diríaustedqueloschinosestáninvolucradosenesto?
Brunettinoeramáspropensoquecualquierotroitalianoacreerenteorías
de conspiración, lo que significa que solía verlas hasta en la coincidencia más
inofensiva.
—Nocreoquelamuertedesuamigafueraaccidental—dijoaBrett—.Eso
quieredecirqueesagentetieneaalguienenChina.
—Quienquieraquesea«esagente»—apostillóFlaviaconénfasis.
—Elqueyonosepaquiénessonnosignificaquenoexistan—ledijo
Brunetti.
—Precisamente—convinoFlavia,ysonrió.
ÉldijoentoncesaBrett:
—Poresocreoqueseríamejorquesefueradelaciudadunatemporada.
Ellaasintióvagamente,aunquesindudanoconvencida.
—Simevoy,selocomunicaré.—Nopodíaconsiderarseunapromesa.
Volvióaapoyarlacabezaenelrespaldo.Encimadeellosrepicabalalluvia.
ÉlvolviósuatenciónaFlavia,queseñalólapuertaconlamiradaehizoun
pequeñogestoconlabarbillaparaindicarlequeerahoradeirse.
Brunetticomprendióqueyaestabadichocasitodoysepusoenpie.Brett,
alverlo,pusolospiesenelsueloyfuealevantarse.
—Notemuevas—dijoFlavia,queyaibahaciaelrecibidor—.Yolo
acompañaré.
ÉlseinclinóparaestrecharlamanodeBrett.Ningunodelosdoshabló.
Enlapuerta,Flavialetomólamanoyselaapretóconcalor.
—Gracias—fueloúnicoquedijo,ysostuvolapuertamientrasélcruzaba
pordelantedeellayempezabaabajarlaescalera.Lapuerta,alcerrarse,cortóel
sonidodelalluvia.
133
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta18
AunquehabíaaseguradoaBrettquenolohabíanseguido,Brunettiseparó
unmomentoalsalirdelacasa,antesdetorcerporlacalledellaTestaymiróa
derechaeizquierda,buscandoalgunacaraalaquepudierarecordarhabervisto
cuandoentró.Ningunaleresultabafamiliar.Echóaandarhacialaderechay
entoncesleacudióalamemoriaalgoquelehabíandichohacíaaños,cuando
vinoalbarriobuscandoelapartamentodeBrett.
Giróhacialaizquierdahastalaprimeracalleanchatransversal,la
Giancinto Gallina, y allí, en la esquina, tal como lo recordaba de su primera
visita, estaba el quiosco de prensa, frente al colegio de segunda enseñanza, de
caraalaqueeralaprincipalarteriadelbarrio.Y,comosinosehubieramovido
desde la última vez que él la había visto, encontró a la signora María,
encaramadaaunaltotabureteenelinteriordelquiosco,consutoquillade
mediaqueledabaporlomenostresvueltasalcuello.Teníalacaracolorada,del
frío,deunbrandymatinalo,quizá,delasdoscosas,ysupelocortoparecíamás
blancoporelcontraste.
—Buongiorno,signoraMaria—dijoélalzandolacaraconunasonrisahaciala
mujerparapetadadetrásdediariosyrevistas.
— Buon giorno, commissario —le respondió la mujer, como si fuera un viejo
cliente.
—Sisabequiénsoy,signora,sabrátambiénporquéestoyaquí.
—L'americana?—preguntóella,aunqueenrealidadnoeraunapregunta.
Élnotóunmovimientoasuespalda;derepente,unamanoseadelantócon
rapidez y agarró un periódico de uno de los montones que Maria tenía ante sí,
alargandoalamujerunbilletedediezmilliras.
—Digaasumadrequeelfontaneroiráestatardealascuatro—dijoMaria
aldevolverelcambio.
—Grazie,Maria—dijolajoven,ysefue.
—¿Enquépuedoayudarle?—lepreguntóMaria.
—Usteddebedeveratodoelquepasaporestacalle.—Ellaasintió—.Sive
rondarporaquíaalguienquenoseadelbarrio,¿podríallamaralaquestura?
—Claroquesí,comisario.Hetenidolosojosbienabiertosdesdequeella
volvióacasa,peronohevistoanadie.
134
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaOtramano,éstamasculina,cruzópordelante
deBrunettiytomóun
ejemplar de La Nuova. La mano se retiró para reaparecer al momento con un
billetedemillirasyunasmonedasqueMariarecibióconun«Grazie»amedia
voz.
—¿HasvistoaPiero,Maria?—preguntóelhombre.
—Estáencasadetuhermana.Hadichoqueteesperaallí.
—Grazie—dijoelhombrealejándose.
Brunetticomprendióquehabíaacudidoalapersonaapropiada.
—Sillama,preguntepormí—dijosacandolabilleteraparadarleuna
tarjeta.
—Deacuerdo,dottorBrunetti—dijolamujer—.Yatengoelnúmero.Sihayalgo,
lollamo.—Alzóunamanoenademánamistosoyélvioquellevaba
guantesdelanaconlaspuntasrecortadas,paramanejarelcambio.
—¿Quieretomaralgo,signora?—preguntóseñalandoconunmovimiento
delacabezaelbarsituadoenlaesquinadeenfrente.
—Novendríamaluncafécontraelfrío—respondióella—.Uncaffècorretto
—puntualizó, y él asintió. Si tuviera que estar toda la mañana aquí sentado, sin
moverse,conestefríohúmedo,tambiénlegustaríaunchorrodegrappaenel
café.Lediolasgraciasotravezyentróenelbar,dondepagóuncaffè corretto
para que se lo llevaran a la signora Maria. Por la reacción del camarero, era
evidentequeéstaeraprácticanormalenelvecindario.Brunettinorecordabasi
había en el actual Gobierno un ministro de Información; si así era, nadie mejor
cualificadoparaelcargoquelasignoraMaria.
Alllegaralaquestura,subiórápidamenteasudespacho,que,
sorprendentemente, no estaba ni glacial ni tropical. Durante un momento fugaz,
alimentólailusióndequealfinelsistemadecalefacciónhubierasidoreparado,
ilusiónquesedesvaneciócuandoelradiadorsituadodebajodelaventanase
pusoasoltarvaporconungemidoagudo.Entonces,alverelmontónde
papelesqueteníaencimadelamesa,Brunettiseexplicóelfenómeno:la
signorinaElettradebíadehaberlostraídohacíapocoyhabíaabiertolaventana
unosminutos.
Colgóelabrigodetrásdelapuertayseacercóalamesa.Sesentóyempezó
a leer los documentos. El primero era un extracto de las cuentas bancarias de
Semenzato correspondientes a los cuatro últimos años. Brunetti no tenía ni la
menorideadecuántoganabaundirectordemuseo,datoquesepropusoaveriguar,
perosabíaloqueeranlascuentasdeunapersonarica.Sehabían
hechoingresoscuantiosossinaparenteregularidadyanálogamente,sinuna
pautamanifiesta,sehabíanretiradoimportesdecincuentamillonesomás.Enel
momentodelamuertedeSemenzato,elsaldoeradedoscientosmillonesde
liras,unasumaenormeparatenerlaenunacuentadeahorro.Losdatosque
figurabanenlasegundahojaindicabanquesusinversionesenbonosdelEstado
ascendíanaldobledeestacantidad.¿Unaesposarica?¿OperacionesdeBolsa
afortunadas?¿Oalgomás?
135
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta En las hojas siguientes se detallaban las
llamadas al extranjero hechas desde el número de su despacho. Eran varias
docenas,perotampocoseadvertíaun
patrón.
Lastresúltimashojasrecogíanlosimportespagadosconcargoalastarjetasde
créditodurantelosdosúltimosaños,yBrunettipudodeducirdeelloslosbilletes
deaviónadquiridos.Repasólalistarápidamente,sorprendidoporlafrecuenciay
laenvergaduradelosviajes.Alparecer,paraeldirectordelmuseo,pasarunfin
desemanaenBangkokeratannormalcomoparacualquier
personairsealacasadelaplaya.OhacerunavisitadetresdíasaTaipeiy,de
regresoaVenecia,dormirunanocheenLondres.Eldetalledeloscargosdesus
dostarjetasdecréditoindicabaqueSemenzatonoescatimabaenlosgastos
cuandoviajaba.
Debajodeestospapeles,encontróunfajodehojasdefaxsujetasconun
clip.TodashacíanreferenciaaCarmelloLaCapra.Enlaprimerahoja,la
signorinaElettrahabíaescritoenlápizlaobservación:«Unhombreinteresante.»
ElpadredeSalvatorenoteníaunmediodevidavisible:niempleonitrabajofijo.
Ensudeclaracióndeimpuestosdelostresúltimosañosindicabala
profesiónde«asesor»,términoque,asociadoasuprocedenciadePalermo,hizo
sonar señales de alarma en la mente de Brunetti. Su extracto bancario indicaba
quesehabíaningresadofuertessumasensusdistintascuentas,endivisas,porasí
decir,interesantes,cuandonosospechosas:pesoscolombianos,escudos
ecuatorianosyrupiaspaquistaníes.Brunettiencontróunacopiadelaescriturade
ventadelpalazzo que La Capra había comprado hacía dos años y que debió de
pagarenefectivo,yaquedeningunadesuscuentassehabíaretiradouna
sumaproporcionadaalaadquisición.
Lasignorina Elettra había conseguido no sólo copias de los estados de cuentas
deLaCaprasinotambiénliquidacionesdelospagoshechosconlas
tarjetasdecrédito,tancompletascomolasqueellahabíaobtenidode
Semenzato.Brunetti,quesabíalomuchoquesetardabaenconseguiresta
informaciónporlavíaoficial,notuvomásremedioqueadmitirquehabíansido
obtenidosextraoficialmente,loqueprobablementeequivalíaadecir
ilegalmente.Asíloadmitió,ysiguióleyendo.Sotheby'sylataquilladel
MetropolitanOperadeNuevaYork,Christie'syelCoventGardendeLondresy
laSydneyOperaHouse,seguramente,alregresodeunfindesemanaenTaipei.
LaCaprasehabíahospedado,cómono,enelOrientaldeBangkok,dondeal
parecerpasóunfindesemana.Alveresto,Brunettibuscólalistadelosviajesy
laliquidacióndelospagoscontarjetadecréditodeSemenzato.Pusounpapelal
ladodelotro.LaCapraySemenzatohabíanpasadoenelOrientallasmismasdos
noches.Brunettiseparólashojasdeunoyotroylasdispusoencimadelamesaen
doscolumnas.Porlomenosencincoocasiones,SemenzatoyLaCapra
habíanestadoenunaciudadextranjeraenelmismohotelylasmismasfechas.
¿Sentíaelcazadorestaemocióncuandoveíalasprimerashuellasenla
nieve o cuando oía un susurro de hojas a su espalda y al volverse descubría el
136
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta vivo flamear de unas alas? La Capra y su
nuevo palazzo, La Capra y sus compras en Sotheby's, La Capra y sus viajes al
Próximo y al Lejano Oriente. Su camino se cruzaba repetidamente con el de
Semenzato,yBrunettisospechóque
larazónerasucomúninterésporlascosasmuybellasymuycaras.¿YMurino?
¿CuántosdelosobjetosqueadornabanelnuevohogardelsignorLaCaprahabían
salidodesutienda?
BrunettidecidióbajaraldespachodelasignorinaElettraparadarlelasgracias
personalmenteperoabstenersedepreguntarporsufuentede
información.Lapuertadeldespachoestabaabierta,yellatecleabaenel
ordenadormirandolapantallaconlacabezaladeada.Hoylasflores—observó
Brunetti—eranrosasrojas,porlomenos,dosdocenas,símbolodeamory
añoranza.
Ellanotósupresencia,levantólamiradahaciaél,sonrióydejódeescribir.
—Buongiorno,comisario.¿Enquépuedoayudarle?
—He venido a darle las gracias, bravissima Elettra, por los papeles que ha
dejadoenmimesa.
Ellasonrió,aloírleusarsunombredepila,comosivieraenellountributoyno
unalibertad.
—Nohaydequédarlas.Interesanteslascoincidencias,¿verdad?—
preguntósintratardedisimularlasatisfacciónqueleproducíahaberlas
observado.
—Muyinteresantes.¿Ylaslistasdellamadastelefónicas?¿Lastiene?
—Estánverificándolas,paraversihablaronelunoconelotro.Tienenlas
listasdelteléfonodelsignorLaCapradePalermoademásdelteléfonoyelfax
quesehizoinstalaraquí.Leshepedidoquebusquensialgunallamada
procedíadeldomiciliooeldespachodeSemenzato,peroesollevamástiempoy
probablementenolotendremoshastamañana.
—¿TodoestolodebemosasuamigoGiorgio?—preguntóBrunetti.
—No;élestáenRoma,haciendouncursillo,demodoquelesdijequeel
vicequestorePattanecesitabaestainformacióninmediatamente.
—¿Lepreguntaronparaquélanecesitaba?
—Claroquesí,comisario.Noquerríaustedquefacilitaranestaclasede
informaciónsinladebidaautorización,¿verdad?
—Porsupuestoqueno.¿Yquélesdijo?
—Queeraunasuntoconfidencial.AsuntodelGobierno.Esoharáque
trabajenmásaprisa.
—¿Ysielvicequestoreseentera?¿Ysiellosselomencionanyledicenqueha
usadoustedsunombre?
Lasonrisadelamuchachasehizomáscálidatodavía.
—Lesdijequeéltendríaquenegarqueestabaalcorrienteyquenole
gustaría que le hablaran de ello. Además, me parece que están acostumbrados a
hacercosastalescomocontrolarteléfonosparticularesyhacerlistasde
llamadas.
137
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Esomepareceamítambién—convinoBrunetti.Einclusoteníala
impresióndequeseguardabangrabacionesdeloqueciertaspersonasdecían
durante esas llamadas, una idea paranoica que compartía con buena parte de la
población,peronolodijoalasignorinaElettrasinoquelepreguntó—:¿Existe
algunaposibilidaddequenoslasdenhoy?
—Lesllamaré.Alomejorestatarde.
—¿Tendrálabondaddesubírmelassillegan,signorina?
—Naturalmente—respondióella,volviendoamirarelteclado.
Él fue hacia la puerta, pero antes de llegar, tratando de aprovechar el clima de
confianzadelosúltimosminutos,dijo:
—Signorina,perdonelapregunta,perosiempremehaintrigadoporquévinoa
trabajar para nosotros. No todo el mundo renunciaría a un empleo en la Banca
d'Italia.
Elladejódeescribir,peromantuvolosdedosenlasteclas:
—Oh,meapetecíauncambio—respondióconnaturalidad,yvolvióa
concentrarseenlaescritura.
«Sí,ylospecesvuelan»,pensabaBrunettialsubirasudespacho.Durante
su ausencia, el calor se había hecho tórrido, por lo que abrió las ventanas unos
minutos, aunque no del todo, para que no entrara la lluvia. Luego las cerró y
volvióasumesa.
LaCapraySemenzato:elmisteriosopersonajedelSuryeldirectordel
museo.Elhombreacaudaladoconpasiónporellujoyeldirectordemuseobien
situado para satisfacerla. Eran una pareja interesante. ¿Qué otros objetos podía
tenerensupoderelsignorLaCapra?¿Lostendríayaensupalazzo?¿Sehabían
terminadolostrabajosderestauracióny,entalcaso,quécambiossehabían
hecho?Seríafácilaveriguarlo:noteníamásqueiralayuntamientoypedirquele
enseñaran los planos. Desde luego, lo que figurara en los planos quizá no se
parecieramuchoaloquesehabíahechoenrealidad,perosipreguntabacuálde
losinspectoresmunicipaleshabíafirmadolalicencia,podríahacerseunaideade
larelación.
Quedabalacuestióndequéobjetospodíacontenerelreciénrestaurado
palazzo,peroaveriguarloexigíaotraclasedeplanteamiento.EnVenecia,ciudad
en la que palazzi como el de La Capra se vendían a razón de siete millones de
liraselmetrocuadrado,noexistíaelmagistradoquelibraseunaordende
registrosobrelabasedeunacoincidenciadefechasenunasfacturasdehotel.
Brunettidecidióprobarprimerolavíaoficial,loquesuponíahaceruna
llamadaalotroextremodelaciudad,alasoficinasdelcatasto,dondeteníanque
registrarsetodoslosplanos,proyectosycambiosdepropiedad.Tardómucho
enconseguircomunicaciónconeldespachoadecuado,ysullamadadeambuló
porlosteléfonosdefuncionariosdisplicentesque,antesyadequeBrunetti
tuvieraocasióndeexplicarlesloquequería,estabansegurosdequeesa
informacióndebíadárselaotrapersona.Variasvecesprobódehablaren
veneciano,confiandoenqueelusodeldialectolefacilitaralascosasal
138
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta demostrar a la persona que estaba al otro
extremodelhiloquequienllamaba
era no sólo un policía sino un veneciano nativo. Las tres primeras personas le
contestaronenitaliano—noeranvenecianas—ylacuarta,enunsardocerradoy
totalmente incomprensible, por lo que Brunetti tuvo que recurrir otra vez al
italiano; pero ni aun así. Finalmente, tras varias tentativas más, encontró lo que
buscaba.
Sintióvivaalegríacuandooyóunavozdemujerquehablabaenelmás
purovenecianoy,porsifuerapoco,conmarcadoacentodeCastello.Olvidenlo
quedijoDantedequesieltoscanotienedulcesabor.Éstasíqueeralenguapara
eldeleite.
Mientrasesperabapacientementequelaburocraciaseavinieraa
escucharle,Brunettiabandonólapretensióndeconseguirunacopiadelos
planos,porloqueselimitóapedirelnombredelaempresaquehabíahechola
restauración.EraScattalon,unadelasmejoresymáscarasdelaciudad.En
realidad,estafirmateníauncontrato,másomenosaperpetuidad,para
proteger el palazzo de su suegro contra los no menos perpetuos estragos del
tiempoylasmareas.
Arturo,elhijomayordeScattalon,estabaeneldespacho,peronoestaba
dispuestoarevelaralapolicíadatosdeuncliente.
—Losiento,comisario,perosetratadeinformaciónreservada.
—Loúnicoquemeinteresaespoderhacermeunaideaaproximadadel
importedelasobras,diezmillonesmásomenos—explicóBrunetti,queno
comprendíaporquéhabíadeserreservadaoconfidencialestainformación.
—Losiento,peroestotalmenteimposible.—Enelotroextremodelhilose
apagó el sonido, y Brunetti supuso que Scattalon había tapado el micro con la
manoparahablarconotrapersona.Almomentodecía—:Paradarestaclasede
información,necesitamosunapeticiónjudicial.
—¿Serviríadealgosiyolepidieraamisuegroquehablaraconsupadre?
—preguntóBrunetti.
—¿Yquiénessusuegro?—preguntóScattalon.
—ElcondeOrazioFalier—dijoBrunettisaboreandoporprimeravezensu
vidacadaunadelassonorassílabasquesedeslizabanporsulengua.
Nuevamenteseahogóelsonidoalotroextremo,peroBrunettiaúnpercibía
unroncomurmullodevocesmasculinas.Elteléfonogolpeóligeramenteuna
superficiedura,seoyeronruidosdefondoyotravozquedecía:
— Buon giorno, dottor Brunetti. Tiene que perdonar a mi hijo. Es nuevo en la
empresa.Acabadesalirdelauniversidadytodavíanoestáfamiliarizadoconel
negocio.
—Desdeluego,signorScattalon,locomprendoperfectamente.
—¿Quéinformacióndesea,dottorBrunetti?—preguntóScattalon.
139
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—LacifraaproximadadeloqueelsignorLaCaprainvirtióenla
restauracióndesupalazzo.
—Desdeluego,dottore.Unmomento,voyabuscarlacarpeta.—Elteléfonofue
puestootravezenlamesa,peroScattalonnotardóenvolver.Dijoquenosabíaa
cuántohabíaascendidoelpreciodecompra,perocalculabaque,
duranteelúltimoaño,suempresahabíafacturadoaLaCapraporlomenos
quinientos millones, en concepto de mano de obra y materiales. Brunetti supuso
queéstaeralacifrainbianco,elimporteoficialquesedeclararíaalGobierno.
ComonoconocíaaScattalon,nopodíapreguntaralrespecto,peroerade
suponer que la mayor parte del trabajo se había pagado in nero, con lo que
Scattalonseevitabatenerquedeclararypagarimpuestosporelingreso.
Brunetticalculóquealoindicadohabríaquesumarporlomenosotros
quinientosmillonesdeliras,embolsados,sinoporelpropioScattalon,porotros
industrialesalosquesehubierapagadoennegro.
Respectoalostrabajosensí,Scattalonnopudosermásexplícito.Tejadoy
cielorasonuevos,refuerzodelaestructuraconvigasdeacero(conla
consiguientemultaquehuboquepagarporello),eliminacióndelrevoquede
las paredes, enyesado, cambio de la instalación de agua y electricidad y de los
sistemasdecalefacciónyaireacondicionado,construccióndetresescaleras
nuevas, colocación de parquet en los salones principales y doble vidrio en las
ventanasdetodoeledificio.Brunetti,aunsiendoprofanoenlamateria,
comprendíaquelaobrateníaquehabercostadomuchomásdeloqueScattalon
decía.Enfin,alláselascompusieraconelfisco.
—Teníaentendidoquehabíaproyectadounasalaparasucolección—
inventóBrunetti—.¿Noacondicionaronustedesunespacioparapinturaso...—
aquíhizounapausa,confiandoenacertar—...cerámicas?
Scattalon,trasunabrevevacilación,durantelacualdebiódesopesarsus
obligacionesparaconLaCaprayconelconde,respondió:
—Habíaenlaterceraplantaunasalaquepodíaservircomounaespeciede
galería.Pusimoscristalapruebadebalasyrejasentodaslasventanas.Estáenla
parte de atrás del palazzo —agregó Scattalon— y las ventanas miran al Norte,
por lo que recibe luz indirecta, pero son grandes, por lo que la habitación es
clara.
—¿Unagalería?
—Bueno,élnodijoquelofuera,peroloparece.Hayunasolapuerta,
blindada,yhornacinasenlapared.Seríanperfectasparaalbergarestatuasnomuy
grandes,ocerámicas.
—¿Yelsistemadealarma?¿Loinstalaronustedes?
—No;nosotrosnohacemosestaclasedetrabajos.Siloinstaló,tuvoque
encargarloaotraempresa.
—¿Sabesilohizo?
—Loignoro.
—¿Quéopiniónlemereceesehombre,signorScattalon?
140
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Esfabuloso,resultaunverdaderoplacertrabajarparaél.Muyrazonable.
Conmuchaimaginación.Yungustoexcelente.
BrunettidedujodeestoqueLaCapraeraunhombrecaprichosoy
extravagantequenoregateabaytampocorepasabalasfacturasmuy
atentamente.
—¿SabesielsignorLaCapraviveahoraenelpalazzo?
—Sí.Noshallamadovariasvecesparasubsanarciertosdetallesquese
pasaronporaltodurantelasúltimassemanasdelasobras.—Brunettireparóenel
útilgiroimpersonaldelafrase:losdetalles«sepasaron»poralto,nolospasaron
poraltolosoperariosdeScattalon.Quémaravillosopodereldel
lenguaje.
—¿Ypodríadecirmesihuboquesubsanaralgúndetalleenesasalaque
llamaustedlagalería?
LarespuestadeScattalonfueinmediata:
—Yo no la he llamado así, dottor Brunetti. He dicho que podría servir para tal
fin.No;allínosehabíapasadoporaltoningúndetalle.
—¿Sabesialgunodesushombresentróenesahabitacióncuandovolvieron
alpalazzoadarlosúltimostoques?
—Sinoteníannadaquehacerallí,seguroquenoentraron.
—Naturalmente,signorScattalon,naturalmente.Estoysegurodequeasíes.
—SuintuiciónledecíaquelapacienciadeScattalondabaparaunasola
preguntamás—:¿Elúnicoaccesoaesahabitaciónesporlapuerta?
—Sí;yporelconductodelaireacondicionado.
—¿Lasrejillaspuedenabrirse?
—No.—Unescuetomonosílabo,claramentefinal.
—Lequedomuyagradecidoporsuayuda,signor Scattalon. Así se lo diré a mi
suegro—concluyóBrunetti,sindarmásexplicacionesalfinaldela
conversación de las que había dado al principio, pero seguro de que Scattalon,
comolamayoríadelositalianos,recelabadetodoloqueestuvierarelacionado
conunainvestigaciónpolicialyseguardaríabiendemencionaraquella
conversación a alguien, y sobre todo a un cliente que quizá todavía no hubiera
acabadodepagarle.
141
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta19
Se preguntaba Brunetti si el signor La Capra resultaría ser otro de aquellos
personajesbienprotegidosqueibanapareciendoenescenaconunafrecuencia
inquietante.LlegabanalNorteprocedentesdeSiciliayCalabria,inmigrantesen
supropiatierra,provistosdeunariquezaquenoteníaraíces,porlomenos,que
pudierandetectarse.Durantemuchosaños,loshabitantesdeLombardíayel
Véneto, las regiones más ricas del país, se habían creído libres de la piovra,
aquel pulpo de múltiples tentáculos en que se había convertido la Mafia. Hasta
ahora, las muertes, las bombas en los bares y restaurantes cuyos dueños se
negaban a pagar protección, los tiroteos en el centro de las ciudades, eran todo
roba dal Sud, cuestión del Sur. Y, así había que reconocerlo, mientras toda
aquella violencia y sangre se había mantenido en el Sur, nadie se había
preocupado
muchoporella;losGobiernosseencogíandehombros,comosiaquellofuera
otra pintoresca costumbre de los meridione. Pero, durante los últimos años, la
Italia industrializada se había visto infectada por el fenómeno, como si de una
plagadelcampoalaquenosepudieraponercotosetratara,yenvanobuscabala
maneradecontenerelavancedelaenfermedad.
Conlaviolencia,conlosasesinosasueldoquematabananiñosdedoce
años para hacer llegar su mensaje a los padres, habían venido los hombres con
cartera,loseducadosmecenasdelaóperaylasartes,consushijos
universitarios,susbodegasbienprovistasysuafándesertenidospor
filántropos,epicúreosycaballeros,noporlocriminalesqueeranenrealidad,con
susposesysuretóricasobrelaomertàylalealtad.
Duranteunmomento,Brunettiseobligóasímismoaconsiderarqueel
signor La Capra podía muy bien ser lo que parecía: un hombre acaudalado que
habíacompradoyrestauradounpalazzodelGranCanal.Peronopodíadejarde
recordarqueeneldespachodeSemenzatoestabanlashuellasdactilaresde
SalvatoreLaCapraniqueLaCaprapadreySemenzatohabíanvisitadoal
mismotiempovariasciudades.¿Coincidencia?Quéabsurdo.
Scattalon le había dicho que La Capra residía en el palazzo. Quizá hubiera
llegadoelmomentodequeelrepresentantedeunodelosestamentosoficialesde
laciudadfueraasaludaralnuevoresidenteparaintercambiarimpresionesacerca
delanecesidaddeadoptarmedidasdeseguridadenestostiemposen
que,lamentablemente,lacriminalidadestabaenauge.
142
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaPuestoqueelpalazzosehallabaenelmismo
lado del Gran Canal que su casa, Brunetti almorzó en ella, pero no tomó café,
pensandoquequizáelsignorLaCapraseloofreceríaamablemente.
El palazzo se encontraba al final de la calle Dilera, que desemboca en el Gran
Canal. Al acercarse, Brunetti observó las señales de la restauración. La capa
exteriordeintonacoquecubríalasparedesdeladrillo,todavíaestabalimpiade
graffiti. No tenía más marca que la huella de la reciente acqua alta, que había
llegadoaproximadamentealaalturadelasrodillasdeBrunetti:elrevoque
naranjaoscuroestabaligeramentedescoloridoyhabíaempezadoasaltar,ya
losladosdelaestrechacalleseveíansusfragmentos,barridosoimpelidospor
lospiesdelostranseúntes.Lascuatroventanasdelaplantabajaestaban
provistas de robustas rejas que impedían el acceso. Detrás, se veían postigos
nuevos, cerrados. Brunetti se situó al otro lado de la calle y levantó la cabeza
paramiraralospisosaltos.Todaslasaberturasteníanpostigosdemadera
verde oscuro, abiertos éstos, y doble vidrio. Los canalones instalados bajo las
nuevastejasdebarroerandecobre,lomismoquelostubosporlosquebajabael
aguaqueaquéllosrecogían.Alaalturadelprimerpisoyhastaelsuelo,lostubos
erandelatón,metalmenostentador.
Laplacasituadajuntoalúnicotimbreeradeungustorefinado:sóloel
apellido, «La Capra», en cursiva. Brunetti oprimió el pulsador y se acercó al
interfono.
—Sì,chiè?—preguntóunavozmasculina.
—Polizia—respondióél,decididoanoperdereltiempoensutilezas.
—Sì.Arrivo—dijolavoz,yBrunettioyósólounchasquidometálico.
Esperó.
Alcabodeunosminutos,abriólapuertaunjovencontrajeazulmarino.
Teníalosojososcuros,ibabienrasuradoyeralobastanteguapocomopara
ganarselavidahaciendodemodelo,aunquequizáexcesivamentefornidopara
resultarbienenlasfotos.
—¿Sí?—preguntó,sinsonreír,perosinmostrarsemásadustoquecualquier
ciudadanonormalalqueunallamadadelapolicíaobligaraasaliralapuerta.
—Buongiorno.SoyelcomisarioBrunetti.DeseohablarconelsignorLaCapra.
—¿Sobrequé?
—Delincuenciaciudadana.
Eljovensequedódondeestaba,delantedelapuerta,sinhacerademánde
acabar de abrirla para permitir pasar a Brunetti. Esperaba más explicaciones y,
cuandocomprendióqueelvisitantenoteníaintencióndesermásexplícito,
dijo:
—CreíqueenVenecianohabíadelincuencia.—Lafrase,yamáslarga,
revelósuacentosiciliano;yeltono,suagresividad.
143
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—¿EstáencasaelsignorLaCapra?—preguntóBrunetti,cansadode
preámbulosyempezandoasentirelfrío.
—Sí.—Eljovendiounpasoatrásyabriólapuertaparaqueentrara
Brunetti.Ésteseencontróenungranpatioconunpozocircularenelcentro.Ala
izquierda,unaescalerasostenidaporcolumnasdemármolsubíahastael
primerpisoy,girandosobresímisma,seguíahastaelsegundoytercero.
Cabezasdeleónesculpidasenpiedraseerguíanaintervalosenlabalaustradade
mármol. Debajo de la escalera quedaban vestigios de las obras recientes: una
carretilla llena de sacos de cemento, un rollo de gruesa lámina de plástico y
grandesbotesconchurretesdepinturadevarioscolores.
Enloaltodelprimertramodeescaleras,eljovenabrióunapuertay
retrocedióunpasoparapermitiraBrunettientrarenelpalazzo.Nadamásentrar,
Brunettioyóunamúsicaquellegabadelospisossuperiores.Amedidaquesubía
laescaleraseintensificabaelsonido,hastaque,envueltaenél,
percibióunavozdesoprano.Alparecer,elacompañamientoeradecuerda,
perolamúsicaaúneralejana.Eljovenabrióotrapuertay,enaquelinstante,la
voz se elevó sobre los instrumentos y, durante cinco latidos del corazón, quedó
sola,sustentándoseúnicamenteenlabelleza,antesdedescenderdenuevoal
mundomenordelosviolines.
Avanzaronporuncorredordemármolyporunaescalerainterior.La
músicasubíadevolumenylavozsehacíamásclaraamedidaqueseacercabana
la fuente. El joven parecía no oírla, a pesar de que aquel sonido llenaba el
espacio por el que se movían. En lo alto del segundo tramo de la escalera, el
jovenabrióotrapuertayvolvióaretroceder,invitandoconunmovimientodela
cabezaaBrunettiaentrarenunlargocorredor.Teníaqueindicárseloporseñas,
yaquenohubierapodidohacerseoír.
Brunettipasópordelantedeélyempezóacaminarporelcorredor.El
jovenledioalcanceyabrióunapuertadeladerecha;estavez,seinclinócuando
pasabaBrunetti,ycerrólapuertaasuespalda,dejándolodentro,sordoatodolo
quenofueralamúsica.
Brunetti,quenopodíaejercitarmássentidoqueeldelavista,vioenlos
cuatroángulosdelahabitacióngrandespanelescubiertosdeteladesdeelsuelo
hastalaalturadeunhombre,orientadoshaciaelcentrodelahabitación.Yallí,
recostado en una chaise-longue tapizada de piel marrón claro, había un hombre
que, absorto en un librito que tenía en las manos, no parecía haber advertido la
entradadeBrunetti.Ésteseparóenlamismapuerta,aobservarlo.Yaescuchar
lamúsica.
Lavozdelasopranoerapurísima,unsonidogeneradoenelcorazóny
alimentadoporsucalorquebrotabaconesaaparentefacilidadqueesexclusiva
de los cantantes que poseen las mayores facultades y la mejor técnica. La voz
hacía pausa en una nota, luego se elevaba, se afirmaba, coqueteaba con lo que
ahoraidentificóélcomounarpayenmudecíaunmomentomientraslos
violinesyelviolonchelodialogabanconelarpa.Yentonces,comosinohubiera
144
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta dejado de estar presente, la voz volvía y
arrastrabaconsigoalacuerda,
subiendoysubiendo.Brunettisólodistinguíapalabrasyfrasessueltas,
« disprezzo», « perchè», « per pietade», « fugge il mio bene», pero todas
hablabandeamorydeausencia.Ópera,desdeluego,peronopodíaadivinarcuál.
Elhombredelachaise-longueaparentabaunoscincuentaytantosaños,y
sucinturadenotabaaficiónalabuenamesaylavidasedentaria.Elrasgo
dominantedesucaraeralanariz,grandeycarnosa—lamismanarizque
Brunetti había visto en la foto de comisaría de su hijo, el presunto violador—,
sobrelaquecabalgabanunasgafasdemedialuna.Losojoserangrandes,
límpidosymuyoscuros,casinegros.Lacara,aunquecompletamenteafeitada,
teníaenlasmejillasesetinteazuladoquedenotaunabarbapoblada.
La música entró en un melancólico diminuendo y se apagó. Sólo en el silencio
quesiguió,Brunetti fueconscientede laperfectacalidad delsonido,perfección
mercedalacualloexageradodelvolumenpasabainadvertido.
Elhombreserelajóenlachaise-longueydejócaerellibritoalsuelo.Cerrólos
ojos,conlacabezahaciaatrásyelcuerpoflácido.Aunquenosehabíadadopor
enteradodelallegadadeBrunetti,éstenodudabadequeelhombreera
conscientedesupresencia;másaún,teníalaimpresióndequelehacía
destinatariodeestasmanifestacionesdedeleiteestético.
Consuavidad,comosusuegrasolíaaplaudirunariaquenolehabía
gustadoperodelaquelehabíandichoqueestabamuybiencantada,Brunetti
segolpeólasyemasdelosdedosunasconotras,lánguidamente.
Comoobligadoavolverdeunasalturasquelossimplesmortalesnoosaban
pisar, el hombre de la chaise-longue abrió los ojos, agitó la cabeza con fingido
asombroysevolvióamiraralafuentedeestatibiareacción.
—¿Nolehagustadolavoz?—preguntóconauténticasorpresa.
—Oh,lavozmehagustadomucho—respondióBrunettiyagregó—:pero
lainterpretaciónmehaparecidounpocoforzada.
SiLaCapracaptólaambigüedaddelafrase,nolodioaentender.Recogió
ellibretoylolevantóenelaire.
—Lamejorvozdelaépoca,laúnicagrancantante—dijoagitandoellibreto
paramayorénfasis.
—¿LasignoraPetrelli?—preguntóBrunetti.
Elhombretorcióelgestocomosihubieramordidoalgodesagradable.
—¿CantarHaendel?¿LaPetrelli?—preguntócongestodefatigada
sorpresa—.LoúnicoqueellapuedecantaresVerdiyPuccini.—Pronunciólos
nombrescomoelquedice«sexo»y«pasión».
BrunettifueaobjetarqueFlaviatambiéncantabaMozart,perosólo
preguntó:
—¿ElsignorLaCapra?
Aloírsunombre,elhombresepusoenpie,obligadoporsusdeberesde
anfitrión a dejarse de valoraciones estéticas, y fue hacia Brunetti con la mano
extendida.
145
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Sí,¿conquiéntengoelhonor?
Brunettileestrechólamanoydevolviólaceremoniosasonrisa.
—ComisarioGuidoBrunetti.
—¿Comisario?—DabalaimpresióndequeLaCapranuncahabíaoídola
palabra.
Brunettiasintió.
—Depolicía.
Unamomentáneaconfusiónsereflejóenlacaradelhombre,peroestavez
Brunetti pensó que la emoción podía ser real, no fabricada para el público. La
Capraserepusorápidamenteypreguntócongrancortesía:
—¿Ypuedopreguntar,comisario,cuáleselmotivodesuvisita?
BrunettinoqueríaqueLaCaprasospecharaquelorelacionabaconla
muertedeSemenzato,porloquehabíadecididonodecirqueenelescenario
delcrimensehabíanencontradolashuellasdesuhijo.Y,hastaquepudiera
hacerseunaideamásclaradelhombre,noqueríadarleaentenderquelapolicía
teníacuriosidadporaveriguarquérelaciónpodíahaberentreélyBrett.
—Elrobo,signorLaCapra—dijoBrunetti,yrepitió—:Elrobo.
Almomento,elsignorLaCaprafuetodocortésatención.
—¿Sí,comisario?
Brunettidibujósusonrisamásamistosa.
—He venido para hablar de la ciudad, signor La Capra, puesto que es usted
nuevoresidente,ydealgunosdelosriesgosdeviviraquí.
—Esustedmuyamable,dottore—repusoLaCapra,devolviendosonrisa
porsonrisa—.Pero,disculpe,nopodemosquedarnosaquícomodosestatuas.
¿Mepermitequeleofrezcauncafé?Yahabráalmorzado,¿verdad?
—Sí.Perouncafénovendríamal.
—Ah,vengaconmigo.Bajaremosamiestudioyharéquenoslotraigan.—
Conestaspalabras,elhombresaliódelahabitaciónycondujoaBrunettiporla
escalera abajo. En el segundo piso, abrió una puerta y retrocedió cortésmente
paraqueBrunettientraseprimero.Loslibroscubríandosdelasparedes;yunas
pinturasmuynecesitadasdeunabuenalimpieza,loquelashacíaparecer
muchomásvaliosas,latercera.TresaltasventanasdominabanelGranCanal,
enelqueseobservabaelhabitualtráfagodeembarcacionesenunayotra
dirección.LaCapraindicóaBrunettiundivántapizadodesedayélseacercóa
un largo escritorio de roble, donde descolgó el teléfono, pulsó un botón y pidió
quesubierancaféalestudio.
SuanfitrióncruzóeldespachoysesentófrenteaBrunetti,subiéndose
cuidadosamenteelpantalónparaquenoselemarcaranrodilleras.
—Comoledecía,dottorBrunetti,meparecemuyconsideradoporsuparteelque
hayavenidoahablarconmigo.NodejarédedarlasgraciasaldottorPattacuando
lovea.
—¿Esamigodelvicequestore?—preguntóBrunetti.
146
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaLaCapralevantólamanoenunademánde
modestanegacióndesemejante
distinción.
—Notengotantohonor.PeroambossomosmiembrosdelLions'Club,por
loquecoincidimosenciertosactossociales.—Hizounapausayagregó—:Esté
segurodequeledarélasgraciasporsuconsideración.
Brunettiasintióenseñaldegratitud,sabiendomuybienloquepensaría
Pattadeaquellaconsideración.
—Dígame,dottorBrunetti,¿dequédeseaprevenirme?
—Noesqueyopuedaprevenirledealgoenconcreto,signorLaCapra.Perocreo
quedebeustedsaberque,enestaciudad,lasaparienciasengañan.
—¿Sí?
—Dalaimpresióndequetenemosunaciudadpacífica...—empezóBrunetti
yseinterrumpióparapreguntar—:¿Sabequehaysólosetentamilhabitantes?
LaCapraasintió.
—Porlotanto,aprimeravistapuedeparecerqueesunaapacibleciudadde
provincias,quesuscallessonseguras.—AquíBrunettiseapresuróa
puntualizar—:Yloson;lagentepuedetransitarporellasacualquierhoradeldía
odelanochecontodatranquilidad.—Hizootrapausayañadió,comosi
acabaradeocurrírsele—:Y,engeneral,tambiénpuedeestarseguraensucasa.
—Simepermitequeleinterrumpa,comisario,éstaesunadelasrazones
quemeimpulsaronavenir,paragozardeesaseguridad,deesatranquilidad
quesóloenestaciudadparecesubsistiraúnhoy.
—¿Ustedesde...?—preguntóBrunetti,aunqueelacentoqueaflorabaa
pesardelosesfuerzosdeLaCaprapordisimularlo,nodejabalugaradudas.
—Palermo—respondióLaCapra.
Brunettinorespondióenseguida,dejandoqueelnombreflotaraenelaire.
—Apesardetodo—prosiguió—,ydeellohevenidoahablarle,existeel
riesgo de robo. En esta ciudad viven muchas personas ricas, y algunas de ellas,
engañadasquizáporelsosiegoqueaparentementereinaenella,notoman
todaslasprecaucionesconvenientesporloquerespectaalasmedidasde
seguridaddesusviviendas.—Miróenderredoryprosiguióconunairoso
ademán—: Puedo ver que tiene usted aquí muchas cosas bellas. —El signor La
Caprasonrió,perorápidamenteinclinólacabezaconaparentemodestia—.
Esperoquesehabrápreocupadodeprotegerlasdebidamente—terminó
Brunetti.
Asuespaldaseabriólapuertayentróenlahabitaciónelmismojovende
antes, que traía una bandeja con dos tazas de café y un azucarero de plata que
descansaba en tres esbeltas patas armadas de garras. Permaneció en silencio al
lado de Brunetti mientras éste tomaba una taza y le echaba dos cucharaditas de
azúcar. Repitió el proceso con el signor La Capra y salió de la habitación sin
haberpronunciadoniunapalabra,llevándoselabandeja.
147
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaMientrasremovíaelazúcar,Brunettiobservó
queelcaféestabacubiertode
la fina capa de espuma que sólo producen las cafeteras exprés eléctricas: en la
cocinadelsignorLaCapranosehacíaelcaféenfogóndegas.
—Esmuyamablealveniraprevenirme,comisario.Esciertoquemuchos
denosotrosvemosVeneciacomounoasisdepazenloqueesunasociedad
cadavezmáscriminal.—AquíelsignorLaCapramoviólacabezaaderechae
izquierda—.Peropuedoasegurarlequehetomadotodaslasprecaucionespara
garantizarlaseguridaddemisbienes.
—Mealegraoírlo,signorLaCapra—dijoBrunettidejandotazayplatoenuna
mesitademármolsituadaalladodeldiván—.Nomecabedudadeque
habráextremadolaprudencia,teniendoobjetostanhermosos.Alfinyalcabo,le
habrácostadomuchoadquiriralgunosdeellos.
Estavez,lasonrisadelsignorLaCapra,cuandollegó,estabamuyvelada.
Apuró el café y se inclinó hacia adelante para dejar la taza al lado de la de
Brunetti.Nodijonada.
—¿Loconsideraríaunaintrusiónsiyolepreguntaraquéclasede
protecciónhadispuesto,signorLaCapra?
—¿Intrusión?—preguntóLaCapraabriendomucholosojosconexpresión
desorpresa—.Enmodoalguno.Estoysegurodequelapreguntaobedeceal
interésquesienteporsusconciudadanos.—Dejóquesuspalabrasse
sedimentaranyentoncesexplicó—:Mandéinstalarunaalarmaantirrobo.Pero,
lo que es más importante, tengo vigilancia las veinticuatro horas. Uno de mis
empleadosestásiempreaquí.Yomefíomásdelalealtaddemipersonalquede
cualquier dispositivo mecánico comprado. —Aquí el signor La Capra elevó la
temperaturadesusonrisa—.Quizáparezcaanticuado,peroyocreoenlos
valoresdelalealtadyelhonor.
—Porsupuesto—dijoBrunettisinconvicción,perosonriódandoa
entenderquehabíacomprendido—.¿Permitequelagentevealasotraspiezas
desucolección?Siéstassonunamuestra—dijoBrunettiabarcandoconun
ademántodalahabitación—,debedeserimpresionante.
—Ah,comisario,losiento—dijoLaCapramoviendoligeramentela
cabeza—,peroahoranopodríaenseñárselas.
—¿No?—preguntóBrunetticortésmente.
—Verá,elcasoesquelahabitaciónenlaquepiensoexponerlasnoestá
terminadaamienterasatisfacción.Lailuminación,lasbaldosasdelsuelo,hasta
lospanelesdeltechomedesagradanymesentiríaviolento,sí,francamente
violento,enseñándolosahora.Peroconmuchogustoleinvitaréavermi
coleccióncuandolasalaestéterminaday...—buscabalapalabraadecuadayal
finlaencontró—:Ypresentable.
—Es usted muy amable, signore. ¿Entonces puedo esperar que volvamos a
vernos?
LaCapraasintió,peronosonrió.
148
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Debeusteddeserunapersonamuyocupada—dijoBrunettiponiéndose
en pie. Qué extraño, pensaba, que un amante del arte fuera reacio a enseñar su
colecciónaunvisitantequemostraracuriosidadoentusiasmoporlascosas
bellas. Brunetti nunca había visto algo igual. Y más extraño todavía era que,
hablando de la delincuencia en la ciudad, La Capra no hubiera creído oportuno
mencionarningunodelosdosincidentesque,estamismasemana,habían
destruido la calma de Venecia y la vida de personas que, al igual que él, tenían
amoralarte.
AlverqueBrunettiselevantaba,LaCaprasepusoenpieyfueconélala
puerta,bajólaescalera,cruzóelpatioyloacompañóhastalaentradadel
palazzo. Sostuvo la puerta mientras Brunetti salía a la calle. Se estrecharon la
mano cordialmente y el signor La Capra permaneció en la puerta mientras
BrunettisealejabaporlaestrechacallehaciacampoSanPaolo.
149
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta20
DespuésdepasarmediahoraconLaCapra,Brunettisedecíaquehablar
ahoraconPattaseríademasiadoparaunasolatarde,perodecidióirala
questura de todos modos, por si tenía algún mensaje. Habían llamado dos
personas: Giulio Carrara, que rogaba que Brunetti le llamara a Roma, y Flavia
Petrelli,quedecíaquevolveríaallamar.
BrunettipidióquelepusieranconRomayalpocoratohablabaconel
maggiore.Carraranoperdióeltiempoenconversaciónpersonalsinoqueempezó
inmediatamenteconSemenzato.
—Guido,aquítenemosalgoqueindicaqueestabametidoenmáscosasde
lasquenosimaginábamos.
—¿Quécosas?
—Hacedosdías,interceptamosuncargamentodecenicerosdealabastro
quellegaronaLivornoprocedentesdeHongKong,paraunmayoristade
Verona. Lo normal, el hombre recibe los ceniceros, les pone una etiqueta y los
vende,«MadeinItaly».
—¿Porquéinterceptaronelcargamento?Noparecequesetratedecosas
quenormalmentehayandeinteresarles.
—Unodenuestrosconfidentesdijoquenoseríamalaideaecharunvistazo
alcargamento.
—¿Porlodelasetiquetas?—preguntóBrunetti,desconcertado—.¿Noes
cosadelaaduana?
—Oh,ésoshabíancobrado—dijoCarraracondisplicencia—.El
cargamentohubieraestadosegurohastaVerona.Peroesapersonanosavisóporlo
queveníaconlosceniceros.
Brunetticaptólainsinuación.
—¿Yquéencontraron?
—¿SabequéesAngkorWat,¿verdad?
—¿DeCamboya?
—Sipreguntaesoesquelosabe.Cuatrodelascajasconteníanestatuas
procedentesdetemplosdeallí.
—¿Estáseguro?—Nadamásdecirlo,Brunettideseóhaberhechola
preguntaenotrostérminos.
150
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Nuestrotrabajoesestarseguros—dijoCarrara,perocomosimple
explicación—.TresdelaspiezasfueronvistasenBangkokhaceaños,pero
desaparecierondelmercadoantesdequelapolicíapudieraconfiscarlas.
—Giulio,nosécómopuedenestarsegurosdequevienendeAngkorWat.
—LosfranceseshicieronmuchosdibujosdelostemploscuandoCamboya
eraaúnunacolonia,yluegosehanhechofotos.Dosdelasestatuashabíansido
fotografiadas,yporesoestamosseguros.
—¿Cuándosetomaronlasfotografías?—preguntóBrunetti.
—En1985.Unequipodearqueólogosdeunauniversidadestadounidense
pasóallívariosmeses,dibujandoyretratando,peroentonceslazonade
combateseextendióhaciaallíytuvieronquehuir.Perodisponemosdecopiasde
todaslasreproducciones.Poresoestamosseguros,completamenteseguros,
dedosdelaspiezas.Yprobablementelasotrasdostienenlamisma
procedencia.
—¿Algunaideadeadondeseenviaban?
—No.SólotenemosladireccióndelmayoristadeVerona.
—¿Hanhechoalgoalrespecto?
—HemospuestoadoshombresavigilarelalmacéndeLivornoyhemos
intervenidolosteléfonos,tantoeldelalmacéncomoeldelaoficinadeVerona.
ABrunettileparecíaqueelhallazgodecuatrosimplesestatuasno
justificabasemejantedespliegue,perosereservólaopinión.
—¿Ydelmayoristaquésesabe?
—Nada;esnuevoparanosotros.Losdeaduanastampocotienennada
contraél.
—¿Ustedquépiensa?
Carrarareflexionóunmomentoantesdecontestar:
—Yodiríaqueestálimpio.Yprobablementeesosignificaque,antesdeque
sehagalaentrega,alguienretirarálasestatuas.
—¿Dónde?¿Cómo?—preguntóBrunetti.Yentoncesañadió—:¿Sabe
alguienqueabrieronustedeslascajas?
—Hicimosquelosdelapolicíadeaduanascerraranelalmacényarmaran
muchorevueloapropósitodeunenvíodeencajequeveníadelasFilipinas.
Mientras ellos abrían esos bultos, nosotros echamos un vistazo a los ceniceros,
volvimosacerrarlascajasylodejamostodocomoestaba.
—¿Ylosencajes?
—Oh,lodesiempre.Veníaeldobledemercancíadelaquesedeclarabaen
losdocumentos,demodoqueconfiscarontodoelenvíoyahoraestán
calculandoelimportedelamulta.
—¿Ylosceniceros?
—Siguenenelalmacén.
—¿Quéharánconellos?
151
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Yonomeencargodeeseasunto,Guido.Correspondealaoficinade
Milán.Habléconelquelolleva,ydicequequiereintervenirenelmomentoen
quevayanarecogerlascajasconlasestatuas.
—¿Yustedquéopina?
—Yodejaríaqueselasllevaranytrataríadeseguirlos.
—Siselasllevan—dijoBrunetti.
—Aunquenoselaslleven,tenemosvigilanciapermanenteenelalmacén,y
cuandosemuevanlosabremos.Además,elqueseaenviadoarecogerlas
estatuasnoseráimportanteyprobablementenosabrámucho,apartedeadonde
tienequellevarlas,demodoquenoservirádegrancosaarrestarlo.
Finalmente,Brunettipreguntó:
—Giulio,¿noesunaoperaciónmuycomplicadaparacuatroestatuas?Y
aúnnomehadichocómoseharelacionadoconestoaSemenzato.
—Unaideaclaratampoconosotroslatenemos,peroelhombrequenos
llamó nos dijo que en Venecia había gente, y se refería a la policía, Guido, que
podía estar interesada en esto. —Antes de que Brunetti pudiera interrumpirle,
Carraraagregó—:Noquisodarmásexplicaciones,perodijoquehabíamás
envíos.Queésteerasólounodetantos.
—¿TodosdeOriente?—preguntóBrunetti.
—Esonoloespecificó.
—¿Hayaquímercadoparaesascosas?
—Aquí,enItalia,no,perolohayenAlemaniay,unavezenItaliala
mercancía,esfácilhacerlallegarallí.
Ningúnitalianosemolestaríaenpreguntarporquénosehacíanlosenvíos
directamenteaAlemania.Serumoreabaquelosalemanesconsiderabanlaley
comoalgoquehabíaquecumplir,mientrasquelositalianoslaveíancomoalgo
quehabíaqueanalizaryluegoevadir.
—¿Cuálpuedeserelvalor,elprecio?—preguntóBrunetti,sintiéndoseel
típicoveneciano.
—Fabuloso,noporlabellezadelasestatuasensísinoporqueprocedende
AngkorWat.
—¿Podríanvenderselibrementeenelmercado?—preguntóBrunetti,
pensandoenlasalaqueelsignorLaCaprahabíadispuestoeneltercerpisodesu
palazzoypreguntándosecuántossignorLaCaprapodríahaber.
Nuevamente,Carrarareflexionóantesdecontestar.
—No;probablemente,no.Peroesonosignificaquenohayamercadopara
ellas.
—Comprendo.—Erasólounaposibilidad,peropreguntó—:Giulio,¿tienen
algoacercadeuntalLaCapra,CarmelloLaCapra?DePalermo.—Mencionóla
coincidenciaconSemenzatoenlosviajesalextranjero:lasmismasciudadesylas
mismasfechas.
Despuésdeunabrevepausa,Carrararespondió:
152
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Elnombremeresultavagamentefamiliar,peronopuedoasociarloaalgo
concreto.Démeunahora,miraréenelordenadorsihayalgosobreél.
LasiguientepreguntadeBrunettiobedecíaasimplecuriosidadprofesional:
—¿Tienenmuchainformaciónensuordenador?
—Montones—dijoCarraraconaudibleorgullo—.Listadosdenombres,
ciudades,siglos,formasdearte,artistas,técnicasdereproducción.Pidaustedlo
quequiera:sihasidorobadoofalsificado,apareceráenelordenador.Ese
hombrepodríaestarconsuapellidooconcualquieraliasomotequepueda
tener.
—ElsignorLaCapranoeshombrequeconsientaqueleponganmote—
explicóBrunetti.
—Ah,vamos,unodeésos.Puesentalcasopodríaestaren«Palermo»—y
entoncesCarraraañadió,innecesariamente—:Esunarchivomuyvoluminoso.
—HizounapausaparadartiempoaBrunettiaasimilarelcomentarioy
preguntó—:¿Leinteresaalgúntipodearteenespecial,algunatécnica?
—Cerámicachina—apuntóBrunetti.
—Ah—dijoCarraraprolongandolaexclamaciónyelevandoeltono—.De
ahímesonabaelnombre.Norecuerdoexactamentequéfue,perosielnombre
mesuenaporesaasociación,estaráenelordenador.Luegolellamo,Guido.
—Seloagradeceré,Giulio.—Entonces,porsimplecuriosidad,preguntó—:
¿ExistelaposibilidaddequeloenvíenaVerona?
—Nolocreo.LoshombresdeMilánsondelomejorquetenemos.Yoiría
sólo si resultara que eso está relacionado con alguna de mis investigaciones en
curso.
—Comprendo.LlámemesiencuentraalgosobreLaCapra.Estarétodala
tarde.Ygracias,Giulio.
—Nomelasdéhastaquesepaloquepuedodecirle—repusoCarrara,y
colgóantesdequeBrunettipudieracontestar.
BrunettipreguntóporteléfonoalasignorinaElettrasihabíarecibidolalistade
llamadasdeLaCapraySemenzatoydescubrióconsatisfacciónquenosólo
Telecom había enviado las listas sino que, además, ella había podido detectar
numerosas llamadas hechas entre los teléfonos de sus respectivos domicilios y
despachosenItalia,asícomoahotelesdelextranjerocuandounodelosdos
hombressehospedabaenellos.
—¿Quierequeselaslleve,comisario?
—Sitienelabondad,signorina.
Mientraslaesperaba,BrunettiabriólacarpetadeBrettymarcóelnúmero
queallíseindicaba.Elteléfonosonósietevecesperonadiecontestó.
¿SignificabaestoqueellahabíaseguidosuconsejoysehabíaidoaMilán?
QuizáFlaviahabíallamadoparacomunicárselo.
Susespeculacionesfueroninterrumpidasporlallegadadelasignorina
Elettra,hoy,vestidadegris,muysobria;sobria,hastaqueBrunettibajólamirada
yviounasmediasnegrasdecoradasconunabigarradodibujo¿de
153
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta flores? y unos zapatos rojos, con unos
taconesmásaltosquelosquePaolasehabíaatrevidoallevarnunca.Seacercóa
lamesaylepusodelanteunacarpetamarrón.
—Hemarcadoconuncírculolasllamadasquesecorresponden—explicó.
—Gracias,signorina.¿Sehaguardadocopia?
Ellaasintió.
—Muybien.Veaahorasipuedeconseguirlalistadellamadasdelatienda
de antigüedades de Francesco Murino, de campo Santa Maria Formosa, y si
SemenzatooLaCapralollamaronoélaellos.
—MehetomadolalibertaddellamaralaAmericanTelegraphand
TelephoneaNuevaYork—dijolasignorinaElettra—,paraaveriguarsialguno
de ellos utilizaba tarjetas de llamadas internacionales. La Capra, sí. El hombre
conelquehehabladomehadichoquemepasaríaporfaxunalistadelas
llamadasdelosúltimosaños.Quizálatengaestamismatarde.
—¿Ha hablado usted personalmente con él, signorina? —preguntó Brunetti,
admirado—.¿Eninglés?¡UnamigoenBancad'Italiay,además,hablainglés!
—Naturalmente,élnohablabaitaliano,apesardetrabajarenlasección
internacional. —¿Debía escandalizarse Brunetti por este fallo? Si así era, se
escandalizaría,porqueeraevidentequelasignorinaElettraestaba
escandalizada.
—¿Ycómoesqueustedhablainglés?
—Eso es lo que hacía en la Banca d'Italia, dottore. Traducir del inglés y del
francés.
Élnopudocontenerlapregunta.
—¿Ysemarchó?
—Notuvealternativa,comisario—dijoellay,alversuperplejidad,
explicó—: Mi jefe me pidió que tradujera al inglés una carta para un banco de
Johanesburgo.—Ellacallóyseinclinóysacódelacarpetaotropapel.¿Éstaera
todalaexplicaciónqueibaadarle?
—Lo siento, signorina, pero no comprendo. ¿Le pidió que tradujera una carta
paraJohanesburgo?—Ellaasintió—.¿Ytuvoustedquemarcharsepor
eso?
Ellalomiróconojosmuyabiertos.
—Naturalmente,comisario.
Élsonrió.
—Losiento,perosigosinentenderlo.¿Porquétuvoquemarcharse?
Ellalomirófijamente,comosideprontosehubieradadocuentadequeen
realidadnohablabanelmismoidioma.
—Lassanciones—dijovocalizandoconclaridad.
—¿Lassanciones?—repitióél.
—ContraSudáfrica,comisario.Todavíaestabanenvigor,demodoqueno
tuvemásremedioquenegarmeatraducirlacarta.
—¿SerefierealassancionescontraelGobiernodeSudáfrica?
154
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Desdeluego,comisario.FuerondecretadasporlaONU,¿no?
—Creoquesí.¿Yporesonoquisoustedescribirlacarta?
—¿Quésentidotienedeclararsancionessilagentenovaaimponerlas?—
preguntóellaconperfectalógica.
—Ninguno,imagino.¿Yquéocurrióentonces?
—Oh,élsepusomuydesagradable.Escribióunacartadeamonestación.Se
quejóalsindicato.Ynadiemedefendió.Todosparecíanpensarqueyodebía
habertraducidolacarta.Demodoquenotuvemásremedioquedimitir.No
podíaseguirtrabajandoparaaquellagente.
—Naturalmente—convinoél,inclinandolacabezasobrelacarpetay
jurándoseimpedirportodoslosmediosquePaolaylasignorinaElettrallegaran
aconocerse.
—¿Esoestodo,comisario?—preguntóella,sonriendoconlaesperanzade
quequizáahoraélhubieracomprendido.
—Sí,signorina,gracias.
—CuandollegueelfaxdeNuevaYorkselosubiré.
—Gracias, signorina. —Ella sonrió y salió del despacho. ¿Cómo la habría
encontradoPatta?
Nocabíalamenorduda:SemenzatoyLaCaprahabíanhabladoporlo
menoscincovecesduranteelañoúltimo;ocho,silasllamadasqueSemenzato
había hecho a hoteles de diversos países cuando La Capra estaba allí eran para
él.Desdeluego,sepodíaobjetar—yBrunettinodudabadequeasíloharíaun
buenabogadodefensor—quenoteníanadadeparticularqueestosdos
hombresseconocieran.Alosdoslesinteresabanlasobrasdearte.LaCapra
podíahaberhechoaSemenzatomuchasconsultaslegítimamente:procedencia,
autenticidad,precio.Brunettimirabalospapelestratandodedescubriruna
sincroníaentrelasllamadastelefónicasyelmovimientodelascuentas
bancariasdeunoyotro,peroéstanoaparecía.
Sonóelteléfono.Éldescolgóydiosunombre.
—Tehellamadoantes.
InmediatamentereconociólavozdeFlaviayadvirtiódenuevosutono
grave, tan distinto del que tenía cuando cantaba. Pero esta sorpresa no era nada
comparadaconlaquesintióaloíreltuteo.
—Heidoahacerunavisita.¿Quésucede?
—BrettnoquiereirconmigoaMilán.
—¿Hadichoporqué?
—Dicequenoseencuentrabienparaviajar,peroescabezonería.Ymiedo.
Noquierereconocerlo,perotienemiedodeesagente.
—¿Ytú?—preguntóéltuteándolaasuvezconcomplacencia—.¿Te
marchas?
—Notengoalternativa—dijoFlavia,yenseguidarectificó—:Sílatengo.
Podríaquedarmesiquisiera,peronoquiero.Mishijosvanacasayquieroestar
155
DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltaallípararecibirlos.Yelmartestengoensayo
conpianoenLaScala.Yacanceléunaactuación,yahoraleshedichoquecantaré.
Brunettisepreguntabaquépodíahacerélenesteasunto,yFlavianotardó
eninformarle.
—¿Podríashablarconella?¿Hacerlaentrarenrazón?
—Flavia—empezóél,vivamenteconscientedequeéstaeralaprimeravez
quelallamabaasí—,sitúnolahasconvencido,dudomuchodequeyopueda
hacerlecambiardeidea.—Y,antesdequeellatuvieratiempodeprotestar,
agregó—:Noesquetratedeescurrirelbulto,esquenocreoquedéresultado.
—¿Yponerleprotección?
—Sí;podríaponeraunhombreenelapartamento.—Casisinpensar,
rectificó—:Oaunamujer.
Larespuestafueinmediata.Yáspera:
—Elquenonosacostemosconhombresnoquieredecirquenosdémiedo
estarenunahabitaciónconunodeellos.
Élsequedócalladohastaqueellapreguntó:
—Bueno,¿novasadeciralgo?
—Estoyesperandoquepidasperdónportuestupidez.
AhoratocócallaraFlavia.Finalmente,congranalivio,éllaoyódeciren
tonomássuave:
—Deacuerdo.Perdónpormiestupidezypormiarranque.Seráqueestoy
acostumbradaatrataralagentesinmiramientos.Yquequizáaúnsoymuy
susceptibleporloqueserefiereaBrettyamí.
Presentadaslasdisculpas,Flaviavolvióalacuestión:
—Nosésipodremosconvencerlaparaqueacepteteneraalguienenel
apartamento.
—Flavia,nodispongodeotromedioparaprotegerla.—Éloyóunfuerte
ruido,comodemaquinariapesada—.¿Quéeseso?
—Unbarco.
—¿Dóndeestás?
—EnRivadegliSchiavoni—dijoella—.Noqueríallamardesdecasa,yhe
salidoadarunpaseo.—Aquícambiólavoz—.Noestoylejosdelaquestura.
¿Puedesrecibirvisitasenhorasdetrabajo?
—Naturalmente—rióél—.Soyunjefe.
—¿Puedoirahora?Nomegustahablarporteléfono.
—Desdeluego.Cuandoquieras.Ahoramismo.Esperounallamada,pero
notienesentidoquesigasdandovueltasporahíconestalluvia.Además—
agregósonriendoparasí—,aquíseestácaliente.
—Deacuerdo.¿Preguntoporti?
—Sí.Dialagentedelapuertaqueestáscitadayélteacompañaráami
despacho.
—Gracias.Ahoramismovoy.—Colgósindarletiempoadespedirse.
EncuantoBrunetticolgó,elteléfonovolvióasonar.EraCarrara.
156
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Guido,susignorLaCapraestabaenelordenador.
—¿Sí?
—Lacerámicachinamehapermitidolocalizarlo.
—¿Porqué?
—Pordoscosas.Haráunostresaños,deunacolecciónparticularde
Londres desapareció un bol de celadón. El hombre al que al fin acusaron de la
sustraccióndijoqueunitalianolehabíapagadoparaqueconsiguiera
concretamenteesapieza.
—¿LaCapra?
—Élnolosabía.Perolapersonaquelodelatódijoqueunodelos
intermediariosquehabíaagenciadoeltratousóelnombredeLaCapra.
—¿«Agenciadoeltrato»?—preguntóBrunetti—.¿Quieredecir,
sencillamente,organizadoelrobodeunasolapieza?
—Sí.Escadavezmásfrecuente—respondióCarrara.
—¿Ylaotracosa?—preguntóBrunetti.
—Essólounrumor.Lotenemosenlalistade«casossinconfirmar».
—¿Dequésetrata?
—Haráunosdosaños,enParís,unmarchantedeartechino,untalPhilippe
Bernadotte,fuemuertounanocheenlacallemientraspaseabaalperro.Sus
asaltantes le robaron la cartera y las llaves. Con las llaves entraron en su casa,
pero,porextrañoqueparezca,nolerobaronnada.Esosí,registraronsus
archivosy,alparecer,sellevaronpapeles.
—¿YLaCapra?
—Elsociodelavíctimarecordabaquedíasantesdesumuerte,monsieur
Bernadottehabíamencionadounadisputaquehabíatenidoconunclienteque
loacusabadehabervendidounapiezaquesabíaqueerafalsa.
—¿ElclienteeraelsignorLaCapra?
—El socio no lo sabía. Sólo recordaba que monsieur Bernadotte se había
referidoaélvariasvecesllamándolo«elcabrito»,peropensóquebromeaba.
—¿MonsieurBernadotteysusocioerancapacesdevenderunapieza
sabiendoqueerafalsa?—preguntóBrunetti.
—Elsocio,no.Pero,alparecer,Bernadottehabíaestadocomplicadoen
variasventasycomprasdudosasquehabíansidoinvestigadas.
—¿Porlabrigadaantirrobodeobrasdearte?
—Sí.LaoficinadeParísteníaundossiersobreél.
—¿Ydesucasanosellevaronnada,despuésdematarlo?
—Parecequeno,peroelquelohamatadotuvotiempoderevisarsus
archivosysusinventariosysacarloqueleinteresara.
—¿Así que es posible que el signor La Capra fuera «el cabrito» al que había
aludidolavíctima?
—Esoparece—convinoCarrara.
—¿Algomás?
—No;perosiustedespuedendarnosmásdatos,seloagradeceremos.
157
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Diréamisecretariaqueleenvíetodoloquetenemos,ysidescubrimos
algomássobreélySemenzatoselodiré.
—Gracias,Guido.—YCarraracolgó.
¿QuéeraloquecantabaelcondeAlmaviva?«Emifaràildestinoritrovar
questo paggio in ogni loco!» También parecía ser el destino de Brunetti
encontrar a La Capra dondequiera que mirase. De todos modos, Cherubino era
bastante
másinocentequeelsignorLaCapra.PorloqueBrunettihabíaaveriguado,cabía
sospecharqueLaCapraestabainvolucradoenlamuertedeSemenzato.
Perotodoerapuramentecircunstancial,notendríavaloralgunoanteun
tribunal.
Brunettioyóungolpeenlapuertaygritó:«Avanti».Unpolicíadeuniformeabrió
y dio un paso atrás para que entrara Flavia Petrelli. Cuando ella pasaba por
delantedelpolicía,Brunettiviocómolamanodelagentehacíaunmarcialsaludo
antes de cerrar la puerta. Brunetti no tuvo que preguntarse a quién se rendía
homenajeconelgesto.
Flaviallevabaunimpermeablemarrónoscuroforradodepiel.Elfríodela
tardehabíapuestocolorensucara,queseguíalimpiademaquillaje.
Rápidamente,cruzóeldespachoyestrechólamanoqueélletendía.
—¿Asíqueaquíesdondetrabajas?—dijo.
Él dio la vuelta a la mesa y se hizo cargo del impermeable, que el calor de la
habitaciónhacíainnecesario.Mientrasellamirabaenderredor,élcolgóla
prenda de una percha, detrás de la puerta. Vio que estaba mojada y, al mirar a
Flavia,viobrillargotasdeaguaensupelo.
—¿Notraesparaguas?
Ella,maquinalmente,sellevólamanoalpeloypareciósorprenderseal
encontrarlomojado.
—Nollovíacuandohesalidodecasa.
—¿Ycuándohasidoeso?—preguntóélvolviendohaciaella.
—Despuésdelalmuerzo.Seríanpocomásdelasdos,supongo.—Su
respuestaeravagaydabaaentenderquerealmentenopodíarecordarlo.
Élacercóotrasillaalaqueteníadelantedelamesayesperóaquelamujerse
acomodara antes de sentarse frente a ella. Hacía sólo unas horas que la había
vistoylosorprendíaelcambioquenotabaensucara.Estamañanaparecía
tranquilayrelajadacuando,conunavivacidadmuyitaliana,lepedíaayuda
paraconvenceraBrettdequedebíapensarensupropiaseguridad.Yahora
dabalaimpresióndeestarrígida,envilo,ylacrispaciónqueseadvertíaensu
bocaeranueva.
—¿CómoestáBrett?—preguntóél.
Ellasuspiróyagitóunamanoenunademándeimpotencia.
—Aveces,hablarconellaescomotratarderazonarconunodemishijos.
Dicequesíatodo,reconocequetengorazónyluegohaceloqueseleantoja.
—¿Queahoraes...?
—QuedarseaquíenlugardeirconmigoaMilán.
158
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—¿Cuándotemarchas?
—Mañanaporlanoche.Hayunvueloquellegaalasnueve.Asítendré
tiempo de abrir el apartamento e ir a recibir a los niños al aeropuerto al día
siguienteporlamañana.
—¿Hadichoporquénoquiereir?
Flaviaseencogiódehombros,comosiloqueBrettdijeraylaverdadfueran
doscosasindependientes.
—Dicequenoconsentiráqueelmiedolaechedesupropiacasa,quenova
ahuirniaesconderseconmigo.
—¿Creesqueeslaverdaderarazón?
—¿Yquiénsabecuálessuverdaderarazón?—preguntóella
ásperamente—. A Brett le basta con querer o no querer hacer una cosa. Ella no
necesitarazonesniexcusas.Hacesóloloqueleapetece.—NoescapóaBrunetti
quesólootrapersonanomenosvoluntariosaencontraríatanirritanteesta
cualidad.
AunqueBrunettideseabapreguntaraFlaviaporquéhabíaidoaverle,dijo
tansólo:
—¿Ynopodríasconvencerla?
—Silaconocieras,nolopreguntarías—dijoFlaviasecamente,pero
entoncessonrió—:No;nopodría.Probablemente,siyoledijeraquenosefuera,
sesentiríatentadademarcharse.—Moviólacabezanegativamenteyrepitió—:
Lomismoquemishijos.
—¿Quieresquehableyoconella?—preguntóBrunetti.
—¿Creesqueserviríadealgo?
AhoratocóaBrunettiencogersedehombros.
—Nolosé.Tampocotengomuchoéxitoconmispropioshijos.
Ellalomiró,sorprendida:
—Nosabíaquetuvierashijos.
—Paraunhombredemiedad,lomásnaturalestenerlos,¿no?
—Sí,claro—respondióella,ymeditóunmomentoantesdevolvera
hablar—.Esqueentisiemprehevistosóloalpolicía,escasicomosinofueras
unapersonacorriente.—Antesdequeélpudieradecirlo,ellaadmitió—:Sí,ya
sé,yamísólomeconocescomocantante.
—Bueno,tampocoesexacto—dijoél.
—¿Cómoqueno?Cuandomeconocisteestabaactuando.
—Sí,perolafunciónhabíaterminado.Ydesdeentoncessóloteheoídoen
disco.Ymeparecequenoeslomismo.
Ellalomirófijamente,bajólamiradaalregazoyvolvióamirarlo:
—SitedieraentradasparalafuncióndeLaScala,¿irías?
—Sí,conmuchogusto.
—¿Yaquiénllevarías?—preguntóellaconunaampliasonrisa.
—Amiesposa—dijoélsimplemente.
159
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Ah—dijoellanomenossimplemente.Perounasílabapuedesermuy
elocuente.Lasonrisaseborróunmomentoycuandoreaparecióeratan
amistosacomoantes,peronotancálida.
Élrepitiólapregunta:
—¿Quieresquehableconella?
—Sí;confíamuchoenti,yquizáteescuche.Alguientienequeconvencerla
dequedebeirsedeVenecia.Yonohepodido.
Laansiedadqueadvertíaensuvozloimpulsóadecir:
—Nocreoqueenrealidadcorratantopeligrosisequeda.Suapartamento
esseguro,ynoserátanimprudentecomoparadejarentraracualquiera.El
riesgoespequeño.
—Sí—dijoFlaviaconunalentitudqueindicabalopocoquelaconvencíael
argumento.Comosihubieravueltorepentinamentedeunlugarmuylejanoy
nosupieracómohabíallegadoaquí,recorrióeldespachoconlamiraday
preguntóapartandodesíelcuellodeljersey—.¿Tienesquequedarteaquí
muchoratotodavía?
—No;yaestoylibre.Siquieres,teacompañoyhabloconella,aversi
quiereescucharme.
Flaviaselevantó,fuealaventana,mirólafachadacubiertadeSanLorenzo
yelcanalquediscurríafrentealedificio.
—Muybonito,peronosécómopuedessoportarlo.—¿Sereferíaal
matrimonio?,pensóBrunetti—.Alcabodeunasemana,empiezoasentirme
atrapada.—¿Hablabadelafidelidad?Sevolvióamirarlo—.Pero,contodossus
inconvenientes,nodejadeserlaciudadmásbelladelmundo,¿verdad?
—Sí—respondióélsencillamente,ayudándolaaponerseelimpermeable.
Antesdesalir,BrunettisacódosparaguasdelarmarioydiounoaFlavia.
En la puerta principal de la questura, los dos guardias que habitualmente se
limitabanadaraBrunettiunlacónico«Buonanotte»,secuadraronylevantaron
la mano en un saludo impecable. Fuera la lluvia caía con fuerza y el agua del
canalempezabaainundarlaacera.Brunettisehabíacalzadolasbotas,pero
Flaviallevabaunosmocasinesqueyaestabanempapados.
Éllatomódelbrazoytorcieronhacialaizquierda.Devezencuando,una
ráfagadevientoleslanzabalalluviaalacara,girababruscamenteylesazotaba
laspantorrillas.Secruzabanconmuypocostranseúntes,todosbienequipadoscon
botaseimpermeable,evidentemente,venecianosquesiestabanfuerade
casaeraporquenoteníanmásremedio.Maquinalmente,élevitabalascallesen
las que el agua ya habría subido y la llevaba hacia Barbería delle Tolle, que
conducía a la parte alta, donde estaba el hospital. No les faltaba más que un
puenteparallegarallícuandoseencontraronfrenteaunazonaenlaquehabíaque
hundirsehastaeltobilloenunaguagrisyaceitosa.Élseparó,
preguntándosecómollevaraFlaviaalotrolado,peroellasesoltódesubrazoy
siguióandando,ajenaalaguafríaqueéloíaborbotearleenloszapatos.
160
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta El viento y la lluvia barrían la pequeña
explanadadelcampoSS.GiovanniePaolo.Enunaesquina,debajodeuntoldo
que ondeaba furiosamente, había una monja que, con resignada indefensión, se
asíaaunparaguaseviscerado.El
campopropiamentedichoparecíahabersecontraído,elbordeestabayabajolas
aguasquehabíanconvertidoelcanalenunlagoalargadoqueiba
ensanchándoseprogresivamente.
Casicorriendo,conunrápidochapoteo,cruzaronelcampoendirecciónalpuente
quelosllevaríaalacalledellaTestayelapartamentodeBrett.Desdeloaltodel
puente,vieronqueeneltramoqueteníanquerecorreracontinuaciónelaguales
llegaría hasta la pantorrilla, pero no se detuvieron. Cuando llegaron a la zona
inundadaalpiedelpuente,Brunettisecambióelparaguasalamano
izquierda y tomó a Flavia del brazo con la derecha. Y fue oportuno, porque en
aquel momento ella tropezó, se fue hacia adelante y, de no haberla sujetado él,
hubieracaídodecara.
—PorcoGiuda—exclamóella—.Elzapato.Semehasalido.—Losdos
registraronconlamiradaelaguaoscura,peroelzapatohabíadesaparecido.
Ellatanteabaconelpieenelagua.Nada.Lalluviaarreciaba.
—Tenga—dijoBrunetticerrandoelparaguasydándoselo.Rápidamente,se
inclinóylatomóenbrazos.Ella,desprevenida,conunmovimientoreflejo,sele
agarróalcuelloylegolpeólacabezaconelmangodelparaguasqueélacababa
deentregarle.Éldiountraspiés,perorecuperóelequilibrioyechóaandar.
Doblólasdosesquinasquefaltabanyalllegaralapuertadelacasaladejóenel
suelo.
El pelo le chorreaba, el agua se le metía por el cuello y le resbalaba por el
cuerpo.Mientraslatraíaenbrazos,habíatropezadoyelaguafríalehabía
entradoenlabotamojándoleelzapato.Perohabíaconseguidotraerlaacasa.
Cuandoladejóenelsuelo,seapartóelpeloqueteníapegadoalafrente.
Rápidamente,ellaabriólapuertayentróenelzaguán,dondeelaguatenía
lamismaalturaqueenlacalle.Empezóasubirlaescalera.Elsegundopeldaño
yaestabaseco.AloíraBrunettichapotearasuespalda,ellasubiódospeldaños
másysevolvióamirarlo.
—Gracias.—Sequitóelotrozapato,quedejótiradoenlaescalera,ysiguió
subiendo.Éllaseguíadecerca.Enelsegundorellano,oyeronlamúsicaque
fluíaescalerasabajo.Alllegararriba,frentealapuertametálica,ellaeligióuna
llave,laintrodujoenlacerraduraylahizogirar.Lapuertanosemovió.
Ella sacó la llave, eligió otra y abrió la cerradura de la parte superior de la
puerta,luegoaccionólaprimeracerradura.
—Esextraño—dijovolviéndosehaciaél—.Estácerradacondosllaves.
AéllepareciólógicoqueBrettecharalasdosllavesdesdedentro.
—Brett—gritóFlaviaalempujarlapuerta.Lamúsicasalióasuencuentro,
peroBrettno—.Soyyo—dijoFlavia—.Guidohavenidoconmigo.
Nadiecontestó.
161
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaDescalza,dejandounreguerodeaguaenel
suelo,Flaviaentróenlasalay
fuealfondodelapartamento,amirarenlosdosdormitorios.Cuandovolvió
estabamáspálida.Asuespalda,cantabanviolines,vibrabantrompetasyse
restaurabalaarmoníauniversal.
—Brettnoestáencasa,Guido.Sehamarchado.
162
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta21
Aquellatarde,cuandoFlaviasaliódelapartamento,Brett,sentadaasu
escritorio, miraba las hojas esparcidas ante ella. Contemplaba gráficos de las
temperaturasaqueardíandistintostiposdemadera,tamañosdeloshornos
descubiertos en China Occidental, los isótopos hallados en el vidriado de los
vasos de las tumbas de la zona y una reconstrucción ecológica de la flora local
dosmilañosatrás.Siinterpretabaycombinabalosdatosdeunmodo,obteníaun
esquemadelaformaenquesecocíalacerámica,perosidisponíalas
variablesdeotromodo,sutesisseveníaabajo,todoeraabsurdo,yellahubiera
debidoquedarseenChina,dondeestabasusitio.
Esta idea le hizo preguntarse si podría volver algún día, si Flavia y Brunetti
conseguiríanarreglarelestropicio—noencontrabaotrapalabra—yellapodría
volveraltrabajo.Apartólospapelesconimpaciencia.Noteníaobjetoterminarel
artículo, si dentro de poco la autora iba a ser desacreditada por haber sido
instrumentodeunsonadofraudeartístico.Selevantódelamesayseacercóalas
hilerasdeCDspulcramenteclasificados,buscandounamúsicaapropiada
parasuestadodeánimo.Nadavocal.Noestabadehumorparaoíraunos
taradosobesoscantarsusamoresysusnostalgias.Amorynostalgia.Ytampoco
nada de arpa: su sonido quejumbroso le haría estallar los nervios. Bien, ya lo
tenía:sialgopodíademostrarlequeenelmundoaúnquedabaunpocode
cordura,alegríayamor,eralaSinfoníaJúpiter.
Yaestabaconvencidadequehabíacordurayalegríayempezabaacreer
otravezenelamorcuandosonóelteléfono.Contestóporquepensóquepodía
serFlavia,quehacíamásdeunahoraquehabíasalido.
—Pronto—dijo,conscientedequeeralaprimeravezqueusabaelteléfonoen
casiunasemana.
—¿ProfessoressaLynch?—preguntóunavozmasculina.
—Sí.
—Unosamigosmíoslehicieronunavisitalasemanapasada—dijoel
hombreconunavozbienmoduladayserena,alargandolassílabasconel
sonsonetedelacentosiciliano.ComoBrettnorespondiera,agregó—:Estoy
segurodequelorecuerda.
Ellasiguiósindecirnada,sosteniendoelteléfonoconunamanorígiday
recordandolavisitaconlosojoscerrados.
163
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
— Professoressa, he pensado que le interesaría saber que su amiga —la voz
recalcó irónicamente la palabra—, su amiga la signora Petrelli está ahora con
esosmismoscaballeros.Sí,enestemomento,mientrasustedyyohablamos,mis
amigosdialoganconella.
—¿Quéquiere?—preguntóBrett.
—Ah,habíaolvidadolodirectosquesonustedeslosamericanos.Pues
quierohablarconusted,professoressa.
Despuésdeunlargosilencio,Brettpreguntó:
—¿Hablardequé?
—Oh,puesdeartechino,naturalmente,especialmente,deunascerámicas
deladinastíaHanquesupongoquedesearáver,Peroantestenemosquehablarde
lasignoraPetrelli.
—Yonoquierohablarconusted.
—Eso me temía, dottoressa. Por ello me he tomado la libertad de rogar a la
signoraPetrelliquevinieraamicasa.
Brettdijoloúnicoqueseleocurrió:
—Ellaestáaquíconmigo.
Elhombreseechóareír.
—Vamos, dottoressa, no se haga la estúpida conmigo, yo sé que es usted una
mujer muy inteligente. Si ella estuviera con usted, hubiera colgado el teléfono
inmediatamenteyenestemomentoestaríallamandoalapolicíaenlugarde
hablarconmigo.—Dejóquesuspalabrassurtieranefectoypreguntó—:¿Me
equivoco?
—¿Cómopuedosaberqueestáconustedes?
—Ah,nopuede,dottoressa, y eso forma parte del juego. Pero sabe que no está
conustedysabequeestáfueradecasadesdelasdosycatorce,horaenqueha
salidoalacalleysehaencaminadohaciaRialto.Haceundíamuy
desapacibleparapasear.Lluevemucho.Yatendríaquehabervuelto.En
realidad,simepermitelaobservación,yahaceratoquedeberíahabervuelto,
¿no?—Brettnocontestabayélinsistió—:¿No?
—¿Quéquiere?—preguntóBrettconcansancio.
—Asímegusta.Quieroquevengaaverme,dottoressa.Quieroquevengaahora,
quesepongaelabrigoysalgadelapartamento.Alguienqueestá
esperándola me la traerá. En cuanto usted salga, la signora Petrelli podrá
marcharse.
—¿Dóndeestá?
—Noesperaráqueledigaeso,¿verdad?—preguntóélconfingido
asombro—.Conteste,¿haráloquelepido?
Larespuestasalióespontáneamente,sinpensar:
—Sí.
—Muybien.Unasabiadecisión.Estoysegurodequesealegrarádehaberla
tomado. Lo mismo que la signora Petrelli. Cuando acabemos de hablar, no
cuelgueelteléfono,noquieroquehagallamadas.¿Lohaentendido?
164
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Sí.
—Oigomúsica.¿LaJúpiter?
—Sí.
—¿Quéversión?
—Abbado—respondióellaconunacrecientesensacióndeirrealidad.
—Ah,noesbuenaelección,nihablar—dijoélrápidamentesintratarde
disimularladecepciónquelecausabasugusto—.Lositalianosnotienenideade
cómohayquedirigiraMozart.Bueno,podemoshablardeesocuando
venga.QuizáinclusoescuchemosunagrabacióndeVonKarajan.Creoquees
muysuperior.Demomento,dejelamúsica,póngaseelabrigoybajelaescalera.
Ynotratededejarunmensajeporquealguiensubiráconsusllavespara
cerciorarse,demodoquepuedeahorrarselamolestia.¿Entendido?
—Sí—respondióellasinánimo.
—Entoncesdejeelteléfono,vayaabuscarelabrigoysalgadelapartamento
—ordenóélconunavozqueporprimeravezseaproximabaalquedebíadeser
sutononatural.
—¿CómoséquedejaránmarcharaFlavia?—preguntóBrett,tratandode
quesuvozparecieraserena.
Estavezélserió.
—Nolosabe.Peroyoleaseguro,esmás,ledoymipalabradecaballerode
quetanprontocomoustedsalgadelapartamentoconmisamigosalguienhará
unallamadaylasignoraPetrellipodrámarcharse.—Comoellanorespondiera,
élagregó—:Nohayalternativa,dottoressa.
Ella puso el teléfono en la mesa, salió al recibidor y descolgó el abrigo del
armario. Volvió a la sala, fue a su escritorio y tomó una pluma. Rápidamente,
escribióunaspalabrasenunpapelpequeñoyfuealalibrería.Miróelpanelde
controldeltocadiscos,oprimiólatecla«Repetir»ypusoelpapelenlacajavacía
delCD,lacerróyladejóapoyadaenlapuertadeltocadiscos.Recogiólasllaves
deencimadelamesadelrecibidorysalió.
Cuandoabriólapuertadelacalle,doshombresentraronrápidamenteenel
zaguán. En uno de ellos reconoció al más bajo de los que la habían golpeado y
tuvo que hacer un esfuerzo para no dar un paso atrás. Él sonrió y extendió la
mano.
—Lasllaves—exigió.Ellalassacódelbolsilloyselasdio.Elhombre
desapareció por la escalera arriba y tardó cinco minutos en volver, durante los
cualeselotrohombreestuvoobservándola,mientrasellamirabaelaguaque
entrabapordebajodelapuertaconlapequeñaondulaciónqueseñalabala
llegadadelacquaalta.
Cuandoelhombrevolvió,sucompañeroabriólapuertaysalieronalacalle
inundada.Seguíadiluviandoynollevabanparaguas.Rápidamente,se
encaminaronhaciaRialto.Ibanunoacadaladodeellaycuandoenlas
estrechascallessecruzabanconotrostranseúntessesituabanunodelanteyotro
detrás.Alotroladodelpuente,losdoshombrestratarondeirhaciala
165
DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltaizquierda,peroelaguahabíasubidomuchoa
lolargodelGranCanal,y
tuvieronqueseguirporelmercado,enelquesóloquedabanlosmásatrevidos.
Torcieron a la izquierda, subieron a una de las pasarelas de madera colocadas
sobrelossoportesmetálicosysiguieronhaciaSanPolo.
Ellacomprendíaquehabíasidoimprudente.Nopodíaestarseguradesiel
quelahabíallamadoteníaaFlavia.Aunque,sinolahabíaseguido,¿cómo
podíasaberlahoraexactaenqueellahabíasalidodelapartamentoyadondese
dirigía?Tampocopodíatenerlacertezadequeaquelhombredejaramarchara
Flaviaacambiodequeellaseavinieraahablarconél.Erasólounaposibilidad.
PensóenFlavia,larecordósentadajuntoasucamacuandodespertóenel
hospital,recordóaFlaviaenescena,enelprimeractodeDonGiovanni,
cantando«Enascailtuotimordalmioperiglio»yrecordóotrascosas.Erauna
posibilidadysehabíaarriesgado.
Elqueibadelantesevolvióhacialaizquierda,bajódelapasarelaalaguayfue
hacia el Gran Canal. Ella reconoció la calle Dilera, recordó que allí había una
tintoreríaespecializadaenprendasdeanteyseadmiródepoderpensarenalgo
tantrivialenunmomentosemejante.
Conelaguaporencimadeltobillo,separarondelantedeunagranpuerta
de madera. El más bajo la abrió con una llave y Brett se encontró en un patio,
bajo la lluvia que batía el agua atrapada en su interior. Los dos hombres, uno
delanteyotrodetrásdeella,lehicieroncruzarelpatio.Subieronuntramodela
escaleraexterior,abrieronotrapuertayentraron.Allílosrecibióunhombremás
jovenque,conunmovimientodelacabeza,lesindicóquepodían
marcharse.Luego,sindecirnada,diomediavuelta,condujoaBrettporun
largopasillo,unasegundaescalerayluegounatercera.Alllegararriba,sevolvió
paradecirle:
—Elimpermeable.
Sesituódetrásdeella,que,condedostorpesdefríoydeangustia,peleabacon
losbotones.Porfinconsiguióquitarseelimpermeable.Éllotomó,lodejócaeral
sueloconindolencia,laabrazóbruscamenteylemanoseólospechos
mientrassefrotabarítmicamentecontraellaylesusurrabaaloído:
—Tú aún no sabes lo que es un italiano de verdad, ¿eh, angelo mio? Espera,
esperayverás.
Brettdejócaerlacabezahaciaadelanteysintióqueseledoblabanlas
rodillas.Luchóporpermanecerdepieyloconsiguió,peroperdiósuotra
batallacontralaslágrimas.
—Ah,esoestábien—dijoelhombreasuespalda—.Megustacuando
lloráis.
Dentrodelahabitaciónsonóunavoz.Conlamismabrusquedadconquela
habíaabrazado,elhombreseapartódeellayabriólapuerta.Sehizoaunlado
paraqueellaentraraycerrólapuertaquedándosefuera.Ella,empapada,
empezabaatiritar.
166
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaHabíaunhombredeunoscincuentaañosen
elcentrodeaquellahabitación
con suelo de madera llena de vitrinas de plexiglás sobre soportes cubiertos de
terciopeloquesealzabanhastalaalturadelosojos.Unosfocosdisimuladosen
lasgruesasvigasdemaderadeltechoiluminabanlasvitrinas,vacíasalgunasde
ellas. Similar iluminación tenían las hornacinas que vio en las blancas paredes,
peroéstastodasparecíanconteneralgúnobjeto.
Elhombreseadelantósonriendo.
— Dottoressa Lynch, es un gran honor. Nunca imaginé que tendría el placer de
conocerlapersonalmente.—Sedetuvodelantedeella,conlamano
extendidatodavíayprosiguió—:Quieroquesepaantetodoqueheleídosus
librosymehanparecidomuyilustrativos,especialmente,eldedicadoalas
cerámicas.
Ellanohacíaademándedarlelamano,porloqueelhombrebajólasuya,
peronoseapartó.
—Celebroquehayaaccedidoavenir.
—¿Teníaelección?—preguntóBrett.
Elhombresonrió.
—Claroqueteníaelección,dottoressa.Siemprehayelección.Sóloquecuandola
elecciónesdifícildecimosquenolatenemos.Perosiemprehay
elección.Hubierapodidonegarseavenir,yhubierapodidollamaralapolicía.
Peronolohizo,¿verdad?Sonrióotravezyhastasumiradasehizomáscálida,
quizáporsusentidodelhumor,quizáporalgotansiniestroqueBrettprefirióno
analizarlo.
—¿DóndeestáFlavia?
—Oh,lasignoraPetrelliestábien,seloaseguro.Loúltimoquehesabidodeella
esquevolvíadelaRivadegliSchiavoni,caminodesuapartamento.
—¿Entoncesnolatieneusted?
Élseechóareír.
—Claroqueno,dottoressa.Enningúnmomento.Nohaynecesidadde
mezclaralasignoraPetrellienesteasunto.Además,sialgopudieraocurrirlea
suvoz,nuncameloperdonaría.Ynoesquemeentusiasmetodoloquecanta
—añadióconlacondescendenciadelapersonadegustomásrefinado—,pero
sutalentomeinspirafrancorespeto.
Brettdiomediavueltayfuehacialapuerta.Hizogirarelpicaporte,peronopudo
abrir.Probóotravez,conmásfuerza,ytampococonsiguióquelapuertacediera.
Mientrastanto,elhombresehabíasituadofrenteaunadelasvitrinasiluminadas.
Cuandoellasevolvió,loviocontemplarlaspequeñaspiezasque
conteníalavitrina,casiajenoasupresencia.
—¿Vaadejarmemarchar?—preguntóella.
—¿Legustaríavermicolección,dottoressa?—preguntóélcomosinolahubiera
oído.
—Quierosalirdeaquí.
Nuevamente,fuecomosinohubieradichonada.
167
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Él seguía mirando las dos figuritas de la
vitrina.
—EstasdospequeñaspiezasdejadedebendeserdeladinastíaShang,¿no
leparece?Probablemente,delperíodoAn-yang.—Diolaespaldaalavitrinay
sonrióaBrett—.Desdeluego,esunperíodomuyanterioraldesuespecialidad,
dottoressa,unosmilaños,perosindudaleresultaránfamiliares.—Fuehaciala
siguientevitrinayseparóamirarsucontenido—.Fíjeseenestabailarina.
Todavíaconservacasitodalapintura;esalgoinsólitoenunapiezadelHan
Occidental.Tieneunasmuescasenlaparteinferiordelamanga,perosila
pongounpocoladeadanoseven.—Extendiólosbrazos,levantólacubiertade
plexiglásdelsoporteyladejóenelsuelo.Cuidadosamente,tomólafigura,que
medíaunostreintacentímetros,ycruzólahabitación.
AlllegarfrenteaBrett,pusolaestatuacabezaabajoparaqueellapudiera
verlospequeñosdesconchadosdeunadelaslargasmangas.Lapinturaque
cubríalapartesuperiordelvestidoseguíasiendoroja,alcabodetantossiglos,y
lanegrafaldaaúnrelucía.
—Debedehabersalidodealgunatumbahacemuypoco,onoestaríatan
bienconservada,imagino.
EnderezólaestatuaypermitióaBrettunaúltimamiradaantesdellevársela
yponerlacuidadosamenteensupedestal.
—Quégranidea,ladeenterrarcosasbellas,mujeresbellas,conlos
muertos.—Reflexionósobreloqueacababadedeciryagregó,mientrasvolvíaa
poner la cubierta—: Claro que estaba mal sacrificar a criados y esclavos para
quelosacompañaranensuviajealotromundo.Pero,apesardetodo,esuna
hermosaidea,honramuchoalosmuertos.—Lamiróotravez—.¿Noopinalo
mismo,dottoressaLynch?
Ellasepreguntabasiestaescenatanteatralnotendríaporobjeto
intimidarla para que secundara sus oscuros fines. ¿Era fingido su interés por
aquellosobjetos,opretendíahacerlecreerqueestabalocoyque,porlotanto,era
capaz de hacerle daño si se resistía? ¿O quizá sólo quería que admirara su
colección?
Ellamiróenderredor,empezandoaverrealmentelosobjetos.Ahoraél
estabajuntoaunaollaneolíticadecoradaconelmotivodelarana,condos
pequeñasasasenlaparteinferior.Parecíatanbienconservadaqueellase
acercóparaverlamejor.
—Unapreciosidad,¿verdad?—comentóél,voluble—.Sivieneporaquí,
professoressa, le enseñaré algo de lo que estoy especialmente orgulloso. —Se
paródelantedeotravitrinaenlaquesobreunpanelforradodeterciopelo
negro,descansabaundiscodejadeblancoprofusamentetallado—.Qué
hermosura—dijo,inclinándoseaadmirarlo—.Diríaqueesdelperíododelos
EstadosenGuerra,¿nocree?
—Sí—respondióella—.Loparece,especialmente,porelmotivodelos
animales.
Élsonrióconauténticogozo.
168
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Eso es exactamente lo que me convenció, dottoressa. —Volvió a mirar el
medallónyluegoaBrett—:Noimaginalohalagadorqueesparaunaficionado
elqueunespecialistaconfirmesuopinión.
Ella no era especialista en objetos del neolítico, pero no consideró oportuno
sacarlodesuerror.
—Cualquiermarchanteoeldepartamentoorientaldecualquiermuseo
hubierapodidoconfirmárselo.
—Desdeluego—dijoéldistraídamente—.Peroprefieronoacudiraellos.
Elhombresealejóhaciaelotroextremodelahabitación,ysedetuvofrenteauna
de las hornacinas de la que sacó una pieza metálica alargada con artísticas
incrustacionesdeoroyplata.
—Engeneral,losmetalesnomeinteresan,perocuandolovinopude
resistirlatentación.—Selomostróysonriócuandoellatomóelobjetoyledio
lavueltaexaminandounayotracara.
—¿Esunafíbula?—preguntóellaalveruncierredeltamañodeun
guisanteenunodelosextremos.Elobjetoeratanlargocomosumano,estrechoy
afiladocomounacuchilla.Unacuchilla.
Élsonreíaencantado.
—¡Muybien!Sí,señora.HayotraenelMetropolitandeNuevaYork,pero
yo diría que el trabajo de ésta es más delicado —dijo señalando con un grueso
dedounaincrustaciónonduladaquerecorríalasuperficieplana.
Desinteresándosedelobjeto,élsevolviódeespaldasaBrettyatravesóde
nuevolahabitación.Ella,decaraalahornacina,haciendopantallaconsu
propiocuerpo,seguardólafíbulaenelbolsillodelpantalón.
Élseinclinósobreotravitrinay,alverloquehabíaenella,Brettsintióquele
flaqueabanlasrodillasyloshuesosselehelabandeterror.Porquedentrodela
vitrinaestabaelvasocubiertoquehabíasidosustraídodelacolección
expuestaenelpalazzoDucal.
Éldiolavueltaalavitrina,mirandoaBrettatravésdelplexiglás.
—Ah,veoquehareconocidoelvaso,dottoressa.Esfabuloso,¿verdad?
Siemprehabíadeseadounodeéstos,peronoseencuentran.Comomuy
acertadamenteseñalaustedensulibro.
Ellacruzólosbrazossobreelpechoasiéndoseloshombros,paratratarde
reteneralgodelcalorquehuíadesucuerpo.
—Hacefríoaquí—dijo.
—Sí,¿verdad?Tengorollosdesedaenesoscajones,ynoquierocaldearla
habitaciónhastaquepuedaprotegerlosenunacámaraconregulaciónde
temperaturayhumedad.Asíquetendráquesoportarestaincomodidad
mientrasestéaquí,dottoressa.Aunqueyahabrátenidoocasiónde
acostumbrarsealaincomodidaddurantesusestanciasenChina.
—Ytambiénporloquesushombresmehicieron—dijoellaenvozbaja.
169
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Ah,sí,debeustedperdonarlos.Lesdijequelehicieranunaadvertencia,
peromisamigossuelenmostrarunexcesodeceloenloqueconsideranquees
ladefensademisintereses.
Ellaignorabaporqué,perosabíaqueaquelhombrementía,yquesus
órdeneshabíansidodirectasyexplícitas.
—¿YaldottorSemenzato,tambiénteníanquehacerleunaadvertencia?
Porprimeravez,éllamiróconfrancodesagrado,comosielqueelladijera
esoenciertomodoamenazarasucontroldelasituación.
—¿Aéltambién?—preguntóellaconnaturalidad.
—¡SantoDios,dottoressa!¿Porquiénmetoma?
Ellaoptópornoresponder.
—En fin, ¿por qué no decírselo? El dottor Semenzato era un hombre muy
pusilánime.Bien,supongoqueesopuedeadmitirse,perodespuésempezóaser
tambiénmuycodicioso,yesoyaesinadmisible.Fuetanneciocomopara
sugerirquelasdificultadesqueustedestabacreandomerecíanuna
compensacióneconómica.Amisamigos,comoledecía,lesmolestavermi
honorenentredicho.—Fruncióloslabiosyagitólacabezaalrecordarlo.
—¿Suhonor?—preguntóBrett.
LaCapranoseextendióenexplicacionesalrespecto.
—Yluegolapolicíaestuvoaquíhaciendopreguntas.Portodoello,he
consideradoconvenientehablarconusted.
Mientrasélhablaba,Bretttuvounarevelacióndemoledora:silehablabade
lamuertedeSemenzatotanfrancamenteeraporquenoteníanadaquetemerde
ella.Ellaviodossillasarrimadasalapareddelfondo,fuehastaallíysesentó
pesadamenteenunadeellas.Sesentíatandébilquedejóquesucuerpose
venciera hacia adelante y apoyó la cabeza en las rodillas, pero el dolor de las
costillasaúnvendadaslaobligóaerguireltroncoahogandounaexclamación.
LaCapralelanzóunarápidamirada.
—PeronohablemosdeldottorSemenzato,teniendoaquíconnosotroscosastan
bellas. —Tomó el vaso con las dos manos, fue hacia Brett, se inclinó y se lo
mostró—;Mireesto.Fíjeseenlafluidezdelaslíneasdelapintura,el
movimientodeesaspatas.Hubierapodidopintarseayer,¿noleparece?Una
ejecuciónplenamentemoderna.Unamaravilla.
Ellamiróelvasoquetanbienconocíaymiróalhombre.
—¿Cómoloconsiguió?—preguntóellaconcansancio.
—Ah—dijoélirguiendoelcuerpoyvolviendoalavitrina,enlaque
depositócuidadosamentelacerámica—.Secretoprofesional,dottoressa. No me
pidaqueselorevele—dijo,aunqueeraevidentequeestabadeseandodecirlo.
—¿FueMatsuko?—preguntóelladeseandosaberporlomenoseso.
—¿Suamiguitajaponesa?—preguntóélconsarcasmo—.Dottoressa,asu
edad, debería usted saber que no hay que mezclar la vida personal con la vida
profesional,especialmentecuandosetratacongentejoven.Ellosnotienen
nuestravisióndelmundo,nosabensepararlascosascomonosotros.—Se
170
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta detuvo un momento, como midiendo la
profundidaddesusabiduría,y
prosiguió—:Ellostiendenatomarlotododeunmodomuypersonal,aversea
símismoscomoelcentrodeluniverso.Yporesopuedensermuypeligrosos.—
Sonrió,peronoeraagradableversusonrisa—.Otambiénmuyútiles.
Élvolvióacruzarlahabitaciónysequedódelantedeellamirándolaala
cara.
—Claroquefueella.Perosusmotivosnoestabanmuyclaros.Noquería
dinero,yhastaseofendiócuandoSemenzatoseloofreció.Tampocoquería
perjudicarlaausted,dottoressa,enrealidad,siesopuedeservirledeconsuelo.
Simplemente,noseparóapensarloconcalma.
—¿Porquélohizoentonces?
—Oh,alprincipiopordespecho,elclásicocasodeamanteabandonadaque
quiere vengarse de la persona que la ha hecho sufrir. No creo que llegara ni a
comprenderclaramenteloquenosotrosnosproponíamos,elalcancede
nuestrosplanes.Estoysegurodequecreyóquesóloqueríamosunapieza.Y
hastadiríaqueelladeseabaquesedescubrieralasustitución.Ellopondríaentela
dejuicioelcriteriodeusted.Alfinyalcabo,ustedhabíaseleccionadolaspiezas
para la exposición y, si se descubría la sustitución cuando las piezas fueran
devueltas,pareceríaquehabíaelegidoparalaexposiciónunaimitaciónenlugar
de un original. Hasta después no se dio cuenta de lo inverosímil que parecería
quehubierafalsificacionesenelmuseodeXian,Peroentoncesyaeratarde.Las
piezashabíansidocopiadas,dichoseadepaso,conunfuerte
desembolso,locual,naturalmente,hacíaaúnmásnecesarioqueseutilizaran
todaslascopias.
—¿Cuándo?
—Durantelaoperacióndeembaladoenelmuseo.Enrealidad,fuemuy
fácil,másdeloquepensábamos.Lajaponesaprotestó,peroyaeratarde.—
Callóymiróalolejos,recordando—.Creoquefueentoncescuandocomprendí
queaquellamuchachaacabaríasiendounestorbo.Yteníarazón.
—¿Yporesohabíaqueeliminarla?
—Naturalmente—dijoélconnaturalidad—.Comprendíquenohabíaotra
solución.
—¿Quéhizoella?
—Oh,aquínoscausóbastantesmolestiasycuandoregresóaChinayusted
le dijo que varias de las piezas le parecían falsas, ella escribió una carta a sus
padres,parapreguntarlesquédebíahacer.Naturalmente,entoncesdecidíque
habíaqueeliminarlasinmásdilación.—Ladeólacabezaconungestoque
anunciabaunarevelación—:Francamente,mesorprendióqueresultaratan
fácil.YopensabaqueenChinaeramásdifícilorganizaresascosas.—Movióla
cabezaaderechaeizquierdalentamente,lamentandoestenuevoejemplode
contaminacióncultural.
—¿CómosabequeMatsukoescribióasuspadres?
171
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Porqueleílacarta—respondióélconsencillezyenseguidapuntualizó—:
Quierodecirqueleíunatraducción.
—¿Cómolaconsiguió?
—Todasucorrespondenciaerainterceptada.—Lodecíaenuntonocaside
reproche,comosiellahubieratenidoqueadivinarporlomenosesto—.Por
cierto,¿cómoselasarreglóustedparahacerllegaraquellacartaaSemenzato?
—Sucuriosidaderareal.
—LadiaunapersonaqueibaaHongKong.
—¿Alguiendelaexcavación?
—No;unturistaalqueconocíenXian.ElhombreibaaHongKongyle
pedíquelaecharaalcorreoallí.Sabíaqueasíllegaríaantes.
—Muylista,dottoressa.Muylista,sí.
Ellaseestremeciódefrío.Hacíayamuchoratoquenosentíalospies.Los
levantó del suelo de mármol y los puso en el travesaño de la silla. La lluvia le
habíaempapadoeljerseyysesentíaatrapadadentrodesuropahelada.
Empezóatiritarviolentamenteycerrólosojos,esperandoaquepasarael
espasmo. El dolor que desde hacía días se mantenía latente en la mandíbula se
habíadespertadoyconvertidoenunallamaviva.
CuandoBrettabriólosojos,elhombresehabíaidodesuladoyestabaenelotro
extremodelahabitaciónalargandolosbrazoshaciaotrovaso.
—¿Quévaahacerconmigo?—preguntóellaesforzándosepormantenerla
vozfirmeyserena.
Élsevolvióhaciaella,sosteniendoelvasocuidadosamenteconlasdos
manos.
—Creoqueestapiezaeslamáshermosadetodaslasquetengo—dijo
haciéndola girar ligeramente para que ella pudiera seguir el sobrio dibujo del
contorno—.VienedelaprovinciadeCh'ing-hai,alextremodelaGranMuralla.
Yodiríaquetienecincomilaños,¿noleparece?
Brettlomirabaconpasividadyvioaunhombregruesodemedianaedad
quesosteníaenlasmanosunbolmarróndecorado.
—Lehepreguntadoquépiensahacerconmigo—repitióella,interesada
sóloenestoynoenelbol.
—¿Hmm?—murmuróéldistraídamente,dejandodecontemplarelbolun
momentoparamirarla—.¿Conusted,dottoressa?Losiento,peroaúnnohetenido
tiempodepensarlo.Eratantomiinterésportraerlaavermicolección...
—¿Porqué?
Élsequedódondeestaba,justodelantedeella.Devezencuando,alargaba
elbrazoconeldedoextendidoparahacergirarelbolunmilímetrohaciaun
ladoyluegohacia,elotro.
—Porquetengomuchascosashermosasynopuedoenseñarlasanadie—
dijoconunpesartanevidentequenopodíaserfingido—.Lamiróconuna
sonrisaamistosaquepretendíaexplicarmuchascosas—.Quierodeciranadie
que cuente. Porque si las enseño a personas que no entienden de cerámicas, no
172
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta creo que puedan apreciar la belleza ni la
singularidaddeloqueven.—Aquí
calló,esperandoqueellacomprendierasudilema.
Locomprendía.
—¿Y,silasenseñaapersonasqueentiendendearteocerámicachinos,
sabrándedóndehansalido?
—Muysagaz—dijoélalzandolasmanosconevidentesatisfacciónantesu
perspicacia.Selenublólacara—.Esdifíciltratarcongentequenoentiende.En
todasestasmaravillas—describióconlamanoderechaunademánque
abarcabatodoloquehabíaenlahabitación—novennadamásqueollasy
vasos,ynopercibensubelleza.
—Locualnolesimpideconseguírselas,¿verdad?—preguntóellasintratar
dedisimularelsarcasmo.
Élencajólafraseconecuanimidad.
—No,desdeluego.Yolesdigoloquehayqueconseguiryellosmelotraen.
—¿Tambiénlesdicecómoconseguirlo?—Empezabaacostarledemasiado
esfuerzohablar.Queríaqueaquelloterminara.
—Esosegúnaquiénloencargo.Avecestengoqueserexplícito.
—¿Tuvoquesermuy«explícito»conloshombresqueenvióamicasa?
Ellaleviodisponerseamentir,peroentoncesoptóporcambiardetema.
—¿Quéleparecelacolección,dottoressa?
Depronto,ellayanopudomás.Cerrólosojosyapoyólacabezaenel
respaldodelasilla.
—Lehepreguntadoquéleparecelacolección,dottoressa—repitióél
alzandolavoz.
Lentamente,másporagotamientoqueporobstinación,Brettmovióla
cabezaaderechaeizquierdaconlosojoscerrados.
Coneldorsodelamanoydeunmodoenteramentecasual,máscomo
advertencia que como castigo, él le golpeó la cabeza a la altura de la sien. Era
pocomásqueuncachete,perofuesuficienteparaquelafisuradelamandíbulase
abriera y cerrara con una explosión de dolor que ahuyentó de su cerebro el
pensamientoyelconocimiento.
Brettsedeslizóalsueloyquedóinmóvil.Éllamiróunmomento,fuehacia
elpedestal,seagachóacogerlacubiertadeplexiglásylacolocó
cuidadosamentesobreelbol,lanzóotramiradaalamujerquehabíaquedado
inconscienteysaliódelahabitación.
173
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta22
BrettestabaderegresoenChina,enlatiendainstaladaenlaexcavación
para el personal arqueológico. Dormía, pero el saco estaba en mal sitio, y ella
sentíaenloshuesosladurezadelsuelo.Laestufadegashabíavueltoa
apagarse, y el frío cruel de la meseta esteparia le mordía las carnes. Se había
negado a ir a la Embajada en Pekín a que le pusieran la vacuna contra la
encefalitisyahorahabíaenfermado,habíaenfermadodeencefalitis,yasentíael
primersíntoma,unajaquecaespantosa,yaseestremecíaconlasconvulsiones
delafiebremientraselcerebroseinflamabaconlainfecciónmortal.Matsukola
habíaadvertido,ellasehabíavacunadoenTokio.
Situvieraotramanta,siMatsukoletrajeraalgoparaeldolordecabeza...
Abriólosojos,esperandoverlalonadelatienda,peroviopiedragrisdebajode
subrazo,yunapared,yentoncesrecordó.
Cerrólosojosysequedóquieta,tendiendoeloído,paraaveriguarsiel
hombre seguía en la habitación. Levantó la cabeza y consideró que el dolor era
soportable. Sus ojos le confirmaron lo que ya le habían dicho los oídos: él se
habíaido,dejándolasolaconsucolección.
Sealzósobrelasrodillasy,apoyándoseenlasilla,sepusodepie.Lelatíanlas
sienes y la habitación le daba vueltas. Cerró los ojos hasta que se le pasó el
vahído.Eldolorpartíadedebajodelasorejasyleperforabaelcráneo.
Cuandoabriólosojosvioqueunladodelahabitacióneratodoventanas
enrejadas.Seobligóairhastalapuertaparaintentarabrirla,peroestaba
cerrada.Alprincipio,eldolorserecrudecíaacadapasoquedaba,peroprobóa
relajarlosmúsculosdelamandíbulayselecalmómínimamente.Arrastróuna
sillahastalasventanasy,muydespacio,sesubióaella.Alotroladovioeltejado
delacasadeenfrente.Alaizquierda,mástejadosy,aladerecha,elGranCanal.
Seguíalloviendointensamente,ydeprontoellanotólaropamojaday
pegada al cuerpo. Se bajó de la silla con movimientos inseguros y buscó en la
habitación una fuente de calor, pero no la había. Se sentó en la silla con los
brazos cruzados sobre el pecho, tratando de dominar el temblor que la sacudía,
Apretólasmanoscontraloscostadosynotóunobjetoduro.Lafíbula.Atravésde
latelaempapadadelpantalón,laoprimiócomosifuerauntalismán.
174
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Pasaba el tiempo; no hubiera podido decir
cuánto.Laluzqueentrabapor
lasventanasmenguaba,cambiandodelplomomatedeldíaalapenumbradel
anochecer.Sabíaqueteníaquehaberluzeléctricaenlahabitación,perole
faltabanlasfuerzasparabuscarla.Además,laluznocambiaríanada;sólo
podríareconfortarlaunpocodecalor.
Al fin oyó girar una llave en la cerradura y la puerta se abrió para dar paso al
hombre que antes la había golpeado. Detrás de él venía el joven que la había
traídohastaaquínorecordabacuántotiempoatrás.
— Professoressa —empezó el más viejo con una sonrisa—, espero que ahora
podamoscontinuarnuestraconversación.—Sevolvióadeciralgoaljoven,en
un dialecto que parecía siciliano, pero hablaba tan deprisa que ella no entendió
nada. Los dos hombres fueron entonces hacia ella, y Brett no pudo resistir el
impulsodelevantarseysituarsedetrásdelasilla.
Elmásviejoseparódelantedelavitrinaqueconteníaelbolmarrónyse
quedómirándolo.Eljovensemanteníaasuladoysumiradaibadesu
compañeroaBrett.
Nuevamente,conladelicadezadelentendidoquecaracterizabatodossus
movimientoscuandomanejabalaspiezasdesucolección,elhombreretiróla
cubiertadeplexiglásylevantóelbol.Cualunsacerdotequeportarauna
ofrendaaunaltarlejano,cruzólahabitaciónconelbolentrelasmanos.
—Comoledecíaantesdelainterrupción,creoqueprocededelaprovincia
deCh'ing-hai,aunquetambiénpodríaserdeKansu.Seguroquecomprendepor
quénopuedohacerloexaminarporunperito.
Brettlevantóelmentónymirófijamentealhombre,miróaljovenquese
manteníaasulado,comounacólito,miróelbol,viosubellezayvolviólacara,
desentendiéndose.
—Aquípuedeverse—dijoelhombrehaciendogirarligeramenteelbol—el
puntodeselladodelosaros.Esextraño,¿verdad?,queparezcaunvasohechoen
un torno. Y el dibujo. Siempre me ha interesado la forma en que los pueblos
primitivos utilizaban las formas geométricas, casi como si pudieran adivinar el
futuroysupieranquevolveríamosaellas.—Desviólaatencióndelbol,comosi
lecostaratrabajo,paramiraraBrett—:Comoledecía,eslapiezamásbellade
micolección.Quizánolamásvaliosa,perosílaquemásquiero.—Rióentre
dientescomoelquecomparteunchisteconuncolega—.¡Yloquetuveque
hacerparaconseguirla!
Ellaqueríacerrarlosojosylosoídos,noescucharestedesvarío.Pero
recordóloocurridocuandohabíadejadodeprestaratenciónyemitióunsonido
interrogativo,noatreviéndoseahablarporeldolorquesabíaqueellohabíade
causarle.
—UncoleccionistadeFlorencia.Unviejomuytestarudo.Habíamostenido
tratoscomercialesycuandoseenterodequemeinteresabanlascerámicas
chinasmellevóasucasaparaenseñarmesucolección.Bien,cuandoviesta
pieza,meenamoré.Comprendíquehastaquefueramíanopodríadescansar.
175
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Levantó el bol y lo hizo girar otra vez,
contemplandolafinatraceríade
líneasnegrasquediscurríanporelcostado,sedeslizabansobreelbordey
llegabanhastaelcentrodelrecipiente.
—Lepedíquemelovendiera,peroélsenegó,medijoquenoleinteresaba
eldinero.Leofrecímás,másdeloquevalíaelbol,yluegodoblélaoferta.—
Apartólosojosdelbolylamiróaella,tratandodereconstruiryasíexplicarsu
indignación.Agitólacabezayvolvióamirarlapieza—.Élsiguiónegándose.
Asíquenotuvealternativa.Élnomedejóalternativa.Lehiceunaofertamásque
generosaynolaaceptó.Entoncestuvequeusarotrosmétodos.
Lamirabainvitándolaapreguntarlequésehabíavistoforzadoahacer.Y,
depronto,cuandolevinoalacabezaestapalabra,«forzado»,Brettcomprendió
queaquellonoeraunguiónqueélsehubierapreparadoparajustificarsus
actos;aquellonoeraunaescenaqueélrepresentaraparacongraciarseconella.
Aquelhombrehablabaconenteraconvicción.Quisounacosa,selanegaron,y
sevioforzadoatomarla.Así,sencillamente.Y,enelmismoinstante,Brett
comprendiódóndeseencontrabaella:atravesadaensucamino,impidiéndole
disfrutar libremente de la posesión de las cerámicas que con tantos esfuerzos y
gastoshabíasustraídodelaexposicióndelpalazzoDucale.Yentoncessupoque
la mataría, que le quitaría la vida con la misma naturalidad con que la había
golpeadocuandoellasenegóacontestarasupregunta.Seleescapóun
gemido,queéltomóporunapreguntaycontinuó:
—Queríahacerqueparecieraunsimplerobo,pero,sidesaparecíaelbol,él
comprenderíaqueyoestabaimplicado.Penséenmandarsacarloyquemarla
casa.—Hizounapausaysuspiróalrecordarlo—.Peronopude.Habíaallí
muchascosasbellas,ynopodíaverlasdestruidas,—Bajoelbol,mostrándolesu
interior—.Mireesecírculo,cómolorodeanlaslíneasrealzandolamuestra.
¿Cómoerancapacesdehacereso?—Seirguiómusitando—:Sencillamente
prodigioso.Prodigioso.
Mientrastanto,eljovenpermanecíaasuladosindecirnada,escuchando
cadapalabra,siguiendocadagestoconlosojos,inexpresivamente.
Elhombrevolvióasuspiraryprosiguió:
—Dejébienclaroqueesodebíahacersecuandoélestuvierasolo.Noveía
razón para hacer sufrir a la familia. Una noche, cuando regresaba de Siena en
automóvil...—seinterrumpió,buscandolaexpresiónmásdelicada—.Sufrióun
accidente.Lamentable.Perdióelcontroldelvehículoenlasuperstrada.Elcoche
sesaliódelacarreterayseincendió.Enmediodelaconfusiónquesiguióasu
muerte,transcurrióalgúntiempoantesdequesedescubrieraladesaparición
delbol.—Suvozsesuavizóalcambiaraltonofilosófico—.Mepreguntosien
mipreferenciaporestapiezapudoinfluirelquetuvieraquetomarmetantas
molestiasparaconseguirla,—Y,entonomáscoloquial—:Nosabecómome
alegrodepoderfinalmenteenseñarlaaalguienqueseacapazdeapreciarla.—
Lanzandounamiradaaljoven,agregó—:Aquítodostratandecomprender,de
176
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta compartir mi entusiasmo, pero no han
dedicadoañosalestudiodeestascosas
comoyo.Ycomousted,professoressa.
Susonrisasehizobenévola.
—¿Nolegustaríatenerlaenlamano,dottoressa?Nadiemásqueyolahatocado
desdeque...enfin,desdequelaadquirí.Estoysegurodequelegustarápalparla
perfectacurvadelfondo.Lesorprenderálopocoquepesa.Sientonodisponerde
losmedioscientíficosadecuados.Megustaríacomprobarsu
composiciónalespectroscopio,saberdequéestáhecha;quizáesoexplicarapor
quéestanligera.¿Querríausteddecirmequéleparece?
Elhombresonriódenuevoyletendióelbol.Ellahizounesfuerzoporsepararsu
doloridocuerpodelaparedenlaqueestabaapoyadoyalargólos
brazostomandocuidadosamentesobrelapalmadelasmanoslapiezaqueélle
ofrecía y miró su interior. Las líneas negras que había trazado una mano hábil,
muerta hacía cinco milenios, recorrían el fondo girando aparentemente al azar y
dividíanespaciosblancosqueencerrabanpequeñoscírculosnegrosamodode
dianas.Elbolcasiparecíavibrardevidayalegría.Vioquelaslíneasnoestaban
espaciadas con regularidad, y esta falta de simetría denotaba el pulso humano y
falibledelartesano.Atravésdeunaslágrimasinvoluntarias,Brettcontemplabala
bellezadeaquelmundolejanoenelqueprontoseencontraríaella.Llorabaporsu
propiamuerteyporelpoderdeestehombrequeteníadelantepara
poseertantabellezayperfección.
—Fabuloso,¿verdad?—dijoél.
Brett le miró a los ojos. Él le quitaría la vida con la misma facilidad con que
escupíaelhuesodeunacereza.Ydespuésseguiríaviviendorodeadodetoda
estabelleza,disfrutandoplenamentedeloqueeransusbienesmáspreciados.
Elladiounpequeñopasoatrásyalzólosbrazosenademánsolemne,
poniéndoseelbolalaalturadelacara.Luego,lentamente,conplena
deliberación,separólasmanosydejócaerelbolalsuelodemármol,enelquese
estrellólanzandofragmentoscontrasuspiesypiernas.
Elhombreseabalanzóhaciaellaperonollegóatiempodesalvarelbol.Al
pisarunfragmentotriturándolo,setambaleóhaciaatrás,chocóconeljovenyse
agarróaélparasujetarse.Lacaraselepusorojayluegoblanca.Mascullóunas
palabrasqueBrettnoentendióysevolviórápidamentehaciaella.Sedesasióa
mediasyfuehaciaella,peroeljovenlerodeabaelpechoconunbrazoytiraba
de él hacia atrás. Le habló al oído en voz baja pero vehemente, manteniendo el
brazofirmeparaimpedirlellegarhastaBrett.
—Aquíno—dijo—.Noenmediodetuscosasbonitas.—Elotrogruñóuna
respuestaqueellanoentendió—.Yoloharé—dijoeljoven—.Abajo.
Mientraselloshablabanconvehemencia,Brettintrodujolamanoderecha
en el bolsillo y rodeó con ella el extremo más estrecho de la fíbula; el otro
extremo era puntiagudo; y el borde, afilado y hasta cortante. Ella los miraba y
escuchaba,perosusvocessonabancadavezmáslejosysólolellegabana
ráfagas.Almismotiempo,descubrióqueyanoteníafrío;alcontrario,sentía177
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta calor, estaba ardiendo. Ellos hablaban y
hablaban con voces apresuradas. Ella se ordenó a sí misma permanecer allí de
pie, sujetando la cuchilla, pero de pronto el esfuerzo se hizo excesivo y,
lentamente, volvió a sentarse. Dejó caer la cabeza hacia adelante y, al ver los
trozosdecerámicaesparcidosporelsuelo,nopudorecordarquéeran.
Alcabodemuchotiempo,oyóabrirseycerrarselapuertaycuandolevantó
lamiradavioqueenlahabitaciónsóloestabaeljoven.Unalagunaeneltiempo,y
éllaasíaporelbrazoylalevantaba.Ellasedejósacardelahabitaciónyllevar
porlaescaleraabajo.Acadapaso,eldolorleexplotabaenlacabeza.Alllegar
abajo,cruzaronelpatiobajoeldiluviohastaunapuertademadera.
Sinsoltarleelbrazo,precauciónquecasilahizoreírporloinnecesaria,éldiola
vuelta a la llave y empujó la puerta. Ella vio una escalera que descendía hacia
unanegrurapobladadedestellos.Apartirdelprimerescalón,la
oscuridadparecíapalpableyabajoseveíaelbrillodelaluzenelagua.
ElhombresevolvióhaciaBrettylalanzóhaciaadelante.Suspies
tropezaronenelumbraly,porpuroreflejo,buscaronlospeldaños.Pisaron
aguaenelprimeroy,enelsegundo,resbalaronenmusgoyalgas.Ellasólotuvo
tiempodelevantarlosbrazosantesdecaeralagua,queibasubiendodenivel.
178
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta23
ParaFlavialomásurgenteerapararlamúsicaqueresonabadeunmodo
grotescoportodoelapartamento.Mientrasellaibahacialalibrería,delosoboes
ylosviolinesbrotabanunasondasdebellezatrascendente,peroellasóloansiaba
lapazdelsilencio.Miróelcomplicadoaparatoestéreo,sintiéndose
atrapadaeindefensaenelsonidoquebrotabadeélysemaldijopornohaberse
preocupadodeaprendersufuncionamiento.Peroenaquelmomentolamúsica
seelevóaalturasdeunabellezaaúnmayor,seproclamólaarmoníauniversal,y
lasinfoníaterminó.EllasevolvióamiraraBrunetti,aliviada.
Cuandoabríalabocaparahablar,retumbaronenlahabitaciónlosacordes
iniciales de la sinfonía. Ella se revolvió levantando una mano hacia el aparato
comosiquisierasilenciarlodeungolpe.Sumanotropezóconlacajadeplástico
delCDqueestabaapoyadaenlapartefrontalylahizocaerasuspies,abierta.
Ella le lanzó un puntapié, falló y la buscó con la mirada, deseando aplastarla,
porqueleparecíaqueasípondríafinaaquellamúsicaquesederramaba
alegrementeporelapartamento.NotóqueasuladoestabaBrunetti.Élextendióel
brazopordelantedeellaehizogirarelmandodelvolumenhaciala
izquierda.Lamúsicaseapagódejandolahabitaciónenunsilencioexplosivo.Él
seagachó,recogiólacajayvolvióaagacharsepararecuperarelfolletoquese
habíasalidoyunpedazodepapelqueestabadebajodeéste.
«Hallamadounhombre.TienenaFlavia.»Nohabíaescritonadamás.Nila
hora, ni una explicación de su intención. Pero su ausencia del apartamento era
todalaexplicaciónqueélnecesitaba.
Sindecirnada,pasóelpapelaFlavia.
Ellaloleyóycomprendióinmediatamente.Estrujóelpapelconfuerza,
haciendounabola,peroenseguidaabriólamanoylopusoenlalibrería,
alisándolo,dolorosamenteconscientedequequizáéstefueraelúltimorecuerdo
deBrett.
—¿Aquéhorahassalidodecasa?—preguntóBrunetti.
—Aesodelasdos.¿Porqué?
Élmiróelreloj,calculandoposibilidades.Habríanesperadounratoantes
de llamar, dando tiempo al supuesto secuestro, y alguien la habría seguido para
cerciorarsedequenoregresabaantesdetiempo.Erancasilassiete,porloque
hacíavariashorasqueteníanaBrett.Brunettinotuvoquepreguntarsequién179
DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltahabíahechoaquello.ElnombredeLaCapra
estaba tan claro como si acabara de ser pronunciado. ¿Adonde la habrían
llevado?¿AlatiendadeMurino?Sóloen
elcasodequeelanticuarioestuvieracomplicadoenlosasesinatos,loque
parecíapocoprobable.Larespuestaevidenteera,pues,elpalazzodeLaCapra.
Nadamásocurrírsele,sepusoapensarenlaformadeentrar,ycomprendíaque
nohabíaposibilidaddeconseguirunpermisoderegistrobasándoseenla
coincidenciadetresfechasenunoscargosdetarjetasdecréditoyladescripción
deunahabitaciónquepodíaservirtantodeprisióncomodegaleríaprivada.
LasintuicionesdeBrunettinocontaríanparanada,especialmenteenrelacióncon
unhombredelaaparenterelevanciay,loqueeramásimportante,la
evidenteriquezadeLaCapra.
Si Brunetti volvía al palazzo, lo más seguro era que La Capra se negara a
recibirloysin,permisojudicial,nohabíamaneradeentrar.Amenosque...
Flavialeasióelbrazo.
—¿Sabesdóndeestá?
—Creoquesí.
Aloírlo,Flaviasalióalrecibidory,alcabodeunmomento,volvióaentrarcon
unasbotasdecauchonegroenlamano.Sesentóenelsofá,selascalzó
encimadelasmediasmojadasysepusoenpie.
—Voycontigo—dijo—.¿Dóndeestá?
—Flavia...—empezóél,peroellacortó:
—Hedichoquevoycontigo.
Brunetticomprendióquenopodríadisuadirla,einmediatamentedecidiólo
quehabíaquehacer.
—Primero,voyallamarporteléfono.Porelcaminoteloexplicaré.—
Descolgóelteléfono,marcóelnúmerodelaquesturaypreguntóporVianello.
Cuandoelsargentosepusoalaparato,Brunettidijo:
—Soyyo,Vianello.¿Hayalguienporahí?
EnrespuestaalsonidoafirmativodeVianello,Brunettiprosiguió:
—Entonceslimíteseaescucharmientrasleexplico.¿Recuerdaquemedijo
quehabíatrabajadotresañosenrobosconescalo?—Porlalíneallegóun
gruñidoronco—.Necesitoquemehagaunfavor.Unapuerta.Deunedificio.—
Elsiguientegruñidoeraclaramenteinterrogativo—.Demadera,conrefuerzo
demetal,nueva.Meparecequetienedoscerraduras.—Estavezoyóun
resoplido,provocadoporlainsultantesimplicidaddelencargo.Sólodos
cerraduras. Sólo refuerzo de metal. Brunetti pensó con rapidez, recordando el
vecindario.Miróporlaventana:habíaoscurecidoyseguíalloviendo—.Nos
encontraremosencampoSanAponal.Loantesposible.Y,Vianello—agregó—,
nolleveelabrigodeuniforme.—Laúnicarespuestafueunarisagrave,y
Vianellocolgó.
CuandoBrunettiyFlaviallegaronalzaguán,vieronqueelaguahabía
seguidosubiendo,mientras,alotroladodelapuerta,seoíaelfragordelalluvia.
180
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaAgarraronlosparaguasysalieronalacalle.
Elagualesllegabacasial
borde de las botas. Transitaba muy poca gente, y enseguida llegaron a Rialto,
dondeelaguaestabaaúnmásalta.Denoserporlaspasarelasdemadera
instaladasensusmontantesdehierro,elaguaseleshubierametidoenlasbotase
impedidoavanzar.Alotroladodelpuente,descendieronotravezalaguay
torcieronhaciaSanPolo,losdos,empapadosyexhaustosporelesfuerzode
caminarporlascallesinundadas.EnSanAponalentraronenunbaraesperara
Vianello,agradeciendoverseacubierto.
Llevabantantotiempoinmersosenestemundoacuáticoqueaningunole
parecióextrañoquedentrodelbarelagualesllegaraamediapantorrillaniqueel
camarero chapoteara al moverse detrás del mostrador mientras servía tazas y
copas.
Laspuertasvidrierasdelbarestabanempañadasydevezencuando
Brunetti tenía que abrir un círculo en el vaho con la manga, para ver si llegaba
Vianello. Figuras encorvadas vadeaban el pequeño campo. Muchos habían
abandonado el paraguas, que no ofrecía sino una protección ilusoria contra una
lluviaque,arrastradaporunvientocaprichoso,llegabadesdecualquierángulo.
Brunettisintiódeprontounpesoenelbrazoyalvolverseviolacabezade
Flaviaapoyadaenél.Tuvoquedoblarelcuelloparaoírloquedecía:
—¿Creesqueestarábien?
Élnoencontrabapalabras,nolevinoaloslabiosunamentirapiadosa.No
pudosinorodearleloshombrosconelbrazo.Notóquetemblabaytratóde
convencersedequeeradefrío,nodemiedo.Peroseguíasinencontrarpalabras.
Pocodespués,lasiluetadeosodeVianelloaparecióenelcampo,procedentede
Rialto. El viento hacía ondear el impermeable a su espalda, y Brunetti vio que
llevabaunasbotasdepescadorhastalacintura,OprimióelbrazodeFlavia.
—Yaestáaquí.
Ellaseapartódeéllentamente,cerrólosojosunmomentoytratóde
sonreír.
—¿Estásbien?
—Sí—respondióella,moviendolacabezaparamásénfasis.
ÉlabriólapuertadelbaryllamóaVianello,quecruzórápidamenteel
campo hacia ellos. El viento y la lluvia irrumpieron en el supercaldeado bar, y
luegoentróVianellochapoteandoyhaciendomáspequeñoellocalconsusola
presencia.Sequitósugorromarineroylosacudióvariasvecescontrael
respaldodeunasillasalpicandoencírculo.Arrojóelgorroaunamesaysepasó
losdedosporelpelolanzandomásaguaasuespalda.MiróaBrunetti,vioa
Flaviaypreguntó:
—¿Dóndees?
—Abajo,juntoalagua,alfinaldelacalleDilera.Eslacasarecién
restaurada.Alaizquierda.
—¿Laquetienerejas?
181
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Sí—respondióBrunettipreguntándosesíhabríaenlaciudadunsolo
edificioqueVianellonoconociera.
—¿Quéquiere,comisario,queentremosdentro?
Brunettisintióunprofundoalivioaloírelplural.
—Sí.Hayunpatio,peroconestalluvianocreoquehayaalguienallí.—
Vianelloasintió,completamentedeacuerdo.Conestetiempo,laspersonas
normalessequedabanencasa.
—Deacuerdo.Espereaquíyveréloquepuedohacer.Sieslacasaque
pienso,nocreoquetengamosdificultades.Notardaré.Démeunostresminutosy
luego venga. —Lanzó una rápida mirada a Flavia, agarró el gorro y salió a la
lluvia.
—¿Quévasahacer?—preguntóFlavia.
—Entraréaversiestá—dijoélaunquenoteníanilamásremotaideadelo
que esto podía significar en la práctica. Brett podía estar en cualquiera de las
innumerables habitaciones del palazzo. Incluso podía no estar allí sino muerta,
flotandoenelaguasuciaquesehabíaapoderadodelaciudad.
—¿Ysinoestá?—preguntóFlaviatanrápidamentequeBrunetti
comprendióquehabíatenidosumismavisión.
Enlugarderesponder,éldijo:
—Quieroquetequedesaquí.Oquevuelvasalapartamento.Nopuedes
hacernada.
Sinmolestarseendiscutir,ellarechazósuspalabrasagitandounamanoy
preguntó:
—¿Nocreesqueyahabrátenidotiempo?—Sindarletiempoaresponder,
lo empujó a un lado y salió del bar al campo, donde abrió el paraguas con un
movimientobruscoysequedóesperando.
Élsaliódelbarysereunióconella,tapándoleelvientoconsucuerpo.
—Nopuedesvenir.Estoescosadelapolicía.
Una ráfaga de viento los azotó y a ella le echó el pelo a la cara tapándole los
ojos.EllaloapartóconunademánimpacienteymiróaBrunetti,imperturbable.
—Sédóndees.Omellevasotesigo.—Y,cuandoélfueaprotestar,lo
atajó—:Esmivida,Guido.
BrunettidiomediavueltayentróenlacalleDilera,furioso,ytratandode
contenerelimpulsodemeterlaenelbaryhacerquesequedaraallíalafuerza.
Cuandoseacercabanalpalazzo, Brunetti observó con extrañeza que la estrecha
calleestabadesierta.NoseveíanirastrodeVianelloylapesadapuertaparecía
estarcerrada.Cuandopasabanpordelante,lapuertaseabriórepentinamente.
Aladébililuminacióndelacalle,aparecióunamanograndequeleshacíaseñas
paraqueentraran,seguidadelacaradeVianello,quesonreíaychorreabaaguade
lluvia.
Brunetti entró, pero antes de que pudiera cerrar la puerta, Flavia se deslizó al
interiordelpatio.Sequedaronquietosunmomento,mientrassusojosse
acostumbrabanalaoscuridad.
182
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Muyfácil—dijoVianellocerrandolapuerta.
ComoestabanmuycercadelGranCanal,elaguateníaaquímás
profundidadyhabíaconvertidoelpatioenunlagosobreelqueseguía
precipitándoselalluvia.Laúnicaluzveníadelasventanasdelpalazzo, situadas
enelladoizquierdo,eincidíaenelcentrodelpatio,dejandoenlaoscuridadel
ladoenelqueestabanellos.Silenciosamente,lostressesituaronaresguardode
lalluviadebajodelagaleríaquecubríatresladosdelpatio,enunaoscuridadque
loshacíacasiinvisiblesentresí.
Brunettisedabacuentadequehabíavenidoobedeciendoaunsimple
impulso,sinpensarenloqueharíaunavezdentro.Ensuúnicavisitaalpalazzo
habíasidoconducidoalúltimopisocontantaceleridadquenohabíapodido
hacerseunaideadeladistribucióndeledificio.Recordabahaberpasadopor
delantedepuertasqueconducíandesdelaescaleraexterioralashabitacionesde
cada planta, pero no podía adivinar lo que había detrás de aquellas puertas; él
sólo había visto la habitación del último piso en la que había hablado con La
Capra,yelestudiodelpisoinferior.Tambiénpensabaqueél,Brunetti,un
agentedelorden,acababadeparticiparenundelito;peoraún,había
complicadoentaldelitoaunacivilyauncompañerodelcuerpo.
—Esperaaquí—susurróBrunettiacercandoloslabiosaloídodeFlavia,a
pesardequeelruidodelalluviahubieraahogadosuvoz.Estabamuyoscuro
paraqueélpudieraverelgestoqueellahubierahechoenrespuesta,pero
intuyóqueretrocedíamásaúnhacialaoscuridad.
—Vianello—dijoasiendoelbrazodesusargentoyatrayéndolohaciasí—.
Voyasubirlaescaleraparatratardeentrar.Sihaycomplicaciones,lléveselade
aquí.Nosepreocupepornadie,amenosquetratendedetenerlo.—Vianello
asintió.Brunettidiovariospasoshacialaescalera,moviendolaspiernas
despaciocontralaresistenciadelagua.Hastaquellegóalsegundopeldañonose
liberó de la presión del agua. El súbito cambio le hizo sentirse extrañamente
ligero, como si pudiera levitar sin el menor esfuerzo. Pero esta sensación de
ligerezalohacíamássensiblealfríolacerantequedespedíaelaguaheladaque
teníadentrodelasbotasyquelepegabalaropaalcuerpo.Seinclinóysequitó
las botas, subió varios peldaños, los bajó y las empujó con el pie al agua. Se
quedóesperandohastaquedesaparecieronyvolvióasubir.
Enloaltodelprimertramo,sedetuvoenelpequeñorellanoehizogirarel
picaporte de la puerta que daba acceso al interior. El manubrio cedió, pero la
puertanoseabrió;estabacerradaconllave.Subióotrotramoytambién
encontrólapuertacerrada.
Sevolvióymiróporencimadelabarandillaallugardelpatioenelque
debíandeestarFlaviayVianello,peronopudovernadamásqueelreflejodela
luzenelaguaacribilladoporlalluvia.
Enelúltimopisonotóconsorpresaquelapuertacedíaalapresióndesu
mano,yviounlargocorredor.Entró,cerrólapuertaysequedóquietoun
183
DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltamomento,oyendoelsonidodelaguaquele
goteabadelimpermeablealsuelo
demármol.
Lentamente,susojossehabituaronalaluzdelcorredor,mientraséltendía
el oído tratando de captar cualquier sonido que pudiera llegar del otro lado de
aquellaspuertas.
Unescalofríoloestremecióyélbajólacabezayencogióloshombros,
tratandodeencontrarcalorenalgúnlugardesucuerpo.Cuandolevantóla
mirada, vio a La Capra en el vano de una puerta, a pocos metros de él, que lo
mirabaconlabocaabierta.
LaCaprafueelprimeroenrecuperarsedelasorpresayesbozóunasonrisa
fácil.
—Signorpolicía,asíquehavuelto.Quéfelizcoincidencia.Precisamenteacabo
deponerenlagaleríalasúltimaspiezas.¿Legustaríaverlas?
184
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta24
Brunetti lo siguió a la galería y paseó la mirada por las vitrinas. Al entrar, La
Caprasevolvióparadecirle:
—Permítameelabrigo.Debeusteddeestarhelado,andandoporahícon
estalluvia.Unanochecomoésta.—Agitólacabezaaderechaeizquierdaantela
idea.
Brunettisequitóelabrigo,notandoelpesodelaguaqueloempapabaal
darloaLaCapra.Tambiénelotrohombrepareciósorprendidoporelpesodela
prenday,sinsaberquéhacerconella,optópordejarlasobreelrespaldodeuna
silla,desdedondeelaguasiguióchorreandoalsueloprofusamente.
—¿Quéletraedenuevoaestacasa,dottore?—preguntóLaCapra,pero,antesde
que Brunetti pudiera contestar, dijo—: Permítame que le ofrezca algo de beber.
¿Grappa,quizá?Ounponchederon.Porfavor,nopuedoconsentir
quepasefrío,siendohuéspeddemicasa,sinofrecerlealgo.—Sinesperar
respuesta,seacercóauninterfonocolgadodelaparedypulsóunbotón.
SegundosdespuésseoyóunlevechasquidoyLaCapradijoporelmicro—:
¿Querrássubirunabotelladegrappayunponchederoncaliente?—Sevolvió
haciaBrunettisonriendo,elperfectoanfitrión—.Serásólounmomento.
Mientrasesperamos,dígame,dottore,¿quéletraeotravezporaquítanpronto?
—Sucolección,signorLaCapra.Hedescubiertomuchascosassobreella.Y
sobreusted.
—¿Enserio?—preguntóLaCapra,sinalterarlasonrisa—.Nopenséqueyo
fueratanconocidoenVenecia.
—Ytambiénenotrossitios.EnLondres,porejemplo.
—¿EnLondres?—LaCapramostróunacortéssorpresa—.Quéraro.Me
parecequenoconozcoanadieenLondres.
—No;peroalomejorhaadquiridoallíalgunapieza.
—Ah,sí,claro,esoserásinduda—respondióLaCaprasindejardesonreír.
—YenParís—añadióBrunetti.
Nuevamente,lasorpresadeLaCaprafueperfecta,comosihubieraestado
esperandooírmencionarParísdespuésdeLondres.Antesdequepudieradecir
algo,lapuertaseabrióyentróunjoven,quenoeraelmismoqueabrióa
Brunettilavezanterior.Traíaunabandejaconbotellas,vasosyuntermodeplata.
Dejólabandejaenunamesabajaydiomediavueltaparamarcharse.
185
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaBrunettiloreconoció,nosóloporlafotode
archivoenviadaporlapolicíadeRomasinoporelparecidoconsupadre.
—No,Salvatore,quédateabeberalgoconnosotros—dijoLaCapra.Ya
Brunetti—:¿Quévaatomar,dottore?Veoquehayazúcar.¿Quierequeleprepare
unponche?
—No,muchasgracias.Unpocodegrappaserásuficiente.
JacopoPoli,endelicadabotelladevidriosoplado;sólolomejorparael
signorLaCapra.Brunettivacióelvasodeuntragoylodejóenlabandejaantes
dequeLaCaprahubieraacabadodeecharelaguacalienteensupropioron.
MientrasLaCapravertíayremovía,Brunettimirabalahabitación.Muchasde
laspiezasseparecíanaobjetosquehabíavistoenelapartamentodeBrett.
—¿Otrovasito,dottore?—preguntóLaCapra.
—No,gracias—dijoBrunettideseandocontrolareltemblorqueaúnlo
estremecía.
LaCapraacabódemezclarlabebida,tomóunsorboydejóelvasoenla
bandeja.
—Venga,dottorBrunetti.Permítamemostrarlealgunasdemisnuevas
piezas.Llegaronayermismo,yreconozcoqueestoymuycontentodetenerlas
aquí.
LaCapraempezóacaminarhacialaparedizquierdadelagalería,y
Brunetti oyó que algo crujía bajo la suela de su zapato. Al mirar al suelo, vio
fragmentosdebarroesparcidosencírculoenaquelladodelahabitación.Unode
losfragmentosestabacruzadoporunalíneanegra.Rojoynegro,losdos
coloresdominantesdelacerámicaqueBrettlehabíamostradoydelaquele
habíahablado.
—¿Dóndeestáella?—preguntóBrunetti,cansadoyhelado.
LaCapraseparódeespaldasaBrunettiytardóunmomentoenvolversea
mirarlo.
—¿Dóndeestáquién?—preguntóalvolverse,sonriendoinquisitivamente.
—LadottoressaLynch—respondióBrunetti.
LaCapranoapartabalamiradadeBrunetti,peroéstenotóquedepadrea
hijoibaalgo,unmensaje.
—¿LadottoressaLynch?—preguntóLaCapra,entonodeperplejidad,peroaún
muycortés—.¿Serefierealacientíficanorteamericana?¿Laqueescribe
sobrecerámicachina?
—Sí.
—Ah,dottorBrunetti,nosabeustedcómomegustaríaqueestuvieseaquí.
Tengodospiezas...entrelasquerecibíayer…sobrelasqueempiezoatener
dudas.Noestoysegurodequeseantanviejascomopensécuando...—lapausa
fuemínima,peroBrunettiestabaseguroqueintencionada—cuandolasadquirí.
Daría cualquier cosa por poder preguntar a la dottoressa Lynch qué opina de
ellas.—Miróaljovenyluego,rápidamente,aBrunetti—.Pero,¿quélehace
pensarqueellapudieraestaraquí?
186
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Porquenopuedeestarenningúnotrositio—explicóBrunetti.
—Meparecequenoleentiendo,dottore.Nosédequémehabla.
—Hablodeesto—dijoBrunettiestirandolapiernayaplastandoconelpie
unodelosfragmentos.
LaCapra,involuntariamente,hizounamuecadedoloraloírlo,pero
insistió:
—Noleentiendo.Siserefiereaestosfragmentos,laexplicaciónesbien
sencilla. Mientras se desembalaban las piezas, alguien fue muy descuidado con
unadeellas.—Mirandolosfragmentos,moviólacabezacontristeza,comosi
nopudieracreerquealguienfueratantorpe—.Hedadoordendequeel
responsableseacastigado.
CuandoLaCapraacabódehablar,Brunettinotóelmovimientoasu
espalda,pero,antesdequepudieravolverse,LaCapraseacercóylotomódel
brazo.
—Perovengaaverlaspiezasnuevas.
Brunettisedesasióydiomediavuelta.Eljovenyaestabaenlapuerta.La
abrió,sonrióaBrunetti,saliódelahabitaciónycerrólapuerta.Brunettioyóel
sonidoinconfundibledeunallavealgirarenlacerradura.
187
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta25
Unospasosrápidossealejaronporelcorredor.BrunettimiróaLaCapra.
—Yaestarde,signorLaCapra—dijoBrunetti,esforzándoseenrazonarconvoz
serena—.Séqueestáaquí.Siintentahaceralgocontraella,empeorarásupropia
situación.
—Leruegoquemedisculpe,signorpolicía,peronosédequémehabla—
dijoLaCaprasonriendoconcortesíayperplejidad.
—LehablodeladottoressaLynch.Meconstaqueestáaquí.
LaCaprasonrióotravezyabriólamanoseñalandolahabitaciónytodos
losobjetosquecontenía.
—Nocomprendosuinsistencia.Sinduda,siestuvieraaquí,seencontraría
connosotros,gozandodelacontemplacióndetodaestahermosura.—Su
acentosehizomáscálidotodavía—.¿Nomecreerácapazdeprivarlade
semejanteplacer,verdad?
LavozdeBrunettinoeramenostranquila.
—Creoquehallegadoelmomentodeponerfinalafarsa,signore.
LacarcajadadeLaCapracuandoBrunettidijoestoestabacargadade
verdaderogozo.
—Oh,yodiríaqueelfarsanteesusted,signorpolicía.Estáenmicasasinhaber
sidoinvitado,porloqueyodiríaquesuentradaesilegal.Demaneraquenotiene
derechoadecirmeloquedeboonodebohacer.—Suvozfue
haciéndose más áspera y, cuando terminó de hablar, casi jadeaba de cólera. Al
oírseasímismo,LaCaprarecordóelpapelqueestabarepresentando,sevolvió
deespaldasaBrunettiydiovariospasoshaciaunadelasvitrinas.
—Observe,sigusta,laslíneasdeestejarro—dijo—.Conquédelicadeza
serpenteanhacialaparteposterior,¿noleparece?—Dibujóunaetéreaondaenel
aireconlamano,imitandoeldiscurrirdelalíneapintadaenlapartefrontaldel
altojarroquecontemplaba—.Siempremehaparecidofabulosoelsentido
delabellezaqueteníaaquellagente.Milesdeañosatrás,yyaeranunos
enamoradosdelabelleza.—Sonriendo,pasandodesimpleentendidoafilósofo,
miróaBrunettiypreguntó—:¿Creequeelsecretodelahumanidadpuedaser
elamoralabelleza?
ComoBrunettinorespondieraaestabanalidad,LaCapraabandonóel
temaypasóalasiguientevitrina.Riendoentredientes,comentó:
188
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—AladottoressaLynchlehubieragustadoveresto.
Algoensuvoz,untonodeobscenosecreteo,hizoqueBrunettimirarala
vitrinafrentealaqueestabaelotrohombre.Dentroviounapiezaqueteníauna
formadecalabazaquelerecordóladelafotoquelehabíaenseñadoBrett.
Tambiénéstaestabadecoradaconlafiguradeunzorroconcuerpohumano,
erguidoyenactituddecaminarhacialaizquierda,casiidénticaalaque
aparecíaenlapiezadelafoto.
Espontáneamente,laideatomócuerpo.SiLaCapranoteníainconveniente
en mostrarle este vaso, estaba claro que ya no tenía nada que temer de Brett, la
únicapersonaquepodríaidentificarsuorigen.Brunettigirósobresímismoydio
doszancadashacialapuerta.Antesdellegar,separó,ladeóelcuerpo
dándoseimpulsoylevantólapiernaderecha.Contodassusfuerzas,diouna
patadajustodebajodelacerradura.Laviolenciadelgolpesacudiótodosu
cuerpo,perolapuertanosemovió.
Asuespalda,LaCaprarióentredientes.
—Ah,quéimpetuosossonustedes,losdelNorte.Losiento,peronose
abrirá,signorpolicía,pormuyfuertequeledé.Malquelepese,tendráqueser
ustedmiinvitadohastaqueSalvatoreregresedespuésdecumplirelencargo.—
Conplenaconfianza,sevolviódenuevohacialasvitrinas—.Estapiezadatadel
primermilenioantesdeCristo.Esbonita,¿verdad?
189
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta26
Alsalirdelagalería,eljoventomólaprecaucióndecerrarlapuertacon
llavedejandoéstaenlacerradura.Ledivertíapensarquesupadreestaría
perfectamenteseguro,nadamenosqueconunpolicía.Laideaeratan
disparatada que iba riéndose por el pasillo. Pero la risa se le heló cuando, al
abrirlapuertadelfondo,vioqueseguíalloviendo.¿Cómopodíaestagente
vivirconestetiempoyconesaaguanegraysuciaquebrotabadelmismo
suelo?Aunqueélnoloreconocía,laverdaderaqueteníamiedodeaquellas
aguas, de lo que pudiera tocar su pie al hundirse en ellas o, peor, de lo que
pudierarozarlelaspiernasodeslizarsealinteriordesusbotas.
Perosedecíaqueéstaseríalaúltimavezquemetíalospiesenelagua.
Cuandohubierahechoaquello,cuandosehubieraresueltoesteasunto,podría
volveralacasaaesperarqueaquellasaguasrepugnantesvolvieranalos
canales, a la laguna, al mar, donde tenían que estar. No sentía ningún afecto por
estas frías aguas adriáticas, tan diferentes del amplio y tranquilo horizonte
turquesaqueseextendíafrenteasucasadePalermo.Noseexplicabaquépodía
haberinducidoasupadreacomprarunacasaenestaciudadtansucia.Éldecía
queeraporlaseguridaddesucolección,porqueaquíelpeligroderoboera
mínimo.PeroenSicilianadieseatreveríaarobarencasadeCarmelloLaCapra.
Élsospechabaquelarazónnoeraotraquelaqueimpulsabaasupadrea
teneraquellaestúpidacoleccióndeollas:paradarseimportanciayconseguirque
loconsiderasenunseñor.ASalvatoreestoleparecíaabsurdo.Élysupadreeran
señores por nacimiento, no necesitaban que esos estúpidos polentoni se lo
confirmaran.
Miróotravezelpatioinundado,diciéndosequetendríaqueponersebotas
ymeterlospiesenelaguaparacruzarlo.Perolaideadelamisiónquelo
aguardabaalotroladobastóparaanimarlo:lohabíapasadobienjugandocon
laamericana,perohabíallegadoelmomentodeponerfinaljuego.
Seagachóysecalzóunpardealtasbotasdegoma,tirandoconfuerzapara
introducirelzapato.Lellegabanhastalarodillayteníanelbordeanchoyunpoco
onduladocomolacoroladeunaanémona.Cerrólapuertaasuespalday
bajópesadamentelaescaleraexterior,maldiciendolalluviaimpetuosa.
Cortandoelagua,cruzólentamenteelpatioendirecciónalapuertademadera.
Aunquehacíapocoratoquehabíadejadoallíalaamericana,elaguahabía
190
DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltasubidodenivelyyacubríaelpanelinferior.
Quizáellayasehubieraahogado.
Aunquehubieraconseguidosubirseaunodelosgrandesnichosdelapared,nole
costaríamuchoahogarla.Sólosentíanotenertiempoparaviolarla.Nunca
había violado a una lesbiana, y le parecía que tenía que gustarle. Bien, otra
llamadatelefónicapodríatraeraquíasuamigalacantanteyentoncestendríala
oportunidad.Quizásupadreseopusiera,peronoteníaporquéenterarse.La
cautela de su padre le había privado de aquel placer en la visita a casa de la
americana.HabíaenviadoaGabrieleySandro,yentrelosdoshabíanhecho
unachapuza.Conestecúmulodeviolencia,resentimientoyvoluptuosidaden
elánimocruzabaelpatioSalvatoreLaCapra.
Veníapreparadoparalaoscuridadqueloenvolvía,ysacódelbolsillodela
americanaunalinternaconlaqueiluminóelpestillodelapuerta.Lodescorrióy
tiródelapuertahaciasí,confuerza,paravencerlaresistenciadelagua.
Frente a él se abrió un espacio alto y abovedado. En el agua aceitosa flotaban
sillasymesas,almacenadasallídurantelarestauracióndelacasay
abandonadasenloquefueraunembarcaderointerior,situadoamediometro
por debajo del nivel del patio y separado del canal por otra gruesa puerta de
madera,aseguradaconunacadena.Seríacuestióndeunminuto,cuando
hubieraterminadoconella,abrirlapuertadelfondoyempujarlaalasaguasmás
profundasdelcanal.
Asuizquierdaoyóunborboteoyhaciaélvolvióelhazdelalinterna.Los
ojosqueviobrillareranmuypequeñosyestabanmuyjuntosparaserhumanos.
Haciendo ondear la larga cola, la rata se volvió de espaldas a la luz y se alejó
chapoteandopordetrásdeunacajaqueflotaba.
Lavoluptuosidadsedisipó.Lentamente,Salvatoregirólalinternahaciala
derecha, parándose a registrar cada uno de los nichos de la pared en los que el
aguaalcanzabamediopalmo.Alfinladescubrió,acurrucadaenunodeellos,
conlacabezaapoyadaenlasrodillas.Ahoralaluzpermaneciófija,perola
mujernosemovió.
Asípues,notendríamásremedioquemeterseenelaguaeirhastaallípara
acabardeunavez.Armándosedevalor,bajóelpiedespaciohastaasentarlo
firmementeenlaresbaladizasuperficiedelprimerpeldañoyacontinuación
buscóelsegundo.Juróviolentamentealsentirqueelagualeentrabaporel
bordedelabota.Duranteunmomento,pensóenarrancarselamalditabota,
para poder moverse con más soltura, pero al recordar los ojos rojos que había
vistoarasdeaguacambiódeidea.Preparadoparaloinevitable,bajóelotropie
y sintió cómo se le inundaba el zapato. Deslizó el pie derecho hacia adelante,
sabiendoquenohabíamásquetrespeldaños,peroresistiéndoseacreerlohasta
queelpieseloconfirmara.Luegoenfocóconlalinternalafiguraencogidaenel
nichoyfuehaciaellaconelaguahastamediomuslo.
Mientrasavanzaba,hacíaplanes,decididoaextraerdelactotodoelplacer
posible.Comonohabíadondedejarlalinterna,tendríaquemetérselaenel
bolsillo, con la bombilla para arriba, y esperaba que la luz le permitiera ver la
191
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta cara de la mujer mientras la mataba. No
parecíaquelequedabanmuchas
fuerzas para luchar, pero en el pasado se había llevado más de una sorpresa, y
confiaba en que también esta vez así fuera. Mucho forcejeo, no, desde luego, y
menos, con toda esta agua, pero le parecía que él se merecía por lo menos una
resistencia testimonial, especialmente, teniendo que renunciar a placeres que en
otrascircunstanciashubierapodidoextraerdeella.
Aloírlellegar,ellalevantólacabezaylomiróconojosmuyabiertos,
deslumbradosporlaluzdelalinterna.
—Ciao,bellezza—susurróél,yseriócomosupadre.
Ellacerrólosojosyvolvióaapoyarlacabezaenlasrodillas.Él,conla
mano derecha, puso la linterna en el bolsillo de la americana, inclinada hacia
adelante,iluminandoalamujer.Laveíasólovagamente,peroconfiabaenquela
luzfuerasuficiente.
Antesdeempezarloquehabíavenidoahacer,nopudoresistirlatentación
de darle un toque en un lado de la mandíbula, con la delicadeza del que golpea
unacopadecristalparaoírlasonar.Volviólacabeza,pararecolocarlalinterna
que había resbalado hacia la parte posterior del bolsillo. Como no miraba a la
víctimasinolalinterna,nolaviolevantarelbrazoporencimadesucabeza.Ni
violafíbulaqueasomabadesupuño.Sóloadvirtiósupresenciaalsentirsupunta
romaenlagarganta,justodebajodelamandíbulayrecibirelimpactodelgolpe
quelolanzóhaciaatrás.Setambaleóhacialaderechaymiróalamujer,atiempo
deverbrotarungruesochorrodesangre.Aldarsecuentadequela
sangreerasuya,gritó,peroyaeratarde.Laluzseapagócuandoélsehundióenel
agua.
192
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta27
ElruidodelallavealgirarenlacerradurahizoquetantoBrunetticomoLaCapra
miraranhacialapuerta,quealabrirserevelólafiguradeVianelloquechorreaba.
—¿Quiénesusted?—preguntóLaCapra—.¿Quéhaceaquí?
Vianello,sinhacerlecaso,dijoaBrunetti.
—Creoquedeberíavenirconmigo,comisario.
Brunettisepusoenmovimientoalinstanteysaliópasandopordelantede
Vianellosindecirpalabra.Hastaquellegaronalextremodelcorredor,antesde
saliralalluviaquenocesaba,nopreguntóBrunetti:
—¿Setratadelaamericana?
—Sí,señor.
—¿Estábien?
—Estáconsuamiga,comisario,peronosécómoestá.Hapermanecido
muchotiempoenelagua.—Sinesperaraoírmás,Brunettiempezóabajarla
escalerarápidamente.
Lasencontróalpiedelaescalera,muyjuntasbajoelimpermeablede
Vianello.Enaquelmomento,desdelacasa,alguienencendiólaslucesllenandoel
patio de una claridad cegadora que convirtió a las dos mujeres en una oscura
Pietàalzadasobreelzócalodelapareddelpatio.
Flaviaestabaarrodilladaenelagua,conunbrazoalrededordeBrett,
sujetándolacontralaparedconelpesodesupropiocuerpo.Brunettiseinclinó
sobrelasdosmujeres,sinatreverseatocarlasyllamóaFlavia.Ellalomiró,yel
terror que él vio en sus ojos le hizo volverse hacia su compañera. Brett tenía
sangreenelpelo,enlacarayenlaropa.
—MadrediDio—susurróél.
Vianelloseacercóhaciendoremolinosenelagua.
—Llamealaquestura,Vianello—ordenóBrunetti—.Peronodesdeaquí.
Llamedesdefuera.Queenvíenunalanchacontodosloshombresdisponibles.
Yunaambulancia.Ahoramismo.Rápido.
VianelloyaibahacialapesadapuertademaderaantesdequeBrunetti
acabaradehablar.Cuandolaabrióunaolarecorrióelpatioylamiólaspiernas
deBrunetti.
ArribaseoíalavozdeLaCapra.
193
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—¿Quépasaahíabajo?¿Quiénhay?
Brunettiseapartódelasdosmujeresqueseguíanabrazadasymiróhacialo
altodelaescalera.Elhombreestabaenlapuerta,sufigura,recortadasobrelaluz
delinterior,parecíaladeuncristomalévoloenelumbraldeunatumba
siniestra.
—¿Quéhacenahíabajo?—preguntóotravez,conlavozmásperentoriay
áspera.Salióalalluviaymirófijamentealasdosmujeresyalhombrequenoera
suhijo—.¿Salvatore?—gritó—.Salvatore,contesta.—Lalluviatableteaba.
La Capra dio media vuelta y desapareció en el interior del palazzo. Brunetti se
inclinóypusounamanoenelhombrodeFlavia.
—Flavia,levántate.Nopodemosquedarnosaquí.—Ellanodabaseñalesde
haberleoído.ÉlmiróentoncesaBrett,quelomirabaasuvez,conlosojosmuy
abiertos,perosinexpresión.ÉlpusounamanobajoelbrazodeFlaviayla
levantó y lo mismo hizo con Brett. Dio un paso hacia la puerta de la calle que
habíaquedadoentornada,rodeandoconunbrazoelpesoinertedeBrettquesele
escurría,ytuvoquesoltaraFlaviaparasostenerlaconlosdosbrazos.Lapusode
pieyllevándolacasienvilolaobligabaamoverlaspiernasporelaguahelada,
hacia la puerta, apenas consciente de la presencia de Flavia a su lado, que se
movíaenlamismadirección.
— Salvatore, figlio mio, dove sei? —sonó encima de ellos la voz, chillona,
desgarrada,delirante.BrunettilevantólacabezayvioaLaCapraquelos
miraba fijamente desde lo alto de la escalera, con una escopeta de caza en una
mano.Despacio,empezóabajarlaescalera,ajenoalascortinasdeaguaquelo
azotabandesdetodaslasdirecciones.
Brunetti,lastradoporelpesopéndulodeBrett,comprendióquenopodría
alcanzarlapuertaantesdequeLaCaprallegaraalpiedelaescalera.
—Flavia—dijoconapremio—.Saldeaquí.Yolasacaré.—Flaviamiródeél
aLaCapraqueseguíabajandolaescaleracomounafuriavengadoraimplacabley
luegoaBrett.Despuésmiróalapuertadelacalle,queestabaapocosmetros.
Antesdequepudieramoverse,treshombresaparecieronenloaltodela
escalera,yendosdeellosreconocióalosquehabíaechadodelapartamentode
Brett.
—Capo—gritóunoaLaCapra.
Éstesevolviólentamente.
—Entrad.Estoescosamía.—Comoellospermanecieranquietos,éllevantó
laescopeta,perolohizoconexpresiónausente,inconscientedeloqueteníaenla
mano—.Entrad.Noosmetáisenesto.—Temerosos,entrenadospara
obedecer,ellosentraron,yLaCaprasevolvióparaseguirbajando.
Ahorasemovíadeprisa,tantoque,antesdequeFlaviapudieramoverse,ya
estabaabajo.
—Estádentro—dijoFlaviaaBrunettienvozbaja,señalandoconlabarbilla
lapuertadelotroladodelpatio.
194
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaLaCaprahundiólaspiernasenelaguaajeno
aella,perodelapresenciade
aquellas tres personas que estaban bajo la lluvia sí era consciente, porque las
encañonabaconlaescopetamientrascruzabaelpatio.Desdelapuertadel
sótano,gritóalinterior:
—¿Salva?Salva,contesta.
Susrodillasdesaparecieronenelaguaalbajarelprimerescalón.Sevolvió
unmomentoamiraraBrunettiyalasdosmujeres.Peroentoncespareció
olvidarsedeellosysiguióbajandoalaoscuracaverna.
—¡Flavia,pronto!—dijoBrunetti.Diomediavuelta,lanzandohaciaellael
pesodeBrettqueteníaapoyadoenlacadera.Flavia,sorprendidaporelbrusco
movimiento,tendiólosbrazosinstintivamentepararecibiraBrett,peronotenía
fuerzasparasostenerlaylasdossehundieronenelaguahastalasrodillas.
Brunettisealejódeellasycorrióporelpatiolevantandosurtidoresdeagua.Al
otroladodelapuerta,seoíalavozdeLaCapraquellamabaasuhijounayotra
vez.Brunettiasióelbordedelapuertaconlasdosmanosyempujócontodassus
fuerzas para moverla por el agua, parecía de plomo, la cerró con un furioso
puntapiéytiróconfuerzadelpestillohastahacerlocorrer.
Detrásdelapuertaretumbólaescopeta,llenandodeecoselespacio
cerrado. Unos cuantos perdigones se incrustaron en la madera, pero la descarga
principal rebotó en la pared de piedra. Se oyó otra detonación, pero La Capra
disparabaaciegasylosproyectileschocaroninofensivamentecontraelagua.
BrunetticruzóotravezelpatiohaciaFlaviayBrett,queibandespaciohaciala
puertaprincipal,entreabierta.ÉlsesituóalotroladodeBrettylasostuvoporla
cintura,impulsándolahaciaadelante.Cuandoseacercabanalapuerta,
oyeron fuertes chapoteos y gritos que se acercaban por la calle. Brunetti vio a
Vianello empujar la puerta, seguido de dos agentes de uniforme con las pistolas
enlamano.
—Arribahaytreshombres—lesdijoBrunetti—.Tengancuidado.
Probablemente,estaránarmados.Enelalmacénhayotro.Tieneunaescopeta.
—¿Esloquehemosoído?
Brunettiasintióymiróhacialacalle.
—¿Dóndeestánlosotros?
—Ahora vienen —dijo Vianello—. He llamado desde el bar del campo. Han
hechounallamadaporradio.CinqueliniyMarcolini,queestabancerca,han
sidolosprimerosenllegar—explicóelsargentoseñalandoconlacabezaalos
dos hombres que se habían apostado debajo de la galería, fuera de la línea de
fuegodelospisosaltosdelpalazzo.
—¿Subimosabuscarlos?—preguntóVianellomirandolapuertadeltercer
piso.
—No—dijoBrunetti,quenoveíalanecesidad—.Esperaremosaque
lleguenlosotros.—Comorespondiendoalconjurodesuspalabras,empezóa
oírsealolejosellamentoendostonosdeunasirenaqueseacercaba.Yalpoco,
195
DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltadeladirecciónopuesta,porelGranCanal
arriba,desdeelhospital,venía
aullandootrasirena.
—Flavia—dijoélmirandoalamujer—.VeconVianello.Élosllevaráala
ambulancia.—Yalsargento—.Acompáñelasyvuelva.Yquevenganlos
hombres.—Vianellodiounospasosy,conlasolturaqueledabasufuerza
considerable,tomóenbrazosaBrett,y,seguidodeFlavia,lasacódelpatioyla
llevóporlaestrechacallehastaelembarcadero,enelquedoslucesazules
parpadeabanentrelalluviaincesante.
Siguieronunosmomentosdecalma.Brunettisepermitióasímismo
relajarseunpoco,yentoncessucuerpoempezóaacusarelesfuerzo,tiritabade
fríoydabadientecondiente.Haciendounesfuerzo,avanzóporelaguayse
unióalosdosagentesqueestabandebajodelagalería,para,porlomenos,
ponersearesguardodelalluvia.
Detrásdelapuertadelalmacénseoyóunalaridodepuroterroranimal,y
LaCaprasepusoaaullarelnombredesuhijounavezyotra.Alfinelnombre
cediópasoaunosbroncossollozosdepenaqueresonabanentodoelpatio.
Brunettihizounamuecadedolor,pidiendoensilencioaVianelloquese
dieraprisa.RecordóelcráneodestrozadodeSemenzatoyelsonidodela
atormentadavozdeBrett,pero,apesardetodo,loconmovíanlosgritosde
dolordeaquelhombre.
—Eh,losdeahíabajo—gritóunhombredesdelapuertadeloaltodela
escalera—. Vamos a bajar. No queremos líos. —Brunetti, al volverse, vio a los
treshombresconlasmanosenalto.
Enaquelmomento,entróVianelloseguidodecuatrohombresconchalecos
antibalaymetralletas.Losdelaescaleratambiénlosvieron,separarony
volvieronagritar:
—Noqueremosjaleo.
Loscuatrohombresarmadossedispersaronporelpatio,impulsadosporel
instintoyelentrenamientoabuscarrefugiodetrásdelascolumnasdemármol.
Brunettiempezóairhacialapuertadelalmacén,perosedetuvocuando
vioquedosdelasmetralletasloapuntaban.
—Vianello—gritó,agradeciendotenerunmotivoparaenfadarse—.Dígales
quiénsoy.—Sedabacuentadeque,paraaquelloshombres,élnoeramásque
unindividuomojadoconunapistolaenlamano.
—EselcomisarioBrunetti—gritóVianello,ylasmetralletassevolvieron
otravezhacialoshombresquesehabíanquedadoinmóvilesenlaescalera.
Brunettisiguióhacialapuerta,delaqueseguíanllegandogemidosdeun
dolorintenso.Hizodeslizarseelpasadorytiródelapuerta.Éstaseatascó,yél
tuvoqueesforzarsemuchoparamoverlamaderahinchadasobreelsuelode
piedra. Su figura, recortada sobre la luz brillante del patio, ofrecía un blanco
perfecto a un tirador escondido en el oscuro almacén; pero él ni lo pensó: los
sollozoslehacíandescartartalposibilidad.
196
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Sus ojos tardaron unos instantes en
acostumbrarsealaoscuridad,peroal
fin distinguió a La Capra arrodillado en el suelo, con el agua hasta el pecho,
componiendo una pietà masculina que era como una réplica grotesca de la que
Brunettiacababadeverenelpatio.Peroestafigurateníauncarácterirreparable
delquelaotracarecía,porqueaquíunpadrellorabaaunhijoúnicocuyo
cadáverhabíasacadodelassuciasaguas.
197
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta28
Brunetti abrió la puerta de su despacho y, al encontrarlo sólo tibio y con el
radiadorensilencio,volvióadargraciasasanLeandromentalmente,apesarde
quehabíantranscurridovariassemanasdesdequeelsantohabíaobradosu
milagroanual.Habíaotrasseñalesdeprimavera:ensucasa,aquellamañana
habíaobservadoquelospensamientosdelaterrazayaseabríanpasoatravésde
latierradelostiestos,endurecidaporelinvierno,yPaolahabíadichoqueaquel
findesemanalosreplantaría;asulado,lamesadelacocina,conlaspatasbien
empapadasdeveneno,secocíaalsol;tambiénhabíavistolasprimeras
gaviotasdecabezanegraquetodoslosañospasabanunasbrevesvacacionesde
primaveraenlasaguasdeloscanalesantesdeponerrumboaotroslugares;yel
airecirculabaentrelasislasylasaguasconunasuavidadqueerauna
bendición.
Colgó el abrigo en el armario y se fue hacia la mesa, pero antes de llegar se
desvióalaventana.Estamañanahabíamovimientoenelandamiajequecubría
SanLorenzo;hombressubíanybajabanporlasescalasyandabanporeltejado.
Pero Brunetti estaba seguro de que aquella actividad humana, a diferencia de la
eclosióndelanaturaleza,seríaunaprimaverafalsayefímera,seguramente
acabaríaencuantoserenovaranloscontratos.
Se quedó un rato en la ventana, hasta que le hizo volverse el alegre « Buon
giorno»delasignorinaElettra.Hoyveníadeamarillo,conunvestidodesuave
sedahastalarodilla,yconunostaconestanfinosqueélsealegródequeelsuelo
fuera de mosaico y no de parquet. Lo mismo que las flores, las gaviotas y las
brisas tibias, ella traía consigo la gracia primaveral, y él sonrió con algo
parecidoalaalegría.
— Buon giorno, signorina —dijo él—. Está muy bonita esta mañana. Como la
mismaprimavera.
—Ah,estepingo—dijoella,displicente,sacudiendoconlapuntadelos
dedoslafaldadelvestidoquedebíadehaberlecostadoporlomenoselsueldode
unasemana.Perosusonrisadecomplacenciadesmentíasuspalabras,porloque
élnoinsistió.Lajovenleentregódoscarpetasconunacartaprendidaconunclip
sobreunadeellas—.Paralafirma,dottore.
—¿LaCapra?—preguntóél.
198
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Sí.EselinformedeporquéustedyelsargentoVianelloentraronenel
palazzoaquellanoche.
—Ah,sí—murmuróélmientrasleíarápidamenteeldocumentodedos
páginasescritoenrespuestaalaquejapresentadaporlosabogadosdeLaCapra
de que la entrada de Brunetti en su casa dos meses antes había sido ilegal. El
escrito, dirigido al praetore, explicaba que, en el curso de su investigación, el
comisariohabíaempezadoasospecharqueLaCapraestabaimplicadoenel
asesinatodeSemenzato,basándoseenelhechodequeeneldespachode
Semenzato se habían hallado las huellas dactilares de Salvatore La Capra. Con
estapremisayacuciadoporladesaparicióndeladottoressaLynch,habíaidoal
palazzodeLaCapraacompañadoporelsargentoVianelloylasignoraPetrelli.
Alllegar,encontraronabiertalapuertadelpatio(talcomosemencionabaenlas
declaracionesfirmadasporelsargentoVianelloylasignoraPetrelli)y,aloírlo
quelesparecierongritosdemujer,entraron.
Elinformeincluíaunadescripcióndeloshechosquesehabíanproducido
despuésdesullegada(confirmadatambiénporlasdeclaracionesdelsargento
VianelloylasignoraPetrelli),informaciónqueofrecíaalpraetore para disipar
cualquierdudaquepudierateneracercadelalegalidaddesuentradaenla
propiedad del signor La Capra, por cuanto que es derecho, más aún, incluso
deberdeunciudadanoparticularacudiraunallamadadesocorro,
especialmente,sielaccesoesfácilylegal.Seguíaunarespetuosadespedida.
BrunettitomólaplumaqueleofrecíalasignorinaElettrayfirmólacarta.
—Gracias,signorina,¿algunaotracosa?
—Sí,dottore.HallamadolasignoraPetrelliparaconfirmarsucita.
Másfavoresdelaprimavera.
—Gracias,signorina—dijoéltomandolascarpetasydevolviéndolelacarta.
Ellalesonrióysaliódeldespacho.
LaprimeracarpetaeradelaoficinadeCarraraenRomayconteníalalista
completadelosobjetosdelacoleccióndeLaCapraquelabrigadaantifraudede
artehabíaconseguidoidentificar.Lalistadeprocedenciasparecíaunaguíapara
turistas—opolicías—interesadosenyacimientossaqueadosdelaAntigüedad:
Herculano, Volterra, Paesto, Corinto... El Cercano y el Lejano Oriente estaban
bienrepresentados:Xian,AngkorWat,elmuseodeKuwait.Algunasdelas
piezas parecían haber sido adquiridas legalmente, pero eran las menos. Varias
eran imitaciones. De calidad, pero imitaciones. Los documentos intervenidos en
lacasadeLaCaprademostrabanquemuchosdelosobjetosilegaleshabíansido
adquiridos a Murino, cuya tienda había sido clausurada, a fin de que la brigada
antifraude de arte pudiera hacer el inventario completo de las existencias de la
propiatiendaydelalmacéndeMestre.Murinonegótenerconocimientodelas
comprasilegaleseinsistióenqueaquellaspiezasdebíandehabersido
adquiridasporeldottorSemenzato,suantiguosocio.Denoserporquehabía199
DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltasidoarrestadocuandoaceptabalaentregade
cuatrocajasdecenicerosde
alabastrofabricadosenHongKongconlascuatroestatuascamufladasentre
ellos,quizálehubierancreído.Peroahorasehallababajoarresto,ysuabogado
estabaobligadoapresentarlasfacturasycertificadosdeaduanasque
implicaranaSemenzato.
LaCapraseencontrabaenPalermo,adondehabíallevadoelcuerpodesu
hijoparaserenterrado,yparecíahaberperdidotodointerésporsucolección.
Habíahechocasoomisodelaspeticionesdenuevosdocumentosacreditativos
de compra o propiedad. Por consiguiente, la policía había confiscado todas las
piezasquesesabíaosuponíarobadasyseguíaindagandolaprocedenciadelas
pocasqueaúnnohabíansidoidentificadas.Brunettiobservócomplacidoque
Carrara se había encargado de que las piezas sustraídas de la exposición china
delpalazzoDucalnofiguraranenelinventariodelosobjetoshalladosencasade
LaCapra.Sólotrespersonas—Brunetti,FlaviayBrett—sabíandóndeestaban.
Lasegundacarpetaconteníalaabundantedocumentacióndelcasocontra
La Capra, su difunto hijo y los hombres que fueron arrestados con él. Los dos
hombresquehabíangolpeadoaladottoressaLynchestabanenelpalazzoaquella
nocheyfueronarrestadosconLaCaprayotrohombre.Losdosprimeros
habíanconfesadolaagresión,peromanteníanquehabíanidopararobar.
DecíannosabernadadelasesinatodeldottorSemenzato.
LaCapra,porsuparte,insistíaenqueignorabaqueaquellosdoshombres,
alosqueidentificócomosuchóferysuguardaespaldas,trataranderobarenel
apartamentodeladottoressaLynch,unamujercuyotalentoprofesionalélteníaen
lamásaltaconsideración.Alprincipio,tambiénhabíaaseguradoqueni
había tenido tratos con el dottor Semenzato ni lo conocía siquiera. Pero ante la
informaciónquellegabadetodosloslugaresenlosqueélySemenzatose
habíanencontradoylasdeclaracionesfirmadaspordiversosmarchantesy
anticuariosqueasociabanaambosenmultituddetransacciones,las
aseveracionesdeLaCapraseretiraroncomoelacquaaltaalcambiarlamareao
ladireccióndelviento.Yelnuevovientoletrajoelrecuerdodeque,enefecto,
quizáhabíacompradounaodospiezasaldottorSemenzato.
SelehabíaordenadoregresaraVenecia,sinoqueríaserconducidoporla
policía, pero se había puesto en manos de un médico que lo había ingresado en
unaclínicaprivada,aquejadode«depresiónnerviosaprovocadaporel
sufrimientopersonal».Allíseguía,físicaylegalmenteintocable,enunpaísenel
quesóloelvínculoentrepadreehijopermanecesagrado.
Brunettiapartólascarpetasaunladoymirófijamentelamesavacía,
imaginandolasfuerzasqueyahabríanentradoenjuego.LaCapraeraun
hombrequenocarecíadeinfluencia.Yahorasuhijo,unjovendecarácter
violento,estabamuerto.¿Acasonohabíanrecordadolosdosgorilas,aldía
siguiente de hablar con su abogado, haber oído decir a Salvatore que el dottor
Semenzatohabíatratadoasupadresinelrespetoquesemerecía?Setratabade
unaestatuaqueélhabíacompradoparasupadreyquehabíaresultadofalsa...
200
DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltaounasuntoparecido.Y,sí,creíanrecordar
haberle oído decir que él haría que el dottore se arrepintiera de haber
recomendado a su padre, o a él mismo, para su padre, la compra de objetos
falsos.
Brunettinodudabadeque,coneltiempo,losdosgorilasrecordaríanmásy
máscosasqueatribuiralpobreSalvatore,obcecadoporsuempeñoendefender
elhonordesupadreyelsuyopropio.Yprobablementerecordaríantambiénlas
muchasocasionesenlasqueelsignorLaCaprahabíatratadodeconvencerasu
hijo de que el dottor Semenzato era un hombre íntegro, que siempre obraba de
buenafecuandogarantizabapiezasquedespuéseranvendidasporMurino,su
socio.Talvezlosjueces,sielcasollegabaalostribunales,tuvieranqueescuchar
un relato que hablaría del deseo de Salvatore de procurar a su padre tan sólo
satisfacciones,comocumplíaaunhijotanamantecomoél.YSalvatore,queno
eraunchicosofisticado,peroteníauncorazóndeoro,habríatratadodeobtener
esospresentesparasuamadopadredelaúnicamaneraqueselehabía
ocurrido,buscandoelasesoramientodeldottorSemenzato.Y,dadosuamorfilial
y el intenso deseo de complacer a su padre, no era difícil imaginar su furor al
descubrirqueeldottorSemenzatohabíaintentadoaprovecharsedesuinocenciay
desugenerosidad,vendiéndoleunacopiaenlugardeloriginal.
Sería, pues, una injusticia, ahondar en el dolor de un padre, un padre que tenía
que sobrellevar a un tiempo el dolor por la pérdida de su adorado hijo único y
poreldescubrimientodeloqueaquelhijohabíasidocapazdehacertantopara
darunasatisfacciónasupadrecomoparadefenderelhonordelafamilia.
Sí,lahistoriaseaceptaría,ylaasociaciónentreLaCapraySemenzato,en
lugardeincriminarlo,serviríaparademostrarlabuenafequepresidíasus
relaciones, truncadas por la falta de escrúpulos de Semenzato por un lado y el
apasionamientodeSalvatoreporelotro,quienyasehallaba,ay,fueradel
alcancedelaley.Dehabersidomáspropensoalsentimentalismo,Brunetti
hubierapensadoqueLaCaprahabíapagadoelmásaltoprecioporlamuertede
Semenzato,peronoloera,ysedecíaqueelpreciomásaltolohabíapagado
Salvatore.
Brunettiselevantóysealejódelamesaydelascarpetasquelehabían
llevadoaestaconclusión.ÉlhabíavistoaLaCapraconsuhijo,lohabíasacado
delasaguascenagosasyhabíaayudadoalhombre,quenodejabadegritar,a
llevarelcuerpodesuhijohastaelpiedelostrespeldaños.Yallíhabía
necesitadolaayudadeVianelloydosagentesparasepararlosyponerfinal
fútil intento de La Capra de cerrar con sus dedos la herida exangüe del costado
delcuellodesuhijo.
Brunettinuncapensóqueunavidapudierapagarseconotravida,porlo
quevolvióadesecharlaideadequeLaCaprahabíapagadolamuertede
Semenzato.Tododoloresúnicoeindependienteysólocorrespondeauna
pérdida. Pero le resultaba difícil sentir aversión personal por el hombre al que
habíavistoporúltimavezsollozandoenbrazosdeunpolicíaquetratabade
201
Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta impedir que viera cómo se llevaban el
cadáverdesuhijoenunacamillaconlacaracubiertaporlachaquetaempapada
deVianello.
Ahuyentóaquellosrecuerdos.Todoaquelloyanoleincumbía,ahoraestaba
en manos de otra autoridad, y él ya no podía influir en el resultado. Ya había
tenidomásquesuficientedemuerteyviolencia,debellezarobadaydeanhelode
perfección.Ahoraleapetecíacontemplarlaprimaveraconsusmuchas
imperfecciones.
Unahoradespués,BrunettisaliódelaquesturayseencaminóhaciaSanMarcos.
Entodaspartesveíalasmismascosasquehabíavistodurantemuchos
días,perohoydescubríaenellasseñalesdeprimavera.Hastamirabacon
simpatía a los omnipresentes turistas vestidos de colores pastel. La Via XXII
MarzolollevóalpuentedelaAccademia.Alotrolado,violaprimeracoladela
temporada de los turistas que esperaban para entrar en el museo, pero él había
quedadosaturadodeartepararato.Ahoraloatraíaelaguaylaideadesentarse
altibiosolconFlavia,tomaruncafé,charlardeunascosasyotras,observarcon
quéfacilidadsurostropasabadelreposoalaalegríayotravezalreposo.
HabíanquedadoalasonceenIlCucciolo,yélyateníaganasdeoírchapotearel
aguabajolastablasdelaterraza,yobservarlosmovimientosindolentesdelos
camareros, no desentumecidos aún de su letargo invernal, y rehuir el parasol,
grandeyufano,empeñadoendarsombraantesdetiempo.Y,sobretodo,tenía
ganasdeoírelsonidodesuvoz.
Frente a él vio las aguas del canal de la Giudecca y, al otro lado, las alegres
fachadasdelascasas.Porlaizquierdaaparecióunbuquecisterna,muyalto,sin
carga, y hasta su casco veteado de gris parecía bonito y alegre a esta luz. Se
acercócorreteandounperroquelevantólapatayluegosepusoadarvueltaspara
atraparselacola.
Alllegaralbordedelagua,torcióhacialaizquierdaendirecciónala
terrazadelbar,buscandoaFlaviaconlamirada.Cuatroparejas,unhombre
solo,otrohombre,unamujercondosniños,unamesaconseisosietejovencitasa
lasqueoyóreíradistancia.PeroFlavianoestaba.Sehabríaretrasado.Oquizá
nolahabíareconocido.Empezóotravezporlamesamáscercanayfue
mirandoacadacliente,porelmismoorden.Entonceslavio,sentadaconlos
dosniños,unchicoaltoyunaniñallenita,todavíaconlagrasainfantil.
Susonrisaseborróyfuesustituidaporotra.Conlasonrisanueva,seacercóala
mesayestrechólamanoqueellaletendía.
Ellalesonrióasuvezalzandolacara.
—Guido,cuántomealegrodevolveraverte.Yquédíatanespléndido.—
Miró al muchacho—. Paolino, es el dottor Brunetti. —El chico se levantó, era
casitanaltocomoBrunetti,yleestrechólamano.
— Buon giorno, dottor e. Quiero darle las gracias por haber ayudado a mi
madre.—Casiparecíaquehabíaestadoensayandolafrase,ylapronunció
202
DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltaformalmente,comoelquetratadehacerseel
hombresedirigealqueyaloes.
Teníalosojososcurosdelamadre,perolacaramáslargaydelgada.
—Ahora yo, mamma —dijo la niña y, como Flavia tardara en reaccionar, se
levantóytendiólamanoaBrunetti—.YosoyVittoria,peromisamigosme
llamanVivi.
Mientrasleestrechabalamano,Brunettidijo:
—Entalcaso,megustaríallamarteVivi.
Laniñaeralobastantepequeñacomoparasonreír,ylobastantemayor
comoparadesviarlamiradayponersecolorada.
Élacercóunasilla,sesentóyluegorectificólaposiciónparaqueelsollediera
en la cara. Durante varios minutos, la conversación fue general, los niños le
preguntabansobresutrabajodepolicía,sillevabapistola,ycuandoéldijoque
sí,dóndelallevaba.Viviquisosabersihabíadisparadocontraalguienypareció
decepcionadacuandoéldijoqueno.Losniñosnotardaronendescubrirqueser
policía en Venecia era muy diferente de serlo en Corrupción en Miami,
revelaciónqueleshizoperderinterésenélyensuprofesión.
Seacercóelcamarero.BrunettipidióunCampariconsodayFlaviaotro
caféqueluegocambióporunCampari.Losniñosempezabanamostrarse
audiblementeinquietosyFlavialespropusoquesellegaranporelmuelle
arribahastaNico'sacomprargelato,ideaquetuvoelbeneplácitogeneral.
Losniñossealejaron.Viviteníaqueapresurarelpasoparamantenerseala
alturadelazancadadePaolo.
—Sonmuysimpáticos—dijoély,comoFlavianorespondiera,agregó—:
NosabíaqueloshubierastraídoaVenecia.
—Noesfrecuentequepuedapasarunfindesemanaconellos,perocomo
estesábadonoactuabaenlafuncióndetardedecidívenir.AhoracantoenMunich
—explicó.
—Yalosé.Loheleídoenlosperiódicos.
Ellamirabahaciaelotroladodelcanal,endirecciónalaiglesiadel
Redentore.
—Nuncahabíaestadoaquíaprincipiosdeprimavera.
—¿Dóndetealojas?
Elladesviólamiradadelaiglesiavolviéndolahaciaél.
—EncasadeBrett.
—Ah,¿havenidocontigo?—preguntóél.HabíavistoaBrettporúltimavez
enelhospital,peroellahabíaestadoallísólounanoche,ydosdíasdespuésse
habíaidoconFlaviaaMilán.Nohabíavueltoasaberdeningunadelasdos
hastalavíspera,enqueFlavialohabíallamadoporteléfonoparaconcertaresta
cita.
—No;ellasehaidoaZurich,adarunaconferencia.
—¿Cuándoregresa?—preguntóélcortésmente.
—LasemanapróximaestaráenRoma.YoterminoenMunichelmartespor
lanoche.
203
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—¿Ydespués?
—Después,Londres,perosóloparaunrecital,yluegoChina—dijoella,
conunanotadereprocheporquelohubieraolvidado—.Estoyinvitadaadar
unatandadeleccionesmagistralesenelConservatoriodePekín.¿Note
acuerdas?
—¿Asíquepensáisseguiradelanteconelplan?¿Yllevaráslaspiezas?—
preguntóél,sorprendidodesudecisión.
Ellanotratódedisimularlaautocomplacencia.
—Naturalmentequelopensamos,esdecir,lopienso.
—¿Ycómo?¿Cuántaspiezasson?¿Tres?¿Cuatro?
—Cuatro.Llevosietemaletas,yelministrodeCulturairáarecibirmeal
aeropuerto.Dudomuchoquebusquenantigüedadesenlosequipajesque
entranenelpaís.
—Pero,¿ysilasencuentran?
Ellaagitóunamanoenunademángenuinamenteteatral.
—Siemprepodríadecirqueeranunpresentequellevabaparaelpueblode
China,quepensabaofrecérselodespuésdedarlaslecciones,enpruebade
gratitudporhabermeinvitado.
Élestabasegurodeque,llegadoelcaso,asíloharíayquesaldríabien
librada.Seechóareír.
—Tedeseosuerte.
—Gracias—dijoella,seguradenonecesitarla.
Estuvieroncalladosduranteunrato.Brett,aunqueinvisible,estaba
presente.Pasabanembarcacionestableteando.Elcamarerolesllevólasbebidasy
ellossealegrarondeladistracción.
—¿YdespuésdeChina?—preguntóélfinalmente.
—Muchosviajeshastafinalesdelverano.Esotradelasrazonesporlasque
hequeridopasarelfindesemanaconlosniños.TengoqueiraParís,aVienaya
Londres.—Comoélnorespondiera,agregó,alegrandoeltono—:Tengoque
morirmeenParísyenViena,«Lucia»y«Violetta».
—¿YenLondres?—preguntóél.
—Mozart.«Fiordiligi».Y,después,miprimerintentoconHaendel.
—¿Brettirácontigo?—preguntóéltomandounsorbodesubebida.
Ellavolvióamirarhacialaiglesia,laiglesiadelRedentor.
—EllasequedaráenChinaporlomenosdurantevariosmeses—fuetoda
larespuestadeFlavia.
Élvolvióabeberymiróelagua,advirtiendosúbitamenteladanzadelaluz
en su rizada superficie. Tres gorriones se posaron cerca de sus pies, buscando
comida.Lentamente,élalargólamano,tomóunpellizcodelbriochequehabíaen
una fuente delante de Flavia y los echó a los pájaros. Ansiosamente, éstos se
abatieron sobre él despedazándolo y cada uno se fue a comer su parte en lugar
másseguro.
—¿Sucarreraantetodo?—preguntóél.
204
DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaFlaviaasintióyseencogiódehombros.
—Meparecequeselatomamásenserioque...—dejólafrasesinterminar.
—¿Quetúlatuya?—preguntóélconescepticismo.
—Yo diría que, en cierto modo, sí. —Al ver que él iba a protestar, le puso la
manoenelbrazoyexplicó—:Mira,Guido,cualquierapuedeiraescucharmey
luegoromperselasmanosaplaudiendo,sinqueporellotengaqueentenderde
música o de canto. Basta con que le guste el traje, o el argumento, o quizá sólo
gritabravaporqueesloquegritantodos.—Alverqueélnoparecíaconvencido,
insistió—:Eslaverdad.Puedescreerme.Despuésdecadafunción,micamerino
sellenadepersonasquemedicencuándoleshagustadomiactuaciónaunque
aquellanochehayacantadocomounperro.—Élobservócómocruzabaporsu
caraelreflejodeesterecuerdo,ycomprendióquedecíalaverdad.
»YahorapiensaenloquehaceBrett.Sonmuypocaslaspersonasque
sabenalgodesutrabajo:sóloquienesestánrealmenteenteradosdeloquehace,y
todos son científicos que pueden valorarlo. Supongo que la diferencia entre
nosotrasesqueaellasólopuedenjuzgarlasuspares,personasdesumismo
nivel,porloqueelbaremoesmuchomásaltoyelelogiotienemuchovalor.Amí
puedeaplaudirmecualquierimbécilporpurocapricho.
—Peroloquetúhaceseshermoso.
Ellaseriódebuenagana.
—QueBrettnoteoigadecireso.
—¿Porqué?¿Esqueaellanoseloparece?
Sindejardereír,ellaexplicó:
—Noloentiendes,Guido.Brettpiensaqueloqueellahacetambiénes
hermoso,yquelascosasconlasquetrabajasontanhermosascomolasarias
queyocanto.
ÉlrecordóentoncesqueenladeclaracióndeBretthabíaunpuntooscuro
queéldeseabaaclarar.Peronohubotiempo:ellaestabaenelhospitaly,alsalir
deél,abandonóVeneciainmediatamentedespuésdefirmarladeclaración
oficial.
—Hayalgoquenocomprendo—empezó,yseechóareíraldarsecuenta
delagranverdadqueacababadedecir.
Lasonrisadeellaeravacilante,inquisitiva.
—¿Qué?
—EsalgodeladeclaracióndeBrett—explicóél.LacaradeFlaviase
relajó—.EscribióqueLaCapralehabíamostradounbol,unbolchino.He
olvidadoaquémilenioseatribuía.
—EltercermilenioantesdeCristo—dijoFlavia.
—¿Tehablódeello?
—Naturalmente.
—Entoncesquizápuedasayudarme.—Ellaasintióyélprosiguió—:Ensu
declaración,dijoquelorompió,quelodejócaeralsuelodeliberadamente.
Flaviaasintió.
205
DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta
—Sí,hablamosdeello.Esomedijo.Asíocurrió.
—Puesesloquenocomprendo—dijoBrunetti.
—¿Elqué?
—Si tanto ama esas cosas, si tanto trabaja por salvarlas, entonces el bol a la
fuerza tenía que ser falso, ¿se trataba de una de esas imitaciones que La Capra
comprabacreyéndolasauténticas?
Flavianodijonadayvolviólacabezahaciaelmolinoabandonadoquese
levantabaaunextremodelaGiudecca.
—¿No?—insistióBrunetti.
Ellasevolvióamirarlo,elsollailuminabaporlaizquierda,recortandosuperfil
sobrelosedificiosdelotroladodelcanal.
—¿No,qué?—preguntóella.
—Teníaqueserunaimitación,onolahubieradestruido.
Durantemuchorato,élpensóqueellasehabíaabstraídoparano
contestarle. Los gorriones volvieron y esta vez Flavia desmenuzó el resto del
briocheenpequeñosfragmentosyselosechó.Losdoscontemplaronalos
pajaritosqueengullíanlasmigasdoradasymirabanaFlaviapidiendomás.
Luego,almismotiempo,levantaronlamiradadelosgorrionesquepiabany
susojosseencontraron.Alcabodeunlargomomento,ellavolviólacarahaciael
muelleporelqueviovenirasushijosconcucuruchosdeheladoenlamano.
—¿Quédices?—preguntóBrunetti,quenecesitabalarespuesta.
SobreelaguaresonabanlascarcajadasdeVivi.
Flaviaseinclinóyotravezlepusolamanoenelbrazo:
—Guido—empezó,sonriendo—,esoyanoimporta,¿noteparece?
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DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaESTELIBROHASIDOIMPRESO
ENCAYFOSA-QUEBECOR,S.A.
SANTAPERPETUADEMOGODA(BARCELONA)
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