Komisarz Brunetti 05 Aqua alta Leon Donna

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Aquaalta

**DonnaLeon**

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaNovelaNegraActual

DirectorEditorial:VirgilioOrtega

Editayrealiza:CentroEditorPDA,S.L.

Edición:IsabelJiménez

Diseñocubierta:Esteoeste

Títulooriginal:Aquaalta

Traduccióndelinglés:AnaMªdelaFuente

Fotografíadelacubierta©JonathanBlair/CORBIS

©CopyrightbyDonnaLeon,1996and

©DiogenesVerlagAGZürich,1997

Allrightsreserved

©EditorialSeixBarral,S.A.,2001,2005

©traducción:AnaMªdelaFuente

©delapresenteedición

EditorialPlanetaDeAgostini,S.A.,2006

Avda.Diagonal,662—664.08034Barcelona

www.planetadeagostini.es

ISBN:84-674-3256-X

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Depósitolegal:B-39173-2006

Imprime:Cayfosa-Quebecor,S.A.

SantaPerpètuadeMogola(Barcelona)

Distribuye:Logista

Aragonés,18–PolígonoIndustrialAlcobendas

28108–Alcobendas(Madrid)

PrintedinSpain—ImpresoenEspaña

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DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaEdicióndigital:Adrastea,Abril2007

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DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaParaGuySantaLucia

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DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaDallasuapacelamiadipende,

quelchealeipiacevitamirende,

quelcheleincrescemortemidà.

S'ellasospira,sospiroanch'io,

èmiaquell'ira,quelpiantoèmió

enohobene,s'ellanonl'a.

[Desupazlamíadepende,

loqueaellaplacevidameinfunde,

loquelaafligemuertemeda.

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Siellasuspira,tambiénsuspiro,

míaessuira,sulamentoeselmío

ynoconozcodichaqueleseaajena.]

MOZART,DonGiovanni

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DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta1

Reinabatranquilidadhogareña.FlaviaPetrelli,divareinadeLaScala

picabacebollaenlacaldeadacocina.Dispuestosantesíteníavariostomatesde
pera,dosdientesdeajocortadosenfinasláminasydosrollizasberenjenas.

Mientrastrabajabainclinadasobreelmármol,Flaviacantaballenandolacocina
delasáureasnotasdesuvozdesoprano.Devezencuando,retirabaconla

muñecaunoscuromechóndecabelloque,nobienquedabarecogidodetrásde

laoreja,volvíaasaltarsobrelamejilla.

Enelotroextremodelavastahabitaciónqueocupabalamayorpartedel

último piso del palazzo veneciano del siglo XIV, Brett Lynch, su propietaria y
amantedeFlavia,estabaechadaenunsofábeigeconlospiesdescalzos

apoyadosenunbrazodelmuebleylacabezaenelotro,siguiendolapartituradeI
Puritani,
cuya grabación lanzaban al aire a todo volumen —los vecinos, a
chincharse—dosaltavocesalargadosquedescansabanenpedestalesdecaoba.

Lamúsicasubíadetonohaciendovibrarelairedelahabitación,mientras

«Elvira» se disponía a enloquecer... por partida doble. Porque en la habitación
cantaban dos «Elviras», lo que producía una sensación inquietante: una, la que
FlaviahabíagrabadoenLondrescincomesesantesyquebrotabadelos

altavoces;laotra,enlavozdelamujerquepicabacebolla.

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Devezencuando,Flaviainterrumpíaelafinadodúoparapreguntar:

—¡Uf!¿Quiénhadichoquetengounregistromedio?

O:

—¿Sesuponequeesunsibemolloquetocanlosviolines?

Ydespuésseguíacantandoypicando.Asuizquierda,enunagransartén

puestasobreunfogóngraduadoalmínimo,elaceiteesperabalashortalizas.

Alguientocóeltimbrecuatropisosmásabajo.

—Yo abriré —dijo Brett, dejando la partitura abierta boca abajo en el suelo y
levantándose—.SeránlosTestigosdeJehová.Siemprevieneneldomingo.

Flavia asintió, se apartó el pelo de la cara con el dorso de la mano y volvió a
repartir su atención entre las cebollas y «Elvira», que seguía cantando en sus
transportesdelirantes.

Descalzaenelgratocalordelapartamentoestatardedeúltimosdeenero,

Brett cruzó sobre el suelo de madera y salió al recibidor, descolgó el interfono
queestabajuntoalapuertaypreguntó:

7

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

Chiè?

Unavozdehombrecontestóenitaliano:

—Venimosdelmuseo.TraemosunospapelesdeldottorSemenzato.

Era extraño que el director del museo del palazzo Ducal le enviara papeles, y
másaún,undomingoporlatarde,peroquizálacartaqueBrettlehabía

enviadodesdeChinalohabíaalarmado—aunqueporsupuestonolediotal

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impresióncuandohablóconéllasemanaanterior—yqueríadarlealeeralgo

antesdelacitaquearegañadienteslehabíadadoparaelmartesporlamañana.

—Súbalos,porfavor.Últimopiso.—Brettcolgóelaparatoyoprimióel

pulsadorqueabríalapuertadelacallecuatropisosmásabajo,luegoseacercóa
la puerta y gritó a Flavia, entre el llanto de los violines—: Del museo. Traen
papeles.

Flaviaasintió,tomóunadelasberenjenas,lacortóporlamitadalolargoy,sin
perderelcompás,seentregódenuevoalserioprocesodeenloquecerde

amor.

Brett volvió a la puerta de la escalera, se agachó para doblar la punta de una
alfombrayabriólapuerta.Deabajollegabaruidodepisadas,yporelrecodode
la escalera aparecieron dos hombres que se detuvieron en el rellano, antes de
acometerelúltimotramo.

—Sólodieciséispeldañosmás—dijoBrettsonriendoenseñaldebienvenida,

yentonces,sintiendoelaireglacialdelaescalera,secubrióunpieconelotro.

Ellosmirabanlapuertaabierta.Elprimerollevabaenlamanoungransobre

marrón.LoshombresempezaronasubirelúltimotramoyBrettvolvióa

sonreírles.

Forza!—losanimó.

Elquesubíadelante,queerabajoyrubio,sonrióasuvez.Suacompañante,

másaltoymoreno,aspiróprofundamenteylosiguió.Cuandoelprimerhombre

llegóantelapuerta,esperóaqueelotrosereunieraconél.

¿DottoressaLynch?—preguntópronunciandoelapellidoalmodoitaliano.

—Sí—respondióella,retrocediendoparadejarlospasar.

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Cortésmente,losdoshombresmurmuraron«Permesso»alentrarenel

apartamento.Elprimero,quellevabaelpelocortadoalunoyteníabonitosojos
oscuros,lealargóelsobre.

—Lospapeles,dottoressa.—Alentregárselosañadió—:EldottorSemenzatome
hadichoquelosleainmediatamente.—Modalessuavesycorteses.Elalto

sonrióyvolviólacabezahaciaunespejocolgadoalaizquierdadelapuertaque
lehabíallamadolaatención.

Ella inclinó la cabeza y empezó a abrir la solapa del sobre, pegada con lacre
rojo.Elrubioseacercó,comoparaayudarlaaabrirelsobre,perobruscamente
sesituódetrásylasujetóporlosbrazosinmovilizándola.

Elsobrecayósobresuspiesdescalzosyfueapararentreellayelsegundo

hombre,queloapartóconelzapato,comositemieraestropearsucontenido,yse
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DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltaacercóaella.Elprimeroaumentóahorala
presióndesusmanosysucompañero,encorvandosualtafigura,dijoenvozbaja
ygrave:

—UstednoiráalacitaconeldottorSemenzato.

Ellasintiócóleraantesquemiedo,ylacóleralehizodecir:

—Suéltenme.Ysalgandeestacasa.—Serevolvió,tratandodezafarsedelas

manosdelhombre,peroéllesujetólosbrazosaloscostados.

A su espalda, subía el tono de la música y la doble voz de Flavia inundaba la
habitación.Lasincroníaeraperfecta,nadiehubierasospechadoqueerandos

vocesynounalasquecantabandedolor,amoryañoranza.Brettvolviólacara
hacialamúsica,perodeliberadamenteinterrumpióelmovimientoypreguntó

mirandoalqueteníadelante:

—¿Quiénessonustedes?¿Quéquieren?

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Lavozdelhombrecambióysehizoadusta,lomismoquesucara.

—Nohagaspreguntas,zorra.

Nuevamente,ellatratódesoltarse,peroeraimposible.Apoyandoelpesodel

cuerpo en un pie, golpeó con el otro al hombre que la sujetaba, pero el talón
desnudonopodíahacermuchodaño.

Entonces,ellaoyódeciralquelasujetaba:

—Vamos.Adelante.

Ella volvía la cabeza para mirar atrás cuando el primer golpe la alcanzó en el
estómago.Fueunaexplosióndedolorquelehizodoblarelcuerpotan

violentamente que casi escapó de las manos del que la inmovilizaba, pero él la
enderezóconbrusquedad.Elqueestabadelantevolvióagolpearla,estavez,

debajodelpechoizquierdo,ylareacciónfuelamisma:elcuerpodeellasedobló
conunespasmoparadefendersedeldolor.

Entonces,deprisa,tandeprisaqueBrettperdiólacuentadelospuñetazos,

elhombrelagolpeórepetidamenteenelpechoylascostillas.

A su espalda, mientras las voces de Flavia cantaban al futuro de dicha que la
aguardabacuandosedesposaracon«Arturo»,elhombregolpeóenunladodela
cabezaaBrett,alaqueempezóazumbarleeloídoderecho,yyasólopudooírla
músicaconelizquierdo.

Ellaúnicamenteeraconscientedeunacosa:nopodíaemitirsonidoalguno.

Nigritar,nipedirauxilio,niquejarse.Lasvocesdesopranosefundíandetrásde
ella,alborozadas,cuandosulabiosepartióbajoelpuñodelhombre.

Elqueestabadetrásdeellalesoltóelbrazoderecho.Yanohacíafaltasujetarla
y,siaúnlaagarrabadeunbrazo,eraparasostenerla.Ahoralaobligóavolverse
amirarlo.

—No vaya a la cita con el dottor Semenzato —dijo todavía con voz suave y

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cortés.

Pero ella ya no podía oírle, sólo percibía vagamente la música, el dolor y el
miedodequeestoshombreslamataran.

La cabeza le colgaba inerte y sólo les veía los pies. Notó que el alto hacía un
bruscomovimientohaciaellaysintióuncalorrepentinoenlaspiernasyenla9

DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltacara.Habíaperdidoelcontroldesucuerpoy
percibióeloloracredesupropiaorina.Consaborasangreenlaboca,viocómo
ellíquidochorreabayles

salpicaba los zapatos. Ella se tambaleaba entre los dos hombres, pensando tan
sóloquenopodíaemitirniunsonidoydeseandoqueladejarancaer,para

poderhacerseunovilloymitigareldolorquesentíaentodoelcuerpo.Y,

mientrastanto,ladoblevozdeFlaviaPetrellibrotabaennotasdejúbilo

alzándosesobreelcoroyeltenor,suenamorado.

Brett,conunesfuerzomayordelquehabíapuestoenalgoentodasuvida,

alzólacabezaymiróalosojosalhombrealtoqueahoraestabadelantedeella.

Éllededicóunasonrisataníntimacomolaqueellahubierapodidoverenlacara
deunamante.Lentamente,extendiólamanoyleoprimiósuavementeel

pechoizquierdomientrassusurraba:

—¿Quieresmás,cara?Conunhombreesmejor.

LareaccióndeBrettfuetotalmenteinvoluntaria.Supuñorebotóenlacara

del hombre sin hacerle daño, pero lo repentino del movimiento la liberó de la
mano del otro hombre y fue a dar de espaldas contra la pared. Sintió su dureza
peronodolor,comosinofuerasucuerpoelquehabíachocado.

Entoncesvioquesehundía,notóelroceásperodelladrilloquelelevantabael
jersey.Despacio,muydespacio,comoacámaralenta,fueresbalandohaciael

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suelo. La rugosa pared le arañaba la carne mientras la fuerza de la gravedad
tirabadesucuerpo.

Brettestabaconfusa.OíaunavozdeFlaviaquecantabalacabalettayotravozde
Flaviaquegritabafuriosa:

—¿Quiénesson?¿Quéhacenaquí?

«Siguecantando,Flavia»,queríadecirle,peronopodíarecordarcómo

decirlo.Acabódecaeralsueloyquedóconlacaravueltahacialapuertadela
sala, donde vio a la verdadera Flavia a contraluz, oyó la música excelsa que
llegabaconella,envolviéndola,ydescubrióelgrancuchillodepicarcebollaque
traíaenlamano.

—No,Flavia—susurró,peronadielaoyó.

Flaviaselanzóhacialosdoshombres.Ellos,sorprendidosasuvez,no

tuvierontiempodereaccionar,yelcuchillohizouncorteenelantebrazoqueel
másbajohabíalevantado.Elhombredioungritodedoloryapretóelbrazo

contraelcuerpo,cubriéndoselaheridaconlaotramano.Lasangreempezóa

empaparlamangadelachaqueta.

Otra imagen congelada. Luego, el más alto inició la retirada en dirección a la
puertaquehabíaquedadoabierta.Flavia,conlamanodelcuchilloalaalturade
lacadera,diodospasoshaciaél.Elheridolelanzóunpuntapiéconelpie

izquierdo que la alcanzó a un lado de la rodilla. Ella cayó de rodillas, con el
cuchillotodavíabiensujetojuntoasucuerpo.

Laseñalqueintercambiaronlosdoshombresenestemomentofue

totalmentesilenciosa,peroambosfueronhacialapuertaalmismotiempo.El

altoseagachóalargandoelbrazopararecuperarelsobre,peroFlavia,desdeel
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DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltasuelo,fintóconelcuchillohaciasumanoyél

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retrocedió dejando el sobre en el suelo. Flavia se puso de pie y bajó corriendo
variosescalonesdetrásdeellos,masenseguidasedetuvo,volvióalapartamento
ycerrólapuertaconelpie.

Searrodillóalladodelamujerqueestabaenelsuelo.

—Brett,Brett—dijomirándolaconansiedad.Laotrateníalaparteinferior

delacaracubiertadelasangrequelesalíadelanariz,dellabioydeunaherida
delladoizquierdodelafrente.Estabatendidaconunarodilladobladadebajodel
cuerpo,eljerseysubidohastalabarbillaylospechosaldescubierto—.Brett—

dijoFlaviaporterceravezyduranteunmomentopensóqueaquellafigura

inmóvilestabamuerta.Peroinmediatamenteahuyentóelpensamientoylepuso

unamanoaunladodelcuello.

Conlalentitudconqueamaneceunaencapotadamañanadeinvierno,sealzó

unpárpadoyluegoelotro,aunquesólohastalamitad,porqueestaba

hinchándoserápidamente.

Staibene?—preguntóFlavia.

Laúnicarespuestafueunlevequejido.Peroeraunarespuesta.

—Pediréayuda.Noteapures,cara.Vendránenseguida.

Corrióalaotrahabitaciónyalargólamanohaciaelteléfono.Duranteun

segundo,nosupoquéeraloqueleimpedíaagarrarelaparato,yentoncesvioel
cuchilloensangrentadoqueteníaagarradoconunamanoagarrotada.Lodejócaer
al suelo y levantó el aparato. Con dedos rígidos pulsó el 113. Al cabo de diez
señales,unavozdemujerlepreguntóquédeseaba.

—Esunaurgencia.Necesitamosunaambulancia.EnCannaregio.

Lavoz,conacentodeaburrimiento,lepidióladirecciónexacta.

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—Cannaregio,6134.

—Losiento,signora.Esdomingoysólohayunaambulancia.Lapondréenlista.

Flaviaalzólavoz.

—Unamujerestáherida.Hanintentadomatarla.Hayquellevarlaalhospital.

Lavozasumióuntonodesufridapaciencia.

—Yaselohedicho,signora.Sólo disponemos de una ambulancia y antes tiene
que atender otros dos servicios. En cuanto esté libre se la enviaremos. —Al no
recibir respuesta de Flavia, la voz preguntó—: Signora, ¿me oye? Si hace el
favorderepetirmeladirección,tomarénota.Signora?Signora?—En respuesta
alsilenciodeFlavia,lamujercortólacomunicación,dejandoaFlaviaconel

teléfonoenlamanoydeseandotenertodavíaelcuchillo.

Temblando, Flavia soltó el teléfono y volvió al recibidor. Brett seguía en el
mismositio,perohabíaconseguidoponersedeladoyseabrazabaelpecho,

gimiendo.

Flaviasearrodillóasulado.

—Brett,tengoqueirabuscaraunmédico.

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DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaFlaviaoyóunsonidoahogadoylamanode
Brettseacercóalasuya.Los

dedosapenasllegaronarozarelbrazodeFlaviaantesdecaerdesmayadosal

suelo.

—Frío—dijotansólo.

Flaviaselevantóyfuealdormitorio,tiródeledredón,loarrastróalrecibidory
loextendiósobrelafigurainmóvil.Abriólapuertadelaescalera,sin

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preocuparsedecomprobarantesporlamirillasihabíanvueltolosdoshombres.

Dejando la puerta abierta, bajó corriendo dos tramos de escalera y golpeó con
fuerzalapuertadelpisodeabajo.

Alospocosmomentos,laabrióunhombredemedianaedad,altoymedio

calvo,conuncigarrilloenunamanoyunlibroenlaotra.

—Luca—jadeóFlavia,sobreponiéndosealimpulsodegritar,porqueeltiempo

pasabaynadieveníaaatenderasuamante—.Brettestáherida.Necesitaun

médico. —Bruscamente, le falló la voz y empezó a sollozar—. Por favor, Luca,
porfavor,tráemeaunmédico.—Loasíadelbrazo,incapazdeseguirhablando.

Sindecirpalabra,elhombreretrocedióunpasoyagarróunasllavesde

encima de una mesa que había al lado de la puerta. Dejó caer el libro al suelo,
cerró la puerta y desapareció por la escalera abajo antes de que Flavia pudiera
decirmás.

Flaviavolvióasuapartamentosubiendolospeldañosdedosendos.Vioque

debajodelacaradeBretthabíauncharquitodesangre,enelqueflotabaunfino
mechón de pelo. Años atrás, había leído que a las personas en estado de shock
hayquemantenerlasdespiertas,queespeligrosoqueseduerman,porloque

volvióaarrodillarsealladodesuamigaylallamó.Ahoraunodelospárpados
estaba tan hinchado que no podía abrirse, pero al sonido de la voz el otro se
entreabrióligeramenteyBrettlamirósindarseñalesdereconocerla.

—Lucahaidoabuscaraunmédico.Enseguidaestaránaquí.

Lentamente,lamiradaparecióextraviarse,luegovolvióafijarseenella.Flavia
sesentósobrelostaloneseinclinandoelcuerpohaciaadelanteapartóelpeloque
cubríalacaradeBrettysintióquelasangreleempapabalosdedos.

—Todosearreglará.Enseguidallegaránytecurarán.Todosearreglará,mi

vida.Notengasmiedo.

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Elpárpadosecerró,seabrió,lamiradaseperdió,luegovolvió.

—Duele—susurró.

—Noteapures,Brett.Prontopasará.

—Duele.

Flaviaacercólacaraaladesuamiga,tratandodehacerqueaquelpárpado

siguiera abierto, de captar la atención de aquella mirada, musitando frases que
luegonorecordaría.Alcabodeunrato,estaballorando,sindarsecuenta.

ViolamanodeBrett,semiescondidaporeledredónylaasióconsuavidad,

comosifueradelmismoplumónquelaenvolvía.

—Prontoestarásbien,Brett.

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DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaDepronto,oyópasosyvocesenlaescalera.
Porunmomento,pensóque

pudieranserlosdoshombresquevolvíanparaterminarloquefueraque

hubieran venido a hacer. Se levantó y fue hacia la puerta, confiando en poder
cerrarlaatiempo,peroentoncesviolacaradeLucay,detrásdeél,aunhombre
conchaquetablancayunmaletínnegro.

—GraciasaDios—exclamóycomprobóconsorpresaquelodecía

sinceramente.Detrásdeella,cesólamúsica.Finalmente,«Elvira»teníaasu

«Arturo»ylaóperahabíaterminado.

13

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta2

Flaviaretrocedióparadejarentraralosdoshombres.

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—¿Quéhay?¿Quéhaocurrido?—preguntóLucamirandoeledredóndel

sueloylafiguraquecubría.Diomio—murmurósinpodercontenerseyseinclinó
haciaBrett,peroFlaviaextendióelbrazoatajandoelmovimientoy

llevándoselodeallí,parahacersitioalmédicoalladodelamujerqueestabaen
elsuelo.

Elmédicoseagachóyalargólamanobuscandoelpulsodelcuello.Al

comprobarqueeralentoperofirme,retiróeledredónparaexaminarlaslesiones.

El jersey estaba ensangrentado y fruncido bajo las axilas, dejando el torso al
descubierto.Lapielteníadesgarrosymarcasrojasqueestabanamoratándose.

Signora,¿puedeustedoírme?—preguntóelmédico.

Bretthizounsonidogutural;leeramuydifícilarticularpalabras.

—Voyamoverla.Sólounpoco,lojustoparaexaminarla.—Hizounademán

a Flavia, que se arrodilló al otro lado—. Sujétele los hombros. Tengo que
estirarle las piernas. —El médico asió la pierna izquierda por la pantorrilla, la
enderezó y repitió la operación con la derecha. Lentamente, dio la vuelta a la
agredida y Flavia le apoyó el hombro en el suelo. Todos estos movimientos
llegabanala

semiinconscienteBrettcomounanuevaoleadadedolores,yellagemía.

—Traigaunastijeras—dijoelmédicoaFlaviaque,obediente,entróenla

cocinaysacóunastijerasdeungranbotedecerámicadelaencimera.Entonces
notóelcalordelaceitequesiseabaenlasarténenelfogón.Deunmanotazo,hizo
girarlallaveyvolviórápidamentejuntoalmédico.

Éstecortóelensangrentadojerseyparaliberareltórax.Elhombrequelahabía
golpeadollevabaungruesoanillodeselloquehabíadejadopequeñasimprontas
circularesmásoscurasenlasyaamoratadasseñalesdelosgolpes.

Elmédicovolvióainclinarse.

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—Ahoraprocureabrirlosojos.

Bretttratódeobedecer,perosólopudoabriruno.Elmédicosacóuna

linternita del maletín y le iluminó la pupila, que se contrajo. Involuntariamente,
ellacerróelpárpado.

—Estábien—dijoelmédico—.Ahoramuevalacabeza,aunquesóloseaun

poco.

Aunquelecostóungranesfuerzo,Brettloconsiguió.

14

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Yahoralaboca.¿Puedeabrirla?

Ella lo intentó y ahogó un grito de dolor, un sonido que hizo a Flavia buscar el
apoyodelapared.

—Ahoraleexaminarélascostillas,signora.Cuandolehagadaño,dígamelo.

—Lepalpólascostillassuavemente.Ellasequejódosveces.

Elmédicosacóunsobredegasaestérilyloabrió.Empapólagasaen

antiséptico y, lentamente, empezó a limpiarle la cara de sangre. La fosa nasal
derechayelcortedellabioseguíansangrando.ElhombrehizounaseñaaFlavia,
quevolvióaarrodillarseasulado.

—Manténgaleestoenellabioyprocurequenosemueva.

DioaFlavialagasamanchadadesangre,yellaobedeció.

—¿Dóndeestáelteléfono?—preguntóelmédico.

Flaviaseñalólasalaconunmovimientodelacabeza.Elmédicodesapareció

porlapuerta,yFlavialeoyómarcaryhablarconelhospital.Pedíaunacamilla.

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¿Por qué no se le había ocurrido? La casa estaba tan cerca del hospital que no
hacíafaltaambulancia.

Lucaandabaalrededordeellas,sinsaberquéhacer,hastaquefinalmente

seinclinóytapóaBrettconeledredón.

ElmédicovolvióyseagachóalladodeFlavia.

—Yavienen.—MiróaBrett—.Nopuedodarlenadaparaeldolorhastaque

lehagamoslasradiografías.¿Duelemucho?

ParaBrettelmundoerasólodolor.

Elmédico,alverquetemblaba,preguntó:

—¿Tienenmásmantas?—Luca,aloírlo,entróeneldormitorioysaliócon

unacolchaqueentreélyelmédicoextendieronencimadeella,peronopareció
quesirvieradealgo.Elmundosehabíaenfriado,yellanosentíanadamásque
fríoyundolorcreciente.

ElmédicosepusoenpieymiróaFlavia.

—¿Quéhaocurrido?

—No lo sé. Yo estaba en la cocina. Cuando he salido, ella estaba en el suelo y
habíadoshombres.

—¿Quiéneseran?—preguntóLuca.

—Nolosé.Unoeraaltoyelotrobajo.

—¿Yquéhashecho?

—Atacar.

Losdoshombressemiraron.

—¿Cómo?—preguntóLuca.

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—Teníauncuchillo.Estabaenlacocina,yhesalidoconelcuchilloenla

mano.Cuandoloshevisto,mehelanzadosinpensar.Sehanidocorriendo.—

Moviólacabeza,desinteresándosedetodoaquello—.¿Cómoestá?¿Quélehan

hecho?

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DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaAntesderesponder,elmédicoseapartóunos
pasosdeBrett,aunqueésta

estabamuyajenaaloqueocurríaalrededorcomocomprenderuoírsiquierasus
palabras.

—Tienevariascostillasrotas,contusionesycortes.Yquizálamandíbula

fracturada.

Oh,Gesù—dijoFlaviallevándoselamanoalaboca.

—Peronohayseñalesdeconmoción.Reaccionaalaluzyentiendeloquele

digo.Detodosmodos,hayquehacerradiografías.

Aúnnohabíaacabadodehablarelmédicocuandoseoyeronvocesenla

escalera.FlaviasearrodillójuntoaBrett.

—Ya vienen, cara. Todo se arreglará. —Lo único que supo hacer fue poner la
manoenlacolchaencimaelhombrodeBrettymantenerlaallí,conlaesperanza
detransmitirlesucalor—.Tepondrásbien.

Doshombresconbatablancaaparecieronenlapuerta,yLucaconun

ademán les invitó a entrar. Habían dejado la camilla en el portal, como era lo
obligadoenVenecia,yhabíansubidoelsillóndemimbrequeutilizabanpara

acarrearalosenfermosporlasestrechasescalerasdelascasasvenecianas.

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Alentrar,losreciénllegadosmiraronlacaraensangrentadadelamujerque

estabatendidaenelsuelocomositodoslosdíasvieranimágenesparecidasyya
estuvieranacostumbrados.Quizáloestaban.Lucasefuealasalayelmédicoles
recomendóquelamovieranconsumocuidado.

Mientrastanto,Brettnosentíanadaquenofueraelprietoabrazodeldolor.

Losentíaentodoelcuerpo,enelpechocomprimido,quehacíadecada

respiraciónunsuplicio,enloshuesosdelacara,yenlaespalda,quelaabrasaba.
Aveces,sentíadoloresfraccionados,peroenseguidasefundíanylerecorríanel
cuerpoanulandotodolodemás.Despuéssólorecordaríatrescosas:lamanodel
médicoensumandíbula,uncontactoqueleenvióalcerebrounfogonazoblanco;
lamanodeFlaviaensuhombro,elúnicocalorenaquelmardehielo;yel

momentoenquelosdoshombreslalevantarondelsuelo,yelladioungritoyse
desmayó.

Cuandovolvióensí,alcabodevariashoras,eldolorseguíapresente,pero

algolomanteníaunpocoapartado.Detodosmodos,sabíaque,sisemovía,

aunquesólofuerauncentímetro,volveríaaúnconmásfuerza,porloquese

mantenía perfectamente inmóvil. Pensó en palpar cada parte de su cuerpo, para
averiguardóndeacechabaeldolormásagudo,peroantesdequepudieradara

sucerebrolaordendeempezarelrecorrido,elsueñolavenció.

Volvióadespertarse,yestavez,conlamayorprecaución,sumenteempezó

aexplorarvariaspartesdesucuerpo.Eldolorsemanteníaaciertadistanciayya
noparecíaquemoversetuvieraquesertanpeligroso.Centrósu

pensamientoenlosojosytratódedeterminarsiloquehabíaanteelloseraluzu
oscuridad. No podía adivinarlo, por lo que dejó vagar la mente por el rostro,
dondeeldolorpermanecíalatente,luegoporlaespalda,queleardíay

palpitaba,yporlasmanos.Unaestabafríaylaotracaliente.Permanecióquieta

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16

DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltaduranteloqueleparecieronhoraspensando:
¿porquéunamanoestabafríay

laotracaliente?Semantuvoinmóvilunaeternidadmientrassumente

estudiabaelenigma.

Unamanocalienteyunamanofría.Decidiómoverlas,paraversivariabala

temperaturay,unsiglodespués,empezóelmovimiento.Tratódeapretarlos

puñosyconsiguiómoverunpocolosdedos.Perofuesuficiente:lamano

caliente se sintió envuelta en más calor y una suave presión por encima y por
debajo.Oyóunavoz,unavozquesabíafamiliarperonopudoreconocer.¿Por

qué aquella voz le hablaba en italiano? ¿O era chino? Entendía lo que le decía,
peronorecordabaenquélengua.Volvióamoverlamano.Quéagradableera

aquelcalorquehabíarespondidoasuprimermovimiento.Probóotravezyoyóla
vozysintióelcalor.Oh,parecíamágico.Habíapalabrasquepodía

comprender,ycalor,yunapartedesucuerpoqueestabalibrededolor.

Reconfortadaporestasensación,volvióadormirse.

Finalmente,recobróelconocimientoydescubrióporquéunamanoestaba

calienteylaotrafría.

—Flavia—dijoconunavozcasiinaudible.

Lapresióndelamanoaumentó.Yelcalor.

—Estoyaquí—dijoFlavia,ysuvozsonómuycerca.

Sinexplicarseporqué,Brettsabíaquenopodíavolverlacabezaparahablarcon
suamiganiparamirarla.Tratódesonreír,dedeciralgo,perounafuerzaextraña
le mantenía la boca cerrada, le impedía abrirla. Trató de gritar o de pedir

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socorro,perolafuerzainvisiblenoledejabaabrirlaboca.

—Notratesdehablar,Brett—dijoFlavia,aumentandolapresióndela

mano—.Nomuevaslaboca.Estáatadaconunalambre.Tienesunafisuraenel

maxilar.Nohables.Todovabien.Prontotesentirásmejor.

Eramuydifícilentendertodasaquellaspalabras.Peroelpesodelamanode

Flaviaerasuficiente,elsonidodesuvozbastabaparacalmarla.

Cuandodespertóestabatotalmenteconsciente.Aúnlecostababastanteabrir

elojo,peroloconsiguió,aunqueelotropermaneciócerrado.Suspiródealivioal
comprobarqueyanonecesitabarecurriralaastuciaparaburlarasucuerpo.

PaseólamiradaporlahabitaciónyvioaFlaviadormidaenlasilla,conlaboca
abierta, la cabeza hacia atrás y los brazos colgando a cada lado del cuerpo, en
actituddeabandonototal.

MientrasobservabaaFlavia,Brettvolvióapasarrevistaasupropiocuerpo.

Quizápudieramoverbrazosypiernas,aunqueseríadoloroso,deunmodo

general,indeterminado.Alparecer,estabadeladoysentíaenlaespaldaunardor
difusoydoloroso.Finalmente,conscientedequeestoseríalopeor,tratódeabrir
labocaysintiólaterriblepresiónquelecomprimíalosdientes.Estabanatados
conunalambre,peropodíamoverloslabios.Lopeoreratenerlalengua

prisionera.Alpensarlo,sintiópánico.¿Ysiteníaquetoser?¿Seahogaría?

Ahuyentóelpensamientoconfirmeza.Sipodíadiscernir,señaldequeestaba

bien.Noviotubosquesalierandelacamaycomprendióquenoestabasondada.

17

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaAsíquepeordeloqueestabaahoranoibaa
estar.Yestoerasoportable.Aduraspenas,perosoportable.

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Depronto,sintiósed.Teníalabocasecayleardíalagarganta.

—Flavia—dijoconunavozqueeramenosqueunsuspiro,quecasiniella

podía oír. Flavia abrió los ojos y miró en derredor con expresión de pánico,
como solía hacer cuando se despertaba bruscamente. Al momento, se inclinó
hacia

adelante,acercandolacaraaladeBrett—.Flavia,tengosed—susurró.

—Ybuenosdíasatitambién—dijoFlaviaconunacarcajadadealivio,y

entoncesBrettcomprendióqueprontoestaríabien.

Flaviasevolvióytomóunvasodeencimadelamesaqueteníaasuespalda.

DoblólacañadeplásticoeintrodujoelextremoentreloslabiosdeBrett,porel
ladoizquierdo,lejosdelcortetumefactoqueletorcíalabocahaciaabajo.

—Hastahemandadoponerhielocomoatitegusta—dijofijandolacañaen

el vaso, mientras Brett trataba de sorber el líquido. Tenía los labios secos y
pegados,peroporfinconsiguióabrirunarendijaylabenditaaguafríalebañóla
bocaylagarganta.

Alospocostragos,Flaviaretiróelvasodiciendo:

—Yabasta.Esperaunpocoyluegopodrástomarmás.

—Mesientodrogada—dijoBrett.

—Loestás,cara.Entraunaenfermeracadapocashorasyteponeuna

inyección.

—¿Quéhoraes?

Flaviasemiróelreloj.

—Lasochomenoscuarto.

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Elnúmeronoledecíanada.

—¿Delamañanaodelanoche?

—Delamañana.

—¿Dequédía?

—Martes—sonrióFlavia.

—¿Porlamañana?

—Sí.

—¿Ytúporquéestásaquí?

—¿Dóndequieresqueesté?

—EnMilán.Estanochetienesfunción.

—Paraesoestánlassuplentes,Brett—dijoFlaviaconindiferencia—.Para

cantarcuandolatitularestáenferma.

—Túnoestásenferma—dijoBrett,atontadaporeldoloryloscalmantes.

—QuenoteoigaeldirectorgeneraldeLaScala,oteharépagarlamultapormí.
—AFlavialecostabatrabajomantenereltonojovial,perolointentaba.

—Túnuncasuspendes.

—Bien,estavezhesuspendidoynosehablemás.Vosotros,losanglosajones,

soismuyformalesenlascosasdeltrabajo—dijoFlavia,yaconfalsaligereza—.

¿Másagua?

18

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaBrettasintióeinmediatamentesearrepintió
delmovimiento.Sequedóquieta

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unmomento,conlosojoscerrados,esperandoquesecalmaranlanáuseayel

vértigo.Cuandolosabrió,vioaFlaviainclinadasobreellaconelvaso.

Nuevamente,saboreólafrescadelicia,cerrólosojosyseadormeció.Derepente,
preguntó:

—¿Quésucedió?

—¿Nolorecuerdas?—preguntóFlavia,alarmada.

Brettcerrólosojosunmomento.

—Sí,recuerdoqueteníamiedodequetemataran.—Elhablarconlos

dientesjuntoshacíavibrarensucabezaunaresonanciasorda.

Flavia,manteniendosutonodebravata,rió:

—Nohaymiedo.DebedeserportodaslasToscasquehecantadoenmivida.

Melancésobreellosconelcuchilloyheríaunoenunbrazo.—Repitióel

ademán,sonriendoalrecordarlaescena.Brettnodudabadequesuamiga

habíaclavadoelcuchillo—.Megustaríahaberlomatado—prosiguióFlaviacon

naturalidad,yBrettlecreyó.

—¿Quépasódespués?

—Quesalieroncorriendo.EntoncesbajéallamaraLuca,élfueabuscaral

médicoytetrajimosaquí.—FlaviaviocómoaBrettselecerrabanlosojosyse
quedabadormidaunosminutos,conloslabiosabiertos,alavistaeldetalle

grotescodelalambre.

Depronto,abriólosojosymirólahabitacióncomosinosupieradónde

estaba.AlveraFlaviasetranquilizó.

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—¿Porquélohicieron?—Flaviadiovozalapreguntaquellevabadentro

desdehacíadosdías.

Bretttardóencontestar.

—Semenzato.

—¿Delmuseo?

—Sí.

—¿Porqué?¿Quédijeron?

—Noloentiendo.—Sihubierapodidomoverlacabezasindolor,Brettla

hubieramovidoahora—.Noséporqué.—Teníalavozahogadaporladura

trampaqueleimpedíaabrirlaboca.Volvióapronunciarelnombrede

Semenzatoycerrólosojos.Cuandovolvióaabrirlos,preguntó—:¿Quétengo?

Flaviateníalarespuestapreparadaydijoescuetamente:

—Doscostillasrotasyunafisuraenlamandíbula.

—¿Quémás?

—Esoeslomásgrave.Tambiéntienesunadesolladuraenlaespalda.—Alver

laextrañezadeBrett,explicó—:Distedeespaldascontralaparedytearañaste
conlosladrillosalcaer.Ytienesvarioscardenalesenlacara—terminóFlavia,
sin darle importancia—. El contraste realza el color de tus ojos, pero no estoy
seguradequemegusteelefecto.

—¿Esgrave?—preguntóBrett,disgustadaporeltonojocoso.

19

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

background image

—Noesnada—dijoFlaviaconevidentefalsedad.Brettlamirólargamente

obligándola a rectificar—. Tendrás que llevar un vendaje en las costillas y
estarástiesaduranteunasemanapocomásomenos.Hadichoelmédicoqueno
habrá

secuelas.—Comoeralaúnicabuenanoticiaquepodíadar,completóelinforme
delmédico—:Dentrodeunosdíastequitaránlosalambres.Essólounafisura.Y

los dientes están bien. —Al ver el escaso consuelo que la noticia procuraba a
Brett,agregó—:Lanariz,también.—Seguíasinaparecerlasonrisa—.Note

quedaráncicatrices:cuandobajelahinchazón,estarásperfectamente.—Flaviano
habló de las cicatrices que le quedarían en la espalda ni de lo que tardarían en
borrarselasmarcasdelacara.

Depronto,Brettsesintióexhaustaporestabreveconversaciónyelsueño

volvióainvadirla.

—Veteacasaunrato,Flavia.Yodormiréunpocoy...—Suvozseapagó

antesdequepudieraterminarlafrase.Ahoradormía.Flaviaserecostóenlasilla
ysequedócontemplandolacaraquedescansabadeladoenlacama.Durante

aqueldíaymedio,loshematomasdelafrenteylasmejillassehabíanpuestocasi
negros, y un párpado seguía hinchado, lo mismo que el labio inferior, alrededor
delcorteverticalabierto.

HabíanmantenidoaFlaviafueradelasaladeurgenciasalavivafuerza,

mientraslosmédicoscurabanaBrettlasheridasdelaespaldaylevendabanel
tórax.Tampocoestuvopresentemientrasleinmovilizabanlosmaxilarescon

finosalambres.Ellasehabíapaseadoporloslargospasillosdelhospitaluniendo
sustemoresalosdelosotrospacientesyfamiliaresquedeambulabancomoella,
seagolpabanenelbarocontemplabanelpatiodesdelasventanas.Habíaestado
paseandoduranteunahorayhabíapedidotrescigarrillosaotrastantas

personas,losprimerosquefumabaendiezaños.

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Desdeúltimahoradelatardedeldomingo,habíaestadojuntoalacamade

Brett,esperandoquedespertara,yunasolavezhabíaidoalapartamento,eldía
anterior,únicamenteparaducharseyllamarporteléfonodandoelpretextodeuna
supuesta enfermedad que le impediría cantar en La Scala esta noche. Tenía los
nerviosentensiónporlafaltadesueño,elexcesodecafé,elrenovadodeseodel
cigarrillo y la viscosa envoltura de miedo que se pega a la piel del que está
demasiado tiempo dentro de un hospital. Mientras miraba a su amante, volvió a
desearhabermatadoalhombrequelehabíahechoesto.FlaviaPetrellino

conocíaelarrepentimiento,peroeramuypocoloqueellanosupieradela

venganza.

20

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta3

Asuespaldaseabrióunapuerta,peroFlavianosevolvióparaverquién

entraba.Otraenfermera.Nounmédico,seguramente;éstoseranaquímuy

escasos.Alcabodeunmomento,oyóunavozdehombre:

¿SignoraPetrelli?

Ellavolviólacabeza,intrigadaporquiénpodíaserycómolahabía

encontradoaquí.Enlapuertavioaunhombremásbienaltoycorpulento,quele
eravagamentefamiliar,peronorecordabadequé.¿Unodelosmédicosdela

planta o, mucho peor, un periodista? Se había quedado en la puerta, al parecer,
esperandopermisoparaentraryacercarseaBrett.

—Buenosdías,signora—dijoelhombre,sinmoverse—.SoyGuido

Brunetti.Nosconocimoshaceaños.

EraelpolicíaquehabíainvestigadoelcasoWellauerdeLaFenice.Ahoralo

recordaba:nocarecíadeinteligencia,yBrett,porrazonesqueFlavianoacababa

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deexplicarse,loencontrabasimpático.

—Buenos días, dottor Brunetti —respondió Flavia ceremoniosamente, a media
voz.Selevantó,miróaBrettparacerciorarsedequedormíayfuehaciaél.

Letendiólamanoqueélestrechóbrevemente.

—¿Lohanasignadoaesto?—preguntóella.Encuantolohubodicho,reparó

enlaagresividaddeltonoylalamentó.

Élpasóporaltoeltonoyrespondiólapregunta.

—No, signora, pero he visto el nombre de la dottoressa Lynch en el parte y
queríasabercómoestá.—AntesdequeFlaviapudierareferirseasutardanza,él
explicó—:Elcasofueencomendadoaotrapersonaynohevistoelinformehasta
estamañana.—Miróalamujerdormida,dejandoquesumiradahicierala

pregunta.

—Estámejor—dijoFlavia.Diounpasoatrásyconunademánloinvitóa

acercarse a la cama. Brunetti cruzó la habitación y se paró detrás de la silla de
Flavia.Dejólacarterademanoenelsuelo,apoyólasmanosenelrespaldodela
sillaymirólacaradelaagredida.Finalmente,preguntó:

—¿Quéocurrió?—HabíaleídoelinformeyladeclaracióndeFlavia,pero

queríaoírsuversióndirectamente.

Flaviareprimióelimpulsodedecirqueestoeraprecisamenteloqueél

deberíaestaraveriguando,perorespondió,envozbaja:

21

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Eldomingofueronacasadoshombres,diciendoqueerandelmuseoy

que traían unos papeles para Brett. Ella les abrió la puerta. En vista de que

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pasabaeltiempoyellanovenía,salíalrecibidorparaverquélareteníaylavi
enelsuelo.

—Mientraslamujerhablaba,élmovíalacabezaafirmativamente;todoesto

constabaenladeclaraciónqueellahabíahechoadospolicías—.Yoteníaun

cuchilloenlamano.Estabapicandoverdurasysemeolvidóquelollevaba.

Cuandoviloqueestabanhaciendo,melancésobreellossinpensaryheríauno.

Creoqueprofundamente,enunbrazo.Sefueroncorriendo.

—¿Robo?—preguntóél.

—Esposible.—Flaviaseencogiódehombros—.Pero,¿porquéhacerleeso?—

preguntóagitandolamanoendirecciónaBrett.

Élasintiónuevamente.

—Esverdad,sí—murmuróyretrocedióhastadondeellasehabía

quedado—.¿Hayobjetosdevalorenelapartamento?—preguntóconsuvoz

normal.

—Supongoquesí.Hayalfombras,cuadros,porcelanas.

—¿Entoncespudotratarsedeunintentoderobo?—preguntó,yaFlaviale

sonócomositrataradeconvencerseasímismo.

—Dijeronquelosenviabaeldirectordelmuseo.¿Cómosehabíanenterado

de la relación? —preguntó ella. Flavia nunca había creído que el robo fuera el
motivoycadavezquemirabalacaradeBrettleparecíamenosverosímilla

explicación.Siestepolicíanoloentendíaasí,noentenderíanada.

—¿Songraveslaslesiones?—preguntóél,eludiendolarespuesta—.Nohe

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tenidotiempodehablarconlosmédicos.

—Costillasrotasyunafisuraenlamandíbula,peronohayseñalesde

conmocióncerebral.

—¿Hapodidohablarconella?

—Sí.—Lobruscodelarespuestalerecordóquesuúltimaentrevistanofue

muyamistosa.

—Lamentomucholoocurrido.—Lodijocomoparticular,nocomo

funcionariopúblico.

Flaviaaceptólafraseconunabreveseñaldeasentimiento,peronodijonada.

—¿Creequelaafectará?—Lapregunta,formuladaenestostérminos,aludía

al íntimo conocimiento que Flavia tenía de Brett, reconocía su capacidad para
tomarelpulsoespiritualdesuamigaydescubrirlamellaquepudieradejarleel
habersidoobjetodesemejanteagresión.

Flaviaadvirtióconsorpresaquesentíaelimpulsodedarlelasgraciaspor

preguntaraquelloyreconocerdeestemodosupapelenlavidadeBrett.

—No;creoquenolaafectará.—Y,desviandolaconversaciónhaciaellado

práctico—:¿Quédicelapolicía?¿Hanaveriguadoalgo?

—No,pordesgracia—dijoBrunetti—.Lasdescripcionesquehizoustedde

losdoshombresnocorrespondenanadiequenosotrosconozcamos.Hemos

preguntadoenloshospitalesdeaquíydeMestre,peronohancuradoanadiede
22

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta una herida de arma blanca en un brazo. Se
estáncomprobandolashuellasdelsobre.—Noledijoquelasangrequecubría

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unadesuscarasdificultabala

operación,niqueelsobrehabíaresultadoestarvacío.

Detrásdeél,Brettseagitó,suspiróyvolvióaquedarquieta.

Signora Petrelli —empezó él, y se interrumpió, para elegir cuidadosamente
las palabras—, me gustaría quedarme un rato al lado de ella, si usted no tiene
inconveniente.

Flaviasepreguntó,sorprendida,porquélahalagaríatantoqueélaceptara

con naturalidad lo que ella y Brett eran la una para la otra, y se sintió más
sorprendidatodavíaaldarsecuentadequenoteníaunaideaclaradeloqueeran
realmente.Movidaporestospensamientos,tomólasillaqueestabadetrásdela
puertaylapusoalladodelaqueellahabíaocupado.

Grazie—dijoél.Sesentó,seapoyóenelrespaldoycruzólosbrazos.Aella
leparecióqueestabadispuestoaquedarseallítodoeldía,sieranecesario.

Élnohizootrointentodeconversarsinoquepermaneciócallado,esperando

acontecimientos. Ella se acomodó a su lado en la otra silla, sorprendida de no
sentirnecesidaddemantenerunaconversación,nidemostrarsesocialmente

correcta.Simplemente,estabaallí.Pasarondiezminutos.Pocoapoco,fue

inclinando la cabeza hacia atrás hasta apoyarla en el respaldo de la silla, se
quedódormidaydespertóconunsobresaltocuandolacabezaselevencióhacia

adelante.Miróelreloj.Lasonceymedia.Hacíaunahoraqueélestabaallí.

—¿Sehadespertado?—lepreguntó.

—Sí,perosólounosminutos.Nohadichonada.

—¿Lehavisto?

—Sí.

—¿Lehareconocido?

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—Sí,creoquesí.

—Bien.

Alcabodeunrato,éldijo:

Signora,¿noquerríairacasaunrato?¿Acomeralgo,quizá?Yome

quedaré. Ella me ha visto con usted y si se despierta y me encuentra aquí no se
alarmará.

Horasantes,Flaviahabíasentidohambre,peroyaselehabíaquitadopor

completo. Pero la sensación de fatiga y falta de aseo subsistía, y la idea de una
ducha,toallaslimpias,pelolimpio,ropalimpiacasilahizosuspirardeansia.

Brettdormía¿yconquiénestaríamásseguraqueconunpolicía?Latentaciónera
irresistible.

—Sí—dijolevantándose—.Peronotardaré.Sisedespierta,porfavor,dígale

adondeheido.

—Descuide—dijoéllevantándoseasuvezmientrasFlaviarecogíaelbolsoy

descolgabaelabrigodedetrásdelapuerta.Enelumbral,ellasevolvióamirarlo
ysedespidióconlaprimerasonrisaauténticaquelehabíadedicadodesdequese
conocían,ycerrólapuertaconsuavidad.

23

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaCuando,aquellamañana,lasignorinaElettra
le entregó el informe del robo, él, viendo que el caso había sido asignado a la
rama uniformada, lo dejó a un lado de la mesa casi sin mirarlo. Entonces ella
dijo,antesdevolverasudespacho:

—Meparecequeesoleinteresará,dottore.

Ladirecciónnoledecíanada,peroenunaciudadenlaquesólohabíaseis

distritospostaleslasdireccionesteníanunsignificadomuyrelativo.Entoncesel

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nombre le saltó a la vista: Brett Lynch. No sabía que hubiera vuelto de China y
durante los años transcurridos desde la última vez que se habían visto no había
vuelto a pensar en ella. Fue el recuerdo de aquella última entrevista y de los
hechosquelaprecedieronloqueestamañanalohabíatraídoalhospital.

Lahermosajovenalaquehabíaconocidoañosatrásestabairreconocible,

hubierapodidoconfundirlaconcualquieradelasdocenasdemujeresmaltratadas
a las que había visto desde que estaba en la policía. Mientras la miraba, hacía
mentalmentelalistadeloshombresalosquesabíacapacesdeestaclasede

violencia contra una mujer, no contra una mujer conocida sino una mujer con la
quesetropezaranmientrascometíanundelito.Lalistaeramuycorta:uno

estabaenunacárceldeTriesteyelotro,enSicilia,osupuestamenteenSicilia.La
listadelosquehacíanesoalasmujeresalasqueconocíaneramuchomáslargay
variosdeellosestabanenVenecia,peroéldudabaquealgunolaconocieraoque,
conociéndola,tuvieraalgúnmotivoparahacerleesto.

¿Unrobo?LasignoraPetrellidijoalosdospolicíasquelainterrogaronquelos
dos hombres que habían ido al apartamento no sabían que hubiera allí otra
persona,porloquelaagresiónnoteníaexplicación.Sihubieranidocon

intenciónderobar,hubieranpodidoataraBrettoencerrarlaenunahabitacióny
luegollevarsetranquilamentetodoloquequisieran.Ningunodelosladronesalos
queélconocíahubierahechoeso.Y,sinoerarobo,¿quéera?

Comoellanohabíaabiertolosojos,élsesobresaltóaloírsuvoz:

Midaidabere?

Sorprendido,seinclinóhacialacama.

—Agua.

Enlamesitadenocheélviounjarrodeplásticoyunvasoconunapaja.

Llenóelvasoylesostuvolapajaentreloslabioshastaqueellahubobebidotoda
el agua. Al retirársela, vio la jaula de alambre que le ataba los maxilares. Esto
explicabasumaneradehablararrastrandolassílabas.Estoyloscalmantes.

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Ellaabrióelojoderecho,deunazulmásintensoquelapieldealrededor.

—Gracias,comisario.—Elpárpadosecerróunmomento,volvióaabrirse—.

Extrañolugarenelquevolveravernos.—Acausadelosalambres,suvoz

sonabacomosisalieradeunaradiomalsintonizada.

—Sí—convinoél,sonriendoanteloabsurdodelaobservación,su

convencionalismobanal.

—¿YFlavia?—preguntóella.

24

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Sehaidoacasaunmomento.Volveráenseguida.

Brettmoviólacabezaenlaalmohadayéloyóelbruscojadeo.Alcabodeun

momento,ellapreguntó.

—¿Porquéhavenido?

—Hevistosunombreenelinformededelitosyhevenidoavercómo

estaba.

Suslabiossemovieronligeramente,quizáinsinuandounasonrisa,cortada

poreldolor.

—Nomuybien.

Sehizounsilencioquesealargóhastaqueél,apesardesupropósitodenohacer
preguntas,dijo:

—¿Recuerdaquéocurrió?

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Ellahizounsonidodeasentimientoyempezóaexplicar:

—TraíanunospapelesdeldottorSemenzatodelmuseo.—Élasintió,conocíael
nombreyalhombre—.Lesabrílapuerta.Yentonces...—Suvozseapagóy

despuésagregó—:Empezaronconesto.

—¿Ledijeronalgo?

Ellacerróelpárpadoytardóencontestar.Élnosabíasítratabaderecordarode
decidir si se lo contaba. Tanto tardaba la respuesta que él ya pensaba que ella
habíavueltoadormirsecuando,alfin,laoyódecir:

—Medijeronquenofueraalacita.

—¿Quécita?

—LaqueteníaconSemenzato.—Asípues,nofueunintentoderobo.Élno

dijonada.Noeraelmomentodeinsistir.Ahorano.

Conlavozmásroncayfatigadapormomentos,ellaexplicó:

—Estamañana,enelmuseo.LascerámicasdelaexposicióndeChina.—Se

hizounapausa.Ellaseesforzabapormantenerelojoabierto—.Conocíanmi

relaciónconFlavia.—Despuésdeesto,surespiraciónsehizomáslentay

profundayélvioquehabíavueltoadormirse.

Sequedómirándolamientrastratabadeencontrarsentidoaloqueellale

habíadicho.SemenzatoeraeldirectordelmuseodelpalazzoDucal.Habíasido
elmuseomásfamosodeVeneciahastalareaperturadelpalazzoGrassi después
desurestauración,ySemenzato,elmásimportantedesusdirectores.Quizáaúnlo
era.Alfinyalcabo,elpalazzoDucalhabíamontadolaexposicióndelTiziano,
mientrasquetodoloqueelpalazzoGrassihabíapresentadodurantelosúltimos
añoseraAndyWarholylosceltas,ambasexposiciones,eventosdela«nueva»

Veneciay,porconsiguiente,productosmásdelbombomediáticoquedeuna

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seriapreocupaciónartística.

Brunettirecordóque,unoscincoañosatrás,Semenzatohabíaayudadoa

organizarlaexposicióndeartechinoyqueBrettLynchhabíaactuadodeenlace
entre la administración de la ciudad y el Gobierno chino. Él había visitado la
exposiciónmuchoantesdeconoceraBrettyaúnrecordabaalgunasdelaspiezas:
lossoldadosdeterracotadetamañonatural,uncarrodebronceyunacotade25

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta malla decorativa construida con miles de
piezasdejadeengarzadasentresí.

Tambiénhabíapinturas,peroéstaslehabíanparecidoaburridas:saucesllorones,
hombresconbarbayelconsabidopuentecitodefiligrana.Laestatuadelsoldado,
noobstante,lohabíaimpresionado,yrecordabahabersequedadomuchorato

delantedeella,contemplandolacarayleyendoenellalealtad,valentíayhonor,
señalesdistintivasdeunpuebloquedurantedosmilenioshabíadominado

mediomundo.

BrunettihabíahabladoconSemenzatoenvariasocasionesyleparecíaun

hombre inteligente y agradable, con esa pátina de afabilidad que adquieren con
losañosloshombresqueocupancargospúblicos.Semenzatodescendíadeuna

antiguafamiliavenecianaytantoélcomosusvarioshermanossededicabanalas
antigüedades,alarteoalcomercioenestesector.

Puesto que Brett había concertado la exposición, era lógico que, a su regreso a
Venecia, se entrevistara con Semenzato. Lo que no tenía sentido era que alguien
trataradeimpedirlaentrevistayqueparaellorecurrieraamediostanbrutales.

Unaenfermeraconunmontóndesábanasytoallasentrósinllamarypidió

aBrunettiquesalieramientrasbañabaalapacienteylecambiabalassábanas.

Evidentemente,lasignoraPetrellisehabíamovidoentreelpersonaldelhospital,
cuidandodehacerllegarsobrecitos,bustarelle,amanosdelaspersonasclave.A
faltadetales«atenciones»,enaquelhospitalnosedispensabanalospacientesni

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los servicios más elementales y, a veces, aun con ellas, eran los familiares los
queteníanquealimentarybañaralenfermo.

Élsalióalpasilloyseacercóaunaventanaquedabaalpatiocentral,partedel
primitivomonasteriodelsigloXV.Alotroladoselevantabaelnuevo

pabellón,construidoeinauguradoabomboyplatillo:medicinanuclear,la

tecnologíamásavanzadadetodaItalia,losmédicosmáseminentes,unnuevo

conceptoenlaatenciónsanitariaenbeneficiodelosciudadanosdeVenecia,que
tantosimpuestospagaban,porcierto.Nosehabíaregateadoeninversión;el

edificioeraunamaravillaarquitectónica,conunosaltospórticosdemármolque
daban una réplica moderna a los delicados arcos del campo Santi Giovanni e
Paoloporlosqueseaccedíaaledificioprincipal.

Se celebró la ceremonia de la inauguración, hubo discursos, acudió la prensa,
peroeledificioaúnestabasinestrenar.Noteníadesagües.Nidrenajesni

responsablesdesufalta.¿Elarquitectohabíaolvidadodibujarlosenlosplanos,o
losconstructoreshabíanolvidadoinstalarlos?Lociertoeraquela

responsabilidadnohabíarecaídoennadieyque,aunedificioyaterminado,

habríaqueañadirahoralosdesagües,conunenormegastoadicional.

LaimpresióndeBrunettieraquesetratabadeunmontajeplaneadodesde

el mismo inicio del proyecto, a fin de que el constructor consiguiera no sólo el
contratoparaedificarelnuevopabellónsinotambién,másadelante,elencargode
destruirbuenapartedelohecho,afindeinstalarlasolvidadastuberías.

¿Eraparareíroparallorar?Despuésdelainauguración,quenoinauguró

nada,eledificiosedejósinprotección,ylosvándaloshabíanentradoydañado
26

DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltapartedelequipo,porloqueahoraelhospital
tenía que pagar a unos guardias que patrullaban por corredores desiertos,

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mientras los pacientes que precisaban los tratamientos que el centro hubiera
debidoprocurarleseranenviadosaotroshospitales,puestosenlistadeesperao
teníanquebuscarasistenciaenclínicasparticulares.YanorecordabaBrunettilos
milesdemillonesdelirasquesehabíangastado.Y,siqueríasquetecambiaran
lassábanas,teníasquesobornaralasenfermeras.

PorelfondodelpatioaparecióentoncesFlaviaPetrelli.Nadielareconocía,pero
todosloshombreslamiraban.Sehabíapuestounvestidocolorpúrpuradefalda
largaqueseondulabaalandar.Llevabacolgadodeunhombrounabrigo

depiel,aunquenodealgotanprosaicocomoelvisón.Mientraslaseguíaconla
mirada, Brunetti recordó, de una novela leída años atrás, la descripción de la
entradadeunamujerenunhotel.Estabatanseguradelaatenciónquesudineroy
su posición le garantizaban, que se quitaba el abrigo de visón dejándolo caer
haciaatrássinmolestarseenmirarsihabíaalgúncriadopreparadopara

sostenerlo.FlaviaPetrellinonecesitabaleerestascosasenloslibros;ellaestaba
absolutamenteseguradecuálerasulugarenelmundo.

La vio entrar por uno de los pórticos que conducían a las plantas superiores y
observóquesubíalospeldañosdedosendos,conunaprisaquedesentonaba

tantodelvestidocomodelabrigodepiel.

Alcabodeunossegundos,aparecíaenlaescaleray,alverlofueradela

habitación,selecrispólacara.

—¿Quéhaocurrido?—preguntóyendohaciaélrápidamente.

—Nada.Havenidounaenfermera.

Ella entró en la habitación sin molestarse en llamar. Minutos después, salía la
enfermeraconunabrazadaderopayunapalanganadehierroesmaltado.Él

esperóunpoco,llamóalapuertayoyóqueleinvitabanaentrar.

Vioquelacabeceradelacamahabíasidomínimamentelevantadayque

Brettestabaunpocoincorporada,conlacabezaapoyadaenunasalmohadas.

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Flavia,asulado,sosteníaelvasodelqueellabebíaconlaboquilla.Elefectode
sucaraeramenosimpresionante,yafueraporqueélhabíatenidotiempopara

acostumbrarse,yaporqueahorapodíaverzonasquenoestabandesfiguradas.

Élseagachó,recogiólacarterayseacercóalacama.Brettsacóunamanoyla
deslizóhaciaél,quelaoprimióbrevementeconlasuya.

—Gracias—dijoella.

—Simelopermite,mañanavolveré.

—Sí,porfavor.Ahoranopuedo,peroyaleexplicaré.

Flaviafueaprotestar,perosecontuvo.DedicóaBrunettiunasonrisaque

empezósiendoprofesionalyluegoseconvirtióenperfectamentenatural,con

sorpresaparaambos.

—Graciasporvenir—dijo,volviendoasorprenderlosalosdosconla

sinceridaddesuvoz.

27

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Entonces,hastamañana—dijoéloprimiendodenuevolamanodeBrett.

Flaviasequedóalladodelacamamientrasélsalíadelahabitación.Bajóporla
misma escalera que ella había utilizado y torció hacia la izquierda siguiendo el
pórtico.Aunladodelcorredorhabíaunaancianaenvueltaenuncapotemilitar,
quehacíamediasentadaenunasilladeruedas.Asuspiestresgatossepeleaban
porunratónmuerto.

28

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta4

Mientras volvía a la questura, Brunetti se sentía preocupado por lo que había

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vistoyoído.Comprendíaquelaslesionessecurarían,queelcuerpovolveríaa
sereldeantes.LasignoraPetrelli estaba segura de que Brett se repondría. No
obstante,élhabíavistomásdeunavezquelosefectosdeunaagresióntan

violenta persistían, a veces durante años, aunque sólo fuera en forma de súbitos
accesosdepánico.Enfin,quizáestuvieraequivocadoyquizálasnorteamericanas
fueran más fuertes que las italianas y ella no tuviera secuelas, pero no podía
acabardevencerlainquietud.

CuandoBrunettientróenlaquestura,unodelosagentesdeuniformeseacercóa
él:

—EldottorPattahapreguntadoporusted,comisario—dijoenvozbajayneutra.
Alparecer,todoslosdelacasahablabanenvozbajayneutracuandosereferían
alvicequestore.

Brunettidiolasgraciasalagenteysiguióhacialaescaleraposterior,el

caminomáscortohastasudespacho.Cuandoentróestabasonandoel

intercomunicador.Dejólacarteraencimadelamesaylevantóelaparato.

—¿Brunetti?—preguntóPattainnecesariamente,antesdequeBrunetti

pudieradarsunombre—.¿Esusted?

—Sí,señor—respondióélhojeandolospapelesquehabíanllegadoalamesa

ensuausencia.

—Todalamañanaquelellamo,Brunetti.Tenemosquetomarunadecisión

sobrelaconferenciadeStresa.Bajeahoramismoamidespacho—dijo,

atemperandolaordenaregañadientesconun—:porfavor.

—Sí,señor.Ahoramismo.—Brunetticolgó,acabóderepasarlospapeles,

abrió una carta y la leyó dos veces. Se acercó a la ventana y volvió a leer el
informedelaagresiónaBrett.LuegosalióybajóaldespachodePatta.

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LasignorinaElettranoestabaensudespacho,perounjarrónbajo,rebosantede
fresiasamarillasesparcíaporlahabitaciónunaromacasitanexquisitocomosu
presencia.

Brunettillamóalapuertaconlosnudillosyesperólaautorizaciónaentrar,quele
fuetransmitidapormediodeunsonidoahogado.Pattasehallabaenmarcadopor
unadelasgrandesventanasdesudespacho,comosiposara

parauncuadro,contemplandoelandamiajeperennedelafachadadelaiglesiade
29

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaSanLorenzo.Lapocaluzquepenetrabaenla
habitaciónhacíarefulgirlospuntosreflectantesdesupersona:laspunterasdelos
zapatos,lacadenadeoroquelecruzabaelchalecoyelpequeñorubídelalfiler
delacorbata.Miróasusubalternoycruzóeldespachoendirecciónalescritorio.
BrunettiobservóconsorpresaquesumaneradeandarlerecordabaladeFlavia
Petrellialcruzarelpatiodel

hospital,peromientrasaFlavialeeratotalmenteindiferenteelefectoquepudiera
causar,todoslosmovimientosdePattaparecíanestudiadosconelúnicoobjetode
darseimportancia.ElvicequestoresesentódetrásdesumesayseñalóaBrunetti
lasillaqueteníaenfrente.

—¿Dóndehaestadotodalamañana?—preguntóPattasinpreámbulos.

—Heidoaveralavíctimadeunintentoderobo—explicóBrunetti,haciendo

surespuestalomásvagay,confiaba,lomásinocuaposible.

—Paraesotenemosaloshombresdeuniforme.

Brunettinorespondió.

Centrandoentonceslaatenciónenelasuntoatratar,Pattapreguntó:

—ApropósitodelaconferenciadeStresa,¿quiéndenosotrosirá?

Dossemanasantes,Brunettihabíarecibidounainvitaciónaunaconferencia

organizadaporlaInterpolqueibaacelebrarseenlaciudadbalneariodeStresa,a

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orillas del lago Maggiore. Brunetti deseaba asistir para renovar contactos y
estrecharrelacionesconmiembrosdelareddepolicíainternacionalyporqueel
programaincluíaprácticasenlasúltimastécnicasinformáticasparael

almacenamientoyextraccióndeinformación.Patta,quesabíaqueStresaerauno
deloslugaresdevacacionesmásselectosdeItalia,favorecidoconunclimaque
invitabaaescapardelfríohúmedodelinviernoveneciano,queríairensulugar.

Pero, como la invitación estaba dirigida a Brunetti e incluía unas palabras de
puño y letra del organizador, a Patta le estaba resultando difícil convencer a su
subordinadoparaquerenunciaraasuderechoaasistir.Habíatenidoquehacerun
esfuerzoparanoprohibírselosencillamente.

Brunettipusounapiernaencimadelaotraysacólaagendadelbolsillo.En

suspáginasnuncahabíaanotacionesquehicieranreferenciaaasuntospoliciales,
peroesoPattanuncallegóasaberlo.

—Averesasfechas...—dijoBrunettihojeandolalibretita—.Eldieciséis,¿no?

¿Y hasta el día veinte? —Hizo una pausa teatral, orquestada para acrecentar la
impacienciadePatta—.Yanoesseguroquepuedaestarlibreesasemana.

—¿Quéfechashadicho?—preguntóPattapasandolashojasdeunparde

semanasdesucalendariodesobremesa—.¿Deldieciséisalveinte?—Supausa
fueaúnmásteatralqueladeBrunetti—.Bien,siaustednoleesposible,quizáyo
pudierair.TendríaquereprogramarunareuniónconelministrodelInterior,pero
creoqueseráfactible.

—Seríalomásconveniente.¿Seguroquepodrádisponerdeesetiempo,

señor?

LamiradadePattaerailegible.

—Sí.

30

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DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Entonces,decidido—dijoBrunetticonfalsacordialidad.

Debiódesereltonodelavoz,oquizálaprontitudconquesusubordinado

lecedíaelpuesto,loquehizoquesedispararanlostimbresdealarmadePatta.

—¿Dóndehaestadoestamañana?

—Comoyalehedicho,señor,hablandoconlavíctimadeunintentode

robo.

—¿Quévíctima?—preguntóPattaconsuspicaciaenlavoz.

—Unaextranjeraqueresideaquí.

—¿Quéextranjera?

—LadottoressaLynch—respondióBrunetti,observandoelefectodelnombreen
lacaradePatta.Duranteunmomento,permanecióinexpresiva,pero

enseguida,cuandollegóelrecuerdo,lospárpadosseentornaronligeramente.

Brunetti, durante su observación, distinguió el preciso momento en el que Patta
recordabanosóloquiénsinoquéeralamujer.

—Lalesbiana—murmuródenotandoloquepensabadeellaporeldesdén

queponíaenlapalabra—.¿Quélehapasado?

—Fueagredidaensucasa.

—¿Agredidaporquién?¿Algunatortilleramarimachoqueencontróenunbar?

—AlverlacaradeBrunetti,agregó,moderandoeltono—:¿Quépasó?

—Fueatacadapordoshombres—respondióBrunetti,yagregó—:ninguno

deloscualesteníanadade«tortilleramarimacho».Estáenelhospital.

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Pattaseencogiódehombrosparaevitarseelcomentarioalrespectoy

preguntó:

—¿Esésalarazónporlaquevaaestarmuyocupadoparaasistirala

conferencia?

—Laconferencianoeshastaelmespróximo.Tengovarioscasosentre

manos.

Pattaresoplóparaexpresarsuincredulidadypreguntósúbitamente:

—¿Quésellevaron?

—Alparecer,nada.

—¿Porqué?¿Nofueunrobo?

—Alguienloimpidió.Ynoestoysegurodequefueraunrobo.

Patta,haciendocasoomisodelasegundapartedelarespuesta,saltó,

refiriéndosealaprimera:

—¿Quiénloimpidió,esacantante?—preguntó,dandoaentenderqueFlavia

PetrellicantabaenlasesquinasporunasmonedasynoenLaScalaporuna

fortuna.

EnvistadequeBrunettinoentrabaendiscusiónaesterespecto,Patta

prosiguió:

—Puesclaroquetuvoqueserrobo.Enesacasahayunafortuna.—

SorprendióaBrunettinosólolafrancaenvidiaquehabíaenlavozdePatta,que
parecíasureacciónnormalantelariquezaajena,sinoporquetuvieraalgunaidea
deloquehabíaenelapartamentodeBrett.

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31

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Quizá—dijoBrunetti.

—Nadadequizá—insistióPatta—.Sierandoshombres,tienequehabersido

robo. —Brunetti hubiera preguntado de buena gana a su superior si las mujeres
teníanquededicarsepornaturalezaaotraclasededelitos.Pattalomiró

fijamente—.Esosignificaqueelcasoescompetenciadelabrigadaantirrobo.

Que se encarguen ellos. Esto no es un club de la alta sociedad, comisario. No
estamosaquíparaayudarasusamistadescuandotienenproblemas,ymenosa

susamigaslesbianas.—Poreltonoparecíareferirseadocenasdelesbianas,

comosiBrunettifueraunaespeciedesantaÚrsulamoderna,yllevaratrasdesía
oncemilmujeres,todasvírgenesytodaslesbianas.

Brunettihabíatenidoañosparaacostumbrarsealaelementalirracionalidad

de muchas de las manifestaciones de su superior, pero algunas veces Patta aún
conseguíasorprenderloconelcalibreylacerrilidaddealgunasdesus

sentencias.Ynosólosorprenderlosinoenfurecerlo.

—¿Ordenaustedalgomás,señor?

—Nadamás.Yrecuerde,esuncasoderoboyhayquellevarlo...—Lo

interrumpióelsonidodelteléfono.Irritadoporlaestridentellamada,Pattaagarró
elaparatoygritó—:¿Nolehedichoquenomepase...?—Brunetti

esperabaverlecolgarviolentamente,peroPattaencajóelauriculareneloídocon
evidenteconmoción.

—Sí,sí,naturalmentequeestoy—dijo—.Pásemela.

Patta irguió el tronco y se alisó el pelo con una mano, como si creyera que su

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comunicantepodíaverloatravésdelalíneatelefónica.Sonrióyvolvióasonreír
mientras esperaba oír la voz anunciada. Brunetti oyó el murmullo lejano de una
vozmasculina,alaquePattarespondió:

—Buenosdías.Sí,señor,muybien,gracias,¿yusted?

HastaBrunettillegóunarespuestaindistinta.VioquePattaalargabalamanohacia
elbolígrafoqueteníaaunladodelamesa,olvidandolaMont-Blanc

Meisterstückquellevabaenelbolsillo.Agarróunpapelyselopusodelante.

—Sí,señor,sí.Sí,yamehaninformado.Precisamenteahoraestaba

hablandodelcaso.

Hizounapausamientraselhiloconducíaasuoídonuevaspalabrasque

Brunettipercibíacomounrumorlejano.

—Sí,señor.Desdeluego.Terrible,mehaafectadovivamente.

Denuevo,pausa,esperandoquelaotravozdijeraalgomás.Susojosfueron

instintivamenteaBrunettiyalinstantedesviaronlamirada.

—Sí,señor.Unodemishombresyahahabladoconella.—Hubouna

bruscaerupcióndepalabrasalotroextremodelhilo—.No,señor,claroqueno.

Se trata de alguien que la conoce personalmente. Le he dicho taxativamente que
nolaimportune,sóloqueseintereseporsuestadoyhableconlosmédicos.

Desdeluego,locomprendo.Sí,señor.

Patta hacía oscilar el bolígrafo entre el índice y el mayor, golpeando la mesa
rítmicamentemientrasescuchaba.

32

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

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—Desdeluego,porsupuesto.Asignarécuantoshombresseannecesarios.

Todosconocemoslogenerosaquehasidoconlaciudad.

LanzóotramiradafugazaBrunettiyluego,alrepararenelbalanceodel

bolígrafo,seobligóadejarloencimadelamesa.

Sequedóescuchandolargamente,conlamiradafijaenelbolígrafo.Unao

dosveces,tratódedeciralgo,perolavozlejanalecortó.Finalmente,asiendoel
teléfonoconunamanorígida,consiguiódecir:

—Loantesposible.Leinformarépersonalmente.Sí,señor.Desdeluego.Sí.—

Lavozdelotroextremocortósindarletiempoadespedirse.

PattacolgósuavementeymiróaBrunetti.

—Supongoqueyahabráadivinadoqueeraelalcalde.Nosécómosehabrá

enteradodeesto.—SutonoindicabaclaramentequesospechabaqueBrunetti

habíallamadoaldespachodelalcaldeydejadounmensajeanónimo.

—Alparecer,ladottoressa—empezó,pronunciandolapalabracomosi

cuestionaralacalidaddelainstruccióndeHarvardydeYale,lasuniversidades
porlasqueladottoressaLynch se había graduado— es amiga suya y —agregó,
marcandounapausasignificativa—unabenefactoradelaciudad.Asípues,el

alcaldequierequeesteasuntoseinvestigueyresuelvaloantesposible.

Brunetti,sabiendolopeligrosoqueseríahacersugerenciaalgunaeneste

momento,guardósilencio.Miróelpapeldeencimadelamesayluegoalacara
desusuperior.

—¿Enquéestátrabajandoahora?—preguntóPatta,locual,dedujo

Brunetti,significabaqueibaaencomendarlelainvestigación.

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—Ennadaquenopuedaesperar.

—Puesquieroqueseencarguedeesto.

—Sí,señor—dijoBrunetti,confiandoenquesusuperiornolesugiriera

medidasconcretas.

Demasiadotarde.

—Vayaalapartamento.Vealoquepuedeaveriguar.Hableconlosvecinos.

—Sí,señor—dijoBrunetti,poniéndoseenpie,enunintentodeatajarlas

recomendaciones.

—Ymanténgamealcorriente,Brunetti.

—Sí,señor.

—Quieroqueestoseresuelvarápidamente,Brunetti.Esamigadelalcalde.

—YBrunettisabíaquelosamigosdelalcaldeeranamigosdePatta.

33

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta5

Devueltaasudespacho,BrunettillamóalpisodeabajoypidióaVianello

que subiera. A los pocos minutos, el sargento entró, se sentó pesadamente en la
sillaqueestabafrentealamesadeBrunetti,sacólalibretitadelbolsilloymiró
interrogativamenteasujefe.

—¿Quésabedegorilas,Vianello?

Vianelloreflexionóunmomentoypreguntóinnecesariamente:

—¿Serefierealosdelzoológicooalosquecobranporhacerdañoalagente?

—Alosquecobran.

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Vianellosequedópensativo,comosirepasaralistasquetuvieraarchivadas

enlacabeza.

—Nocreoqueaquí,enlaciudad,hayaninguno.EnMestre,sí,cuatroo

cinco,lamayoría,delSur.—Siguióhojeandosuslistasmentales—.Tengo

entendidoquehayunoscuantosenPaduayotrosquetrabajanenTrevisoy

Pordenone,perosondesegundadivisión.Losauténticossonloschicosde

Mestre.¿Hancausadoaquíalgúnproblema?

Puestoquelaramauniformadahabíahechoelprimerinformeyhabladocon

Flavia,aBrunettileconstabaqueVianelloteníaqueestarenteradodela

agresión.

—Esta mañana he hablado con la dottoressa Lynch. Los hombres que la
agredieronledijeronquenoacudieraaunacitaconeldottorSemenzato.

—¿Delmuseo?—preguntóVianello.

—Sí.

Vianellopensóunmomento.

—¿Asíquenofuerobo?

—No;parecequeno.Alguienlosinterrumpió.

—¿LasignoraPetrelli?—preguntóVianello.

ElsecretobancariosuizonoduraríaenVenecianiveinticuatrohoras.

—Sí;lospusoenfuga.Peronoparecequetuvieranintencióndellevarse

algo.

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—Puesdemostrarontenerpocavista.Allínofaltancosasquerobar.

Brunetti,aloíresto,nopudocontenerse.

—¿Yustedcómolosabe,Vianello?

34

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Laasistentaesvecinademicuñada,lavecinadeallado.Vatresvecesa

lasemanaalimpiarycuidadelacasacuandoellaestáenChina.Dicequeloque
hayenesacasavaleunafortuna.

—Noesprudenteirdiciendoesascosasdeunacasaqueestávacíatanto

tiempo—comentóBrunetticonacentosevero.

—Esomismoledijeyo.

—Confíoenquelehagacaso.

—Sí,señor,yotambién.

Despuésdevercómoelsargentoeludíasureprimendaindirecta,Brunetti

volvióalosgorilas:

—Vuelvaapreguntarenloshospitalessihanatendidoalqueellahirió.Al

parecer,laheridafueprofunda.¿Ylashuellasdelsobre?

Vianellolevantólamiradadelalibreta.

—LasmandéaRomaporsipodíanidentificarlas.—Losdossabíancuánto

podíatardarestaidentificación.

—MándelastambiénalaInterpol.

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Vianelloasintióytomónota.

—¿YquéhaydeSemenzato?—preguntóVianello—.¿Dequéseibaatratar

enlareunión?

—Nolosé.Depiezasdecerámica,creo.Peroestababajolosefectosdelos

calmantesynopodíaexplicarseconclaridad.¿Sabeustedalgodeél?

—Nomásdeloquepuedasabercualquieradelaciudad.Estáenelmuseo

desdehacesieteaños.Casado,lamujeresdeMessina,meparece.DeSicilia,en
todocaso.Notienenhijos.Esdebuenafamiliayenelmuseotienebuena

reputación.

BrunettinosemolestóenpreguntaraVianellodedóndehabíasacadoesta

información.Yanolesorprendíacomprobarlacantidaddedatospersonales

queelsargentohabíaacumuladoensusañosdeservicio.Demodoquese

limitóadecir:

—Veasipuedeaveriguaralgomás.Dóndetrabajabaantesdevenira

Venecia,porquésefue,dóndeestudió.

—¿Vaustedainterrogarlo,comisario?

Brunettireflexionó.

—No.Siquienquieraqueenvióaesoshombresqueríaintimidarla,prefiero

quepiensequelohaconseguido.Peroquierosabertodoloquepueda

averiguarsedeél.YtambiéntodoloquehayasobreesoshombresdeMestre.

—Sí,señor—dijoVianellovolviendoaescribir—.¿Lepreguntósitenían

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acento?

Brunettiyalohabíapensado,perosuconversaciónconBrettfuemuybreve

paraentrarendetalles.Detodosmodos,ellaconocíaelitalianoalaperfección,
porloquequizápudoidentificarelacentoydeducirdequépartedelpaíseran.

—Mañanaselopreguntaré.

35

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Mientrastanto,veréquéhaysobregorilasdeMestre—dijoVianello.Con

ungruñido,sepusoenpieysaliódeldespacho.

Brunetti echó la silla hacia atrás, abrió el cajón de abajo de la mesa con la
puntera del zapato y apoyó en él los pies cruzados. Haciendo bascular la silla
sobre las patas de atrás cruzó los dedos en la nuca y se volvió a mirar por la
ventana. Desde este ángulo, no era visible la fachada de San Lorenzo, pero se
veíauntrozodecieloinvernalynubladodeunamonotoníapropiciaala

reflexión.

Ella había hablado de las cerámicas de la exposición, y ésta sólo podía ser la
exposiciónqueellahabíaayudadoaorganizarcuatroocincoañosantes,la

primeravezqueelpúblicooccidentalhabíapodidocontemplarlasmaravillas

queseestabanexcavandoenChina.Porcierto,éllacreíatodavíaenChina.

Lesorprendióversunombreenelpartedelapolicíaaquellamañanayle

horrorizó encontrarla en el hospital en aquel estado. ¿Cuánto hacía que había
vuelto?¿Cuántopensabaquedarse?¿YquélahabíatraídoaVenecia?Flavia

Petrelli podría responder a algunas de estas preguntas; quizá la propia Flavia
fuera la respuesta a una de ellas. Pero estas preguntas podían esperar; por el
momento,estabamásinteresadoeneldottorSemenzato.

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Dejócaerlasillahaciaadelanteconungolpeseco,alargólamanohaciael

teléfonoymarcóunnúmerodememoria.

Pronto—contestóunavozgraveyfamiliar.

Ciao,Lele—saludóBrunetti—.¿Cómonohassalidoapintar?

Ciao, Guido, come stai? —Sin esperar la respuesta, dijo—: Hoy no hay
suficienteluz.EstamañanaheidoalZattereyhevueltosinhacernada.Esunaluz
mate,muerta.Asíquehevenidoacasaaprepararelalmuerzopara

Claudia.

—¿Cómoestá?

—Bien,muybien.¿YPaola?

—Perfectamente,lomismoquelosniños.Oye,Lele,¿tienesunratolibre

estatarde?Megustaríahablarcontigo.

—Hablarhablarohablardepolicía.

—Hablardepolicía,metemo.Oasílocreo.

—Estaré en la galería desde las tres hasta eso de las cinco, pásate por allí, si
quieres.—Brunettioyóunsiseodefondoyluego—:PuttanaEva.Guido—dijo
Lele—,tengoquecolgar.Seestásaliendolapasta.—Brunetticasinotuvo

tiempodedespedirseantesdequesecortaralacomunicación.

SialguiensabíaalgoacercadeSemenzato,éseteníaqueserLele.Gabriele

Cossato, pintor, anticuario y amante de la belleza, era parte tan intrínseca de
Veneciacomoloscuatromorosplasmadoseneternaconfabulaciónaladerecha

delabasílicadeSanMarcos.QueBrunettirecordara,Lelehabíaexistido

siempre, y Lele siempre había pintado. Cuando Brunetti evocaba su niñez, allí
estabaLele,amigodesupadre,ylashistoriasquesecontabandeLele,inclusoa

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él,porquesiendochicosesuponíaqueteníaquecomprenderestascosas,

36

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltahistoriasdeLeleysusmujeres,lainacabable
seriededonne,signore,ragazzeconlasqueelpintorsepresentabaalamesade
losBrunetti.Aquellasmujeresyahabíanpasadoalahistoriahacíamuchosaños,
selashabíaborradodel

recuerdoelamorasuesposa,perosupasiónporlabellezadelaciudad

subsistía,lomismoquesuíntimafamiliaridadconelmundodelarteytodoloque
aésteserefería:anticuarios,marchantes,museosygalerías.

BrunettidecidióalmorzarencasaydesdeallíirdirectamenteaveraLele.

Pero entonces recordó que era martes y que, por consiguiente, Paola almorzaría
con los miembros de su departamento de la universidad y, por consiguiente, los
niñosestaríanencasadelosabuelos,loquesignificabaqueéltendríaque

prepararseelalmuerzoycomerlosolo.Paraevitarlo,fueaunatrattoriacercana
ydurantetodalacomidaestuvotratandodeadivinarquépodíahaberenuna

entrevistaentreunaarqueólogayundirectordemuseoquefueratan

importantecomoparaquealguienquisieraimpedirlapormediostanviolentos.

Pocodespuésdelastres,cruzóelpuentedeAccademiaycortóporla

izquierda hacia campo San Vio y, más allá, la galería de Lele. Cuando llegó
Brunetti,elpintorestabaencaramadoaunaescalerademano,conunalinternaen
una mano y unas pinzas eléctricas en la otra, revolviendo en lo que parecía una
masadeespaguetiyerancableseléctricosalojadosdetrásdeunpaneldemadera,
encimadelapuertaqueconducíaalalmacén.Brunettiestabatan

acostumbradoaveraLeleconsustrajesderayitasestilodiplomático,quenien
loaltodeunaescaleraleparecióunafiguraincongruente.Lele,mirándolo

desdelasalturas,saludó:

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Ciao,Guido.Unminuto,mientrasempalmoesto.—Dejólalinternaenloalto
delaescalera,pelóelplásticodeuncablequeretorcióalrededordeotrocable,
sacó un grueso rollo de cinta negra del bolsillo de atrás y envolvió con ella
amboscables.Conunextremodelaspinzasempujóelcable

introduciéndolo entre los otros que discurrían en paralelo a él. Entonces dijo a
Brunetti—:Guido,vealalmacénydalacorriente.

Brunetti,obediente,entróenelgranalmacéndeladerechaysequedóun

momentoenlapuerta,mientrassusojossehabituabanalaoscuridaddel

interior.

—Alaizquierda—gritóLele.

Allí, en la pared, estaba el gran cuadro eléctrico. Brunetti bajó la palanca del
interruptorprincipalyelalmacénseinundódeluz.Volvióaesperar,ahora

para que sus ojos se habituaran a la claridad, y salió a la sala principal de la
galería.

Leleyahabíabajadodelaescalerayelpanelestabacerrado.

—Sujetalapuerta—dijo,yendohaciaBrunetticonlaescalera.Ladejóenel

almacénysaliósacudiéndoseelpolvodelasmanos.

Pantegana —explicó, dando el nombre de la rata en veneciano que, si bien
designaba claramente al animal (rata), lo hacía en cierto modo más amigable y
doméstico—.Secomenlacubiertadeloscables.

37

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—¿Porquénolesponesveneno?

—Bah—resoplóLele—.Lesgustamáselvenenoqueelplástico.Las

engorda.Yanopuedotenercuadrosenelalmacén.Secomenlatela.Ola

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madera.

Brunettimiróautomáticamentelaspinturascolgadasenlagalería,vívidas

escenasdelaciudad,llenasdeluzydelaenergíadeLele.

—No;ésosestánseguros.Demasiadoaltos.Peroavecespiensoqueundía

alllegarmeencontraréconquelasmuycerdashantraídolaescalerayseloshan
comidotodos.—ApesardequeLelesereíaaldecirloeraevidenteque

estabapreocupado.Dejólaspinzasylacintaenuncajónysevolvióhacia

Brunetti—:Bueno,¿hablamosyadeesascosasquequizáseancosasdepolicías?

—Semenzato,eldirectordelmuseoylaexposiciónquesecelebróhaceaños

—explicóBrunetti.

Lelesedioporenteradoconungruñidoycruzólasalahastasituarse

debajodeuncandelabrodehierroforjadoclavadoenlapared.Levantólamanoy
doblóligeramentehacialaizquierdaunodelosextremosenformadehoja,

diounpasoatrásparaverelefectoyseinclinóhaciaadelanteparadoblarloun
pocomás.Yasatisfecho,volviójuntoaBrunetti.

—Semenzatollevaenelmuseounosochoañosyhaconseguidoorganizar

variasexposicionesinternacionales.Esosignificaquetienebuenasrelacionescon
losmuseosdedistintospaíses,oconsusdirectores,queconoceamucha

genteenmuchossitios.

—¿Algomás?—preguntóBrunetticonvozneutra.

—Esunbuenadministrador.HacontratadoytraídoaVeneciaaexcelentes

elementos.PrácticamenterobódosrestauradoresaCourtauldyhacambiadoel

sistemadedarpublicidadalasexposiciones.

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—Sí,esoyalohenotado.—Aveces,aBrunettileparecíaqueVeneciahabía

sido convertida en una prostituta a la que se obligaba a elegir entre distintos
clientes: primeramente, se dio a la ciudad la imagen de un pendiente de cristal
fenicio,cartelquefuereproducidomilvecesyquealpocoerasustituidoporun
retratodelTizianoque,asuvez,cedióelpuestoaAndyWarhol,desbancado

ésteporunciervodeplatacelta.Yeraquelosmuseoscubríanconsuscarteles
todaslassuperficiesdisponiblesdelaciudaddisputándoselaatenciónyel

dinerodelosturistas.Brunettisepreguntabaquévendríadespués,¿camisetasde
Leonardo?No;ésasyalasteníanenFlorencia.Habíavistosuficientes

cartelesanunciadoresdeexposicionesdeartecomoparaqueelempachole

durasetodaunavida.

—¿Loconoces?—preguntóBrunetti,pensandoquequizáéstafuerala

razóndelainsólitaobjetividaddeLele.

—Noshabremosvistounascuantasveces.

—¿Dónde?

—Elmuseomehaconsultadodevezencuandosobrelaautenticidadde

piezasdemayólicaquelesofrecían.

38

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—¿Yentonceslohasvisto?

—Sí.

—¿Quéopiniónpersonaltienesdeél?

—Meparecióunhombreagradableycompetente.

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Brunettiyasehabíacansado.

—Venga,Lele,estoesextraoficial.Soyyo,Guido,quienpregunta,noel

comisarioBrunetti.Quierosaberquépiensasdeél.

Lele contempló la superficie del escritorio que tenía al lado, retiró un jarro de
cerámicaunosmilímetrosalaizquierda,levantólamiradahaciaBrunettiydijo:

—Creoquesusojosestánenventa.

—¿Cómo?—preguntóBrunetti,sinentendernada.

—LomismoqueBerenson.Mira,cuandoteconviertesenunespecialistaen

algo,lagentevieneapreguntartesiunapiezaesonoesauténtica.Ycomotehas
pasadoañosoquizátodalavidaestudiandolaobradeunpintorodeun

escultor,sitúdicesqueunapiezaesauténtica,tecreen.Oquenoloes.

Brunettiasintió.Italiaestaballenadeespecialistas;algunosdeelloshastasabían
deloquehablaban.

—¿YquétienequeverBerenson?

—Parece ser que se vendió. Los galeristas y los coleccionistas particulares le
consultabanacercadelaautenticidaddedeterminadaspiezasyaveceslas

piezasqueélhabíadadoporbuenasresultabanfalsas.—Brunettifuea

preguntar algo, pero Lele lo atajó con un ademán—. No; no hay ni siquiera que
preguntarsipodíatratarsedeerrorescometidosdebuenafe.Haypruebasde

quecobraba,dequesebeneficiaba,sobretodo,deDuveen.Duveentenía

clientesnorteamericanosricos,yasabesaquéclasedecompradoresmerefiero,
personasquenosemolestanendocumentarseyprobablementenisiquiera

tienengranaficiónalarte,perolesgustaposeerobjetos.AsíqueDuveen

conjugabalavanidadyeldinerodeunosconlareputacióndeentendidodel

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otroytodosquedabancontentos:losamericanos,conunoscuadrosde

autenticidadpresuntamentegarantizada;Duveen,conelbeneficiodelas

ventas,yBerenson,conlafamaylacomisión.

Brunettitardóunmomentoenpreguntar:

—¿YSemenzatohaceeso?

—Noestoyseguro.Perodelascuatropiezasquemetrajeronparaqueles

echaraunamirada,doseranimitaciones.—Sequedópensativoyagregó,a

regañadientes—:Eranbuenasimitaciones,peroimitaciones.

—¿Cómolosupiste?

LelemiróaBrunetticomosiéstelehubierapreguntadocómosabíaque

unadeterminadafloreraunarosaynounlirio.

—Mirándolas—dijosimplemente.

—¿Lesconvenciste?

39

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Lele sopesó si debía ofenderse por la
preguntaono,peroluegorecordó

que,alfinyalcabo,Brunettinoeramásqueunpolicía.

—Losconservadoresdecidieronnoadquirirlaspiezas.

—¿Quiénhabíapropuestolacompra?—PeroBrunettiyaconocíala

respuesta.

—Semenzato.

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—¿Yquiénlasvendía?

—Esonollegamosasaberlo.Semenzatodijoquesetratabadeunaventade

un particular, que se había dirigido a él un comerciante particular que quería
venderlaspiezas,dosplatossupuestamenteflorentinosdelsigloXIVydos

venecianos.Éstoseranauténticos.

—¿Todosdelamismaprocedencia?

—Creoquesí.

—¿Podíanserrobados?

Lelereflexionóantesdecontestar.

—Quizá.Perodeunaspiezastanimportantes,sisonauténticas,lagente

tieneinformación.Existeunregistrodeventas,ylosconocedoresdela

mayólicasuelenestaralcorrientedequiénposeelasmejorespiezasycuándose
venden.Peronoeraésteelcasodelaspiezasflorentinas.Eranfalsas.

—¿CómoreaccionóSemenzatocuandoselodijiste?

—Oh,dijoquesealegrabamuchodequeyolohubieradescubiertoy

evitadoqueelmuseohicieraunaadquisiciónembarazosa.Éstasfueronsus

palabras, «una adquisición embarazosa», como si el marchante tuviera perfecto
derechoatratardevenderfalsificaciones.

—¿Aélledijisteeso?—preguntóBrunetti.

Leleseencogiódehombros,ungestoqueeracompendiodesiglos,quizá

milenios,desupervivencia.

—Nomediolaimpresióndequeéldesearaoírtalcosa.

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—¿Yquépasó?

—Dijoquedevolveríaesasdospiezasalmarchanteylediríaqueelmuseo

noestabainteresadoensuadquisición.

—¿Ylasotras?

—Elmuseolascompró.

—¿Almismomarchante?

—Creoquesí.

—¿Preguntastequiénera?

EstapreguntavalióaBrunettiotradeaquellasmiradas.

—Esascosasnosepreguntan—explicóLele.

BrunetticonocíaaLeledetodalavida,porloquepreguntó:

—¿Tedijeronlosconservadoresquiénera?

Leleserióconfrancoregocijo,alverdinamitadademodotanfulminante

suposedeescrupulosadiscreción.

40

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Preguntéaunodeellos,peronoteníanniidea.Semenzatonomencionó

elnombre.

—¿Cómosabíaélqueelmarchantenotrataríadevenderlosplatosfalsosa

otromuseooauncoleccionistaparticular?

Leleesbozósusonrisatorcida,doblandounacomisuradeloslabioshacia

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abajo y la otra hacia arriba, la sonrisa que Brunetti siempre había pensado que
simbolizabaelcarácteritaliano,siempreoscilandoentrelaamargurayla

alegría,siempreprontaapasardeunaaotra.

—Nomeparecióoportunomencionarlo.

—¿Porqué?

—Nuncamehaparecidolaclasedehombrealquelegustaquesele

cuestioneoaconseje.

—Perotepidióqueexaminaraslosplatos.

Otravezlasonrisa.

—Melopidieronlosconservadores.Poresodigoquenolegustanlos

consejos.Nolegustóqueyodijeraquenoeranauténticos.Mediogentilmentelas
graciaspormiayuda,dijoqueelmuseoestabaendeudaconmigo.Apesar

detodo,nolegustó.

—Interesante,¿no?—comentóBrunetti.

—Mucho—convinoLele—;especialmente,enunhombrequeestá

encargadodeprotegerlaautenticidaddelacoleccióndelmuseo.Y—agregó—

deasegurarsedequenohayafalsificacionescirculandoporelmercado.—Pasó
pordelantedeBrunettiycruzólasalaparaenderezaruncuadrodelapareddel
fondo.

—¿Algunaotracosaqueyodebasaberdeél?

DeespaldasaBrunetti,mirandosupropiocuadro,Lelerespondió:

—Meparecequesonmuchaslascosasquedeberíassaberdeél.

—¿Porejemplo?

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LeleretrocedióhaciaBrunettiycontemplóelcuadroamayordistancia.

Parecíasatisfechoconlarectificaciónefectuada.

—Nadaenconcreto.Enestaciudadtienemuybuenareputaciónyamigos

influyentes.

—Entonces,¿aquéterefieres?

—Guido,éstenuestroesunmundopequeño—empezóLele,yse

interrumpió.

—¿TerefieresaVeneciaoalosquetratáisenantigüedades?

—Aambos,peroespecialmenteanosotros.Enestaciudadsomossólounos

cincoodiezlosquecontamosrealmente:mihermano,Bortoluzzi,Ravanello...Y

casi siempre nos servimos de sugerencias e insinuaciones tan tenues que nadie
quenoestuvieraalcorrientesabríaloquepasa.—AlverqueBrunettino

comprendía,tratódeexplicar—:HaceunasemanametrajeronunaVirgen

policromadaconelNiñodormidoenelregazo.EraunapiezasigloXVperfecta.

Toscana.QuizáinclusofinalesdelXIV.Peroelmarchantequemelaenseñaba

41

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta levantó el Niño (eran tallas separadas) y
señalóunpuntodelaespalda,debajodelhombro,enelqueseveíaunparchecito
diminuto.—Sequedóaguardando

la reacción de Brunetti. En vista de que ésta no se producía, prosiguió—: Eso
quiere decir que en un principio era un ángel, no un Niño. El parche tapaba el
lugar donde, Dios sabe cuándo, le habían cortado las alas tapando con pasta la
señal,paraqueparecieraunNiñoJesús.

—¿Porqué?

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—PorquehaymásángelesqueNiños.Así,quitándoleslasalas...—Lavoz

deLeleseapagó.

—¿...losascendíandecategoría?—preguntóBrunetti,quealfinhabía

comprendido.

LacarcajadadeLeleresonóentodalagalería.

—Sí,esoes.FueascendidoaJesús,yelascensosignificabaquepodría

vendersemáscaro.

—Sinembargo,elmarchanteteloenseñó.

—Ahíesdondeyoqueríairaparar,Guido.Melodijoperonomelodijo,

sólomeenseñóelpegotito,ylomismohubierahechoconcualquierade

nosotros.

—¿Peronoconuncompradorcualquiera?—apuntóBrunetti.

—Quizáno—reconocióLele—.Laseñalestabamuybiendisimulada,y

muypocoslahubierandescubierto.Onohubieransabidoquésignificaba.

—¿Lohubierassabidotú?

Leleasintiórápidamente.

—Antesodespués,sí,simehubierallevadolatallaacasayhubieravivido

conella.

—¿Peronoelcompradoraccidental?

—Probablemente,élno.

—Entonces,¿porquételoenseñóati?

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—Porquepensóque,apesardetodo,aúnquerríacomprarlapieza.Y

porqueesimportantequesepamosque,porlomenosentrenosotros,nadie

tratadedargatoporliebre.

—¿Hayalgunamoralejaentodoesto,Lele?—preguntóBrunetticonuna

sonrisa.Desdeniño,todoloquelehabíadichoLeleencerrabaunalección.

—Noestoysegurodequehayaunamoraleja,Guido,peroSemenzatonoes

miembrodelclub.Noesunodenosotros.

—¿Yquiéntomóladecisión,élotú?

—Nocreoqueesolodecidieraalguienenparticular.Y,desdeluego,amí

nadiemehadichonadadeéldirectamente.—Lele,hombremásdeimágenes

quedepalabras,contemplaba,porelgranventanaldelagalería,losefectosdela
luzenelcanal—.Másqueexcluirlodeliberadamente,nuncaloconsideramosuno
delosnuestros.

—¿Quiénmásestáenteradodeesto?

42

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Túereselprimeroalquecuentolodelaspiezasdemayólica.Ynoestoy

segurodequehayaalguienqueesté«enterado»,esdecir,quetenga

conocimientodealgoconcreto.

—¿Sobreél?

Leleserió:

—Sobrelamayoríadelosmarchantesdelpaís,adecirverdad.—Y,entono

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másserio,agregó—:Ytambiénsobreél,sí.

—Noesmuybuenarecomendación,paratratarsedeldirectordeunodelos

museosmásimportantesdeItalia,¿verdad?—preguntóBrunetti—.Selequitan

aunolasganasdecomprarleunaVirgenpolicromada.

Conotrafuertecarcajada,Leledijo:

—Tendríasqueconoceraalgunosdelosotros.Alamayoríanoles

compraríayoniuncepillodedientesdeplástico.—Losdosserieron,pero

enseguidaLelepreguntóconseriedad—:¿Porquéteinteresa?

Ensucalidaddeservidordelaley,Brunettihabíajuradonorevelar

informacióndelapolicíaapersonasnoautorizadas.

—AlguienquiereimpedirquehablesobrelaexposicióndeChinaquese

celebróaquíhacecincoaños.

—¿Hmm?—murmuróLele,solicitandomásinformación.

—Lapersonaqueorganizólaexposiciónestabacitadaparahablarconél,

perofueagredidasalvajementeyseleadvirtióquenoacudieraalacita.

—¿LadottoressaLynch?—preguntóLele.

Brunettiasintió.

—¿YahashabladoconSemenzato?

—No—respondióBrunetti—.Noquieroatraerlaatenciónsobreél.

Dejemosquequienquieraquehicieraestocreaqueelavisohasurtidoefecto.

Leleasintiófrotándoseligeramenteloslabiosconlamano,ungestoque

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hacíasiemprecuandotratabaderesolverunproblema.

—¿Nopodríasindagarporahí,Lele?Enterartedesisehabladeél.

—¿Sisehablaenquésentido?

—Noséexactamente.Sitienedeudas,porejemplo.Mujeres...Algunapista

deesemarchanteodepersonasqueélconozcaqueesténinvolucradasen...—

Dejólafrasesinterminar,pornosabercómoexpresarloquedeseaba.

—Esnaturalqueconozcaatodalagentedelramo.

—Esoyalosé.Peroloquemeinteresaessabersihatenidoquevercon

algoqueseailegal.—ComoLelenocontestara,añadió—:Nisiquieraestoy

segurodeloquepuedasereso,nidesitúpodrásdescubrirlo.

—Yopuedodescubrirlotodo—dijoLelellanamente;erasimpleafirmación,

no jactancia. Calló unos momentos, mientras seguía frotándose con la mano los
labiosapretados.Finalmente,retirólamanoydijo—:Deacuerdo.Conozcoa

variaspersonasquepuedensaberalgo,peronecesitounpardedías.Unodelos
hombresconlosquemegustaríahablarestáenBirmania.Tellamaréafinalesde
semana.¿Deacuerdo?

43

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Deacuerdo,Lele.Nosécómodartelasgracias.

Elpintorloatajóagitandounamano.

—Nomedeslasgraciashastaquehayaencontradoalgo.

—Sihayalgoqueencontrar—puntualizóBrunetti,tratandodemitigarla

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antipatíaqueadivinabaenLelehaciaeldirectordelmuseo.

—Oh,siemprehayalgo.

44

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta6

AlsalirdelagaleríadeLele,Brunettigiróalaizquierday,porelpaso

subterráneo, salió al Zattere, el largo fondamenta que discurre a lo largo del
canal de la Giudecca. Al otro lado del agua, levantaban sus altas cúpulas la
iglesia de la Zittelle y, más allá, la del Redentore. Un fuerte viento del Este
levantabaolitasespumeantesquehacíanbailarlosvaporetticomojuguetesenuna
bañera.

Inclusoaestadistancia,Brunettipercibióelgolpesordoconelqueunodeellos
chocócontraelmuelleyviotensarselaamarra.Sesubióelcuellodelabrigoy
apretó el paso, impelido por el viento, pegándose a la pared, para rehuir las
salpicaduras que llegaban del dique. Il Cucciolo, el bar en el que él y Paola
pasabanlashorasdurantelasprimerassemanasdeconocerse,estabaabierto,

perolagranplataformademaderaconstruidasobreelaguaestaba

completamentevacíademesas,sillasyparasoles.ParaBrunetti,laprimera

señaldelaprimaveraeralareaparicióndelasmesasylassillasenIlCucciolo
despuésdesuhibernación.Hoy,lasolaideadesentarseallíledabaescalofríos.

Elbarestabaabierto,peronoentró,porqueloscamareroseranlosmás

antipáticosdelaciudad,ysudisplicentelentitudsólopodíatolerarseacambiode
unashorasdesol.

Cienmetrosmásallá,despuésdelaiglesiadelosGesuati,Brunettiempujó

unapuertavidrierayentróenelambientecálidoyacogedordeNico'sbar.

Golpeóvariasveceselsueloconlospies,sedesabrochólachaquetayseacercó
almostrador.Pidióungrogyobservócómoelcamarerososteníaunvaso

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debajo de la espita de la cafetera, extraía un chorro de vapor que enseguida se
condensóenaguahirviendo,leagregabaron,unarodajadelimónyunabuena

dosisdeunadeterminadabotellayseloponíadelante.Brunettiechóenelvaso
tresterronesdeazúcar,yencontrósusalvación.Removióelbrebajelentamente,
reconfortadoporelaromáticovaporquedespedía.Comoocurreconlamayoría

delasbebidas,elgrogolíamejorquesabía,peroBrunettiyaestaba

acostumbradoyelhechohabíadejadodedecepcionarle.

Lapuertavolvióaabrirseyunsoplodevientoheladoempujóalinterior

dellocaladosmuchachas.Llevabanparkaforradayribeteadadepielque

enmarcabasuscarasencendidasporelfrío,gruesasbotasyguantesypantalónde
lana.Porelaspecto,debíandesernorteamericanas,oquizáalemanas,ya

que,sieranlobastantericas,podíasconfundirlas.

45

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Oh,Kimberly,¿estásseguradequeesaquí?—preguntólaprimeraen

inglés,recorriendoellocalconojosesmeralda.

—Lodicelaguía,Alison.Nico'sesfamoso.—Lopronunciabademodoque

rimaraconsicko,

∗palabraqueBrunettihabíaaprendidodurantelaúltima

convencióndelaInterpol—.Esfamosoporelgelato.

Brunettitardóunmomentoenpreverloquepodíaocurrirahora.Encuanto

loadvirtió,tomóunrápidosorbodelgrog,queleescaldólalengua.

Pacientemente,empezóaagitarvigorosamentelabebidaconlacucharilla,

haciéndolasaltarcontralapareddelvaso,conlaesperanzadequeasíse

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enfriaraantes.

—Ah,meparecequeyasédóndeestá.Enesascosascontapaderaredonda

—dijolaprimera,acercándoseaBrunettiymirandoporencimadelmostrador

hacia el lugar en el que se encontraban las existencias del famoso gelato de
Nico's,muylimitadasporimperativodelaestación,enlascosasquetenían

tapaderaredonda—.¿Dequéloquieres?

—¿Teparecequetendránbayasdelpáramo?

—No;enItalia,nocreo.

—Supongoqueno.Meparecequevaldrámásiralobásico.

Elcamareroseacercóconunaampliasonrisadedicadaatantabellezay

esplendorosasalud,paranohablardelcoraje.

—¿Si?—preguntóafablemente.

—¿Tiene gelato? —preguntó una de las muchachas, pronunciando la última
palabraenvozaltayfirme,aunquedefectuosamente.

Elcamareroque,alparecer,estabaacostumbradoalproceso,extendió

rápidamente un brazo hacia atrás y, sin volverse, extrajo dos cucuruchos de una
altacolumnaqueteníaenelmostrador.

—¿Quésabor?—preguntóenuninglésaceptable.

—¿Quésaborestiene?

Vaniglia,cioccolato,fragola,fiordilatteetiramisù.

Lasmuchachassemirarondesconcertadas.

—Creoquevalemásiralobásico,¿no?—dijouna.Brunettiyanopodía

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distinguirlas,porlamonotoníadesusvocesnasales.

—Sí,valemás.

Laprimeradijoalcamarero:

Duevanillaychocolatto,porfavor.

Almomento,estuvocumplidoelencargoyloscucuruchoscambiaronde

mano.Brunettibuscóconsueloenunlargosorbodegrog,manteniendoelvaso

semillenodebajodelanarizdespuésdeltrago.

Lasmuchachasteníanquequitarselosguantesparasujetarelcucurucho,y

una sostuvo los dos helados mientras la otra sacaba del bolsillo las cuatro mil
liras.Elbarmanlesdioservilletas,quizáconintencióndeinducirlasa

∗Enfermomental.(N.delat.)

46

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta permanecer dentro del local mientras se
comíanelhelado,perolasmuchachas

noseamilanaban.Tomaronlasservilletas,envolvieroncuidadosamentecon

ellaslabasedelcucurucho,empujaronlapuertaydesaparecieronenel

crepúsculo.Llenóelbarellúgubreretumbardelchoquedeotraembarcación

contraelmuelle.

ElbarmanmiróaBrunetti.Brunettimiróalbarman.Nodijeronpalabra.

Brunettiterminóelgrog,pagóysefue.

Yaeradenoche,yaBrunettileurgíaverseencasa,aresguardodelfríoy

delvientoqueseguíaazotandoelmuelle.Cruzópordelantedelconsulado

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francés y cortó por el hospital Giustiniani, vertedero de ancianos, camino de su
casa.Comoandabadeprisa,notardómásdediezminutosenllegar.Elportal

olíaahumedad,perolaaceraaúnestabaseca.Lassirenasqueanunciabanacqua
alta
habían sonado a las tres de la madrugada, despertándolos a todos, pero la
mareahabíabajadoantesdequeelaguasefiltraraporlasgrietasdel

pavimento. Faltaban sólo unos días para la luna llena y en el Norte, por Friuli,
habíallovidomucho,demodoqueeraprobablequeaquellanocheseprodujera

laprimeragraninundacióndelaño.

Enloaltodelaescalera,dentrodecasa,encontróloquebuscaba:calor,elaroma
deunamandarinareciénpeladaylacertezadequePaolaylosniñosyaestaban
allí.Colgóelabrigodelpercheroalladodelapuertayentróenlasala.

AllívioaChiara,decodosenlamesa,sosteniendounlibroabiertoconuna

manoymetiéndosegajosdemandarinaenlabocaconlaotra.Cuandoélentró,la
niñalomiró,sonrióampliamenteyletendióungajodemandarina.

Ciao,papà.

Élcruzólahabitación,notandocongustoelcalorypercibiendodepronto

lofríosqueteníalospies.Seacercóalamesaagachándoselosuficienteparaque
suhijalemetieraungajodemandarinaenlaboca.Luegootro,yotro.

Mientrasélmasticaba,ellaseterminóelrestodelafrutaqueteníaenunplatoa
sulado.

—Papá,túsostieneslacerilla—dijoellaextendiendoelbrazohaciauna

carterita de fósforos que estaba encima de la mesa y dándosela. Él, obediente,
arrancóunfósforo,loencendióyloacercóaChiara,queeligióuntrozodepiel
demandarinadelmontónqueteníaasuladoylodoblójuntoalallama

proyectandounanubecitadeaceitequechisporroteócondestellosdecolores—.

Che bella —dijo abriendo mucho los ojos con una admiración que, por muchas

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vecesquerepitieranlaoperación,nodisminuía.

—¿Quedaalguna?—preguntóél.

—No,papá,eralaúltima.—Élseencogiódehombros,peronosinqueuna

expresióndedisgustoleasomaraalacara—.Sientohabérmelascomidotodas,

papá.Perohaynaranjas.¿Tepelouna?

—No,tesoro,noimporta.Esperaréhastalahoradecenar.—Ladeóel

cuerpohacialaderecha,tratandodeverlacocina—.¿Dóndeestálamamma?

47

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Ensuestudio—dijoChiaravolviendoallibro—.Ydemuymalhumor.

Nosécuándocenaremos.

—¿Cómosabesqueestádemalhumor?

Ellalomiróyluegopusolosojosenblanco.

—Papá,noseastonto.Nohayqueserunlinceparadarsecuenta.Hadicho

aRaffiquenopodíaayudarleconlosdeberesyamímehagritadoporqueesta
mañananohebajadolabasura.—Chiaraapoyólabarbillaenlospuños

mirandoallibro—.Merevientacuandoseponeasí.

—Últimamentetienemuchosproblemasenlauniversidad,Chiara.

Ellavolvióunapágina.

—Claro,túsiempreladefiendes.Puesteaseguroqueesunalata.

—Hablaréconella.Aversiconsigoalgo.—Losdossabíanqueestoera

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poco probable, pero, siendo como eran los optimistas de la familia, se miraron
sonriendoantelaposibilidad.

Ellavolvióaencorvarsesobreellibro.Brunettiseinclinó,lediounbesoenla
coronilla y salió de la sala, no sin encender la luz del techo. Al extremo del
pasillo,separófrentealapuertadelestudiodePaola.Hablarconellacasinunca
servíadealgo,peroavecesescucharladabaresultado.Llamóalapuerta.

Avanti—gritóella,yélempujólapuerta.Loprimeroqueobservó,

inclusoantesdeveraPaoladepiedelantedelavidrieradelaterraza,fueelcaos
delamesa.Papeles,librosyrevistasesparcidos,unosabiertos,otros

cerrados,unosmetidosenotrosmarcandopáginas.Habíaquesermuyilusoo

muymiopeparaconsideraraPaolaunapersonapulcrayordenada,peroeste

revoltijocolmabasuyadeordinariotolerantemedida.Ellasevolvióde

espaldasalavidrieray,alobservarlaformaenqueélmirabalamesa,explicó:

—Estababuscandounacosa.

—¿AquiénmatóaEdwinDrood?—preguntóél,aludiendoaunartículo

queellasehabíapasadotresmesesescribiendoelañoanterior—.Creíqueyalo
habíasencontrado.

—Déjatedebromas,Guido—dijoellaconaquellavozquelesalíacuando

elhumordeGuidoeratanbienrecibidocomoenunabodaelantiguonoviode

ladesposada—.Mehepasadocasitodalatardetratandodelocalizarunacita.

—¿Paraquélanecesitas?

—Paraunaclase.Quieroempezarconesacita,ynecesitodecirlesdedónde

lahesacado,demodoquetengoqueencontrarlafuente.

—¿Dequiénes?

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—DelMaestro—respondióella,yBrunettiobservóqueseleempañaban

losojos,comoleocurríacadavezquesereferíaaHenryJames.¿Tendría

sentidoestarceloso?,sepreguntaba.Celosodeunhombreque,porloquePaola
le había contado, no sólo fue incapaz de decidir cuál era su nacionalidad sino
tambiéncuálerasusexo.

Hacíaveinteañosquedurabaesto.ElMaestrohabíaidoconellosenel

viajedenovios,estabaenelhospitalcuandonacieronsusdoshijosylos

48

DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltaacompañabaentodaslasvacaciones.Henry
James, fornido, flemático, poseedor de una prosa que había resultado
impenetrable para Brunetti tantas veces como había intentado leerlo, tanto en
ingléscomoenitaliano,parecíaserelotrohombredelavidadePaola.

—¿Quécitaes?

—Esunafrasequedijosiendoyaviejo,enrespuestaaalguienquele

preguntabaquélehabíaenseñadolaexperiencia.

Brunettisabíaloqueseesperabadeélahora.Yprocurónodefraudar.

—¿Quédijo?—preguntó.

—«Bekindandthenbekindandthenbekind

LatentaciónresultóirresistibleparaBrunetti.

—¿Conosincomas?

Ellalelanzóunamiradatorva.Evidentemente,noeramomentopara

bromasymenosacostadelMaestro.Enunintentoporrehabilitarsealosojosde
suesposa,éldijo:

—Pareceunacitaunpocoextrañaparaempezarunaclasedeliteratura.

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Ellavacilóentrehacerprevalecerlaobservaciónsobrelascomasopasar

directamente a la siguiente. Afortunadamente para él, ya que aquella noche no
queríaquedarsesincenar,suesposarespondióalasegunda.

—MañanaempezamosconWhitmanyDickinson,yyoesperabaquelacita

sirvieraparaapaciguaraalgunosdelosmástemiblesdelaclase.

Il piccolo marchesino?—preguntó él, menospreciando con el diminutivo a
Vittorio, vástago y heredero del marchese Francesco Bruscoli. Al parecer,
Vittoriohabíasidopersuadidodedarporconcluidasuasistenciaalas

universidadesdeBoloña,PaduayFerraray,hacíaseismeses,habíaacabadoen
CàFoscari,tratandodelicenciarseenFilologíaInglesa,noporquesintiera

interésoentusiasmoporlaliteraturaniporalgoqueestuvierarelacionadoconla
palabraescritasino,simplemente,porquelasnanniesinglesasquelocuidabanle
habíanenseñadoelidioma.

—Esunpedazodecerdoconunamenteabyecta—dijoPaolacon

vehemencia—.Unvildegenerado.

—¿Quéesloquehahechoahora?

—Oh,Guido,noesloquehace,sinoloquediceycómolodice.Loscomunistas,
elaborto,losgays.Nohaymásquemencionarunadeestas

palabrasparaquesedisparecomountorrentedelodo,diciendoqueesuna

suertequeelcomunismohayasidoderrotadoenEuropa,queelabortoes

pecadomortal,quelosgays...—Agitólamanohacialaventana,comosipidiera
alostejadosquecomprendieran—.Quehabríaquellevarlosatodosacampos

deconcentraciónyalosenfermosdesida,aislarlos.Haymomentosenlosquede
buena gana le daría una bofetada —agregó, volviendo a agitar la mano, pero
terminandoelmovimiento,segúnadvirtióellamisma,sinenergía.

∗Séamableydespuésséamableydespuésséamable.(N.delat.)

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49

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—¿Cómoesquesehabladeesascosasenunaclasedeliteratura,Paola?

—Ocurrepocasveces—admitióella—,perooigoloquedicendeélotros

profesores.Túnoloconoces,¿verdad?

—Conozcoalpadre.

—¿Cómoes?

—Porlovisto,pocomásomenos,lomismo.Simpático,rico,guapo.Y

nefasto.

—Esoeslomalo.Queesguapoyrico,ymuchosdesuscompañerosse

muerenporandarporahíconunmarchese,aunqueseaunmierdecita.Yloimitan
yrepitensusopiniones.

—Pero,¿porquétepreocupaahora?

—PorquemañanaempezamosaestudiaraWhitmanyaDickinson,yatelo

hedicho.

Brunettisabíaqueeranpoetas;loquehabíaleídodelprimeronolehabía

gustadoyaDickinsonlaencontrabadifícilperoloquehabíapodido

comprenderleparecíamagnífico.Moviólacabezaaderechaeizquierda,

pidiendoexplicación.

—WhitmaneragayyDickinson,probablemente,lesbiana.

—¿Y eso no se ajusta a los cánones de conducta que il marchesino considera
aceptables?

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—Paradecirloconlamayorsuavidad—respondióPaola—.Poresoquería

empezarconesacita.

—¿Creesquepuedaservirdealgo?

—Probablemente,no—reconocióella,sentándosealamesayempezandoa

ordenareldesbarajuste.

Brunettiseinstalóenunsillónarrimadoalaparedyextendiólaspiernas.

Paolacerrabalibrosyapilabarevistas.

—Hoyhetenidounamuestradeeso.

Ellainterrumpiólatareaylomiró.

—¿Aquéterefieres?

—Aunapersonaalaquenolegustanloshomosexuales.—Hizounapausa

yagregó—:Patta.

Paolacerrólosojosunsegundoypreguntó:

—¿Quéhapasado?

—¿TeacuerdasdeladottoressaLynch?

—¿Lanorteamericana?¿LaqueestáenChina?

—Síaloprimeroynoalosegundo.Haregresado.Hoylahevistoenel

hospital.

—¿Quélehaocurrido?—preguntóPaolaentonodeverdadera

preocupación,conlasmanosbruscamenteinmóvilessobresuslibros.

—Unapaliza.Doshombresfueronasucasaeldomingo,dijeronqueibana

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llevarunospapeles,ellalesabrióylagolpearon.

—¿Estágrave?

50

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Notodologravequepodríaestar,afortunadamente.

—¿Yesoquérepresenta,Guido?

—Unafisuraenlamandíbula,variascostillasrotasycontusiones.

—Siteparecepoco,measustapensarloquetúconsideraríasgrave—dijo

Paolaypreguntó—:¿Quiénlohahecho?¿Porqué?

—Quizáporalgorelacionadoconelmuseo,perotambiénpodríaserporlo

quemiscolegasnorteamericanosseempeñanenllamarsu«estilodevida».

—¿Terefieresalhechodequesealesbiana?

—Sí.

—Peroesoesdemencial.

—Deacuerdo.Peroreal.

—¿Yahallegadoaquí?—Lapreguntaerapuramenteretórica—.Creíque

esascosassólopasabanenNorteamérica.

—Progresamos,cariño.

—¿Quétehacepensarqueseaésalarazón?

—Mehadichoqueesoshombresconocíansurelaciónconlasignora

Petrelli.

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Paolanuncaperdíaocasióndegeneralizar:

—AntesdequesefueraaChinahaceaños,tehubieracostadotrabajo

encontrarentodoVeneciaaunasolapersonaquenoestuvieraenteradadeeso.

Brunetti,máscauto,protestó:

—Esoesunaexageración.

—Quizá.Perolagentehablaba—insistióPaola.

Brunetti,despuésdecontradecirasuesposaunavez,juzgómásprudente

callar.Además,elhambreibaenaumento,yqueríasucena.

—¿Porquénohandichonadalosperiódicos?—preguntóellabruscamente.

—Ocurrióeldomingo.Yonomehabíaenteradohastaestamañanayaún

porquealguienviosunombreenelinforme.Lohabíanpasadoalarama

uniformadaysetratabacomouncasoderutina.

—¿Rutina?—repitióellaconasombro—.Guido,aquínopasanesascosas.

Brunettioptópornovolverahablardeprogreso,yPaola,alcomprender

quenoibaadarlemásexplicaciones,volvióamirarlospapelesdelamesa.

—Nopuedoperdermástiempobuscandoeso.Tendréquepensarenotra

cosa.

—¿Porquénomientes?—sugirióBrunetticondesenfado.

Paolalevantólacabezaconunmovimientobruscoparamirarasumarido:

—¿Quéquieresdecir?

Aélleparecíaevidente.

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—Piensaenunlibroenelquepudieraestarydilesqueestáahí.

—¿Ysihanleídoellibro?

—Tambiénescribióunmontóndecartas,¿no?—ABrunettiestole

constaba,yaquelascartashabíanidoconellosaParísdosañosantes.

—¿Ysimepreguntanquécarta?

51

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Él no se dignó responder a pregunta tan
estúpida.

—AEdithWharton,el26dejuliode1906—dijoelladeinmediato,y

Brunettireconocióensuvozaquellanotadeabsolutacertezaenqueellase

apoyabaparaproferirsusinvencionesmásdescabelladas.

—Amímesuenabien—sonrióél.

—Amítambién.—Paolacerróelúltimodeloslibros,miróelrelojyluegoa

Guido.

—Casilassiete.HoyGianniteníaunaschuletasdecorderomuyhermosas.

Venconmigoalacocinaytetomasunvasodevinomientraslasaso.

BrunettirecordóentoncesqueDantehabíacastigadoalosmalosconsejeros

rodeándolosdegrandeslenguasdefuegoenlasquedebíanarderportodala

eternidad.Peronohabíahabladodechuletasdecordero.

52

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta7

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Cuando,aldíasiguiente,aparecióporfinlanoticia,estabaencabezadapor

eltitular:«IntentoderoboenCanareggio»yhacíaelrelatoescuetodelos

hechos.SedecíadeBrettqueeraunaespecialistaenartechinoquehabía

regresadoaVeneciaparasolicitardelGobiernoitalianounasubvenciónpara

lasexcavacionesde Xian,dondecoordinaba eltrabajode arqueólogoschinosy
occidentales.Seguíaunabrevedescripcióndelosdospresuntosladronesque

habíanfracasadoensupropósito,acausadelafortuitapresenciaenel

apartamentodeladottoressaLynchdeuna«amica»noidentificada.Alleeresta
explicación,Brunettisepreguntócuálseríalaidentidaddel«amico» que había
omitido el nombre de Flavia. Podía ser cualquiera, desde el alcalde de Venecia
hasta el director de La Scala, deseoso de proteger a su prima donna de una
publicidadpotencialmenteperjudicial.

Alllegaralaquestura,elcomisario,caminodesudespacho,pasóporeldela
signorina Elettra. Hoy las fresias habían sido sustituidas por un ramo de
luminosascalas.Lajovenlevantólacabezacuandoélentróy,sinpreocuparsede
darlelosbuenosdías,informó:

—ElsargentoVianellomehapedidoqueledigaqueenMestrenohay

nada.Quehahabladoconvariaspersonasyqueningunasabenadadelataque.

Porotraparte—agregómirandounpapelqueteníaencimadelamesa—,en

ningunodeloshospitalesdelazonahanatendidoanadiedeuncorteenel

brazo.—Antesdequeélpudierapreguntar,terminó—:YnadadeRoma,

todavía,acercadelashuellasdactilares.

Porconsiguiente,afaltadepistas,Brunetticonsideróllegadoelmomento

deverquémáspodíaaveriguardeSemenzato.

—UstedhabíatrabajadoenlaBancad'Italia,¿verdad,signorina?

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—Sí,señor.

—¿Conservaamistadesallí?

—Ytambiénenotrosbancos.—LasignorinaElettranopecabademodesta.

—¿Creequepodríatejerconsuordenadorunafinaredparaverquépuede

encontraracercadeFrancescoSemenzato?Cuentasbancarias,valores,

inversionesdecualquiertipo...

Larespuestafueunasonrisacómplicetanampliaquehizopreguntarsea

Brunettiaquévelocidaddebíandeviajarlasnoticiasenlaquestura.

53

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Nadamásfácil,dottore.¿Yquierequemeinformetambiénsobrela

esposa?Tengoentendidoqueessiciliana.

—Sí;tambiénsobrelaesposa.

Antesdequeélpudierapreguntar,ellaexplicó:

—Enelbancotienendificultadesconlaslíneastelefónicas,porloquequizáno
puedasaberalgohastamañanaporlatarde.

—¿Puedeustedrevelarsufuente,signorina?

—Esalguienquetienequeesperaraqueeljefedelsistemainformáticodel

bancosevayaasucasa—dijoellaúnicamente.

—Estábien—respondióBrunetti,dándoseporsatisfechoconla

explicación—.TambiénmegustaríaquellamaraalaInterpoldeGinebra.Puede
preguntarpor...

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Ellaloatajó,peroconunasonrisa.

—Yatengoladirección,comisario.Ymeparecequeyaséporquiéntengo

quepreguntar.

—¿Heinegger?—preguntóBrunetti,dandoelnombredelcapitánque

dirigíalaoficinadeinvestigacionesfinancieras.

—Esoes,Heinegger—dijoella,dandoladirecciónyelnúmerodefax.

—¿Cómo ha podido informarse tan pronto, signorina? —preguntó Brunetti,
francamentesorprendido.

—Enmianteriorempleoteníatratosconél—respondióellacon

naturalidad.

Brunetti,apesardeserpolicía,prefiriónotratardeaveriguarenaquel

momentoquérelaciónexistíaentrelaBancad'ItaliaylaInterpol.

—Asípues,yasabeloquetienequehacer—fuetodoloqueseleocurrió

decir.

—TanprontocomolleguelarespuestadeHeineggerselasubiré—dijoella,

volviendoasuordenador.

—Sí,muchasgracias.Buenosdías,signorina.—Elcomisariodiomedia

vueltaysaliódeldespacho,peronosinanteslanzarotramiradaalasflores,que
serecortabanenelvanodelaventanaabierta.

La lluvia de los últimos días había cesado, alejando la amenaza inmediata del
acquaalta y dejando tras de sí unos cielos cristalinos, por lo que no había que
contar con encontrar en casa a Lele, que estaría en cualquier sitio menos allí,
pintando.BrunettidecidióiralhospitalparahablarconBrett,yaqueno

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acababadecomprenderlasrazonesquelahabíanhechoregresardesdeelotro

ladodelmundo.

Cuandoentróenlahabitación,sureaccióninmediatafuepensarquela

signorinaElettrahabíapasadoporallí:masasdefloresinundabandecolortodas
las superficies horizontales disponibles. Rosas, lirios, azucenas y orquídeas
adornabanlahabitaciónconsuexquisitapresencia,ylapapelerarebosabade54

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltalosenvoltoriosdeFantinyBiancat,lasdos
floristerías en las que solían comprar los venecianos. Brunetti observó que
tambiénnorteamericanoso,cuando

menos,extranjeros,habíanrendidosutributofloral,yaqueaningúnitalianopodía
habérseleocurridoenviaraunapersonaenfermaoheridaaquellos

gigantescosramosdecrisantemos,floresqueenItaliaseofrendan

exclusivamentealosdifuntos.Sesentíaincómodocontantoscrisantemosen

una habitación de hospital, pero trató de sobreponerse y desechar la sensación,
queleparecíafrutodeunaburdasuperstición.

Lasdosmujeresestabanenlahabitación,talcomoélesperabaydeseaba;

Brett,incorporadaenlacama,quehabíasidolevantadaporlapartesuperior,con
lacabezaentredosalmohadas,yFlavia,sentadaenunasillaasulado.

Esparcidossobrelacamahabíavariosbocetosdemujeresataviadasconunos

trajeslargosy complicados.Todasllevaban unadiademaque erauna explosión
solardepedrería.Alentrarél,Brettlevantólamiradadelosfigurinesymovió
mínimamenteloslabios;lasonrisaestabatodaenlosojos.Flavia,alcabodeun
momento,losaludóasuvez,peroconmástibieza.

—Buenosdías—dijoél,ymirólosdibujos.Laorlaonduladadedosdelos

vestidos les daba un aire oriental. Pero, en lugar de los dragones de rigor, las
telasteníandibujosabstractosdeunoscoloresquecontrastabanvivamente

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entresí,peronocondisonanciasinoconarmonía.

—¿Quéson?—inquirióélconcuriosidadymientraslodecíacomprendió

quehubieradebidoempezarporpreguntaraBrettcómoestaba.

—BocetosparaelnuevoTurandotdeLaScala.

—¿Asíquelocantaráusted?—preguntó.Apesardequelapresentaciónde

laóperaestabaanunciadaparalatemporadasiguiente,hacíasemanasque

aparecíanrumoresenlaprensa.Lasopranocuyonombresehabía«insinuado»

como«posibleelección»—éstaseranlasexpresionesqueseutilizabanenLa

Scala—habíadichoquelaposibilidadleparecíainteresanteyquelatomabaen
consideración,loquesignificabaquenoteníanilamenorintencióndeaceptar.

Se habló después de la posibilidad de que se eligiera a Flavia Petrelli, que no
teníalaóperaensurepertorio,yhacíasólodossemanasellahabíadifundidoun
comunicadodeprensaenelquedeclarabaquesenegabacategóricamentea

plantearse siquiera la posibilidad, lo cual equivalía a una aceptación todo lo
formalquecabíaesperardeunasoprano.

—Deberíaustedsaberquenohayquetratarderesolverlosenigmasde

Turandot—dijoFlaviaconfalsodesenfade,dandoaentenderconelloqueél

habíavistoloquenodebía.Entoncesseinclinóyrecogiólosbocetos.

Rápidamentetraducidos,ambosmensajessignificabanqueélnodebíadecir

nadadeaquello.

—¿Cómoseencuentra?—preguntóBrunettiaBrettfinalmente.

Aunqueyanoteníalosmaxilaresunidos,Brettsonreíadeunmodo

mecánico,abriendomucholoslabiosydoblandolascomisurashaciaarriba,

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comoidiotizada.

55

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Mejor.Undíamás,yacasa.

—Dosdías—rectificóFlavia.

—Undíaodos—admitióBrett.Alverlotodavíaconelabrigo,dijo—:

Perdone.Siéntese.—SeñalabaunasillaqueestabadetrásdeFlavia.Éllaacercó
alacama,doblóelabrigosobreelrespaldoysesentó.

—¿Podríamoshablardeloqueocurrió?—dijoél,abarcandoaambas

mujeresconlapregunta.

Brettpreguntóconextrañeza:

—Pero,¿nohabíamoshabladoyadeello?

Brunettiasintióypreguntó:

—¿Quéledijeron?Exactamente.¿Puederecordarlo?

—¿Exactamente?—repitióella,desconcertada.

—¿Hablaronlosuficientecomoparapermitirlededucirdedóndeeran?—

insistióBrunetti.

—Comprendo—dijoBrett.Cerrólosojosyregresómomentáneamenteal

recibidordelapartamento,evocóaloshombres,suscarasysusvoces—.

Sicilianos.Porlomenos,elquemepegó.Delotronoestoytansegura.Hablómuy
poco.—MiróaBrunetti—.¿Esimportante?

—Podríaayudarnosaidentificarlos.

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—Asíloespero—tercióFlaviasindejarentreversisuspalabrastraducían

unreprocheoundeseo.

—¿Reconocieronalgunadelasfotos?—preguntóBrunetti,aunqueestaba

segurodeque,deserasí,elagentequeleshabíamostradolasfotosdelos

hombresquecorrespondíanalasdescripcionesqueellashabíanhecho,selo

hubieranotificado.

FlaviamoviólacabezanegativamenteyBrettdijo:

—No.

—Dijoqueleadvirtieronquenoacudieraaunacitaconeldoctor

Semenzato.LuegoustedhablódecerámicasdelaexposicióndeChina.¿Se

referíaalaquesecelebróenelpalazzoDucal?

—Sí.

—Recuerdo—dijoBrunetti—.Laorganizóusted,¿verdad?

Ella,sindarsecuentadeloquehacía,moviólacabezaafirmativamente,y

tuvo que apoyarla en las almohadas y esperar a que la habitación dejara de dar
vueltasantesderesponder:

—AlgunasdelaspiezasprocedíandenuestroyacimientodeXian.Los

chinosmedesignaronparaqueactuaradeenlace.Conozcoabastantegente.—

Apesardequelehabíanquitadolosalambres,movíalamandíbulacon

precaución;acompañabasuspalabrasunzumbidosordoqueleresonabaenlos

oídos.

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Flaviasepusoahablarporella,explicando:

—LaexposiciónsepresentóprimeroenNuevaYorkydeallípasóa

Londres.BrettfueaNuevaYorkparalainauguraciónyvolvióparalaclausura.

56

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaTeníaquedisponereltransporteaLondres.
Peroantesdelainauguraciónen

LondreslallamarondeChinaporquehabíaocurridoalgoenlaexcavación.—

MiróaBrettypreguntó—:¿Quépasó,cara?

—Eltesoro.

Alparecer,estobastópararefrescarlamemoriaaFlavia.

—Habíandespejadoelpasadizodelacámarafuneraria,yllamaronaBrett

aLondresyledijeronquedebíavolverparasupervisarlaexcavacióndela

tumba.

—¿Quiénseencargódemontarlaexposiciónaquí,enVenecia?

EstavezcontestóBrett.

—Meencargabayo,regresédeChinatresdíasantesdequeseclausurara

en Londres. Y viajé hasta Venecia con las piezas. —Cerró los ojos, y Brunetti
pensóqueestabafatigadadetantohablar,perolosabrióenseguiday

prosiguió—:Memarchéantesdequelaexposiciónseclausurara,yellosse

encargarondeenviarlaspiezasaChina.

—¿Ellos?—preguntóBrunetti.

BrettmiróaFlaviaantesdecontestar:

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—Estaban aquí el dottor Semenzato y mi ayudante, que vino de China para
desmontarlaexposiciónyenviarlotododevuelta.

—¿Ustednoestaba?

EllavolvióamiraraFlaviaantesderesponder:

—No;nopudevenir.Nohabíavueltoaverlaspiezashastaesteinvierno.

—¿Cuatroañosdespués?—preguntóBrunetti.

—Sí—respondióella,yagitóunamanocomosielademánhubierade

ayudarlaaexplicarlo—.Duranteelviajederegreso,elcargamentoquedó

retenido.YotravezalllegaraPekín.Culpadelpapeleo.Fueapararaun

almacéndeaduanasdeShanghaiyallíestuvodosaños.LaspiezasdeXianno

llegaronhastahacedosmeses.—Brunettiobservócómoelegíalaspalabras

cuidadosamenteparaexplicarlo—:Peronoeranlasmismas.Erancopias.Noel

soldadonilacotademalladejade,queeranlosoriginales,sinolascerámicas.

Medicuentaperonopodíademostrarlohastaquehicieralaspruebas,yen

Chinanodisponíadelosmediosnecesarios.

Brunetti,porlamiradaofendidaquelehabíalanzadoLele,sabíaqueno

debíapreguntarcómohabíadescubiertoellaquelaspiezaseranfalsas.Losabía,
sencillamente.Yaquenopodíapreguntarelcómo,preguntaría,porlomenos,

elcuánto.

—¿Cuántaseranlaspiezasfalsas?

—Tres.Quizácuatroocinco.SólodelyacimientodeXian,dondeyoestoy.

—¿Ylasotraspiezasdelaexposición?

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—Nolosé.ÉsanoespreguntaquepuedahacerseenChina.

Flaviaseguíalaconversaciónmirandoaunoyotromientrashablaban,sin

mostrarsorpresa,deloquesededucíaqueyaestabaenterada.

—¿Quéhahechousted?—preguntóBrunetti.

57

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Hastaahora,nada.

Brunettisedijoque,puestoquelaconversaciónteníalugarenunhospitalyellale
hablabaconloslabiostumefactos,talrespuestanopodíaserdeltodoexacta.

—¿Aquiénselohadicho?

—SóloaSemenzato.LeescribídesdeChinahacetresmesesquevariasde

laspiezasrecibidaseranfalsas.Ledijequequeríahablarconél.

—¿Yélquérespondió?

—Nada.Nocontestómicarta.Esperétressemanasytratédellamarpor

teléfono,peronoesfácil,desdeChina.Asíquevineparahablarconél.

¿Así,sinmás?¿Comonopuedescomunicarporteléfono,tesubesaun

aviónyatraviesasmediomundoparahablarconunapersona?

Comosilehubieraleídoelpensamiento,elladijo:

—Setratademireputación.Soyresponsabledeesaspiezas.

AquíintervinoFlavia.

—EsaspiezaspuedenhabersidosustituidasenChina.Notieneporqué

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haberocurridoaquí.Ynosetepuedehacerresponsabledeloqueocurriera

cuandollegaronallí.—HabíaanimadversiónenlavozdeFlavia,yaBrunettile
parecióinteresantequesemostraracelosanadamenosquedeunpaís.

SutononopasóinadvertidoaBrett,querespondióásperamente.

—Noimportadóndeocurriera;loqueimportaesqueocurrió.

ParacrearunadistracciónyrecordandoloqueLelehabíadichosobrelo

quees«saber»siunacosaesfalsaoauténtica,Brunetti,elpolicía,preguntó:

—¿Tienepruebas?

—Sí—empezóBrett,conlavozmásroncaquecuandoélhabíallegado.

Flavia,aloírla,interrumpiólaconversaciónvolviéndosehaciaBrunetti.

—Creoqueyaessuficiente,dottorBrunetti.

ÉlmiróaBrettytuvoquedarlelarazón.Loshematomasdelacara

parecíanahoramásoscurosyellaestabamáspostradaquecuandoélhabía

entrado.Brettlesonrióycerrólosojos.

Élnoinsistió.

—Losiento,signora—dijoaFlavia—.Detodosmodos,estonopuede

esperar.

—Porlomenos,hastaqueestéotravezencasa—dijoFlavia.

ÉlmiróaBrett,buscandosuopinión,peroelladormía,conlacabeza

ladeadaylabocaabierta.

—¿Mañana?

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Flaviaparecíareaciaperoalfinaccedió:

—Sí.

Élselevantóytomóelabrigodelrespaldodelasilla.Flaviafueconélhastala
puerta.

58

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Noestápreocupadasóloporsureputación,¿sabe?—dijo—.Yonolo

entiendo,peroparaellaesmuyimportantequeesaspiezasvuelvanaChina—

terminómoviendolacabezaconevidenteperplejidad.

SiendoFlaviaPetrelliunadelasmejorescantanteseintérpretesdramáticas

delmomento,Brunettisabíaqueeraimposibleadivinarcuándohablabala

actrizycuándo,lamujer.Suponiendoqueahoraerasincera,respondió:

—Losé.Yesunadelasrazonesporlasquequieroaclararesto.

—¿Ylasotrasrazones?—preguntóellaconsuspicacia.

—No trabajaría mejor si lo hiciera por motivos personales, signora —dijo él,
poniendofinconestaspalabrasalabrevetreguaqueamboshabíanmantenido.

Se puso el abrigo y salió de la habitación. Flavia se quedó quieta, mirando a
Brett,luegovolviójuntoalacama,sesentóensusillayotravezsepusoamirar
losbocetos.

59

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta8

Alsalirdelhospital,Brunettivioqueelcielosehabíacubiertoyhabía

entrado en la ciudad un fuerte viento del Sur. Se notaba en el aire una humedad

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quepresagiaballuvia,loquesignificabaquequizáaquellanochelosdespertara
el bramido estridente de las sirenas. Él aborrecía el acqua alta con todo el
encono de los venecianos, y ya se indignaba al pensar en los turistas que se
apiñarían en las pasarelas boquiabiertos, riendo, señalando, haciendo fotos y
cortando el paso a la gente que tenía que ir a trabajar o hacer la compra y no
deseaba sino verse otra vez cuanto antes en sitio seco, lejos del trastorno, la
suciedad y la irritación general que las aguas imparables traían a la ciudad. Él
calculabaque,ensurecorridohabitual,sóloencontraríaaguaalcruzarelcampo
San Bartolomeo, al pie del puente de Rialto. Afortunadamente, la zona que
rodeaba la questura estaba relativamente alta y no la afectaban sino las peores
inundaciones.

Brunettisesubióelcuellodelabrigoyagachólacabezasintiendoel

empujóndelvientoenlaespalda;ahoralepesabanohabersepuestoun

pañueloalcuelloaquellamañana.Cuandocruzabapordetrásdelaestatuade

Colleoni, a sus pies se estrellaron en el pavimento los primeros goterones. La
únicaventajadelvientoeraquehacíaquelalluviacayeramuyendiagonal,con
loqueunladodelaestrechacallequedabaprotegidaporlosalerosdelascasas.

Losquehabíansidomásprecavidosqueélllevabanparaguasycaminabanbien

protegidos,sinpreocuparsedelosviandantesmenosafortunadosquetenían

quedesviarseoagacharseparasortearlos.

Brunetti llegó a la questura con los hombros del abrigo calados y los zapatos
empapados.Ensudespacho,sequitóelabrigoylopusoenunaperchaque

colgó de la barra de la cortina, encima del radiador. Quien mirara la ventana
desdeelotroladodelcanalquizácreyeraveraunhombrequesehabía

ahorcado en su despacho. Si el observador trabajaba en la questura, su primer
impulsoseríacontarlospisos,paraversiaquéllaeralaventanadePatta.

Encimadelamesa,Brunettiencontróunaúnicahojadepapel,uninforme

delaInterpoldeGinebraquedecíaquenoteníanfichaniinformaciónacercade

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FrancescoSemenzato.Debajodeltextopulcramentemecanografiadohabíaunas

palabrasmanuscritas:«Circulanrumores,nadaconcreto.Preguntaréporahí.»Y

alpie,ungarabatoenelquereconociólafirmadePietHeinegger.

60

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaAmediatardesonóelteléfono.EraLele,que
decíaquehabíapodidohablar

convariosamigos,incluidoeldeBirmania.Ningunosehabíamostrado

dispuestoadeciralgoconcretodeSemenzato,peroLelehabíadeducidoque

existíalaimpresióndequeeldirectordelmuseoestabainvolucradoenel

negociodeantigüedades.Noencalidaddecompradorsinodevendedor.Uno

desusinformantesteníaentendidoqueSemenzatohabíainvertidoenuna

tiendadeantigüedades,peronosabíamás,ignorabadóndeestabayquién

pudieraserelpropietariooficial.

—Esoapuntaaunconflictodeintereses—dijoBrunetti—.Comprarobjetos

alsociocondinerodelmuseo.

—Noseríaelúnico—musitóLele,peroBrunettiprefiriónodarsepor

enteradodelcomentario—.Yotracosa—agregóelpintor.

—¿Qué?

—Cuandohablédeunrobodeobrasdearte,unomedijoquehabíaoído

hablardeuncoleccionistamuyimportantedeVenecia.

—¿Semenzato?

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—No—respondióLele—.Nolopregunté,perocomoessabidoqueme

intereso por él estoy seguro de que, de tratarse de Semenzato, mi amigo me lo
hubieradicho.

—¿Dijoquiénera?

—No.Nolosabía.Perocorreelrumordequesetratadeuncaballerodel

Sur.—Lelelodijocomosileparecieraimposiblequeuncaballeropudieraser
delSur.

—¿Perodenombres,nada?

—No,Guido.Detodosmodos,seguirépreguntando.

—Muchasgracias.Teestoymuyagradecido,Lele.Esonopodríahacerlo

yo.

—Desdeluego—dijoLelellanamente.Y,sinmolestarseendecir«nohayde

qué»,terminóconun—:Sihayalgomás,yatellamaré—ycolgó.

Brunetti,considerandoqueyahabíatrabajadolosuficienteporaquella

tardeydeseandoevitarquelallegadadelacquaaltalopillaraaesteladodela
ciudad,sefueprontoacasaytuvodoshorasdequietudysoledadantesdeque
Paolallegaradelauniversidad.Veníachorreandoporquelalluviahabía

arreciadoyalentrardijoquehabíautilizadolacitaymencionadolaimaginaria
fuente,peroaunasíeltemiblemarchesehabíaconseguidoestropearelefecto,al
sugerirqueunescritorcomoJames,alqueseatribuíatanbuenareputación,

hubierapodidoahorrarseredundanciastanbanales.Mientraslaescuchaba,

Brunettidescubrióconsorpresalomuchoquedurantelosúltimosmeseshabía

llegadoaaborreceraestechicoalquenohabíavistonunca.Comocasisiempre,
lacomidayelvinodisiparonelmalhumordePaola,ycuandoRaffiseofrecióa
fregarlosplatos,ellasemostróplenamentecontentaysatisfecha.

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Alasdiezyaestabanenlacama,ella,profundamentedormidaanteuna

muestradeescrituraestudiantilespecialmentedesafortunadayél,enfrascado61

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaenunanuevatraduccióndeSuetonio.Había
llegadoalpasajequedescribíaa

losniñosquenadabanenlapiscinadeTiberioenCapricuandosonóelteléfono.

Pronto—contestó,conlaesperanzadequenofueraunasuntodela

policíaperoconscientedeque,alasoncemenosdiez,nopodíaserotracosa.

—Comisario,aquíMonico.—BrunettirecordóqueelsargentoMonicotenía

elturnodenocheaquellasemana.

—¿Quéhay,Monico?

—Creoquehahabidounasesinato.

—¿Dónde?

PalazzoDucale.

—¿Quién?

—Eldirector.

—¿Semenzato?

—Sí,señor.

—¿Quéhaocurrido?

—Pareceunatraco.Lamujerdelalimpiezalohaencontradohaceunos

diezminutosyhabajadogritandoalosguardias.Elloshansubidoaldespacho,lo
hanvistoynoshanllamado.

—¿Quéhanhechoustedes?—Brunettipusoellibroenelsueloalladodela

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camayempezóabuscarlaropaconlamirada.

—Hemos llamado al vicequestore Patta, pero su esposa nos ha dicho que no
estaba y que no sabía cómo localizarlo. —Cualquiera de las dos cosas, se dijo
Brunetti,podíasermentira—.Entonceshedecididollamarleausted.

—¿Lehandichoalgomáslosguardias?

—Sí,señor.Elquehallamadohadichoquehabíamuchasangreyque

parecíaquelehabíangolpeadoenlacabeza.

—¿Yaestabamuertocuandoloviolamujerdelalimpieza?

—Creoquesí,señor.Elguardiadijoquecuandoellossubieronlo

encontraronmuerto.

—Estábien—dijoBrunetti,apartandolaropadelacama—.Voyparaallá.

Envíeaquientengadisponible.¿Quiénhayestanoche?

—Vianello,señor.Estabadeguardiaconmigoenelturnodenocheyha

salidoparaallánadamásrecibirselallamada.

—Bien.LlamealdottorRizzardiydígalequenosveremosallí.

—Sí,señor,ibaallamarleahoramismo.

—Bien—dijoBrunettihaciendogirarelcuerpoyponiendolospiesenel

suelo—.Llegaréenunosveinteminutos.Necesitamosaunequipoparalas

fotosylashuellas.

—Sí,señor.AvisaréaPaveseyaFoscoloencuantohableconeldottor

Rizzardi.

—Deacuerdo.Veinteminutos—dijoBrunettiycolgó.¿Esposiblesentirse

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horrorizadoynosorprendido,apesardetodo?Unamuerteviolenta,sólo

cuatrodíasdespuésdequeBrettfueraatacadaconunabrutalidadsimilar.

62

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaMientrassevestíayseatabaloscordonesde
loszapatos,Brunettiseexhortabaanosacarconclusionesprecipitadas.Dandola
vueltaalacama,seacercóa

Paola,seinclinóylasacudióligeramenteporelhombro.

Ellaabriólosojosylomiróporencimadelasgafasqueaúnnohacíaun

añoqueusabaparaleer.LlevabaunaraídabatadefranelacompradaenEscocia
diezañosantes,y,encima,uncárdiganirlandéstejidoamanoquesuspadresle
habíanregaladounaNavidadnomenoslejana.Alverlaasí,mirándoloconojos
miopes,momentáneamentedesorientadaalsersacadadesuprimersueñocon

brusquedad, le recordó a las mujeres sin techo de mirada extraviada que en las
noches de invierno se refugiaban en la estación del tren. Sintiéndose como un
traidor por pensar eso, se inclinó más aún entrando en el círculo de luz de la
lámparadelecturaylediounbesoenlafrente.

—¿Laimperiosallamadadeldeber?—preguntóella,inmediatamente

despierta.

—Sí.Semenzato.Lamujerdelalimpiezalohaencontradoensudespacho

delpalazzoDucale.

—¿Muerto?

—Sí.

—¿Asesinado?

—Esoparece.

Ellasequitólasgafasylaspusoencimadelospapelesesparcidossobrela

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colcha.

—¿Hasenviadoaunagentealahabitacióndelaamericana?—preguntó,

dejandoqueélhallaralalógicadesurápidadeducción.

—No—reconocióél—,peroloenviaréencuantolleguealpalazzo.Nocreoque
ésossearriesguenamataradosunamismanoche,detodosmodos,

enviaréaunhombre.—Conquéfacilidad«ésos»habíancobradocuerpo,

creadosporsupropiaresistenciaacreerenlacasualidadyporlaresistenciade
Paolaacreerenlabondadhumana—.¿Quiénhallamado?

—Monico.

—Bien—dijoella.Elnombreleerafamiliar,conocíaalhombre—.Si

quieres,lellamaréylediréesodelagente.

—Gracias.Nomeesperesdespierta.Estollevarátiempo.

—Yestotambién—dijoellaechandoelcuerpohaciaadelantepararecoger

lospapeles.

Élvolvióaagacharseyestavezlabesóenloslabios.Ellaledevolvióelbeso
convirtiéndoloenunbesodeverdad.Élseenderezóyellalosorprendióal

abrazarseasucinturayhundirlacaraensuestómago.Dijounaspalabras

ahogadasqueélnocomprendió.Suavementeleacaricióelpelo,peroestaba

pensandoenSemenzatoycerámicaschinas.

Ellalosoltó,alargólamanohacialasgafasymientrasselasponíadijo:

—Noolvidesllevartelasbotas.

63

background image

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta9

CuandoelcomisarioBrunettidelapolicíadeVeneciallegóalescenariodel

asesinatodeldirectordelmuseomásimportantedelaciudad,llevabaenla

manoderechaunabolsadeplásticoblancaconelnombredeunsupermercado

enletrasrojas.Dentrodelabolsahabíaunpardebotasdegomanegrasdel

cuarentaydoscompradasenStandatresañosantes.Loprimeroquehizoal

llegar al cuarto de los guardias, situado al pie de la escalera que conducía al
museo,fuedejarlabolsa,diciendoalhombrequeestabaallíquelarecogeríaal
salir.

Elguardia,dejandolabolsaalladodelamesa,dijo:

—Arribaestáunodesushombres,comisario.

—Bien.Luegovendránmás.Ytambiénelforense.¿Alguiendelaprensa?

—No,señor.

—¿Ylamujerdelalimpieza?

—Hantenidoquellevarlaasucasa.Nohacíamásquellorardesdequevio

laescena.

—¿Tanfuertees?

Elguardiamoviólacabezaafirmativamente.

—Haymuchasangre.

Unaheridaenlacabeza,recordóBrunetti.Sí,debíadehabermuchasangre.

—Lamujerarmarárevuelocuandollegueasucasayesoquieredecirque

alguien llamará a Il Gazzetino y vendrán periodistas. Procure mantenerlos aquí

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abajo,porfavor.

—Lointentaré,comisario,peronosésiloconseguiré.

—Quenosuban—dijoBrunetti.

—Sí,señor.

Brunettimiróhaciaelfondodellargocorredordondeseveíaelarranque

deunaescalera.

—¿Eldespachoesporahí?

—Sí,señor.Arriba,alaizquierda.Yaverálaluzalfinaldelpasillo.Creoqueen
eldespachoestásuagente.

Brunettidiomediavueltaysealejóporelpasillo.Elecodesuspasos

reverberabatétricamenteenlasparedesyenlaescaleradelfondoyvolvíaaél.

Elfrío,elpenetrantefríohúmedodelinvierno,sefiltrabadesdeelsueloylas64

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta paredes de ladrillo del corredor. A su
espalda, oyó un golpe seco de metal en piedra, pero no sonó ninguna voz, y él
siguiópasilloadelante.Labruma

nocturnahabíadepositadounaresbaladizaláminadecondensaciónenlos

anchospeldañosdepiedraqueahorapisaba.

Alllegararriba,fuehacialaizquierda,guiándoseporlaluzquesalíade

unapuertaabiertaalextremodelpasillo.Amitaddecamino,gritó:

—¿Vianello?

Almomentoaparecióelsargentoenlapuerta,conunabrigodelanagruesa

delqueasomabanunasbotasdegomaamarillorabioso.

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Buona sera, signore —dijo levantando una mano en un saludo mitad oficial
mitadsocial.

Buonasera,Vianello.¿Cómoestáeso?

LacurtidacaradeVianellopermanecióimpasiblealcontestar:

—Bastantemal,comisario.Alparecer,hubolucha:eldespachoestá

revuelto, sillas volcadas, lámparas destrozadas. Era corpulento, por lo que yo
diría que han tenido que ser dos. Pero es sólo una primera impresión. Los del
laboratoriopodrándecirnosmás.—Diounpasoatrásparadejarpasara

Brunetti.

EraloquehabíadichoVianello:unalámparadepiehabíabasculadohacia

adelanteychocadocontralamesasembrándoladelosfragmentosdesu

pantalla de cristal; detrás del escritorio, un sillón estaba tumbado de lado y
delante,unaalfombradesedasehabíafruncidoysulargoflecoestaba

enredadoeneltobillodelhombrequeyacíaenelsueloasulado.Elcaído

estabadebruces,conunbrazodebajodelcuerpoyelotroextendidohacia

adelanteconlamanoabiertaylapalmahaciaarriba,comosiyaestuviera

pidiendoclemenciaenlaspuertasdelcielo.

Brunettimirólacabezaconsugrotescaaureoladesangreydesvióla

miradarápidamente.Perodondequieraqueposaralosojosveíasangre:gotas

enlamesa,unfinoregueroqueibadelamesaalaalfombraycubriendoun

ladrilloazulcobaltoqueestabaenelsueloamediometrodelmuerto.

—ElguardiadeabajohadichoqueeseldottorSemenzato—explicó

VianelloenmediodelsilencioqueemanabadeBrunetti—.Laseñoradela

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limpiezalohaencontradoaesodelasdiezymedia.Eldespachoestabacerrado
porfuera,peroellatienellaveyhaentradoalimpiaryacerciorarsedequelas
ventanasestuvierancerradas,ylohaencontradoasí.

Brunettiseguíasindecirnada,sóloseacercóaunadelasventanasymiró

al patio del palazzo Ducale. Todo estaba en calma; las estatuas de los gigantes
seguíancustodiandolaescalera,nilasombrahuidizadeungatoturbabala

escenabañadaporlaluna.

—¿Cuántohacequehallegado?—preguntóBrunetti.

Vianellosesubiólabocamangaparamirarelreloj.

65

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Dieciochominutos.Lehebuscadoelpulso,peroyanolelatía,yestaba

frío.Yodiríaquellevabamuertoporlomenosunpardehoras,peroesoel

médiconoslodiráconmásexactitud.

Hacialaizquierda,Brunettioyóunasirenaquerompíaelsilenciodela

noche,yduranteunmomentopensóqueeraelequipodellaboratorioque

llegabanenlanchahaciendoelidiota.Perolasirenasubiódetono,suinsistente
aullido se hizo más agudo y estridente y luego, lentamente fue bajando hasta la
notaprimitiva.EralasirenadeSanMarcoqueadvertíaalaciudaddormida

quelasaguasestabansubiendo:habíaempezadoelacquaalta.

Losdoshombresdelequipodellaboratorio,cuyallegadarealhabía

quedadocamufladaporlasirena,dejaronsusaparatosenelpasillo,delantedel
despacho.Pavese,elfotógrafo,asomólacabezaymiróalhombrequeestabaen
el suelo. Sin mostrarse afectado por lo que veía, preguntó alzando la voz para
hacerseoírsobrelasirena:

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—¿Quiereunaseriecompleta,comisario?

Brunetti se volvió de espaldas a la ventana al oír la voz y fue hacia el recién
llegado,procurandonoacercarsealcadáverantesdequefuerafotografiadoyel
suelodealrededor,rastreadoenbuscadefibras,cabellososeñalesde

rozaduras.Ignorabasiestaprecauciónserviríadealgo:demasiadaspersonasse
habíanacercadoyaalcadáverdeSemenzatoyelescenariodebíadeestar

contaminado.

—Sí,yencuantotermineconlasfotos,veansihayfibrasopelos.Luego

echaremosunvistazo.

Pavesenomostróirritaciónporquesusuperiorleordenarasemejante

obviedadypreguntó:

—¿Quieredelacabezaunaserieaparte?

—Sí.

Elfotógrafoseaplicóaprepararsusaparatos.Foscolo,elotromiembrodel

equipo,yahabíamontadoelpesadotrípodesobreelqueahorafijabalacámara.

Pavese,encuclillas,revolvíaensumaletaentrecarretesdepelículaydelgados
paquetesdefiltroyporfinsacóunflashportátildelquependíaungruesocable
eléctrico.EntregóelflashaFoscoloylevantóeltrípode.Surápidaojeada

profesionalalcadáverlehabíabastado.

—Luca,haréunpardefotosdetodalahabitacióndesdeaquíyluegodesde

elotrolado.Debajodelaventanahayunenchufe.Cuandotengamoslastomas

de toda la habitación, nos situaremos ahí, entre la ventana y la cabeza. Quiero
varíasfotosdetodoelcuerpo,luegousaremoslaNikonparahacerlacabeza.

Meparecequeesmejorelánguloizquierdo.—Reflexionóunmomento—.No

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necesitamosfiltros.Paralasangrenosbastaelflash.

BrunettiyVianelloesperabanfuera,juntoalapuertadelaquebrotabael

resplandorintermitentedelflash.

—¿Leparecequehanusadoelladrillo?—preguntóVianelloalfin.

Brunettiasintió.

66

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Yahavistocómotienelacabeza.

—Hanqueridoasegurarsebien,¿eh?

BrunettirecordólacaradeBrettyapuntó:

—Oquizáseaquelesgustahacereso.

—Nolohabíapensado—dijoVianello—.Supongoqueesposible.

Minutosdespués,Paveseasomólacabeza.

Dottore,hemosterminadoconlasfotos.

—¿Cuándolastendrálistas?—preguntóBrunetti.

—Estatarde,aesodelascuatro,diríayo.

LarespuestadeBrunettidandoconformidadaesteplazofueinterrumpida

por la llegada de Ettore Rizzardi, medico legale, venido en representación del
Estadoparadeclararloevidente,queelhombreestabamuerto,ysugerirla

probablecausadelamuerte,queenestecasonoseríadifícildeterminar.

AligualqueVianello,calzababotasdegoma,perolassuyaserandeun

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sobrionegroysólollegabanhastaelbordedelabrigo.

—Buenasnoches,Guido—dijoalentrar—.Elguardiadeabajomehadicho

quesetratadeSemenzato.—CuandoBrunettiasintió,elmédicopreguntó—:

¿Quéhapasado?

Enlugarderesponder,BrunettisehizoaunladoparaqueRizzardi

pudieraverlaforzadaposturadelcuerpoylosmanchonesysalpicadurasde

sangre.Lostécnicoshabíanempezadosutrabajo,yyaunascintasamarillovivo
rodeabandosrectángulosdeltamañodeunaguíatelefónica,enlosquese

apreciabanlevesrozaduras.

—¿Yasepuedetocar?—preguntóBrunettiaFoscolo,queesparcíaunpolvo

negroenlasuperficiedelamesadeSemenzato.

Eltécnicointercambióunamiradaconsucompañero,queahoraponíala

cintaalrededordelladrilloazul.Paveseasintió.

Rizzardifueelprimeroenacercarsealcadáver.Dejóelmaletínenunasilla,lo
abrióysacóunpardeguantesdefinocaucho.Selospuso,seagachóalladodel
cuerpoyalargólamanohaciaelcuellodelhombre,peroalverlasangrequele
cubríalacabezacambiódeideaybuscólamuñecadelbrazoextendido.

Lacarnequetocóestabafríaylasangrequecontenía,paralizadaparasiempre.

Automáticamente,Rizzardisesubióelalmidonadopuñodelacamisaymiróel

reloj.

Nohabíaquebuscarmuchoparahallarlacausadelamuerte:habíados

hendidurasprofundasenelparietaly,alparecer,unaterceraenlafrente,

aunqueéstaestabaparcialmentecubiertaporelcabellodeSemenzatoquelos

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impactosmortaleshabíanhechocaerhaciaadelante.Alinclinarsemásaún,

Rizzardidescubrióesquirlasdehuesodentrodeunadelashendiduras,detrásde
laoreja.

Rizzardisepusoderodillasenbuscadeunamayorestabilidadypasóuna

manopordebajodelcuerpoparaponerlobocaarriba.Ahoraseveíalatercera67

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta hendidura, rodeada de tejido tumefacto y
amoratado.Rizzardilevantóprimero

unaydespuésotradelasmanosdelmuerto.

—Fíjateenesto,Guido—dijomostrandoeldorsodelamanoderecha.

BrunettisearrodillóalladodelmédicoparaexaminarlamanodeSemenzato.

Teníalosnudillosdesolladosyundedohinchadoydobladohaciaunlado,conla
falangerota—.Hatratadodedefenderse.—Midióelcuerpoconlamirada—.

¿Quéestaturateparecequetendría?

—Unonoventa,desdeluegomásaltoquecualquieradenosotros.

—Ytambiénmásrobusto.Habránsidodoshombres.

Brunettihizoungruñidodeasentimiento.

—Yodiríaquelosgolpeshanvenidodedelante,quenolehanpilladopor

sorpresay,muchomenos,siseloshandadoconeso—dijoRizzardiseñalando

elladrilloazuleléctricoqueestabadentrodesurectángulodecinta,amenosde
unmetrodelcadáver—.¿Nadiehaoídoruido?

—Abajo,enelcuartodelosguardiashayuntelevisor—respondió

Brunetti—.Cuandoyohellegadonoestabaencendido.

—Esnatural—dijoRizzardiponiéndoseenpie.Sequitólosguantesylos

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metiódescuidadamenteenelbolsillodelabrigo—.Esoestodoloquepuedo

hacerestanoche.SitushombresmelollevanaSanMichele,mañanaporla

mañanaloexaminarémásdespacio.Perocreoqueestábastanteclaro.Tres

fuertesgolpesenlacabezaconelcantodeeseladrillo.Noharíafaltamás.

Vianello,quehabíapermanecidocalladodurantetodalaconversación,

preguntódepronto:

—¿Habrásidorápido,dottore?

Rizzardi,antesdecontestar,miróelcadáver.

—Dependededóndelehayangolpeadoprimero.Ydelafuerzadelgolpe.

Es posible que se les haya resistido, pero no durante mucho tiempo. Miraré si
tiene algo en las uñas. Yo supongo que habrá sido rápido, pero veremos lo que
encontramos.

VianelloasintióyBrunettidijo:

—Gracias,Ettore.Estamismanochemeencargarédeltraslado.

—Peronoalhospital,recuerde.ASanMichele.

—Desdeluego—respondióBrunetti,preguntándosesiestainsistenciase

debíaaalgúnnuevoepisodiodelabatallaqueelmédicoteníaentabladaconlos
directoresdelOspedaleCivile.

—Entoncesbuenasnoches,Guido.Esperopoderdecirlealgomañanaa

primerahoradelatarde,peronocreoquehayasorpresas.

Brunettiasintió.Lascausasfísicasdeunamuerteviolentararamente

revelabansecretos:éstoshabíaquebuscarlosenelmóvil.

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RizzardiyVianellosesaludaronconunmovimientodecabezayeldoctor

diomediavueltaparamarcharse.Entonces,derepente,sevolvióamirarlos

piesdeBrunetti.

—¿Nollevabotas?—preguntó,visiblementepreocupado.

68

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Lashedejadoabajo.

—Menosmalquelashatraído.Alvenir,enlacalledellaMandola,elagua

yamellegabaporlostobillos.Esosmalditosvagosaúnnohabíanpuestolas

pasarelas,asíquevoyatenerquedarlavueltaporRialtoparallegaracasa.

Ahoramellegaríaporlasrodillas.

—¿PorquénotomaelUnohastaSant'Angelo?—sugirióBrunetti.Sabía

queRizzardivivíaalladodelCinemaRossiniydesdeestaparadadelvapor

podría llegar a casa sin tener que pasar por la calle della Mandola, una de las
zonasmásbajasdelaciudad.

Rizzardimiróelrelojehizouncálculorápido.

—No.Elpróximopasadentrodetresminutos.Nollegaría.Yluego,aestas

horasdelanoche,tendríaqueesperarveinteminutos.Prefieroirapie.Además,

¿quiénsabesisehabránmolestadoenponerlapasarelaenlaPiazza?—

Empezóaandarhacialapuerta,perosufurorporesteúltimodelosmuchos

inconvenientesdevivirenVenecialehizovolversobresuspasos—.

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Deberíamoselegiraunalcaldealemán.Asílascosasfuncionarían.

Brunettisonrió,dijobuenasnochesyescuchócómolasbotasdelmédicose

alejabanchasqueandoenlaslosasdelcorredorhastaqueseextinguióelsonido.

—Comisario,iréahablarconlosguardiasyaecharunvistazoporabajo—

dijoVianellosaliendodeldespacho.

BrunettiseacercóalescritoriodeSemenzato.

—¿Haterminadoconesto?—preguntóaPavese.Eltécnicotrabajabaahora

sobreelteléfono,quehabíaidoapararalotroextremodelahabitación,

arrojadocontantafuerzacontralaparedquehabíahechosaltaruntrozodelyeso
antesdehacersepedazoscontraelsuelo.

PavesemoviólacabezaafirmativamenteyBrunettiabrióelprimercajón.

Lápices,bolígrafos,unrollodecintaadhesivatransparenteyunacajitade

pastillasdementa.

Elsegundocajónconteníaunestuchedepapeldecartasconelnombreyel

títulodeSemenzatoyelnombredelmuseoenelmembrete.Brunettiobservó

queelnombredelmuseoestabaimpresoenuntipodeletramáspequeño.

Enelcajóndeabajohabíavariascarpetasdecartulina,queBrunettipuso

encimadelamesa.Abriólaprimerayempezóaexaminarsucontenido.

Quinceminutosdespués,cuandolostécnicoslegritarondesdeelotro

extremodelahabitaciónqueyahabíanterminado,Brunettinosabíade

Semenzatomuchomásquecuandollegó,perohabíaaveriguadoqueelmuseo

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tenía el proyecto de montar dentro de dos años una gran exposición de dibujos
renacentistas,yhabíaconcertadoimportantespréstamosdeobrasconmuseos

deCanadá,AlemaniayEstadosUnidos.

Brunettivolvióaguardarlascarpetasycerróelcajón.Cuandolevantóla

mirada,vioenlapuertaaunhombrebajoyfornidoquellevabaunaparka

desabrochadaencimadeunabatablancadehospitalycalzabaaltasbotasde

goma.

69

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—¿Hanterminadoconesto,comisario?—preguntóelreciénllegado,

señalandoelcadáverdeSemenzatoconunvagomovimientodelacabeza.

Mientraslodecía,asuladoaparecióotrohombre,vestidoycalzadodemodo

similar,queacarreabasobreelhombrounacamilladelonaenrolladaconla

mismanaturalidadquequienllevaunparderemos.

UnodelostécnicosasintióparaconfirmarqueasíerayBrunettidijo:

—Sí.Yapuedenllevárselo.DirectamenteaSanMichele.

—¿Alhospitalno?

—No.EldottorRizzardihadichoqueaSanMichele.

—Sí,señor—dijoelhombreencogiéndosedehombros.Detodosmodos,

cobrabantiempoextra,ySanMicheleestabamáslejosqueelhospital.

—¿HanvenidocruzandolaPiazza?—preguntóBrunetti.

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—Sí,señor.Tenemoslalanchajuntoalasgóndolas.

—¿Cuántohasubido?

—Yodiríaqueunostreintacentímetros.PeroenlaPiazzaestánpuestaslas

pasarelas,demodoquenonoshacostadomuchollegarhastaaquí.¿Hacia

dóndeva,comisario?

—HaciaSanSilvestro—respondióBrunetti—.Megustaríasabercómoestá

lacalledeiFuseri.

Elsegundoasistente,másaltoymásdelgadoquesucompañero,conpelo

rubioyrizadoasomandobajosugorradeservicio,respondió:

—SiempreestápeorquelaPiazza,ynohabíapasarelacuandopaséporallí

hacedoshorascaminodeltrabajo.

—PodríamossubirporelGranCanalydejarloenSanSilvestro—seofreció

elprimerosonriendo.

—Esmuyamable—dijoBrunettidevolviéndolelasonrisayconsciente,lo

mismoqueellos,dequecorríaeltiempoextra—.Perotengoquepasarporla

questura—mintió—.Yhetraídobotas.—Estoeraverdad,pero,aunquenolas
hubieratraído,tambiénhubierarechazadoelofrecimiento.Nolegustabala

compañíadelosmuertosypreferíadestrozarunoszapatosaviajarconun

cadáver.

EntoncesentróVianelloydijoquenohabíaaveriguadonadanuevodelos

guardias.Unohabíareconocidoqueestabanenelcuartoviendolatelevisión

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cuandolamujerdelalimpiezabajólaescaleragritando.Yaquellaescalera—le
aseguróVianello—eraelúnicoaccesoaestazonadelmuseo.

Sequedaroneneldespachohastaqueelcuerpofueretiradoyluego

esperaron en el corredor mientras los técnicos cerraban con llave y sellaban la
puerta,paraimpedirlaentradadepersonasnoautorizadas.Loscuatro

hombresbajaronlaescalerajuntosysepararondelantedelapuertaabiertadel
cuartodelosguardias.ElguardiaqueestabaallícuandollegóBrunetti

interrumpió su lectura de Quattro Ruote al oírlos acercarse. Nunca dejaba de
sorprenderaBrunettiqueunapersonaquevivíaenunaciudadsincoches

pudiera leer una revista automovilística. ¿Acaso algunos de sus conciudadanos,
70

DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltarodeadosdemarportodaspartes,soñaban
conloscochesdelmismomodoen

queloshombresqueestánenlacárcelsueñanconmujeres?Enmediodel

silencioabsolutoqueporlanochereinabaenVenecia,ansiabanoírelrugidodel
tráfico y el clarín de los claxons. Quizá, sencillamente, no desearan más que la
comodidaddepoderirencochealsupermercadoy,alregreso,parary

descargarlacompraenlapuertadesucasa,enlugardeacarrearpesadasbolsas
porcallesabarrotadasypuentesarqueadosy,finalmente,subirlosmuchos

tramosdeescaleraque,inevitablemente,parecíanformarpartedelavidade

todoslosvenecianos.

Elhombre,alreconoceraBrunetti,dijo:

—¿Quieresusbotas?

—Sí.

ElguardiasacólabolsablancadedebajodelamesaylatendióaBrunetti,

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quelediolasgracias.

—Sanasysalvas—dijoelguardiasonriendo.

Eldirectordelmuseoacababadeserasesinadoagolpesensudespacho,y

suatacantehabíapasadopordelantedelpuestodelosguardiassinservisto,pero
porlomenoslasbotasdeBrunettiestabanindemnes.

71

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta10

ComoeranmásdelasdoscuandoBrunettillegóacasaaquellanoche,ala

mañanasiguientedurmióhastapasadaslasochoynodespertó,yaúna

regañadientes,hastaquePaolalosacudióligeramenteporelhombroyledijoque
tenía el café al lado. Él consiguió resistirse a volver a la realidad durante unos
minutos,peroentoncesolióelcafé,desistióysedecidióaempezareldía.

Paola había desaparecido después de dejarle el café, ejercitando una prudencia
adquiridaconlosaños.

Cuandosehubotomadoelcafé,Brunettiselevantóyseacercóamirarpor

laventana.Lluvia.Yrecordóquelanocheanteslalunaestabacasillena,loque
significaba más acqua alta cuando subiera la marea. Se fue por el pasillo al
cuartodebañoytomóunaduchalarga,tratandodeacumularcalorsuficiente

paratodoeldía.Otravezeneldormitorio,empezóavestirsey,mientrassehacía
elnudodelacorbata,decidióponerseunjerseydebajodelaamericana,porque
lasvisitasqueteníaprevistas,unaaBrettylaotraaLele,leobligaríanairdeun
extremoaotrodelaciudad.Abrióelsegundocajóndelarmadioenbuscadesu
jerseygrisdelambswool.Alnoencontrarlo,buscóeneltercercajónyluegoen
elprimero.Comobuendetective,pensóendóndepodíaestarla

prenda,buscóenlosdoscajonesrestantesyentoncesrecordóquelasemana

anteriorRaffilehabíapedidoprestadoaqueljersey.Estosignificaba—Brunetti

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estabaseguro—queloencontraríahechounovilloenelsuelodelarmariodesu
hijooenelfondodeuncajón.Larecientemejoradelrendimientoacadémicode
suprimogénitonoafectabatodavía,pordesgracia,sushábitosdeordeny

pulcritud.

Brunetti cruzó el recibidor y, puesto que la puerta estaba abierta, entró en la
habitacióndesuhijo.Raffiyahabíasalidoparaelcolegio,peroBrunetti

confiabaenquenosehubierapuestoaqueldíasujersey.Cuantomáslo

pensaba,másdeseabaponérseloymásleirritabaverfrustradoeldeseo.

Abrióelarmario.Chaquetas,camisas,unanorakdeesquíy,enelsuelo,

botas,zapatillasdeportivasyunassandaliasdeverano.Peronoseveíael

jersey.Tampocoestabacolgadodelrespaldodelasillanidelospiesdelacama.

Abrió el primer cajón de la cómoda y encontró un revoltijo de ropa interior. El
segundoconteníacalcetinessueltosyviudos,yalgunos—eradetemer—no

muylimpios.Eltercercajónparecíamásprometedor:unchándalydos

72

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltacamisetasconinscripcionesqueBrunettino
se molestó en leer. Él buscaba su jersey, no propaganda del bosque pluvial.
Apartólasegundacamisetaysu

manoseparalizó.

Debajodelascamisetas,semiescondidasperocondescuido,habíados

jeringuillas en sus envoltorios de plástico estéril. Brunetti sintió cómo se le
acelerabanloslatidosdelcorazónalverlas.

Madre di Dio —dijo en voz alta, y rápidamente volvió la cabeza, temiendo
que Raffi entrara y encontrara a su padre registrándole la habitación. Volvió a
taparlasjeringuillasconlascamisetasycerróelcajón.

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Deimproviso,recordóundomingoporlatardedehacíadiezañosenque

había ido al Lido con Paola y los niños. Raffi, corriendo por la playa, pisó un
trozodebotellaysehizouncorteenlaplantadelpie.YBrunetti,conunnudoen
lagargantaporeldolordesuhijoysupropiaangustiayternura,había

envueltoelpieenunatoallaylohabíallevadoenbrazoscorriendoalolargode
unkilómetrohastaelhospitalqueestabaalextremodelaplaya.Doshoras

habíaesperado,enbañador,heladohastaloshuesosporelmiedoyelaire

acondicionado,hastaquesalióunmédicoyledijoqueelniñoestababien.Seis
puntosyunasemanaconmuletas,peroestababien.

¿QuéhabíaimpulsadoaRaffi?¿Eraélunpadredemasiadosevero?Nunca

habíalevantadolamanoasushijos,ylavoz,muypocasveces;elrecuerdodela
violenciaquehabíaacompañadosupropianiñezhabíabastadoparafrenar

cualquierarrebato.¿Estabaexcesivamenteentregadoasutrabajo,muyabsortoen
losproblemasdelasociedadparapreocuparseporlosdesuspropioshijos?

¿Cuándofuelaúltimavezqueloshabíaayudadoconlosdeberes?¿Ydónde

conseguíaladroga?¿Yquédroga?Dios,quenoseaheroína,cualquiercosa

antesqueeso.

¿Paola?Habitualmente,ellasabíaloquehacíanloschicosantesqueél.

¿Sospechabaalgo?¿Quizálosabíaynolehabíadichonada?Y,sinolosabía,

¿debíaélocultárseloavez,paranopreocuparla?

Extendióelbrazobuscandoelapoyodelcolchónysesentólentamenteen

elbordedelacamadeRaffi.Juntólasmanosylasoprimióconlasrodillas,con
la mirada fija en el suelo. Vianello sabría quién vendía droga en este barrio. Si
VianellosabíaalgodeRaffi,¿selocontaría?Asulado,encimadelacama,

estaba una de las camisas de Raffi. La atrajo hacia sí, hundió en ella la cara y

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aspiróelolordesuhijo,elmismoolorquepercibióeldíaenquePaolavolvió
delhospitalconRaffiyélarrimólacaraalvientredelbebé.Selehizounnudo
enlagargantaynotóenlabocasaborasal.

Estuvomuchoratosentadoenelbordedelacama,recordandoelpasadoy

eludiendopensarenelfuturo.PeroestabaclaroqueteníaquedecírseloaPaola.

Aunqueyahabíareconocidosupropiaculpa,confiabaenqueellalo

tranquilizara,leaseguraraquehabíasidounbuenpadreparasusdoshijos.¿Y

Chiara?¿Losabíaosospechabaella?¿Ohabíaalgomás?Estaidealehizo

73

DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltalevantarseysalirdelahabitacióndejandola
puertaabiertatalcomolahabíaencontrado.

Paolaestabasentadaenelsofádelasala,conlospiesapoyadosenlamesitade
mármol,leyendoelperiódicodelamañana.Esoqueríadecirqueyahabía

salidoalacalleacomprarlo,apesardelalluvia.

Élseparóenlapuertaylaviovolverunapágina.Elradardelosmuchos

añosdematrimoniohizoqueellavolvieralacabeza.

—Guido,¿hacesmáscafé?—preguntó,reanudandolalecturadel

periódico.

—Paola—empezóél.Ellacaptóeltonoybajóelperiódicoalregazo—.

Paola—repitióél,sinsaberloqueteníaquedecirnicómodecirlo—.He

encontradodosjeringuillasenelcuartodeRaffi.

Ellalomiró,esperandoquedijeramás,volvióalevantarelperiódicoy

siguióleyendo.

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—Paola,¿hasoídoloquehedicho?

—¿Hmm?—murmuróella,alzandolacabezaparaleereltitulardelaparte

superiordelapágina.

—DigoqueheencontradodosjeringuillasenelcuartodeRaffi.Estabanen

elfondodeuncajón.—Seacercóaella,conelimpulsodearrancarleel

periódicodelasmanosyarrojarloalsuelo.

—Ya.Ahídebíandeestar—dijoellavolviendolapágina.

Élsesentóenelsofáasuladoy,haciendounesfuerzoparamantenerel

gestotranquilo,pusolapalmadelamanosobreelpapely,lentamente,selobajó
alregazo.

—¿Quéesesodeque«ahídebíandeestar»?—preguntóélconvoztensa.

—Guido—dijoelladedicándoletodasuatenciónahoraqueyanotenía

delanteelperiódico—,¿quétienes?¿Noteencuentrasbien?

Totalmenteinconscientedeloquehacía,élapretóelpuñoestrujandoel

papel.

—TehedichoqueenelcuartodeRaffiheencontradodosjeringuillas,

Paola.Jeringuillas,¿noloentiendes?

Ellalomirófijamente,desconcertada,yentoncescomprendióloqueparaél

significaban las jeringuillas. Se miraban a los ojos, y él vio cómo la madre de
Raffidescubríaquesumaridocreíaqueelhijodeamboseradrogadicto.Apretó
loslabios,abriómucholosojos,echólacabezahaciaatrásyseechóareír.Se
reíaacarcajadasy,ensutransportedehilaridad,sedejócaerdeladoenelsofá.

Seenjugabalaslágrimasperonopodíadejardereír.

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—Oh,Guido—dijotapándoselabocaconlamanoenunvanointentopor

dominarse—.Oh,Guido,no,noesposiblequepienseseso.Drogasno.—Y

vueltaareír.

Duranteunmomento,Brunettipensóqueeralahisteriadelpánico,pero

esoseríaimpropiodePaola.No;lasuyaeraunarisaprovocadaporla

comicidad.Conungestoviolento,élagarróelperiódicoyloarrojóalsuelo.

74

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Esta manifestación de furor la serenó
instantáneamenteyseincorporóenel

sofá.

—Guido.Itarli—dijocomosiestoloexplicaratodo.

¿Tambiénellaestabadrogada?¿Quéteníaqueverconestolacarcoma?

—Guido—repitióPaolaconvozsuave,entonodulce,comosihablaraaun

locopeligroso—.Telodijehaceunasemana.Tenemoscarcomaenlamesadela
cocina.Laspatasestánllenasdecarcoma.Ylaúnicamaneradeacabarconella
esinyectarelvenenoenlosagujeros.Recuerdaquetepreguntésimeayudaríasa
sacar la mesa a la terraza el primer día de sol que tuviéramos, para que no nos
mataranatodoslosvaporesdelveneno.

Sí,lorecordaba,perovagamente.Nohabíaprestadoatencióncuandoella

selodijo,peroahoralehabíavueltoalacabeza.

—PedíaRaffiquemecomprarajeringuillasyguantesdegoma,para

inyectarelvenenoenlamesa.Creíquesehabíaolvidado,peroporlovistolas
trajo, las guardó en el cajón y olvidó decirme que las tenía. —Alargó la mano
cubriendoladeél—.Nopasanada.Guido.Noesloqueimaginabas.

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Élsintiócómounacálidasensacióndealiviolerecorríaelcuerpo,ytuvo

queapoyarlacabezaenelrespaldodelsofá.Cerrólosojos.Lehubieragustado
podersentirsetandespreocupadocomoPaola,poderreírsedeloabsurdodesu
temor,peronopodía,todavíano.

Cuandoporfinconsiguióhablarlamiró:

—NoselodigasaRaffi,porfavor,Paola.

Ella se inclinó hacia él, le puso la palma de la mano en la mejilla y lo miró
fijamente,yélcreyóqueibaahacerlelapromesa,perolarisavolvióa

apoderarsedeellaysedejócaercontrasupecho.

Elcontactodelcuerpodesumujerloliberóporfinyélempezóareírasu

vez,primeroentredientes,moviendolacabezaaderechaeizquierdayluego

conunafrancacarcajadaquefuesubiendodetonohastaconvertirseengritos,en
aullidosdealivio,dejúbiloydepurogozo.Ellaapretóelabrazobuscandosus
labios.Yentonces,comounaparejadeadolescentes,hicieronelamorenelsofá,
arrancándose bruscamente la ropa que acabó en el suelo en un montón con el
mismoabandonoconqueestabaladeRaffienelarmario.

75

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta11

Al pie del puente de Rialto, Brunetti entró en el pasaje cubierto situado a la
derechadelaestatuadeGoldoni,endirecciónaSSGiovanniePaoloyel

apartamento de Brett. Sabía que ella había vuelto a casa porque el agente que
estuvo de guardia en la puerta de la habitación del hospital durante un día y
medio,regresóalaquesturacuandoledierondealta.Nosehabíaapostadoaun
agente en su casa, porque un policía de uniforme no podía estar en una de las
estrechas calles de Venecia sin que todo el que pasaba le preguntara qué hacía
allí,comotampocopodíarondarporlosalrededoresundetectivedepaisano

quenofueravecinodelbarriosinqueantesdemediahoraempezarana

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recibirse en la questura llamadas telefónicas para denunciar su sospechosa
presencia.LosforasterosveíanenVeneciaunaciudad,perolosresidentes

sabíanqueenrealidaderacomounaletargadopueblodelinterior,conuna

inclinación natural al cotilleo, la curiosidad y el recelo, que no difería del más
pequeñopaesedeCalabriaoAspromonte.

AunquehacíayavariosañosqueBrunettihabíaestadoenelapartamento,

lo encontró sin dificultad, a la derecha de la calle dello Squaro Vecchio, tan
pequeñaqueelmunicipionosehabíamolestadoenpintarelnombreenla

pared.Tocóeltimbreyalcabodeunosmomentosunavozpreguntóporel

interfonoquiénera.Lealegrócomprobarquetomabanporlomenosesta

mínimaprecaución,yaquemuchasvecesloshabitantesdeestatranquila

ciudadabríanlapuertadelacallesinmolestarseenpreguntarquiénllamaba.

Apesardequeeledificiohabíasidorestauradonohacíamuchosaños,yla

escalera, enyesada y pintada, la sal y la humedad ya habían empezado su labor,
devorandolapinturayesparciendopartículasporelsuelo,comomigasdebajode
unamesa.Alencararelcuartoyúltimotramodelaescalera,Brunetti

levantólamiradayvioquelapesadapuertametálicadelapartamentoestaba

abiertayqueFlaviaPetrellilasostenía.Loquehabíaensucaraparecía

realmenteunasonrisa,aunquetensaynerviosa.

Seestrecharonlamanoenlapuertayellaretrocedióparadejarleentrar.

Hablaronalmismotiempo:

—Celebroquehayavenido—dijoella.

Permesso—dijoélalentrar.

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76

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Ella llevaba una falda negra y un jersey
escotadodeunamarillocanario

quepocasmujeressearriesgaríanaponerse.Estecolorhacíaqueelcutis

aceitunadoylosojoscasinegrosdeFlaviaresplandecieranporelcontraste.

Perounaobservaciónmásatentarevelabaquelosojos,aunquehermosos,

estabancansadosyquedeloslabiospartíanfinaslíneasdetensión.

Ella le pidió el abrigo y lo colgó en un gran armadio que estaba en el lado
derechodelrecibidor.Brunettihabíaleídoelinformedelosagentesquehabían
acudidoalrecibirelavisodelaagresión,porloquenopudomenosquemirarel
suelo y la pared de ladrillo. No había ni rastro de sangre, pero olía a un fuerte
productodelimpiezay,segúnlepareció,acera.

Flavianoinicióelmovimientodepasaralasalasinoqueloretuvoallí

preguntandoenvozbaja:

—¿Hanaveriguadoalgo?

—¿SerefierealdoctorSemenzato?

Ellamoviólacabezaafirmativamente.

Antesdequeélpudieracontestar,Brettgritódesdelasala:

—Dejadeconspirar,Flavioyhazlepasar.

Ellatuvoabiensonreírencogiéndosedehombros,luegodiomediavueltay

locondujoalasala.Talcomoélrecordaba,inclusoenundíatangriscomoéste,
lapiezaestabainundadaporlaluzquesefiltrabaatravésdeseisgrandes

claraboyasabiertaseneltecho.Brett,vestidaconpantalóncolorborgoñay

jersey negro con cuello de cisne, estaba sentada en un sofá situado entre dos

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ventanasaltas.Brunettiobservóquelasmarcasdesucara,aunquemucho

menos hinchadas que en el hospital, aún tenían un marcado tinte azul. Ella se
movióhacialaizquierdaparahacerlesitioyextendiólamano.

Élleestrechólamanoysesentóasulado,mirándolaatentamente.

—YanosoyFrankenstein—dijoellasonriendoparamostrarnosóloque

susdientesyaestabanlibresdelosalambresqueloshabíanmantenidoatadosla
mayor parte del tiempo que estuvo en el hospital, sino que el corte del labio se
habíacuradolosuficientecomoparapermitirlecerrarlaboca.

Brunetti,queconocíalaspretensionesdeomniscienciadelosmédicos

italianosysuconsiguienteinflexibilidad,preguntósorprendido:

—¿Cómohaconseguidoqueladejaransalir?

—Hiceunaescena—dijoellasimplemente.

Envistadequenoseledabanmásexplicaciones,BrunettimiróaFlavio,

quesetapólosojosconlamanoymoviólacabezaalrecordarlo.

—¿Yentonces?—preguntóél.

—Medijeronquepodíamarcharme,conlacondicióndequecomiera,de

modoqueahoramidietasehaampliadoyabarcaplátanoyyogur.

Alhablardecomida,Brunettimirómásatentamenteyvioque,bajolas

magulladuras,teníalacaramásdelgada,lasfaccionesmásangulosasyafiladas.

77

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Tienequecomermásqueeso—dijoyentonces,asuespalda,oyóreíra

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Flavia,perocuandosevolvióamirarla,ellalerecordóeltemadeldía

preguntando:

—¿QuéhaydeSemenzato?Estamañanalohemosleídoenelperiódico.

—Pocacosasepuedeañadiralanoticia.Lomataronensudespacho.

—¿Quiénencontróelcadáver?—preguntóBrett.

—Lamujerdelalimpieza.

—¿Quéocurrió?¿Cómolomataron?

—Golpeándoleenlacabeza.

—¿Conqué?—preguntóFlavia.

—Conunladrillo.

Brett,conrepentinacuriosidad,preguntó:

—¿Quéclasedeladrillo?

Brunettitratóderecordarlapiezaquehabíavistoalladodelcuerpo.

—Esazulintenso,deuntamañodeldobledemimano,ytienemarcas

doradas.

—¿Yquéhacíaallíeseladrillo?—preguntóBrett.

—Lamujerdelalimpiezadijoqueéllousabadepisapapeles.¿Porquélo

pregunta?

Ellaasintió,comoenrespuestaaotrapregunta,selevantódelsofá

apoyandolasmanosenelasientoycruzólasalaendirecciónalalibrería.

Brunettinopudoreprimirunamuecaalobservarsuandarvacilanteyla

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lentitudconquelevantabaelbrazoparasacarunlibrogruesodeunestante

alto. Con el libro debajo del brazo, Brett volvió hacia ellos y puso el libro
encima de la mesa baja que estaba delante del sofá. Abrió el libro y lo hojeó
brevementedeteniéndoseenunapáginadoblequesostuvoapoyandolapalmade
las

manosacadalado.

Brunettiseinclinóyviovariasfotosencolordeloqueparecíaunapuerta

grande,aunquefaltabalaescala,porquenoestabaunidaaunasparedessino

aislada en una sala, quizá de un museo. Había a cada lado de la puerta un toro
alado, enorme, en actitud protectora. El color de la puerta era el mismo azul
cobalto que el del ladrillo utilizado para matar a Semenzato y el cuerpo de los
animales estaba dibujado en oro. Una mirada más atenta descubría que la pared
estabaconstruidaconladrillosrectangularesylasfigurasdelostoros

esculpidasenbajorrelieve.

—¿Quées?—preguntóBrunettiseñalandolafoto.

—LapuertadeIstar,deBabilonia—dijoella—.Hasidoreconstruidaen

granparte,perodeellaprocedeelladrillo,oquizádeunaconstrucciónsimilar,
delmismositio.—Antesdequeélpudierapreguntar,ellaexplicó—:Recuerdo

habervistovariosdeesosladrillosenlosalmacenesdelmuseomientras

trabajábamosallí.

—Pero,¿cómopudollegarasumesa?—preguntóBrunetti.

Brettvolvióasonreír.

78

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Gangasdeloficio,supongo.Comoeraeldirector,podíahacersubirasu

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despachocualquierpiezadelacolecciónpermanente.

—¿Esoesnormal?—preguntóBrunetti.

—Sí.Desdeluego,nohubierapodidocolgarunLeonardoniunBellinipara

su disfrute particular, pero es frecuente que se usen piezas de los fondos de un
museoparadecorarundespacho,especialmente,eldeldirector.

—¿Sellevauncontroldeestaclasedepréstamos?—preguntóél.

AlotroladodelamesaseoyóunsusurrodesedacuandoFlaviacruzólas

piernasmientrasdecíasuavemente:

—Ah,demodoquefueasí.—Yentoncesagregó,comosiBrunettile

hubierapreguntado—:Yohabléconélunasolavez,ynomegustó.

—¿Cuándohablasteconél,Flavia?—preguntóBrett,sinrespondera

Brunetti.

—Mediahoraantesdeconocerteati,cara.EntuexposicióndelpalazzoDucale.

Casiautomáticamente,Brettrectificó:

—Noeramiexposición.—ABrunettileparecióqueaquellarectificación

habíasidohechayaotrasmuchasveces.

—Bueno,dequienquieraquefuese—dijoFlavia—.Eraeldíadela

inauguración, y a mí me estaban haciendo los honores de la ciudad, la diva que
nosvisita,etcétera.—Sutonohacíaqueelconceptodesufamasonaraunpoco
ridículo.PuestoqueBrettteníaqueestarenteradadelascircunstanciasenquese
habíanconocido,Brunettisupusoquelaexplicaciónestabadirigidaaél.

—Semenzatomeacompañabaporlassalas,peroyoteníaensayoaquella

tardeyquizáestuveunpocobruscaconél.—¿Brusca?Brunettihabíasido

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testigodelmalhumordeFlaviay«brusco»noparecíauntérminoapropiado

paradescribirlo.

—Nohacíamásquedecirmelomuchoqueadmirabamitalento.—Hizo

unapausaeinclinándosehaciaBrunettilepusounamanoenelantebrazo

mientrasexplicaba—.Esosiempresignificaquenomehanoídocantaryque,si
meoyeran,seguramentenolesgustaría,perocomosabenquesoyfamosales

parecequetienenqueadularme.—Dadalaexplicación,retirólamanoeirguióel
busto—.Yoteníalaimpresióndeque,mientrasmeenseñabalofantásticaqueera
la exposición —en un inciso, a Brett—: y lo era, desde luego —y otra vez a
Brunetti—:loquealpareceryodebíacomprendereralofantásticoqueeraélpor
habertenidolaidea.Aunquenolahabíatenidoél.Bueno,yoentonces

ignorabaqueeralaexposicióndeBrett...peroélsedabatantaimportanciaquese
mehizoantipático.

BrunetticomprendíaperfectamentequeaFlavianolegustarala

competenciadepersonaspresuntuosas.No;enestoerainjusto,porqueellanoera
presuntuosa.Teníaquereconocerquelahabíajuzgadomal.Allínohabía

vanidad,sóloelnaturalconocimientodelapropiavalíaytalento,yélsabíade79

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta su pasado lo suficiente como para
comprenderlomuchoquelehabíacostado

llegaradondeahoraestaba.

—Yentoncesllegastetúconunacopadechampañaymerescataste—

sonrióaBrett.

—Champaña,noesmalaidea—dijoBrett,cortandolasreminiscenciasde

Flavia, y Brunetti observó con sorpresa la similitud entre su reacción y la de
Paolacadavezqueélseponíaacontaraalguiencómosehabíanconocido,

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chocandoenelextremodeunodelospasillosdelabibliotecadelauniversidad.

¿Cuántas veces durante su matrimonio le habría pedido ella que le trajera una
copaointerrumpidosurelatohaciendounapreguntaaotrapersona?¿Ypor

quéaélleproducíatantoplacerreferiraquello?Misterios.Misterios.

Flavia,captandolainsinuación,selevantóycruzólasala.Noeranmásque

lasonceymediadelamañana,pero,siellasqueríanbeberchampaña,él

consideróquenoeraquiénparaprotestarniimpedírselo.

Brett hojeó el libro y se recostó en el sofá, pero las páginas volvieron solas al
lugaranterior,mostrandoaBrunettieltorodorado,unfragmentodelcual

habíamatadoaSemenzato.

—¿Cómoloconocióusted?—preguntóBrunetti.

—ColaboréconélenlaexposicióndeChinahacecincoaños.Lamayor

partedenuestrarelaciónfueporcarta,yaquemientrasseorganizabala

exposición yo estaba en China. Le escribía para sugerirle piezas, de las que le
enviaba fotos, tamaño y peso, porque había que transportarlas por avión desde
XianyPekínaNuevaYorkyluegoaLondresydeLondresaMilán,desde

dondevendríanaVeneciaencamiónyenbarco.—Hizounapausaantesde

agregar—:Noloconocípersonalmentehastaquevineamontarlaexposición.

—¿QuiéndecidióquépiezashabíaquetraerdeChina?

Ellahizounamuecaalrecordarlaexasperaciónsufrida.

—¿Quiénsabe?—Viendoqueélnocomprendía,tratódeexplicar—:

InterveníanenestoelGobiernochino,consusministeriosdeAntigüedadesy

AsuntosExterioresy,pornuestraparte—élobservóque,inconscientemente,

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ellaconsiderabaVenecia«nuestraparte»—,elmuseo,eldepartamentode

Antigüedades, la Policía de Finanzas, el Ministerio de Cultura y otras varias
institucionesquemeheesforzadoenolvidar.—Suexpresiónreflejóelmal

recuerdodelaburocracia-—.Aquíerahorrible,muchopeorqueenNuevaYork

y que en Londres. Y tenía que hacer los trámites desde Xian, con cartas que se
retrasabanenelcorreooqueeranretenidasporlacensura.Finalmente,alcabo
de tres meses, en vista de que las cosas no adelantaban (faltaba un año para la
inauguración),decidíveniryendossemanasloarreglécasitodo,aunquetuveque
irdosvecesaRoma.

—¿YSemenzato?—preguntóBrunetti.

—Creoque,enprimerlugar,debeustedcomprenderquesunombramiento

fueesencialmentepolítico.—SonrióalverlasorpresadeBrunetti—.Tenía

ciertaexperienciaenmuseos,peronorecuerdodedónde.Sudesignaciónfue

80

DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltaunacompensaciónpolítica.Detodosmodos,
enelmuseohabía,hay—rectificó

inmediatamente—conservadoresquesonlosqueseencargandelas

colecciones.Sufuncióneraantetodoadministrativa,yladesempeñabamuy

bien.

—¿Ylaexposiciónquesehizoaquí?¿Leayudóaustedamontarla?—Se

oíaaFlaviatrajinarenelotroextremodelapartamento,ruidodecajonesy

armariosqueseabríanycerrabanytintineodecopas.

—Muypoco.YalehedichoqueparalasinauguracionesenNuevaYorky

enLondreshiceviajesrelámpagodesdeXian,yaquítambiénvineparala

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inauguración.—Élcreíaqueyahabíaterminadodehablarperoentoncesella

agregó—:Ymequedéunmes.

—¿Teníamuchocontactoconél?

—Muypoco.Mientrassemontabalaexposiciónélestuvodevacacionesy

luego,cuandovolvió,tuvoqueiraRomaahablarconelministroparaun

intercambioconelBreradeMilánenrelaciónconotraexposiciónqueteníanen
proyecto.

—Peroalgúntratopersonaltendríaconélmientrastanto,¿no?

—Sí.Eraunhombresimpáticoy,dentrodeloposible,complaciente.Me

diocartablancaenlaexposición,dejandoquelamontaraamigusto.Luego,

cuandoseclausuró,hizootrotantopormiayudante.

—¿Suayudante?—preguntóBrunetti.

Brettlanzóunamiradaalacocinayrespondió:

—MatsukoShibata,unajaponesaquemeayudabaenXian,prestadaporel

MuseodeTokio,enrégimendeintercambioentrelosGobiernosjaponésy

chino.HabíaestudiadoenBerkeleyyregresadoaTokioallicenciarse.

—¿Dóndeestáahora?—preguntóBrunetti.

Ellaseinclinósobreellibroyvolvióahojearlohastaquesumanose

detuvojuntoaundelicadobiombojaponésconunapinturadegarzasque

volabansobrealtosbambúes.

—Murió.Sufrióunaccidenteenlaexcavación.

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—¿Quéocurrió?—Brunettihablóenvozbaja,conscientedequelamuerte

deSemenzatohacíaqueBrettempezaraaveresteaccidenteaunaluzdistinta.

—Unacaída.LaexcavacióndeXianespocomásqueunafosacubiertapor

unaespeciedehangardeaviación.Lasestatuasdelossoldadosdelejércitoque
elemperadorqueríallevarconsigoalaeternidadestabansepultadas.En

algunossitioshabíamostenidoqueexcavartresocuatrometrosparallegar

hastaellas.Hayuncaminoalrededordelaexcavación,conunmurete,paraque
losturistasnosecaiganononosechentierraencimaconlospiesmientras

estamostrabajando.Peroenalgunaszonasenlasquenosepermitelaentradaa
losturistas,nohaymuro.Matsukocayó...—empezó,peroBrunettiobservó

cómolasnuevasposibilidadesqueseleaparecíanlehacíanmodificarlos

términos—.ElcuerpodeMatsukofuehalladoalpiedeunodeestoslugares.Se
habíadesnucadoalcaerdesdeunaalturadetresmetros.—MiróaBrunettiy

81

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta reconoció francamente sus nuevas dudas
cambiandolaúltimafrase—:La

encontraronenelfondo,conelcuelloroto.

—¿Cuándoocurrió?

Sonóunadetonaciónenlacocina.Sinpensar,Brunettiselevantódando

mediavueltayseagachósituándoseentreBrettylapuertadelacocina.Ya

sacaba el revólver de debajo de la americana, cuando Flavia gritó: « Porco
vacca
»

yambosoyeronelinconfundiblesiseodelchampañaquebrotadelabotella,

seguidodelchapoteodellíquidoenelsuelo.

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ÉlsoltólapistolayvolvióasentarsesindecirnadaaBrett.Enotras

circunstancias, hubiera sido gracioso, pero ninguno de los dos se rió. Por tácito
acuerdo,decidieronpasarloporalto,yBrunettirepitiólapregunta:

—¿Cuándoocurrió?

Decididaaahorrartiemporespondiendoatodassuspreguntasde

inmediato,elladijo:

—FueunastressemanasdespuésdemiprimeracartaaSemenzato.

—¿Cuándofueeso?

—Amediadosdediciembre.LlevésucadáveraTokio.Esdecir,fuiconél.

Conella.—Calló;lesecólavozunrecuerdoquenoibaacompartircon

Brunetti—.YoibaapasarlaNavidadenSanFrancisco—prosiguió—.Asíque

salíantesyestuvetresdíasenTokio.Viasufamilia.—Otralargapausa—.

LuegoseguíviajeaSanFrancisco.

Flaviasaliódelacocinasosteniendoenequilibrioconunamanouna

bandeja de plata con tres flautas de champaña y con la otra, agarrándola por el
cuellocomosifueraunaraquetadetenis,unabotelladeDomPérignon.

Aquí,conelchampañademediamañana,noseescatimaba.

HabíaoídolasúltimaspalabrasdeBrettypreguntó:

—¿EstabascontandoaGuidonuestrafelizNavidad?—Elempleodel

nombredepilanopasóinadvertidoaningunodeellos,nielénfasisconque

pronunció«feliz».

Brunettitomólabandejaylapusoenlamesa,yFlaviaescancióel

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champañaconliberalidad.Laespumarebosódeunadelascopas,resbalóporel
cristal,cayóalabandeja,sesalióporelbordeycorrióhaciaellibroqueseguía
abierto.Brettlocerróconunmovimientorápidoylopusoasuladoenelsofá.

Flavia dio una copa a Brunetti, puso otra en la mesa, delante del sitio que ella
habíaocupadoypasólaterceraaBrett.

CinCin—brindóFlaviaconvivazartificio,ylostreslevantaronlascopas—.
SihayquehablardeSanFrancisco,voyanecesitarelchampaña.—Se

sentófrenteaellosytomóloqueeramásqueunsorbo.

Brunettilamiróinterrogativamenteyellaseapresuróaexplicar:

—Yocantabaallí.Tosca.Dios,quédesastre.—Conunademántanteatral

quehacíaburladeliberadadesímisma,sellevóeldorsodelamanoalafrente,
cerrólosojosunmomentoyprosiguió—:Eldirectoreraalemányteníaun

«concepto».Desgraciadamente,suconceptoconsistíaenactualizarlaópera

82

DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltaparadarle«significado»—palabraenlaque
imprimióvivodesdén—

situándoladurantelarevoluciónrumanayatribuyendoa«Scarpia»la

personalidaddeCeaucescu,ocomoquieraqueaquelhombrehorriblelo

pronunciara.Yodebíaserlareinadiva,peronodeRomasinodeBucarest.—Se
tapólosojosconunamanoperosiguióhablando—.Recuerdoquehabía

tanquesymetralletasy,enunmomentodelaobra,yoteníaqueesconderme

unagranadaenelescote.

—Noolvideselteléfono—dijoBrettcubriéndoselabocaconlosdedosy

apretandoloslabiosparanoreír.

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—Ay,cielos,elteléfono,lohabíaolvidado;esodicelomuchoquemehe

esforzadoporsacármelodelacabeza.—MiróaBrunetti,tomóuntragode

champañacomosifueraaguamineralyprosiguióconlamiradaanimadaporel

recuerdo—. Durante el « Visse d'arte», el director quería que tratara de pedir
ayuda por teléfono. De modo que allí me tenéis, echada en un sofá, tratando de
convenceraDiosdequenomerezcoloquemepasa,ylaverdadesquenolo

merecía,cuando«Scarpia»,quecreoqueerarumanoauténtico:porlomenos,

nuncaentendínipalabradeloquedecía.—Hizounapausayañadió—:Nide

loquecantaba.

Brettintervinoparapuntualizar:

—Erabúlgaro,Flavia.

ElademándeFlavia,aúnconlacopaenlamano,eradisplicente:

—Dalomismo,cara.Todosparecenunosrústicosyapestanapaprika.Y

todosgritandeunmodo...especialmente,lassopranos.—Terminósu

champañaehizounapausamientrasvolvíaallenarselacopa—.¿Dónde

estaba?

—Enelsofá,meparece,suplicandoaDios—apuntóBrett.

—Ah,sí.Entonces«Scarpia»,unhombretónpatoso,tropiezaconelcable

delteléfonoyloarrancadelapared.Yaquímetenéis,echadaenelsofá,conla
comunicación con Dios cortada. Al otro lado del barítono, entre bastidores, el
directorgesticulabacomounposeso.Creoquepretendíaquevolvieraa

conectar la línea e hiciera la llamada a todo trance. —Tomó un sorbo, sonrió a
Brunetticonunaafabilidadqueloimpulsóallevarseasuvezlacopaalos

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labiosycontinuó—:Perounartistahadetenersusnormas—y,mirandoa

Brett—:o,comodecíslosamericanos,trazarunarayaenlaarena.—Aquíse

detuvo,yBrunettisesintióobligadoapreguntar:

—¿Quéhizoentonces?

—Agarréelteléfonoycantéporélcomosielhilosiguieraenchufadoala

pared y hubiera alguien al otro extremo. —Puso la copa en la mesa, se levantó,
abriólosbrazosenactitudangustiaday,sinmáspreparativos,sepusoacantarlas
últimasfrasesdelaria—.«Nell'oradeldolorperchè,Signor,ah,perchèmene
rimunericosì
?»—¿Cómolohacía?Estarhablandoy,deimproviso,lanzarunas
notastansólidas.

83

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Brunetti se echó a reír salpicándose la
camisadechampaña.Brettdejósu

copaenlamesayseoprimiólosladosdelabocaconlasmanos.

Flavia,conlaexpresióndequienentraenlacocinaparavercómoestáel

guisoyloencuentraensupunto,volvióasentarseycontinuóelrelato.

—«Scarpia»tuvoquevolversedeespaldasalpúblicoporquenopodía

contenerlarisa.Eralaprimeravezenunmesquemecaíasimpático.Casisentí
tenerquematarlominutosdespués.Enelentreacto,eldirectorsepusohistéricoy
me gritó que había arruinado su puesta en escena y juró que nunca volvería a
trabajarconmigo.Esosehacumplido,desdeluego.Lascríticasfueronterribles.

—Flavia—reconvinoBrett—,fueronterribleslascríticasdelmontaje,lasde

tuactuaciónfueronestupendas.

Comosihablaraconunaniña,Flaviaexplicó:

—Mis criticas siempre son estupendas, cara. —Así, sencillamente. Miró a

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Brunetti—.Fueenplenofiascocuandollegóella—dijoseñalandoaBrett—.

VeníaapasarlaNavidadconmigoyconmishijos.—Moviólacabeza

negativamentevariasveces—.Veníadellevarelcadáverdeaquellamuchachaa
Tokio.NofueunaNavidadfeliz.

Brunetti,apesardelchampaña,seguíadeseandosabermásacercadela

muertedelaayudantedeBrett.

—¿Alguienpensóquepodíanohabersidounaccidente?

Brettmoviólacabezanegativamente.Alparecer,habíaolvidadolacopa

queteníadelante.

—No.Casitodosnosotroshabíamosresbaladoalgunavezalbordedela

excavación.Unodelosarqueólogoschinossehabíacaídounmesantesyse

habíarotoeltobillo.Enaquelmomento,todoscreímosquehabíasidoun

accidente.Hubierapodidoserunaccidente—añadiósinconvicción.

—¿Colaboróellaenlaexposiciónaquí?—preguntóBrunetti.

—Enelmontaje,no.Paraesovineyosola.PeroMatsukosupervisóel

embaladodelaspiezascuandosalieronparaChina.

—¿Estabaustedaquí?

Bretttitubeólargamente,miróaFlavia,bajólacabezayrespondió:

—No;noestaba.

Flaviaalargólamanohacialabotellayechómáschampañaenlascopas,

aunquelaúnicaquenecesitabaelrellenadoeralasuya.

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Todoscallaronduranteunrato,hastaqueFlavia,mirandoaBrett,másque

preguntardeclaró:

—¿Ellanohablabaitaliano,verdad?

—No—respondióBrett.

—PerotengoentendidoquetantoellacomoSemenzatohablabaninglés.

—¿Yesoquéimporta?—preguntóBrettconundejedeirritaciónenlavoz

queBrunettiintuyósinpoderdetectar.

FlaviahizochasquearlalenguaymiróaBrunettifingiendoexasperación.

84

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Quizáseaverdadloquedicelagentedenosotros,lositalianos,quizá

seamosmáscomprensivosqueotrosconlafaltadeintegridad.Ustedlo

comprende,¿verdad?

Élasintió.

—Esosignifica—explicóaBrett,viendoqueFlaviacallaba—queellano

podíaentenderseconlagentedeaquímásqueatravésdeSemenzato.Losdos

teníanunidiomacomún.

—Unmomento—dijoBrett.Ahoracomprendíaloquequeríandecir,pero

tampocolegustaba—.¿AsíqueSemenzatoesculpable,sinmás,yMatsuko

también?¿Sóloporquelosdoshablabaninglés?

NiBrunettiniFlaviacontestaron.

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—YotrabajétresañosconMatsuko—insistióBrett—.Ellaeraarqueólogay

conservadora.Ustedesdosnopuedendecidirquefueraunaladrona,no

pueden erigirse en juez y jurado y, sin más información ni más pruebas, decidir
queeraculpable.—Brunettiobservóquenoparecíatenerinconvenienteen

admitirlaculpabilidadqueellosatribuíantambiénaSemenzato.

Seguíansinresponder.Transcurriócasiunminuto.Finalmente,Brettse

recostóenelsofá,luegoextendióelbrazoytomólacopa.Peronobebiósinoque
hizogirarelchampañayvolvióadejarlacopaenlamesa.

—LacuchilladeOccam—dijofinalmenteconresignaciónenlavoz.

BrunettiesperabaqueFlaviapudieraexplicarleestaspalabras,peroellano

dijonada,porloquetuvoquepreguntar:

—¿Lacuchilladequién?

—GuillermodeOccam—repitióBrett,sinapartarlosojosdelacopa—.Fue

un filósofo medieval, inglés, según creo. Tenía la teoría de que la explicación
correctadecualquierproblemasueleserlaquehaceelusomássimpledela

informacióndisponible.

BrunettinopudomenosquepensarqueeltalsignorGuillermonoera

italiano, evidentemente. Miró a Flavia y en su forma de arquear la ceja leyó el
mismopensamiento.

—Flavia,¿nopodríabeberotracosa,porfavor?—preguntóBretttendiendo

la copa semillena. Brunetti percibió la vacilación de Flavia, la suspicacia con
quelomiróaélyluegootravezaBrett,ylerecordólamiradadeChiaracuando
selepedíaquehicieraalgoquelaobligabaasalirdelahabitaciónenlaqueély
Paola iban a hablar de algo de lo que no querían que ella se enterase. Con un
movimiento airoso, Flavia se levantó, recogió la copa y se alejó camino de la

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cocina,deteniéndoseenlapuertaparadecirporencimadelhombro:

—Tetraeréaguamineralyprocurarétardarmuchoenabrirlabotella.—Y

desapareciódandounportazo.

Brunettisepreguntabaaquésedebíatodoaquello.

CuandoFlaviasefue,Brettselodijo:

—Matsukoyyoéramosamantes.NoselohedichoaFlavia,perolosabe.

—Ungolpesecoquellegódelacocinaloratificó.

85

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—EmpezóenXian,unañodespuésdequeellallegaraalaexcavación.—Y,

paramayorclaridad—:Juntaspreparamoslaexposición,yellaescribióuntexto
paraelcatálogo.

—¿Dequiénpartiólaideadequeellacolaboraraenlaexposición?—

preguntóBrunetti.

Brettestabaviolentaynotratabadedisimularlo.

—¿Demí?¿Deella?Nolorecuerdo.Vinorodado.Lohablamosunanoche.

—Sepusocoloradabajosuscardenales—.Porlamañana,estabadecididoque

ellaescribiríaelartículoyqueiríaaNuevaYorkparaayudaramontarla

exposición.

—¿PeroustedvinoaVeneciasola?

Ellaasintió.

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—DespuésdelainauguraciónenNuevaYork,lasdosregresamosaChina.

YovolvíaNuevaYorkparalaclausurayMatsukofueaLondresaayudarmea

prepararlaexposiciónallí.Inmediatamentedespués,volvimosaChinalasdos.

LuegoyovoléotravezaLondresparapreparareltransportedelaspiezasa

Venecia.Yocreíqueellasereuniríaaquíconmigoparalainauguración,perose
negó,dijoquequería...—Aquísuvozsequebró,yellatuvoquecarraspear

antesderepetir—:Dijoquequeríaqueporlomenosestaetapadelaexposición
fuerasólomíayquenovendría.

—Perovinodespuésdelaclausura,¿no?¿Cuandohabíaqueenviarlas

piezasdevueltaaChina?

—VinodeXianparatressemanas—dijoBrett.Callóysemirólasmanos

fuertementeenlazadas—.Nolopuedocreer,nolopuedocreer—murmuró,de

loqueBrunettidedujoquesílocreía—.Entonces,cuandoellavino,todohabía
terminadoyaentrenosotras.YohabíaconocidoaFlaviaenlainauguración.Selo
dijeaMatsukocuandoregreséaXian,aproximadamenteunmesdespuésde

queseinauguraralaexposiciónaquí,enVenecia.

—¿Cómoreaccionóella?

—¿Austedquéleparece,Guido,cómoibaareaccionar?Eralesbiana,casi

una niña, a caballo entre dos culturas, criada en el Japón y educada en Estados
Unidos.CuandovolvíaXiandesdeVenecia,despuésdeestarfueracasidos

meses,yleenseñéelcatálogoconsuartículoenitaliano,lloró.Habíaayudadoa
montarlaexposiciónmásimportanteenestecampoquesehabíacelebradoen

décadas,estabaenamoradadesujefaycreíaquesujefaloestabadeella.Y

entoncesllegoyodeVenecia,tansatisfecha,yledigoquelonuestroha

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terminado,quemeheenamoradodeotra,ycuandoellamepreguntaporqué,

yo,comounaestúpida,mepongoahablardecultura,deladificultaddellegara
entender realmente a alguien de una cultura diferente. Le dije que Flavia y yo
compartíamosunamismacultura,yellayyo,no.—Otrofuertegolpeenla

cocinafuesuficienteparaevidenciarlafalsedaddelpretexto.

—¿Ellacómoreaccionó?

86

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—SihubierasidoFlavia,creoquemehubieramatado.PeroMatsuko,por

muchotiempoquehubierapasadoenAmérica,erajaponesa.Seinclinó

profundamenteysaliódemidespacho.

—¿Ydesdeentonces?

—Desdeentoncesfuelaayudanteperfecta.Formal,distanteyeficaz.Era

muycompetente.—Hizounapausalargaydijoenvozbaja—:Nomegustalo

quelehice,Guido.

—¿PorquévinoellaaVeneciaparaencargarsedelenvíodelaspiezasa

China?

—YoestabaenNuevaYork—dijoBrettcomosiestofuerasuficiente

explicación. Para Brunetti no lo era, pero optó por dejar las aclaraciones para
másadelante—.LlaméaMatsukoylepedíquevinieraasupervisarel

embaladoyelenvíodelascosasaChina.

—¿Yellaaccedió?

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—Eramiayudante,yaselohedicho.Laexposiciónsignificabatantopara

ellacomoparamí.—Aloírcómosonabansuspropiaspalabras,Brettagregó—:

Porlomenos,esopensabayo.

—¿YquémedicedelafamiliadeMatsuko?—preguntóél.

Evidentementesorprendida,Brettpreguntó:

—¿Sufamilia?

—¿Sonricos?

Riccasfondata—respondió.Riquezasinlímites—.¿Porquéleinteresa?

—Parasabersilohizopordinero—explicó.

—Nomegustaesamanerasuyadedarpordescontadoqueellaestaba

involucradaenesto—protestóBrett,perodébilmente.

—¿Yasepuedevolversinpeligro?—gritóFlaviadesdelacocina.

—Basta,Flavia—replicóBrettásperamente.

Flaviavolvióconunvasodeaguamineralenelquesubíanalegrementelas

burbujas.LopusodelantedeBrett,miróelrelojydijo:

—Eshoradelaspíldoras.—Silencio—.¿Quieresquetelastraiga?

Bruscamente,Brettgolpeóconelpuñolamesademármol,provocandoun

tintineodelabandejayunaerupcióndeburbujasentodoslosrecipientes.

—Yopuedoirabuscarlasmalditaspíldoras.—Selevantódelsofá

apoyándoseenlasmanosycruzórápidamentelahabitación.Segundos

después,llegabaalasalaelruidosecodeotroportazo.

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Flaviaserecostóenelrespaldodesusillón,levantólacopadechampañay

tomóunsorbo.

—Caliente—murmuró.¿Elchampaña?¿Elambiente?¿ElgeniodeBrett?

EchóelchampañadesucopaenladeBrettyvaciólabotellaenlasuya.Tomóun
sorbodepruebaysonrióaBrunetti—.Asíestámejor—dijo,dejandolacopaen
lamesa.

87

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Brunetti, que no sabía si todo esto era un
recursoteatral,decidió

mantenersealaexpectativa.Estuvieronsaboreandoelchampañaenplácida

compañíahastaque,finalmente,Flaviapreguntó:

—¿Enquémedidaeranecesarioponerlevigilanciaenelhospital?

—Hastaquepuedahacermeunaideamásclaradeloqueocurrenosabré

enquémedidaesnecesarioloquesehaga—respondió.

Ellasonrióampliamente.

—Esreconfortanteoíraunfuncionariopúblicoreconocerignorancia—dijo

inclinándoseparadejarlacopavacíaenlamesa.

Terminadoelchampaña,suvozcambióaunregistromásgrave:

—¿Matsuko?—preguntó.

—Probablemente.

—Pero,¿cómoconocióellaaSemenzato?¿O,porlomenos,cómosupoque

éleralapersonaquedebíaabordar?

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Brunettireflexionó.

—Alparecer,élteníaciertareputación,porlomenos,aquí.

—¿LaclasedereputaciónquehabríallegadoaoídosdeMatsuko?

—Quizá.Hacíaañosqueellatrabajabaconantigüedades,porloque

probablementehabíaoídorumores.YdiceBrettquesufamiliaesmuyrica.

Quizálosmuyricossabenestascosas.

—Sí,lassabemos—convinoellaconespontaneidad—.Escasicomounclub

privado,comosihubiésemoshechovotodeguardarnoslossecretosunosa

otros. Y siempre es fácil, facilísimo, saber dónde puedes encontrar a un asesor
fiscalmarrullero,ynoesqueloshayadeotraclase,porlomenos,enestepaís,o
aquienproporcionedroga,ochicos,ochicas,oaalguienqueseencarguedeque
uncuadropasedeunpaísaotrodiscretamente.Desdeluego,nosécómo

funcionanestascosasenelJapón,peronocreoqueallíseamuydistintode

aquí.Lariquezatienesupropiopasaporte.

—¿HabíaoídoalgoapropósitodeSemenzato?

—Yaledijequesóloloviunavezynomegustó,porloquenomeinteresabalo
quepudieradecirsedeél.Yahorayaestardeparapreguntar,

porquetodoelmundoseempeñaráenhablarbien.—Seinclinó,tomólacopa

deBrettybebióunsorbo—.Aunque,desdeluego,dentrodeunassemanaslas

cosascambiaránylagentevolveráadecirlaverdad.Peroahoranoesmomento
dehacerindagaciones.—Pusolacopaenlamesa.

Aunquecreíasaberlarespuesta,Brunettipreguntó:

—¿BretthadichoalgodeMatsuko?Concretamente,despuésdeque

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mataranaSemenzato.

Flaviamoviólacabezanegativamente.

—Nohadichomuchodenada.Porlomenos,desdequeempezótodoesto.

—Seinclinóymoviólacopaunosmilímetroshacialaizquierda.—Bretttemela
violencia. Lo cual no tiene sentido, porque ella es muy valiente. Nosotras, las
italianas,nosomosvalientes.Desenvueltasydescaradas,sí,perocarecemosde
88

DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltavalorfísico.CuandoestáenChina,pasala
mitaddeltiempoviajandoporel

paísydurmiendoentiendasdecampaña.HastasefuealTíbetenautobús.Me

dijo que, como los chinos no quisieron darle visado, falsificó los papeles y se
fue.Nolaasustanestascosas,lascosasquealamayoríanosaterran,comolos
conflictosconlasautoridadesoelarresto.Perolaviolenciafísicaledamiedo.

Yodiríaqueporqueesmuycerebral,porqueellaseplanteayresuelvelascosas
conelintelecto.Desdequeestoocurriónoeslamisma.Noquiereabrirla

puerta.Fingenooíreltimbreyesperaaquecontesteyo.Yesquetienemiedo.

BrunettisepreguntabaporquéFlavialecontabaestascosas.

—Hedeirmedentrodeunasemana—dijoellaenrespuestaasu

pregunta—.Mishijossehanidoconsupadredossemanasaesquiaryregresan
entonces.Yahesuspendidotresactuacionesynopuedosuspenderninguna

más.Niquiero.Lehepedidoquevengaconmigo,peronoquiere.

—¿Porqué?

—Nolosé.Noquieredarmelarazón.Onopuede.

—¿Porquémediceesto?

—Creoqueaustedleescucharía.

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—¿Siledijeraqué?

—Silepidieraquefueraconmigo.

—¿AMilán?

—Sí.Luego,enmarzo,tengoqueestarunmesenMunich.Podría

acompañarme.

—¿NohadevolveraChina?

—¿Paraacabardesnucadaenelfondodelafosa?—Aunquesabíaquesu

cóleranoeraparaél,Brunetticerrólosojos.

—¿Ellahahabladodevolver?

—Ellanohahabladodenada.

—¿Sabecuándopensabamarcharse?

—Nocreoquetuvieraunplan.Cuandollegó,dijoquenoteníareservapara

elregreso.—SeencaróconlamiradainquisitivadeBrunetti—.Esodependíade
loqueaveriguarapormediodeSemenzato.—Porsutono,éldedujoqueésta

erasólounapartedelaexplicación.Esperóelresto—.Perotambiéndependíade
mí,imagino.—Desviólamiradaunmomentoyagregó—:Meconsiguióuna

invitaciónparadarleccionesmagistralesenPekín.Queríaquefueraconella.

—¿Y?—preguntóBrunetti.

Flaviadesechólaideaagitandolamanoydijotansólo:

—Aúnnolohabíamosdecididoantesdequeocurrieraesto.

—¿Ydespués?

Ellamoviólacabezanegativamente.

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ContantohablardeBrett,hastaaquelmomentonoreparóBrunettienque

hacíayamuchoratoqueellahabíasalidodelasala.

—¿Esésalaúnicapuerta?—preguntó.

89

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta La pregunta fue tan repentina que Flavia
tardóunosinstantesen

entenderlayluegoendescubrirsusignificado.

—Sí.Nohayotrasalida.Niotraentrada.Yeltejadoestáaislado,nose

puedeaccederaél.—Selevantó—.Voyaverquéhace.

Estuvofueramuchotiempo,duranteelcualBrunettihojeóellibroqueBrett

habíadejadoenelsofá.MirólargamentelapuertadeIstar,tratandode

averiguar a qué parte de la figura correspondía el ladrillo que había matado a
Semenzato.Eracomounrompecabezas,ynoconsiguióencontrar,enelgrabado

delapuerta,ellugarenelquepudieraencajarlapiezaqueahoraseencontraba
enellaboratoriodelapolicíadelaquestura.

TranscurrieroncasicincominutosantesdequeFlaviaregresara.Mientras

hablaba,sequedódepiealladodelamesa,conloquedioaentenderaBrunetti
quelavisitahabíaterminado.

—Ahoraduerme.Elanalgésicoquetomaesmuyfuerte,mepareceque

contiene tranquilizante. Además, el champaña habrá influido. Dormirá hasta la
tarde.

—Necesitovolverahablarconella.

—¿Nopuedeesperaramañana?

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Realmente,nopodía,peronohabíamásremedio.

—Sí.¿Leparecebienquevengaalamismahora?

—Desdeluego.Lediréquehaquedadoenvolver.Ytratarédelimitarel

consumodechampaña.—Lavisitapodíahaberterminadopero,alparecer,la

treguacontinuaba.

Brunetti,quehabíadecididoqueDomPérignoneraunabebidaexcelente

paramediamañana,pensóqueestaprecauciónerainnecesariayconfióenque

aldíasiguienteFlaviahubieracambiadodeopinión.

90

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta12

¿Eraestoseñaldeunalcoholismoincipiente?,pensóBrunettialdescubrir

que,duranteelcaminoderegresoalaquestura,sentíadeseosdeentrarenunbar
apedirotracopadechampaña.¿Oera,sencillamente,lareaccióninevitableala
perspectivadetenerquehablarconPattaaquellamañana?Leparecía

preferiblelaprimeraexplicación.

Cuandoabriólapuertadesudespacho,sintióunaoleadadeairecaliente

tanpalpablequesevolvióamirarsilaveíarodarporelpasilloyarrollaraalgún
inocente que no estuviera familiarizado con los caprichos del sistema de
calefacción. Todos los años, alrededor del día de santa Ágata, 5 de febrero, el
calorinvadíatodoslosdespachosdelladonortedelacuartaplantadela

questuraaltiempoquedesaparecíadelospasillosydespachosdelladosurdela
terceraplanta.Lasituaciónseprolongabaunastressemanas,generalmente,

hastasanLeandro,alquelamayoríadelosempleadossolíanagradecerelfavor
de su liberación. Nadie había sido capaz no ya de corregir sino de comprender
siquieraelfenómeno,apesardequehacíaporlomenoscincoinviernosquese

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reproducíalaanomalía.Lacalderaprincipalhabíasidoobjetodeexámenes,

revisiones, reajustes, improperios y puntapiés de diversos técnicos, ninguno de
loscualeshabíaconseguidorepararla.Losquetrabajabanenaquellasdos

plantasyasehabíanresignadoyadoptabanlasmedidasoportunas:unosse

quitabanlachaquetayotrosseponíanlosguantes.

BrunettiasociabaelfenómenoconlafiestadesantaÁgatatan

estrechamentequenopodíaverunaimagendelasantamártir,representada

indefectiblemente llevando en una fuente los dos pechos cortados, sin imaginar
queloquelasantaexhibíaerandospiezasdelacalderacentral:quizádos

grandesarandelas.

Sequitóelabrigoylachaquetamientrascruzabaeldespachoyabríalas

dosaltasventanas.Alinstantesequedóheladoyrecuperólachaquetade

encimadelamesaadondelahabíalanzado.Durantelosaños,había

desarrolladounacronologíaparaabrirycerrarlasventanasque,siporunlado
regulaba eficazmente la temperatura, por el otro, le impedía concentrarse en el
trabajo.¿EstaríaasueldodelaMafiaelencargadodemantenimiento?Alleerlos
periódicos,dabalaimpresióndequeunapersonadecadadosloestaba,

¿porquéno,pues,elencargado?

91

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Encima de la mesa tenía los consabidos
informesdepersonalypeticiones

deinformacióndelapolicíadeotrasciudades,ademásdecartasde

particulares. Una mujer de la pequeña isla de Torcello le escribía para pedirle
personalmentequebuscaraasuhijo,quehabíasidosecuestradoporlossirios.

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Lamujerestabalocayvariosmiembrosdelapolicíarecibíanperiódicamente

cartas suyas, todas las cuales se referían al mismo hijo inexistente, pero los
secuestradoresvariabandeacuerdoconlaactualidadpolíticamundial.

Siibaahoramismo,podríaveraPattaantesdelalmuerzo.Contan

halagüeñaperspectiva,Brunettitomóladelgadacarpetaqueconteníalos

papelesrelacionadosconloscasosLynchySemenzatoybajóaldespachodesu
superior.

LosliriosfrescosabundabanperolasignorinaElettranoestabaensusitio.

Quizáhabíaidoaverasujardineropaisajista.Brunettillamóconlosnudillosa
lapuertadePattayfueinvitadoaentrar.Eldespachodelvicequestorenoestaba
expuesto a las veleidades del sistema de calefacción y se mantenía a la óptima
temperaturade22gradoscentígrados,idealparaquesuocupantepudiera

permitirse el lujo de quitarse la chaqueta si el ritmo de trabajo se hacía muy
intenso.Perohastaestemomentohabíasidodispensadodetalnecesidad,y

Brunettiloencontrósentadodetrásdesuescritorio,conlaamericanademohair
bien abrochada y el alfiler de corbata de brillantes en su sitio. Como siempre,
Pattaparecíahaberseescapadodeunamonedaromana,consusgrandesojos

castañosenmarcadosporlasrestantesperfeccionesdesurostro.

—Buenosdías,señor—dijoBrunetti,tomandoelasientoquePattale

indicaba.

—Buenosdías,Brunetti.—CuandoBrunettiseinclinóparaponerlacarpeta

encimadelamesa,susuperiorlarechazóconunademán—.Yaloheleído.Y

muydespacio.Veoqueustedpartedelahipótesisdequelaagresiónala

dottoressaLynchyelasesinatodeldottorSemenzatoestánrelacionados.

—Sí,señor.Noveolaposibilidaddequenoloestén.

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Duranteunmomento,BrunettipensóquePatta,segúnsucostumbre,

disentiríadeunaopiniónquenoeralasuya,perosujefelosorprendióalmover
lacabezaafirmativamentediciendo:

—Probablemente,estéenlocierto.¿Quéhahechohastaahora?

—HehabladoconladottoressaLynch—empezó,peroPattalointerrumpió:

—Esperoqueconlamayorcortesía.

Brunettiselimitóaunsimple:

—Sí,señor.

—Bien,bien.Esunagranbenefactoradelaciudadydebesertratadaconla

mayorconsideración.

Brunettidejópasarlaobservaciónsincomentariosyprosiguió:

—Unaayudantejaponesavinoalaclausuradelaexposiciónasupervisarel

embalajeyexpedicióndelaspiezasaChina.

—¿UnaayudantedeladottoressaLynch?

92

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Sí,señor.

—Entiendo.—EltonodePattaeratanobscenoqueBrunettituvoque

esperarunmomentoantesdepreguntar:

—¿Puedoseguir,señor?

—Sí,sí,porsupuesto.

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—LadottoressaLynchmedijoqueesamujermurióenunaccidenteen

China.

—¿Quéclasedeaccidente?—preguntóPatta,comosiellotuvieraque

resultarconsecuenciaineludibledesuorientaciónsexual.

—Unacaída,enlaexcavaciónarqueológicaenlaquetrabajaban.

—¿Cuándosucedió?

—Hace tres meses. Fue después de que la dottoressa Lynch escribiera a
SemenzatoquepensabaquevariasdelaspiezasquehabíanllegadoaChina

eranfalsas.

—¿Yesaspiezashabíansidoembaladasporlaquemurió?

—Esoparece.

—¿PreguntóaladottoressaLynchcuálerasurelaciónconestamujer?

Enrealidad,Brunettinopodíadecirqueselohubierapreguntado.

—No,señor;noselopregunté.Ladottoressaparecíamuyafectadaporsumuerte
yporlaposibilidaddequeesajovenestuvieraimplicadaenloque

ahorasucedeaquí,sealoquesea.Peroesoestodo.

—¿Estáseguro,Brunetti?—Pattainclusoentornólosojosalpreguntarlo.

—Completamente.Apostaríamireputación.—Comohacíasiempreque

mentíaaPatta,lomiróalosojossinpestañear—.¿Puedocontinuar,señor?—

Nadamáspreguntarlo,Brunettidescubrióquenoteníanadamásquedecir,o

porlomenos,quedeciraPatta.Nolediríaquelafamiliadelajaponesaeratan
ricaque,probablemente,ellanopodíateneruninteréseconómicoensustituirlas
piezas. La idea de la forma en que Patta reaccionaría a la hipótesis de que el

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móvilpudieranserlosceloslehacíasentirunaligeranáusea.

—¿CreeustedquelajaponesasabíaquelaspiezasqueseenviabanaChina

eranfalsas?

—Esposible.

—¿Oinclusoquelohubieraorganizadoella?—dijoPattaconénfasis—.

Tuvoqueayudarlaalguien,alguiendeaquí,deVenecia.

—Esoparece,señor.Esunaposibilidadqueestoyinvestigando.

—¿Cómo?

—HeiniciadounainvestigacióndelascuentasdeldottorSemenzato.

—¿Conquéautoridad?—ladróPatta.

—Lamía,señor.

Pattasereservóelcomentario.

—¿Quémás?

—HehabladodeSemenzatoconvariaspersonas,yesperorecibir

informaciónsobresureputaciónreal.

93

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—¿Aquéserefiereconlodesu«reputaciónreal»?

Ah,cuanraramentelafortunaponeennuestrasmanosalenemigoparaque

hagamosconélloquequeramos.

—¿Noleparece,señor,quetodofuncionariotieneunareputaciónoficial,lo

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quelagentedicedeélenpúblico,yunareputaciónreal,loquelagentesabeque
esverdadydicedeélenprivado?

Pattaapoyólamanoderechaenlamesaconlapalmahaciaarribahaciendo

girarconelpulgarelanillodeldedomeñique,aparentementeconcentradoenel
movimiento.

—Quizá,quizá.—Levantólamiradadelapalmadelamano—.Prosiga,

Brunetti.

—Hepensadoempezarporestasdoscosasyveradondemellevan.

—Sí;meparecelógico—dijoPatta—.Recuerdequequierosabertodolo

quehaceytodoloqueaverigua.—ConsultósuRolexOyster—.Noquiero

entretenerlomás,Brunetti,paraquepuedaponerseconestocuantoantes.

Brunettiselevantó,comprendiendoquehabíasonadolahoradelalmuerzo

dePatta.Empezóacaminarhacialapuerta,curiosopordescubrirlaformaenque
PattalerecordaríaquedebíatrataraBrettconguantesdeterciopelo.

—Unacosa,Brunetti—dijoPattacuandosusubordinadollegabaala

puerta.

—¿Sí,señor?—preguntóélconverdaderacuriosidad,unsentimientoque

Pattamuyraramenteleinspiraba.

—Quiero que trate a la dottoressa Lynch con guantes de terciopelo. —Vaya,
conqueéstaerarealmentelafórmula.

94

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta13

Denuevoensudespacho,loprimeroquehizoBrunettidespuésdeabrirla

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ventanafuellamaraLele.Ensucasanocontestaban,porloqueBrunettiprobóen
lagalería,dondeelpintordescolgóelaparatodespuésdeseisseñales.

Pronto.

Ciao,Lele,aquíGuido.Tellamoporsihaspodidoaveriguaralgo.

—¿Sobreesapersona?—preguntóLele,dándoleaentenderquenopodía

hablarconlibertad.

—¿Hayalguiencontigo?

—Ah,sí,ahoraquelomenciona,yodiríaquesí.¿Estarátodavíaensu

despachodentrodeunrato,signorScarpa?

—Sí,estaréaquíunahoratodavía.

—Muybien,signorScarpa.Lellamaréencuantotermine.

—Gracias,Lele—dijoBrunettiycolgó.

¿QuiénpodíaserlapersonaqueestabaconLelequenodebíasaberque

éstehablabaconuncomisariodepolicía?

Repasólospapelesdelacarpeta,haciendoanotacionesaquíyallá.Había

estadovariasvecesencontactoconlaseccióndelapolicíaencargadadela

investigacióndelrobodeobrasdearte,peroenestemomentoloúnicoque

podíadarleseraelnombredeSemenzato;pruebas,ninguna.Aunqueera

posiblequeSemenzatotuvieraunareputaciónquenoaparecíaenlosinformes

oficiales,unareputaciónquenollegabaalpapel.

Hacíacuatroaños,Brunettihabíatratadoconunodeloscapitanesdela

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brigadaantirrobodeartedelapolicíadeRoma,acercadeunretablogótico

robadodelaiglesiadeSanGiacomodell'Orio.Giulionosecuántos,no

recordaba el apellido. Descolgó el teléfono y marcó el número de la signorina
Elettra.

—¿Sí,comisario?—dijo,cuandoélseidentificó.

—¿HasabidoalgodeHeineggerodesusamigosdelbanco?

—Estatardelosabré.

—Bien.Mientrastanto,leagradeceréquemiresipuedeencontrarenlos

archivoselnombredeuncapitándelasecciónantirrobodeobrasdeartede

Roma.Giulionosecuántos.Nosescribimosharáunoscuatroaños,quizácinco,

sobreunroboquesecometióenSanGiacomodell'Orio.

95

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—¿Tienealgunaideadedóndepuedaestararchivado,comisario?

—Oenminombre,yaqueyoredactéelinformeoriginal,oenelnombrede

laiglesiao,quizá,enrobodeobrasdearte.—Reflexionóunmomentoy

agregó—:CompruebelafichadeuntalSandro...esdecir,AlessandroBenelli

condirecciónenSanLio.Creoqueaúnestaráenlacárcel,peroquizáse

mencioneelnombredelcapitán.Simalnorecuerdo,declaróeneljuicio.

—Sí,señor.¿Loquiereparahoy?

—Sí,signorina,siesposible.

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—Bajaréalarchivoahoramismo.Quizáencuentrealgoantesdelalmuerzo.

Eloptimismodelajuventud.

—Gracias, signorina —dijo Brunetti y colgó. En el mismo instante, sonó el
teléfono.EraLele.

—Nopodíahablar,Guido.Teníaenlagaleríaaalguienquequizápueda

serteútilenesto.

—¿Quiénes?—ComoLelenocontestara,Brunettiseapresuróapedir

disculpas,alrecordarqueloqueélnecesitabaeralainformación,nolafuente—

.Perdona,Lele.Olvidaquetehepreguntadoeso.¿Quétehadicho?

—Al parecer, el dottor Semenzato era un hombre muy ocupado. Además de
directordelmuseo,erasociodedostiendasdeantigüedades,unadeaquíyotra
deMilán.Elhombreconelqueyohablabatrabajaenunadelastiendas.

Brunettiresistiólatentacióndepreguntarencuályguardósilencio,

sabiendoqueLelelediríaloqueconsiderasenecesario.

—Pareceserqueeldueñodeestastiendas,noSemenzatosinoeldueño

oficial, tiene acceso a piezas que no llegan a mostrarse en las tiendas. Esta
personamehadichoqueendosocasionessedesembalaronporerrorpiezas

que se habían recibido en la tienda y que, en cuanto el dueño las vio, las hizo
volveraembalardiciendoqueeranparasucolecciónparticular.

—¿Tehadichoquépiezaseran?

—Unaeraunbroncechinoylaotra,unacerámicapreislámica.Mehadicho

también,ycreoqueestopuedeinteresarte,queestabacasisegurodehaber

vistounafotodelacerámicaenunartículosobrelaspiezasquesellevarondel
museodeKuwait.

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—¿Cuándoocurrióeso?

—Laprimeravezfuehaceunañoylasegunda,haráunostresmeses—

respondióLele.

—¿Tehadichoalgomás?

—Quevariosclientesdesutiendatienenaccesoalacolecciónprivada.

—¿Yélcómolosabe?

—Aveces,hablandoconestosclientes,eldueñosereferíaapiezasque

tenía pero que no estaban en la tienda. O llamaba por teléfono a un cliente y le
decía que tal día recibiría tal o cual pieza, pero esas piezas no pasaban por la
tienda.Sinembargo,despuésparecíaquesehabíahecholaventa.

96

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—¿Porquétehacontadoeso,Lele?—preguntóBrunetti,aunque

comprendíaquenodebíapreguntar.

—HaceañostrabajamosjuntosenLondres,ylehicevariosfavores.

—¿Ycómosetehaocurridopreguntarleprecisamenteaél?

Lele,enlugardeofenderse,serió.

—Oh,verás,preguntéporahíporSemenzatoymedijeronquehablasecon

miamigo.

—Gracias,Lele,—Brunetti,aligualquetodoslositalianos,sabíaquela

tramasutildelosfavorespersonalesenvuelvetodoelsistemasocial.Todo

parececasual:alguienhablaconunamigo,luegocambiaimpresionesconun

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primo,ylainformaciónvacirculando.Yestainformaciónmodificaelsaldo

entreelDebeyelHaber.Antesodespués,losfavoressepaganylasdeudasse
cobran.

—¿Quiéneseldueñodelastiendas?

—FrancescoMurino,unnapolitano.Tuvetratosconélhaceañoscuando

abrió la tienda de aquí, y es un vero figlio di puttana. Si aquí se hace algún
negociosucio,seguroqueélmetemano.

—¿EseldelatiendadeSantaMariaFormosa?

—Sí,¿loconoces?

—Sólodevista.Queyosepa,nuncahatenidoproblemasconlapolicía.

—Guido,yatehedichoqueesnapolitano.Claroquenohatenido

problemas,peroesonosignificaquenoseaunavíbora.—ElénfasisqueLele

pusoensuspalabrasdespertólacuriosidaddeBrunettiacercadelostratosque
pudierahabertenidoconMurino.

—¿NadiehadichonadamásdeSemenzato?

Leleresoplóconimpaciencia.

—Yasabesloqueocurrecuandoalguiensemuere.Nadiequieredecirla

verdad.

—Sí;lomismomehadichootrapersonaestamañana.

—¿Quémástehadichoesapersona?—preguntóLeleconloqueparecía

auténticacuriosidad.

—Queespereunpardesemanas,porqueentonceslagenteempezaráa

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decirlaverdadotravez.

LelesoltóunacarcajadatanfuertequeBrunettituvoqueapartarel

auriculardeloídohastaquesuamigoacabódereír.

—Cuántarazóntiene—dijoentoncesLele—.Aunquenocreoquetarden

tanto.

—¿Quieresdecirconesoquehaymáscosasquedecirdeél?

—No,Guido;noquieroinducirteaerror,peroaunpardepersonasnoha

parecidosorprenderlesmuchoquemurieradeestemodo.—ComoBrunettino

preguntara,Leleexplicó—:Alparecer,teníatratoscongentedelSur.

—¿Esqueahoraseinteresanporelarte?—dijoBrunetti.

—Sí;porlovistoyanotienenbastanteconlasdrogasylasprostitutas.

97

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Creoquevalemásquedeahoraenadelantedoblemoslavigilanciaenlos

museos.

—Guido,¿aquiéncreesquecompranloscuadros?

¿Seríaestootrosaltocualitativo:laMafia,competidoradeSotheby's?

—Lele,¿sondefiaresaspersonasconlasquehashablado?

—Puedescreerloquedicen,Guido.

—Gracias,Lele.Sisabesalgomás,dímelo,porfavor.

—Descuida.Guido,sienestoestánimplicadosloscaballerosdelSur,vale

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másquetengascuidado,¿deacuerdo?—UnaseñaldelpoderquelaMafia

empezabaaadquiriraquí,enelNorte,eraladequelagenteerareaciaa

pronunciarsunombre.

—Naturalmente,Lele,ygraciasotravez.

—Lodigoenserio—insistióLeleantesdecolgar.

Brunetticolgóasuvezy,casisinpensar,cruzóeldespachoyabrióla

ventanaparaqueentraraairefrío.LostrabajosdelafachadadelaiglesiadeSan
Lorenzoquequedabaenfrente,habíansidointerrumpidosduranteelinvierno,

y el andamiaje estaba desierto. Uno de los grandes plásticos que lo cubrían se
habíadesgarradoy,apesardeladistancia,Brunettilooíarestallarásperamente
sacudidoporelviento.Sobrelaiglesianavegabanoscurasnubesqueveníandel
Suryque,seguramente,traíanmáslluviaparalatarde.

Brunetti miró el reloj. No había tiempo para visitar al signor Murino antes del
almuerzo,peroaquellatardepasaríaporlatienda,avercuálerasureacciónante
lavisitadeuncomisariodepolicía.LaMafia.Obrasdearterobadas.Sabíaque
másdelamitaddelosmuseosdelpaísestabancasipermanentemente

cerrados,peronuncasehabíadetenidoapensarloqueestopodíasignificarpor
lo que se refería a hurto, robo y, en el caso de las piezas de la exposición de
China,sustitución.Losvigilantesestabanmalpagadosy,sinembargo,sus

sindicatoseranfuertesyseoponíanaquesepermitieratrabajarenlosmuseosa
guardias voluntarios. Recordaba haber oído años atrás la sugerencia de que se
permitieraservircomoguardiasvoluntariosdelosmuseosalosjóvenesque

optabanpordosañosdeserviciosocialenlugardelañoymediodeservicio

militar.LaideanillegóadebatirseenelSenado.

SuponiendoqueSemenzatohubieraintervenidoenlasustitucióndepiezas

auténticas por falsas, ¿quién mejor situado que un anticuario para vender los

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originales?Éldisponíadelaclientelaytambiéndelosconocimientosnecesarios
para hacer una valoración exacta y, por otra parte, si ello era necesario, sabría
cómohacerlaentregadelaspiezassinlainterferenciadelapolicíaydel

departamentofinancierodelacomisióndeBellasArtes.Hacerentrarysalirdel
paísobrasdearteerajuegodeniños.BastabaunamiradaalmapadeItaliapara
ver lo permeables que eran las fronteras. Miles de kilómetros de bahías, calas,
ensenadasyplayas.Además,paralosbienorganizadosobienrelacionados,

estabanlospuertosylosaeropuertosporlosquecualquiercosapodíapasar

98

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta impunemente. No eran sólo los que
guardabanlosmuseoslosqueestabanmal

pagados.

Ungolpeenlapuertainterrumpiósusreflexiones.

Avanti—gritócerrandolaventana.Horadevolveraasarse.

EntrólasignorinaElettra,conunblocenunamanoyunacarpetaenlaotra.

—Enestacarpetaheencontradoelapellidodelcapitán.EsCarrara,Giulio

Carrara.SigueenRomaperoelañopasadofueascendidoamaggiore.

—¿Cómolohaaveriguado,signorina?

—HellamadoasudespachoenRomayhehabladoconsusecretaria.Lehe

dichoqueleavisedequeustedlellamaráestatarde.Yahabíasalidoaalmorzary
novolveráhastalastresymedia.—BrunettisabíaloqueenRomapodía

significarlastresymedia.

Comosihubieraexpresadosupensamientoenvozalta,lasignorinaElettradijo:

—Lehepreguntadoyellamehadichoquerealmenteregresaalastresy

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media,asíqueestoyseguradequepuedellamarle.

—Gracias, signorina —dijo y una vez más dio gracias en silencio de que esta
maravillapudieraresistirincólumeeldiarioasaltodelasintemperanciasdePatta
—.¿Puedopreguntarlecómohaconseguidoencontrarelnombretan

pronto?

—Oh,hacemesesquetratodefamiliarizarmeconlosarchivos.Hehecho

varioscambiosporqueelsistemaactualnotienelógica.Esperoquenadiese

moleste.

—Nolocreo.Nadiehapodidoencontrarnuncanadaenesearchivo,de

modoquecualquiercambiotienequeserparamejorar.Además,sesuponeque

todoestápasadoalsistemainformático.

Ellalomiróconlaexpresióndelquehapasadoalgúntiempoenmediode

las fichas acumuladas, y Brunetti tomó nota de no repetir esta observación. La
jovenpusolacarpetaencimadelamesa.Élobservóquehoyllevabaunvestido
delananegraconunatrevidocinturónrojoceñidoalafinacintura.Lajovensacó
unpañuelodelbolsilloyseenjugólafrente.

—¿Siemprehaceaquítantocalor,comisario?—preguntó.

—No,signorina,esalgoqueocurreduranteunassemanasapartirde

primerosdefebrero.Generalmente,terminaantesdefindemes.Noafectasu

despacho.

—¿Eselscirocco?—Lapreguntaeralógica.SielvientocálidodeÁfricatraíael
acquaalta,tambiénpodíatraertemperaturaaltaaldespacho.

—No, signorina. Es el sistema de calefacción. Nadie ha podido descubrir la
causa.Yaseacostumbrará.Detodosmodos,antesdefindemeshabrápasado.

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—Asíloespero—dijoellavolviendoaenjugarselafrente—.Sinodesea

nadamás,meiréaalmorzar.

Brunettimiróelrelojyvioqueeracasilauna.

—Lléveseunparaguas—dijo—.Parecequevolveráallover.

99

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaBrunettifueaalmorzaracasaconsufamilia,
yPaolacumpliósupromesa

de no contar a Raffi lo que había pensado su padre al ver las jeringuillas en su
habitación.Pero,acambiodesusilencio,obtuvodeBrunettilafirmepromesade
que no sólo la ayudaría a sacar la mesa a la terraza a la primera señal de buen
tiemposinoquetambiénmanejaríalasjeringuillasparainyectarel

insecticida en los múltiples agujeros hechos por las carcomas en las patas del
muebleparahibernarenellos.

Despuésdelalmuerzo,Raffiseencerróensucuarto,diciendoqueteníaque

hacerdeberesdegriego,concretamente,traducirdiezpáginasdeHomeropara

eldíasiguiente.Dosañosantes,cuandoseconsiderabaunanarquista,se

encerrabaensucuartoparaelucubrarsombríamentesobrelosmalesdel

capitalismo y quién sabe si precipitar con ello su caída. Pero este año había
encontradonosólonoviasinotambién,alparecer,elafándeseradmitidoenla
universidad.Encualquiercaso,seguíadesapareciendodelamesa

inmediatamentedespuésdelacomida,deloqueBrunettideducíaquesudeseo

desoledadobedecíamásaunimperativodelaadolescenciaqueauna

orientaciónpolítica.

PaolaformulóveladasamenazasaChiarasinolaayudabaafregarlos

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cacharros, y mientras ellas dos trajinaban Brunetti se asomó a la cocina para
decirlesqueseibaatrabajar.

Cuandosalióalacalle,yahabíaempezadoacaerlalluviaquehabíaestado

amenazandotodalamañana,todavíaerafinaperoteníatrazasdearreciar.

AbrióelparaguasytorcióporRugetta,caminodelpuentedeRialto.Alos

pocosminutos,sefelicitódehaberseacordadodeponerselasbotas,porqueenel
suelosehabíanformadograndescharcosqueinvitabanachapotear.Cuando

hubo cruzado el puente, la lluvia arreció, y Brunetti llegó a la questura con los
pantalonesempapadosdelapantorrillaalarodilla,porencimadeloque

protegíanlasbotas.

Eneldespacho,sequitólachaquetaypensóqueojalápudieraquitarse

también los pantalones y colgarlos encima del radiador: allí se secarían en dos
minutos.Peroselimitóadejarlaventanaabiertaparaenfriareldespachoyluego
sesentóalamesa,marcóelnúmerodelacentralitaypidióquele

pusieranconlabrigadaantirrobodeartedelapolicíadeRoma.Cuando

consiguiócomunicación,diosunombreypreguntóporelmaggioreCarrara.

Buongiorno,comisario.

—Enhorabuena,maggiore.

—Gracias,yaerahora.

—Todavíaesmuyjoven.Lesobratiempoparallegarageneral.

—Cuandoyollegueageneral,enlosmuseosdeestepaísnoquedarániun

solocuadro.—LarisadeCarrara,cuandoalfinllegó,sehabíaproducidoconla
100

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltademorasuficientecomoparaqueBrunettise

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quedaraconladudadesiel

comentarioerarealmenteunabroma.

—Poresolellamo,Giulio.

—¿Porcuadros?

—Nosésicuadros,encualquiercaso,museos.

—¿Dequésetrata?—preguntóCarraraconaquellavivacuriosidadque,

segúnrecordabaBrunetti,sentíaelromanoporsutrabajo.

—Tenemosuncasodeasesinato.

—Sí,losé,Semenzato,enelpalazzoDucale.—Lavozeraneutra.

—¿Sabealgodeél,Giulio?

—¿Oficialoextraoficialmente?

—Oficialmente.

—Nosénada.Nadadenada.Absolutamentenada.—Adelantándosea

Brunetti, Carrara interrumpió su propia letanía para preguntar—: ¿Es suficiente
parapasaralapreguntasiguiente,Guido?

—Estábien—sonrióBrunetti—.¿Yextraoficialmente?

—Escuriosoquemehagaesapregunta.Enrealidad,tengoencimadela

mesaunanotaparallamarle.Nosabíaquellevabaustedelcasohastaqueleísu
nombreenelperiódicoestamañana,ypenséenllamarleparahacerlevarias

sugerencias.Ydepasopedirleunpardefavores.Creoquehayvariascosasque
nosinteresanaambos.

—¿Comoporejemplo?

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—Suscuentasbancarias.

—¿LasdeSemenzato?

—¿Noestábamoshablandodeél?

—LosientoGiulio,perodurantetodoeldíasemehaestadorepitiendoque

nosedebehablarmaldelosmuertos.

—Sinopodemoshablarmaldelosmuertos,¿dequiénvamosahablarmal?

—preguntóCarraraconsorprendentesensatez.

—Yatengoaunapersonatrabajandoeneso.Mañanadeberíamosdisponer

delascuentas.¿Algomás?

—Megustaríaecharunaojeadaalalistadesusllamadasdelargadistancia,

tantodesdesudomiciliocomodesdesudespachodelmuseo.¿Creequepodrá

conseguirlas?

—¿Todavíahablamosextraoficialmente?

—Sí.

—Lastendrá.

—Bien.

—¿Algomás?

—¿Yahahabladoconlaviuda?

—No;personalmente,no.Hablóconellaunodemishombres.¿Porqué?

—Quizáellasepaquéviajeshizosumaridodurantelosúltimosmeses.

—¿Porquéleinteresaeso?—preguntóBrunetticonauténticacuriosidad.

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101

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Noexisteunarazónespecial,Guido.Peronosgustasaberesocuandoel

nombredeunapersonanoshasaltadoalavistamásdeunavez.

—¿Yhasidoasíenestecaso?

—Sí.

—¿Conquémotivo?

—Ningunoenconcreto,adecirverdad.—Carraraparecíapesarosoporno

poderconcretarunaacusación—.Doshombresalosquearrestamosenel

aeropuertohacemásdeunañoconfigurasdejadechinasdijeronquehabían

oídomencionarsunombreenunaconversación.Eransimplescorreos;no

sabíanprácticamentenada;nisiquieraelvalordeloquetransportaban.

—¿Yera?—preguntóBrunetti.

—Milesdemillonesdeliras.LasfigurasprocedíandelMuseoNacionalde

Taiwan,delquehabíandesaparecidotresañosantes,nadiesabíacómo.

—¿Eranesasfigurasloúnicoquehabíadesaparecido?

—No;perosonloúnicoqueseharecuperado.Hastaelmomento.

—¿Enquéotraocasiónoyómencionarsunombre?

—Selooíaunodelospequeñosdelincuentesalosqueaquítenemos

colgadosdeunhilo.Encualquiermomentopodríamosencerrarlopordrogasy

allanamientoperolodejamoslibreacambiodelainformaciónquenospasade

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vezencuando.NosdijoquehabíaoídomencionarelnombredeSemenzato

duranteunaconversacióntelefónicadeunodeloshombresalosqueélvende

cosas.

—¿Cosasrobadas?

—Naturalmente.Notienenadamásquevender.

—¿YesehombrehablabaconSemenzatoodeSemenzato?

—Hablabadeél.

—¿Ledijoquéhabíaoído?

—Elquehablabasólodijoalaotrapersonaquedebíatratardeponerseen

contactoconSemenzato.Enunprincipio,lareferencianoparecía

incriminatoria.Alfinyalcabo,setratabadeundirectordemuseo.Pero

despuésatrapamosalosdoshombresenelaeropuertoyahoraSemenzato

aparecemuertoensudespacho.Asíquepenséquehabíallegadoelmomento

dehablardeesoconusted.—Carrarahizounapausalobastantelargacomo

paraseñalarqueélyanoteníanadamásqueofreceryquehabíallegadoel

momentodeverloquepodíaconseguir—.¿Quéhanpodidoaveriguarustedes

sobreél?

—¿RecuerdalaexposicióndeChinaquesecelebróhaceunosaños?

Carraraemitióungruñidodeasentimiento.

—VariasdelaspiezasqueibanenlaexpedicióndevueltaaChinaeran

copias.

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PorlalíneallegóclaramenteelsilbidodeCarrara,quetantopodíaserde

sorpresacomodeadmiraciónporsemejantehazaña.

102

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Y,alparecer,Semenzatoerasociocomanditariodeunpardenegociosde

antigüedades,unodeaquíyotrodeMilán—prosiguióBrunetti.

—¿Quiéneseldueño?

—FrancescoMurino.¿Loconoce?

EltonodeCarraraeralentoycomedido.

—SólocomoconocíamosaSemenzato,extraoficialmente.Peronoshemos

tropezadoconsunombremásdeunavezymásdedos.

—¿Algoenconcreto?

—Nada.Porlovisto,sabecubrirsebien.—Sehizounalargapausay

entoncesCarraraagregó,enunavozrepentinamentemásseria—:Oalguien

máslocubre.

—¿Ésastenemos?—preguntóBrunetti.Aquellarespuestapodíasignificar

cualquiercosa:unaramadelGobierno,laMafia,unGobiernoextranjero,

inclusolaIglesia.

—Sí.Ningunadelaspistasconduceaningúnsitio.Oyesunnombrey

luegodejasdeoírlo.LabrigadadeDelitosEconómicoslehahechotres

inspeccionesenlosdosúltimosaños,yestálimpio.

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—¿SehaasociadosunombrealdeSemenzato?

—Aquí,no.¿Quémástenemos?

—¿ConocealadottoressaLynch?

L'americana?—preguntóCarrara.

—Sí.

—Naturalmentequeséquiénes.Alfinyalcabo,estoylicenciadoen

HistoriadelArte,Guido.

—¿Tanconocidaes?

—Sulibrosobreartechinoeselmejorquesehaescrito.SigueenChina,

¿verdad?

—No;estáaquí.

—¿EnVenecia?¿Yquéhaceahí?

LomismosehabíapreguntadoBrunetti.Larespuestaquesehabíadadoera

queestabatratandodedecidirentreregresaraChina,quedarsejuntoasu

amantey,ahora,descubrirsisuanterioramantehabíasidoasesinada.

—VinoparahablarconSemenzatoacercadelaspiezasqueseenviarona

China.Lasemanapasada,dosgorilasledieronunapaliza.Lehicieronuna

fisuraenlamandíbulaylefracturaronvariascostillas.Aparecióenlos

periódicos.

OtravezsonóelsilbidodeCarrara,peroahoraconsiguiótransmitir

compasión.

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—Aquínohablarondeello.

—Suayudante,unajaponesaquevinoparasupervisarladevolucióndelas

piezasaChina,murióallídeaccidente.

—Freuddicenosédóndequelosaccidentesnoexisten,¿verdad?

103

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—NosésiFreudincluíaaChinacuandodijoeso,peronoparecequefuera

unaccidente,desdeluego.

ElgruñidodeCarrarapodíasignificarcualquiercosa.Brunettioptópor

interpretarlocomounaafirmaciónydijo:

—MañanaporlamañanahablaréconladottoressaLynch.

—¿Porqué?

—Quieroconvencerlaparaquesalgadelaciudadunatemporadayquiero

sabermáscosasacercadelaspiezassustituidas.Quéeran,sitienenvalorenel
mercado...

—Claroquetienenvalorenelmercado—leinterrumpióCarrara.

—Sí,esoyaloimagino,Giulio.Peroquierotenerunaideadecuálpueda

seresevalorydesipodríanvenderseabiertamente.

—Perdón.Noentendíaquéserefería,Guido.—Supausapodía

interpretarsecomounadisculpa,yagregó—:Sivienedeunaexcavaciónde

China,puedespedirloquequieras.

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—¿Tantovalortiene?

—Tantovalor.Pero,¿quédeseasaberconcretamente?

—Primero,dóndeycómosehicieronlascopias.

Carraraleinterrumpióotravez.

—Italiaestállenadetalleresquesededicanahacercopias,Guido.Copias

detodo:estatuasgriegas,joyasetruscas,alfareríaMing,pinturasrenacentistas.

Usted diga qué quiere y saldrá un artesano italiano que le hará una copia que
engañaráalosespecialistas.

—¿Peronotienenustedestodaclasedemediosparadetectarlas?Laprueba

delcarbono14yesascosas.

Carraraserió.

—HableconladottoressaLynch,Guido.Lededicauncapítulodesulibro.

Estoysegurodequepuededecirlecosasquelemantendrándespiertoenlas

largasnochesdeinvierno.—Brunettioyóruidoenelotroextremodelhilo,

seguidodeunsilencio,cuandoCarraracubrióelmicroconlamano.Alcabode
unmomento,elmaggioreledecía—:Perdone,Guido,peroacabandedarmeuna
conferenciaconVietnamquehacedosdíasqueestoytratandodeconseguir.

Llámemesísabealgo.Yotambiénlellamaré.—AntesdequeBrunettipudiera

asentir,Carrarahabíacolgado.

104

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta14

Totalmenteajenoalcalorquehacíaensudespacho,Brunettireflexionaba

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sobreloquelehabíadichoCarrara.Tómeseundirectordemuseo,agréguense

guardias, sindicatos, un poco de Mafia y el resultado era un cóctel lo bastante
fuertecomoparadaralaramaantirrobodeobrasdearteunabuenaresaca.

Sacóunahojadepapeldelcajónyempezóahacerlalistadelainformaciónque
necesitaba de Brett. Una descripción completa de las piezas falsificadas. Más
informaciónacercadecómopudollevarseacabolasustituciónydedóndey

cómosehabíanhecholascopias.Ynecesitabaunadescripcióndetalladadelas
conversacionesmantenidasylacorrespondenciaintercambiadaconSemenzato.

Interrumpiólaescrituraydejóquesupensamientoderivarahacialo

personal: ¿regresaría Brett a China? Al pensar en ella, evocando la imagen de
cómolahabíavistoporúltimavez,dandounpuñetazoenlamesaysaliendo

delasalaconunportazo,advirtióunadiscrepanciaquehastaaquelmomento

selehabíaescapado.¿Porquéellasólohabíarecibidounapalizamientras

Semenzatohabíasidoasesinado?Brunettinodudabadequeloshombres

enviadosasucasasólollevabanórdenesdehacerlellegarsuviolenta

advertenciaparaquenoacudieraalacita.Pero,¿porquémolestarse,side

todosmodosibanamataraSemenzato?¿LaintervencióndeFlaviahabía

alteradoelequilibriodelascosasoacasoSemenzato,dealgúnmodo,había

provocadolaviolenciaquelehabíacostadolavida?

Primero,lascosasprácticas.LlamóaVianelloylepidióquesubierayque,

alpasarpor delantedeldespacho dePatta,rogara ala signorina Elettra que lo
acompañara.ElinformedelaInterpolnohabíallegadotodavía,porloque

pensabaqueyaerahoradeempezaraindagarporsucuenta.Fuealaventanayla
abriómientrasesperabaquellegaran.

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Entraronjuntos,minutosdespués.Vianelloabriólapuertaeinvitóala

mujeraentrarprimero.Cuandoambosestuvierondentro,Brunetticerróla

ventana y el sargento, el adusto y tosco Vianello, acercó una silla a la mesa de
BrunettiylaofrecióalasignorinaElettra.¿Vianello?

Mientras se sentaba, la signorina Elettra dejó una hoja de papel en la mesa de
Brunetti.

—HallegadoestodeRoma,comisario.—Enrespuestaasumudapregunta,

agregó—:Hanidentificadolashuellas.

105

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Bajo el membrete de los carabinieri, la
carta, que tenía una firma indescifrable, decía que las huellas tomadas del
teléfonodeSemenzato

correspondíanalasdeSalvatoreLaCapra,deveintitrésaños,residenteen

Palermo.Apesardesujuventud,LaCaprateníaasuespaldaunnúmero

considerabledearrestosyacusaciones:extorsión,violación,agresión,intentode
asesinatoyasociaciónconconocidosmiembrosdelaMafia.Acusacionesque

habíansidoretiradasendistintasfasesdellargoprocesolegalquemediaba

entreelarrestoyeljuicio.Trestestigosdelcasodeextorsiónhabían

desaparecido; la mujer que había presentado la denuncia de violación se había
retractado. La única acusación que se había mantenido contra La Capra era por
excesodevelocidad,infracciónporlaquehabíapagadounamultade

cuatrocientasveintidósmilliras.ElinformeseñalabatambiénqueLaCapra,

quenoestabaempleado,vivíaconsupadre.

Cuandoacabódeleerelinforme,BrunettimiróaVianello.

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—¿Havistoesto?

Vianelloasintió.

—¿Porquémesuenaelnombre?—preguntóBrunettidirigiéndosealos

dos.

La signorina Elettra y Vianello empezaron a hablar al mismo tiempo, pero el
sargento,aloírla,seinterrumpióylecediólapalabraconunademán.

Comoellacallara,Brunetti,irritadoportantaceremonia,azuzó:

—¿Bueno?

—¿El arquitecto? —preguntó la signorina Elettra, y Vianello movió la cabeza
afirmativamente.

BastópararefrescarlamemoriaaBrunetti.Hacíacincomeses,elarquitecto

encargadodeunasextensasobrasderestauraciónenunpalazzodelGranCanal,
habíadenunciadoalpropietariodelpalazzoporamenazasformuladasporelhijo
de éste, de recurrir a la violencia si la restauración, que ya había entrado en el
octavo mes, sufría más retrasos. El arquitecto había intentado justificarse
alegandodificultadesenlaobtencióndelospermisosdeobra,excusasqueelhijo
deldueñohabíarechazado,advirtiéndolequesupadrenoerahombreque

estuvieraacostumbradoaqueselehicieraesperaryquequienesincomodaban

a su padre o a él mismo solían pasarlo mal. Al día siguiente, y antes de que la
policía hubiera tenido tiempo de actuar, el arquitecto volvió a presentarse en la
questura para decir que todo había sido un malentendido y que en realidad no
habíanmediadoamenazas.Loscargossehabíanretirado,peroseredactóel

informe de la denuncia, que habían leído los tres, por lo que ahora recordaban
queéstahabíasidohechacontraSalvatoreLaCapra.

—CreoquedeberíamosversielsignorinoLaCapraosupadreestánencasa

—propuso Brunetti—. Y usted, signorina, haga el favor de mirar si encuentra

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algosobreelpadre.Sinotieneotracosaquehacer,desdeluego.

—No,dottore.Yaestáhechalareservaparalacenadelvicequestore,demodo
quepuedoponermeconestoinmediatamente.—Conunasonrisa,ellase

106

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta levantó y Vianello, como una sombra, fue
hastalapuertadelantedeella,la

sostuvoabiertamientrasellasalíayluegovolvióasusilla.

—Hehabladoconlaesposa,comisario.Bueno,conlaviuda.

—Sí,heleídosuinforme.Eramuycorto.

—Lavisitafuecorta,comisario—dijoVianelloconvozopaca—.Nohabía

muchoquedecir.Lamujerestabamuyapenada,casinopodíahablar.Lehice

unas preguntas, pero ella no paraba de llorar y tuve que dejarlo. No creo que
comprendieraporquéestabayoallíniporquélehacíapreguntas.

—¿Eradolordeverdad?—preguntóBrunetti.Losdospolicíashabíanvisto

muchodolordeunayotraclase,verdaderoyfalso,ypodíandistinguirlo.

—Creoquesí,señor.

—¿Cómoesella?

—Unoscuarentaaños,diezmenosqueél.Sinhijos,porloqueéleratodolo

quetenía,nocreoqueesamujerencajaramuybienaquí.

—¿Porquéno?—preguntóBrunetti.

—SemenzatoeravenecianoperoellaesdelSur.DeSicilia.Nuncaleha

gustadoesto.Dijoque,cuandoacabaratodoesto,queríavolverasutierra.

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BrunettisepreguntócuántoshilosdeestatramaapuntaríanhaciaelSur.

Desdeluego,ellugardeprocedenciadelamujernoloautorizabaaconsiderarla
sospechosa de asociación con malhechores. Mientras se hacía esta exhortación,
dijo:

—Queleintervenganelteléfono.

—¿DelasignoraSemenzato?—LasorpresadeVianelloeraaudible.

—¿Ydequiénestamoshablando,Vianello?

—¡Si acabo de hablar con ella y casi no se tiene en pie! No finge, comisario,
estoyseguro.

—Noseponeendudasudolor,Vianello.Loqueestáenentredichoesla

integridaddesumarido.—Brunettitambiénsentíacuriosidadporloquela

viudasupieradelasactividadesdesumarido,pero,envistadelainsólita

tesituragalanteadoptadaporVianello,creyópreferiblecallar.

Vianelloaúnobjetó:

—Noobstante...

—¿Quéhaydelpersonaldelmuseo?—cortóBrunetti.

Vianellosedejóconduciralredil.

—PareceserqueapreciabanaSemenzato.Eracompetente,sellevababien

con los sindicatos y solía delegar mucha responsabilidad, por lo menos, en la
medidaenqueelMinisterioselopermitía.

—¿Quéquieredecir?

—Quedejabaquelosconservadoresdecidieranquécuadrosteníanque

sometersearestauración,quétécnicashabíaqueemplear,cuándohabíaque

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llamaraespecialistasdelexterior.Porloquehepodidodeducir,elqueocupóel
cargo antes que él se empeñaba en controlarlo todo y eso hacía que los asuntos
107

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta se retrasaran, ya que él se empeñaba en
conocerhastaelúltimodetalle.La

mayoríapreferíanaSemenzato.

—¿Algunacosamás?

—VolvíalaladeledificioenlaqueestabaeldespachodeSemenzatoyeché

un vistazo con luz de día. En el pasillo hay una puerta que comunica con el ala
izquierda, pero está condenada. Y desde el tejado, imposible descolgarse. Así
quetuvieronquesubirporlaescalera.

—Pasandopordelantedelaoficinadelosguardias—Brunettiterminópor

él.

—Ytambiénalsalir—agregóVianellosinindulgencia.

—¿Quéponíanaquellanocheentelevisión?

—RepeticióndeGolpoGrosso—respondióVianelloconunaprontitudquehizo
que Brunetti se preguntara si el sargento no habría estado aquella noche en su
casa,aligualquemediaItalia,viendocómosemifamosassedesnudaban

pocoapocoantelosalaridosdelpúblicodelestudio.Probablemente,silos

pechos eran lo bastante grandes, los ladrones hubieran podido llevarse hasta la
BasílicadelaPiazzasinquenadieseenterarahastalamañanasiguiente.

Parecíaunbuenmomentoparacambiardetema.

—Estábien,Vianello,veaquépuedehacerparaquealguienseencarguede

eseteléfono.—Lafrasenopodíaserconsideradaterminante;nieltono,de

despedida.Porlomenos,nodeltodo.

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Decomúnacuerdo,laconversaciónsedioporterminada.Vianellosepuso

enpie.Seveíaquenoestabadeacuerdoconestanuevainvasióndeldolordela
viudaSemenzato,peroaceptabaelencargo.

—¿Nadamás,comisario?

—Nadamás.—Normalmente,Brunettihubierapedidoserinformado

cuandohubierasidointervenidoelteléfono,peroenestecasoprefiriódejarloal
criterio de Vianello. El sargento movió la silla unos centímetros hacia adelante,
paracentrarlafrentealamesadeBrunetti,alzólamanoenunvagosaludoysalió
del despacho sin más palabras. Brunetti se dijo que ya era suficiente tener que
tratarconunaprimadonnaenCannaregio.Nonecesitabaotraenlaquestura.

108

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta15

Brunetti salió de la questura quince minutos después llevando las botas y el
paraguas. Cortó hacia la izquierda en dirección a Rialto, pero luego torció a la
derecha,otravezalaizquierdayalpococruzabaelpuentequeconducea

campoSantaMariaFormosa.Frenteaél,alotroladodelcampo,selevantabael
palazzo Priuli abandonado desde que él pudiera recordar, plato fuerte de un
envenenadolitigiosobreuntestamentoimpugnado.Mientrasherederosy

presuntos herederos se disputaban su propiedad, el palazzo se entregaba con
aplicaciónyperseveranciaasulabordedeterioro,indiferenteaherederos,

reclamacionesylegalidad.Largoschurretesdeherrumbrebajabanporlas

paredesdepiedradesdelasrejasquetratabandeimpedirlaentradaalos

intrusos,yeltejadosedescoyuntabaformandoprotuberanciasyhendidurasy

abriendoaquíyallágrietasporlasqueelsolsecolabaacurioseareneldesván
cerradodesdehacíaaños.ElBrunettirománticohabíaimaginadomuchasveces

queelpalazzoPriuliseríaellugaridealpararecluiraunatíaloca,aunaesposa

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rebeldeoaunaherederarecalcitrante,mientrasquesuyomáspragmáticoy

venecianoloconsiderabauninmueblemuyapetecibleycontemplabasus

ventanasdividiendoelespaciointeriorenapartamentos,oficinasyestudios.

TeníalavagaideadequelatiendadeMurinosehallabaenelladonorte,

entreunapizzeríayunatiendademáscaras.Lapizzeríaestabacerrada,en

espera de la vuelta de los turistas, pero tanto la tienda de máscaras como la de
antigüedadesestabanabiertasysuslucesbrillabanentrelalluviainvernal.

CuandoBrunettiempujólapuertadelatienda,sonóunacampanillaenuna

habitaciónsituadamásalládeunpardecortinasdeterciopeloadamascado

colgadasdeunarcoqueconducíaalinterior.Lasalateníaelbrillodiscretodela
riqueza, una riqueza antigua y sólida. Sorprendentemente, eran pocas las piezas
expuestas,perocadaunaexigíalaplenaatencióndelvisitante.Alfondohabíaun
aparadordenogalquerelucíamercedasiglosdecuidados,concinco

cajones en el lado izquierdo. A mano derecha de Brunetti se extendía una larga
mesaderoble,procedentesindudadelrefectoriodealgúnconvento.Tambiéna
la mesa se le había sacado brillo, aunque sin tratar de disimular las muescas y
otrasseñalesdebidasaunlargouso.Asuspiesyacíandosleonesdemármol

queabríanlasfaucesconunaamenazaquequizáentiemposfuera

intimidatoria.Peroeltiempohabíadesgastadolosdientesysuavizadolos

109

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta rasgos, y ahora parecían encararse a sus
enemigosconloquemásqueun

rugidoeraunbostezo.

C'è qualcuno? —gritó Brunetti hacia el fondo de la tienda. Miró al suelo y
observóquesuparaguashabíadejadoyaungrancharcoenelparquetdela

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tienda. El signor Murino debía de ser un optimista, además de forastero, para
haberpuestoparquetenunazonadelaciudadtanbajacomoésta.Laprimera

acquaaltagraveinundaríalatiendaestropeandolamaderayllevándoselacolay
elbarnizcuandobajaralamarea.

Buongiorno?—volvióagritardandounospasoshaciaelarcoydejandoun
rastrodegotasenelsuelo.

Unamanoaparecióentrelascortinasyapartóunadeellas.Elhombreque

salióalatiendaeraelmismoalqueBrunettirecordabahabervistoenlaciudady
que alguien —ya no recordaba quién— le había dicho que era el anticuario de
SantaMariaFormosa.Murinoerabajo,comomuchosmeridionalesysupelo

negro,rizadoylustroso,formabaunacoronaquelerozabaelcuellodela

camisa.Teníalatezoscuraytersaylasfaccionespequeñasyregulares.Loque
desconcertabaenesteprototipodebellezamediterráneaeranlosojos,deun

verdeclaroyopalino.Aunquetamizadosporloscristalesredondosdeunas

gafasconmonturadeoroysombreadosporunaspestañastanlargascomo

negras,aquellosojoseranelrasgodominantedesucara.Losfranceses—

Brunettilosabía—habíanconquistadoNápoleshacíasiglos,perolareliquia

más corriente de su larga ocupación era el pelo rojo que a veces se veía en la
ciudad,noestosclarosojosnórdicos.

—¿SignorMurino?—preguntóextendiendolamano.

—Sí—respondióelanticuariotomandolamanodeBrunettiy

devolviéndoleelapretónconfirmeza.

—GuidoBrunetti,comisariodepolicía.Megustaríahablarunmomento

conusted.

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LaexpresióndeMurinoseguíasiendodecortéscuriosidad.

—Deseohacerleunaspreguntasacercadesusocio.¿Oquizádeberíadecir

sudifuntosocio?

BrunettivioaMurinoabsorberestainformaciónyesperómientraselotro

consideraba cuál debía ser su reacción visible. Todo esto, sólo en cuestión de
segundos,peroBrunettihabíatenidoocasióndeobservarelprocesodurante

décadas y estaba familiarizado con él. Las personas ante las que se presentaba
teníanunacoleccióndereaccionesqueellasconsiderabanapropiadas,y

formaba parte del trabajo del policía estudiar su expresión mientras las iban
repasandounaauna,enbuscadelamásadecuada.¿Sorpresa?¿Temor?

¿Inocencia?¿Curiosidad?VioaMurinopasarrevistaavariasposibilidadesy

estudió su rostro mientras iba considerándolas y descartándolas. Al parecer, se
decidióporlaúltima.

—¿Sí?¿Yquéquieresaber,comisario?—Lasonrisaeracortés;yeltono,

amistoso.MiróalsueloyvioelparaguasdeBrunetti—.Permitaquemelolleve,
110

DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltaporfavor—dijo,yconsiguióquepareciera
quelepreocupabamásla

incomodidaddeBrunettiqueeldeterioroqueelaguacausaraensuparquet.

Llevóelparaguasaunparagüerodeporcelanadecoradoconfloresquehabíaal
ladodelapuerta,lointrodujoenélysevolvióhaciaBrunetti—.¿Medael

abrigo?

BrunettiadvirtióqueMurinotratabademarcareltonodelaconversación,

untonoamistosoyrelajado,manifestaciónverbaldesuinocencia.

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—Gracias,nosemoleste—respondióBrunettiy,consurespuesta,ajustóel

tonoasupropiamedida—.¿Cuántotiempohasidosociosuyo?

Murinonoacusóquehubieradetectadolapugnaporeldominiodela

conversación.

—Cincoaños,desdequeabríestatienda.

—¿YlatiendadeMilán?¿Tambiénteníaparticipaciónenella?

—Oh,no.Sonnegociosindependientes.Sóloteníaparticipaciónenésta.

—¿Ycómollegóasersocio?

—Yasabeloquesonestascosas.Secorrelavoz.

—No;losiento,peronolosé,signorMurino.¿Cómosehizosociosuyo?

LasonrisadeMurinoerapersistentementerelajada;estabadecididoano

darseporenteradodelarudezadeBrunetti.

—Cuandotuvelaoportunidaddealquilarestelocal,mepuseencontacto

convariosamigosmíosdeestaciudad,convistasaconseguirunpréstamo.

Tenía la mayor parte de mi capital invertido en las existencias de la tienda de
Milán,yenaquelmomentoelmercadodeantigüedadesestabaestancado.

—¿Apesardelocualqueríaabrirotratienda?

LasonrisadeMurinoeraseráfica.

—Yoteníaconfianzaenelfuturo.Lagentepuederetraersedurantealgún

tiempo,perosoncrisispasajerasyalfinsiemprevuelvenacomprarcosas

bellas.

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Aligualqueunamujerdeseosadequeleregalenlosoídos,Murinoparecía

estar pidiendo a Brunetti que dedicara un cumplido a las piezas que tenía en la
tienda,relajandoconellolatensióncreadaconlaspreguntas.

—¿Suoptimismoquedójustificado,signorMurino?

—Oh,nopuedoquejarme.

—¿Ycómoseenterósusociodesuinterésenunpréstamo?

—Bueno,yasabeloquepasa,secorrelavoz.—Alparecer,éstaeratodala

explicaciónqueelsignorMurinoestabadispuestoadar.

—¿Yentoncessepresentóél,dineroenmano,solicitandosersusocio?

Murinoseacercóaunarcóndenoviaylimpióunamarcadededosconel

pañuelo. Se agachó, situando los ojos en plano horizontal con la superficie del
arcónyfrotóvariasveceslamarcahastahacerladesaparecer.Doblóelpañuelo
en un rectángulo perfecto, volvió a guardarlo en el bolsillo de la chaqueta, se
volviódeespaldasalarcónyseapoyóenelborde.

—Sí;podríamosdecirqueasífue.

111

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—¿Yquéconsiguióacambiodesuinversión?

—Elcincuentaporcientodelosbeneficiosdurantediezaños.

—¿Quiénllevabaloslibros?

—Tenemosuncontabilequeseencargadeeso.

—¿Quiénhacelascompras?

—Yo.

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—¿Ylasventas?

—Yo.Omihija.Trabajaaquídosdíasalasemana.

—¿Asíqueustedysuhijasonlosquesabenquésecomprayaquéprecioy

quésevendeyaquéprecio?

—Tengorecibosdetodaslascomprasydetodaslasventas,dottorBrunetti

—dijoMurinocasiconindignaciónenlavoz.

BrunetticonsideróduranteunmomentolaopcióndedeciraMurinoqueen

Italiatodoelmundotienerecibosdetodoyquetodoslosrecibosnosonmásque
pruebasfabricadasparaevadirelpagodeimpuestos.Perounonotiene

necesidad de decir que llueve de arriba abajo ni que en primavera florecen los
árboles.Análogamente,noesnecesariohablardelaexistenciadelfraudefiscal,
muchomenos,aunanticuario,ynodigamosunanticuarionapolitano.

—Estoysegurodequelastiene,signorMurino—dijoBrunetti,ycambiódetema
—.¿Cuándolovioporúltimavez?

Murinoesperabalapregunta,porquelarespuestafueinmediata:

—Hacedossemanas.Fuimosatomarunacopayledijequeaúltimosde

mespensabahacerunviajedecomprasporLombardía.Ledijequequería

cerrarlatiendaduranteunasemanaylepreguntésiteníaalgúninconveniente.

—¿Lotenía?

—No;ninguno.

—¿Ysuhija?

—Estámuyocupadapreparandoexámenes.Estudiaderecho.Avecesno

entranadieenlatiendaentodoeldía.Poresomeparecióqueeraunbuen

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momentoparacerrar.Además,tenemosquehacerpequeñasreparaciones.

—¿Quéreparaciones?

—Unapuertaquedaalcanalsehasalidodelosgoznes.Siqueremos

utilizarla,tendremosquecambiarelmarco—dijoseñalandohacialascortinasde
terciopelo—.¿Quiereverla?

—No,gracias.SignorMurino,¿nuncaseleocurriópensarquesusociopudiera
incurrirenciertaincompatibilidad?

Murinosonrióinterrogativamente.

—Metemoquenocomprendo.

—Permitaentoncesquetratedeaclarárselo.Suotrocargopodríahaber

servidopara,digamos,favorecersuinversiónconjuntaenestenegocio.

—Lolamento,perosigosincomprender.—LasonrisadeMurinono

hubieraparecidofueradelugarenlacaradeunángel.

Brunettipusoejemplos.

112

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Quizáutilizándoloaustedcomoespecialistacuandoseenterabadeque

determinadaspiezasocoleccionesibanaponersealaventa.Quizá

recomendandolatiendaapersonasquemanifestaraninterésporunobjeto

determinado.

—Esonuncasemeocurrió.

—¿Seleocurrióasusocio?

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Murinosacóelpañueloparalimpiarotramarca.Cuandolasuperficie

quedóasugusto,dijo:

—Yoerasusocio,comisario,nosuconfesor.Creoqueaesapreguntasólo

élpodríaresponder.

—Peroeso,desgraciadamente,noesposible.

Murinomoviólacabezatristemente.

—No;noesposible.

—¿Quépasaráahoraconsuparticipaciónenelnegocio?

LacaradeMurinoeratodoasombroeinocencia.

—Oh,yoseguirérepartiendolosbeneficiosconsuviuda.

—¿Yustedysuhijaseguiráncomprandoyvendiendo?

LarespuestadeMurinotardóenllegar,perocuandoseprodujonofuesino

laconfirmacióndeloevidente.

—Sí,naturalmente.

—Naturalmente—corroboróBrunetti,aunquelapalabranosonóigualni

teníaelmismosentidodichaporél.

LacaradeMurinoseencendiódeunacólerarepentina,peroantesdeque

pudieracontestar,Brunettidijo:

—Muchasgraciasporsutiempo,signorMurino.Quetengaunprovechosoviajea
Lombardía.

Murinoseapartódelarcónyseacercóalapuertaabuscarelparaguasde

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Brunetti.Selodiososteniéndoloporlatelatodavíamojada.Abriólapuerta,la
sostuvo cortésmente y, cuando Brunetti salió, la cerró con suavidad. Brunetti se
encontróbajolalluviayabrióelparaguas.Unaráfagadeairetratóde

arrancárselodelamano,peroéllosujetóconfuerzayseencaminóacasa.

Durante toda la conversación ninguno de los dos había pronunciado ni una sola
vezelnombredeSemenzato.

113

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta16

Mientras cruzaba el campo barrido por la lluvia, Brunetti se preguntaba si
SemenzatopodíahaberconfiadoenqueunhombrecomoMurinollevara

debidamentelascuentasdetodaslascomprasyventas.Desdeluego,Brunetti

había visto asociaciones comerciales más extrañas todavía, y no debía olvidar
que él no conocía a Semenzato sino, por así decir, en retrospectiva, visión que
raravezfavorecelaclaridad.Detodosmodos,¿quiénibaasertanincautocomo
parafiarsedelapalabradeunanticuariotanescurridizocomoaquél?Aquíuna
voz más fuerte que sus intentos de sofocarla apostilló: «Y napolitano por más
señas.»Nadieaceptaríasupalabrasinmás.Pero,sielgruesodesus

transacciones se hacía en objetos robados y falsificaciones, el rendimiento del
negociolícitotendríaescasaimportancia.Enestecaso,Semenzatonosehubiera
molestadoencuestionarlosrecibosnilapalabradeMurinosobresiunarmadio
ounamesasehabíacompradoportantoyvendidoportantomás.Alpensaren

términos de precios, pérdidas y ganancias, Brunetti tuvo que reconocer que no
disponía de cifras base, no tenía idea del valor de mercado de las piezas que,
segúnBrett,habíandesaparecido.Nisiquierasabíaquépiezaseran.Eso,

mañana.

Acausadelalluvia,queeracadavezmásfuerte,ydelaamenazadeacquaalta,
lascallesestabaninsólitamentedesiertas,apesardeserlahoraenquelagente
volvía del trabajo a casa o salía a hacer las últimas compras antes de que
cerraran las tiendas. Brunetti podía transitar fácilmente por las estrechas calles

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sintenerquemolestarseenladearelparaguasparadejarpasoaotros

transeúntes. Ni siquiera en el ancho tramo superior del puente de Rialto había
gente:lonuncavisto.Muchosdelospuestosdeventaestabanvacíosylascajas
defrutasyverdurashabíansidoretiradasantesdelahoradelcierreylos

vendedoreshabíanescapadodelfríointensoydeldiluviopersistente.

Alentrarensuedificio,cerróconunportazo:contiempohúmedo,la

cerraduraseatascabayhabíaquerecurriralaviolenciaparahacerqueel

pesadoportalónsecerraraoseabriera.Agitóvariasveceselparaguas,lo

enrolló y se lo puso debajo del brazo. Agarrando el pasamanos con la derecha,
inició la larga ascensión hasta su apartamento. En el primer piso, la signora
Bussola, viuda de un abogado y sorda, veía el telegiornale, lo que significaba
que toda la planta tenía que oír las noticias. Como era de suponer, tenía puesto
RAI114

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaUno;ellanoqueríasabernadadeesosultras
deizquierdadeRAIDue.Enelsegundopiso,losRossiestabancallados,loque
significabaquehabían

terminadoladiscusiónyestabanenlapartetraseradelacasa,eldormitorio.En
el tercer piso tampoco se oía nada. Hacía dos años había ido a vivir allí una
pareja joven que había comprado toda la planta, pero Brunetti podía contar con
losdedosdeunamanolasvecesquehabíavistoaunouotroenlaescalera.Se
decíaqueéltrabajabaparaelmunicipio,aunquenosesabíaexactamenteaquése
dedicaba.Lamujersalíaporlamañanatempranoyvolvíaalascincoy

mediadelatarde,ynadiesabíatampocoadondeibaniquéhacía,unhechoquea
Brunettileparecíamilagroso.Enelcuartopisosólohabíaolores.LosAmabile
salíanpoco,peroinundabanlaescaleradedeliciososytentadoresaromas

culinarios. Esta noche parecía haber capriolo y, quizá, alcachofas, aunque
tambiénpodíanserberenjenasfritas.

Y,porfin,supropiapuertaylapromesadesosiego.Quesedesvaneció

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nada más poner un pie en el recibidor. Del fondo del apartamento llegaban los
sollozosdeChiara.¿Quélepasabaasupequeñaespartana,laniñaquenunca

lloraba,alaquepodíascastigarprivándoladeloquemásdeseabasinquesele
escaparaniunalágrima,yquehabíapermanecidopálidaperoimpávida

mientraslereducíanlafracturadelamuñeca?Yahoranosólollorabasinoque
berreaba.

Brunettifuerápidamenteporelpasillohastalahabitación.Paola,sentada

albordedelacama,acunabaasuhija.

—Cielo,nopodemoshacernadamás.Hemospuestohieloyahorahayque

esperaraquehagaefecto.

—Duele,mamma,duelemucho.¿Nopuedeshaceralgo?

—Puedodarteunpocomásdeaspirina.Quizátecalme.

Chiarahipóyrepitióconunavozextrañamenteaguda:

Mamma,porfavorhazalgo.

—¿Quépasa,Paola?—preguntóélconvozátona,muyserena.

—Oh,Guido—dijoPaolavolviéndosehaciaélperosinsoltaralaniña—.

Lehacaídolamesaeneldedo.

—¿Quémesa?—preguntóél,enlugardequédedo.

—Lamesadelacocina.—Laqueteníacarcoma.¿Quéhacían,querían

moverlasolas?¿Porqué,siestaballoviendo?Nopodíansacarlaalaterraza.

Pesabademasiado.

—¿Cómohasido?

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—Nomehacreídocuandolehedichoquehabíatantosagujeros,ha

queridotumbarladeladoparamirar,selehaescurridodelasmanosyleha

caídoeneldedogordodelpie.

—Aver—dijoél,mirandoelpiequedescansabaencimadelacolcha,

envueltoenunatoallaquesujetabaunabolsitadeplásticollenadehielosobreel
dedolesionado,paraprevenirlahinchazón.

115

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Era lo que él suponía, pero el dedo tenía
peoraspectodeloquehabía

imaginado,estabahinchado,conlauñadeunrojovivoqueprometía

amoratarseconeltiempo.

—¿Estároto?—preguntó.

—No,papá,puedomoverlosinqueduela.Perodaunoslatigazosmuy

fuertes—dijoChiara.Habíadejadodellorar,perosucaraindicabaqueeldolor
eraintenso—.Porfavor,papá,hazalgo.

—Papánopuedehacernada,Chiara—dijoPaolaladeandounpocoelpiey

ajustandolabolsadehielo.

—¿Cuándohasido?—preguntóél.

—Estatarde,nadamásirtetú—respondióPaola.

—¿Yestáasídesdeentonces?

—No,papá—dijoChiara,defendiéndosedelaimplícitaacusacióndeque

sehabíapasadolatardellorando—.Mehadolidoalprincipio,luegoseha

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calmadoyahoravuelveadolerunmontón.—Yahabíapedidounavezasu

padrequehicieraalgo,yChiaranoeradelasquerepitenunapetición.

EntoncesBrunettirecordóalgoquehabíaaprendidohacíaaños,enel

serviciomilitar.Aunodeloshombresdesuunidadselecayóunatapade

alcantarillaeneldedogordodelpie.Noselorompióporqueledioenlapunta,
peroselehinchóyselepusomuyrojocomoaChiara.

—Algosepuedehacer—empezó,yPaolayChiarasevolvieronamirarlo.

—¿Elqué?—preguntaronalunísono.

—Esunpocoespeluznante—dijoél—,peroefectivo.

—¿Quées,papá?—dijoChiara,alaquevolvíaatemblarlelabarbilladel

dolor.

—Tengoqueatravesarlauñaconunaagujaparaquesalgalasangre.

—¡No!—gritóPaola,abrazandomásestrechamenteasuhija.

—¿Funciona,papá?

—Aquellavezfuncionó,hacemuchosaños.Nolohiceyosinoelmédico,peroyo
miraba.

—¿Teparecequepodrás,papá?

Élsequitóelabrigoylodejóalospiesdelacama.

—Creoquesí,cielo.¿Quieresquepruebe?

—¿Mecalmaráeldolor?

—Creoquesí.

—Deacuerdo.

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ÉlmiróaPaola,pidiendoopinión.ElladiounbesoaChiaraenelpelo,la

envolvióenunabrazomásapretadoymoviólacabeza,afirmativamente,

tratandodesonreírasumarido.

Élfuealacocina,sacóunaveladeltercercajóndeladerechadelfregadero,la
insertó en una palmatoria de cerámica, tomó una caja de fósforos y volvió al
dormitorio.PusolapalmatoriaenelpupitredeChiara,encendiólavelayfueal
estudiodePaola.Delcajóndearribasacóunclipsujetapapelesyloestirópara
116

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta obtener una fina varilla mientras volvía al
cuartodeChiara.Habíadicho

«aguja»perodespuésrecordóqueelmédicohabíautilizadounclipporque—

segúndijo—unaagujaeramuyfinaparaperforarlauñarápidamente.

Pusolavelaalospiesdelacama,detrásdePaola.

—Creoquevalemásquenomires,cielo—dijoaChiara.Paraimpedirlo,él

sesentóenelbordedelacama,deespaldasaPaola,ydestapóelpie.

Cuandoélletocóeldedo,laniña,instintivamente,loretiródoblandola

rodilla,peroenseguida,conlabocapegadaalhombrodesumadre,dijo:

—Losiento—yvolvióadejarelpieinerte.Élloasióconlamanoizquierda

yretirólabolsadehielo.Tuvoquecambiardepostura,procurandonovolcarla
vela,hastaquedardecaraaellasdos.Tomóelpieysujetófirmementeeltalón
entrelasrodillas.

—Todovabien,cielo.Seráunmomento—dijotomandolavelaconuna

manoysosteniendounextremodelclipconlaotra.Cuandoelcalorleabrasólas
yemasdelosdedos,soltóelclipderramandolaceraenlacolcha.Madreehija
hicieronunamuecadedolorporlobruscodelmovimiento.

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—Unmomento,unmomento—dijoél,yvolvióalacocinamascullando

entredientes.Sacóunastenazasdelcajóndeabajoyvolvióaldormitorio.

Cuandohuboencendidolavelaotravezytodovolvíaaestarcomoantes,

asiendounextremodelclipconlastenazas,sostuvoelotroextremoenlallama
hastaquesepusoalrojo.Entonces,rápidamente,paranopensarenloque

hacía,aplicólapuntacandentealcentrodelauñaqueempezóahumear.Le

sosteníaeltobilloconlamanoizquierda,paraimpedirqueretiraraelpie.

Depronto,elhierrodejódeencontrarresistenciayunasangreoscurabrotó

deldedoylecorrióporlamano.Entoncessacóelclipy,actuandomáspor

instintoqueporloquepudierarecordar,apretóeldedoparaquesangraraporel
agujerodelauña.

Durantelaoperación,ChiarahabíaestadoabrazadaaPaola,quehabía

mantenidolosojosapartadosdeloquehacíaBrunetti.Peroallevantarlacabeza
vioqueChiaralomirabaporencimadelhombrodesumadreyluegosemiraba

elpie.

—¿Esoestodo?—preguntó.

—Sí—contestóél—.¿Cómova?

—Mejor,papá.Yanomeaprietanimedalatigazos.—Pasórevistaal

instrumental: vela, tenazas, clip sujetapapeles—. ¿Y eso es todo lo que hay que
hacer?—preguntóconverdaderacuriosidad,olvidandolaslágrimas.

—Esoestodo—respondióéldandounapretónaltobillo.

—¿Creesqueyosabríahacerlo?

—¿Terefieresatimismaoaotrapersona?—preguntóél.

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—Lasdoscosas.

—Noveoporquéno.

Paola, a la que Chiara, fascinada por este descubrimiento científico, parecía
haberolvidado,soltóasuhijaqueyahabíadejadodesufrir,yrecogiódela117

DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltacamalabolsadehieloylatoalla.Selevantó,
miróunmomentoalaparejacomoelqueestudiaunaformadevidaalienígenay
sefuealacocina.

118

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta17

Alamañanasiguiente,elpiedeChiarahabíamejoradolosuficientecomo

parapermitirleiralaescuela,aunquedecidióponersetresparesdecalcetinesde
lana y las botas altas de goma, no sólo porque seguía lloviendo y persistía la
amenazadeacquaaltasinoporquelasbotaserananchasynoleoprimíaneldedo
lastimado. Cuando él estuvo vestido y dispuesto para ir a trabajar, ella ya se
habíamarchado,peroélencontróensusitiodelamesadelacocinaunahojade
papelconungrancorazónrojodibujadoy,debajo,enlapulcraletrade

imprenta de su hija: « Grazie, Papà.» Él dobló cuidadosamente el dibujo y lo
guardóenelbilletero.

BrunettinosehabíapreocupadodellamarporteléfonoparaavisaraFlavia

yBrettdesuvisita—dabapordescontadoquelasdosestabanencasa—,

aunquecuandotocóeltimbreyaerancasilasdiez,unahorabastantedecentepara
presentarseenunacasaahablardeasesinatos.

Dijoalavozdelinterfonoquiénerayempujólapesadapuertacuandoel

interruptor accionó la cerradura desde arriba. Dejó el paraguas apoyado en un
rincón,sesacudiócasialamaneradeunperroyempezóasubirescalones.

HoylaquehabíaabiertolapuertaeraBrett,quesonrióalverloyélobservóque

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sublancasonrisavolvíaaserladeantes.

—¿DóndeestálasignoraPetrelli?—preguntómientraslaseguíaalasala.

—Flavianosueleestarpresentableantesdelasonce.Y,antesdelasdiez,noestá
nisiquierahumana.—Élviotambiénquelamujersemovíaconmás

soltura,sintomartantasprecaucionesportemoraqueunmovimientoogesto

enteramentenaturaldespertaraeldolor.

Brett indicó un sillón y ocupó su lugar en el sofá; la poca luz que entraba en la
habitación venía de las ventanas situadas detrás de ella y su cara quedaba en
sombra.Cuandoestuvieronsentados,élsacódelbolsilloelpapelconlas

anotacionesquehabíahechoeldíaantes,apesardequenonecesitaba

recordatorioalgunodeloquedeseabaaveriguar.

—HáblemedelaspiezasquevioenChina,lasquecreequesonfalsas—

dijosinpreámbulos.

—¿Quéquieresaber?

—Todo.

—Esoesmucho.

119

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Necesitosaberlotododelaspiezasquecreequefueronrobadas.Y

tambiéncómopudohacerse.

Ellaempezóaresponderinmediatamente:

—Decuatroestoysegura,laotraesauténtica.—Aquísuexpresióncambió

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ylomiróconfusa—:Decómosehizonotengoniidea.

Ahorafueéleldesconcertado.

—Puesayeralguienmedijoqueenunlibroquehaescritolededicatodo

uncapítulo.

—Oh—hizoellaconunalivioaudible—,sereferíaaeso,acómose

hicieron. Creí que preguntaba cómo las robaron. De eso no tengo ni idea, pero
puedodecirlecómosefabricanlaspiezasfalsas.

BrunettinoqueríaaludiralaimplicacióndeMatsuko,porlomenos,porel

momento,yselimitóapreguntar:

—¿Cómo?

—Esunprocesobastantesimple.—Suvozcambió,adquiriendoeltono

firmeyrápidodelespecialista—.¿Sabealgodealfareríaocerámica?

—Muypoco—reconocióél.

—LaspiezasrobadaserantodasdelsigloIIantesdeCristo—empezóa

explicar,peroéllainterrumpió:

—¿Hacemásdedosmilaños?

—Sí.Yaentoncesloschinosteníanunacerámicamuybellayunosmétodos

defabricaciónmuysofisticados.Perolaspiezasquefaltansonmuysimples,por
lo menos, lo eran entonces, cuando se fabricaron. No están vidriadas y suelen
tener figuras de animales pintadas a mano. Colores primarios: rojo y blanco, a
menudo,sobrefondonegro.—Selevantóyfuealalibrería.Estuvounratodepie
delantedelmueble,moviendolacabezarítmicamentealleerlostítulos.

Finalmente, extrajo un libro de un estante situado frente a ella y lo llevó hacia
donde estaba Brunetti. Lo abrió por el índice, buscó la página y pasó el libro

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abiertoaBrunetti.

Élviolafotodeunavasijaenformadecalabaza,tapada,sinreferenciade

escala.Ladecoraciónestabadivididaentresfranjashorizontales:elcuelloyla
tapadera,unaanchazonacentralyunatercerafranjaquellegabahastalabase.

Enlazonacentral,sobrelapartemásanchadelapieza,seveíalafiguradeun
animalconlabocaabiertaquetantopodíaserunloboestilizadocomounzorroo
incluso,unperro,decolorblanco,conelcuerpoerguidoylacabezavueltahacia
la izquierda, las patas traseras abiertas y las delanteras extendidas a cada lado.
La sensación de movimiento creada por la figura se reflejaba en una serie de
curvasgeométricasyespiralesqueserepetíanalolargodelapartefrontaldela
vasija y, presumiblemente, de su parte posterior no retratada. El borde estaba
picadoydesportillado,perolaimagencentralsehallabaintactayeramuybella.
ElepígrafesóloindicabaquepertenecíaaladinastíaHan,loqueaBrunettinole
decíanada.

—¿SoncosascomoéstalasqueencuentranenXian?—preguntó.

120

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—EstapiezaprocededeloestedeChina,peronodeXian.Esunapieza

singular.DudoqueenXianencontremosalgoparecido.

—¿Porqué?

—Porquehanpasadodosmilaños.—Parecíacreerqueéstaerasuficiente

explicación.

—Dígamecómolacopiaríausted—dijoél,sinapartarlamiradadelafoto.

—Enprimerlugar,necesitaríamosaunbuenceramista,unapersonaque

hubieratenidoocasiónytiempodeestudiarlaspiezasoriginales,quelas

hubieravistodecerca,quehubieratrabajadoconellas,quizáquehubiera

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colaborado en una excavación o en una exposición. Eso le habría permitido ver
losfragmentosoriginalesyconocerelespesordelasdistintaspiezas.Luego,un
buenpintor,alguienquepudieracopiarunestilo,captarlaintención,y

reproducireldibujoconexactitud,afindequelapiezaparecieralamismaque
habíaestadoexpuesta.

—¿Seríadifícilconseguireso?

—Muydifícil.Perohayhombresymujeresquesepreparanmuybienpara

esoylohacenmagníficamente.

Brunettipusoeldedojustoencimadelafiguracentral.

—Eldibujoparecedesgastado,realmenteviejo.¿Cómoimitaneso?

—Esrelativamentefácil.Entierranlaspiezas.Hayquienesinclusolas

sumergenenaguasnegras.—Alverlainstintivamuecaderepugnanciade

Brunetti, explicó—: Eso corroe la pintura, que así envejece antes. Luego hacen
saltarpequeñosfragmentos,generalmente,delbordeodelabase.—Ellaseñaló
unapequeñamuescaqueseveíaenelbordedelvasodelafoto,justamente

debajodelatapaderacilíndrica,yotradelabase,dondeéstadescansabaenla
superficiedelamesa.

—¿Esmuydifícil?—preguntóBrunetti.

—Hacerunapiezaqueengañealprofanonoesdifícil,perosíloesdargato

porliebreaunespecialista.

—¿Comousted?—preguntóél.

—Sí—respondióellasinmolestarseenexhibirfalsamodestia.

—¿Cómolasdistingue?—preguntóBrunettiy,matizandolapregunta,

añadió—:¿Quéesloqueleindicaquesetratadeunafalsificación?¿Quéeseso

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queotraspersonasnopuedenver?

Antesderesponder,ellahojeóellibro,deteniéndosedevezencuandoa

contemplarunafoto.Luego,locerróymiróaBrunetti.

—Estálapintura,sielcoloreselqueseusabacuandosupuestamentese

fabricólapieza.Yeltrazo,sidenotavacilaciónenlaejecución.Esoindicaque
elpintorestabatratandodecopiareldibujoyteníaquepararseareflexionarpara
adaptarlo a unos cánones. Los artistas originales no tenían que preocuparse por
eso,ellospintabanloquequerían,ysutrazoesfluido.Sinolesgustaba,

probablemente,rompíanlaolla.

Aéllellamólaatenciónestadenominaciónfamiliar.

121

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—¿Ollaovaso?

Ellaseechóareír.

—Ahoradosmilañosdespués,sonvasos,peroparalosquelasfabricaban

ylasusabaneran,sencillamente,ollas.

—¿Paraquéseusaban?—preguntóBrunetti—.Enaqueltiempo.

Ellaseencogiódehombros.

—Paraloquelagentehausadosiempreloscacharros:paraguardarel

arroz,llevaragua,almacenargrano.Esedelanimaltienetapadera,loqueindica
que querían que lo que hubiera dentro estuviera preservado, probablemente, de
losratones.Esoapuntaaarrozoatrigo.

—¿Quévalorpuedentener?—preguntóBrunetti.

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Ellaserecostóenelrespaldodelsofáypusounapiernaencimadelaotra.

—Nosécómocontestaraeso.

—¿Porquéno?

—Porque,paraquehayaunprecio,tienequehaberunmercado.

—¿Y?

—Nohaymercadoparaesaspiezas.

—¿Porquéno?

—Porqueexistenmuypocas.LadellibroestáenelMetropolitandeNueva

York.Quizáhayatresocuatromásenmuseosdeotraspartesdelmundo.—

Cerrólosojosunmomento,yBrunettilaviorepasarmentalmentelistasy

catálogos.Cuandolosabrióledijo—:Sólorecuerdotres:dosenTaiwanyunaen
unacolecciónprivada.

—¿Ningunamás?

Ellamoviólacabezanegativamente.

—Ninguna.—Peroañadió—:Porlomenos,queestéexpuestaoforme

partedeunacolecciónconocida.

—¿Yencoleccionesprivadas?

—Quizá.Peroalgunodenosotroshabríaoídohablardeellas,yenningún

librohayreferencias.Creoquepuededecirsequenohaymásqueésos.

—¿Cuántopuedevalerunadelaspiezasqueestánenlosmuseos?—

preguntóély,alverquelamujerempezabaamoverlacabezanegativamente,

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atajó—: Ya sé, ya sé, es imposible ponerle precio exacto, pero, ¿podría darme
unaideadelvalor?

Ellatardóenresponder.

—Elprecioseríaelquepidieraelvendedoroelqueelcompradorestuviera

dispuestoapagar.¿Cienmil...?Lospreciossefijanendólares.¿Doscientosmil?

¿Más?Esquenosepuedefijarunprecioporqueexistenmuypocaspiezasde

estacalidad.Dependeríadelinterésdelcompradorporconseguirlaydeldinero
quetuviera.

Brunetticonvirtióelpreciodadoporellaamillonesdeliras:¿doscientos,

trescientos?Antesdequepudieraterminarelcálculo,ellaprosiguió:

122

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Peroesoessóloparalacerámica,losvasos.Queyosepa,noha

desaparecido ninguna de las estatuas de los soldados, pero, si eso ocurriera, no
tendríaprecio.

—Detodosmodos,eldueñonopodríamostrarlaenpúblico,¿verdad?—

preguntóBrunetti.

Ellasonrió.

—Desgraciadamente,haypersonasalasquenoimportanopodermostrar

alpúblicosusbienes.Sóloquierenposeerlos,saberqueunapiezaessuya.Nosé
si los mueve el amor a la belleza o el deseo de propiedad, pero hay gente que
sólodeseatenerunapiezaensucolección,aunquenadielavea.Apartedeellos
mismos,porsupuesto.—Alversuexpresióndeescepticismoañadió—:

Acuérdese de aquel millonario japonés que quería que lo enterraran con su Van

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Gogh.

Brunettirecordabavagamentehaberleídolanoticiahacíaunaño.El

hombreadquirióelcuadroenunasubastayluegoestipulóensutestamento

queéldebíaserenterradoconelcuadro,mejordicho,situandolostérminospor
ordendeimportancia,queelcuadrodebíaserenterradoconél.Entonceshuboun
granrevueloenelmundodelarte.

—Alfinelhombresedejódisuadirydijoquerenunciaba,¿verdad?

—Porlomenos,asísepublicó—dijoella—.Yonuncacreíesahistoria,pero

si le hablo de él es para que pueda hacerse una idea de lo que sienten ciertas
personasacercadesusposesiones.Creenquesuderechodepropiedadesel

valorabsolutoyfinalidadprimordialdelcoleccionismo,nolabellezadelobjeto.

—Moviólacabezanegativamente—.Sientonopoderexplicarlomejor,pero,

comoyalehedicho,paramíesonotienesentido.

Brunetticomprendíaqueaúnnoteníaunarespuestasatisfactoriaasu

preguntainicial.

—Sigosincomprendercómopuedesabersiunapiezaeseloriginalouna

copia.—Antesdequeellapudieraresponder,agregó—:Unamigomehadicho

quetienenustedesunsextosentidoquelesdicesiunacosaesauténticaofalsa.

Peroesomeparecemuysubjetivo.Porque,cuandodosespecialistasdiscrepan

y uno dice que una pieza es buena y el otro que es falsa, ¿cómo se resuelve el
caso?¿Llamandoaunterceroysometiéndoloavotación?—Brunettisonrió

dandoaentenderquebromeaba,peronopodíaimaginarotromedio.

Lasonrisaconqueellarespondióindicabaquehabíacaptadoeltono.

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—No;recurrimosalostécnicos.Puedenhacerseanálisisparadeterminarla

antigüedaddeunobjeto.—Conuncambiodeinflexiónenlavoz,preguntó—:

¿Seguroquequiereoírtodoesto?

—Sí.

—Procurarénopasarmedepedante—dijodoblandolasrodillasy

recogiendolospiesencimadelsofá—.Sonmuchaslaspruebasquepueden

hacerseconloscuadros:análisisdelacomposiciónquímicadelaspinturaspara
versicorrespondenalaépocaenlaquesesuponequesepintóelcuadro,rayos
123

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta X para ver lo que hay debajo de la capa
superficial y hasta datación al carbono 14. —Él asintió, indicando que estaba
familiarizadoconlostresprocesos.

—Peroaquínosetratadecuadros.

—No,esverdad.Loschinosnuncatrabajaronconóleos,porlomenosen

losperíodosalosquecorrespondíalaexposición.Lamayoríadelaspiezaseran
decerámicaydemetal.Elmetalnuncamehainteresado,porlomenos,deun

modoespecial,peroséqueescasiimposiblecomprobarsuautenticidadpor

métodoscientíficos.Hayquefiarsedelavista.

—¿Yparalacerámica,no?

—Naturalmentequesenecesitalamiradadelperito,peroporfortunalas

técnicas para comprobar la autenticidad son casi tan sofisticadas como para la
pintura.—Hizounapausaantesdevolverapreguntar—:¿Quiereexplicaciones

técnicas?

—Sí,desdeluego—dijoélsacandoelbolígrafo,acciónquelehizosentirse

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comounestudiante.

—Latécnicamásutilizada,ytambiénlamássegura,sellama

termoluminiscencia.Paraellobastaconextraerunostreintamiligramosde

cerámicadelapiezaaprobar.—Adelantándoseasupreguntaexplicó—:Es

fácil.Losacamosdelaparteposteriordeunplatoodelabasedeunavasijao
estatua. La cantidad necesaria es casi inapreciable, una muestra. Entonces una
célula fotoeléctrica multiplicadora nos indicará, con un margen de error de un
diezaunquinceporciento,laedaddelmaterial.

—¿Cómoopera?—preguntóBrunetti—.Quierodecir,porquéprincipio.

—Cuandosecuecelaarcilla,verá,sisecueceamásdeunostrescientos

gradoscentígrados,todosloselectronesdelmaterialquedarán...borrados...

Supongoquenohayotrapalabramásgráfica.Elcalordestruyesuscargas

eléctricas.Entonces,apartirdeahí,empiezanaabsorbernuevascargas

eléctricas.Yesoesloquemideelfotomultiplicador,laenergíaabsorbida.

Cuantomásviejoelmaterial,másbrilla.

—¿Yesmuyexacto?

—Comoledigo,conunmargendeerrordehastaunquinceporciento.

Estosignificaqueunapiezaalaqueseatribuyendosmilañosdeantigüedad,la
lectura nos indicará, con una aproximación de unos trescientos años, cuándo se
hizo,esdecir,cuándosecoció.

—¿YprobóustedlaspiezasporestemétodoenChina?

Ellamoviólacabezanegativamente.

—No;enXiannodisponemosdeestosaparatos.

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—Entonces,¿cómopuedeestarsegura?

Ellasonrióalresponder:

—Lavista.Mebastóconmirarlasparatenerlacasiabsolutacertezadeque

eranfalsas.

—¿Yquéacabódeconvencerla?¿Consultóaalguien?

124

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Yaselodije.EscribíaSemenzato.Y,cuandonoobtuverespuesta,vinea

Veneciaparahablarconélpersonalmente.—Leahorrólapregunta—.Sí,traje

muestras,muestrasdelastrespiezasmássospechosasydeotrasdosque

tambiénpodíanserlo.

—¿SabíaSemenzatoqueteníaustedesasmuestras?

—No.Noselodije.

—¿Dóndeestán?

—AlvenirhiceescalaenCaliforniaydejéunjuegoaunamigoquees

conservadordelmuseoGetty.Allítienenunbuenequipoylepedíquehicieralas
pruebas.

—¿Lashizo?

—Sí.

--¿Y?

—Cuandosalídelhospitallellamé.Lastrespiezasquemehabíanparecido

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falsasfueronhechashacesólounosaños.

—¿Ylasotrasdos?

—Delasotrasdosunaesauténticaylaotrafalsa.

—¿Bastaunasolaprueba?

—Sí.

Encualquiercaso,loqueleshabíaocurridoaellayaSemenzatoera

confirmaciónsuficiente.

Alcabodeunmomento,Brettpreguntó:

—¿Yahoraqué?

—EstamostratandodedescubrirquiénmatóaSemenzatoyquiéneseran

losdoshombresquevinieronaquí.

Lamiradadeellaeradesapasionadayescéptica.Alfinpreguntó:

—¿Yquéposibilidadestienendeconseguirlo?

Él sacó del bolsillo interior las fotos de la policía de Salvatore La Capra y las
pasóaBrett:

—¿Eraésteunodeellos?

Ellamirólasfotosunosmomentosyselasdevolvió.

—Eransicilianos—dijo—.Aestashorasyahabráncobradoyestaránotra

vezencasaconlamujerylosniños.Suviajefueunéxito,hicierontodoloquese
leshabíaencargado:asustarmeamíymataraSemenzato.

—Esonotienesentido.

—¿Yquélotiene?

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—Hehabladocongentequeloconocíaoquehabíaoídohablardesus

actividades, y parece ser que Semenzato estaba involucrado en ciertas cosas en
lasqueundirectordemuseonodeberíaintervenir.

—¿Porejemplo?

—Erasociocomanditariodeunnegociodeantigüedades.Otrosdicenque

suopiniónprofesionalestabaenventa.—Alparecer,Brettnonecesitabaquele
explicasenelsignificadodeesteúltimo.

125

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—¿Yesoquéimportanciatiene?

—Sisuintenciónhubierasidomatarlo,hubieranempezadoporahíyluego

hubieranvenidoadecirleaustedquesecallarasinoqueríaquelesucedieralo
mismo.Perono:empezaronporusted.Y,siesohubieraresultado,Semenzato

nosehubieraenterado,porlomenosoficialmente,delasustitución.

—Usteddapordescontadoqueélestabainvolucrado—dijoBrett.Alver

queBrunettimovíalacabezaafirmativamente,comentó—:Esoesmucho

suponer.

—Nocabeotraexplicación—adujoél—.¿Cómosinoibanasaberdónde

encontrarlayestaralcorrientedelacita?

—¿Ysi,apesardeloquemehicieron,yohubierahabladoconél?

Aéllesorprendióqueellanolohubieradeducidoporsímisma,yno

deseabarevelárseloahora.Nocontestó.

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—¿Ybien?

—SiSemenzatoestabaimplicadoenesto,loquehubieraocurridosiusted

hubierahabladoconélesevidente—dijoBrunetti,reacioasermásexplícito.

—Puessigosinentenderlo.

—Enlugardematarloaéllahubieranmatadoausted—dijosimplemente.

La miraba a la cara al decirlo. Vio el efecto, primero, en los ojos, espanto e
incredulidad,yluegoobservócómoapretabaloslabiosyselecrispabalacaraal
comprenderlaenormidaddelarevelación.

Afortunadamente,Flaviaeligióestemomentoparahacersuentradaenla

sala,trayendoconsigoesearomafloraldejabón,champúoalgunadeesascosas
queusanlasmujeresparaolerdivinamenteenelmomentodeldíamenos

indicado.¿Porquélamañanaynolanoche?

Vestíaunsencillovestidodelanamarrón,ceñidoalacinturaporvarias

vueltasdeunafajacolornaranjaanudadaaunladoquelecolgabahastamás

abajodelarodillayondeabaalandar.Nollevabamaquillajey,almirarla,

Brunettisedijoquenolehacíaningunafalta.

Buongiorno—dijoellasonriendoaldarlelamano.

Élselevantóparaestrechársela.FlaviamiróaBrettparaincluirlaensu

ofrecimiento:

—Voyahacercafé.¿Queréisunataza?—Yconunasonrisa—:Esunpoco

tempranoparachampaña.

BrunettiaceptóyBrettrehusólainvitación.Flaviadiomediavueltaysefueala
cocina. Su breve paso había abierto un inciso en la conversación, dejando en

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suspensolaúltimafrase,peroahorahabíaquevolveraella.

—¿Porquélomataron?—preguntóBrett.

—Nolosé.¿Quizápordiferenciasconlosotrosimplicados?¿Poruna

desavenenciaacercadeloquehabíaquehacerconusted?

—¿Estásegurodequelomataronporesteasunto?

—Creopreferibletrabajarconestahipótesis—respondióélescuetamente.

Nolesorprendíaqueellaseresistieraaadmitirsupuntodevista.Ello

126

DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltasupondríareconocerqueestabaenpeligro:
muertosMatsukoySemenzato,ella

eralaúnicapersonaquepodíadenunciarelrobo.Quienhubieramatadoa

SemenzatonocreeríaqueellanohabíatraídodeChinasólosospechassino

tambiénpruebasypensaríaquematándoloaélborrabalaúnicapista.Siundía
llegabaadescubrirseelrobo,noerafácilqueelGobiernodelaRepública

PopularChinasospecharadelacodiciacriminaldeloscapitalistasoccidentales
sinoqueprobablementebuscaríaalosladronesensupropiopaís.

—EnChina,¿quiénestabaalcuidadodelaspiezasseleccionadasparala

exposición?

—TratábamosconunempleadodelmuseodePekín,llamadoXuLin.Es

unodesusprincipalesarqueólogosyunaautoridadenHistoriadelArte.

—¿Viajóélconlaspiezas?

Ellamoviólacabezanegativamente.

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—No;supasadopolíticoseloimpedía.

—¿Porqué?

—Suabueloeraterrateniente,porloqueélestabaconsiderado

políticamenteindeseableo,cuandomenos,sospechoso.—Observólaexpresión

desorpresadeBrunetti—.Yaséquepareceirracional.—Hizounapausay

agregó—:Esirracional,desdeluego,peroasísonlascosas.Durantela

RevoluciónCultural,estehombrepasódiezañoscuidandocerdosyabonando

con estiércol los campos de coles. Pero, terminada la Revolución, volvió a la
universidady,comoeraunestudiantebrillante,nopudieronevitarque

obtuvieraeseempleoenPekín.Detodosmodos,nolepermitensalirdelpaís.

Los únicos que viajaron con la expedición fueron altos funcionarios del partido
quequeríansaliralextranjeroparairdecompras.

—Yusted.

—Sí;yyo.—Alcabodeunmomento,añadióenvozbaja—:YMatsuko.

—¿Asíqueustedeslaúnicaalaquepuedenhacerresponsabledelrobo?

—Desdeluego,soylaresponsable.Novanaacusaralosfuncionariosdel

partido, que venían en viaje de placer, si pueden echar la culpa de todo a una
occidental.

—¿Quécreeustedqueocurrió?

Ellaagitólacabezaaderechaeizquierda.

—Nohaynadaquetengasentidoy,sialgolotiene,nopuedocreerlo.

—¿Yes?—LointerrumpiólallegadadeFlaviaconunabandeja.Pasópor

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sulado,sesentóenelsofáalladodeBrettydejólabandejaenlamesadelante
deellos.Enlabandejahabíadostazasdecafé.DiounaaBrunetti,tomólaotray
searrellanóenelsofá.

—Lehepuestodosterrones.Creoqueesasícomolegusta.

Ajenaalainterrupción,Brettprosiguió:

—Alguiendeaquídebiódeabordaraalgunodelosfuncionariosdel

partido.—AunqueFlavianohabíaoídolapreguntaquehabíadadopieaesta

explicación, no trató de disimular su reacción a la respuesta. Se volvió a mirar
127

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta fijamente a Brett en hosco silencio y luego
intercambióunamiradaconBrunetti.

Comoningunodeellosdecíanada,Brettadmitió—:Deacuerdo.Deacuerdo.O

aMatsuko.QuizáfueMatsuko.

Antesodespués—Brunettiestabaseguro—,severíaobligadaaretirarel

«quizá».

—¿YSemenzato?—preguntóBrunetti.

—Esposible.Entodocaso,alguiendelmuseo.

—¿Algunodeesosfuncionariosdelpartidohablabaitaliano?—preguntóél

repentinamente.

—Sí,dosotres.

—¿Dosotres?—repitióBrunetti—.¿Cuántoshabía?

—Seis.Elpartidocuidabiendelossuyos.

Flaviaresopló.

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—¿Ylohablabanbien?¿Lorecuerda?

—Bastantebien—respondióellalacónicamente.Despuésadmitió—:Nolo

bastantebiencomoparaeso.Yoeralaúnicaquepodíaentendermeconlos

italianos.Sihuboalgúntrato,tuvoquehacerseeninglés.—Brunettirecordóque
MatsukosehabíalicenciadoporBerkeley.

Flavia,exasperada,saltó:

—Brett,¿cuándotedejarásdeestupidecesytedaráscuentadeloque

ocurrió?Amínomeimportalotuyoconlajaponesa,perotútienesqueverlas
cosasconclaridad.Estuvidaloqueestáenjuego.—Acabódehablartan

repentinamentecomohabíaempezado,sellevólatazaaloslabiosy,al

encontrarlavacía,ladejóenlamesaconungolpeseco.

Sehizounlargosilenciohastaque,finalmente,Brunettipreguntó:

—¿Cuándopudohabersehecholasustitución?

—Despuésdelaclausuradelaexposición—dijoBrettconvozinsegura.

BrunettimiróaFlaviaque,ensilencio,secontemplabalasmanoscruzadas

enelregazo.

Brettsuspiróprofundamenteydijocasienunsusurro:

—Deacuerdo.Deacuerdo.—Apoyólacabezaenelrespaldodelsofáyse

quedómirandolasgotasdelluviaquerepicabanenelcristaldelaclaraboya.Al
findijo—:Ellavinoasupervisarlaoperacióndeembalado.Teníaque

comprobar cada pieza antes de que la policía de aduanas italiana sellara cada
cajayluegolajaula.

—¿Ellahubierareconocidounafalsificación?—preguntóBrunetti.

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LarespuestadeBretttardóenllegar.

—Sí;ellahubieravistoladiferencia.—Duranteunmomento,élpensóque

ibaadecirmás,perocalló.Mirabalalluvia.

—¿Cuántotardaríanenembalarlotodo?

Brettreflexionóunmomentoantesdecontestar:

—Cuatroocincodías.

—¿Yentoncesqué?¿Adondefueronlasjaulas?

128

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—FueronaRomaconAlitalia,perosequedaronallímásdeunasemana

porqueenelaeropuertohabíahuelga.DeRomafueronaNuevaYork,dondela

aduanaamericanalasretuvo.Finalmente,fueronembarcadasenunaviónde

laslíneasaéreaschinasyllevadasaPekín.Cadavezquelasjaulassecargabany
descargabandeunavión,seinspeccionabanlossellosyenlosaeropuertos

extranjeroshabíaguardiasquelasvigilaban.

—¿CuántotiempotranscurriódesdequelaspiezassalierondeVenecia

hastaquellegaronaPekín?

—Másdeunmes.

—¿Ycuánto,hastaqueustedlasvio?

Ellaserevolvióenelsofáantesdecontestar,ysinmirarledijo:

—Comoyalehedicho,novolvíaverlashastaesteinvierno.

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—¿Dóndeestabaustedcuandofueronembaladas?

—Yaselodije,enNuevaYork.

—Conmigo—intervinoFlavia—.YodebutabaenelMet.Estrenábamosdos

díasantesdequelaexposiciónseclausuraraaquí.PedíaBrettqueme

acompañarayellavino.

AlfinBrettapartólamiradadelalluviaysevolvióhaciaFlavia.

—YdejéqueMatsukoseencargaradelembarque.—Volvióaapoyarla

cabezaenelsofáyamirarlasclaraboyas—.MefuiaNuevaYorkparauna

semanaymequedétres.LuegomefuiaPekínaesperarelembarque.Comono

llegaba,volvíaNuevaYorkygestionéeldespachoporlaaduanadeEstados

Unidos.Peroentonces—agregó—decidíquedarmeenNuevaYork.Llaméa

MatsukoparadecirlequemeretrasaríayellaseofrecióairaPekínpararevisar
lacoleccióncuandoporfinllegaraaChina.

—¿Ellateníaqueexaminarlaspiezasquecomponíanlaexpedición?—

preguntóBrunetti.

Brettasintió.

—SiustedhubieraestadoenChina,¿hubieradesembaladolacolección

personalmente?

—Esloqueacabodedecirle—respondióBrettsecamente.

—¿Yhubieradescubiertolasustituciónenaquelmomento?

—Naturalmente.

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—¿Vioalgunadelaspiezasantesdeesteinvierno?

—No.CuandollegaronaChina,desaparecieronenunaespeciedelimbo

burocráticoduranteseismeses,luegofueronexhibidasenunosalmacenesy

finalmentefuerondevueltasalosmuseosquelashabíanprestado.

—¿Yfueentoncescuandosediocuentadequenoeranlasmismas?

—Sí,yescribíaSemenzato.Fuehaceunostresmeses.—Bruscamente,

levantólamanoygolpeóelbrazodelsofá—.Cerdos—dijoconlavozahogada

porelfuror—.Cerdoscanallas.

Flavialepusolamanoenlarodillaparacalmarla.

Brettsevolvióhacíaellaysincambiarlavozledijo:

129

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Flavia,noestucarreralaqueestáarruinada.Elpúblicoseguirá

acudiendoaoírtecantarhagasloquehagas,peroesagentehadestruidodiezaños
demivida.—Seinterrumpióunmomentoyagregó,suavizandolavoz—:

YtodaladeMatsuko.

CuandoFlaviafueaprotestar,prosiguió:

—Seacabó.Cuandoloschinosseenteren,nomedejaránvolver.Yoera

responsabledeesaspiezas.MatsukometrajolospapelesdePekínyyolos

firmécuandoregreséaXian.Dabafedequeestabantodasydequesehallaban
enelmismoestadoquecuandosalierondelpaís.Hubieradebidoestarallí

comprobándolotodo,perolaenviéaellaenmilugarporqueyoestabaen

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NuevaYorkcontigo,oyéndotecantar.Yesomehacostadomicarrera.

Brunetti miró a Flavia, la vio enrojecer ante la cólera creciente de Brett, vio la
elegantelíneaqueformabanhombroybrazomientrasmirabaaBrett

ladeandoelcuerpo,contemplólacurvadesucuelloysumentón.Quizávalíael
sacrificiodeunacarrera.

—Loschinosnotienenporquéenterarse—dijoél.

—¿Qué?—preguntaronlasdosalavez.

—¿Dijoaesosamigosquehicieronlaspruebasdequéeranlasmuestras?—

preguntóaBrett.

—No.¿Porqué?

—Entonces,alparecer,nosotrossomoslosúnicosquesabenloocurrido.

Eso,anoserqueustedlodijeraaalguienenChina.

Elladenegóconlacabeza.

—Noselodijeanadie.SóloaSemenzato.

AquíintervinoFlaviaparadecir:

—Ynohayquetemerqueélselodijeraaalguien,apartedelapersonaala

quelosvendió.

—Peroyotengoquedecirlo—insistióBrett.

BrunettiyFlaviasemiraron.Losdossabíanloquehabíaquehacereneste

caso,yaamboslescostóungranesfuerzonoexclamar:«¡Americanos!»

Flaviadecidióexplicárselo:

—Mientrasloschinosnoseenteren,tucarreraestaráasalvo.

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ParaBrettfuecomosiFlavianohubieradichonada.

—Esaspiezasnosepuedenexhibir.Sonfalsas.

—Brett—dijoFlavia—,¿cuántotiempohacequehanvueltoaChina?

—Casitresaños.

—¿Ynadiesehadadocuentadequenosonauténticas?

—No—concedióBrett.

AquíintervinoBrunetti:

—Entoncesnoesprobablequellegueadescubrirse.Además,podrían

habersesustituidoencualquiermomentodeloscuatroúltimosaños.

—Peronosotrossabemosquenoesasí.

130

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Esoesprecisamenteloqueyodigo,cara.—Flaviadecidióvolvera

explicárselo—.Apartedelosquerobaronlosvasos,nosotrossomoslosúnicos
quelosabemos.

—Esonoimporta—dijoBrett,alzandodenuevolavozconindignación—.

Además,antesodespuésalguienlodescubrirá.

—Y,cuantomástardeenllegaresemomento,mejorparati,menos

probableseráqueasociencontigoloocurrido.—Hizounapausaparadejarque
suspalabrashicieranefectoyagregó—:Anoserquequierasecharporlaborda
diezañosdetrabajo.

Brettestuvomuchoratosinhablar.Losotroslaobservabanmientrasella

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consideraba todo lo dicho. Brunetti estudiaba su expresión y le parecía estar
viendolapugnaentresentimientoyrazón.Cuandovioqueellaibaahablar,

dijoimpulsivamente:

—Claroque,sidescubrimosquiénmatóaSemenzato,esprobableque

recuperemos los vasos originales. —No podía saberlo, pero había visto la cara
deBrettysabíaqueibaanegarseacallar.

—Pero,aunqueasífuera,tendríanquevolveraChina,yesoesimposible.

—Imposibleno—replicóFlaviariendo.AlcomprenderqueBrunettisería

másreceptivo,sevolvióhaciaélyexplicó—:Lasleccionesmagistrales.

Brettsaltóalinstante:

—Dijistequeno,rechazastelainvitación.

—Eso fue el mes pasado. ¿De qué me serviría ser prima donna si no puedo
cambiar de opinión? Tú misma me dijiste que, si aceptaba, me tratarían como a
una reina. No iban a registrarme las maletas en el aeropuerto de Pekín, estando
allíelministrodeCulturapararecibirme.Comosoyunadiva,esperaránque

viajecononcemaletas.Noescosadedecepcionarlos.

—¿Ysi,apesardetodo,abrenlasmaletas?—preguntóBrett,peronohabía

temorensuvoz.

LareaccióndeFlaviafueinmediata:

—Simalnorecuerdo,aunodenuestrosministrosleencontrarondrogaen

unaeropuertodeÁfricaynopasónada.YenChinatienequesermuchomás

importanteunadivaqueunministro.Además,loquenospreocupaestu

reputación,nolamía.

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—Seriedad,Flavia.

—Habloenserio.Noexistenilamásremotaposibilidaddequeregistren

miequipaje,porlomenos,alentrar.Túmehasdichoqueeltuyonolohan

miradonunca,yhaceañosqueentrasysalesdeChina.

—Siemprepuededarseelcaso,Flavia—dijoBrett,peroBrunettipercibió

quenolocreía.

—Porloquemehascontadodesusideassobremantenimiento,más

probabilidadeshaydequeelaviónseestrelle,peronoporesovamosadejarde
ir.Además,podríaserinteresante.QuizámedéalgunaideasobreTurandot.—

Brunetticreyóquehabíaterminadodehablar,peroentoncesañadió—:¿Ypor

131

DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltaquéperdemoseltiempohablandodeesto?—
MiróaBrunetticomosilehiciera

responsabledelrobodelosvasos.

Brunettidescubrióentoncesconsorpresaquenoteníaniideadesiella

hablabaenseriocuandodecíaquellevaríalaspiezasaChinadecontrabando.Y

dijoaBrett:

—Encualquiercaso,ahoranopuedeusteddecirnadaaloschinos.

QuienquieraquehayamatadoaSemenzatonosabequenoshahabladodela

sustitución, y tampoco, que hemos descubierto el móvil del asesinato. Y quiero
quesigaignorándolo.

—Peroustedhavenidoaestacasaytambiénfuealhospital—objetóBrett.

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—Brett,ustedmismadijoqueaquelloshombresnoeranvenecianos.Yo

podríasercualquiera,unamigo,unpariente.Ynomehanseguido.—Era

verdad.Sólounnativodelaciudadpodríaseguiraotrapersonaporsus

estrechascalles,sólounvenecianopodíaconocersusintrincadosvericuetosysus
callejonessinsalida.

—Entonces,¿quéhago?—preguntóBrett.

—Nada—respondióél.

—¿Quéquieredecir?

—Eso,sencillamente.Enrealidad,seríaprudentequesefueradelaciudad

duranteunatemporada.

—Nomeapetecemuchoandarporahíconestacara—dijoella,perolodijo

humorísticamente:buenaseñal.

FlaviadijoentoncesaBrunetti:

—HeestadotratandodeconvencerlaparaquemeacompañeaMilán.

Buenaliado,Brunettipreguntó:

—¿Cuándoseva?

—Ellunes.Yaleshedichoqueeljuevescantaré.Hanpreparadounensayo

conpianoparaelmartesporlatarde.

ÉlpreguntóaBrett:

—¿Piensair?—Comoellanocontestara,agregó—:Creoqueesunabuena

idea.

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—Lopensaré—fuelomásqueBrettseavinoadecir,yBrunettidecidióno

insistir.Sialguienpodíaconvencerla,seríaFlavia,noél.

—Sidecideir,leagradeceréquemeavise.

—¿Creequeexistepeligro?—preguntóFlavia.

Brettseadelantóacontestar:

—Probablemente,habríamenospeligrosicreyeranquehehabladoconla

policía.Asínotendríanquehaceralgoparaimpedírmelo.—YaBrunetti—:

Tengorazón,¿no?

Élnoteníalacostumbredementir,nisiquieraalasmujeres.

—Sí,esverdad.Cuandoloschinosseaninformadosdelafalsificación,el

quemataraaSemenzatoyanotendrámotivosparatratardecerrarlelabocaa132

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta usted. Sabrán que su intimidación no la
detuvo.—Comprendíaquetambién

podíantratardesilenciarlapermanentemente,peroprefiriónodecirlo.

—Fantástico—dijoBrett—.Puedoinformaraloschinosysalvarel

pescuezoperohundirmicarrera.Omecallo,salvomicarreraysólotengoque
preocuparmedesalvarelpescuezo.

FlaviaseinclinóypusolamanoenlarodilladeBrett.

—Eslaprimeravezquemeparecestúdesdequeempezóesto.

Brettsonrió:

—Nadacomoelmiedoalamuerteparaespabilarlaauna.

FlaviairguióelbustoypreguntóaBrunetti:

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—¿Diríaustedqueloschinosestáninvolucradosenesto?

Brunettinoeramáspropensoquecualquierotroitalianoacreerenteorías

de conspiración, lo que significa que solía verlas hasta en la coincidencia más
inofensiva.

—Nocreoquelamuertedesuamigafueraaccidental—dijoaBrett—.Eso

quieredecirqueesagentetieneaalguienenChina.

—Quienquieraquesea«esagente»—apostillóFlaviaconénfasis.

—Elqueyonosepaquiénessonnosignificaquenoexistan—ledijo

Brunetti.

—Precisamente—convinoFlavia,ysonrió.

ÉldijoentoncesaBrett:

—Poresocreoqueseríamejorquesefueradelaciudadunatemporada.

Ellaasintióvagamente,aunquesindudanoconvencida.

—Simevoy,selocomunicaré.—Nopodíaconsiderarseunapromesa.

Volvióaapoyarlacabezaenelrespaldo.Encimadeellosrepicabalalluvia.

ÉlvolviósuatenciónaFlavia,queseñalólapuertaconlamiradaehizoun

pequeñogestoconlabarbillaparaindicarlequeerahoradeirse.

Brunetticomprendióqueyaestabadichocasitodoysepusoenpie.Brett,

alverlo,pusolospiesenelsueloyfuealevantarse.

—Notemuevas—dijoFlavia,queyaibahaciaelrecibidor—.Yolo

acompañaré.

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ÉlseinclinóparaestrecharlamanodeBrett.Ningunodelosdoshabló.

Enlapuerta,Flavialetomólamanoyselaapretóconcalor.

—Gracias—fueloúnicoquedijo,ysostuvolapuertamientrasélcruzaba

pordelantedeellayempezabaabajarlaescalera.Lapuerta,alcerrarse,cortóel
sonidodelalluvia.

133

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta18

AunquehabíaaseguradoaBrettquenolohabíanseguido,Brunettiseparó

unmomentoalsalirdelacasa,antesdetorcerporlacalledellaTestaymiróa
derechaeizquierda,buscandoalgunacaraalaquepudierarecordarhabervisto
cuandoentró.Ningunaleresultabafamiliar.Echóaandarhacialaderechay

entoncesleacudióalamemoriaalgoquelehabíandichohacíaaños,cuando

vinoalbarriobuscandoelapartamentodeBrett.

Giróhacialaizquierdahastalaprimeracalleanchatransversal,la

Giancinto Gallina, y allí, en la esquina, tal como lo recordaba de su primera
visita, estaba el quiosco de prensa, frente al colegio de segunda enseñanza, de
caraalaqueeralaprincipalarteriadelbarrio.Y,comosinosehubieramovido
desde la última vez que él la había visto, encontró a la signora María,
encaramadaaunaltotabureteenelinteriordelquiosco,consutoquillade

mediaqueledabaporlomenostresvueltasalcuello.Teníalacaracolorada,del
frío,deunbrandymatinalo,quizá,delasdoscosas,ysupelocortoparecíamás
blancoporelcontraste.

Buongiorno,signoraMaria—dijoélalzandolacaraconunasonrisahaciala
mujerparapetadadetrásdediariosyrevistas.

Buon giorno, commissario —le respondió la mujer, como si fuera un viejo
cliente.

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—Sisabequiénsoy,signora,sabrátambiénporquéestoyaquí.

L'americana?—preguntóella,aunqueenrealidadnoeraunapregunta.

Élnotóunmovimientoasuespalda;derepente,unamanoseadelantócon

rapidez y agarró un periódico de uno de los montones que Maria tenía ante sí,
alargandoalamujerunbilletedediezmilliras.

—Digaasumadrequeelfontaneroiráestatardealascuatro—dijoMaria

aldevolverelcambio.

Grazie,Maria—dijolajoven,ysefue.

—¿Enquépuedoayudarle?—lepreguntóMaria.

—Usteddebedeveratodoelquepasaporestacalle.—Ellaasintió—.Sive

rondarporaquíaalguienquenoseadelbarrio,¿podríallamaralaquestura?

—Claroquesí,comisario.Hetenidolosojosbienabiertosdesdequeella

volvióacasa,peronohevistoanadie.

134

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaOtramano,éstamasculina,cruzópordelante
deBrunettiytomóun

ejemplar de La Nuova. La mano se retiró para reaparecer al momento con un
billetedemillirasyunasmonedasqueMariarecibióconun«Grazie»amedia
voz.

—¿HasvistoaPiero,Maria?—preguntóelhombre.

—Estáencasadetuhermana.Hadichoqueteesperaallí.

Grazie—dijoelhombrealejándose.

Brunetticomprendióquehabíaacudidoalapersonaapropiada.

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—Sillama,preguntepormí—dijosacandolabilleteraparadarleuna

tarjeta.

—Deacuerdo,dottorBrunetti—dijolamujer—.Yatengoelnúmero.Sihayalgo,
lollamo.—Alzóunamanoenademánamistosoyélvioquellevaba

guantesdelanaconlaspuntasrecortadas,paramanejarelcambio.

—¿Quieretomaralgo,signora?—preguntóseñalandoconunmovimiento

delacabezaelbarsituadoenlaesquinadeenfrente.

—Novendríamaluncafécontraelfrío—respondióella—.Uncaffècorretto

—puntualizó, y él asintió. Si tuviera que estar toda la mañana aquí sentado, sin
moverse,conestefríohúmedo,tambiénlegustaríaunchorrodegrappaenel

café.Lediolasgraciasotravezyentróenelbar,dondepagóuncaffè corretto
para que se lo llevaran a la signora Maria. Por la reacción del camarero, era
evidentequeéstaeraprácticanormalenelvecindario.Brunettinorecordabasi
había en el actual Gobierno un ministro de Información; si así era, nadie mejor
cualificadoparaelcargoquelasignoraMaria.

Alllegaralaquestura,subiórápidamenteasudespacho,que,

sorprendentemente, no estaba ni glacial ni tropical. Durante un momento fugaz,
alimentólailusióndequealfinelsistemadecalefacciónhubierasidoreparado,
ilusiónquesedesvaneciócuandoelradiadorsituadodebajodelaventanase

pusoasoltarvaporconungemidoagudo.Entonces,alverelmontónde

papelesqueteníaencimadelamesa,Brunettiseexplicóelfenómeno:la

signorinaElettradebíadehaberlostraídohacíapocoyhabíaabiertolaventana
unosminutos.

Colgóelabrigodetrásdelapuertayseacercóalamesa.Sesentóyempezó

a leer los documentos. El primero era un extracto de las cuentas bancarias de
Semenzato correspondientes a los cuatro últimos años. Brunetti no tenía ni la

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menorideadecuántoganabaundirectordemuseo,datoquesepropusoaveriguar,
perosabíaloqueeranlascuentasdeunapersonarica.Sehabían

hechoingresoscuantiosossinaparenteregularidadyanálogamente,sinuna

pautamanifiesta,sehabíanretiradoimportesdecincuentamillonesomás.Enel
momentodelamuertedeSemenzato,elsaldoeradedoscientosmillonesde

liras,unasumaenormeparatenerlaenunacuentadeahorro.Losdatosque

figurabanenlasegundahojaindicabanquesusinversionesenbonosdelEstado
ascendíanaldobledeestacantidad.¿Unaesposarica?¿OperacionesdeBolsa

afortunadas?¿Oalgomás?

135

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta En las hojas siguientes se detallaban las
llamadas al extranjero hechas desde el número de su despacho. Eran varias
docenas,perotampocoseadvertíaun

patrón.

Lastresúltimashojasrecogíanlosimportespagadosconcargoalastarjetasde
créditodurantelosdosúltimosaños,yBrunettipudodeducirdeelloslosbilletes
deaviónadquiridos.Repasólalistarápidamente,sorprendidoporlafrecuenciay
laenvergaduradelosviajes.Alparecer,paraeldirectordelmuseo,pasarunfin
desemanaenBangkokeratannormalcomoparacualquier

personairsealacasadelaplaya.OhacerunavisitadetresdíasaTaipeiy,de
regresoaVenecia,dormirunanocheenLondres.Eldetalledeloscargosdesus
dostarjetasdecréditoindicabaqueSemenzatonoescatimabaenlosgastos

cuandoviajaba.

Debajodeestospapeles,encontróunfajodehojasdefaxsujetasconun

clip.TodashacíanreferenciaaCarmelloLaCapra.Enlaprimerahoja,la

signorinaElettrahabíaescritoenlápizlaobservación:«Unhombreinteresante.»

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ElpadredeSalvatorenoteníaunmediodevidavisible:niempleonitrabajofijo.
Ensudeclaracióndeimpuestosdelostresúltimosañosindicabala

profesiónde«asesor»,términoque,asociadoasuprocedenciadePalermo,hizo
sonar señales de alarma en la mente de Brunetti. Su extracto bancario indicaba
quesehabíaningresadofuertessumasensusdistintascuentas,endivisas,porasí
decir,interesantes,cuandonosospechosas:pesoscolombianos,escudos

ecuatorianosyrupiaspaquistaníes.Brunettiencontróunacopiadelaescriturade
ventadelpalazzo que La Capra había comprado hacía dos años y que debió de
pagarenefectivo,yaquedeningunadesuscuentassehabíaretiradouna

sumaproporcionadaalaadquisición.

Lasignorina Elettra había conseguido no sólo copias de los estados de cuentas
deLaCaprasinotambiénliquidacionesdelospagoshechosconlas

tarjetasdecrédito,tancompletascomolasqueellahabíaobtenidode

Semenzato.Brunetti,quesabíalomuchoquesetardabaenconseguiresta

informaciónporlavíaoficial,notuvomásremedioqueadmitirquehabíansido
obtenidosextraoficialmente,loqueprobablementeequivalíaadecir

ilegalmente.Asíloadmitió,ysiguióleyendo.Sotheby'sylataquilladel

MetropolitanOperadeNuevaYork,Christie'syelCoventGardendeLondresy

laSydneyOperaHouse,seguramente,alregresodeunfindesemanaenTaipei.

LaCaprasehabíahospedado,cómono,enelOrientaldeBangkok,dondeal

parecerpasóunfindesemana.Alveresto,Brunettibuscólalistadelosviajesy
laliquidacióndelospagoscontarjetadecréditodeSemenzato.Pusounpapelal
ladodelotro.LaCapraySemenzatohabíanpasadoenelOrientallasmismasdos
noches.Brunettiseparólashojasdeunoyotroylasdispusoencimadelamesaen
doscolumnas.Porlomenosencincoocasiones,SemenzatoyLaCapra

habíanestadoenunaciudadextranjeraenelmismohotelylasmismasfechas.

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¿Sentíaelcazadorestaemocióncuandoveíalasprimerashuellasenla

nieve o cuando oía un susurro de hojas a su espalda y al volverse descubría el
136

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta vivo flamear de unas alas? La Capra y su
nuevo palazzo, La Capra y sus compras en Sotheby's, La Capra y sus viajes al
Próximo y al Lejano Oriente. Su camino se cruzaba repetidamente con el de
Semenzato,yBrunettisospechóque

larazónerasucomúninterésporlascosasmuybellasymuycaras.¿YMurino?

¿CuántosdelosobjetosqueadornabanelnuevohogardelsignorLaCaprahabían
salidodesutienda?

BrunettidecidióbajaraldespachodelasignorinaElettraparadarlelasgracias
personalmenteperoabstenersedepreguntarporsufuentede

información.Lapuertadeldespachoestabaabierta,yellatecleabaenel

ordenadormirandolapantallaconlacabezaladeada.Hoylasflores—observó

Brunetti—eranrosasrojas,porlomenos,dosdocenas,símbolodeamory

añoranza.

Ellanotósupresencia,levantólamiradahaciaél,sonrióydejódeescribir.

Buongiorno,comisario.¿Enquépuedoayudarle?

—He venido a darle las gracias, bravissima Elettra, por los papeles que ha
dejadoenmimesa.

Ellasonrió,aloírleusarsunombredepila,comosivieraenellountributoyno
unalibertad.

—Nohaydequédarlas.Interesanteslascoincidencias,¿verdad?—

preguntósintratardedisimularlasatisfacciónqueleproducíahaberlas

observado.

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—Muyinteresantes.¿Ylaslistasdellamadastelefónicas?¿Lastiene?

—Estánverificándolas,paraversihablaronelunoconelotro.Tienenlas

listasdelteléfonodelsignorLaCapradePalermoademásdelteléfonoyelfax
quesehizoinstalaraquí.Leshepedidoquebusquensialgunallamada

procedíadeldomiciliooeldespachodeSemenzato,peroesollevamástiempoy
probablementenolotendremoshastamañana.

—¿TodoestolodebemosasuamigoGiorgio?—preguntóBrunetti.

—No;élestáenRoma,haciendouncursillo,demodoquelesdijequeel

vicequestorePattanecesitabaestainformacióninmediatamente.

—¿Lepreguntaronparaquélanecesitaba?

—Claroquesí,comisario.Noquerríaustedquefacilitaranestaclasede

informaciónsinladebidaautorización,¿verdad?

—Porsupuestoqueno.¿Yquélesdijo?

—Queeraunasuntoconfidencial.AsuntodelGobierno.Esoharáque

trabajenmásaprisa.

—¿Ysielvicequestoreseentera?¿Ysiellosselomencionanyledicenqueha
usadoustedsunombre?

Lasonrisadelamuchachasehizomáscálidatodavía.

—Lesdijequeéltendríaquenegarqueestabaalcorrienteyquenole

gustaría que le hablaran de ello. Además, me parece que están acostumbrados a
hacercosastalescomocontrolarteléfonosparticularesyhacerlistasde

llamadas.

137

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DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Esomepareceamítambién—convinoBrunetti.Einclusoteníala

impresióndequeseguardabangrabacionesdeloqueciertaspersonasdecían

durante esas llamadas, una idea paranoica que compartía con buena parte de la
población,peronolodijoalasignorinaElettrasinoquelepreguntó—:¿Existe
algunaposibilidaddequenoslasdenhoy?

—Lesllamaré.Alomejorestatarde.

—¿Tendrálabondaddesubírmelassillegan,signorina?

—Naturalmente—respondióella,volviendoamirarelteclado.

Él fue hacia la puerta, pero antes de llegar, tratando de aprovechar el clima de
confianzadelosúltimosminutos,dijo:

Signorina,perdonelapregunta,perosiempremehaintrigadoporquévinoa
trabajar para nosotros. No todo el mundo renunciaría a un empleo en la Banca
d'Italia.

Elladejódeescribir,peromantuvolosdedosenlasteclas:

—Oh,meapetecíauncambio—respondióconnaturalidad,yvolvióa

concentrarseenlaescritura.

«Sí,ylospecesvuelan»,pensabaBrunettialsubirasudespacho.Durante

su ausencia, el calor se había hecho tórrido, por lo que abrió las ventanas unos
minutos, aunque no del todo, para que no entrara la lluvia. Luego las cerró y
volvióasumesa.

LaCapraySemenzato:elmisteriosopersonajedelSuryeldirectordel

museo.Elhombreacaudaladoconpasiónporellujoyeldirectordemuseobien
situado para satisfacerla. Eran una pareja interesante. ¿Qué otros objetos podía
tenerensupoderelsignorLaCapra?¿Lostendríayaensupalazzo?¿Sehabían
terminadolostrabajosderestauracióny,entalcaso,quécambiossehabían

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hecho?Seríafácilaveriguarlo:noteníamásqueiralayuntamientoypedirquele
enseñaran los planos. Desde luego, lo que figurara en los planos quizá no se
parecieramuchoaloquesehabíahechoenrealidad,perosipreguntabacuálde
losinspectoresmunicipaleshabíafirmadolalicencia,podríahacerseunaideade
larelación.

Quedabalacuestióndequéobjetospodíacontenerelreciénrestaurado

palazzo,peroaveriguarloexigíaotraclasedeplanteamiento.EnVenecia,ciudad
en la que palazzi como el de La Capra se vendían a razón de siete millones de
liraselmetrocuadrado,noexistíaelmagistradoquelibraseunaordende

registrosobrelabasedeunacoincidenciadefechasenunasfacturasdehotel.

Brunettidecidióprobarprimerolavíaoficial,loquesuponíahaceruna

llamadaalotroextremodelaciudad,alasoficinasdelcatasto,dondeteníanque
registrarsetodoslosplanos,proyectosycambiosdepropiedad.Tardómucho

enconseguircomunicaciónconeldespachoadecuado,ysullamadadeambuló

porlosteléfonosdefuncionariosdisplicentesque,antesyadequeBrunetti

tuvieraocasióndeexplicarlesloquequería,estabansegurosdequeesa

informacióndebíadárselaotrapersona.Variasvecesprobódehablaren

veneciano,confiandoenqueelusodeldialectolefacilitaralascosasal

138

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta demostrar a la persona que estaba al otro
extremodelhiloquequienllamaba

era no sólo un policía sino un veneciano nativo. Las tres primeras personas le
contestaronenitaliano—noeranvenecianas—ylacuarta,enunsardocerradoy
totalmente incomprensible, por lo que Brunetti tuvo que recurrir otra vez al
italiano; pero ni aun así. Finalmente, tras varias tentativas más, encontró lo que
buscaba.

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Sintióvivaalegríacuandooyóunavozdemujerquehablabaenelmás

purovenecianoy,porsifuerapoco,conmarcadoacentodeCastello.Olvidenlo
quedijoDantedequesieltoscanotienedulcesabor.Éstasíqueeralenguapara
eldeleite.

Mientrasesperabapacientementequelaburocraciaseavinieraa

escucharle,Brunettiabandonólapretensióndeconseguirunacopiadelos

planos,porloqueselimitóapedirelnombredelaempresaquehabíahechola
restauración.EraScattalon,unadelasmejoresymáscarasdelaciudad.En

realidad,estafirmateníauncontrato,másomenosaperpetuidad,para

proteger el palazzo de su suegro contra los no menos perpetuos estragos del
tiempoylasmareas.

Arturo,elhijomayordeScattalon,estabaeneldespacho,peronoestaba

dispuestoarevelaralapolicíadatosdeuncliente.

—Losiento,comisario,perosetratadeinformaciónreservada.

—Loúnicoquemeinteresaespoderhacermeunaideaaproximadadel

importedelasobras,diezmillonesmásomenos—explicóBrunetti,queno

comprendíaporquéhabíadeserreservadaoconfidencialestainformación.

—Losiento,peroestotalmenteimposible.—Enelotroextremodelhilose

apagó el sonido, y Brunetti supuso que Scattalon había tapado el micro con la
manoparahablarconotrapersona.Almomentodecía—:Paradarestaclasede

información,necesitamosunapeticiónjudicial.

—¿Serviríadealgosiyolepidieraamisuegroquehablaraconsupadre?

—preguntóBrunetti.

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—¿Yquiénessusuegro?—preguntóScattalon.

—ElcondeOrazioFalier—dijoBrunettisaboreandoporprimeravezensu

vidacadaunadelassonorassílabasquesedeslizabanporsulengua.

Nuevamenteseahogóelsonidoalotroextremo,peroBrunettiaúnpercibía

unroncomurmullodevocesmasculinas.Elteléfonogolpeóligeramenteuna

superficiedura,seoyeronruidosdefondoyotravozquedecía:

Buon giorno, dottor Brunetti. Tiene que perdonar a mi hijo. Es nuevo en la
empresa.Acabadesalirdelauniversidadytodavíanoestáfamiliarizadoconel
negocio.

—Desdeluego,signorScattalon,locomprendoperfectamente.

—¿Quéinformacióndesea,dottorBrunetti?—preguntóScattalon.

139

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—LacifraaproximadadeloqueelsignorLaCaprainvirtióenla

restauracióndesupalazzo.

—Desdeluego,dottore.Unmomento,voyabuscarlacarpeta.—Elteléfonofue
puestootravezenlamesa,peroScattalonnotardóenvolver.Dijoquenosabíaa
cuántohabíaascendidoelpreciodecompra,perocalculabaque,

duranteelúltimoaño,suempresahabíafacturadoaLaCapraporlomenos

quinientos millones, en concepto de mano de obra y materiales. Brunetti supuso
queéstaeralacifrainbianco,elimporteoficialquesedeclararíaalGobierno.

ComonoconocíaaScattalon,nopodíapreguntaralrespecto,peroerade

suponer que la mayor parte del trabajo se había pagado in nero, con lo que
Scattalonseevitabatenerquedeclararypagarimpuestosporelingreso.

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Brunetticalculóquealoindicadohabríaquesumarporlomenosotros

quinientosmillonesdeliras,embolsados,sinoporelpropioScattalon,porotros
industrialesalosquesehubierapagadoennegro.

Respectoalostrabajosensí,Scattalonnopudosermásexplícito.Tejadoy

cielorasonuevos,refuerzodelaestructuraconvigasdeacero(conla

consiguientemultaquehuboquepagarporello),eliminacióndelrevoquede

las paredes, enyesado, cambio de la instalación de agua y electricidad y de los
sistemasdecalefacciónyaireacondicionado,construccióndetresescaleras

nuevas, colocación de parquet en los salones principales y doble vidrio en las
ventanasdetodoeledificio.Brunetti,aunsiendoprofanoenlamateria,

comprendíaquelaobrateníaquehabercostadomuchomásdeloqueScattalon

decía.Enfin,alláselascompusieraconelfisco.

—Teníaentendidoquehabíaproyectadounasalaparasucolección—

inventóBrunetti—.¿Noacondicionaronustedesunespacioparapinturaso...—

aquíhizounapausa,confiandoenacertar—...cerámicas?

Scattalon,trasunabrevevacilación,durantelacualdebiódesopesarsus

obligacionesparaconLaCaprayconelconde,respondió:

—Habíaenlaterceraplantaunasalaquepodíaservircomounaespeciede

galería.Pusimoscristalapruebadebalasyrejasentodaslasventanas.Estáenla
parte de atrás del palazzo —agregó Scattalon— y las ventanas miran al Norte,
por lo que recibe luz indirecta, pero son grandes, por lo que la habitación es
clara.

—¿Unagalería?

—Bueno,élnodijoquelofuera,peroloparece.Hayunasolapuerta,

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blindada,yhornacinasenlapared.Seríanperfectasparaalbergarestatuasnomuy
grandes,ocerámicas.

—¿Yelsistemadealarma?¿Loinstalaronustedes?

—No;nosotrosnohacemosestaclasedetrabajos.Siloinstaló,tuvoque

encargarloaotraempresa.

—¿Sabesilohizo?

—Loignoro.

—¿Quéopiniónlemereceesehombre,signorScattalon?

140

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Esfabuloso,resultaunverdaderoplacertrabajarparaél.Muyrazonable.

Conmuchaimaginación.Yungustoexcelente.

BrunettidedujodeestoqueLaCapraeraunhombrecaprichosoy

extravagantequenoregateabaytampocorepasabalasfacturasmuy

atentamente.

—¿SabesielsignorLaCapraviveahoraenelpalazzo?

—Sí.Noshallamadovariasvecesparasubsanarciertosdetallesquese

pasaronporaltodurantelasúltimassemanasdelasobras.—Brunettireparóenel
útilgiroimpersonaldelafrase:losdetalles«sepasaron»poralto,nolospasaron
poraltolosoperariosdeScattalon.Quémaravillosopodereldel

lenguaje.

—¿Ypodríadecirmesihuboquesubsanaralgúndetalleenesasalaque

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llamaustedlagalería?

LarespuestadeScattalonfueinmediata:

—Yo no la he llamado así, dottor Brunetti. He dicho que podría servir para tal
fin.No;allínosehabíapasadoporaltoningúndetalle.

—¿Sabesialgunodesushombresentróenesahabitacióncuandovolvieron

alpalazzoadarlosúltimostoques?

—Sinoteníannadaquehacerallí,seguroquenoentraron.

—Naturalmente,signorScattalon,naturalmente.Estoysegurodequeasíes.

—SuintuiciónledecíaquelapacienciadeScattalondabaparaunasola

preguntamás—:¿Elúnicoaccesoaesahabitaciónesporlapuerta?

—Sí;yporelconductodelaireacondicionado.

—¿Lasrejillaspuedenabrirse?

—No.—Unescuetomonosílabo,claramentefinal.

—Lequedomuyagradecidoporsuayuda,signor Scattalon. Así se lo diré a mi
suegro—concluyóBrunetti,sindarmásexplicacionesalfinaldela

conversación de las que había dado al principio, pero seguro de que Scattalon,
comolamayoríadelositalianos,recelabadetodoloqueestuvierarelacionado
conunainvestigaciónpolicialyseguardaríabiendemencionaraquella

conversación a alguien, y sobre todo a un cliente que quizá todavía no hubiera
acabadodepagarle.

141

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta19

Se preguntaba Brunetti si el signor La Capra resultaría ser otro de aquellos
personajesbienprotegidosqueibanapareciendoenescenaconunafrecuencia

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inquietante.LlegabanalNorteprocedentesdeSiciliayCalabria,inmigrantesen
supropiatierra,provistosdeunariquezaquenoteníaraíces,porlomenos,que
pudierandetectarse.Durantemuchosaños,loshabitantesdeLombardíayel

Véneto, las regiones más ricas del país, se habían creído libres de la piovra,
aquel pulpo de múltiples tentáculos en que se había convertido la Mafia. Hasta
ahora, las muertes, las bombas en los bares y restaurantes cuyos dueños se
negaban a pagar protección, los tiroteos en el centro de las ciudades, eran todo
roba dal Sud, cuestión del Sur. Y, así había que reconocerlo, mientras toda
aquella violencia y sangre se había mantenido en el Sur, nadie se había
preocupado

muchoporella;losGobiernosseencogíandehombros,comosiaquellofuera

otra pintoresca costumbre de los meridione. Pero, durante los últimos años, la
Italia industrializada se había visto infectada por el fenómeno, como si de una
plagadelcampoalaquenosepudieraponercotosetratara,yenvanobuscabala
maneradecontenerelavancedelaenfermedad.

Conlaviolencia,conlosasesinosasueldoquematabananiñosdedoce

años para hacer llegar su mensaje a los padres, habían venido los hombres con
cartera,loseducadosmecenasdelaóperaylasartes,consushijos

universitarios,susbodegasbienprovistasysuafándesertenidospor

filántropos,epicúreosycaballeros,noporlocriminalesqueeranenrealidad,con
susposesysuretóricasobrelaomertàylalealtad.

Duranteunmomento,Brunettiseobligóasímismoaconsiderarqueel

signor La Capra podía muy bien ser lo que parecía: un hombre acaudalado que
habíacompradoyrestauradounpalazzodelGranCanal.Peronopodíadejarde
recordarqueeneldespachodeSemenzatoestabanlashuellasdactilaresde

SalvatoreLaCapraniqueLaCaprapadreySemenzatohabíanvisitadoal

mismotiempovariasciudades.¿Coincidencia?Quéabsurdo.

Scattalon le había dicho que La Capra residía en el palazzo. Quizá hubiera

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llegadoelmomentodequeelrepresentantedeunodelosestamentosoficialesde
laciudadfueraasaludaralnuevoresidenteparaintercambiarimpresionesacerca
delanecesidaddeadoptarmedidasdeseguridadenestostiemposen

que,lamentablemente,lacriminalidadestabaenauge.

142

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaPuestoqueelpalazzosehallabaenelmismo
lado del Gran Canal que su casa, Brunetti almorzó en ella, pero no tomó café,
pensandoquequizáelsignorLaCapraseloofreceríaamablemente.

El palazzo se encontraba al final de la calle Dilera, que desemboca en el Gran
Canal. Al acercarse, Brunetti observó las señales de la restauración. La capa
exteriordeintonacoquecubríalasparedesdeladrillo,todavíaestabalimpiade
graffiti. No tenía más marca que la huella de la reciente acqua alta, que había
llegadoaproximadamentealaalturadelasrodillasdeBrunetti:elrevoque

naranjaoscuroestabaligeramentedescoloridoyhabíaempezadoasaltar,ya

losladosdelaestrechacalleseveíansusfragmentos,barridosoimpelidospor
lospiesdelostranseúntes.Lascuatroventanasdelaplantabajaestaban

provistas de robustas rejas que impedían el acceso. Detrás, se veían postigos
nuevos, cerrados. Brunetti se situó al otro lado de la calle y levantó la cabeza
paramiraralospisosaltos.Todaslasaberturasteníanpostigosdemadera

verde oscuro, abiertos éstos, y doble vidrio. Los canalones instalados bajo las
nuevastejasdebarroerandecobre,lomismoquelostubosporlosquebajabael
aguaqueaquéllosrecogían.Alaalturadelprimerpisoyhastaelsuelo,lostubos
erandelatón,metalmenostentador.

Laplacasituadajuntoalúnicotimbreeradeungustorefinado:sóloel

apellido, «La Capra», en cursiva. Brunetti oprimió el pulsador y se acercó al
interfono.

Sì,chiè?—preguntóunavozmasculina.

Polizia—respondióél,decididoanoperdereltiempoensutilezas.

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Sì.Arrivo—dijolavoz,yBrunettioyósólounchasquidometálico.

Esperó.

Alcabodeunosminutos,abriólapuertaunjovencontrajeazulmarino.

Teníalosojososcuros,ibabienrasuradoyeralobastanteguapocomopara

ganarselavidahaciendodemodelo,aunquequizáexcesivamentefornidopara

resultarbienenlasfotos.

—¿Sí?—preguntó,sinsonreír,perosinmostrarsemásadustoquecualquier

ciudadanonormalalqueunallamadadelapolicíaobligaraasaliralapuerta.

Buongiorno.SoyelcomisarioBrunetti.DeseohablarconelsignorLaCapra.

—¿Sobrequé?

—Delincuenciaciudadana.

Eljovensequedódondeestaba,delantedelapuerta,sinhacerademánde

acabar de abrirla para permitir pasar a Brunetti. Esperaba más explicaciones y,
cuandocomprendióqueelvisitantenoteníaintencióndesermásexplícito,

dijo:

—CreíqueenVenecianohabíadelincuencia.—Lafrase,yamáslarga,

revelósuacentosiciliano;yeltono,suagresividad.

143

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—¿EstáencasaelsignorLaCapra?—preguntóBrunetti,cansadode

preámbulosyempezandoasentirelfrío.

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—Sí.—Eljovendiounpasoatrásyabriólapuertaparaqueentrara

Brunetti.Ésteseencontróenungranpatioconunpozocircularenelcentro.Ala
izquierda,unaescalerasostenidaporcolumnasdemármolsubíahastael

primerpisoy,girandosobresímisma,seguíahastaelsegundoytercero.

Cabezasdeleónesculpidasenpiedraseerguíanaintervalosenlabalaustradade
mármol. Debajo de la escalera quedaban vestigios de las obras recientes: una
carretilla llena de sacos de cemento, un rollo de gruesa lámina de plástico y
grandesbotesconchurretesdepinturadevarioscolores.

Enloaltodelprimertramodeescaleras,eljovenabrióunapuertay

retrocedióunpasoparapermitiraBrunettientrarenelpalazzo.Nadamásentrar,
Brunettioyóunamúsicaquellegabadelospisossuperiores.Amedidaquesubía
laescaleraseintensificabaelsonido,hastaque,envueltaenél,

percibióunavozdesoprano.Alparecer,elacompañamientoeradecuerda,

perolamúsicaaúneralejana.Eljovenabrióotrapuertay,enaquelinstante,la
voz se elevó sobre los instrumentos y, durante cinco latidos del corazón, quedó
sola,sustentándoseúnicamenteenlabelleza,antesdedescenderdenuevoal

mundomenordelosviolines.

Avanzaronporuncorredordemármolyporunaescalerainterior.La

músicasubíadevolumenylavozsehacíamásclaraamedidaqueseacercabana
la fuente. El joven parecía no oírla, a pesar de que aquel sonido llenaba el
espacio por el que se movían. En lo alto del segundo tramo de la escalera, el
jovenabrióotrapuertayvolvióaretroceder,invitandoconunmovimientodela
cabezaaBrunettiaentrarenunlargocorredor.Teníaqueindicárseloporseñas,
yaquenohubierapodidohacerseoír.

Brunettipasópordelantedeélyempezóacaminarporelcorredor.El

jovenledioalcanceyabrióunapuertadeladerecha;estavez,seinclinócuando
pasabaBrunetti,ycerrólapuertaasuespalda,dejándolodentro,sordoatodolo
quenofueralamúsica.

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Brunetti,quenopodíaejercitarmássentidoqueeldelavista,vioenlos

cuatroángulosdelahabitacióngrandespanelescubiertosdeteladesdeelsuelo
hastalaalturadeunhombre,orientadoshaciaelcentrodelahabitación.Yallí,
recostado en una chaise-longue tapizada de piel marrón claro, había un hombre
que, absorto en un librito que tenía en las manos, no parecía haber advertido la
entradadeBrunetti.Ésteseparóenlamismapuerta,aobservarlo.Yaescuchar
lamúsica.

Lavozdelasopranoerapurísima,unsonidogeneradoenelcorazóny

alimentadoporsucalorquebrotabaconesaaparentefacilidadqueesexclusiva
de los cantantes que poseen las mayores facultades y la mejor técnica. La voz
hacía pausa en una nota, luego se elevaba, se afirmaba, coqueteaba con lo que
ahoraidentificóélcomounarpayenmudecíaunmomentomientraslos

violinesyelviolonchelodialogabanconelarpa.Yentonces,comosinohubiera
144

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta dejado de estar presente, la voz volvía y
arrastrabaconsigoalacuerda,

subiendoysubiendo.Brunettisólodistinguíapalabrasyfrasessueltas,

« disprezzo», « perchè», « per pietade», « fugge il mio bene», pero todas
hablabandeamorydeausencia.Ópera,desdeluego,peronopodíaadivinarcuál.

Elhombredelachaise-longueaparentabaunoscincuentaytantosaños,y

sucinturadenotabaaficiónalabuenamesaylavidasedentaria.Elrasgo

dominantedesucaraeralanariz,grandeycarnosa—lamismanarizque

Brunetti había visto en la foto de comisaría de su hijo, el presunto violador—,
sobrelaquecabalgabanunasgafasdemedialuna.Losojoserangrandes,

límpidosymuyoscuros,casinegros.Lacara,aunquecompletamenteafeitada,

teníaenlasmejillasesetinteazuladoquedenotaunabarbapoblada.

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La música entró en un melancólico diminuendo y se apagó. Sólo en el silencio
quesiguió,Brunetti fueconscientede laperfectacalidad delsonido,perfección
mercedalacualloexageradodelvolumenpasabainadvertido.

Elhombreserelajóenlachaise-longueydejócaerellibritoalsuelo.Cerrólos
ojos,conlacabezahaciaatrásyelcuerpoflácido.Aunquenosehabíadadopor
enteradodelallegadadeBrunetti,éstenodudabadequeelhombreera

conscientedesupresencia;másaún,teníalaimpresióndequelehacía

destinatariodeestasmanifestacionesdedeleiteestético.

Consuavidad,comosusuegrasolíaaplaudirunariaquenolehabía

gustadoperodelaquelehabíandichoqueestabamuybiencantada,Brunetti

segolpeólasyemasdelosdedosunasconotras,lánguidamente.

Comoobligadoavolverdeunasalturasquelossimplesmortalesnoosaban

pisar, el hombre de la chaise-longue abrió los ojos, agitó la cabeza con fingido
asombroysevolvióamiraralafuentedeestatibiareacción.

—¿Nolehagustadolavoz?—preguntóconauténticasorpresa.

—Oh,lavozmehagustadomucho—respondióBrunettiyagregó—:pero

lainterpretaciónmehaparecidounpocoforzada.

SiLaCapracaptólaambigüedaddelafrase,nolodioaentender.Recogió

ellibretoylolevantóenelaire.

—Lamejorvozdelaépoca,laúnicagrancantante—dijoagitandoellibreto

paramayorénfasis.

—¿LasignoraPetrelli?—preguntóBrunetti.

Elhombretorcióelgestocomosihubieramordidoalgodesagradable.

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—¿CantarHaendel?¿LaPetrelli?—preguntócongestodefatigada

sorpresa—.LoúnicoqueellapuedecantaresVerdiyPuccini.—Pronunciólos

nombrescomoelquedice«sexo»y«pasión».

BrunettifueaobjetarqueFlaviatambiéncantabaMozart,perosólo

preguntó:

—¿ElsignorLaCapra?

Aloírsunombre,elhombresepusoenpie,obligadoporsusdeberesde

anfitrión a dejarse de valoraciones estéticas, y fue hacia Brunetti con la mano
extendida.

145

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Sí,¿conquiéntengoelhonor?

Brunettileestrechólamanoydevolviólaceremoniosasonrisa.

—ComisarioGuidoBrunetti.

—¿Comisario?—DabalaimpresióndequeLaCapranuncahabíaoídola

palabra.

Brunettiasintió.

—Depolicía.

Unamomentáneaconfusiónsereflejóenlacaradelhombre,peroestavez

Brunetti pensó que la emoción podía ser real, no fabricada para el público. La
Capraserepusorápidamenteypreguntócongrancortesía:

—¿Ypuedopreguntar,comisario,cuáleselmotivodesuvisita?

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BrunettinoqueríaqueLaCaprasospecharaquelorelacionabaconla

muertedeSemenzato,porloquehabíadecididonodecirqueenelescenario

delcrimensehabíanencontradolashuellasdesuhijo.Y,hastaquepudiera

hacerseunaideamásclaradelhombre,noqueríadarleaentenderquelapolicía
teníacuriosidadporaveriguarquérelaciónpodíahaberentreélyBrett.

—Elrobo,signorLaCapra—dijoBrunetti,yrepitió—:Elrobo.

Almomento,elsignorLaCaprafuetodocortésatención.

—¿Sí,comisario?

Brunettidibujósusonrisamásamistosa.

—He venido para hablar de la ciudad, signor La Capra, puesto que es usted
nuevoresidente,ydealgunosdelosriesgosdeviviraquí.

—Esustedmuyamable,dottore—repusoLaCapra,devolviendosonrisa

porsonrisa—.Pero,disculpe,nopodemosquedarnosaquícomodosestatuas.

¿Mepermitequeleofrezcauncafé?Yahabráalmorzado,¿verdad?

—Sí.Perouncafénovendríamal.

—Ah,vengaconmigo.Bajaremosamiestudioyharéquenoslotraigan.—

Conestaspalabras,elhombresaliódelahabitaciónycondujoaBrunettiporla
escalera abajo. En el segundo piso, abrió una puerta y retrocedió cortésmente
paraqueBrunettientraseprimero.Loslibroscubríandosdelasparedes;yunas
pinturasmuynecesitadasdeunabuenalimpieza,loquelashacíaparecer

muchomásvaliosas,latercera.TresaltasventanasdominabanelGranCanal,

enelqueseobservabaelhabitualtráfagodeembarcacionesenunayotra

dirección.LaCapraindicóaBrunettiundivántapizadodesedayélseacercóa
un largo escritorio de roble, donde descolgó el teléfono, pulsó un botón y pidió

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quesubierancaféalestudio.

SuanfitrióncruzóeldespachoysesentófrenteaBrunetti,subiéndose

cuidadosamenteelpantalónparaquenoselemarcaranrodilleras.

—Comoledecía,dottorBrunetti,meparecemuyconsideradoporsuparteelque
hayavenidoahablarconmigo.NodejarédedarlasgraciasaldottorPattacuando
lovea.

—¿Esamigodelvicequestore?—preguntóBrunetti.

146

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaLaCapralevantólamanoenunademánde
modestanegacióndesemejante

distinción.

—Notengotantohonor.PeroambossomosmiembrosdelLions'Club,por

loquecoincidimosenciertosactossociales.—Hizounapausayagregó—:Esté
segurodequeledarélasgraciasporsuconsideración.

Brunettiasintióenseñaldegratitud,sabiendomuybienloquepensaría

Pattadeaquellaconsideración.

—Dígame,dottorBrunetti,¿dequédeseaprevenirme?

—Noesqueyopuedaprevenirledealgoenconcreto,signorLaCapra.Perocreo
quedebeustedsaberque,enestaciudad,lasaparienciasengañan.

—¿Sí?

—Dalaimpresióndequetenemosunaciudadpacífica...—empezóBrunetti

yseinterrumpióparapreguntar—:¿Sabequehaysólosetentamilhabitantes?

LaCapraasintió.

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—Porlotanto,aprimeravistapuedeparecerqueesunaapacibleciudadde

provincias,quesuscallessonseguras.—AquíBrunettiseapresuróa

puntualizar—:Yloson;lagentepuedetransitarporellasacualquierhoradeldía
odelanochecontodatranquilidad.—Hizootrapausayañadió,comosi

acabaradeocurrírsele—:Y,engeneral,tambiénpuedeestarseguraensucasa.

—Simepermitequeleinterrumpa,comisario,éstaesunadelasrazones

quemeimpulsaronavenir,paragozardeesaseguridad,deesatranquilidad

quesóloenestaciudadparecesubsistiraúnhoy.

—¿Ustedesde...?—preguntóBrunetti,aunqueelacentoqueaflorabaa

pesardelosesfuerzosdeLaCaprapordisimularlo,nodejabalugaradudas.

—Palermo—respondióLaCapra.

Brunettinorespondióenseguida,dejandoqueelnombreflotaraenelaire.

—Apesardetodo—prosiguió—,ydeellohevenidoahablarle,existeel

riesgo de robo. En esta ciudad viven muchas personas ricas, y algunas de ellas,
engañadasquizáporelsosiegoqueaparentementereinaenella,notoman

todaslasprecaucionesconvenientesporloquerespectaalasmedidasde

seguridaddesusviviendas.—Miróenderredoryprosiguióconunairoso

ademán—: Puedo ver que tiene usted aquí muchas cosas bellas. —El signor La
Caprasonrió,perorápidamenteinclinólacabezaconaparentemodestia—.

Esperoquesehabrápreocupadodeprotegerlasdebidamente—terminó

Brunetti.

Asuespaldaseabriólapuertayentróenlahabitaciónelmismojovende

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antes, que traía una bandeja con dos tazas de café y un azucarero de plata que
descansaba en tres esbeltas patas armadas de garras. Permaneció en silencio al
lado de Brunetti mientras éste tomaba una taza y le echaba dos cucharaditas de
azúcar. Repitió el proceso con el signor La Capra y salió de la habitación sin
haberpronunciadoniunapalabra,llevándoselabandeja.

147

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaMientrasremovíaelazúcar,Brunettiobservó
queelcaféestabacubiertode

la fina capa de espuma que sólo producen las cafeteras exprés eléctricas: en la
cocinadelsignorLaCapranosehacíaelcaféenfogóndegas.

—Esmuyamablealveniraprevenirme,comisario.Esciertoquemuchos

denosotrosvemosVeneciacomounoasisdepazenloqueesunasociedad

cadavezmáscriminal.—AquíelsignorLaCapramoviólacabezaaderechae
izquierda—.Peropuedoasegurarlequehetomadotodaslasprecaucionespara

garantizarlaseguridaddemisbienes.

—Mealegraoírlo,signorLaCapra—dijoBrunettidejandotazayplatoenuna
mesitademármolsituadaalladodeldiván—.Nomecabedudadeque

habráextremadolaprudencia,teniendoobjetostanhermosos.Alfinyalcabo,le
habrácostadomuchoadquiriralgunosdeellos.

Estavez,lasonrisadelsignorLaCapra,cuandollegó,estabamuyvelada.

Apuró el café y se inclinó hacia adelante para dejar la taza al lado de la de
Brunetti.Nodijonada.

—¿Loconsideraríaunaintrusiónsiyolepreguntaraquéclasede

protecciónhadispuesto,signorLaCapra?

—¿Intrusión?—preguntóLaCapraabriendomucholosojosconexpresión

desorpresa—.Enmodoalguno.Estoysegurodequelapreguntaobedeceal

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interésquesienteporsusconciudadanos.—Dejóquesuspalabrasse

sedimentaranyentoncesexplicó—:Mandéinstalarunaalarmaantirrobo.Pero,

lo que es más importante, tengo vigilancia las veinticuatro horas. Uno de mis
empleadosestásiempreaquí.Yomefíomásdelalealtaddemipersonalquede
cualquier dispositivo mecánico comprado. —Aquí el signor La Capra elevó la
temperaturadesusonrisa—.Quizáparezcaanticuado,peroyocreoenlos

valoresdelalealtadyelhonor.

—Porsupuesto—dijoBrunettisinconvicción,perosonriódandoa

entenderquehabíacomprendido—.¿Permitequelagentevealasotraspiezas

desucolección?Siéstassonunamuestra—dijoBrunettiabarcandoconun

ademántodalahabitación—,debedeserimpresionante.

—Ah,comisario,losiento—dijoLaCapramoviendoligeramentela

cabeza—,peroahoranopodríaenseñárselas.

—¿No?—preguntóBrunetticortésmente.

—Verá,elcasoesquelahabitaciónenlaquepiensoexponerlasnoestá

terminadaamienterasatisfacción.Lailuminación,lasbaldosasdelsuelo,hasta
lospanelesdeltechomedesagradanymesentiríaviolento,sí,francamente

violento,enseñándolosahora.Peroconmuchogustoleinvitaréavermi

coleccióncuandolasalaestéterminaday...—buscabalapalabraadecuadayal
finlaencontró—:Ypresentable.

—Es usted muy amable, signore. ¿Entonces puedo esperar que volvamos a
vernos?

LaCapraasintió,peronosonrió.

148

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DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Debeusteddeserunapersonamuyocupada—dijoBrunettiponiéndose

en pie. Qué extraño, pensaba, que un amante del arte fuera reacio a enseñar su
colecciónaunvisitantequemostraracuriosidadoentusiasmoporlascosas

bellas. Brunetti nunca había visto algo igual. Y más extraño todavía era que,
hablando de la delincuencia en la ciudad, La Capra no hubiera creído oportuno
mencionarningunodelosdosincidentesque,estamismasemana,habían

destruido la calma de Venecia y la vida de personas que, al igual que él, tenían
amoralarte.

AlverqueBrunettiselevantaba,LaCaprasepusoenpieyfueconélala

puerta,bajólaescalera,cruzóelpatioyloacompañóhastalaentradadel

palazzo. Sostuvo la puerta mientras Brunetti salía a la calle. Se estrecharon la
mano cordialmente y el signor La Capra permaneció en la puerta mientras
BrunettisealejabaporlaestrechacallehaciacampoSanPaolo.

149

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta20

DespuésdepasarmediahoraconLaCapra,Brunettisedecíaquehablar

ahoraconPattaseríademasiadoparaunasolatarde,perodecidióirala

questura de todos modos, por si tenía algún mensaje. Habían llamado dos
personas: Giulio Carrara, que rogaba que Brunetti le llamara a Roma, y Flavia
Petrelli,quedecíaquevolveríaallamar.

BrunettipidióquelepusieranconRomayalpocoratohablabaconel

maggiore.Carraranoperdióeltiempoenconversaciónpersonalsinoqueempezó
inmediatamenteconSemenzato.

—Guido,aquítenemosalgoqueindicaqueestabametidoenmáscosasde

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lasquenosimaginábamos.

—¿Quécosas?

—Hacedosdías,interceptamosuncargamentodecenicerosdealabastro

quellegaronaLivornoprocedentesdeHongKong,paraunmayoristade

Verona. Lo normal, el hombre recibe los ceniceros, les pone una etiqueta y los
vende,«MadeinItaly».

—¿Porquéinterceptaronelcargamento?Noparecequesetratedecosas

quenormalmentehayandeinteresarles.

—Unodenuestrosconfidentesdijoquenoseríamalaideaecharunvistazo

alcargamento.

—¿Porlodelasetiquetas?—preguntóBrunetti,desconcertado—.¿Noes

cosadelaaduana?

—Oh,ésoshabíancobrado—dijoCarraracondisplicencia—.El

cargamentohubieraestadosegurohastaVerona.Peroesapersonanosavisóporlo
queveníaconlosceniceros.

Brunetticaptólainsinuación.

—¿Yquéencontraron?

—¿SabequéesAngkorWat,¿verdad?

—¿DeCamboya?

—Sipreguntaesoesquelosabe.Cuatrodelascajasconteníanestatuas

procedentesdetemplosdeallí.

—¿Estáseguro?—Nadamásdecirlo,Brunettideseóhaberhechola

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preguntaenotrostérminos.

150

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Nuestrotrabajoesestarseguros—dijoCarrara,perocomosimple

explicación—.TresdelaspiezasfueronvistasenBangkokhaceaños,pero

desaparecierondelmercadoantesdequelapolicíapudieraconfiscarlas.

—Giulio,nosécómopuedenestarsegurosdequevienendeAngkorWat.

—LosfranceseshicieronmuchosdibujosdelostemploscuandoCamboya

eraaúnunacolonia,yluegosehanhechofotos.Dosdelasestatuashabíansido
fotografiadas,yporesoestamosseguros.

—¿Cuándosetomaronlasfotografías?—preguntóBrunetti.

—En1985.Unequipodearqueólogosdeunauniversidadestadounidense

pasóallívariosmeses,dibujandoyretratando,peroentonceslazonade

combateseextendióhaciaallíytuvieronquehuir.Perodisponemosdecopiasde
todaslasreproducciones.Poresoestamosseguros,completamenteseguros,

dedosdelaspiezas.Yprobablementelasotrasdostienenlamisma

procedencia.

—¿Algunaideadeadondeseenviaban?

—No.SólotenemosladireccióndelmayoristadeVerona.

—¿Hanhechoalgoalrespecto?

—HemospuestoadoshombresavigilarelalmacéndeLivornoyhemos

intervenidolosteléfonos,tantoeldelalmacéncomoeldelaoficinadeVerona.

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ABrunettileparecíaqueelhallazgodecuatrosimplesestatuasno

justificabasemejantedespliegue,perosereservólaopinión.

—¿Ydelmayoristaquésesabe?

—Nada;esnuevoparanosotros.Losdeaduanastampocotienennada

contraél.

—¿Ustedquépiensa?

Carrarareflexionóunmomentoantesdecontestar:

—Yodiríaqueestálimpio.Yprobablementeesosignificaque,antesdeque

sehagalaentrega,alguienretirarálasestatuas.

—¿Dónde?¿Cómo?—preguntóBrunetti.Yentoncesañadió—:¿Sabe

alguienqueabrieronustedeslascajas?

—Hicimosquelosdelapolicíadeaduanascerraranelalmacényarmaran

muchorevueloapropósitodeunenvíodeencajequeveníadelasFilipinas.

Mientras ellos abrían esos bultos, nosotros echamos un vistazo a los ceniceros,
volvimosacerrarlascajasylodejamostodocomoestaba.

—¿Ylosencajes?

—Oh,lodesiempre.Veníaeldobledemercancíadelaquesedeclarabaen

losdocumentos,demodoqueconfiscarontodoelenvíoyahoraestán

calculandoelimportedelamulta.

—¿Ylosceniceros?

—Siguenenelalmacén.

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—¿Quéharánconellos?

151

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Yonomeencargodeeseasunto,Guido.Correspondealaoficinade

Milán.Habléconelquelolleva,ydicequequiereintervenirenelmomentoen
quevayanarecogerlascajasconlasestatuas.

—¿Yustedquéopina?

—Yodejaríaqueselasllevaranytrataríadeseguirlos.

—Siselasllevan—dijoBrunetti.

—Aunquenoselaslleven,tenemosvigilanciapermanenteenelalmacén,y

cuandosemuevanlosabremos.Además,elqueseaenviadoarecogerlas

estatuasnoseráimportanteyprobablementenosabrámucho,apartedeadonde

tienequellevarlas,demodoquenoservirádegrancosaarrestarlo.

Finalmente,Brunettipreguntó:

—Giulio,¿noesunaoperaciónmuycomplicadaparacuatroestatuas?Y

aúnnomehadichocómoseharelacionadoconestoaSemenzato.

—Unaideaclaratampoconosotroslatenemos,peroelhombrequenos

llamó nos dijo que en Venecia había gente, y se refería a la policía, Guido, que
podía estar interesada en esto. —Antes de que Brunetti pudiera interrumpirle,
Carraraagregó—:Noquisodarmásexplicaciones,perodijoquehabíamás

envíos.Queésteerasólounodetantos.

—¿TodosdeOriente?—preguntóBrunetti.

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—Esonoloespecificó.

—¿Hayaquímercadoparaesascosas?

—Aquí,enItalia,no,perolohayenAlemaniay,unavezenItaliala

mercancía,esfácilhacerlallegarallí.

Ningúnitalianosemolestaríaenpreguntarporquénosehacíanlosenvíos

directamenteaAlemania.Serumoreabaquelosalemanesconsiderabanlaley

comoalgoquehabíaquecumplir,mientrasquelositalianoslaveíancomoalgo
quehabíaqueanalizaryluegoevadir.

—¿Cuálpuedeserelvalor,elprecio?—preguntóBrunetti,sintiéndoseel

típicoveneciano.

—Fabuloso,noporlabellezadelasestatuasensísinoporqueprocedende

AngkorWat.

—¿Podríanvenderselibrementeenelmercado?—preguntóBrunetti,

pensandoenlasalaqueelsignorLaCaprahabíadispuestoeneltercerpisodesu
palazzoypreguntándosecuántossignorLaCaprapodríahaber.

Nuevamente,Carrarareflexionóantesdecontestar.

—No;probablemente,no.Peroesonosignificaquenohayamercadopara

ellas.

—Comprendo.—Erasólounaposibilidad,peropreguntó—:Giulio,¿tienen

algoacercadeuntalLaCapra,CarmelloLaCapra?DePalermo.—Mencionóla

coincidenciaconSemenzatoenlosviajesalextranjero:lasmismasciudadesylas
mismasfechas.

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Despuésdeunabrevepausa,Carrararespondió:

152

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Elnombremeresultavagamentefamiliar,peronopuedoasociarloaalgo

concreto.Démeunahora,miraréenelordenadorsihayalgosobreél.

LasiguientepreguntadeBrunettiobedecíaasimplecuriosidadprofesional:

—¿Tienenmuchainformaciónensuordenador?

—Montones—dijoCarraraconaudibleorgullo—.Listadosdenombres,

ciudades,siglos,formasdearte,artistas,técnicasdereproducción.Pidaustedlo
quequiera:sihasidorobadoofalsificado,apareceráenelordenador.Ese

hombrepodríaestarconsuapellidooconcualquieraliasomotequepueda

tener.

—ElsignorLaCapranoeshombrequeconsientaqueleponganmote—

explicóBrunetti.

—Ah,vamos,unodeésos.Puesentalcasopodríaestaren«Palermo»—y

entoncesCarraraañadió,innecesariamente—:Esunarchivomuyvoluminoso.

—HizounapausaparadartiempoaBrunettiaasimilarelcomentarioy

preguntó—:¿Leinteresaalgúntipodearteenespecial,algunatécnica?

—Cerámicachina—apuntóBrunetti.

—Ah—dijoCarraraprolongandolaexclamaciónyelevandoeltono—.De

ahímesonabaelnombre.Norecuerdoexactamentequéfue,perosielnombre

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mesuenaporesaasociación,estaráenelordenador.Luegolellamo,Guido.

—Seloagradeceré,Giulio.—Entonces,porsimplecuriosidad,preguntó—:

¿ExistelaposibilidaddequeloenvíenaVerona?

—Nolocreo.LoshombresdeMilánsondelomejorquetenemos.Yoiría

sólo si resultara que eso está relacionado con alguna de mis investigaciones en
curso.

—Comprendo.LlámemesiencuentraalgosobreLaCapra.Estarétodala

tarde.Ygracias,Giulio.

—Nomelasdéhastaquesepaloquepuedodecirle—repusoCarrara,y

colgóantesdequeBrunettipudieracontestar.

BrunettipreguntóporteléfonoalasignorinaElettrasihabíarecibidolalistade
llamadasdeLaCapraySemenzatoydescubrióconsatisfacciónquenosólo

Telecom había enviado las listas sino que, además, ella había podido detectar
numerosas llamadas hechas entre los teléfonos de sus respectivos domicilios y
despachosenItalia,asícomoahotelesdelextranjerocuandounodelosdos

hombressehospedabaenellos.

—¿Quierequeselaslleve,comisario?

—Sitienelabondad,signorina.

Mientraslaesperaba,BrunettiabriólacarpetadeBrettymarcóelnúmero

queallíseindicaba.Elteléfonosonósietevecesperonadiecontestó.

¿SignificabaestoqueellahabíaseguidosuconsejoysehabíaidoaMilán?

QuizáFlaviahabíallamadoparacomunicárselo.

Susespeculacionesfueroninterrumpidasporlallegadadelasignorina

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Elettra,hoy,vestidadegris,muysobria;sobria,hastaqueBrunettibajólamirada
yviounasmediasnegrasdecoradasconunabigarradodibujo¿de

153

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta flores? y unos zapatos rojos, con unos
taconesmásaltosquelosquePaolasehabíaatrevidoallevarnunca.Seacercóa
lamesaylepusodelanteunacarpetamarrón.

—Hemarcadoconuncírculolasllamadasquesecorresponden—explicó.

—Gracias,signorina.¿Sehaguardadocopia?

Ellaasintió.

—Muybien.Veaahorasipuedeconseguirlalistadellamadasdelatienda

de antigüedades de Francesco Murino, de campo Santa Maria Formosa, y si
SemenzatooLaCapralollamaronoélaellos.

—MehetomadolalibertaddellamaralaAmericanTelegraphand

TelephoneaNuevaYork—dijolasignorinaElettra—,paraaveriguarsialguno
de ellos utilizaba tarjetas de llamadas internacionales. La Capra, sí. El hombre
conelquehehabladomehadichoquemepasaríaporfaxunalistadelas

llamadasdelosúltimosaños.Quizálatengaestamismatarde.

—¿Ha hablado usted personalmente con él, signorina? —preguntó Brunetti,
admirado—.¿Eninglés?¡UnamigoenBancad'Italiay,además,hablainglés!

—Naturalmente,élnohablabaitaliano,apesardetrabajarenlasección

internacional. —¿Debía escandalizarse Brunetti por este fallo? Si así era, se
escandalizaría,porqueeraevidentequelasignorinaElettraestaba

escandalizada.

—¿Ycómoesqueustedhablainglés?

—Eso es lo que hacía en la Banca d'Italia, dottore. Traducir del inglés y del

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francés.

Élnopudocontenerlapregunta.

—¿Ysemarchó?

—Notuvealternativa,comisario—dijoellay,alversuperplejidad,

explicó—: Mi jefe me pidió que tradujera al inglés una carta para un banco de
Johanesburgo.—Ellacallóyseinclinóysacódelacarpetaotropapel.¿Éstaera
todalaexplicaciónqueibaadarle?

—Lo siento, signorina, pero no comprendo. ¿Le pidió que tradujera una carta
paraJohanesburgo?—Ellaasintió—.¿Ytuvoustedquemarcharsepor

eso?

Ellalomiróconojosmuyabiertos.

—Naturalmente,comisario.

Élsonrió.

—Losiento,perosigosinentenderlo.¿Porquétuvoquemarcharse?

Ellalomirófijamente,comosideprontosehubieradadocuentadequeen

realidadnohablabanelmismoidioma.

—Lassanciones—dijovocalizandoconclaridad.

—¿Lassanciones?—repitióél.

—ContraSudáfrica,comisario.Todavíaestabanenvigor,demodoqueno

tuvemásremedioquenegarmeatraducirlacarta.

—¿SerefierealassancionescontraelGobiernodeSudáfrica?

154

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DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Desdeluego,comisario.FuerondecretadasporlaONU,¿no?

—Creoquesí.¿Yporesonoquisoustedescribirlacarta?

—¿Quésentidotienedeclararsancionessilagentenovaaimponerlas?—

preguntóellaconperfectalógica.

—Ninguno,imagino.¿Yquéocurrióentonces?

—Oh,élsepusomuydesagradable.Escribióunacartadeamonestación.Se

quejóalsindicato.Ynadiemedefendió.Todosparecíanpensarqueyodebía

habertraducidolacarta.Demodoquenotuvemásremedioquedimitir.No

podíaseguirtrabajandoparaaquellagente.

—Naturalmente—convinoél,inclinandolacabezasobrelacarpetay

jurándoseimpedirportodoslosmediosquePaolaylasignorinaElettrallegaran
aconocerse.

—¿Esoestodo,comisario?—preguntóella,sonriendoconlaesperanzade

quequizáahoraélhubieracomprendido.

—Sí,signorina,gracias.

—CuandollegueelfaxdeNuevaYorkselosubiré.

—Gracias, signorina. —Ella sonrió y salió del despacho. ¿Cómo la habría
encontradoPatta?

Nocabíalamenorduda:SemenzatoyLaCaprahabíanhabladoporlo

menoscincovecesduranteelañoúltimo;ocho,silasllamadasqueSemenzato

había hecho a hoteles de diversos países cuando La Capra estaba allí eran para

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él.Desdeluego,sepodíaobjetar—yBrunettinodudabadequeasíloharíaun
buenabogadodefensor—quenoteníanadadeparticularqueestosdos

hombresseconocieran.Alosdoslesinteresabanlasobrasdearte.LaCapra

podíahaberhechoaSemenzatomuchasconsultaslegítimamente:procedencia,

autenticidad,precio.Brunettimirabalospapelestratandodedescubriruna

sincroníaentrelasllamadastelefónicasyelmovimientodelascuentas

bancariasdeunoyotro,peroéstanoaparecía.

Sonóelteléfono.Éldescolgóydiosunombre.

—Tehellamadoantes.

InmediatamentereconociólavozdeFlaviayadvirtiódenuevosutono

grave, tan distinto del que tenía cuando cantaba. Pero esta sorpresa no era nada
comparadaconlaquesintióaloíreltuteo.

—Heidoahacerunavisita.¿Quésucede?

—BrettnoquiereirconmigoaMilán.

—¿Hadichoporqué?

—Dicequenoseencuentrabienparaviajar,peroescabezonería.Ymiedo.

Noquierereconocerlo,perotienemiedodeesagente.

—¿Ytú?—preguntóéltuteándolaasuvezconcomplacencia—.¿Te

marchas?

—Notengoalternativa—dijoFlavia,yenseguidarectificó—:Sílatengo.

Podríaquedarmesiquisiera,peronoquiero.Mishijosvanacasayquieroestar
155

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DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltaallípararecibirlos.Yelmartestengoensayo
conpianoenLaScala.Yacanceléunaactuación,yahoraleshedichoquecantaré.

Brunettisepreguntabaquépodíahacerélenesteasunto,yFlavianotardó

eninformarle.

—¿Podríashablarconella?¿Hacerlaentrarenrazón?

—Flavia—empezóél,vivamenteconscientedequeéstaeralaprimeravez

quelallamabaasí—,sitúnolahasconvencido,dudomuchodequeyopueda

hacerlecambiardeidea.—Y,antesdequeellatuvieratiempodeprotestar,

agregó—:Noesquetratedeescurrirelbulto,esquenocreoquedéresultado.

—¿Yponerleprotección?

—Sí;podríaponeraunhombreenelapartamento.—Casisinpensar,

rectificó—:Oaunamujer.

Larespuestafueinmediata.Yáspera:

—Elquenonosacostemosconhombresnoquieredecirquenosdémiedo

estarenunahabitaciónconunodeellos.

Élsequedócalladohastaqueellapreguntó:

—Bueno,¿novasadeciralgo?

—Estoyesperandoquepidasperdónportuestupidez.

AhoratocócallaraFlavia.Finalmente,congranalivio,éllaoyódeciren

tonomássuave:

—Deacuerdo.Perdónpormiestupidezypormiarranque.Seráqueestoy

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acostumbradaatrataralagentesinmiramientos.Yquequizáaúnsoymuy

susceptibleporloqueserefiereaBrettyamí.

Presentadaslasdisculpas,Flaviavolvióalacuestión:

—Nosésipodremosconvencerlaparaqueacepteteneraalguienenel

apartamento.

—Flavia,nodispongodeotromedioparaprotegerla.—Éloyóunfuerte

ruido,comodemaquinariapesada—.¿Quéeseso?

—Unbarco.

—¿Dóndeestás?

—EnRivadegliSchiavoni—dijoella—.Noqueríallamardesdecasa,yhe

salidoadarunpaseo.—Aquícambiólavoz—.Noestoylejosdelaquestura.

¿Puedesrecibirvisitasenhorasdetrabajo?

—Naturalmente—rióél—.Soyunjefe.

—¿Puedoirahora?Nomegustahablarporteléfono.

—Desdeluego.Cuandoquieras.Ahoramismo.Esperounallamada,pero

notienesentidoquesigasdandovueltasporahíconestalluvia.Además—

agregósonriendoparasí—,aquíseestácaliente.

—Deacuerdo.¿Preguntoporti?

—Sí.Dialagentedelapuertaqueestáscitadayélteacompañaráami

despacho.

—Gracias.Ahoramismovoy.—Colgósindarletiempoadespedirse.

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EncuantoBrunetticolgó,elteléfonovolvióasonar.EraCarrara.

156

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Guido,susignorLaCapraestabaenelordenador.

—¿Sí?

—Lacerámicachinamehapermitidolocalizarlo.

—¿Porqué?

—Pordoscosas.Haráunostresaños,deunacolecciónparticularde

Londres desapareció un bol de celadón. El hombre al que al fin acusaron de la
sustraccióndijoqueunitalianolehabíapagadoparaqueconsiguiera

concretamenteesapieza.

—¿LaCapra?

—Élnolosabía.Perolapersonaquelodelatódijoqueunodelos

intermediariosquehabíaagenciadoeltratousóelnombredeLaCapra.

—¿«Agenciadoeltrato»?—preguntóBrunetti—.¿Quieredecir,

sencillamente,organizadoelrobodeunasolapieza?

—Sí.Escadavezmásfrecuente—respondióCarrara.

—¿Ylaotracosa?—preguntóBrunetti.

—Essólounrumor.Lotenemosenlalistade«casossinconfirmar».

—¿Dequésetrata?

—Haráunosdosaños,enParís,unmarchantedeartechino,untalPhilippe

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Bernadotte,fuemuertounanocheenlacallemientraspaseabaalperro.Sus

asaltantes le robaron la cartera y las llaves. Con las llaves entraron en su casa,
pero,porextrañoqueparezca,nolerobaronnada.Esosí,registraronsus

archivosy,alparecer,sellevaronpapeles.

—¿YLaCapra?

—Elsociodelavíctimarecordabaquedíasantesdesumuerte,monsieur

Bernadottehabíamencionadounadisputaquehabíatenidoconunclienteque

loacusabadehabervendidounapiezaquesabíaqueerafalsa.

—¿ElclienteeraelsignorLaCapra?

—El socio no lo sabía. Sólo recordaba que monsieur Bernadotte se había
referidoaélvariasvecesllamándolo«elcabrito»,peropensóquebromeaba.

—¿MonsieurBernadotteysusocioerancapacesdevenderunapieza

sabiendoqueerafalsa?—preguntóBrunetti.

—Elsocio,no.Pero,alparecer,Bernadottehabíaestadocomplicadoen

variasventasycomprasdudosasquehabíansidoinvestigadas.

—¿Porlabrigadaantirrobodeobrasdearte?

—Sí.LaoficinadeParísteníaundossiersobreél.

—¿Ydesucasanosellevaronnada,despuésdematarlo?

—Parecequeno,peroelquelohamatadotuvotiempoderevisarsus

archivosysusinventariosysacarloqueleinteresara.

—¿Así que es posible que el signor La Capra fuera «el cabrito» al que había
aludidolavíctima?

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—Esoparece—convinoCarrara.

—¿Algomás?

—No;perosiustedespuedendarnosmásdatos,seloagradeceremos.

157

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Diréamisecretariaqueleenvíetodoloquetenemos,ysidescubrimos

algomássobreélySemenzatoselodiré.

—Gracias,Guido.—YCarraracolgó.

¿QuéeraloquecantabaelcondeAlmaviva?«Emifaràildestinoritrovar

questo paggio in ogni loco!» También parecía ser el destino de Brunetti
encontrar a La Capra dondequiera que mirase. De todos modos, Cherubino era
bastante

másinocentequeelsignorLaCapra.PorloqueBrunettihabíaaveriguado,cabía
sospecharqueLaCapraestabainvolucradoenlamuertedeSemenzato.

Perotodoerapuramentecircunstancial,notendríavaloralgunoanteun

tribunal.

Brunettioyóungolpeenlapuertaygritó:«Avanti».Unpolicíadeuniformeabrió
y dio un paso atrás para que entrara Flavia Petrelli. Cuando ella pasaba por
delantedelpolicía,Brunettiviocómolamanodelagentehacíaunmarcialsaludo
antes de cerrar la puerta. Brunetti no tuvo que preguntarse a quién se rendía
homenajeconelgesto.

Flaviallevabaunimpermeablemarrónoscuroforradodepiel.Elfríodela

tardehabíapuestocolorensucara,queseguíalimpiademaquillaje.

Rápidamente,cruzóeldespachoyestrechólamanoqueélletendía.

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—¿Asíqueaquíesdondetrabajas?—dijo.

Él dio la vuelta a la mesa y se hizo cargo del impermeable, que el calor de la
habitaciónhacíainnecesario.Mientrasellamirabaenderredor,élcolgóla

prenda de una percha, detrás de la puerta. Vio que estaba mojada y, al mirar a
Flavia,viobrillargotasdeaguaensupelo.

—¿Notraesparaguas?

Ella,maquinalmente,sellevólamanoalpeloypareciósorprenderseal

encontrarlomojado.

—Nollovíacuandohesalidodecasa.

—¿Ycuándohasidoeso?—preguntóélvolviendohaciaella.

—Despuésdelalmuerzo.Seríanpocomásdelasdos,supongo.—Su

respuestaeravagaydabaaentenderquerealmentenopodíarecordarlo.

Élacercóotrasillaalaqueteníadelantedelamesayesperóaquelamujerse
acomodara antes de sentarse frente a ella. Hacía sólo unas horas que la había
vistoylosorprendíaelcambioquenotabaensucara.Estamañanaparecía

tranquilayrelajadacuando,conunavivacidadmuyitaliana,lepedíaayuda

paraconvenceraBrettdequedebíapensarensupropiaseguridad.Yahora

dabalaimpresióndeestarrígida,envilo,ylacrispaciónqueseadvertíaensu
bocaeranueva.

—¿CómoestáBrett?—preguntóél.

Ellasuspiróyagitóunamanoenunademándeimpotencia.

—Aveces,hablarconellaescomotratarderazonarconunodemishijos.

Dicequesíatodo,reconocequetengorazónyluegohaceloqueseleantoja.

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—¿Queahoraes...?

—QuedarseaquíenlugardeirconmigoaMilán.

158

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—¿Cuándotemarchas?

—Mañanaporlanoche.Hayunvueloquellegaalasnueve.Asítendré

tiempo de abrir el apartamento e ir a recibir a los niños al aeropuerto al día
siguienteporlamañana.

—¿Hadichoporquénoquiereir?

Flaviaseencogiódehombros,comosiloqueBrettdijeraylaverdadfueran

doscosasindependientes.

—Dicequenoconsentiráqueelmiedolaechedesupropiacasa,quenova

ahuirniaesconderseconmigo.

—¿Creesqueeslaverdaderarazón?

—¿Yquiénsabecuálessuverdaderarazón?—preguntóella

ásperamente—. A Brett le basta con querer o no querer hacer una cosa. Ella no
necesitarazonesniexcusas.Hacesóloloqueleapetece.—NoescapóaBrunetti
quesólootrapersonanomenosvoluntariosaencontraríatanirritanteesta

cualidad.

AunqueBrunettideseabapreguntaraFlaviaporquéhabíaidoaverle,dijo

tansólo:

—¿Ynopodríasconvencerla?

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—Silaconocieras,nolopreguntarías—dijoFlaviasecamente,pero

entoncessonrió—:No;nopodría.Probablemente,siyoledijeraquenosefuera,
sesentiríatentadademarcharse.—Moviólacabezanegativamenteyrepitió—:

Lomismoquemishijos.

—¿Quieresquehableyoconella?—preguntóBrunetti.

—¿Creesqueserviríadealgo?

AhoratocóaBrunettiencogersedehombros.

—Nolosé.Tampocotengomuchoéxitoconmispropioshijos.

Ellalomiró,sorprendida:

—Nosabíaquetuvierashijos.

—Paraunhombredemiedad,lomásnaturalestenerlos,¿no?

—Sí,claro—respondióella,ymeditóunmomentoantesdevolvera

hablar—.Esqueentisiemprehevistosóloalpolicía,escasicomosinofueras
unapersonacorriente.—Antesdequeélpudieradecirlo,ellaadmitió—:Sí,ya
sé,yamísólomeconocescomocantante.

—Bueno,tampocoesexacto—dijoél.

—¿Cómoqueno?Cuandomeconocisteestabaactuando.

—Sí,perolafunciónhabíaterminado.Ydesdeentoncessóloteheoídoen

disco.Ymeparecequenoeslomismo.

Ellalomirófijamente,bajólamiradaalregazoyvolvióamirarlo:

—SitedieraentradasparalafuncióndeLaScala,¿irías?

—Sí,conmuchogusto.

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—¿Yaquiénllevarías?—preguntóellaconunaampliasonrisa.

—Amiesposa—dijoélsimplemente.

159

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Ah—dijoellanomenossimplemente.Perounasílabapuedesermuy

elocuente.Lasonrisaseborróunmomentoycuandoreaparecióeratan

amistosacomoantes,peronotancálida.

Élrepitiólapregunta:

—¿Quieresquehableconella?

—Sí;confíamuchoenti,yquizáteescuche.Alguientienequeconvencerla

dequedebeirsedeVenecia.Yonohepodido.

Laansiedadqueadvertíaensuvozloimpulsóadecir:

—Nocreoqueenrealidadcorratantopeligrosisequeda.Suapartamento

esseguro,ynoserátanimprudentecomoparadejarentraracualquiera.El

riesgoespequeño.

—Sí—dijoFlaviaconunalentitudqueindicabalopocoquelaconvencíael

argumento.Comosihubieravueltorepentinamentedeunlugarmuylejanoy

nosupieracómohabíallegadoaquí,recorrióeldespachoconlamiraday

preguntóapartandodesíelcuellodeljersey—.¿Tienesquequedarteaquí

muchoratotodavía?

—No;yaestoylibre.Siquieres,teacompañoyhabloconella,aversi

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quiereescucharme.

Flaviaselevantó,fuealaventana,mirólafachadacubiertadeSanLorenzo

yelcanalquediscurríafrentealedificio.

—Muybonito,peronosécómopuedessoportarlo.—¿Sereferíaal

matrimonio?,pensóBrunetti—.Alcabodeunasemana,empiezoasentirme

atrapada.—¿Hablabadelafidelidad?Sevolvióamirarlo—.Pero,contodossus
inconvenientes,nodejadeserlaciudadmásbelladelmundo,¿verdad?

—Sí—respondióélsencillamente,ayudándolaaponerseelimpermeable.

Antesdesalir,BrunettisacódosparaguasdelarmarioydiounoaFlavia.

En la puerta principal de la questura, los dos guardias que habitualmente se
limitabanadaraBrunettiunlacónico«Buonanotte»,secuadraronylevantaron
la mano en un saludo impecable. Fuera la lluvia caía con fuerza y el agua del
canalempezabaainundarlaacera.Brunettisehabíacalzadolasbotas,pero

Flaviallevabaunosmocasinesqueyaestabanempapados.

Éllatomódelbrazoytorcieronhacialaizquierda.Devezencuando,una

ráfagadevientoleslanzabalalluviaalacara,girababruscamenteylesazotaba
laspantorrillas.Secruzabanconmuypocostranseúntes,todosbienequipadoscon
botaseimpermeable,evidentemente,venecianosquesiestabanfuerade

casaeraporquenoteníanmásremedio.Maquinalmente,élevitabalascallesen
las que el agua ya habría subido y la llevaba hacia Barbería delle Tolle, que
conducía a la parte alta, donde estaba el hospital. No les faltaba más que un
puenteparallegarallícuandoseencontraronfrenteaunazonaenlaquehabíaque
hundirsehastaeltobilloenunaguagrisyaceitosa.Élseparó,

preguntándosecómollevaraFlaviaalotrolado,peroellasesoltódesubrazoy
siguióandando,ajenaalaguafríaqueéloíaborbotearleenloszapatos.

160

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Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta El viento y la lluvia barrían la pequeña
explanadadelcampoSS.GiovanniePaolo.Enunaesquina,debajodeuntoldo
que ondeaba furiosamente, había una monja que, con resignada indefensión, se
asíaaunparaguaseviscerado.El

campopropiamentedichoparecíahabersecontraído,elbordeestabayabajolas
aguasquehabíanconvertidoelcanalenunlagoalargadoqueiba

ensanchándoseprogresivamente.

Casicorriendo,conunrápidochapoteo,cruzaronelcampoendirecciónalpuente
quelosllevaríaalacalledellaTestayelapartamentodeBrett.Desdeloaltodel
puente,vieronqueeneltramoqueteníanquerecorreracontinuaciónelaguales
llegaría hasta la pantorrilla, pero no se detuvieron. Cuando llegaron a la zona
inundadaalpiedelpuente,Brunettisecambióelparaguasalamano

izquierda y tomó a Flavia del brazo con la derecha. Y fue oportuno, porque en
aquel momento ella tropezó, se fue hacia adelante y, de no haberla sujetado él,
hubieracaídodecara.

PorcoGiuda—exclamóella—.Elzapato.Semehasalido.—Losdos

registraronconlamiradaelaguaoscura,peroelzapatohabíadesaparecido.

Ellatanteabaconelpieenelagua.Nada.Lalluviaarreciaba.

—Tenga—dijoBrunetticerrandoelparaguasydándoselo.Rápidamente,se

inclinóylatomóenbrazos.Ella,desprevenida,conunmovimientoreflejo,sele
agarróalcuelloylegolpeólacabezaconelmangodelparaguasqueélacababa
deentregarle.Éldiountraspiés,perorecuperóelequilibrioyechóaandar.

Doblólasdosesquinasquefaltabanyalllegaralapuertadelacasaladejóenel
suelo.

El pelo le chorreaba, el agua se le metía por el cuello y le resbalaba por el
cuerpo.Mientraslatraíaenbrazos,habíatropezadoyelaguafríalehabía

entradoenlabotamojándoleelzapato.Perohabíaconseguidotraerlaacasa.

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Cuandoladejóenelsuelo,seapartóelpeloqueteníapegadoalafrente.

Rápidamente,ellaabriólapuertayentróenelzaguán,dondeelaguatenía

lamismaalturaqueenlacalle.Empezóasubirlaescalera.Elsegundopeldaño
yaestabaseco.AloíraBrunettichapotearasuespalda,ellasubiódospeldaños
másysevolvióamirarlo.

—Gracias.—Sequitóelotrozapato,quedejótiradoenlaescalera,ysiguió

subiendo.Éllaseguíadecerca.Enelsegundorellano,oyeronlamúsicaque

fluíaescalerasabajo.Alllegararriba,frentealapuertametálica,ellaeligióuna
llave,laintrodujoenlacerraduraylahizogirar.Lapuertanosemovió.

Ella sacó la llave, eligió otra y abrió la cerradura de la parte superior de la
puerta,luegoaccionólaprimeracerradura.

—Esextraño—dijovolviéndosehaciaél—.Estácerradacondosllaves.

AéllepareciólógicoqueBrettecharalasdosllavesdesdedentro.

—Brett—gritóFlaviaalempujarlapuerta.Lamúsicasalióasuencuentro,

peroBrettno—.Soyyo—dijoFlavia—.Guidohavenidoconmigo.

Nadiecontestó.

161

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaDescalza,dejandounreguerodeaguaenel
suelo,Flaviaentróenlasalay

fuealfondodelapartamento,amirarenlosdosdormitorios.Cuandovolvió

estabamáspálida.Asuespalda,cantabanviolines,vibrabantrompetasyse

restaurabalaarmoníauniversal.

—Brettnoestáencasa,Guido.Sehamarchado.

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162

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta21

Aquellatarde,cuandoFlaviasaliódelapartamento,Brett,sentadaasu

escritorio, miraba las hojas esparcidas ante ella. Contemplaba gráficos de las
temperaturasaqueardíandistintostiposdemadera,tamañosdeloshornos

descubiertos en China Occidental, los isótopos hallados en el vidriado de los
vasos de las tumbas de la zona y una reconstrucción ecológica de la flora local
dosmilañosatrás.Siinterpretabaycombinabalosdatosdeunmodo,obteníaun
esquemadelaformaenquesecocíalacerámica,perosidisponíalas

variablesdeotromodo,sutesisseveníaabajo,todoeraabsurdo,yellahubiera
debidoquedarseenChina,dondeestabasusitio.

Esta idea le hizo preguntarse si podría volver algún día, si Flavia y Brunetti
conseguiríanarreglarelestropicio—noencontrabaotrapalabra—yellapodría
volveraltrabajo.Apartólospapelesconimpaciencia.Noteníaobjetoterminarel
artículo, si dentro de poco la autora iba a ser desacreditada por haber sido
instrumentodeunsonadofraudeartístico.Selevantódelamesayseacercóalas
hilerasdeCDspulcramenteclasificados,buscandounamúsicaapropiada

parasuestadodeánimo.Nadavocal.Noestabadehumorparaoíraunos

taradosobesoscantarsusamoresysusnostalgias.Amorynostalgia.Ytampoco
nada de arpa: su sonido quejumbroso le haría estallar los nervios. Bien, ya lo
tenía:sialgopodíademostrarlequeenelmundoaúnquedabaunpocode

cordura,alegríayamor,eralaSinfoníaJúpiter.

Yaestabaconvencidadequehabíacordurayalegríayempezabaacreer

otravezenelamorcuandosonóelteléfono.Contestóporquepensóquepodía

serFlavia,quehacíamásdeunahoraquehabíasalido.

Pronto—dijo,conscientedequeeralaprimeravezqueusabaelteléfonoen
casiunasemana.

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—¿ProfessoressaLynch?—preguntóunavozmasculina.

—Sí.

—Unosamigosmíoslehicieronunavisitalasemanapasada—dijoel

hombreconunavozbienmoduladayserena,alargandolassílabasconel

sonsonetedelacentosiciliano.ComoBrettnorespondiera,agregó—:Estoy

segurodequelorecuerda.

Ellasiguiósindecirnada,sosteniendoelteléfonoconunamanorígiday

recordandolavisitaconlosojoscerrados.

163

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

Professoressa, he pensado que le interesaría saber que su amiga —la voz
recalcó irónicamente la palabra—, su amiga la signora Petrelli está ahora con
esosmismoscaballeros.Sí,enestemomento,mientrasustedyyohablamos,mis
amigosdialoganconella.

—¿Quéquiere?—preguntóBrett.

—Ah,habíaolvidadolodirectosquesonustedeslosamericanos.Pues

quierohablarconusted,professoressa.

Despuésdeunlargosilencio,Brettpreguntó:

—¿Hablardequé?

—Oh,puesdeartechino,naturalmente,especialmente,deunascerámicas

deladinastíaHanquesupongoquedesearáver,Peroantestenemosquehablarde
lasignoraPetrelli.

—Yonoquierohablarconusted.

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—Eso me temía, dottoressa. Por ello me he tomado la libertad de rogar a la
signoraPetrelliquevinieraamicasa.

Brettdijoloúnicoqueseleocurrió:

—Ellaestáaquíconmigo.

Elhombreseechóareír.

—Vamos, dottoressa, no se haga la estúpida conmigo, yo sé que es usted una
mujer muy inteligente. Si ella estuviera con usted, hubiera colgado el teléfono
inmediatamenteyenestemomentoestaríallamandoalapolicíaenlugarde

hablarconmigo.—Dejóquesuspalabrassurtieranefectoypreguntó—:¿Me

equivoco?

—¿Cómopuedosaberqueestáconustedes?

—Ah,nopuede,dottoressa, y eso forma parte del juego. Pero sabe que no está
conustedysabequeestáfueradecasadesdelasdosycatorce,horaenqueha
salidoalacalleysehaencaminadohaciaRialto.Haceundíamuy

desapacibleparapasear.Lluevemucho.Yatendríaquehabervuelto.En

realidad,simepermitelaobservación,yahaceratoquedeberíahabervuelto,

¿no?—Brettnocontestabayélinsistió—:¿No?

—¿Quéquiere?—preguntóBrettconcansancio.

—Asímegusta.Quieroquevengaaverme,dottoressa.Quieroquevengaahora,
quesepongaelabrigoysalgadelapartamento.Alguienqueestá

esperándola me la traerá. En cuanto usted salga, la signora Petrelli podrá
marcharse.

—¿Dóndeestá?

—Noesperaráqueledigaeso,¿verdad?—preguntóélconfingido

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asombro—.Conteste,¿haráloquelepido?

Larespuestasalióespontáneamente,sinpensar:

—Sí.

—Muybien.Unasabiadecisión.Estoysegurodequesealegrarádehaberla

tomado. Lo mismo que la signora Petrelli. Cuando acabemos de hablar, no
cuelgueelteléfono,noquieroquehagallamadas.¿Lohaentendido?

164

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Sí.

—Oigomúsica.¿LaJúpiter?

—Sí.

—¿Quéversión?

—Abbado—respondióellaconunacrecientesensacióndeirrealidad.

—Ah,noesbuenaelección,nihablar—dijoélrápidamentesintratarde

disimularladecepciónquelecausabasugusto—.Lositalianosnotienenideade
cómohayquedirigiraMozart.Bueno,podemoshablardeesocuando

venga.QuizáinclusoescuchemosunagrabacióndeVonKarajan.Creoquees

muysuperior.Demomento,dejelamúsica,póngaseelabrigoybajelaescalera.

Ynotratededejarunmensajeporquealguiensubiráconsusllavespara

cerciorarse,demodoquepuedeahorrarselamolestia.¿Entendido?

—Sí—respondióellasinánimo.

—Entoncesdejeelteléfono,vayaabuscarelabrigoysalgadelapartamento

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—ordenóélconunavozqueporprimeravezseaproximabaalquedebíadeser

sutononatural.

—¿CómoséquedejaránmarcharaFlavia?—preguntóBrett,tratandode

quesuvozparecieraserena.

Estavezélserió.

—Nolosabe.Peroyoleaseguro,esmás,ledoymipalabradecaballerode

quetanprontocomoustedsalgadelapartamentoconmisamigosalguienhará

unallamadaylasignoraPetrellipodrámarcharse.—Comoellanorespondiera,
élagregó—:Nohayalternativa,dottoressa.

Ella puso el teléfono en la mesa, salió al recibidor y descolgó el abrigo del
armario. Volvió a la sala, fue a su escritorio y tomó una pluma. Rápidamente,
escribióunaspalabrasenunpapelpequeñoyfuealalibrería.Miróelpanelde
controldeltocadiscos,oprimiólatecla«Repetir»ypusoelpapelenlacajavacía
delCD,lacerróyladejóapoyadaenlapuertadeltocadiscos.Recogiólasllaves
deencimadelamesadelrecibidorysalió.

Cuandoabriólapuertadelacalle,doshombresentraronrápidamenteenel

zaguán. En uno de ellos reconoció al más bajo de los que la habían golpeado y
tuvo que hacer un esfuerzo para no dar un paso atrás. Él sonrió y extendió la
mano.

—Lasllaves—exigió.Ellalassacódelbolsilloyselasdio.Elhombre

desapareció por la escalera arriba y tardó cinco minutos en volver, durante los
cualeselotrohombreestuvoobservándola,mientrasellamirabaelaguaque

entrabapordebajodelapuertaconlapequeñaondulaciónqueseñalabala

llegadadelacquaalta.

Cuandoelhombrevolvió,sucompañeroabriólapuertaysalieronalacalle

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inundada.Seguíadiluviandoynollevabanparaguas.Rápidamente,se

encaminaronhaciaRialto.Ibanunoacadaladodeellaycuandoenlas

estrechascallessecruzabanconotrostranseúntessesituabanunodelanteyotro
detrás.Alotroladodelpuente,losdoshombrestratarondeirhaciala

165

DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltaizquierda,peroelaguahabíasubidomuchoa
lolargodelGranCanal,y

tuvieronqueseguirporelmercado,enelquesóloquedabanlosmásatrevidos.

Torcieron a la izquierda, subieron a una de las pasarelas de madera colocadas
sobrelossoportesmetálicosysiguieronhaciaSanPolo.

Ellacomprendíaquehabíasidoimprudente.Nopodíaestarseguradesiel

quelahabíallamadoteníaaFlavia.Aunque,sinolahabíaseguido,¿cómo

podíasaberlahoraexactaenqueellahabíasalidodelapartamentoyadondese
dirigía?Tampocopodíatenerlacertezadequeaquelhombredejaramarchara

Flaviaacambiodequeellaseavinieraahablarconél.Erasólounaposibilidad.

PensóenFlavia,larecordósentadajuntoasucamacuandodespertóenel

hospital,recordóaFlaviaenescena,enelprimeractodeDonGiovanni,

cantando«Enascailtuotimordalmioperiglio»yrecordóotrascosas.Erauna
posibilidadysehabíaarriesgado.

Elqueibadelantesevolvióhacialaizquierda,bajódelapasarelaalaguayfue
hacia el Gran Canal. Ella reconoció la calle Dilera, recordó que allí había una
tintoreríaespecializadaenprendasdeanteyseadmiródepoderpensarenalgo
tantrivialenunmomentosemejante.

Conelaguaporencimadeltobillo,separarondelantedeunagranpuerta

de madera. El más bajo la abrió con una llave y Brett se encontró en un patio,

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bajo la lluvia que batía el agua atrapada en su interior. Los dos hombres, uno
delanteyotrodetrásdeella,lehicieroncruzarelpatio.Subieronuntramodela
escaleraexterior,abrieronotrapuertayentraron.Allílosrecibióunhombremás
jovenque,conunmovimientodelacabeza,lesindicóquepodían

marcharse.Luego,sindecirnada,diomediavuelta,condujoaBrettporun

largopasillo,unasegundaescalerayluegounatercera.Alllegararriba,sevolvió
paradecirle:

—Elimpermeable.

Sesituódetrásdeella,que,condedostorpesdefríoydeangustia,peleabacon
losbotones.Porfinconsiguióquitarseelimpermeable.Éllotomó,lodejócaeral
sueloconindolencia,laabrazóbruscamenteylemanoseólospechos

mientrassefrotabarítmicamentecontraellaylesusurrabaaloído:

—Tú aún no sabes lo que es un italiano de verdad, ¿eh, angelo mio? Espera,
esperayverás.

Brettdejócaerlacabezahaciaadelanteysintióqueseledoblabanlas

rodillas.Luchóporpermanecerdepieyloconsiguió,peroperdiósuotra

batallacontralaslágrimas.

—Ah,esoestábien—dijoelhombreasuespalda—.Megustacuando

lloráis.

Dentrodelahabitaciónsonóunavoz.Conlamismabrusquedadconquela

habíaabrazado,elhombreseapartódeellayabriólapuerta.Sehizoaunlado
paraqueellaentraraycerrólapuertaquedándosefuera.Ella,empapada,

empezabaatiritar.

166

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaHabíaunhombredeunoscincuentaañosen

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elcentrodeaquellahabitación

con suelo de madera llena de vitrinas de plexiglás sobre soportes cubiertos de
terciopeloquesealzabanhastalaalturadelosojos.Unosfocosdisimuladosen
lasgruesasvigasdemaderadeltechoiluminabanlasvitrinas,vacíasalgunasde
ellas. Similar iluminación tenían las hornacinas que vio en las blancas paredes,
peroéstastodasparecíanconteneralgúnobjeto.

Elhombreseadelantósonriendo.

Dottoressa Lynch, es un gran honor. Nunca imaginé que tendría el placer de
conocerlapersonalmente.—Sedetuvodelantedeella,conlamano

extendidatodavíayprosiguió—:Quieroquesepaantetodoqueheleídosus

librosymehanparecidomuyilustrativos,especialmente,eldedicadoalas

cerámicas.

Ellanohacíaademándedarlelamano,porloqueelhombrebajólasuya,

peronoseapartó.

—Celebroquehayaaccedidoavenir.

—¿Teníaelección?—preguntóBrett.

Elhombresonrió.

—Claroqueteníaelección,dottoressa.Siemprehayelección.Sóloquecuandola
elecciónesdifícildecimosquenolatenemos.Perosiemprehay

elección.Hubierapodidonegarseavenir,yhubierapodidollamaralapolicía.

Peronolohizo,¿verdad?Sonrióotravezyhastasumiradasehizomáscálida,
quizáporsusentidodelhumor,quizáporalgotansiniestroqueBrettprefirióno
analizarlo.

—¿DóndeestáFlavia?

—Oh,lasignoraPetrelliestábien,seloaseguro.Loúltimoquehesabidodeella

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esquevolvíadelaRivadegliSchiavoni,caminodesuapartamento.

—¿Entoncesnolatieneusted?

Élseechóareír.

—Claroqueno,dottoressa.Enningúnmomento.Nohaynecesidadde

mezclaralasignoraPetrellienesteasunto.Además,sialgopudieraocurrirlea
suvoz,nuncameloperdonaría.Ynoesquemeentusiasmetodoloquecanta

—añadióconlacondescendenciadelapersonadegustomásrefinado—,pero

sutalentomeinspirafrancorespeto.

Brettdiomediavueltayfuehacialapuerta.Hizogirarelpicaporte,peronopudo
abrir.Probóotravez,conmásfuerza,ytampococonsiguióquelapuertacediera.
Mientrastanto,elhombresehabíasituadofrenteaunadelasvitrinasiluminadas.
Cuandoellasevolvió,loviocontemplarlaspequeñaspiezasque

conteníalavitrina,casiajenoasupresencia.

—¿Vaadejarmemarchar?—preguntóella.

—¿Legustaríavermicolección,dottoressa?—preguntóélcomosinolahubiera
oído.

—Quierosalirdeaquí.

Nuevamente,fuecomosinohubieradichonada.

167

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Él seguía mirando las dos figuritas de la
vitrina.

—EstasdospequeñaspiezasdejadedebendeserdeladinastíaShang,¿no

leparece?Probablemente,delperíodoAn-yang.—Diolaespaldaalavitrinay
sonrióaBrett—.Desdeluego,esunperíodomuyanterioraldesuespecialidad,
dottoressa,unosmilaños,perosindudaleresultaránfamiliares.—Fuehaciala

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siguientevitrinayseparóamirarsucontenido—.Fíjeseenestabailarina.

Todavíaconservacasitodalapintura;esalgoinsólitoenunapiezadelHan

Occidental.Tieneunasmuescasenlaparteinferiordelamanga,perosila

pongounpocoladeadanoseven.—Extendiólosbrazos,levantólacubiertade
plexiglásdelsoporteyladejóenelsuelo.Cuidadosamente,tomólafigura,que
medíaunostreintacentímetros,ycruzólahabitación.

AlllegarfrenteaBrett,pusolaestatuacabezaabajoparaqueellapudiera

verlospequeñosdesconchadosdeunadelaslargasmangas.Lapinturaque

cubríalapartesuperiordelvestidoseguíasiendoroja,alcabodetantossiglos,y
lanegrafaldaaúnrelucía.

—Debedehabersalidodealgunatumbahacemuypoco,onoestaríatan

bienconservada,imagino.

EnderezólaestatuaypermitióaBrettunaúltimamiradaantesdellevársela

yponerlacuidadosamenteensupedestal.

—Quégranidea,ladeenterrarcosasbellas,mujeresbellas,conlos

muertos.—Reflexionósobreloqueacababadedeciryagregó,mientrasvolvíaa
poner la cubierta—: Claro que estaba mal sacrificar a criados y esclavos para
quelosacompañaranensuviajealotromundo.Pero,apesardetodo,esuna

hermosaidea,honramuchoalosmuertos.—Lamiróotravez—.¿Noopinalo

mismo,dottoressaLynch?

Ellasepreguntabasiestaescenatanteatralnotendríaporobjeto

intimidarla para que secundara sus oscuros fines. ¿Era fingido su interés por
aquellosobjetos,opretendíahacerlecreerqueestabalocoyque,porlotanto,era
capaz de hacerle daño si se resistía? ¿O quizá sólo quería que admirara su
colección?

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Ellamiróenderredor,empezandoaverrealmentelosobjetos.Ahoraél

estabajuntoaunaollaneolíticadecoradaconelmotivodelarana,condos

pequeñasasasenlaparteinferior.Parecíatanbienconservadaqueellase

acercóparaverlamejor.

—Unapreciosidad,¿verdad?—comentóél,voluble—.Sivieneporaquí,

professoressa, le enseñaré algo de lo que estoy especialmente orgulloso. —Se
paródelantedeotravitrinaenlaquesobreunpanelforradodeterciopelo

negro,descansabaundiscodejadeblancoprofusamentetallado—.Qué

hermosura—dijo,inclinándoseaadmirarlo—.Diríaqueesdelperíododelos

EstadosenGuerra,¿nocree?

—Sí—respondióella—.Loparece,especialmente,porelmotivodelos

animales.

Élsonrióconauténticogozo.

168

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Eso es exactamente lo que me convenció, dottoressa. —Volvió a mirar el
medallónyluegoaBrett—:Noimaginalohalagadorqueesparaunaficionado

elqueunespecialistaconfirmesuopinión.

Ella no era especialista en objetos del neolítico, pero no consideró oportuno
sacarlodesuerror.

—Cualquiermarchanteoeldepartamentoorientaldecualquiermuseo

hubierapodidoconfirmárselo.

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—Desdeluego—dijoéldistraídamente—.Peroprefieronoacudiraellos.

Elhombresealejóhaciaelotroextremodelahabitación,ysedetuvofrenteauna
de las hornacinas de la que sacó una pieza metálica alargada con artísticas
incrustacionesdeoroyplata.

—Engeneral,losmetalesnomeinteresan,perocuandolovinopude

resistirlatentación.—Selomostróysonriócuandoellatomóelobjetoyledio
lavueltaexaminandounayotracara.

—¿Esunafíbula?—preguntóellaalveruncierredeltamañodeun

guisanteenunodelosextremos.Elobjetoeratanlargocomosumano,estrechoy
afiladocomounacuchilla.Unacuchilla.

Élsonreíaencantado.

—¡Muybien!Sí,señora.HayotraenelMetropolitandeNuevaYork,pero

yo diría que el trabajo de ésta es más delicado —dijo señalando con un grueso
dedounaincrustaciónonduladaquerecorríalasuperficieplana.

Desinteresándosedelobjeto,élsevolviódeespaldasaBrettyatravesóde

nuevolahabitación.Ella,decaraalahornacina,haciendopantallaconsu

propiocuerpo,seguardólafíbulaenelbolsillodelpantalón.

Élseinclinósobreotravitrinay,alverloquehabíaenella,Brettsintióquele
flaqueabanlasrodillasyloshuesosselehelabandeterror.Porquedentrodela
vitrinaestabaelvasocubiertoquehabíasidosustraídodelacolección

expuestaenelpalazzoDucal.

Éldiolavueltaalavitrina,mirandoaBrettatravésdelplexiglás.

—Ah,veoquehareconocidoelvaso,dottoressa.Esfabuloso,¿verdad?

Siemprehabíadeseadounodeéstos,peronoseencuentran.Comomuy

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acertadamenteseñalaustedensulibro.

Ellacruzólosbrazossobreelpechoasiéndoseloshombros,paratratarde

reteneralgodelcalorquehuíadesucuerpo.

—Hacefríoaquí—dijo.

—Sí,¿verdad?Tengorollosdesedaenesoscajones,ynoquierocaldearla

habitaciónhastaquepuedaprotegerlosenunacámaraconregulaciónde

temperaturayhumedad.Asíquetendráquesoportarestaincomodidad

mientrasestéaquí,dottoressa.Aunqueyahabrátenidoocasiónde

acostumbrarsealaincomodidaddurantesusestanciasenChina.

—Ytambiénporloquesushombresmehicieron—dijoellaenvozbaja.

169

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Ah,sí,debeustedperdonarlos.Lesdijequelehicieranunaadvertencia,

peromisamigossuelenmostrarunexcesodeceloenloqueconsideranquees

ladefensademisintereses.

Ellaignorabaporqué,perosabíaqueaquelhombrementía,yquesus

órdeneshabíansidodirectasyexplícitas.

—¿YaldottorSemenzato,tambiénteníanquehacerleunaadvertencia?

Porprimeravez,éllamiróconfrancodesagrado,comosielqueelladijera

esoenciertomodoamenazarasucontroldelasituación.

—¿Aéltambién?—preguntóellaconnaturalidad.

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—¡SantoDios,dottoressa!¿Porquiénmetoma?

Ellaoptópornoresponder.

—En fin, ¿por qué no decírselo? El dottor Semenzato era un hombre muy
pusilánime.Bien,supongoqueesopuedeadmitirse,perodespuésempezóaser

tambiénmuycodicioso,yesoyaesinadmisible.Fuetanneciocomopara

sugerirquelasdificultadesqueustedestabacreandomerecíanuna

compensacióneconómica.Amisamigos,comoledecía,lesmolestavermi

honorenentredicho.—Fruncióloslabiosyagitólacabezaalrecordarlo.

—¿Suhonor?—preguntóBrett.

LaCapranoseextendióenexplicacionesalrespecto.

—Yluegolapolicíaestuvoaquíhaciendopreguntas.Portodoello,he

consideradoconvenientehablarconusted.

Mientrasélhablaba,Bretttuvounarevelacióndemoledora:silehablabade

lamuertedeSemenzatotanfrancamenteeraporquenoteníanadaquetemerde

ella.Ellaviodossillasarrimadasalapareddelfondo,fuehastaallíysesentó
pesadamenteenunadeellas.Sesentíatandébilquedejóquesucuerpose

venciera hacia adelante y apoyó la cabeza en las rodillas, pero el dolor de las
costillasaúnvendadaslaobligóaerguireltroncoahogandounaexclamación.

LaCapralelanzóunarápidamirada.

—PeronohablemosdeldottorSemenzato,teniendoaquíconnosotroscosastan
bellas. —Tomó el vaso con las dos manos, fue hacia Brett, se inclinó y se lo
mostró—;Mireesto.Fíjeseenlafluidezdelaslíneasdelapintura,el

movimientodeesaspatas.Hubierapodidopintarseayer,¿noleparece?Una

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ejecuciónplenamentemoderna.Unamaravilla.

Ellamiróelvasoquetanbienconocíaymiróalhombre.

—¿Cómoloconsiguió?—preguntóellaconcansancio.

—Ah—dijoélirguiendoelcuerpoyvolviendoalavitrina,enlaque

depositócuidadosamentelacerámica—.Secretoprofesional,dottoressa. No me
pidaqueselorevele—dijo,aunqueeraevidentequeestabadeseandodecirlo.

—¿FueMatsuko?—preguntóelladeseandosaberporlomenoseso.

—¿Suamiguitajaponesa?—preguntóélconsarcasmo—.Dottoressa,asu

edad, debería usted saber que no hay que mezclar la vida personal con la vida
profesional,especialmentecuandosetratacongentejoven.Ellosnotienen

nuestravisióndelmundo,nosabensepararlascosascomonosotros.—Se

170

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta detuvo un momento, como midiendo la
profundidaddesusabiduría,y

prosiguió—:Ellostiendenatomarlotododeunmodomuypersonal,aversea

símismoscomoelcentrodeluniverso.Yporesopuedensermuypeligrosos.—

Sonrió,peronoeraagradableversusonrisa—.Otambiénmuyútiles.

Élvolvióacruzarlahabitaciónysequedódelantedeellamirándolaala

cara.

—Claroquefueella.Perosusmotivosnoestabanmuyclaros.Noquería

dinero,yhastaseofendiócuandoSemenzatoseloofreció.Tampocoquería

perjudicarlaausted,dottoressa,enrealidad,siesopuedeservirledeconsuelo.

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Simplemente,noseparóapensarloconcalma.

—¿Porquélohizoentonces?

—Oh,alprincipiopordespecho,elclásicocasodeamanteabandonadaque

quiere vengarse de la persona que la ha hecho sufrir. No creo que llegara ni a
comprenderclaramenteloquenosotrosnosproponíamos,elalcancede

nuestrosplanes.Estoysegurodequecreyóquesóloqueríamosunapieza.Y

hastadiríaqueelladeseabaquesedescubrieralasustitución.Ellopondríaentela
dejuicioelcriteriodeusted.Alfinyalcabo,ustedhabíaseleccionadolaspiezas
para la exposición y, si se descubría la sustitución cuando las piezas fueran
devueltas,pareceríaquehabíaelegidoparalaexposiciónunaimitaciónenlugar
de un original. Hasta después no se dio cuenta de lo inverosímil que parecería
quehubierafalsificacionesenelmuseodeXian,Peroentoncesyaeratarde.Las
piezashabíansidocopiadas,dichoseadepaso,conunfuerte

desembolso,locual,naturalmente,hacíaaúnmásnecesarioqueseutilizaran

todaslascopias.

—¿Cuándo?

—Durantelaoperacióndeembaladoenelmuseo.Enrealidad,fuemuy

fácil,másdeloquepensábamos.Lajaponesaprotestó,peroyaeratarde.—

Callóymiróalolejos,recordando—.Creoquefueentoncescuandocomprendí

queaquellamuchachaacabaríasiendounestorbo.Yteníarazón.

—¿Yporesohabíaqueeliminarla?

—Naturalmente—dijoélconnaturalidad—.Comprendíquenohabíaotra

solución.

—¿Quéhizoella?

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—Oh,aquínoscausóbastantesmolestiasycuandoregresóaChinayusted

le dijo que varias de las piezas le parecían falsas, ella escribió una carta a sus
padres,parapreguntarlesquédebíahacer.Naturalmente,entoncesdecidíque

habíaqueeliminarlasinmásdilación.—Ladeólacabezaconungestoque

anunciabaunarevelación—:Francamente,mesorprendióqueresultaratan

fácil.YopensabaqueenChinaeramásdifícilorganizaresascosas.—Movióla
cabezaaderechaeizquierdalentamente,lamentandoestenuevoejemplode

contaminacióncultural.

—¿CómosabequeMatsukoescribióasuspadres?

171

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Porqueleílacarta—respondióélconsencillezyenseguidapuntualizó—:

Quierodecirqueleíunatraducción.

—¿Cómolaconsiguió?

—Todasucorrespondenciaerainterceptada.—Lodecíaenuntonocaside

reproche,comosiellahubieratenidoqueadivinarporlomenosesto—.Por

cierto,¿cómoselasarreglóustedparahacerllegaraquellacartaaSemenzato?

—Sucuriosidaderareal.

—LadiaunapersonaqueibaaHongKong.

—¿Alguiendelaexcavación?

—No;unturistaalqueconocíenXian.ElhombreibaaHongKongyle

pedíquelaecharaalcorreoallí.Sabíaqueasíllegaríaantes.

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—Muylista,dottoressa.Muylista,sí.

Ellaseestremeciódefrío.Hacíayamuchoratoquenosentíalospies.Los

levantó del suelo de mármol y los puso en el travesaño de la silla. La lluvia le
habíaempapadoeljerseyysesentíaatrapadadentrodesuropahelada.

Empezóatiritarviolentamenteycerrólosojos,esperandoaquepasarael

espasmo. El dolor que desde hacía días se mantenía latente en la mandíbula se
habíadespertadoyconvertidoenunallamaviva.

CuandoBrettabriólosojos,elhombresehabíaidodesuladoyestabaenelotro
extremodelahabitaciónalargandolosbrazoshaciaotrovaso.

—¿Quévaahacerconmigo?—preguntóellaesforzándosepormantenerla

vozfirmeyserena.

Élsevolvióhaciaella,sosteniendoelvasocuidadosamenteconlasdos

manos.

—Creoqueestapiezaeslamáshermosadetodaslasquetengo—dijo

haciéndola girar ligeramente para que ella pudiera seguir el sobrio dibujo del
contorno—.VienedelaprovinciadeCh'ing-hai,alextremodelaGranMuralla.

Yodiríaquetienecincomilaños,¿noleparece?

Brettlomirabaconpasividadyvioaunhombregruesodemedianaedad

quesosteníaenlasmanosunbolmarróndecorado.

—Lehepreguntadoquépiensahacerconmigo—repitióella,interesada

sóloenestoynoenelbol.

—¿Hmm?—murmuróéldistraídamente,dejandodecontemplarelbolun

momentoparamirarla—.¿Conusted,dottoressa?Losiento,peroaúnnohetenido

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tiempodepensarlo.Eratantomiinterésportraerlaavermicolección...

—¿Porqué?

Élsequedódondeestaba,justodelantedeella.Devezencuando,alargaba

elbrazoconeldedoextendidoparahacergirarelbolunmilímetrohaciaun

ladoyluegohacia,elotro.

—Porquetengomuchascosashermosasynopuedoenseñarlasanadie—

dijoconunpesartanevidentequenopodíaserfingido—.Lamiróconuna

sonrisaamistosaquepretendíaexplicarmuchascosas—.Quierodeciranadie

que cuente. Porque si las enseño a personas que no entienden de cerámicas, no
172

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta creo que puedan apreciar la belleza ni la
singularidaddeloqueven.—Aquí

calló,esperandoqueellacomprendierasudilema.

Locomprendía.

—¿Y,silasenseñaapersonasqueentiendendearteocerámicachinos,

sabrándedóndehansalido?

—Muysagaz—dijoélalzandolasmanosconevidentesatisfacciónantesu

perspicacia.Selenublólacara—.Esdifíciltratarcongentequenoentiende.En
todasestasmaravillas—describióconlamanoderechaunademánque

abarcabatodoloquehabíaenlahabitación—novennadamásqueollasy

vasos,ynopercibensubelleza.

—Locualnolesimpideconseguírselas,¿verdad?—preguntóellasintratar

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dedisimularelsarcasmo.

Élencajólafraseconecuanimidad.

—No,desdeluego.Yolesdigoloquehayqueconseguiryellosmelotraen.

—¿Tambiénlesdicecómoconseguirlo?—Empezabaacostarledemasiado

esfuerzohablar.Queríaqueaquelloterminara.

—Esosegúnaquiénloencargo.Avecestengoqueserexplícito.

—¿Tuvoquesermuy«explícito»conloshombresqueenvióamicasa?

Ellaleviodisponerseamentir,peroentoncesoptóporcambiardetema.

—¿Quéleparecelacolección,dottoressa?

Depronto,ellayanopudomás.Cerrólosojosyapoyólacabezaenel

respaldodelasilla.

—Lehepreguntadoquéleparecelacolección,dottoressa—repitióél

alzandolavoz.

Lentamente,másporagotamientoqueporobstinación,Brettmovióla

cabezaaderechaeizquierdaconlosojoscerrados.

Coneldorsodelamanoydeunmodoenteramentecasual,máscomo

advertencia que como castigo, él le golpeó la cabeza a la altura de la sien. Era
pocomásqueuncachete,perofuesuficienteparaquelafisuradelamandíbulase
abriera y cerrara con una explosión de dolor que ahuyentó de su cerebro el
pensamientoyelconocimiento.

Brettsedeslizóalsueloyquedóinmóvil.Éllamiróunmomento,fuehacia

elpedestal,seagachóacogerlacubiertadeplexiglásylacolocó

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cuidadosamentesobreelbol,lanzóotramiradaalamujerquehabíaquedado

inconscienteysaliódelahabitación.

173

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta22

BrettestabaderegresoenChina,enlatiendainstaladaenlaexcavación

para el personal arqueológico. Dormía, pero el saco estaba en mal sitio, y ella
sentíaenloshuesosladurezadelsuelo.Laestufadegashabíavueltoa

apagarse, y el frío cruel de la meseta esteparia le mordía las carnes. Se había
negado a ir a la Embajada en Pekín a que le pusieran la vacuna contra la
encefalitisyahorahabíaenfermado,habíaenfermadodeencefalitis,yasentíael
primersíntoma,unajaquecaespantosa,yaseestremecíaconlasconvulsiones

delafiebremientraselcerebroseinflamabaconlainfecciónmortal.Matsukola
habíaadvertido,ellasehabíavacunadoenTokio.

Situvieraotramanta,siMatsukoletrajeraalgoparaeldolordecabeza...

Abriólosojos,esperandoverlalonadelatienda,peroviopiedragrisdebajode
subrazo,yunapared,yentoncesrecordó.

Cerrólosojosysequedóquieta,tendiendoeloído,paraaveriguarsiel

hombre seguía en la habitación. Levantó la cabeza y consideró que el dolor era
soportable. Sus ojos le confirmaron lo que ya le habían dicho los oídos: él se
habíaido,dejándolasolaconsucolección.

Sealzósobrelasrodillasy,apoyándoseenlasilla,sepusodepie.Lelatíanlas
sienes y la habitación le daba vueltas. Cerró los ojos hasta que se le pasó el
vahído.Eldolorpartíadedebajodelasorejasyleperforabaelcráneo.

Cuandoabriólosojosvioqueunladodelahabitacióneratodoventanas

enrejadas.Seobligóairhastalapuertaparaintentarabrirla,peroestaba

cerrada.Alprincipio,eldolorserecrudecíaacadapasoquedaba,peroprobóa

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relajarlosmúsculosdelamandíbulayselecalmómínimamente.Arrastróuna

sillahastalasventanasy,muydespacio,sesubióaella.Alotroladovioeltejado
delacasadeenfrente.Alaizquierda,mástejadosy,aladerecha,elGranCanal.

Seguíalloviendointensamente,ydeprontoellanotólaropamojaday

pegada al cuerpo. Se bajó de la silla con movimientos inseguros y buscó en la
habitación una fuente de calor, pero no la había. Se sentó en la silla con los
brazos cruzados sobre el pecho, tratando de dominar el temblor que la sacudía,
Apretólasmanoscontraloscostadosynotóunobjetoduro.Lafíbula.Atravésde
latelaempapadadelpantalón,laoprimiócomosifuerauntalismán.

174

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Pasaba el tiempo; no hubiera podido decir
cuánto.Laluzqueentrabapor

lasventanasmenguaba,cambiandodelplomomatedeldíaalapenumbradel

anochecer.Sabíaqueteníaquehaberluzeléctricaenlahabitación,perole

faltabanlasfuerzasparabuscarla.Además,laluznocambiaríanada;sólo

podríareconfortarlaunpocodecalor.

Al fin oyó girar una llave en la cerradura y la puerta se abrió para dar paso al
hombre que antes la había golpeado. Detrás de él venía el joven que la había
traídohastaaquínorecordabacuántotiempoatrás.

Professoressa —empezó el más viejo con una sonrisa—, espero que ahora
podamoscontinuarnuestraconversación.—Sevolvióadeciralgoaljoven,en

un dialecto que parecía siciliano, pero hablaba tan deprisa que ella no entendió
nada. Los dos hombres fueron entonces hacia ella, y Brett no pudo resistir el
impulsodelevantarseysituarsedetrásdelasilla.

Elmásviejoseparódelantedelavitrinaqueconteníaelbolmarrónyse

quedómirándolo.Eljovensemanteníaasuladoysumiradaibadesu

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compañeroaBrett.

Nuevamente,conladelicadezadelentendidoquecaracterizabatodossus

movimientoscuandomanejabalaspiezasdesucolección,elhombreretiróla

cubiertadeplexiglásylevantóelbol.Cualunsacerdotequeportarauna

ofrendaaunaltarlejano,cruzólahabitaciónconelbolentrelasmanos.

—Comoledecíaantesdelainterrupción,creoqueprocededelaprovincia

deCh'ing-hai,aunquetambiénpodríaserdeKansu.Seguroquecomprendepor

quénopuedohacerloexaminarporunperito.

Brettlevantóelmentónymirófijamentealhombre,miróaljovenquese

manteníaasulado,comounacólito,miróelbol,viosubellezayvolviólacara,
desentendiéndose.

—Aquípuedeverse—dijoelhombrehaciendogirarligeramenteelbol—el

puntodeselladodelosaros.Esextraño,¿verdad?,queparezcaunvasohechoen
un torno. Y el dibujo. Siempre me ha interesado la forma en que los pueblos
primitivos utilizaban las formas geométricas, casi como si pudieran adivinar el
futuroysupieranquevolveríamosaellas.—Desviólaatencióndelbol,comosi
lecostaratrabajo,paramiraraBrett—:Comoledecía,eslapiezamásbellade
micolección.Quizánolamásvaliosa,perosílaquemásquiero.—Rióentre

dientescomoelquecomparteunchisteconuncolega—.¡Yloquetuveque

hacerparaconseguirla!

Ellaqueríacerrarlosojosylosoídos,noescucharestedesvarío.Pero

recordóloocurridocuandohabíadejadodeprestaratenciónyemitióunsonido
interrogativo,noatreviéndoseahablarporeldolorquesabíaqueellohabíade
causarle.

—UncoleccionistadeFlorencia.Unviejomuytestarudo.Habíamostenido

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tratoscomercialesycuandoseenterodequemeinteresabanlascerámicas

chinasmellevóasucasaparaenseñarmesucolección.Bien,cuandoviesta

pieza,meenamoré.Comprendíquehastaquefueramíanopodríadescansar.

175

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Levantó el bol y lo hizo girar otra vez,
contemplandolafinatraceríade

líneasnegrasquediscurríanporelcostado,sedeslizabansobreelbordey

llegabanhastaelcentrodelrecipiente.

—Lepedíquemelovendiera,peroélsenegó,medijoquenoleinteresaba

eldinero.Leofrecímás,másdeloquevalíaelbol,yluegodoblélaoferta.—

Apartólosojosdelbolylamiróaella,tratandodereconstruiryasíexplicarsu
indignación.Agitólacabezayvolvióamirarlapieza—.Élsiguiónegándose.

Asíquenotuvealternativa.Élnomedejóalternativa.Lehiceunaofertamásque
generosaynolaaceptó.Entoncestuvequeusarotrosmétodos.

Lamirabainvitándolaapreguntarlequésehabíavistoforzadoahacer.Y,

depronto,cuandolevinoalacabezaestapalabra,«forzado»,Brettcomprendió
queaquellonoeraunguiónqueélsehubierapreparadoparajustificarsus

actos;aquellonoeraunaescenaqueélrepresentaraparacongraciarseconella.

Aquelhombrehablabaconenteraconvicción.Quisounacosa,selanegaron,y

sevioforzadoatomarla.Así,sencillamente.Y,enelmismoinstante,Brett

comprendiódóndeseencontrabaella:atravesadaensucamino,impidiéndole

disfrutar libremente de la posesión de las cerámicas que con tantos esfuerzos y
gastoshabíasustraídodelaexposicióndelpalazzoDucale.Yentoncessupoque
la mataría, que le quitaría la vida con la misma naturalidad con que la había

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golpeadocuandoellasenegóacontestarasupregunta.Seleescapóun

gemido,queéltomóporunapreguntaycontinuó:

—Queríahacerqueparecieraunsimplerobo,pero,sidesaparecíaelbol,él

comprenderíaqueyoestabaimplicado.Penséenmandarsacarloyquemarla

casa.—Hizounapausaysuspiróalrecordarlo—.Peronopude.Habíaallí

muchascosasbellas,ynopodíaverlasdestruidas,—Bajoelbol,mostrándolesu
interior—.Mireesecírculo,cómolorodeanlaslíneasrealzandolamuestra.

¿Cómoerancapacesdehacereso?—Seirguiómusitando—:Sencillamente

prodigioso.Prodigioso.

Mientrastanto,eljovenpermanecíaasuladosindecirnada,escuchando

cadapalabra,siguiendocadagestoconlosojos,inexpresivamente.

Elhombrevolvióasuspiraryprosiguió:

—Dejébienclaroqueesodebíahacersecuandoélestuvierasolo.Noveía

razón para hacer sufrir a la familia. Una noche, cuando regresaba de Siena en
automóvil...—seinterrumpió,buscandolaexpresiónmásdelicada—.Sufrióun

accidente.Lamentable.Perdióelcontroldelvehículoenlasuperstrada.Elcoche
sesaliódelacarreterayseincendió.Enmediodelaconfusiónquesiguióasu
muerte,transcurrióalgúntiempoantesdequesedescubrieraladesaparición

delbol.—Suvozsesuavizóalcambiaraltonofilosófico—.Mepreguntosien
mipreferenciaporestapiezapudoinfluirelquetuvieraquetomarmetantas

molestiasparaconseguirla,—Y,entonomáscoloquial—:Nosabecómome

alegrodepoderfinalmenteenseñarlaaalguienqueseacapazdeapreciarla.—

Lanzandounamiradaaljoven,agregó—:Aquítodostratandecomprender,de

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176

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta compartir mi entusiasmo, pero no han
dedicadoañosalestudiodeestascosas

comoyo.Ycomousted,professoressa.

Susonrisasehizobenévola.

—¿Nolegustaríatenerlaenlamano,dottoressa?Nadiemásqueyolahatocado
desdeque...enfin,desdequelaadquirí.Estoysegurodequelegustarápalparla
perfectacurvadelfondo.Lesorprenderálopocoquepesa.Sientonodisponerde
losmedioscientíficosadecuados.Megustaríacomprobarsu

composiciónalespectroscopio,saberdequéestáhecha;quizáesoexplicarapor
quéestanligera.¿Querríausteddecirmequéleparece?

Elhombresonriódenuevoyletendióelbol.Ellahizounesfuerzoporsepararsu
doloridocuerpodelaparedenlaqueestabaapoyadoyalargólos

brazostomandocuidadosamentesobrelapalmadelasmanoslapiezaqueélle

ofrecía y miró su interior. Las líneas negras que había trazado una mano hábil,
muerta hacía cinco milenios, recorrían el fondo girando aparentemente al azar y
dividíanespaciosblancosqueencerrabanpequeñoscírculosnegrosamodode

dianas.Elbolcasiparecíavibrardevidayalegría.Vioquelaslíneasnoestaban
espaciadas con regularidad, y esta falta de simetría denotaba el pulso humano y
falibledelartesano.Atravésdeunaslágrimasinvoluntarias,Brettcontemplabala
bellezadeaquelmundolejanoenelqueprontoseencontraríaella.Llorabaporsu
propiamuerteyporelpoderdeestehombrequeteníadelantepara

poseertantabellezayperfección.

—Fabuloso,¿verdad?—dijoél.

Brett le miró a los ojos. Él le quitaría la vida con la misma facilidad con que
escupíaelhuesodeunacereza.Ydespuésseguiríaviviendorodeadodetoda

estabelleza,disfrutandoplenamentedeloqueeransusbienesmáspreciados.

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Elladiounpequeñopasoatrásyalzólosbrazosenademánsolemne,

poniéndoseelbolalaalturadelacara.Luego,lentamente,conplena

deliberación,separólasmanosydejócaerelbolalsuelodemármol,enelquese
estrellólanzandofragmentoscontrasuspiesypiernas.

Elhombreseabalanzóhaciaellaperonollegóatiempodesalvarelbol.Al

pisarunfragmentotriturándolo,setambaleóhaciaatrás,chocóconeljovenyse
agarróaélparasujetarse.Lacaraselepusorojayluegoblanca.Mascullóunas
palabrasqueBrettnoentendióysevolviórápidamentehaciaella.Sedesasióa
mediasyfuehaciaella,peroeljovenlerodeabaelpechoconunbrazoytiraba
de él hacia atrás. Le habló al oído en voz baja pero vehemente, manteniendo el
brazofirmeparaimpedirlellegarhastaBrett.

—Aquíno—dijo—.Noenmediodetuscosasbonitas.—Elotrogruñóuna

respuestaqueellanoentendió—.Yoloharé—dijoeljoven—.Abajo.

Mientraselloshablabanconvehemencia,Brettintrodujolamanoderecha

en el bolsillo y rodeó con ella el extremo más estrecho de la fíbula; el otro
extremo era puntiagudo; y el borde, afilado y hasta cortante. Ella los miraba y
escuchaba,perosusvocessonabancadavezmáslejosysólolellegabana

ráfagas.Almismotiempo,descubrióqueyanoteníafrío;alcontrario,sentía177

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta calor, estaba ardiendo. Ellos hablaban y
hablaban con voces apresuradas. Ella se ordenó a sí misma permanecer allí de
pie, sujetando la cuchilla, pero de pronto el esfuerzo se hizo excesivo y,
lentamente, volvió a sentarse. Dejó caer la cabeza hacia adelante y, al ver los
trozosdecerámicaesparcidosporelsuelo,nopudorecordarquéeran.

Alcabodemuchotiempo,oyóabrirseycerrarselapuertaycuandolevantó

lamiradavioqueenlahabitaciónsóloestabaeljoven.Unalagunaeneltiempo,y
éllaasíaporelbrazoylalevantaba.Ellasedejósacardelahabitaciónyllevar
porlaescaleraabajo.Acadapaso,eldolorleexplotabaenlacabeza.Alllegar
abajo,cruzaronelpatiobajoeldiluviohastaunapuertademadera.

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Sinsoltarleelbrazo,precauciónquecasilahizoreírporloinnecesaria,éldiola
vuelta a la llave y empujó la puerta. Ella vio una escalera que descendía hacia
unanegrurapobladadedestellos.Apartirdelprimerescalón,la

oscuridadparecíapalpableyabajoseveíaelbrillodelaluzenelagua.

ElhombresevolvióhaciaBrettylalanzóhaciaadelante.Suspies

tropezaronenelumbraly,porpuroreflejo,buscaronlospeldaños.Pisaron

aguaenelprimeroy,enelsegundo,resbalaronenmusgoyalgas.Ellasólotuvo
tiempodelevantarlosbrazosantesdecaeralagua,queibasubiendodenivel.

178

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta23

ParaFlavialomásurgenteerapararlamúsicaqueresonabadeunmodo

grotescoportodoelapartamento.Mientrasellaibahacialalibrería,delosoboes
ylosviolinesbrotabanunasondasdebellezatrascendente,peroellasóloansiaba
lapazdelsilencio.Miróelcomplicadoaparatoestéreo,sintiéndose

atrapadaeindefensaenelsonidoquebrotabadeélysemaldijopornohaberse
preocupadodeaprendersufuncionamiento.Peroenaquelmomentolamúsica

seelevóaalturasdeunabellezaaúnmayor,seproclamólaarmoníauniversal,y
lasinfoníaterminó.EllasevolvióamiraraBrunetti,aliviada.

Cuandoabríalabocaparahablar,retumbaronenlahabitaciónlosacordes

iniciales de la sinfonía. Ella se revolvió levantando una mano hacia el aparato
comosiquisierasilenciarlodeungolpe.Sumanotropezóconlacajadeplástico
delCDqueestabaapoyadaenlapartefrontalylahizocaerasuspies,abierta.

Ella le lanzó un puntapié, falló y la buscó con la mirada, deseando aplastarla,
porqueleparecíaqueasípondríafinaaquellamúsicaquesederramaba

alegrementeporelapartamento.NotóqueasuladoestabaBrunetti.Élextendióel
brazopordelantedeellaehizogirarelmandodelvolumenhaciala

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izquierda.Lamúsicaseapagódejandolahabitaciónenunsilencioexplosivo.Él
seagachó,recogiólacajayvolvióaagacharsepararecuperarelfolletoquese
habíasalidoyunpedazodepapelqueestabadebajodeéste.

«Hallamadounhombre.TienenaFlavia.»Nohabíaescritonadamás.Nila

hora, ni una explicación de su intención. Pero su ausencia del apartamento era
todalaexplicaciónqueélnecesitaba.

Sindecirnada,pasóelpapelaFlavia.

Ellaloleyóycomprendióinmediatamente.Estrujóelpapelconfuerza,

haciendounabola,peroenseguidaabriólamanoylopusoenlalibrería,

alisándolo,dolorosamenteconscientedequequizáéstefueraelúltimorecuerdo
deBrett.

—¿Aquéhorahassalidodecasa?—preguntóBrunetti.

—Aesodelasdos.¿Porqué?

Élmiróelreloj,calculandoposibilidades.Habríanesperadounratoantes

de llamar, dando tiempo al supuesto secuestro, y alguien la habría seguido para
cerciorarsedequenoregresabaantesdetiempo.Erancasilassiete,porloque
hacíavariashorasqueteníanaBrett.Brunettinotuvoquepreguntarsequién179

DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltahabíahechoaquello.ElnombredeLaCapra
estaba tan claro como si acabara de ser pronunciado. ¿Adonde la habrían
llevado?¿AlatiendadeMurino?Sóloen

elcasodequeelanticuarioestuvieracomplicadoenlosasesinatos,loque

parecíapocoprobable.Larespuestaevidenteera,pues,elpalazzodeLaCapra.

Nadamásocurrírsele,sepusoapensarenlaformadeentrar,ycomprendíaque
nohabíaposibilidaddeconseguirunpermisoderegistrobasándoseenla

coincidenciadetresfechasenunoscargosdetarjetasdecréditoyladescripción
deunahabitaciónquepodíaservirtantodeprisióncomodegaleríaprivada.

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LasintuicionesdeBrunettinocontaríanparanada,especialmenteenrelacióncon
unhombredelaaparenterelevanciay,loqueeramásimportante,la

evidenteriquezadeLaCapra.

Si Brunetti volvía al palazzo, lo más seguro era que La Capra se negara a
recibirloysin,permisojudicial,nohabíamaneradeentrar.Amenosque...

Flavialeasióelbrazo.

—¿Sabesdóndeestá?

—Creoquesí.

Aloírlo,Flaviasalióalrecibidory,alcabodeunmomento,volvióaentrarcon
unasbotasdecauchonegroenlamano.Sesentóenelsofá,selascalzó

encimadelasmediasmojadasysepusoenpie.

—Voycontigo—dijo—.¿Dóndeestá?

—Flavia...—empezóél,peroellacortó:

—Hedichoquevoycontigo.

Brunetticomprendióquenopodríadisuadirla,einmediatamentedecidiólo

quehabíaquehacer.

—Primero,voyallamarporteléfono.Porelcaminoteloexplicaré.—

Descolgóelteléfono,marcóelnúmerodelaquesturaypreguntóporVianello.

Cuandoelsargentosepusoalaparato,Brunettidijo:

—Soyyo,Vianello.¿Hayalguienporahí?

EnrespuestaalsonidoafirmativodeVianello,Brunettiprosiguió:

—Entonceslimíteseaescucharmientrasleexplico.¿Recuerdaquemedijo

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quehabíatrabajadotresañosenrobosconescalo?—Porlalíneallegóun

gruñidoronco—.Necesitoquemehagaunfavor.Unapuerta.Deunedificio.—

Elsiguientegruñidoeraclaramenteinterrogativo—.Demadera,conrefuerzo

demetal,nueva.Meparecequetienedoscerraduras.—Estavezoyóun

resoplido,provocadoporlainsultantesimplicidaddelencargo.Sólodos

cerraduras. Sólo refuerzo de metal. Brunetti pensó con rapidez, recordando el
vecindario.Miróporlaventana:habíaoscurecidoyseguíalloviendo—.Nos

encontraremosencampoSanAponal.Loantesposible.Y,Vianello—agregó—,
nolleveelabrigodeuniforme.—Laúnicarespuestafueunarisagrave,y

Vianellocolgó.

CuandoBrunettiyFlaviallegaronalzaguán,vieronqueelaguahabía

seguidosubiendo,mientras,alotroladodelapuerta,seoíaelfragordelalluvia.

180

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaAgarraronlosparaguasysalieronalacalle.
Elagualesllegabacasial

borde de las botas. Transitaba muy poca gente, y enseguida llegaron a Rialto,
dondeelaguaestabaaúnmásalta.Denoserporlaspasarelasdemadera

instaladasensusmontantesdehierro,elaguaseleshubierametidoenlasbotase
impedidoavanzar.Alotroladodelpuente,descendieronotravezalaguay

torcieronhaciaSanPolo,losdos,empapadosyexhaustosporelesfuerzode

caminarporlascallesinundadas.EnSanAponalentraronenunbaraesperara
Vianello,agradeciendoverseacubierto.

Llevabantantotiempoinmersosenestemundoacuáticoqueaningunole

parecióextrañoquedentrodelbarelagualesllegaraamediapantorrillaniqueel

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camarero chapoteara al moverse detrás del mostrador mientras servía tazas y
copas.

Laspuertasvidrierasdelbarestabanempañadasydevezencuando

Brunetti tenía que abrir un círculo en el vaho con la manga, para ver si llegaba
Vianello. Figuras encorvadas vadeaban el pequeño campo. Muchos habían
abandonado el paraguas, que no ofrecía sino una protección ilusoria contra una
lluviaque,arrastradaporunvientocaprichoso,llegabadesdecualquierángulo.

Brunettisintiódeprontounpesoenelbrazoyalvolverseviolacabezade

Flaviaapoyadaenél.Tuvoquedoblarelcuelloparaoírloquedecía:

—¿Creesqueestarábien?

Élnoencontrabapalabras,nolevinoaloslabiosunamentirapiadosa.No

pudosinorodearleloshombrosconelbrazo.Notóquetemblabaytratóde

convencersedequeeradefrío,nodemiedo.Peroseguíasinencontrarpalabras.

Pocodespués,lasiluetadeosodeVianelloaparecióenelcampo,procedentede
Rialto. El viento hacía ondear el impermeable a su espalda, y Brunetti vio que
llevabaunasbotasdepescadorhastalacintura,OprimióelbrazodeFlavia.

—Yaestáaquí.

Ellaseapartódeéllentamente,cerrólosojosunmomentoytratóde

sonreír.

—¿Estásbien?

—Sí—respondióella,moviendolacabezaparamásénfasis.

ÉlabriólapuertadelbaryllamóaVianello,quecruzórápidamenteel

campo hacia ellos. El viento y la lluvia irrumpieron en el supercaldeado bar, y
luegoentróVianellochapoteandoyhaciendomáspequeñoellocalconsusola

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presencia.Sequitósugorromarineroylosacudióvariasvecescontrael

respaldodeunasillasalpicandoencírculo.Arrojóelgorroaunamesaysepasó
losdedosporelpelolanzandomásaguaasuespalda.MiróaBrunetti,vioa

Flaviaypreguntó:

—¿Dóndees?

—Abajo,juntoalagua,alfinaldelacalleDilera.Eslacasarecién

restaurada.Alaizquierda.

—¿Laquetienerejas?

181

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Sí—respondióBrunettipreguntándosesíhabríaenlaciudadunsolo

edificioqueVianellonoconociera.

—¿Quéquiere,comisario,queentremosdentro?

Brunettisintióunprofundoalivioaloírelplural.

—Sí.Hayunpatio,peroconestalluvianocreoquehayaalguienallí.—

Vianelloasintió,completamentedeacuerdo.Conestetiempo,laspersonas

normalessequedabanencasa.

—Deacuerdo.Espereaquíyveréloquepuedohacer.Sieslacasaque

pienso,nocreoquetengamosdificultades.Notardaré.Démeunostresminutosy
luego venga. —Lanzó una rápida mirada a Flavia, agarró el gorro y salió a la
lluvia.

—¿Quévasahacer?—preguntóFlavia.

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—Entraréaversiestá—dijoélaunquenoteníanilamásremotaideadelo

que esto podía significar en la práctica. Brett podía estar en cualquiera de las
innumerables habitaciones del palazzo. Incluso podía no estar allí sino muerta,
flotandoenelaguasuciaquesehabíaapoderadodelaciudad.

—¿Ysinoestá?—preguntóFlaviatanrápidamentequeBrunetti

comprendióquehabíatenidosumismavisión.

Enlugarderesponder,éldijo:

—Quieroquetequedesaquí.Oquevuelvasalapartamento.Nopuedes

hacernada.

Sinmolestarseendiscutir,ellarechazósuspalabrasagitandounamanoy

preguntó:

—¿Nocreesqueyahabrátenidotiempo?—Sindarletiempoaresponder,

lo empujó a un lado y salió del bar al campo, donde abrió el paraguas con un
movimientobruscoysequedóesperando.

Élsaliódelbarysereunióconella,tapándoleelvientoconsucuerpo.

—Nopuedesvenir.Estoescosadelapolicía.

Una ráfaga de viento los azotó y a ella le echó el pelo a la cara tapándole los
ojos.EllaloapartóconunademánimpacienteymiróaBrunetti,imperturbable.

—Sédóndees.Omellevasotesigo.—Y,cuandoélfueaprotestar,lo

atajó—:Esmivida,Guido.

BrunettidiomediavueltayentróenlacalleDilera,furioso,ytratandode

contenerelimpulsodemeterlaenelbaryhacerquesequedaraallíalafuerza.

Cuandoseacercabanalpalazzo, Brunetti observó con extrañeza que la estrecha

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calleestabadesierta.NoseveíanirastrodeVianelloylapesadapuertaparecía
estarcerrada.Cuandopasabanpordelante,lapuertaseabriórepentinamente.

Aladébililuminacióndelacalle,aparecióunamanograndequeleshacíaseñas
paraqueentraran,seguidadelacaradeVianello,quesonreíaychorreabaaguade
lluvia.

Brunetti entró, pero antes de que pudiera cerrar la puerta, Flavia se deslizó al
interiordelpatio.Sequedaronquietosunmomento,mientrassusojosse

acostumbrabanalaoscuridad.

182

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Muyfácil—dijoVianellocerrandolapuerta.

ComoestabanmuycercadelGranCanal,elaguateníaaquímás

profundidadyhabíaconvertidoelpatioenunlagosobreelqueseguía

precipitándoselalluvia.Laúnicaluzveníadelasventanasdelpalazzo, situadas
enelladoizquierdo,eincidíaenelcentrodelpatio,dejandoenlaoscuridadel
ladoenelqueestabanellos.Silenciosamente,lostressesituaronaresguardode
lalluviadebajodelagaleríaquecubríatresladosdelpatio,enunaoscuridadque
loshacíacasiinvisiblesentresí.

Brunettisedabacuentadequehabíavenidoobedeciendoaunsimple

impulso,sinpensarenloqueharíaunavezdentro.Ensuúnicavisitaalpalazzo
habíasidoconducidoalúltimopisocontantaceleridadquenohabíapodido

hacerseunaideadeladistribucióndeledificio.Recordabahaberpasadopor

delantedepuertasqueconducíandesdelaescaleraexterioralashabitacionesde
cada planta, pero no podía adivinar lo que había detrás de aquellas puertas; él
sólo había visto la habitación del último piso en la que había hablado con La
Capra,yelestudiodelpisoinferior.Tambiénpensabaqueél,Brunetti,un

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agentedelorden,acababadeparticiparenundelito;peoraún,había

complicadoentaldelitoaunacivilyauncompañerodelcuerpo.

—Esperaaquí—susurróBrunettiacercandoloslabiosaloídodeFlavia,a

pesardequeelruidodelalluviahubieraahogadosuvoz.Estabamuyoscuro

paraqueélpudieraverelgestoqueellahubierahechoenrespuesta,pero

intuyóqueretrocedíamásaúnhacialaoscuridad.

—Vianello—dijoasiendoelbrazodesusargentoyatrayéndolohaciasí—.

Voyasubirlaescaleraparatratardeentrar.Sihaycomplicaciones,lléveselade
aquí.Nosepreocupepornadie,amenosquetratendedetenerlo.—Vianello

asintió.Brunettidiovariospasoshacialaescalera,moviendolaspiernas

despaciocontralaresistenciadelagua.Hastaquellegóalsegundopeldañonose
liberó de la presión del agua. El súbito cambio le hizo sentirse extrañamente
ligero, como si pudiera levitar sin el menor esfuerzo. Pero esta sensación de
ligerezalohacíamássensiblealfríolacerantequedespedíaelaguaheladaque
teníadentrodelasbotasyquelepegabalaropaalcuerpo.Seinclinóysequitó
las botas, subió varios peldaños, los bajó y las empujó con el pie al agua. Se
quedóesperandohastaquedesaparecieronyvolvióasubir.

Enloaltodelprimertramo,sedetuvoenelpequeñorellanoehizogirarel

picaporte de la puerta que daba acceso al interior. El manubrio cedió, pero la
puertanoseabrió;estabacerradaconllave.Subióotrotramoytambién

encontrólapuertacerrada.

Sevolvióymiróporencimadelabarandillaallugardelpatioenelque

debíandeestarFlaviayVianello,peronopudovernadamásqueelreflejodela
luzenelaguaacribilladoporlalluvia.

Enelúltimopisonotóconsorpresaquelapuertacedíaalapresióndesu

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mano,yviounlargocorredor.Entró,cerrólapuertaysequedóquietoun

183

DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltamomento,oyendoelsonidodelaguaquele
goteabadelimpermeablealsuelo

demármol.

Lentamente,susojossehabituaronalaluzdelcorredor,mientraséltendía

el oído tratando de captar cualquier sonido que pudiera llegar del otro lado de
aquellaspuertas.

Unescalofríoloestremecióyélbajólacabezayencogióloshombros,

tratandodeencontrarcalorenalgúnlugardesucuerpo.Cuandolevantóla

mirada, vio a La Capra en el vano de una puerta, a pocos metros de él, que lo
mirabaconlabocaabierta.

LaCaprafueelprimeroenrecuperarsedelasorpresayesbozóunasonrisa

fácil.

Signorpolicía,asíquehavuelto.Quéfelizcoincidencia.Precisamenteacabo
deponerenlagaleríalasúltimaspiezas.¿Legustaríaverlas?

184

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta24

Brunetti lo siguió a la galería y paseó la mirada por las vitrinas. Al entrar, La
Caprasevolvióparadecirle:

—Permítameelabrigo.Debeusteddeestarhelado,andandoporahícon

estalluvia.Unanochecomoésta.—Agitólacabezaaderechaeizquierdaantela
idea.

Brunettisequitóelabrigo,notandoelpesodelaguaqueloempapabaal

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darloaLaCapra.Tambiénelotrohombrepareciósorprendidoporelpesodela
prenday,sinsaberquéhacerconella,optópordejarlasobreelrespaldodeuna
silla,desdedondeelaguasiguióchorreandoalsueloprofusamente.

—¿Quéletraedenuevoaestacasa,dottore?—preguntóLaCapra,pero,antesde
que Brunetti pudiera contestar, dijo—: Permítame que le ofrezca algo de beber.
¿Grappa,quizá?Ounponchederon.Porfavor,nopuedoconsentir

quepasefrío,siendohuéspeddemicasa,sinofrecerlealgo.—Sinesperar

respuesta,seacercóauninterfonocolgadodelaparedypulsóunbotón.

SegundosdespuésseoyóunlevechasquidoyLaCapradijoporelmicro—:

¿Querrássubirunabotelladegrappayunponchederoncaliente?—Sevolvió

haciaBrunettisonriendo,elperfectoanfitrión—.Serásólounmomento.

Mientrasesperamos,dígame,dottore,¿quéletraeotravezporaquítanpronto?

—Sucolección,signorLaCapra.Hedescubiertomuchascosassobreella.Y

sobreusted.

—¿Enserio?—preguntóLaCapra,sinalterarlasonrisa—.Nopenséqueyo

fueratanconocidoenVenecia.

—Ytambiénenotrossitios.EnLondres,porejemplo.

—¿EnLondres?—LaCapramostróunacortéssorpresa—.Quéraro.Me

parecequenoconozcoanadieenLondres.

—No;peroalomejorhaadquiridoallíalgunapieza.

—Ah,sí,claro,esoserásinduda—respondióLaCaprasindejardesonreír.

—YenParís—añadióBrunetti.

Nuevamente,lasorpresadeLaCaprafueperfecta,comosihubieraestado

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esperandooírmencionarParísdespuésdeLondres.Antesdequepudieradecir

algo,lapuertaseabrióyentróunjoven,quenoeraelmismoqueabrióa

Brunettilavezanterior.Traíaunabandejaconbotellas,vasosyuntermodeplata.
Dejólabandejaenunamesabajaydiomediavueltaparamarcharse.

185

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaBrunettiloreconoció,nosóloporlafotode
archivoenviadaporlapolicíadeRomasinoporelparecidoconsupadre.

—No,Salvatore,quédateabeberalgoconnosotros—dijoLaCapra.Ya

Brunetti—:¿Quévaatomar,dottore?Veoquehayazúcar.¿Quierequeleprepare
unponche?

—No,muchasgracias.Unpocodegrappaserásuficiente.

JacopoPoli,endelicadabotelladevidriosoplado;sólolomejorparael

signorLaCapra.Brunettivacióelvasodeuntragoylodejóenlabandejaantes
dequeLaCaprahubieraacabadodeecharelaguacalienteensupropioron.

MientrasLaCapravertíayremovía,Brunettimirabalahabitación.Muchasde

laspiezasseparecíanaobjetosquehabíavistoenelapartamentodeBrett.

—¿Otrovasito,dottore?—preguntóLaCapra.

—No,gracias—dijoBrunettideseandocontrolareltemblorqueaúnlo

estremecía.

LaCapraacabódemezclarlabebida,tomóunsorboydejóelvasoenla

bandeja.

—Venga,dottorBrunetti.Permítamemostrarlealgunasdemisnuevas

piezas.Llegaronayermismo,yreconozcoqueestoymuycontentodetenerlas

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aquí.

LaCapraempezóacaminarhacialaparedizquierdadelagalería,y

Brunetti oyó que algo crujía bajo la suela de su zapato. Al mirar al suelo, vio
fragmentosdebarroesparcidosencírculoenaquelladodelahabitación.Unode
losfragmentosestabacruzadoporunalíneanegra.Rojoynegro,losdos

coloresdominantesdelacerámicaqueBrettlehabíamostradoydelaquele

habíahablado.

—¿Dóndeestáella?—preguntóBrunetti,cansadoyhelado.

LaCapraseparódeespaldasaBrunettiytardóunmomentoenvolversea

mirarlo.

—¿Dóndeestáquién?—preguntóalvolverse,sonriendoinquisitivamente.

—LadottoressaLynch—respondióBrunetti.

LaCapranoapartabalamiradadeBrunetti,peroéstenotóquedepadrea

hijoibaalgo,unmensaje.

—¿LadottoressaLynch?—preguntóLaCapra,entonodeperplejidad,peroaún
muycortés—.¿Serefierealacientíficanorteamericana?¿Laqueescribe

sobrecerámicachina?

—Sí.

—Ah,dottorBrunetti,nosabeustedcómomegustaríaqueestuvieseaquí.

Tengodospiezas...entrelasquerecibíayer…sobrelasqueempiezoatener

dudas.Noestoysegurodequeseantanviejascomopensécuando...—lapausa

fuemínima,peroBrunettiestabaseguroqueintencionada—cuandolasadquirí.

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Daría cualquier cosa por poder preguntar a la dottoressa Lynch qué opina de
ellas.—Miróaljovenyluego,rápidamente,aBrunetti—.Pero,¿quélehace

pensarqueellapudieraestaraquí?

186

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Porquenopuedeestarenningúnotrositio—explicóBrunetti.

—Meparecequenoleentiendo,dottore.Nosédequémehabla.

—Hablodeesto—dijoBrunettiestirandolapiernayaplastandoconelpie

unodelosfragmentos.

LaCapra,involuntariamente,hizounamuecadedoloraloírlo,pero

insistió:

—Noleentiendo.Siserefiereaestosfragmentos,laexplicaciónesbien

sencilla. Mientras se desembalaban las piezas, alguien fue muy descuidado con
unadeellas.—Mirandolosfragmentos,moviólacabezacontristeza,comosi

nopudieracreerquealguienfueratantorpe—.Hedadoordendequeel

responsableseacastigado.

CuandoLaCapraacabódehablar,Brunettinotóelmovimientoasu

espalda,pero,antesdequepudieravolverse,LaCapraseacercóylotomódel
brazo.

—Perovengaaverlaspiezasnuevas.

Brunettisedesasióydiomediavuelta.Eljovenyaestabaenlapuerta.La

abrió,sonrióaBrunetti,saliódelahabitaciónycerrólapuerta.Brunettioyóel
sonidoinconfundibledeunallavealgirarenlacerradura.

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187

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta25

Unospasosrápidossealejaronporelcorredor.BrunettimiróaLaCapra.

—Yaestarde,signorLaCapra—dijoBrunetti,esforzándoseenrazonarconvoz
serena—.Séqueestáaquí.Siintentahaceralgocontraella,empeorarásupropia
situación.

—Leruegoquemedisculpe,signorpolicía,peronosédequémehabla—

dijoLaCaprasonriendoconcortesíayperplejidad.

—LehablodeladottoressaLynch.Meconstaqueestáaquí.

LaCaprasonrióotravezyabriólamanoseñalandolahabitaciónytodos

losobjetosquecontenía.

—Nocomprendosuinsistencia.Sinduda,siestuvieraaquí,seencontraría

connosotros,gozandodelacontemplacióndetodaestahermosura.—Su

acentosehizomáscálidotodavía—.¿Nomecreerácapazdeprivarlade

semejanteplacer,verdad?

LavozdeBrunettinoeramenostranquila.

—Creoquehallegadoelmomentodeponerfinalafarsa,signore.

LacarcajadadeLaCapracuandoBrunettidijoestoestabacargadade

verdaderogozo.

—Oh,yodiríaqueelfarsanteesusted,signorpolicía.Estáenmicasasinhaber
sidoinvitado,porloqueyodiríaquesuentradaesilegal.Demaneraquenotiene
derechoadecirmeloquedeboonodebohacer.—Suvozfue

haciéndose más áspera y, cuando terminó de hablar, casi jadeaba de cólera. Al

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oírseasímismo,LaCaprarecordóelpapelqueestabarepresentando,sevolvió
deespaldasaBrunettiydiovariospasoshaciaunadelasvitrinas.

—Observe,sigusta,laslíneasdeestejarro—dijo—.Conquédelicadeza

serpenteanhacialaparteposterior,¿noleparece?—Dibujóunaetéreaondaenel
aireconlamano,imitandoeldiscurrirdelalíneapintadaenlapartefrontaldel
altojarroquecontemplaba—.Siempremehaparecidofabulosoelsentido

delabellezaqueteníaaquellagente.Milesdeañosatrás,yyaeranunos

enamoradosdelabelleza.—Sonriendo,pasandodesimpleentendidoafilósofo,
miróaBrunettiypreguntó—:¿Creequeelsecretodelahumanidadpuedaser

elamoralabelleza?

ComoBrunettinorespondieraaestabanalidad,LaCapraabandonóel

temaypasóalasiguientevitrina.Riendoentredientes,comentó:

188

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—AladottoressaLynchlehubieragustadoveresto.

Algoensuvoz,untonodeobscenosecreteo,hizoqueBrunettimirarala

vitrinafrentealaqueestabaelotrohombre.Dentroviounapiezaqueteníauna
formadecalabazaquelerecordóladelafotoquelehabíaenseñadoBrett.

Tambiénéstaestabadecoradaconlafiguradeunzorroconcuerpohumano,

erguidoyenactituddecaminarhacialaizquierda,casiidénticaalaque

aparecíaenlapiezadelafoto.

Espontáneamente,laideatomócuerpo.SiLaCapranoteníainconveniente

en mostrarle este vaso, estaba claro que ya no tenía nada que temer de Brett, la
únicapersonaquepodríaidentificarsuorigen.Brunettigirósobresímismoydio

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doszancadashacialapuerta.Antesdellegar,separó,ladeóelcuerpo

dándoseimpulsoylevantólapiernaderecha.Contodassusfuerzas,diouna

patadajustodebajodelacerradura.Laviolenciadelgolpesacudiótodosu

cuerpo,perolapuertanosemovió.

Asuespalda,LaCaprarióentredientes.

—Ah,quéimpetuosossonustedes,losdelNorte.Losiento,peronose

abrirá,signorpolicía,pormuyfuertequeledé.Malquelepese,tendráqueser
ustedmiinvitadohastaqueSalvatoreregresedespuésdecumplirelencargo.—

Conplenaconfianza,sevolviódenuevohacialasvitrinas—.Estapiezadatadel
primermilenioantesdeCristo.Esbonita,¿verdad?

189

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta26

Alsalirdelagalería,eljoventomólaprecaucióndecerrarlapuertacon

llavedejandoéstaenlacerradura.Ledivertíapensarquesupadreestaría

perfectamenteseguro,nadamenosqueconunpolicía.Laideaeratan

disparatada que iba riéndose por el pasillo. Pero la risa se le heló cuando, al
abrirlapuertadelfondo,vioqueseguíalloviendo.¿Cómopodíaestagente

vivirconestetiempoyconesaaguanegraysuciaquebrotabadelmismo

suelo?Aunqueélnoloreconocía,laverdaderaqueteníamiedodeaquellas

aguas, de lo que pudiera tocar su pie al hundirse en ellas o, peor, de lo que
pudierarozarlelaspiernasodeslizarsealinteriordesusbotas.

Perosedecíaqueéstaseríalaúltimavezquemetíalospiesenelagua.

Cuandohubierahechoaquello,cuandosehubieraresueltoesteasunto,podría

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volveralacasaaesperarqueaquellasaguasrepugnantesvolvieranalos

canales, a la laguna, al mar, donde tenían que estar. No sentía ningún afecto por
estas frías aguas adriáticas, tan diferentes del amplio y tranquilo horizonte
turquesaqueseextendíafrenteasucasadePalermo.Noseexplicabaquépodía
haberinducidoasupadreacomprarunacasaenestaciudadtansucia.Éldecía
queeraporlaseguridaddesucolección,porqueaquíelpeligroderoboera

mínimo.PeroenSicilianadieseatreveríaarobarencasadeCarmelloLaCapra.

Élsospechabaquelarazónnoeraotraquelaqueimpulsabaasupadrea

teneraquellaestúpidacoleccióndeollas:paradarseimportanciayconseguirque
loconsiderasenunseñor.ASalvatoreestoleparecíaabsurdo.Élysupadreeran
señores por nacimiento, no necesitaban que esos estúpidos polentoni se lo
confirmaran.

Miróotravezelpatioinundado,diciéndosequetendríaqueponersebotas

ymeterlospiesenelaguaparacruzarlo.Perolaideadelamisiónquelo

aguardabaalotroladobastóparaanimarlo:lohabíapasadobienjugandocon

laamericana,perohabíallegadoelmomentodeponerfinaljuego.

Seagachóysecalzóunpardealtasbotasdegoma,tirandoconfuerzapara

introducirelzapato.Lellegabanhastalarodillayteníanelbordeanchoyunpoco
onduladocomolacoroladeunaanémona.Cerrólapuertaasuespalday

bajópesadamentelaescaleraexterior,maldiciendolalluviaimpetuosa.

Cortandoelagua,cruzólentamenteelpatioendirecciónalapuertademadera.

Aunquehacíapocoratoquehabíadejadoallíalaamericana,elaguahabía

190

DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltasubidodenivelyyacubríaelpanelinferior.
Quizáellayasehubieraahogado.

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Aunquehubieraconseguidosubirseaunodelosgrandesnichosdelapared,nole
costaríamuchoahogarla.Sólosentíanotenertiempoparaviolarla.Nunca

había violado a una lesbiana, y le parecía que tenía que gustarle. Bien, otra
llamadatelefónicapodríatraeraquíasuamigalacantanteyentoncestendríala
oportunidad.Quizásupadreseopusiera,peronoteníaporquéenterarse.La

cautela de su padre le había privado de aquel placer en la visita a casa de la
americana.HabíaenviadoaGabrieleySandro,yentrelosdoshabíanhecho

unachapuza.Conestecúmulodeviolencia,resentimientoyvoluptuosidaden

elánimocruzabaelpatioSalvatoreLaCapra.

Veníapreparadoparalaoscuridadqueloenvolvía,ysacódelbolsillodela

americanaunalinternaconlaqueiluminóelpestillodelapuerta.Lodescorrióy
tiródelapuertahaciasí,confuerza,paravencerlaresistenciadelagua.

Frente a él se abrió un espacio alto y abovedado. En el agua aceitosa flotaban
sillasymesas,almacenadasallídurantelarestauracióndelacasay

abandonadasenloquefueraunembarcaderointerior,situadoamediometro

por debajo del nivel del patio y separado del canal por otra gruesa puerta de
madera,aseguradaconunacadena.Seríacuestióndeunminuto,cuando

hubieraterminadoconella,abrirlapuertadelfondoyempujarlaalasaguasmás
profundasdelcanal.

Asuizquierdaoyóunborboteoyhaciaélvolvióelhazdelalinterna.Los

ojosqueviobrillareranmuypequeñosyestabanmuyjuntosparaserhumanos.

Haciendo ondear la larga cola, la rata se volvió de espaldas a la luz y se alejó
chapoteandopordetrásdeunacajaqueflotaba.

Lavoluptuosidadsedisipó.Lentamente,Salvatoregirólalinternahaciala

derecha, parándose a registrar cada uno de los nichos de la pared en los que el
aguaalcanzabamediopalmo.Alfinladescubrió,acurrucadaenunodeellos,

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conlacabezaapoyadaenlasrodillas.Ahoralaluzpermaneciófija,perola

mujernosemovió.

Asípues,notendríamásremedioquemeterseenelaguaeirhastaallípara

acabardeunavez.Armándosedevalor,bajóelpiedespaciohastaasentarlo

firmementeenlaresbaladizasuperficiedelprimerpeldañoyacontinuación

buscóelsegundo.Juróviolentamentealsentirqueelagualeentrabaporel

bordedelabota.Duranteunmomento,pensóenarrancarselamalditabota,

para poder moverse con más soltura, pero al recordar los ojos rojos que había
vistoarasdeaguacambiódeidea.Preparadoparaloinevitable,bajóelotropie
y sintió cómo se le inundaba el zapato. Deslizó el pie derecho hacia adelante,
sabiendoquenohabíamásquetrespeldaños,peroresistiéndoseacreerlohasta
queelpieseloconfirmara.Luegoenfocóconlalinternalafiguraencogidaenel
nichoyfuehaciaellaconelaguahastamediomuslo.

Mientrasavanzaba,hacíaplanes,decididoaextraerdelactotodoelplacer

posible.Comonohabíadondedejarlalinterna,tendríaquemetérselaenel

bolsillo, con la bombilla para arriba, y esperaba que la luz le permitiera ver la
191

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta cara de la mujer mientras la mataba. No
parecíaquelequedabanmuchas

fuerzas para luchar, pero en el pasado se había llevado más de una sorpresa, y
confiaba en que también esta vez así fuera. Mucho forcejeo, no, desde luego, y
menos, con toda esta agua, pero le parecía que él se merecía por lo menos una
resistencia testimonial, especialmente, teniendo que renunciar a placeres que en
otrascircunstanciashubierapodidoextraerdeella.

Aloírlellegar,ellalevantólacabezaylomiróconojosmuyabiertos,

deslumbradosporlaluzdelalinterna.

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Ciao,bellezza—susurróél,yseriócomosupadre.

Ellacerrólosojosyvolvióaapoyarlacabezaenlasrodillas.Él,conla

mano derecha, puso la linterna en el bolsillo de la americana, inclinada hacia
adelante,iluminandoalamujer.Laveíasólovagamente,peroconfiabaenquela
luzfuerasuficiente.

Antesdeempezarloquehabíavenidoahacer,nopudoresistirlatentación

de darle un toque en un lado de la mandíbula, con la delicadeza del que golpea
unacopadecristalparaoírlasonar.Volviólacabeza,pararecolocarlalinterna
que había resbalado hacia la parte posterior del bolsillo. Como no miraba a la
víctimasinolalinterna,nolaviolevantarelbrazoporencimadesucabeza.Ni
violafíbulaqueasomabadesupuño.Sóloadvirtiósupresenciaalsentirsupunta
romaenlagarganta,justodebajodelamandíbulayrecibirelimpactodelgolpe
quelolanzóhaciaatrás.Setambaleóhacialaderechaymiróalamujer,atiempo
deverbrotarungruesochorrodesangre.Aldarsecuentadequela

sangreerasuya,gritó,peroyaeratarde.Laluzseapagócuandoélsehundióenel
agua.

192

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta27

ElruidodelallavealgirarenlacerradurahizoquetantoBrunetticomoLaCapra
miraranhacialapuerta,quealabrirserevelólafiguradeVianelloquechorreaba.

—¿Quiénesusted?—preguntóLaCapra—.¿Quéhaceaquí?

Vianello,sinhacerlecaso,dijoaBrunetti.

—Creoquedeberíavenirconmigo,comisario.

Brunettisepusoenmovimientoalinstanteysaliópasandopordelantede

Vianellosindecirpalabra.Hastaquellegaronalextremodelcorredor,antesde
saliralalluviaquenocesaba,nopreguntóBrunetti:

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—¿Setratadelaamericana?

—Sí,señor.

—¿Estábien?

—Estáconsuamiga,comisario,peronosécómoestá.Hapermanecido

muchotiempoenelagua.—Sinesperaraoírmás,Brunettiempezóabajarla

escalerarápidamente.

Lasencontróalpiedelaescalera,muyjuntasbajoelimpermeablede

Vianello.Enaquelmomento,desdelacasa,alguienencendiólaslucesllenandoel
patio de una claridad cegadora que convirtió a las dos mujeres en una oscura
Pietàalzadasobreelzócalodelapareddelpatio.

Flaviaestabaarrodilladaenelagua,conunbrazoalrededordeBrett,

sujetándolacontralaparedconelpesodesupropiocuerpo.Brunettiseinclinó
sobrelasdosmujeres,sinatreverseatocarlasyllamóaFlavia.Ellalomiró,yel
terror que él vio en sus ojos le hizo volverse hacia su compañera. Brett tenía
sangreenelpelo,enlacarayenlaropa.

MadrediDio—susurróél.

Vianelloseacercóhaciendoremolinosenelagua.

—Llamealaquestura,Vianello—ordenóBrunetti—.Peronodesdeaquí.

Llamedesdefuera.Queenvíenunalanchacontodosloshombresdisponibles.

Yunaambulancia.Ahoramismo.Rápido.

VianelloyaibahacialapesadapuertademaderaantesdequeBrunetti

acabaradehablar.Cuandolaabrióunaolarecorrióelpatioylamiólaspiernas
deBrunetti.

ArribaseoíalavozdeLaCapra.

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193

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—¿Quépasaahíabajo?¿Quiénhay?

Brunettiseapartódelasdosmujeresqueseguíanabrazadasymiróhacialo

altodelaescalera.Elhombreestabaenlapuerta,sufigura,recortadasobrelaluz
delinterior,parecíaladeuncristomalévoloenelumbraldeunatumba

siniestra.

—¿Quéhacenahíabajo?—preguntóotravez,conlavozmásperentoriay

áspera.Salióalalluviaymirófijamentealasdosmujeresyalhombrequenoera
suhijo—.¿Salvatore?—gritó—.Salvatore,contesta.—Lalluviatableteaba.

La Capra dio media vuelta y desapareció en el interior del palazzo. Brunetti se
inclinóypusounamanoenelhombrodeFlavia.

—Flavia,levántate.Nopodemosquedarnosaquí.—Ellanodabaseñalesde

haberleoído.ÉlmiróentoncesaBrett,quelomirabaasuvez,conlosojosmuy
abiertos,perosinexpresión.ÉlpusounamanobajoelbrazodeFlaviayla

levantó y lo mismo hizo con Brett. Dio un paso hacia la puerta de la calle que
habíaquedadoentornada,rodeandoconunbrazoelpesoinertedeBrettquesele
escurría,ytuvoquesoltaraFlaviaparasostenerlaconlosdosbrazos.Lapusode
pieyllevándolacasienvilolaobligabaamoverlaspiernasporelaguahelada,
hacia la puerta, apenas consciente de la presencia de Flavia a su lado, que se
movíaenlamismadirección.

Salvatore, figlio mio, dove sei? —sonó encima de ellos la voz, chillona,
desgarrada,delirante.BrunettilevantólacabezayvioaLaCapraquelos

miraba fijamente desde lo alto de la escalera, con una escopeta de caza en una
mano.Despacio,empezóabajarlaescalera,ajenoalascortinasdeaguaquelo
azotabandesdetodaslasdirecciones.

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Brunetti,lastradoporelpesopéndulodeBrett,comprendióquenopodría

alcanzarlapuertaantesdequeLaCaprallegaraalpiedelaescalera.

—Flavia—dijoconapremio—.Saldeaquí.Yolasacaré.—Flaviamiródeél

aLaCapraqueseguíabajandolaescaleracomounafuriavengadoraimplacabley
luegoaBrett.Despuésmiróalapuertadelacalle,queestabaapocosmetros.

Antesdequepudieramoverse,treshombresaparecieronenloaltodela

escalera,yendosdeellosreconocióalosquehabíaechadodelapartamentode
Brett.

—Capo—gritóunoaLaCapra.

Éstesevolviólentamente.

—Entrad.Estoescosamía.—Comoellospermanecieranquietos,éllevantó

laescopeta,perolohizoconexpresiónausente,inconscientedeloqueteníaenla
mano—.Entrad.Noosmetáisenesto.—Temerosos,entrenadospara

obedecer,ellosentraron,yLaCaprasevolvióparaseguirbajando.

Ahorasemovíadeprisa,tantoque,antesdequeFlaviapudieramoverse,ya

estabaabajo.

—Estádentro—dijoFlaviaaBrunettienvozbaja,señalandoconlabarbilla

lapuertadelotroladodelpatio.

194

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaLaCaprahundiólaspiernasenelaguaajeno
aella,perodelapresenciade

aquellas tres personas que estaban bajo la lluvia sí era consciente, porque las
encañonabaconlaescopetamientrascruzabaelpatio.Desdelapuertadel

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sótano,gritóalinterior:

—¿Salva?Salva,contesta.

Susrodillasdesaparecieronenelaguaalbajarelprimerescalón.Sevolvió

unmomentoamiraraBrunettiyalasdosmujeres.Peroentoncespareció

olvidarsedeellosysiguióbajandoalaoscuracaverna.

—¡Flavia,pronto!—dijoBrunetti.Diomediavuelta,lanzandohaciaellael

pesodeBrettqueteníaapoyadoenlacadera.Flavia,sorprendidaporelbrusco
movimiento,tendiólosbrazosinstintivamentepararecibiraBrett,peronotenía
fuerzasparasostenerlaylasdossehundieronenelaguahastalasrodillas.

Brunettisealejódeellasycorrióporelpatiolevantandosurtidoresdeagua.Al
otroladodelapuerta,seoíalavozdeLaCapraquellamabaasuhijounayotra
vez.Brunettiasióelbordedelapuertaconlasdosmanosyempujócontodassus
fuerzas para moverla por el agua, parecía de plomo, la cerró con un furioso
puntapiéytiróconfuerzadelpestillohastahacerlocorrer.

Detrásdelapuertaretumbólaescopeta,llenandodeecoselespacio

cerrado. Unos cuantos perdigones se incrustaron en la madera, pero la descarga
principal rebotó en la pared de piedra. Se oyó otra detonación, pero La Capra
disparabaaciegasylosproyectileschocaroninofensivamentecontraelagua.

BrunetticruzóotravezelpatiohaciaFlaviayBrett,queibandespaciohaciala
puertaprincipal,entreabierta.ÉlsesituóalotroladodeBrettylasostuvoporla
cintura,impulsándolahaciaadelante.Cuandoseacercabanalapuerta,

oyeron fuertes chapoteos y gritos que se acercaban por la calle. Brunetti vio a
Vianello empujar la puerta, seguido de dos agentes de uniforme con las pistolas
enlamano.

—Arribahaytreshombres—lesdijoBrunetti—.Tengancuidado.

Probablemente,estaránarmados.Enelalmacénhayotro.Tieneunaescopeta.

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—¿Esloquehemosoído?

Brunettiasintióymiróhacialacalle.

—¿Dóndeestánlosotros?

—Ahora vienen —dijo Vianello—. He llamado desde el bar del campo. Han
hechounallamadaporradio.CinqueliniyMarcolini,queestabancerca,han

sidolosprimerosenllegar—explicóelsargentoseñalandoconlacabezaalos
dos hombres que se habían apostado debajo de la galería, fuera de la línea de
fuegodelospisosaltosdelpalazzo.

—¿Subimosabuscarlos?—preguntóVianellomirandolapuertadeltercer

piso.

—No—dijoBrunetti,quenoveíalanecesidad—.Esperaremosaque

lleguenlosotros.—Comorespondiendoalconjurodesuspalabras,empezóa

oírsealolejosellamentoendostonosdeunasirenaqueseacercaba.Yalpoco,
195

DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltadeladirecciónopuesta,porelGranCanal
arriba,desdeelhospital,venía

aullandootrasirena.

—Flavia—dijoélmirandoalamujer—.VeconVianello.Élosllevaráala

ambulancia.—Yalsargento—.Acompáñelasyvuelva.Yquevenganlos

hombres.—Vianellodiounospasosy,conlasolturaqueledabasufuerza

considerable,tomóenbrazosaBrett,y,seguidodeFlavia,lasacódelpatioyla
llevóporlaestrechacallehastaelembarcadero,enelquedoslucesazules

parpadeabanentrelalluviaincesante.

Siguieronunosmomentosdecalma.Brunettisepermitióasímismo

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relajarseunpoco,yentoncessucuerpoempezóaacusarelesfuerzo,tiritabade
fríoydabadientecondiente.Haciendounesfuerzo,avanzóporelaguayse

unióalosdosagentesqueestabandebajodelagalería,para,porlomenos,

ponersearesguardodelalluvia.

Detrásdelapuertadelalmacénseoyóunalaridodepuroterroranimal,y

LaCaprasepusoaaullarelnombredesuhijounavezyotra.Alfinelnombre
cediópasoaunosbroncossollozosdepenaqueresonabanentodoelpatio.

Brunettihizounamuecadedolor,pidiendoensilencioaVianelloquese

dieraprisa.RecordóelcráneodestrozadodeSemenzatoyelsonidodela

atormentadavozdeBrett,pero,apesardetodo,loconmovíanlosgritosde

dolordeaquelhombre.

—Eh,losdeahíabajo—gritóunhombredesdelapuertadeloaltodela

escalera—. Vamos a bajar. No queremos líos. —Brunetti, al volverse, vio a los
treshombresconlasmanosenalto.

Enaquelmomento,entróVianelloseguidodecuatrohombresconchalecos

antibalaymetralletas.Losdelaescaleratambiénlosvieron,separarony

volvieronagritar:

—Noqueremosjaleo.

Loscuatrohombresarmadossedispersaronporelpatio,impulsadosporel

instintoyelentrenamientoabuscarrefugiodetrásdelascolumnasdemármol.

Brunettiempezóairhacialapuertadelalmacén,perosedetuvocuando

vioquedosdelasmetralletasloapuntaban.

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—Vianello—gritó,agradeciendotenerunmotivoparaenfadarse—.Dígales

quiénsoy.—Sedabacuentadeque,paraaquelloshombres,élnoeramásque

unindividuomojadoconunapistolaenlamano.

—EselcomisarioBrunetti—gritóVianello,ylasmetralletassevolvieron

otravezhacialoshombresquesehabíanquedadoinmóvilesenlaescalera.

Brunettisiguióhacialapuerta,delaqueseguíanllegandogemidosdeun

dolorintenso.Hizodeslizarseelpasadorytiródelapuerta.Éstaseatascó,yél
tuvoqueesforzarsemuchoparamoverlamaderahinchadasobreelsuelode

piedra. Su figura, recortada sobre la luz brillante del patio, ofrecía un blanco
perfecto a un tirador escondido en el oscuro almacén; pero él ni lo pensó: los
sollozoslehacíandescartartalposibilidad.

196

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta Sus ojos tardaron unos instantes en
acostumbrarsealaoscuridad,peroal

fin distinguió a La Capra arrodillado en el suelo, con el agua hasta el pecho,
componiendo una pietà masculina que era como una réplica grotesca de la que
Brunettiacababadeverenelpatio.Peroestafigurateníauncarácterirreparable
delquelaotracarecía,porqueaquíunpadrellorabaaunhijoúnicocuyo

cadáverhabíasacadodelassuciasaguas.

197

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta28

Brunetti abrió la puerta de su despacho y, al encontrarlo sólo tibio y con el
radiadorensilencio,volvióadargraciasasanLeandromentalmente,apesarde
quehabíantranscurridovariassemanasdesdequeelsantohabíaobradosu

milagroanual.Habíaotrasseñalesdeprimavera:ensucasa,aquellamañana

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habíaobservadoquelospensamientosdelaterrazayaseabríanpasoatravésde
latierradelostiestos,endurecidaporelinvierno,yPaolahabíadichoqueaquel
findesemanalosreplantaría;asulado,lamesadelacocina,conlaspatasbien
empapadasdeveneno,secocíaalsol;tambiénhabíavistolasprimeras

gaviotasdecabezanegraquetodoslosañospasabanunasbrevesvacacionesde
primaveraenlasaguasdeloscanalesantesdeponerrumboaotroslugares;yel
airecirculabaentrelasislasylasaguasconunasuavidadqueerauna

bendición.

Colgó el abrigo en el armario y se fue hacia la mesa, pero antes de llegar se
desvióalaventana.Estamañanahabíamovimientoenelandamiajequecubría

SanLorenzo;hombressubíanybajabanporlasescalasyandabanporeltejado.

Pero Brunetti estaba seguro de que aquella actividad humana, a diferencia de la
eclosióndelanaturaleza,seríaunaprimaverafalsayefímera,seguramente

acabaríaencuantoserenovaranloscontratos.

Se quedó un rato en la ventana, hasta que le hizo volverse el alegre « Buon
giorno
»delasignorinaElettra.Hoyveníadeamarillo,conunvestidodesuave
sedahastalarodilla,yconunostaconestanfinosqueélsealegródequeelsuelo
fuera de mosaico y no de parquet. Lo mismo que las flores, las gaviotas y las
brisas tibias, ella traía consigo la gracia primaveral, y él sonrió con algo
parecidoalaalegría.

Buon giorno, signorina —dijo él—. Está muy bonita esta mañana. Como la
mismaprimavera.

—Ah,estepingo—dijoella,displicente,sacudiendoconlapuntadelos

dedoslafaldadelvestidoquedebíadehaberlecostadoporlomenoselsueldode
unasemana.Perosusonrisadecomplacenciadesmentíasuspalabras,porloque
élnoinsistió.Lajovenleentregódoscarpetasconunacartaprendidaconunclip
sobreunadeellas—.Paralafirma,dottore.

—¿LaCapra?—preguntóél.

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198

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Sí.EselinformedeporquéustedyelsargentoVianelloentraronenel

palazzoaquellanoche.

—Ah,sí—murmuróélmientrasleíarápidamenteeldocumentodedos

páginasescritoenrespuestaalaquejapresentadaporlosabogadosdeLaCapra
de que la entrada de Brunetti en su casa dos meses antes había sido ilegal. El
escrito, dirigido al praetore, explicaba que, en el curso de su investigación, el
comisariohabíaempezadoasospecharqueLaCapraestabaimplicadoenel

asesinatodeSemenzato,basándoseenelhechodequeeneldespachode

Semenzato se habían hallado las huellas dactilares de Salvatore La Capra. Con
estapremisayacuciadoporladesaparicióndeladottoressaLynch,habíaidoal
palazzodeLaCapraacompañadoporelsargentoVianelloylasignoraPetrelli.

Alllegar,encontraronabiertalapuertadelpatio(talcomosemencionabaenlas
declaracionesfirmadasporelsargentoVianelloylasignoraPetrelli)y,aloírlo
quelesparecierongritosdemujer,entraron.

Elinformeincluíaunadescripcióndeloshechosquesehabíanproducido

despuésdesullegada(confirmadatambiénporlasdeclaracionesdelsargento

VianelloylasignoraPetrelli),informaciónqueofrecíaalpraetore para disipar
cualquierdudaquepudierateneracercadelalegalidaddesuentradaenla

propiedad del signor La Capra, por cuanto que es derecho, más aún, incluso
deberdeunciudadanoparticularacudiraunallamadadesocorro,

especialmente,sielaccesoesfácilylegal.Seguíaunarespetuosadespedida.

BrunettitomólaplumaqueleofrecíalasignorinaElettrayfirmólacarta.

—Gracias,signorina,¿algunaotracosa?

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—Sí,dottore.HallamadolasignoraPetrelliparaconfirmarsucita.

Másfavoresdelaprimavera.

—Gracias,signorina—dijoéltomandolascarpetasydevolviéndolelacarta.

Ellalesonrióysaliódeldespacho.

LaprimeracarpetaeradelaoficinadeCarraraenRomayconteníalalista

completadelosobjetosdelacoleccióndeLaCapraquelabrigadaantifraudede
artehabíaconseguidoidentificar.Lalistadeprocedenciasparecíaunaguíapara
turistas—opolicías—interesadosenyacimientossaqueadosdelaAntigüedad:

Herculano, Volterra, Paesto, Corinto... El Cercano y el Lejano Oriente estaban
bienrepresentados:Xian,AngkorWat,elmuseodeKuwait.Algunasdelas

piezas parecían haber sido adquiridas legalmente, pero eran las menos. Varias
eran imitaciones. De calidad, pero imitaciones. Los documentos intervenidos en
lacasadeLaCaprademostrabanquemuchosdelosobjetosilegaleshabíansido
adquiridos a Murino, cuya tienda había sido clausurada, a fin de que la brigada
antifraude de arte pudiera hacer el inventario completo de las existencias de la
propiatiendaydelalmacéndeMestre.Murinonegótenerconocimientodelas

comprasilegaleseinsistióenqueaquellaspiezasdebíandehabersido

adquiridasporeldottorSemenzato,suantiguosocio.Denoserporquehabía199

DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltasidoarrestadocuandoaceptabalaentregade
cuatrocajasdecenicerosde

alabastrofabricadosenHongKongconlascuatroestatuascamufladasentre

ellos,quizálehubierancreído.Peroahorasehallababajoarresto,ysuabogado
estabaobligadoapresentarlasfacturasycertificadosdeaduanasque

implicaranaSemenzato.

LaCapraseencontrabaenPalermo,adondehabíallevadoelcuerpodesu

hijoparaserenterrado,yparecíahaberperdidotodointerésporsucolección.

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Habíahechocasoomisodelaspeticionesdenuevosdocumentosacreditativos

de compra o propiedad. Por consiguiente, la policía había confiscado todas las
piezasquesesabíaosuponíarobadasyseguíaindagandolaprocedenciadelas
pocasqueaúnnohabíansidoidentificadas.Brunettiobservócomplacidoque

Carrara se había encargado de que las piezas sustraídas de la exposición china
delpalazzoDucalnofiguraranenelinventariodelosobjetoshalladosencasade
LaCapra.Sólotrespersonas—Brunetti,FlaviayBrett—sabíandóndeestaban.

Lasegundacarpetaconteníalaabundantedocumentacióndelcasocontra

La Capra, su difunto hijo y los hombres que fueron arrestados con él. Los dos
hombresquehabíangolpeadoaladottoressaLynchestabanenelpalazzoaquella
nocheyfueronarrestadosconLaCaprayotrohombre.Losdosprimeros

habíanconfesadolaagresión,peromanteníanquehabíanidopararobar.

DecíannosabernadadelasesinatodeldottorSemenzato.

LaCapra,porsuparte,insistíaenqueignorabaqueaquellosdoshombres,

alosqueidentificócomosuchóferysuguardaespaldas,trataranderobarenel
apartamentodeladottoressaLynch,unamujercuyotalentoprofesionalélteníaen
lamásaltaconsideración.Alprincipio,tambiénhabíaaseguradoqueni

había tenido tratos con el dottor Semenzato ni lo conocía siquiera. Pero ante la
informaciónquellegabadetodosloslugaresenlosqueélySemenzatose

habíanencontradoylasdeclaracionesfirmadaspordiversosmarchantesy

anticuariosqueasociabanaambosenmultituddetransacciones,las

aseveracionesdeLaCapraseretiraroncomoelacquaaltaalcambiarlamareao
ladireccióndelviento.Yelnuevovientoletrajoelrecuerdodeque,enefecto,
quizáhabíacompradounaodospiezasaldottorSemenzato.

SelehabíaordenadoregresaraVenecia,sinoqueríaserconducidoporla

policía, pero se había puesto en manos de un médico que lo había ingresado en

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unaclínicaprivada,aquejadode«depresiónnerviosaprovocadaporel

sufrimientopersonal».Allíseguía,físicaylegalmenteintocable,enunpaísenel
quesóloelvínculoentrepadreehijopermanecesagrado.

Brunettiapartólascarpetasaunladoymirófijamentelamesavacía,

imaginandolasfuerzasqueyahabríanentradoenjuego.LaCapraeraun

hombrequenocarecíadeinfluencia.Yahorasuhijo,unjovendecarácter

violento,estabamuerto.¿Acasonohabíanrecordadolosdosgorilas,aldía

siguiente de hablar con su abogado, haber oído decir a Salvatore que el dottor
Semenzatohabíatratadoasupadresinelrespetoquesemerecía?Setratabade
unaestatuaqueélhabíacompradoparasupadreyquehabíaresultadofalsa...

200

DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltaounasuntoparecido.Y,sí,creíanrecordar
haberle oído decir que él haría que el dottore se arrepintiera de haber
recomendado a su padre, o a él mismo, para su padre, la compra de objetos
falsos.

Brunettinodudabadeque,coneltiempo,losdosgorilasrecordaríanmásy

máscosasqueatribuiralpobreSalvatore,obcecadoporsuempeñoendefender
elhonordesupadreyelsuyopropio.Yprobablementerecordaríantambiénlas
muchasocasionesenlasqueelsignorLaCaprahabíatratadodeconvencerasu
hijo de que el dottor Semenzato era un hombre íntegro, que siempre obraba de
buenafecuandogarantizabapiezasquedespuéseranvendidasporMurino,su

socio.Talvezlosjueces,sielcasollegabaalostribunales,tuvieranqueescuchar
un relato que hablaría del deseo de Salvatore de procurar a su padre tan sólo
satisfacciones,comocumplíaaunhijotanamantecomoél.YSalvatore,queno
eraunchicosofisticado,peroteníauncorazóndeoro,habríatratadodeobtener
esospresentesparasuamadopadredelaúnicamaneraqueselehabía

ocurrido,buscandoelasesoramientodeldottorSemenzato.Y,dadosuamorfilial
y el intenso deseo de complacer a su padre, no era difícil imaginar su furor al

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descubrirqueeldottorSemenzatohabíaintentadoaprovecharsedesuinocenciay
desugenerosidad,vendiéndoleunacopiaenlugardeloriginal.

Sería, pues, una injusticia, ahondar en el dolor de un padre, un padre que tenía
que sobrellevar a un tiempo el dolor por la pérdida de su adorado hijo único y
poreldescubrimientodeloqueaquelhijohabíasidocapazdehacertantopara
darunasatisfacciónasupadrecomoparadefenderelhonordelafamilia.

Sí,lahistoriaseaceptaría,ylaasociaciónentreLaCapraySemenzato,en

lugardeincriminarlo,serviríaparademostrarlabuenafequepresidíasus

relaciones, truncadas por la falta de escrúpulos de Semenzato por un lado y el
apasionamientodeSalvatoreporelotro,quienyasehallaba,ay,fueradel

alcancedelaley.Dehabersidomáspropensoalsentimentalismo,Brunetti

hubierapensadoqueLaCaprahabíapagadoelmásaltoprecioporlamuertede
Semenzato,peronoloera,ysedecíaqueelpreciomásaltolohabíapagado

Salvatore.

Brunettiselevantóysealejódelamesaydelascarpetasquelehabían

llevadoaestaconclusión.ÉlhabíavistoaLaCapraconsuhijo,lohabíasacado
delasaguascenagosasyhabíaayudadoalhombre,quenodejabadegritar,a

llevarelcuerpodesuhijohastaelpiedelostrespeldaños.Yallíhabía

necesitadolaayudadeVianelloydosagentesparasepararlosyponerfinal

fútil intento de La Capra de cerrar con sus dedos la herida exangüe del costado
delcuellodesuhijo.

Brunettinuncapensóqueunavidapudierapagarseconotravida,porlo

quevolvióadesecharlaideadequeLaCaprahabíapagadolamuertede

Semenzato.Tododoloresúnicoeindependienteysólocorrespondeauna

pérdida. Pero le resultaba difícil sentir aversión personal por el hombre al que

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habíavistoporúltimavezsollozandoenbrazosdeunpolicíaquetratabade

201

Donna Leon Brunetti 05 – Aqua alta impedir que viera cómo se llevaban el
cadáverdesuhijoenunacamillaconlacaracubiertaporlachaquetaempapada
deVianello.

Ahuyentóaquellosrecuerdos.Todoaquelloyanoleincumbía,ahoraestaba

en manos de otra autoridad, y él ya no podía influir en el resultado. Ya había
tenidomásquesuficientedemuerteyviolencia,debellezarobadaydeanhelode
perfección.Ahoraleapetecíacontemplarlaprimaveraconsusmuchas

imperfecciones.

Unahoradespués,BrunettisaliódelaquesturayseencaminóhaciaSanMarcos.
Entodaspartesveíalasmismascosasquehabíavistodurantemuchos

días,perohoydescubríaenellasseñalesdeprimavera.Hastamirabacon

simpatía a los omnipresentes turistas vestidos de colores pastel. La Via XXII
MarzolollevóalpuentedelaAccademia.Alotrolado,violaprimeracoladela
temporada de los turistas que esperaban para entrar en el museo, pero él había
quedadosaturadodeartepararato.Ahoraloatraíaelaguaylaideadesentarse
altibiosolconFlavia,tomaruncafé,charlardeunascosasyotras,observarcon
quéfacilidadsurostropasabadelreposoalaalegríayotravezalreposo.

HabíanquedadoalasonceenIlCucciolo,yélyateníaganasdeoírchapotearel
aguabajolastablasdelaterraza,yobservarlosmovimientosindolentesdelos
camareros, no desentumecidos aún de su letargo invernal, y rehuir el parasol,
grandeyufano,empeñadoendarsombraantesdetiempo.Y,sobretodo,tenía

ganasdeoírelsonidodesuvoz.

Frente a él vio las aguas del canal de la Giudecca y, al otro lado, las alegres
fachadasdelascasas.Porlaizquierdaaparecióunbuquecisterna,muyalto,sin
carga, y hasta su casco veteado de gris parecía bonito y alegre a esta luz. Se
acercócorreteandounperroquelevantólapatayluegosepusoadarvueltaspara
atraparselacola.

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Alllegaralbordedelagua,torcióhacialaizquierdaendirecciónala

terrazadelbar,buscandoaFlaviaconlamirada.Cuatroparejas,unhombre

solo,otrohombre,unamujercondosniños,unamesaconseisosietejovencitasa
lasqueoyóreíradistancia.PeroFlavianoestaba.Sehabríaretrasado.Oquizá
nolahabíareconocido.Empezóotravezporlamesamáscercanayfue

mirandoacadacliente,porelmismoorden.Entonceslavio,sentadaconlos

dosniños,unchicoaltoyunaniñallenita,todavíaconlagrasainfantil.

Susonrisaseborróyfuesustituidaporotra.Conlasonrisanueva,seacercóala
mesayestrechólamanoqueellaletendía.

Ellalesonrióasuvezalzandolacara.

—Guido,cuántomealegrodevolveraverte.Yquédíatanespléndido.—

Miró al muchacho—. Paolino, es el dottor Brunetti. —El chico se levantó, era
casitanaltocomoBrunetti,yleestrechólamano.

Buon giorno, dottor e. Quiero darle las gracias por haber ayudado a mi
madre.—Casiparecíaquehabíaestadoensayandolafrase,ylapronunció

202

DonnaLeonBrunetti05–Aquaaltaformalmente,comoelquetratadehacerseel
hombresedirigealqueyaloes.

Teníalosojososcurosdelamadre,perolacaramáslargaydelgada.

—Ahora yo, mamma —dijo la niña y, como Flavia tardara en reaccionar, se
levantóytendiólamanoaBrunetti—.YosoyVittoria,peromisamigosme

llamanVivi.

Mientrasleestrechabalamano,Brunettidijo:

—Entalcaso,megustaríallamarteVivi.

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Laniñaeralobastantepequeñacomoparasonreír,ylobastantemayor

comoparadesviarlamiradayponersecolorada.

Élacercóunasilla,sesentóyluegorectificólaposiciónparaqueelsollediera
en la cara. Durante varios minutos, la conversación fue general, los niños le
preguntabansobresutrabajodepolicía,sillevabapistola,ycuandoéldijoque
sí,dóndelallevaba.Viviquisosabersihabíadisparadocontraalguienypareció
decepcionadacuandoéldijoqueno.Losniñosnotardaronendescubrirqueser
policía en Venecia era muy diferente de serlo en Corrupción en Miami,
revelaciónqueleshizoperderinterésenélyensuprofesión.

Seacercóelcamarero.BrunettipidióunCampariconsodayFlaviaotro

caféqueluegocambióporunCampari.Losniñosempezabanamostrarse

audiblementeinquietosyFlavialespropusoquesellegaranporelmuelle

arribahastaNico'sacomprargelato,ideaquetuvoelbeneplácitogeneral.

Losniñossealejaron.Viviteníaqueapresurarelpasoparamantenerseala

alturadelazancadadePaolo.

—Sonmuysimpáticos—dijoély,comoFlavianorespondiera,agregó—:

NosabíaqueloshubierastraídoaVenecia.

—Noesfrecuentequepuedapasarunfindesemanaconellos,perocomo

estesábadonoactuabaenlafuncióndetardedecidívenir.AhoracantoenMunich
—explicó.

—Yalosé.Loheleídoenlosperiódicos.

Ellamirabahaciaelotroladodelcanal,endirecciónalaiglesiadel

Redentore.

—Nuncahabíaestadoaquíaprincipiosdeprimavera.

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—¿Dóndetealojas?

Elladesviólamiradadelaiglesiavolviéndolahaciaél.

—EncasadeBrett.

—Ah,¿havenidocontigo?—preguntóél.HabíavistoaBrettporúltimavez

enelhospital,peroellahabíaestadoallísólounanoche,ydosdíasdespuésse
habíaidoconFlaviaaMilán.Nohabíavueltoasaberdeningunadelasdos

hastalavíspera,enqueFlavialohabíallamadoporteléfonoparaconcertaresta
cita.

—No;ellasehaidoaZurich,adarunaconferencia.

—¿Cuándoregresa?—preguntóélcortésmente.

—LasemanapróximaestaráenRoma.YoterminoenMunichelmartespor

lanoche.

203

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—¿Ydespués?

—Después,Londres,perosóloparaunrecital,yluegoChina—dijoella,

conunanotadereprocheporquelohubieraolvidado—.Estoyinvitadaadar

unatandadeleccionesmagistralesenelConservatoriodePekín.¿Note

acuerdas?

—¿Asíquepensáisseguiradelanteconelplan?¿Yllevaráslaspiezas?—

preguntóél,sorprendidodesudecisión.

Ellanotratódedisimularlaautocomplacencia.

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—Naturalmentequelopensamos,esdecir,lopienso.

—¿Ycómo?¿Cuántaspiezasson?¿Tres?¿Cuatro?

—Cuatro.Llevosietemaletas,yelministrodeCulturairáarecibirmeal

aeropuerto.Dudomuchoquebusquenantigüedadesenlosequipajesque

entranenelpaís.

—Pero,¿ysilasencuentran?

Ellaagitóunamanoenunademángenuinamenteteatral.

—Siemprepodríadecirqueeranunpresentequellevabaparaelpueblode

China,quepensabaofrecérselodespuésdedarlaslecciones,enpruebade

gratitudporhabermeinvitado.

Élestabasegurodeque,llegadoelcaso,asíloharíayquesaldríabien

librada.Seechóareír.

—Tedeseosuerte.

—Gracias—dijoella,seguradenonecesitarla.

Estuvieroncalladosduranteunrato.Brett,aunqueinvisible,estaba

presente.Pasabanembarcacionestableteando.Elcamarerolesllevólasbebidasy
ellossealegrarondeladistracción.

—¿YdespuésdeChina?—preguntóélfinalmente.

—Muchosviajeshastafinalesdelverano.Esotradelasrazonesporlasque

hequeridopasarelfindesemanaconlosniños.TengoqueiraParís,aVienaya
Londres.—Comoélnorespondiera,agregó,alegrandoeltono—:Tengoque

morirmeenParísyenViena,«Lucia»y«Violetta».

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—¿YenLondres?—preguntóél.

—Mozart.«Fiordiligi».Y,después,miprimerintentoconHaendel.

—¿Brettirácontigo?—preguntóéltomandounsorbodesubebida.

Ellavolvióamirarhacialaiglesia,laiglesiadelRedentor.

—EllasequedaráenChinaporlomenosdurantevariosmeses—fuetoda

larespuestadeFlavia.

Élvolvióabeberymiróelagua,advirtiendosúbitamenteladanzadelaluz

en su rizada superficie. Tres gorriones se posaron cerca de sus pies, buscando
comida.Lentamente,élalargólamano,tomóunpellizcodelbriochequehabíaen
una fuente delante de Flavia y los echó a los pájaros. Ansiosamente, éstos se
abatieron sobre él despedazándolo y cada uno se fue a comer su parte en lugar
másseguro.

—¿Sucarreraantetodo?—preguntóél.

204

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaFlaviaasintióyseencogiódehombros.

—Meparecequeselatomamásenserioque...—dejólafrasesinterminar.

—¿Quetúlatuya?—preguntóélconescepticismo.

—Yo diría que, en cierto modo, sí. —Al ver que él iba a protestar, le puso la
manoenelbrazoyexplicó—:Mira,Guido,cualquierapuedeiraescucharmey

luegoromperselasmanosaplaudiendo,sinqueporellotengaqueentenderde

música o de canto. Basta con que le guste el traje, o el argumento, o quizá sólo
gritabravaporqueesloquegritantodos.—Alverqueélnoparecíaconvencido,
insistió—:Eslaverdad.Puedescreerme.Despuésdecadafunción,micamerino
sellenadepersonasquemedicencuándoleshagustadomiactuaciónaunque

aquellanochehayacantadocomounperro.—Élobservócómocruzabaporsu

background image

caraelreflejodeesterecuerdo,ycomprendióquedecíalaverdad.

»YahorapiensaenloquehaceBrett.Sonmuypocaslaspersonasque

sabenalgodesutrabajo:sóloquienesestánrealmenteenteradosdeloquehace,y
todos son científicos que pueden valorarlo. Supongo que la diferencia entre
nosotrasesqueaellasólopuedenjuzgarlasuspares,personasdesumismo

nivel,porloqueelbaremoesmuchomásaltoyelelogiotienemuchovalor.Amí
puedeaplaudirmecualquierimbécilporpurocapricho.

—Peroloquetúhaceseshermoso.

Ellaseriódebuenagana.

—QueBrettnoteoigadecireso.

—¿Porqué?¿Esqueaellanoseloparece?

Sindejardereír,ellaexplicó:

—Noloentiendes,Guido.Brettpiensaqueloqueellahacetambiénes

hermoso,yquelascosasconlasquetrabajasontanhermosascomolasarias

queyocanto.

ÉlrecordóentoncesqueenladeclaracióndeBretthabíaunpuntooscuro

queéldeseabaaclarar.Peronohubotiempo:ellaestabaenelhospitaly,alsalir
deél,abandonóVeneciainmediatamentedespuésdefirmarladeclaración

oficial.

—Hayalgoquenocomprendo—empezó,yseechóareíraldarsecuenta

delagranverdadqueacababadedecir.

Lasonrisadeellaeravacilante,inquisitiva.

—¿Qué?

background image

—EsalgodeladeclaracióndeBrett—explicóél.LacaradeFlaviase

relajó—.EscribióqueLaCapralehabíamostradounbol,unbolchino.He

olvidadoaquémilenioseatribuía.

—EltercermilenioantesdeCristo—dijoFlavia.

—¿Tehablódeello?

—Naturalmente.

—Entoncesquizápuedasayudarme.—Ellaasintióyélprosiguió—:Ensu

declaración,dijoquelorompió,quelodejócaeralsuelodeliberadamente.

Flaviaasintió.

205

DonnaLeonBrunetti05–Aquaalta

—Sí,hablamosdeello.Esomedijo.Asíocurrió.

—Puesesloquenocomprendo—dijoBrunetti.

—¿Elqué?

—Si tanto ama esas cosas, si tanto trabaja por salvarlas, entonces el bol a la
fuerza tenía que ser falso, ¿se trataba de una de esas imitaciones que La Capra
comprabacreyéndolasauténticas?

Flavianodijonadayvolviólacabezahaciaelmolinoabandonadoquese

levantabaaunextremodelaGiudecca.

—¿No?—insistióBrunetti.

Ellasevolvióamirarlo,elsollailuminabaporlaizquierda,recortandosuperfil
sobrelosedificiosdelotroladodelcanal.

background image

—¿No,qué?—preguntóella.

—Teníaqueserunaimitación,onolahubieradestruido.

Durantemuchorato,élpensóqueellasehabíaabstraídoparano

contestarle. Los gorriones volvieron y esta vez Flavia desmenuzó el resto del
briocheenpequeñosfragmentosyselosechó.Losdoscontemplaronalos

pajaritosqueengullíanlasmigasdoradasymirabanaFlaviapidiendomás.

Luego,almismotiempo,levantaronlamiradadelosgorrionesquepiabany

susojosseencontraron.Alcabodeunlargomomento,ellavolviólacarahaciael
muelleporelqueviovenirasushijosconcucuruchosdeheladoenlamano.

—¿Quédices?—preguntóBrunetti,quenecesitabalarespuesta.

SobreelaguaresonabanlascarcajadasdeVivi.

Flaviaseinclinóyotravezlepusolamanoenelbrazo:

—Guido—empezó,sonriendo—,esoyanoimporta,¿noteparece?

206

DonnaLeonBrunetti05–AquaaltaESTELIBROHASIDOIMPRESO

ENCAYFOSA-QUEBECOR,S.A.

SANTAPERPETUADEMOGODA(BARCELONA)

207


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