El Conde Lucanor
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El Conde
El Conde
Lucanor
Lucanor
Juan Manuel, Infante de Castilla
El Conde Lucanor
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Anteprólogo
E
ste libro fizo don Johan, fijo del muy noble infante don Manuel, dese-
ando que los omnes fiziessen en este mundo tales obras que les fuessen
aprovechosas de las onras et de las faziendas et de sus estados, et fuessen
más allegados a la carrera porque pudiessen salvar las almas. Et puso en él
los enxiemplos más aprovechosos que él sopo de las cosas que acaesçieron,
porque los omnes puedan fazer esto que dicho es. Et sería maravilla si de
cualquier cosa que acaezca a cualquier omne, non fallare en este libro su
semejança que acaesçió a otro.
Et porque don Johan vio et sabe que en los libros contesçe muchos yerros
en los trasladar, porque las letras semejan unas a otras, cuidando por la una
letra que es otra, en escriviéndolo, múdasse toda la razón et por aventura
confóndesse, et los que después fallan aquello escripto ponen la culpa al
que fizo el libro; et porque don Johan se reçeló desto, ruega a los que ley-
eren cualquier libro que fuere trasladado del que él compuso, o de los libros
que él fizo, que si fallaren alguna palabra mal puesta, que non pongan la
culpa a él, fasta que bean el libro mismo que don Johan fizo, que es emen-
dado, en muchos logares, de su letra. Et los libros que él fizo son éstos, que
él a fecho fasta aquí: la Crónica abreviada, el Libro de los sabios, el Libro
de la cavallería, el Libro del infante, el Libro del cavallero et del escudero,
el Libro del Conde, el Libro de la caça, el Libro de los engeños, el Libro de
los cantares. Et estos libros están en el monesterio de los fraires predica-
dores que él fizo en Peñafiel. Pero, desque vieren los libros que él fizo, por
las menguas que en ellos fallaren, non pongan la culpa a la su entençión,
mas pónganla a la mengua del su entendimiento, porque se atrevió a se en-
tremeter a fablar en tales cosas. Pero Dios sabe que lo fizo por entençión
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que se aprovechassen de lo que él diría las gentes que non fuessen muy
letrados nin muy sabidores. Et por ende, fizo todos los sus libros en ro-
mançe, et esto es señal çierto que los fizo para los legos et de non muy
grand saber como lo él es. Et de aquí adelante, comiença el prólogo del Li-
bro de los Enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio.
Prólogo
En el nombre de Dios: amén. Entre muchas cosas estrañas et marabillosas
que nuestro Señor Dios fizo, tovo por bien de fazer una muy marabillosa;
ésta es que de cuantos omnes en el mundo son, non a uno que semeje a otro
en la cara; ca como quier que todos los omnes an essas mismas cosas en la
cara los unos que los otros, pero las caras en sí mismas non semejan las
unas a las otras. Et pues en las caras, que son tan pequeñas cosas, ha en el-
las tan grant departimiento, menor marabilla es que aya departimiento en
las voluntades et en las entenciones de los omnes. Et assí fallaredes que
ningún omne non se semeja del todo en la voluntad nin en la entençión con
otro. Et fazervos he algunos enxiemplos porque lo entendades mejor.
Todos los que quieren et desean servir a Dios, todos quieren una cosa, pero
non lo sirven todos en una manera; que unos le sirven en una manera et
otros en otra. Otrosí, los que sirven a los señores, todos los sirven, mas non
los sirven todos en una manera. Et los que labran et crían et trebejan et ca-
çan et fazen todas las otras cosas, todos las fazen, mas non las entienden
nin las fazen todos en una manera. Et así, por este exienplo, et por otros
que serién muy luengos de dezir, podedes entender que, como quier que los
omnes todos sean omnes et todos ayan voluntades et entençiones, que atán
poco como se semejan en las caras, tan poco se semejan en las entençiones
et en las voluntades; pero todos se semejan en tanto que todos usan et
quieren et aprenden mejor aquellas cosas de que se más pagan que las
otras. Et porque cada omne aprende mejor aquello de que se más paga, por
ende el que alguna cosa quiere mostrar a otro, dévegelo mostrar en la
manera que entendiere que será más pagado el que la ha de aprender. Et
porque a muchos omnes las cosas sotiles non les caben en los entendi-
mientos, porque non las entienden bien, non toman plazer en leer aquellos
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libros, nin aprender lo que es escripto en ellos. Et porque non toman plazer
en ello, non lo pueden aprender nin saber así como a ellos cumplía.
Por ende, yo, don Johan, fijo del infante don Manuel, adelantado mayor de
la frontera et del regno de Murçia, fiz este libro compuesto de las más
apuestas palabras que yo pude, et entre las palabras entremetí algunos ex-
iemplos de que se podrían aprovechar los que los oyeren. Et esto fiz segund
la manera que fazen los físicos, que quando quieren fazer alguna melizina
que aproveche al fígado, por razón que naturalmente el fígado se paga de
las cosas dulçes, mezclan con aquella melezina que quieren melezinar el
fígado açúcar o miel o alguna cosa dulçe; et por el pagamiento que el
fígado a de la cosa dulçe, en tirándola para sí, lieva con ella la melezina
quel’ a de aprovechar. Et esso mismo fazen a cualquier miembro que aya
mester alguna melezina, que sienpre la dan con alguna cosa que natural-
mente aquel mienbro la aya de tirar a sí. Et a esta semejança, con la merçed
de Dios, será fecho este libro, et los que lo leyeren si por su voluntad to-
maren plazer de las cosas provechosas que ý fallaren, será bien; et aun los
que lo tan bien non entendieren, non podrán escusar que, en leyendo el li-
bro, por las palabras falagueras et apuestas que en él fallarán, que non ayan
a leer las cosas aprovechosas que son ý mezcladas, et aunque ellos non lo
deseen aprovecharse an dellas, así como el fígado et los otros miembros di-
chos se aprovechan de las melezinas que son mezcladas con las cosas de
que se ellos pagan. Et Dios, que es complido et complidor de todos los
buenos fechos, por la su merçed et por la su piadat, quiera que los que este
libro leyeren, que se aprovechen de’l a serviçio de Dios et para salvamiento
de sus almas et aprovechamiento de sus cuerpos; así como Él sabe que yo,
don Johan, lo digo a essa entención. Et lo que ý fallaren que non es tan bien
dicho, non pongan la culpa a la mi entençión, mas pónganla a la mengua
del mío entendimiento. Et si alguna cosa fallaren bien dicha o aprovechosa,
gradéscanlo a Dios, ca Él es aquél por quien todos los buenos dichos et
fechos se dizen et se fazen.
Et pues el prólogo es acabado, de aquí adelante començaré la manera del
libro, en manera de un grand señor que fablava con un su consegero. Et
dizían al señor conde Lucanor, et al consegero, Patronio.
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Exemplo Iº
De lo que contesçió a un rey con un su privado
Acaesció una vez que el conde Lucanor estava fablando en su poridat con
Patronio, su consegero, et díxol’:
-Patronio, a mí acaesçió que un muy grande omne et mucho onrado, et muy
poderoso, et que da a entender que es ya cuanto mío amigo, que me dixo
pocos días ha, en muy grant poridat, que por algunas cosas
quel’acaesçieran, que era su voluntad de se partir desta tierra et non tornar a
ella en ninguna manera, et que por el amor et grant fiança que en mí avía,
que me quería dexar toda su tierra: lo uno vendido, et lo ál, comendado. Et
pues esto quiere, seméjame muy grand onra et grant aprovechamiento para
mí; et vós dezitme et consejadme lo que vos paresce en este fecho.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, vien entiendo que el mío consejo
non vos faze grant mengua, pero vuestra voluntad es que vos diga lo que en
esto entiendo, et vos conseje sobre ello, fazerlo he luego. Primeramente,
vos digo que esto que aquél que cuidades que es vuestro amigo vos dixo,
que non lo fizo sinon por vos provar. Et paresçe que vos conteçió con él
como contençió a un rey con un su privado.
El conde Lucanor le rogó quel’ dixiese cómo fuera aquello.
-Señor -dixo Patronio-, un rey era que avía un privado en que fiava mucho.
Et porque non puede seer que los omnes que alguna buena andança an que
algunos otros non ayan envidia dellos, por la privança et bien andança que
aquel su privado avía, otros privados daquel rey avían muy grant envidia et
trabajávanse del’ buscar mal con el rey, su señor. Et como quier que
muchas razones le dixieron, nunca pudieron guisar con el rey quel’ fiziese
ningún mal, nin aun que tomase sospecha nin dubda de’l, nin de su ser-
viçio. Et de que vieron que por otra manera non pudieron acabar lo que
querían fazer, fizieron entender al rey que aquel su privado que se trabajava
de guisar porque él muriese, et que un fijo pequeño que el rey avía, que fin-
case en su poder, et de que él fuese apoderado de la tierra que guissaría
cómo muriese el mozo et que fincaría él señor de la tierra. Et como quier
que fasta entonce non pudieran poner en ninguna dubda al rey contra aquel
su privado, de que esto le dixieron, non lo pudo sofrir el coraçón que non
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tomase de’l reçelo. Ca en las cosas en que tan grant mal ha, que se non
pueden cobrar si se fazen, ningún omne cuerdo non deve esperar ende la
prueva. Et por ende, desque el rey fue caído en esta dubda et sospecha,
estava con grant reçelo, pero non se quiso mover en ninguna cosa contra
aquel su privado fasta que desto sopiese alguna verdat.
Et aquellos otros que buscavan mal a aquel su privado dixiéronle una
manera muy engañosa en cómo podría provar que era verdat aquello que
ellos dizían, et enformaron bien al rey en una manera engañosa, segund
adelante oidredes, cómo fablase con aquel su privado. Et el rey puso en su
coraçón de lo fazer, et fízolo.
Et estando a cabo de algunos días el rey fablando con aquel su privado, en-
tre otras razones muchas que fablaron, començól’ un poco a dar a entender
que se despagava mucho de la vida deste mundo et quel’ paresçía que todo
era vanidat. Et entonçe non le dixo más. Et después, a cabo de algunos días,
fablando otra vez con el aquel su privado, dándol’ a entender que sobre otra
razón començava aquella fabla, tornól’ a dezir que cada día se pagava me-
nos de la vida deste mundo et de las maneras que en él veía. Et esta razón
le dixo tantos días et tantas vegadas, fasta que el privado entendió que el
rey non tomava ningún plazer en las onras deste mundo, nin en las riqu-
ezas, nin en ninguna cosa de los vienes nin de los plazeres que en este
mundo avié. Et desque el rey entendió que aquel su privado era vien caído
en aquella entençión, díxol’ un día que avía pensado de dexar el mundo et
irse desterrar a tierra do non fuesse conosçido, et catar algún lugar extraño
et muy apartado en que fiziese penitençia de sus pecados. Et que por
aquella manera, pensava que le avría Dios merced de’l et podría aver la su
gracia porque ganase la gloria del Paraíso.
Cuando el privado del rey esto le oyó dezir, estrañógelo mucho, deziéndol’
muchas maneras porque lo non devía fazer. Et entre las otras, díxol’ que si
esto fiziese, que faría muy grant deserviçio a Dios en dexar tantas gentes
como avía en el su regno, que tenía él vien mantenidas en paz et en justiçia,
et que era çierto que luego que él dende se partiese, que avría entrellos muy
gran bolliçio et muy grandes contiendas, de que tomaría Dios muy grant
deserviçio et la tierra muy grant dapño, et cuando por todo esto non lo dex-
ase, que lo devía dexar por la reina, su muger, et por un fijo muy pe-
queñuelo que dexava: que era çierto que serían en muy grant aventura, tan-
bién de los cuerpos, como de las faziendas.
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A esto respondió el rey que, ante que él pusiesse en toda guisa en su vol-
untad de se partir de aquella tierra, pensó él la manera en cómo dexaría re-
cabdo en su tierra porque su muger et su fijo fuessen servidos et toda su
tierra guardada; et que la manera era ésta: que vien sabía él que el rey le
avía criado et le avía fecho mucho bien et quel’ fallara sienpre muy leal, et
quel’ serviera muy bien et muy derechamente, et que por estas razones,
fiava en él más que en omne del mundo, et que tenía por bien del’ dexar la
muger et el fijo en su poder, et entergarle et apoderarle en todas las fortal-
ezas et logares del regno, porque ninguno non pudiese fazer ninguna cosa
que fuese deserviçio de su fijo; et si el rey tornase en algún tiempo, que era
çierto que fallaría muy buen recabdo en todo lo que dexase en su poder; et
si por aventura muriese, que era çierto que serviría muy bien a la reina, su
muger, et que criaría muy bien a su fijo, et quel’ ternía muy bien guardado
el su regno fasta que fuese de tiempo que lo pudiese muy bien governar; et
así, por esta manera, tenía que dexava recabdo en toda su fazienda.
Cuando el privado oyó dezir al rey que quería dexar en su poder el reino et
el fijo, como quier que lo non dio a entender, plógol’ mucho en su coraçón,
entendiendo que pues todo fincava en su poder, que podría obrar en ello
como quisiese.
Este privado avía en su casa un su cativo que era muy sabio omne et muy
grant filósofo. Et todas las cosas que aquel privado del rey avía de fazer, et
los consejos que’l avía a dar, todo lo fazía por consejo de aquel su cativo
que tenía en casa.
Et luego que el privado se partió del rey, fuese para aquel su cativo, et
contól’ todo lo quel’ conteçiera con el rey, dándol’ a entender, con muy
grant plazer et muy grand alegría, cuánto de buena ventura era, pues el rey
le quería dexar todo el reino et su fijo et su poder.
Cuando el filósofo que estava cativo oyó dezir a su señor todo lo que avía
pasado con el rey, et cómo el rey entendiera que quería él tomar en poder a
su fijo et al regno, entendió que era caído en grant yerro, et començólo a
maltraer muy fieramente, et díxol’ que fuese çierto que era en muy grant
peligro del cuerpo et de toda su fazienda, ca todo aquello que’l rey le dix-
iera, non fuera porque el rey oviese voluntad de lo fazer, sinon que algunos
quel’ querían mal avían puesto al rey quel’ dixiese aquellas razones por le
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provar, et pues entendiera el rey quel’ plazía, que fuesse çierto que tenía el
cuerpo et su fazienda en muy grant peligro.
Cuando el privado del rey oyó aquellas razones, fue en muy gran cuita, ca
entendió verdaderamente que todo era así como aquel su cativo le avía di-
cho. Et desque aquel sabio que tenía en su casa le vio en tan grand cuita,
consejól’ que tomase una manera como podrié escusar de aquel peligro en
que estava.
Et la manera fue ésta: luego, aquella noche, fuese raer la cabeça et la barba,
et cató una vestidura muy mala et toda apedaçada, tal cual suelen traer es-
tos omnes que andan pidiendo las limosnas andando en sus romerías, et un
vordón et unos çapatos rotos et bien ferrados, et metió entre las costuras de
aquellos pedaços de su vestidura una grant cuantía de doblas. Et ante que
amaniçiese, fuese para la puerta del rey, et dixo a un portero que ý falló que
dixiese al rey que se levantase porque se pudiesen ir ante que la gente des-
pertasse, ca él allí estava esperando; et mandól’ que lo dixiese al rey en
grant poridat. Et el portero fue muy marabillado cuandol’ vio venir en tal
manera, et entró al rey et díxogelo así como aquel su privado le mandara.
Desto se marabilló el rey, et mandó quel’ dexase entrar.
Desque lo vio cómo vinía, preguntól’ por qué fiziera aquello. El privado le
dixo que bien sabía cómol’ dixiera que se quería ir desterrar, et pues él así
lo quería fazer, que nunca quisiese Dios que él desconosçiesse cuanto bien
le feziera; et que así como de la onra et del bien que el rey obiera tomara
muy grant parte, que así era muy grant razón que de la lazeria et del dester-
ramiento que el rey quería tomar, que él otrosí tomase ende su parte. Et
pues el rey non se dolía de su muger et de su fijo et del regno et de lo que
acá dexava, que non era razón que se doliese él de lo suyo, et que iría con
él, et le serviría en manera que ningún omne non gelo pudiese entender, et
que aun él levava tanto aver metido en aquella su vestidura, que les avon-
daría asaz en toda su vida, et que, pues que a irse avían, que se fuesen ante
que pudiesen ser conosçidos.
Cuando el rey entendió todas aquellas cosas que aquel su privado le dizía,
tovo que gelo dizía todo con lealtad, et gradeçiógelo mucho, et contól’ toda
la manera en cómo oviera a seer engañado et que todo aquello le fiziera el
rey por le provar. Et así oviera a seer aquel privado engañado por mala
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cobdiçia, et quísol’ Dios guardar, et fue guardado por consejo del sabio que
tenía cativo en su casa.
Et vós, señor conde Lucanor, a menester que vos guardedes que non seades
engañado déste que tenedes por amigo; ca çierto sed que esto que vos dixo
que non lo fizo sinon por provar qué es lo que tiene en vos. Et conviene que
en tal manera fabledes con él, que entienda que queredes toda su pro et su
onra, et que non avedes cobdiçia de ninguna cosa de lo suyo; ca si omne
estas dos cosas non guarda a su amigo, non puede durar entre ellos el amor
luengamente.
El conde se falló por bien aconsejado del consejo de Patronio, su consejero,
et fízolo como él le consejara, et fallóse ende bien.
Et entendiendo don Johan que estos exiemplos eran muy buenos, fízolos
escribir en este libro, et fizo estos viesos en que se pone la sentençia de los
exiemplos. Et los viessos dizen assí:
Non vos engañedes, nin creades que, endonado,
faze ningún omne por otro su daño de grado.
Et los otros dizen assí:
Por la piadat de Dios et por buen consejo,
sale omne de coita et cunple su deseo.
Et la estoria deste exiemplo es ésta que se sigue:
Exemplo IIº
De lo que contesçió a un omne bueno con su fijo
Otra vez acaesçió que el conde Lucanor fablava con Patronio, su consejero,
et díxol’ cómo estava en grant coidado et en grand quexa de un fecho que
quería fazer, ca, si por aventura lo fiziese, sabía que muchas gentes le
travarían en ello; et otrosí, si non lo fiziese, que él mismo entendié quel’
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podrían travar en ello con razón. Et díxole cuál era el fecho et él rogól’
quel’ consejase lo que entendía que devía fazer sobre ello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, bien sé yo que vós fallaredes
muchos que vos podrían consejar mejor que yo, et a vos dio Dios muy buen
entendimiento, que sé que mi consejo que vos faze muy pequeña mengua;
mas pues lo queredes, dezirvos he lo que ende entiendo. Señor conde Lu-
canor -dixo Patronio-, mucho me plazería que parásedes mientes a un ex-
iemplo de una cosa que acaesçió una vegada a un omne bueno con su fijo.
El conde le rogó quel’ dixiese que cómo fuera aquello. Et Patronio dixo:
-Señor, assí contesçió que un omne bueno avía un fijo; como quier que era
moço segund sus días, era asaz de sotil entendimiento. Et cada que el padre
alguna cosa quería fazer, porque pocas son las cosas en que algún contrallo
non puede acaesçer, dizíal’ el fijo que en aquello que él quería fazer, que
veía él que podría acaesçer el contrario. Et por esta manera le partía de
fazer algunas cosas quel’ complían para su fazienda. Et vien cred que cu-
anto los moços son más sotiles de entendimiento, tanto son más aparejados
para fazer grandes yerros para sus faziendas; ca an entendimiento para
començar la cosa, mas non saben la manera como se puede acabar, et por
esto caen en grandes yerros, si non an qui los guarde dello. Et así, aquel
moço, por la sotileza que avía del entendimiento et quel’ menguava la
manera de saber fazer la obra complidamente, enbargava a su padre en
muchas cosas que avié de facer. Et de que el padre passó grant tiempo esta
vida con su fijo, lo uno por el daño que se le seguía de las cosas que se le
enbargavan de fazer, et lo ál, por el enojo que tomava de aquellas cosas que
su fijo le dizía, et señaladamente lo más, por castigar a su fijo et darle ex-
iemplo cómo fiziese en las cosas quel’ acaesçiesen adelante, tomó esta
manera segund aquí oiredes:
El omne bueno et su fijo eran labradores et moravan çerca de una villa. Et
un día que fazían ý mercado, dixo a su fijo que fuesen amos allá para com-
prar algunas cosas que avían mester; et acordaron de levar una vestia en
que lo traxiesen. Et yendo amos a mercado, levavan la vestia sin ninguna
carga et ivan amos de pie et encontraron unos omnes que vinían daquella
villa do ellos ivan. Et de que fablaron en uno et se partieron los unos de los
otros, aquellos omnes que encontraron conmençaron a departir ellos entre
sí et dizían que non les paresçían de buen recabdo aquel omne et su fijo,
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pues levavan la vestia descargada et ir entre amos de pie. El omne bueno,
después que aquello oyó, preguntó a su fijo que quel’ paresçía daquello que
dizían. Et el fijo dixo que le parescía que dizían verdat, que pues la vestía
iba descargada, que non era buen seso ir entre amos de pie. Et entonçe
mandó el omne bueno a su fijo que subiese en la vestia.
Et yendo así por el camino, fallaron otros omnes, et de que se partieron
dellos, conmençaron a dezir que lo errara mucho aquel omne bueno, porque
iva él de pie, que era viejo et cansado, et el moço, que podría sofrir lazeria,
iva en la vestia. Preguntó entonçe el omne bueno a su fijo que quel’
paresçía de lo que aquellos dizían; et él díxol’ quel’ paresçía que dizían
razón. Entonçes mandó a su fijo que diciese de la vestia et subió él en ella.
Et a poca pieça toparon con otros, et dixieron que fazía muy desaguisado
dexar el moço, que era tierno et non podría sofrir lazeria, ir de pie, et ir el
omne bueno, que era usado de pararse a las lazerias, en la vestia. Estonçe
preguntó el omne bueno a su fijo que quél’ paresçié desto que estos dizían.
Et el moço díxol’ que, segund él cuidava, quel’ dizían verdat. Estonce
mandó el omne bueno a su fijo que subiese en la vestia porque non fuese
ninguno dellos de pie.
Et yendo así, encontraron otros omnes et començaron a dezir que aquella
vestia en que ivan era tan flaca que abés podría andar bien por el camino, et
pues así era, que fazían muy grant yerro ir entramos en la vestia. Et el omne
bueno preguntó al su fijo que quél’ semejava daquello que aquellos omnes
buenos dizían; et el moço dixo a su padre quel’ semejava verdat aquello.
Estonçe el padre respondió a su fijo en esta manera:
-Fijo, bien sabes que cuando saliemos de nuestra casa, que amos veníamos
de pie et traíamos la vestia sin carga ninguna, et tú dizías que te semejava
que era bien. Et después, fallamos omnes en el camino que nos dixieron
que non era bien, et mandéte yo sobir en la vestia et finqué de pie; et tú
dixiste que era bien. Et después fallamos otros omnes que dixieron que
aquello non era bien, et por ende desçendiste tú et subí yo en la vestia, et tú
dixiste que era aquello lo mejor. Et porque los otros que fallamos dixieron
que non era bien, mandéte subir en la vestia conmigo; et tú dixiste que era
mejor que non fincar tú de pie et ir yo en la vestia. Et agora, estos que fal-
lamos dizen que fazemos yerro en ir entre amos en la vestia; et tú tienes
que dizen verdat. Et pues que assí es, ruégote que me digas qué es lo que
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podemos fazer en que las gentes non puedan travar; ca ya fuemos entramos
de pie, et dixieron que non fazíamos bien; et fu yo de pie et tú en la vestia,
et dixieron que errávamos; et fu yo en la vestia et tú de pie, et dixieron que
era yerro; et agora imos amos en la vestia, et dizen que fazemos mal. Pues
en ninguna guisa non puede ser que alguna destas cosas non fagamos, et ya
todas las fiziemos, et todos dizen que son yerro; et esto fiz yo porque to-
masses exiemplo de las cosas que te acaesçiessen en tu fazienda; ca çierto
sey que nunca farás cosa de que todos digan bien: ca si fuere buena la cosa,
los malos et aquellos que se les non sigue pro de aquella cosa, dirán mal
della; et si fuere la cosa mala, los buenos, que se pagan del bien, non po-
drían decir que es bien el mal que tú feziste. Et por ende, si tú quieres fazer
lo mejor et más a tu pro, cata que fagas lo mejor et lo que entendieres que
te cumple más, et sol que non sea mal, non dexes de lo fazer por reçelo de
dicho de las gentes; ca çierto es que las gentes a lo demás siempre fablan en
las cosas a su voluntad, et non catan lo que es más a su pro.
-Et vós, conde Lucanor, señor, en esto que me dezides que queredes fazer
et que reçelades que vos travarán las gentes en ello, et si non lo fazedes,
que esso mismo farán, pues me mandades que vos conseje en ello, el mi
consejo es éste: que ante que començedes el fecho, que cuidedes toda la pro
o el dapño que se vos puede ende seguir, et que non vos fiedes en vuestro
seso et que vos guardedes que vos non engañe la voluntad, et que vos con-
sejedes con los que entendiéredes que son de buen entendimiento et leales
et de buena poridat. Et si tal consejero non falláredes, guardat que vos non
arrebatedes a lo que oviéredes a fazer, a lo menos fasta que passe un día et
una noche, si fuere cosa que se non pierda por tiempo. Et de que estas cosas
guardáredes en lo que oviéredes de fazer, et lo falláredes que es bien et
vuestra pro, conséjovos yo que nunca lo dexedes de fazer por reçelo de lo
que las gentes podrían dello dezir.
El conde tovo por buen consejo lo que Patronio le consejava. El fízolo assí,
et fallóse ende bien.
Et cuando don Johan falló este exiemplo, mandólo escrivir en este libro, et
fizo estos viessos en que está avreviadamente toda la sentençia deste ex-
iemplo. Et los viessos dizen así:
Por dicho de las gentes,
sol que non sea mal,
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al pro tenet las mientes,
et non fagades ál.
Et la estoria deste exiemplo es ésta que se sigue:
Exemplo tercero
Del salto que fizo el rey Richalte de Inglaterra en la mar contra los
moros
Un día se apartó el conde Lucanor con Patronio, su consejero, et díxol’ así:
-Patronio, yo fío mucho en el vuestro entendimiento, et sé que lo que vós
non entendiéredes, o a lo que non pudiéredes dar consejo, que non a ningún
otro omne que lo pudiese açertar; por ende, vos ruego que me consejedes lo
mejor que vés entendiérdes en lo que agora vos diré:
Vós sabedes muy bien que yo non só ya muy mançebo, et acaesçióme assí:
que desde que fui nasçido fasta agora, que siempre me crié et visqué en
muy grandes guerras, a vezes con cristianos et a vezes con moros, et lo
demás sienpre lo ove con reys, mis señores et mis vezinos. Et cuando lo
ove con cristianos, como quier que sienpre me guardé que nunca se levan-
tase ninguna guerra a mi culpa, pero non se podía escusar de tomar muy
grant daño muchos que lo non meresçieron. Et lo uno por esto, et por otros
yerros que yo fiz contra nuestro señor Dios, et otrosí, porque veo que por
omne del mundo, nin por ninguna manera, non puedo un día solo ser se-
guro de la muerte, et só çierto que naturalmente, segund la mi edat, non
puedo vevir muy luengamente, et sé que he de ir ante Dios, que es tal juez
de que non me puedo escusar por palabras nin por otra manera, nin puedo
ser jubgado sinon por las buenas obras o malas que oviere fecho; et sé que
si por mi desaventura fuere fallado en cosa por que Dios con derecho aya
de ser contra mí, sé çierto que en ninguna manera non pudié escusar de ir a
las penas del Infierno en que sin fin avré a fincar, et cosa del mundo non
me podía ý tener pro, et si Dios me fiziere tanta merçed porque Él falle en
mí tal meresçimiento, porque me deva escoger para ser compañero de los
sus siervos et ganar el Paraíso, sé por çierto que a este bien et a este plazer
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et a esta gloria, non se puede comparar ningún otro plazer del mundo. Et
pues este bien et este mal tan grande non se cobra sinon por las obras,
ruégovos que, segund el estado que yo tengo, que cuidedes et me conse-
jedes la manera mejor que entendiéredes porque pueda fazer emienda a
Dios de los yerros que contra Él fiz, et pueda aver la su gracia.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, mucho me plaze de todas estas ra-
zones que avedes dicho, et señaladamente porque me dixiestes que en todo
esto vos consejase segund el estado que vós tenedes, ca si de otra guisa me
lo dixiéredes, bien cuidaría que lo dixiéredes por me provar segund la
prueva que el rey fezo a su privado que vos conté el otro día en el exiemplo
que vos dixe; mas plázeme mucho porque dezides que queredes fazer
emienda a Dios de los yerros que fiziestes, guardando vuestro estado et
vuestra onra; ca çiertamente, señor conde Lucanor, si vós quisiéredes dexar
vuestro estado et tomar vida de orden o de otro apartamiento, non po-
dríades escusar que vos non acaesciesçen dos cosas: la primera, que
seríades muy mal judgado de todas las gentes, ca todos dirían que lo
fazíades con mengua de coraçón et vos despagávades de bevir entre los
buenos; et la otra es que sería muy grant marabilia si pudiésedes sofrir las
asperezas de la orden, et si después la oviésedes a dexar o bevir en ella, non
la guardando como devíades, seervos ía muy grant daño para’l alma et
grant vergüença et grant denuesto para’l cuerpo et para el alma et para la
fama. Mas pues este bien queredes fazer, plazerme ía que sopiésedes lo que
mostró Dios a un hermitaño muy sancto de lo que avía de conteçer a él et al
rey Richalte de Englaterra.
El conde Lucanor le rogó quel’ dixiese que cómo fuera aquello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, un hermitaño era omne de muy
buena vida, et fazía mucho bien, et sufría grandes trabajos por ganar la gra-
cia de Dios. Et por ende, fízol’ Dios tanta merçed quel’ prometió et le ase-
guró que avría la gloria de Paraíso. El hermitaño gradesçió esto mucho a
Dios; et seyendo ya desto seguro, pidió a Dios por merçed quel’ mostrasse
quién avía de seer su compañero en Paraíso. Et como quier que el Nuestro
Señor le enviase dezir algunas vezes con el ángel que non fazía bien en le
demandar tal cosa, pero tanto se afincó en su petiçión, que tovo por bien
nuestro señor Dios del’ responder, et envióle dezir por su ángel que el rey
Richalte de Inglaterra et él serían compañones en Paraíso.
El Conde Lucanor
14
Desta razón non plogo mucho el hermitaño, ca él conosçía muy bien al rey
et sabía que era omne muy guerrero et que avía muertos et robados et de-
seredados muchas gentes, et sienpre le viera fazer vida muy contralla de la
suya, et aun, que paresçía muy alongado de la carrera de salvación; et por
esto estava el hermitaño de muy mal talante.
Et desque nuestro señor Dios lo vio así estar, enviól’ dezir con el su ángel
que non se quexase nin se marabillase de lo quel’ dixiera, ca çierto fuesse
que más serviçio fiziera a Dios et más meresçiera el rey Richalte en un
salto que saltara, que el hermitaño en cuantas buenas obras fiziera en su
vida.
El hermitaño se marabilló ende mucho, et preguntól’ cómo podía esto seer.
Et el ángel le dixo que sopiese que el rey de Françia et el rey de Inglaterra
et el rey de Navarra pasaron a Ultramar. Et el día que llegaron al puerto,
yendo todos armados para tomar tierra, bieron en la ribera tanta
muchedumbre de moros, que tomaron dubda si podrían salir a tierra. Es-
tonçe el rey de Françia envió dezir al rey de Inglaterra que viniese a aquella
nave a do él estava et que acordarían cómo avían de fazer. Et el rey de In-
glaterra, que estava en su cavallo, cuando esto oyó, dixo al mandadero del
rey de Françia quel’ dixiese de su parte que bien sabía que él avía fecho a
Dios muchos enojos et muchos pesares en este mundo et que sienpre le
pidiera merçed quel’ traxiese a tiempo quel’ fiziese emienda por el su
cuerpo, et que, loado a Dios, que veía el día que él deseava mucho; ca si
allí muriese, pues avía fecho la emienda que pudiera ante que de su tierra se
partiesse, et estava en verdadera penitencia, que era çierto quel’ avría Dios
merced al alma, et que si los moros fuessen vençidos, que tomaría Dios
mucho serviçio, et serían todos muy de buena ventura.
Et de que esta razón ovo dicha, acomendó el cuerpo et el alma a Dios et
pidiól’ merçed quel’ acorriesse, et signóse del signo de la sancta Cruz et
mandó a los suyos quel’ ayudassen. Et luego dio de las espuelas al cavallo
et saltó en la mar contra la ribera do estavan los moros. Et como quiera que
estavan cerca del puerto, non era la mar tan vaxa que el rey et el cavallo
non se metiessen todos so el agua en guisa que non paresçió dellos ninguna
cosa; pero Dios, así como señor tan piadoso et de tan grant poder, et
acordándose de lo que dixo en el Evangelio, que non quiere la muerte del
pecador sinon que se convierta et viva, acorrió entonçe al rey de Inglaterra,
El Conde Lucanor
15
libról’ de muerte para este mundo et diol’ vida perdurable para sienpre, et
escapól’ de aquel peligro del agua; et endereçó a los moros.
Et cuando los ingleses vieron fazer esto a su señor, saltaron todos en la mar
en pos dél et endereçaron todos a los moros. Cuando los françeses vieron
esto, tovieron que les era mengua grande, lo que ellos nunca solían sofrir,
et saltaron luego todos en la mar contra los moros. Et desque los vieron ve-
nir contra sí, et vieron que non dubdavan la muerte, et que vinían contra
ellos tan bravamente, non les osaron asperar, et dexáronles el puerto de la
mar et començaron a fuir. Et desque los christianos llegaron al puerto, ma-
taron muchos de los que pudieron alcançar et fueron muy bien andantes, et
fizieron dese camino mucho serviçio a Dios. Et todo este vien vino por
aquel salto que fizo el rey Richalte de Inglaterra.
Cuando el hermitaño esto oyó, plógol’ ende muncho et entendió quel’ fazía
Dios muy grant merçed en querer que fuesse él compañero en Paraíso de
omne que tal servicio fiziera a Dios, et tanto enxalçamiento en la fe
cathólica.
Et vós, señor conde Lucanor, si queredes servir a Dios et fazerle emienda
de los enojos quel’ avedes fecho, guisat que, ante que partades de vuestra
tierra, emendedes lo que avedes fecho a aquellos que entendedes que fezi-
estes algún daño. Et fazed penitençia de vuestros pecados, et non paredes
mientes al hufana del mundo sin pro, et que es toda vanidat, nin creades a
muchos que vos dirán que fagades mucho por la valía. Et esta valía dizen
ellos por mantener muchas gentes, et non catan si an de que lo pueden
complir, et non paran mientes cómo acabaron o cuántos fincaron de los que
non cataron sinon por esta que ellos llaman grant valía o cómo son pobla-
dos los sus solares. Et vós, señor conde Lucanor, pues dezides que queredes
servir a Dios et fazerle emienda de los enojos quel’ feziestes, non querades
seguir esta carrera que es de ufana et llena de vanidat. Mas, pues Dios vos
pobló en tierra quel’ podades servir contra los moros, tan bien por mar
como por tierra, fazet vuestro poder porque seades seguro de lo que
dexades en vuestra tierra. Et esto fincando seguro, et aviendo fecho
emienda a Dios de los yerros que fiziestes, porque estedes en verdadera
penitençia, porque de los bienes que fezierdes ayades de todos
meresçimiento, et faziendo esto podedes dexar todo lo ál, et estar sienpre
en serviçio de Dios et acabar así vuestra vida. Et faziendo esto, tengo que
ésta es la mejor manera que vós podedes tomar para salvar el alma, guar-
El Conde Lucanor
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dando vuestro estado et vuestra onra. Et devedes crer que por estar en
servicio de Dios non morredes ante, nin bivredes más por estar en vuestra
tierra. Et si muriéredes en serviçio de Dios, biviendo en la manera que vos
yo he dicho, seredes mártir et muy bien aventurado, et aunque non murades
por armas, la buena voluntat et las buenas obras vos farán mártir, et aun los
que mal quisieren dezir, non podrían; ca ya todos veyen que non dexades
nada de lo que devedes fazer de cavallería, mas queredes seer cavallero de
Dios et dexades de ser cavallero del diablo et de la ufana del mundo, que es
falleçedera.
Agora, señor conde, vos he dicho el mío consejo segund me lo pidiestes, de
lo que yo entiendo cómo podedes mejor salvar el alma segund el estado que
tenedes. Et semejaredes a lo que fizo el rey Richalte de Inglaterra en el
sancto et bien fecho que fizo.
Al conde Lucanor plogo mucho del consejo que Patronio le dio, et rogó a
Dios quel’ guisase que lo pueda fazer como él lo dizía et como el conde lo
tenía en coraçón.
Et veyendo don Johan que este exiemplo era bueno, mandólo poner en este
libro, et fizo estos viessos en que se entiende abreviadamente todo el
enxienplo. Et los viesos dizen así:
Qui por cavallero se toviere,
más deve desear este salto,
que non si en la orden se metiere,
o se ençerrasse tras muro alto.
Et la estoria deste exiemplo es ésta que se sigue:
Exemplo IVº
De lo que dixo un genovés a su alma, cuando se ovo de morir
Un día fablava el conde Lucanor con Patronio, su consegero, et contával’
su fazienda en esta manera:
El Conde Lucanor
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-Patronio, loado a Dios, yo tengo mi fazienda assaz en buen estado et en
paz, et he todo lo que me cumple, segund mis vezinos et mis eguales, et por
aventura más.
Et algunos conséjanme que comiençe un fecho de muy grant aventura, et
yo he grant voluntad de fazer aquello que me consejan; pero por la fiança
que en vos he, non lo quise començar fasta que fablase conbusco et vos ro-
gasse que me consejásedes lo que fiziese en ello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, para que vós fagades en este fecho
lo que vos más cunple, plazerme ía mucho que sopiésedes lo que conteçió a
un genués.
El conde le rogó quel’ dixiesse cómo fuera aquello.
Patronio le dixo:
-Señor conde Lucanor: un genués era muy rico et muy bien andante, se-
gund sus vezinos. Et aquel genués adolesçió muy mal, et de que entendió
que non podía escapar de la muerte, fizo llamar a sus parientes et a sus
amigos; et desque todos fueron con él, envió por su muger et sus fijos; et
assentósse en un palaçio muy bueno donde paresçía la mar et la tierra; et
fizo traer ante sí todo su tesoro et todas sus joyas, et de que todo lo tovo
ante sí, conmençó en manera de trebejo a fablar con su alma en esta guisa:
-Alma, yo beo que tú te quieres partir de mí, et non sé por qué lo fazes; ca
si tú quieres muger et fijos, bien los vees aquí delante tales de que te deves
tener por pagada; et si quisieres parientes et amigos, ves aquí muchos et
muy buenos et mucho onrados; et si quieres muy grant tesoro de oro et de
plata et de piedras preçiosas et de joyas et de paños et de merchandías, tú
tienes aquí tanto dello que te non faze mengua aver más; et si tú quieres
naves et galeas que te ganen et te trayan muy grant aver et muy grant onra,
veeslas aquí, ó están en la mar que paresçe deste mi palaçio; et si quieres
muchas heredades et huertas, et muy fermosas et muy delectosas, véeslas ó
paresçen destas finiestras; et si quieres cavallos et mulas, et aves et canes
para caçar et tomar plazer, et joglares para te fazer alegría et solaz, et muy
buena posada, mucho apostada de camas et de estrados et de todas las otras
cosas que son ý mester; de todas estas cosas a ti non te mengua nada; et
El Conde Lucanor
18
pues tú as tanto bien et non te tienes ende por pagada nin puedes sofrir el
bien que tienes, pues con todo esto non quieres fincar et quieres buscar lo
que non sabes, de aquí adelante ve con la ira de Dios, et será muy nesçio
qui de ti se doliere por mal que te venga.
Et vós, señor conde Lucanor, pues, loado a Dios, estades en paz et con bien
et con onra, tengo que non faredes buen recabdo en abenturar esto et
començar lo que dezides que vos consejan; ca por aventura estos vuestros
consejeros vos lo dizen porque saben que desque en tal fecho vos ovieren
metido, que por fuerça abredes a fazer lo que ellos quisieren et que avredes
a seguir su voluntad desque fuéredes en el grant mester, así como siguen
ellos la vuestra agora que estades en paz. Et por aventura cuidan que por el
vuestro pleito endereçarán ellos sus faziendas, lo que se les non guisa en
cuanto vos vivierdes en asusiego, et conteçervos ía lo que dezía el genués a
la su alma; mas, por el mi consejo, en cuanto pudierdes aver paz et assos-
siego a vuestra onra, et sin vuestra mengua, non vos metades en cosa que lo
ayades todo aventurar.
Al conde plogo mucho del consejo que Patronio le dava. Et fízolo así, et
fallóse ende bien.
Et cuando don Johan falló este exiemplo, tóvolo por bueno et non quiso
fazer viessos de nuebo, sinon que puso ý una palabra que dizen las viejas
en Castiella. Et la palabra dize así:
Quien bien se siede non se lieve.
Et la istoria deste exemplo es ésta que se sigue:
Exemplo quinto
De lo que contesçió a un raposo con un cuervo que tenié un pedaço de
queso en el pico
Otra vez fablava el conde Lucanor con Patronio, su consejero, et díxol’
assí:
El Conde Lucanor
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-Patronio, un omne que da a entender que es mi amigo, me començó a loar
mucho, dándome a entender que avía en mí muchos complimientos de onra
et de poder et de muchas vondades. Et de que con estas razones me falagó
cuanto pudo, movióme un pleito, que en la primera vista, segund lo que yo
puedo entender, que paresçe que es mi pro.
Et contó el conde a Patronio cuál era el pleito quel’ movía; et como quier
que paresçía el pleito aprovechoso, Patronio entendió el engaño que yazía
ascondido so las palabras fremosas. Et por ende dixo al conde:
-Señor conde Lucanor, sabet que este omne vos quiere engañar, dándovos a
entender que el vuestro poder et el vuestro estado es mayor de cuanto es la
verdat. Et para que vos podades guardar deste engaño que vos quiere fazer,
plazerme ía que sopiésedes lo que contesçió a un cuervo con un raposo.
Et el conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, el cuervo falló una vegada un grant
pedaço de queso et subió en un árbol porque pudiese comer el queso más a
su guisa et sin reçelo et sin enbargo de ninguno. Et en cuanto el cuervo assí
estava, passó el raposo por el pie del árbol, et desque vio el queso que el
cuervo tenía, començó a cuidar en cuál manera lo podría levar de’l. Et por
ende començó a fablar con él en esta guisa:
-Don Cuervo, muy gran tiempo ha que oí fablar de vós et de la vuestra
nobleza, et de la vuestra apostura. Et como quiera que vos mucho busqué,
non fue la voluntat de Dios, nin la mi ventura, que vos pudiesse fallar fasta
agora, et agora que vos veo, entiendo que a mucho más bien en vos de cu-
anto me dizían. Et porque veades que non vos lo digo por lesonja, también
como vos diré las aposturas que en vos entiendo, también vos diré las cosas
en que las gentes tienen que non sodes tan apuesto. Todas las gentes tienen
que la color de las vuestras péñolas et de los ojos et del pico et de los pies
et de las uñas, que todo es prieto, et por que la cosa prieta non es tan
apuesta como la de otra color, et vós sodes todo prieto, tienen las gentes
que es mengua de vuestra apostura, et non entienden cómo yerran en ello
mucho; ca como quier que las vuestras péñolas son prietas, tan prieta e tan
luzia es aquella pretura, que torna en india, como péñolas de pavón, que es
la más fremosa ave del mundo; et como quier que los vuestros ojos son
prietos, cuanto para ojos, mucho son más fremosos que otros ojos ningu-
El Conde Lucanor
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nos, ca la propriedat del ojo non es sinon ver, et porque toda cosa prieta co-
norta el viso, para los ojos, los prietos son los mejores, et por ende son más
loados los ojos de la ganzela, que son más prietos que de ninguna otra ani-
malia. Otrosí, el vuestro pico et las vuestras manos et uñas son fuertes más
que de ninguna ave tanmaña como vós. Otrosí, en el vuestro buelo avedes
tan grant ligereza, que vos non enbarga el viento de ir contra él, por rezio
que sea, lo que otra ave non puede fazer tan ligeramente como vós. Et bien
tengo que, pues Dios todas las cosas faze con razón, que non consintría
que, pues en todo sodes tan complido, que oviese en vos mengua de non
cantar mejor que ninguna otra ave. Et pues Dios me fizo tanta merçet que
vos veo, et sé que ha en vos más bien de cuanto nunca de vos oí, si yo pu-
diesse oír de vos el vuestro canto, para siempre me ternía por de buena
ventura.
Et señor conde Lucanor, parat mientes que maguer que la entençión del ra-
poso era para engañar al cuervo, que sienpre las sus razones fueron con
verdat. Et set çierto que los engaños et damños mortales siempre son los
que se dizen con verdat engañosa.
Et desque el cuervo vio en cuantas maneras el raposo le alabava, et cómo le
dizía verdat en todas creó que asíl’ dizía verdat en todo lo ál, et tovo que
era su amigo, et non sospechó que lo fazía por levar de’l el queso que tenía
en el pico, et por las muchas buenas razones quel’ avía oído, et por los
falagos et ruegos quel’ fiziera porque cantase, avrió el pico para cantar. Et
desque el pico fue avierto para cantar, cayó el queso en tierra, et tomólo el
raposo et fuese con él; et así fincó engañado el cuervo del raposo, creyendo
que avía en sí más apostura et más complimiento de cuanto era la verdat.
Et vós, señor conde Lucanor, como quier que Dios vos fizo assaz merçet en
todo, pues beedes que aquel omne vos quiere fazer entender que avedes
mayor poder et mayor onra o más vondades de cuanto vós sabedes que es
la verdat, entendet que lo faze por vos engañar, et guardat vos de’l et fare-
des como omne de buen recabdo.
Al conde plogo mucho de lo que Patronio le dixo, et fízolo assí. Et con su
consejo fue él guardado de yerro.
El Conde Lucanor
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Et porque entendió don Johan que este exiemplo era muy bueno, fízolo es-
crivir en este libro, et fizo estos viessos, en que se entiende avreviadamente
la entención de todo este exiemplo. Et los viessos dizen así:
Qui te alaba con lo que non es en ti,
sabe que quiere levar lo que as de ti.
Et la estoria deste enxemplo es ésta que se sigue:
Exemplo VIº
De lo que contesçió a la golondrina con las otras aves cuando vio
sembrar el lino
Un día fablava el conde Lucanor con Patronio, su consejero, et díxol’:
-Patronio, a mí dizen que unos mis vezinos, que son más poderosos que yo,
se andan ayuntando et faziendo muchas maestrías et artes con que me
puedan engañar et fazer mucho damno; et yo non lo creo, nin me reçelo
ende; pero por el buen entendimiento que vós avedes, quiérovos preguntar
que me digades si entendedes que devo fazer alguna cosa sobresto.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, para que en esto fagades lo que yo
entiendo que vos cumple, plazerme ía mucho que sopiésedes lo que con-
tesçió a la golondrina con las otras aves.
El conde Lucanor le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, la golondrina vido que un omne
senbrava lino, et entendió, por el su buen entendimiento, que si aquel lino
nasçiesse, podrían los omnes fazer redes et lazos para tomar las aves. Et
luego fuesse para las aves et fízolas ayuntar, et díxoles en cómo el omne
senbrava aquel lino et que fuesen çiertas que si aquel lino nasçiesse, que se
les seguiría ende muy grant dampno et que les consejava que ante que el
lino nasçiesse que fuessen allá et que lo arrincassen. Ca las cosas son
El Conde Lucanor
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ligeras de se desfazer en el comienço et después son muy más graves de se
desfazer. Et las aves tovieron esto en poco et non lo quisieron fazer. Et la
golondrina les afincó desto muchas veces, fasta que vio que las aves non se
sintían desto, nin davan por ello nada, et que el lino era ya tan cresçido que
las aves non lo podrían arrancar con las manos nin con los picos. Et desque
esto vieron las aves, que el lino era cresçido, et que non podían poner con-
sejo al daño que se les ende seguiría, arripintiéronse ende mucho por que
ante non avían ý puesto consejo. Pero el repintimiento fue a tiempo que
non podían tener ya pro.
Et ante desto, cuando la golondrina vio que non querían poner recabdo las
aves en aquel daño que les vinía, fuesse para’l omne, et metiósse en su po-
der et ganó de’l segurança para sí et para su linage. Et después acá biven
las golondrinas en poder de los omnes et son seguras dellos. Et las otras
aves que se non quisieron guardar, tómanlas cada día con redes et con la-
zos.
-Et vós, señor conde Lucanor, si queredes ser guardado deste dampno que
dezides que vos puede venir, apercebitvos et ponet ý recabdo, ante que el
daño vos pueda acaesçer. Ca non es cuerdo el que vee la cosa desque es
acaesçida, mas es cuerdo el que por una señaleja o por un movimiento
cualquier entiende el daño quel’ puede venir et pone ý consejo porque nol’
acaezca.
Al conde plogo esto mucho, et fízolo segund Patronio le consejó et fallóse
ende bien.
Et porque entendió don Johan que este enxienplo era muy bueno fízole po-
ner en este libro et fizo estos viessos que dizen assí:
En el comienço deve omne partir
el daño que non le pueda venir.
Et la istoria deste exiemplo es ésta que se sigue:
El Conde Lucanor
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Exemplo VIIº
De lo que contesçió a una muger quel’ dizién doña Truhana
Otra vez fablava el conde Lucanor con Patronio en esta guisa:
-Patronio, un omne me dixo una razón et amostróme la manera cómo po-
dría seer. Et bien vos digo que tantas maneras de aprovechamiento ha en
ella que, si Dios quiere que se faga assí como me él dixo, que sería mucho
mi pro; ca tantas cosas son que nasçen las unas de las otras, que al cabo es
muy grant fecho además.
Et contó a Patronio la manera cómo podría seer. Desque Patronio entendió
aquellas razones, respondió al conde en esta manera:
-Señor conde Lucanor, siempre oí dezir que era buen seso atenerse omne a
las cosas çiertas et non a las vanas fuzas, ca muchas vezes a los que se
atienen a las fuzas, contésçeles lo que contesçió a doña Truana.
Et el conde preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, una muger fue que avié nombre doña Truana
et era asaz más pobre que rica, et un día iva al mercado et levava una olla
de miel en la cabeça. Et yendo por el camino, començó a cuidar que ven-
dría aquella olla de miel et que compraría una partida de huevos, et de
aquellos huevos nazçirían gallinas et depués, de aquellos dineros que val-
drían, conpraría ovejas, et assí fue comprando de las ganancias que faría,
fasta que fallóse por más rica que ninguna de sus vezinas.
Et con aquella riqueza que ella cuidava que avía, asmó cómo casaría sus
fijos et sus fijas, et cómo iría aguardada por la calle con yernos et con
nueras, et cómo dizían por ella cómo fuera de buena ventura en llegar a tan
grant riqueza, seyendo tan pobre como solía seer.
Et pensando en esto començó a reír con grand plazer que avía de la su
buena andança, et, en riendo, dio con la mano en su fruente, et entonçes
cayól’ la olla de la miel en tierra, et quebróse. Cuando vio la olla quebrada,
començó a fazer muy grant duelo, toviendo que avía perdido todo lo que
El Conde Lucanor
24
cuidava que avría si la olla non le quebrara. Et porque puso todo su
pensamiento por fuza vana, non se fizo al cabo nada de lo que ella cuidava.
Et vós, señor conde, si queredes que lo que vos dixieren et lo que vós cui-
dardes sea todo cosa çierta, cred et cuidat sienpre todas cosas tales que sean
aguisadas et non fuzas dubdosas et vanas. Et si las quisierdes provar, guar-
datvos que non aventuredes nin pongades de lo vuestro cosa de que vos
sintades por fiuza de la pro de lo que non sodes çierto.
Al conde plogo de lo que Patronio le dixo, et fízolo assí et fallóse ende
bien.
Et porque don Johan se pagó deste exienplo, fízolo poner en este libro et
fizo estos viessos que dizen assí:
A las cosas çiertas vos comendat
et las fuizas vanas dexat.
Et la istoria deste exiemplo es ésta que sigue:
Exemplo VIIIº
De lo que contesçió a un omne que avían de alimpiar el fígado
Otra vez fablava el conde Lucanor con Patronio, su consegero, et díxole
assí:
-Patronio, sabet que como quier que Dios me fizo mucha merced en
muchas cosas, que estó agora mucho afincado de mengua de dineros. Et
como quiera que me es tan grave de lo fazer como la muerte, tengo que
avié a vender una de las heredades del mundo de que he más duelo, o fazer
otra cosa que me será grand daño como esto. Et averlo he de fazer por salir
agora desta lazeria et desta cuita en que estó. Et faziendo yo esto, que es tan
grant mío daño, vienen a mí muchos omnes, que sé que lo pueden muy bien
escusar, et demándanme, que les dé estos dineros que me cuestan tan caros.
El Conde Lucanor
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Et por el buen entendimiento que Dios en vos puso, ruégovos que me di-
gades lo que vos paresçe que devo fazer en esto.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, paresçe a mí que vos contesçe con
estos omnes como contesçió a un omne que era muy mal doliente.
Et el conde le rogó quel’ dixiesse cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, un omne era muy mal doliente, assí quel’
dixieron los físicos que en ninguna guisa non podía guaresçer si non le
feziessen una avertura por el costado, et quel’ sacassen el fígado por él, et
que lo lavassen con unas melezinas que avía mester, et quel’ alinpiassen de
aquellas cosas porque el fígado estava maltrecho. Estando él sufriendo este
dolor et teniendo el físico el fígado en la mano, otro omne que estava ý
çerca de’l començó de rogarle quel’ diesse de aquel fígado para un su gato.
Et vós, señor conde Lucanor, si queredes fazer muy grand vuestro daño por
aver dineros et darlos do se deven escusar, dígovos que lo podiedes fazer
por vuestra voluntad, mas nunca lo faredes por el mi consejo.
Al conde plogo de aquello que Patronio dixo, et guardóse ende dallí
adelante, et fallóse ende bien.
Et porque entendió don Johan que este exiemplo era bueno, mandólo es-
crivir en este libro et fizo estos viessos que dizen assí.
Si non sabedes qué devedes dar,
a grand daño se vos podría tornar.
Et la istoria deste exiemplo es ésta que se sigue:
Exemplo IXº
De lo que contesçió a los dos cavallos con el león
Un día fablava el conde Lucanor con Patronio, su consegero, en esta guisa:
El Conde Lucanor
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-Patronio, grand tiempo ha que yo he un enemigo de que me vino mucho
mal, et esso mismo ha él de mí, en guisa que, por las obras et por las vol-
untades, estamos muy mal en uno. Et agora acaesçió assí: que otro omne
muy más poderoso que nos entramos va començando algunas cosas de que
cada uno de nos reçela quel’ puede venir muy grand daño. Et agora aquel
mío enemigo envióme dezir que nos aviniéssemos en uno, para nos de-
fender daquel otro que quiere ser contra nos; ca si amos fuéremos ayunta-
dos, es çierto que nos podremos defender; et si el uno de nos se desvaría
del otro, es çierto que cualquier de nos que quiere estroir aquel de que nos
reçelamos, que lo puede fazer ligeramente. Et de que el uno de nos fuere
estroído, cualquier de nos que fincare sería muy ligero de estroir. Et yo
agora estó en muy grand duda de este fecho: ca de una parte me temo
mucho que aquel mi enemigo me querría engañar, et si él una vez en su po-
der me toviesse, non sería yo bien seguro de la vida; et si grant amor
pusiéremos en uno, non se puede escusar de fiar yo en él, et él en mí. Et
esto me faze estar en grand reçelo. De otra parte, entiendo que si non
fuéremos amigos assí como me lo envía rogar, que nos puede venir muy
grand daño por la manera que vos ya dixe. Et por la grant fiança que yo he
en vos et en el vuestro buen entendimiento, ruégovos que me consejedes lo
que faga en este fecho.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, este fecho es muy grande et muy
peligroso, et para que mejor entendades lo que vos cumplía de fazer, plaz-
erme ía que sopiéssedes lo que contesçió en Túnez a dos cavalleros que bi-
vían con el infante don Enrique.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, dos cavalleros que vivían con el infante don
Enrique en Túnes eran entramos muy amigos et posavan siempre en una
posada. Et estos dos cavalleros non tenían más de sendos cavallos, et assí
como los cavalleros se querían muy grand bien, bien assí los cavallos se
querían muy grand mal. Et los cavalleros non eran tan ricos que pudiessen
mantener dos posadas, et por la malquerençia de los cavallos non podían
posar en una posada, et por esto avían a vevir vida muy enojosa. Et de que
esto les duró un tiempo et vieron que non lo podían más sofrir, contaron su
fazienda a don Enrique et pediéronle por merçed que echase aquellos
cavallos a un león que el rey de Túnez tenía.
El Conde Lucanor
27
Don Enrique les gradesçió lo que dezían muy mucho, et fabló con el rey de
Túnez. Et fueron los cavallos muy bien pechados a los cavalleros, et
metiéronlos en un corral do estava el león. Cuando los cavallos se vieron en
el corral, ante que el león saliesse de la casa do yazía ençerrado, comen-
çáronse a matar lo más bravamente del mundo. Et estando ellos en su pel-
lea, abrieron la puerta de la casa en que estava el león, et de que salió al
corral et los cavallos lo vieron, començaron a tremer muy fieramente et
poco a poco fuéronse legando el uno al otro. Et desque fueron entramos
juntados en uno, estovieron así una pieça, et endereçaron entramos al león
et paráronlo tal a muessos et a coçes que por fuerça se ovo de ençerrar en la
casa donde saliera. Et fincaron los cavallos sanos, que les non fizo ningún
mal el león. Et después fueron aquellos cavallos tan bien avenidos en uno,
que comién muy de grado en un pesebre et estavan en uno en casa muy pe-
queña. Et esta avenençia ovieron entre sí por el grant reçelo que ovieron del
león.
-Et vós, señor conde Lucanor, si entendedes que aquel vuestro enemigo a
tan grand reçelo de aquel otro de que se reçela, et a tan grand mester a vos
porque forçadamente aya de olbidar cuanto mal passó entre vós et él, et en-
tiende que sin vos non se puede bien defender, tengo que assí como los
cavallos se fueron poco a poco ayuntando en uno fasta que perdieron el
reçelo et fueron bien seguros el uno del otro, que assí devedes vós, poco a
poco, tomar fiança et afazimiento con aquel vuestro enemigo. Et si fal-
lardes en él sienpre buena obra et leal, en tal manera que seades bien çierto
que en ningún tiempo, por bien quel’ vaya, que nunca vos verná de’l daño,
estonçe faredes bien et será vuestra pro de vos ayudar porque otro omne
estraño non vos conquiera nin vos estruya. Ca mucho deven los omnes
fazer et sofrir a sus parientes et a sus vezinos porque non sean maltraídos
de los otros estraños. Pero si vierdes que aquel vuestro enemigo es tal o de
tal manera, que desque lo oviésedes ayudado en guisa que saliese por vos
de aquel peliglo, que después que lo suyo fuesse en salvo, que sería contra
vos et non podríades de’l ser seguro; si él tal fuer, faríades mal seso en le
ayudar, ante tengo quel’ devedes estrañar cuanto pudierdes; ca pues viestes
que seyendo él en tan grand quexa, non quiso olvidar el mal talante que vos
avía, et entendiestes que vos lo tenía guardado para cuando viesse su
tiempo que vos lo podría fazer, bien entendedes vós que non vos dexa logar
para fazer ninguna cosa porque salga por vos de aquel grand peliglo en que
está.
El Conde Lucanor
28
Al conde plogo desto que Patronio dixo, et tovo quel’ dava muy buen con-
sejo.
Et porque entendió don Johan que este exiemplo era bueno, mandólo es-
crivir en este libro et fizo estos viessos que dizen assí:
Guardatvos de seer conquerido del estraño
seyendo del vuestro bien guardado de daño.
Et la istoria deste exiemplo es ésta que se sigue:
Exemplo Xº
De lo que contesçió a un omne que por pobreza et mengua de otra vi-
anda comía atramuzes
Otro día fablava el conde Lucanor con Patronio en esta manera:
-Patronio, bien conosco a Dios que me a fecho muchas merçedes, más
quel’ yo podría servir, et en todas las otras cosas entiendo que está la mi
fazienda asaz con bien et con onra; pero algunas vegadas me contesçe de
estar tan afincado de pobreza que me paresçe que quería tanto la muerte
como la vida. Et ruégovos que algún conorte me dedes para esto.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, para que vos conortedes cuando tal
cosa vos acaesçiere, sería muy bien que sopiésedes lo que acaesçió a dos
omnes que fueron muy ricos.
El conde le rogó quel’ dixiesse cómo fuera aquello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, de estos dos omnes, el uno dellos
llegó a tan grand pobreza que non fincó en el mundo cosa que pudiese
comer. Et desque fizo mucho por buscar alguna cosa que comiesse, non
pudo aver cosa del mundo sinon una escudiella de atramizes. Et acordán-
dose de cuando rico era et solía ser, que agora con fambre et con mengua
El Conde Lucanor
29
avía de comer los atramizes, que son tan amargos et de tan mal sabor,
començó de llorar muy fieramente, pero con la grant fambre començó de
comer de los atramizes, et en comiéndolos, estava llorando et echava las
cortezas de los atramizes en pos sí. Et él estando en este pesar et en esta
coita, sintió que estava otro omne en pos de’l et bolbió la cabeça et vio un
omne cabo de’l que estava comiendo las cortezas de los atramizes que él
echava en pos de sí, et era aquél de que vos fablé desuso.
Et cuando aquello vio el que comía los atramizes, preguntó a aquél que
comía las cortezas que por qué fazía aquello. Et él dixo que sopiese que
fuera muy más rico que él, et que agora avía llegado a tan grand pobreza et
en tan grand fanbre quel’ plazía mucho cuando fallava aquellas cortezas
que él dexava. Et cuando esto vio el que comía los atramizes, conortóse,
pues entendió que otro avía más pobre que él, et que avía menos razón por-
que lo devíe seer. Et con este conorte, esforçósse et ayudól’ Dios, et cató
manera en cómo saliesse de aquella pobreza, et salió della et fue muy bien
andante.
Et, señor conde Lucanor, devedes saber que el mundo es tal, et aunque
nuestro señor Dios lo tiene por bien, que ningún omne non aya complida-
mente todas las cosas. Mas, pues en todo lo ál vos faze Dios merçed et est-
ades con vien et con onra, si alguna vez vos menguare dineros o es-
tudierdes en afincamiento, non desmayedes por ello, et cred por çierto que
otros más onrados et más ricos que vós estarán tan afincados, que se ternién
por pagados si pudiessen dar a sus gentes et les diessen aún muy menos de
cuanto vos les dades a las vuestras.
Al conde plogo mucho desto que Patronio dixo, et conortóse, et ayudóse él,
et ayudól’ Dios, et salió muy bien de aquella quexa en que estava.
Et entendiendo don Johan que este exiemplo era muy bueno, fízolo poner
en este libro et fizo estos viessos que dizen assí:
Por pobreza nunca desmayedes,
pues otros más pobres que vos veredes.
Et la istoria deste exiemplo es ésta que se sigue:
El Conde Lucanor
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Exemplo XIº
De lo que contesçió a un deán de Sanctiago con don Illán, el grand
maestro de Toledo
Otro día fablava el conde Lucanor con Patronio, et contával’ su fazienda en
esta guisa:
-Patronio, un omne vino a me rogar quel’ ayudasse en un fecho que avía
mester mi ayuda, et prometióme que faría por mí todas las cosas que fues-
sen mi pro et mi onra. Et yo començél’ a ayudar cuanto pude en aquel
fecho. Et ante que el pleito fuesse acabado, teniendo él que ya el su pleito
era librado, acaesçió una cosa en que cumplía que la fiziesse por mí, et
roguél’ que la fiziesse et él púsome escusa. Et después acaesçió otra cosa
que pudiera fazer por mí, et púsome escusa como a la otra; et esto me fizo
en todo lo quel’ rogué que’l fiziesse por mí. Et aquel fecho porque él me
rogó non es aún librado, nin se librará si yo non quisiere. Et por la fiuza
que yo he en vós et en el vuestro entendimiento, ruégovos que me conse-
jedes lo que faga en esto.
-Señor conde -dixo Patronio-, para que vós fagades en esto lo que vos de-
vedes, mucho querría que sopiésedes lo que contesçió a un deán de Sancti-
ago con don Illán, el grand maestro que morava en Toledo.
Et el conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, en Sanctiago avía un deán que avía muy
grant talante de saber el arte de la nigromançía, et oyó dezír que don Illán
de Toledo sabía ende más que ninguno que fuesse en aquella sazón; et por
ende vínose para Toledo para aprender de aquella sciençia. Et el día que
llegó a Toledo, adereçó luego a casa de don Illán et fallólo que estava lley-
endo en una cámara muy apartada; et luego que legó a él, reçibiólo muy
bien et díxol’ que non quería quel’ dixiesse ninguna cosa de lo porque
venía fasta que oviese comido. Et pensó muy bien de’l et fizol’ dar muy
buenas posadas et todo lo que ovo mester, et diol’ a entender quel’ plazía
mucho con su venida.
Et después que ovieron comido, apartósse con él, et contól’ la razón porque
allí viniera, et rogól’ muy afincadamente quel’ mostrasse aquella sciençia
El Conde Lucanor
31
que él avía muy grant talante de la aprender. Et don Illán díxol’ que él era
deán et omne de grand guisa et que podía llegar a grand estado -et los om-
nes que grant estado tienen, de que todo lo suyo an librado a su voluntad,
olbidan mucho aína lo que otrie a fecho por ellos- et él que se reçelava que
de que él oviesse aprendido de’l aquello que él quería saber, que non le
faría tanto bien como él le prometía. Et el deán le prometió et le asseguró
que de cualquier vien que él oviesse, que nunca faría sinon lo que él man-
dasse.
Et en estas fablas estudieron desque ovieron yantado fasta que fue ora de
çena. De que su pleito fue bien assossegado entre ellos, dixo don Illán al
deán que aquella sçiençia non se podía aprender sinon en lugar mucho
apartado et que luego essa noche le quería amostrar do avían de estar fasta
que oviesse aprendido aquello que él quería saber. Et tomól’ por la mano et
levól’ a una cámara. Et en apartándose de la otra gente, llamó a una man-
çeba de su casa et díxol’ que toviesse perdizes para que çenassen essa no-
che, mas que non las pusiessen a assar fasta que él gelo mandasse.
Et desque esto ovo dicho, llamó al deán; et entraron entramos por una es-
calera de piedra muy bien labrada et fueron descendiendo por ella muy
grand pieça, en guisa que paresçía que estavan tan vaxos que passaba el río
de Tajo por çima dellos. Et desque fueron en cabo del escalera, fallaron una
possada muy buena, et una cámara mucho apuesta que ý avía, ó estavan los
libros et el estudio en que avían de leer. De que se assentaron, estavan
parando mientes en cuáles libros avían de començar. Et estando ellos en
esto, entraron dos omnes por la puerta et diéronle una carta quel’ enviava el
arçobispo, su tío, en quel’ fazía saber que estava muy mal doliente et quel’
enviava rogar que sil’ quería veer vivo, que se fuesse luego para él. Al deán
pesó mucho con estas nuebas; lo uno, por la dolençia de su tío; et lo ál,
porque reçeló que avía de dexar su estudio que avía començado. Pero puso
en su coraçón de non dexar aquel estudio tan aína, et fizo sus cartas de re-
puesta et enviólas al arçobispo, su tío.
Et dende a tres o cuatro días llegaron otros omnes a pie que traían otras
cartas al deán en quel’ fazían saber que el arçobispo era finado, et que esta-
van todos los de la eglesia en su eslección et que fiavan, por la merçed de
Dios, que eslerían a él, et por esta razón que non se quexasse de ir a lla
eglesia; ca mejor era para él en quel’ esleciessen seyendo en otra parte que
non estando en la eglesia.
El Conde Lucanor
32
Et dende a cabo de siete o de ocho días, vinieron dos escuderos muy bien
vestidos et muy bien aparejados, et cuando llegaron a él, vesáronle la mano
et mostráronle las cartas en cómo le avían esleído por arçobispo. Cuando
don Illán esto oyó, fue al electo et díxol’ cómo gradescía mucho a Dios
porque estas buenas nuebas le llegaran a su casa, et pues Dios tanto bien le
fiziera, quel’ pedía por merçed que el deanadgo que fincava vagado que lo
diesse a un su fijo. Et el electo díxol’ quel’ rogava quel’ quisiesse consentir
que aquel deanadgo que lo oviesse un su hermano; mas que él le faría bien,
en guisa que él fuesse pagado, et quel’ rogava que fuesse con él para Sanc-
tiago et que levasse aquel su fijo. Don Illán dixo que lo faría.
Fuéronse para Sanctiago. Cuando ý llegaron, fueron muy bien reçebidos et
mucho onradamente. Et desque moraron ý un tiempo, un día llegaron al
arçobispo mandaderos del Papa con sus cartas en cómol’ dava el obispado
de Tolosa, et quel fazía gracia que pudiesse dar el arçobispado a qui quisi-
esse. Cuando don Illán oyó esto, retrayéndol’ mucho afincadamente lo que
con él avía passado, pidiól’ merçed quel’ diesse a su fijo; et el arçobispo le
rogó que consentiesse que lo oviesse un su tío, hermano de su padre. Et don
Illán dixo que bien entendié quel’ fazía gran tuerto, pero que esto que lo
consintía en tal que fuesse seguro que gelo emendaría adelante. Et el obispo
le prometió en toda guisa que lo faría assí, et rogól’ que fuesse con él a
Tolosa et que levasse su fijo.
Et desque llegaron a Tolosa, fueron muy bien reçebidos de condes et de cu-
antos omnes buenos avía en la tierra. Et desque ovieron ý morado fasta dos
años, llegaron los mandaderos del Papa con sus cartas en cómo le fazía el
Papa cardenal et quel’ fazía gracia que diesse el obispado de Tolosa a qui
quisiesse. Entonçe fue a él don Illán et díxol’ que, pues tantas vezes le avía
fallesçido de lo que con él pusiera, que ya aquí non avía logar del’ poner
escusa ninguna que non diesse algunas de aquellas dignidades a su fijo. Et
el cardenal rogól’ quel’ consentiese que oviesse aquel obispado un su tío,
hermano de su madre, que era omne bueno ançiano; mas que, pues él
cardenal era, que se fuese con él para la Corte, que asaz avía en qué le fazer
bien. Et don Illán quexósse ende mucho, pero consintió en lo que el carde-
nal quiso, et fuesse con él para la Corte.
Et desque ý llegaron, fueron bien reçebidos de los cardenales et de cuantos
en la Corte eran, et moraron ý muy grand tiempo. Et don Illán afincando
El Conde Lucanor
33
cada día al cardenal quel’ fiziesse alguna gracia a su fijo, et él poníal’ sus
escusas.
Et estando assí en la Corte, finó el Papa; et todos los cardenales esleyeron
aquel cardenal por Papa. Estonçe fue a él don Illán et díxol’ que ya non
podía poner escusa de non conplir lo quel’ avía prometido. El Papa le dixo
que non lo afincasse tanto, que siempre avría lugar en quel’ fiziesse merçed
segund fuesse razón. Et don Illán se començó a quexar mucho, retrayéndol’
cuantas cosas le prometiera et que nunca le avía complido ninguna, et
diziéndol’ que aquello reçelava en la primera vegada que con él fablara, et
pues aquel estado era llegado et nol’ cumplía lo quel’ prometiera, que ya
non le fincava logar en que atendiesse de’l bien ninguno. Deste aquex-
amiento se quexó mucho el Papa et començól’ a maltraer diziéndol’ que si
más le afincasse, quel’ faría echar en una cárçel, que era ereje et encanta-
dor, que bien sabía que non avía otra vida nin otro ofiçio en Toledo, do él
moraba, sinon bivir por aquella arte de nigromançía.
Desque don Illán vio cuánto mal le gualardonava el Papa lo que por él avía
fecho, espedióse de’l, et solamente nol’ quiso dar el Papa que comiese por
el camino. Estonçe don Illán dixo al Papa que pues ál non tenía de comer,
que se avría de tornar a las perdizes que mandara assar aquella noche, et
llamó a la muger et díxol’ que assasse las perdizes.
Cuanto esto dixo don Illán, fallósse el Papa en Toledo, deán de Sanctiago,
como lo era cuando ý bino, et tan grand fue la vergüença que ovo, que non
sopo quel’ dezir. Et don Illán díxol’ que fuesse en buena ventura et que as-
saz avía provado lo que tenía en él, et que ternía por muy mal enpleado si
comiesse su parte de las perdizes.
Et vós, señor conde Lucanor, pues veedes que tanto fazedes por aquel
omne que vos demanda ayuda et non vos da ende mejores gracias, tengo
que non avedes por qué trabajar nin aventurarvos mucho por llegarlo a
logar que vos dé tal galardón como el deán dio a don Illán.
El conde tovo esto por buen consejo, et fízolo assí, et fallósse ende bien.
Et porque entendió don Johan que era éste muy buen exiemplo, fízolo po-
ner en este libro et fizo estos viessos que dizen assí:
El Conde Lucanor
34
Al que mucho ayudares et non te lo conosçiere,
menos ayuda abrás de’l desque en grand onra subiere.
Et la estoria deste exiemplo es ésta que se sigue:
Exemplo XIIº
De lo que contesçió a un raposo con un gallo
El conde Lucanor fablava con Patronio, su consejero, una vez en esta guisa:
-Patronio, vós sabedes que, loado a Dios, la mi tierra es muy grande et non
es toda ayuntada en uno. Et como quier que yo he muchos lugares que son
muy fuertes, he algunos que lo non son tanto, et otrosí otros lugares que
son ya cuanto apartados de la mi tierra en que yo he mayor poder. Et cu-
ando he contienda con míos señores et con míos vezinos que an mayor po-
der que yo, muchos omnes que se me dan por amigos, et otros que se me
fazen consejeros, métenme grandes miedos et grandes espantos et con-
séjanme que en ninguna guisa non esté en aquellos míos lugares apartados,
sinon que me acoja et esté en los lugares más fuertes et que son bien dentro
en mi poder; et porque yo sé que vós sodes muy leal et sabedes mucho de
tales cosas como éstas, ruégovos que me consejedes lo que vos semeja que
me cumple de fazer en esto.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, en los grandes fechos et muy dub-
dosos son muy periglosos los consejos, ca en los más de los consejos non
puede omne fablar çiertamente, ca non es omne seguro a que pueden re-
codir las cosas; ca muchas vezes viemos que cuida omne una cosa et recude
después a otra; ca lo que cuida omne que es mal, recude a las vegadas a
bien, et lo que cuida omne que es vien, recude a las vegadas a mal; et por
ende, el que a dar consejo, si es omne leal et de buena entençión, es en muy
grand quexa cuando ha de consejar, ca si el consejo que da recude a bien,
non ha otras gracias sinon que dizen que fizo su debdo en dar buen consejo;
et si el consejo a bien non recude, sienpre finca el consejero con daño et
con vergüença. Et por ende, este consejo, en que ay muchas dubdas et
muchos periglos, plazerme ía de coraçón si pudiese escusar de non lo dar,
El Conde Lucanor
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mas pues queredes que vos conseje, et non lo puedo escusar, dígovos que
querría mucho que sopiésedes cómo contesció a un gallo con un raposo.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, un omne bueno avía una casa en la montaña,
et entre las otras cosas que criava en su casa, criava siempre muchas galli-
nas et muchos gallos. Et acaesçió que uno de aquellos gallos andava un día
allongado de la casa por un campo, et andando él muy sin reçelo, violo el
raposo et vino muy ascondidamente, cuidándolo tomar. Et el gallo sintiólo
et subió en un árbol que estava ya cuanto alongado de los otros. Cuando el
raposo entendió que el gallo estava en salvo, pesól’ mucho porque nol’ pu-
diera tomar et pensó en cuál manera podría guisar quel’ tomasse. Et en-
tonçe endereçó al árbol, et començól’ a rogar et a falagar et assegurar que
descendiesse a andar por el campo como solía; et el gallo non lo quiso
fazer. Et desque el raposo entendió que por ningún falago non le podía en-
gañar, començól’ amenaçar diziéndol’ que, pues de’l non fiava, que él
guisaría cómo se fallasse ende mal. Et el gallo, entendiendo que estava en
su salvo, non dava nada por sus amenazas nin por sus seguranças.
Et de que el raposo entendió que por todas estas maneras non le podía en-
gañar, endereçó al árbol et començó a roer en él con los dientes et dar en él
muy grandes colpes con la cola. Et el cativo del gallo tomó miedo sin
razón, non parando mientes cómo aquel miedo que el raposo le ponía non
le podía enpeçer, et espantóse de valde et quiso foir a los otros árboles en
que cuidava estar más seguro, que non pudo llegar al monte, mas llegó a
otro árbol.
Et de que el raposo entendió que tomava miedo sin razón fue en pos él; et
assí lo levó de árbol en árbor fasta que lo sacó del monte et lo tomó, et lo
comió.
Et vós, señor conde Lucanor, a menester que, pues tan grandes fechos
avedes a pasar et vos avedes de partir a ello, que nunca tomedes miedo sin
razón, nin vos espantedes de valde por amenazas, nin por dichos de ningu-
nos, nin fiedes en cosa de que vos pueda venir grand daño, nin grand peri-
glo, et puñad siempre en defender et en anparar los lugares más postrimeros
de la vuestra tierra; et non creades que tal omne como vós, teniendo gentes
et vianda, que por non seer el lugar muy fuerte, podríedes tomar peligro
El Conde Lucanor
36
ninguno. Et si con miedo o con reçelo valdío dexardes los lugares de cabo
de vuestra tierra, seguro sed que assí vos irán levando de logar en logar
fasta que vos sacassen de todo; ca cuanto vós et los vuestros mayor miedo
et mayor desmayo mostrássedes en dexando los vuestros logares, tanto más
se esforçarán vuestros contrarios para vos tomar lo vuestro. Et cuando vós
et los vuestros viéredes a los vuestros contrarios más esforçados, tanto
desmayaredes más, et assí irá yendo el pleito fasta que non vos finque cosa
en el mundo; mas si bien porfidiardes sobre lo primero, sodes seguro, como
fuera el gallo si estudiera en el primero árbol; et aun tengo que cumpliría a
todos los que tienen fortalezas, si sopiessen este exiemplo, ca non se
espantarían sin razón cuando les metiessen miedo con engaños, o con
cavas, o con castiellos de madera, o con otras tales cosas que nunca las
farían sinon para espantar a los cercados. Et mayor cosa vos diré porque
beades que vos digo verdat. Nunca logar se puede tomar sinon subiendo
por el muro con escaleras o cavando el muro; pero si el muro es alto, non
podrán llegar allá las escaleras. Et para cavarlo, vien cred que an mester
grand vagar los que lo an de cavar. Et assí, todos los lugares que se toman o
es con miedo o por alguna mengua que an los cercados, et lo demás es por
miedo sin razón. Et çiertamente, señor conde, los tales como vós, et aun los
otros que non son de tan grand estado como vós, ante que comencedes la
cosa, la devedes catar et ir a ella con grand acuerdo, et non lo pudiendo nin
diviendo escusar. Mas, desque en el pleito fuéredes, non a mester que por
cosa del mundo tomedes espanto nin miedo sin razón; siquier devédeslo
fazer, porque es çierto que de los que son en los periglos, que muchos más
escapan de los que se defienden, et non de los que fuyen. Siquier parat
mientes que si un perriello quel’ quiera matar un grand alano, está quedo et
regaña los dientes, que muchas vezes escapa, et por grand perro que sea, si
fuye, luego es tomado et muerto.
Al conde plogo mucho de todo esto que Patronio le dixo, et fízolo assí, et
fallósse dello muy bien.
Et porque don Johan tovo este por buen exiemplo, fízolo poner en este li-
bro, et fizo estos viessos que dizen assí:
Non te espantes por cosa sin razón,
mas defiéndete bien como varón.
Et la estoria deste exiemplo es ésta que se sigue:
El Conde Lucanor
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Exemplo trezeno
De lo que contesçió a un omne que tomava perdizes
Fablava otra vez el conde Lucanor con Patronio, su consegero, et díxole:
-Patronio, algunos omnes de grand guisa, et otros que lo non son tanto, me
fazen a las vegadas enojos et daños en mi fazienda et en mis gentes, et cu-
ando son ante mí, dan a entender que les pesa mucho porque lo ovieron a
fazer, et que lo non fizieron sinon con muy grand mester et con muy grant
cuita et non lo pudiendo escusar. Et porque yo querría saber lo que devo
fazer cuando tales cosas me fizieren, ruégovos que me digades lo que en-
tendedes en ello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, esto que vós dezides que a vos con-
tesce, sobre que me demandades consejo, paresçe mucho a lo que contesçió
a un omne que tomava perdizes.
El conde le rogó quel’ dixiesse cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, un omne paró sus redes a las perdizes; et
desque las perdizes fueron caídas en la ret, aquel que las caçava llegó a la
ret en que yazían las perdizes; et assí como las iva tomando, matávalas et
sacávalas de la red, et en matando las perdizes, dával’ el viento en los ojos
tan reçio quel’ fazía llorar. Et una de las perdizes que estaba biva en la red
començó a dezir a las otras:
-¡Vet, amigas, lo que faze este omne! ¡Como quiera que nos mata, sabet
que a grant duelo de nos, et por ende está llorando!
Et otra perdiz que estava ý, más sabidora que ella, et que con su sabiduría
se guardara de caer en la red, respondiól’ assí:
-Amiga, mucho gradesco a Dios porque me guardó, et ruego a Dios que
guarde a mí et a todas mis amigas del que me quiere matar et fazer mal, et
me da a entender quel’ pesa del mío daño.
Et vós, señor conde Lucanor, siempre vos guardat del que vierdes que vos
faze enojo et da a entender quel’ pesa por ello porque lo faze; pero si al-
El Conde Lucanor
38
guno vos fizier enojo, non por vos fazer daño nin desonra, et el enojo non
fuere cosa que vos mucho enpesca, et el omne fuer tal de que ayades to-
mado serviçio o ayuda, et lo fiziere con quexa o con mester en tales loga-
res, conséjovos yo que çerredes el ojo en ello, pero en guisa que lo non faga
tantas vezes, dende se vos siga daño nin vergüença; mas si de otra manera
lo fiziese contra vos, estrañadlo en tal manera porque vuestra fazienda et
vuestra onra sienpre finque guardada.
El conde tovo por buen consejo éste que Patronio le dava et fízolo assí et
fallósse ende bien.
Et entendiendo don Johan que este exiemplo era muy bueno, mandólo po-
ner en este libro et fizo estos viessos que dizen assí:
Quien te mal faz mostrando grand pesar,
guisa cómo te puedas de’l guardar.
Et la istoria deste exiemplo es ésta que se sigue:
Exemplo XIVº
Del miraglo que fizo sancto Domingo cuando predicó sobre el logrero
Un día fablava el conde Lucanor con Patronio en su fazienda et díxole:
-Patronio, algunos omnes me consejan que ayunte el mayor tesoro que pu-
diere et que esto me cumple más que otra cosa para que quier que me con-
tezca. Et ruégovos que me digades lo que vos paresçe en ello.
-Señor conde -dixo Patronio-, como quier que a los grandes señores vos
cumple de aver algún tesoro para muchas cosas, et señaladamente porque
non dexedes, por mengua de aver, de fazer lo que vos cumplier; et pero non
entendades que este tesoro devedes ayuntar en guisa que pongades tanto el
talante en ayuntar grand tesoro porque dexedes de fazer lo que devedes a
vuestras gentes et para guarda de vuestra onra et de vuestro estado, ca si lo
fiziésedes podervos ía acaesçer lo que contesçió a un lonbardo en Bolonia.
El Conde Lucanor
39
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, en Boloñia avía un lonbardo que ayuntó muy
grand tesoro et non catava si era de buena parte o non, sinon ayuntarlo en
cualquier manera que pudiesse. El lonbardo adoleçió de dolençia mortal, et
un su amigo que avía, desque lo vio en la muerte, consejól’ que se confes-
sase con sancto Domingo, que era estonçe en Bollonia. Et el lonbardo
quísolo fazer.
Et cuando fueron por sancto Domingo, entendió sancto Domingo que non
era voluntad de Dios que aquel mal omne non sufriesse la pena por el mal
que avía fecho, et non quiso ir allá, mas mandó a un fraire que fuesse allá.
Cuando los fijos del lonbardo sopieron que avía enviado por sancto Do-
mingo, pesóles ende mucho, teniendo que sancto Domingo faría a su padre
que diesse lo que avía por su alma, et que non fincaría nada a ellos. Et cu-
ando el fraire vino, dixiéronle que suava su padre, mas cuando cumpliesse,
que ellos enbiarían por él.
A poco rato perdió el lombardo la fabla, et murió, en guisa que non fizo
nada de lo que avía mester para su alma. Otro día, cuando lo levaron a en-
terrar, rogaron a sancto Domingo que predigasse sobre aquel lonbardo. Et
sancto Domingo fízolo. Et cuando en la predigaçión ovo de fablar daquel
omne, dixo una palabra que dize el Evangelio, que dize assí: «Ubi est te-
saurus tuus, ibi est cor tuum». Que quier dezir: «Do es el tu tesoro, ý es el
tu coraçón». Et cuando esto dixo, tornósse a las gentes et díxoles:
-Amigos, porque beades que la palabra del Evangelio es verdadera, fazet
catar el coraçón a este omne et yo vos digo que non lo fallarán en el cuerpo
suyo et fallarlo an en el arca que tenía el su tesoro.
Estonçe fueron catar el coraçón en el cuerpo et non lo fallaron ý, et fal-
láronlo en el arca como sancto Domingo dixo. Et estava lleno de gujanos et
olía peor que ninguna cosa por mala nin por podrida que fuesse.
Et vós, señor conde Lucanor, como quier que el tesoro, como desuso es di-
cho, es bueno, guardad dos cosas: la una, en que el tesoro que ayuntáredes,
que sea de buena parte; la otra, que non pongades tanto el coraçón en el
El Conde Lucanor
40
tesoro porque fagades ninguna cosa que vos non caya de fazer; nin dexedes
nada de vuestra onra, nin de lo que devedes fazer, por ayuntar grand tesoro
de buenas obras, porque ayades la gracia de Dios et buena fama de las
gentes.
Al conde plogo mucho deste consejo que Patronio le dio, et fízolo assí, et
fallóse ende bien.
Et teniendo don Johan que este exiemplo era muy bueno, fízolo escrivir en
este libro et fizo estos viessos que dizen assí:
Gana el tesoro verdadero
et guárdate del falleçedero.
Et la istoria deste exiemplo es ésta que se sigue:
Exemplo XVº
De lo que contesçió a don Lorenço Suárez sobre la çerca de Sevilla
Otra vez fablava el conde Lucanor con Patronio, su consegero, en esta
guisa:
-Patronio, a mí acaesçió que ove un rey muy poderoso por enemigo; et
desque mucho duró la contienda entre nos, fallamos entramos por nuestra
pro de nos avenir. Et como quiera que agora estamos por avenidos et non
ayamos guerra, siempre estamos a sospecha el uno del otro. Et algunos,
también de los suyos como de los míos, métenme muchos miedos, et
dízenme que quiere buschar achaque para ser contra mí; et por el buen en-
tendimiento que avedes, ruégovos que me consejedes lo que faga en esta
razón.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, éste es muy grave consejo de dar
por muchas razones: lo primero, que todo omne que vos quiera meter en
contienda ha muy grant aparejamiento para lo fazer, ca dando a entender
que quiere vuestro servicio et vos desengaña, et vos apercibe et se duele de
El Conde Lucanor
41
vuestro daño, vos dirá siempre cosas para vos meter en sospecha; et por la
sospecha, abredes a fazer tales aperçibimientos que serán comienço de
contienda, et omne del mundo non podrá dezir contra ellos; ca el que dix-
iere que non guardedes vuestro cuerpo, davos a entender que non quiere
vuestra vida; et el que dixiere que non labredes et guardedes et bastescades
vuestras fortalezas, da a entender que non quiere guardar vuestra heredat; et
el que dixiere que non ayades muchos amigos et vassallos et les dedes
mucho por los aver et los guardar, da a entender que non quiere vuestra
onra, nin vuestro defendimiento; et todas estas cosas non se faziendo,
seríades en grand periglo, et puédese fazer en guisa que será comienço de
roído; pero pues queredes que vos conseje lo que entiendo en esto, dígovos
que querría que sopiésedes lo que contesçió a un buen cavallero.
El conde le rogó quel’ dixiesse cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, el sancto et bienaventurado rey don Ferrando
tenía cercada a Sevilla; et entre muchos buenos que eran ý con él, avía ý
tres cavalleros que tenían por los mejores tres cavalleros d’armas que en-
tonçe avía en el mundo: et dizían al uno don Lorenço Suárez Gallinato, et
al otro don García Périz de Vargas, et del otro non me acuerdo del nombre.
Et estos tres cavalleros ovieron un día porfía entre sí cuál era el mejor
cavallero d’armas. Et porque non se pudieron avenir en otra manera,
acordaron todos tres que se armassen muy bien, et que llegassen fasta la
puerta de Sevilla, en guisa que diessen con las lanças a la puerta.
Otro día mañana, armáronse todos tres et endereçaron a lla Villa; et los mo-
ros que estavan por el muro et por las torres, desque vieron que non eran
más de tres cavalleros, cuidaron que vinían por mandaderos, et non salió
ninguno a ellos, et los tres cavalleros passaron la cava et la barvacana, lle-
garon a lla puerta de la villa, et dieron de los cuentos de las lanças en ella;
et desque ovieron fecho esto, volbieron las riendas a los cavallos et
tornáronse para la hueste.
Et desque los moros vieron que non les dizían ninguna cosa, toviéronse por
escarnidos et començaron a ir en pos ellos; et cuando ellos ovieron avierto
la puerta de lla villa, los tres cavalleros que se tornavan su passo, eran ya
cuanto alongados; et salieron en pos dellos más de mil et quinientos omnes
a cavallo, et más de veinte mil a pie. Et desque los tres cavalleros vieron
que vinían cerca dellos, bolbieron las riendas de los cavallos contra ellos et
El Conde Lucanor
42
asperáronlos. Et cuando los moros fueron cerca dellos, aquel cavallero de
que olbidé el nombre, endereçó a ellos et fuelos ferir. Et don Lorenço
Suárez et don García Périz estudieron quedos; et desque los moros fueron
más cerca, don García Périz de Vargas fuelos ferir; et don Lorenço Xuárez
estudo quedo, et nunca fue a ellos fasta que los moros le fueron ferir; et
desque començaron a ferir, metióse entrellos et començó a fazer cosas
marabillosas d’armas.
Et cuando los del real vieron aquellos cavalleros entre los moros, fuéronles
acorrer. Et como quier que ellos estavan en muy grand priessa et ellos
fueron feridos, fue la merçed de Dios que non murió ninguno dellos. Et la
pellea fue tan grande entre los christianos et los moros, que ovo de llegar ý
el rey don Ferrando. Et fueron los christianos esse día muy bien andantes.
Et desque el rey se fue para su tienda, mandólos prender, diziendo que
merescían muerte, pues que se aventuraron a fazer tan grant locura, lo uno
en meter la hueste en rebato sin mandado del rey, et lo ál, en fazer perder
tan buenos tres cavalleros. Et desque los grandes omnes de la hueste
pidieron merçed al rey por ellos, mandólos soltar.
Et desque el rey sopo que por la contienda que entrellos oviera fueron a
fazer aquel fecho, mandó llamar cuantos buenos omnes eran con él, para
judgar cuál dellos lo fiziera mejor. Et desque fueron ayuntados, ovo en-
trellos grand contienda: en los unos dizían que fuera mayor esfuerço el que
primero los fuera ferir, et los otros que el segundo, et los otros que el
terçero. Et cada unos dizían tantas buenas razones que paresçían que dizían
razón derecha: et, en verdad, tan bueno era el fecho en sí, que cualquier po-
dría aver muchas buenas razones para lo alabar; pero, a la fin del pleito, el
acuerdo fue éste: que si los moros que binían a ellos fueran tantos que se
pudiessen vençer por esfuerço o por vondad que en aquellos cavalleros ovi-
esse, que el primero que los fuesse a ferir, era el mejor cavallero, pues
començava cosa que se podría acabar; mas, pues los moros eran tantos que
por ninguna guisa non los podrían vencer, que el que iva a ellos non lo
fazía por vençerlos, mas la vergüença le fazía que non fuyesse; et pues non
avía de foir, la quexa del coraçón, porque non podía sofrir el miedo, le fizo
que les fuesse ferir. Et el segundo que les fue ferir et esperó más que el
primero, tovieron por mejor, porque pudo sofrir más el miedo. Mas don
Lorenço Xuárez que sufrió todo el miedo et esperó fasta que los moros le
ferieron, aquél judgaron que fuera mejor cavallero.
El Conde Lucanor
43
Et vós, señor conde Lucanor, pues veedes que estos son miedos et espantos,
et es contienda que, aunque la començedes, non la podedes acabar, cuanto
más sufriéredes estos miedos et estos espantos, tanto seredes más es-
forçado, et demás, faredes mejor seso: ca pues vós tenedes recabdo en lo
vuestro et non vos pueden fazer cosa arrebatadamente de que grand daño
vos venga, conséjovos yo que non vos fuerçe la quexa del coraçón. Et pues
grand colpe non podedes reçebir, esperat ante que vos feran, et por aven-
tura veredes que estos miedos et espantos que vos ponen, que non son, con
verdat, sinon lo que éstos vos dizen porque cumple a ellos, ca non an bien
sinon en el mal. Et bien cred que estos tales, tanbién de vuestra parte como
de la otra, que non querrían grand guerra nin grand paz, ca non son para se
parar a la guerra, nin querrían paz complida; mas lo que ellos querrían sería
un alboroço con que pudiessen ellos tomar et fazer mal en la tierra, et tener
a vos et a la vuestra parte en premia para levar de vos lo que avedes et non
avedes, et non aver reçelo que los castigaredes por cosa que fagan. Et por
ende, aunque alguna cosa fagan contra vos, pues non vos pueden mucho
enpeçer en sofrir que se mueba del otro la culpa, venirvos ha ende mucho
bien: lo uno, que aviedes a Dios por vos, que es una ayuda que cumple
mucho para tales cosas; et lo ál, que todas las gentes ternán que fazedes
derecho en lo que fizierdes. Et por aventura, que si non vos moviendo vos a
fazer lo que non devedes, non se movrá el otro contra vos; abredes paz et
faredes serviçio a Dios, et pro de los buenos, et non faredes vuestro daño
por fazer plazer a los que querrían guaresçer faziendo mal et se sintrían
poco del daño que vos viniesse por esta razón.
Al conde plogo deste consejo que Patronio le dava, et fízolo assí, et fallósse
ende bien.
Et porque don Johan tovo que este exiemplo que era muy bueno, mandólo
escrivir en este libro et fizo estos viessos que dizen assí:
Por quexa non vos fagan ferir,
ca siempre vençe quien sabe sofrir.
Et la estoria deste exiemplo es ésta que se sigue:
El Conde Lucanor
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Exemplo XVIº
De la repuesta que dio el conde Ferrant Gonsáles a Muño Lainez, su
pariente
El conde Lucanor fablava un día con Patronio en esta guisa:
-Patronio, bien entendedes que non so yo ya muy mançebo, et sabedes que
passé muchos trabajos fasta aquí. Et bien vos digo que querría de aquí
adelante folgar et caçar, et escusar los trabajos et afanes; et porque yo sé
que siempre me consejastes lo mejor, ruégovos que me consejedes lo que
vierdes que me cae más de fazer.
-Señor conde -dixo Patronio-, como quier que vos dezides bien et razón,
pero plazerme ía que sopiéssedes lo que dixo una vez el conde Ferrant
Gonsáles a Muño Lainez.
El conde Lucanor le rogó quel’ dixiesse cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, el conde Ferrant Gonsáles era en Burgos et
avía passados muchos trabajos por defender su tierra. Et una vez que estava
ya como más en assossiego et en paz, díxole Muño Lainez que sería bien
que dallí adelante que non se metiesse en tantos roídos, et que folgasse él et
dexasse folgar a sus gentes.
Et el conde respondiól’ que a omne del mundo non plazdría más que a él
folgar et estar viçioso si pudiesse; mas que bien sabía que avían grand
guerra con los moros et con los leoneses et con los navarros, et si quisies-
sen mucho folgar, que los sus contrarios que luego serían contra ellos; et si
quisiessen andar a caça con buenas aves por Arlançón arriba et ayuso et en
buenas mulas gordas, et dexar de defender la tierra, que bien lo podrían
fazer, mas que les contesçería como dezía el vierbo antigo: «Murió el onbre
et murió el su nombre»; mas si quisiéremos o1bidar los viçios et fazer
mucho por nos defender et levar nuestra onra adelante, dirán por nos,
depués que muriéremos: «Murió el omne, mas non murió el su nombre». Et
pues viziosos et lazdrados, todos avemos a morir, non me semeja que sería
bueno si por viçio nin por la folgura dexáremos de fazer en guisa que
depués que nos muriéremos, que nunca muera la buena fama de los
nuestros fechos.
El Conde Lucanor
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Et vós, señor conde, pues sabedes que avedes a morir, por el mi consejo,
nunca por viçio nin por folgura dexaredes de fazer tales cosas, porque, aun
desque vos murierdes, siempre finque viva la fama de los vuestros fechos.
Al conde plogo mucho desto que Patronio le consejó, et fízolo assí, et fal-
lósse dello muy bien.
Et porque don Johan tovo este exiemplo por muy bueno, fízolo escrivir en
este libro et fizo estos viessos que dizen assí:
Si por viçio et por folgura
la buena fama perdemos,
la vida muy poco dura,
denostados fincaremos.
Et la istoria deste exiemplo es ésta que se sigue:
Exemplo XVIIº
De lo que contesçió a un omne que avía muy grant fambre, quel’ con-
vidaron otros muy floxamente a comer
Otra vez fablava el conde Lucanor con Patronio, su consegero, et díxole
assí:
-Patronio, un omne vino a mí et díxome que faría por mí una cosa que me
cumplía a mí mucho; et como quier que me lo dixo, entendí en él que me lo
dizía tan floxamente quel’ plazdrié mucho escusasse de tomar del aquella
ayuda. Et yo, de una parte, entiendo que me cumpliría mucho de fazer
aquello que me él ruega, et de otra parte, he muy grant enbargo de tomar
del aquel ayuda, pues veo que me lo dize tan floxamente. Et por el buen
entendimiento que vós avedes, ruégovos que me digades lo que vos paresçe
que devo fazer en esta razón.
El Conde Lucanor
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-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, porque vós fágades en esto lo que
me semeja que es vuestra pro, plazerme ía mucho que sopiésedes lo que
contesçió a un omne con otro quel’ conbidó a comer.
El conde le rogó quel’ dixiesse cómo fuera aquello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, un omne bueno era que avía seído
muy rico et era llegado a muy grand pobreza et fazíasele muy grand ver-
güença de demandar nin envergoñarse a ninguno por lo que avía de comer;
et por esta razón sufría muchas vezes muy grand fanbre et muy grand laz-
eria. Et un día, yendo él muy cuitado, porque non podía aver ninguna cosa
que comiesse, passó por una casa de un su conosçiente que estava co-
miendo; et cuando le vio passar por la puerta, preguntól’ muy floxamente si
quería comer; et él, por el grand mester que avía, començó a lavar las
manos, et díxol’:
-En buena fe, don Fulano, pues tanto me conjurastes et me afincastes que
comiesse conbusco, non me paresçe que faría aguisado en contradezir tanto
vuestra voluntad nin fazervos quebrantar vuestra jura.
Et assentósse a comer, et perdió aquella fambre et aquella quexa en que
estava. En dende adelante, acorriól’ Dios, et diol’ manera cómo salió de
aquella lazeria tan grande.
Et vós, señor conde Lucanor, pues entendedes que aquello que aquel omne
vos ruega es grand vuestra pro, dalde a entender que llo fazedes por com-
plir su ruego, et non paredes mientes a cuanto floxamente vos lo él ruega et
non esperedes a que vos afinque más por ello, sinon por aventura non vos
fablará en ello más, et seervos ía más vergüença si vós lo oviéssedes a ro-
gar lo que él ruega a vos.
El conde tovo esto por bien et por buen consejo, et fízolo assí, et fallósse
ende bien.
Et entendiendo don Johan que este exiemplo era muy bueno, fízolo escrivir
en este libro et fizo estos viessos que dizen assí:
En lo que tu pro pudieres fallar,
nunca te fagas mucho por rogar.
El Conde Lucanor
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Et la istoria deste exiemplo es ésta que se sigue:
Exemplo XVIIIº
De lo que contesció a don Pero Meléndez de Valdés cuando se le
quebró la pierna
Fablava el conde Lucanor con Patronio, su consegero, un día, et díxole assí:
-Patronio, vós sabedes que yo he contienda con un mi vezino que es omne
muy poderoso et muy onrado; et avemos entre nos postura de ir a una villa,
et cualquier de nos que allá vaya primero cobraría la villa, et perderla ha el
otro; et vós sabedes cómo tengo ya toda mi gente ayuntada; et bien fío, por
la merçed de Dios, que si yo fuesse, que fincaría ende con grand onra et
con grand pro. Et agora estó embargado, que lo non puedo fazer por esta
ocasión que me contesçió: que non estó bien sano. Et como quier que me es
grand pérdida en lo de lla villa, vien vos digo que me tengo por más oca-
sionado por la mengua que tomo et por la onra que a él ende viene, que aun
por la pérdida. Et por la fiança que yo en vos he, ruégovos que me digades
lo que entendierdes que en esto se puede fazer.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, como quier que vós fazedes razón
de vos quexar, para que en tales cosas como estas fiziésedes lo mejor siem-
pre, plazerme ía que sopiésedes lo que contesçió a don Pero Meléndez de
Valdés,
El conde le rogó quel’ dixiesse cómo fuera aquello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, don Pero Meléndez de Valdés era
un cavallero mucho onrado del reino de León, et avía por costumbre que
cada quel’ acaesçié algún enbargo, siempre dizía: «¡Bendicho sea Dios, ca
pues Él lo faze, esto es lo mejor!»
Et este don Pero Meléndez era consegero et muy privado del rey de León;
et otros sus contrarios, por grand envidia quel’ ovieron, assacáronle muy
El Conde Lucanor
48
grand falsedat et buscáronle tanto mal con el rey, que acordó de lo mandar
matar.
Et seyendo don Pero Meléndez en su casa, llegól’ mandado del rey que en-
viava por él. Et los quel’ avían a matar estávanle esperando a media legua
de aquella su casa. Et queriendo cavalgar don Pero Meléndez para se ir para
el rey, cayó de una escalera et quebról’ la pierna. Et cuando sus gentes que
avían a ir con él vieron esta ocasión que acaesçiera, pesóles ende mucho, et
començáronle a maltraer diziéndol’:
-¡Ea!, don Pero Meléndez, vós que dezides que lo que Dios faze, esto es lo
mejor, tenedvos agora este bien que Dios vos ha fecho.
Et él díxoles que ciertos fuessen que, como quier que ellos tomavan grand
pesar desta ocasión quel’ contesçiera que ellos verían que, pues Dios lo
fiziera, que aquello era lo mejor. Et por cosa que fizieron nunca desta en-
tençión le pudieron sacar.
Et los quel’ estavan esperando por le matar por mandado del rey, desque
vieron que non venía, et sopieron lo quel’ avía acaesçido, tornáronse para’l
rey et contáronle la razón porque non pudieran complir su mandado.
Et don Pero Meléndez estudo grand tiempo que non pudo cavalgar; et en
cuanto él assí estava maltrecho, sopo el rey que aquello que avían asacado
a don Pero Meléndez que fuera muy grant falsedat, et prendió a aquellos
que ge lo avían dicho. Et fue veer a don Pero Meléndez, et contól’ la false-
dat que de’l le dixieron, et cómo le mandara él matar, et pediól’ perdón por
el yerro que contra él oviera de fazer et fízol’ mucho bien et mucha onra
por le fazer emienda. Et mandó luego fazer muy grand justicia ante’l
daquellos que aquella falsedat le assacaron.
Et assí libró Dios a don Pero Meléndez, porque era sin culpa et fue verda-
dera la palabra que él sienpre solía dezir: «Que todo lo que Dios faze, que
aquello es lo mejor.»
Et vós, señor conde Lucanor, por este enbargo que vos agora vino, non vos
quexedes, et tenet por çierto en vuestro coraçón que todo lo que Dios faze,
que aquello es lo mejor; et si lo assí pensáredes, Él vos lo sacará todo a
bien. Pero devedes entender que las cosas que acaesçen son en dos
El Conde Lucanor
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maneras: la una es que si viene a omne algún enbargo en que se puede po-
ner algún consejo; la otra es que si viene algún enbargo en que se non
puede poner ningún consejo. Et en los enbargos que se puede poner algún
consejo, deve fazer omne cuanto pudiere por lo poner ý et non lo deve
dexar por atender que por voluntad de Dios o por aventura se endereçará,
ca esto sería tentar a Dios; mas, pues el omne ha entendimiento et razón,
todas las cosas que fazer pudiere por poner consejo en las cosas quel’
acaesçieren, dévelo facer; mas en las cosas en que non puede poner ý
ningún consejo, aquellas deve omne tener que pues se fazen por voluntad
de Dios, que aquello es lo mejor. Et pues esto que a vos acaesçió es de las
cosas que vienen por voluntad de Dios, et en que se non puede poner con-
sejo, poned en vuestro talante que, pues Dios lo faze, que es lo mejor; et
Dios lo guisará que se faga assí como lo vós tenedes en coraçón.
El conde tovo que Patronio le dezía la verdat et le dava buen consejo, et
fízolo assí, et fallóse ende bien.
Et porque don Johan tovo este por buen enxiemplo, fízolo escrivir en este
libro et fizo estos viessos que dizen assí:
Non te quexes por lo que Dios fiziere,
ca por tu bien sería cuando Él quisiere.
Et la estoria deste exienplo es ésta que se sigue:
Exemplo XIXº
De lo que contesçió a los cuervos con los búhos
Fablava un día el conde Lucanor con Patronio, su consejero, et díxol’:
-Patronio, yo he contienda con un omne muy poderoso; et aquel mio ene-
migo avía en su casa un su pariente et su criado, et omne a quien avía fecho
mucho bien. Et un día, por cosas que acaesçieron entre ellos, aquel mio
enemigo fizo mucho mal et muchas desonras aquel omne con quien avía
tantos debdos. Et veyendo el mal que avía reçebido et queriendo catar
El Conde Lucanor
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manera cómo se vengasse, vínose para mí, et yo tengo que es muy grand mi
pro, ca éste me puede desengañar et aperçebir en cómo pueda más ligera-
mente fazer daño aquel mío enemigo. Pero, por la grand fiuza que yo he en
vos et en el vuestro entendimiento, ruégovos que me consejedes lo que faga
en este fecho.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, lo primero vos digo que este omne
non vino a vos sinon por vos engañar; et para que sepades la manera del su
engaño, plazerme ía que sopiéssedes lo que contesçió a los búhos et a los
cuervos.
El conde le rogó aquel’ dixiesse cómo fuera aquello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, los cuervos et los búhos avían entre
sí grand contienda, pero los cuervos eran en mayor quexa. Et los búhos,
porque es su costumbre de andar de noche, et de día estar ascondidos en
cuebas muy malas de fallar, vinían de noche a los árboles do los cuervos
albergavan et matavan muchos dellos, et fazíanles mucho mal. Et passando
los cuerbos tanto daño, un cuervo que avía entrellos muy sabidor, que se
dolía mucho del mal que avía reçevido de los búyos, sus enemigos, fabló
con los cuervos sus parientes, et cató esta manera para se poder vengar.
Et la manera fue ésta: que los cuervos le messaron todo, salvo ende un poco
de las alas, con que volava muy mal et muy poco. Et desque fue assí mal-
trecho, fuesse para los búhos et contóles el mal et el daño que los cuervos
le fizieran, señaladamente porque les dizía que non quisiessen seer contra
ellos; mas, pues tan mal lo avían fecho contra él, que si ellos quisiessen,
que él les mostraría muchas maneras cómo se podrían vengar de los cuer-
vos et fazerles mucho daño.
Cuando los búhos esto oyeron, plógoles mucho, et tovieron que por este
cuervo que era con ellos era todo su fecho endereçado, et començaron a
fazer mucho bien al cuervo et fiar en él todas sus faziendas et sus porida-
des.
Entre los otros búhos, avía ý uno que era muy biejo et avía passado por
muchas cosas, et desque vio este fecho del cuervo, entendió el engaño con
que el cuervo andava, et fuesse para’l mayoral de los búyos et díxol’ quel’
fuesse çierto que aquel cuervo non viniera a ellos sinon por su daño et por
El Conde Lucanor
51
saber sus faziendas, et que lo echasse de su compaña. Mas este búho non
fue creído de los otros búhos; et desque vio que non le querían creer, par-
tiósse dellos et fue buscar tierra do los cuervos non le pudiessen fallar.
Et los otros búhos pensaron bien del cuervo. Et desque las péñolas le
fueron eguadas, dixo a los búhos que, pues podía volar, que quería ir saber
do estavan los cuervos et que vernía decírgelo porque pudiessen ayuntarse
et ir a los estroir todos. A los búyos plogo mucho desto.
Et desque el cuervo fue con los otros cuervos, ayuntáronse muchos dellos,
et sabiendo toda la fazienda de los búhos, fueron a ellos de día cuando ellos
non buellan et estavan seguros et sin reçelo, et mataron et destruyeron del-
los tantos porque fincaron vençedores los cuervos de toda su guerra.
Et todo este mal vino a los búhos porque fiaron en el cuervo que natural-
mente era su enemigo.
Et vós, señor conde Lucanor, pues sabedes que este omne que a vos vino es
muy adebdado con aquel vuestro enemigo et naturalmente él et todo su li-
nage son vuestros enemigos, conséjovos yo que en ninguna manera non lo
trayades en vuestra compaña, ca çierto sed que non vino a vos sinon por
engañar et por vos fazer algún daño. Pero sí él vos quisiere servir seyendo
alongado de vos, de guisa que vos non pueda enpesçer, nin saber nada de
vuestra fazienda, et de fecho fiziere tanto mal et tales manzellamientos a
aquel vuestro enemigo con quien él ha algunos debdos, que veades vós que
non le finca logar para se poder nunca avenir con él, estonce podredes vós
fiar en el, pero siempre fiat en él tanto de que vos non pueda venir daño.
El conde tovo este por buen consejo, et fízolo assí, et fallóse dello muy
bien.
Et porque don Johan entendió que este exiemplo era muy bueno, fízolo es-
crivir en este libro et fizo estos viessos que dizen assí:
Al que tu enemigo suel’seer,
nunca quieras en él mucho creer.
Et la istoria deste exienplo es ésta que se sigue:
El Conde Lucanor
52
Exemplo XXº
De lo que contesçió a un rey con un omne quel’ dixo quel’ faría
alquimia
Un día fablava el conde Lucanor con Patronio, su consejero, en esta
manera:
-Patronio, un omne vino a mí et dixo que me faría cobrar muy grand pro et
grand onra, et para esto que avía mester que catasse alguna cosa de lo mío
con que se començasse aquel fecho; ca desque fuesse acabado, por un din-
ero avría diez. Et por el buen entendimiento que Dios en vos puso, ruégo-
vos que me digades lo que vierdes que me cumple de fazer en ello.
-Señor conde, para que fagades en esto lo que fuete más vuestra pro, plaz-
erme ía que sopiéssedes lo que contesçió a un rey con un omne quel’ dizía
que sabía fazer alquimia.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, un omne era muy grand golfín et
avía muy grand sabor de enrrequesçer et de salir de aquella mala vida que
passava. Et aquel omne sopo que un rey que non era de muy buen recado se
trabajava de fazer alquimia.
Et aquel golfín tomó çient doblas et limólas, et de aquellas limaduras fizo,
con otras cosas que puso con ellas, çient pellas, et cada una de aquellas
pellas pesava una dobla, et demás las otras cosas que él mezcló con las li-
maduras de las doblas. Et fuesse para una villa do era el rey, et vistiósse de
paños muy assessegados et levó aquellas pellas et vendiólas a un espeçiero.
Et el espeçiero preguntó que para qué eran aquellas pellas, et el golfín
díxol’ que para muchas cosas, et señaladamente, que sin aquella cosa, que
se non podía fazer el alquimia, et vendiól’ todas las cient pellas por cuantía
de dos o tres doblas. Et el espeçiero preguntól’ cómo avían nombre aquel-
las pellas, et el golfín díxol’ que avían nombre tabardíe.
Et aquel golfín moró un tiempo en aquella villa en manera de omne muy
assessegado et fue diziendo a unos et a otros, en manera de poridat, que
sabía fazer alquimia.
El Conde Lucanor
53
Et estas nuebas llegaron al rey, et envió por él et preguntól’ si sabía fazer
alquimia. Et el golfín, como quier quel’ fizo muestra que se quería encobrir
et que lo non sabía, al cabo diol’ a entender que lo sabía; pero dixo al rey
quel’ consejava que deste fecho non fiasse de omne del mundo nin aventu-
rasse mucho de su aver, pero si quisiesse, que provaría ante’l un poco et
quel’ amostraría lo que ende sabía. Esto le gradesçió el rey mucho, et
paresçiól’ que, segund estas palabras, que non podía aver ý ningún engaño.
Estonçe fizo traer las cosas que quiso, et eran cosas que se podían fallar et
entre las otras mandó traer una pella de tabardíe. Et todas las cosas que
mandó traer non costaban más de dos o tres dineros. Desque las traxieron et
las fundieron ante’l rey salió peso de una dobla de oro fino. Et desque el
rey vio que de cosa que costaba dos o tres dineros salía una dobla, fue muy
alegre et tóvose por el más bien andante del mundo, et dixo al golfín que
esto fazía, que cuidava el rey que era muy buen omne, que fiziesse más.
Et el golfín respondiól’, como si non sopiesse más daquello:
-Señor, cuanto yo desto sabía, todo vos lo he mostrado, et daquí adelante
vós lo faredes tan bien como yo; pero conviene que sepades una cosa: que
cualquier destas cosas que mengüe non se podría fazer este oro.
Et desque esto ovo dicho, espedióse del rey et fuesse para su casa.
El rey probó sin aquel maestro de fazer el oro, et dobló la reçepta, et salió
peso de dos doblas de oro. Otra vez dobló la reçepta, et salió peso de cuatro
doblas; et assí como fue cresçiendo la recepta, assí salió pesso de doblas.
Desque el rey vio que él podía fazer cuanto oro quisiese, mandó traer tanto
daquellas cosas para que pudiese fazer mill doblas. Et fallaron todas las
otras cosas, mas non fallaron el tabardíe. Desque el rey vio que pues men-
guava el tabardíe, que se non podía fazer el oro, envió por aquel que gelo
mostrara fazer, et díxol’ que non podía fazer el oro como solía. Et él
preguntól’ si tenía todas las cosas que él le diera por escripto. Et el rey
díxol’ que sí, mas quel’ menguava el tabardíe.
Estonçe le dixo el golfín que por cualquier cosa que menguasse que non se
podía fazer el oro, et que assí lo abía él dicho el primero día.
El Conde Lucanor
54
Estonçe preguntó el rey si sabía él do avía este tabardíe; et el golfín le dixo
que sí.
Entonce le mandó el rey que, pues él sabía do era, que fuesse él por ello et
troxiesse tanto porque pudiesse fazer tanto cuanto oro quisiesse.
El golfín le dixo que como quier que esto podría fazer otri tan bien o mejor
que él, si el rey lo fallasse por su serviçio, que iría por ello: que en su tierra
fallaría ende asaz. Estonçe contó el rey lo que podría costar la compra et la
despensa et montó muy grand aver.
Et desque el golfín lo tovo en su poder, fuesse su carrera et nunca tornó al
rey. Et assí fincó el rey engañado por su mal recabdo. Et desque vio que
tardava más de cuanto devía, envió el rey a su casa por saber si sabían de’l
algunas nuebas. Et non fallaron en su casa cosa del mundo, sinon un arca
cerrada; et desque la avrieron, fallaron ý un escripto que dizía assí:
«Bien creed que non a en el mundo tabardíe; mas sabet que vos he en-
gañado, et cuando yo vos dizía que vos faría rico, deviérades me dezir que
lo feziesse primero a mí et que me creeríedes.»
A cabo de algunos días, unos omnes estavan riendo et trebejando et es-
cribían todos los omnes que ellos conosçían, cada uno de cuál manera era,
et dizían: «Los ardides son fulano et fulano; et los ricos, fulano et fulano; et
los cuerdos, fulano et fulano». Et assí de todas las otras cosas buenas o
contrarias. Et cuando ovieron a escrivir los omnes de mal recado, es-
crivieron ý el rey. Et cuando el rey lo sopo, envió por ellos et asseguróles
que les non faría ningún mal por ello, et díxoles que por quél’ escrivieran
por omne de mal recabdo. Et ellos dixiéronlo: que por razón que diera tan
grand aver a omne estraño et de quien non tenía ningún recabdo.
Et el rey les dixo que avían errado, et que si viniesse aquel que avía levado
el aver que non fincaría él por omne de mal recabdo. Et ellos le dixieron
que ellos non perdían nada de su cuenta, ca si el otro viniesse, que sacarían
al rey del escripto et que pornían a él.
Et vós, señor conde Lucanor, si queredes que non vos tengan por omne de
mal recabdo, non aventuredes por cosa que non sea çierta tanto de lo
El Conde Lucanor
55
vuestro, que vos arrepintades si lo perdierdes por fuza de aver grand pro,
seyendo en dubda.
Al conde plogo deste consejo, et fízolo assí, et fallóse dello bien.
Et beyendo don Johan que este exiemplo era bueno, fízolo escrivir en este
libro, et fizo estos viessos que dizen assí:
Non aventuredes mucho la tu riqueza,
por consejo del que a grand pobreza.
Et la istoria deste exiemplo es ésta que se sigue:
Exemplo XXIº
De lo que contesçió a un rey moço con un muy grant filósofo a qui lo
acomendara su padre
Otra vez fablava el conde Lucanor con Patronio, su consegero, en esta
guisa:
-Patronio, assí acaesçió que yo avía un pariente a qui amava mucho, et
aquel mi pariente finó et dexó un fijo muy pequenuelo, et este moço críolo
yo. Et por el grand debdo et grand amor que avía a su padre, et otrosí, por
la grand ayuda que yo atiendo de’l desque sea en tiempo para me la fazer,
sabe Dios quel’ amo como si fuesse mi fijo. Et como quier que el moço ha
buen entendimiento et fío por Dios que sería muy buen omne, pero porque
la moçedat engaña muchas vezes a los moços et non les dexa fazer todo lo
que les cumpliría más, plazerme ía si la moçedat non engañasse tanto a este
moço.
Et por el buen entendimiento que vós avedes, ruégovos que me digades en
qué manera podría yo guisar que este moço fiziesse lo que fuesse más
aprovechoso para el cuerpo et para la su fazienda.
El Conde Lucanor
56
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, para que vós fiziésedes en fazienda
deste mozo lo que al mío cuidar sería mejor, mucho querría que so-
piéssedes lo que contesçió a un muy grand filósofo con un rey moço, su
criado.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, un rey avía un fijo et diolo a criar a
un filósofo en que fiava mucho; et cuando el rey finó, fincó el rey su fijo
moço pequeño. Et criólo aquel filósofo fasta que passó por XV años. Mas
luego que entró en la mancebía, començó a despreçiar el consejo daquel
que lo criara et allegósse a otros consegeros de los mançebos et de los que
non avían tan grand debdo con él porque mucho fiziessen por le guardar de
daño. Et trayendo su fazienda en esta guisa, ante de poco tiempo llegó su
fecho a logar que también las maneras et costumbres del su cuerpo, como
la su fazienda, era todo muy empeorado. Et fablavan todas las gentes muy
mal de cómo perdía aquel rey moço el cuerpo et la fazienda. Yendo aquel
pleito tan a mal, el filósofo que criara al rey et se sintía et le pessaba ende
mucho, non sabía qué fazer, ca ya muchas vezes provara de lo castigar con
ruego et con falago, et aun maltrayéndolo, et nunca pudo fazer ý nada, ca la
moçedat lo estorvava todo. Et desque el filósofo vio que por otra manera
non podía dar consejo en aquel fecho, pensó esta manera que agora oiredes.
El filósofo començó poco a poco a dezir en casa del rey que él era el mayor
agorero del mundo. Et tantos omnes oyeron esto que lo ovo de saber el rey
moço; et desque lo sopo, preguntó el rey al filósofo si era verdat que sabía
catar agüero tan bien como lo dizían.
Et el filósofo, comoquier quel’ dio a entender que lo quería negar, pero al
cabo díxol’ que era verdat, mas que non era mester que omne del mundo lo
sopiesse. Et como los moços son quexosos para saber et para fazer todas las
cosas, el rey, que era moço, quexávase mucho por veer cómo catava los
agüeros el filósofo; et cuanto el filósofo más lo alongava, tanto avía el rey
moço mayor quexa de lo saber, et tanto afincó al filósofo, que puso con él
de ir un día de grand mañana con él a los catar en manera que non lo sopi-
esse ninguno.
Et madurgaron mucho; et el filósofo endereçó por un valle en que avía
pieça de aldeas yermas; et desque passaron por muchas, vieron una corneja
El Conde Lucanor
57
que estava dando vozes en un árbol. Et el rey mostróla al filósofo, et él fizo
contenente que la entendía.
Et otra corneja començó a dar vozes en otro árbol, et amas las cornejas es-
tudieron assí dando vozes, a vezes la una et a vezes la otra. Et desque el
filósofo escuchó esto una pieça començó a llorar muy fieramente et ronpió
sus paños, et fazía el mayor duelo del mundo.
Cuando el rey moço esto vio, fue muy espantado et preguntó al filósofo que
por qué fazía aquello. Et el filósofo diol’ a entender que gelo quería negar.
Et desque lo afincó mucho, díxol’ que más quería seer muerto que bivo, ca
non tan solamente los omnes, mas que aun las aves, entendían ya cómo, por
su mal recabdo, era perdida toda su tierra et su fazienda et su cuerpo
despreçiado. Et el rey moço preguntól’ cómo era aquello.
Et él díxol’ que aquellas dos cornejas avían puesto de casar el fijo de la una
con la fija de la otra; et que aquella corneja que començara a fablar
primero, que dezía a la otra que pues tanto avía que era puesto aquel ca-
samiento, que era bien que los casassen. Et la otra corneja díxol’ que verdat
era que fuera puesto, mas que agora ella era mas rica que la otra, que, loado
a Dios, después que este rey regnara, que eran yermas todas las aldeas de
aquel valle, et que fallava ella en las casas yermas muchas culuebras et la-
gartos et sapos et otras tales cosas que se crían en los lugares yermos, por-
que avían muy mejor de comer que solía et por ende que non era estonçe el
casamiento egual. Et cuando la otra corneja esto oyó, començó a reír et re-
spondiól’ que dizía poco seso si por esta razón quería alongar el ca-
samiento, que sol’ que Dios diesse vida a este rey, que muy aína sería ella
más rica que ella, ca muy aína sería yermo aquel valle otro do ella morava
en que avía diez tantas aldeas que en el suyo, et que por esto non avía qué
alongar el casamiento. Et por esto otorgaron amas las cornejas de ayuntar
luego el casamiento.
Cuando el rey moço esto oyó, pesól’ ende mucho, et començó a cuidar
cómo era su mengua en ermar assí lo suyo. Et desque el filósofo vio el pe-
sar et el cuidar que el rey moço tomava, et que había sabor de cuidar en su
fazienda, diol’ muchos buenos consejos, en guisa que en poco tiempo fue
su fazienda toda endereçada, también de su cuerpo, como de su regno.
El Conde Lucanor
58
Et vós, señor conde, pues criastes este moço, et querríades que se en-
dereçasse su fazienda, catad alguna manera que por exiemplos o por
palabras maestradas et falagueras le fagades entender su fazienda, mas por
cosa del mundo non derrangedes con él castigándol’ nin maltrayéndol’,
cuidándol’ endereçar; ca la manera de los más de los moços es tal, que
luego aborreçen al que los castiga, et mayormente si es omne de grand
guisa, ca liévanlo a manera de menospreçio, non entendiendo cuánto lo ye r-
ran; ca non an tan buen amigo en el mundo como el que castiga el moço
porque non faga su daño, mas ellos non lo toman assí, sinon por la peor
manera. Et por aventura caería tal desamor entre vós et él, que ternía daño a
entramos para adelante.
Al conde plogo mucho deste consejo que Patronio le dio, et fízolo assí, et
fallóse ende bien.
Et porque don Johan se pagó mucho deste exiemplo, fízolo poner en este
libro, et fizo estos viessos que dizen assí:
Non castigues moço maltrayéndol’,
mas dilo comol’ vaya plaziéndol’.
Et la istoria deste exienplo es ésta que se sigue:
Exemplo XXIIº
De lo que contesçió al león et al toro
Fablava otra vez el conde Lucanor con Patronio, su consegero, et díxole
assí:
-Patronio, yo he un amigo muy poderoso et muy onrado, et comoquier que
fasta aquí nunca fallé en él sinon buenas obras, agora dízenme que me non
ama tan derechamente como suele, et aun, que anda buscando maneras
porque sea contra mí. Et yo estó agora en grandes dos cuidados: el uno es
porque me he reçelo que si por aventura él contra mí quisiere seer, que me
pueda venir grand daño; el otro es que me he reçelo que si él entiende que
El Conde Lucanor
59
yo tomo del esta sospecha et que me vo guardando de’l, que él, otrosí, que
fará esso mismo, et que assí irá cresçiendo la sospecha et el desamor poco a
poco fasta que nos aviemos a desabenir. Et por la grant fiança que yo en
vos he, ruégovos que me consejedes lo que bierdes que más me cumple de
fazer en esto.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, para que desto vos podades guardar,
plazerme ía mucho que sopiésedes lo que conteció al león et al toro.
El conde le rogó quel’ dixiesse cómo fuera aquello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, el león et el toro eran mucho ami-
gos, et porque ellos son animalias muy fuertes et muy reçias, apoderávanse
et enseñorgavan todas las otras animalias: ca el león, con el ayuda del toro,
apremiava todas las animalias que comen carne; et el toro, con el ayuda del
león, apremiava todas las animalias que pacen la yerva. Et desque todas las
animalias entendieron que el león et el toro les apremiavan por el ayuda
que fazían el uno al otro, et vieron que por esto les vinía grand premia et
grant daño, fablaron todos entre sí qué manera podrían catar para salir desta
premia. Et entendieron que si fiziesen desabenir al león et al toro, que
serían ellos fuera de la premia de que los traían apremiados el león et el
toro. Et porque el raposo et el carnero eran más allegados a la privança del
león et del toro que las otras animalias, rogáronles todas las animalias que
trabajassen cuanto pudiessen para meter desabenimiento entre ellos. Et el
raposo et el carnero dixeron que se trabajarían cuanto pudiesen por fazer
esto que las animalias querían.
Et el raposo, que era consegero del león, dixo al osso, que es el más es-
forçado et más fuerte de todas las vestias que comen carne en pos el león,
quel’ dixiesse que se reçelaba que el toro andava catando manera para le
traer cuanto daño pudiesse, et que días avié que gelo avían dicho esto, et
como quier que por aventura esto non era verdat, pero que parasse mientes
en ello.
Et esso mismo dixo el carnero, que era consejero del toro, al cavallo, que es
el más fuerte animal que a en esta tierra de las bestias que pacen yerva.
El osso et el cavallo cada uno dellos dixo esta razón al león et al toro. Et
como quier que el león et el toro non creyeron esto del todo, aún tomaron
El Conde Lucanor
60
alguna sospecha que aquellos que eran los más onrados del su linage et de
su compaña, que gelo dizían por meter mal entrellos, pero con todo esso ya
cayeron en alguna sospecha. Et cada uno dellos fablaron con el raposo et
con el carnero, sus privados.
Et ellos dixiéronles que como quier que por aventura el osso et el cavallo
les dizían esto por alguna maestría engañosa, que con todo esso, que era
bien que fuessen parando mientes en los dichos et en las obras que faría
dallí adelante el león et el toro, et segund que viessen, que assí podrían
fazer.
Et ya con esto cayó mayor sospecha entre el león et el toro. Et desque las
animalias entendieron que el león et el toro tomaron sospecha el uno del
otro, començáronles a dar a entender más descubiertamente que cada uno
dellos se reçelava del otro et que esto non podría ser sinon por las malas
voluntades que tenían escondidas en los coraçones.
Et el raposo et el carnero, como falsos consejeros, catando su pro et ol-
bidando la lealtad que avían de tener a sus señores, en logar de los desen-
gañar, engañáronlos; et tanto fizieron, fasta que el amor que solía seer entre
el león et el toro tornó en muy grand desamor; et desque las animalias esto
vieron, començaron a esforçar a aquellos sus mayorales fasta que les
fizieron començar la contienda, et dando a entender cada uno dellos a su
mayoral quel’ guardava, et guardávanse los unos et los otros, et fazían tor-
nar todo el daño sobre el león et sobre el toro.
Et a la fin, el pleito vino a esto: que como quier que el león fizo más daño
et más mal al toro et abaxó mucho el su poder et la su onra, pero sienpre el
león fincó tan desapoderado dallí adelante que nunca pudo enseñorar las
otras vestias nin apoderarse dellas como solía, también de las del su linage
como de las otras. Et assí, porque el león et el toro non entendieron que por
el amor et el ayuda que el uno tomava del otro, eran ellos onrados et
apoderados de todas las otras animalias, et non guardaron el amor aprove-
choso que avían entre sí, et non se sopieron guardar de los malos consejos
que les dieron para sallir de su premia et apremiar a ellos, fincaron el león
et el toro tan mal de aquel pleito, que assí como ellos eran ante apoderados
de todos, así fueron después todos apoderados dellos.
El Conde Lucanor
61
Et vós, señor conde Lucanor, guardatvos que estos que en esta sospecha
vos ponen contra aquel vuestro amigo, que vos lo non fagan por traer a
aquello que troxieron las animalias al león et al toro. Et por ende, conséjo-
vos yo que si aquel vuestro amigo es omne leal et fallastes en él sienpre
buenas obras et leales et fiades en él como omne deve fiar del buen fijo o
del buen hermano, que non creades cosa que vos digan contra él. Ante, vos
consejo quel’ digades lo que vos dixieren de’l, et él luego vos dirá otrosí lo
que dixieren a él de vós. Et fazed tan grant escarmiento en los que esta fal-
sedat cuidaren ordir, porque nunca otros se atrevan a lo començar otra
vegada. Pero si el amigo non fuere desta manera que es dicha, et fuere de
los amigos que se aman por el tiempo, o por la ventura, o por el mester, a
tal amigo como éste, sienpre guardat que nunca digades nin fagades cosa
porque él pueda entender que de vos se mueva mala sospecha nin mala
obra contra él, et dat passada a algunos de sus yerros; ca por ninguna
manera non puede seer que tan grant daño vos venga a desora de que ante
non veades alguna señal çierta, como sería el daño que vos vernía si vos
desabiniésedes por tal engaño et maestría como desuso es dicho; pero al tal
amigo sienpre le dat a entender en buena manera que, assí como cumple a
vos la su ayuda, que assí cumple a él la vuestra; et lo uno faziéndol’ buenas
obras et mostrándol’ buen talante et non tomando sospecha de’l sin razón,
nin creyendo dicho de malos omnes et dando alguna passada a sus yerros;
et lo ál, monstrándol’ que assí como cumple a vos la su ayuda, que assí
cumple a él la vuestra. Por estas maneras durará el amor entre vós, et sere-
des guardados de non caer en el yerro que cayeron el león et el toro.
Al conde plogo mucho deste consejo que Patronio le dio, et fízolo assí, et
fallóse ende bien.
Et entendiendo don Johan que este exiemplo era muy bueno, fízolo escrivir
en este libro et fizo estos viessos que dizen assí:
Por falso dicho de omne mintroso
non pierdas amigo aprovechoso.
Et la istoria deste exienplo es ésta que se sigue:
El Conde Lucanor
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Exemplo XXIIIº
De lo que fazen las formigas para se mantener
Otra vez fablava el conde Lucanor con Patronio, su consejero, en esta
manera:
-Patronio, loado a Dios, yo só assaz rico, et algunos conséjanme que pues
lo puedo fazer, que non tome otro cuidado, sinon tomar plazer et comer et
bever et folgar, que assaz he para mi vida, et aún, que dexe a mios fijos
bien heredados. Et por el buen entendimiento que vós avedes, ruégovos que
me consejedes lo que vos paresçe que devo fazer.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, como quier que el folgar et tomar
plazer es bueno, para que vós fagades en esto lo que es más aprovechoso,
plazerme ía que sopiéssedes lo que faze la formiga para mantenimiento de
su vida.
Et el conde le preguntó cómo era aquello, et Patronio le dixo:
-Señor conde Lucanor, ya vós veedes cuánto pequeña cosa es la formiga,
et, segund razón, non devía aver muy grand aperçebimiento, pero fallaredes
que cada año, al tiempo que los omnes cogen el pan, sallen ellas de sus
formigueros et van a las eras et traen cuanto pan pueden para su manteni-
miento, et métenlo en sus casas. Et a la primera agua que viene, sácanlo
fuera; et las gentes dizen que lo sacan a enxugar, et non saben lo que dizen,
ca non es assí la verdat; ca bien sabedes vós que cuando las formigas sacan
la primera vez el pan fuera de sus formigueros, que estonçe es la primera
agua et comiença el invierno, et pues si ellas, cada que lloviesse, oviessen
de sacar el pan para lo enxugar, luenga lavor ternían, et demás que non po-
drían aver sol para lo enxugar, ca en el invierno non faze tantas vegadas sol
que lo pudiessen enxugar.
Mas la verdat porque ellas lo sacan la primera vez que llueve es ésta: ellas
meten cuanto pan pueden aver en sus casas una vez, et non catan por ál, si-
non por traer cuanto fallan. Et desque lo tienen ya en salvo, cuidan que
tienen ya recabdo para su vida esse año. Et cuando viene la lluvia et se
moja, el pan comiença de naçer; et ellas veen que si el pan naçe en los for-
migueros, que en logar de se gobernar dello, que su pan mismo las mataría,
El Conde Lucanor
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et serían ellas ocasión de su daño. Et entonçe sácanlo fuera et comen aquel
coraçón que a en cada grano de que sale la semiente et dexan todo el grano
entero. Et después, por lluvia que faga, non puede naçer, et goviérnanse
de’l todo el año.
Et aún fallaredes que maguer que tengan cuanto pan les complía, que cada
que buen tiempo faze, non dexan de acarrear cualesquier erbizuelas que
fallan. Et esto fazen reçelando que les non cumplirá aquello que tienen; et
mientre an tiempo, non quieren estar de valde nin perder el tiempo que
Dios les da, pues se pueden aprovechar de’l.
Et vós, señor conde, pues la formiga, que es tan mesquina cosa, ha tal en-
tendimiento et faze tanto por se mantener, bien devedes cuidar que non es
buena razón para ningún omne, et mayormente para los que an de mantener
grand estado et governar a muchos, en querer sienpre comer de lo ganado;
ca çierto sed que por grant aver que sea, onde sacan cada día et non ponen
ý nada, que non puede durar mucho, et demás paresçe muy grand amor-
tiguamiento et grand mengua de coraçón. Mas el mio consejo es éste: que
si queredes comer et folgar, que lo fagades sienpre manteniendo vuestro
estado et guardando vuestra onra, et catando et aviendo cuidado cómo av-
redes de que lo cumplades, ca si mucho ovierdes et bueno quisierdes seer,
assaz avredes logares en que lo despendades a vuestra onra.
Al conde plogo mucho deste consejo que Patronio le dio, et fízolo assí, et
fallóse ende bien.
Et porque don Johan se pagó deste exiemplo, fízolo poner en este libro, et
fizo estos viessos que dizen assí:
Non comas sienpre lo que as ganado;
bive tal vida que mueras onrado.
Et la istoria deste exiemplo es ésta que se sigue:
El Conde Lucanor
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Exemplo XXIVº
De lo que contesçió a un rey que quería provar a tres sus fijos
Un día fablava el conde Lucanor con Patronio, su consegero, et díxole assí:
-Patronio, en la mi casa se crían muchos moços, dellos omnes de grand
guisa et dellos que lo non son tanto, et beo en ellos muchas maneras et muy
estrañas. Et por el grand entendimiento que vós avedes, ruégovos que me
digades, cuanto vós entendedes, en qué manera puedo yo conosçer cuál
moço recudrá a seer mejor omne.
-Señor conde -dixo Patronio-, esto que me vós dezides es muy fuerte cosa
de vos lo dezir ciertamente, ca non se puede saber çiertamente ninguna
cosa de lo que es de venir; et esto que vós preguntades es por venir, et por
ende non se puede saber ciertamente; mas lo que desto se puede saber es
por señales que paresçen en los moços, también de dentro como de fuera; et
las que paresçen de fuera son las figuras de la cara et el donaire et la color
et el talle del cuerpo et de los miembros, ca por estas cosas paresçe la señal
de la complisión et de los miembros prinçipales, que son el coraçón et el
meollo et el fígado; como quier que estas son señales non se puede saber lo
çierto; ca pocas vezes se acuerdan todas las señales a una cosa; ca si las
unas señales muestran lo uno, muestran las otras el contrario; pero a lo más,
segund son estas señales, assí recuden las obras.
Et las más çiertas señales son las de la cara, et señaladamente las de los
ojos, et otrosí el donaire; ca muy pocas vezes fallesçen éstas. Et non ten-
gades que el donarie se dize por seer omne fermoso en la cara nin feo, ca
muchos omnes son pintados et fermosos, et non an donarie de omne; et
otros paresçen feos, que an buen donario para seer omnes apuestos.
Et el talle del cuerpo et de los miembros muestran señal de la complisión et
paresçe si deve seer valiente o ligero, et las tales cosas. Mas el talle del
cuerpo et de los miembros non muestran çiertamente cuáles deven seer las
obras. Et con todo esto, éstas son señales, et pues digo señales, digo cosa
non çierta, ca la señal sienpre es cosa que paresce por ella lo que deve seer;
mas non es cosa forçada que sea assí en toda guisa. Et éstas son las señales
de fuera, que siempre son muy dubdosas para conosçer lo que vós me
preguntades. Mas para conosçer los moços por las señales de dentro que
El Conde Lucanor
65
son ya cuanto más ciertas, plazerme ía que sopiésedes cómo provó una vez
un rey moro a tres fijos que avía, por saber cuál dellos sería mejor omne.
El conde le rogó quel’ dixiesse cómo fuera aquello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, un rey moro avía tres fijos; et por-
que el padre puede fazer que regne cual fijo de los suyos él quisiere, des-
pués que el rey llegó a la vegez, los omnes buenos de su tierra pidiéronle
por merçed que les señalasse cuál daquellos sus fijos quería que regnasse
en pos él. Et el rey díxoles que dende a un mes gelo diría.
Et cuando vino a ocho o a dies días, una tarde dixo al fijo mayor que otro
día grand mañana quería cavalgar et que fuesse con él. Otro día, vino el in-
fante mayor al rey, pero que non tan mañana como el rey, su padre, dixiera.
Et desque llegó, díxol’ el rey que se quería vestir, quel’ fiziesse traer los
paños. El infante dixo al camarero que troxiesse los paños; el camarero
preguntó que cuáles paños quería. El infante tornó al rey et preguntól’ que
cuáles paños quería. El rey díxole que el aljuva; et él tornó al camarero et
díxole que el aljuva quería el rey. Et el camarero le preguntó que cuál al-
mexía quería, et el infante tornó al rey a gelo preguntar. Et assí fizo por
cada vestidura, que sienpre iva et vinía por cada pregunta, fasta que el rey
tovo todos los paños. Et vino el camarero, et le vistió et lo calçó.
Et desque fue vestido et calçado, mandó el rey al infante que fiziesse traer
el cavallo, et él dixo al que guardava los cavallos del rey quel’ troxiesse el
cavallo, et el que los guardava díxole que cuál cavallo traería; et el infante
tornó con esto al rey, et assí fizo por la siella et por el freno et por el espada
et las espuellas; et por todo lo que avía mester para cavalgar, por cada cosa
fue preguntar al rey.
Desque todo fue guisado, dixo el rey al infante que non podía cavalgar, et
que fuesse él andar por la villa et que parasse mientes a las cosas que vería
porque lo sopiesse retraer al rey.
El infante cavalgó et fueron con él todos los onrados omnes del rey et del
regno, et ivan ý muchas trompas et tabales et otros strumentos. El infante
andido una pieça por la villa, et desque tornó al rey, preguntól’ quél’
paresçía de lo que viera. Et el infante díxole que bien le paresçía, sinon
quel’ fazían muy grand roído aquellos estrumentes.
El Conde Lucanor
66
Et a cabo de otros días, mandó el rey al fijo mediano que veniesse a él otro
día mañana, et el infante fízolo assí. Et el rey fizo todas las pruevas que
fiziera al infante mayor, su hermano, et el infante fízolo, et dixo bien como
el hermano mayor.
Et a cabo de otros días, mandó al infante menor, su fijo, que fuesse con él
de grand mañana. Et el infante madurgó ante que el rey despertasse, et es-
peró fasta que despertó el rey; et luego que fue espierto, entró el infante et
omillósele con la reverençia que devía. Et el rey mandól’ quel’ fiziesse
traer de bestir. Et el infante preguntó qué paños quería, et en una vez le
preguntó por todo lo que avía de bestir et de callar, et fue por ello et tráxo-
gelo todo. Et non quiso que otro camarero lo vestiesse nin lo calçasse sinon
él, dando a entender que se ternía por de buena ventura si el rey, su padre,
tomasse plazer o serviçio de lo que él pudiesse fazer, et que pues su padre
era, que razón et aguisado era de fazer cuantos serviçios et omildades pudi-
esse.
Et desque el rey fue vestido et calçado, mandó al infante quel’ fiziesse traer
el cavallo. Et él preguntóle cuál cavallo quería, et con cuál siella et con cuál
freno, et cuál espada, et por todas las cosas que eran mester paral’ cavalgar,
et quién quería que cavalgasse con él, et assí por todo cuanto cumplía. Et
desque todo lo fizo, non preguntó por ello más de una vez, et tráxolo et
aguisólo como el rey lo avía mandado.
Et desque todo fue fecho, dixo el rey que non quería cavalgar, mas que
cavalgasse él et quel’ contasse lo que viesse. Et el infante cavalgó et fueron
con él todos como fizieran con los otros sus hermanos; mas él nin ninguno
de sus hermanos, nin omne del mundo, non sabié nada de la razón porque
el rey fazía esto.
Et desque el infante cavalgó, mandó quel’ mostrassen toda la villa de den-
tro, et las calles et do tenía el rey sus tesoros, et cuántos podían seer, et las
mezquitas et toda la nobleza de la villa de dentro et las gentes que ý mora-
van. Et después salió fuera et mandó que saliessen allá todos los omnes de
armas, et de cavallo et de pie, et mandóles que trebejassen et le mostrassen
todos los juegos de armas et de trebejos, et vio los muros et las torres et las
fortalezas de la villa. Et desque lo ovo visto, tornósse paral rey, su padre.
El Conde Lucanor
67
Et cuando tornó era ya muy tarde. Et el rey le preguntó de las cosas que
avía visto. Et el infante le dixo que si a él non pesasse, que él le diría lo
quel’ paresçía de lo que avía visto. Et el rey le mandó, so pena de la su
bendiçión, quel’ dixiesse lo quel’ paresçía. Et el infante le dixo que como
quier que él era muy leal rey, quel’ paresçía que non era tan bueno como
devía, ca si lo fuesse, pues avía tan buena gente et tanta, et tan grand poder
et tan grand aver, et que si por él non fincasse, que todo el mundo devía ser
suyo.
Al rey plogo mucho deste denuesto que el infante le dixo.
Et cuando vino el plazo a que avía de dar respuesta a los de la tierra, díxo-
les que aquel fijo les dava por rey.
Et esto fizo por las señales que vio en los otros et por las que vio en éste. Et
como quier que más quisiera cualquier de los otros para rey, non tovo por
aguisado de lo fazer por lo que vio en los unos et en el otro.
Et vós, señor conde, si queredes saber cuál moço sería mejor, parat mientes
a estas tales cosas, et assí podredes entender algo et por aventura lo más
dello que a de ser de los moços.
Al conde plogo mucho de lo que Patronio le dixo.
Et porque don Johan tovo este por buen exienplo, fízolo escrivir en este li-
bro et fizo estos viessos que dizen assí:
Por obras et maneras podrás conosçer
a los moços cuáles deven los más seer.
Et la istoria deste exiemplo es ésta que se sigue:
El Conde Lucanor
68
Exemplo XXVº
De lo que contesçió al conde de Provençia, cómo fue librado de la
prisión por el consejo que le dio Saladín
El conde Lucanor fablava una vez con Patronio, su consegero, en esta
manera:
-Patronio, un mio vasallo me dixo el otro día que quería casar una su pari-
enta, et assí como él era tenudo de me consejar lo mejor que él pudiesse,
que me pidía por merçed quel’ consejasse en esto lo que entendía que era
más su pro, et díxome todos los casamientos quel’ traían. Et porque éste es
omne que yo querría que lo acertasse muy bien, et yo sé que vós sabedes
mucho de tales cosas, ruégovos que me digades lo que entendedes en esto,
porquel’ yo pueda dar tal consejo que se falle él vien dello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, para que podades bien consejar a
todo omne que aya de casar su parienta, plazerme ía mucho que so-
piéssedes lo qué contesçió al conde de Provençia con Saladín, que era
soldán de Babilonia.
El conde Lucanor le rogó quel’ dixiesse cómo fuera aquello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, un conde ovo en Provençia que fue
muy buen omne et deseava mucho fazer en guisa porquel’ oviesse Dios
merçed al alma et ganasse la gloria del Paraíso, faziendo tales obras que
fuessen a grand su onra et del su estado. Et para que esto pudiesse complir,
tomó muy grand gente consigo, et muy bien aguisada, et fuesse para la
Tierra Sancta de Ultramar, poniendo en su coraçón que por quequier quel’
pudiesse acaesçer, que siempre sería omne de buena ventura, pues le vinía
estando él derechamente en serviçio de Dios. Et porque los juizios de Dios
son muy marabillosos et muy ascondidos, et Nuestro Señor tiene por bien
de tentar muchas vezes a los sus amigos, pero si aquella temptaçión saben
sofrir, sienpre Nuestro Señor guisa que torne el pleito a onra et a pro de
aquel a quien tienta; et por esta razón tovo Nuestro Señor por bien de
temptar al conde de Provençia, et consentió que fuesse preso en poder del
soldán.
El Conde Lucanor
69
Et como quier que estava preso, sabiendo Saladín la grand vondat del
conde, fazíale mucho bien et mucha onra, et todos los grandes fechos que
avía de fazer, todos los fazía por su consejo. Et tan bien le consejava el
conde et tanto fiava de’l el soldán que como quier que estava preso, que tan
grand logar et tan grand poder avía, et tanto fazían por él en toda la tierra
de Saladín, como farían en la suya misma.
Cuando el conde se partió de su tierra, dexó una fija muy pequeñuela. Et el
conde estudo tan grand tiempo en la prisión, que era ya su fija en tiempo
para casar; et la condesa, su muger, et sus parientes enviaron dezir al conde
cuantos fijos de reys et otros grandes omnes la demandavan por ca-
samiento.
Et un día, cuando Saladín vino a fablar con el conde, desque ovieron acor-
dado aquello porque Saladín allí viniera, fabló con él el conde en esta
manera:
-Señor, vós me fazedes a mí tanta merçed et tanta onra et fiades tanto de mí
que me ternía por muy de buena ventura si vos lo pudiesse servir. Et pues
vós, señor, tenedes por bien que vos conseje yo en todas las cosas que vos
acaesçen, atreviéndome a la vuestra merçed et fiando del vuestro entendi-
miento, pídovos por merçed que me consejedes en una cosa que a mí
acaesçió.
El soldán gradesçió esto mucho al conde, et díxol’ quel’ consejaría muy de
grado; et aún, quel’ ayudaría muy de buena mente en que quiera quel’
cumpliesse.
Entonçe le dixo el conde de los casamientos quel’ movían para aquella su
fija et pidiól’ por merced quel’ consejasse con quién la casaría.
Et Saladín respondió assí:
-Conde, yo sé que tal es el vuestro entendimiento, que en pocas palabras
que vos omne diga entendredes todo el fecho. Et por ende vos quiero con-
sejar en este pleito segund lo yo entiendo. Yo non conosco todos estos que
demandan vuestra fija, qué linage o qué poder an, o cuáles son en los sus
cuerpos o cuánta vezindat an convusco, o qué mejoría an los unos de los
El Conde Lucanor
70
otros, et por ende que non vos puedo en esto consejar çiertamente; mas el
mio consejo es éste: que casedes vuestra fija con omne.
El conde gelo tovo en merced, et entendió muy bien lo que aquello quería
dezir. Et envió el conde dezir a la condessa, su muger, et a sus parientes el
consejo que el soldán le diera, et que sopiesse de cuantos omnes fijos dalgo
avía en todas sus comarcas, de qué maneras et de qué costumbres, et cuáles
eran en los sus cuerpos, et que non catassen por su riqueza nin por su po-
der, mas quel’ enviassen por escripto dezir qué tales eran en sí los fijos de
los reyes et de los grandes señores que la demandavan et qué tales eran los
otros omnes fijos dalgo que eran en las comarcas.
Et la condessa et los parientes del conde se marabillaron desto mucho, pero
fizieron lo quel conde les envió mandar, et posieron por escripto todas las
maneras et costumbres buenas et contrarias que avían todos los que deman-
davan la fija del conde, et todas las otras condiçiones que eran en ellos. Et
otrosí, escrivieron cuáles eran en sí los otros omnes fijos dalgo que eran en
las comarcas, et enviáronlo todo contar al conde.
Et desque el conde vio este escripto, mostrólo al soldán; et desque Saladín
lo vio, como quier que todos eran muy buenos, falló en todos los fijos de
los reyes et de los grandes señores en cada uno algunas tachas: o de seer
mal acostumbrados en comer o en vever, o en seer sañudos, o apartadizos,
o de mal reçebimiento a las gentes, et pagarse de malas compañas, o enbar-
gados de su palabra, o alguna otra tacha de muchas que los omnes pueden
aver. Et falló que un fijo de un rico omne que non era de muy grand poder,
que segund lo que paresçía del en aquel escripto, que era el mejor omne et
el más complido, et más sin mala tacha de que él nunca oyera fablar. Et
desque esto oyó el soldán, consejó al conde que casasse su fija con aquel
omne, ca entendió que comoquier que aquellos otros eran más onrados et
más fijos dalgo, que mejor casamiento era aquel et mejor casava el conde
su fija con aquél que con ninguno de los otros en que oviesse una mala
tacha, cuanto más si oviesse muchas; et tovo que más de preçiar era el
omne por las sus obras que non por su riqueza, nin por nobleza de su li-
nage.
El conde envió mandar a la condessa et a sus parientes que casassen su fija
con aquel que Saladín le mandara. Et como quier que se marabillaron
mucho ende, enviaron por aquel fijo de aquel rico omne et dixiéronle lo
El Conde Lucanor
71
que el conde les envió mandar. Et él respondió que bien entendía que el
conde era más fijo dalgo et más rico et más onrado que él, pero que si él tan
grant poder oviesse, que bien tenía que toda muger sería bien casada con él,
et que esto que fablavan con él, si lo dizían por non lo fazer, que tenía que
le fazían muy grand tuerto et quel’ querían perder de balde. Et ellos dix-
ieron que lo querían fazer en toda guisa, et contáronle la razón en cómo el
soldán consejara al conde quel’ diesse su fija ante que a ninguno de los fi-
jos de los reyes nin de los otros grandes señores, señaladamente porquel’
escogiera por omne. Desque él esto oyó, entendió que fablavan verdadera-
mente en el casamiento et tovo que, pues Saladín lo escogiera por omne et
le fiziera allegar a tan grand onra, que non sería él omne si non fiziesse en
este fecho lo que pertenesçía.
Et dixo luego a lla condessa et a los parientes del conde que si ellos querían
que creyesse él que gelo dizían verdaderamente, quel’ apoderasen luego de
todo el condado et de todas las rendas, pero non les dixo ninguna cosa de lo
que él avía pensado de fazer. A ellos plogo de lo que él les dizía, et apo-
deráronle luego de todo. Et él tomó muy grand aver, et en grand poridat,
armó pieça de galeas et tovo muy grand aver guardado. Et desque esto fue
fecho, mandó guisar sus vodas para un día señalado.
Et desque las vodas fueron fechas muy ricas et muy onradas, en la noche,
cuando se ovo de ir para su casa do estava su muger, ante que se echassen
en la cama, llamó a la condessa et a sus parientes et díxoles en grant poridat
que bien sabién que el conde le escogiera entre otros muy mejores que él, et
que lo fiziera porque el soldán le consejara que casasse su fija con omne et
pues el soldán et el conde tanta onra le fizieran et lo escogieran por omne,
que ternía él que non era omne si non fiziesse en esto lo que pertenesçía; et
que se quería ir et que les dexava aquella donzella con qui él avía de casar,
et el condado: que él fiava por Dios que él le endereçaría porque entendies-
sen las gentes que fazía fecho de omne.
Et luego que esto ovo dicho, cavalgó et fuesse en buena ventura. Et en-
dereçó al regno de Armenia, et moró ý tanto tiempo fasta que sopo muy
bien el lenguaje et todas las maneras de la tierra. Et sopo cómo Saladín era
muy caçador.
El Conde Lucanor
72
Et él tomó muchas buenas aves et muchos buenos canes, et fuesse para
Saladín; et partió aquellas sus galeas et puso una en cada puerto, et
mandóles que nunca se partiessen ende fasta quel gelo mandasse.
Et desque él llegó al soldán, fue muy bien reçebido, pero non le besó la
mano nin le fizo ninguna reverençia de las que omne deve fazer a su señor.
Et Saladín mandól’ dar todo lo que ovo mester, et él gradesçiógelo mucho,
mas non quiso tomar del ninguna cosa et dixo que non viniera por tomar
nada de’l; mas por cuanto bien oyera dezir de’l, que si él por bien toviesse,
que quería bevir algún tiempo en la su casa por aprender alguna cosa de
cuanto bien avía en él et en las sus gentes; et porque sabía que el soldán era
muy caçador, que él traía muchas aves et muy buenas, et muchos canes, et
si la su merçed fuesse, que tomasse ende lo que quisiesse, et con lo quel’
fincaría a él, que andaría con él a caça, et le faría cuanto serviçio pudiesse
en aquello et en ál.
Esto le gradesçió mucho Saladín, et tomó lo que tovo por bien de lo que él
traía, mas por ninguna guisa nunca pudo guisar que el otro tomasse de’l
ninguna cosa, nin le dixiesse ninguna cosa de su fazienda, nin oviesse en-
trellos cosa porque él tomasse ninguna carga de Saladín porque fuesse
tenido de lo guardar. Et assí andido en su casa un grand tiempo.
Et como Dios acarrea, cuando su voluntad es, las cosas que Él quiere, guisó
que alançaron los falcones a unas grúas. Et fueron matar la una de llas
grúas a un puerto de la mar do estava la una de las galeas que el yerno del
conde ý pusiera. Et el soldán, que iva en muy buen cavallo, et él en otro,
alongáronse tanto de las gentes, que ninguno dellos non vio por do iva. Et
cuando Saladín llegó do los falcones estavan con la grúa, descendió mucho
aína por los acorrer. Et el yerno del conde que vinía con él, de quel’ vio en
tierra, llamó a los de la galea.
Et el soldán, que non parava mientes sinon por cevar sus falcones, cuando
vio la gente de la galea en derredor de sí, fue muy espantado. Et el yerno
del conde metió mano a la espada et dio a entender quel quería ferir con
ella. Et cuando Saladín esto vio, començósse a quexar mucho diziendo que
esto era muy grand traiçión. Et el yerno del conde le dixo que non man-
dasse Dios, que bien sabía él que nunca él le tomara por señor, nin quisiera
tomar nada de lo suyo, nin tomar de’l ningún encargo porque oviesse razón
de lo guardar, mas que sopiesse que Saladín avía fecho todo aquello.
El Conde Lucanor
73
Et desque esto ovo dicho, tomólo et metiólo en la galea, et de que lo tovo
dentro, contól’ cómo él era el yerno del conde, et que era aquél que él
escogiera, entre otros mejores que sí, por omne; et pues él por omne lo
escogiera, que bien entendía que non fuera él omne si esto non fiziera; et
quel’ pidía por merçed quel’ diesse su suegro porque entendiesse que el
consejo que él le diera que era bueno et verdadero, et que se fallava bien
de’l.
Cuando Saladín esto oyó, gradesçió mucho a Dios, et plógol’ más porque
açertó en el su consejo que sil’ oviera acaesçido otra pro o otra onra por
grande que fuesse. Et dixo al yerno del conde que gelo daría muy de buena
mente.
Et el yerno del conde fió en el soldán, et sacólo luego de la galea et fuesse
con él. Et mandó a los de la galea que se alongassen del puerto tanto que
non los pudiessen veer ningunos que ý llegassen.
Et el soldán et el yerno del conde cevaron muy bien sus falcones. Et cuando
las gentes ý llegaron, fallaron a Saladín mucho alegre. Et nunca dixo a
omne del mundo nada de cuanto le avía contesçido.
Et desque llegaron a lla villa, fue luego desçender a la casa do estava el
conde preso et levó consigo al yerno del conde. Et desque vio al conde,
començól’ a dezir con muy grand alegría:
-Conde, mucho gradesco a Dios por la merçed que me fizo en acertar tan
bien como acerté en el consejo que vos di en el casamiento de vuestra fija.
Evad aquí vuestro yerno, que vos a sacado de presión.
Entonçe le contó todo lo que su yerno avía fecho, la lealdat et el grand es-
fuerço que fiziera en le prender et en fiar luego en él.
Et el soldán et el conde et cuantos esto sopieron, loaron mucho el entendi-
miento et el esfuerço et la lealdad del yerno del conde. Otrosí, loaron
muncho las vondades de Saladín et del conde, et gradesçieron mucho a
Dios porque quiso guisar de lo traer a tan buen acabamiento.
El Conde Lucanor
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Entonçe dio el soldán muchos dones et muy ricos al conde et a su yerno; et
por el enojo que el conde tomara en la prisión, diol’ dobladas todas las
rentas que el conde pudiera levar de su tierra en cuanto estudo en la prisión,
et enviól’ muy rico et muy honrado et muy bien andante para su tierra.
Et todo este bien vino al conde por el buen consejo que el soldán le dio que
casasse su fija con omne.
Et vós, señor conde Lucanor, pues avedes a consejar aquel vuestro vasallo
en razón del casamiento de aquella su parienta, consejalde que la prinçipal
cosa que cate en el casamiento que sea aquél con quien la oviere de casar
buen omne en sí; ca si esto non fuere, por onra, nin por riqueza, nin por fi-
dalguía que aya, nunca puede ser bien casada. Et devedes saber que el
omne con vondad acreçenta la onra et alça su linage et acreçenta las riqu-
ezas. Et por seer muy fidalgo nin muy rico, si bueno non fuere, todo sería
mucho aína perdido. Et desto vos podría dar muchas fazañas de muchos
omnes de grand guisa que les dexaren sus padres et muy ricos et mucho on-
rados, et pues non fueron tan buenos como devían, fue en ellos perdido el
linage et la riqueza; et otros de grand guisa et de pequeña que, por la grand
vondad que ovieron en sí, acresçentaron mucho en sus onras et en sus
faziendas, en guisa que fueron muy más loados et más preçiados por lo que
ellos fizieron et por lo que ganaron, que aun por todo su linage. Et assí en-
tendet que todo el pro et todo el daño nasçe et viene de cuál el omne es en
sí, de cualquier estado que sea. Et por ende, la primera cosa que se deve
catar en el casamiento es cuáles maneras et cuáles costumbres et cuál en-
tendimiento et cuáles obras a en sí el omne o la muger que a de casar; et
esto seyendo primero catado, dende en adelante, cuanto el linage es más
alto et la riqueza mayor et la apostura más complida et la vezindat más
açerca et más aprovechosa, tanto es el casamiento mejor.
Al conde plogo mucho destas razones que Patronio le dixo, et tovo que era
verdat todo assí como él le dizía.
Et veyendo don Johan que este enxiemplo era muy bueno, fízolo escrivir en
este libro, et fizo estos viessos que dizen assí:
Qui omne es, faz todos los provechos;
qui non lo es, mengua todos los fechos.
El Conde Lucanor
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Et la istoria deste enxiemplo es ésta que se sigue:
Exemplo XXVIº
De lo que contesçió al árvol de la Mentira
Un día fablava el conde Lucanor con Patronio, su consejero, et díxole así:
-Patronio, sabet que estó en muy grand quexa et en grand roído con unos
omnes que me non aman mucho; et estos omnes son tan reboltosos et tan
mintrosos que nunca otra cosa fazen sinon mentir a mí et a todos los otros
con quien an de fazer o de librar alguna cosa. Et las mentiras que dizen,
sábenlas tan bien apostar et aprovéchanse tanto dellas, que me traen a muy
grand daño, et ellos apodéranse mucho, et an gentes muy fieramente contra
mí. Et aun creed que si yo quisiesse obrar por aquella manera, que por
aventura lo sabría fazer tan bien como ellos; mas porque yo sé que la men-
tira es de mala manera, nunca me pagué della. Et agora, por el buen en-
tendimiento que vós avedes, ruégovos que me consejedes qué manera tome
con estos omnes.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, para que vós fagades en esto lo
mejor et más a vuestra pro, plazerme ía mucho que sopiéssedes lo que
contesçió a la Verdat et a la Mentira.
El conde le rogó quel’ dixiesse cómo fuera aquello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, la Mentira et la Verdat fizieron su
compañía en uno, et de que ovieron estado assí un tiempo, la Mentira, que
es más acuçiosa, dixo a la Verdat que sería bien que pusiessen un árbol de
que oviesen fructa et pudiessen estar a la su sonbra cuando fiziesse calen-
tura. Et la Verdat, como es cosa llana et de buen talante, dixo quel’ plazía.
Et de que el árbol fue puesto et començó a naçer, dixo la Mentira a la Ver-
dat que tomasse cada una dellas su parte de aquel árbol. Et a la Verdat
plógol’ con esto. Et la Mentira, dándol’ a entender con razones coloradas et
apuestas que la raíz del árbol es la cosa que da la vida et la mantenençia al
El Conde Lucanor
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árbol, et que es mejor cosa et más aprovechosa, consejó la Mentira a la
Verdat que tomasse las raízes del árbol que están so tierra et ella que se
aventuraría a tomar aquellas ramiellas que avían a salir et estar sobre tierra,
comoquier que era muy grand peligro porque estava a aventura de tajarlo o
follarlo los omnes o roerlo las vestias o tajarlo las aves con las manos et
con los picos o secarle la grand calentura o quemarle el grant yelo, et que
de todos estos periglos non avía a sofrir ningunos la raíz.
Et cuando la Verdat oyó todas estas razones, porque non ay en ella muchas
maestrías et es cosa de grand fiança et de grand creençia, fiósse en la Men-
tira, su compaña, et creó que era verdat lo quel’ dizía, et tovo que la Men-
tira le consejava que tomasse muy buena parte, tomó la raíz del árbol et fue
con aquella parte muy pagada. Et cuando la Mentira esto ovo acabado, fue
mucho alegre por el engaño que avía fecho a su compañera diziéndol’
mentiras fermosas et apostadas.
La Verdat metiósse so tierra para vevir ó estavan las raízes que eran la su
parte, et la Mentira fincó sobre tierra do viven los omnes et andan las gen-
tes et todas las otras cosas. Et como es ella muy fallaguera, en poco tiempo
fueron todos muy pagados della. Et el su árbol començó a cresçer et echar
muy grandes ramos et muy anchas fojas que fazían muy fermosa sonbra et
paresçieron en él muy apuestas flores de muy fermosas colores et muy pa-
gaderas a paresçencia.
Et desque las gentes vieron aquel árbol tan fermoso, ayuntávanse muy de
buena mente a estar cabo de’l, et pagávanse mucho de la su sombra et de
las sus flores tan bien coloradas, et estavan ý siempre las más de las gentes;
et aun los que se fallavan por los otros logares dizían los unos a los otros
que si querían estar viçiosos et alegres, que fuessen estar a la sombra del
árbol de la Mentira.
Et cuando las gentes eran ayuntadas so aquel árbol, como la Mentira es
muy fallaguera et de grand sabiduría, fazía muchos plazeres a las gentes et
amostrávales de su sabiduría; et las gentes pagávanse de aprender de
aquella su arte mucho. Et por esta manera tiró a sí todas las más gentes del
mundo: ca mostrava a los unos mentiras senziellas, et a los otros más
sotiles, mentiras dobladas, et a otros, muy más sabios, mentiras trebles.
El Conde Lucanor
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Et devedes saber que la mentira senziella es cuando un omne dice a otro:
«Don Fulano, yo faré tal cosa por vos», et él miente de aquello quel’ dize.
Et la mentira doble es cuando faze juras et omenages et rehenes et da otros
por sí que fagan todos aquellos pleitos, et en faziendo estos seguramientos,
ha él ya pensado et sabe manera cómo todo esto tornará en mentira et en
engaño. Mas la mentira treble, que es mortalmente engañosa, es la quel’
miente et le engaña diziendo verdat.
Et desta sabiduría tal avía tanta en la Mentira et sabíala tan bien mostrar a
los que se pagavan de estar a la sombra del su árbol, que les fazía acabar
por aquella sabiduría lo más de las cosas que ellos querían, et non fallavan
ningún omne que aquella arte non sopiesse, que ellos non le troxiessen a
fazer toda su voluntad. Et lo uno por la fermosura del árbol, et lo ál con la
grand arte que de la Mentira aprendían, deseavan mucho las gentes estar a
aquella sombra et aprender lo que la Mentira les amostrava.
La Mentira estava mucho onrada et muy preçiada et mucho aconpañada de
las gentes, et el que menos se llegava a ella et menos sabía de la su arte,
menos le preçiavan todos, et aun él mismo se preçiava menos.
Et estando la Mentira tan bien andante, la lazdrada et despreçiada de la
Verdat estava ascondida so tierra, et omne del mundo non sabía della parte,
nin se pagava della, nin la quería buscar. Et ella, veyendo que non le avía
fincado cosa en que se pudiesse mantener sinon aquellas raízes del árbol
que era la parte quel’ consejara tomar la Mentira, et con mengua de otra vi-
anda, ovóse a tornar a roer et a tajar et a governarse de las raízes del árbol
de la Mentira. Et como quier que el árbol tenía muy buenas ramas et muy
anchas fojas que fazían muy grand sombra et muchas flores de muy apues-
tas colores ante que pudiessen levar fructo fueron tajadas todas sus raízes,
ca las ovo a comer la Verdat, pues non avía ál de que se governar.
Et desque las raízes del árbol de la Mentira fueron todas tajadas, et estando
la Mentira a la sombra del su árbol con todas las gentes que aprendían de la
su arte, vino un viento et dio en el árbol, et porque las sus raízes eran todas
tajadas, fue muy ligero de derribar et cayó sobre la Mentira et quebrantóla
de muy mala manera; et todos los que estavan aprendiendo de la su arte
fueron todos muertos et muy mal feridos, et fincaron muy mal andantes.
El Conde Lucanor
78
Et por el lugar do estava el tronco del árbol salió la Verdat que estava
escondida, et cuando fue sobre la tierra, falló que la Mentira et todos los
que a ella se allegaron eran muy mal andantes et se fallaron muy mal de
cuanto aprendieron et usaron del arte que aprendieron de la Mentira.
Et vós, señor conde Lucanor, parad mientes que la mentira ha muy grandes
ramos, et las sus flores, que son los sus dichos et los sus pensamientos et
los sus fallagos, son muy plazenteros, et páganse mucho dellos las gentes,
pero todo es sombra et nunca llega a buen fructo. Por ende, si aquellos
vuestros contrarios usan de llas sabidurías et de los engaños de la mentira,
guardatvos dellos cuanto pudierdes et non querades seer su conpañero en
aquella arte, nin ayades envidia de la su buena andança que an por usar del
arte de la mentira, ca cierto sed que poco les durará, et non pueden aver
buena fin; et cuando cuidaren seer más bien andantes, estonçe les fallecerá
assí como fallesçió el árbol de la Mentira a los que cuidavan estar muy bien
andantes a su sombra; mas aunque la verdat sea menospreçiada, abraçatvos
bien con ella et preciadla mucho, ca çierto seed que por ella seredes bien
andante et abredes buen acabamiento et ganaredes la gracia de Dios porque
vos dé en este mundo mucho bien et mucha onra para’l cuerpo et salva-
miento para’l alma en el otro.
Al conde plogo mucho deste consejo que Patronio le dio, et fízolo assí et
fallóse ende bien.
Et entendiendo don Johan que este exiemplo era muy bueno, fízolo escrivir
en este libro et fizo estos viessos que dizen assí:
Seguid verdad por la mentira foir,
ca su mal cresçe quien usa de mentir.
Et la istoria deste exiemplo es ésta que se sigue:
El Conde Lucanor
79
Exemplo XXVIIº
De lo que contesció a un emperador et a don Alvar Háñez Minaya con
sus mugeres
Fablava el conde Lucanor con Patronio, su consegero, un día et díxole assí:
-Patronio, dos hermanos que yo he son casados entramos et biven cada uno
dellos muy desbariadamente el uno del otro; ca el uno ama tanto aquella
dueña con qui es casado, que abés podemos guisar con él que se parta un
día del lugar onde ella es, et non faz cosa del mundo sinon lo que ella
quiere, et si ante non gelo pregunta. Et el otro, en ninguna guisa non pode-
mos con él que un día la quiera veer de los ojos, nin entrar en casa do ella
sea. Et porque yo he grand pesar desto, ruégovos que me digades alguna
manera porque podamos ý poner consejo.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, segund esto que vós dezides en-
tramos vuestros hermanos andan muy errados en sus faziendas; ca el uno
nin el otro non devían mostrar tan grand amor nin tan grand desamor como
muestran a aquellas dueñas con qui ellos son casados; mas como quier que
lo ellos yerran, por aventura es por las maneras que an aquellas sus
mugeres; et por ende querría que sopiésedes lo que contesçió al emperador
Fradrique et a don Alvar Fáñez Minaya con sus mugeres.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, porque estos exiemplos son dos et
non vos los podría entramos dezir en uno, contarvos he primero lo que
contesçió al emperador Fradrique, et después contarvos he lo que contesçió
a don Alvar Háñez.
-Señor conde, el emperador Fradrique casó con una donzella de muy alta
sangre, segund le pertenesçía; mas de tanto, non le acaesçió bien, que non
sopo ante que casasse con aquélla las maneras que avía.
Et después que fueron casados, comoquier que ella era muy buena dueña et
muy guardada en el su cuerpo, començó a seer la más brava et la más fuerte
et la más rebessada cosa del mundo. Assí que si el emperador quería comer,
ella dizía que quería ayunar; et si el emperador quería dormir, queriese ella
El Conde Lucanor
80
levantar; et si el emperador querié bien alguno, luego ella lo desamava.
¿Qué vos diré más? Todas las cosas del mundo en que el emperador to-
mava plazer, en todas dava ella a entender que tomava pesar, et de todo lo
que el emperador fazía, de todo fazía ella el contrario sienpre.
Et desque el emperador sufrió esto un tiempo, et vio que por ninguna guisa
non la podía sacar desta entençión por cosa que él nin otros le dixiessen,
nin por ruegos, nin por amenazas, nin por buen talante nin por malo quel’
mostrasse, et vio que sin el pesar et la vida enojosa que avia de sofrir, quel’
era tan grand daño para su fazienda et para las sus gentes, que non podía ý
poner consejo; et de que esto vio, fuesse para’l Papa et contól’ la su
fazienda, también de la vida que passava, como del grand daño que binía a
él et a toda la tierra por las maneras que avía la emperadriz; et quisiera muy
de grado, si podría seer, que los partiesse el Papa. Mas vio que segund la
ley de los christianos non se podían partir, et que en ninguna manera non
podían bevir en uno por las malas maneras que la emperadriz avía, et sabía
el Papa que esto era assí.
Et desque otro cobro no podieron fallar, dixo el Papa al emperador que este
fecho que lo acomendava él al entendimiento et a la sotileza del emperador,
ca él non podía dar penitençia ante que el pecado fuesse fecho.
Et el emperador partióse del Papa et fuesse para su casa, et trabajó por cu-
antas maneras pudo, por falagos et por amenazas et por consejos et por de-
sengaños et por cuantas maneras él et todos los que con él bivían pudieron
asmar para la sacar de aquella mala entençión, mas todo esto non tobo ý
pro, que cuanto más le dizían que se partiesse de aquella manera, tanto más
fazía ella cada día todo lo revesado.
Et de que el emperador vio que por ninguna guisa esto non se podía en-
dereçar, díxol’ un día que el quería ir a la caça de los çiervos et que levaría
una partida de aquella yerva que ponen en las saetas con que matan los
çiervos, et que dexaría lo ál para otra vegada, cuando quisiesse ir a caça, et
que se guardasse que por cosa del mundo non pusiesse de aquella yerva en
sarna, nin en postiella, nin en lugar donde saliesse sangre; ca aquella yerva
era tan fuerte, que non avía en el mundo cosa viva que non matasse. Et
tomó de otro ungüento muy bueno et muy aprovechoso para cualquier llaga
et el emperador untósse con él ant’ella en algunos lugares que non estavan
sanos. Et ella et cuantos ý estavan vieron que guaresçía luego con ello. Et
El Conde Lucanor
81
díxole que si le fuesse mester, que de aquél pusiesse en cualquier llaga que
oviesse. Et esto le dixo ante pieça de omnes et de mugeres. Et de que esto
ovo dicho, tomó aquella yerva que avía menester para matar los çiervos et
fuesse a su caça, assí como avía dicho.
Et luego que el emperador fue ido, començó ella a ensañarse et a en-
braveçer, et començó a dezir:
-¡Veed el falso del emperador, lo que me fue dezir! Porque él sabe que la
sarna que yo he non es de tal manera como la suya, díxome que me untasse
con aquel ungüento que se él untó, porque sabe que non podría guaresçer
con él, mas de aquel otro ungüento bueno con que él sabe que guarescría,
dixo que non tomasse de’l en guisa ninguna; mas por le fazer pesar, yo me
untaré con él, et cuando él viniere, fallarme ha sana. Et só çierta que en
ninguna cosa non le podría fazer mayor pesar, et por esto lo faré.
Los cavalleros et las dueñas que con ella estavan travaron mucho con ella
que lo non fiziesse, et començáronle a pedir merçed, muy fieramente
llorando, que se guardasse de lo fazer; ca çierta fuesse, si lo fiziesse, que
luego sería muerta.
Et por todo esto non lo quiso dexar. Et tomó la yerva et untó con ella las
llagas. Et a poco rato començól’ a tomar la rabia de la muerte, et ella repin-
tiérase si pudiera, mas ya non era tiempo en que se pudiesse fazer. Et murió
por la manera que avía porfiosa et a su daño.
Mas a don Alvar Háñez contesçió el contrario desto, et porque lo sepades
todo como fue, contarvos he cómo acaesçió.
Don Alvar Háñez era muy buen omne et muy onrado et pobló a Ixcar, et
morava ý. Et el conde don Pero Ançúrez pobló a Cuéllar et morava en ella.
Et el conde don Pero Ançúrez avía tres fijas.
Et un día, estando sin sospecha ninguna, entró don Alvar Háñez por la pu-
erta; et al conde don Pero Ançúrez plógol’ mucho con él. Et desque ovieron
comido, preguntól’ que por qué vinía tan sin sospecha. Et don Alvar Háñez
díxol’ que vinía por demandar una de sus fijas para con que casase, mas
que quería que gelas mostrasse todas tres et quel’ dexasse fablar con cada
una dellas, et después que escogería cuál quisiesse. Et el conde, veyendo
El Conde Lucanor
82
quel’ fazía Dios mucho bien en ello, dixo quel’ plazía mucho de fazer cu-
anto don Alvar Háñez le dizía.
Et don Alvar Háñez apartósse con la fija mayor et díxol’ que si a ella
ploguiesse, que quería casar con ella; pero ante que fablasse más en el
pleito, quel’ quería contar algo de su fazienda. Que sopiesse, lo primero,
que él non era muy mançebo et que por las muchas feridas que oviera en
las lides que se acertara, quel’ enflaqueçiera tanto la cabeça que por poco
vino que viviesse, quel’ fazié perder luego el entendimiento; et de que
estava fuera de su seso, que se asañava tan fuerte que non catava lo que
dizía; et que a las vegadas firía a los omnes en tal guisa, que se repentía
mucho después que tornaba a su entendimiento; et aun, cuando se echava a
dormir, desque yazía en la cama, que fazía ý muchas cosas que non en-
peçería nin migaja si más linpias fuessen. Et destas cosas le dixo tantas, que
toda muger quel entendimiento non oviesse muy maduro, se podría tener
de’l por non muy bien casada.
Et de que esto le ovo dicho, respondiól’ la fija del conde que este ca-
samiento non estava en ella, sinon en su padre et en su madre.
Et con tanto, partiósse de don Alvar Háñez et fuesse para su padre.
Et de que el padre et la madre le preguntaron que era su voluntad de fazer,
porque ella non fue de tan buen entendimiento como le era mester, dixo a
su padre et a su madre que tales cosas le dixiera don Alvar Háñez, que ante
quería seer muerta que casar con él.
Et el conde non lo quiso dezir esto a don Alvar Háñez, mas díxol’ que su
fija que non avía entonçe voluntad de casar.
Et fabló don Alvar Háñez con la fija mediana; et passaron entre él et ella
bien assí como con el hermana mayor.
Et después fabló con el hermana menor et díxol’ todas aquellas cosas que
dixiera a las otras sus hermanas.
Et ella respondiól’ que gradesçía mucho a Dios en que don Alvar Háñez
quería casar con ella; et en lo quel’ dizía quel’ fazía mal el vino, que si, por
aventura, alguna vez le cumpliesse por alguna cosa de estar apartado de las
El Conde Lucanor
83
gentes por aquello quel’ dizía o por ál, que ella lo encubriría mejor que
ninguna otra persona del mundo; et a lo que dizía que él era viejo, que cu-
anto por esto non partiría ella el casamiento, que cunplíale a ella del ca-
samiento el bien et la onra que avía de ser casada con don Alvar Háñez; et
de lo que dizía que era muy sañudo et que firía a las gentes, que cuanto por
esto non fazía fuerça, ca nunca ella le faría por que la firiesse, et si lo fizi-
esse, que lo sabría muy bien sofrir.
Et a todas las cosas que don Alvar Háñez le dixo, a todas le sopo tan bien
responder, que don Alvar Háñez fue muy pagado, et gradesçió mucho a
Dios porque fallara muger de tan buen entendimiento.
Et dixo al conde don Pero Ançúrez que con aquella quería casar. Al conde
plogo mucho ende. Et fizieron ende sus vodas luego. Et fuesse con su
muger luego en buena ventura. Et esta dueña avía nombre doña Vascuñana.
Et después que don Alvar Háñez levó a su muger a su casa, fue ella tan
buena dueña et tan cuerda, que don Alvar Háñez se tovo por bien casado
della et tenía por razón que se fiziesse todo lo que ella querié.
Et esto fazía él por dos razones: la primera, porquel’ fizo Dios a ella tanto
bien, que tanto amava a don Alvar Háñez et tanto presçiava el su entendi-
miento, que todo lo que don Alvar Háñez dizía et fazía, que todo tenía ella
verdaderamente que era lo mejor; et plazíale mucho de cuanto dizía et de
cuanto fazía, et nunca en toda su vida contralló cosa que entendiesse que a
él plazía. Et non entendades que fazía esto por le lisonjar, nin por le falagar
por mejor estar con él, mas fazíalo porque verdaderamente creía, et era su
entençión, que todo lo que don Alvar Háñez quería et dizía et fazía, que en
ninguna guisa non podría seer yerro, nin lo podría otro ninguno mejorar. Et
lo uno por esto, que era el mayor bien que podría seer, et lo ál porque ella
era de tan buen entendimiento et de tan buenas obras, que siempre acertava
en lo mejor. Et por estas cosas amávala et preçiávala tanto don Alvar
Háñez que tenía por razón de fazer todo lo que ella querié, ca sienpre ella
quería et le consejava lo que era su pro et su onra. Et nunca tovo mientes,
por talante nin por voluntad que oviesse de ninguna cosa que fiziesse don
Alvar Háñez, sinon lo que a él más le pertenesçía, et que era más su onra et
su pro.
El Conde Lucanor
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Et acaesçió que una vez, seyendo don Alvar Háñez en su casa, que vino a él
un so sobrino que vivía en casa del rey, et plógol’ mucho a don Alvar
Háñez con él. Et desque ovo morado con don Alvar Háñez algunos días,
díxol’ un día que era muy buen omne et muy complido et que non podía
poner en él ninguna tacha sinon una. Et don Alvar Háñez preguntól’ que
cuál era. Et el sobrino díxol’ que non fallava tacha quel’ poner sinon que
fazía mucho por su muger et la apoderava mucho en toda su fazienda. Et
don Alvar Háñez respondiól’ que a esto que dende a pocos días le daría
ende la repuesta.
Et ante que don Alvar Háñez viesse a doña Vascuñana, cavalgó et fuesse a
otro lugar et andudo allá algunos días et levó allá aquel su sobrino consigo.
Et después envió por doña Vascuñana, et guisó assí don Alvar Háñez que
se encontraron en el camino, pero que non fablaron ningunas razones entre
sí, nin ovo tiempo aunque lo quisiessen fazer.
Et don Alvar Háñez fuesse adelante, et iba con él su sobrino. Et doña Vas-
cuñana vinía en pos dellos. Et desque ovieron andado assí una pieça don
Alvar Háñez et su sobrino, fallaron una pieça de vacas. Et don Alvar Háñez
començó a dezir:
-¿Viestes, sobrino, qué fermosas yeguas ha en esta nuestra tierra?
Cuando su sobrino esto oyó, maravillóse ende mucho, et cuidó que gelo
dizía por trebejo et díxol’ que cómo dizía tal cosa, que non eran sinon va-
cas.
Et don Alvar Háñez se començó mucho de maravillar et dezirle que
reçelava que avía perdido el seso, ea bien beié que aquéllas yeguas eran.
Et de que el sobrino vio que don Alvar Háñez porfiava tanto sobresto, et
que lo dizía a todo su seso, fincó mucho espantado et cuidó que don Alvar
Háñez avía perdido el entendimiento.
Et don Alvar Háñez estido tanto adrede en aquella porfía, fasta que asomó
doña Vascuñana que vinía por el camino. Et de que don Alvar Háñez la
vio, dixo a su sobrino:
El Conde Lucanor
85
-Ea, don sobrino, fe aquí a doña Vascuñana que nos partirá nuestra con-
tienda.
Al sobrino plogo desto mucho; et desque doña Vascuñana llegó, díxol’ su
cuñado:
-Señora, don Alvar Háñez et yo estamos en contienda, ca él dize por estas
vacas, que son yeguas, et yo digo que son vacas; et tanto avemos porfiado,
que él me tiene por loco, et yo tengo que él non está bien en su seso. Et vós,
señora, departidnos agora esta contienda.
Et cuando doña Vascuñana esto vio, como quier que ella tenía que aquéllas
eran vacas, pero pues su cuñado le dixo que dizía don Alvar Háñez que
eran yeguas, tovo verdaderamente ella, con todo su entendimiento, que el-
los erravan, que las non conosçían, mas que don Alvar Háñez non erraría
en ninguna manera en las conosçer; et pues dizía que eran yeguas, que en
toda guisa del mundo, que yeguas eran et non vacas.
Et començó a dezir al cuñado et a cuantos ý estavan:
-Por Dios, cuñado, pésame mucho desto que dezides, et sabe Dios que
quisiera que con mayor seso et con mayor pro nos viniéssedes agora de
casa del rey, do tanto avedes morado; ca bien veedes vós que muy grand
mengua de entendimiento et de vista es tener que las yeguas que son vacas.
Et començól’ a mostrar, también por las colores, como por las façiones,
como por otras cosas muchas, que eran yeguas et non vacas, et que era ver-
dat lo que don Alvar Háñez dizía, que en ninguna manera el entendimiento
et la palabra de don Alvar Háñez que nunca podría errar. Et tanto le afirmó
esto, que ya, el cuñado et todos los otros començaron a dubdar que ellos
erravan, et que don Alvar Háñez dizía verdat que las que ellos tenían por
vacas, que eran yeguas. Et de que esto fue fecho, fuéronse don Alvar Háñez
et su sobrino adelante et fallaron una gran pieça de yeguas.
Et don Alvar Háñez dixo a su sobrino:
-¡Ahá, sobrino! Estas son las vacas, que non las que vos dizíades ante, que
dizía yo que eran yeguas.
El Conde Lucanor
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Cuando el sobrino esto oyó, dixo a su tío:
-Por Dios, don Alvar Háñez, si vos verdat dezides, el diablo me traxo a mí
a esta tierra; ca çiertamente, si éstas son vacas, perdido he yo el entendi-
miento, ca, en toda guisa del mundo, éstas yeguas son et non vacas.
Don Alvar Háñez començó a porfiar muy fieramente que eran vacas. Et
tanto duró esta porfía, fasta que llegó doña Vascuñana. Et desque ella llegó
et le contaron lo que dizía don Alvar Háñez et dizía su sobrino, maguer a
ella paresçía que el sobrino dizía verdat, non pudo creer por ninguna guisa
que don Alvar Háñez pudiesse errar, nin que pudiesse seer verdat ál sinon
lo que él dizía. Et començó a catar razones para provar que era verdat lo
que dizía don Alvar Háñez, et tantas razones et tan buenas dixo, que su
cuñado et todos los otros tovieron que el su entendimiento, et la su vista,
errava; mas lo que don Alvar Háñez dizía, que era verdat. Et aquesto fincó
assí.
Et fuéronse don Alvar Háñez et su sobrino adelante et andudieron tanto,
fasta que llegaron a un río en que avía pieça de molinos. Et dando del agua
a las vestias en el río, començó a dezir don Alvar Háñez que aquel río que
corría contra la parte onde nasçía, et aquellos molinos, que del otra parte les
vinía el agua.
Et el sobrino de don Alvar Háñez se tovo por perdido cuando esto le oyó;
ca tovo que assí como errara en el conosçimiento de las vacas et de las
yeguas, que assí errava agora en cuidar que aquel río vinía al revés de como
dizía don Alvar Háñez. Pero porfiaron tanto sobresto, fasta que doña Vas-
cuñana llegó.
Et desquel’ dixieron esta porfía en que estava don Alvar Háñez et su so-
brino, pero que a ella paresçía que el sobrino dizía verdat, non creó al su
entendimiento et tovo que era verdat lo que don Alvar Háñez dizía. Et por
tantas maneras sopo ayudar a la su razón, que su cuñado et cuantos lo oy-
eron, creyeron todos que aquella era la verdat.
Et daquel día acá, fincó por fazaña que si el marido dize que corre el río
contra arriba, que la buena muger lo deve crer et deve dezir que es verdat.
El Conde Lucanor
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Et desque el sobrino de don Alvar Háñez vio que por todas estas razones
que doña Vascuñana dizía se provava que era verdat lo que dizía don Alvar
Háñez, et que errava él en non conosçer las cosas assí como eran, tóvose
por muy maltrecho, cuidando que avía perdido el entendimiento.
Et de que andudieron assí una grand pieça por el camino, et don Alvar
Háñez vio que su sobrino iva muy triste et en grand cuidado, díxole assí:
-Sobrino, agora vos he dado la repuesta a lo que en el otro día me dixiestes
que me davan las gentes por grand tacha porque tanto fazía por doña Vas-
cuñana, mi muger; ca bien cred que todo esto que vós et yo avemos pas-
sado oy, todo lo fize porque entendiéssedes quién es ella, et que lo que yo
por ella fago, que lo fago con razón; ca bien creed que entendía yo que las
primeras vacas que nós fallamos, et que dizía yo que eran yeguas, que va-
cas eran, assí como vós dizíades. Et desque doña Vascuñana llegó et vos
oyó que yo dizía que eran yeguas, bien çierto só que entendía que vós
dizíades verdat; mas que fió ella tanto en el mío entendimiento, que tien’
que, por cosa del mundo, non podría errar, tovo que vós et ella errávades en
non lo conosçer cómo era. Et por ende dixo tantas razones et tan buenas,
que fizo entender a vos, et a cuantos allí estavan, que lo que yo dizía era
verdat; et esso mismo fizo después en lo de las yeguas et del río. Et bien
vos digo verdat: que del día que comigo casó, que nunca un día le bi fazer
nin dezir cosa en que yo pudiesse entender que quería nin tomava plazer
sinon en aquello que yo quis’; nin le vi tomar enojo de ninguna cosa que yo
fiziesse. Et sienpre tiene verdaderamente en su talante que cualquier cosa
que yo faga, que aquello es lo mejor; et lo que ella a de fazer de suyo o le
yo acomiendo que faga, sábelo muy bien fazer, et sienpre lo faze guar-
dando toda mi onra et mi pro et queriendo que entiendan las gentes que yo
só el señor, et que la mi voluntad et la mi onra se cumpla en todo; et non
quiere para sí otra pro, nin otra fama de todo el fecho, sinon que sepan que
es mi pro, et tome yo plazer en ello. Et tengo que si un moro de allende el
mar esto fiziesse, quel’ devía yo mucho amar et presçiar yo et fazer yo
mucho por el su consejo et demás seyendo casado con ella et seyendo ella
tal et de tal linaje de que me tengo por muy bien casado. Et agora, sobrino,
vos he dado repuesta a la tacha que el otro día me dixiestes que avía.
Cuando el sobrino de don Alvar Háñez oyó estas razones, plógol’ ende
mucho, et entendió que pues doña Vascuñana tal era et avía tal entendi-
miento et tal entención, que fazía muy grand derecho don Alvar Háñez de
El Conde Lucanor
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la amar et fiar en ella et fazer por ella cuanto fazía et aun muy más, si más
fiziesse.
Et assí fueron muy contrarias la muger del enperador et la muger de don
Alvar Háñez.
Et, señor conde Lucanor, si vuestros hermanos son tan desvariados, que el
uno faze todo cuanto su muger quiere et el otro todo lo contrario, por
aventura esto es porque sus mugeres fazen tal vida con ellos como fazía la
emperadriz et doña Vascuñana. Et si ellas tales son, non devedes maravil-
larvos nin poner culpa a vuestros hermanos; mas si ellas non son tan buenas
nin tan revesadas como estas dos de que vos he fablado, sin dubda vuestros
hermanos non podrían seer sin grand culpa; ea como quier que aquel
vuestro hermano que faze mucho por su muger faze bien, entendet que este
bien, que se deve fazer con razón et non más; ca si el omne, por aver grand
amor a su muger, quiere estar con ella tanto por que se dexe de ir a los lug-
ares o a los fechos en que puede fazer su pro et su onra, faze muy grand
yerro; nin si por le plazer nin complir su talante dexa nada de lo que perte-
nesçe a su estado, nin a su onra, faze muy desaguisado; mas guardando es-
tas cosas, todo buen talante et toda fiança que el marido pueda mostrar a su
muger, todo le es fazedero et todo lo deve fazer et le pertenesçe muy bien
que lo faga. Et otrosí, deve mucho guardar que por lo que a él mucho non
cumple, nin le faze gran mengua, que non le faga pesar nin enojo e señal-
adamente en ninguna cosa en que pueda aver pecado, ca desto vienen
muchos daños. Lo uno, el pecado e la maldad que el omne faze; e lo ál que
por fazerle enmienda o fazerle plazer porque pierda aquel enojo avrá a
fazer cosas que se tornarán en daño de la fazienda e de la fama. Otrosí el
que por su fuerte bentura tal muger obiera como la del emperador, pues al
comienço non pudo o non sopo poner ý consejo, non ay sinon pasar por su
ventura como Dios gelo quisiere endereçar. Pero saved que para lo uno e
para lo ál cumple mucho que del primer día que el omne casa deve dar a
entender a su muger que él es señor e que le faga entender la vida que ha de
pasar.
E vós, señor conde Lucanor, al mío cuidar, parando mientes a estas cosas
podedes consejar a vuestros hermanos en qué manera bivan con sus
mugeres.
El Conde Lucanor
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E al conde plogo mucho destas cosas que Patronio le dixo e tovo que le
dezía verdad e muy buen seso.
E entendiendo don Juan que estos enxemplos heran muy buenos, fízolos
escrivir en este libro e fizo estos versos que dizen assí:
En el comienço deve omne mostrar
a su muger cómo deve passar.
Exemplo XXVIIIº
De lo que contesçió a don Llorenço Suárez Gallinato
El conde Lucanor fablava un día con Patronio, su consegero, en esta guisa:
-Patronio, un omne vino a mí por guarescer comigo e como quier que yo sé
que él es en sí buen omne, pero algunos dízenme que ha fecho algunas co-
sas desaguisadas; e por el buen entendimiento que vós avedes, ruégovos
que me consegedes lo que vos parece en esta razón.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, para que vós fagades en esto lo que
yo cuido que vos más cumple, plazerme hía que supiésedes lo que con-
tesció a don Llorenço Suárez Gallinato.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, don Llorenço Suárez bivía con el
rey de Granada e desque vino a la merced del rey don Fernando, preguntóle
el rey un día que pues él tanto deservicio avía fecho a Dios con los moros,
que si cuidava que le avría Dios nunca merçed del alma; e él díxole que
nunca fiziera cosa porque cuidase que le abría Dios merced del alma, sinon
porque matara una vez un clérigo misacantano.
E esto tuvo el rey por muy estraño e preguntóle cómo podría esto ser. E él
díxole que biviendo con el rey de Granada, que el rey fiava de’l mucho e
era guarda del su cuerpo; e yendo un día con el rey que andava por la villa,
El Conde Lucanor
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oyó roído de omnes que davan bozes, e porque él hera guarda del rey, que
diera de las espuelas al cavallo; e llegó a do fazían aquel roído e falló un
clérigo que estava revestido.
E devedes saber que este clérigo fuera cristiano e tornárase moro, e un día,
por fazer plazer a los moros, díxoles que si quisiesen, que él les daría aquel
Dios en que los cristianos fiavan e tenían por Dios. E los moros le rogaron
que gelo diese. E entonces el clérigo traidor fizo unas vestimentas e fizo un
altar e dixo una misa e consagró una hostia; e desque fue consagrada, diola
a los moros, e los moros andávanla rastrando por el lodo e faziendol’
muchos escarnios.
E cuando don Llorenço Suárez esto vio, como quier que él bivía con los
moros, menbrándose cómo era cristiano e creyendo sin dubda que aquel era
verdaderamente el cuerpo de Dios e que pues Christo muriera por redemir
los nuestros pecados, que sería él de muy buena ventura si muriese él por le
vengar e por le sacar de aquella desonra que aquella falsa gente cuidavan
que le fazían; e por el gran duelo e pesar que desto ovo, endereçó al traidor
del clérigo e renegado que aquella traición fazía, e cortóle la cabeça. E de-
cendió del cavallo e fincó los hinojos en el suelo e adoró el cuerpo de Dios;
e la hostia, que estava de’l alóngada, saltó del lodo donde estava en la falda
de don Lorenço Suárez.
E cuando los moros esto vieron, ovieron ende grande pesar e metieron
mano a las espadas e a palos e piedras e binieron contra don Llorenço
Suárez por lo matar; e él metió mano a la espada con que descabeçara el
mal clérigo, e començóse a defender. E cuando el rey oyó este ruido e bio
que querían matar a don Llorenço Suárez, mandó que non le fiziesen
ningún mal, e preguntó qué fuera aquello. E los moros, con muy gran
quexa e braveza, dixéronle cómo pasara aquel fecho. E el rey se quexó e le
pesó desto mucho, e preguntó muy sañudamente a don Lorenço Suárez por
qué lo fiziera; e don Lorenço Suárez le dixo que bien sabía que él non era
de la su ley, enpero que el rey esto sabía que fiava del su cuerpo e que le
escogiera para esto cuidando que hera leal, e que por miedo de muerte non
dexaría de lo guardar; e pues si él lo tenía por tan leal, que cuidava que
faría esto por él, que era moro, que parase mientes, si él leal hera, qué devía
fazer si era cristiano por guardar el cuerpo de Dios, que es rey de los reyes
e señor de los señores, e que si por esto le mandase matar, que nunca bería
él mejor día.
El Conde Lucanor
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E cuando el rey esto oyó, plúgole mucho de lo que don Llorenço Suárez
fiziera e amóle e precióle e fizo mucho más de’l de allí adelante.
E vós, señor conde Lucanor, si sabedes que aquel omne que conbusco
quiere guarecer es buen omne en sí et podedes de’l fiar, cuanto por lo que
vos dizen que fizo algunas cosas sin razón, non lo devedes por eso partir de
vuestra compañía; ca por aventura aquello que los omnes cuidan que fue
sin razón non lo fue, assí como cuidó el rey que don Llorenço Suárez
fiziera desaguisado en matar aquel clérigo, e don Lorenzo Suárez fizo el
mejor fecho del mundo. Mas si bós sopiésedes que lo que él fizo es tan mal
fecho, faríades bien de lo non querer para vuestra compañía.
E al conde plogo mucho desto que Patronio le dixo, e fízolo assí e fallóse
ende bien.
E entendiendo don Juan que este enxemplo hera muy bueno, fízolo escrivir
en este libro et fizo estos viessos que dizen assí:
Muchas cosas parescen sin razón,
et qui las sabe, en sí buenas son.
Et la istoria deste exienplo es ésta que se sigue:
Exemplo XXIXº
De lo que contesçió a un raposo que se echó en la calle et se fizo muerto
Otra ves fablava el conde Lucanor con Patronio, su consegero, et díxole
así:
-Patronio, un mío pariente bive en una tierra do non ha tanto poder que
pueda estrañar cuantas escatimas le fazen, et los que han poder en la tierra
querrían muy de grado que fiziesse él alguna cosa porque oviessen achaque
para seer contra él. Et aquel mío pariente tiene quel’ es muy grave cosa de
sofrir aquellas terrerías quel’ fazen, et querría aventurarlo todo ante que so-
El Conde Lucanor
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frir tanto pesar de cada día. Et porque yo querría que él acertasse en lo
mejor, ruégovos que me digades en qué manera lo conseje porque passe lo
mejor que pudiere en aquella tierra.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, para que vós le podades consejar en
esto, plazerme ía que sopiéssedes lo que contesçió una vez a un raposo que
se fezo muerto.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, un raposo entró una noche en un corral do
avía gallinas; et andando en roído con las gallinas, cuando él cuidó que se
podría ir, era ya de día et las gentes andavan ya todos por las calles. Et
desque él vio que non se podía asconder, salió escondidamente a la calle, et
tendiósse assí como si fuesse muerto.
Cuando las gentes lo vieron, cuidaron que era muerto, et non cató ninguno
por él.
A cabo de una pieça passó por ý un omne, et dixo que los cabellos de la
fruente del raposo que eran buenos para poner en la fruente de los moços
pequeños porque non les aojen. Et trasquiló con unas tiseras de los cabellos
de la fruente del raposo.
Después vino otro, et dixo esso mismo de los cabellos del lomo; et otro, de
las ijadas. Et tantos dixieron esto fasta que lo trasquilaron todo. Et por todo
esto, nunca se movió el raposo, porque entendía que aquellos cabellos non
le fazían daño en los perder.
Después vino otro et dixo que la uña del polgar del raposo que era buena
para guaresçer de los panarizos; et sacógela. Et el raposo non se movió.
Et después vino otro que dixo que el diente del raposo era bueno para el
dolor de los dientes; et sacógelo. Et el raposo non se movió.
Et después, a cabo de otra pieça, vino otro que dixo que el coraçón del ra-
poso era bueno para’l dolor del coraçón, et metió mano a un cochiello para
sacarle el coraçón. Et el raposo vio quel’ querían sacar el coraçón et que si
gelo sacassen non era cosa que se pudiesse cobrar, et que la vida era per-
El Conde Lucanor
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dida et tovo que era mejor de se aventurar a quequier quel’ pudiesse venir,
que sofrir cosa porque se perdiesse todo. Et aventuróse et puñó en
guaresçer et escapó muy bien.
Et vós, señor conde, consejad a aquel vuestro pariente que si Dios le echó
en tierra do non puede estrañar lo quel’ fazen como él querría o como le
cumplía, que en cuanto las cosas quel’ fizieren fueren atales que se puedan
sofrir sin grand daño et sin grand mengua, que dé a entender que se non
siente dello et que les dé passada; ca en cuanto da omne a entender que se
non tiene por maltrecho de lo que contra él an fecho, non está tan enver-
gonçado; mas desque da a entender que se tiene por maltrecho de lo que ha
reçebido, si dende adelante non faze todo lo que deve por non fincar men-
guado, non está tan bien como ante. Et por ende, a las cosas passaderas,
pues non se pueden estrañar como deven, es mejor de les dar passada, mas
si llegare el fecho a alguna cosa que sea grand daño o grand mengua, es-
tonçe se aventure et non le sufra, ca mejor es la pérdida o la muerte, de-
fendiendo omne su derecho et su onra et su estado, que bevir passando en
estas cosas mal et desonradamente.
El conde tovo éste por buen consejo.
Et don Johan fízolo escrivir en este libro et fizo estos viessos que dizen
assí:
Sufre las cosas en cuanto divieres,
estraña las otras en cuanto pudieres.
Et la istoria deste exienplo es ésta que se sigue:
Exemplo XXXº
De lo que contesçió al rey Abenabet de Sevilla con Ramaiquía,
su muger
Un día fablava el conde Lucanor con Patronio, su consegero, en esta
manera:
El Conde Lucanor
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-Patronio, a mí contesçe con un omne assí: que muchas vezes me ruega et
me pide quel’ ayude et le dé algo de lo mío; et comoquier que cuando fago
aquello que él me ruega, da a entender que me lo gradesçe, luego que otra
vez me pide alguna cosa, si lo non fago assí como él quiere, luego se en-
saña et da a entender que non me lo gradesçe et que a olbidado todo lo que
fiz por él. Et por el buen entendimiento que habedes, ruégovos que me con-
sejedes en qué manera passe con este omne.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, a mí paresçe que vos contesçe con
este omne segund contesçió al rey Abenabet de Sevilla con Ramaiquía, su
muger.
El conde preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, el rey Abenabet era casado con Ramaiquía et
amávala más que cosa del mundo; et ella era muy buena muger et los mo-
ros an della muchos buenos exiemplos; pero avía una manera que non era
muy buena: esto era que a las vezes tomava algunos antojos a su voluntad.
Et acaesçió que un día, estando en Córdova en el mes de febrero, cayó una
nieve; et cuando Ramaiquía la vio, començó a llorar. Et preguntól’ el rey
por qué llorava.
Et ella díxol’ que por que nunca la dexava estar en tierra que viesse nieve.
Et el rey, por le fazer plazer, fizo poner almendrales por toda la xierra de
Córdova; porque pues Córdova es tierra caliente et non nieva ý cada año,
que en el febrero paresciessen los almendrales floridos, que semejan nieve,
por le fazer perder el deseo de la nieve.
Otra vez, estando Ramaiquía en una cámara sobre el río, vio una muger
descalça bolviendo lodo cerca el río para fazer adobes; et cuando Ramai-
quía lo vio, començó a llorar; et el rey preguntól’ por qué llorava. Et ella
díxol’ que porque nunca podía estar a su guisa, siquier faziendo lo que
fazía aquella muger.
Entonçe, por le fazer plazer, mandó el rey fenchir de agua rosada aquella
grand albuhera de Córdova en logar de agua, et en lugar de tierra, fízola
El Conde Lucanor
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fenchir de açúcar et de canela et de gengibre et espic et clavos et musgo et
ambra et algalina, et de todas buenas espeçias et buenos olores que pudían
seer; et en lugar de paja, poner cañas de açúcar. Et desque destas cosas fue
llena el albuhera de tal lodo cual entendedes que podría seer, dixo el rey a
Ramaiquía que se descalçase et que follasse aquel lodo et que fiziesse ado-
bes del cuantos quisiesse.
Otro día, por otra cosa que se le antojó, començó a llorar; et el rey pregun-
tól’ por qué lo fazía.
Et ella díxol’ que cómo non lloraría, que nunca fiziera el rey cosa por le
fazer plazer. Et el rey veyendo que, pues tanto avía fecho por le fazer plazer
et conplir su talante, et que ya non sabía qué pudiesse fazer más, díxol’ una
palabra que se dize en el algaravía desta guisa: «v. a. le mahar aten?», et
quiere dezir: «¿Et non el día del lodo?», como diziendo que pues las otras
cosas olvidava, que non devía olvidar el lodo que fiziera por le fazer plazer.
Et vés, señor conde, si veedes que por cosa que por aquel omne fagades,
que si non le fazedes todo lo ál que vos dize, que luego olvida et des-
gradesçe todo lo que por él avedes fecho, conséjovos que non fagades por
él tanto que se vos torne en grand daño de vuestra fazienda. Et a vos, otrosí,
conséjovos que, si alguno fiziesse por vos alguna cosa que vos cumpla et
después non fiziere todo lo que vós querriedes, que por esso nunca lo
desconozcades el bien que vos vino de lo que por vos fizo.
El conde tovo este por buen consejo et fízolo assí et fallósse ende bien.
Et teniendo don Johan éste por buen enxiemplo, fízolo escrivir en este libro
et fizo estos viessos que dizen assí:
Qui te desconosçe tu bien fecho,
non dexes por él tu grand provecho.
Et la istoria deste exienplo es ésta que se sigue:
El Conde Lucanor
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Exemplo XXXIº
Del juizio que dio un cardenal entre los clérigos de París et los fraires
menores
Otro día fablava el conde Lucanor con Patronio, su consegero, en esta
guisa:
-Patronio, un mío amigo et yo querríamos fazer una cosa que es pro et onra
de amos; et yo podría fazer aquella cosa et non me atrevo a la fazer fasta
que él llegue. Et por el buen entendimiento que Dios vos dio, ruégovos que
me consejedes en esto.
-Señor conde -dixo Patronio-, para que fagades lo que me paresçe más a
vuestra pro, plazerme ía que sopiésedes lo que contesçió a los de la eglesia
catedral et a los fraires menores en París.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, los de la eglesia dizían que pues ellos eran
cabeça de la eglesia, que ellos devían tañer primero a las oras. Los fraires
dizían que ellos avían de estudiar et de levantarse a matines et a las horas
en guisa que non perdiessen su estudio, et demás que eran exentos et que
non avían por qué esperar a ninguno.
Et sobresto fue muy grande la contienda, et costó muy grand aver a los
avogados en el pleito a entramas las partes.
A cabo de muy grand tiempo, un Papa que vino acomendó este fecho a un
cardenal et mandól’ que lo librasse de una guisa o de otra.
El cardenal fizo traer ante sí el proçesso, et era tan grande que todo omne
se espantaría solamente de la vista. Et desque el cardenal tovo todos los
scriptos ante sí, púsoles plazo para que viniesen otro día a oír sentençia.
Et cuando fueron ante’l fizo quemar todos los proçesos et díxoles assí:
El Conde Lucanor
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-Amigos, este pleito ha mucho durado, et avedes todos tomado grand costa
et grand daño, et yo non vos quiero traer en pleito, mas dóvos por sentençia
que el que ante despertare, ante tanga.
Et vós, señor conde, si el pleito es provechoso para vos amos et vós lo
podedes fazer, conséjovos yo que lo fagades et non le dedes vagar; ca
muchas vezes se pierden las cosas que se podrían acabar por les dar vagar
et después, cuando omne querría, o se pueden fazer o non.
El conde se tovo desto por bien aconsejado et fízolo assí, et fallóse en ello
muy bien.
Et entendiendo don Johan que este enxienplo era bueno, fízolo escrivir en
este libro et fizo estos viessos que dizen assí:
Si muy grand tu pro pudieres fazer,
nol’ des vagar que se pueda perder.
Et la istoria deste enxienplo es ésta que se sigue:
Exemplo XXXIIº
De lo que contesció a un rey con los burladores que fizieron el paño
Fablava otra vez el conde Lucanor con Patronio, su consejero, et dizíale:
-Patronio, un omne vino a mí et díxome muy grand fecho et dame a enten-
der que sería muy grand mi pro; pero dízeme que lo non sepa omne del
mundo por mucho que yo en él fíe; et tanto me encaresçe que guarde esta
poridat, fasta que díze que sí a omne del mundo lo digo, que toda mi
fazienda et aun la mi vida es en grand periglo. Et porque yo sé que omne
non vos podría dezir cosa que vós non entendades si se dize por vien o por
algún engaño, ruégovos que me digades lo que vos paresçe en esto.
El Conde Lucanor
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-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, para que vós entendades, al mio
cuidar, lo que vos más cumple de fazer en esto, plazerme ía que sopiésedes
lo que contesció a un rey con tres omnes burladores que vinieron a él.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, tres omnes burladores vinieron a un rey et
dixiéronle que eran muy buenos maestros de fazer paños, et señaladamente
que fazían un paño que todo omne que fuesse fijo daquel padre que todos
dizían, que vería el paño; mas el que non fuesse fijo daquel padre que él
tenía et que las gentes dizían, que non podría ver el paño.
Al rey plogo desto mucho, teniendo que por aquel paño podría saber cuáles
omnes de su regno eran fijos de aquellos que devían seer sus padres o
cuáles non, et que por esta manera podría acresçentar mucho lo suyo; ca los
moros non heredan cosa de su padre si non son verdaderamente sus fijos.
Et para esto mandóles dar un palaçio en que fiziessen aquel paño.
Et ellos dixiéronle que porque viesse que non le querían engañar, que les
mandasse çerrar en aquel palaçio fasta que el paño fuesse fecho. Desto
plogo mucho al rey. Et desque ovieron tomado para fazer el paño mucho
oro et plata et seda et muy grand aver, para que lo fiziessen, entraron en
aquel palaçio, et çerráronlos ý.
Et ellos pusieron sus telares et davan a entender que todo el día texían en el
paño. Et a cabo de algunos días, fue el uno dellos dezir al rey que el paño
era començado et que era la más fermosa cosa del mundo; et díxol’a qué
figuras et a qué labores lo començaban de fazer et que si fuesse la su
merçet, que lo fuesse ver et que non entrasse con él omne del mundo. Desto
plogo al rey mucho.
Et el rey queriendo provar aquello ante en otro, envió un su camarero que
lo viesse, pero non le aperçibió quel’ desengañasse.
Et desque el camarero vio los maestros et lo que dizían, non se atrevió a
dezir que non lo viera. Cuando tornó al rey, dixo que viera el paño. Et des-
pués envió otro, et díxol’ esso mismo. Et desque todos los que el rey envió
le dixieron que vieran el paño, fue el rey a lo veer.
El Conde Lucanor
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Et cuando entró en el palaçio et vio los maestros que estavan texiendo et
dizían: «Esto es tal labor, et esto es tal istoria, et esto es tal figura, et esto es
tal color», et conçertavan todos en una cosa, et ellos non texían ninguna
cosa, cuando el rey vio que ellos non texían et dizían de qué manera era el
paño, et él, que non lo veía et que lo avían visto los otros, tóvose por
muerto; ca tovo que porque non era fijo del rey que él tenía por su padre,
que por esso non podía ver el paño, et reçeló que si dixiesse que lo non
veía, que perdería el regno. Et por ende començó a loar mucho el paño et
aprendió muy bien la manera como dizían aquellos maestros que el paño
era fecho.
Et desque fue en su casa con las gentes, començó a dezir maravillas de
cuánto bueno et cuánto maravilloso era aquel paño, et dizía las figuras et
las cosas que avía en el paño, pero que él estava con muy mala sospecha. A
cabo de dos o de tres días, mandó a su alguazil que fuesse veer aquel paño.
Et el rey contól’ las maravillas et estrañezas que viera en aquel paño. El al-
guazil fue allá.
Et desque entró et vio los maestros que texían et dizían las figuras et las co-
sas que avía en el paño et oyó al rey cómo lo avía visto, et que él non lo
veía, tovo que porque non era fijo daquel padre que él cuidava, que por eso
non lo veía, et tovo que si gelo sopiessen, que perdería toda su onra. Et por
ende començó a loar el paño tanto como el rey o más.
Et desque tornó al rey et le dixo que viera el paño et que era la más noble et
la más apuesta cosa del mundo, tóvose el rey aún más por mal andante,
pensando que, pues el alguazil viera el paño et él non lo viera, que ya non
avía dubda que él non era fijo del rey que él cuidava. Et por ende començó
más de loar et de firmar más la vondad et la nobleza del paño et de los
maestros que tal cosa sabían fazer.
Et otro día, envió el rey otro su privado et conteçiól’ como al rey et a los
otros. ¿Qué vos diré más? Desta guisa, et por este reçelo, fueron engañados
el rey et cuantos fueron en su tierra; ca ninguno non osava dezir que non
veié el paño.
Et assí passó este pleito, fasta que vino una grand fiesta. Et dixieron todos
al rey que vistiesse aquellos paños para la fiesta.
El Conde Lucanor
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Et los maestros traxiéronlos enbueltos en muy buenas sávanas, et dieron a
entender que desbolvían el paño et preguntaron al rey qué quería que tajas-
sen de aquel paño. Et el rey dixo cuáles vestiduras quería. Et ellos davan a
entender que tajavan et que medían el talle que avían de aver las vestiduras
et después que las coserían.
Cuando vino el día de la fiesta, vinieron los maestros al rey, con sus paños
tajados et cosidos, et fiziéronle entender quel’ vistían et quel’ allanavan los
paños. Et assí lo fizieron fasta que el rey tovo que era vestido, ca él non se
atrevía a dezir que él non veía el paño.
Et desque fue vestido tan bien como avedes oído, cavalgó para andar por la
villa; mas de tanto le avino bien, que era verano.
Et desque las gentes lo vieron assí venir et sabían que el que non veía aquel
paño que non era fijo daquel padre que cuidava, cuidava cada uno que los
otros lo veían et que pues él non lo veía, que si lo dixiesse, que sería per-
dido et desonrado. Et por esto fincó aquella poridat guardada, que non se
atrevié ninguno a lo descubrir, fasta que un negro que guardava el cavallo
del rey, et que non avía que pudiesse perder, llegó al rey et díxol’:
-Señor, a mí non me enpeçe que me tengades por fijo de aquel padre que yo
digo, nin de otro, et por ende, dígovos que yo só çiego, o vós desnuyo ides.
El rey le començó a maltraer diziendo que porque non era fijo daquel padre
que él cuidava, que por esso non veía los sus paños.
Desque el negro esto dixo, otro que lo oyó dixo esso mismo, et assí lo
fueron diziendo fasta que el rey et todos los otros perdieron el reçelo de
conosçer la verdat et entendieron el engaño que los burladores avían fecho.
Et cuando los fueron buscar, non los fallaron, ca se fueran con lo que avían
levado del rey por el engaño que avedes oído.
Et vós, señor conde Lucanor, pues aquel omne vos dize que non sepa nin-
guno de los en que vos fiades nada de lo que él vos dize, çierto seed que
vos cuida engañar, ca bien devedes entender que non ha él razón de querer
más vuestra pro, que non ha convusco tanto debdo como todos los que
conbusco biven, que an muchos debdos et bien fechos de vos, porque de-
ven querer vuestra pro et vuestro serviçio.
El Conde Lucanor
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El conde tovo éste por buen consejo et fízolo assí et fallóse ende bien.
Et veyendo don Johan que éste era buen exiemplo, fízolo escrivir en este
libro, et fezo estos viessos que dizen assí:
Quien te conseja encobrir de tus amigos,
sabe que más te quiere engañar que dos figos.
Et la istoria deste exiemplo es ésta que se sigue:
Exemplo XXXIIIº
De lo que contesçió a un falcón sacre del infante don Manuel con una
águila et con una garça
Fablava otra vez el conde Lucanor con Patronio, su consegero, en esta
manera:
-Patronio, a mí contesçió de aver muchas vezes contienda con muchos om-
nes; et después que la contienda es passada, algunos conséjanme que tome
otra contienda con otros; et algunos conséjanme que fuelgue et esté en paz,
et algunos conséjanme que comiençe guerra et contienda con los moros. Et
porque yo sé que ninguno otro non me podría consejar mejor que vós, por
ende vos ruego que me consejedes lo que faga en estas cosas.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, para que vós en esto acertedes en lo
mejor, sería bien que sopiéssedes lo que contesçió a los muy buenos fal-
cones garçeros et señaladamente lo que contesçió a un falcón sacre que era
del infante don Manuel.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, el infante don Manuel andava un día a caça
cerca de Escalona, et lançó un falcón sacre a una garça, et montando el
falçón con la garça, vino al falcón una águila. El falcón, con miedo del
El Conde Lucanor
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águila, dexó la garça et començó a foír; et el águila desque vio que non
podía tomar el falcón, fuesse. Et desque el falcón vio ida el águila, tornó a
la garça et començó a andar muy bien con ella por la matar.
Et andando el falcón con la garça tornó otra vez el águila al falcón, et el
falcón començó a foír como el otra vez; et el águila fuesse, et tornó el fal-
cón a la garça. Et esto fue assí bien tres o cuatro vezes: que cada que el
águila se iva, luego el falcón tornava a la garça; et cada que el falcón
tornaba a la garça, luego vinía el águila por le matar.
Desque el falcón vio que el águila non le quería dexar matar la garça,
dexóla, et montó sobre el águila, et vino a ella tantas vezes, feriéndola,
fasta que la fizo desterrar daquella tierra. Et desque la ovo desterrado, tornó
a la garça, et andando con ella muy alto, vino el águila otra vez por lo ma-
tar. Desque el falcón vio que non le valía cosa que feziesse, subió otra vez
sobre el águila et dexóse venir a ella et diol’ tan grant colpe, quel’ que-
brantó el ala. Et desque ella vino caer, el ala quebrantada, tornó el falcón a
la garça et matóla. Et esto fizo porque tenía que la su caça non la devía
dexar, luego que fuesse desenbargado de aquella águila que gela enbargaba.
Et vós, señor conde Lucanor, pues sabedes que la vuestra caça et la vuestra
onra et todo vuestro bien paral cuerpo et paral alma es que fagades serviçio
a Dios, et sabedes que en cosa del mundo, segund el vuestro estado que vós
tenedes, non le podedes tanto servir como en aver guerra con los moros por
ençalçar la sancta et verdadera fe católica, conséjovos yo que luego que
podades seer seguro de las otras partes, que ayades guerra con los moros.
Et en esto faredes muchos bienes: lo primero, faredes servicio de Dios; lo
ál, faredes vuestra onra et obraredes en vuestro ofiçio et vuestro meester et
non estaredes comiendo el pan de balde, que es una cosa que non paresçe
bien a ningund grand señor: ca los señores, cuando estades sin ningund
mester, non preciades las gentes tanto como devedes, nin fazedes por ellos
todo lo que devíades fazer, et echádesvos a otras cosas que serían a las
vezes muy bien de las escusar. Et pues a los señores vos es bueno et
aprovechoso aver algund mester, çierto es que de los mesteres non podedes
aver ninguno tan bueno et tan onrado et tan a pro del alma et del cuerpo, et
tan sin daño, como la guerra de los moros. Et si quier, parat mientes al
enxiemplo terçero que vos dixe en este libro, del salto que fizo el rey
Richalte de Inglaterra, et cuánto ganó por él; et pensat en vuestro coraçón
que avedes a morir et que avedes fecho en vuestra vida muchos pesares a
El Conde Lucanor
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Dios, et que Dios es derechurero et de tan grand justiçia que non podedes
salir sin pena de los males que avedes fecho; pero veed si sodes de buena
ventura en fallar carrera para que en un punto podades aver perdón de todos
vuestros pecados, ca si en la guerra de los moros morides, estando en ver-
dadera penitençia, sodes mártir et muy bienaventurado; et aunque por ar-
mas non murades, las buenas obras et la buena entençión vos salvará.
El conde tovo éste por buen enxiemplo et puso en su coraçón de lo fazer, et
rogó a Dios que gelo guise como Él sabe que lo él desea.
Et entendiendo don Johan que este enxiemplo era muy bueno, fízolo es-
crivir en este libro, et fizo estos viessos que dizen assí:
Si Dios te guisare de aver sigurança,
puña de ganar la complida bien andança.
Et la istoria deste enxiemplo es ésta que se sigue:
Exemplo XXXIVº
De lo que contesçió a un ciego que adestrava a otro
Otra vez fablava el conde Lucanor con Patronio, su consegero, en esta
guisa:
-Patronio, un mío pariente et amigo, de qui yo fío mucho et só çierto que
me ama verdaderamente, me conseja que vaya a un logar de que me reçelo
yo mucho. Et él dize que me non aya recelo, que ante tomaría él muerte que
yo tome ningund daño. Et agora ruégovos que me consejedes en esto:
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, para este consejo mucho querría que
sopiésedes lo que contesçió a un çiego con otro.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
El Conde Lucanor
104
-Señor conde -dixo Patronio-, un omne morava en una villa, et perdió la
vista de los ojos et fue çiego. Et estando así çiego et pobre, vino a él otro
çiego que morava en aquella villa, et díxole que fuessen amos a otra villa
çerca daquella et que pidrían por Dios et que avrían de qué se mantener et
governar.
Et aquel çiego le dixo que él sabía aquel camino de aquella villa, que avía ý
pozos et varrancos et muy fuertes passadas; et que se reçelava mucho
daquella ida.
Et el otro çiego le dixo que non oviesse reçelo, ca él se iría con él et lo
pornía en salvo. Et tanto le asseguró et tantas proes le mostró en la ida, que
el çiego creyó al otro çiego; et fuéronse.
Et desque llegaron a los lugares fuertes et peligrosos, cayó el çiego que
guiava al otro, et non dexó por esso de caer el çiego que reçelava el
camino.
Et vós, señor conde, si reçelo avedes con razón et el fecho es peligroso, non
vos metades en peligro por lo que vuestro pariente et amigo vos dize que
ante morrá que vós tomedes daño; ca muy poco vos aprovecharía a vos que
él muriesse et vós tomássedes daño et muriéssedes.
El conde tovo éste por buen consejo et fízolo assí et fallóse ende muy bien.
Et entendiendo don Johan que este enxiemplo era bueno, fízolo escrivir en
este libro, et fizo estos viessos que dizen assí:
Nunca te metas ó puedas aver mal andança,
aunque tu amigo te faga segurança.
Et la istoria deste exiemplo es ésta que se sigue:
El Conde Lucanor
105
Exemplo XXXVº
De lo que contesçió a un mançebo que casó con una muger muy fuerte
et muy brava
Otra vez fablava el conde Lucanor con Patronio, et díxole:
-Patronio, un mío criado me dixo quel’ traían cassamiento con una muger
muy rica et aun, que es más onrada que él, et que es el casamiento muy
bueno para él, sinon por un enbargo que ý ha, et el enbargo es éste: díxome
quel’ dixeran que aquella muger que era la más fuerte et más brava cosa del
mundo. Et agora ruégovos que me consejedes si le mandaré que case con
aquella muger, pues sabe de cuál manera es, o sil’ mandaré que lo non faga.
-Señor conde -dixo Patronio-, si él fuer tal como fue un fijo de un omne
bueno que era moro, consejalde que case con ella, mas si non fuere tal, non
gelo consejedes.
El conde le rogó quel’ dixiesse cómo fuera aquello.
Patronio le dixo que en una villa avía un omne bueno que avía un fijo, el
mejor mançebo que podía ser, mas non era tan rico que pudiesse complir
tantos fechos et tan grandes como el su coraçón le dava a entender que
devía complir. Et por esto era él en grand cuidado, ca avía la buena volun-
tat et non avía el poder.
En aquella villa misma, avía otro omne muy más onrado et más rico que su
padre, et avía una fija non más, et era muy contraria de aquel mançebo; ca
cuanto aquel mançebo avía de buenas maneras, tanto las avía aquella fija
del omne bueno malas et revesadas; et por ende omne del mundo non
quería casar con aquel diablo.
Aquel tan buen mançebo vino un día a su padre et díxole que bien sabía
que él non era tan rico que pudiesse darle con que él pudiesse bevir a su
onra, et que pues le convinía a fazer vida menguada et lazdrada o irse
daquella tierra, que si él por bien tobiesse, quel’ paresçía mejor seso de
catar algún casamiento con que pudiesse aver alguna passada. Et el padre le
dixo quel’ plazría ende mucho si pudiesse fallar para él casamiento quel’
cumpliesse.
El Conde Lucanor
106
Entonce le dixo el fijo que si él quisiesse, que podría guisar que aquel omne
bueno que avía aquella fija que gela diesse para él. Cuando el padre esto
oyó, fue muy maravillado, et díxol’ que cómo cuidava en tal cosa: que non
avía omne que la conosçiesse que, por pobre que fuese, quisiese casar con
ella. El fijo le dixo quel’ pidía por merçed quel’ guisasse aquel casamiento.
Et tanto lo afincó que como quier que el padre lo tovo por estraño, que gelo
otorgó.
Et él fuesse luego para aquel omne bueno, et amos eran mucho amigos, et
díxol’ todo lo que passara con su fijo et rogól’ que pues su fijo se atrevía a
casar con su fija, quel’ ploguiesse et que gela diesse para él. Cuando el
omne bueno esto oyó aquel su amigo, díxole:
-Par Dios, amigo, si yo tal cosa fiziesse, seervos ía muy falso amigo, ca vós
avedes muy buen fijo, et ternía que fazía muy grand maldat si yo consinti-
esse su mal nin su muerte; et só çierto que si con mi fija casase, que o sería
muerto o le valdría más la muerte que la vida. Et non entendades que vos
digo esto por non complir vuestro talante, ca si la quisierdes, a mí mucho
me plaze de la dar a vuestro fijo, o a quienquier que me la saque de casa.
El su amigo le dixo quel’ gradesçía mucho cuanto le dizía, et que pues su
fijo quería aquel casamiento, quel’ rogava quel’ ploguiesse.
El casamiento se fizo, et levaron la novia a casa de su marido. Et los moros
an por costumbre que adovan de çena a los novios et pónenles la mesa et
déxanlos en su casa fasta otro día. Et fiziéronlo aquellos assí; pero estavan
los padres et las madres et parientes del novio et de la novia con grand
reçelo, cuidando que otro día fallarían el novio muerto o muy maltrecho.
Luego que ellos fincaron solos en casa, assentáronse a la mesa, et ante que
ella ubiasse a dezir cosa cató el novio en derredor de la mesa, et vio un
perro et díxol’ ya cuanto bravamente:
-¡Perro, danos agua a las manos!
El perro non lo fizo. Et él encomençósse a ensañar et díxol’ más bra-
vamente que les diesse agua a las manos. Et el perro non lo fizo. Et desque
vio que lo non fazía, levantóse muy sañudo de la mesa et metíó mano a la
El Conde Lucanor
107
espada et endereçó al perro. Cuando el perro lo vio venir contra sí,
començó a foír, et él en pos él, saltando amos por la ropa et por la mesa et
por el fuego, et tanto andido en pos de’l fasta que lo alcançó, et cortól’ la
cabeça et las piernas et los braços, et fízolo todo pedaços et ensangrentó
toda la casa et toda la mesa et la ropa.
Et assí, muy sañudo et todo ensangrentado, tornóse a sentar a la mesa et
cató en derredor, et vio un gato et díxol’ quel’ diesse agua a manos; et por-
que non lo fizo, díxole:
-¡Cómo, don falso traidor!, ¿et non vistes lo que fiz al perro porque non
quiso fazer lo quel’ mandé yo? Prometo a Dios que si un punto nin más
conmigo porfías, que esso mismo faré a ti que al perro.
El gato non lo fizo, ca tampoco es su costumbre de dar agua a manos, como
del perro. Et porque non lo fizo, levantóse et tomól’ por las piernas et dio
con él a la pared et fizo de’l más de çient pedaços, et mostrándol’ muy
mayor saña que contra el perro.
Et assí, bravo et sañudo et faziendo muy malos contenentes, tornóse a la
mesa et cató a todas partes. La muger, quel’ vio esto fazer, tovo que estava
loco o fuera de seso, et non dizía nada.
Et desque ovo catado a cada parte, et vio un su cavallo que estava en casa,
et él non avía más de aquél, et díxol’ muy bravamente que les diesse agua a
las manos; el cavallo non lo fizo. Desque vio que lo non fizo, díxol’:
-¡Cómo, don cavallo!, ¿cuidades que porque non he otro cavallo, que por
esso vos dexaré si non fizierdes lo que yo vos mandare? Dessa vos guardat,
que si por vuestra mala ventura non faierdes lo que yo vos mandare, yo juro
a Dios que tan mala muerte vos dé como a los otros; et non ha cosa viva en
el mundo que non faga lo que yo mandare, que esso mismo non le faga.
El cavallo estudo quedo. Et desque vio que non fazía su mandado, fue a él
et cortól’ la cabeça con la mayor saña que podía mostrar, et despedaçólo
todo.
Cuando la muger vio que matava el cavallo non aviendo otro et que dizía
que esto faría a quiquier que su mandado non cumpliesse, tovo que esto ya
El Conde Lucanor
108
non se fazía por juego, et ovo tan grand miedo, que non sabía si era muerta
o biva.
Et él assí, vravo et sañudo et ensangrentado, tornóse a la mesa, jurando que
si mil cavallos et omnes et mugeres oviesse en casa quel’ saliessen de man-
dado, que todos serían muertos. Et assentósse et cató a cada parte, teniendo
la espada sangrienta en el regaço; et desque cató a una parte et a otra et non
vio cosa viva, bolvió los ojos contra su muger muy bravamente et díxol’
con grand saña, teniendo la espada en la mano:
-Levantadvos et datme agua a las manos.
La muger, que non esperava otra cosa sinon que la despedaçaría toda, le-
vantóse muy apriessa et diol’ agua a las manos. Et díxole él:
-¡A!, ¡cómo gradesco a Dios porque fiziestes lo que vos mandé, ca de otra
guisa, por el pesar que estos locos me fizieron, esso oviera fecho a vos que
a ellos!
Después mandól’ quel’ diesse de comer; et ella fízolo. Et cada quel’ dizía
alguna cosa, tan bravamente gelo dizía et en tal son, que ella ya cuidava
que la cabeça era ida del polvo.
Assí passó el fecho entrellos aquella noche, que nunca ella fabló, mas fazía
lo quel’ mandavan. Desque ovieron dormido una pieça, díxol’ él:
-Con esta saña que ove esta noche, non pude bien dormir. Catad que non
me despierte cras ninguno, et tenedme bien adobado de comer.
Cuando fue grand mañana, los padres et las madres et parientes llegaron a
la puerta et porque non fablava ninguno, cuidaron que el novio estava
muerto o ferido. Et desque vieron por entre las puertas a la novia et non al
novio, cuidáronlo más.
Cuando ella los vio a la puerta llegó muy passo et con grand miedo, et
començóles a dezir:
-¡Locos, traidores!, ¿qué fazedes? ¿Cómo osades llegar a la puerta nin fa-
blar? ¡Callad, sinon todos, también vós como yo, todos somos muertos!
El Conde Lucanor
109
Cuando todos esto oyeron, fueron marabillados; et desque sopieron cómo
pasaron en uno, presçiaron mucho el mançebo porque assí sopiera fazer lo
quel’ cumplía et castigar tan bien su casa.
Et daquel día adelante, fue aquella su muger muy bien mandada et ovieron
muy buena bida.
Et dende a pocos días, su suegro quiso fazer assí como fiziera su yerno, et
por aquella manera mató un gallo, et díxole su muger:
-A la fe, don fulán, tarde vos acordastes, ca ya non vos valdría nada si
matássedes çient cavallos: que ante lo oviérades a començar, ca ya bien nos
conosçemos.
Et vós, señor conde, si aquel vuestro criado quiere casar con tal muger, si
fuere él tal como aquel mançebo, consejalde que case seguramente, ca él
sabrá cómo passa en su casa; mas si non fuere tal que entienda lo que deve
fazer et lo quel’ cumple, dexadle passe su ventura. Et aun consejo a vós que
con todos los omnes que ovierdes a fazer, que siempre les dedes a entender
en cuál manera an de pasar conbusco.
El conde obo éste por buen consejo, et fízolo assí et fallóse dello vien.
Et porque don Johan lo tovo por buen enxiemplo, fízolo escrivir en este li-
bro, et fizo estos viessos que dizen assí:
Si al comienço non muestras qui eres,
nunca podrás después cuando quisieres.
Et la istoria deste enxiemplo es ésta que se sigue:
El Conde Lucanor
110
Exemplo XXXVIº
De lo que contesçió a un mercadero cuando falló su muger et su fijo
durmiendo en uno
Un día fablava el conde Lucanor con Patronio, estando muy sañudo por una
cosa quel’ dixieron, que tenía él que era muy grand su desonra, et díxole
que quería fazer sobrello tan grand cosa et tan grand movimiento, que para
siempre fincasse por fazaña.
Et cuando Patronio lo vio assí sañudo tan arrebatadamente, díxole:
-Señor conde, mucho querría que sopiéssedes lo que contesçió a un merca-
dero que fue un día conprar sesos.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, en una villa morava un grand maestro que
non avía otro ofiçio nin otro mester sinon vender sesos. Et aquel mercadero
de que ya vos fablé por esto que oyó, un día fue veer aquel maestro que
vendía sesos et díxol’ quel’ vendiesse uno daquellos sesos. Et el maestro
díxol’ que de cuál presçio lo quería, ca segund quisiesse el seso, que assí
avía de dar el presçio por él. Et díxole el mercadero que quería seso de un
maravedí. Et el maestro tomó el maravedí, et díxol’:
-Amigo, cuando alguno vos convidare, si non sopiéredes los manjares que
oviéredes a comer, fartadvos bien del primero que vos traxieren.
El mercadero le dixo que non le avía dicho muy grand seso. Et el maestro
le dixo que él non le diera presçio que deviesse dar grand seso. El merca-
dero le dixo quel’ diesse seso que valiesse una dobla, et diógela.
El maestro le dixo que, cuando fuesse muy sañudo et quisiese fazer alguna
cosa arrebatadamente, que se non quexasse nin se arrebatasse fasta que so-
piesse toda la verdat.
El mercadero tovo que aprendiendo tales fabliellas podría perder cuantas
doblas traía, et non quiso comprar más sesos, pero tovo este seso en el
coraçón.
El Conde Lucanor
111
Et acaesçió que el mercadero que fue sobre mar a una tierra muy lueñe, et
cuando se fue, dexó a su muger en çinta. El mercadero moró andando en su
mercaduría tanto tiempo, fasta que el fijo que nasçiera de que fincara su
muger en çinta avía más de veinte años. Et la madre, porque non avía otro
fijo et tenía que su marido non era vivo, conortávase con aquel fijo et
amávalo como a fijo, et por el grand amor que avía a su padre, llamávalo
marido. Et comía sienpre con ella et durmía con ella como cuando avía un
año o dos, et assí passaba su vida como muy buena mujer, et con muy
grand cuita porque non sabía nuebas de su marido.
Et acaesçió que el mercadero libró toda su mercaduría et tornó muy bien
andante. Et el día que llegó al puerto de aquella villa do morava, non dixo
nada a ninguno, fuesse desconoçidamente para su casa et escondióse en un
lugar encubierto por veer lo que se fazía en su casa.
Cuando fue contra la tarde, llegó el fijo de la buena muger, et la madre
preguntól’:
-Di, marido, ¿ónde vienes?
El mercadero, que oyó a su mujer llamar marido a aquel mançebo, pesól’
mucho, ca bien tenía que era omne con quien fazía mal, o a lo mejor que
era casada con él; et tovo más: que fazía maldat que non que fuese casada,
et porque el omne era tan moro. Quisiéralos matar luego, pero acordándose
del seso que costara una dobla, non se arrebató.
Et desque llegó la tarde assentáronse a comer. De que el mercadero los vio
assí estar, fue aun más movido por los matar, pero por el seso que conprara
non se arrebató.
Mas cuando vino la noche et los vio echar en la cama, fízosele muy grave
de sofrir et endereçó a ellos por los matar. Et yendo assí muy sañudo,
acordándose del seso que conprara, estido quedo.
Et ante que matassen la candela, començó la madre a dezir al fijo, llorando
muy fuerte:
El Conde Lucanor
112
-¡Ay, marido et fijo! Señor, dixiéronme que agora llegara una nabe al
puerto et dizían que vinía daquella tierra do fue vuestro padre. Por amor de
Dios, id allá cras de grand mañana, et por ventura querrá Dios que sabredes
algunas buenas nuebas de’l.
Cuando el mercadero aquello oyó, et se acordó como dexara en çinta a su
muger, entendió que aquél era su fijo.
Et si ovo grand plazer, non vos marabilledes. Et otrosí, gradesçió mucho a
Dios porque quiso guardar que los non mató como lo quisiera fazer, donde
fincara muy malandante por tal ocasión, et tovo por bien enpleada la dobla
que dio por aquel seso, de que se guardó et que se non arrebató por saña.
Et vós, señor conde, como quier que cuidades que vos es mengua de sofrir
esto que dezides, esto sería verdat de que fuéssedes çierto de la cosa; mas
fasta que ende seades çierto, conséjovos yo que por saña nin por rebato,
que vos non rebatedes a fazer ninguna cosa (ca pues esto non es cosa que se
pierda por tiempo en vos sofrir), fasta que sepades toda la verdat, et non
perdedes nada, et del rebatamiento podervos íades muy aína repentir.
El conde tovo este por buen consejo et fízolo assí, et fallóse ende bien.
Et teniéndolo don Johan por buen enxiemplo, fízol’ escrivir en este libro et
fizo estos viessos que dizen assí:
Si con rebato grant cosa fazierdes,
ten que es derecho si te arrepentieres.
Et la istoria deste enxiemplo es ésta que se sigue:
El Conde Lucanor
113
Exemplo XXXVIIº
De la repuesta que dio el conde Ferrant Gonsáles a sus gentes depués
que ovo vençido la batalla de Façinas
Una vegada vinía el conde de una hueste muy cansado et muy lazdrado et
pobre, et ante que huviasse folgar nin descansar, llegól’ mandado muy
apressurado de otro fecho que se movía de nuebo; et los más de su gente
consejárenle que folgasse algún tiempo et después que faría lo que se le
guisase. Et el conde preguntó a Patronio lo que faría en aquel fecho. Et Pa-
tronio díxole:
-Señor, para que vós escojades en esto lo mejor, mucho querría que so-
piéssedes la repuesta que dio una vez el conde Ferrant Gonsáles a sus vas-
sallos.
El conde preguntó a Patronio cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, cuando el conde Ferrant Gonsáles vençió al
Rey Almozerre en Façinas, murieron ý muchos de los suyos; et él et todos
los más que fincaron vivos fueron muy mal feridos; et ante que uviassen
guaresçer, sopo quel’ entrava el rey de Navarra por la tierra, et mandó a los
suyos que endereçassen a lidiar con los navarros. Et todos los suyos
dixiéronle que tenían muy cansados los cavallos, et aun los cuerpos; et
aunque por esto non lo dexasse, que lo devía dexar porque él et todos los
suyos estavan muy mal feridos, et que esperasse fasta que fuessen guaridos
él et ellos.
Cuando el conde vio que todos querían partir de aquel camino, sintiéndose
más de la onra que del cuerpo, díxoles:
-Amigos, por las feridas non lo dexemos, ca estas feridas nuebas que agora
nos darán, nos farán que olvidemos las que nos dieron en la otra vatalla.
Desque los suyos vieron que se non dolía del cuerpo por defender su tierra
et su onra, fueron con él. Et vençió la lid et fue muy bien andante.
Et vós, señor conde Lucanor, si queredes fazer lo que devierdes, cuando
viéredes que cumple para defendimiento de lo vuestro et de los vuestros, et
El Conde Lucanor
114
de vuestra onra, nunca vos sintades por lazeria, nin por travajo, nin por pe-
ligro; et fazet en guisa que el peligro et la lazeria nueba vos faga olvidar lo
passado.
El conde tovo este por buen conseio, et fízolo assí et fallósse dello muy
bien.
Et entendiendo don Johan que éste era muy buen enxienplo, fízolo poner en
este libro et fizo estos viessos que dizen assí:
Aquesto tenet çierto, que es verdat provada:
que onra et grand vicio non an una morada.
Et la istoria deste enxiemplo es ésta que se sigue:
Exemplo XXXVIIIº
De lo que contesçió a un omne que iva cargado de piedras preçiosas et
se afogó en el río
Un día dixo el conde a Patronio que avía muy grand voluntad de estar en
una tierra porquel’ avían de dar ý una partida de dineros, et cuidava fazer ý
mucho de su pro, pero que avía muy grand reçelo que si allí se detoviesse
quel’ podría venir muy grand periglo del cuerpo, et quel’ rogava quel’ con-
sejasse qué faría en ello.
-Señor conde -dixo Patronio-, para que vós fagades en esto, al mio cuidar,
lo que vos más cumple, sería muy bien que sopiéssedes lo que contesçió a
un omne que llevava una cosa muy presçiada en el cuello et passava un río.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, un omne levava muy grand pieça de piedras
preçiosas a cuestas, et tantas eran que se le fazían muy pesadas de levar; et
acaesçió que ovo de passar un grand río; et como él levava grand carga,
El Conde Lucanor
115
ç’afondava más que si aquella carga non levasse; et cuando fue en medio
del río, començó a çafondar mucho.
Et un omne que estava a la oriella del río començól’ a dar vozes et dezir
que si non echasse carga, que sería muerto. Et el mesquino loco non en-
tendió que si muriesse en el río, que perdería el cuerpo et la carga que le-
vava; et si la echasse que, aunque perdiesse la carga, que non perdería el
cuerpo. Et por la grant cobdiçia de lo que valían las piedras preçiosas que
levava, non las quiso echar et murió en el río, et perdió el cuerpo et perdió
la carga que levava.
Et vos, señor conde Lucanor, comoquier que los dineros et lo ál que po-
dríades fazer de vuestra pro sería bien que lo fiziésedes, conséjovos yo que
si peligro de buestro cuerpo fallades en la fincada, que non finquedes ý por
cobdiçia de dineros nin de su semejante. Et aún vos consejo que nunca
aventuredes el vuestro cuerpo si non fuere por cosa que sea vuestra onra o
vos sería mengua si lo non fiziésedes: ca el que poco se presçia et por
cobdiçia o por devaneo aventura su cuerpo, bien creed que non tiene mien-
tes de fazer mucho con el su cuerpo; ca el que mucho presçia el su cuerpo,
a menester que faga en guisa porque lo preçien mucho las gentes; et non es
el omne preçiado por preciarse él mucho, mas es muy preçiado porque faga
tales obras quel’ preçien mucho las gentes. Et si él tal fuere, çierto seed que
preciará mucho el su cuerpo et non lo aventurará por cobdiçia nin por cosa
en que non aya grand onra; mas en lo que se deverié aventurar, seguro sed
que non ha omne en el mundo que tan aína nin tan de buenamente aventure
el cuerpo como el que vale mucho et se preçia mucho.
El conde tovo éste por buen enxienplo, et fízolo assí et fallóse dello muy
bien.
Et porque don Johan entendió que éste era muy buen enxiemplo, fízolo es-
crivir en este libro et fizo estos viessos que dizen assí:
Quien por grand cobdiçia de aver se aventura,
será maravilla que el bien muchol’ dura.
Et la istoria deste enxiemplo es ésta que se sigue:
El Conde Lucanor
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Exemplo XXXIXº
De lo que contesçió a un omne con la golondrina et con el pardal
Otra vez fablava el conde Lucanor con Patronio, su consegero, en esta
guisa:
-Patronio, yo non puedo escusar en ninguna guisa de aver contienda con
uno de dos vezinos que yo he, et contesce assí: que el más mío vezino non
es tan poderoso, et el que es más poderoso, non es tanto mío vezino. Et
agora ruégovos que me consejedes lo que faga en esto.
-Señor conde -dixo Patronio-, para que sepades para esto lo que vos más
cumple, sería bien que sopiésedes lo que contesçió a un omne con un par-
dal et con una golondrina.
El conde le preguntó que cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio- un omne era flaco et tomava grand enojo con
el roído de las vozes de las aves et rogó a un su amigo quel’ diesse algún
consejo; que non podía dormir por el roído quel’ fazían los pardales et las
golondrinas.
Et aquel su amigo le dixo que de todos non le podía desenbargar, más que
él sabía un escanto con que lo desenbargaría del uno dellos: o del pardal o
de la golondrina.
Et aquel que estava flaco respondiól’ que comoquier que la golondrina da
mayores vozes, pero porque la golondrina va et viene et el pardal mora
sienpre en casa, que antes se querría parar al roído de la golondrina, maguer
que es mayor porque va et viene, que al del pardal, porque está sienpre en
casa.
Et vós señor conde, comoquier que aquel que mora más lexos es más po-
deroso conséjovos yo que ayades ante contienda con él, que non con el que
vos está más cerca, aunque non sea tan poderoso.
El conde tovo esto por buen consejo, et fízolo assí et fallóse ende bien.
El Conde Lucanor
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Et porque don Johan se pagó deste enxiemplo, fízolo poner en este libro, et
fizo estos viessos que dizen assí:
Si en toda guisa, contienda ovieres de aver,
toma la de más lexos, aunque aya más poder.
Et la istoria deste exienplo es ésta que se sigue:
Exemplo XLº
De las razones porque perdió el alma un siniscal de Carcassona
Fablava otra ves el conde Lucanor con Patronio, et díxole:
-Patronio, porque yo sé que la muerte non se puede escusar, querría fazer
en guisa que depués de mi muerte, que dexasse alguna cosa señalada que
fincasse por mi alma et que fincasse para siempre, porque todos sopiessen
que yo feziera aquella obra. Et ruégovos que me consejedes en qué manera
lo podría fazer mejor.
-Señor conde -dixo Patronio-, comoquier que el vien fazer en cualquier
guisa o por cualquier entención que se faga sienpre el bien fazer es bien,
pero para que vós sopiésedes cómo se deve fazer lo que omne faze por su
alma et a cuál entención, plazerme ía mucho que sopiéssedes lo que con-
tesçió a un senescal de Carcaxona.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, un senescal de Carcassona adolesçió. Et
desque entendió que non podía escapar, envió por el prior de los fraires
predicadores et por el guardián de los fraires menores, et ordenó con ellos
fazienda de su alma. Et mandó que luego que él fuese muerto, que ellos
cumpliesen todo aquello que él mandava.
El Conde Lucanor
118
Et ellos fiziéronlo assí. Et él avía mandado mucho por su alma. Et porque
fue tan bien complido et tan aína, estavan los fraires muy pagados et en
muy buena entención et buena esperança de la su salvación.
Acaesçió que dende a pocos días, que fue una muger demoniada en la villa,
et dizía muchas cosas marabillosas, porque el diablo, que fablava en ella,
sabía todas las cosas fechas et aun las dichas.
Cuando los fraires en que dexara el senescal fecho de su alma sopieron las
cosas que aquella muger dizía, tovieron que era bien de irla ver, por
preguntarle si sabía alguna cosa del alma del senescal; et fiziéronlo. Et
luego que entraron por la casa do estava la muger demoniada, ante que el-
los le preguntassen ninguna cosa, díxoles ella que bien sabía por qué
vinían, et que sopiessen que aquella alma porque ellos querían preguntar,
que muy poco avía que se partiera della et la dexara en el Infierno.
Cuando los fraires esto oyeron, dixiéronle que mintía; ca çierto era que él
fuera muy bien confessado et reçibiera los sacramentos de Sancta Eglesia,
et pues la fe de los christianos era verdadera, que non podía seer que fuesse
verdat lo que ella dizía.
Et ella díxoles que sin dubda la fe et la ley de los christianos toda era ver-
dadera, et si él muriera et fiziera lo que deve fazer el que es verdadero
christiano, que salva fuera la su alma; mas él non fizo como verdadero nin
buen christiano, ca como quier que mucho mandó fazer por su alma, non lo
fizo como devía nin ovo buena entençión, ca él mandó complir aquello
después que fuesse muerto, et su entención era que si muriesse, que lo
cumpliessen; mas si visquiesse, que non fiziessen nada dello; et mandólo
complir después que muriesse, cuando non lo podía tener nin levar consigo;
et otrosí, dexávalo porque fincasse de’l fama para sienpre de lo que fiziera,
porque oviesse fama de las gentes et del mundo. Et por ende, como quier
que él fizo buena obra, non la fizo bien, ca Dios non galardona solamente
las buenas obras, mas galardona las que se fazen bien. Et este bien fazer es
en la entençión, et porque la entención del senescal non fue buena, ca fue
cuando non devía seer fecha, por ende non ovo della buen galardón.
Et vós, señor conde, pues me pedides consejo, dígovos que al mio grado,
que el bien que quisiéredes fazer, que lo fagades en vuestra vida. Et para
que ayades dello buen galardón, conviene que, lo primero, que desfagades
El Conde Lucanor
119
los tuertos que avedes fecho: ca poco valdría robar el carnero et dar los pies
por amor de Dios. Et a vos poco vos valdría tener mucho robado et furtado
a tuerto, et fazer limosnas de lo ageno. Et más, para que la limosna sea
buena, conviene que aya en ella estas çinco cosas: la una, que se faga de lo
que omne oviere de buena parte; la otra, que la faga estando en verdadera
penitençia; la otra, que sea tanta, que sienta omne alguna mengua por lo
que da, et que sea cosa de que se duela omne; la otra, que la faga en su
vida; la otra, que la faga omne simplemente por Dios et non por vana gloria
nin por ufana del mundo. Et, señor, faziéndose estas çinco cosas, serían to-
das las buenas obras et limosnas bien complidas, et avría omne de todas
muy grand galardón; pero vós nin otro ninguno que tan complidamente non
las pudiesse fazer, non deve por esso dexar de fazer buenas obras, teniendo
que pues non las faze en las çinco maneras que son dichas, que non le tiene
pro de las fazer; ca ésta sería muy mala razón et sería como desesper-
amiento; ca çierto es que en cualquier manera que omne faga bien, que
sienpre es bien; ca las buenas obras prestan al omne a salir de pecado et ve-
nir a penitençia et a la salut del cuerpo, et a que sea rico et onrado, et que
aya buena fama de las gentes, et para todos los vienes temporales. Et assí,
todo bien que omne faga a cualquier entención sienpre es bueno, mas sería
muy mejor para salvamiento et aprovechamiento del alma guardando las
cinco cosas dichas.
El conde tovo que era verdat lo que Patronio le dizía et puso en su coraçón
de lo fazer assí, et rogó a Dios quel’ guisse que lo pueda fazer en la manera
que Patronio le dizía.
Et entendiendo don Johan que este enxiemplo era muy bueno, fízolo es-
crivir en este libro et fizo estos viessos que dizen assí:
Faz bien et a buena entençión en tu vida,
si quieres acabar la gloria conplida.
Et la istoria deste enxiemplo es ésta que se sigue:
El Conde Lucanor
120
Exemplo XLIº
De lo que contesçió a un rey de Córdova quel’dizían Alhaquem
Un día fablava el conde Lucanor con Patronio, su consegero, en esta guisa:
-Patronio, vós sabedes que yo só muy grand caçador et he fecho muchas
caças nuevas que nunca fizo otro omne. Et aun he fecho et eñadido en las
piuelas et en los capiellos algunas cosas muy aprovechosas que nunca
fueron fechas. Et agora, los que quieren dezir mal de mí fablan en manera
de escarnio, et cuando loan al Cid Roy Díaz o al conde Ferrant Gonzáles de
cuantas lides vençieron o al sancto et bien aventurado rey don Ferrando de
cuantas buenas conquistas fizo, loan a mí diziendo que fiz muy buen fecho
porque añadí aquello en los capiellos et en las pihuelas. Et porque yo en-
tiendo que este alabamiento más se me toma en denuesto que en alava-
miento, ruégovos que me consejedes en qué manera faré porque non me es-
carnezcan por la buena obra que fiz.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, para que vós sepades lo que vos más
cumpliría de fazer en esto, plazerme ía que sopiéssedes lo que contesçió a
un moro que fue rey de Córdova.
Et el conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, en Córdova ovo un rey que avía nombre Al-
haquim. Como quier que mantenía assaz bien su regno, non se travajava de
fazer otra cosa onrada nin de grand fama de las que suelen et deven fazer
los buenos reys; ca non tan solamente son los reys tenidos de guardar sus
regnos, mas los que buenos quieren seer, conviene que tales obras fagan
porque con derecho acresçienten su regno et fagan en guisa que en su vida
sean muy loados de las gentes, et después de su muerte finquen buenas
fazañas de las buenas obras que ellos ovieren fechas. Et este rey non se tra-
bajava desto, sinon de comer et folgar et estar en su casa viçioso.
Et acaesçió que estando un día folgando, que tañían ante’l un estrumento de
que se pagaran mucho los moros, que a nombre albogón. Et el rey paró
mientes et entendió que non fazía tan buen son como era menester, et tomó
el albogón et añadió en él un forado en la parte de yuso en derecho de los
El Conde Lucanor
121
otros forados, et dende adelante faze el albogón muy mejor son que fasta
entonçe fazía.
Et como quier que aquello era buen fecho para en aquella cosa, porque non
era tan grand fecho como convinía de fazer a rey, las gentes, en manera de
escarnio, començaron aquel fecho a loar et dizían cuando loavan a alguno:
«V.a. he de ziat Alhaquim», que quiere dezir: «Éste es el añadimiento del
rey Alhaquem.»
Et esta palabra fue sonada tanto por la tierra fasta que la ovo de oír el rey,
et preguntó por qué dezían las gentes esta palabra. Et como quier que gelo
quisieran encobrir, tanto los afincó, que gelo ovieron a dezir.
Et desque él esto oyó, tomó ende grand pesar, pero como era muy buen rey,
non quiso fazer mal en los que dizían esta palabra, mas puso en su coraçón
de fazer otro añadimiento de que por fuerça oviessen las gentes a loar el su
fecho.
Entonçe, porque la mezquita de Córdoba non era acabada, añadió en ella
aquel rey toda la labor que ý menguava et acabóla.
Ésta es la mayor et más complida et más noble mezquita que los moros
avían en España, et loado a Dios, es agora eglesia et llámanla Sancta María
de Córdova, et ofreçióla el sancto rey don Ferrando a Sancta María cuando
ganó a Córdova de los moros.
Et desque aquel rey ovo acabada la mezquita et fecho aquel tan buen
añadimiento, dixo que pues fasta entonçe lo loavan escarniçiéndolo del
añadimiento que fiziera en el albogón, que tenía que de allí adellante lo
avían a loar con razón del añadimiento que fiziera en la mezquita de Cór-
dova.
Et fue depués muy loado. Et el loamiento que fasta estonçe le fazían es-
carniçiéndolo, fincó depués por loor; et oy en día dizen los moros cuando
quieren loar algún buen fecho: «Éste es el añadimiento de Alhaquem».
Et vós, señor conde, si tomades pesar o cuidades que vos loan por vos es-
carnecer del añadimiento que fiziestes en los capiellos et en las pihuelas et
en las otras cosas de caça que vos fiziestes, guisad de fazer algunos fechos
El Conde Lucanor
122
grandes et buenos et nobles, cuales pertenesçen de fazer a los grandes om-
nes. Et por fuerça las gentes avrán de loar los vuestros buenos fechos, assí
como loan agora por escarnio el añadimiento que fiziestes en las cosas de la
caça.
El conde tovo éste por buen consejo, et fízolo assí, et fallóse ende muy
bien.
Et porque don Johan entendió que éste era buen enxiemplo, fízolo escrivir
en este libro et fizo estos viessos que dizen assí:
Si algún bien fizieres
que muy grande non fuere,
faz grandes si pudieres,
que el bien nunca muere.
Et la istoria deste enxiemplo es ésta que se sigue:
Exemplo XLIIº
De lo que contesçió a una falsa veguina
Otra vez fablava el conde Lucanor con Patronio, su consegero, en esta
guisa:
-Patronio, yo et otras muchas gentes estávamos fablando et preguntáva-
mosnos que cuál era la manera que un omne malo podría aver para fazer a
todas las otras gentes cosa porque más mal les veniesse. Et los unos dizían
que por ser omne reboltoso, et los otros dizían que por seer omne muy
peleador, et los otros dizían que por seer muy mal fechor en la tierra, et los
otros dizían que la cosa porque el omne malo podría fazer más mal a todas
las otras gentes que era por seer de mala lengua et assacador. Et por el buen
entendimiento que vós avedes, ruégovos que me digades de cuál mal destos
podría venir más mal a todas las gentes.
El Conde Lucanor
123
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, para que vós sepades esto, mucho
querría que sopiésedes lo que contesçió al diablo con una muger destas que
se fazen beguinas.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, en una villa avía un muy buen
mancebo et era casado con una muger et fazían buena vida en uno, assí que
nunca entre ellos avía desabenençia.
Et porque el diablo se despaga sienpre de las buenas cosas, ovo desto muy
grand pesar, et pero que andido muy grand tiempo por meter mal entre el-
los, nunca lo pudo guisar.
Et un día, viniendo el diablo de aquel logar do fazían vida aquel omne et
aquella muger, muy triste porque non podía poner ý ningún mal, topó con
una veguina. Et desque se conoscieron, preguntól’ que por qué vinía triste.
Et él díxole que vinía de aquella villa do fazían vida aquel omne et aquella
muger et que avía muy grand tiempo que andava por poner mal entrellos et
nunca pudiera; et desque lo sopiera aquel su mayoral, quel’ dixiera que
pues tan grand tiempo avía que andava en aquello et pues non lo fazía, que
sopiesse que era perdido con él; et que por esta razón vinía triste.
Et ella díxol’ que se marabillava, pues tanto sabía, cómo non lo podía fazer,
mas que si fiziesse lo que ella querié, que ella le pornía recabdo en esto.
Et el diablo le dixo que faría lo que ella quisiesse en tal que guisasse cómo
pusiesse mal entre aquel omne et aquella muger.
Et de que el diablo et aquella beguina fueron a esto avenidos, fuesse la be-
guina para aquel logar do vivían aquel omne et aquella muger, et tanto fizo
de día en día, fasta que se fizo conosçer con aquella muger de aquel man-
çebo et fízol’ entender que era criada de su madre, et por este debdo que
avía con ella, que era muy tenuda de la servir et que la serviría cuanto pu-
diesse.
Et la buena muger, fiando en esto, tóvola en su casa et fiava della toda su
fazienda, et esso mismo fazía su marido.
El Conde Lucanor
124
Et desque ella ovo morado muy grand tiempo en su casa et era privada de
entramos, vino un día muy triste et dixo a la muger, que fiava en ella:
-Fija, mucho me pesa desto que agora oí: que vuestro marido que se paga
más de otra muger que non de vos, et ruégovos quel’ fagades mucha onra et
mucho plazer porque él non se pague más de otra muger que de vos, ca de-
sto vos podría venir más mal que de otra cosa ninguna.
Cuando la buena muger esto oyó, comoquier que non lo creía, tovo desto
muy grand pesar et entristeçió muy fieramente. Et desque la mala beguina
la vio estar triste, fuesse para en el logar pora do su marido avía de venir.
Et de que se encontró con él, díxol’ quel’ pesava mucho de lo que fazié en
tener tan buena muger como tenié et amar más a otra que non a ella, et que
esto, que ella lo sabía ya, et que tomara grand pesar et quel’ dixiera que,
pues él esto fazié, fiziéndol’ ella tanto serviçio, que cataría otro que la
amasse a ella tanto como él o más, que por Dios, que guardasse que esto
non lo sopiesse su muger, sinon que sería muerta.
Cuando el marido esto oyó, comoquier que lo non creyó, tomó ende grand
pesar et fincó muy triste.
Et desque la falsa beguina le dexó assí, fuesse adelante a su muger et
díxol’, amostrándol’ muy grand pesar:
-Fija, non sé qué desaventura es ésta, que vuestro marido es muy despa-
gado de vos; et porque lo entendades que es verdat, esto que yo vos digo,
agora veredes como viene muy triste et muy sañudo, lo que él non solía
fazer.
Et desque la dexó con este cuidado, fuesse para su marido et díxol’ esso
mismo. Et desque el marido llegó a su casa et falló a su muger triste, et de
los plazeres que solían en uno aver que non avían ninguno, estavan cada
uno con muy grand cuidado.
Et de que el marido fue a otra parte, dixo la mala beguina a la buena muger
que si ella quisiesse, que buscaría algún omne muy sabidor quel’ fiziesse
alguna cosa con que su marido perdiesse aquel mal talante que avía contra
ella.
El Conde Lucanor
125
Et la muger, queriendo aver muy buena vida con su marido, díxol’ quel’
plazía et que gelo gradescería mucho.
Et a cabo de algunos días, tornó a ella et díxol’ que avía fallado un omne
muy sabidor et quel’ dixiera que si oviesse unos pocos de cabellos de la
varba de su marido de los que están en la garganta, que faría con ellos una
maestría que perdiesse el marido toda la saña que avía della, et que vivrían
en buena vida como solían o por aventura mejor, et que a la ora que vini-
esse, que guisasse que se echasse a dormir en su regaço. Et diol’ una nabaja
con que cortasse los cabellos.
Et la buena muger, por el grand amor que avía a su marido, pesándol’
mucho de la estrañeza que entrellos avía caído et cudiçiando más que cosa
del mundo tornar a la buena vida que en uno solían aver díxol’ quel’ plazía
et que lo faría assí. Et tomó la navaja que la mala beguina traxo para lo
fazer.
Et la beguina falsa tornó al marido, et díxol’ que avía muy grand duelo de
la su muerte, et por ende que gelo non podía encobrir: que sopiesse que su
muger le quería matar et irse con su amigo; et porque entendiesse quel’
dizía verdat, que su muger et aquel su amigo avían acordado que lo matas-
sen en esta manera: que luego que viniesse, que guisaría que el que se
adormiesse en su regaço della, et desque fuesse adormido, quel’ degollasse
con una navaja que tenía paral’ degollar.
Et cuando el marido esto oyó, fue mucho espantado, et como quier que ante
estava con mal cuidado por las falsas palabras que la mala beguina le avía
dicho, por esto que agora dixo fue muy cuitado et puso en su coraçón de se
guardar et de lo provar; et fuesse para su casa.
Et luego que su muger lo vio, reçibiólo mejor que los otros días de ante, et
díxol’ que sienpre andava travajando et que non quería folgar nin descan-
sar, mas que se echasse allí cerca della et que pusiesse la cabeça en su re-
gaço, et ella quel’ espulgaría.
Cuando el marido esto oyó, tovo por çierto lo quel’ dixiera la falsa beguina,
et por provar lo que su muger faría, echósse a dormir en su regaço et
començó de dar a entender que durmía. Et de que su muger tovo que era
adormido bien, sacó la navaja para le cortar los cabellos, segund la falsa
El Conde Lucanor
126
beguina le avía dicho. Cuando el marido le vio la navaja en la mano cerca
de la su garganta, teniendo que era verdat lo que la falsa beguina le dixiera,
sacól’ la navaja de las manos et degollóla con ella.
Et al roído que se fizo cuando la degollava, recudieron el padre et los her-
manos de la muger. Et cuando vieron que la muger era degollada et que
nunca fasta aquel día oyeron al su marido nin a otro omne ninguna cosa
mala en ella, por el grand pesar que ovieron, endereçaron todos al marido et
matáronlo.
Et a este roído recudieron los parientes del marido et mataron a aquellos
que mataron a su pariente. Et en tal guisa se revolvió el pleito, que se ma-
taron aquel día la mayor parte de cuantos eran en aquella villa.
Et todo esto vino por las falsas palabras que sopo dezir aquella falsa be-
guina. Pero porque Dios nunca quiere que el que mal fecho faze que finque
sin pena, nin aún, que el mal fecho sea encubierto, guisó que fuesse sabido
que todo aquel mal viniera por aquella falsa beguina, et fizieron della
muchas malas justicias, et diéronle muy mala muerte et muy cruel.
Et vós, señor conde Lucanor, si queredes saber cuál es el pior omne del
mundo et de que más mal puede venir a las gentes, sabet que es el que se
muestra por buen christiano et por omne bueno et leal, et la su entençión es
falsa, et anda asacando falsedades et mentiras por meter mal entre llas
gentes. Et conséjovos yo que siempre vos guardedes de los que vierdes que
se fazen gatos religiosos, que los más dellos sienpre andan con mal et con
engaño, et para que los podades conosçer, tomad el consejo del Evangelio
que dize: «A fructibus eorum coñosçetis eos» que quiere dezir «que por las
sus obras los cognosçeredes». Ca çierto sed que non a omne en el mundo
que muy luengamente pueda encubrir las obras que tiene en la voluntad, ca
bien las puede encobrir algún tiempo, mas non luengamente.
Et el conde tovo que era verdad esto que Patronio le dixo et puso en su
coraçón de lo fazer assí. Rogó a Dios quel’ guardasse a él et a todos sus
amigos de tal omne.
Et entendiendo don Johan que este enxiemplo era muy bueno, fízolo es-
crivir en este libro et fizo estos viessos que dizen assí:
El Conde Lucanor
127
Para mientes a las obras et non a la semejança,
si cobdiçiares ser guardado de aver mala andança.
Et la istoria deste enxiemplo es ésta que se sigue:
Exemplo XLIIIº
De lo que contesçió al Bien et al Mal, et al cuerdo con el loco
El conde Lucanor fablava con Patronio, su consegero, en esta manera:
-Patronio, a mí contesçe que he dos vezinos: el uno es omne a qui yo amo
mucho, et ha muchos buenos deubdos entre mí et él porquel’ devo amar; et
non sé qué pecado o qué ocasión es que muchas vezes me faze algunos yer-
ros et algunas escatimas de que tomo muy grand enojo; et el otro non es
omne con quien aya grandes debdos, nin grand amor, nin ay entre nos
grand razón porquel’ deva mucho amar; et éste, otrossí, a las vezes, fázeme
algunas cosas de que yo non me pago. Et por el buen entendimiento que
vos avedes, ruégovos que me consejedes en qué manera passe con aquellos
dos omnes.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, esto que vós dezides non es una
cosa, ante son dos, et muy revessadas la una de la otra. Et para que vós po-
dades en esto obrar como vos cumple, plazerme ía que sopiéssedes dos co-
sas que acaesçieron; la una, lo que contesçió al Bien et al Mal; et la otra, lo
que contesçió a un omne bueno con un loco.
El conde le preguntó cómo fuera aquello:
-Señor conde -dixo Patronio-, porque éstas son dos cosas et non vos las po-
dría dezir en uno, decirvos he primero de lo que contesçió al Bien et al Mal,
et dezirvos he después lo que contesçió al omne bueno con el loco.
Señor conde, el Bien et el Mal acordaron de fazer su compañía en uno. Et
el Mal, que es más acuçioso et sienpre anda con rebuelta e non puede fol-
gar, sinon revolver algún engaño et algún mal, dixo al Bien que sería buen
El Conde Lucanor
128
recabdo que oviessen algún ganado con que se pudiessen mantener. Al
Bien plogo desto; et acordaron de aver ovejas.
Et luego que las ovejas fueron paridas, dixo el Mal al Bien que escogiesse
en el esquimo daquellas ovejas.
El Bien, como es bueno et mesurado, non quiso escoger, et el Bien dixo al
Mal que escogiesse él. Et el Mal, porque es malo et derranchado plógol’
ende, et dixo que tomasse el Bien los corderuelos assí como nasçían, et él,
que tomaría la leche et la lana de las ovejas. Et el Bien dio a entender que
se pagava desta partiçión.
Et el Mal dixo que era bien que oviessen puercos; et al Bien plogo desto. Et
desque parieron, dixo el Mal que pues el Bien tomara los fijos de las ovejas
et él la leche et la lana, que tomasse agora la leche et la lana de las puercas,
et que tomaría él los fijos. Et el Bien tomó aquella parte.
Después dixo el Mal que pusiessen alguna ortaliza; et pusieron nabos. Et
desque nasçieron, dixo el Mal al Bien que non sabía qué cosa era lo que
non veía, mas, porque el Bien viesse lo que tomava, que tomasse las fojas
de los nabos que paresçían et estaban sobre tierra, et que tomaría él lo que
estava so tierra; et el Bien tomó aquella parte.
Después pusieron colles; et desque nasçieron, dixo el Mal que pues el Bien
tomara la otra vez de los nabos lo que estava sobre tierra, que tomasse
agora de las colles lo que estava so tierra; et el Bien tomó aquella parte.
Después dixo el Mal al Bien que sería buen recabdo que oviessen una
muger que los serviesse. Et al Bien plogo desto. Et desque la ovieron, dixo
el Mal que tomasse el Bien de la çinta contra la cabeça, et que él que to-
maría de la çinta contra los pies; et el Bien tomó aquella parte. Et fue assí:
que la parte del Bien fazía lo que cumplía en casa, et la parte del Mal era
casada con él et avía de dormir con su marido.
La muger fue en çinta et encaesçió de un fijo. Et desque nasçió, quiso la
madre dar al fijo de mamar; et cuando el Bien esto vio, dixo que non lo
fiziesse, ca la leche de la su parte era, et que non lo consintría en ninguna
manera. Cuando el Mal vino alegre por veer el su fijo quel’ nasçiera, falló
que estava llorando, et preguntó a su madre que por qué llorava. La madre
El Conde Lucanor
129
le dixo que porque non mamava. Et díxol’ el Mal quel’ diesse a mamar. Et
la muger le dixo que el Bien gelo defendiera diziendo que la leche era de su
parte.
Cuando el Mal esto oyó, fue al Bien et díxol’, riendo et burlando, que fizi-
esse dar la leche a su fijo. Et el Bien dixo que la leche era de su parte et que
non lo faría. Et cuando el Mal esto oyó, començól’ de afincar ende. Et
desque el Bien vio la priessa en que estava el Mal díxol’:
-Amigo, non cuides que yo tampoco sabía que non entendía cuáles partes
escogiestes vós sienpre et cuáles diestes a mí; pero nunca vos demandé ya
nada de las vuestras partes, et passé muy lazdradamiente con las partes que
me vós dávades, et vós nunca vos doliestes nin oviestes mensura contra mí,
pues si agora Dios vos traxo a lugar que avedes mester algo de lo mío, non
vos marabilledes si vos lo non quiero dar, et acordatvos de lo que me fezi-
estes, et sofrid esto por lo ál.
Cuando el Mal entendió que el Bien dizía verdat et que su fijo sería muerto
por esta manera, fue muy mal cuitado et començó a rogar et pedir merçet al
Bien que, por amor de Dios, oviesse piedat daquella criatura, et que non
parasse mientes a las sus maldades, et que dallí adelante sienpre faría cu-
anto mandasse.
Desque el Bien esto vio, tovo quel’ fiziera Dios mucho bien en traerlo a
lugar que viesse el Mal que non podía guaresçer sinon por la vondat del
Bien, et tovo que esto le era muy grand emienda, et dixo al Mal que si
quería que consintiesse que diesse la muger leche a su fijo, que tomasse el
moço a cuestas et que andudiesse por la villa pregonando en guisa que lo
oyessen todos, et que dixiesse: «Amigos, sabet que con bien vençe el Vien
al Mal»; et faziendo esto, que consintría quel’ diesse la leche. Desto plogo
mucho al Mal, et tovo que avía de muy buen mercado la vida de su fijo, et
el Vien tovo que avía muy buena emienda. Et fízose assí, et sopieron todos
que sienpre el Bien vençe con bien.
Mas al omne bueno contesçió de otra guisa con el loco, et fue assí:
Un omne vono avía un baño et el loco vinía al vaño cuando las gentes se
vañavan et dávales tantos colpes con los cubos et con piedras et con palos
El Conde Lucanor
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et con cuanto fallava, que ya omne del mundo non osava ir al vaño de aquel
omne bueno. Et perdió su renta.
Cuando el omne bueno vio que aquel loco le fazía perder la renta del vaño,
madrugó un día et metiósse en el vaño ante que el loco viniesse. Et des-
nuyóse et tomó un cubo de agua bien caliente et una grand maça de
madero. Et cuando el loco que solía venir al vaño para ferir los que se
vañassen llegó, endereçó al vaño como solía. Et cuando el omne bueno que
estava atendiendo desnuyo le vio entrar, dexóse ir a él muy bravo et muy
sañudo, et diol’ con el cubo del agua caliente por çima de la cabeça, et
metió mano a la maça et diol’ tantos et tales colpes con ella por la cabeça et
por el cuerpo, que el loco cuidó ser muerto, et cuidó que aquel omne bueno
que era loco. Et salió dando muy grandes vozes, et topó con un omne et
preguntól’ cómo vinía assí dando vozes, quexándose tanto; et el loco le
dixo:
-Amigo, guardatvos, que sabet que otro loco a en el vaño.
Et vós, señor conde Lucanor, con estos vuestros vezinos passat assí: con el
que avedes tales debdos que en toda guisa quered que sienpre seades ami-
gos, et fazedle sienpre buenas obras, et aunque vos faga algunos enojos,
datles passada et acorredle sienpre al su mester, pero siempre lo fazed dán-
dol’ a entender que lo fazedes por los debdos et por el amor quel’ avedes,
mas non por vençimiento; mas al otro, con quien non avedes tales debdos,
en ninguna guisa non le sufrades cosa del mundo, mas datle bien a entender
que por quequier que vos faga todo se aventurará sobrello. Ca bien cred
que los malos amigos que más guardan el amor por varata et por reçelo,
que por otra buena voluntad.
El conde tovo éste por muy buen consejo et fízolo assí, et fallóse ende muy
bien.
Et porque don Johan tovo éstos por buenos enxiemplos, fízolos escrivir en
este libro et fizo estos viessos que dizen assí:
Sienpre el Bien vençe con bien al Mal;
sofrir al omne malo poco val.
Et la istoria deste enxiemplo es ésta que se sigue:
El Conde Lucanor
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Exemplo XLIVº
De lo que contesçió a don Pero Núñez el Leal et a don Roy Gonzáles de
Cavallos et a don Gutier Roíz de Blaguiello con el conde don Rodrigo
el Franco
Otra vez fablava el conde Lucanor con Patronio, su consegero, et díxole:
-Patronio, a mí acaesçió de aver muy grandes guerras, en tal guisa que
estava la mi fazienda en muy grand peligro. Et cuando yo estava en mayor
mester, algunos de aquellos que yo crié et a quien fiziera mucho bien,
dexáronme, et aun señaláronse mucho a me fazer mucho desserviçio. Et
tales cosas fizieron ante mi aquéllos, que bien vos digo que me fizieron
aver muy peor esperança de las gentes de cuanto avía ante que aquellos que
assí errassen contra mí. Et por el buen seso que Dios vos dio, ruégovos que
me consejedes lo que vos paresçe que devo fazer en esto.
-Señor conde -dixo Patronio-, si los que assí erraron contra vós fueran tales
como fueron don Pero Núñez de Fuente Almexir et don Roy Gonzáles de
Çavallos et don Gutier Roíz de Blaguiello et sopieran lo que les contesçió,
non fizieran lo que ficieron.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, el conde don Rodrigo el Franco fue casado
con una dueña fija de don Gil García de Çagra, et fue muy buena dueña et
el conde, su marido, asacól’ falso testimonio. Et ella, quexándose desto,
fizo su oraçión a Dios que si ella era culpada, que Dios mostrasse su mira-
glo en ella; et si el marido le assacara falso testimonio, que lo mostrasse en
él.
Luego que la oración fue acabada, por el miraglo de Dios, engafezió el
conde, su marido, et ella partiósse de’l. Et luego que fueron partidos, envió
el rey de Navarra sus mandaderos a la dueña et casó con ella, et fue reina
de Navarra.
El conde, seyendo gafo, et veyendo que non podía guaresçer, fuesse para la
Tierra Sancta en romería para morir allá. Et como quier que él era muy on-
rado et avía muchos buenos vasallos, non fueron con él sinon estos tres
El Conde Lucanor
132
cavalleros dichos, et moraron allá tanto tiempo que les non cumplió lo que
levaron de su tierra et ovieron de venir a tan grand pobreza, que non avían
cosa que dar al conde, su señor, para comer; et por la grand mengua,
alquilávanse cada día los dos en la plaça et el uno fincava con el conde, et
de lo que ganavan de su alquilé governavan su señor et a sí mismos. Et
cada noche vañavan al conde et alinpiávanle las llagas de aquella gafedat.
Et acaesçió que en lavándole una noche los pies et las piernas, que, por
aventura, ovieron mester de escopir, et escupieron. Cuando el conde vio
que todos escupieron, cuidando que todos lo fazían por asco que de’l toma-
van, començó a llorar et a quexarse del grand pesar et quebranto que
daquello oviera.
Et porque el conde entendiesse que non avían asco de la su dolençia, to-
maron con las manos daquella agua que estava llena de podre et de aquellas
pustuellas que salían de las llagas de la gafedat que el conde avía, et
bevieron della muy grand pieça. Et passando con el conde su señor tal vida,
fincaron con él fasta que el conde murió.
Et porque ellos tovieron que les sería mengua de tornar a Castiella sin su
señor, vivo o muerto, non quisieron venir sin él. Et como quier que les
dizían quel’ fiziessen cozer et que levassen los sus huesos, dixieron ellos
que tampoco consintrían que ninguno pusiesse la mano en su señor seyendo
muerto como si fuesse vivo. Et non consintieron quel’ coxiessen, mas en-
terráronle et esperaron tanto tiempo fasta que fue toda la carne desfecha. Et
metieron los huesos en una arqueta, et traíenlo a veces a cuestas. Et assí
vinían pidiendo las raçiones, trayendo a su señor a cuestas, pero traían tes-
timonio de todo esto que les avía contesçido. Et viniendo ellos tan pobres,
pero tan bien andantes, llegaron a tierra de Tolosa, et entrando por una
villa, toparon con muy grand gente que levavan a quemar una dueña muy
onrada porque la acusava un hermano de su marido. Et dizía que si algún
cavallero non la salvasse, que cumpliessen en ella aquella justiçia, et non
fallavan cavallero que la salvasse.
Cuando don Pero Núñez, el leal et de buena ventura, entendió que, por
mengua de cavallero, fazían aquella justiçia de aquella dueña, dixo a sus
compañeros que si él sopiesse que la dueña era sin culpa, que él la salvaría.
El Conde Lucanor
133
Et fuesse luego para la dueña et preguntól’ la verdat de aquel fecho. Et ella
díxol’ que ciertamente ella nunca fiziera aquel yerro de que la acusavan,
mas que fuera su talante de lo fazer.
Et como quier que don Pero Núñez entendió que pues ella de su talante
quisiera fazer lo que non devía, que non podía seer que algún mal non le
contesçiesse a él, que la quería salvar, pero pues lo avía començado et sabía
que non fiziera todo el yerro de que la acusavan, dixo que él la salvaría.
Et como quier que los acusadores lo cuidaron desechar diziendo que non
era cavallero, desque mostró el testimonio que traía, non lo podieron
desechar. Et los parientes de la dueña diéronle cavallo et armas, et ante que
entrasse en el campo, dixo a sus parientes que, con la merced de Dios, que
él fincaría con onra et salvaría la dueña, mas que non podía seer que a él
non le viniesse alguna ocasión por lo que la dueña quisiera fazer.
Desque entraron en el campo, ayudó Dios a don Pero Núñez, et venció la
lid et salvó la dueña, pero perdió ý don Pero Núñez el ojo, et assí se cum-
plió todo lo que don Pero Núñez dixiera ante que entrasse en el campo.
La dueña et los parientes dieron tanto aver a don Pero Núñez con que pu-
dieron traer los huesos del conde su señor ya cuanto más sin lazeria que
ante.
Cuando las nuebas llegaron al rey de Castiella de cómo aquellos vien an-
dantes cavalleros vinían et traían los huesos del conde, su señor, et cómo
vinían tan vien andantes, plógole mucho ende et gradesçió mucho a Dios
porque eran del su regno omnes que tal cosa fizieran. Et envióles mandar
que viniessen de pie, assí mal vestidos como vinían. Et el día que ovieron
de entrar en el regno de Castilla, saliólos a reçebir el rey de pie bien çinco
leguas ante que llegassen al su regno, et fízoles tanto bien que oy en día son
heredados los que vienen de los sus linages de lo que el rey les dio.
Et el rey, et todos cuantos eran con el, por fazer onra al conde, et señal-
adamente por lo fazer a los cavalleros, fueron con los huesos del conde
fasta Osma, do lo enterraron. Et desque fue enterrado, fuéronse los cavalle-
ros para sus casas.
El Conde Lucanor
134
Et el día que don Roy Gonzáles llegó a su casa, cuando se assentó a la mesa
con su muger, desque la buena dueña vio la vianda ante sí, alçó las manos
contra Dios, et dixo:
-¡Señor!, ¡vendito seas tú que me dexaste veer este día, ca tú sabes que
depués que don Roy Gonzáles se partió desta tierra, que ésta es la primera
carne que yo comí, et el primero vino que yo beví!
A don Roy Gonzáles pesó por esto, et preguntól’ por qué lo fiziera. Et ella
díxol’ que bien sabía él que cuando se fuera con el conde, quel’ dixiera que
él nunca tornaría sin el conde et ella que visquiesse como buena dueña, que
nunca le menguaría pan et agua en su casa; et pues él esto le dixiera, que
non era razón quel’ saliese ella de mandado, et por esto nunca comiera nin
biviera sinon pan et agua.
Otrosí, desque don Pero Núñez llegó a su casa, desque fincaron él et su
muger et sus parientes sin otra conpaña, la buena dueña et sus parientes
ovieron con él tan grand plazer, que allí començaron a reír. Et cuidando
don Pero Núñez que fazían escarnio de’l porque perdiera el ojo, cubrió el
manto por la cabeça et echóse muy triste en la cama. Et cuando la buena
dueña lo vio assí ser triste, ovo ende muy grand pesar, et tanto le afincó
fasta quel’ ovo a dezir que se sintía mucho porquel’ fazían escarnio por el
ojo que perdiera.
Cuando la buena dueña esto oyó, diose con una aguja en el su ojo, et que-
brólo, et dixo a don Pero Núñez que aquello fiziera ella porque si alguna
vez riesse, que nunca él cuidasse que reía por le fazer escarnio.
Et assí fizo Dios vien en todo aquellos buenos cavalleros por el bien que
fizieron.
Et tengo que si los que tan bien non lo acertaron en vuestro serviçio fueran
tales como éstos, et sopieran cuánto bien les vino por esto que fizieron, que
non lo erraran como erraron; pero vós, señor conde, por vos fazer algún
yerro algunos que lo non devían fazer, nunca vós por esso dexedes de fazer
bien, ca los que vos yerran, más yerran a sí mismos que a vos. Et parad
mientes que si algunos vos erraron, que muchos otros vos servieron; et más
vos cumplió el serviçio que aquéllos vos fizieron, que vos enpeçió nin vos
tovo mengua los que vos erraron. Et non creades que de todos los que vós
El Conde Lucanor
135
fazedes bien, que de todos tomaredes serviçio, mas un tal acaesçimiento
vos podrá acaesçer: que uno vos fará tal serviçio, que ternedes por bien en-
pleado cuanto bien fazedes a los otros.
El conde tovo éste por buen consejo et por verdadero.
Et entendiendo don Johan que este enxiemplo era muy bueno, fízolo es-
crivir en este libro, et fizo estos viessos que dizen assí:
Maguer que algunos te ayan errado,
nunca dexes de fazer aguisado.
Et la istoria deste enxiemplo es ésta que se sigue:
Exemplo XLVº
De lo que contesçió a un omne que se fizo amigo et vasallo del Diablo
Fablava una vez el conde Lucanor con Patronio, su consejero, en esta
guisa:
-Patronio, un omne me dize: que sabe muchas maneras, tanbién de agüeros
como de otras cosas, en cómo podré saber las cosas que son por venir et
cómo podré fazer muchas arterías con que podré aprovechar mucho mi
fazienda; pero en aquellas cosas tengo que non se puede escusar de aver ý
pecado. Et por la fiança que de vos he, ruégovos que me consejedes lo que
faga en esto.
-Séñor conde -dixo Patronio-, para que vós fagades en esto lo que vos más
cumple, plazerme ía que sepades lo que contesçió a un omne con el Diablo.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, un omne fuera muy rico et llegó a tan grand
pobreza, que non avía cosa de que se mantener. Et porque non a en el
mundo tan grand desventura como seer muy mal andante el que suele seer
El Conde Lucanor
136
bien andante, por ende, aquel omne que fuera muy bien andante era llegado
a tan grand mengua, que se sintía dello mucho. Et un día, iva en su cabo
solo por un monte, muy triste et cuidando muy fieramente et yendo assí tan
coitado encontrósse con el Diablo.
Et como el Diablo sabe todas las cosas passadas et sabía el coidado en que
vinía aquel omne, et preguntól’ por qué vinía tan triste. Et el omne díxole
que para que gelo diría, ca él non le podría dar consejo en la tristeza que él
avía.
Et el Diablo díxole que si él quisiesse fazer lo que él le diría, que él le daría
cobro para’l cuidado que avía; et porque entendiesse que lo podía fazer,
quel’ diría en lo que vinía cuidando et la razón porque estava tan triste.
Estonçe le contó toda su fazienda et la razón de su tristeza, como aquel que
la sabía muy bien. Et díxol’ que si quisiesse fazer lo que él le diría, que él
le sacaría de toda lazeria et lo faría más rico que nunca fuera él nin omne de
su linage; ca él era el Diablo, et avía poder de lo fazer.
Cuando el omne oyó dezir que era el Diablo, tomó ende muy grand reçelo,
pero por la grand cuita et grand mengua en que estava, dixo al Diablo que
si él le diesse manera como pudiesse ser rico, que faría cuanto él quisiesse.
Et bien cred que el Diablo sienpre cata tiempo para engañar a los omnes;
cuando vee que están en alguna quexa, o de mengua, o de miedo, o de
querer complir su talante, estonçe libra él con ellos todo lo que quiere; et
assí cató manera para engañar a aquel omne en el tiempo que estava en
aquella coita.
Estonçe fizieron sus posturas en uno et el omne fue su vasallo. Et desque
las avenençias fueron fechas, dixo el Diablo al omne que, dallí adellante,
que fuesse a furtar, ca nunca fallaría puerta nin casa, por bien çerrada que
fuesse, que él non gela abriesse luego, et si por aventura en alguna priesa se
viesse o fuesse preso, que luego que lo llamasse et le dixiesse: «Acor-
redme, don Martín», que luego fuesse con él et lo libraría de aquel periglo
en que estudiesse.
Las posturas fechas entre ellos, partiéronse.
El Conde Lucanor
137
Et el omne endereçó a casa de un mercadero, de noche oscura: ca los que
mal quieren fazer siempre aborrecen la lumbre. Et luego que legó a la pu-
erta, el diablo avriógela, et esso mismo fizo a las arcas, en guisa que luego
ovo ende muy grant aver.
Otro día fizo otro furto muy grande, et después otro, fasta que fue tan rico
que se non acordava de la pobreza que avía passado. Et el mal andante, non
se teniendo por pagado de cómo era fuera de lazeria, començó a furtar aun
más; et tanto lo usó, fasta que fue preso.
Et luego que lo prendieron llamó a don Martín que lo acorriesse; et don
Martín llegó muy apriessa et librólo de la prisión. Et desque el omne vio
que don Martín le fuera tan verdadero, començó a furtar como de cabo, et
fizo muchos furtos, en guisa que fue más rico et fuera de lazeria.
Et usando a furtar, fue otra vez preso, et llamó a don Martín, mas don
Martín non vino tan aína como él quisiera, et los alcaldes del lugar do fuera
el furto començaron a fazer pesquisa sobre aquel furto. Et estando assí el
pleito, llegó don Martín; et el omne díxol’:
-¡A, don Martín! ¡qué grand miedo me pusiestes! ¿Por qué tanto
tardávades? Et don Martín le dixo que estava en otras grandes priessas et
que por esso tardara; et sacólo luego de la prisión.
El omne se tornó a furtar, et sobre muchos furtos fue preso, et fecha la pes-
quisa dieron sentençia contra él. Et la sentençia dada, llegó don Martín et
sacólo.
Et él tornó a furtar porque veía que siempre le acorría don Martín. Et otra
vez fue preso, et llamó a don Martín, et non vino, et tardó tanto fasta que
fue jubgado a muerte, et seyendo jubgado, llegó don Martín et tomó alçada
para casa del rey et librólo de la prisión, et fue quito.
Después tornó a furtar et fue preso, et llamó a don Martín, et non vino fasta
que jubgaron quel’ enforcassen. Et seyendo al pie de la forca, llegó don
Martín; et el omne le dixo:
-¡A, don Martín, sabet que esto non era juego, que vien vos digo que grand
miedo he passado!
El Conde Lucanor
138
Et don Martín le dixo que él le traía quinientos maravedís en una limosnera
et que los diesse al alcalde et que luego sería libre. El alcalde avía mandado
ya que lo enforcassen, et non fallaban soga para lo enforcar. Et en cuanto
buscavan la soga, llamó el omne al alcalde et diole la limosnera con los
dineros. Cuando el alcalde cuidó quel’ dava los quinientos maravedís, dixo
a las gentes que ý estavan:
-Amigos, ¡quién vio nunca que menguasse soga para enforcar omne! Cier-
tamente este omne non es culpado, et Dios non quiere que muera et por
esso nos mengua la soga; mas tengámoslo fasta cras, et veremos más en
este fecho; ca si culpado es, ý se finca para complir cras la justiçia.
Et esto fazía el alcalde por lo librar por los quinientos maravedís que cui-
dava que le avía dado. Et oviendo esto assí acordado, apartósse el alcalde et
avrió la limosnera, et cuidando fallar los quinientos maravedís, non falló
los dineros, mas falló una soga en la limosnera. Et luego que esto vio,
mandól’ enforcar.
Et puniéndolo en la forca, vino don Martín et el omne le dixo quel’ acor-
riesse. Et don Martín le dixo que siempre él acorría a todos sus amigos
fasta que los llegava a tal lugar.
Et assí perdió aquel omne el cuerpo et el alma, creyendo al Diablo et fiando
de’l. Et çierto sed que nunca omne de’l creyó nin fió que non llegasse a
aver mala postremería; sinon, parad mientes a todos los agoreros o sorteros
o adevinos, o que fazen cercos o encantamientos et destas cosas cuales-
quier, et veredes que siempre ovieron malos acabamientos. Et si non me
credes, acordat vos de Alvar Núñez et de Garcilasso, que fueron los omnes
del mundo que mas fiaron en agüeros et en estas tales cosas, et veredes cuál
acabamiento ovieron.
Et vós, señor conde Lucanor, si bien queredes fazer vuestra fazienda paral
cuerpo et para’l alma, fiat derechamente en Dios et ponet en Él toda vuestra
esperança et vós ayudatvos cuanto pudierdes, et Dios ayudarvos ha. Et non
creades nin fiedes en agüeros, nin en otro devaneo, ca çierto sed que de los
pecados del mundo, el que a Dios más pesa et en que omne mayor tuerto et
mayor desconosçimiento faze a Dios, es en catar agüero et estas tales cosas.
El Conde Lucanor
139
El conde tovo éste por buen consejo, et fízolo assí et fallósse muy bien
dello.
Et porque don Johan tovo este por buen exiemplo, fízolo escrivir en este
libro, et fizo estos viessos que dizen assí:
El que en Dios non pone su esperança,
morrá mala muerte, abrá mala andança.
Et la estoria deste exiemplo es ésta que se sigue:
Exemplo XLVIº
De lo que contesçió a un filósofo que por ocasión entró en una calle do
moravan malas mugeres
Otra vez fablava el conde Lucanor con Patronio, su consegero, en esta
manera:
-Patronio, vós sabedes que una de las cosas del mundo por que omne más
deve trabajar es por aver buena fama et por se guardar que ninguno non le
pueda travar en ella. Et porque yo sé que en esto, nin en ál, ninguno non me
podría mejor consejar que vos, ruégovos que me consejedes en cuál manera
podré mejor encresçentar et levar adelante et guardar la mi fama.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, mucho me plaze desto que dezides,
et para que vós mejor lo podades fazer, plazerme ía que sopiésedes lo que
contesçió a un muy grand filósofo et mucho ançiano.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, un muy grand filósofo morava en una villa
del reino de Marruecos; et aquel filósofo avía una enfermedat: que cuandol’
era mester de se desenbargar de las cosas sobejanas que fincavan de la vi-
anda que avía reçebido, non lo podía fazer sinon con muy grant dolor et
El Conde Lucanor
140
con muy grand pena, et tardava muy grand tiempo ante que pudiesse seer
desenbargado.
Et por esta enfermedat que avía, mandávanle los físicos que cada quel’ to-
masse talante de se desenbargar de aquellas cosas sobejanas, que lo pro-
vasse luego, et non lo tardasse; porque cuanto aquella manera más se
quemasse, más se desecarié et más endurescrié en guisa quel’ serié grand
pena et grand daño para la salud del cuerpo. Et porque esto le mandaron los
físicos, fazielo et fallávasse ende bien.
Et acaesçió que un día, yendo por una calle de aquella villa do morava et
do tenié muchos discípulos que aprendían del quel’ tomó talante de se de-
senbargar como es dicho. Et por fazer lo que los físicos le consejavan, et
era su pro, entró en una calleja para fazer aquello que non pudié escusar.
Et atal fue su ventura, que en aquella calleja do él entró, que moravan ý las
mugeres que públicamente biven en las villas fiziendo daño de sus almas et
desonra de sus cuerpos. Et desto non sabía nada el filósofo que tales
mugeres moravan en aquel lugar. Et por la manera de la enfermedat que él
avía, et por el grant tiempo que se detovo en aquel lugar et por las semejan-
ças que en él paresçieron cuando salió de aquel lugar do aquellas mugeres
moravan, comoquier que él non sabía que tal compaña allí morava, con
todo esso, cuando ende salió, todas las gentes cuidaron que entrara en aquel
logar por otro fecho que era muy desbariado de la vida que él solía et devía
fazer. Et porque paresçe muy peor et fablan muy más et muy peor las ge n-
tes dello cuando algún omne de grand guisa faze alguna cosa quel’ non
pertenesçe et le está peor, por pequeña que sea, que a otro que saben las
gentes que es acostumbrado de non se guardar de fazer muchas cosas peo-
res, por ende, fue muy fablado et muy tenido a mal, porque aquel filósofo
tan onrado et tan ançiano entrava en aquel lugar quel’ era tan dañoso paral
alma et para’l cuerpo et para la fama.
Et cuando fue en su casa, vinieron a él sus discípulos et, con muy grand
dolor de sus coraçones et con grand pesar, començaron a dezir qué de-
saventura o qué pecado fuera aquél porque en tal manera confondiera a sí
mismo et a ellos, et perdiera toda su fama que fata entonçe guardara mejor
que omne del mundo.
El Conde Lucanor
141
Cuando el filósofo esto oyó, fue tanto espantado et preguntóles que por qué
dizían esto o qué mal era éste que él fiziera o cuándo o en qué lugar. Ellos
le dixieron que por qué fablava assí en ello, que ya por su desabentura de’l
et dellos, que non avía omne en la villa que non fablasse de lo que él fiziera
cuando entrara en aquel lugar do aquellas talles mugeres moravan.
Cuando el filósofo esto oyó, ovo muy grand pesar, pero díxoles que les ro-
gava que se non quexassen mucho desto, et que dende a ocho días les daría
ende repuesta.
Et metiósse luego en su estudio, et conpuso un librete pequeño et muy
bueno et muy aprovechoso. Et entre muchas cosas buenas que en él se con-
tienen, fabla ý de la buena bentura et de la desabentura, et como en manera
de departimiento que departe con sus discípulos, dize assí:
-Fijos, en la buena ventura et en la desaventura contesçe assí: a las vegadas
es fallada et buscada, et algunas vegadas es fallada et non buscada. La fal-
lada et buscada es cuando algund omne faze bien, et por aquel buen fecho
que faze, le biene alguna buena ventura; et esso mismo cuando por algún
fecho malo que faze, le viene alguna mala ventura; esto tal es ventura,
buena o mala, fallada et buscada, que él busca et faz porquel’ venga aquel
bien o aquel mal.
Otrosí, la fallada et non buscada es cuando un omne, non faziendo nada por
ello, le viene alguna pro o algún bien: así como si omne fuesse por algún
lugar et fallasse muy grand aver o otra cosa muy aprovechosa por que él
non oviesse nada fecho; et esso mismo, cuando un omne, non faziendo
nada por ello, le viene algún mal o algún daño, assí como si omne fuesse
por una calle et lançasse otro una piedra a un páxaro et descalabrasse a él
en la cabeça: ésta es desabentura fallada et non buscada, ca él nunca fizo
nin buscó cosa porquel’ deviesse venir aquella desaventura. Et, fijos, de-
vedes saber que en la buena ventura o desabentura fallada et buscada ay
meester dos cosas: la una, que se ayude el omne faziendo bien para aver
bien o faziendo mal para aver mal; et la otra, que le galardone Dios segund
las obras buenas et malas que el omne oviere fecho. Otrosí, en la ventura
buena o mala, fallada et non buscada, ay meester otras dos cosas: la una,
que se guarde omne cuanto pudiere de non fazer nin meterse en sospecha
nin en semejança porquel’ deva venir alguna desaventura o mala fama; la
otra, es pedir merçed et rogar a Dios que, pues él se guarda cuanto puede
El Conde Lucanor
142
porquel’ nol’ venga desaventura nin mala fama, quel’ guarde Dios que non
le venga ninguna desaventura como vino a mí el otro día que entré en una
calleja por fazer lo que non podía escusar para la salud del mi cuerpo et que
era sin pecado et sin ninguna mala fama, et por mi desaventura moravan ý
tales compañas, porque maguer yo era sin culpa, finqué mal enfamado.
Et vós, señor conde Lucanor, si queredes acrescentar et levar adelante
vuestra buena fama, conviene que fagades tres cosas: la primera, que fa-
gades muy buenas obras a plazer de Dios, et esto guardado, después, en lo
que pudierdes, a plazer de las gentes, et guardando vuestra onra et vuestro
estado, et que non cuidedes que por buena fama que ayades, que la non
perderedes si dexasedes de fazer buenas obras et fiziéredes las contrarias;
ca muchos omnes fizieron bien un tiempo et porque depués non lo levaron
adelante, perdieron el bien que avían fecho et fincaron con la mala fama
postrimera. La otra es que roguedes a Dios que vos endereçe que fagades
tales cosas porque la vuestra buena fama se acresçiente et vaya sienpre
adelante et que vos guarde de fazer nin de dezir cosa porque la perdades.
La terçera cosa es que por fecho, nin por dicho, nin por semejança, nunca
fagades cosa porque las gentes puedan tomar sospecha, porque la vuestra
fama vos sea guardada como deve. Ca muchas vezes faze omne buenas
obras et por algunas malas semejanças que faze, las gentes toman tal so-
specha, que enpeeçe poco menos para’l mundo et para’l dicho de las gentes
como si fiziesse la mala obra. Et devedes saber que en las cosas que tañen a
la fama, que tanto aprovecha o enpeçe lo que las gentes tienen et dizen
como lo que es verdat en sí; mas cuanto para Dios et para’l alma non
aprovecha nin enpeçe sinon las obras que el omne faze et a cuál entención
son fechas.
Et el conde tovo éste por buen exiemplo et rogó a Dios quel’ dexasse fazer
tales obras cuales entendía que cumplen para salvamiento de su alma et
para guarda de su fama et de su onra et de su estado.
Et porque don Johan tovo éste por muy buen enxiemplo, fízolo escrivir en
este libro, et fizo estos viessos que dizen assí:
Faz sienpre bien et guárdate de sospecha,
et siempre será la tu fama derecha.
Et la estoria deste exiemplo es ésta que se sigue:
El Conde Lucanor
143
Exemplo XLVIIº
De lo que contesçió a un moro con una su hermana que dava a enten-
der que era muy medrosa
Un día fablava el conde Lucanor con Patronio en esta guisa:
-Patronio, sabet que yo he un hermano que es mayor que yo, et somos fijos
de un padre et de una madre et porque es mayor que yo, tengo que lo he de
tener en logar de padre et seerle a mandado. Et él ha fama que es muy buen
christiano et muy cuerdo, pero guisólo Dios assí: que só yo más rico et más
poderoso que él; et como quier que él non lo da a entender, só çierto que a
ende envidia, et cada que yo he mester su ayuda et que faga por mí alguna
cosa, dame a entender que lo dexa de fazer porque sería pecado, et
estráñamelo tanto fasta que lo parte por esta manera. Et algunas vezes que
ha mester mi ayuda, dame a entender que aunque todo el mundo se perdi-
esse, que non devo dexar de aventurar el cuerpo et cuanto he porque se faga
lo que a él cumple. Et porque yo passo con él en esta guisa, ruégovos que
me consegedes lo que viéredes que devo en esto fazer et lo que me más
cumple.
-Señor conde -dixo Patronio-, a mí paresçe que la manera que este vuestro
hermano trae conbusco semeja mucho a lo que dixo un moro a una su her-
mana.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, un moro avía una hermana que era tan re-
galada, que de quequier que veié o la fazién, que de todo dava a entender
que tomava reçelo et se espantava. Et tanto avía esta manera, que cuando
bevía del agua en unas tarrazuelas que la suelen bever los moros, que suena
el agua cuando beven, cuando aquella mora oía aquel sueno que fazía el
agua en aquella tarraçuella, dava a entender que tan grant miedo avía
daquel sueno que se quería amorteçer.
Et aquel su hermano era muy buen mançebo, mas era muy pobre, et porque
la grant pobreza faz a omne fazer lo que non querría, non podía escusar
aquel mançebo de buscar la vida muy vergonçosamente. Et fazíalo assí:
que cada que moría algún omne, iva de noche et tomávale la mortaja et lo
El Conde Lucanor
144
que enterravan con él; et desto mantenía a sí et a su hermana et a su com-
paña. Et su hermana sabía esto.
Et acaesçió que murió un omne muy rico, et enterraron con él muy ricos
paños et otras cosas que valían mucho. Cuando la hermana esto sopo, dixo
a su hermano que ella quería ir con él aquella noche para traer aquello con
que aquel omne avían enterrado.
Desque la noche vino, fueron el mançebo et su hermana a la fuessa del
muerto, et avriéronla, et cuando le cuidaron tirar aquellos paños muy
preçiados que tenía vestidos, non pudieron sinon rompiendo los paños o
crebando las cervizes del muerto.
Cuando la hermana vio que si non quebrantassen el pescueço del muerto,
que avrían de ronper los paños et que perderían mucho de lo que valían, fue
tomar con las manos, muy sin duelo et sin piedat, de la cabeça del muerto
et descojuntólo todo, et sacó los paños que tenía vestidos, et tomaron cu-
anto estava, et fuéronse con ello.
Et luego, otro día, cuando se asentaron a comer, desque començaron a
bever, cuando la tarrazuela començó a sonar, dio a entender que se quería
amorteçer de miedo de aquel sueno que fazía la tarrazuela. Cuando el her-
mano aquello vio, et se acordó cuánto sin miedo et sin duelo desconjuntara
la cabeça del muerto, díxol’ en algaravía:
-Aha ya ohti, tafza min bocu, bocu, va liz tafza min fotuh encu.
Et esto quiere decir: «Ahá, hermana, despantádesvos del sueno de la tarra-
zuela que faze boc, boc, et non vos espantávades del desconjuntamiento del
pescueço.»
Et este proberbio es agora muy retraído entre los moros.
Et vós, señor conde Lucanor, si aquel vuestro hermano mayor veedes que
en lo que a vos cumple se escusa por la manera que avedes dicha, dando a
entender que tiene por grand pecado lo que vós querríades que fiziesse por
vos, non seyendo tanto como él dize, et tiene que es guisado, et dize que
fagades vós lo que a él cumple, aunque sea mayor pecado et muy grand
vuestro daño, entendet que es de la manera de la mora que se espantava del
El Conde Lucanor
145
sueno de la tarrazuela et non se espantava de desconjuntar la cabeça del
muerto. Et pues él quiere que fagades vós por él lo que sería vuestro daño
si lo fiziésedes, fazet vós a él lo que él faze a vos: dezilde buenas palabras
et mostradle muy buen talante; et en lo que vos non enpeesçiere, facet por
él todo lo que cumpliere, mas en lo que fuer vuestro daño, partitlo siempre
con la más apuesta manera que pudiéredes, et en cabo, por una guisa o por
otra, guardatvos de fazer vuestro daño.
El conde tovo éste por buen consejo et fízolo así et fallósse ende muy bien.
Et teniendo don Johan este enxiemplo por bueno, fízolo escrivir en este li-
bro, et fizo estos viessos que dizen assí:
Por qui non quiere lo que te cumple fazer,
tú non quieras lo tuyo por él perder.
Et la estoria deste enxiemplo es ésta que se sigue:
Exemplo XLVIIIº
De lo que contesçió a uno que provava sus amigos
Otra vez fablava el conde Lucanor con Patronio, su consejero, en esta
manera:
-Patronio, segunt el mío cuidar, yo he muchos amigos que me dan a enten-
der que por miedo de perder los cuerpos nin lo que an, que non dexarían de
fazer lo que me cumpliesse; que por cosa del mundo que pudiesse acaesçer
non se parterían de mí. Et por el buen entendimiento que vós avedes,
ruégovos que me digades en qué manera podré saber si estos mis amigos
farían por mí tanto como dizen.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, los buenos amigos son la mejor cosa
del mundo, et bien cred que cuando biene grand mester et la grand quexa,
que falla omne muy menos de cuantos cuida; et otrosí, cuando el mester
non es grande, es grave de provar cuál sería amigo verdadero cuando la
El Conde Lucanor
146
priessa veniesse; pero para que vós podades saber cuál es el amigo verda-
dero, plazerme ía que sopiéssedes lo que contesció a un omne bueno con un
su fijo que dizía que avía muchos amigos.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, un omne bueno avía un fijo, et entre
las otras cosas quel’ mandava et le consejava, dizíal’ sienpre que puñasse
en aver muchos amigos et buenos. El fijo fízolo assí, et començó a acom-
pañarse et a partir de lo que avía con muchos omnes por tal de los aver por
amigos. Et todos aquellos dizían que eran sus amigos et que farían por él
todo cuantol’ cumpliesse, et que aventurarían por él los cuerpos et cuanto
en el mundo oviessen cuandol’ fuesse mester.
Un día, estando aquel mançebo con su padre, preguntól’ si avía fecho lo
quel’ mandara, et si avía ganado muchos amigos. Et el fijo díxole que sí,
que avía muchos, mas que señaladamente entre todos los otros avía fasta
diez de que era çierto que por miedo de muerte, nin de ningún reçelo, que
nunca le errarién por quexa, nin por mengua, nin por ocasión quel’ acaesçi-
esse.
Cuando el padre esto oyó, díxol’ que se marabillava ende mucho porque en
tan poco tiempo pudiera aver tantos amigos et tales, ca él, que era mucho
ançiano, nunca en toda su vida pudiera aver más de un amigo et medio.
El fijo començó a porfiar diziendo que era verdat lo que él dizía de sus
amigos. Desque el padre vio que tanto porfiava el fijo, dixo que los pro-
vasse en esta guisa: que matasse un puerco et que lo metiesse en un saco, et
que se fuesse a casa de cada uno daquellos sus amigos, et que les dixiesse
que aquél era un omne que él avía muerto, et que era çierto; et si aquello
fuesse sabido, que non avía en el mundo cosa quel’ pudiesse escapar de la
muerte a él et a cuantos sopiessen que sabían daquel fecho; et que les ro-
gasse, que pues sus amigos eran, quel’ encubriessen aquel omne et, si
mester le fuesse, que se parassen con él a lo defender.
El mançebo fízolo et fue provar sus amigos segund su padre le mandara. Et
desque llegó a casa de sus amigos et les dixo aquel fecho perigloso quel’
acaesçiera, todos le dixieron que en otras cosas le ayudarién; mas que en
esto, porque podrían perder los cuerpos et lo que avían, que non se
El Conde Lucanor
147
atreverían a le ayudar et que, por amor de Dios, que guardasse que non so-
piessen ningunos que avía ido a sus casas. Pero destos amigos, algunos le
dixieron que non se atreverían a fazerle otra ayuda, mas que irían rogar por
él; et otros le dixieron que cuando le levassen a la muerte, que non lo de-
sanpararían fasta que oviessen conplido en él la justicia, et quel’ farían onra
al su enterramiento.
Desque el mançebo ovo provado assí todos sus amigos et non falló cobro
en ninguno, tornóse para su padre et díxol’ todo lo quel’ acaesçiera. Cu-
ando el padre así lo vio venir, díxol’ que bien podía ver ya que más saben
los que mucho an visto et provado, que los que nunca passaron por las co-
sas. Estonçe le dixo que él non avía más de un amigo et medio, et que los
fuesse provar.
El mancebo fue provar al que su padre tenía por medio amigo; et llegó a su
casa de noche et levava el puerco muerto a cuestas, et llamó a la puerta
daquel medio amigo de su padre et contól’ aquella desaventura quel’ avía
contesçido et lo que fallara en todos sus amigos, et rogól que por el amor
que avía con su padre quel’ acorriese en aquella cuita.
Cuando el medio amigo de su padre aquello vio díxol’ que con él non avía
amor nin afazimiento porque se deviesse tanto aventurar, mas que por el
amor que avía con su padre, que gelo encubriría.
Entonçe tomó el saco con el puerco a cuestas, cuidando que era omne, et
levólo a una su huerta et enterrólo en un sulco de coles; et puso las coles en
el surco assí como ante estavan et envió el mançebo a buena bentura.
Et desque fue con su padre, contól’ todo lo quel’ contesçiera con aquel su
medio amigo. El padre le mandó que otro día, cuando estudiessen en con-
çejo, que sobre cualquier razón que despartiessen, que començasse a por-
fiar con aquel su medio amigo, et, sobre la porfía, quel’ diesse una puñada
en el rostro, la mayor que pudiesse.
El mançebo fizo lo quel’ mandó su padre et cuando gela dio, catól’ el omne
bueno et díxol’:
-A buena fe, fijo, mal feziste; mas dígote que por éste nin por otro mayor
tuerto non descubriré las coles del huerto.
El Conde Lucanor
148
Et desque el mançebo esto contó a su padre, mandól’ que fuesse provar
aquel que era su amigo complido. Et el fijo fízolo.
Et desque llegó a casa del amigo de su padre et le contó todo lo que li avía
conteçido, dixo el omne bueno, amigo de su padre, que él le guardaría de
muerte et de daño.
Acaesçió, por aventura, que en aquel tiempo avían muerto un omne en
aquella villa, et non podían saber quién lo matara. Et porque algunos vieron
que aquel mançebo avía ido con aquel saco a cuestas muchas vezes de no-
che, tovieron que él lo avía muerto.
¿Qué vos iré alongando? El mançebo fue jubgado que lo matassen. Et el
amigo de su padre avía fecho cuanto pudiera por lo escapar. Desque vio
que en ninguna manera non lo pudiera librar de muerte, dixo a los alcaldes
que non quería levar pecado de aquel mançebo, que sopiessen que aquel
mançebo non matara el omne, mas que lo matara un su fijo solo que él avía.
Et fizo al fijo que lo cognosçiesse; et el fijo otorgólo; et matáronlo. Et es-
capó de la muerte el fijo del omne bueno que era amigo de su padre.
Agora, señor conde Lucanor, vos he contado cómo se pruevan los amigos,
et tengo que este enxiemplo es bueno para saber en este mundo cuáles son
los amigos, et que los deve provar ante que se meta en grant periglo por su
fuza, et que sepa a cuánto se pararan por él sil’ fuere mester. Ca çierto seet
que algunos son buenos amigos, mas muchos, et por aventura los más, son
amigos de la ventura, que, assí como la ventura corre, assí son ellos ami-
gos.
Otrosí, este enxiemplo se puede entender spiritualmente en esta manera:
todos los omnes en este mundo tienen que an amigos, et cuando viene la
muerte, anlos de provar en aquella quexa, et van a los seglares, et dízenlos
que assaz an que fazer en sí; van a los religiosos et dízenles que rogarán a
Dios por ellos; van a la muger et a los fijos et dízenles que irán con ellos
fasta la fuessa et que lis farán onra a su enterramiento; et assí pruevan a to-
dos aquellos que ellos cuidavan que eran sus amigos. Et desque non fallan
en ellos ningún cobro para escapar de la muerte, assí como tornó el fijo,
depués que non falló cobro en ninguno daquellos que cuidava que eran sus
amigos, tórnanse a Dios, que es su padre, et Dios dízeles que prueven a los
El Conde Lucanor
149
sanctos que son medios amigos. Et ellos fázenlo. Et tan grand es la vondat
de los sanctos et sobre todos de sancta María, que non dexan de rogar a
Dios por los pecadores; et sancta María muéstrale cómo fue su madre et
cuánto trabajo tomó en lo tener et en lo criar, et los sanctos muéstranle las
lazerias et las penas et los tormentos et las passiones que reçebieron por él;
et todo esto fazen por encobrir los yerros de los pecadores. Et aunque ayan
reçebido muchos enojos dellos, non le descubren, assí como non descubrió
el medio amigo la puñada quel’ dio el fijo del su amigo. Et desque el peca-
dor vee spiritualmente que por todas estas cosas non puede escapar de la
muerte del alma, tornasse a Dios, assí como tornó el fijo al padre después
que non falló quien lo pudiesse escapar de la muerte. Et nuestro señor Dios,
assí como padre et amigo verdadero, acordándose del amor que ha al omne,
que es su criatura, fizo como el buen amigo, ca envió al su fijo Jhesu
Christo que moriesse, non oviendo ninguna culpa et seyendo sin pecado,
por desfazer las culpas et los pecados que los omnes meresçían. Et Jhesu
Christo, como buen fijo, fue obediente a su padre et seyendo verdadero
Dios et verdadero omne quiso reçebir, et reçebió, muerte, et redimió a los
pecadores por la su sangre.
Et agora, señor conde, parat mientes cuáles destos amigos son mejores et
más verdaderos, o por cuáles devía omne fazer más por los ganar por ami-
gos.
Al conde plogo mucho con todas estas razones, et tovo que eran muy
buenas.
Et entendiendo don Johan que este enxiemplo era muy bueno, fízolo es-
crivir en este libro, et fizo estos viessos que dizen assí:
Nunca omne podría tan buen amigo fallar
como Dios, que lo quiso por su sangre comprar.
Et la estoria deste enxiemplo es ésta que se sigue:
El Conde Lucanor
150
Exemplo XLIXº
De lo que contesçió al que echaron en la isla desnuyo cuandol’ tomaron
el señorío que tenié
Otra vez fablava el conde Lucanor con Patronio, et díxole:
-Patronio, muchos me dizen que, pues yo só tan onrado et tan poderoso,
que faga cuanto pudiere por aver grand riqueza et grand poder et grand
onra, ca esto es lo que me más cumple et más me pertenesçe. Et porque yo
sé que siempre me consejades lo mejor et que lo faredes assí daquí
adelante, ruégovos que me consejedes lo que vierdes que me más cumple
en esto.
-Señor conde -dixo Patronio-, este consejo que me vós demandades es
grave de dar por dos razones: lo primero, que en este consejo que me vós
demandades, avré a dezir contra vuestro talante; et lo otro, porque es muy
grave de dezir contra el consejo que es dado a pro del señor. Et porque en
este consejo ha estas dos cosas, esme muy grave de dezir contra él, pero,
porque todo consejero, si leal es, non deve catar sinon por dar el mejor con-
sejo et non catar su pro, nin su daño, nin si le plaze al señor, nin si le pesa,
sinon dezirle lo mejor que omne viere, por ende, yo non dexaré de vos
dezir en este consejo lo que entiendo que es más vuestra pro et vos cumple
más. Et por ende, vos digo que los que esto vos dizen que, en parte, vos
consejan bien, pero non es el consejo complido nin bueno para vos; mas
para seer del todo complido et bueno, serié muy bien et plazerme ía mucho
que sopiésedes lo que acaesçió a un omne quel’ fizieron señor de una grand
tierra.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, en una tierra avían por costumbre
que cada año fazían un señor. Et en cuanto durava aquel año, fazían todas
las cosas que él mandava; et luego que el año era acabado, tomávanle cu-
anto avía et desnuyávanle et echávanle en una isla solo, que non fincava
con él omne del mundo.
Et acaesçió que ovo una vez aquel señorío un omne que fue de mejor en-
tendimiento et más aperçebido que los que lo fueron ante. Et porque sabía
El Conde Lucanor
151
que desque el año passase, quel’ avían de fazer lo que a los otros, ante que
se acabasse el año del su señorío, mandó, en grand poridat, fazer en aquella
isla, do sabía que lo avían de echar, una morada muy buena et muy con-
plida en que puso todas las cosas que eran mester para toda su vida. Et fizo
la morada en lugar tan encubierto, que nunca gelo pudieron entender los de
aquella tierra quel’ dieron aquel señorío.
Et dexó algunos amigos en aquella tierra assí adebdados et castigados que
si, por aventura, alguna cosa oviesse mester de las que él non se acordara
de enviar adelante, que gelas enviassen ellos en guisa quel’ non menguasse
ninguna cosa.
Cuando el año fue complido et los de la tierra le tomaron el señorío et le
echaron desnuyo en la isla, assí como a los otros fizieron que fueron ante
que él, porque él fuera apercebido et abía fecho tal morada en que podía
vevir muy biçioso et muy a plazer de sí, fuesse para ella, et visco en ella
muy bien andante.
Et vós, señor conde Lucanor, si queredes seer vien consejado, parad mien-
tes que este tiempo que avedes de bevir en este mundo, pues sodes çierto
quel’ avedes a dexar et que vos avedes a parar desnuyo de’l et non avedes a
levar del mundo sinon las obras que fizierdes, guisat que las fagades tales,
porque cuando deste mundo salierdes, que tengades fecha tal morada en el
otro, porque cuando vos echaren deste mundo desnuyo, que falledes buena
morada para toda vuestra vida. Et sabet que la vida del alma non se cuenta
por años, mas dura para siempre sin fin; ca el alma es cosa spiritual et non
se puede corromper, ante dura et finca para siempre. Et sabet que las obras
buenas o malas que el omne en este mundo faze, todas las tiene Dios guar-
dadas para dar dellas galardón en el otro mundo, segund sus mereçimien-
tos. Et por todas estas razones, conséjovos yo que fagades tales obras en
este mundo porque cuando de’l ovierdes de salir, falledes buena posada en
aquél do avedes a durar para sienpre, et que por los estados et honras deste
mundo, que son vanas et falleçederas, que non querades perder aquello que
es çierto que a de durar para siempre sin fin. Et estas buenas obras fazetlas
sin ufana et sin vana gloria, que aunque las vuestras buenas obras sean
sabidas, sienpre serían encubiertas, pues non las fazedes por ufana, nin por
vana gloria. Otrosí, dexat acá tales amigos que lo que vós non pudierdes
complir en vuestra vida, que lo cumplan ellos a pro de la vuestra alma. Pero
seyendo estas cosas guardadas, todo lo que pudierdes fazer por levar vues-
El Conde Lucanor
152
tra onra et vuestro estado adelante, tengo que lo devedes fazer et es bien
que lo fagades.
El conde tovo este por buen enxiemplo et por buen consejo et rogó a Dios
quel’ guisase que lo pudiesse assí fazer como Patronio dizía.
Et entendiendo don Johan que este enxiemplo era bueno, fízolo escrivir en
este libro, et fizo estos viessos que dizen assí:
Por este mundo falleçedero,
non pierdas el que es duradero.
Et la estoria deste enxiemplo es ésta que se sigue:
Exemplo Lº
De lo que contesçió a Saladín con una dueña, muger de un su vasallo
Fablava el conde Lucanor un día con Patronio, su consegero, en esta guisa:
-Patronio, bien sé yo çiertamente que vós avedes tal entendimiento que
omne de los que son agora en esta tierra non podría dar tan buen recabdo a
ninguna cosa quel’ preguntassen como vós; et por ende vos ruego que me
digades cuál es la mejor cosa que omne puede aver en sí. Et esto vos
pregunto porque bien entiendo que muchas cosas a mester el omne para sa-
ber acertar en lo mejor et fazerlo, ca por entender omne la cosa et non obrar
della bien, non tengo que mejora muncho en su facienda. Et porque las co-
sas son tantas, querría saber a lo menos una, porque siempre me acordasse
della para la guardar.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, vós, por vuestra merçed, me loades
mucho señaladamente et dizides que yo he muy grant entendimiento. Et,
señor conde, yo reçelo que vos engañades en esto. Et bien cred que non a
cosa en el mundo en que omne tanto nin tan de ligero se engañe como en
cognoscer los omnes cuáles son en sí et cuál entendimiento an. Et estas son
dos cosas: la una, cuál es el omne en sí; la otra, qué entendimiento ha. Et
El Conde Lucanor
153
para saber cuál es en sí, asse de mostrar en las obras que faze a Dios et al
mundo; ca muchos parescen que fazen buenas obras, et non son buenas:
que todo el su bien es para este mundo. Et creet que esta vondat quel’
costará muy cara, ca por este vien que dura un día, sufrirá mucho mal sin
fin. Et otros fazen buenas obras para serviçio de Dios et non cuidan en lo
del mundo; et como quier que éstos escogen la mejor parte et la que nunca
les será tirada nin la perderán; pero los unos nin los otros non guardan en-
treamas las carreras, que son lo de Dios et del mundo.
Et para las guardar amas, ha mester muy buenas obras et muy grant en-
tendimiento, que tan grand cosa es de fazer esto como meter la mano en el
fuego et non sentir la su calentura; pero, ayudándole Dios, et ayudándosse
el omne, todo se puede fazer; ca ya fueron muchos buenos reys et otros
homnes sanctos; pues éstos, buenos fueron a Dios et al mundo. Otrosí, para
saber cuál ha buen entendimiento, ha mester muchas cosas; ca muchos di-
zen muy buenas palabras et grandes sesos et non fazen sus faziendas tan
bien como les complía; mas otros traen muy bien sus faziendas et non sa-
ben o non quieren o non pueden dezir tres palabras a derechas. Otros fablan
muy bien et fazen muy bien sus faziendas, mas son de malas entençiones,
et como quier que obran bien para sí, obran malas obras para las gentes. Et
destos tales dize la Scriptura que son tales como el loco que tiene la espada
en la mano, o como el mal príncipe que ha grant poder.
Mas para que vós et todos los omnes podades cognosçer cuál es bueno a
Dios et al mundo, et cuál es de buen entendimiento et cuál es de buena
palabra et cuál es de buena entençión, para lo escoger verdaderamente,
conviene que non judguedes a ninguno sinon por las obras que fiziere luen-
gamente et non poco tiempo, et por como viéredes que mejora o que peora
su fazienda; ca en estas dos cosas se paresçe todo lo que desuso es dicho.
Et todas estas razones vos dixe agora porque vós loades mucho a mí et al
mío entendimiento, et só çierto que desque a todas estas cosas catáredes,
que me non loaredes tanto. Et a lo que me preguntastes que vos dixiesse
cuál era la mejor cosa que omne podía aver en sí, para saber desto la verdat,
querría mucho que sopiésedes lo que contesçió a Saladín con una muy
buena dueña, muger de un cavallero, su vasallo.
Et el conde le preguntó cómo fuera aquello.
El Conde Lucanor
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-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, Saladín era soldán de Babilonia et
traía consigo sienpre muy grand gente; et un día, porque todos non podían
posar con él, fue posar a casa de un cavallero.
Et cuando el cavallero vio a su señor, que era tan onrado, en su casa, fízole
cuanto serviçio et cuanto plazer pudo, et él et su muger et sus fijos et sus
fijas servíanle cuanto podían. Et el Diablo, que sienpre se trabaja en que
faga el omne lo más desaguisado, puso en el talante de Saladín que olbi-
dasse todo lo que devía guardar et que amasse aquella dueña non como
devía.
Et el amor fue tan grande, quel’ ovo de traer a consejarse con un su mal
consejero en qué manera podría complir lo que él quería. Et devedes saber
que todos devían rogar a Dios que guardasse a su señor de querer fazer mal
fecho, ca si el señor lo quiere, çierto seed que nunca menguará quien gelo
conseje et quien lo ayude a lo complir.
Et assí contesçió a Saladín, que luego falló quien lo consejó cómo pudiesse
complir aquello que quería. Et aquel mal consejero consejól’ que enviasse
por su marido et quel’ fiziesse mucho vien et quel’ diesse muy grant gente
de que fuesse mayoral; et a cabo de algunos días, quel’ enviasse a alguna
tierra lueñe en su serviçio, et en cuanto el cavallero estudiesse allá, que po-
dría él complir toda su voluntad.
Esto plogo a Saladín, et fízolo assí. Et desque el cavallero fue ido en su
serviçio, cuidando que iba muy bien andante et muy amigo de su señor,
fuesse Saladín para su casa. Desque la buena dueña sopo que Saladín vinía,
porque tanta merçed avía fecho a su marido, reçibiólo muy bien et fízole
mucho serviçio et cuanto plazer pudo ella et toda su compana. Desque la
mesa fue alçada et Saladín entró en su cámara, envió por la dueña. Et ella,
teniendo que enviaba por ál, fue a él. Et Saladín le dixo que la amava
mucho. Et luego que ella esto oyó, entendiólo muy bien, pero dio a enten-
der que non entendía aquella razón et díxol’ quel’ diesse Dios buena vida et
que gelo gradesçié, ca bien sabié Dios que ella mucho deseava la su vida, et
que siempre rogaría a Dios por él, como lo devía fazer, porque era su señor
et, señaladamente, por cuanta merçed fazía a su marido et a ella.
Saladín le dixo que, sin todas aquellas razones, la amava más que a muger
del mundo. Et ella teníagelo en merçed, non dando a entender que entendía
El Conde Lucanor
155
otra razón. ¿Qué vos iré más alongando? Saladín le ovo a dezir cómo la
amava. Cuando la buena dueña aquello oyó, como era muy buena et de
muy buen entendimiento, respondió assí a Saladín:
-Señor, como quier que yo só assaz muger de pequeña guisa, pero vien sé
que el amor non es en poder del omne, ante es el omne en poder del amor.
Et bien sé yo que si vós tan grand amor me avedes como dezides, que po-
dría ser verdat esto que me vós dezides, pero assí como esto sé bien, assí sé
otra cosa: que cuando los omnes, et señaladamente los señores, vos pagades
de alguna muger, dades a entender que faredes cuanto ella quisiere, et
desque ella finca mal andante et escarnida, preçiádesla poco et, como es
derecho, finca del todo mal. Et yo, señor, reçelo que conteçerá assí a mí.
Saladín gelo començó a desfazer prometiéndole quel’ faría cuanto ella
quisiesse porque fincasse muy bien andante. Desque Saladín esto le dixo,
repondiól’ la buena dueña que si él le prometiesse de conplir lo que ella le
pidría, ante quel’ fiziesse fuerça nin escarnio, que ella le prometía que,
luego que gelo oviesse complido, faría ella todo lo que él mandasse.
Saladín le dixo que reçelava quel’ pidría que non le fablasse más en aquel
fecho. Et ella díxol’ que non le demandaría esso nin cosa que él muy bien
non pudiesse fazer. Saladín gelo prometió. La buena dueña le vesó la mano
et el pie et díxole que lo que de’l quería era quel’ dixiesse cuál era la mejor
cosa que omne podía aver en sí, et que era madre et cabeça de todas las
vondades.
Cuando Saladín esto oyó, començó muy fieramente a cuidar, et non pudo
fallar qué respondiesse a la buena dueña. Et porquel’ avía prometido que
non le faría fuerça nin escarnio fasta quel’ cumpliesse lo quel’ avía pro-
metido, díxole que quería acordar sobresto. Et ella díxole que prometía que
en cualquier tiempo que desto le diesse recado, que ella compliría todo lo
que él mandasse.
Assí fincó pleito puesto entrellos. Et Saladín fuesse para sus gentes; et,
como por otra razón, preguntó a todos sus sabios por esto. Et unos dizían
que la mejor cosa que omne podía aver era ser omne de buena alma. Et
otros dizían que era verdat para el otro mundo, mas que por seer solamente
de buena alma, que non sería muy bueno para este mundo. Otros dizían que
lo mejor era seer omne muy leal. Otros dizían que, como quier que seer leal
El Conde Lucanor
156
es muy buena cosa, que podría seer leal et seer muy cobarde, o muy es-
casso, o muy torpe, o mal acostumbrado, et assí que ál avía mester, aunque
fuesse muy leal. Et desta guisa fablavan en todas las cosas, et non podían
acertar en lo que Saladín preguntava.
Desque Saladín non falló qui le dixiesse et diesse recabdo a su pregunta en
toda su tierra, traxo consigo dos jubglares, et esto fizo porque mejor pudi-
esse con éstos andar por el mundo. Et desconoçidamente passó la mar, et
fue a la corte del Papa, do se ayuntan todos los christianos. Et preguntando
por aquella razón, nunca falló quien le diesse recabdo. Dende, fue a casa
del rey de Françia et a todos los reyes et nunca falló recabdo. Et en esto
moró tanto tiempo que era ya repentido de lo que avía començado.
Et ya por la dueña non fiziera tanto; mas, porque él era tan buen omne,
tenía quel’ era mengua si dexasse de saber aquello que avía començado; ca,
sin dubda, el grant omne grant mengua faze si dexa lo que una vez co-
miença, solamente que el fecho non sea malo o pecado; mas, si por miedo o
trabajo lo dexa, non se podría de mengua escusar. Et por ende, Saladín non
quería dexar de saber aquello porque saliera de su tierra.
Et acaesçió que un día, andando por su camino con sus jubglares, que to-
paron con un escudero que vinía de correr monte et avía muerto un ciervo.
Et el escudero casara poco tiempo avía, et abía un padre muy viejo que
fuera el mejor cavallero que oviera en toda aquella tierra. Et por la grant
vejez, non veía et non podía salir de su casa, pero avía el entendimiento tan
bueno et tan complido, que non le menguava ninguna cosa por la vejez. El
escudero, que venía de su caça muy alegre, preguntó aquellos omnes que
dónde vinían et qué omnes eran. Ellos le dixieron que eran joglares.
Cuando él esto oyó, plógol’ ende mucho, et díxoles quel vinía muy alegre
de su caça et para complir el alegría, que pues eran ellos muy buenos jo-
glares, que fuessen con él essa noche. Et ellos le dixieron que ivan a muy
grant priessa, que muy grant tiempo avía que se partieran de su tierra por
saber una cosa et que non pudieron fallar della recabdo et que se querían
tornar, et que por esso non podían ir con él essa noche.
El escudero les preguntó tanto, fasta quel’ ovieron a dezir qué cosa era
aquello que querían saber. Cuando el escudero esto oyó, díxoles que si su
El Conde Lucanor
157
padre non les diesse consejo a esto, que non gelo daría omne del mundo, et
contóles qué omne era su padre.
Cuando Saladín, a qui el escudero tenía por joglar, oyó esto, plógol’ ende
muncho. Et fuéronse con él.
Et desque llegaron a casa de su padre, et el escudero le contó cómo vinía
mucho alegre porque caçara muy bien et aún, que avía mayor alegría por-
que traía consigo aquellos juglares; et dixo a su padre lo que andavan
preguntando, et pidiól’ por merçed que les dixiesse lo que desto entendía
él, ca él les avía dicho que pues non fallavan quien les diesse desto re-
cabdo, que si su padre non gelo diesse, que non fallarían omne que les di-
esse recabdo.
Cuando el cavallero ançiano esto oyó, entendió que aquél que esta pregunta
fazía que non era juglar; et dixo a su fijo que depués que oviessen comido,
que él les daría recabdo a esto que preguntavan.
Et el escudero dixo esto a Saladín, que él tenía por joglar, de que fue
Saladín mucho alegre, et alongávasele ya mucho porque avía de atender
fasta que oviesse comido.
Desque los manteles fueron levantados et los juglares ovieron fecho su
mester, díxoles el cavallero ançiano quel’ dixiera su fijo que ellos andavan
faziendo una pregunta et que non fallavan omne que les diesse recabdo, et
quel’ dixiessen qué pregunta era aquélla, et él que les diría lo que entendía.
Entonçe, Saladín, que andava por juglar, díxol’ que la pregunta era ésta:
que cuál era la mejor cosa que omne podía aver en sí, et que era madre et
cabeça de todas las vondades.
Cuando el cavallero ançiano oyó esta razón, entendióla muy bien; et otrosí,
conosçió en la palabra que aquél era Saladín; ca él visquiera muy grand
tiempo con él en su casa et reçibiera de’l mucho vien et mucha merçed, et
díxole:
-Amigo, la primera cosa que vos respondo, dígovos que çierto só que fasta
el día de oy que nunca tales juglares entraron en mi casa. Et sabet que si yo
derecho fiziere, que vos debo cognosçer cuánto bien de vos tomé, pero de-
El Conde Lucanor
158
sto non vos diré agora nada, fasta que fable conbusco en poridat, porque
non sepa ninguno nada de vuestra fazienda. Pero, cuanto a la pregunta que
fazedes, vos digo que la mejor cosa que omne puede aver en sí, et que es
madre et cabeça de todas las vondades, dígovos que ésta es la vergüença; et
por vergüença sufre omne la muerte, que es la más grave cosa que puede
seer; ca por vergüença dexa de fazer omne todas las cosas que non le
paresçen bien, por grand voluntat que aya de las fazer. Et assí, en la ver-
güença an comienço et cabo todas las vondades, et la vergüença es par-
timiento de todos los malos fechos.
Cuando Saladín esta razón oyó, entendió verdaderamente que era assí como
el cavallero le dizía. Et pues entendió que avía fallado recabdo de la
pregunta que fazía, ovo ende muy grant plazer et espidióse del cavallero et
del escudero cuyos huéspedes avían seído. Mas ante que se partiessen de su
casa, fabló con el cavallero ançiano, et le dixo cómo lo conosçía que era
Saladín, et contól’ cuánto bien de’l avía reçebido. Et él et su fijo fiziéronle
cuanto serviçio pudieron, pero en guisa que non fuesse descubierto.
Et desque estas cosas fueron passadas, endereçó Saladín para irse para su
tierra cuanto más aína pudo. Et desque llegó a su tierra, ovieron las gentes
con muy grand plazer et fizieron muy grant alegría por la su venida.
Et después que aquellas alegrías fueron passadas, fuesse Saladín para casa
de aquella buena dueña quel’ fiziera aquella pregunta. Et desque ella sopo
que Saladín vinía a su casa, reçibiól’ muy bien et fízol’ cuanto serviçió
pudo.
Et depués que Saladín ovo comido et entró en su cámara, envió por la
buena dueña; et ella vino a él. Et Saladín le dixo cuánto avía trabajado por
fallar repuesta çierta de la pregunta quel’ fiziera et que la avía fallado, et
pues le podía dar repuesta complida, assí comol’ avía prometido, que ella
otrosí cumpliesse lo quel’ prometiera. Et ella le dixo quel’ pidía por merçed
quel’ guardasse lo quel’ avía prometido et quel’ dixiesse la repuesta a la
pregunta quel’ avía fecho, et que si fuesse tal que él mismo entendiesse que
la repuesta era complida, que ella muy de grado compliría todo lo quel’
avía prometido.
Estonçes le dixo Saladín quel’ plazía desto que ella le dizía, et díxol’ que la
repuesta de la pregunta que ella fiziera que era ésta: que ella le preguntara
El Conde Lucanor
159
cuál era la mejor cosa que omne podía aver en sí et que era madre et cabeça
de todas las vondades, quel’ respondía que la mejor cosa que omne podía
aver en sí et que es madre et cabeça de todas las vondades, que ésta es la
vergüença.
Cuando la buena dueña esta repuesta oyó, fue muy alegre, et díxol’:
-Señor, agora conosco que dezides verdat, et que me avedes complido cu-
anto me prometiestes. Et pídovos por merçed que me digades, assí como
rey deve dezir verdat, si cuidades que ha en el mundo mejor omne que vós.
Et Saladín le dixo que, como quier que se le fazía vergüença de dezir, pero
pues la avía a dezir verdat como rey, quel’ dizía que más cuidava que era él
mejor que los otros, que non que avía otro mejor que él.
Cuando la buena dueña esto oyó, dexósse caer en tierra ante los sus pies, et
díxol’ assí, llorando muy fieramente:
-Señor, vós avedes aquí dicho muy grandes dos verdades: la una, que sodes
vós el mejor omne del mundo; la otra, que la vergüença es la mejor cosa
que el omne puede aver en sí. Et señor, pues vós esto conosçedes, et sodes
el mejor omne del mundo, pídovos por merçed que querades en vos la me-
jor cosa del mundo, que es la vergüença, et que ayades vergüença de lo que
me dezides.
Cuando Saladín todas estas buenas razones oyó et entendió cómo aquella
buena dueña, con la su vondat et con el su buen entendimiento, sopiera
aguisar que fuesse él guardado de tan grand yerro, gradesçiólo mucho a
Dios. Et comoquier que la él amava ante de otro amor, amóla muy más
dallí adelante de amor leal et verdadero, cual deve aver el buen señor et leal
a todas sus gentes. Et señaladamente por la su vondat della, envió por su
marido et fízoles tanta onra et tanta merçet porque ellos, et todos los ‘que
dellos vinieron, fueron muy bien andantes entre todos sus vezinos.
Et todo este bien acaesçió por la vondat daquella buena dueña, et porque
ella guisó que fuesse sabido que la vergüença es la mejor cosa que omne
puede aver en sí, et que es madre et cabeça de todas las vondades.
El Conde Lucanor
160
Et pues vós, señor conde Lucanor, me preguntades cuál es la mejor cosa
que omne puede aver en sí, dígovos que es la vergüença. Ca la vergüença
faze a omne ser esforçado et franco et leal et de buenas costumbres et de
buenas maneras, et fazer todos los vienes que faze. Ca bien cred que todas
estas cosas faze omne más con vergüença que con talante que aya de lo
fazer. Et otrosí, por vergüença dexa omne de fazer todas las cosas desagui-
sadas que da la voluntad al omne de fazer. Et por ende, cuán buena cosa es
aver el omne vergüença de fazer lo que non deve et dexar de fazer lo que
deve, tan mala et tan dañosa et tan fea cosa es el que pierde la vergüença.
Et devedes saber que yerra muy fieramente el que faze algún fecho vergon-
çoso et cuida que, pues que lo faze encubiertamente, que non deve aver
ende vergüença. Et cierto sed que non ha cosa, por encubierta que sea, que
tarde o aína non sea sabida. Et aunque luego que la cosa vergonçosa se
faga, non aya ende vergüença, devrié omne cuidar qué vergüença sería cu-
ando fuere sabido. Et aunque desto non tomasse vergüença, dévela tomar
de sí mismo, que entiende el pleito vergonçoso que faze. Et cuando en todo
esto non cuidasse, deve entender cuánto sin ventura es (pues sabe que si un
moço viesse lo que él faze, que lo dexaría por su vergüença) en non lo
dexar nin aver vergüença nin miedo de Dios, que lo vee et lo sabe todo, et
es çierto quel’ dará por ello la pena que meresciere.
Agora, señor conde Lucanor, vos he respondido a esta pregunta que me
feziestes et con esta repuesta vos he respondido a çincuenta preguntas que
me avedes fecho. Et avedes estado en ello tanto tiempo, que só çierto que
son ende enojados muchos de vuestras compañas, et señaladamente se
enojan ende los que non an muy grand talante de oír nin de aprender las co-
sas de que se pueden mucho aprovechar. Et contésceles como a las vestias
que van cargadas de oro, que sienten el peso que lievan a cuestas et non se
aprovechan de la pro que ha en ello. Et ellos sienten el enojo de lo que oyen
et non se aprovechan de las cosas buenas et aprovechosas que oyen. Et por
ende, vos digo que lo uno por esto, et lo ál por el trabajo que he tomado en
las otras respuestas que vos di, que vos non quiero más responder a otras
preguntas que vós fagades, que en este enxiemplo et en otro que se sigue
adelante deste vos quiero fazer fin a este libro.
El conde tovo éste por muy buen enxiemplo. Et cuanto de lo que Patronio
dixo que non quería quel’ feziessen más preguntas, dixo que esto fincasse
en cómo se pudiesse fazer.
El Conde Lucanor
161
Et porque don Johan tovo este enxiemplo por muy bueno, fízolo escrivir en
este libro et fizo estos viessos que dizen assí:
La vergüença todos los males parte;
por vergüença faze omne bien sin arte.
Et la estoria deste enxiemplo es ésta que se sigue:
Exemplo LIº
Lo que contesçió a un rey christiano que era muy poderoso et muy
soberbioso
Otra vez fablava el conde Lucanor con Patronio, su consegero, et díxole
assí:
-Patronio, muchos omnes me dizen que una de las cosas porque el omne se
puede ganar con Dios es por seer omildoso; otros me dizen que los omil-
dosos son menospreçiados de las otras gentes et que son tenidos por omnes
de poco esfuerço et de pequeño coraçón, et que el grand señor, quel’ cum-
ple et le aprovecha ser sobervio. Et porque yo sé que ningún omne non en-
tiende mejor que vós lo que deve fazer el grand señor, ruégovos que me
consejedes cuál destas dos cosas me es mejor, o que yo devo más fazer.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, para que vós entendades qué es en
esto lo mejor et vos más cumple de fazer, mucho me plazería que so-
piéssedes lo que conteçió a un rey christiano que era muy poderoso et muy
sobervioso.
El conde le rogó quel’ dixiesse cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, en una tierra de que me non acuerdo el nom-
bre, avía un rey muy mançebo et muy rico et muy poderoso, et era muy so-
berbio a grand maravilla; et a tanto llegó la su sobervia, que una vez, oy-
endo aquel cántico de sancta María que dize: «Magnificat anima mea
dominum», oyó en él un viesso que dize: «Deposuit potentes de sede et ex-
El Conde Lucanor
162
altavit humiles»; que quier decir: «Nuestro señor Dios tiró et abaxó los po-
derosos sobervios del su poderío et ensalçó los omildosos.» Cuando esto
oyó, pesól’ mucho et mandó por todo su regno que rayessen este viesso de
los libros, et que pusiessen en aquel lugar: «Et exaltavit potentes in sede et
humiles posuit in natus»; que quiere dezir: «Dios ensalçó las siellas de los
sobervios poderosos et derribó los omildosos.»
Esto pesó mucho a Dios, et fue muy contrario de lo que dixo sancta María
en este cántico mismo; ca desque vio que era madre del fijo de Dios que
ella conçibió et parió, seyendo et fincando siempre virgen et sin ningún
corrompimiento, et veyendo que era señora de los çielos et de la tierra, dixo
de sí misma, alabando la humildat sobre todas las virtudes: «Quia respexit
humilitatem ancille sue ecce enim ex hoc benedictam me dicent omnes
generationes»; que quiere dezir: «Porque cató el mi señor Dios la omildat
de mí, que só su sierva, por esta razón me llamarán todas las gentes bien
aventurada.» Et assí fue, que nunca ante nin después, pudo seer ninguna
muger bien aventurada; ca por las vondades, et señaladamente por la su
grand omildat, meresçió seer madre de Dios et reina de los çielos et de la
tierra et seer Señora puesta sobre todos los choros de los ángeles.
Mas al rey sobervioso conteçió muy contrario desto: ca un día ovo talante
de ir al vaño et fue allá muy argullosamente con su compaña. Et porque
entró en el vaño, óvose a desnuyar et dexó todos sus paños fuera del vaño.
Et estando él vañándose, envió nuestro señor Dios un ángel al vaño, el cual,
por la virtud et por la voluntad de Dios, tomó la semejança del rey et salió
del vaño et vistióse los paños del rey et fuéronse todos con él para’l alcáçar.
Et dexó a la puerta del vaño unos pañizuelos muy biles et muy rotos, como
destos pobrezuelos que piden a las puertas.
El rey, que fincava en el vaño non sabiendo desto ninguna cosa, cuando
entendió que era tiempo para salir del vaño, llamó a aquellos camareros et
aquellos que estavan con él. Et por mucho que llos llamó, non respondió
ninguno dellos, que eran idos todos, cuidando que ivan con el rey. Desque
vio que non le respondió ninguno, tomól’ tan grand saña, que fue muy
grand marabilla, et començó a jurar que los faría matar a todos de muy cru-
eles muertes.
Et teniéndose por muy escarnido, salió del vaño desnuyo, cuidando que
fallaría algunos de sus omnes quel’ diessen de vestir. Et desque llegó do él
El Conde Lucanor
163
cuidó fallar algunos de los suyos, et non falló ninguno, començó a catar del
un cabo et del otro del vaño, et non falló a omne del mundo a qui dezir una
palabra.
Et andando assí muy coitado, et non sabiendo qué se fazer, vio aquellos
pañiziellos viles et rotos que estavan a un rancón et pensó de los vestir et
que iría encubiertamente a su casa et que se vengaría muy cruelmente de
todos los que tan grand escarnio le avían fecho. Et vistiósse los paños et
fuesse muy encubiertamente al alcáçar, et cuando ý llegó, vio estar a la pu-
erta uno de los sus porteros que conosçía muy bien que era su portero, et
uno de los que fueran con él al vaño, et llamól’ muy passo et díxol’ quel’
avriesse la puerta et le metiesse en su casa muy encubiertamente, porque
non entendiesse ninguno que tan envergonçadamente vinía.
El portero tenía muy buena espada al cuello et muy buena maça en la mano
et preguntól’ qué omne era que tales palabras dizía. Et el rey le dixo:
-¡A, traidor! ¿Non te cumple el escarnio que me feziste tú et los otros en
me dexar solo en el vaño et venir tan envergonçado como vengo? ¿Non
eres tú fulano, et non me conosçes cómo só yo el rey, vuestro señor, que
dexastes en el vaño? Ábreme la puerta, ante que venga alguno que me
pueda conoscer, et sinon seguro sey que yo te faré morir mala muerte et
muy cruel.
Et el portero le dixo:
-¡Omne loco, mesquino!, ¿qué estás diziendo? Ve a buena ventura et non
digas más estas locuras, sinon yo te castigaré bien como a loco, ca el rey
pieça ha que vino del vaño, et viniemos todos con él, et ha comido et es
echado a dormir, et guárdate que non fagas aquí roído por quel’ despiertes.
Cuando el rey esto oyó, cuidando que gelo dizía faziendo escarnio,
començó a rabiar de saña et de malenconía, et arremetiósse a él, cuidándol’
tomar por los cabellos. Et de que el portero esto vio, non le quiso ferir con
la maça, mas diol’ muy grand colpe con el mango, en guisa quel’ fizo salir
sangre por muchos lugares. De que el rey se sintió ferido et vio que el
portero tenié buena espada et buena maça et que él non tenié ninguna cosa
con quel’ pudiesse fazer mal, nin aun para se defender, cuidando que el
portero era enloqueçido, et que si más le dixiesse quel’ mataría por aven-
El Conde Lucanor
164
tura, pensó de ir a casa del su mayordomo et de encobrirse ý fasta que
fuesse guarido, et después que tomaría vengança de todos aquellos trai-
dores que tan grant escarnio le avían traído.
Et desque llegó a casa de su mayordomo, si mal le contesçiera en su casa
con el portero, muy peor le acaesçió en casa de su mayordomo.
Et dende, fuesse lo más encubiertamente que pudo para casa de la reina, su
muger, teniendo çiertamente que todo este mal quel’ vinía porque aquellas
gentes non le conoscían; et tenié sin duda que cuando todo el mundo le
desconosçiese, que non lo desconosçería la reina, su muger. Et desque llegó
ante ella et le dixo cuánto mal le avían fecho et cómo él era el rey, la reina,
reçellando que si el rey, que ella cuidava que estava en casa, sopiesse que
ella oyé tal cosa, quel’ pesaría ende, mandól’ dar muchas palancadas,
diziéndol’ quel’ echassen de casa aquel loco quel’ dizía aquellas locuras.
El rey, desaventurado, de que se vio tan mal andante, non sopo qué fazer et
fuesse echar en un ospital muy mal ferido et muy quebrantado, et estudo
allí muchos días. Et cuando le aquexaba la fanbre, iba demandando por las
puertas, et diziéndol’ las gentes, et fiziéndol’ escarnio, que cómo andava
tan lazdrado seyendo rey de aquella tierra. Et tantos omnes le dixieron esto
et tantas vezes et en tantos logares, que ya él mismo cuidava que era loco et
que con locura pensava que era rey de aquella tierra. Et desta guisa andudo
muy grant tiempo, teniendo todos los quel’ conosçían que era loco de una
locura que contesçió a muchos, que cuidan por sí mismo que son otra cosa
o que son en otro estado.
Et estando aquel rey en tan grand mal estado, la vondat et la piadat de Dios
-que siempre quiere [la] pro de los pecadores et los acarrea a la manera
como se pueden salvar, si por grand su culpa non fuere-, obraron en tal
guisa, que el cativo del rey, que por su sobervia era caído en tan grant per-
dimiento et a tan grand abaxamiento, començó a cuidar que este mal quel’
viniera, que fuera por su pecado et por la grant sobervia que en él avía, et,
señaladamente, todo que era por el viesso que mandara raer del cántico de
sancta María que desuso es dicho, que mudara con grant sobervia et por tan
grant locura. Et desque esto fue entendiendo, començó a aver atan grant
dolor et tan grant repentimiento en su coraçón, que omne del mundo non lo
podría dezir por la voca; et era en tal guisa, que mayor dolor et mayor pesar
avía de los yerros que fiziera contra nuestro Señor, que del regno que avía
El Conde Lucanor
165
perdido, et vio cuanto mal andante el su cuerpo estaba, et por ende, nunca
al fazía sinon llorar et matarse et pedir merçed a nuestro señor Dios quel’
perdonasse sus pecados et quel’ oviesse merçed al alma. Et tan grant dolor
avía de sus pecados, que solamente nunca se acordó nin puso en su talante
de pedir merçed a nuestro señor Dios quel’ tornasse en su regno nin en su
onra; ca todo esto preçiava él nada, et non cobdiciava otra cosa sinon aver
perdón de sus pecados et poder salvar el alma.
Et bien cred, señor conde, que cuantos fazen romerías et ayunos et limos-
nas et oraciones o otros bienes cualesquier porque Dios les dé o los guarde
o los acresçiente en la salud de los cuerpos o en la onra o en los vienes
temporales, yo non digo que fazen mal, mas digo que si todas estas cosas
fiziessen por aver perdón de todos sus pecados o por aver la gracia de Dios,
la cual se gana por buenas obras et buenas entençiones sin ipocrisía et sin
infinta que serié muy mejor, et sin dubda avrién perdón de sus pecados et
abrían la gracia de Dios: ca la cosa que Dios más quiere del pecador es el
coraçón quebrantando et omillado et la entençión buena et derecha.
Et por ende, luego que por la merçed de Dios el rey se arrepentió de su pe-
cado et Dios vio el su gran repentimiento et la su buena entención, per-
donól’ luego. Et porque la voluntad de Dios es tamaña que non se puede
medir, non tan solamente perdonó todos sus pecados al rey tan pecador,
mas ante le tornó su regno et su onra más complidamente que nunca la ovi-
era, et fízolo por esta manera:
El ángel que estava en logar de aquel rey et tenié la su figura llamó un su
portero et díxol’:
-Dízenme que anda aquí un omne loco que dize que fue rey de aquesta
tierra, et dize otras muchas buenas locuras; que te vala Dios, ¿qué omne es
o qué cosas dize?
Et acaesçió assí por aventura, que el portero era aquél que firiera al rey el
día que se demudó cuando salió del vaño. Et pues el ángel, quel cuidava ser
el rey, gelo preguntava, contól’ todo lo quel’ contesçiera con aquel loco, et
contól’ cómo andavan las gentes riendo et trebejando con él, oyendo las lo-
curas que dizié. Et desque esto dixo el portero al rey, mandól’ quel’ fuesse
llamar et gelo troxiesse. Et desque el rey que andava por loco vino ante el
ángel que estava en lugar de rey, apartósse con él et díxol’:
El Conde Lucanor
166
-Amigo, a mí dizen que vós que dezides que sodes rey desta tierra, et que lo
perdiestes non sé por cuál mala ventura et por qué ocasión. Ruégovos, por
la fe que devedes a Dios, que me digades todo como cuidades que es, et
que non me encubrades ninguna cosa, et yo vos prometo a buena fe que
nunca desto vos venga daño.
Cuando el cuitado del rey que andava por loco et tan mal andante oyó dezir
aquellas cosas aquél que él cuidava que era rey, non sopo qué responder; ca
de una parte ovo miedo que gelo preguntava por lo sosacar, et si dixiesse
que era rey quel’ mataría et le faría más mal andante que cuanto era, et por
ende començó a llorar muy fieramente et díxole, como omne que estava
muy coitado:
-Señor, yo non sé lo que vos responder a esto que me dezides, pero porque
entiendo que me sería ya tan buena la muerte como la vida (et sabe Dios
que non tengo mientes por cosa de bien nin de onra en este mundo), non
vos quiero encobrir ninguna cosa de como lo cuido en mi coraçón. Dígo-
vos, señor, que yo veo que só loco, et todas las gentes me tienen por tal et
tales obras me fazen que yo por tal manera ando grand tiempo a en esta
tierra. Et como quier que alguno errasse, non podría seer, si yo loco non
fuesse, que todas las gentes, buenos et malos, et grandes et pequeños, et de
grand entendimiento et de pequeño, todos me toviessen por loco; pero,
como quier que yo esto veo et entiendo que es assí, çiertamente la mi en-
tençión et la mi crençia es que yo fuy rey desta tierra et que perdí el regno
et la gracia de Dios con grand derecho por mios pecados, et, señalada-
mente, por la grand sobervia et grand orgullo que en mí avía.
Et entonce contó, con muy grand cuita et con muchas lágrimas, todo lo
quel’ contesçiera, tanbién del viesso que fiziera mudar, como los otros pe-
cados. Et pues el ángel que Dios enviara tomar la su figura et estava por rey
entendió que se dolía más de los yerros en que cayera que del regno et de la
onra que avía perdido, díxol’ por mandado de Dios:
-Amigo, dígovos que dezides en todo muy grand verdat, que vós fuestes
rey desta tierra, et nuestro señor Dios tiróvoslo por estas razones mismas
que vós dezides, et envió a mí, que só su ángel, que tomasse vuestra figura
et estudiesse en vuestro lugar. Et porque la piadat de Dios es tan complida,
et non quiere del pecador sinon que se arrepienta verdaderamente, este
El Conde Lucanor
167
prodigio verdaderamente amostró dos cosas para seer el repentimiento ver-
dadero: la una es que se arrepienta para nunca tornar aquel pecado; et la
otra, que sea el repentimiento sin infinta. Et porque el nuestro señor Dios
entendió que el vuestro repentimiento es tal, avos perdonado, et mandó a
mí que vos tornasse en vuestra figura et vos dexasse vuestro regno. Et
ruégovos et conséjovos yo que entre todos los pecados vos guardedes del
pecado de la sobervia; ca sabet que de los pecados en que, segund natura,
los omnes caen, que es el que Dios más aborreçe, ca es verdaderamente
contra Dios et contra el su poder, et siempre que es muy aparejado para
fazer perder el alma. Seed çierto que nunca fue tierra, nin linage, nin
estado, nin persona en que este pecado regnasse, que non fuesse desfecho o
muy mal derribado.
Cuando el rey que andava por loco oyó dezir estas palabras del ángel,
dexósse caer ante él llorando muy fieramente, et creyó todo lo quel’ dizía et
adoról’ por reverençia de Dios, cuyo ángel mensagero era, et pidiól’
merçed que se non partiesse ende fasta que todas las gentes se ayuntassen
porque publicasse este tan grand miraglo que nuestro señor Dios fiziera. Et
el ángel fízolo assí. Et desque todos fueron ayuntados, el rey predicó et
contó todo el pleito como passara. Et el ángel, por voluntat de Dios,
paresçió a todos manifiestamente et contóles esso mismo.
Entonçe el rey fizo cuantas emiendas pudo a nuestro señor Dios; et entre
las otras cosas, mandó que, por remembrança desto, que en todo su regno
para siempre fuesse escripto aquel viesso que él revesara con letras de oro.
Et oí dezir que oy en día assí se guarda en aquel regno. Et esto acabado,
fuesse el ángel para nuestro señor Dios quel’ enviara, et fincó el rey con sus
gentes muy alegres et muy bien andantes. Et dallí adelante fue el rey muy
bueno para serviçio de Dios et pro del pueblo et fizo muchos buenos fechos
porque ovo buena fama en este mundo et meresçió aver la gloria del
Paraíso, la cual Él nos quiera dar por la su merçed.
Et vós, señor conde Lucanor, si queredes aver la gracia de Dios et buena
fama del mundo, fazet buenas obras, et sean bien fechas, sin infinta et sin
ipocrisía, et entre todas las cosas del mundo vos guardat de sobervia et set
omildoso sin beguenería et sin ipocrisía; pero la humildat, sea siempre
guardando vuestro estado en guisa que seades omildoso, mas non omillado.
Et los poderosos sobervios nunca fallen en vos humildat con mengua, nin
El Conde Lucanor
168
con vençimiento, mas todos los que se vos omillaren fallen en vos siempre
omildat de vida et de buenas obras complida.
Al conde plogo mucho con este consejo, et rogó a Dios quel’ endereçasse
por quel’ pudiesse todo esto complir et guardar.
Et porque don Johan se pagó mucho además deste enxiemplo, fízolo poner
en este libro, et fizo estos viessos que dizen assí:
Los derechos omildosos Díos mucho los ensalça,
a los que son sobervios fiérelos peor que maça.
Et la estoria deste enxiemplo es ésta que se sigue.
Segunda parte del Libro del Conde Lucanor et de Patronio
Razonamiento que face don Juan por amor de don Jaime, señor
de Xérica
Después que yo, don Johan, fijo del muy noble infante don Manuel,
adelantado mayor de la frontera et del regno de Murcia, ove acabado este
libro del conde Lucanor et de Patronio que fabla de enxiemplos, et de la
manera que avedes oído, segund paresce por el libro et por el prólogo, fizlo
en la manera que entendí que sería más ligero de entender. Et esto fiz por-
que yo non so muy letrado et queriendo que non dexassen de se aprovechar
de’l los que non fuessen muy letrados, assí como yo, por mengua de lo
seer, fiz la razones et enxiemplos que en el libro se contienen assaz llanas
et declaradas.
Et porque don Jaime, señor de Xérica, que es uno de los omnes del mundo
que yo más amo et por ventura non amo a otro tanto como a él, me dixo
que querría que los mis libros fablassen más oscuro, et me rogó que si al-
gund libro feziesse, que non fuesse tan declarado. Et so çierto que esto me
El Conde Lucanor
169
dixo porque él es tan sotil et tan de buen entendimiento, que tiene por men-
gua de sabiduría fablar en las cosas muy llana et declaradamente.
Et lo que yo fiz fasta agora, fizlo por las razones que desuso he dicho, et
agora que yo só tenudo de complir en esto et en ál cuanto yo pudiesse su
voluntad, fablaré en este libro en las cosas que yo entiendo que los omnes
se pueden aprovechar para salvamiento de las almas et aprovechamiento de
sus cuerpos et mantenimiento de sus onras et de sus estados. Et como quier
que estas cosas non son muy sotiles en sí, assí como si yo fablasse de la
sciençia de theología, o metafísica, o filosofía natural, o aun moral, o otras
sçiençias muy sotiles, tengo que me cae más, et es más aprovechoso segund
el mío estado, fablar desta materia que de otra arte o sciençia. Et porque
estas cosas de que yo cuido fablar non son en sí muy sotiles, diré yo, con la
merçed de Dios, lo que dixiere por palabras que los que fueran de tan buen
entendimiento como don Jaime, que las entiendan muy bien, et los que non
las entendieren non pongan la culpa a mí, ca yo non lo quería fazer sinon
como fiz los otros libros, mas pónganla a don Jaime, que me lo fizo assí
fazer, et a ellos, porque lo non pueden o non quieren entender.
Et pues el prólogo es acabado en que se entiende la razón porque este libro
cuido componer en esta guisa, daquí adelante començaré la manera del li-
bro; et Dios por la su merçed et piadat quiera que sea a su serviçio et a pro
de los que lo leyeren et lo oyeren, et guarde a mí de dezir cosa de que sea
reprehendido. Et bien cuido que el que leyere este libro et los otros que yo
fiz, que pocas cosas puedan acaesçer para las vidas et las faziendas de los
omnes, que non fallen algo en ellos, ca yo non quis’ poner en este libro
nada de lo que es puesto en los otros, mas qui de todos fiziere un libro, fal-
larlo ha ý más complido.
Et la manera del libro es que Patronio fabla con el Conde Lucanor segund
adelante veredes.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, yo vos fablé fasta agora lo más de-
claradamente que yo pude, et porque sé que lo queredes, fablarvos he daquí
adelante essa misma manera, mas non por essa manera que en el otro libro
ante déste.
Et pues el otro es acabado, este libro comiença assí:
El Conde Lucanor
170
-En las cosas que ha muchas sentençias, non se puede dar regla general.
-El más complido de los omnes es el que cognosce la verdat et la guarda.
-De mal seso es el que dexa et pierde lo que dura et non ha preçio, por lo
que non puede aver término a la su poca durada.
-Non es de buen seso el que cuida entender por su entendimiento lo que es
sobre todo entendimiento.
-De mal seso es el que cuida que contesçerá a él lo que non contesçió a otri;
de peor seso es si esto cuida porque non se guarda.
-¡O Dios, señor criador et complido!, ¡cómo me marabillo porque pusiestes
vuestra semejança en omne nesçio, ca cuando fabla, yerra, cuando calla,
muestra su mengua; cuando es rico, es orgulloso, cuando pobre, non lo
preçia nada; si obra, non fará obra de recabdo; si está de vagar, pierde lo
que ha; es sobervio sobre el que ha poder, et vénçesse por el que más
puede; es ligero de forçar et malo de rogar; conbídase de grado, conbida
mal et tarde; demanda quequier et con porfía; da tarde et amidos et con fa-
çerio; non se vergüença por sus yerros, et aborreçe quil’ castiga; el su
falago es enojoso; la su saña, con denuesto; es sospechoso et de mala pori-
dat; espántasse sin razón; toma esfuerço ó non deve; do cuida fazer plazer,
faze pesar; es flaco en los vienes et reçio en los males: non se castiga por
cosa quel’ digan contra su voluntad; en grave día nasçió quien oyó el su
castigo; si lo aconpañan non lo gradesçe et fázelos lazdrar; nunca conçierta
en dicho nin en fecho, nin yerra en lo quel’ non cumple; lo quel dize non se
entiende, nin entiende lo quel’ dizen; siempre anda desabenido de su com-
paña; non se mesura en sus plazeres, nin cata su mantenençia; non quiere
perdonar et quiere quel’ perdonen; es escarnidor, et él es el escarnido; quer-
ría engañar si lo sopiesse fazer; de todo lo que se pagaría tiene que es lo
mejor, aunque lo non sea; querría folgar et que lazdrassen los otros. ¿qué
diré más? En los fechos et en los dichos, en todo yerra; et lo demás, en su
vista paresçe que es nesçio, et muchos son nescios que non lo parescen,
mas el que lo paresçe nunca yerra de lo seer.
-Todas las cosas an fin et duran poco et se mantienen con grand trabajo et
se dexan con grand dolor et non finca otra cosa para sienpre sinon lo que se
faze solamente por amor de Dios.
El Conde Lucanor
171
-Non es cuerdo el que solamente sabe ganar el aver, mas eslo el que se sabe
servir et onrar él del como deve.
-Non es de buen seso el que se tiene por pagado de dar o dezir buenos
sesos, mas eslo el que los dize et los faze.
-En las cosas de poca fuerça, cumplen las apuestas palabras; en las cosas de
grand fuerça, cumplen los apuestos et provechosos fechos.
-Más val al omne andar desnuyo que cubierto de malas obras.
-Quien ha fijo de malas maneras et desvergonçado et non reçebidor de buen
castigo, mucho le sería mejor nunca aver fijo.
-Mejor sería andar solo que mal acompañado.
-Más valdría seer omne soltero, que casar con mujer porfiosa.
-Non se ayunta el aver de tortiçería et si se ayunta, non dura.
-Non es de crer en fazienda agena el que en la suya pone mal recabdo.
-Unas cosas pueden seer acerca et otras alueñe pues dévese omne atener a
lo çierto.
-Por rebato et por pereza yerra omne muchas cosas; pues de grand seso es
el que se sabe guardar de amas.
-Sabio es el que sabe sofrir et guardar su estado en el tiempo que es turbio.
-En grant cuita et periglo bive qui reçela que sus consejeros querrían más
su pro que la suya.
-Quien sembra sin tiempo non se marabille de non seer buena la cogida.
-Todas las cosas paresçen bien et son buenas, et paresçen mal et son malas,
et paresçen bien et son malas, et paresçen mal et son buenas.
El Conde Lucanor
172
-En mejor esperança está el que va por la carrera derecha et non falla lo que
demanda, que el que va por la tuerta et se le faze lo que quiere.
-Más val alongarse omne del señor tortiçiero que seer mucho su privado.
-Quien desengaña con verdadero amor, ama; quien lesonia, aborreçe.
-El que más sigue la voluntat que la razón, trae el alma et el cuerpo en
grand periglo.
-Usar más de razón el deleite de la carne, mata el alma et destruye la fama
et enflaqueçe el cuerpo et mengua el seso et las buenas maneras.
-Todas las cosas yazen so la mesura; et la manera es el peso.
-Quien non ha amigos sinon por lo que les da, poco le durarán.
-Aborreçida cosa es qui quiere estar solo, et más quien quiere estar con
malas compañas.
-El que quiere señorear los suyos por premia et non por buenas obras, los
coraçones de los suyos demandan quien los señoree.
-Como quier que contesçe, grave cosa es seer dessemejante a su linage.
-Cual omne es, con tales se aconpaña.
-Más vale seso que ventura, que riqueza, nin linage.
-Cuidan que el seso et el esfuerço que son dessemejantes, et ellos son una
cosa.
-Mejor es perder faziendo derecho, que ganar por fazer tuerto: ca el dere-
cho ayuda al derecho.
-Non deve omne fiar en la ventura, ca múdanse los tiempos et contiénense
las venturas.
El Conde Lucanor
173
-Por riqueza, nin pobreza, nin buena andança, nin contraria, non deve omne
pararse del amor de Dios.
-Más daño recibe omne del estorvador que provecho del quel’ ayuda.
-Non es sabio quien se puede esenbargar de su enemigo et lo aluenga.
-Qui a sí mismo non endereça, non podría endereçar a otri.
-El señor muy falaguero es despreciado; el bravo, aborrecido; el cuerdo,
guárdalo con la regla.
-Quien por poco aprovechamiento aventura grand cosa non es de muy buen
seso.
-¡Cómo es aventurado qui sabe sofrir los espantos et non se quexa para
fazer su daño!
-Si puede omne dezir o fazer su pro, fágalo, et sinon, guárdese de dezir o
fazer su daño.
-Omildat con razón es alabada.
-Cuanto es mayor el subimiento, tanto es peor la caída.
-Paresçe la vondat del señor en cuáles obras faze et cuáles leyes pone.
-Por dexar el señor al pueblo lo que deve aver dellos, les tomará lo que non
deve.
-Qui non faz buenas obras a los que las an mester, non le ayudarán cuando
los ovier mester.
-Más val sofrir fanbre que tragar bocado dañoso.
-De los viles se sirve omne por premia; de los buenos et onrados, con amor
et buenas obras.
-Ay verdat buena, et ay verdat mala.
El Conde Lucanor
174
-Tanto enpeeçe a vegadas la mala palabra como la mala obra.
-Non se escusa de ser menguado qui por otri faze su mengua.
-Qui ama más de cuanto deve, por amor será desamado.
-La mayor desconosçençia es quien non conosçe a sí; pues ¿cómo conozcrá
a otri?
-El que es sabio sabe ganar perdiendo, et sabe perder ganando.
-El que sabe sabe que non sabe; el que non sabe cuida que sabe.
-La escalera del galardón es el pensamiento, et los escalones son las obras.
-Quien non cata las fines fará los comienços errados.
-Qui quiere acabar lo que desea, desee lo que puede acabar.
-Cuando se non puede fazer lo que omne quiere, quiera lo que se pueda
fazer.
-El cuerdo sufre al loco, et non sufre el loco al cuerdo, ante le faz premia.
-El rey rey reina; el rey non rey non reina, mas es reinado.
-Muchos nombran a Dios et fablan en Él, et pocos andan por las sus car-
reras.
-Espantosa cosa es enseñar el mudo, guiar el çiego, saltar el contrecho; más
lo es dezir buenas palabras et fazer malas obras.
-El que usa parar lazos en que cayan los omnes, páralos a otri et él caerá en
ellos.
-Despreçiado deve seer el castigamiento del que non bive vida alabada.
-¡Cuántos nombran la verdat et non andan por sus carreras!
El Conde Lucanor
175
-Venturado et de buen seso es el que fizo caer a su contrario en el foyo que
fiziera para en que él cayesse.
-Quien quiere que su casa esté firme, guarde los çimientos, los pilares et el
techo.
-Usar la verdat, seer fiel, et non fablar en lo que non aprovecha, faz llegar a
omne a grand estado.
-El mejor pedaço que ha en el omne es el coraçón; esse mismo es el peor.
-Qui non esseña et castiga sus fijos ante del tiempo de la desobediençia,
para siempre ha dellos pecado.
-La mejor cosa que omne puede escoger para este mundo es la paz sin
mengua et sin vergüença.
-Del fablar biene mucho bien; del fablar biene mucho mal.
-Del callar biene mucho bien; del callar biene mucho mal.
-El seso et la mesura et la razón departen et judgan las cosas.
-¡Cómo sería cuerdo qui sabe que ha de andar grand camino et passar fuerte
puerto si aliviasse la carga et amuchiguasse la vianda!
-Cuando el rey es de buen seso et de buen consejo et sabio [et] sin maliçia,
es bien del pueblo; et el contrario.
-Qui por cobdiçia de aver dexa los non fieles en desobediençia de Dios,
non es tuerto de seer su despagado.
-Al que Dios da vençimiento de su enemigo guárdesse de lo porque fue
vençido.
-Si el fecho faz grand fecho et buen fecho et bien fecho, non es grand
fecho. El fecho es fecho cuando el fecho faze el fecho; es grand fecho et
bien fecho si el non fecho faz grand fecho et bien fecho.
El Conde Lucanor
176
-Por naturales et vatalla campal se destruyen et se conquieren los grandes
regnos.
-Guiamiento de la nave, vençimiento de lid, melezinamiento de enfermo,
senbramiento de cualquier semiente, ayuntamiento de novios, non se
pueden fazer sin seso de omne et voluntat et gracia speçial de Dios.
-Non será omne alabado de complida fialdat fata que todos sus enemigos
fíen del sus cuerpos et sus fechos. Pues cate omne por cuál es tenido si sus
amigos non osan fiar de’l.
-Qui escoge morada en tierra do non es el señor derechudero et fiel et
apremiador et físico sabidor et complimiento de agua, mete a sí et a su
compaña en grant aventura.
-Todo omne es bueno, mas non para todas las cosas.
-Dios guarde a omne de fazer fecho malo, ca por lo encobrir abrá de fazer
otro o muchos malos fechos.
-Qui faze jurar al que bee que quiere mentir, ha parte en el pecado.
-El que faze buenas obras a los buenos et a los malos, recibe bien de los
buenos et es guardado de los malos.
-Por omillarse al rey et obedeçer a los príncipes, et honrar a los mayores et
fazer bien a los menores, et consejarse con los sus leales, será omne seguro
et non se arrepintrá.
-Qui escarnece de la lisión o mal que biene por obra de Dios, non es seguro
de non acaesçer a él.
-Non deve omne alongar el bien, pues lo piensa, porque non le estorve la
voluntat.
-Feo es ayunar con la voca sola et pecar con todo el cuerpo.
El Conde Lucanor
177
-Ante se deven escoger los amigos que omne mucho fíe nin se aventure por
ellos.
-Del que te alaba más de cuanto es verdat, non te assegures de te denostar
más de cuanto es verdat.
Tercera parte del Libro del Conde Lucanor et de Patronio
Escusación de Patronio al Conde Lucanor
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, después que el otro libro fue
acabado, porque entendí que lo queríades vós, començé a fablar en este li-
bro más avreviado et más oscuro que en el otro. Et como quier que en esto
que vos he dicho en este libro ay menos palabras que en el otro, sabet que
non es menos el aprovechamiento et el entendimiento deste que del otro,
ante es muy mayor para quien lo estudiare et lo entendiere; ca en el otro ay
cincuenta enxiemplos et en éste ay ciento. Et pues en el uno et en el otro ay
tantos enxiemplos, que tengo que devedes tener por assaz, paresce que
faríedes mesura si me dexásedes folgar daquí adelante.
-Patronio -dixo el conde Lucanor-, vós sabedes que naturalmente de tres
cosas nunca los omnes se pueden tener por pagados et siempre querrían
más dellas: la una es saber, la otra es onra et preçiamiento, la otra es
abastamiento para en su vida. Et porque el saber es tan buena cosa, tengo
que non me devedes culpar por querer ende aver yo la mayor parte que pu-
diere, et porque sé que de ninguno non lo puedo mejor saber que de vos,
creed que, en cuanto viva, nunca dexaré de vos afincar que me amostredes
lo más que yo pudiere aprender de lo que vós sabedes.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, pues veo que tan buena razón et tan
buena entençión vos muebe a esto, dígovos que tengo por razón de trabajar
aún más, et dezirvos he lo que entendiere de lo que aún fata aquí non vos
dixe nada. Ca dezir una razón muchas vegadas, si non es por algún prove-
cho señalado, o paresçe que cuida el que lo dize que aquel que lo ha de oír
El Conde Lucanor
178
es tan boto que lo non puede entender sin lo oír muchas vezes, o paresçe
que ha sabor de fenchir el libro non sabiendo qué poner en él. Et lo que
daquí adelante vos he a dezir comiença assí:
-Lo caro es caro, cuesta caro, guárdasse caro, acábalo caro; lo rehez es re-
hez, cuesta rehez, guardase rehez, acábalo rehez; lo caro es rehez, lo rehez
es caro.
-Grant marabilla será, si bien se falla, el que fía su fecho et faze mucho
bien al que erró et se partió sin grand razón del con qui avía mayor debdo.
-Non deve omne crer que non se atreverá a él por esfuerço de otri el que se
atreve a otri por esfuerço de’l.
-El que quiere enpeeçer a otri non deve cuidar que el otro non enpeçerá a
él.
-Por seso se mantiene el seso. El seso da seso al que non ha seso. Sin seso
no se guarda el seso.
-Tal es Dios et los sus fechos que señal es que poco lo conoscerán los que
mucho fablan en Él.
-De buen seso es el que non puede fazer al otro su amigo de non lo fazer su
enemigo.
-Qui cuida aprender de los omnes todo lo que saben, yerra; qui aprende lo
aprovechoso, açierta.
-El consejo, si es grand consejo, es buen consejo; faz buen consejo, da buen
consejo; párasse al consejo qui de mal consejo faz buen consejo; el mal
consejo de buen consejo faz mal consejo. A gran consejo a mester grand
consejo. Grand bien es del que ha et quiere et cree buen consejo.
-El mayor dolor faz olvidar al que non es tan grande.
-Qui ha de fablar de muchas cosas ayuntadas es como el que desbuelve
grand oviello que ha muchos cabos.
El Conde Lucanor
179
-Todas las cosas naçen pequeñas et creçen; el pesar nasçe grande et cada
día mengua.
-Por onra rejibe onra qui faz onra. La onra dévese fazer onra, guardándola.
-El cuerdo de la bívora faz triaca; et el de mal seso de gallinas faz vegam-
bre.
-Qui se desapodera non es seguro de tornar a su poder cuando quisiere.
-Non es de buen seso qui mengua su onra por cresçer la agena.
-Qui faz bien por reçebir bien non faz bien, porque el bien es carrera del
complido bien, se deve fazer el bien.
-Aquello es bien que se faz bien.
-Por fazer bien se ha el complido bien.
-Usar malas viandas et malas maneras es carrera de traer el cuerpo et la
fazienda et la fama en peligro.
-Qui se duele mucho de la cosa perdida que se non puede cobrar, et des-
maya por la ocasión de que non puede foír, non faze buen seso.
-Muy caro cuesta reçebir don del escasso; cuanto más pedir al avariento.
-La razón es razón de razón. Por razón es el omne cosa de razón. La razón
da razón. La razón faz al omne seer omne; assí por razón es el omne: cu-
anto el omne a más de razón, es más omne; cuanto menos, menos. Pues el
omne sin razón non es omne, mas es de las cosas en que non ha razón.
-El sofrido sufre cuanto deve et después cóbrasse con bien et con plazer.
-Razón es de bevir mal a los que son dobles de coraçón et sueltos para
complir los desaguisados deseos.
-Los que non creen verdaderamente en Dios, razón es que non sean por él
defendidos.
El Conde Lucanor
180
-Si el omne es omne, cuanto es más omne es mejor omne. Si el grand omne
es bien omne, es buen omne et grand omne; cuanto el grand omne es menos
omne, es peor omne; non es grand omne sinon el buen omne; si el grand
omne non es buen omne, nin es grand omne nin buen omne; mejor le sería
nunca seer omne.
-Largueza en mengua, astinençia en abondamiento, castidat en mançebía,
omildat en grand onra fazen al omne mártir sin escarnimiento de sangre.
-Qui demanda las cosas más altas que sí, et escodriña las más fuertes, non
faze buen recabdo.
-Razón es que reciba omne de sus fijos lo que su padre reçibió de’l.
-Lo mucho espara mucho; mucho sabe qui en lo mucho faz mucho por lo
mucho, lo poco dexa por lo mucho; por mengua non pierde lo poco; en-
dereça lo mucho. Siempre ten el coraçón en lo mucho.
-Cuanto es el omne mayor, si es verdadero omildoso, tanto fallará más gra-
cias ante Dios.
-Lo que Dios quiso asconder non es aprovechoso de lo veer omne con sus
ojos.
-Por la bendiçión del padre se mantienen las casas de los fijos; por la
maldiçión de la madre se derriban los cimientos de raíz.
-Si el poder es grand poder, el grand poder ha grand saber. Con grand saber
es grand querer; teniendo que de Dios es todo el poder, et de su gracia aver
poder, deve creçer su grand poder.
-Qui quiere onrar a sí et a su estado, guise que sean seguros del los buenos
et que se recelen del los malos.
-La dubda et la pregunta fazen llegar al omne a la verdat.
-Non deve omne aborreçer todos los omnes por alguna tacha, ca non puede
seer ninguno guardado de todas las tachas.
El Conde Lucanor
181
-El yerro es yerro; del yerro nasçe yerro; del pequeño yerro nasçe grand
yerro; por un yerro viene otro yerro; si bien biene del yerro, siempre torna
en yerro; nunca del yerro puede venir non yerro.
-Qui contiende con el que se paga del derecho et de la verdat, et lo usa, non
es de buen seso.
-Los cavalleros et el aver son ligeros de nombrar et de perder, et graves de
ayuntar et más de mantener.
-El cuerdo tiene los contrarios et el su poder por más de cuanto es, et los
ayudadores et el su poder por menos de cuanto es.
-Fuerça non fuerça a fuerça; fuerça desfaz con fuerça, a vezes mejor sin
fuerça. Non se dize bien «Fuerça a vezes presta la fuerça.» Do se puede es-
cusar, non es de provar fuerça.
-Cuerdo es quien se guía por lo que contesçió a los que passaron.
-Como cresçe el estado, assí cresçe el pensamiento; si mengua el estado,
cresçe el cuidado.
-Con dolor non guaresçe la gran dolençia mas con melezina sabrosa.
-Amor creçe amor; si amor es buen amor, es amor; amor, más de amor non
es amor; amor de grand amor faz desamor.
-A cuidados que ensanchan et cuidados que encogen.
-Mientre se puede fazer, mejor es manera que la fuerça.
-Los leales dizen lo que es: los arteros lo que quieren.
-Vida buena vida es; vida buena vida da.
-Qui non a vida non da vida; qui es vida da vida. Non es vida la mala vida.
Vida sin vida, non es vida. Qui non puede aver vida, cate que aya complida
vida.
El Conde Lucanor
182
Cuarta parte del Libro del Conde Lucanor et de Patronio
Razonamiento de Patronio al Conde Lucanor
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, porque entendí que era vuestra vol-
untat, et por el afincamiento que me fiziestes, porque entendí que vos
movíades por buena entençión, trabajé de vos dezir algunas cosas más de
las que vos avía dicho en los enxiemplos que vos dixe en la primera parte
deste libro en que ha çincuenta enxiemplos que son muy llanos et muy de-
clarados; et pues en la segunda parte ha çient proverbios et algunos fueron
ya cuanto oscuros et los más, assaz declarados; et en esta tercera parte puse
çincuenta proverbios, et son más oscuros que los primeros çincuenta
enxiemplos, nin los çient proverbios. Et assí, con enxiemplos et con los
proverbios, hevos puesto en este libro dozientos entre proverbios et
enxiemplos, et más: ca en los çincuenta enxiemplos primeros, en contando
el enxiemplo, fallaredes en muchos lugares algunos proverbios tan buenos
et tan provechosos como en las otras partes deste libro en que son todos
proverbios. Et bien vos digo que cualquier omne que todos estos proverbios
et enxiemplos sopiesse, et los guardasse et se aprovechasse dellos, quel’
cumplían assaz para salvar el alma et guardar su fazienda et su fama et su
onra et su estado. Et pues tengo que en lo que vos he puesto en este libro ha
tanto que cumple para estas cosas, tengo que si aguisado quisiéredes catar,
que me devíedes ya dexar folgar.
-Patronio -dixo el conde-, ya vos he dicho que por tan buena cosa tengo el
saber, et tanto querría de’l aver lo más que pudiesse, que por ninguna guisa
nunca he de partir manera de fazer todo mio poder por saber ende lo más
que yo pudiere. Et porque sé que non podría fallar otro de quien más pueda
saber que de vos, dígovos que en toda la mi vida nunca dexaré de vos
preguntar et afincar por saber de vos lo más que yo pudiere.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, pues assí es, et assí lo queredes, yo
dezirvos he algo segund lo entendiere de lo que fasta aquí non vos dixe,
mas pues veo que lo que vos he dicho se vos faze muy ligero de entender,
daquí adelante dezirvos he algunas cosas más oscuras que fasta aquí et al-
gunas assaz llanas. Et si más me afincáredes, avervos he a fablar en tal
manera que vos converná de aguzar el entendimiento para las entender.
El Conde Lucanor
183
-Patronio -dixo el conde-, bien entiendo que esto me dezides con saña et
con enojo por el afincamiento que vos fago; pero como quier que segund el
mío flaco saber querría más que me fablássedes claro que oscuro, pero
tanto tengo que me cumple lo que vós dezides, que querría ante que me fa-
blássedes cuanto oscuro vós quisierdes, que non dexar de me mostrar algo
de cuanto vós sabedes.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, pues assí lo queredes, daquí adel-
lante parad bien mientes a lo que vos diré.
-En el presente muchas cosas grandes son un tiempo grandes et non pares-
cen, et omne nada en el passado las tiene.
-Todos los omnes se engañan en sus fijos et en su apostura et en sus vonda-
des et en su canto.
-De mengua seso es muy grande por los agenos grandes tener los yerros
pequeños por los suyos.
-Del grand afazimiento nasçe menospreçio.
-En el medrosas deve señor idas primero et las apressuradas ser sin el que
saliere lugar, enpero fata grand periglo que sea.
-Non deve omne fablar ante otro muy sueltamente fasta que entienda qué
conparación ha entre el su saber et el del otro.
-El mal porque toviere lo otro en que vee guardar en el que se non deve
querer caya.
-Non se deve omne tener por sabio nin encobrir su saber más de razón.
-Non la salut siente nin el bien, el siente se contrario.
-Non faze buen seso el señor que se quiere servir o se paga del omne que es
maliçioso, nin mintroso.
El Conde Lucanor
184
-Con más mansedumbre sabios sobervia, con que cosas fallago con braveza
los acaban.
-De buen seso es qui se guarda de se desavenir con aquél sobre que ha po-
der, cuanto más con el que lo ha mayor que él.
-Aponen que todo omne deve alongar de sí el sabio, ca los faze con él mal
los malos omnes.
-Qui toma contienda con el que más puede, métese en grand periglo; qui la
toma con su egual, métese en aventura; qui la toma con el que menos
puede, métese en menospreçio; pues lo mejor es qui puede aver paz a su
pro et su onra.
-El seso por que guía, non es su alabado et el que non fía mucho de su seso
descubre poridat al de qui es flaco.
-Más aprovechoso es a muchos omnes aver algún reçelo que muy grand
paz sin ninguna contienda.
-Grand bien es al señor que non aya el coraçón esforçado et si oviere de
seer de todo coraçón fuerte, cúmplel’ cuerpo assaz lo esforçado.
-El más complido et alabado para consegero es el que guarda bien la pori-
dat et es de muertas cobdiçias et de bivo entendimiento.
-Más tiempos aprovecha para’l continuado deleite, que a la fazienda
pensamiento et alegría.
-Por fuertes ánimos, por mengua de aver, por usar mucho mugeres, et bino
et malos plazeres, por ser tortiçero et cruel, por aver muchos contrarios et
pocos amigos se pierden los señoríos o la vida.
-Errar para perdonar a de ligero da atrevimiento los omnes.
-El plazer faze sin sabor las viandas que lo non son, el pesar faze sabrosas
las viandas.
El Conde Lucanor
185
-Grand vengança para menester luengo tiempo encobrir la madureza seso
es.
-Assí es locura si el de muy grand seso se quier mostrar por non lo seer,
como es poco seso si el cuerdo se muestra cuerdo algunas vezes.
-Por fuerte voluntat que sea contender con su enemigo luengo tiempo más
fuerte cosa es con su omne.
-Dizen por mal uso complir mester por su talante verdat de cuanto menos
por fablar lo de los omnes es o por más saber.
-De buen seso es qui non quiere fazer para gran obra lo que la ha non
teniendo acabar mester aparejado.
-Más fechos deve omne acomendar a un omne de a cuantos non puede po-
ner recabdo.
-Luengos tiempos ha omne obrado dallí adelante que creer en cuál manera
obrar deven assí.
Quinta parte del Libro del Conde Lucanor et de Patronio
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, ya desuso vos dixe muchas vezes
que tantos enxiemplos et proverbios, dellos muy declarados et dellos ya cu-
anto más oscuros, vos avía puesto en este libro, que tenía que vos cumplía
assaz, et por afincamiento que me feziestes ove de poner en estos
postremeros treinta proverbios algunos tan oscuramente que será marabilla
si bien los pudierdes entender, si yo o alguno de aquellos a qui los yo mo-
stré non vos los declarare; pero seet bien çierto que aquellos que parescen
más oscuros o más sin razón que, desque los entendiéredes, que fallaredes
que non son menos aprovechosos que cualesquier de los otros que son
ligeros de entender. Et pues tantas cosas son escriptas en este libro sotiles
et oscuras et abreviadas, por talante que don Johan ovo de complir talante
de don Jaime, dígovos que non quiero fablar ya en este libro de enxiem-
El Conde Lucanor
186
plos, nin de proverbios, mas fablar he un poco en otra cosa que es muy más
aprovechosa.
Vós, conde señor, sabedes que cuanto las cosas spirituales son mejores et
más nobles que las corporales, señaladamente porque las spirituales son
duraderas et las corporales se an de corromper, tanto es mejor cosa et más
noble el alma que el cuerpo, ca el cuerpo es cosa corrutible et el alma cosa
duradera; pues si el alma es más noble et mejor cosa que el cuerpo, et la
cosa mejor deve seer más preçiada et más guardada, por esta manera non
puede ninguno negar que el alma non deve seer más preçiada et más guar-
dada que el cuerpo.
Et para seer las almas guardadas ha mester muchas cosas, et entendet que
en dezir guardar las almas, non quiere ál dezir sinon fazer tales obras por-
que se salven las almas; ca por dezir guardar las almas, non se entiende que
las metan en un castillo, nin en un arca en que estén guardadas, mas quiere
dezir que por fazer omne malas obras van las almas al Infierno. Pues para
las guardar que non vayan al Infierno, conviene que se guarde de las malas
obras que son carrera para ir al Infierno, et guardándose destas malas obras
se guarde del Infierno.
Pero devedes saber que para ganar la gloria del Paraíso, que ha guardarse
omne de malas obras, que mester es de fazer buenas obras, et estas buenas
obras para guardar las almas et guisar que vayan a Paraíso ha mester ý estas
cuatro cosas: la primera, que aya omne et biva en ley de salvaçión; la se-
gunda, que desque es en tiempo para lo entender, que crea toda su ley et to-
dos sus artículos et que non dubde en ninguna cosa dello; la terçera, que
faga buenas obras et a buena entençión porque gane el Paraíso; la cuarta,
que se guarde de fazer malas obras porque sea guardada la su alma de ir al
Infierno.
A la primera, que aya omne et biva en ley de salvaçión, a ésta vos digo que,
segund verdad, la ley de salvaçión es la sancta fe cathólica segund la tiene
et la cree la sancta madre Ecclesia de Roma. Et bien creed que en aquella
manera que lo tiene la begizuela que esta filando a su puerta al sol, que assí
es verdaderamente; ca ella cree que Dios es Padre et Fijo et Espíritu
Sancto, que son tres personas et un Dios; et cree que Jhesu-Christo es ver-
dadero Dios et verdadero omne; et que fue fijo de Dios et que fue enge n-
drado por el Spíritu Sancto en el vientre de la bien aventurada Virgo Sancta
El Conde Lucanor
187
María; et que nasçió della Dios et omne verdadero, et que fincó ella virgen
cuando conçibió, et virgen seyendo preñada, et virgen después que parió; et
que Jhesu-Christo se crió et cresçió como otro moço; et después, que pre-
dicó, et que fue preso, et tormentado, et después puesto en la cruz, et que
tomó ý muerte por redemir los pecadores, et que descendió a los infiernos,
et que sacó ende los Padres que sabían que avía de venir et esperavan la su
venida, et que resusçitó al terçer día, et aparesçió a muchos, et que subió a
los çielos en cuerpo et en alma, et que envió a los apóstoles el Spíritu
Sancto que los confirmó et los fizo saber las Scripturas et los lenguages, et
los envió por el mundo a predigar el su Sancto Evangelio. Et cree que Él
ordenó los sacramentos de Sancta Eglesia, et que los son verdaderamente
assí como Él ordenó, et que ha de venir a nos judgar, et nos dará lo que
cada uno meresçió, et que resusçitaremos, et que en cuerpo et en alma av-
remos después gloria o pena segund nuestros meresçimientos. Et cierta-
mente cualquier vegizuela cree esto, et esso mismo cree cualquier chris-
tiano.
Et, señor conde Lucanor, bien cred por cierto que todas estas cosas, bien
assí como los christianos las creen, que bien assí son, mas los christianos
que non son muy sabios, nin muy letrados, créenlas simplemente como las
cree la Sancta Madre Eglesia et en esta fe et en esta creençia se salvan;
mas, si lo quisierdes saver cómo es et cómo puede seer et cómo devía seer,
fallarlo hedes más declarado que por dicho et por seso de omne se puede
dezir et entender en el libro que don Johan fizo a que llaman De los Esta-
dos, et tracta de cómo se prueva por razón que ninguno, christiano, nin pa-
gano, nin ereje, nin judío, nin moro, nin omne del mundo, non pueda dezir
con razón que el mundo non sea criatura de Dios, et que, de neçessidat,
conviene que sea Dios fazedor et criador et obrador de todos, et en todas las
cosas; et que ninguna non obra en Él. Et otrosí, tracta cómo pudo ser et
cómo et por cuáles razones pudo ser et deve seer que Jhesu Christo fuesse
verdadero Dios et verdadero omne; et cómo puede seer que los sacramentos
de Sancta Ecclesia ayan aquella virtud que Sancta Eglesia dize et cree.
Otrosí, tracta de cómo se prueva por razón que el omne es compuesto de
alma et de cuerpo, et que las almas ante de la resurrectión avrán gloria o
pena por las obras buenas o malas que ovieron fechas seyendo ayuntadas
con los cuerpos, segund sus meresçimientos, et después de la resurrectión
que la avrán ayuntadamente el alma et el cuerpo; et que assí como ayunta-
damente fizieron el bien o el mal, que assí ayuntadamente ayan el galardón
o la pena.
El Conde Lucanor
188
Et, señor conde Lucanor, en esto que vos he dicho que fallaredes en aquel
libro, vos digo assaz de las dos cosas primeras que convienen para salva-
miento de las almas, que son: la primera, que aya omne et viva en ley de
salvaçión; et la segunda, que crea toda su ley et todos sus artículos et que
non dubde en ninguno dellos. Et porque las otras dos, que son: cómo puede
omne et deve fazer buenas obras para salvar el alma et guardarse de fazer
las malas por escusar las penas del Infierno, como quier que en aquel
mismo libro tracta desto assaz conplidamente, pero, porque esto es tan
mester de saber et cumple tanto, et porque por aventura algunos leerán este
libro et non leerán el otro, quiero yo aquí fablar desto; pero sé çierto que
non podría dezir complidamente todo lo que para esto sería mester. Diré
ende, segund el mío poco saber, lo que Dios me endereçe a dezir, et quiera
Él, por la su piadat, que diga lo que fuere su serviçio et provechamiento de
los que lo leyeren et lo oyeren.
Pero ante que fable en estas dos maneras -cómo se puede et deve omne
guardar de fazer malas obras para escusar las penas del Infierno, et fazer las
buenas para ganar la gloria del Paraíso- diré un poco cómo es et cómo
puede seer que los Sacramentos sean verdaderamente assí como lo tiene la
Sancta Eglesia de Roma. Et esto diré aquí, porque non fabla en ello tan de-
claradamente en el dicho libro que don Johan fizo.
Et fablaré primero en el sacramento del cuerpo de Dios, que es el sacra-
mento de la hostia, que se consagra en el altar. Et comienço en éste porque
es el más grave de creer que todos los sacramentos; et probándose esto por
buena et por derecha razón, todos los otros se pruevan. Et con la merçed de
Dios, desque éste oviere provado, yo provaré tanto de los otros con buena
razón, que todo omne, aunque non sea christiano, et aya en sí razón et buen
entendimiento, entendrá que se prueva con razón; que para los christianos
non cumple de catar razón, ca tenudos son de lo creer, pues es verdat, et lo
cree Sancta Eglesia, et como quier que esto les cumplía assaz, pero non les
enpesçe saber estas razones, que ya desuso en aquel libro se prueva por
razón que forçadamente avemos a saber et creer que Dios es criador et
fazedor de todas las cosas et que obra en todas las cosas et ninguna non
obra en Él.
Otrosí, es provado que Dios crió el omne et que non fue criado solamente
por su naturaleza, mas que lo crió Dios de su propria voluntat. Otrosí, que
El Conde Lucanor
189
lo crió compuesto de alma et de cuerpo, que es cosa corporal et cosa spiri-
tual, et que es compuesto de cosa duradera et cosa que se ha de corromper;
et éstas son el alma et el cuerpo, et que para éstas aver amas gloria o pena,
convinía que Dios fuesse Dios et omne; et todo esto se muestra muy com-
plidamente en aquel libro que dicho es.
Et pues es provado que Jhesu Christo fue et es verdaderamente Dios, et
Dios es todo poder complido, non puede ninguno negar que el sacramento
que Él ordenó que lo non sea et que non aya aquella virtud que Él en el sac-
ramento puso; pero que si alguno dixiere que esto tañe en fe et que él non
quiere aver fe sinon en cuanto se mostrare por razón, digo yo que demás de
muchas razones que los sanctos et los doctores de sancta Eglesia ponen,
que digo yo esta razón.
Cierto es que nuestro señor Jhesu Christo, verdadero Dios et verdadero
omne, seyendo el jueves de la çena a la mesa con sus apóstoles, sabiendo
que otro día devía seer fecho sacrifiçio del su cuerpo, et sabiendo que los
omnes non podían seer salvos del poder del Diablo -en cuyo poder eran
caídos por el pecado del primer omne- nin podían seer redemidos sinon por
el sacrifiçio que de’l se avía de fazer, quiso, por la su grand bondat, sofrir
tan grand pena como sufrió en la su passión, et por aquel sacrifiçio que fue
fecho del su cuerpo, fueron redemidos todos los sanctos que eran en el
Limbo, ca nunca ellos pudieran ir al Paraíso sinon por el sacrificio que se
fizo del cuerpo de Jhesu Christo; et aun tienen los sanctos et los doctores de
sancta Eglesia, et es verdat, que tan grande es el bien et la gloria del
Paraíso, que nunca lo podría omne aver, nin alcançar, sinon por la passión
de Jhesu Christo, por los meresçimientos de sancta María et de los otros
sanctos. Et por aquella sancta et aprovechosa passión fueron salvos et re-
demidos todos los que fasta entonçe eran en el Limbo et serán redemidos
todos los que murieren et acabaren derechamente en la sancta fe cathólica.
Et porque Jhesu Christo, segund omne, avía de morir et non podía fincar en
el Mundo et Él era el verdadero cuerpo porque los omnes avían a seer sal-
vos, quísonos dexar el su cuerpo verdadero assí complido como lo Él era,
en que se salvassen todos los derechos et verdaderos christianos; et por esta
razón, tomó el pan et bendíxolo et partiólo et diolo a sus disçiplos et dixo:
«Tornat et comet, ca éste es el mío cuerpo»; et después tomó el cálix, dio
gracias a Dios, et dixo: «Bevet todos éste, ca ésta es la mi sangre»; et allí
ordenó el sacramento del su cuerpo. Et devedes saber que la razón porque
dizen que tomó el pan et bendíxolo et partiólo es ésta: cada que Jhesu
El Conde Lucanor
190
Christo bendizía el pan, luego él era partido tan egual como si lo partiesse
con el más agudo cochiello que pudiesse seer. Et por esto dize en el Evan-
gelio quel’ conosçieron los apóstoles después que resusçitó en el partir del
pan; ca por partir el pan en otra manera como todos lo parten, non avía la
Sancta Escriptura por qué fazer mençión del partir del pan, mas fázelo por-
que Jhesu Christo partía sienpre el pan, mostrando cómo lo podía fazer tan
marabillosamente.
Et otrosí, dexó este sancto sacramento porque fincasse en su remembrança.
Et assí, pues se prueva que Jhesu Christo es verdadero Dios et assí como
Dios pudo fazer todas las cosas, et es çierto que fizo et ordenó este sacra-
mento, non puede dezir ninguno con razón que non lo devía ordenar assí
como lo fizo; et que non ha complidamente aquella virtud que Jhesu
Christo, verdadero Dios, en él puso.
Et el baptismo, otrossí, todo omne que buen entendimiento aya, por razón
deve entender que este sacramento se devió fazer et era muy grand mester;
ca bien entendedes vós que como quier que el casamiento sea fecho por
mandado de Dios et sea uno, de los sacramentos, pero porque en la manera
de la engendraçión non se puede escusar algún deleite, por ventura non tan
ordenado como serié mester, por ende todos los que nasçieron et nasçerán
por engendramiento de omne et de muger nunca fue nin será ninguno es-
cusado de nasçer en el pecado deste deleite. Et a este pecado llamó la
Scriptura «pecado original», que quiere dezir, segund nuestro lenguaje,
«pecado del nasçimiento»; et por que ningund omne que esté en pecado
non puede ir a Paraíso, por ende, fue la merçed de Dios de dar manera
cómo se alimpiasse este pecado; et para lo alimpiar, ordenó nuestro señor
Dios, en la primera ley, la circunçisión; et como quier que en cuanto duró
aquella ley cumplían aquel sacramento, porque entendades que todo lo que
en aquella ley fue ordenado, que todo fue por figura desta sancta ley que
agora abemos, devédeslo entender señaladamente en este sacramento del
baptismo, ca entonçe circunçidavan los omnes, et ya en ésta paresçe que
era figura que de otra guisa avía de seer; ca vós entendedes que el sacra-
mento complido egualmente se deve fazer, pues el circunçidar non se
puede fazer sinon a los varones; pues si non se puede ninguno salvar del
pecado original sinon por la çircunçisión, çierto es que las mugeres que non
pueden este sacramento aver, non pueden seer alimpiadas del pecado origi-
nal. Et assí, entendet que la çircunçisión que fue figura del alimpiamiento
que se avía de ordenar en la sancta fe cathólica que nuestro señor Jhesu
El Conde Lucanor
191
Christo ordenó assí como Dios. Et cuando Él ordenó este sancto sacra-
mento, quísolo ordenar aviendo reçebido en sí el sacramento de la çircun-
çisión, et dixo que non viniera Él por menguar nin por desfazer la ley, si-
non por la complir, et cumplió la primera ley en la çircunçisión, et la se-
gunda, que Él ordenó, reçibiendo baptismo de otro, como lo reçebió de sant
Johan Baptista.
Et porque entendades que el sacramento que Él ordenó del baptismo es
derechamente ordenado para alimpiar el pecado original, parad en ello vien
mientes et entendredes cuánto con razón es ordenado.
Ya desuso es dicho que en la manera del engendramiento non se puede es-
cusar algún deleite; contra este deleite, do conviene de aver alguna cosa
non muy limpia, es puesto uno de los elementos que es el más limpio, et
señaladamente para alimpiar, ca las más de las cosas non limpias, todas se
alimpian con el agua. Otrosí, en bapteando la criatura dizen: «Yo te bateo
en el nombre del Padre et del Fijo et del Spíritu Sancto»; et métenlo en el
agua. Pues veet si este sancto sacramento es fecho con razón, ca en dici-
endo: «Yo te bateo en el nombre del Padre et del Fijo et del Spíritu Sancto»
ý mismo dize et nombra toda la Trinidat et muestra el poder del Padre et el
saber del Fijo et la bondat del Spíritu Sancto; et dize que por estas tres co-
sas, que son Dios et en Dios, sea alimpiada aquella criatura de aquel pecado
original en que nasçió; et la palabra llega al agua, que es elemento, et
fázese sacramento. Et este ordenamiento deste sancto sacramento que Jhesu
Christo ordenó es egual et complido, ca tan bien lo pueden reçebir, et lo
reçiben, las mugeres como los omnes. Et assí, pues este sancto sacramento
es tan mester, et fue ordenado tan con razón, et lo ordenó Jhesu Christo,
que lo podía ordenar assí como verdadero Dios, non puede con razón dezir
omne del mundo que este sancto sacramento non sea tal et tan complido
como lo tiene la madre sancta Eglesia de Roma.
Et cuanto de los otros cinco sacramentos que son: penitençia, confirmación,
casamiento, orden, postrimera unçión, bien vos diría tantas et tan buenas
razones en cada uno dellos, que vós entendíades que eran assaz; mas
déxolo por dos cosas; la una, por non alongar mucho el libro; et lo ál, por-
que sé que vós et quien quier que esto oya entendrá que tan con razón se
prueva lo ál como esto.
El Conde Lucanor
192
Et pues esta razón es acabada assí como la yo pude acabar, tornaré a fablar
de las dos maneras en cómo se puede omne, et deve, guardar de fazer malas
obras para se guardar de ir a las penas del Infierno, et podrá fazer et fará
buenas obras para ganar la gloria del Paraíso.
Señor conde Lucanor, segund desuso es dicho, sería muy grave cosa de se
poner por escripto todas las cosas que omne devía fazer para se guardar de
ir a las penas del Infierno et para ganar la gloria del Paraíso; pero quien lo
quisiesse dezir abreviadamente podría dezir que para esto non ha mester ál
sinon fazer bien et non fazer mal. Et esto sería verdat, mas porque esto
sería, como algunos dizen, grand verdat et poco seso, por ende, conviene
que, pues me atreví a tan grand atrevimiento de fablar en fechos que cuido
que me non pertenesçía segund la mengua del mío saber que declare más
cómo se pueden fazer estas dos cosas. Por ende, digo assí: que las obras
que omne ha de fazer para que aya por ellas la gloria del Paraíso, lo
primero, conviene que las faga estando en estado de salvación. Et devedes
saber que el estado de salvaçión es cuando el omne está en verdadera peni-
tencia, ca todos los vienes que omne faze non estando en verdadera peni-
tencia, non gana omne por ellos la gloria del Paraíso; et razón et derecho
es, ca el Paraíso, que es veer a Dios et es la mayor gloria que seer puede,
non es razón nin derecho que la gane omne estando en pecado mortal, mas
lo que omne gana por ellas es que aquellas buenas obras lo traen mas aína a
verdadera penitencia, et esto es muy grand bien. Otrosí, le ayudan a los bi-
enes deste mundo para aver salud et onra et riqueza et las otras bienandan-
ças del mundo. Et estando en este bienaventurado estado, las obras que
omne ha de fazer para aver la gloria de Paraíso son assí como limosna et
ayuno et oraçión et romería et todas obras de misericordia; pero todas estas
buenas obras, para que omne por ellas aya la gloria de Paraíso, ha mester
que se fagan en tres maneras: lo primero, que faga omne buena obra; lo se-
gundo, que la faga bien; lo terçero, que la faga por escogimiento. Et, señor
conde, como quier que esto se puede assaz bien entender, pero porque sea
más ligero aún, dezirvos lo he más declarado.
Fazer omne buena obra es toda cosa que omne faze por Dios, mas es mester
que se faga bien, et esto es que se faga a buena entençión, non por vana
gloria, nin por ipocrisía, nin por otra entençión, sinon solamente por ser-
viçio de Dios; otrosí, que lo faga por escogimiento; esto es, que cuando
oviere de fazer alguna obra, que escoja en su talante si es aquélla buena
obra o non, et desque viere que es buena obra, que escoja aquélla porque es
El Conde Lucanor
193
buena et dexe la otra que él entiende et escoje que es mala. Et faziendo
omne estas buenas obras, et en esta manera, fará las obras que omne deve
fazer para aver la gloria de Paraíso; mas por fazer omne buena obra si la faz
por vana gloria o por ipocrisía o por aver la fama del mundo, maguer que
faz buena obra, non la faz bien nin la faz por escogimiento, ca el su en-
tendimiento bien escoge que non es aquello lo mejor nin la derecha et ver-
dadera entençión. Et a este tal contezerá lo que contezçió al senescal de
Carcassona, que maguer a su muerte fizo muchas buenas obras, porque non
las fizo a buena nin a derecha entençión, non le prestaron para ir a Paraíso
et fuesse para el Infierno. Et si quisiéredes saber cómo fue esto deste senes-
cal, fallarlo hedes en este libro en el capítulo XLº
Otrosí, para se guardar omne de las obras que omne puede fazer para ir al
Infierno, ha mester de se guardar ý [de] tres cosas: lo primero, que non faga
omne mala obra; lo segundo, que la non faga mal; lo terçero, que la non
faga por escogimiento; ca non puede omne fazer cosa que de todo en todo
sea mal sinon faziéndose assí: que sea mala obra, et que se faga mal, et que
se faga escogiendo en su entendimiento omne que es mala, et entendiendo
que es tal, fazerla a sabiendas; ca non seyendo ý estas tres cosas, non sería
la obra del todo mala; ca puesto que la obra fuesse en sí mala, si non fuesse
mal fecha, nin faziéndola escogiendo que era mala, non seríe del todo mala;
ca bien assí como non sería la obra buena por seer buena en sí, si non
fuesse bien fecha et por escogimiento, bien assí, aunque la obra fuesse en sí
mala, non lo sería del todo si non fuesse mal fecha et por escogimiento. Et
assí como vos di por enxiemplo del senescal de Carcaxona que fizo buena
obra, pero porque la non fizo bien, non meresçió aver nin ovo por ello ga-
lardón, assí vos daré otro enxienplo de un cavallero que fue ocasionado et
mató a su señor et a su padre; como quier que fizo mala obra, porque la non
fizo mal nin por escogimiento, non fizo mal nin meresçió aver por ello
pena, nin la ovo. Et porque en este libro non está escripto este enxiemplo,
contarvos lo he aquí; et non escrivo aquí el enxiemplo del senescal porque
está escripto, como desuso es dicho.
-Assí acaesçió que un cavallero avía un fijo que era assaz buen escudero. Et
porque aquel señor con quien su padre bivía non se guisó de fazer contra el
escudero en guisa porque pudiesse fincar con él, ovo el escudero, entre
tanto, de catar otro señor con quien visquiesse. Et por las vondades que en
el escudero avía et por cuanto bien le servió, ante de poco tiempo fízol’
cavallero. Et llegó a muy buen estado. Et porque las maneras et los fechos
El Conde Lucanor
194
del mundo duran poco en un estado, acaesçió assí: que ovo desabenençia
entre aquellos dos señores con quien bivían el padre et el fijo, et fue en
guisa que obieron de lidiar en uno.
Et el padre et el fijo, cada uno dellos estava con su señor; et como las
aventuras acaesçen en las fides, acaesçió assí: que el cavallero, padre del
otro, topó en la lit con aquel señor con quien el su señor lidiava, con quien
bivía su fijo, et por servir a su señor, entendió que si aquel fuesse muerto o
preso, que su señor sería muy bien andante et mucho onrado, fue travar de’l
tan rezio, que cayeron entramos en tierra. Et estando sobre él por prenderle
o por matarle, su fijo, que andava aguardando a su señor et serviéndol’ cu-
anto podía, et desque vio a su señor en tierra, conosçió que aquel quel’
tenía era su padre.
Si ovo ende grand pesar, non lo devedes poner en dubda, pero doliéndose
del mal de su señor, començó a dar muy grandes vozes a su padre et a
dezirle, llamándol’ por su nonbre, que dexasse a su señor, ca, como quier
que él era su fijo, que era vasallo de aquel señor que él tenía de aquella
guisa; que si non le dexasse, que fuesse çierto quel’ mataría.
Et el padre, porque non lo oyó, o non lo quiso fazer, non lo dexó. Et desque
el fijo vio a su señor en tal periglo et que su padre non lo quería dexar,
menbrándose de la lea[l]tad que avía de fazer, olbidó et echó tras las cues-
tas el debdo et la naturaleza de su padre, et entendió que si descendiesse del
cavallo, que con la priessa de llos cavallos que estavan, que por aventura
ante que él pudiesse acorrer, que su señor que sería muerto: llegó assí de
cavallo como estava, todavía dando vozes a su padre que dexasse a su
señor, et nombrando a su padre et a sí mismo. Et desque vio que en ninguna
guisa non le quería dexar, tan grand fue la cuita, et el pesar et la saña que
ovo por como vio que estava su señor, que dio tan grand ferida a su padre
por las espaldas, que passó todas las armaduras et todo el cuerpo. Et aun
tan grand fue aquel desaventurado colpe, que passó a su señor el cuerpo et
las armas assí como a su padre, et murieron entramos de aquel colpe.
Otrosí, otro cavallero de parte de aquel señor que era muerto, ante que so-
piesse de la muerte de su señor, avía muerto el señor de la otra parte. Et
assí fue aquella lit de todas partes mala et ocasionada.
El Conde Lucanor
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Et desque la lit fue passada et el cavallero sopo la desaventura quel’
acaesçiera en matar por aquella ocasión a su señor et a su padre, endereçó a
casa de todos los reyes et grandes señores que avía en aquellas comarcas et,
trayendo las manos atadas et una soga a la garganta, dizía a los reys et
señores a que iva: que si ningún omne meresçía muerte de traidor por matar
su señor et su padre, que la meresçía él; et que les pidía él por merçed que
cumpliessen en él lo que fallassen que’l mereçía, pero si alguno dixiesse
que lo matara por talante de fazer traición, que él se salvaría ende como
ellos fallassen que lo devía fazer.
Et desque los reyes et los otros señores sopieron cómo acaesçiera el fecho,
todos tovieron que comoquier que él fuera muy mal ocasionado, que non
fiziera cosa porque meresçiesse aver ninguna pena, ante lo preçiaron
mucho et le fezieron mucho bien por la grand lea[l]tad que fiziera en ferir a
su padre por escapar a su señor. Et todo esto fue porque, como quier que él
fizo mala obra, non la fizo mal, nin por escogimiento de fazer mal.
Et assí, señor conde Lucanor, devedes entender por estos enxiemplos la
razón porque las obras para que el omne vaya a Paraíso es mester que sean
buenas, et bien fechas, et por escogimiento. Et las por que’l omne ha de ir
al Infierno conviene que sean malas, et mal fechas, et por escogimiento; et
esto que dize que sean bien fechas, o mal, et por escogimiento es en la en-
tençión; ca si quier dixo el poeta: «Quicquid agant homines intençio judicat
omnes», que quiere dezir: «Quequier que los omnes fagan todas serán jud-
gadas por la entençión a que lo fizieren».
Agora, señor conde Lucanor, vos he dicho las maneras porque yo entiendo
que el omne puede guisar que vaya a la gloria del Paraíso et sea guardado
de ir a las penas del Infierno. Et aún porque entendades cuanto engañado es
el omne en fiar del mundo, nin tomar loçanía, nin sobervia, nin poner grand
esperança en su onra, nin en su linage, nin en su riqueza, nin en su mançe-
bía, nin en ninguna buena andança que en el mundo pueda aver, fablarvos
he un poco en dos cosas porque entendades que todo omne que buen en-
tendimiento oviesse devía fazer esto que yo digo.
La primera, qué cosa es el omne en sí; et quien en esto cuidare entendrá
que non se deve el omne mucho presciar; la otra, qué cosa es mundo et
cómo passan los omnes en él, et qué galardón les da de lo que por él fazen.
El Conde Lucanor
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Quien esto cuidare, si de buen entendimiento fuere, entendrá que non de-
bría fazer por él cosa porque perdiesse el otro, que dura sin fin.
La primera, qué cosa es el omne en sí. Ciertamente esto tengo que sería
muy grave de dezir todo, pero, con la merçed de Dios, dezirvos he yo tanto
que cumpla assaz para que entendades lo que yo vos quiero dar a entender.
Bien creed, señor conde, que entre todas las animalias que Dios crió en el
mundo, nin aun de las cosas corporales, non crió ninguna tan complida, nin
tan menguada como el omne. Et el complimiento que Dios en él puso non
es por ál sinon porquel’ dio entendimiento et razón et libre albedrío, [et]
porque quiso que fuesse compuesto de alma et de cuerpo; mas, desta razón
non vos fablaré más, que es ya puesto en otros logares assaz complida-
mente en otros libros que don Johan fizo; mas fablarvos he en las menguas
et bilezas que el omne ha en sí, en cosas, tanto como en otras animalias; et
en cosas, más que en otra animalia ninguna.
Sin dubda, la primera bileza que el omne ha en sí, es la manera de que se
engendra, tan bien de parte del padre como de parte de la madre, et otrosí la
manera cómo se engendra. Et porque este libro es fecho en romançe (que lo
podrían leer muchas personas también omnes como mugeres que tomarían
vergüença en leerlo, et aun non ternían por muy guardado de torpedat al
que lo mandó escrivir), por ende non fablaré en ello tan declaradamente
como podría, pero el que lo leyere, si muy menguado non fuere de en-
tendimiento, assaz entendrá lo que a esto cumple.
Otrosí, después que es engendrado en el vientre de su madre, non es el su
govierno sinon de cosas tan sobejanas que naturalmente non pueden fincar
en el cuerpo de la muger sinon en cuanto está preñada. Et [por] esto quiso
Dios que naturalmente oviessen las mugeres aquellos humores sobejanos
en los cuerpos de que se governassen las criaturas. Otrosí, el logar en que
están es tan cercado de malas humidades et corrompidas, que sinon por una
telliella muy delgada que crió Dios, que está entre el cuerpo de la criatura
et aquellas humidades, que non podría bevir en ninguna manera.
Otrosí, conviene que sufra muchos trabajos et muchas cuitas en cuanto está
en el vientre de su madre. Otrosí, porque a cabo de los siete meses es todo
el omne complido et non le cumple el govierno de aquellos humores sobe-
janos de que se governava en cuanto non avía mester tanto de’l, por la
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mengua que siente del govierno, quéxasse; et si es tan rezio que pueda que-
brantar aquellas telas de que está cercado, non finca más en el vientre de su
madre. Et estos tales son los que nasçen a siete meses et pueden tan bien
bevir como si nasciessen a nuebe meses; pero si entonçe non puede que-
brantar aquellas telas de que está cercado, finca cansado et como doliente
del grant trabajo que levó, et finca todo el ochavo mes flaco et menguado
de govierno. Et si en aquel ochavo mes nasçe, en ninguna guisa non puede
bevir. Mas de que entra en el noveno mes, porque ha estado un mes com-
plido, es ya descansado et cobrado en su fuerça, en cualquier tiempo que
nasca en el noveno mes, cuanto por las razones dichas, non deve morir;
pero cuanto más tomare del noveno mes, tanto es más sano et más seguro
de su vida; et aun dizen que puede tomar del dezeno mes fasta diez días, et
los que a este tiempo llegan son muy más rezios et más sanos, como quier
que sean más periglosos para sus madres. Et assí bien podedes entender
que, por cualquier destas maneras, por fuerça ha de sofrir muchas lazerias
et muchos enojos et muchos periglos.
Otrosí, el periglo et la cuita que passa en su nasçimiento, en esto non he por
qué fablar, ca non ha omne que non sepa que es muy grande a marabilla.
Otrosí, como quier que cuando la criatura nasçe non ha entendimiento por-
que lo sepa esse fazer por sí mismo, pero nuestro señor Dios quiso que
naturalmente todas las criaturas fagan tres cosas: la una es que lloran; la
otra es que tremen; la otra es que tienen las manos çerradas. Por el llorar se
entiende que viene a morada en que ha de bevir sienpre con pesar et con
dolor, et que lo ha de dexar aún con mayor pesar et con mayor dolor. Por el
tremer se entiende que biene a morada muy espantosa, en que sienpre ha de
bivir con grandes espantos et con grandes reçelos, de que es çierto que ha
de salir aún con mayor espanto. Por el cerrar de las manos se entiende que
biene a morada en que ha de bivir siempre cobdiçiando más de lo que
puede aver, et que nunca puede en ella aver ningún complimiento acabado.
Otrosí, luego que el omne es nasçido, ha por fuerça de sofrir muchos enojos
et mucha lazeria, ca aquellos paños con que los han de cobrir por los
guardar del frío et de la calentura et del aire, a comparaçión del cuero del su
cuerpo, non ha paño, nin cosa que a él legue, por blando que sea, que non
le paresca tan áspero como si fuesse todo de spinas. Otrosí, porque ellos
non han entendimiento, nin los sus miembros non son en estado, nin han
complisión porque puedan fazer sus obras como deven, non pueden dezir
nin aun dar a entender lo que sienten. Et los que los guardan et los crían
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cuidan que lloran por una cosa, et por aventura ellos lloran por otra; et todo
esto les es muy grand enojo et grand quexa. Otrosí, de que comiençan a
querer fablar, passan muy fuerte vida, ca non pueden dezir nada de cuanto
quieren nin les dexan complir ninguna cosa de su voluntad; assí que en to-
das las cosas an a passar a fuerça de sí et contra su talante.
Otrosí, de que van entendiendo, porque el su entendimiento non es aún
complido, cobdician et quieren sienpre lo que les non aprovecha, o por
aventura que les es dañoso. Et los que los tienen en poder non gelo con-
sienten, et fázenles fazer lo contrario de lo que ellos querrían. [Et] porque
de llos enojos non ay ninguno mayor que el de la voluntad, por ende passan
ellos muy grand enojo et grant pesar.
Otrosí, de que son omnes, et en su entendimiento complido, lo uno por las
enfermedades, lo ál por ocasiones et por pesares et por daños que les vi-
enen, passan siempre grandes reçelos et grandes enojos. Et ponga cada uno
la mano en su coraçón, si verdat quisiere dezir, bien fallará que nunca passo
día que non oviesse más enojos et pesares que plazeres.
Otrosí, desque va entrando en la vegedat, ya esto non es de dezir, ca tam-
bién del su cuerpo mismo como de todas las cosas que vee, de todas toma
enojo, et por aventura todos los quel’ veen toman enojo de’l. Et cuanto más
dura la vegez, tanto más dura et cresçe esto, et en cabo de todo viene a la
muerte, que se non puede escusar, et ella lo faze partir de sí mismo et de
todas las cosas que vien quiere, con grand pesar et con grand quebranto. Et
desto non se puede ninguno escusar et nunca se puede fallar buen tiempo
para la muerte; ca si muere el omne moço, o mançebo, o viejo, en cualquier
tiempo le es la muerte muy cruel et muy fuerte para sí mismo et para los
quel’ quieren bien. Et si muere pobre o lazrado, de amigos et de contrarios
es despreçiado; et si muere rico et onrado, toman sus amigos grand que-
branto, et sus contrarios grand plazer, que es tan mal como el quebranto de
sus amigos. Et demás, al rico contesçe como dixo el poeta: «Dives di-
viçias», etc., que quiere dezir: «Que el rico ayunta las riquezas con grand
trabajo, et posséelas con grand temor [et] déxalas con grand dolor».
Et assí podedes entender que, por todas estas razones, todo omne de buen
entendimiento que bien parasse mientes en todas sus condiçiones, devía
entender que non son tales de que se diviesse mucho presçiar.
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Demás desto, segund es dicho desuso, el omne es más menguado que nin-
guna otra animalia; ca el omne no ha ninguna cosa de suyo con que pueda
bevir, et las animalias todas son vestidas, o de cueros o de cabellos o de
conchas o de péñolas, con que se pueden defender del frío et de la calentura
et de los contrarios; mas el omne desto non ha ninguna cosa, nin podría
bevir si de cosas agenas non fuesse cubierto et vestido.
Otrosí, todas las animalias ellas se goviernan, que non an mester que nin-
guno gelo apareçe, mas los omnes non se pueden governar sin ayuda d’otri
nin pueden saber cómo pueden bevir si otri non gelo muestra. Et aun en la
vida que fazen, non saben en ella guardar tan complidamente como las
animalias lo que les cumple para pro et para salut de sus cuerpos.
Et assí, señor conde Lucanor, pues veedes manifiestamente que el omne ha
en sí todas estas menguas, parad mientes si faze muy desaguisado en tomar
en sí sobervia, nin loçanía desaguisada.
La otra, que fabla del mundo, se parte en tres partes: la primera, qué cosa es
el mundo; la segunda, cómo passan los omnes en él; la terçera, qué ga-
lardón les da de llo que por él fazen.
-Çiertamente, señor conde, quien quisiesse fablar en estas tres maneras
complidamente, avía manera assaz para fazer un libro; mas, porque he tanto
fablado, tomo reçelo que vós et los que este libro leyeren me ternedes por
muy fablador o tomaredes dello enojo, por ende non vos fablaré sinon lo
menos que yo pudiere en esto, et fazervos he fin a este libro, et ruégovos
que non me afinquedes más, ca en ninguna manera non vos respondría más
a ello, nin vos diría otra razón más de las que vos he dicho. Et lo que agora
vos quiero dezir es esto: que la primera de las tres cosas, qué cosa es el
mundo, çiertamente esto serié grand cosa de dezir, mas yo dezirvos he lo
que entiendo lo más brevemente que pudiere.
Este nombre del «mundo» tómasse de «movimiento» et de «mudamiento»,
porque el mundo sienpre se muebe et siempre se muda, et nunca está en un
estado, nin él, nin las cosas que están en él son [quedas], et por esto ha este
nombre. Et todas las cosas que son criadas son mundo, mas él es criatura de
Dios et Él lo crió cuando Él tovo por bien et cual tovo por bien, et durará
cuanto Él tobiere por bien. Et Dios solo es el que sabe cuándo se ha de
acabar et qué será después que se acabare.
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La segunda, cómo passan en él los omnes; otrosí, sin dubda, sería muy
grave de se dezir complidamente. Et los omnes todos passan en el mundo
en tres maneras: la una es que algunos ponen todo su talante et su entendi-
miento en las cosas del mundo, como en riquezas et en onras et en deleites
et en complir sus voluntades en cualquier manera que pueden, non catando
a ál si [non] a esto; assí que dizen que en este mundo passassen ellos bien,
ca del otro nunca bieron ninguno que les dixiesse cómo passavan los que
allá eran. La otra manera es que otros passan en el mundo cobdiçiando
fazer tales obras porque oviessen la gloria del Paraíso, pero non pueden
partirse del todo de fazer lo que les cumple para guardar sus faziendas et
sus estados, et fazen por ello cuanto pueden, et, otrosí, guardan sus almas
cuanto pueden. La terçera manera es que otros passan en este mundo
teniéndose en él por estraños, et entendiendo que la principal razón para
que el omne fue criado es para salvar el alma, et pues nascen en el mundo
para esto, que non deven fazer ál, sinon aquellas cosas porque mejor et más
seguramente pueden salvar las almas.
La primera manera, de los que ponen todo su talante et su entendimiento en
las cosas del mundo, ciertamente éstos son tan engañados et fazen en ello
tan sin razón et tan grand su daño et tan grand poco seso, que non ha omne
en el mundo que complidamente lo pudiesse dezir; ca vós sabedes que non
ha omne del mundo que diese por una cosa que valiesse diez marcos ciento,
que todos non toviessen que era assaz de mal recabdo; pues el que da el
alma, que es tan noble criatura de Dios, al Diablo que es enemigo de Dios,
et dal’ el alma por un plazer o por una onra que por aventura non le durará
dos días -et por mucho quel’ dure a comparación de la pena del Infierno en
que siempre ha de durar non es tanto como un día- demás, que aun en este
mundo aquel plazer o aquella onra o aquel deleite porque todo esto quiere
perder, es çierto quel’ durará muy poco; ca non ha deleite por grande que
sea, que de que es passado, que non tome enojo dél; nin ha plazer, por
grande que sea, que mucho pueda durar et que se non aya a partir tardi o
aína con grand pesar; nin onra, por grande que sea, que non cueste muy
cara si omne quisiere parar mientes a los cuidados et trabajos et enojos que
omne ha de soffir por la acresçentar e por la mantener. Et cate cada uno et
acuérdesse lo quel’ contesçió en cada una destas cosas; si quisiere dezir
verdat, fallará que todo es assí como yo digo.
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Otrosí, los que passan en el mundo cobdiçiando fazer porque salven las al-
mas, pero non se pueden partir de guardar sus onras et sus estados, estos
tales pueden errar et pueden açertar en lo mejor; ca si guardaren todas estas
cosas que ellos quieren guardar, guardando todo lo que cumple para salva-
miento de las almas, açiertan en lo mejor et puédenlo muy bien fazer; ca
çierto es que muchos reys et grandes omnes et otros de muchos estados
guardaron sus onras et mantenieron sus estados, et, faziéndolo todo,
sopieron obrar en guisa que salvaron las almas et aun fueron sanctos; et
tales como éstos non pudo engañar el mundo, nin les ovo a dar el galardón
que el mundo suele dar a los que non ponen su esperança en ál sinon en él;
et éstos guardan las dos vidas que dizen activa et contemplativa.
Otrosí, los que passan en este mundo teniéndose en él por estraños et non
ponen su talante en ál sinon en las cosas porque mejor puedan salvar las
almas, sin dubda éstos escogen la mejor carrera; et digo, et atrévome a
dezir que, çierto, éstos escogen la mejor carrera, porque desta vida se dize
en el Evangelio que María escogió la mejor parte la cual nuncal’ sería ti-
rada. Et si todas las gentes pudiessen mantener esta carrera, sin dubda ésta
sería la más segura et la más aprovechosa para aquellos que lo guardassen;
mas, porque si todos lo fiziessen sería desfazimiento del mundo, et Nuestro
Señor non quiere del todo que el mundo sea de los omnes desanparado, por
ende non [se] puede escusar que muchos omnes non passan en el mundo
por estas tres maneras dichas.
Mas Dios, por la su merçed, quiera que passemos nós por la segunda o por
la terçera destas tres maneras, et que vos guarde de passar por la primera;
ca çierto es que nunca omne por ella quiso passar que non oviesse mal
acabamiento. Et dígovos que desde los reys fasta los omnes de menores
estados, que nunca vi omne que por esta manera quisiesse passar que non
oviesse mal acabamiento para’l su cuerpo et que non fuesse en sospecha de
ir la su alma a mal logar. Et siempre el Diablo, que travaja cuanto puede en
guisar que los omnes dexen la carrera de Dios por las cosas del mundo,
guisa de les dar tal galardón -como [se] cuenta en este libro en el capítulo
tal- que dio el Diablo a don Martín, que era mucho su amigo.
Agora, señor conde Lucanor, demás de los enxiemplos et proverbios que
son en este libro, vos he dicho assaz a mi cuidar para poder guardar el alma
et aun el cuerpo et la onra et la fazienda et el estado, et, loado a Dios, se-
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gund el mio flaco entendimiento, tengo que vos he complido et acabado
todo lo que vos dixe.
Et pues assí es, en esto fago fin a este libro.
Et acabólo don Johan en Salmerón, lunes, XII días de junio, era de mil et
CCC et LXX et tres años.