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Nuestro Círculo
Año 15 Nº 730 Semanario de Ajedrez 13 de agosto de 2016
AJEDREZ : ARTE,
CIENCIA Y DEPORTE
1ª. PARTE
“El ajedrez, que reúne orgánicamente
elementos del Arte, la Ciencia y el Depor-
te, a lo largo de los siglos ha constituido
parte inalienable de la Cultura y la Civili-
zación mundial.
Isaac Linder, Historiador del Ajedrez
Introducción
El Ajedrez, especialidad deportiva de
cultura milenaria, es hoy centro de aten-
ción y desarrollo en nuestro país, por lo
que pretendemos como objetivo de este
trabajo, argumentar su desarrollo históri-
co y la relación existente entre este con
determinadas ciencias y aspectos cientí-
ficos y tecnológicos.
El trebejo ha tenido un surgimiento y
evolución social y científica igual que el
desarrollo mismo de la humanidad, los
cuales han transcurrido a través de
diferentes sistemas sociales que, en
dependencia de la evolución del conoci-
miento científico del hombre, han sufrido
su cambios como consecuencia de ir
descubriendo y conociendo con profun-
didad las transformaciones que se han
llevado a cabo en otras ramas del cono-
cimiento científico-tecnológico.
El “deporte ciencia”, como es conocido
también, es catalogado de esta forma por
llevar implícito en el cuerpo de su exis
tencia, una gama de ciencias que conver-
gen y son parte inseparable del mismo.
Además, al igual que las ciencias, tiene
un objeto de estudio, se rige por leyes y
reglas impuestas por el propio juego, así
como plantea sus propios principios
elementales.
Estas ciencias, agrupadas en exactas,
naturales, políticas, de la tierra, sociales o
humanas y filosofía de la ciencia, algunas
hacen su aporte y mantienen una estre-
cha relación con el juego de las sesenta y
cuatro casillas. El ajedrez en su esencia
tiene una base Matemática, siendo este el
lenguaje e instrumento de la Ciencia,
Tecnología y el pensamiento organizado;
estimula las actividades cognoscitivas y a
su vez participan los procesos volitivos;
permite la transferencia a la vida cotidia-
na; estimula la ética y es educativo pues
desarrolla valores espirituales y patrióti-
cos.
Evolución histórica y científica del ajedrez
Surgimiento, desarrollo y evolución del
Juego Ciencia por diferentes sistemas
sociales
Para comenzar hablando de este
deporte es necesario aportar algunos
datos de interés. Este, en su estructura,
semeja un Feudo, traspolándolo a la
realidad objetiva. Desde su surgimiento,
el ajedrez ha sido practicado, principal-
mente, por las clases sociales dominan-
tes y de gran poderío económico pues
eran las que contaban; además, con una
marcada educación según la época, de
ahí su carácter clasista. En una época, tan
remota como el Feudalismo, formó parte
de las siete artes que debía dominar un
guerrero o noble, si deseaba aspirar al
título de Caballero. La participación
femenina era muy limitada como conse-
cuencia del tratamiento a que era someti-
da la mujer en esos tiempos; sin embar-
go, siempre hubo alguna admiradora del
juego que rompió esas limitantes y
tabúes impuestos por el propio hombre.
Pero dejemos que el hilo de la historia
nos lleve por los senderos por los que ha
transitado el Trebejo de la mano de la
biblioteca electrónica de consulta, Enci-
clopedia Encarta.
Según Encarta, en el ajedrez no han
sido determinados, por los científicos,
sus inicios. Los mismos plantean dos
tesis: la primera, da como fecha de
partida 3000 años (a.n.e) y la segunda,
alrededor del siglo VI (n.e). Ambas teorías
trascienden a través de la historia, pero
comencemos por la más antigua aunque
enlazaremos a ambas como continuidad
del transcurso del tiempo y la historia.
Por hallazgos arqueológicos en Meso-
potamia y Pakistán se puede colegir que
ya, 3000 años (a.n.e), se encontraban
juegos de tableros cuadriculados. De
fecha posterior se han encontrado pintu-
ras y bajos relieves egipcios de 1200 años
(a.n.e) de la reina Nefertitis y del faraón
Ramsés III, jugando algo parecido al
ajedrez. Ahora bien, lo cierto es que los
historiadores coinciden en afirmar, que el
primer antecedente del ajedrez, tal como
lo conocemos, apareció hacia el año 470
(a.n.e) en la India, en el valle Indo; se
llamaba “Chaturanga” (cuatro reyes) y lo
disputaban cuatro jugadores sobre un
tablero de sesenta y cuatro casillas, cada
uno de los cuales disponía de un rey, un
elefante, un caballo y cuatro peones
dispuestos en las esquinas. Este juego
tenía como figura principal al rey, al cual
debía tratarse de capturar por los oponen-
tes; todo dependía de un dado que se
lanzaba, con el tiempo fue suprimido el
dado y los jugadores se redujeron a dos,
y la reflexión al azar.
Las leyes del ajedrez y el movimiento
de las piezas tradicionales del ajedrez,
han sido las mismas del el siglo VI del
segundo milenio. Los cambios que se
llevaron ha cabo han acelerado el ritmo
de juego. A partir del siglo VII que se hace
referencia del juego en la literatura. La
primera mención del ajedrez se encuentra
en un poema persa, en el cual menciona
que el advenimiento del juego se desarro-
llo en la India.
El trebejo emigró a Persia (Irán) durante
el reinado del rey Chosroe-I Annshiravan
(531-579) y se describe en un manuscrito
persa de ese período. Dicho texto explica
la terminología, nombres y funciones de
las piezas con cierto detalle. El ajedrez
también es mencionado en los poemas de
Firdousi, un poeta persa del siglo X, en el
cual menciona presentes que son intro-
ducidos por una caravana del rajah de la
India en la corte del rey persa Chosroe-I.
Entre esos regalos se encontraba un
juego que simulaba una batalla entre dos
ejércitos. Registros señalaban que había
originalmente cuatro tipos de piezas
usadas en el ajedrez. El “Shatrang”
(Sánscrito en Hindú) significa “cuatro” y
anga significa “destacamento”.
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En la dinastía Sassaind (242-651 n.e.)
un libro fue escrito en idioma medio persa
Pahlavi llamado “Chatrang namakwor”. El
Shatrang representa al universo de
acuerdo a un misticismo hindú. Los
cuatro lados representan los cuatro
elementos (fuego, aire, tierra y agua) y las
cuatro “gracias” del hombre. Aunque los
nombres de las piezas son diferentes en
varios países hoy, sus movimientos son
sorprendentemente similares. En Persia,
la palabra “Shatrang” se usó para nom-
brar al ajedrez mismo.
En el siglo VIII, los Moros invadieron
España y el juego de las sesenta y cuatro
casillas se propagó por Europa. El juego
fue introducido por el mundo occidental
al conquistar los musulmanes territorios
de India y Persia al Oriente y España en
Occidente. La primera mención se en-
cuentra en el Testamento Catalán en el
1010 n.e; otro documento de ese mismo
año atestigua que el ajedrez era popular
por aquella época, fue realizado por el
Conde de Barcelona Ermengol, quien lega
sus trabajos al Convento de San Gil; y
otro documento con un legado similar fue
el de la Condesa Hermosinda en el 1058
n.e. Un juego le fue obsequiado como
presente a Carlos Magno de parte del
famoso soberano musulmán Haroom-al-
Rashid. Los musulmanes también con-
quistaron Sicilia y el juego llega a Rusia
probablemente a través de las rutas
Caspio-Volga de comercio. Los nombres
de las piezas rusas claramente indican el
origen persa y árabe del juego.
Como anteriormente se expresó, el
juego llegó a Europa a través de la con-
quista de España por el Islam, aunque
también lo practicaban los vikingos y los
cruzados que regresaban a tierra santa.
En poemas populares de Rusia, el ajedrez
se menciona como un juego popular. Los
vikingos llevaron el juego al noreste de
Europa a través del mar Báltico. En las
excavaciones de una sepultura vikinga
hallada en la costa sur de Bretaña se
encontró un juego de ajedrez, y en la
región francesa de Vogos se descubrie-
ron unas piezas del siglo X, de origen
escandinavo, que respondían al modelo
árabe tradicional. El ajedrez arribó a
Alemania alrededor del siglo XI con la
referencia más reciente del juego hecha
por el monje ‘Froumund von Tegermsee’.
Se extiende a Italia desde Alemania y más
tarde a Inglaterra e Irlanda. También llegó
a Escandinavia por el siglo XI y a Bo-
hemia desde Italia.
Los más antiguos de estos masubat
fueron escritos por el autor árabe Al-Aldí
en siglo IX quien también menciona las
diferencias entre las reglas del juego
hindú y persas. Partidas a ciegas, con-
tiendas formales, problemas de ajedrez, el
primer libro de ajedrez, eran conocido
más allá del siglo VIII. Durante la Edad
Media España e Italia eran los países que
más lo practicaban. Se jugaba de acuerdo
a las normas árabes (descritas en diver-
sos tratados de los que fue traductor y
adaptador Alfonso X el Sabio), según las
cuales la reina y el alfil son piezas relati-
vamente débiles, que sólo pueden avan-
zar de casilla en casilla. El rey Alfonso X
el Sabio (1252-1284 ó 6), recogió de ellos
ciento tres problemas en el Bonus So-
cius; al morir había escrito su libro “Jue-
go de Axedres, dados y tablas con sus
explicaciones”.
Durante este período de conquista y
expansión el Trebejo sufrió varias refor-
mas pero la más importante fue la del
original firzan, en árabe se convierte en
dama o reina cuando adquiere poderosa
capacidad de movimiento en todas direc-
ciones. Se ha especulado alrededor de
estos cambios, y si los mismos no eran
un atributo a las poderosas reinas de
entonces, como Isabel la católica, que
tantas muestras de poder y energía daba.
Al lado del rey se colocaba una pieza y
era obvio llamarle pil, derivándose poste-
riormente a fil y luego vino alfil, nombre
que aún se conserva aunque variando
sus movimientos, por último los ingleses
viendo que su cabeza parecía una mitra lo
denominaron bishop.
Los persas recibieron al ajedrez con
entusiasmo. Los califas, soberanos del
mundo musulmán, mantuvieron profesio-
nales del ajedrez en sus cortes a través
de los siglos IX y X. El ajedrez fue traído a
Europa por los moros en España antes de
1000 n.e. Hubo gran confusión por la
Europa Medieval en relación a los nom-
bres de las piezas. Los elefantes se
convirtieron en arqueros en España,
portadores comunes en Italia, mensajeros
en Alemania, bufones de la corte en
Francia y alfiles en Portugal, Inglaterra,
Irlanda e Islandia. El ‘rukh’ fue otro enig-
ma. En 1527, un poeta italiano, Vida,
extravagantemente identificó a la torre
como un elefante con una torre en el lomo
tal como fue usado por Hannibal diecisie-
te siglos antes. Esto se arraigó, pero el
elefante era difícil de esculpir y desapare-
ció quedando sólo la torre.
La primera gran contribución de Euro-
pa al ajedrez se suscitó por los años 1000
n.e, un tablero con casillas de color
alternadas para asistir a la vista (antes no
era así). Para detalles mas completos, se
puede observar al juego japonés shogui.
Un siglo más tarde vino una segunda
contribución: el aceleramiento de la
apertura, dándole a los peones la opción
de avanzar dos casillas en su primer
movimiento. Por el año 1580, un italiano
sugiere transformar a la reina en la pieza
más poderosa en vez de la más débil. La
promoción del peón hasta ahora un
incidente menor, se convirtió en un
cataclismo. La longitud promedio de una
partida se acortó a la mitad. Al mismo
tiempo, la pieza que llamamos alfil, que
anteriormente estaba muy restringida, fue
delimitada. El nuevo juego fue apodado
“Scacchi all rabiosa” por los italianos y
“Echecs de la dame enragee” por los
franceses.
Entre los siglos XV y XVI se fijan
definitivamente las reglas del juego, tal y
como las conocemos hoy en día; en estos
siglos se desenvuelve la fascinante
historia del ajedrez reformado, y así surge
el primer tratado sobre el juego ciencia,
debido a Lucena 1497. “Repetición de
amores en el arte de Axedres”, primer
compendio de aperturas; también se le
atribuye el famoso manuscrito de Gottin-
gan, donde se analizan doce aperturas y
treinta problemas, entre los que se encon-
traba la que llevaría posteriormente el
nombre de la apertura Española o Ruy
López quien se atribuyó la idea más tarde.
Durante los siglos XVI y XVII el deporte
ciencia experimentó un importante cam-
bio, y la reina se convirtió en la pieza más
poderosa, en cuanto a su movimiento se
refiere, en el tablero. Fue entonces cuan-
do se les permitió a los peones avanzar
dos casillas en su primer movimiento y se
introdujeron las reglas conocidas como
en passant, que permite capturar al paso
al peón que sigue su marcha y no captura
la pieza que se le ofrece por una determi-
nada estrategia, y el revolucionario
concepto de enroque.
Pero barrió Europa como un fuego
forestal, con excepción de Rusia, donde
las grandes masas se apegaron al juego
antiguo por más de dos siglos después.
Italia se impuso sobre España como el
país líder en el ajedrez en el siglo XVII, los
italianos comenzaron a dominar el juego
y escribieron libros como “IL giouco degli
Scacchi”. Los italianos a su vez fueron
desbancados por los franceses. En el
siglo XVII la supremacía se pasó a Francia
y posteriormente a los ingleses en los
siglos XVIII y XIX cuando el ajedrez, que
había sido hasta entonces el juego predi-
lecto de la nobleza y aristocracia, pasó a
los cafés y a las universidades; se escri-
bieron libros como “Essais analytiques
sur les Echecs”. A comienzos del siglo
XIX todos los grandes jugadores son
franceses, que hacen del café de la
Regence en París, el centro mundial del
juego; crearon la Palamede la cual fue
dirigida por La Bourdennais, además de
los libros escritos en esa época se en-
cuentra un catálogo publicado por Vander
Liden en 1880. Otras capitales le disputa-
ban el cetro a París, entre ellas Londres y
Viena, van surgiendo los grandes nom-
bres del ajedrez mundial: Adolf Andersen,
Paúl Charles Morphy, Wilthelm Steinitz
estudiante de Praga. Por el año 1840,
Londres se convirtió en el principal
centro ajedrecístico. El primer torneo
internacional se realizó en esta ciudad en
1851 y fue ganado por Adolf Andersen, un
profesor alemán de matemática. El nivel
del juego mejoró notablemente. Comen-
zaron a organizarse partidas y torneos
con mayor frecuencia, y los jugadores
más destacados crearon sus propias
escuelas.
La escuela romántica surge en 1850 y
su nombre esta dado porque fue creada
en la época de los descubrimientos
científicos y se desarrolló una nueva
corriente científica. El ajedrez no quedó
atrás e impulsó esta escuela que se
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caracterizaba por el juego agresivo,
brillante y carente de solidez. Sus princi-
pales figuras fueron: Stauton, Morphy,
Andersen, La Bourdennais.
Hasta el presente siglo, el ajedrez
tradicional (L01 de Chesmayne) era
regalado como un juego de las clases
ricas y holgadas de la sociedad. Es el
deporte nacional de Rusia, es más popu-
lar que el fútbol. Ciertamente los jugado-
res rusos han dominado el mundo del
ajedrez desde los años ‘40, aunque su
superioridad está siendo rápidamente
desafiada por la Gran Bretaña quien se
establece como una fuerte jugadora. El
ajedrez se compara con otro juego cono-
cido como el Go (de estrategia similar).
El avance fantástico del siglo XX se
demuestra mejor por figuras. Antes de
1923, raramente se realizaban más de 4
torneos internacionales en un año. Entre
1923 y 1939 el promedio era de 6. Des-
pués de la Segunda Guerra Mundial este
número se cuadruplicó. En el año de 1974
escaló a 60, en 1975 a 75 y en 1976 a 100.
A finales de 1990 el número había aumen-
tado a más de 1000 torneos registrados,
desarrollándose principalmente en Euro-
pa.
En 1924, la FIDE contaba con una
docena de países miembros. En 1990
tenía 127. En el 2000 esta cifra aumentó a
149 países que practicaban el ajedrez.
Cada dos años, un torneo de equipo se
lleva a cabo y es conocido como la
Olimpiada Mundial de ajedrez. El número
de estados participantes en la primera
Olimpiada en 1927 fue de 16. En la última
celebrada en el 2004 la cifra se remontó
hasta alcanzar 108 equipos. La primera
Olimpiada Mundial con participación
femenina tuvo lugar en 1957 con 21
equipos aumentando el récord a 87 en el
2004. Todos los años, la FIDE realiza un
congreso, en donde se revisa el trabajo
de las Federaciones Nacionales, Confede-
raciones y las Directivas Zonales, así
como entrega los títulos obtenidos por
los jugadores en ese período
Por otra parte, también se desarrollan
los Campeonatos Mundiales por equipos,
pero es tan sólo para un grupo reducido
de países, los que son considerados los
mejores de su zonas y del mundo. Para el
Campeonato Mundial un retador era
seleccionado después de tres años de
torneos eliminatorios y los encuentros
daban comienzo con torneos de zonas
continuando con interzonales y culmina-
ban con el torneo de candidatos, y por
último, el Campeonato Mundial se dispu-
taba por matches; en la actualidad la
eliminación se realiza por el sistema KO
por matches, utilizando un pareo Suizo.
Los Campeonatos Mundiales femeninos
se llevan a cabo bajo procedimientos
similares. El título de Campeón Mundial
de ajedrez se remonta estrictamente
desde 1886 ha sido transferido retrospec-
tivamente al año 1866 por acuerdo gene-
ral.
A partir de 1993, algunos ajedrecistas
de primera línea se separaron de la FIDE
para fundar la PCA, pues se involucraron
en una pelea con la Federación. Nombres
como los de Garry Kasparov, Nigel Short,
Viswanathan Anand, Vladimir Kramnik,
entre otros, formaron parte de la nueva
organización que disputaría un Campeo-
nato Mundial sin la aprobación de la FIDE.
La Federación, por su parte, continuó
celebrando sus campeonatos y tan sólo
reconoce la corona que ella pone en
disputa según el sistema de eliminación
que establece para las diferentes zonas
en que se divide la misma.
El ajedrez y la teoría del conocimiento
Como destaca Shulman, "El conoci-
miento no crece de forma natural e inexo-
rable. Crece por las investigaciones de
los estudiosos (empíricos, teóricos,
prácticos) y es por tanto una función de
los tipos de preguntas formuladas, pro-
blemas planteados y cuestiones estructu-
radas por aquellos que investigan" (2)
(1986: 9-10). El Trebejo se ha desarrollado
gracias a las investigaciones realizadas
por aquellos jugadores, que junto con el
desarrollo y evolución del juego, se han
dedicado y dedican a buscar una res-
puesta a las preguntas y problemas
planteados de una determinada parte del
juego estructurada en esquemas y posi-
ciones.
Bunge (1981:9) plantea que: “un cono-
cimiento debe cumplir ciertos requisitos
para que pueda considerarse Conoci-
miento Científico, exige que sea racional,
sistemático, exacto, verificable y fiable”.
(3) El juego de las sesenta y cuatro
casillas cumple con estos requisitos
establecidos por Bunge, ya que es in-
cuestionable su racionalidad, su práctica
sistemática que permite su desarrollo,
exactitud ante sus planteamientos, en
donde pueden ser verificados su confiabi-
lidad y eficacia.
Por su parte, Díaz y Heler (1985:72)
apuntan que las siguientes características
son necesarias para esta determinación:
“Saber crítico y fundamentado. Debe
justificar sus conocimientos y dar prue-
bas de su verdad”. (4) De hecho, es
necesario para lanzar un nuevo juicio
sobre algo que, en el ajedrez, estaba
establecido con anterioridad, un análisis
crítico y bien fundamentado para hacer
un aporte del mismo.
“Sistemático. El conocimiento científi-
co no consiste en conocimientos disper-
sos e inconexos, sino en un saber orde-
nado lógicamente que constituye un
sistema que permite relacionar hechos
entre sí. Las interrelaciones entre los
conocimientos es lo que da sentido a las
teorías (formulaciones que pretenden
explicar un aspecto determinado de un
fenómeno), que se estructuran en leyes y
se representan mediante Modelos (repre-
sentaciones simplificadas de la realidad
que muestran su estructura y funciona-
miento)”. (5) En el ajedrez todo fluye en
un saber orden lógico, lo que permite una
relación estrecha y armónica entre los
diferentes procesos que convergen en un
sistema y tiene su máxima expresión en
el análisis minucioso de las situaciones;
además, expone sus reglas y leyes a
través de su reglamento el cual hace
cumplir estrictamente y por el que se
transmite la relación de posibilidades de
sucesos que se pueden presentar en
dependencia de cómo se desarrolle una
partida y en el marco en que se encuen-
tra, en consecuencia de las característi-
cas propias de cada una, aunque no
siempre pueden cubrir todas las situacio-
nes posibles.
Explicativo: La ciencia formula teorías
que dan lugar a leyes generales que
explican hechos particulares y predicen
comportamientos. Son conocimientos
útiles”. (6) Tiene sus métodos y sistemas
de estudio, reglas que cumplir; el jugador
tiene un problema ante sí, plantea una
hipótesis para resolverlo, define un marco
teórico de acción, lo ejecuta y establece
conclusiones como en cualquier otra
actividad de investigación; por lo que
podemos decir que, en el ajedrez, todo
está bien fundamentado y explicado
como consecuencia de un proceso
investigativo.
Verificable. Se centra en fenómenos
susceptibles de ser comprobados expe-
rimentalmente o al menos contrastados
experiencialmente (de manera que de-
muestren su adecuación, su utilidad)”. (7)
En el Trebejo lo que permite formular
hipótesis puede llevarse a feliz compro-
bación a través de la práctica para ver su
adecuación y su posterior beneficio, en
caso de que la hipótesis expuesta sea
aceptada. Por medio de la bibliografía y
publicaciones electrónicas, el contenido
verificado pasa a ser de conocimiento
general para sus practicantes.
Metódico: Los conocimientos científi-
cos no se adquieran al azar, sino que son
fruto de rigurosos procedimientos (ob-
servación,
reflexión,
contrastación,
experimentación, etc.)”. (8) En este
deporte los conocimientos no han sido
adquiridos por casualidad, sino por un
proceso de enseñanza y desarrollo
previo, donde el individuo adquiere
habilidades intelectuales mediante la
observación de los fenómenos desarro-
llando así la capacidad para reflexionar en
torno a ellos, contrastando con las expe-
riencias adquiridas a través del procedi-
miento de experimentación de las mismas
como parte de su desenvolvimiento
práctico.
NUESTRO CIRCULO
Director : Arqto. Roberto Pagura
(54 -11) 4958-5808 Yatay 120 8ºD
1184. Buenos Aires - Argentina
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