Mauricio Aranguren: -Bueno comandante: Hablemos del momento político que vive el país. żCómo ve usted la situación de cara a las próximas elecciones? Carlos CastaÅ„o: -Es indudable que las Autodefensas han pasado de su plano meramente militar basado en la ideología de la legítima defensa, a una actitud política más proactiva. No se trata por ahora de presentarnos como plataforma política ni como partido, pues las condiciones fácticas y legales no están aÅ›n maduras, pero sí de tener una injerencia positiva en el transcurso de la vida política en las zonas donde tenemos influencia. No estamos lanzando candidatos, y menos aÅ›n imponiendo nombres, pero la realidad de nuestra presencia política hace que los candidatos se acerquen, algunas veces, es cierto, buscando el favor nuestro, pero esencialmente, compartiendo y debatiendo con nuestros cuadros políticos las alternativas para el desarrollo de sus respectivas regiones. Nosotros no somos quién para poner etiquetas. Esa es la vieja forma de hacer política en Colombia, donde candidatos desconocidos en las regiones recaudan votos por disposiciones de quienes manejan el esquema clientelista. Nosotros a lo que animamos a nuestros conciudadanos es a exigir compromiso, claridad y responsabilidad en el ejercicio político. Pero la verdad, eso ha levantado ampolla, y curiosamente, la ampolla que no levantó en el pasado la presencia en las mismas zonas de guerrilleros armados manipulando las elecciones y a los electores. Porque no nos digamos mentiras, esa es una de las formas de lucha que la subversión ha aplicado en Colombia: hacerse con las alcaldías, concejos y cupos en las demás corporaciones pÅ›blicas a punta de fusil, y eso las Autodefensas ni lo haremos, ni lo permitiremos más. Llegado el momento de plantear propuestas y reformas, tendremos el respaldo de muchos congresistas, no porque los hayamos financiado o lanzado, que no es así, sino porque habrán pasado debatiendo sus propuestas y consultando las necesidades por las regiones donde estamos, o habrán salido de las entraÅ„as mismas de ese pueblo al que estamos protegiendo y acompaÅ„ando. M.A.: -Recientemente se ha publicado que Mancuso esta financiando candidatos a la Cámara para tener un cierto poder en ella. żCuál es su opinión? C.C.: -La política cuesta, y mucho. Por eso hay una infraestructura partidista que se financia ella, y que incluso, en unos momentos más que en otros, ha apelado hasta a los dineros ilegales del narcotráfico. Usted sabe que cada cupo del congreso lleva detrás un gasto inmenso, y nosotros no tenemos ni la plata, ni la inmoralidad para ir por ahí tirando voladores en las campaÅ„as. El respaldo que sabemos vamos a tener en el Congreso el día de maÅ„ana proviene de la interacción política e ideológica que tenemos con los actuales candidatos en las zonas de nuestra influencia, y no de que estemos comprando a nadie. M.A.: -Se dice por ahí que para la presidencia ustedes tienen candidato C.C.: -Candidato, no. Candidatos. Entre nosotros hay para todos los gustos en materia electoral. Fíjese que a mí, lo Å›ltimo que me han llamado ha sido Pastranista, y fue esta misma semana. Ya en otras ocasiones he dicho que en materia política, la unanimidad resulta sospechosa. Lo que sí es verdad es que especialmente desde una de las campaÅ„as se ha criticado a un candidato de la competencia, recogiendo las banderas de la guerrilla que asocia el discurso de la autoridad con las Autodefensas, cosa por lo demás comprensible desde el punto de vista filosófico. Si hubiese autoridad, no habría Autodefensas ni necesidad de ellas, pues el Estado es el grupo de Autodefensa por excelencia; la Autodefensa ideal. La verdad, a nosotros nos incumbe tanto como al resto de los colombianos quién sea nuestro presidente, el de todos; de los que votemos por él, y de los que no. Pero nuestra estrategia política no puede construirse a la medida para ninguna figura presidenciable en particular, pues las fuerzas sociales que hay en juego rayan con la indeterminación, y nosotros seríamos irresponsables si dejásemos nuestra estrategia al azar. Por otra parte, recuerde Mauricio que la verdad no es cuestión de mayorías, o dicho de otra manera, que el pueblo también puede equivocarse, pero quien sea elegido, será el gobernante de verdad, y punto. M.A.: -Pero dicen que las autodefensas están apoyando la candidatura de Álvaro Uribe Vélez porque el fundó las CONVIVIR en Antioquia y porque el triunfo de Uribe sería conveniente para las Autodefensas. C.C.: -Ya lo he dicho y lo repito, que las Convivir fueron un buen intento del estado para que la sociedad pudiese protegerse sin tener que recurrir a la autodefensa armada. Se discutieron ampliamente y finalmente cuando la Corte las declaró ajustadas a la Constitución, podría decirse que mataron el tigre y se asustaron con el cuero. Era un buen proyecto, todo hay que decirlo, que trasladaba el peso de la confrontación al estado, pero sin obviar las responsabilidades que caben a los ciudadanos en la decisión de su propio destino. Ese proyecto, de haberse sostenido, habría pesado en contra nuestra como Autodefensas, pero en bien de la sociedad colombiana, y por eso la subversión se encargó de macartizarlo. En ese mismo orden de ideas, una presidencia que continuase la línea de la actual, sería tierra abonada para nuestro crecimiento y nuestra legitimación como Autodefensas, pero estoy seguro de que Colombia ha madurado y votará por lo que más le convenga como Nación. Nosotros no podemos llamarnos a engaÅ„os. Con la campaÅ„a que han montado sus competidores y la subversión, sabemos que Uribe sería el más maniduro con nosotros por la necesidad de su propia legitimación. M.A.: -żUsted piensa que Álvaro Uribe tumbará la extradición con la cual usted y las autodefensas se beneficiarán? C.C.: -El tema de la extradición ya no cabe sino en la mente de quienes intentan minar a su contendor acusándolo de defender la no extradición. Uribe ha sido claro al responder a esas acusaciones y no soy ni su escudero ni su mentor para venir a defenderlo o aconsejarlo. Por otra parte, nosotros no somos ni narcotraficantes ni terroristas internacionales. Finalmente, si estuviésemos pensando en beneficio personal, estaríamos viviendo todos en alguna isla paradisíaca, rodeados de las comodidades de la vida legal. No estaríamos en lo que estamos. El tema que sí seguirá presente, necesariamente, en la agenda de las campaÅ„as, es el de la guerra y la paz, aunque ya muy descaguanizado, para bien de todos. Estamos seguros de que todos los aspirantes tienen cosas más importantes que el despeje a las que han de referirse, y así debe ser. En el tema de la guerra y la paz, nosotros sabemos que ahora sí se están poniendo las cartas sobre la mesa, que la próxima vez que la guerrilla llegue a una mesa de negociación, lo hará en condiciones muy distintas, no necesariamente derrotada, como muchos esperamos y deseamos, pero sí hecha a la realidad de que no resultará ya atractivo seguir por el camino que han seguido en estos aÅ„os. Es necesario aplicarles una buena dosis de realismo, y las condiciones son ahora más favorables que nunca para ello, pero aparte de esto, el país necesita seguir funcionando. Hay que defender la institucionalidad, así eso implique en determinado momento replantearnos nuestro papel como Autodefensas. En su momento lo haremos, y los candidatos a la presidencia saben ya cómo estamos plantando nuestra posición, siempre mirando por el bien de Colombia, de una Colombia mejor, más justa y segura para todos. M.A.: -żAlgunas consideraciones finales? C.C.: -Yo diría que en Colombia pasan cosas, y eso de por sí, ya es bueno. Eso verifica la tesis de que la guerra que vivimos es un evento en la historia, y que como tal, tendrá su final. La guerra que hoy peleamos no es la misma de los aÅ„os 80. Así mismo, el país que la vive y la sufre ha cambiado también. La resistencia civil contra la violencia, que en aras de la honestidad no diré que sea sólo contra la guerrilla, ha comenzado a aflorar tímidamente, aunque creemos firmemente que para que surta el efecto deseado de transformar una contienda militar en una confrontación meramente política, se requieren, primero, un liderazgo efectivo de esas fuerzas de la sociedad civil, y segundo, una contraparte moralmente comprometida con el respeto de unos límites en la guerra. Y al menos por ahora, ni se conoce el Gandhi colombiano, ni las guerrillas parecen aceptar que el derecho a los métodos y medios para la guerra encuentra límites, independientemente de la justicia o la legitimidad de la causa que se alegue para combatir. El caso extremo de la resistencia pacífica frente a un agresor que no reconoce límites morales, es el consejo de Gandhi a los judíos alemanes, segÅ›n el cuál, deberían elegir el suicidio antes que enfrentarse militarmente a los nazis. Por nuestra parte, y respetando mucho las ideas de la guerra sin armas de los pacifistas, no podemos estar de acuerdo con su elección, así estemos plenamente identificados con sus ideales. Un efecto importante de los cambios en el contexto internacional fue el resurgimiento de la conciencia de la justicia de la guerra de autodefensa. La legítima defensa individual, está reconocida en casi la totalidad de las legislaciones nacionales, pero en el contexto de la post guerra fría, había una cierta reticencia entre los teóricos políticos a efectuar la analogía doméstica en el caso de la legítima defensa colectiva por parte de estados contra ataques externos, o por grupos nacionales como respuesta ante agresiones de ámbito interior. La semana pasada veíamos cómo un grupo de intelectuales de talla mundial de primer orden, firmaron una carta al pueblo norteamericano explicando las razones por las cuales es justo y moralmente correcto ir a la guerra contra el terrorismo. Esa carta bien vale la pena ser estudiada por los colombianos, e igualmente por quienes de una u otra forma juzgan nuestro conflicto interno. Hay quienes, por otra parte, defienden la negociación a ultranza. Recientemente el candidato presidencial Luis Garzón afirmó que cerrar la negociación de Tlaxcala le costó al país 130.000 muertos, y que cerrar la etapa del Caguán le costaría un millón de muertos más. Yo creo que se equivoca, no sólo en las cifras, sino en el significado moral de la negociación. Lo que se terminó, fue justamente la no negociación, la instrumentalización del diálogo con fines estratégicos. Ahora bien, si por levantarse de la mesa ante la indignidad del adversario se ha de ser responsable de las muertes subsiguientes, habría que recordarle al seÅ„or Garzón que la justicia, la libertad, y la dignidad humana, no tienen precio y siempre habrán de ser defendidas frente a las agresiones terroristas. Esa es una guerra que la sociedad no puede ahorrarse, pues los que están en juego son los valores e ideales de la humanidad. En el caso colombiano, aunque está sobrediagnosticado el escenario del conflicto para el aÅ„o en curso, creo que el terrorismo siempre es capaz de innovar, dejando atrás los esquemas de defensa, y el que no lo crea, que le pregunte a Ben Laden. Sin embargo, żQué les diríamos hoy a nuestros hijos si Colombia estuviese en manos de Pablo Escobar? La batalla contra el Cartel de Medellín fue costosa en vidas y en todos los aspectos posibles. Acaso sus costos hayan sido mayores de los que cualquier otra sociedad en cualquier parte del Mundo haya pagado en la lucha contra el narcotráfico. Pero hoy, al mirar atrás, sabemos que aunque la guerra continÅ›a, esa batalla la ganamos, la ganamos unidos los colombianos, la ganamos con cooperación técnica internacional, y valió la pena. Ahora lo importante es que los colombianos nos blindemos moralmente con razones que justifican la oposición a los designios de quienes quieren destruir nuestras riquezas y robarnos la libertad. La guerra será dura, todas lo son, pero las razones que nos asisten justifican el esfuerzo y el sacrificio.