REMEDIOS FLORALES DEL DOCTOR BACH

Los remedios florales pueden ser empleados

para prevenir la enfermedad psíquica y física

y como complemento del tratamiento médico.

¿POR QUE CURAN LAS FLORES DE BACH?

Edward Bach, médico, bacteriólogo, homeópata, investigador científico eminente decidió un día cambiar rumbos y buscar en la naturaleza remedios puros, simples e inocuos que superaran a todos los remedios conocidos en el arte de curar.

Falleció en 1936, a los 50 años de edad, afirmando que había cumplido su misión.

Dos años antes había completado el sistema de 38 remedios, en su mayoría flores silvestres, que a diferencia de las corrientes, curan la causa de la enfermedad.

Bach halló que la causa subyacente a toda enfermedad se encuentra en un conflicto entre el alma y la mente. Al principio éste se refleja en alteraciones emocionales que pasan luego a ser trastornos funcionales y finalmente se localizan como un mal físico. A esto se llama somatización.

La enfermedad es entonces un conflicto. De manera que para curar realmente se debe reparar no solo el daño físico con los medios más apropiados, sino también la actitud mental y emocional que dio origen.

Por eso los remedios florales pueden ser empleados tanto para prevenir la enfermedad psíquica y física, como complemento de su tratamiento médico.

Las flores de Bach son una vía de autoconocimiento y de evolución que nos lleva a la verdadera curación. Descorriendo los velos que nos impiden vernos y aceptarnos tal como somos, aportan lentamente una mayor claridad mental y ecuanimidad.

Una vez en contacto con nuestro ser interior, se lo puede dejar actuar y amar libremente, sin trabas; el ser puede finalmente ser lo que vino a ser en esta vida.

Cuando los seres son transparentes, lúcidos y llenos de amor, la armonía entre ellos es sólo natural, sin ambigüedad ni mal entendido.

Y así, curando al ser desde su más íntimo fuero, se cura el mundo y éste a su vez se armoniza con el cosmos…

COMO FUNCIONAN LOS REMEDIOS

Interpretación de Edward Bach

“La acción de estos remedios es elevar nuestras vibraciones y abrir los canales para la recepción del Yo Espiritual; es inundar nuestra naturaleza con la virtud que precisamos y limpiarnos del error que nos hace daño. Así como la música o cualquier medio glorioso que nos eleve, las flores pueden darnos inspiración, sublimar nuestro ser y acercarnos a nuestra alma, dándonos paz y aliviando nuestros sufrimientos. En lugar de atacar la enfermedad curan inundando el cuerpo con bellas vibraciones de nuestra naturaleza superior, en cuya presencia la enfermedad, se disipa como la nieve al sol.”

“No hay curación verdadera a menos que exista un cambio en actitud, paz de espíritu y felicidad interior.”

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Edward Bach anhelaba el día en que una persona que se sintiera intolerante recurriera a la flor del Haya (BEECH) para superarlo. ¿Quién de nosotros no lo ha hecho? Funciona. La agresividad se disipa, siendo reemplazada por calidez y comprensión.

Para el neófito es una toma de consciencia, un mirarse y evaluarse, un primer contacto con su Ser Superior. Para problemas más complejos puede necesitarse la orientación y la ayuda de un terapeuta.

Pero en principio, el recurrir a las Flores de Bach es ingresar a otra forma de pensar, admitir el poder de la mente y el espíritu sobre el cuerpo físico, descubrir su poder creativo.

El cuerpo físico no tiene capacidad para enfermarse por sí solo; las ratas descerebradas no contraen cáncer, los esquizofrénicos tampoco. Los locos en general no necesitan ni dientes postizos, ni anteojos. Al delegar sus responsabilidades, no se enferman. En cambio, personas súper responsables de repente colapsan, se deprimen o se infartan.

Conozcámonos, por cualquier medio, ya sea la introspección, la psicología, la meditación, la astrología, la numerología, y a cada una de nuestras fallas opongamos la virtud contraria, como nos enseña Bach.

Amémonos tal cual somos, así como amamos a los desvalidos, amemos nuestras incongruencias, nuestros desmayos. Son nuestro desafío. Son la lección a aprender. Son la razón de esta vida. Tomemos esa responsabilidad en nuestras propias manos.

TERAPIAS

Flores de Bach y calidad de vida

Dorana Carrera Ortiz (*)

ESPECIAL

Actualmente, las mujeres y los hombres enfrentamos, permanentemente, muchísimos desafíos que parecen atentar contra el desarrollo de nuestras cualidades.

En esas situaciones cotidianas de mucho estrés, nuestras emociones se desequilibran, nuestra mente pierde claridad, se silencia nuestra voz interior y nuestro mundo se marchita.

Edward Bach (médico galés 1886-1936) descubrió que en las flores silvestres había un potencial energético que permitía equilibrar los estados anímicos, inundando el campo psíquico de la virtud escondida detrás de una situación aparentemente caótica. De esta manera estableció un conjunto de 38 esencias florales, naturales, que cubren todas las variedades de estados anímicos de la persona.

Las flores de Bach no tienen ningún tipo de efectos secundarios ni adversos, pueden tomarlas inclusive los niños, las embarazadas, las plantas y los animales con total naturalidad, actúan de manera suave y restauran el estado de armonía y vitalidad que es innato a los seres humanos, complementando de una manera natural cualquier tipo de tratamiento que la persona pueda estar realizando, ya que las esencias florales no poseen principio químico activo.

Pensemos en algunas emociones que dificultan, por ejemplo, que nuestras potencialidades naturales se expresen con libertad: timidez, vergüenza, cansancio extremo, sensación de soledad, dificultad en concretar proyectos, trastornos en el ciclo menstrual, miedos, tristeza, angustia, estrés, “esa sensación de estar al borde de un ataque de nervios”, incertidumbre, indecisión, agobio por responsabilidades, impotencia, dificultades con el sueño y el descanso, problemas de aprendizaje y conducta. Seguramente el mundo de las flores de Bach tiene una respuesta adecuada para esas emociones. Siempre las flores nos ayudan a ver que la respuesta es concreta y posible.

(*)Psicóloga de la UBA y entrenadora del Centro Bach

LA VOZ DEL INTERIOR

CÓRDOBA, MIÉRCOLES 23 DE ABRIL DE 2003

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