12 La formaciOn de CastaĄo




La formación de Castańo




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XII
 
LA
FORMACIÓN DE CARLOS CASTAŃO
CON EL
AMIGO SIBARITA
 
 
 
 
 
 
     “La ginebra con
jugo de mandarina es uno de los mejores inventos de los ingleses", dijo Hernán
mientras se balanceaba en la hermosa y cómoda hamaca blanca que ocupa el fondo
de su biblioteca, un espacio tibio y apacible que contrastaba con el calor
infernal de la calle. Su casa parecía estar rodeada por un vivero y las arcadas
en los corredores enmarcaban el solar donde una fuente de agua, traída de
Venecia, producía un sonido relajante. Sentados en las poltronas de suave cuero
verde oscuro, estábamos con Ä™MonseÅ„orÅ‚ Ernesto Báez. Probamos el trago
recomendado y noté que el jugo de mandarina había perdido su acidez y tenía un
color menos intenso, parecía licuado, esponjado y más claro. Por su suavidad y
exquisitez debía incluir un toque secreto. Recordé entonces lo dicho por CastaÅ„o
de su amigo, con quien hace mucho tiempo no se veía por una profunda diferencia
que nunca me quiso comentar: “Hernán es un sibarita; el hombre más vida buena
que he conocido. A pesar de estar desilusionado con él, no puedo desconocer que
le debo gran parte de mi formación intelectual, aunque no fue fácil
obtenerla".
     Mientras su esposa
dejaba una tentadora tabla de quesos, jamón y chorizo espańol, acompańado de
aceitunas, yo fui sacando mi grabadora y Hernán replicó:
     No vamos a comenzar a
grabar ya. CastaÅ„o sólo piensa en trabajo y aquí, te cuento, la cosa es
distinta. Yo hace mucho tiempo decidí trabajar de once de la maÅ„ana a cuatro de
la tarde. La época de la esclavitud se acabó hace siglos.
     Hernán se reía de lo
que decía y Ernesto Báez exclamó:
     Ä„No le dije que era un
sibarita! Alzó la ginebra y mientras apoyaba su otra mano en el bastón, brindó
Así la gota no me deje caminar, me tomo este trago y te apoyo, mi querido y
nunca bien ponderado Hernán.
     Aparte de describir a
Hernán como un sibarita, CastaÅ„o me había hecho algunos comentarios sobre la
vida del anfitrión. “Hernán Gómez Hernández fue uno de esos grandes
intelectuales de izquierda que sufrieron una profunda desilusión al ver cómo se
bandolerizó la guerrilla latinoamericana y por eso abandonó esas ideas y se
convirtió en uno de sus principales críticos. Antropólogo y geógrafo de la
Universidad Nacional, trabajó durante seis ańos para las Naciones Unidas en los
países de la Cortina de Hierro, estuvo en Checoslovaquia y en un proyecto de
desarrollo para Brasil, Colombia y PerÅ›. Siempre ha permanecido cerca de la
política, fue miembro de la comisión que adelantó los diálogos del Gobierno con
las FARC en Caracas y Tlaxcala. Horacio Serpa lo nombró por sus capacidades.
Además, él era amigo personal de Alfonso Cano, miembro del Secretariado de las
FARC, que conoció en la Universidad Nacional cuando eran estudiantes. Luego
Hernán fue profesor y un activo militante de izquierda. En este tipo de
comisiones negociadoras del Gobierno se encuentra siempre gente apreciada por la
guerrilla. Hernán fue uno de los ideólogos que ayudó a fundar el EPL, cuando en
Colombia ser guerrillero era casi legal. Fue amigo de los hermanos Calvo Ocampo
y participó en una de las primeras conferencias del EPL en un pueblito de
Santander.
     También participó como
negociador de paz en el proceso del EPL en Córdoba, efectuó una labor
importante, pues los comandantes guerrilleros lo apreciaban como una autoridad
política histórica. En la academia es conocido como un experto en la obra del
escritor Joseph Conrad, y como la gran mayoría de los ganaderos de Córdoba,
conoció primero a mi hermano Fidel.
     A Hernán se le podría
considerar un ideólogo de la Autodefensa pero siempre para bien. A través de su
discurso, comprendí la importancia de renunciar a ser un paramilitar y aÅ›n así
conservar un profundo respeto por el Estado. Igualmente entendí lo fundamental
de esta guerra: el control de territorios.
     El sibarita siempre
vivió del cuento de la Autodefensa pero nunca quiso comprometerse con la
organización, y me atrevería a decir que estuvo más del lado de los gobiernos
que del nuestro. Siempre me dijo: “El Estado nunca pierde". Desde muy temprano,
antes de que se radicalizara esta guerra, tenía claro cómo es el “maní del
poder" y hacia dónde iba Colombia. Hoy no soy un enemigo del Estado porque
conocí su pensamiento.
     Hernán no paraba de
balancearse en la hamaca. Trató de aplazar el tema Castańo, pero ante nuestra
insistencia, empezó diciendo:
     Todo antioqueÅ„o es
alcohólico, mientras no se demuestre lo contrario. Carlos tendió a beber para
apaciguar la inmensa soledad que vivía tras la muerte de su hermano Fidel y la
necesidad de esconderse en el monte a raíz de que lo perseguían. Esta etapa la
superó con la ayuda desinteresada de don Rodrigo García y la aparición de la
mujer con quien convivió durante siete ańos; llenó un espacio en su vida
convirtiéndolo en un ser menos irascible y volcánico. En una época llegó a ser
agresivo con la gente pero poco a poco se decantó. Tuvo a quien amar, y eso le
ayudó mucho. Carlos encontró con quién compartir esa gran prisión de miles de
hectáreas donde ha vivido los Å›ltimos ocho aÅ„os de su vida. El monte, para él,
es una cárcel.
     Al principio pensé que
Carlos no tendría la capacidad para manejar esto y varias veces se lo dije:
“Usted aÅ›n no tiene la habilidad ni la formación". Pero no se amilanó y fue
ganando pelas de un round, de tres y después de seis. Entonces ya apreciaba uno
que la Autodefensa cogía cuerpo y no existía otro camino que acompaÅ„arlo para
que se convirtiera en un dirigente nacional. Nos comenzamos a reunir porque, de
alguna manera, estábamos del mismo lado; yo le ayudaba a los ganaderos y a la
gente de Córdoba a terminar un proceso de paz que aÅ›n permanecía incompleto.
     Lo acompaÅ„é a muchas
reuniones y, al término de una, no me aguanté y le dije, molesto: “Si no sabe
manejar una reunión, no se ponga a citar gente del exterior, ni nada. Hizo
quedar a la Autodefensa como un zapato, żno le da vergüenza? Van a imaginarse
que esto es un movimiento de un poco de jornaleros o unos pendejos. No, así
estamos muy mal para hablar del Derecho Internacional Humanitario. Ä„Estudie
primero, no joda!". A Carlos había que tratarlo duro, pararlo y decirle las
verdades de frente pero nadie se atrevía. Alguna vez le dije: “No se ponga a
hablar de la Revolución Rusa si no sabe. Aquí están estos cuatro libros;
Ä„léaselos, está quedando como un loco! No diga imbecilidades frente a la
gente".
     En consecuencia,
obtener conocimiento se le convirtió en un reto y comenzó su formación
autodidacta. Pasaban los meses y me sorprendía con cosas que estudiaba a
solas.
     Ä„Hombe, pedía libros y
se los comía calladito! exclamó Ä™MonseÅ„orÅ‚.
Y continuó
Hernán:
     Cuando nos veíamos
para analizar un tema, nos soltaba una carreta bien inteligente y estructurada.
Yo fui el más sorprendido al verlo dirigir las reuniones sin hablar tanto. Se
convirtió en una persona más mesurada. Hablaba solamente de lo que sabía y
maneja muy bien eso de hacerse el pendejo: conocía de un tema y lo ponía a
hablar a uno sobre eso como si él no supiera nada. żCómo va a ser?, preguntaba
para averiguar lo que pensaba uno.
     Pero a mí me consta
que fue muy humilde en esa etapa de formación repuso Ä™MonseÅ„orÅ‚. Le decía a
Hernán: “Cuéntame cómo se formó esta guerra. EnséÅ„ame". Carlos acumulaba
información, preguntaba y, sin pena, mandaba a pedir resśmenes de temas
importantes.
     Cierto dijo Hernán,
Carlos tiene una memoria prodigiosa y maneja sus pensamientos en forma de
ecuación: Conocimos el ajedrecista que esconde Castańo en la mente. ĄEs
inteligentísimo!
     żPero su relación con
Carlos era la del profesor que llegaba a dictar clase? le pregunté a
Hernán.
     No. Nos encontrábamos
y le recomendaba que estudiara unos temas; le traía resÅ›menes, libros, o le
recomendaba comprar algunos textos.
     Esa relación resultaba
competitiva dijo Ä™MonseÅ„orÅ‚. Yo presencié a Hernán y Carlos producir un mismo
documento. La papelera de Castańo terminaba llena de textos fallidos, mientras
que la de Hernán, no tantos. Con el tiempo las cosas fueron cambiando y ya las
papeleras terminaban igual de llenas.
     Yo le insistí mucho a
CastaÅ„o que diseÅ„ara un método para estudiar y aprender dijo Hernán. Le
explicaba que lo importante no era el conocimiento de cifras o citas, sino
aprender a sintetizar y construir estructuras de pensamiento, crear ideas o
sacar conclusiones. Para él la necesidad inmediata era aprender a definir y dar
soluciones rápidas, pues los hispanos somos muy dados a dar vueltas sobre la
misma idea. En el caso de Carlos, definir estrategia y táctica lo llevaba a
encontrar enemigos, prioridades y escenarios.
     żCómo describiría
usted a Carlos CastaÅ„o? le pregunté al anfitrión.
     Tal vez con la imagen
impresionante de un caracol caminando sobre el filo cortante de un cuchillo,
recogiéndose lentamente y extendiéndose sobre sí mismo, avanzando sin cortar su
cuerpo. La precaución es la gran cualidad de Castańo. Por eso sigue vivo.
     A la casa de Carlos
Castańo no puede ir nadie que no haya sido invitado. Es amable pero distante. No
confía en nadie y mucho menos se dejaría manosear de alguien. Es perseverante,
traza una ruta y la sigue hasta el final. Como amigo, es el mejor; sobre todo
fiel; no traiciona. Nunca entregaría a un amigo, se rige bajo un código moral
donde la amistad es muy importante. Es generoso, no lo mueve el dinero ni es
avaro, quizá porque nunca le ha hecho falta. Lo mueve la historia.
     CastaÅ„o no es facilista
en la vida. Si la solución es dar la vuelta por el camino más largo, lo hace;
así se demore más tiempo.
     żEl amor de CastaÅ„o
por la milicia lo hubiera llevado a ser un militar?
     Nunca. Soportar el
principio de la obediencia debida hubiera sido complicado. Él no habría aceptado
una autoridad superior, pues siempre se ha desempeńado como jefe, aśn estando su
hermano vivo. Castańo fue importante en combate porque le tocó; las
circunstancias de la vida lo tornaron en un buen militar. Pero actśa mejor como
estratega político. Los militares manejan la táctica pero las grandes
estrategias de guerra son instancias políticas.
     La Autodefensa se
convirtió en un híbrido raro. No es una fuerza paramilitar ni paragobiernos, lo
de hoy es una organización “parasistema". Es decir, el sistema económico, en el
fondo, le da el poder a la Autodefensa. Es un anticuerpo que alimenta la
libertad de empresa que al verse amenazada por la falta de fuerza pśblica y la
presencia guerrillera, nace espontáneamente, así esté o no esté Carlos
Castańo.
     En nuestras tertulias,
la botella de whisky vacía era la antesala de un final siempre previsto dijo
MonseÅ„or. Terminábamos inmersos en poesía y CastaÅ„o recitaba No te salves, de
Mario Benedetti.
     No te quedes inmóvil
/al borde del camino/ no congeles el jśbilo/ no quieras con desgano /no te
salves ahora /ni nunca /no te salves / no te llenes de calma /no reserves del
mundo /sólo un rincón tranquilo /no dejes caer los párpados /pesados como
juicios /no te quedes sin labios /no te duermas si sueńo /no te pienses sin
sangre /no te juzgues sin tiempo... (fragmento)
     Después, cada uno
recitaba la poesía que le llegara a la mente. Ya habíamos hecho esto tantas
veces que Carlos CastaÅ„o le decía a Hernán: “TÅ›, siempre con los mismos poemas.
Ya estoy aburrido de esos; Ä™MonseÅ„orÅ‚, usted sí se sabe una nueva, recite por
favor".
     Embriagado, y sin
conocer más de tres poesías, recité un vallenato:
     “Un blanco nubarrón
anda en el cielo / ya viene, se aproxima
la fuerte
tormenta /ya viene la mujer que yo más quiero, por
la que me
desespero y hasta pierdo la cabeza..."
     CastaÅ„o aplaudió y me
dijo: “No sé de quién es pero popular, sentida y distinta sí es. Recite otra,
ęMonseńorł.
     De ahí en delante fue
fácil. Me eché como tres vallenatos más hasta que CastaÅ„o se la pilló, parándose
de la fiesta iracundo. Al otro día se le pasó.
     żCuál ha sido para
usted la gran decepción de CastaÅ„o? le pregunté a Hernán.
     Sin duda, haberse dado
cuenta de que hombres como él son desechables para el Estado. CastaÅ„o nunca
quiso serlo. Los gobiernos lo quieren acabar porque conoce demasiado y lo
consideran un estorbo.
     Ernesto Báez rompió su
silencio.
           
Dile que le cuente el lobby que se hizo para la creación de las
Autodefensas Unidas de Colombia.


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