Male Call Denise A Agnew(1) 2


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Agradecimientos

Al Staff Excomulgado: a Nelly Vanessa por la Traducción, a Taratup por la Corrección, a AnaE por la Diagramación y Primera Lectura Final y a Kiti08 y Dannen por la Segunda Lectura Final de este Libro para el Club de Las Excomulgadas…

A las Chicas del Club de Las Excomulgado, que nos acompañaron en cada capítulo, y a Nuestras Lectoras que nos acompañaron y nos acompañan siempre. A Todas….

Gracias!!!

Argumento:

Sus sexys cartas son para él su único salvavidas en su peligroso mundo...

La exitosa ingeniera de de software Eve Carmichael se derrite bajo otra carta caliente más escrita por el soldado del ejército de reserva Sean O'Callahan. Sin embargo, Eve no puede sacarse de la mente el peligro que corre su vida en el extranjero, y está empeñada en tener vida sexual — y una vida. Eso significa olvidar a Sean antes que algo malo pueda pasarle.

Para celebrar su cumpleaños número treinta y cinco, Eve planea un viaje a Male Call, un club para conocer hombres. Sin embargo, todavía se preocupa por Sean. No ha recibido una carta suya en varias semanas. Y oh, cómo añora esas coquetas y calientes cartas.

Sean encuentra las cartas de Eve como su único salvavidas en su mundo cada vez más caótico. A medida que sus sentimientos se vuelven calientes y pesados, no puede esperar a volver a casa y encender ese puro fuego poderoso.

Cuando Eve recibe una carta de Sean diciéndole que fue herido, sus temores se hacen realidad. Pero el destino y una pequeña planificación traviesa de sus amigas le darán la mayor sorpresa de todas.

Capítulo Uno

Día Actual

Los dedos Eve Carmichael se cernieron sobre las teclas del teléfono, lista para apretar los números y dar el paso. Se dejó caer sobre el borde de su cama.

Sí, era hora de tomar una seria decisión.

No hay tiempo como el presente.

Se quedó mirando el teléfono. Así que ¿por qué dudaba?

¿Tal vez porque nunca había estado en un club de hombres antes y en algún sitio de su educación del Medio Oeste le había dado a la idea que la sexualidad femenina equivalía a pecar? Bueno, eso era lo que su amiga inglesa Claudia pensaba. “Una Mujer Americana reprimida de apetitos sexuales", decía Claudia.

Ugh.

Ella no se sentía reprimida.

En realidad no.

Además, ¿cómo podría ser doloroso ver el desfile de un montón de hombres medio desnudos por el escenario? Un rayo no la iba a derribar, por el amor de Dios.

Male Call era un club exclusivo que atendía a mujeres que querían ver a los hombres desnudarse, tipo Chippendales o Down Thunder. Chesney, la amiga de Eve, insistió que necesitaba un viaje de cumpleaños, una noche del viernes para desahogarse. O para apagar la frustración sexual acumulada antes que se la comiera viva. Cualquier persona a punto de llegar a los treinta a menos de un día, el Día de San Valentín, para ser exactos, debería hacer una salvaje, extravagante fiesta para celebrarlo.

Los tres grandes. Oh. Treinta años y lo que tenía para mostrarlo equivalía a una gran cuenta de banco, una casa confortable, un Porsche que corría como trompo, y no... No pensaría en la promesa que Sean O'Callahan le hizo en sus cartas durante los últimos seis meses.

Tenía que dejar de obsesionarse con él ahora mismo.

Miró el teléfono como si fuera a tener respuestas. No importaba que siempre pensara en su compañero Sean como digno de confianza. No importaba que sus cartas dejaran de llegarle hacía tres semanas, y no pudiera llegar a él por correo electrónico o teléfono.

Su ritmo cardíaco se aceleró en el momento que oyó al camión del correo llegar cerca de la acera. Maldita sea. Quería fingir que recibir el correo de Sean casi todas las semanas no la excitaba. Después de todo, hacía meses que recibía cartas de Sean a la manera antigua, en lugar de por correo electrónico. Largas, y expresivas cartas, tan increíbles que casi no podía creer que procedieran de la misma persona que había conocido durante el año pasado. Mientras salía corriendo al buzón del correo, se acordó de su primera carta a ella hacía seis meses. Sean, que salió para Oriente Medio era un hombre serio, casi demasiado recto.

Su caligrafía era del estilo rígido cuadrado, que asociaba con los científicos inflexibles o con los griegos inhibidos. Pero ahora que recibió decenas de sus cartas, sabía que estuvo equivocada sobre él.

Oh, tan terriblemente equivocada.

Había considerado siempre un ingeniero de software informático, de un modo extraño, sutilmente atractivo, que flotaba en algún lugar entre una impresionante hermosura y la crueldad absoluta. Pero nunca se le ocurrió pensar en él como una posible cita.

La estupidez era su mote. Ahora lo entendía tan bien, lo sentía en el centro de su ser, se dio cuenta de lo que su vida sería sin él. Su alma se retorció de dolor en su interior.

Abrió el buzón y recuperó el surtido habitual de correo basura y una factura. Ninguna carta de Sean. La miseria serpenteó a través de ella. Dios, tenía que dejar de hacer eso. De torturarse a sí misma. Era tiempo de evolucionar. Volvió a entrar en su casa, cerró la puerta, luego vagó por el dormitorio. Bueno, podría emplear la técnica que aprendió en su clase de psicología en la universidad. Asignar treinta minutos para preocuparse como el infierno. Preocuparse por esa media hora entera y luego detenerse. Ese es todo el tiempo que podía tomarse. Yacía boca abajo sobre su cama, pero después de pasar cinco minutos, se incorporó.

Sus cartas. Ella las había leído una y otra vez, y tendría en mente el peligro que Sean podría haber encarado... o algo peor. Fue a su tocador y tomó una bonita caja, de madera oscura de cerezo que estaba colocada al lado de su caja de joyas. Se sentó en la cama y abrió la caja. Recuperando el prieto paquete de cartas, se recostó en su edredón de mezclilla azul y abrió la primera carta que había recibido de él. Escrita en papel normal, papel de carta universitaria con rayas, lo que le recordó que necesitaba más del papel que había usado para escribir sus cartas.

Hola Eve,

Maldita sea, extraño a la pequeña y vaga ciudad de Clarksville. ¿Puedes creerlo? No podía esperar para irme y ahora no puedo esperar para regresar al infierno de nuevo. Claro, me gustaba mi trabajo, pero fue bueno para mí hacer algo diferente. Me sentía inquieto y quería nuevos horizontes. Ahora tengo problemas. Grandes. Ser un apasionado de la computación en el campo de la inteligencia no es tan peligroso como algunos trabajos, pero cuando eres enviado en un convoy... bueno, ya sabes cómo es. No hay lugar seguro en este desierto. Cualquiera y todos pueden ser capturados por estar desprevenidos en el lugar equivocado en el momento equivocado. Paso mucho tiempo mirando por encima de mi hombro. Mucho.

El desierto es caliente, caliente y mucho más caliente. Malditamente caliente. Como si no supieras eso, también. Allí en Clarksville, Wyoming está cubierto de nieve.

Además de ser asado a la parrilla en el día y malditamente congelado en la noche, aquí es el paraíso. Hay un montón de trabajo duro y sin embargo, un montón de brazos cruzados. Cuando lo pienso, suena como lo que tú y yo hacíamos en nuestros puestos de trabajo regulares.

Ahora estoy durmiendo un poco más decentemente y tomando un descanso con esta carta que te prometí. No puedo creer que me convencieras para escribir cartas. Sabes, no me gusta escribirlas. Soy muy malo en ello, pero sé que me matarías si no te escribía. Esta carta de la víspera es de corta duración. Escríbeme pronto.

Sean

Ella le escribió, tan emocionada de decirle lo que pensaba de su carta. Cerró los ojos e imaginó la carta en su mente, recordando una buena dosis de lo que le dijo.

Sean,

No te has perdido demasiado. No hay muchos cambios radicales en esta ciudad, como tú sabes. La vida ha sido un infierno. Un buen infierno de trabajo y más trabajo, más y más horas extras. El dinero es bueno, pero creo que tengo que ir a Irak en busca de aventuras.

Es broma.

Lo siento. Muy mala broma.

El segundo nivel del infierno, por supuesto, se reserva para hacer frente al espeluznante Kowalski. Tal vez empezaré a llamarlo mentalmente. El horrible Kowalski con letras mayúsculas HORRIBLE KOWLSKI. O tal vez lo llamaré HK, y no tendrá idea de por qué le estoy nombrando así. No, me conoces mejor. Nunca me burlaría del hombre, por más tentador que fuera. No importa cuáles sean sus debilidades, tratarlo con respeto siempre ha sido mi objetivo. ¿Quieres saber lo que está haciendo ahora? Fue sorprendido entrando en el cuarto de baño de damas ayer. Afirmó que no estaba prestando atención. Bueno, lo puedo creer. Casi me pasó una vez cuando estaba hablando contigo en el pasillo un día. ¿Te acuerdas? Casi te seguí al interior. Y casi muero de vergüenza. No estuve cerca para ver el paso en falso de Kowalski, pero "oír decir" como Becky Strommel diría, que Kowalski ni siquiera se veía inmutado cuando Perry Granery lo atrapó paseandoo ahí dentro. Las cosas que te hacen... Mmmmmm.

Luego, justo el lunes, se topo contra en la cafetería y tenía una gran sonrisa perfectamente mala de idiota en la cara. Te digo que me puso los pelos de punta, dándome un gran susto.

¿Alguna idea sobre cómo desterrar su mal ju-ju?

En otro orden, Janet Cribbins me ha cargado el doble de trabajo desde que te fuiste. No te culpes. No es como si pudieras hacer algo al respecto. La Ingeniería de software te extraña a lo grande.

Mantente a salvo y abrazos,

Eve

Ella tomó con entusiasmo su siguiente carta.

Querida Eve,

¿Sabes qué? No puedo creer que te estoy escribiendo una carta el mismo día que recibí una tuya. ¿Qué pasaría si quisiera decirte algo que no quisiera que nadie más supiera?

El estómago de Eve hizo un extraño movimiento, tal como la primera vez que la había leído.

Suena como que la ingeniería de software es la misma mierda. Pero tengo seis meses para pensar sobre cuán tranquilo y normal sería estar ahí contigo en el trabajo. Lo que me escribiste sobre los errores de Kowalski me inquieta. Siempre supe que había B.O. y llevaban lazos ridículos, pero pensé que no era más un ignorante de la moda (infiernos, igual que yo) y necesitaba una mujer para coordinar los colores de sus calcetines y decirle que tome una ducha.

Ten cuidado con él, ¿de acuerdo? Supongo que pudo entrar accidentalmente en el cuarto de baño, pero no lo sé. Suena sospechoso. Si va a ti, dile que soy tu novio y cuando vuelva del desierto le cortaré el pene y me alimentaré con él. Bueno, incluso si no se lo dices, considera notificarlo a Recursos Humanos. Si no quieres salir con él, es acoso sexual. Déjame saber cómo te va, ¿de acuerdo?

Hoy día nos acercamos a Bagdad. No puedo decirte lo emocionado que me siento. Sí. Correcto. Las tropas están inquietas, como dice el cliché. Muchos quieren ver más acción. ¿Puedes creer esa mierda?

Quiero ser informado sobre las cosas mundanas que suceden en el trabajo, ¿De acuerdo? Creo que podrían mantenerme cuerdo.

Hasta pronto,

Sean

Ella sonrió. Siguió su consejo y mantuvo una estrecha vigilancia sobre Kowalksi. Cuando le pidió salir con él tres veces en una semana, ella le tiró la rutina de "Sean es mi gran, malvado novio". Simplemente dijo las palabras: "Sean es mi novio y me dijo que te dijera que mantuvieras tus manos fuera de mí o te cortaría la polla y se alimentará con..." bueno, fue demasiado, pero funcionó.

Cambió a la siguiente carta que le envió.

Eve,

¿Estás tratando de volverme loco? Te dije que me escribieras acerca de la vida mundana. Describir lo que llevabas en la fiesta de Navidad casi me mata. ¿Una falda corta negra, con un corte bajo hasta el muslo? Mierda, hasta puedo verlo.

Ella se sonrojó al leer la carta, asombrada que hubiera tenido la osadía de describir el vestido, sorprendida que hubiera puesto eso primero. Continuó la lectura.

Nunca uses ropa como esa en el trabajo… por supuesto que no lo haces. No sería profesional. Pero Dios, apuesto a que te veías fantástica en ella. Úsala para mí cuando vuelva del desierto, ¿de acuerdo? La idea de verte con ese vestido, con tu pelo suelto yah infiernos— mejor no por ahí.

A temas más seguros. El desierto es un horno ahora mismo. A excepción de la noche. Sí, eso es una mierda, también. La arena se mete en todo, y me refiero a absolutamente todas las malditas grietas y hendiduras que hay.

Mira, lo siento si paso demasiado tiempo quejándome sobre el tiempo, si no ¿De qué más puedo hablar pestes?

Hizo una pausa. Oh, sí. Podría quejarme de las cosas relacionadas con el peligro, y te preocuparía un infierno. Ella sabía que él pensaba esto y trató de no preocuparla. No lo hizo muy bien. Se dio cuenta exactamente de lo peligroso que era.

Me tengo que ir. El sargento me está vigilando, y es un hijo de puta bastante duro por donde lo veas. Podría engañarlo, pero hace que una persona pague de una manera u otra. Te escribiré de nuevo, pronto. ¿Puedes creer que hay chicos aquí, y mujeres también, que no reciben un maldito trozo de correo? Soy un bastardo con suerte. Con las cartas de mamá y papá y las tuyas, la estoy pasando bien. Hasta pronto.

Sean

Recordó la carta que le había escrito inmediatamente después.

Querido Sean,

No sé lo que tenía en mente al decirte de mi vestido, tampoco sé por qué me puse el vestido. No. No, eso no es exactamente cierto. Me di cuenta hace un tiempo, que pronto cumpliría treinta, y que bien podría ser monja. He pasado demasiado tiempo en el trabajo y sin jugar el tiempo suficiente. Así que de ahora en adelante me propongo vivir un poco, y el vestido negro es parte de esa fantasía. Varios hombres me miraron muy de cerca esa noche, así que supongo encontraron el vestido bonito. Ni uno solo me sacó a bailar. Podría haber hablado con ellos, pero algo me contuvo. Dios, soy patética.

El trabajo ha estado un poco loco. Kowalski ha estado actuando extraño de nuevo. Me siento incómoda a su alrededor, pero no sé por qué. No es como si me molestara más. Te alegrará saber que tu idea funcionó… me dejó sola cuando le dije que su pene estaba en peligro de ser ejecutado. Siento mucho lo de la arena… me refiero a que la arena todo lo invade. Mantente a salvo, ¿de acuerdo? Escribe pronto.

Abrazos,

Eve

Sacó su siguiente carta, y mientras leía las primeras líneas, el corazón se le aceleró y un rubor llenó su cara.

Eve,

Una monja. ¿Estás loca, cariño? Ni siquiera consideres la posibilidad de un convento de monjas. Eres una mujer hermosa con una tonelada de cosas para ofrecer a un hombre que lo merezca. No te conformes, Eve. ¿Creo que deberías estar de fiesta y pasar un buen rato? Por supuesto. Pero no te conformes con cualquiera. Infiernos, ¿qué estoy diciendo? Por supuesto, que no lo harías; tienes gusto. En cuanto a los hombres mirándote durante la fiesta, son hombres. Se supone que debemos notar a las mujeres hermosas. Está en nuestros genes. Creo que tenía menos que ver con el vestido y más con el cuerpo en el. Eres hermosa, y no lo olvides. Me puedo imaginar tu cuerpo en ese vestido... ah, mierda... te lo puedo deletrear si lo deseas.

Ahora me dices más sobre ese vestido negro. Maldita sea, Eve, que me haces fantasear. Y si no te detienes, tendrás que compartir las fantasías con cada detalle.

Sean

Un espiral caliente de deseo llegó a su estómago. Tocó el papel de la carta barato sobre la que había escrito. No importaba. Sus palabras significaban mucho más de lo que esperaba. Se había introducido cálidamente en su psique con sus significados sutiles y frases que había usado para describir su vida en la guerra. Recordó la carta con la que le contestó

Sean,

¿Yo? ¿Hacerte fantasear? ¡Eh! Bueno, gracias por hacerle cosas fabulosas a mi ego. Por favor escríbemelo en blanco y negro, o tal vez a color. Si eres tan amable conmigo, me pondré el vestido para cuando regreses.

La vida aquí es estable por el momento. No hay más observaciones extrañas por lo de Kowalski. De hecho, ha estado tranquilo últimamente, lo que es un poco extraño viniendo de él. Supongo que no puede tener las dos cosas. Odio la forma en que me mira. La forma en que mira a todos.

En cuanto al resto de la gente, ahora Janie me pregunta todos los días por ti. Al principio no decía nada, pero ahora está babeando por saber cómo te va. Te acuerdas de Janie, ¿verdad? ¿La ultra-inhibida, súper-conservadora Janie? Si no lo supiera, por sus descripciones floridas de tus atractivos... bueno, juraría que está bien enamorada de ti o tiene la fantasía del guerrero contigo. Me pidió la dirección para enviarte un paquete, pero le dije que no la tenía conmigo. Entonces me acordé que no te permiten paquetes directamente. Así que se lo diré. Estará mega decepcionada.

Mi hermana, Brenda, sigue siendo un dolor en el trasero. La semana pasada entró en mi cocina y empezó a decirme cómo arreglar las cosas. Me está volviendo loca con su autoritarismo. Uno pensaría que era décadas mayor que yo en vez de sólo cinco años. Ayer me llamó y me dijo que no debía ir con mamá y papá de picnic hasta que aprendiera a cocinar. Siempre llevo cosas ya hechas. Por lo tanto, que me demanden. Soy una pésima cocinera. Si estuvieras aquí, tendría al chef Sean al rescate. Mi boca se hace agua por algunas de tus cordon bleu de pollo.

Vamos, háblame de esas fantasías que estás teniendo. Adjunto una foto mía en el vestido. Supongo que será mejor despedirme.

Abrazos,

Eve

Tomó su siguiente carta, extendiéndola en la cama con un suspiro. Dios, amaba la lectura y la relectura de esta carta.

Eve,

¿Estás tratando de inducirme un ataque al corazón? La foto que me enviaste estuvo cerca de... bueno, permíteme decirte esto a la perfección, sin rodeos. Al verte con ese vestido de mierda, no debí estar leyendo mientras caminaba de regreso a mis cuarteles. Pasé por encima de un coronel, y créeme, no lo apreció. La foto... bueno, digamos que parte de la fantasía llegó a la vida. Si querías darme una erección, lo hiciste. Todo lo que quería hacer era estar allí contigo y hacerte el amor. Bueno, eso es una descripción demasiado florida de lo que quería hacerte. Quería follarte.

Ahí esta, lo he dicho. Ahora que te lo he dicho, espero que no te asustes como el infierno. Atribúyeselo a asarme los sesos en el desierto y que parezcas tan suave y dulce en esa foto. Dios, Eve, me estás volviendo loco. Me gustaría poder decirte más, pero esta carta tiene que ser breve, porque nos estamos mudando en treinta minutos. Será interesante ver si realmente recibo una carta o algo de Janie. Más tarde, cuando las cosas se calmen, te escribiré sobre mis fantasías. Escríbeme pronto. Maldita sea, Eve, te echo de menos.

Sean

Estaba en lo cierto. Cuando Eve leyó por primera vez la carta, su declaración contundente de lo que quería hacerle la había asustado. No de una mala manera, sino del modo en que su sangre se calentaba y su corazón latía con el mero pensamiento de él aquí y ahora.

Había decidido llevar la artillería pesada. Había comprado un poco de papel carta rosa con labios rojos impresos en la parte superior. Después que terminó de escribir, roció algo de su colonia en el papel. Si eso no lo hacía soñar, no sabía lo que lo haría.

En cuanto a Janie, le había escrito una carta, y parte de Eve se preocupó por eso. Bueno, encáralo chica. Estaba celosa. La idea de otra mujer atrayendo su atención por escribirle cartas...

Oh, maldita sea. No quería ser así, pero así se sentía.

Sean,

Me alegro que pudiera hacer flotar tu barco.* (Se refiere a darle una erección) Me has dado un gran cumplido. Dudo que alguien antes haya tenido esa reacción con mi fotografía. ¿Qué hiciste con toda esa necesidad sexual reprimida después de ver mi foto? Me gustaría tener una fotografía de ti. Algo con uniforme y bien macho, por favor. De todos modos, tuve un sueño anoche, y me estoy sonrojando en este momento mientras lo recuerdo. Estaba acostada en esta cama blanca de seda king-size, completamente desnuda. Bueno, no estaba totalmente desnuda. Todo lo que tenía era ese sujetador diminuto de color rojo y una pequeña tanga. Una vaporosa gasa color rojo púrpura y con la cubierta de la cama de dosel. Sin embargo, el techo sobre la cama tenía un espejo. La habitación era un hermoso Victoriano, con madera oscura y terciopelo verde. Había olores suaves a flores, rosas y lavandas tal vez. Algunas partes del sueño estaban más allá de la nebulosa, como son todos los sueños. Este se sentía especial. De todos modos, estoy fuera de las pistas. Ese vestido negro estaba al pie de la cama. Debería tener frío, pero la temperatura de habitación se sentía cómoda sobre mi piel desnuda. Estaba muy excitada y, francamente, caliente como el infierno. Bueno, voy a admitirlo. Sabía que ibas a venir a verme. Cómo sabía eso, no lo sé. Entonces la puerta del dormitorio se abrió y tu parado allí. Desnudo.

Honestamente, no sé cómo te verías desnudo... Oh, wow, no puedo creer que te haya dicho acerca de ese sueño. Será mejor que deje de hacerlo ahora, antes de decir algo ultra incriminatorio y decidas dejar de escribirme.

Abrazos,

Eve

Suspiró, todavía algo desconcertada por la carta. Entonces recordó que no había llamado a Male Call.

Había prometido hacer las reservas y algo la había detenido. Tal vez resultaría emocionante ver a strippers masculinos bailando semidesnudos para ella, pero la única cosa que su imaginación podía conjurar era a Sean medio vestido realizando un erótico baile de dos pasos. Se quitó los zapatos atléticos y se tendió en la cama para poder disfrutar de la lectura de sus cartas. De repente, se sintió demasiado excitada. Se desabrochó la camisa y la abrió lentamente, bajándose los vaqueros también. Ah, eso estaba mejor.

Eve,

Me estás matando aquí. He anexado la foto que querías, aunque he tenido que soportar la burla de mi vida cuando dos de los chicos averiguaron por qué me la quería tomar.

Su foto cayó del sobre en su regazo, y ella rápidamente la levantó. Oh, Oh, hombre. Cuando Eve vió la fotografía por primera vez, la hizo entrar en Shock. Aturdiéndola. Excitándola como ninguna otra imagen de un hombre que había visto antes.

Había visto un montón de hombres atractivos en su vida, y siempre había pensado que Sean podría ser lindo de una manera nerd. Esa foto hizo volar todas sus concepciones sobre un Sean perteneciente a la ciudad de los raros.

Con uniforme vestía unos pantalones de traje de batalla y botas de desierto, pero sin camisa, tenía un arma automática en la parte delantera de su pecho en una pose áspera y lista. La sonrisa de su rostro era arrogante pero encantadora. Sus ojos azules mantenían una intensa mirada de chico malo. Su pelo corto militar, rubio plateado definía sus altos pómulos y la mandíbula perfectamente recortada era más prominente. Y oh, su pecho y brazos. Sean poseía unos brazos bien musculosos y un pecho precioso rociado con pelo rubio oscuro que se arrastraba hacia abajo sobre su estómago de paquete de seis y su cintura. Oh, mi, mi. Estaba delicioso, pero de una manera tosca, muy anguloso que no debería haberla excitado así. La mayoría de las mujeres de la oficina hablaban a sus espaldas sobre su pelo revuelto y desordenadas camisetas demasiado grandes. Tal vez esas camisas demasiado grandes habían estado ocultando ese físico que patearía traseros todo este tiempo.

Parecía peligroso.

Jodidamente caliente.

Si las damas de la oficina pudieran verlo ahora... si es que supieran la fantástica forma en que su cuerpo estaba de fabuloso...

Ella gimió y los celos pasaron por ella. Oh, hombre. Lo deseaba mucho.

Incluso ahora, esa foto creó un deseo que llenó su sangre con atracción sexual instantánea. Sus cartas se habían vuelto de intriga de bajo grado a completamente fuego. Su boca se hizo agua. Quitó su mirada de la foto con dificultad y volvió a la carta.

Ahora que has visto a mi fea forma, espero que estés satisfecha. Me preguntaste qué más está sucediendo. Infiernos, no hay mucho que te pueda decir y no quieras saber. Llegamos a Bagdad, y las cosas son inciertas. Eso es todo lo que te puedo decir.

No hablaremos de este maldito lugar, ¿de acuerdo? ¿Sabes sobre el sueño del que me hablaste, aquel en el que estás sobre la cama desnuda? Suena fantástico. ¿Quieres que me agregue al sueño?

Oh, lo había deseado. "Por favor, dímelo".

Leyó la carta con un afán que debería haber desaparecido. En cambio, lo que decía a continuación disparó su deseo directamente sobre la azotea.

Estás acostada en la cama esperando al hombre misterioso, pero está retrasado. Por lo tanto, te ayudas... literalmente. Quieres estar lista y caliente cuando él venga a ti porque has estado esperando por él por siempre. Has deseado que este tipo te note y ahora que lo hace, y no puede esperar a tocarte, besarte.

Su respiración se aceleró con sus palabras seductoras, y cerró los ojos un instante, lo suficiente como para imaginar a Sean mirándola.

Tus manos se mueven lentamente hasta tu caja torácica y sobre tu abdomen, tocándote suavemente. Tus pezones se aprietan y se sensibilizan y necesitan ser tocados. Tus palmas y dedos acarician tus pechos y te sientes tan condenadamente bien. Tu corazón comienza a latir con fuerza.

Cerró los ojos una vez más y siguió su fantasía, deslizando sus dedos sobre su piel, sus costillas, sus pechos y sintiendo cierto pinchazo, el hormigueo del calor. Sus pezones se pusieron duros a través de su sostén, y Eve casi se quitó la falda para poder experimentar la fotografía erótica que había elaborado para ella. Con entusiasmo, movió los dedos bajo la cintura de sus vaqueros y los deslizó a través de su vientre. Sus dedos se anidaron íntimamente entre sus excitados pétalos pulsantes.

Tu cuerpo quiere más. Debido a los dolores de tu coño, te tocas tus calientes y húmedos labios. Acaricias tu jugo a lo largo de cada pliegue, no puedes esperar a correrte. Trasladas la humedad a tu clítoris, dándole vueltas y vueltas y se siente tan bien. ¿Puedes sentirlo?

Siguiendo sus instrucciones explícitas, disfrutó el suave, conocido toque. Sus dedos manipularon su clítoris mientras su cuerpo exigía un final, pero ella retiró la mano y la puso sobre su estómago. Tenía que leer el resto de la carta, aunque ya la había devorado muchas veces antes.

Entra en la habitación y te sorprende, pero tú estás lista para él.

Mantienes tu mano en tu coño y cuando te ve jugando, piensa: "Esto es muy excitante."

Y cualquier hombre que no pudiera pensarlo tendría que estar loco.

Me tengo que ir por ahora, Eve. Hasta pronto y cuídate. Si tienes alguna fantasía más, dímela, ¿de acuerdo?

Sean

Sus dedos se mantuvieron acariciándose, haciéndose cosquillas en su flexible carne. No podía recordar la última vez que había sentido tan líquida, tan excitada. Bueno, tal vez la primera vez que había leído su impactante carta. Estaba sorprendida de no sentirse ofendida, sino pecadora, porque nunca esperó que Sean escribiera cartas como estas para ella. Para cualquier persona, si lo pensaba nejor. Diablos, no, no le había dado en nada que pensar antes que se fuera a Irak.

Arrojó la carta sobre la cama y cerró los ojos. La sensación la bombardeó, la necesidad de correrse era demasiado fuerte. Una y otra vez extendió sus jugos sobre su clítoris. Eve imaginó que eran sus dedos la que la tocaban dentro del -duro punto de placer extremo. Ella se arqueó, temblando mientras sus dedos se movían más, más rápido... hasta que...

Oh. Oh, sí.

Capítulo Dos

El éxtasis llevó a Eva directamente a la cima de la montaña rusa y la envió bajando en un dulce y derretido placer tan impresionante que no podía resistirlo. Gritó suavemente, sacudiéndose de felicidad.

Yacía en la cama, con su respiración jadeante mientras disfrutaba el placer antes de golpear la realidad. Deseaba a Sean. Sin duda, después de que esa fantasía en su mente se hubiera disipado a través de su sistema.

Ella se retiró al baño y cuando salió, tomó la pila siguiente de las cartas.

Eve,

La vida aquí es a veces de rutina. El polvo, el calor, un largo tramo de incertidumbre. Todo lo que sabemos es cuidar de nosotros mismos y asegurarnos que terminaremos el trabajo, hacerlo bien y estar a salvo. Por cierto, no veas las noticias, porque te harán perder la cabeza. La vida aquí significa tomar un día a la vez, y estar agradecido por cada paso que doy. Cuando vuelva a Clarksville, vivi la vida de otra manera. Ahora me doy cuenta que no apreciaba lo que tenía tanto como debería. Número uno, tengo que conseguir una vida. Sí, estoy en el programa Gran Hermano, tengo mi juego de golf... pero hay más, y entiendo lo que es.

Me alegro que Kowalski haya renunciado. Buenas noticias. Suena a que siempre hubiese estado en una espiral descendente. Por favor, ten cuidado. No estoy bromeando. No quiero que te preocupes, pero estate alerta en lo que concierne a Kowalski. Si he aprendido una cosa, nada más, mientras estoy en Irak, es a confiar en esa sensación extraña en mi interior que me mueve en lugar de permanecer quieto. Di que harás lo mismo, ¿de acuerdo?

Nunca me di cuenta hasta que llegué aquí que soy bastante bueno para escapar de situaciones peligrosas. No te diré nada hasta que vuelva, pero las cosas que han sucedido aquí demuestran que necesito confiar en mis instintos.

Tuve un infierno de sueño anoche. Hacía calor. Y no me refiero al calor del desierto. Vaporizador, sí. Alucinante. Me hace cosas que tal vez no quiera.

Hombre este sueño... ¿por dónde empiezo? Estaba en ese castillo, en una gran cama. Una de esas cosas grandes con dosel. Algo así como lo que describes en tu sueño. Estaba desnudo como un maldito JayBird, y cuando salí de la cama, fui a la ventana y vi este gran bosque, con algunos de los árboles con flores rojas, y la hierba más verde que he visto antes. Segundos después, la puerta se abrió en esta habitación enorme y tú caminabas usando una bata azul de seda. Tu sonrisa y mirada eran felices. Luego caminabas hacia mí y tirabas la bata al suelo. Bajo la bata tenías este vestido ceñido, largo, de color azul con cuello de corte bajo que iba hasta su ombligo. Podía ver tu estómago. Tus pechos se presionaban contra el material, y veía tus pezones. Tu sonrisa era seductora y acogedora. Tocaste tu vientre plano, y quise besarlo. Entonces estuviste frente a mí, y te pasé el vestido encima de tu cabeza hasta que estuviste desnuda. Nos besamos, y cuando tu piel se movió sobre la mía, estuve en el séptimo cielo.

Entonces el sueño se convirtió en una mezcla de imágenes eróticas. Mis manos pasaron sobre tus pechos, mi lengua en tus pezones, mis dedos resbalaron profundos dentro de ti. Estabas tan excitada y húmeda, y quise lamer tu clítoris. Entonces, estaba tumbado en la cama, y te sentabas a horcajadas sobre mí. Me montabas y torturabas duramente porque por alguna razón no te podía tocar.

Entonces me daba cuenta que me habías atado a la cama. El sueño terminó abruptamente. Estaba frustrado y excitado.

No puedo esperar a tocarte.

Hasta pronto.

Sean

Eve miró la carta, la primera vez que la leyó, asombrada, pasmada, sintió como si el mundo girara a su alrededor. Sean la había impresionado y la intensidad emocional la hacía temblar. No sólo el sueño sexual, eso solo había freído sus circuitos, sino la forma en que le advertía contra Kowalski. Le había escrito de nuevo de inmediato.

Sean,

Admito que me asusté con tu última carta. Si estás soñando conmigo de esa manera, sólo significa una cosa, ¿verdad? Dilo en blanco y negro, señor. ¿Qué significa? Cuando vuelvas tendremos que explorar esas fantasías y sueños. ¿O hablaremos de ello mientras estás allí y yo aquí y cuando llegues a casa, pretenderemos que no pasó nada? Oh, infiernos, Sean. No estoy tratando de presionarte. Se podría decir que estoy sorprendida... y excitada.

En cuanto a ver las noticias, no he tenido mucho tiempo. El trabajo es el mismo de otra manera. Ocupado pero de alguna manera menos interesante ahora que no estás cerca. La gente me pregunta por ti todo el tiempo, y admito que estoy en contacto contigo. Me han hecho bromas porque te escribo. Las mujeres principalmente. Me conoces. Siempre me sonrojo, no importa lo que haga para tratar de detenerlo. Nada funciona. Mi cara me delata.

Abrazos,

Eve

Otra carta provino de él en un corto tiempo. Debió haber escrito de nuevo inmediatamente después de recibir su nota.

Eve,

Me alegro de que no veas las noticias.

En cuanto a mi última carta, lo siento s te asustaste con la fantasía. Me llegó muy fuerte. Realmente me hizo soñar igual que como lo he descrito, así que sí... Ya sé que significa que creo que eres sexy como el infierno. Pero no te escribiré sobre mis fantasías de nuevo, si te asustan.

Sean

Cuando Eve recibió esa cerrada, casi lacónica carta, se dio cuenta que había soltado sus emociones y le había dado una impresión equivocada.

Sean,

Oh, chico. Lo arruiné, ¿no? No, no quiero que dejes de escribir tus fantasías. Solo me excité después que leí ese sueño. Lo que me dijiste… nadie me había dicho esas cosas antes. Quede sorprendida, y me pilló con la guardia baja. Por favor, no sientas la necesidad de ocultar lo que estás pensando de mí nunca. No pude ver las noticias, pero sé que no me estás diciendo todo lo que has vivido. Has hablado de usar tus instintos para evitar situaciones peligrosas. No me importa si me las dices, pero si no me dices porque te molesta, entonces no te preocupes. Lo entiendo. Lo que sea que pienses, sabes que puedes confiar en mí. Siéntete libre para descargar lo que te esta pensando. No me puedes asustar.

Amor,

Eve

La siguiente carta de Sean se hizo esperar.

Eve,

Me alegro como el infierno que quieras escuchar mis sueños y fantasías. Eres una de las mejores cosas de mi vida ahora mismo. Ayer, uno de nuestros convoyes fue alcanzado y murieron dos hombres. Sé que podría ser yo algún día. Sin embargo, a pesar de la mierda que tengo, tus cartas significan tan condenadamente mucho. Estoy emocionado de tener la siguiente y la siguiente. No te detengas.

Mis fantasías son aún más calientes que mis sueños. ¿Segura que quieres oírlas? No puedo fantasear contigo todas las noches porque me pone duro como el infierno, y ¿sabes qué? Estoy ahorrando por si acaso me desees. Lo sé, es audaz y probablemente jodidamente presuntuoso. No te estoy presionando, pero digo lo que siento. A veces quiero contarte todo, pero obviamente no puedo. Luego hay veces que no quiero decirle absolutamente nada a ti ni a nadie. Es una sensación extraña, queriendo callarme, fingir que nada de esto está sucediendo. Luego, en la noche sueño contigo y se siente tan bien saber que eres real. Que lo eres. Me acuerdo de todo y cada mañana estoy aquí por decenas de razones. Número uno, estoy luchando para volver a casa, a ti.

Sean

El teléfono sonó. No quería que nadie la llamara y se recordó que no vivía en un mundo de fantasía lleno de sexo sin fin, con Sean.

Dios, lo deseaba.

Le llevó unas cinco llamadas antes de levantar el teléfono inalámbrico.

El tono oscuro de Chesny le llegó a través del teléfono. "¿Nunca contestas el teléfono?"

"Sabes que no lo hago. ¿Qué pasa?"

"Suenas de mal humor."

Se dejó caer sobre la cama y suspiró. "Tal vez porque estoy leyendo la carta de un corpulento soldado que gotea sexo y alguien llama y me interrumpe." Dijo las palabras antes de poder detenerse. Oh, mierda.

"¡Oh, ho, ho! Has estado esperándolo. ¿Qué soldado galán?"

"Mierda".

"Mierda, ¿qué?

"No estoy segura de querer decirte. Harás algún comentario de mierda al saber quién es."

"No, no lo haré."

"Te conozco. Por supuesto que sí."

La risa malvada de Chesny le llegó a través de la línea. "Sólo dímelo antes de patear tu trasero de lirio blanco."

"Lo puedes intentar", dijo Eve.

"Vamos". Chesny sacó la última palabra como una declaración.

"Ahora no".

"Brat".

"Ese es mi segundo nombre. Eva Brat Carmichael.” Suspiró de nuevo, deseando poder desterrar a Sean de sus pensamientos por lo menos durante un momento.

"Bien". Cutlery se sacudió en el fondo. "¿Hiciste las reservas en Male Call?"

Eve se dio una palmada en la frente. “ No, se me olvidó."

"Maldita sea, chica, no tienes remedio. No importa, perezosa," dijo Chesny mientras Sheltie ladraba en el fondo. "Yo haré las reservas."

Eve cerró los ojos. "Me lo imagino."

"¿Qué?"

"Exactamente como saldrá mi cumpleaños. Llegaremos al club y todas esas mujeres con lentejuelas impulsarán sus buenos traseros para que podamos meter un dólar en los calzoncillos de un hombre."

"Esos tipos no llevan correas de atleta".

"Sabes lo que quiero decir. Nalgas de hilo. G - secuencias. V - cadenas. Lo que sea. Después, decenas de hombres semidesnudos desfilando por el escenario, girando, bailando al ritmo techno pop. No es mi idea de algo sexy. Por lo menos no de algo que haya visto."

Chesny gimió. "¿Porqué no te gustarán? Tienen músculos, son fuertes, saben cómo mover sus atractivos."

Eve se levantó y salió de la habitación a la cocina a buscar la Diet Coke que no se había terminado. Bebió y escuchó a su amiga con una crítica muy favorable hasta que la interrumpió con, "Oh, sí, son magníficos, está bien. Sin pelo, pulidos, aceitados y, en general con aspecto lámeme a su alrededor. Realmente emocionante."

"Maldita sea, chica, no eres divertida".

"Así que demándame." Inyectó una sonrisa en su voz. "Te llamaré más tarde. Ahora mismo estoy..."

"¿Sí?"

"Muy preocupada." Vagó por la cocina.

"¿Por qué?"

"Es una historia larga que he estado guardando de ti."

"Parece que quieres confesar".

"Tal vez lo haga."

"Derrámalo. Chesny ama proporcionar la terapia para los enamorados."

"No estoy enamorada".

"No es problema. Tengo una respuesta para todo."

"Está bien. Es..." Tragó. "¿Te acuerdas de ese raro de mi trabajo?"

"¿Cuál?"

Ella tomó otro trago de refresco de cola, y luego se dirigió al salón de su casa para tirarse en el sofá de chenille verde salvia. "El ingeniero de software. Sean O'Callahan.”

"¿Que Sean? Bueno, es muy... eh... interesante."

Eve posó sus ojos en el techo y decidió hacer caso omiso de la sarcástica insinuación que Sean no tenía nada porqué mirarlo. "Hace unos seis meses, fue enviado a Irak. Le dije, por impulso, que le escribiría mientras estaba allí. De todos modos, le he estado escribiendo, y se está haciendo... intenso."

Chesny se rió entre dientes. "Ajá. ¿Es el soldado del que estabas hablando antes?"

“El mismo."

"¿Te has excitado? ¿O excitado intensamente?"

"Bueno, tal vez no intensamente. Es... nuestras cartas son muy explícitas." Ella dio a su amiga más información, pero dejó los detalles más finos de la correspondencia.

"Wow. Así que por eso no estás interesada en otros hombres medio desnudos", dijo Chesny. "Sean ya te tiene jadeando por él."

Eve hizo una mueca. Jadear sonaba tan indigno, pero eso es lo que era, en realidad.

Eve puso su copa en una montaña sobre la mesa y se quedó mirando al suelo. "Tal vez".

"Mmmm. ¿Crees que Sean siente lo mismo por ti?"

"No me ha mandado a volar. Fue él quien inicialmente comenzó el tono erótico. Más o menos."

"Uh-huh."

Eve buscó a tientas las palabras. "No siento nada. Quiero decir lujuria si, pero tal vez eso es todo."

“Así es. Estás trabajando demasiado duro si piensas que eso es todo. ¿Cuándo estará este chico en casa?"

Eve frunció el ceño mientras colgaba sus pies en el sofá. "Buena pregunta. Me preocupa porque por lo general recibo cartas muy frecuentemente. Un par al mes o más."

"¡Wow!" Chesney casi gritó.

Eve sostuvo el teléfono lejos de su oreja por un segundo. "Le escribo a menudo, también. Las cartas son cada vez más intrigantes todo el tiempo."

Chesny resopló. "Me gusta eso. Intrigante, dices. ¿Es ese el código para describir un montón de sexo fantástico?"

Para sorpresa de Eve, sus mejillas se llenaron de calor. "Casi".

"Ooohhh querida."

"Me envió una carta con una fotografía de él y... bueno, digamos que no es más un rarito. Ha estado trabajando su cuerpo. No es el hombre flaco y escurrido que pensé que era. Es más divertido y más agradable de lo que le había dado crédito. No puedo creer que no le presté más atención antes. Me siento como una completa idiota."

“Parece que estás teniendo un momento con el Sr. Darcy."

Eve se echó a reír. Chesny amaba “Orgullo y Prejuicio” de Austen, y el Sr. Darcy era uno de sus personajes favoritos de ficción de todos los tiempos.

"Creo que te gustaría la foto. Creo que a cualquier mujer con la mitad de una hormona le gustaría", dijo Eve.

"Así de bueno, ¿eh?”

"Así de bueno".

"Bueno, eso me rompe en pedazos."

Eve se echó a reír.

"Un raro, siempre es un rarito. Suena maravilloso, “dijo Chesny. "Sin embargo, parece que te estás preocupando acerca de algo. Dímelo."

"Han pasado tres semanas desde que recibí una de sus carta. Recursos Humanos no ha escuchado nada negativo".

”Oh, probablemente no sea nada más que un retraso del correo entonces."

"Tal vez".

Ella quería creerlo, pero la preocupación se mantenía, por mucho que tratara de quitársela.

Eve escuchó el ruido de unos pequeños pies y la voz del marido de Chesny.

"Cariño, me tengo que ir", dijo Chesny. "Sólo mantenme informada ¿Está bien? Estoy un poco sorprendida que lo mantuvieras oculto."

"No te digo todo. Lo que es privado es privado".

"Tienes razón. Pero ¿por qué me lo dices ahora?"

"Porque estoy preocupada por él, supongo."

"Estará bien. Hablaré contigo mañana por la noche y te haré saber sobre nuestra cita en Male Call."

Colgó, y cuando Eve se arrastró a la cama esa noche, esperaba que la siguiente carta de Sean llegara en la mañana.

Capítulo Tres

Cuando Eve recibió la carta de Sean al día siguiente, no había llegado a su casa antes de rasgar la carta. Se quedó en el garaje, con el corazón latiéndole mientras desdoblaba el papel. La fecha que leyó era de tres semanas antes de esa fecha.

Eve,

Te estoy escribiendo esto desde una cama de hospital.

Aspiró su respiración y bolso se volcó en el piso del garaje. Lo ignoró y continuó su lectura.

No te preocupes. Estoy bien. Sólo tengo un poco de carne herida. (Sonrisa maligna). Siempre quise decir eso. No, en serio, no es gran cosa. Estaba siendo transferido desde el campo base a otro cuando nuestro convoy fue atacado. Quedé noqueado y algunas esquirlas golpearon mi pantorrilla derecha. Sin embargo, fueron heridas menores.

¿Qué no se preocupara? ¿El hombre había perdido el juicio? La preocupación la perforaba con dientes de púas. Bueno, al menos sabía que estaba vivo. Su estómago se retorció mientras hacía una pausa en la lectura de la carta. Se puso de pie en su garaje, con su bolso de diseñador, encima de la suciedad del suelo de hormigón. Se estremeció de frío a pesar que hacía calor, y se sintió mejor cuando leyó el resto de la carta en el interior.

Se apresuró a recoger su bolso, y una vez dentro, lo soltó en el mostrador de la cocina. Se dejó caer en un taburete del desayunador y continuó su lectura.

Sabes que mi tiempo aquí se acabará pronto de todos modos, ¿no? He estado aquí seis meses y se podría decir que el tiempo es un buen momento… si alguna vez el tiempo para ser herido en batalla lo es. Me darán el Corazón Púrpura, pero déjame decirte, que me podría haber saltado el jodido camino que tomé para llegar aquí.

Ya basta de esa mierda. Estoy mirando por encima de mi hombro preguntándome cuánto tiempo más pasará antes de que te vea. Sí, es cierto. No puedo esperar. Mira, sé que podría estar presionándote algo aquí, y si voy demasiado rápido, lo siento.

Me tengo que ir. Las malditas enfermeras vienen a darme un nuevo baño de esponja.

Algunos de los chicos de aquí aman los baños de esponja, pero sigo deseando que tú seas la que me des el baño. Caray, podría escribir toda una fantasía solo con eso.

No me escribas de nuevo

El teléfono sonó, y su corazón se estrelló contra su garganta. Se sacudió y dejó caer la carta para alcanzar el teléfono inalámbrico cerca del mostrador.

"Sí," dijo un poco áspera.

"Bueno, no tienes que romperme la cabeza", dijo Chesny.

Eve suspiró, mirando la carta y deseando leer más de lo que tenía que decir. "Lo siento. Acabo de recibir una carta de Sean."

"Bien. ¿No es genial? Te preocupaste el otro día."

“Sí, pero fue herido en batalla."

"¿Qué?"

"No mucho. Pero en su carta dice que fue trasladado de urgencia, y las cosas se están enfriando. ¿Qué pasa si dejó que todo funcione con este hombre y él lo ve todo como un juego? Quiero decir, no estoy hablando en serio sobre él o algo…"

"Tontita. De lo contrario no estarías tan confusa. Si está enfriando las cosas, sólo déjalo descansar como una pelusa en la calle, muchacha. No vale la pena. Cambiando a otro tema, tengo algo perfecto para levantarte el ánimo."

Eve no quería preguntar.

"No me vas a preguntar sobre ello, ¿verdad?", Dijo Chesny.

"Nop".

Chesny suspiró con fuerza. "Está bien. Te lo diré. He hecho reservas para mañana en la noche en Male Call. Y te garantizo que tendrás el mejor trigésimo cumpleaños que has experimentado."

Eve sonrió. "Um, hasta donde sé, nunca he cumplido treinta años antes, y no pienso tener otros. Además, creo que una sesión en Male Call será suficiente."

La risa de Chesny resonó a través del teléfono. “Tal vez. Tengo la sensación que regresarás por más."

"Correcto".

"Maldita sea, ¿desde cuándo te volviste tan asquerosamente deprimida?"

"No estoy segura."

“Sí, lo estás. Simplemente no quieres admitirlo."

Eve gimió. "Sólo me cortaré las venas ahora y acabaré con ello."

"¿Qué pasa? ¿Estás pensando en Sean?

"Aun no he tomado una decisión."

"Estás realmente desesperada, chica."

"Bueno, tal vez no me cortaré las venas. Empezaré un club de corazones solitarios para mujeres que se excitan con cartas y se queman de lujuria."

"¡Vamos! Estás haciendo eso, ¿Cómo es que lo llamaste hace un momento? ¿Tener pensamiento catastrófico? Estás leyendo demasiado sus cartas, porque has descubierto que es un pelmazo. Y como dice Claudia, `Estás mendigando por un abrazo.' Es probable que él necesite una buena follada, también, y si le gustas, será el curso natural."

"Chesny, lo haces sonar como animal salvaje."

"Bueno, puede ser así a veces."

Eve no lo sabría. Con un terrible sentido de completa mortificación, se dio cuenta que nunca había roto el colchón, ni la cabecera de la cama con su traqueteo de sexo. No, sus encuentros sexuales de los últimos años habían sido mansos y buenos, no del todo satisfactorios sin embargo.

Eve se echó a reír. "Chesny, Eres una salvavidas. Puede que tengas razón. Necesito conseguirme una vida sexual y drenar esta energía."

Chesny hizo uno de sus fuertes gritos en el teléfono. "Ahora eso es de lo que estoy hablando."

Colgaron poco después con promesas sobre dónde, cómo y cuándo se reunirían en Male Call la noche siguiente.

Con entusiasmo, Eve volvió a su carta y leyó las últimas líneas.

No me escribas de nuevo, porque espero estar de vuelta en EE.UU. en las próximas semanas. Si envías una carta a Irak, probablemente terminará en manos de algún soldado indecente. No puedo permitir eso.

Sean

El alivio se agrupó bajo su estómago, sintió un calor quitándole algo de su aprehensión de que no quisiera hablar con ella.

Se paseó por la sala de estar por mucho tiempo, preguntándose si una visita mañana por la noche al club alejaría su preocupación por Sean.

Por la fecha tardía, podría estar a punto de regresar a EE.UU.

Ahora mismo.

* * *

“¡Sí, nenes! “Chesny gritó mientras el primer grupo de bailarines separaban las cortinas del escenario y pavoneaban sus cosas. "Oh, sí, nenes", aplaudió Chesny sus manos. "¡Déjenlos salir!"

Eve no pudo contener la risa y casi se ahogó con su merlot. Se oyeron silbidos y gritos por sus acciones. Pero los hombres que se pavoneaban delante estaban completamente vestidos. Un bombero con su equipo de protección completo, un oficial de policía, un astronauta y un vaquero. Durante los últimos treinta minutos Eve y Chesny habían disfrutado viendo una gran cantidad de hombres guapos semi-vestidos.

Eve no había pensado en Sean en un cuarto de hora entero.

"Señoras, tenemos un regalo especial para nuestra cumpleañera, Eve Carmichael. Está sentada en la primera fila. Ponte de pie y haz una reverencia, Eve."

Servil, con la cara enrojecida, Eve se levantó e hizo un arco rápido mientras el público aplaudía. Se hundió en su silla y miró a Chesny. "Esto fue idea tuya, ¿no?"

La sonrisa de Chesny fue impaciente. "Claro que sí." Su pelo negro estaba revuelto en espirales a lo largo de su cara, con su piel de coco brillando saludable. Esta noche llevaba un traje conservador, mientras que en la víspera, cuando se había detenido junto a su casa, se había vestido con su vestido negro ceñido.

El presentador del escenario se aclaró la garganta. "Señoras, ahora que hemos saludado a la cumpleañera, le dedicaremos este baile. Y, sobre todo, un hombre desea dedicar este baile completo a Eve."

Ella frunció el ceño, preguntándose qué cumpleaños loco habría cocinado Chesny.

"Esta noche, también tenemos un nativo americano, un piloto, un juez, y lo mejor de todo, un soldado del Ejército de los Estados Unidos".

Eve tragó ante la mención del soldado. Infiernos, Sean se tragaría la lengua antes que desfilar alguna vez por un escenario como ese. Mientras el último hombre salía, ella se sorprendió por completo.

Allí, de pie en toda su gloria semi-desnuda, estaba el militar más hermoso que había visto nunca. Su pelo corto rubio hacía hincapié en sus penetrantes y directos ojos azules como el Caribe. Llevaba un par de pantalones de uniforme de gala de guerra y botas para el desierto. Y su torso. Pedazo de carne. Hombros anchos, magníficos y poderosos brazos, uno doblado, estómago dividido en seis. Y un generoso, aunque no abrumador cabello rubio oscuro sobre el pecho y el estómago desapareciendo en su cintura.

Mientras la música sonaba, con un ritmo sensual y prometedor de salvajes placeres sexuales, su ritmo cardíaco se unió a ese ritmo, buscando una igualmente deliciosa sensualidad pulsando y creándose en su cuerpo. El hombre vestido como soldado no estaba jugando a ser soldado. Lo conocía. Era un artículo genuino.

Sean en carne y hueso.

No lo podía creer. Su boca se abrió.

Y él sonrió directo a ella, con su sonrisa cálida y sexy torcida con malicia. Su cerebro trabajó dos veces para absorber todo el concepto. Después de todo, él no debería estar aquí. Debía estar en un hospital en Irak. En su lugar, comenzó a bailar junto con los otros chicos, moviendo sus caderas lenta y seductoramente. A pesar que sabía que no era posible, los momentos siguientes pasaron en cámara lenta. Sus manos se alisaron el pelo corto, y luego se movieron hacia abajo sobre sus pectorales y sus músculos ondularon en su estómago. A diferencia de los otros bailarines, quienes vestían pantalones rasgados, dudaba que fuera a quitarse la ropa interior. Cuando sus manos fueron a sus caderas, su atención se fijó en él, en un área de su cuerpo en la que nunca había pensado hasta que habían comenzado a escribirse. Su mirada se encontró con la suya, y él le sonrió de nuevo.

Estaba impresionante...

Sus manos fueron detrás de su cabeza y esto ayudó a mostrar la buena condición de su cuerpo. Todo dentro de ella deseó acariciarlo, tocar la carne firme. Visiones eróticas flotaron en su mente. No podía hacer sus pensamientos lujuriosos a un lado y no lo quería tampoco. Con su mirada lo tocó en cualquier lugar, disfrutando de la forma en que sus músculos se flexionaban, en racimo, mientras se movía al dulce sonido de la música. Su cadera rotó, iniciando un meneo sin adulterar que hablaba de sexo para adultos. Las damas se volvieron locas. Chesny abucheó, silbado, y lo instó a acercarse. Eve no pudo sino ruborizarse, sólo podía mirarlo con una fascinación cada vez mayor mientras su cuerpo le respondía desde lo más profundo.

Cada vez que sus ojos se encontraban con la intensa mirada de Sean, vio curiosidad, felicidad, y la conciencia animal. Algo que se movió entre lo primitivo y lo que incluso sus cartas no podían superar. Su cuerpo se apretó y le dolió mientras se imaginaba deslizar su cuerpo a lo largo de él y como sus dedos exploraban el cuerpo duro como roca de Sean. Sus pezones se apretaron y le hicieron sentir un hormigueo contra su sujetador.

Para el momento que los bailarines terminaron el baile y dejado el escenario, ella se sonrojó, emocionada. Demasiado ansiosa por estar con Sean y expresarle su alivio al verlo sano y salvo.

En lugar de volver al backstage, Sean bajó de un salto y cayó frente a su mesa. Ella abrió la boca, mirando sus ondulados músculos moverse como en una ola, como una demostración de destreza animal pura que envió oleadas de palpitante deseo directo a su vagina. Ya estaba mojada entre las piernas, lo que le hizo apretar los pezones más duramente junto con su ritmo cardíaco.

“Hola” - dijo casi sin aliento mientras se sentaba en una silla vacía a su lado y se apoyaba cerca. "¿Este asiento está ocupado?"

“Hola” - dijo ella con voz suave y sorprendida. "No, no lo está."

No podía soportarlo. Ella llegó a él.

Los brazos de Sean pasaron a su alrededor y compartieron un abrazo. Sus brazos se apretaron alrededor de su cuello, ella enterró su rostro en su hombro y sonrió por todo, porque eso valía la pena. Olía a maravilloso almizcle. Una vez más su cuerpo reaccionó, reteniendo el calor del cuerpo. Una mano tomó la parte posterior de su cuello, y cuando inclinó la cabeza hacia atrás para mirarlo, sus labios estaban tan condenadamente cerca.

La multitud a su alrededor se volvió loca.

"¡Bésala! ¡Bésala!" Se oía por toda la habitación.

No podía apartar la mirada de sus impresionantes ojos. ¿Cómo había estado tan ciega antes y no notar la profundidad, la forma misteriosa que tenían sus ojos?

Sus dedos se enredaron en su pelo, y antes que pudiera hacer algo más que abrir y cerrar la boca, su boca se apoderó de la de ella.

Chesny soltó otro grito de aprobación, después Eve no se dio cuenta de nada más que de la forma tierna en que la probaba. No la besó ásperamente, como si temiera asustarla y alejarla. Ella le devolvió el beso, tratando de alentar a Sean. Aunque ella respondió, él no llevó el beso más profundo que a una dulce reunión de carácter exploratorio. Largos, calientes segundos más tarde, se echó hacia atrás y rompió en una sonrisa.

"Sean", dijo, oyendo los gritos de aprobación a su alrededor.

"Eve". Él le guiñó un ojo. "Feliz cumpleaños".

Ella se apartó de él. "Gracias." Volvió la mirada en Chesny. “ ¿Supongo que tuviste algo que ver con esto?"

Los ojos oscuros de Chesny brillaron con profana alegría. "Lo confieso".

Aturdida por los últimos minutos, Eve miró de la confiada Chesny a un no menos contrito Sean y le preguntó, "¿Pero cómo? Pensé que estabas herido y en Irak".

Se tocó la frente. "Toma mucho más que un golpe en la cabeza y un poco de metal para tumbarme. Soy ingeniero de software." Le guiñó un ojo.

"En serio", Chesny dijo, "Me enteré de tu eh... interés en él varias semanas atrás."

Eve arrugó la nariz y Sean se echó a reír.

"¿Mi qué?” Preguntó Eve.

Tomándose su tiempo, Chesny bebió un sorbo de vino. "Ya sabes. Tu enamorado niño guerrero aquí."

Eve tragó mientras el calor llenó su cara. "Umm... bueno..."

"Sean llamó un día cuando estabas lejos de tu escritorio. No quiso que te dijera que estaba en la ciudad porque quería estar aquí para tu cumpleaños como sorpresa."

"Brat", Le dijo Eve a Sean.

Su musculoso brazo, que se encontraba a lo largo de la parte posterior de la silla, casi abrazó sus hombros. Su sonrisa de que no estaba arrepentido lo decía todo. No lamentaba el subterfugio.

"Bueno, habla, soldado," dijo Eve.

Se encogió de hombros. Se inclinó y le susurró al oído. "No tengo ninguna vergüenza."

Mientras el aliento pasaba a través de su piel delicada, sensible, ella se estremeció de placer.

Tan pronto como el espectáculo terminó, la pista de baile se abrió en la parte trasera del pequeño club. Algunas mujeres decidieron bailar unas con otras y otras que habían traído a parejas masculinas con ellas comenzaron a bailar.

Chesny le guiñó un ojo. "Bueno, me voy de aquí."

El lamento pinchó a Eve. No quería que esta noche terminara. Aprehensión y emoción se mezclaban mano a mano al pensar en el tiempo a solas con Sean.

"Quédate y baila conmigo." La voz profunda Sean envió por su oído un reguero de pólvora a sus venas. Ella se estremeció con necesidad. Necesidad de su toque. Por sus brazos alrededor de ella.

“De acuerdo” dijo ella sin dudarlo.

Chesny le guiñó un ojo. "Que pasen un buen rato." La saludó al dejar la mesa. "Hablamos más tarde."

"Vamos." Sonrió mientras colocaba su mano en la de Eve.

Lo siguió con su monedero pequeño todavía colocado sobre el pecho para asegurarse de no perderlo. La movió a un lado para que cuando la abrazara no se interpusiera entre ellos. Y, oh, oh, Dios. Lo que sintió cuando estuvieron cuerpo a cuerpo y comenzaron un baile lento y sensual. Para su sorpresa, no la arrastró por completo contra él, sino a una distancia más respetuosa.

"¿Estás bien?", Le preguntó.

Ella sonrió, asombrada por todo lo que había sucedido, y queriendo que ese momento dulce continuara hasta la madrugada. "Nunca he estado mejor. Estás aquí, y a salvo y eso lo hace todo estupendo."

"Música para mis oídos", dijo.

"Nunca pensé en un millón de años que harías algo como esto."

Sacudió la cabeza, su mirada de repente más y más profunda. "¿Lo desapruebas?"

Ella sonrió. "¿Me veo como que lo desapruebo? Sólo me sorprendí de verte allí. Nunca..." Su garganta se estremeció. "He aprendido muchas cosas acerca de ti, que nunca me imaginé cuando trabajabamos juntos."

Sus dedos sostuvieron los suyos, con su mano en movimiento por su cintura para moverse alrededor de ella y tirar hacia él. Le guiñó un ojo, con mirada burlona. "¿Lo que pensabas que sabías acerca de mí no coincide?”

Ella bajó un poco la cabeza, mirando su barbilla. "Me da vergüenza admitirlo."

"Pensaste que era un rarito de las computadoras".

Oh, Señor. Podía decir una mentira, o podría confesar, sin prejuicios. Maldita sea. "Lo admitiré. Sí. Pero aún así, siempre me gustaste. Ya lo sabías, ¿verdad? Nunca hubiera dicho que te escribiría si no te considerara un amigo".

"Me veías más como un amigo."

Ella asintió. "Absolutamente".

"¿Y ahora?"

Bueno, Eve. Sumérgete en la parte más profunda de la piscina. Toma aire y dile lo que piensas y lo que quieres decir. "Eres un amigo, pero más ahora que cuando te fuiste. Hemos aprendido mucho uno del otro." Ella agregó su propia versión de una sonrisa burlona. "Te admiro. Y enfréntalo, Sean, eres malditamente sexy".

Su sonrisa se amplió hasta alcanzar proporciones épicas. "Eve, eso podría ser bueno para mi ego".

El cuerpo de Sean se movió como poesía hasta que la distancia entre ellos se derrumbó. Su cuerpo rozó el suyo de forma continua, con su mano acariciando su espalda baja, con los dedos de su mano dibujando algo más pequeño en su pecho. Ella se estremeció bajo su atención, un despertar agradable de chispas, un fuego lento cociéndose bajo la superficie, mientras trataba de aferrarse a un ápice de cordura. Pero no pudo. Su tacto era demasiado, sus caricias, su aroma una embriagadora mezcla de hombre y almizcle. Eve quería ahogarse en la masculinidad de Sean, en su dulzura.

"Dios, este vestido se siente... Dios, mejor de lo que jamás imaginé que podría." Sean hundió la cara en su pelo. "Y mi perdón por la maldición, pero hueles malditamente comestible".

Una risita cayó. "Gracias."

Cuando su mano resbaló por su espalda una vez más, ella no pudo reprimir un estremecimiento salvaje.

"Siempre pensé que tenías un cuerpo hermoso, pero ahora que te he visto en este vestido, es que me vuelves loco. La forma en que la tela se aferra a cada curva." Él se acercó, y ella pudo sentir su erección presionando su estómago.

Sus cejas se levantaron. "¿Se siente bien?"

Su mirada descendió a la división de abajo. "Maldita sea, sí." Su voz fue ronca, sus ojos ardiendo con nada menos que hambre pura. "Cuando te vi sentada en la mesa, tuve una erección instantánea. Me estás volviendo loco. El material moldea tu bonito trasero y tu vientre plano, y la forma que tus caderas se mueven, la forma de la curva de tus pechos..." No terminó.

Un ritmo sensual salió de los parlantes, vibración y un retumbar experimentó con una fiebre aguda. A medida que trenzaban un camino lento y erótico a través de la pista de baile, el calor la llevó a moverse sinuosa, sugestivamente. Por la atención voraz en la mirada del hombre, sabía que no tenía que seducirlo. Sin embargo, sabía que quería que él estuviera preparado, muriéndose por ella, al filo de deseo masculino.

"Por favor, dime que te quedarás conmigo esta noche, aunque sea sólo para hablar. Quiero estar contigo ", le susurró al oído.

Placer, fuerte y persuasivamente letal, corrió por sus venas. "Sí". Apretó los dedos sobre sus hombros y acarició su cuello. "Vamos a mi casa y veremos... lo que pasa”

"Mmm." Su gemido de deseo masculino como de afirmación dio un giro renovado a través de su estómago, haciéndole doler la vagina.

Ella sabía, sin dudarlo demasiado, lo que pasaría si se quedaban juntos. Eve lo anhelaba como al oxígeno.

Durante el corto trayecto en coche a su casa, la emoción estalló dentro de Eve. Sean condujo su motocicleta detrás de ella, vestido con su uniforme de gala y un casco, todo el camino a su casa. Su casa de estilo adobe la llamaba, prometiéndole un santuario de miradas indiscretas. La idea de estar en privado, posiblemente algo íntimo, con Sean le hacía latir el pulso y su corazón.

"Sígueme", dijo después que aparcó su moto. Una vez dentro de la casa, encendió una tenue luz para iluminar su sala de estar.

Sean miró a su alrededor, con una mirada curiosa mientras ponía su casco en la mesa del café.

"Hermoso lugar." Caminó hacia ella con un propósito.

Se veía tan duro, tan ansioso, que su primitivo instinto femenino la hizo temer al macho guerrero abrumándola y ella se apoyó en el sofá.

La tomó en sus brazos, y se deleitó con su fuerza y calor. Su mirada fue a su vestido.

"Hombre, puedo ver por qué los hombres se te quedan mirando. Eres... eres hermosa. Eres… rayos, meteré la pata. No puedo esperar más".

Tiró de ella hacia sí, moldeando lo que parecía cada centímetro de su cuerpo magníficamente acondicionado en su contra. Sus dedos se movieron a su pelo desde la parte posterior de su cuello y la besó.

Esta vez su beso fue a por todo.

Su lengua rozó la suya, empujando la caricia profunda en una danza más carnal de toma y da. Una tormenta se levantó en su espalda, y una ráfaga de humedad se coló a sus pliegues. Sus pezones se apretaron y Eve pensó que se correría casi en el acto. Sus manos acariciaban a Sean por todas partes, buscando sus ángulos interesantes, duros, probando sus músculos. Ella gimió y apretó sus brazos, dándole la bienvenida a la presión de su delicioso pene, sólido contra su vientre. Se retorció en sus brazos mientras seguía su beso con una intensidad animal que no podía resistir.

Él se retiró con su respiración agitada. "Dios, he querido hacerlo por seis meses."

"Tanto así, ¿eh?", Dijo débilmente, tratando de recobrar el aliento.

"Oh, sí. Tuve la tentación de darte un beso así cuando estábamos en el club, pero no tengo que mostrar sentimientos físicos en público mientras use este uniforme. Va contra las reglas. Estuve tan tentado cuando te besé aquella vez."

"Oh." Eso le gustaba y sonrió. Le encantaba porque hizo que perdiera el control, algo que nunca lo había visto hacer antes, cuando representaba al hombre raro en el trabajo. Ella temblaba en el borde también, lista para soltarse el pelo.

Tenía que entender lo que había aquí, si esta relación significaba más que una avalancha de lujuria. Sus brazos se apretaron alrededor de su cuello.

"Me asustaste. Estaba preocupada porque tu carta no llegó hasta después de tres semanas." Las lágrimas picaron sus ojos, y ahora comprendió que se acercó mucho más a este hombre de lo que había pensado y tenía sentimientos hacia él, entonces se dio cuenta.

"Lo siento." Él le rozó la mejilla con sus dedos y la acurrucó más cerca. "Debo admitir que pensé que tal vez cuando escucharas que estaba herido, no te iba a gustar tener mucho que ver conmigo."

"¿Qué? ¿Por qué?"

"Debido a que un montón de chicos reciben cartas tipo Estimado John, cuando las novias y esposas buscan pastos más verdes en el casa, o cuando no pueden soportar el pensamiento de sus hombres estando en peligro."

Una lágrima resbaló por su mejilla, mostrando sus emociones en ebullición. "No me gusta pensar en ti en peligro, pero... eh... la idea de no escribirte, de no hablar contigo de esa manera simplemente no cruzó por mi mente."

"Te gustaron las fantasías, ¿no? Las de nuestras cartas." Su sonrisa maliciosa le hizo un cosquilleo fresco de excitación en su bajo vientre.

"Sí".

"Maldita sea, he esperado por esto durante tanto tiempo." La abrazó, enterrando la cara en su cabello. "Lo deseaba, incluso antes de irme para Irak".

La sorpresa la aturdió. Se apartó un poco. "¿En serio?"

"Tanto que si no quisieras nada en este momento, me iría a casa y me ducharía."

El calor se agolpó en ella. "Sean, Dios."

Sus dedos se arrastraron hasta la espalda, grande, caliente, y la acarició. Ella se estremeció, con su cuerpo ajustado y listo para cualquier eventualidad. La volvía loca, nerviosa, y consciente de una forma maravillosa.

Tragó, se lamió los labios, y se hundió en el fuego. "¿Qué hacemos ahora? ¿A dónde iremos desde aquí?"

Su ardiente mirada la sostuvo inmóvil. "Directo a la cama, espero."

Su boca probó la de ella suavemente y jugó con las esquinas de la misma de la forma más exquisita y suave. Ella dejó escapar una respiración lenta y escalonada por el hormigueo corriendo a través de su vientre y directamente a sus pliegues. Caliente, hinchado con el adolorido deseo, empujó sus caderas en su contra.

"No puedo creer que esto está sucediendo. ¿Estoy soñando?", Se preguntó. "Dime que no me despertaré en ese infierno del desierto y encontraré que no estás aquí."

La agonía de su voz la sorprendió. Eve le acarició los hombros. "Estoy aquí. Tú estás aquí. Todo es real." Necesitaba tranquilizarlo con una compulsión pesada y abrumadora.

Su corazón latía con un ritmo nuevo, sorprendente mientras pasaba las manos por su espalda hasta justo encima de sus nalgas. Mientras su toque se quedaba allí, ella alzó la cabeza y la movió hacia atrás y él siguió con sus labios. Tierno, la exploración acariciaba su caliente cuerpo desde el centro hacia afuera. Sus pezones se pusieron duros y apretados, y tomó su pecho desde un lado.

Ella abrió la boca, y Sean se detuvo, con su gran mano sosteniendo su pecho con una reverencia que le quitó el aliento.

"¿Quieres que me detenga?", Le preguntó.

El fuego en sus ojos sostenía una pasión salvaje y cruda que nunca imaginó ver en los ojos de un hombre como él cuando la abrazó. "No"

Con una sonrisa de complicidad tanto suave como con un toque de arrogancia masculina, ahuecó su pecho con más fuerza mientras su boca se apoderaba de la de ella. Ese beso no era explorador. Fue largo y profundo, se aseguró que su boca la devorara y, sin embargo no la presionaba. Ella sabía que, sin importar qué, él nunca haría nada que ella no quisiera.

Nunca imaginó a un hombre degustándola como si fuera su mundo. A pesar de sus emociones mezcladas, una cosa le había quedado clara. Lo deseaba y lo deseaba ahora. Al mismo tiempo, sus dedos se movieron sobre su pecho, masajeándolo. Le dolía el cuerpo, deseando condenadamente moverse, mucho, arquearse contra su cuerpo duro y demandar que apagara su fuego cada vez mayor.

Sus dedos pasaron encima de su pezón y ella se quedó sin aliento en su boca. Su lengua se hundió, acariciándola, follándole la boca con una pasión despiadada que enviaba bengalas al rojo vivo de un deseo que arrollaba su interior con tanta fuerza que casi gritó. Bajo su tacto, Eve se volvía loca.

Cuando él rompió su beso, el calor, una vez más le calentó la cara. Dios, las cosas caían por la pendiente tan rápido. Sus manos alisaron la camiseta color caqui en su pecho, se había quitado la parte superior que se había ido encima de su camiseta, y el material se extendía sobre el pecho musculoso, con afecto y amor. Cuando ella deslizó sus manos sobre sus hombros y se atrevió a mirar sus ojos, no pudo negar la atracción en espiral que alcanzaba alturas excitantes dentro de ella.

"Oye", dijo en voz baja. "¿Voy demasiado rápido? Te ves un poco de impactada".

“Sí y no." Ella sonrió y pasó sus manos a sus hombros superiores. "Admito que es una gran sorpresa, y todavía la estoy asimilando".

Sus brazos la sostenían con firmeza a lo largo de las duras pulgadas de su cuerpo. Su boca viajaba suavemente por su frente, luego le tocó la nariz. "Lo que desees... lo que no desees... tus deseos son mis órdenes, Eve."

"Mi propio genio personal".

Lanzó una sonrisa torcida, tan condenadamente sexy e irreverente. "Hey, ahora. Los soldados no se ven como genios."

Una risa suave surgió de ella. "No. A pesar de todo no te pareces en nada a un genio. Tu foto... eh..."

"¿Sí?" Su hermosa cabeza se inclinó hacia un lado.

"Me dejó sin aliento. Me hizo desearte tanto."

"Entonces soy tuyo".

Capítulo Cuatro

Sin otra palabra, Eve levantó su mano hacia él y la encontró a la mitad de camino. Para sorpresa de Eve y para su emoción, la tomó en sus brazos. Salvajes emociones se lanzaron a través de su estómago. Dios, un hombre nunca hizo eso antes, mostrarle su fuerza y excitarla con ella.

"Dormitorio", dijo, con su voz ronca.

Ella sonrió. Su cuerpo lo deseaba, su mente aún más, y supo que el órgano sexual más grande en el universo es la mente. Ella dirigió a Sean por el pasillo, aunque su cerebro se sentía lo suficientemente triturado y no podía estar segura de si lo llevaba por el camino correcto.

Cuando se desplomó sobre la cama extra grande, la habitación quedó oscura, iluminada sólo por la luz de la noche en el pasillo. Ella respiró hondo y disfrutó el momento, que sentía a través de los huesos y tendones mientras deslizaba los brazos alrededor de ella. La besó suavemente, pero con su toque, su cuerpo vibró con una restricción sexual. Supo en lo profundo de sus huesos que él quería más, que necesitaba más y lo quería rápido. Pero ella también. Habían esperado, creando la expectativa a lo largo de todos esos meses. El contenido erótico de sus cartas les había disparado a niveles exquisitos, pendientes de un hilo y al borde de volverse locos. Ella se apartó de su beso y tomó su rostro.

"¿Estás bien?", Le preguntó, alisando el pelo de su rostro.

Ella sonrió. "Estoy maravillosamente bien. Más estupenda de lo que he estado en mucho tiempo. No tienes que retenerte conmigo. Lo quiero todo."

Ella le dio un beso apasionado, su lengua saboreo la de él en una búsqueda deliciosa, con su cuerpo deseando todo lo que podía mostrarle. Sus manos acariciaban su cuerpo, explorándolo con avidez. La palma de su mano caliente pasaba sobre sus pechos, con los dedos pellizcando sus pezones y catando sus pechos. Sus muslos se abrieron alzándose mientras se retorcía hacia arriba para presionar sus caderas con las de él. Su pene presionaba contra su pantalón, y ella luchó con el cierre. La ayudó, y más rápido de lo que esperaba, su pene estuvo en su palma. Sean se estremeció cuando le acarició la larga y gruesa erección, tocándolo sin restricciones.

A medida que lo torturaba, le susurró: "Dios, eres tan..."

Él se quejó. "¿Qué?"

"Grande".

Una risa suave surgió de su garganta. "¿Sí?"

"Oh, sí."

Ella tiró de su camiseta, y Sean la ayudó a quitársela por encima de su cabeza. Sus dedos se extendieron sobre sus pectorales sólidos y disfrutó de la sensación de cosquilleo del vello de su pecho, en su piel. Los músculos de su estómago ondularon cuando su toque exploró la superficie acanalada. Hombre, era sexy. Marcado y tan condenadamente hermoso que pensó que iba a morir aquí. Sus dedos envolvieron en su gran erección, tomando nota de cómo surgía a la vida con sus atenciones.

Él apretó su mano en su pene y se detuvo jugando con ella. Sus ojos brillaron con deseo y emoción. "Quiero estar dentro de ti cuando me corra. Más de esto y estallaré."

El calor se derramó en su estómago. Ella jadeó cuando él le soltó la mano y la besó, con su lengua invadiéndola a fondo.

Su urgencia se intensificó y su respiración se aceleró, su pulso creció para satisfacer los deseos latiendo en su corazón. Su cuerpo la ponía en trance, su dureza contra su suavidad, con su pasión apenas contenida. Una y otra vez su lengua follaba su boca. Mientras la palma de su mano se movía hacia arriba sobre su muslo, se dio cuenta que sus zapatos de tacón negro se habían caído, y le quitaba sus pantimedias de las piernas. Eve quería haber usado medias de encaje hasta los muslos y ligueros. Con infinito cuidado, le quitó la ropa interior junto con sus medias y las tiró en el suelo.

"Oh, nena", le susurró mientras alisaba los dedos por el interior de su muslo.

Ella se estremeció, abrió la boca con su caricia y se rió. Él no cedió, con su toque más insistente y su mirada profunda, un incendio apareció al ver su reacción a sus demandas sensuales. Más que nada, ella deseaba su mano entre sus piernas, y como si leyera su mente, sus dedos encontraron su humedad. La besó y se bebió sus gemidos. Estocada tras exquisita estocada calentaron a Eve, su cuerpo cantó por su atención mientras la llevaba más alto. Sus dedos eran tan suaves, pero no lentos, alisaron la excitación en sus sensibles pliegues hasta que se retorció. Quería rogar, pero las palabras no llegaban, y cuando Sean le tocó el clítoris, todo lo que le tomó fue un ese toque tentativo.

Ella se rompió, gritando en su boca mientras su cuerpo se arqueaba. Ella vibró y vibró violentamente mientras el éxtasis la atormentaba desde dentro, latiendo a través de su vientre, en su interior y clítoris.

Pero si se imaginaba que la excitación terminaría, pensó mal.

Él le bajó el vestido hasta que su pecho quedó desnudo. La sentó y le desabrochó su sostén. Antes que pudiera tomar un respiro, su boca se cerró sobre un pezón. Caliente, dulce placer resurgió, como un hormigueo delicioso mientras su lengua caliente y áspera devoraba vorazmente su carne excitada. Dio a cada seno una ardiente succión hasta que ella se retorció de impaciencia. Besó a fondo su estómago, deteniéndose en su ombligo. Ella cerró los ojos y saboreó la seducción, queriendo apurar el momento pero deseando que durara para siempre. Se echó hacia atrás, sintiéndose como una diosa que era complacida por un dios.

Cuando él llegó a su vagina, su lengua le dio una húmeda pasada caliente sobre su clítoris súper sensible.

Ella se quedó sin aliento.

Persistentemente, la lamió, comiéndose su vagina. Su lengua se empujó en su interior, y ella perdió el control. No podía permanecer inmóvil, retorcía las caderas, con las piernas inquietas. Gimió, sonidos de puro placer salieron de su garganta mientras su lengua se movía dentro y fuera. Largos momentos pasaron mientras él acarició, jugó, le succionó el clítoris lo que la hizo querer gritar.

Luego empujó dos dedos en su canal y su lengua cruzó su excitado botón. Ella tembló de emoción, con sus sentidos uniéndose hasta que explotó en una nova de pura felicidad. Cuando ella bajó de las alturas, jadeó y jadeó.

“Por favor” murmuró ella, aturdida y sin embargo, frenética por continuar. "Por favor, dime que tienes un condón en alguna parte."

"Fácil". Sonrió. "Tengo más de uno."

Ella le devolvió la sonrisa. "Bien".

Él se inclinó para susurrarle al oído, y su aliento flotó a través de su piel asentándole un temblor de dulce placer sobre su piel. "¿Quieres ser follada?"

"Ahora”, dijo sin aliento, con su mano apretando su erección una vez más. "Hazlo ahora, Sean.”

Él metió la mano en uno de sus bolsillos y sacó un condón, en cuestión de segundos se alisó la protección encima de su dureza. Acomodando brazos y rodillas, bajó sus caderas entre sus muslos. Acomodó la punta ancha de su pene entre sus pliegues, jugando con su vagina, dándole golpes y toques sutiles. Maldito sea, el hombre quería torturarla y darle otra crisis sexual. Mientras la besaba, ella arqueó sus caderas hacia arriba. Él se apretó y acomodó la gruesa barra de carne masculina a través de los tejidos de su canal altamente sensibles. Se sentía tan delicioso, tan maravilloso, que cuando se presionó firmemente contra el cuello de su útero, se estremeció de emoción y placer. Él comenzó a empujar de inmediato y ella gimió mientras cada movimiento la llevaba cada vez más cerca de su finalización. Cada movimiento de su grueso y largo pene acariciaba su interior y sentía que nunca experimentó algo tan maravilloso.

Sus caderas se levantaron y bajaron entre sus muslos, con cada lento empuje llevaba a su excitación a un punto exquisito de excitación. El calor se filtraba a través de sus venas, y ella comenzó a existir en un mundo de sueños demasiado hermosos para despertar. Él desaceleró el ritmo, haciéndola casi rogar.

Con un empuje fuerte, extendió a Eve. Ella gemía y jadeaba mientras su longitud se ampliaba estirándola.

"Lo siento", dijo en torno a de sus respiraciones jadeantes. "¿Te duele?"

"No. Se siente tan bien."

Sus caderas rodaron, chocando contra su clítoris, girando hasta que ella no pudo soportarlo más. Explotó debajo de sus caderas que bombeaban. Ella gritó, su respiración quedó suspendida mientras olas de su orgasmo la hundían y la llevaban a lo alto. Ella se estremeció por dentro y la fragmentada sensación hermosa disminuyó. La folló a través de su orgasmo, nunca ralentizando su ritmo.

Mientras sus movimientos se hacían más poderosos, no supo nada, excepto fuertes embistes, como un torbellino sin sentido de calor y locura. Estocada tras estocada aumentaba los excitados gritos de placer que salían de su garganta y pronto ella estaba gimiendo, jadeando su nombre, tocándolo todo en una danza frenética que la llevó a otra explosión. Su vagina se apretó alrededor de él y se quedó sin aliento por la violenta liberación, con todo su cuerpo temblando y temblando.

Él se condujo profundamente por última vez, sacudiendose, mientras un rugido se arrancaba de su pecho.

Cuando se desplomó, Sean rodó a su lado y la tomó en sus brazos. "Dios, fue... fue..."

"¿Fantástico?” dijo ella con tono esperanzador.

Él se echó a reír. “Mejor que eso. Mucho mejor."

Ella suspiró y se movió en sus brazos lo suficiente como para acurrucarse más en su abrazo.

Le encantaba cómo se sentía. Él significaba tanto para ella que no podía pensar en las palabras correctas.

Cuando uno de sus muslos se movió entre sus piernas y su piel rozó sus testículos, contuvo el aliento.

"¿Algo va mal?", Preguntó ella.

“No. No nada está mal."

"Estás en ese estado mental que los hombres alcanzan después que acaban de tener sexo."

Él se rió entre dientes. "Eres una mujer malditamente inteligente. Y sí. Estoy totalmente sin sentido. Y probablemente no sólo después de haber tenido sexo."

Su risa envió una nueva explosión de felicidad en su interior. Sus manos recorrieron sus brazos hasta su trasero. Le tomó una nalga y se la apretó.

“Maldita sea” dijo en voz baja. "Ahora ese es un trasero como para morir por él."

Su risa repiqueteó como de niña y ella se sintió libre. Libre y con la emoción fácilmente deslizándose a través de sus venas. Se movió y desplazó sus brazos alrededor de ella.

Eve se apoyó sobre un codo y lo miró.

"Eres hermosa". Su mirada se fijó en ella y se sintió cohibida sólo por un momento. A veces su rostro la hacía parecer más joven de su edad. Sacudió el dedo índice sobre su nariz y pómulo. "Tan linda."

Ella sonrió. "Gracias." Ella agachó la cabeza y el calor llenó sus mejillas. Le tocó el estómago, y su pene se movió. "Creo que eres el hombre más hermoso que he visto nunca."

Él soltó un bufido. "Sí, claro. Las mujeres piensan que soy tan guapo que están cayendo a mis pies. ¿No?".

Ella suspiró. "Me siento mal por eso."

"¿Por qué?"

Se movió hasta que ella se sentó, con sus largas piernas acurrucadas al lado, con su peso apoyado en una mano.

"Dios", dijo, "No te sientes así."

"¿Por qué?"

"Porque te ves como una diosa y soy un soldado excitado que no ha tocado carne femenina en más de dos años."

Ella no se movió de su provocativa pose, pero su boca se abrió con sorpresa. "¿En serio?"

“No. He estado muy ocupado trabajando duro y..."

"¿Y?"

"Te di por sentado."

"¿Qué?"

“Sí. Debería haberte prestado más atención antes de incluso haberme ido a Irak. Esas cartas fueron calientes. Y dulces. No podía esperar para que me llegaran más. Era tan condenadamente feliz cuando accediste a escribirme."

"¿Te sorprendiste porque te escribí? ¿Por qué? Éramos muy buenos amigos."

Él negó. "Porque durante el tiempo que trabajamos juntos, me di cuenta que pensabas en mí sólo como un amigo".

"¿Los amigos no le escriben a los amigos cuando van a la guerra?"

"A veces no lo hacen. Como he dicho, hay un infierno de chicos que no reciben cartas tipo “Estimado John”.

Ella frunció el ceño. "Y yo que estaba preocupada porque quisieras dejarme de escribir, y al mismo tiempo pensabas que yo podría dejar de escribirte."

“Sí. Para ser honesto."

"Así que ¿No confías fácilmente?"

Él se encogió de hombros y la acercó, tirando de ella hacia abajo, en sus brazos. Enredó sus dedos en su cabello.

"¿Sean?

"Desde que era pequeño la gente me ha abandonado. Mis padres pasaban un montón de tiempo cuando estaba en la primaria tratando de mantener su negocio en marcha."

"¿Estaban ausentes mucho tiempo?"

"En promedio trabajaban catorce horas al día. Después, los fines de semana eran voluntarios y a veces parecía que se olvidaban de mí. Mi tía Tina era mi niñera, pero cuando tenía dieciséis años, murió en un accidente escalando. Fue más madre para mí que mi propia madre."

Ella se movió, pasando su brazo alrededor de su cintura, para mantenerlo cerca. "Así que aprendiste que la gente te podía dejar, sin importar lo que hicieras."

Él asintió. "Esa es una buena manera de decirlo."

Los dedos de Eve trazaron un patrón seductor a lo largo de su muslo izquierdo. Él se estremeció. "De todos modos, no estoy tratando de parecer patético."

Su mano se detuvo cuando daba vueltas a su muslo. "Dame más información".

"¿Acerca de mi infancia?"

"Acerca de... tu tiempo en Irak. Cuando aprendiste a zig en lugar de zag".

"¿Ahora?"

Lo sintió ponerse rígido y de alguna manera supo que había dicho algo equivocado. Maldita sea.

Se movió fuera de sus brazos. "Vuelvo enseguida".

Preocupada de que Sean pudiera retroceder un poco, ella se metió en la bata y se dirigió a la cocina. Un poco de espacio no estaría de más.

Abrió la nevera y miró fijamente los contenidos sin ver nada. Finalmente tomó una botella de agua y la abrió.

"¿Eve?"

Ella tomó un largo trago de la botella de agua, volviendo a ponerla en la nevera.

"Hola," dijo ella, sabiendo que su sonrisa era un poco distante. No quería presionarlo. Después de todo, acababa de regresar de un entorno tan diferente al que estaba ahora.

"¿Estás bien?", Le preguntó.

"Bueno, como mi amiga inglesa Claudia diría: "Soy brillante." Su mirada se posó en su pene. No pudo evitarlo. El hombre era... bueno... delicioso. Después de todo, su pene se había vuelto duro y hambriento de nuevo.

Su bata de baño sólo estaba atada a medias, y mostraba una larga tira de piel desnuda desde sus pechos hasta los rizos color marrón claro de su monte de Venus. Caminó directamente hacia ella como si tuviera una correa y ella la tirara.

“Así es. Mira, lo siento si enmudecí." La tomó de la cintura y la jaló cerca. Ella puso sus manos sobre su pecho. "Lo que estoy tratando de decir es que me importas, Eve. Y quiero más de ti que una sola noche."

Sus manos se movieron hacia arriba sobre su pecho, y ella jugó con sus pezones. Ella sonrió, y esta vez la felicidad sostuvo su calor. “Ya lo sé. Lo siento, si fui dura. No debería haberte pedido una confesión de inmediato."

Él tomó su cara y le dio un beso en la nariz. "Te contaré mis sueños malos y cómo hice zig en lugar de zag".

Ella puso las manos en su cintura y las mantuvo allí, su pene aumentó pidiendo atención.

"Háblame", dijo en voz baja.

"Prefiero mostrarte lo que estoy sintiendo."

Él juntó sus brazos y la condujo hacia atrás. La levantó por su cintura y la dejó caer sobre el mostrador de la cocina. Con un solo movimiento, abrió el su bata y liberó sus pechos. Se lamió los labios y tomó sus pechos suavemente.

"Dios, son hermosos."

Ella colocó sus brazos alrededor de su cuello y él se lanzó a lamerle y chuparle el pezón izquierdo con un disfrute codicioso. Se estremeció mientras el placer se extendía caliente en su estómago y en su parte inferior.

Eve acarició sus hombros. "¿Estás tratando de distraerme con sexo?"

Él sonrió hacia ella. "Sí".

"No te saldrás con la tuya."

Mantuvo sus brazos alrededor de su cintura. "Está bien. Me has derrotado." Él tragó y ella supo que no encontraba hablar del tema como algo fácil. Le apartó su pelo de la cara. "Mientras estaba en Irak, mis sentidos parecían mayores. Usé esos sentimientos para asegurarme que cuando estuviera en un convoy o en alguna otra situación que no fuera segura... los usara para... Parece una locura."

"No. Sigue. No me parece una locura."

Él respiró hondo, estremeciéndose y apartó su mirada. Se recostó contra el mostrador. Sus brazos rodearon su cuello, con sus manos calientes en su pecho. Ella se inclinó hacia él y sus piernas estuvieron a su alrededor también. Se sentía bien con ella. Cómodo. No era nada acosadora, frenética o exigente.

"Hubo al menos dos veces cuando nos estábamos moviendo... cuando nos mudamos al campamento base, tuve un mal presentimiento", dijo.

Sus brazos se apretaron alrededor de él. "¿Qué tipo de mal presentimiento?"

"Una mañana, dejamos el campamento base y el clima era una mierda. Estaba nervioso como el infierno. Los chicos del Hummer comentaban sobre cuán nervioso estaba. Nunca les había mencionado mis sentidos antes. Había dicho y hecho cosas para tener a mis compañeros soldados… a mis amigos a salvo. Me empezaron a llamar Spooky* (escalofriante). De todos modos, en ese viaje, traté de advertirles, pero todos me miraron como si estuviera loco. Me callé. Incluso Micky, que es amigo mío, no quiso escucharme en ese momento. El clima empeoró. Una tormenta de polvo comenzó justo antes que los insurgentes comenzaran a disparar contra todos los convoyes del desierto. Llamamos a nuestros refuerzos y un helicóptero de combate llegó al rescate."

"¿Eso funciono? ¿Fue capaz de sacar a los insurgentes?"

"No antes que las ruedas nuestro Hummer fueran atacadas. Saltamos del vehículo. Fue entonces cuando un francotirador desde el otro lado decidió disparar. Justo antes de apretar el gatillo, sentí ese instinto de moverme a la derecha. Una bala le dio directo al Hummer en el que estaba arrodillado. Los imbéciles comenzaron a disparar al azar, y antes de cada tiro, me moví y evité recibir cualquier disparo. En ese momento el helicóptero entró y sacó a los francotiradores."

"Oh, Dios mío." Su voz salió suave y apretó sus brazos alrededor de él, deseando poder ser su refugio de los horrores que sabía que él debió haber visto. "No me puedo imaginar lo horrible que fue."

"Solo un día más en Irak", dijo irónicamente. Se dio la vuelta en sus brazos y se quedó con las piernas ancladas en torno a él. "No oyes sobre ello todos los días."

"No" Ella frunció el ceño. "Como he dicho, no veo mucho las noticias."

"Menos mal. Este evento no estuvo en las noticias."

"Oh, Sean.” El corazón de Eve se hundió pensando en lo que podría haberle sucedido y quiso huir de la realidad.

Lo que vio en sus ojos, tan azules, brillantes e intensos, la derritió. Vio el cuidado y el deseo escrito dentro de su mirada.

"Lo siento, Sean.”

Su ceño se frunció. "¿Por qué?"

“Que tuvieras que pasar por eso."

Se encogió de hombros. "Lo hice. Estoy bien."

Ella negó. "Hay algo más que no me estás diciendo. ¿Cuándo hiciste eso del zig zag fue cuando sucedió el incidente?"

"Aproximadamente un mes después de llegar. Entonces el otro incidente..."

"¿Cuándo te hirieron?"

“Sí. Cuando esa bomba estalló, el Hummer nos salvó la vida. Yo y otros tres tipos estábamos en su interior. Sin embargo, el lado del Hummer se desgarró y parte de él me golpeó en la cabeza y quedé inconsciente. También tuve un corte en la pierna. Al parecer, tenía sangre corriendo por el lado de mi cara, y los otros chicos pensaron que estaba frito. El casco probablemente me salvó la vida."

El miedo cortó por ella. Empujó suavemente sus dedos a través de su estrecho pelo recortado. ¿Y dónde...?"

Tocó por encima su oreja izquierda. “Aquí mismo. Ni siquiera me quedó cicatriz. Puedes decir que nada pasó."

Lo inspeccionó y no vio nada. Su oído la tentaba y le besó el lóbulo. Cuando él se estremeció y gimió en voz baja, ella sonrió.

"Esa vez quise ir zig, pero no era como si pudiera decirles algo más a los hombres como la primera vez. Estuve fuera de combate durante ocho horas."

Ella no supo qué decir, así que lo besó en la frente con ternura.

"Mientras estaba acostado en el hospital, comencé a soñar."

"¿Pesadillas?"

"En cierto modo. Sí. Soñaba que tú y yo estábamos haciendo el amor, y cuando salías de la habitación, esperaba. Por un largo momento. Luego tuve ese miedo horrible de que te había perdido. Y cuando salía a la sala de mi apartamento, no estabas allí."

"Oh, no."

Un escalofrío sacudió su cuerpo. "Siempre he usado mi instinto como guía."

"Me gustaría poder decir lo mismo de mí. Sigo diciendo que debería, y entonces algo me saca fuera de pista. Creo que mi mente me jugó bromas crueles."

Él apretó sus antebrazos y la sostuvo. "Estás bien. No hay nada malo contigo."

En cierto modo todavía parecía perdido, y ella decidió una cosa con los instintos de los que había hablado tanto. Decidió que no podía dejar de preguntarle y tomó el gran riesgo. "Yo no te dejaré, Sean. Hemos compartido mucho, especialmente esta noche. No te dejaré."

Su sonrisa era dulce y arrogante y tan condenadamente guapo. Sus manos se movieron hacia arriba para quedarse en sus hombros. "Gracias."

Él comenzó a besarle el cuello y el calor de su aliento sobre su piel la hizo estremecer. Ella quería más. La audacia golpeó a Eve y se recostó sobre el mostrador.

Con una sonrisa de hombre salvaje, le abrió más la bata. Desnuda se sentía vulnerable. Sus dedos calientes acariciaron sus muslos. Ella gimió mientras un dulce placer la instaba a abrir las piernas para su atención. Se inclinó a la fiesta. Pulsos caliente cosquilleaban entre sus piernas mientras trazaba el más dulce de los besos sobre sus muslos. Se estremeció cuando sus labios le hicieron cosquillas sobre la piel sensible. El dolor se elevó tan rápido que quiso retorcerse y contraerse. Ella deseaba su pene enterrado profundamente en su interior. Con el primer roce de su lengua sobre su carne ya excitada, se quedó sin aliento.

Entonces, con mucha delicadeza, le lamió un pliegue, luego el otro. Empujó su lengua profundamente en su interior para acariciarla. Le otorgó el más íntimo beso, empujando su lengua, follando su vagina con toques de los que no se cansaba. Eve quería suplicar, pero su cabeza se desplomó con maravillosos sentimientos. Cuando pasó la lengua sobre su capullo, se quedó sin aliento.

"Tómame, Sean," Le pidió, suplicante.

"Quédate aquí mismo."

Él sonrió y se apresuró a la habitación. Cuando Sean regresó, su pene estaba envuelto. No podía esperar a poseerla y se movió hacia delante en el mostrador.

"Bájate y date la vuelta," Le dijo suavemente.

Cuando ella obedeció, la urgencia en su interior creció. "Por favor, Sean.”

Sus dedos jugaban con la carne flexible entre sus piernas. "Tan mojada."

Ella sonrió. "Todo es tu culpa."

Él se rió suavemente. "Bien".

Le besó la parte posterior de su cuello, con sus brazos rodeando su cintura para tirar de su espalda en su abrazo. La cabeza de su pene sondeó los labios de su vagina y ella empujó de nuevo antes que pudiera moverse. Empalándose a sí misma en su grueso calor se quejó en voz alta, con placer, mientras la tomaba a cada centímetro. Ella se agarró con fuerza de la barra y su corazón latió fuertemente mientras la incrustaba profundamente. Ella centró todos sus sentimientos en lo ancho, largo y caliente que estaba su pene. Le tocó los pechos, acariciando más sus pezones, después los dedos de Sean pasaron sobre su clítoris.

Ella se retorcía, gemía, apretaba su pene. "Sean... Oh Dios."

Él se retiró lentamente y el tormento fue agudo. Mientras Sean tiraba de un pezón y sacudía su clítoris con la otra mano, ella le pidió que empujara.

"Hazlo".

Su demanda lo impulsó hacia adelante y bombeó, empujándose tan profundo que Eve se retorció. Sus dedos bailaron sobre su clítoris, jugando con su botón. Sus pezones eran picos de gusto dulce. Redujo su empuje a un ritmo de fusión que torturó más fuerte a su orgasmo.

"Por favor, Sean.”

"¿Hmm?"

"Por favor, deja de jugar conmigo. Necesito que lo hagas con fuerza."

Él salió hasta tener solo la punta de su gran pene dentro de ella. Su vagina le dolía con la necesidad de tenerlo tan profundo como pudiera. "¿Qué tan fuerte lo quieres?"

“Mucho. Me duele. Te deseo tanto."

"Dios, me gusta cómo suena eso", dijo, con voz baja y ronca de pasión.

Empezó a golpear en ella, con sus empujes fuertes y exigentes. Cada impulso alcanzaba un lugar profundo de placer en su interior logrando algo que ningún otro hombre había encontrado y mientras su pene se frotaba sobre ese exquisito lugar, ella se retorcía y gemía sin control.

Algo estalló dentro de ella mientras su pene la martilleaba, con sus gemidos y gruñidos de excitación masculina cada vez más altos. Una explosión de satisfacción la golpeó y ella gritó cuando su vagina se cerró y se liberó sobre su miembro caliente, que con dificultad se movía en su interior. Sean clamó desde el fondo de su garganta, con su pene pulsando mientras se hundía por última vez y llegaba a su clímax.

A medida que se fundían, sabía una cosa con absoluta certeza. Estaba enamorada de Sean.

Cuando Eve dejó a Sean durmiendo fue a la cocina para preparar café y agarró el periódico. Usando una gran sudadera azul, con el pelo enmarañado por el sueño y el sexo salvaje fue a la cocina y preparó su café tostado europeo favorito. Sonrió al recordar el sexo que habían comenzado en la cocina y que habían reiniciado en la cama poco después. Wow. Habían tenido sexo tres veces anoche y ni siquiera tuvo un poco de dolor, se sentía bien desde un extremo de su cuerpo hasta el otro. Su sonrisa no desaparecía, impulsada por el conocimiento de que Sean se preocupaba por ella como nadie hizo antes. Esperaba poder pasar más tiempo con él. Tenían el fin de semana para hacer el amor, para…

Espera. Ella no podía seguir adelante del juego. No sabía lo que había planeado y si tenía que hacer varias diligencias.

Un minuto a la vez, Eve. Un minuto a la vez.

Sean entró contoneándose a la cocina, vistiendo solamente calzoncillos bóxer y casi gruñó al ver toda su masculinidad revuelta y hermosa caminando hacia ella.

Él sonrió. "Buenos días".

"Buenos días." Ella aclaró su garganta. "Estoy haciendo un poco de café. Se debe hacer en un minuto. También puedo hacerte algo para desayunar."

Él movió sus brazos a su alrededor, en torno a Eve, con una calidez deliciosa que no pudo resistir. "Suena muy bien. Tenemos que hablar, también.”

Uh, Oh.

En su experiencia, a menudo significaba que escucharía la declaración de algo que no quería oír. "¿Ah, sí?"

"Sí".

Le acarició el pelo en lugar de hablar. Ella absorbió su maravilloso olor y suspiró. Dios, amaba eso. Las lágrimas asomaron a sus ojos y se dio cuenta que nunca había experimentado esos sentimientos por un hombre con esa intensidad. El cuidado, sincero agradecimiento y el amor la abrumaban, la desgarraban. Por un momento no pudo recordar la soledad que había llegado a albergar en su interior. No podía recordar cómo se había sentido alguna vez antes que Sean entrara en su vida.

Y ella tenía un total y miserable miedo a perderlo todo.

Se movió hasta que sus brazos cayeron y lo observó. Su rostro tenía una fuerza increíble, dormido o despierto, el hermoso pecho masculino se movía de arriba y abajo con cada respiración profunda. Podía verlo así para siempre. Ella no pudo resistir y se acercó para poner las palmas en sus pectorales duros y poco a poco acarició su increíble estómago de paquete de seis. Su cuerpo se estremeció de excitación renovada.

Él respiró áspero y ella sonrió.

"Oye, ¿qué estás haciendo?", Preguntó con una sonrisa.

"Comprobando cómo se siente un bailarín de Male Call."

Su boca cubrió la de ella y la pasión estalló en su vientre mientras la boca de Sean se sacudía sobre la de ella. Su lengua se hundió profundamente y comenzó un ritmo sexual que se hizo eco en su espalda. Caliente. Hambrienta. Una bestia que no podía negar y no quería negar.

Cuando la dejó para tomar aire, vio la expresión de ensueño en sus ojos. "Estoy disfrutando cada minuto de esto."

Sus cejas se movieron hacia arriba. "Es bueno saberlo. Mira, hay una gran pregunta que tengo que hacerte. No me tienes que contestar de inmediato." Ella frunció el ceño, con una expresión de preocupación en sus ojos.

Movió sus dedos por su pelo corto recortado, memorizando la vista de él como si fuera a desaparecer en cualquier momento. “Muy bien. Suena grave."

Él asintió. "Así es. ¿Cómo irá la relación desde aquí? Sé que sólo éramos amigos antes de irme para el desierto, pero lo que siento ahora..."

El corazón le saltó, una lluvia de posibilidades y belleza flotaron justo más allá de su toque. "Eso es algo que no espere escuchar de un hombre".

Por un instante se vio perplejo y luego dijo, "No has conocido el tipo correcto de hombres."

Sus labios se curvaron hacia arriba. “No hasta ahora."

Él se quedó en silencio por un corto tiempo y luego continuó. "Mi jefe dijo que seremos desplegados dentro de seis meses o menos para otra rotación."

Su ritmo cardíaco se volvió lento o al menos eso es lo que le pareció. Ella había sabido, aunque sólo fuera en la parte posterior de su mente, que esto podría pasar.

"Oh," dijo ella, con su mente hecha un revoltijo.

"¿Ah, sí? ¿Eso es todo lo que puedes decir?"

Ella cerró los ojos mientras las lágrimas calientes la asaltaban. Los mantuvo cerrados, con demasiado miedo para enfrentarse a su expresión. "Sé que es tu trabajo. Es sólo que... la idea de que vuelvas cuando ya fuiste lastimado una vez..."

Ella abrió los ojos y las lágrimas fluyeron lo deseara o no.

Sus ojos eran suaves y cálidos y los brazos se apretaron alrededor de su cintura. "Oye, está bien." La besó en la frente. "Por favor, no llores. Dado que soy reservista sólo hay algunas posibilidades de que me llamen de nuevo. Pero como van con las cosas, no hay manera de decirlo con certeza."

Ella asintió. “Ya lo sé. Lo siento. Nunca me he sentido así antes y me temo que sea un sueño y que despierte y no estés allí."

"Infierno, esa es mi peor pesadilla, Eve. Que voy a despertar y descubrir que estoy todavía en Irak y que no he tenido la mejor noche de mi vida."

La alegría quitó sus miedos y sus lágrimas se volvieron de felicidad. "Me siento de la misma manera. No quiero estar sin ti."

El alivio brilló en su rostro. "Bien. Me di cuenta de lo mucho que significas para mí cuando estaba en el desierto. Me di cuenta que he esperado demasiado tiempo para decírtelo. La vida es demasiado corta como para pretender algo, Eve. Estoy enamorándome de ti. Infiernos, estoy enamorado de ti. Sé que es rápido, y no quiero asustarte. Pero si tengo que irme de nuevo a Irak, quiero que..." Dio un suspiro tembloroso, desde el fondo. "No quiero irme de aquí sin ti como mi esposa. Quiero que te cases conmigo, Eve."

Se quedó sin aliento al mirarlo y pensó que nunca había oído palabras más bellas en toda su vida.

Palabras vertidas por él a toda prisa. "Como he dicho, sé que es rápido, pero…"

Lo interrumpió con un beso.

Cuando ambos se separaron, dijo, "Sí".

Una gran sonrisa se movió por sus labios. "¿Sí? ¿Sí te quieres casar conmigo?"

"Cien por ciento, absolutamente sí".

Su boca tomó la suya una vez más, y no bebieron ese café hasta un poco más tarde.

Epílogo

Un año después

Eve estaba en el estacionamiento de la base militar, esperando que el autobús de Sean llegara. Una excitación nerviosa bailaba en su estómago. Otras mujeres a su alrededor esperaban también, con los brazos llenos de flores o niños, todas con regalos para los hombres que regresaban. Algunos hombres estaban esperando que sus esposas guerreras volvieran a casa.

Cuando Sean se casó con ella en una pequeña ceremonia un mes después de que se lo hubiera propuesto, algunas personas sostenían que se habían movido demasiado rápido y que los matrimonios apresurados nunca habían culminado en un amor duradero.

Sabía que, en su caso, nada podría estar más lejos de la verdad. Sean fue llamado de nuevo a su unidad menos de dos meses después de que se habían casado y sabía que ser su esposa ahora, en lugar de esperar, era lo mejor que hizo nunca.

Muchas noches, después de un duro día de trabajo, había abierto sus nuevas cartas y había leído su amor en cada página. Podrían haberse cambiado al correo electrónico pero decidió que quería mantener el tono de la forma en que se había enamorado, en primer lugar. Las cartas parecían más personales. Más duraderas. Tendrían las cartas para acariciarlas por siempre.

Ella bajó la mirada hacia el anillo de boda en su dedo y sintió una espiral de orgullo en el interior. El sonido retumbante de los vehículos en el camino llamó su atención.

Por último, varios autobuses pesados entraron en el estacionamiento y su corazón dio un salto con anticipación y felicidad incontenibles. Había esperado este momento durante mucho tiempo. Los autobuses se tardaron una eternidad en descargarse o por lo menos se lo había sentido a esa manera. Cuando vio el caminar particular de Sean, lo reconoció en un mar de ropa de camuflaje del desierto. A esa distancia, todos los soldados a menudo parecían los mismos. Pero no él. No con ella.

Eve vio a Sean buscar en la multitud de alegres anfitriones y se dirigió a él en una carrera. Cuando la vio, apresuró el paso y una enorme sonrisa apareció en la cara. Él dejó caer la bolsa de lona sobre el terreno y se lanzó a sus brazos. Cuando la besó, el amor se extendió a través de ella encendiendo un fuego en su interior que sabía que nunca podría extinguirse. El beso siguió y siguió, como una excitación carnal en erupción entre ellos. No le importaba cómo se vería el beso y al parecer a él tampoco.

Cuando se separaron, la abrazó, con su frente contra la de ella.

"Dios, te he echado de menos. Te amo tanto".

"Te amo, Sean," susurró. "Bienvenido a casa, soldado."

"Es bueno estar en casa, esposa. Quiero ir a casa y te mostraré algunas de mis maniobras."

Ella se echó a reír. "Oh, Dios. Por favor. He estado muriendo por ver tu artillería pesada durante mucho tiempo."

Echó hacia atrás la cabeza y se echó a reír, pero nadie le prestó atención. Estaban demasiado ocupados disfrutando de su propia reunión.

La soltó y tomó su mochila. Mientras caminaban hacia su coche, la paz más profunda que cualquier cosa que había conocido se apoderó de ella. Su soldado había vuelto a casa sano y salvo, y tenían toda su vida por delante para compartirlo.

FIN

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