Base BIBLICA de la doctrina de la trinidad:
Las palabras trino y trinidad no aparecen en la Biblia. Sin embargo, el concepto de la trinidad de Dios se encuentra allí. La base de ese concepto tiene tres aspectos: Primero, la Biblia llama Dios a tres personas; segundo, la Biblia presenta a esas tres personas como separadas o distintas entre sí; tercero, la Biblia declara que hay un solo Dios.
La triunidad en el Antiguo Testamento:
La unidad de Dios en el Antiguo Testamento.- En Deuteronomio 6:4 dice: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es”. Este pasaje, el Shema, afirma claramente la existencia de un solo Dios. Por tanto, rachaza toda forma de politeísmo.
La pluralidad de Dios en el Antiguo Testamento.- Varios elementos en el Antiguo Testamento indican que existe una pluralidad dentro del único Dios:
El nombre Elohim.- Uno de los nombres primarios de Dios, aparece mas de 2,000 veces en su forma plural. La terminación im convierte a un sustantivo hebreo en plural, en vez de singular. Algunos eruditos dicen que, cuando Elohim se refiere a Dios, su terminación plural no debe ser considerada como un verdadero plural sino como un plural de majestad que enfatiza la naturaleza majestuosa de Dios. Sin embargo, Jack C. Scott señala que una mejor razón para la terminación plural de Elohim “Puede encontrarse en las Escrituras mismas donde, en el primer capitulo de Génesis, se encuentra la necesidad de una palabra que transmita la unidad de único Dios pero a la vez permita una pluralidad de personas (Gn. 1:2, 26). Esto se demuestra por el hecho de que la forma elohim ocurre sólo en hebreo y no en otro idioma semítico, ni siquiera en el arameo bíblico”. Por tanto, es probable que Elohim “sea un desarrollo único de las Escrituras hebreas y representa principalmente la pluralidad de personas en la trinidad de la deidad”.
SE USAN PALABRAS EN PLURAL CON REFERENCIA A Dios.- Génesis 1:26 dice: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. Génesis 1:27 dice: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. Este y otros pasajes (Gn. 5:1; 9:6; Stgo. FUNDAMENTALISTA
3:9) indican que la humanidad fue creada exclusivamente a la imagen de Dios, y no como una combinación de la imagen de Dios y otros seres, como los ángeles. Por tanto, en Génesis 1:26 Dios usó los pronombres plurales exclusivamente para la deidad.
En Génesis 3:22, luego de la caída de la humanidad, “dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal” (cf. Gn. 3:4-5).
En Génesis 11:7, en respuesta a la construcción de la humanidad de la ciudad y la torre de Babel, Dios dijo: “Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero”. Génesis 11:9 indica que fue Dios, y no Dios y los ángeles, quien confundió las lenguas. Aquí Dios usó de nuevo un pronombre plural exclusivamente para la Deidad.
Los nombres primarios de Dios se aplican a más de una persona en el mismo pasaje.- Hay, al menos, tres casos de aplicación.
El Salmo 45:6-7 dice: “Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; cetro de justicia es el cetro de tu reino. Has amado la justicia y aborrecido la maldad; por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría mas que a tus compañeros”.
El texto hebreo usa Elohim (un Nombre primario de Dios) en cada una de las tres referencias a Dios en este pasaje. Pero una lectura normal indica que hay dos personas distintas son Elohim. La afirmación “Por tanto, te ungió Dios (Elohim), el Dios (Elohim) tuyo”, en particular, señala esto. El hecho que la palabra Mesisas significa “el ungido” sugiere que el Elohim ungido por el otro Elohim es el Mesías. Hebreos 1:5, 8-9 indica que el Elohim que habla y unge en Salmos 45:6-7 es Dios el Padre, y el Elohim que es ungido es su Hijo.
El Salmo 110:1 declara: “Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”.
Hay dos personas distintas involucradas en este pasaje, porque una le habla a la otra. En el texto hebreo, el que habla es Jehová (el nombre personal de Dios y uno de sus nombres primarios) y la persona a quien habla es Adonai (otro nombre primario de Dios).
Jesús hizo a los fariseos una pregunta con relación al Mesías: “¿De quien es hijo?”. Le contestaron: “De David” (Mt. 22:42). Ellos identificaron correctamente al Mesías como descendiente biológico de David; entonces Jesús les preguntó: “¿Pues cómo David en el Espíritu le llama Señor, diciendo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo?” (Mt. 22:43-45).
Jesús indicó así dos verdades: (1) Cuando David escribió el Salmo 110:1, a través de la influencia del Espíritu Santo, la persona a la que él llamo “mi Señor” (mi Adonai) era el Mesías. Por tanto, David aplicó uno de los nombres primarios de Dios (Adonai) al Mesías. (2) El hecho que David llamara al Mesías “mi Adonai” significaba que el Mesías seria mucho mas que un descendiente humano de David.
Pedro también indicó que en el Salmo 110:1 David se refirió al Mesías como “mi Adonai”. Pedro afirmó, además, que el Jesús resucitado, ascendido y exaltado es el Mesías, el Adonai de David (Hechos 1:32-36).
En Jeremías 23:5-6 dice: “He aquí, que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y éste será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia Nuestra”.
Hay dos personas distintas involucradas en este pasaje, porque una le habla a la otra. En el texto hebreo, el que habla es Jehová (el nombre personal de Dios), y la persona acerca de quien habla Jehová se le otorga el nombre de Jehová, justicia nuestra.
Deben señalarse tres hechos aquí: (1) El pasaje aplica el nombre personal de Dios, que es, también, un nombre primario de Dios (Jehová) a dos personas distintas. (2) Según Hans Bietenhard, “a lo largo del Antiguo Testamento, hay un sentido de la importancia del nombre propio. El nombre denota a la persona, establece una identidad, y forma parte de ella. A menudo, puede decirse: `Según sea su nombre, así será un hombre'”.
El nombre de una persona “revela su naturaleza”. A la luz de la importancia de los nombres en el Antiguo Testamento, Jeremías 23:5-6 identifica dos personas distintas que son Jehová y que tienen la misma naturaleza divina. (3) La persona a la que se le asigna el nombre de Jehová, justicia nuestra es el Mesías. La descripción de la persona indica esto.
El antiguo TesTaMeNto atribuye deidad al Mesias.- Isaías 9:6 predecía que el nombre del Mesías incluiría “Dios Fuerte” y “Padre Eterno”. Isaías 10:20-21 dice que el “Dios Fuerte” es el “Santo de Israel”. Edward J. Young sugiere que “Padre Eterno” quiere decir que el Mesías es “Aquel que es eternamente el Padre de su pueblo”. Dado que el nombre de una persona revela su naturaleza, este nombre significaba que el Mesías tendría la naturaleza de la deidad eterna.
Daniel 7:13-14 describe al Mesías que viene “... con las nubes del cielo”. Por tanto, atribuye deidad al Mesías, porque el Salmo 104:1-3 e Isaías 19:1 indican que es Dios quien usa las nubes como su medio de transporte. El hecho que el sumo sacerdote, los ancianos y los escribas de Israel acusaran a Jesús de blasfemia cuando dijo que el Hijo del Hombre vendría en las nubes del cielo muestra que ellos entendían que sólo Dios viaja en las nubes del cielo (Mt. 26:63-66).
Proverbios 30:4 y Salmos 2:7 indican que Jehová, el Creador, tiene un Hijo. El Salmo 2:2 significa que el Hijo de Dios es “su ungido” (el Mesías). El lenguaje de estos versículos lleva a la conclusión de que Dios el Padre y su Hijo son personas distintas. Según Edaurd Lohse, en el Antiguo Testamento y en los escritos del judaísmo posbíblico, las palabras hebreas para hijo “solían usarse para denotar la relación que determina la naturaleza de un hombre”. Por tanto, la palabra hijo significa que un hijo tiene la misma naturaleza que su padre. En consecuencia, Proverbios 30:4 y Salmo 2:2, 7 indican que el Hijo de Dios, el Mesías, como una persona distinta, tiene la misma naturaleza divina que Dios el Padre.
Los antiguos judíos reconocían la deidad inherente en el título el hijo de Dios. Como Jesús llamó a Dios “mi Padre” (Jn. 5:17) y, por tanto, dijo a entender que Él era el Hijo de Dios, sus enemigos “... aún más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios” (Jn. 5:18). En otra ocasión, sus enemigos dijeron: “Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios” (Jn. 10:33). En respuesta, Jesús preguntó: “¿Al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?” (Jn. 10:36). Esta respuesta revela que fue el hecho que Jesús dijera que era el Hijo de Dios lo que impulsó a sus enemigos a acusarlo de hacerse igual a Dios.
La palabra que se traduce “uno” en “Jehova nuestro Dios, Jehova uno es” (Dt. 6:4) enfatiza la unidad pero reconoce “diversidad dentro de la unidad”.- La misma palabra se usa en Génesis 2:24 para dos personas (esposo y esposa) que son uno, y en Génesis 1:5 para varias partes que forman un día.
Algunos pasajes del Antiguo TestaMEnto sugieren tres personas en la deidad.- Isaías 48:16 menciona a “Jehová el Señor”, “su Espíritu” y otra persona enviada por Dios, indicando que son tres seres distintos. El erudito del Antiguo Testamento Franz Delitzch dijo que la persona enviada es el siervo último de Dios, quien restaurará a Israel y será una luz para los gentiles (ver Isaías 49:5-6). En otras palabras, el enviado es el Mesías.
Isaías 61:1 menciona tres personas distintas. La persona que habla ha sido ungida y enviada por Jehová y, por tanto, es distinta de Jehová. El hecho que la palabra Mesías significa “ungido” lleva a la conclusión de que el que habla es el Mesías. El que habla dice que, como Jehová lo ha ungido y lo ha enviado a ministrar, “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre (él)”. Esta afirmación significa que el Espíritu es distinto del que habla y de Jehová. Con relación a estas distinciones, el erudito Edwrad J. Young dijo: Este es un matiz trinitario que no debería pasarse por alto”.
La triunidad de Dios en el Nuevo Testamento:
En el Punto A) observamos inferencias a favor de la Trinidad de Dios en el Antiguo Testamento, notando cómo esa porción de las Escrituras presenta tanto la unidad como la pluralidad de Dios. Ahora examinaremos las inferencias a favor de la unidad de Dios en el Nuevo Testamento.
La Unidad de Dios.- Tres personas en el Nuevo Testamento afirmaron la unidad de Dios. Primero, Jesús citó el shema, “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Deut. 6:4) y claramente indicó Su acuerdo con su aseveración de que hay solo un Dios (Marcos 12:29-32).
Segundo, el apóstol Pablo declaró “Porque hay un solo Dios” (1 Ti. 2:5). Tercero Jacobo, el hermano de Jesús, escribió, “Tú crees que Dios es uno, bien haces” (Stg. 2:19). Por consiguiente, él elogiaba a los que creían en la unidad de Dios.
La pluralidad de Dios.- Un número de factores en el Nuevo Testamento indican que existe una pluralidad dentro del único Dios.
El título “dios” es asignado al Padre, al Hijo (Jesús), y al Espíritu Santo en el nuevo testamento:
Jesús llamó al Padre “Dios” (Jn. 6:27).
El apóstol Juan, al referirse a Jesús como “el Verbo”, declaró, “el Verbo era Dios” (Jn. 1:1). Con esta aseveración, Juan quiso decir la deidad de Jesús. La ausencia del articulo determinante el antes de “Dios”, tanto en el texto griego como en la traducción al castellano de la aseveración de Juan, indica que se estaba refiriendo a la clase de ser, Jesús, el Verbo, era Dios, clase de ser. Del mismo modo, mediante la ausencia del articulo determinante antes de “Dios” en Juan 1:18, el apóstol indica que el Padre es Dios, clase de ser.
El escritor de Hebreos, al referirse a lo que Dios el Padre dijo acerca de Jesús, Su Hijo, escribió, “Mas del hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo” (Heb. 1:8).
Cuando el apóstol Pedro confrontó a Ananías con su pecado, le indicó que él había mentido a Dios cuando había mentido al Espíritu Santo (Hch. 5:3-5). Por consiguiente, Pedro llamó al Espíritu Santo “Dios”.
El nuevo testaMEnto indica que el Padre, el Hijo (Jesús), y el EspÍRItu Santo, son tres personas distintas, no tres manifestaciones de la misma persona.
Primero, además de declarar que Jesús como el Verbo era “Dios”, el apóstol Juan declaró que él “estaba con Dios” (Jn. 1:1). Juan, por consiguiente, indicó que Jesús era una persona distinta de Dios el Padre.
Segundo, la expresión “Mas del Hijo dice”, en el registro de Hebreos 1:8 de lo que el Padre dijo al Hijo, significa que el Padre y el Hijo son personas distintas.
Tercero, cuando salió de las aguas del bautismo, el Espíritu Santo descendió sobre Él desde los cielos, y el Padre habló del cielo. Con respecto a Jesús, Él dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mt. 3:16-17). Los hechos de que el Hijo estaba en la tierra, de que el Espíritu descendía del cielo al Hijo, y de que el Padre habló del cielo acerca del Hijo indica que el Padre, Hijo, y Espíritu Santo son personas distintas.
Cuarto, cuando el ángel Gabriel informó a María que ella daría a luz a Jesús el Mesías, le dijo que el Espíritu Santo vendría sobre ella, que el poder del Altísimo (el Padre) la cubriría con su sombra, y que su santo descendiente sería llamado Hijo del Altísimo, Hijo de Dios (Lc. 1:31-35). Las declaraciones de Gabriel significaban que el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo son distintos el uno del otro.
Quinto, después que Jesús informó a sus apóstoles de que él volvería a la casa de Su Padre en el cielo (Jn. 14:2-3), les dijo que Él pediría al Padre que les diera otro Consolador, el Espíritu Santo, para que morara con ellos para siempre (Jn. 14:16-17). Mediante estas declaraciones, Jesús indicó que Él, el Padre, y el Espíritu Santo eran personas distintas.
Sexto, en Juan 14:26 Jesús se refirió al Espíritu Santo, a quien el Padre enviaría en nombre de Jesús. En Juan 15:26 declaró que él enviaría el Espíritu del Padre, que el Espíritu procede del Padre, y que el Espíritu testificaría acerca de Él (Jesús). Una vez mas, tales declaraciones se refieren a tres personas distintas.
El nuevo tesTAMEnto asocia al Padre, hijo, y Espíritu Santo juntos de tal modo que hace que la desigualdad sea incosecuente.
Primero, Jesús enseño que los creyentes deben ser bautizados en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (Mt. 28:19). Ninguno de los tres debe ser excluido.
Segundo, todas las tres personas pueden ser blasfemadas, Dios el Padre (Apo. 13:6), Jesús el Hijo (Lc. 22:63-65), y el Espíritu Santo (Mt. 12:31).
Tercero, Jesús aseveró que Él, el Padre, y el Espíritu Santo morarían con los creyentes (Jn. 14:16-17, 23).
Cuarto, todos los tres están incluidos en la bendición en 2 Corintios 13:14: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amen”.
Quinto, todos los tres pueden dar vida. Dios el Padre (Jn. 5:21; Hch. 17:24-25), Jesús el Hijo (Jn. 5:21, 6:33, 14:6), y el Espíritu Santo (Jn. 6:63; Rom. 8:2; 2 Co. 3:6).
Sexto, todos los tres están asociados con la verdad. Dios el Padre es veraz (Jn. 3:33), y Su palabra es verdad (Jn. 17:17); Jesús es verdad (Jn. 14:6); y el Espíritu es verdad (1 Jn. 5:6) y es llamado “el Espíritu de Verdad” (Jn. 14:17, 15:26, 16:13).
Séptimo, todos los tres son eternos. Dios el Padre es el “Rey de los siglos” (1 Ti. 1:17), y el Espíritu Santo es “el Espíritu eterno” (Heb. 9:14). El Hijo existía con Dios el Padre antes de que todas las cosas tuvieran un principio, y Él hizo toda la obra de la creación (Jn. 1:1-3; Col.1:16-17; Heb. 1:1-2).
Octavo, todos los tres son llamados “Señor”. Dios es Padre es llamado Señor por Jesús (Mt. 4:7, 10, 11:25) y otros (Hch. 2:39). Jesús el Hijo es llamado Señor por muchas personas (Mt. 15:22, 16:22), y el Espíritu Santo es llamado Señor por el apóstol Pablo (2 Co. 3:17-18).
Noveno, todos los tres son santos. Jesús se dirigió a Dios como “Padre Santo” (Jn. 17:11). El apóstol Pedro declaró que Dios es santo y citó la afirmación de santidad personal de Dios (1 Pe. 1:15-16), y los ángeles en el cielo continuamente le atribuyen santidad a Dios día y noche (Apo. 4:8). El ángel Gabriel atribuyó santidad a Jesús, el Hijo de Dios (Lc. 1:35); los demonios llamaron a Jesús “el Santo de Dios” (Mc. 1:24); y los creyentes le atribuyen santidad a Él (Hch. 4:27, 30). La santidad es atribuida al Espíritu Santo más de noventa veces en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, un ángel (Mt. 1:20) así como Jesús (Lc. 11:13) le llamaron “el Espíritu Santo”.
Décimo, todos los tres están asociados con gloria. El apóstol Pablo llamó a Dios “el Padre de gloria” (Ef. 1:17), y las criaturas celestiales dan gloria a Dios cuando está sentado en Su trono (Apo. 4:9) y declaran que Él es digno de recibir gloria (Apo. 4:10-11). El apóstol Pablo llamó a Jesús “el Señor de gloria” (1 Co. 2:8). Jesús habló de la gloria que tenia con el Padre antes de que el mundo existiera (Jn. 17:5). Pedro, Jacobo y Juan vieron la gloria (shekainah) de Dios brillar desde la carne y ropa de Jesús como Él se transfiguró ante ellos (Mt. 17:1-6; Jn. 1:14). El escritor de Hebreos declaró que el Hijo de Dios era el resplandor de la gloria de Dios (Heb. 1:3). El apóstol Pedro llamó al Espíritu Santo el “glorioso Espíritu de Dios” (1 Pe. 4:14).
Undécimo, todos los tres están asociados con señales milagrosas. Dios capacitó a Pablo y Bernabé para que realizaran señales milagrosas (Hch. 15:12). El Espíritu Santo capacitó a Pablo para que ejecutara muchas señales milagrosas (Ro. 15:19). Jesús, el Hijo de Dios, realizó muchas señales milagrosas (Jn. 7:31, 20:30-31), y dio a sus apóstoles el poder para hacer lo mismo (Mt. 10:1,8).
El nuevo testamento no tiene un orden fijo en presentar estas tres personas.- El orden en Mateo 28:19 es el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. El orden en 2 Corintios 13:14 es el Señor Jesucristo, Dios, y el Espíritu Santo. En Efesios 4:4-6, el orden es Espíritu, Señor, y Dios el Padre. El orden en 2 Tesalonicenses 2:13-14 es Dios, el Espíritu, y el Señor Jesucristo. En Judas 20-21, el orden es el Espíritu Santo, Dios, y el Señor Jesucristo.
El hecho de que el Nuevo Testamento no tiene orden fijo en presentar a Dios el Padre, Jesús el Hijo, y el Espíritu Santo infiere que ellos son iguales uno con otro en naturaleza.
EL NUEVO TEStamento indica que el hijo tiene igual bendición, honor, gloria, y poder con Dios el Padre.
Primero, Jesús declaró, “para que todos honren el Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió” (Jn. 5:23).
Segundo, el Nuevo Testamento describe a toda la creación dando la misma bendición, honor, gloria, y poder eternos a Dios que se sienta sobre Su trono y al Hijo, el cordero de sacrificio fundamental por los pecados del mundo (Apo. 5:13).
El Nuevo Testamento muestra que Jesús el Hijo tiene la misma esencia divina o naturaleza como el Padre.
Primero, el Nuevo Testamento enseña que sólo Dios debe ser adorado. Ninguna criatura debe ser adorada (Ro. 1:25-26; Apo. 22:8-9). Sin embargo, Dios el Padre dio mandamiento a todos los ángeles para que adoren a Su Hijo (Heb. 1:6), y Jesús aceptó la adoración de las personas (Mt. 9;18, 14:33).
Segundo, Jesús afirmó tener la misma esencia o naturaleza divina que el Padre, cuando declaró, “Yo y mi Padre uno somos” (Jn. 10:30); y dijo, “Hijo de Dios soy” (Jn. 10:36). Sus enemigos reconocieron que estas eran aseveraciones de igualdad con Dios en esencia o naturaleza (Jn. 5:18, 10:33, 36). Un enemigo anterior llegó a reconocer que Él efectivamente posee la naturaleza en toda plenitud (Col. 2:9).
Conclusion:
El Antiguo y Nuevo Testamento claramente enseñan que hay un solo Dios verdadero, pero ellos indican que una trinidad, una pluralidad de tres personas distintas, todas iguales en esencia; existe dentro de Dios. La Escritura revela que el Hijo y el Espíritu son voluntariamente sumisos a la voluntad del Padre (Jn. 5:30, 6:38, 7:16, 8:28-29, 14:16, 26, 16:13; 1 Co. 11:3). Esta sumisión no indica desigualdad de esencia. Es puramente una sumisión funcional. En cualquier unidad de varias personas iguales en esencia, una persona debe ejercer dirección funcional; y las otras personas deben voluntariamente someterse a esa dirección si la unidad ha de funcionar eficazmente.
Xtian Jesed
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