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en crecimiento hasta Felipe II. El ario vigesimo de su reinado puede considerarse como la divisoria de los destinos peninsulares. Hasta su cima, la historia de Espaha es ascendente y acumulativa; desde elia hacia nosotros, la historia de Espańa es decadente y dispersiva. El proceso de desintegración avanza en riguroso orden de la periferia al centro. Primero se desprenden los Paises Bajos y el Milanesado; luego, Napoles. A principios dei siglo XIX se separan las grandes provincias ultramarinas, y a fines de el, las colonias menores de America y Extremo Oriente. En 1900, el cuerpo espanol ha vuelto a su nativa desnudez peninsular. ^Termina eon esto la desintegración? Sera casualidad, pero el desprendimiento de las ultimas posesiones ultramarinas parece ser la sehal para el comienzo de la dispersión intrapeninsular. En 1900 se empieza a oir el rumor de regionalismos, nacionalismos, separatismos...

(Jose Ortega y Gasset, 1883-1955, Espańa invenebrada)

14.

Al finał de la clase mosen Joaąuin me dijo: "Si a fin de curso sufres un fracaso, tu padre debe saber que eres tu y no yo el reponsable”. Cerró los ojos como para una gran determinación y balbuceó: “lo sień to”. Puso en el peąueno cuadernito de tapas de hule un signo cabalistico. Yo tenia que dejar el cuadernito abierto cada dia sobre la mesa en el lugąr de mi padre a la hora de comer. Y si habitualmente conocia el significado de las iniciales que el profesor ponia, aquel dia no comprendi nada. Habia un extrano garabato y un numero 20. Muy intrigado llegue a casa. Era ya mediodia, pero no estaba mi padre. Mis hermanos, casi todos menores que yo, correteaban por los pasillos. En la cocina se afanaban las nineras, las nodrizas, la famosa tia Ignacia que no era tia, pero habiendo visto nacer a mi mądre era tan importante como ella misma. En el comedor que daba a un ancho patio interior la mesa se ofrecia deslumbrante de blancura y cristales. Tenia el comedor maderas claras labradas alrededor de una amplia chimenea donde ardian los lenos. Correspondia la chimenea justamen-te al lugar donde se sentaba mi padre y frente a ella se abria un balcón que dejaba ver las galerias de enfrente Uenas de sol. Al lado del piąto de mi padre se alzaba un sifón envuelto en maila metalica eon un dispositivo para producir, eon una capsula de plomo IJena de gas carbónico, la soda eon la que mezclaba el vino. Aąuella capsula pasana a ser mia, una vez usada.

(Ramon J. Sender, 1902-1982, Crónica del alba)

15.

El pobre hombre temblaba como un azogado, mirandome como un poseldo miraria. Intentó levantarse, acaso para huir de ml; no podia. No disponia de sus fuerzas.

—    jNo, no te muevas! — le ordene.

—    Es que... es que... — balbuceó.

—    Es que tu no puedes suicidarte, aunque lo ąuieras.

—    (,Cómo? — exclamó al verse de tal modo negado y contra-dicho.

—    Si. Para que uno se pueda matar a sl mismo, <,que es menester? — le pregunte.

—    Que tenga valor para hacerlo — me contestó.

—    No — le dije —, que est6 vrvo!

—    jDesde luego!

—    jY tu no estas vivo!

—    iCómo que no estoy vlvo? i,es que he muerto? — y empezó* sin darse clara cuenta de lo que hacia, a palparse a si mismo.

—    jNo, hombre, no! — le replique —. Te dije antes que no estabas ni despierto ni dormido, y ahora te digo que no estas ni muerto ni vivo.

—    jAcabe usted de explicarse de una vez, por Dios! jacabe de explicarse! — me suplicó consternado —, porque son tales las cosas que estoy viendo y oyendo esta tarde, que terno volverme loco.

—    Pues bien; la verdad es, querido Augusto — le dije eon la mas dulce de mis voces —, que no puedes matarte porque no estas vivo, y que no estas vivo, ni tampoco muerto, porque no existes...

—    (,Cómo que no existo? — exclamó.

—    No, no existes mas que como ente de ficción; no eres, pobre Augusto, mas que un producto de mi fantasia y de las de aquellos de mis lectores que lean el relato que de tus fingidas venturas y malan-danzas he escrito yo; tu no eres mas quc un personaje de novela, o de nivola, o como quieras llamarle. Ya sahes, pues tu sccreto.

(M»hvicI ile Unnmuno, 1864-1936, Niebla)

7 — Fonetyka hiszpańska 97