TEMA 30. CRISIS Y DIVISIÓN DEL IMPERIO ROMANO
1.- INTRODUCCIÓN
Tradicionalmente suele identificarse el colapso del Imperio Romano con la caída del imperio Romano de Occidente a manos del hérulo Odoacro en el 47.6 d.C, si bien es preferible concebir esta crisis como un proceso de tres siglos de duración, esto es, entre la subida al trono de Diocleciano en el 284 d.C. hasta el ascenso de Heraclio al gobierno de gobierno en el 610 d.C. Durante este proceso varios serán los acontecimientos que culminarán con la división del imperio, así como con la caída del Imperio Romano de Occidente y la supervivencia del de Oriente, acontecimientos, que, por otra parte han sido tratado tanto por sus coetáneos como por la historiografía contemporánea.
2.- INTERPRETACIONES HISTÓRICAS
La pregunta sobre la crisis del imperio es muy antigua, tanto como la crisis misma, que es tratada por sus coetáneos como decadencia. Tal es el caso de Lucrecio, quien en sus obras pone el acento de la crisis en dos factores, los grandes contrates sociales y la barbarización o los padres apologetas de la Iglesia, quienes aportan una visión moralista de la decadencia alegando que esta se debe a la pérdida de virtud y degeneración de valores así como en la providencialidad divina.
Pese a esto el Imperio romano sigue viviendo en las cabezas de las personas, de hecho el hombre medieval no es consciente de la caída del imperio, así como tampoco lo es del cambio de era, sino que siguen perteneciendo a un imperio que poco a poco irá perdiendo su contenido político, ideológico y jurídico.
Desde el punto de vista de la historiografía, dos han sido los momentos de mayor investigación sobre este proceso:
Durante el humanismo, ya que los humanistas buscan en el mundo clásico los modelos para interpretar y reconstruir el mundo que les rodea, poniendo en el punto de mira de la crisis a la pérdida de las virtudes clásicos;
Durante la primera mitad del siglo XX, en el que los historiadores, debido al sentimiento de pérdida continua y de decadencia, buscan causas y factores que puedan ser extrapolados a su tiempo. De esta forma estos historiadores no hacen hincapié en un hecho aislado sino en toda una serie de factores, tanto sociales, como político, económicos o de mentalidad que terminarán por minar el imperio, si bien en función de la escuela a la que pertenezca (por ejemplo los materialistas históricos) se les da más importancia a unos factores que a otros.
3.- LA CRISIS DEL IMPERIOL ROMANO
Como ya se ha dicho lo más adecuado para interpretar este período es basarse en toda una serie de factores interrelacionados, ya sean de corte interno o externo, que nos aporten una visión holística de este proceso de crisis que culminará con división del imperio romano.
3.1.- FACTORES INTERNOS.
Dentro de estos factores diferenciaremos entre factores políticos, económicos, sociales e ideológicos.
3.1.1.- FACTORES POLÍTICOS
A inicios del siglo III d.C. el imperio romano entra en crisis, lo que se hace patente en la desmembración territorial, período conocido como la Anarquía Militar, caracterizado por la multiplicidad de emperadores y por la rápida sucesión de los mismos por las continuas conspiraciones militares que tendrán su fin con la subida al poder de Diocleciano, quien hereda una basto imperio pero desgobernado, sin línea sucesoria clara y difícil de organizar. Fruto de esto resultará la Tetrarquía, un sistema de gobierno por el cual el imperio queda dividido en dos partes iguales, Oriente y Occidente, cada una dirigida por un Agusto con poderes legislativos idénticos y asistidos por dos Césares, que a su muerte heredarán el cargo, a los que les unen lazos familiares y con poderes ejecutivos.
Con este sistema se pretende dar una mayor eficiencia a la autoridad imperial pero los desacuerdos, intereses y conspiraciones harán que, una vez muerto Diocleciano, el sistema fracase y sea una máscara para las aspiraciones absolutistas de sus sucesores, quien sólo conseguirán crear dos imperios distintos e irreconciliables, y que a pesar de labores unificadoras como las de Teodosio, culminarán en el 395 d.C. con la separación definitiva de los dos imperios, dividiéndolo entre sus hijos Honorio y Arcadio.
Antes de su desmembración el Imperio sufrió durante tres siglos tres tipos de cambios a nivel político que afectan a varios aspectos del gobierno:
En cuanto al gobierno, el imperio pasará de ser un territorio comandado por un emperador vitalicio elegido por los militares y el senado en representación del pueblo, a convertirse durante le gobierno de Diocleciano en un principado en el que la figura del emperador se hace hereditaria y conformando una monarquía absolutista con tintes autocráticos y militaristas, como lo demuestra la creación del Comitatus (Consejo de Gobierno) que irá asumiendo las competencias que el emperador va quitándole al Senado.
En cuanto a la administración territorial se van a producir varios cambios siendo el más importante el aumento del número de provincia a 100, aumentando sobre todo las imperiales frente a las senatoriales. Con Diocleciano, además, se crearán las diócesis como aglutinación de provincias con un vicario al frente cuya función es la de servir de enlace entre el emperador y los procónsules. Con Constantino además se crearán las Precepturas de Pretorio (Galia, Italia y Oriente) con un pretor al frente que con el tiempo pasarán a autodenominarse protoemperadores, lo que hace aumentar la inestabilidad política fruto de lo cual el modelo de vida urbano empieza a decaer.
En el ámbito militar será donde se produzcan los mayores cambios, ya que el Ejército debe adaptarse a la nueva realidad, ya que el imperio a pasado de ser una fuerza militar y política expansiva a ser defensivo, debido a los continuos intentos de invasión de todos aquellas fuerzas que rodean el imperio (persas, pictos, scotos…). Estas circunstancias obligan a descentralizar el ejército para dar rápidas respuestas a estas incursiones, fruto de la cual las zonas fronterizas pasarán a estar bajo el mando de un dux, que vuelve a restar poder al senado y evidencia la importancia del militarismo en este nuevo imperio.
3.1.2.- FACTORES ECONÓMICOS
La economía imperial ,es, desde sus inicios, una economía basada en la agricultura de subsistencia cuyos rasgos más importantes son la extensividad, el bajo rendimiento de la tierra y la utilización gran cantidad de mano de obra, por lo que la demografía es un agente de vital importancia a la hora de explicar la deriva del imperio durante este período.
Así, la población imperial evolucionará desde el siglo III d.C. marcada por una continua crisis, de forma que desde los albores del siglo III se vive en una continua regresión demográfica causada por la triada del hambre, epidemia y guerra, es decir, en una economía de subsistencia en la que la situación general es la subalimentación o la malnutrición, las epidemia hallan un perfecto caldo de cultivo. Sobre esta situación las guerras no hacen sino empeorar la situación generando, no sólo pérdida demográfica (principalmente de tropas auxiliares que en su vida normal son mano de obra), sino también destrucción de tierras de cultivo, de ciudades y el aumento de los impuestos para por poder sufragar el coste del ejército y de la guerra. Estas pérdidas explicadas hacen que el alimento escasee o bien que el aumento de precio lo haga inaccesible para el pueblo, lo que vuelve a generar hambrunas…
A raíz de esta crisis demográfica, el imperio toma una serie de decisiones como son:
La adscripción forzosa del pueblo a los oficios y la heredabilidad de los mismos
La integración de los bárbaros en la estructura social del imperio a través de dos fórmulas, la hospitalitas (para casos individuales o familiares) o el foerus (para pueblos enteros) a los que se entrega unas tierras para que las cultiven y defiendan.
Estas medidas, lejos de ser efectivas, influyen negativamente en casi todos los aspectos relacionados con la economía:
En la agricultura se observa una reducción del excedente, para solucionarlo se intentó ampliar la superficie cultivada pero la escasez de mano de obra produce una crisis de subproducción.
Aumento del impuesto en torno al 30% así como del interés de los préstamos que hace el campesinado se arruine, entreguen sus tierras a los terratenientes y se conviertan en colonos en sus propias tierras.
En el sistema de explotación de la tierra se pasa de un sistema esclavista y caro a uno de tipo mixto en el que la propiedad se divide en dos parte una que se explotada por el señor y otra dividida entre los colono para su explotación a cambio de un alquiler que puede pagarse en dinero, especie y trabajo y que marca las primeras andadas hacia en feudalismo.
El comercio se ve gravemente afectado ya que el descenso del excedente produce una bajada general del consumo. Así el comercio de corto radio sobrevive gracias a que las materias que coloca en le mercado son de bajo coste y primarias, mientras que el comercio interregional y de larga distancia se ve gravemente afectado por la inseguridad de las rutas y por la subida de las tasas aduaneras, de forma que la mayoría de los productos que transporta se convierten en productos de lujo. Si bien hay que diferenciar entre Oriente, que al ser más seguro mantiene todos los tipos de comercio, así como la moneda, y occidente, que tiende a la autarquía y en el que la moneda prácticamente desaparece y pasa ser tesaurizada, ya que al poseer valor alto en sí misma no puede usarse para adquirir productos de bajo coste.
3.1.3.- FACTORES SOCIALES
Durante el Bajo Imperio asistimos a una sociedad estratificada con diferencias sociales graves, tan graves que hablamos de derechos desiguales ante la ley, llegándose a realizar distintos códices legales para aplicarlos a los distintos grupos sociales. Estos grupos serán los honorati (aristocracia política y miliar) que suponen el tres por ciento de la población, están regidos por códigos legales distintos y exentos del pago de impuestos, los honestiones (grupos intermedios), que suponen el diecisiete por ciento de la población; los humillares, son el ochenta por ciento de la población y sufren la adscripción forzosa a los oficios que debido a la crisis económica se arruinan y terminan convirtiéndose en colonos; por últimos encontramos a los esclavos, destinados al trabajo doméstico.
Aunque esta sociedad está fuertemente jerarquizada, cualquier miembro es susceptible de ascender o descender en dicha escala, lo que genera inestabilidad social y esta, a su vez, no sólo genera incertidumbre sino también provoca la tesaurización de moneda, por lo que termina por agravar la situación económica tanto de comerciantes y productores.
3.1.4.- FACTORES IDEOLÓGICOS
Desde el Siglo I d.C., debido a la superficialidad del culto tradicional romano, comienzan a proliferar un conjunto de religiones ocultas que aseguran un contacto más directo con la divinidad (neoplatonismo, sincretismo estoico) sobre las que triunfa el cristianismo, el cual al poseer un dios supremo niega al emperador atributos divinos, lo despoja de su culto y socava su autoridad como pontífice máximo, motivo por el cual se inician las persecuciones.
A partir de este momento el cristianismo inicia un camino que pasará por su autorización a través del Edicto de Milán, lo que le hará expandirse y ocupar el sitio del culto romano tradicional hasta que termina por ser declarada religión oficial del imperio en el 380 por Teodosio.
De esta forma el cristianismo se conforma como un agente en el cambio de mentalidad ejerciendo una fuerte influencia sobre sus practicantes y que a raiz de la Donatio se convierte en depositaria del poder político y se conforma como un poder universal, poder que como demuestra la historia no está capacitada para asumir ni ejercer.
3.2.- FACTORES EXTERNOS: LAS INVASIONES BÁRBARAS
Las invasiones bárbaras se conforman con un agente externo y suponen el estoque definitivo a la crisis del imperio romano. Estos bárbaros, es decir, no romanos, son un conjunto de pueblos, muy números con unas costumbre y modos de vida muy distintas a las de los romanos, y que al entrar en contacto va a producir una dislocación política y social en el imperio.
A este respecto hay que hacer varias aclaraciones, la primera es que los bárbaros no pueden considerarse una civilización puesto que son pueblos muy distintos entre sí, pudiendo hacer una primera división entre pueblos esteparios, como los Sármatas, y pueblos germanos (suevos, vándalos, alanos, godos….) muy distintos a su vez entre sí, la segunda es que lo que se entiende como invasiones no fueron otra cosa que movimientos migratorios que se desplazan hacia el ámbitos mediterráneo motivadas por la presión de los Hunos, por la presión demográfica y por la búsqueda de una mejora en las condiciones generales de vida. Estos movimientos se hicieron entres oleadas distintas y terminaron por provocar una dislocación de la política del imperio romano primero y después una disgregación del mismo en varios reinos.
Ahora bien, estos pueblos tienen varias similitudes entre sí, son pueblos de corte aristócrata y guerrero, basados en el sistema tribal sobre el que un rey ejerce el poder sobre el resto y que desconocen el modo de vida urbano.
Durante la decadencia del Imperio romano, fueron muchos los pueblos bárbaros que, aprovechando las disidencias internas, se aproximaron a sus fronteras y se establecieron en ellas, presionando en forma permanente para entrar. Los bárbaros lograron penetrar lentamente entre los siglos I y IV, y establecerse en el interior, hasta que, finalmente, empujados por otros pueblos, lo hicieron en forma violenta.
A partir del S III d.C, aprovechando la anarquía de Roma y el debilitamiento de las fronteras, los germanos se desplazaron hasta la frontera norte del imperio. Ante esto Los emperadores de la época permitieron el ingreso de los germanos bajo dos condiciones: debían actuar como colonos y trabajar las tierras, además de ejercer como vigilantes de frontera, dando forma a la figura de los limitatensis e integrados bajo la figura jurídica del foedus. Sin embargo, esta pacificidad se acabó cuando Atila, el rey de los hunos, comenzó a hostigar a los germanos, que habían invadido el Imperio. Luego de la retirada de los hunos, las tribus bárbaras se establecieron en el interior del imperio: los francos y burgundios tomaron la Galia; los suevos, vándalos y visigodos se asentaron en Hispania; los hérulos tomaron la Península Itálica tras derrotar y destituir al último emperador romano, Rómulo Augústulo. Posteriormente, los hérulos se enfrentarían a los ostrogodos, saliendo estos últimos victoriosos, y tomando el control de toda la Península Itálica, mientras que el Imperio de Oriente permanece.
4.- LA CAIDA DE OCCIDENTE: LOS REINOS GERMANOS.
Los germanos, una vez asentados, recibieron la influencia de las tradiciones institucionales del Imperio y la civilización grecorromana, y se fueron adaptando a las circunstancias de su asentamiento en los nuevos territorios, sobre todo a la alternativa entre imponerse como minoría dirigente sobre una mayoría de población local o fusionarse con ella, creando unos principados caracterizado por la mezcla de elementos romanos y extranjeros que terminarán por evolucionar monarquías feudales durante la Edad Media.
Fueron los visigodos, primero como Reino de Tolosa y luego como Reino de Toledo, los primeros en efectuar esa institucionalización, valiéndose de su condición de federados, con la obtención de un foedus con el Imperio, que les encargó la pacificación de las provincias de Galia e Hispania, cuyo control estaba perdido en la práctica tras las invasiones del 410 por suevos, vándalos y alanos. De éstos, sólo los suevos lograron el asentamiento definitivo en una zona: el Reino de Braga, mientras que los vándalos se establecieron en el norte de África y las islas del Mediterráneo Occidental, siendo eliminados por expansión territorial de Justiniano I . De igual forma los otrogodos se instalan en Italia, expulsando a los hérulos, que habían expulsado a su vez de Roma al último emperador de Occidente y cuyo reino desaparece también con Justiniano I.
Un segundo grupo de pueblos germánicos se instala en Europa Occidental en el siglo VI, de entre los que destaca el Reino franco de Clodoveo y sus sucesores merovingios, que desplaza a los visigodos de las Galias, forzándolos a trasladar su capital de Tolosa a Toledo. También derrotaron a burgundios y alamanes, absorbiendo sus reinos. Algo más tarde los lombardos se establecen en Italia (568-9), pero serán derrotados a finales del siglo VIII por los mismos francos, que reinstaurarán el Imperio con Carlomagno (año 800).
En Gran Bretaña se instalarán los anglos, sajones y jutos, que crearán una serie de reinos rivales, unificados finalmente por los daneses (un pueblo nórdico) en lo que terminará por ser el reino de Inglaterra.
Todos estos reinos para su supervivencia toman aquellos elementos de la cultura romana que les son beneficiosos y los combinan con elementos propios. Así, mantendrán la organización del territorio romana de diócesis y provincias, así como sus instituciones administrativas pero despojándola del significado de la “res publica”, igualmente asumen el derecho romano fusionándolo con las costumbres germanas dando lugar a las leyes germano-romana como la Ley Sálica.
De entre las costumbres germanas, la que tuvo mayor incidencia en esta fusión fue la figura del rey y todo lo que ello conllevaba, es decir, a partir de este momento rey y reino se identifican totalmente, ya que este es el patrono del pueblo (nación si puede denominarse como tal) y este le debe obediencia absoluta. Sin embargo el cargo de rey de los germanos era electo, pero para evitar problemas se toma la heredabilidad romana del cargo, tendiendo así a establecerse como una monarquía.
En el ámbito social asistimos a una fusión de ambas civilizaciones según criterios de riqueza (estratos bajos romanos con estratos bajo germanos) sobre los que se impone ideológicamente el cristianismo, asentándose éste definitivamente como un poder universal.
Económicamente, los germanos asumen las formas de propiedad propiamente romanas, así como su sistema de explotación de la tierras, el modelo mixto que se irá perfeccionando hasta cristalizar en el sistema dominal clásico, sus técnicas como la rotación bienal y los útiles como el árado romano pero las combina y la enriquece con la explotación de los bosque típica de la economía nómada de los pueblos germanos.
5.- LA PERVIVENCIA DEL IMPERIO ROMANO: EL IMPERIO BIZANTINO
Desde su creación el Imperio adquirió un carácter marcadamente diferente al del viejo Imperio romano, mezcla de la tradición romana con las especificacidades regionales. De esta forma encontramos un imperio que se sigue denominando romano basado en tres pilares:
El griego (y la tradición cultural) era la lengua oficial si bien aunque algunos habitantes hablaban latín, copto, sirio, armenio y otras lenguas locales a lo largo de su historia.
El derecho romano y la tradición institucional tardoromano, si bien, con la evolución del imperio el derecho se irá completando con el codex justinianeo así como las instituciones irán perdiendo su poder y siendo remplazadas por unas propias.
El cristianismo: Desde su creación el Imperio es un imperio cristiano cuya máxima aspiración era la unidad de todo el imperio bajo una misma fe. Unidad que fue amenazada por las herejías que proliferaron en la mitad oriental del Imperio, y que enfrentaron a las principales sedes cristianas orientales como Constantinopla, Antioquía, Jerusalén y Alejandría. Estas herejías fueron el arrianismo, que negaba la divinidad de Cristo; el nestorianismo o difisismo, que expresaba que dios y cristo son dos naturalezas independientes; y el monofisismo que afirmaba que Cristo sólo tenía una naturaleza, la divina. Todas ellas fueron condenadas en los distintos concilios pero no pudieron ser destruidas y se colocan en la base del problema interno más grave del imperio la querella iconoclasta cuya consecuencia más grave fue la separación definitiva entre la Iglesia Latina y Ortodoxa.
5.1.- EVOLUCIÓN POLÍTICA
La evolución de este imperio alternando rápidos períodos de auge económico y expansión, con otros de crisis económica y de pérdidas de territorio.
Así, en el siglo VI la grandeza y el poder de Roma fueron restaurados brevemente por el emperador Justiniano (527-565) cuyos generales lograron derrotar a los vándalos ostrogodos y restablecer la autoridad imperial en el norte de África, en el sur de España y en Italia. Sin embargo, en el curso de las violentas luchas contra los ostrogodos, Italia sufrió terribles estragos y su economía fue destruida en gran parte, lo que afectó a la economía general bizantina.
Pero sin duda el aporte más importante de Justiniano fue intertar devolver al mediterráneo su antiguo esplendor tanto física, creando caminos, acueductos y magníficos edificios públicos en Constantinopla y las provincias, como culturalmente, creando el “Codex Teodosianus” y actuando como un mecenas de la lengua y cultura griegas. Paralelamente a la expansión el imperio fue sufriendo una orientalización, ya que desde Persia y Mesopotamia se introdujeron costumbres orientales que dieron origen a la elaborada etiqueta en la corte imperial, las pomposas ceremonias y a la exaltación de la autoridad y de la figura del emperador.
De esta fusión resultará un imperio centralizado en la figura del emperador que ejercía el poder político y militar, controlaba al religioso y que se basaba en una administración sólida y eficaz, tanto territorialmente, a través de la división del territorio en themas con un estratega al frente que sólo respondía al emperador, como administrativamente, gracias a creación de un cuerpo de funcionarios repartidos por todo el imperio, y en un ejército poderoso.
Sin embargo fueron el lujo, las extravagancia y las ambiciones políticas las que el Imperio. A su muerte el tesoro estaba agotado. Bizancio no pudo mantener su autoridad sobre las provincias reconquistadas en Occidente y tuvo grandes dificultades en defender sus provincias orientales contra los periódicos ataques de búlgaros, eslavos y persas.
Después de haber rechazado victoriosamente a los pueblos eslavos, los emperadores bizantinos tuvieron que afrontar nuevas amenazas. Durante largo tiempo los principales adversarios fueron los persas, hasta que en el siglo VII el emperador Heraclio pudo triunfar sobre los persas y recuperar Siria, Palestina y Egipto si bien surgió, paralelamente, la tercera realidad política del Mediterráneo, el Imperio Musulmán.
El imperio musulmán era un imperio rápido, multiétnico y con un ejército poderoso que luchaba el nombre de Dios bajo la promesa de retribuciones eternas y terrenales. Los mulsulmanes asestaron grandes golpes a Bizancio, ya que perdieron parte de Asía Menor, Siria-Palestina, Egipto, el Magreb y la Península Ibérica. A la vez que los búlgaros Los búlgaros, un pueblo nómada similar a los hunos, invadieron los Balcanes, quedando el imperio reducido a Grecia y Tracia.
Las luchas por la sucesión del trono provocaron la división y aun la guerra civil. Los fuertes tributos impuestos por los terratenientes provocaron el descontento y la abierta rebelión de los campesinos. La economía decayó y la hacienda fiscal se arruinó. El imperio, sacudido por las calamidades internas, ya no se pudo defender contra las crecientes amenazas externas. Después de que los turcos seldyúcidas habían ocupado ya en el siglo XI parte del Asia Menor, los turcos otomanos cruzaron en 1354 el estrecho entre Asia y Europa y empezaron a ocupar la península de los Balcanes. Finalmente Bizancio quedó totalmente aislada.
En 1453 los musulmanes asestaron el golpe final. Un ejército de 160.000 guerreros puso sitio a la ciudad defendida apenas por 8.000 hombres. Después de ocho semanas de heroica lucha los defensores sucumbieron. El emperador Constantino XI pereció con sus hombres, luchando hasta el final.
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