Cristologia de los primeros maestros franciscanos Bernardino de Armellada

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CRISTOLOGÍA DE LOS PRIMEROS MAESTROS

FRANCISCANOS

Bernardino García de Armellada OFMCap.

LA "SUMMA HALENSIS"

Las primeras escuelas franciscanas

La primer escuela franciscana de teología fue la Oxford

(1228), cuando el célebre maestro Roberto di Grosseteste

llevó su cátedra al convento de los franciscanos. Allí tuvo

como discípulos a franciscanos tan célebres como Adán de

Marsh, Tomás de York, Rogerio Bacón...

La escuela más importante del primer siglo de la Orden fue

la de París.

El refrán famoso de Jaccopone de Todi, "Mal te vemos
París, tú que destruiste a Asís
", expresa los sentimientos de

los espirituales hacia París. La historia demostrará que el

ideal de Francisco no sólo no fue destruido sino

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intelectualmente potenciado y valientemente encarnado por

nuestros santos.

El gran movimiento teológico franciscano de París comienza

el día en que Alejandro de Hales (+1245), maestro titular de

la Universidad, se hace franciscano en 1236, estableciendo

en el convento su prestigiosa cátedra de teología.

Observaciones sobre la "Summa Halensis"

1. Autores y significado

Al nombre de Alejandro de Hales está unida una importante

obra teológica, la llamada "Summa theologica fratris
Alessandri
". La crítica ha llegado a la conclusión que esta

obra, ciertamente inspirada en el Maestro Alejandro de

hales, ha sido escrita en realidad por los franciscanos Juan

de la Rochelle (+1245), Guillermo de Melitón (+1257) y

probablemente por Otón Rigaud (+1275).

En esta "Summa" se recoge el material que luego facilitará

la síntesis bonaventuriana, continuadora del mismo espíritu

cuyas características son :

concepción afectivo-

sapiencial de la teología;

referencia a la historia

salvífica;

la Trinidad, revelada en

Cristo, como centro de

todo;

la "intelligentia fidei" o

sea la percepción

sapiencial de los

misterios

sobrenaturales, fruto de

la misma fe en cuanto

ésta resulta ser la

iluminación del alma. La

fe engendra inteligencia,

haciendo descubrir los

motivos de nuestro

creer. Por lo tanto se

supone confianza, pues,

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en las "razones
necesarias
" que

muestran, por ejemplo,

el "como" es la Trinidad

que antes fue creída por

la fe.

La contribución más original de la "Summa Halensis" en la

historia de la teología, en confrontación con la tradición

continua -S. Anselmo, los Victorinos, Pedro Lombardo -,

consiste en la integración plena del pensamiento del

Pseudo-Dionisio y, en menor grado, de Aristóteles, en el

discurso de la teología occidental. Del primero recibe la

metafísica del "bonum diffusivum sui", nervadura

sistematizadora de su pensamiento teológico; del segundo,

el principio de la doble forma de procedencia : natural y

voluntaria.

2. Estructura del tratado cristológico

En el tratamiento del tema cristológico señalo dos aspectos :

Cristología concreta: los

datos reales de la vida y

personalidad de Jesús;

Cristología teórica o
metafísica
: reflexiones

filosófico-teologicas

sobre Cristo.

La cristología la SH sigue los artículos del Credo: nacimiento

de Jesús, pasión y muerte, glorificación en la resurrección,

ascensión, sitial a la derecha del Padre, regreso para el

juicio.

En Cristología los esfuerzos metafísicos tienen una

aplicación necesariamente limitada, dado que la realidad

estudiada es más histórica que metafísica. La gracia y la

historia de la salvación son conjunciones entre libertad de

Dios y libertad del hombre : hecho que no puede

encasillarse en términos de necesidad o apriorismo.

Entre la consideración del nacimiento y la pasión, la SH

reflexiona sobre las cualidades del ser de Cristo propias de

la realidad de su vida histórica : gracia, ciencia, voluntad,

poder, oración, mérito. Nos encontramos también con

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consideraciones metafísicas, pero siempre consecuentes a

la realidad revelada, sin dañar su consistencia.

Discusión sobre la "encarnación absoluta"

1 La razón de la encarnación

¿Ha sido el pecado del hombre la razón fundamenta de la

encarnación? ¿O estaba ésta incluida en la ordenación o

tendencia interior de la creación hacia perfección?

Se pregunta, pues, si el sentido de la encarnación, es decir,

la existencia de Jesucristo :

se agota en su finalidad

redentora,

o tiene valor más allá de

su significado de

satisfacción por el

pecado,

Es decir si la encarnación tiene algo que aportar a la

cuestión crucial ; si es posible y cómo que se unan el ser

finito el ser infinito.

La SH trabaja con dos conceptos metafísicos : el sumo
bien
(summum bonum) agustiniano, y la difusión del
bien
(diffusio boni) pseudo-dionisiana.

La difusión del bien es máxima - infinita - en la Trinidad.

Si el sumo bien, dada la

existencia de las

creaturas, no se

difundiese en ellas en

cuanto sumo bien,

siempre sería pensable

una difusión mayor.

Pero dado que al sumo

bien le conviene la

máxima difusión, es por

ello conveniente que se

difunda al máximo en

las creaturas.

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Por lo cual es

conveniente que Dios se

una a la naturaleza

humana, aún en el cano

de ésta no fuese

pecadora.

Se ha de notar que la SH no habla de exigencias de parte

de la creatura, sino de conveniencia de parte de Dios. De

hecho, para la SH, como para S. Anselmo, lo que es

conveniente para Dios, éste lo realiza.

2. La individualidad y la hipóstasis de Cristo

La SH considera la personalidad como la dignidad del ser

intelectual, como culminación de su singularidad (distinción

con los demás) e incomunicabilidad (conjunto de

propiedades que no se adecuan a ningún otro). Cristo

tendría singularidad e incomunicabilidad en cuanto hombre,

pero la dignidad le vendría del Logos. Cristo es,

pues, persona divina, pero según la SH, sería también un

"individuo humano". El punto del la unidad de Cristo radica

en la dignidad de ser la Persona del Logos.

Esta explicación subraya la plenitud de las propiedades

humanas de Cristo, no le falta nada de lo humano. Sin ser

una persona humana se puede decir que tiene un "yo"

humano. El NT parece testimoniar en las palabras de Jesús

este doble "yo" referido sea al "yo" divino (yo y el Padre
somos una sola cosa
Jn 10.30), sea al "yo" humano (¡Padre,
si es posible que pase de mí este cáliz ! Sin embargo que no
suceda como "yo" lo quiero sino como lo quieres tu!
" Mt

26,39).

Cuestiones sobre la realidad concreta de Cristo

1. Concepción y nacimiento de Jesús

A pesar de los argumentos reflejan ideas hoy no aceptables

en relación al proceso de la concepción, es interesante

constatar como la SH (y luego Buenaventura) atribuye a

María una función activa en la primera formación del cuerpo

de Jesús (contra la idea aristotélica ¡y tomista ! de la

pasividad total de la mujer).

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Se habla también de una segunda santificación de María en

el momento de la encarnación : purificación total de la

naturaleza, que para los otros hombres sobrevendrá

solamente en la transformación escatológica. Esta

santificación (distinta de la purificación personal del pecado)

habría sido una exigencia de la concepción del Hijo de Dios.

Tal purificación escatológica de María explica de algún

modo el sentido teológico de su virginidad antes, durante y
después
del parto. Jesús es para ella el absoluto

escatológico. También se puede entrever aquí el camino

luminoso de los franciscanos hacia la verdad de la

Inmaculada Concepción de María.

2. Plenitud de gracia en Cristo

La gracia y la ciencia de Cristo son cuestiones típicas de los

Maestros del Medioevo.

Normalmente se consideran tres clases de gracia en Cristo:

Gracia de la
unión
("gratia unionis"):

relación con la Trinidad:

La SH considera la

"gratia unionis" como

consecuencia de la

máxima unión con Dios

en Cristo. La unión

hipostática comporta

consigo la plenitud del

Espíritu Santo.

Gracia capital (de la

cabeza, "gratia Capitis"):

en relación con los

hombres: es el

trasvasamiento a los

miembros de la plenitud

de la Cabeza. La gracia

de Cristo alcanza a

todos los hombres que

creen en Él. Los del A.T

creyeron en Él como

futuro (que había de

encarnarse), nosotros

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creemos en Él como

encarnado.

Gracia
santificante
("gratia

individualis"): en relación

a sí mismo : es la gracia

por la cual un hombre es

santo, dotado de

virtudes y dones

sobrenaturales que en

Cristo debían de ser

eminentes.

Se ha de notar que se trata de aspectos de la misma gracia

en tres realidades distintas..

3. La ciencia de Cristo

Estamos ante una de las cuestiones difíciles y delicada en el

pensamiento teológico medioeval.

Nos se trata solamente de la tensión entre lo humano y lo

divino, sino entre los diversos modos del conocer humano.

La SH habla de cinco ciencias (o conocimientos) en Cristo:

ciencia divina (como Logos);

ciencia inherente al la unión
hipostática
(conocimiento del misterio de la

encarnación y de su fisonomía redentora);

tres ciencias correspondientes a los tres estadio

de la humanidad :

ciencia de la naturaleza
íntegra
(el hombre antes

del pecado);

ciencia
bienaventurada
(del

hombre glorificado);

ciencia
experimental
(del

hombre actual,

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peregrino sobre la

tierra).

Solamente en esta última se existiría el progreso.

Nota.- Ante estas ideas

medioevales, que corren el peligro

de caer en un cierto monofisismo

que anula parcialmente la real

condición humana, la cristología

moderna se remite al pensamiento

paulino de la kénosis (Fil 2,7),

ateniéndose a los datos bíblicos

más que a apriorismos filosóficos.

Además del conocimiento de un

hombre normal se debe reivindicar

en Jesús la percepción profunda de

su personalidad como salvador,

consecuencia de la gracia de la

unión. Este aspecto aparece más

claro en la SH y en S. Buenaventura

que en S. Tomás.

Excursus:

Recordamos entre paréntesis las 4 proposiciones dela

Comisión teológica Internacional sobre "El conocimiento que
Jesús tenía de sí mismo y de su misión (1985)
", después de

haber estudiado a la luz de la fe las adquisiciones de la

exégesis actual.:

La vida de Jesús atestigua la conciencia de la

propia relación filial en relación al Padre. Su

comportamiento y sus palabras, que son las del

"siervo" perfecto, implican una autoridad que

supera la de antiguos profetas y que pertenece

a sólo Dios. Jesús alcanzaba tal autoridad

incomparable de su relación singular con Dios al

que llama "Padre mío". Tenía conciencia de ser

el Hijo único de Dios y, en este sentido, de ser él

mismo Dios.

Jesús conocía la finalidad de su misión :

anunciar el Reino de Dios y hacerlo presente en

su persona, en sus hechos y en sus palabras,

para que el mundo se reconcilie con Dios y sea

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renovado. El aceptó libremente la voluntad del

Padre : dar la propia vida para la salvación de

todos los hombres ; se sabía enviado del Padre

para servir y dar la apropia vida "por muchos"

(Mc 14, 24).

Para realizar su misión salvífica, Jesús ha

querido reunir los hombres en vista del Reino y

convocarlos a sí. A tal fin Jesús ha cumplido

actos concretos cuya única interpretación

posible, tomados en su conjunto, es la

preparación de la Iglesia que se constituirá

definitivamente en la época de los sucesos de la

Pascua y de Pentecostés. Por lo cual es

necesario afirmar que Jesús ha querido fundar

la Iglesia.

La conciencia que Cristo tiene de ser enviado

del Padre para la salvación del mundo y para la

convocación de todos los hombres en el pueblo

de Dios, implica, en modo misterioso, el amor de

todos los hombres, de modo que podamos todos

decir "el Hijo de Dios me ha amado y se ha
entregado a sí mismo por mí
" (Gal 2, 20).

4. Reflexiones sobre la pasión de Cristo

El dolor de la pasión de Jesús alcanzó de modo diverso los

distintos niveles de su ser:

La sensibilidad padeció el dolor físico en

proporción a su constitución corporal, que los

doctores medievales consideran

incalculablemente sensible, específicamente a

causa de su perfección física. Correspondería

también de algún modo a la gravedad del

pecado y a la necesidad de una satisfacción,

fundamentalmente ligada - según ellos - al

sacrificio corporal de Jesús (teoría anselmiana

de la satisfacción).

El sufrimiento del alma la entienden como

compasión con el dolor del cuerpo. S. Tomás

habla de la angustia por los pecados de los

hombres.

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A pesar de que el dolor de la pasión habría alcanzado a

todos los niveles de la humanidad de Cristo, el hecho de la

visión beatífica habría dejado un espacio para la "fruición",

es decir, para el supremo gozo del alma (status

comprehensionis).

La SH explica este gozo por la aceptación consciente y libre

del sufrimiento. La complacencia en el dolor lo hace eficaz

para nuestra salvación. (La tristeza absoluta no tendría

eficacia salvadora).

Hay un paralelo entre el aspecto objetivo - histórico -

salvífico de la redención y el antropológico. La justificación

por Cristo implica ambos aspectos :

El que ha sido realizado

por Jesús una vez para

siempre

El que ha de ser

realizado por cada

hombre en particular.

El axioma medioeval de la satisfacción

( =restitución/compensación como elemento esencial de la

salvación) corre el riesgo de dar al sacrificio un sentido de

necesidad física, o de perderse en una devoción sentimental

ante el dolor, eclipsando el aspecto fundamental de signo

del amor en la libertad.

5. La resurrección y exaltación del Señor

La doctrina sobre la resurrección ser reduce casi a los datos

puramente externos, quedando en la sombra su significado

teológico. La SH, como los otros autores medioevales, se

limita a tratar las apariciones de Cristo Resucitado y a las

cualidades del cuerpo glorificado (S. Tomás verá en la

resurrección la respuesta de la justicia divina al sacrificio de

Jesús, la confirmación de nuestra fe, en la esperanza de la

propia resurrección.)

La SH se pregunta acerca si la certeza de la resurrección de

Jesús no anula el mérito de nuestra fe. La verdadera fe no

se identifica con la fuerza probatoria de los fundamentos

racionales que son trascendidos en la fe verdadera en la

resurrección, por cuanto la fe proviene de una iluminación

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superior. Solamente la aceptación de esta fe es que resulta

facilitada por los argumentos.

Así Dios ha testimoniado que la Pasión de Jesús ha

alcanzado su meta.

"La resurrección confirma la
revelación del hombre verdadero en
Jesús en los días de su carne. Nos
invita a dirigir nuestra mirada hacia
arriba y hacia adelante, para
contemplar la fecundidad que la
gracia de Dios reserva a todos los
signos del Reino puestos en el
mundo por aquellos que creen en
Jesucristo
" (Sesboüé).

Conclusiones en relación de la espiritualidad franciscana

Si bien toda cuestión teológica tiene una dimensión

espiritual hay que subrayar la reflexión del SH en relación a

la "ratio incarnationis" (ver 3.2.1.). Luego veremos que San

Buenaventura no aceptará la solución de la SH y piensa a la

encarnación como relativa (o sea condicionada por el

pecado) porque de ese modo condice más con la piedad...

Este marco bonaventuriano parece demasiado estrecho. Se

debe tener en cuenta que también la teología del SH es

afectiva : en ella la piedad no pierde espacio cuando

considera más profundamente la razón de la encarnación :

es una autodonación de Dios a la humanidad por amor ; se

une a los hombres para hacer suya la historia en una amor

capaz de vencer todas las posibles situaciones adversas.

Dios se proyectó en Cristo como un miembro de la

humanidad. Luego el pecado le puso la prueba más difícil,

de la cual salió vencedora su infinita misericordia. (Juan

Duns Escoto hará de esta visión profunda una de las tesis

más enriquecedoras de la espiritualidad franciscana).

Igualmente, la SH destaca la humanidad de Jesús (ver

3.2.2) como característica de la piedad franciscana a partir

del mismo Francisco.

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CRISTOLOGÍA DE SAN BUENAVENTURA

0. Buenaventura, como todos los pensadores cristianos, ve

en Dios la causa del ser, la razón del comprender y el orden

de vivir para toda creatura. Es la consecuencia de su ser de

creaturas = producidas por Dios de la nada.

Pero Dios se ha revelado en Cristo como Trinidad. Aquí

viene la pregunta sobre el modo trinitario de la relación

mundo-Dios. ¿Hasta que punto es una relación

cristológica ? La cristología de S. Buenaventura difiere a

este respecto de la de S. Tomás y de Escoto :

La cristología de Tomás

tiene raíces

hamartiocéntricas: es el

camino de retorno a

Dios del hombre caído.

Para Escoto, Cristo es el

eje de todo el plano

creador de Dios.

Buenaventura hace

partir su cristología de la

visión del Verbo como

expresión necesaria de

Dios "ad intra" y

fundamento necesario

de toda libre expresión

de Dios "ad extra".

"De aquí el nexo entre el Verbo
increado, el verbo revelado y el
Verbo encarnado. Sobre la base de
esta intuición, por otra parte ya
presente en los Padres,
Buenaventura puede abrir el
camino... a una teología capaz de
renovar la visión de la relación entre
naturaleza y gracia, historia y
salvación, Iglesia y mundo"
. (G.

Panteghini, Limiti e aperture del
cristocentrismo bonaventuriano
, 77).

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La teología del Verbo

1. El Verbo como expresión del Padre:

En la teología trinitaria (especialmente en la

buenaventuriana) el Verbo es quien naturalmente posee la

razón de la expresión en el seno de la Trinidad. Es la

expresión natural, necesaria y adecuada del padre, dado

que en él se expresa cuando puede ser dicho en la

divinidad. "Tres son los que dan testimonio en el cielo : el
Padre, el Verbo y el Espíritu santo, y estos tres son una sola
cosa
" (1Jn 5,7). Los tres dan testimonio, pero esta se

expresa mediante el Verbo, porque el Verbo expresa al

Padre y a sí mismo y al Espíritu Santo y todas las demás

cosas (Collationes in Hexaëmeron, 9, 2).

Por lo cual el Hijo, Verbo eterno, es la expresión, la

semejanza perfecta del Padre, igual a él en todo,

exceptuada la relación de paternidad. Expresa, por lo tanto,

todo aquello que el Padre conoce ; y en esta medida se lo

llama "ars Patris", el arte del Padre, en el cual el Padre

conoce todas las cosas.

El rol del Hijo en relación al Padre no es el de ser razón del

conocer. El tiene la función de expresión o de

representación de aquello que el padre concibe al

comprenderse a sí mismo (el Padre conoce porqué es Dios,

no porque tienen un Hijo).

2. El Verbo ejemplar de todo lo creado

Toda la Trinidad está implicada ejemplarmente en el único

Verbo. Porque el Verbo, siendo Dios, siendo totalmente

Dios, lo es en el modo que le es propio, que es el de

expresar.

Por lo tanto el Verbo expresa también todas las cosas

distintas de Dios. Con la misma mirada el Padre se conoce a

sí mismo y a su inmutabilidad "ad extra". Esta mirada es la

que engendra al Verbo, que es al mismo tiempo imagen

perfecta del Padre y ejemplar de todas la cosas. La unión

entre la Trinidad y la creación encuentra su nexo en el

Verbo.

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El paso de las cosas a la existencia en la creación es

solamente la expresión "ad extra" de la original expresión

"ad intra".

En la creación toda la Trinidad obra : el padre en razón del

principio originante, el Hijo en razón de medio ejemplar, el

Espíritu santo en razón de coronamiento o consumación.

Es por eso que el Verbo resulta para Buenaventura el alma

y el corazón de todo lo real. Tal es el fundamento metafísico

del itinerario que nos conduce a la contemplación de Dios a

través del mundo y en el mundo, hecho deexpresiones es

decir, de palabras de Dios.

La "ratio aeterna", por así decirlo se incorpora a la las cosas

con su intrínseca razón reguladora y motora, y las hace

partícipes del ser que es el Verbo, la Palabra en la cual el

Padre se expresa.

3. El Verbo, ejemplar divino del hombre

El hombre, como vértice y síntesis del universo, lleva la

impronta del Verbo de manera muy particular. Escribe S.

Buenaventura :

"Ninguna creatura provino del sumo
Artífice si no es por medio del Verbo
eterno, en el cual dispuso y por el
produjo no solamente las creaturas
que tienen la razón de vestigio, sino
también las que tienen la razón de
imagen, para que puedan
asemejarse a él en el conocimiento
y en el amor
" (De reductione artium
ad theologiam
, 12).

El hombre es imagen del Verbo, y dado que "la imagen se
ordena a aquel de el cual es la imagen como a su fin
inmediato
" (II Sent., d.16, dub.2) es ordenado

inmediatamente al Verbo. Las demás criaturas inferiores son

ordenadas al Verbo mediante el hombre en base al

principio : "el posterior debe ser conducido por aquél que es
primero en el su género
".

La impronta natural del Verbo en el hombre

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Buenaventura habla de dos grados de asimilación del

hombre al ejemplar divino:

una natural (la imagen);

una sobrenatural (la

semejanza).

La imagen divina en el hombre consiste en la capacidad

intelectiva y volitiva. Sin embargo este recibe la luz del

Verbo, que no es solamente medio de conocimiento, sino

también objeto y razón motora. No es que el hombre en este

mundo vea directamente al Verbo, sino que el intelecto

creado aprehende implícitamente al Verbo divino como su

objeto trascendental, como el "a priori" de todo

conocimiento, como el horizonte infinito que hace posible la

percepción del ser finito.

Lo mismo vale de las virtudes morales:

Las cuatro virtudes cardinales "están
impresas en el alma por medio de la
luz ejemplar, y descienden en su
potencia

cognitiva en la afectiva y

en la operativa,

de la cima de pureza se
imprime

la sinceridad

de la templanza,

de la belleza de la
caridad se imprime

la

serenidad de la
prudencia
;

de la fortaleza de las
virtudes es impresa
la

estabilidad de la

constancia ;

de la rectitud de juicio es
impresa la

suavidad de

la justicia.

Estas son las cuatro virtudes
ejemplares de las que trata toda la
Escritura. Pero Aristóteles no su
supo nada de ellas, a pesar de que

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sí, por el contrario, lo supieron los
antiguos y nobles filósofos
" (Coll. in
Hexaëm
., 6, 10). (Estos filósofos

serían Platón, Plotino y Cicerón).

La impronta sobrenatural del Verbo en el hombre

El Verbo es la luz reveladora que nos manifiesta al padre y

al designio salvífico. Estamos ante una aproximación

obscura - como en un espejo, en manera confusa - al Verbo

en cuanto talo, tanto como expresión de la única esencia

divina, como también y sobre todo en cuanto Palabra que

expresa al padre y conduce hacia él. El Verbo, imagen
eterna del Padre, imprime en el alma la propia impronta,
haciéndola partícipe de la propia filiación.

El Verbo no es sólo "medium in Trinitate", sino también, en

dependencia de ello, "medium in egressu", es decir en la

producción de toda cosa creada, y "medium in regressu", es

decir en el retorno de todas las cosas al Padre. La vuelta al

Padre se realiza a través de la gracia, debida a la misión del

Hijo.

La Encarnación en relación a las Personas divinas

0. La analogía de la fe

Ofrece a la teología la posibilidad de profundizar en las

relaciones existentes entre las diversas verdades de fe, y así

ampliar las perspectivas.

La encarnación del Verbo, es el acontecimiento salvador por

excelencia, tomado en todas sus implicaciones históricas :

concepción, nacimiento, actividad pública, muerte...

El problema de la relación entre la Persona del Verbo y su

manifestación humana en Cristo se enuncia hoy en

referencia a toda la Trinidad. ¿La Trinidad "económica" es la

manifestación histórica de la de la Trinidad "inmanente", de

modo que exista una relación necesaria entre lo que las

Personas divinas son en sí y el modo en el cual se revelan y

se comunican en la economía actual ? (en otras palabras : si

Dios trino quiere manifestarse, ¿debe hacerlo

necesariamente como lo ha hecho ?)

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1. ¿La encarnación divina debería ser necesariamente la
del Verbo?

La razón para la afirmativa sería la cualidad del Verbo como

Hijo del Padre : esto le confiere una relación con la creación

y con la manifestación divina en la revelación que sería le

sería exclusiva como Persona del Verbo.

Buenaventura se hace esta pregunta : ¿es posible la
encarnación de cualquiera de las personas divinas?
(III
Sent
., d.1, a.1, q.4). Responde que sí, porque no podemos

poner límites la omnipotencia divina. No es lícito imponer

razones apriorísticas al hecho de la revelación, ni a su

realidad ni al modo como viene realizada.

"A posteriori"

Teniendo en cuenta la realidad como se presenta en la

revelación, Buenaventura encuentra en las razones de

conveniencia, "ex pietate fidei" (de la piedad de la fe),

porqué haya sido el Verbo a encarnarse y no el padre ni el

Espíritu Santo.

Argumenta así:

- tres razones dependen de la misma esencia de la

encarnación, siendo la segunda Persona Imagen, Palabra e
Hijo del Padre.
Existe cierta correspondencia en el hombre :

en cuanto creado

es imagen de Dios ;

en él toda la creación

("...todo has creado con
tu palabra
", Sab 9,1) se

reclama a la

palabra primordial profer

ida eternamente por

Dios en su intimidad;

el ser Hijo de Dios en la

creación es un reflejo

atenuando de la filiación

eterna del verbo en

Dios.

Notar como estos tres motivos (fundando en lo que sido revelado en

Cristo) no hacer referencia a la caída o pecado del hombre.

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- Otros tres motivos se refieren a la redención de la

humanidad, considerando al hombre caído, el modo de la
reparación
y el fruto de la misma:

el hombre, queriendo

ser igual a Dios, pecó

directamente contra el

Hijo. A El, por lo tanto, le

corresponde el juicio y el

perdón;

la reparación de la culpa

se obtiene con

la obediencia y súplica

del mediador. Convenía

que fuese el Hijo -

Medio en la Trinidad - a

obedecer y suplicar.

el fruto de la reparación

es devenir hijo de
Dios
por adopción,

precisamente lo que el

Verbo es por naturaleza.

Nota: Esta reconducción del hombre a Dios como hijo era el objetivo

de la creación, inclusive prescindiendo del pecado. Por lo cual se ve

un sentido de la encarnación independientemente del pecado.

Desarrollando estas razones de conveniencia

Buenaventura llega, especialmente en los escritos de la

segunda etapa, en coherencia dinámica de su

cristocentrismo, a una clarificación más profunda de las

relaciones entre encarnación y creación : No ha sido

simplemente Dios, sino el Hijo del Padre, que ha entrado en

el este mundo. Es en el Verbo hecho hombre que el mundo

adquiere su sentido total. (La encarnación del padre o del

Espíritu Santo no tendría sentido).

2. Una nueva dirección teológica

Esta línea buenaventuriana expresa en la fórmula

emblemática : "La Trinidad económica es la Trinidad
inmanente
" (v.gr. en M. Schmaus, K. Rahner...).

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"El Logos está en Dios tal cual
aparece en la revelación, es decir,
aquel que revela el misterio trinitario
en virtud de su ser personal, que no
pertenece a él solo en cuanto Logos
del Padre. El Logos inmanente en
Dios y el Logos hecho hombre son
estrictamente la misma cosa. El
Espíritu Santo es en Dios lo que es
en la realidad de nuestra
santificación.

Si una persona divina se
comunicase en la economía de
manera diversa a como es en la
relaciones trinitarias "ad intra", esto
conduciría a dos conclusiones, que
deben ser rechazadas en conjunto :

se afirmaría que cada
persona es un absoluto
y de eso modo se
dividiría a Dios,

o habría que decir que
no son las mismas
personas las que ser
revelan, sino una
máscara, lo cual sería
un sabelianismo
económico o arrianimo
disfrazado
" (Cfr. Nuovo
dizionario di teologia
, p.

1803).

La historia del "hombre imagen" hacia su ejemplar

3.0. La antropología bíblica encuentra su punto de arranque

en el hecho que el hombre ha sido creado por Dios a su

imagen y semejanza (Gen 1,26).

La imagen perfecta de Dios está en Dios

mismo :es el Verbo. Así Pablo podrá decir que la

dignidad de la imagen de Dios conviene a Cristo

en primer lugar, porque Adán era solamente

"figura de aquél que debía venir" (Rom 5, 14) y

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el que es "imagen del Dios invisible, engendrado
antes que toda creatura
" (Col 1, 15).

El camino del hombre en retorno a Dios se

hace a través del Verbo : consiste

esencialmente en la intensificación de la

semejanza, que solamente se obtiene en la

unión con aquel que es la imagen perfecta.

Este es también el objetivo de la historia humana: el criterio

del juicio divino sobre la humanidad será el mismo Verbo

eterno, origen y norma del todo lo creado.

Según Buenaventura, en Cristo a través de su humanidad

irradia su función como Verbo : lo que Cristo es como

hombre es tal porque así era como Verbo en la eternidad :

ejemplar de la creación, revelación del Padre, medida del

mundo, y especialmente del hombre. Pues en su

humanidad, "materializa" esta función, hace encarnarse todo

lo que es como Verbo.

He aquí la paradoja de Cristo Verbo-Encarnado : El es su

propio ejemplar ; imagen en cuanto ejemplar, ejemplar en

cuanto imagen (el Verbo es imagen del ejemplar Padre, y

ejemplar por el Cristo hombre ; Cristo hombre es imagen

también del Padre y ejemplar para los hombres).

De este ejemplar hemos salido todos, del Verbo, que

contiene en su eterna simplicidad nuestro ser histórico y

complejo y desea reportarnos en él. En nuestro ejemplar

está nuestra patria verdadera. Somos peregrinos hacia él,

hacia nuestra plenitud en Él.

La razón principal de la Encarnación

0. El hecho de la encarnación, como manifestación

suprema del amor misericordioso de Dios, suscita un

cuestión teológica bastante complicada acerca de los fines

(objetivos) y dependencias - Buenaventura no se propone la

pregunta en modo hipotético (¿que habría sido de Cristo si

el hombre no hubiese pecado ?), sino en un modo real y

concreto : ¿ Cual ha sido de hecho la razón principal de la
Encarnación
? (III Sent., d.1, a.2, q.2).

1. Dos opiniones diversas se presentan, cuyos

argumentos son minuciosamente referidos por

Buenaventura. He aquí un resumen :

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La razón de la encarnación ha sido la perfección
del universo
y la manifestación de la infinita

liberalidad de Dios, independientemente del

pecado (que sería sólo motivo de la encarnación

en carne pasible).

La razón determinante de la encarnación habría

sido la redención del pecado: la extralimitación o

perturbación de la culpa ocasionó el

exuberancia opuesta del amor divino para

reparar lo que había sido destruido por el

pecado.

2. Perplejidad radical es lo que Buenaventura muestra ante

este problema:

"Cuál de estos dos modos de hablar
sea más verdadero, lo sabe aquél
que se ha dignado encarnar por
nosotros. También es difícil discernir
cuales de estos dos modos hay que
preferir, dado que los dos son
católicos... y ambos mueven el alma
a la devoción según
consideraciones diversas. Parece
que el primer modo se adapte mejor
al juicio de la razón, pero el
segundo, al parecer, es más
consonante a la piedad de la fe
".

A favor de esta segunda opinión cita la Sda. Escritura (Mt 1,

21; 9, 13; Lc 19,10; Jn 10,10; 1Tim 1,15) y los Santos

Padres ("Si el hombre no se hubiera perdido, el Hijo de
Hombre no habría venido
" dice S. Agustín).

Respecto a la primera, piensa que no debe admitirse una

razón motivadora de la encarnación que provenga de parte

de la creación, porque constituiría una exigencia de

perfección frente a Dios, en contradicción con la gratuidad y

libertad de la manifestación divina. (Buenaventura no se da

cuenta que la misma dificultad vale para la segunda opinión,

razonando como hace a partir de la situación creada por el

pecado).

La conclusión buenaventuriana ("parece que la razón
principal de la encarnación haya sido la redención del
género humano
") puede ser considerada dudosa.

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3. La orientación profunda

del pensamiento bonaventuriano

se percibe mejor en otros lugares : por ej. en III Sent., d.32,

q.5 se pregunta " si Dios amaría más al género humano que
a Cristo
" porque parece que el fin es el género humano,

mientras que Cristo sería el medio o instrumento.

En la respuesta distingue entre causa fina y "ratio inducens"

(razón motivadora). Y concluye :

"No se ordena Cristo a nosotros
como causa final, sino que por el
contrario somos nosotros ordenados
a Cristo. Pero la "ratio inducens" de
la encarnación ha sido el remedio de
nuestra situación pecadora. Cristo
fue principalmente predestinado
porque en la intención de Dios
estaba primero la reparación del
caído que la condición en la cual la
caída era posible
".

¿Hay aquí una incoherencia ? ¿O más bien la lógica

profunda del misterio de la voluntad divina en el abajamiento

en la humildad ? Es decir, un abandono divino que será en

sí mismo un valor superior a toda la creación. ( Esplendor en

la gloria del amor ; también en la línea de Ireneo : Dado que
preexistía el Salvador, convenía que existiese aquel que
tenía que ser salvo, para que el Salvador no fuese inútil")

Cristo crucificado, expresión máxima del amor
divino

1. Cristo Redentor crucificado es como tal "primogénito de
toda creatura
" y "centro del mundo".

"He aquí como todas las cosas se
manifiestan en la cruz.... Por lo cual
ña misma cruz es la llave, la puerta,
el camino y el esplendor de la
verdad"
(De triplici via, c.3, 3,5).

"En el mismo terreno en que fue
despreciado,
(Cristo) ha sido
glorificado. La causa del principado
de Cristo ha sido el desprecio en la
cruz
" (Sermón de Epifanía, 1).

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" ¿Porqué el primogénito? Porque
ha sido el testigo fiel, porque ha
sufrido y ha sido oprimido y
despreciado a causa de la verdad.
Por lo cual es el primogénito de los
muertos y el principie de los reyes
de la tierra
" (Ib.)

2. Este es el misterio que se encontraba en la eternidad en
el seno de Dios y que se revela precisamente en la cruz y la
resurrección de Jesús.

Buenaventura recorre los pasajes del NT que

reiteradamente hablan de la glorificación de Jesucristo como

consecuencia del cruz : "Aquél Jesús, que fue hecho poco
inferior a los ángeles, lo vemos ahora coronado de gloria y
de honor a causa de la muerte que ha sufrido
" (Heb. 2,9) ; e

insiste en el "por esto" de Fil 2,9. También en Juan (Ap 1,4-

6) la pasión es estrechamente unida a la resurrección y,

consecuentemente a la situación de Cristo como centro del

mundo y a su predestinación.

3. La cruz está en centro

y lo constituye por la fuerza misma

del Amor divino, cuya soberanía no admite que una

circunstancia exterior sea determinante en su designio.

La encarnación es la "razón formalmente motivadora" (ratio

formaliter movens) de si misma y del conjunto de la

creación. Esa es el amor de Dios tomando forma creada ; y

es soberana en la humildad de su abajamiento.

"Procede de la benignidad, aspira a
la benignidad y conduce a
l
a benignidad" (Sermón 3 de la
Anunciación)
.

La gloria de Dios en la humillación

1. La encarnación, amor orientado hacia el hombre como

inferior y miserable es un amor maravillosamente
humilde.

"El Verbo se hizo carne... Dios
eterno, inclinándose humildemente,
tomó nuestro fango en la humildad

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de su persona " (Sermón 2 de
Navidad
).

Esta humildad se traduce en la pobreza y en la cruz. Una

idea que Buenaventura recibe de Francisco. La Cruz hace

parte de la encarnación, le es inseparable ; dado que es el

testimonio o manifestación suprema de la humildad de Dios

en su movimiento hacia el vacío, un testimonio insuperable

del amor divino, que se abaja hasta ponerse en el último

lugar, para que el hombre no se pierda ( finalidad que

Escoto no admite como determinante ni exclusiva .

Buenaventura concibe el plano de Dios como un conjunto,

como la aventura asumida de Dios en la creación ; un

conjunto, en el cual el pecado - que Dios no puede querer

como tal - tiene un lugar en el camino libre del hombre hacia

la perdición, pero que, en un contraste sólo es posible a

Dios, abre un abismo superado por la infinita misericordia en

la encarnación redentora.

2. La ejemplaridad del Verbo se muestra en su totalidad al

alcanzar todos los confines de la creación. De mismo modo

que nada se substrae a su influencia ejemplar como Verbo

eterno, así también llega a todas las cosas en la

encarnación. Desciende hasta lo más profundo, hasta la

cloaca y el basurero de la creación, hasta los sectores que

le están más alejados, dado que toda realidad lleva en sí

alguna impronta (vestigio) del Verbo.

De esta manera Cristo puede hacerse pecado por nosotros

sin ser él mismo pecador (2Cor 5,21). La muerte, límite

extremo del ser humano, la asume en solidaridad con los

pecadores, de modo que en ella aparece soberanamente su

gloria :

"Es necesario que vea Cristo
primero en la humildad quien quiere
verlo en su sublimidad
" (Sermón 1
de Epifanía
).

6.3. "El amor supremo es un corazón
horadado
" (Gerken, Theologie des Wortes, 323; Cf. Vitis
Mystica.
3, 2). El rey divino del mundo es el más

despreciado de todos los hombres (De perfectione vitae ad
sorores
, 2, 4,).

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La gloria de Dios es tal que rompe todos nuestros moldes

conceptuales. La humildad de Cristo revela el carácter

analógico de la gloria de Dios : semejante, pero

trascendente en su sublimidad. La cruz es la suprema

revelación del amor de Dios.

"He aquí como todas las cosas de
manifiestan en la Cruz
". (De triplici
via
, 3,5).

Cristocentrismo de San Buenaventura

0. Su cristocentrismo se va perfilando gradualmente en su

vida y pensamiento.

1. El Itinerarium busca "dirigir nuestros pasos por la via de
paz que trasciende toda nuestra
comprensión"
(Lc 1,79; Fil 4,7). Es la paz que Nuestro Señor

Jesucristo llevó feliz anuncio y don al mundo ; es la paz de

la cual a su vez se hizo heraldo nuestra padre san Francisco

(Prol. 1). Por este viaje hacia Dios "Cristo es el camino y la
puerta, la escalera y el vehículo"
(Ib., 7,1).

El punto decisivo en este itinerario es que

«junto con Cristo crucificado
pasamos de este mundo al Padre"
(Jn 13, 1) y, cuando el Padre nos
sea mostrado el Padre,
exclamaremos con el apóstol Felipe:
"Esto nos basta" (Jn 14, 8
)» (Ib.,

7,6).

2. La gran visión cristocéntrica del
Hexaëmeron
contempla como Cristo, en su abajamiento

total, deviene Centro de la creación, dado que descendiendo

hasta el lugar más ínfimo, recibe todas las corrientes de la

creación (Coll.in Hexaëm., 1, 21-23).

Esta primera colación expone

"como en Cristo estén escondida
todas las riquezas de la sabiduría y
ciencia de Dios (Col 2, 3) y como
sea centro de todas las ciencia
(metafísica, física, matemática,

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lógica, ética, política e
teología)
(n.ll).

Buenaventura siempre habla de Dios en Cristo, por Cristo y
hacia Cristo
. (A pesar de lo cual parece que Buenaventura

no llega a un cristocentrismo teológico completo como el

Juan Duns Escoto en su visión del Primado absoluto de

Cristo).

Lección práctica de la cristología buenaventuriana

1. Buenaventura sostiene que Cristo, inclusive en cuanto

hombre, aceptó libremente la humillación de ser

mendicante Quaestiones de perfectione evangelica, 2, 2,

repl. 2); y sobretodo la muerte fue aceptada por él en la

plena libertad de su amor (I Sent. d. 48, dub. 2; IV Sent. d.

11, p. 2, a. 1, q. 2). Así en Cristo está el Verbo eterno que

adopta la situación existencial del indigente, consignado a

un juez humano injusto, ultrajado, sin protección,

abandonado, como indican sus palabras en la cruz.

Buenaventura percibe en el "Tengo sed" (Jn 19, 28) de

Jesús, el deseo ardiente de amor de parte de los hombres

(Vit. myst., 11).

Esta llamada exige nuestra respuesta, que será

precisamente recorrer con Él el camino del abandono en la

humildad y en la pobreza, donde se expresa el verdadero

amor. Cristo continúa a suplicarnos a través de los hombres

más pobres. "cada vez que habéis hecho estas cosas a los
más pequeños...
" (Mt 25, 40).

2. Pero más que dar cosas a Dios, es necesario que el

hombre se entregue a sí mismo a Dios a través de las

cosas. El fin de la historia(como también del objeto de la

teología) es el "vínculo de la caridad, en el cual unen las
cosas celestiales y terrenales
" (Breviloquium, p.1, c.1, 4).

Este objetivo está simbolizado en las nupcias entre Dios y la

humanidad, es decir en la Encarnación (Lignum vitae., fr. 5-

8).

3. La Iglesia,

pues,

no es otra cosa que la prolongación en el

tiempo de estas nupcias divino-humanas. En la Eucaristía,

donde "se significa y se realiza la unidad de la Iglesia"

(Conc. Vat.II, Unit. Red., 2), Cristo transforma el pan y el

vino (del cual el hombre se nutre y que implican

dependencia de los demás) en realidad sacramental de su

presencia. En modos misterio, pero real, Cristo continúa el

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movimiento encarnatorio de su entrega a los demás y nos

invita a crecer en la comunión eclesial.

CRISTOLOGÍA DE JUAN DUNS ESCOTO

La doctrina de Escoto sobre la Persona y la obra

de Cristo supone todos los datos escriturísticos

y todas las precisiones dogmáticas. El esfuerzo

teológico del Doctor Sutil va derecho ante todo a

centra la realidad de Cristo en dos axiomas

fundamentales :

la libertad absoluta y

trascendente de Dios en

relación a toda la

realidad creada (que

procede de su libertad y

de ella dependen) ;

y el amor como

denominación esencial

de esta libertad.

La primera pregunta teológica

Si Dios se revela a sí mismo como Amor (1 Jn 4.8), como el
Bien por excelencia
(Mt 19,17), la pregunta ineluctable del

teólogo, que mira desde Dios la realidad creada,. Será ésta :

¿dónde encuentra su punto central la verificación de este

amor ? Aquí se sobreentiende que el plan de Dios sobre el

mundo es un plano racional y por lo tanto, perfectamente

ordenado.

1. La teología medioeval hasta Escoto (especialmente S.

Tomás) parece centrar la verificación antedicha del amor

divino en el hombre en general. La creación como tal era

ordenada a él, como compañero y glorificador de Dios en

comunión personal con su misterio. En la situación nueva

generada por el pecado el hombre continúa a ser el centro

del amor de Dios. De modo que Dios "entrega a su Hijo"

para abrir a la humanidad un nuevo camino de Salvación.

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2. De una visión antropocéntrica pura se pasa a una

visión "hamartiocéntrica" (el hombre como pecador). Cristo

sería ahora el instrumento nuevo para la verificación del

amor de Dios hacia el hombre.

En esta perspectiva Jesucristo permanecería en una zona

de mera instrumentalidad, y por lo tanto privado de todo

sentido absoluto en su realidad humana. No sería sino

un modo nuevo de intervención divina a favor de la

humanidad.

De una parte se

descubre aquí una

especie de monofisismo,

en el cual la humanidad

de Jesús tendría

solamente un sentido

funcional o relativo.

De otra parte se

impondría a Dios una

necesidad absurda de

justicia conmutativa

consigo mismo para

poder perdonar el

pecado del hombre.

3. Ante esta visión Duns Escoto subraya la dignidad

absoluta de Cristo y la maravilla del amor divino en su

infinita libertad. Veremos al final como estas dos ideas

escotistas se corresponden totalmente con la revelación

bíblica y con la visión más actual de magisterio. ( apéndices

I e II).

Una llamada procedente del amor

Dios no tiene necesidad de las creaturas. Son las creaturas

las que tienen necesidad de Dios. Por lo tanto su

determinación en relación al mundo responde a un plano

inteligente divino que es realizado a través de la libre

decisión de su amor. El objetivo final de esta decisión no

puede sino centrarse en las personas, las únicas creaturas

capaces de conocer el amor y corresponderle.

Cristo primogénito de toda creatura

(Col

1,15): Cristo hombre pertenece también a los sujetos

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amados por Dios en su designio creador. Él es por lo tanto

el fin de la creación. Y es claro que Cristo no puede ser sino

el primero entre todos "porque le agradó a Dios hacer

habitar en él toda plenitud y por medio de él reconciliar

consigo todas las cosas " (Col 1, 20).

El término "vocación"

se usa frecuentemente en el

lenguaje teológico moderno en este tema : Los hombres

existimos en virtud de un llamado divino que nos invita a su

amistad y nos pide una respuesta que se debe configurara

través el proceso moral de nuestra vida terrena. Esta

comunión de vida con Dios es la primera intención de su

plan divino, nuestra "vocación" de parte de El.

La pregunta de Escoto - en este contexto - es si Cristo

entre en esta intención divina, es decir : si ha sido llamado

(vocacionado) a ser Hijo de Dios en su naturaleza humana

(Opus Oxoniense, lib. III, dist. 7, quaest. 3: Utrum Christus
praedestinatus sit esse Filius Dei?
). La respuesta nace sin

dificultad: Si la intención de Dios (predestinación) es

ordenación a la amistad plena con Él (gloria) y a todo lo que

está allí presupuesto para la consecución de este fin, resulta

claro que Cristo, en su naturaleza humana, fue predestinado

por Dios a la gloria e intimidad con Él : una gloria suprema

que él consigue en su ser humano, substancialmente unido

al Verbo.

La teología de la predestinación

1. Voluntad divina sin condicionamientos: La idea de la

predestinación en el pensamiento tanto escotista como

tomista implica que la decisión de Dios de llevar hasta su

término el plano de salvación, no resulta condicionada por

las creaturas, más aún, es una decisión esencialmente

soberana y libre.

Por esta razón la predestinación como tal no presupone

méritos ni deméritos: es anterior a los méritos, y por lo tanto

prescinde de la previsión del pecado.

2. Cristo, el primer predestinado: Cristo en su naturaleza

humana ha sido predestinado por Dios a la gloria como han

sido predestiando los demás hombres que la conseguirán de

hecho. Pero siendo el máximo de los predestinado, debió

preceder en la intención de dios a todos los demás hombres.

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Este es el argumento textual de Escoto:

"Generalmente quien quiere
ordenadamente quiere primero lo
que está más cercano al fin ; por lo
cual primer quiere la gloria de
alguien antes que la gracia; y así
para quienes son predestinados a la
gloria, primero quiere
ordenadamente la gloria de aquél
que está más cercano al fin. Quiso
primero la gloria del alma de Cristo
que la gloria de otra cualquiera ; y
quiso, pues, la gloria y la gracia
primero de prever sus opuestos
(condenación, pecado)"
.

En forma de silogismo:

Quien quiere
ordenadamente quiere
primero lo aquello que
está más cercano al fin
.

Pero el alma de Cristo
es la más próxima al fin
.

Por lo tanto el alma de
Cristo es la primera
pensada. Es decir la
primera predestinada
.

3. Características de la voluntad y del amor de Dios: El

razonamiento precedente es consecuencia de una

consideración metafísica evidente sobre voluntad y amor en

Dios : la voluntad divina es eminentemente razonable. Y por

esta suprema racionabilidad no puede querer la

subordinación de un bien mayor a un bien inferior : esto

equivaldría a querer más el bien menor que el bien mayor ;

cosa ésta irracional.

Además, el amor de Dios no está condicionado por las

creaturas. Al contrario, El no ama un ser porque es más

perfecto : sino que un ser es más perfecto porque Dios lo

ama más. Es la lógica del amor creador.

La cuestión hipotética

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Después de estos razonamientos Escoto se pregunta

todavía sobre el orden de la predestinación de Cristo en

relación a las demás predestinaciones.

1. La razón de esta pregunta es la opinión de algunos

teólogos, según la cual la caída del hombre habría sido la

razón necesaria de la predestinación de Cristo:

"Porqué Dios vio que el hombre
habría de pecar, vio que sería
también redimido de ese modo (o
sea por la encarnación) ; y por lo
tanto previó que la naturaleza
humana sería asumida y glorificada
con gloria tan
grande"
(Reportatio Parisiensis, lib.

III, dist.7, quaest. 4).

2. La cuestión es propuesta de este modo por Escoto: ¿La

predestinación de Cristo preexige necesariamente la caída

de la naturaleza humana ?

No se trata, pues, de una hipótesis, como lo han hecho

frecuentemente los teólogos : ¿Se habría encarnado el

Verbo si hombre no hubiera pecado ? Es más bien una

pregunta sobre las condiciones reales de la encarnación.

3. La respuesta de Escoto a su propia pregunta es

absolutamente negativa:

"Digo que la caída no ha sido la
causa de la predestinación de
Cristo. Al contrario, aunque ni el
hombre ni el ángel hubieren pecado
y si Cristo fuere el único hombre
creado, el hubiese sido predestinado
del mismo modo
".

Argumentos negativos sacados de las consecuencias falsas

La suprema obra de dios - la encarnación - y por

lo tanto Cristo, hubiere sido ocasionada por el

pecado de Adán, mientras que esta obra

suprema Dios no la habría hecho si Adán

hubiese sido fiel... Lo cual parece irracional en

grado sumo.

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Adán habría sido predestinado antes que Cristo;

esto no es verosímil, porqué Adán ha sido

predestinado a la gloria simplemente, Cristo en

cambio ha sido predestinado a la gloria
suprema.

Aún se daría un absurdo más grande, es decir,

que predestinando Adán a la gloria, Dios habría

previsto que él habría caído en el pecado antes

de predestinar a Cristo a la gloria, en el

supuesto caso de que la predestinación de esta

alma (Cristo) se habría dado solamente en

vistas a la redención de los demás.

Se seguiría que Cristo se debería haber

alegrado por la caída de Adán, por causa o

ocasión de la cual habría sido predestinado.

4.5. Argumentos positivos

El primero es la misma idea de predestinación

(ver supra 5.3.)

Ninguna predestinación es ocasionada; Sino

que Dios, amándose a sí mismo predestinó a los

demás a sí (por la comunión en su amor).

Existen razones extrínsecas para la reprobación,

pero no para la predestinación...

La conclusión se ve clara : Si la predestinación de todos los

elegidos precede en la mente divina a la previsión del

pecado o de la pena, a fortiori (con más razón) se debe

afirmar esto de la predestinación de Cristo, predestinado a la

gloria suprema..., gloria que sólo podía obtener por la

encarnación.

Solo queda decir que la predestinación de Cristo es

totalmente independiente de la caída del primer hombre, y

más aún, por naturaleza anterior a todas las demás

predestinaciones.

El amor supremo en Cristo, fin primario de la encarnación

La encarnación en sí misma, como realidad querida por

Dios, debe poseer sus razones intrínsecas.

1. La primera razón o fin primario de la encarnación es
la comunión suprema en el amor divino
de parte de una

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creatura. Dios quiere ser amado en modo supremo de

alguien fuera de sí. Y por esto debe existir la unión

hipostática.

Este es el texto de Escoto:

"En primer lugar Dios se ama a sí
mismo ; en segundo se ama a sí
mismo en los demás o por medio de
los demás (y este amor es casto);
en tercer lugar quiere ser amado por
aquél que puede amarlo en modo
sumo (hablando del amor de alguien
extrínseco - de una creatura -) ; y en
cuanto lugar prevé la unión de
aquella naturaleza que debe amarlo
en modo sumo, inclusive si nadie
hubiese pecado
".

Con otras palabras: Dios determina libremente comunicar en

amor mutuo con la creatura. Y quiere hacerlo en el modo

más perfecto posible. Por ello preelige una naturaleza

humana por el supremo amor posible que comporta consigo

la unión personal con el Verbo. Hay una realización de amor

tan grande que solamente puede ser el amor del Hijo

Unigénito de Dios.

2. La redención de los hombres, razón o fin secundario de

la encarnación. La predestinación absoluta de Cristo no

significa que la encarnación no tenga ninguna relación con

la redención del género humano. También la redención ha

sido una razón concreta de la encarnación, pero no la única

ni la principal. El fundamento es siempre el mismo: que la

excelencia de Cristo es tan grande que no puede ser

determinada in dependencia de un bien menor.

En las palabras de Escoto :

"No parece que Dios (quisiese la
encarnación) sólo por causa de
aquélla (la redención), dado que la
redención, o gloria de las almas que
habían de ser redimidas no es un
bien tan grande como el alma de
Cristo
".

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La unidad del designio divino de salvación según Escoto.

El modo como Escoto formula y resuelve el problema de la

predestinación de Cristo hace aparecer la unidad e

irreversibilidad del plan divino de la salvación.

1. Buenaventura y Tomás (especialmente este último)

terminaban afirmando dos órdenes históricos de salvación.

Uno habría existido ante

del pecado: gracia de

Dio que prescindía de

Cristo.

Otro sería el actual,

dependiente de Cristo.

De modo que Cristo no sería Cabeza del universo existente

antes del pecado. Lo cual parece contradecir la afirmación

de la Escritura: "Todas las cosas han sido creador por medio
de él (Cristo) y en vista de El
" (Col 1, 16).

2. El Plan de Dios no puede ser hecho ineficaz, cambiable

o reversible por la intervención de cualquier creatura. Es

inconcebible que una economía decidido por Dios e a la cual

ha sido asignado un fin, pueda ser sustituida por otra con un

nuevo fin. Esto significaría una ruptura esencial entre los dos

órdenes sin relación mutua posible. ¡No serían los mismos

hombres e uno y otro orden!

3. Cristo es también la razón de nuestra procedencia de
Dios
, no sólo el camino para nuestra vuelta a Dios. La

gracia de Dios no ha sido primero no-cristiana y cristiana

después del pecado. Todo en la mente de Dios es

cristológico desde el principio todo se centra en Cristo.

4. Cristocentrismo absoluto de la creación: La superación

de una teoría ilógica tendiente a colocar a Cristo al margen

de la creación, y la recuperación de la noción bíblica de la

absoluta centralidad de Cristo, junto con su metafísica de la

creación y de la gracia, es una de le más ricas conquistas de

la teología, en lo cual ha sido fundamental la visión
elaborada por Escoto
(Pancheri).

La encarnación supone, no el pecado de la humanidad, sino

la libre voluntad o amor de Dios.

La redención dentro del marco del Primado absoluto de

Cristo.

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La redención del pecado constituye históricamente un

aspecto de la encarnación. Pero, en contra del pensamiento

de S. Tomás, la encarnación no ha sido causada por la

redención sino al contrario.

1. La divinización por la adopción en Cristo, que significa

la superación de la insuficiencia esencial del hombre, no

presupone el pecado como punto de partida, sino sólo la

limitación defectible del hombre. La función divinizadora (por

así decir) de la encarnación no se cambia a causa del

pecado. En relación con la redención del pecado ejerce

simplemente su potencialidad liberadora.

2. La teoría de San Anselmo sobre la redención -

necesidad de la encarnación per la redención - es

totalmente rechazada por Escoto. Nada extrínseco a Dios

puede influir en sus decisiones. La existencia de Cristo, su

vida y muerte son efecto de la decisión libre de Dios fundada

en el amor.

3. Estímulo por la admiración filial y el
agradecimiento
es precisamente el hecho de que Dios

podría habernos redimido de otro modo. Pero ha querido

hacerlos por la pasión y muerte de su Hijo, mostrando en

modo tan claro su infinito amor. Escoto declara que esto nos

obliga mucha más que si no hubiese sido posible otro modo

para redimirnos.

La pasibilidad de Cristo, Verbo Encarnado

La doctrina de Escoto sobre el Primado de Cristo es clara y

profunda. El ha llevado el tema a sus raíces y le ha dado la

dimensión más correcta. En el orden actual de salvación

Cristo es el primer predestinado y por lo tanto la razón

ejemplar, eficiente y final de todo y de todos.

1."Propter nos homines et propter nostram
salutem
": Estas palabras del "Credo" (por nosotros los

hombres y por nuestra salvación) son citadas por Tomás y

otros como prueba de que la redención es la razón de la

encarnación. Escoto reconoce que se trata de doctrina

revelada. Pero dice que no se puede hacer de una

proposición afirmativa una exclusiva; es decir que solamente

se haya encarnado para redimirnos del pecado.

Añade esta precisión:

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"Todas estas autoridades pueden
explicarse de este modo : que Cristo
no habría venido como redentor, y
quizá tampoco como pasible
".

2. Substancia y modalidad de la encarnación. Es una

distinción hecha frecuentemente por los teólogos escotistas

para decir que Cristo se habría encarnado si no hubiese

existido el pecado, pero no hubiera poseído un cuerpo ni

pasible ni mortal.

Escoto dice sólo: sin el pecado, Cristo no hubiera sido

redentor (del pecado): cosa evidente; y posiblemente no

habría sido pasible. Por lo cual para es también es posible la

pasibilidad y la muerte sin el pecado.

3. Contingencia de las realidades creadas y libertad del
amor divino
son los dos principios que presiden la reflexión

escotista. La razón última de todo es el amor libre de Dios.

También la pasión y muerte de Cristo no tienen como motivo

último la redención del pecado, sino el amor de Dios.

5.4. La Escuela Escotista sostendrá a través de los siglos

el "primado absoluto de Cristo" en el designio creador de

Dios, dado de ese modo a la teología una base

imprescindible par la comprensión coherente de Dios, del

hombre, del mundo.

Casi todos harán la distinción entre substancia de la

encarnación (prescindiendo del modo pasible o impasible)

y modo de la misma (impasible, si no existiese el pecado;

pasible, a causa del pecado).

Solamente algunos autores (es especial: Bernardino de

Siena y Lorenzo de Brindis) superarán esta distinción y

comprenderán el misterio de la encarnación como obra del

puro amor divino, que encuentra en el sufrimiento y muerte

de Cristo el modo supremo de manifestarse en la creación,

inclusive si no existiese el pecado.

El gran teólogo del siglo pasado, M. J. Scheeben (+1888)

verá con claridad el sentido positivo del sufrimiento y de la

muerte, que no son en sí mismas ignominia y oprobio. Los

son cuando acontecen contra la voluntad del sujeto, como

consecuencia del pecado; pero aceptadas libremente como

renuncia y entrega de sí mismo por amor tiene valor

supremo en las relaciones personales. Y en Cristo cumplen

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una función elevante, en cuanto introducen hombres (y

ángeles) en el misterio de la vida trinitaria.

OBSERVACIONES FINALES

La doctrina escotista sobre el Primado de Cristo no es una

disputa escolástica irrelevante de mera curiosidad histórica.

Tiene repercusiones muy significativas en la visión global de

la teología contemporánea.

En el problema antropológico ayuda a

comprender y amar a Dios no contra la creación

y contra las aspiraciones humanas, sino a través

de ellas. La creación es el acto primero de la

historia de la salvación: en Cristo comienza, se

desarrolla y llega a su cumplimiento final.

Las consecuencias de la doctrina sobre el

Primado de Cristo son incalculables para la

eclesiología y el ecumenismo. Sólo en Cristo

visto de este modo encontrarán una elaboración

correcta.

Cristo es el Centro de la creación y de la

historia, la llave, el valor determinante. El es el

punto de partida, medida y convergencia de

todas las líneas. "Sin Jesucristo no sabemos lo
que es nuestra vida, ni la muerte, ni Dios, ni
nosotros mismos
" (Pascal).

APÉNDICE:

Algunas observaciones a la visión teológica de Duns Escoto

1. Proyecto del mundo en Cristo: La esencia de lo creado

es amor que viene de Dios. Y este amor se articula en el

hombre Esto es posible, porque uno solo, el Hombre-Diios

Jesucristo, ha respondido perfectamente a este amor divino.

La creación está ordenada a esta respuesta del Hijo de

Dios. Dado que esta respuesta ha sido ya dada, se debe

considerar que el proyecto de Dios ya ha tenido éxito.

Escribe Escoto

:

"En primer lugar Dios se ama a sí
mismo.

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En segundo lugar Dios se ama a sí
mismo en el otro, y este amor es
plenamente limpio.

En tercer lugar Dios quiere ser
amado por alguien que lo pueda
amar en grado sumo, y hablo del
amor desde el exterior.

En cuarto lugar Dios prevé la unión
entre sí mismo y este ser que le
tributa sumo amor, inclusive si entre
las creaturas no existen ninguna que
hubiese traicionado este amor.

Solamente en el quinto puesto Dios
ve como consecuencial al Mediador
venir como uno que sufre y redime
su pueblo
" (Rep.Par., 3, d.7, n.5).

No podemos decir que el mundo fue creado y que luego

sobrevino el Hombre - Dios. Antes bien el Hombre-Dios fue

el objetivo inicial por el cual ha sido creado todo el mundo.

Dios creando ha pensado desde el inicio al Hombre - Dios,

en el cual la creación es puesta en su amor total, es decir

enteramente en su amor divino. Dios espera la respuesta del

amor. La repuesta perfecta al amor la da el Hombre-Dios

Jesucristo, también si Adán no hubiese pecado.

Como consecuencia del pecado de hombre, la respuesta al

amor se actúa ahora sobre la cruz. Cristo sobre la Cruz

salva el orden del amor. El es el perno al rededor del cual el

mundo es ordenado. Y la ordenación a Dios del Hombre-

Dios implica la ordenación del hombre a Dios.

Por lo cual el hombre puede saberse en su plena

profundidad y dirección sólo en la línea del Hombre-Dios. La

relación fundamental del Hombre dios abre la relación de

todo hombre con Dios. Esta relación fundamental es
realizada por el movimiento fundamental del amor.

2. El hombre renovado : la Inmaculada: La imagen del

hombre está distorsionada de muchas maneras. Para

devenir hombres auténticos debemos mirar a Cristo. Si

Cristo es el primer y último modelo del hombre y su figura se

imprime realmente, renovándolo, en el hombre, es necesario

admitir que este de realizaba de manera preeminente en

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María -don para todos nosotros. Por el modo perfecto de

amar de Cristo, María misma es pre-redimida, porqué comp.

primera redimida pueda estar en plena consonancia con

este amor.

A veces el hombre de hoy no tiene ningún concepto positivo

de sí mismo. El concepto más elevante e integrador es que

él ha sido creado según la imagen del Hombre-Dios y que

esta imagen ha sido impresa en él. El hombre perfecto es

Cristo, el primero y supremo querido por Dios. En Cristo

todo hombree - y en primer lugar María - puede devenir un

hombre nuevo. Esta imagen del hombre permanece

valedera en toda evolución de la historia. Dado que Dios

creo todo, en particular al hombre, por Jesucristo. El hombre

tiene su modelo en Cristo; y la realización más perfecta del

modelo en una simple creatura en María Inmaculada.

3. Teología optimista e liberadora : Su perspectiva del

amor impulsa a Escoto a la visión y a la intuición de la

"plenitud" sobreabundante de Dio Trino. Mientras que el

simple "reconocer" se atiene al dato demostrable, el amor

empuja más allá, al "todo" y a lo "más grande". En el amor

hay siempre un exceso que sobrepasa lo "debido" y lo

"exigido", una riqueza desbordante, "un más" generoso.

Escoto quiere pensar lo máximo de Cristo y de María:

"Tratando de Cristo, prefiero
equivocarme en el tributarle
alabanza por exceso que por
defecto ; y si no se opone a la
autoridad de la Iglesia y de la
Escritura, es más cierto decir de
María lo que corresponde a su
dignidad, es decir que ella no fue
jamás manchada por el pecado
original
" (Opus Oxon.,III, dist.3, q.1,

n.10).

Semejante teología es liberadora. Porque no se cierra en

determinados esquemas corrientes, apegados a las reglas,

sino que yendo más allá, toca y abraza el objeto en tu

totalidad. Escoto es el teólogo que deja a Dios toda

posibilidad.

Si se trata de comprender lo que tenemos delante y es

descomponible en sus partes constitutivas, Escoto lo hace

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con toda perspicacia (Pensamos en su celebridad como

pensador sutil!). Pero al mismo tiempo consigue dar el paso

emancipador hacia la visión del "todo" y de lo "profundo".

Porque sabe captar la realidad más alta de Dios, no

entorpece la libertad del hombre, sino que le saca las

cadenas y le da alas.

4. La ciencia comienza con la fe: Hoy el riguroso proceso

científico se nos presenta fácilmente de modo absoluto y

sobretodo visto en oposición a la fe y a la oración. Pero

Escoto es un hombre de pensamiento estrictamente

científico, pero al mismo tiempo la fe y la oración son el

fundamento y la fuente de su pensamiento agudo. Cuando

habla del hombre "pro statu isto" significa que el hombre

vive de una experiencia histórica que recibe expresamente

de la fe. Ninguno comienza con el solo pensamiento, sino

siempre con una relación con la vida. Toda ciencia debe

indicar su punto de partida y el interés del cual está siendo

guiada. Mucho más el teólogo debe partir de la vida de la fe,

que orienta inmediatamente el pensamiento sobre los

problemas fundamentales.

Así como al principio del pensamiento está la fe, así a la fin

está la contemplación. La ciencia que se funda sobre la fe

consigue su verdadero objetivo: la alabanza contemplativa,

tal como lo explicita el tratado de Escoto sobre elPrimo
principio
.

Sólo donde el orden del amor es mantenido, la ciencia

puede desarrollarse. No es la ciencia la que puede

establecer el mundo y darle un orden; Al contrario ella va en

búsqueda del orden del amor. Sólo la fe nos indica el orden

del amor.

5. La persona en la exigencia de amor: La persona no se

edifica a partir de un evento social que indica identidad.

Suponerlo es un fácil peligro que desemboca en una

valoración que antepone la sociedad a la persona. Pero el

hombre no deduce la dignidad de su persona de una

dimensión social; la posee antes de toda sociedad. La

comunidad no es sino el modo particular de la unidad las

personas individuales. Escribe Escoto:

"Dado que Dios se quiere a sí
mismo por sí mismo, quiere que
todas las creaturas dotadas de

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razón lo amen, y tolera otros seres
separado se sí, en cuanto aman
aquel Objeto que es Dios. Así la
absoluta personalidad humana
radica en la aspiración a
Dios"
(Opus Oxon., III, dist.32, q.1,

n.8).

El hombre tiene su proprio valor. Consiste en el hecho que

la persona humana como personalidad se refiere a Dios:

consiste en el tender con amor hacia Dios. El hombre es el

ser en el cual el orden del amor puede tener éxito pleno.

Esta persona del hombre, como tal, es autónoma,

independiente de otros, como dice Escoto: "La persona es la
existencia incomunicable de una naturaleza racional
"

(Intellectualis naturae incommunicabilis exsistentia. Ib., I,

dist.23, q. un., n.4).

A ella pertenece el existir en sí independiente, antes que

toda sociedad, con individualidad propia e duela de sí

misma. La autonomía de la persona demuestra que su

tendencia a Dios es libre y en definitiva representa una

respuesta al llamado del amor. Dios afirma la persona

precisamente en este llamado del amor, y la persona a su

vez afirma a Dios por sí mismo. Sólo la inconfundibilidad y

por lo tanto la independencia de la persona la vuelve capaz

de ser interpelada y de responder como persona. Sólo así

puede ser un compañero libre y responsable.

CRISTOLOGÍA DE SAN BERNARDINO DE SIENA

0. San Bernardino de Siena (+1444) nos ha dejado su

pensamiento teológico y espiritual en las obras que recogen

sus numerosísimas predicaciones, críticamente editadas a

mitad de nuestro siglo. De é escribe A. Gemelli:

«La impostación filosófica y
teológica de S. Bernardino es
estrictamente franciscana. Los
estudios... nos han evidenciado las
fuentes ; si de tal investigación
resulta que no encontramos en el
santo una originalidad especulativa,
aparece evidente la fuerza

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asimiladora, unificadora y
sintetizadora de un hombre, que
sabe repensar y poner a foco
problemas dogmáticos y morales.
San Bernardino se apropia de
aquella piedad cristocéntrica que,
vivida intensamente del gran
Estigmatizado, se convierte en
teología con Alejandro de Hales,
San Buenaventura y Escoto
».

Su producción literaria depende de la misión que cumplió

como predicador. Los sermones llamados «vulgares», es

decir aquellos realmente predicados, y recogidos de viva voz

del orador, eran luego reelaborado más científicamente

como subsidio de los predicadores.

Características de la cristología de S. Bernardino

Su cristología no tiene la forma de un tratado estrictamente

escolástico. Por lo cual no se encuentra normalmente en ella

cuestiones meramente especulativas, sino más bien las que

sirven a mover la sensibilidad de los oyentes.

Lo que ha sido dicho de su mariología, vale también para su

cristología, cuyas características son:

admirativa : por la

belleza y sublimidad del

misterio de Cristo;

afectiva: se ha escrito:

«Bernardino vive, obra y
también razona
continuamente con el
con el corazón. Lorenzo
es la mente del siglo.
Jerónimo es su rabia.
Bernardino es, es su
expresión más alta, el
corazón
».

iluminada e
iluminante
: se sirvió de

las palabras y de las

imágenes para hacer

comprender al pueblo la

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riqueza del misterio de

Cristo (el árbol con los

frutos de la pasión, el

emblema del Nombre de

Jesús...).

práctica, es decir

acomodada a todos,

como conviene a un

predicador.

franciscana: en los

temas preferidos

(primado e realeza de

Cristo, devoción a su

infancia, a su nombre, a

su Pasión...); en el

estilo, que no se detiene

en la inteligencia, sino

que va derecho al

corazón.

Las fuentes de la cristología bernardiniana

1. La Sagrada Escritura es su fuente principal, en el

sentido acomodaticio, a uso del tiempo y de las

circunstancias.

2. Los Santos Padres son la segunda fuente, ss. Agustín,

Jerónimo, Ambrosio, Juan Crisóstomo, Isidoro y Gregorio

Magno.

3. Entre los doctores medioevales son citados

frecuentemente Bernardo, Anselmo, Hugo di San Víctor; los

franciscanos: Buenaventura, Ricardo de Mediaville, Nicolás

de Lyra y, sobretodo Alejandro de Hales, que puede ser

considerado el principal maestro de Bernardino. Sin

embargo la cristología de Escoto, que permeaba la

mentalidad de la Orden, es la que tiene un influjo decisivo en

Bernardino. Bernardino tiene ante sus ojos en modo

especial la obra de Hubertino de Casale «Arbor vitae
crucifixae
».

3. El Primado y realeza de Cristo

«El centro de todos los
pensamientos de su mente y de

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todos los afectos de su corazón es
Jesús, principio y fine de todo el
apostolado bernardiniano.
Bernardino adhiere místicamente a
la sentenciaa del Beato Juan Duns
Escoto, esforzado defensor de la
doctrina cristocéntrica, enseñando
que se debe ver en Jesucristo Dios-
hombre la obra suprema de Dios, el
arquetipo de todas las cosas, fin de
toda la creación, centro de todas las
cosas visibles e invisibles, principio
y rey de los hombres y de los
ángeles, e inclusive rey de toda la
creación
» (L.M.Bello, De S.
Bernardino Senensi Litterae
encyclicae
, 1944).

El puesto de Cristo en la creación

Dios es el bien supremo y por lo tanto comunicable.

Después de la comunicación eterna en la Trinidad, quiso

comunicarse en la creación. Y también aquí lo hace en el

modo más perfecto posible, en la naturaleza humana de

Cristo, por lo cual decide la unión hipostática de esta

naturaleza con la persona del Verbo. Porqué Cristo es el

supremo en el orden de la gracia - que supera

absolutamente el orden de la naturaleza -, ha sido querido y

amado por Dios antes e independientemente de todas las

cosas. Con el motivo de la suma gloria que él daría a Dios,

todas las demás cosas están ordenadas a Él.

Siendo el «primogénito» de todas las creaturas, le compete

una triple eminencia como:

Ordenador: Cristo, en el

orden ascendente o

progresivo de las cosas,

ocupa e puesto

supremo. Por lo que

todo converge hacia él

en lógica ascensión

desde las cosas

inferiores hasta las

realidades superiores,

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que regulan todo el

movimiento.

Mediador: el hecho de

ser el fundamento de

todo y porqué «en él
habita la plenitud de la
gracia y de la verdad
»

(Cfr. Col 1, 19; Jn 1, 14)

Cristo incluye la función

de reconducir en sí toda

naturaleza racional

destinada a la unión con

Dios, y, a través de las

creaturas racionales,

todo el universo creado.

Bernardino habla

expresamente de la

mediación de Cristo

también en la gracia

concedida a los ángeles.

Glorificador: Los

bienaventurados en el

cielo tendrán un gloria

accidental en la

contemplación de la

humanidad de Cristo por

el hecho que a través de

él son conducidos a la

contemplación y amor

de Dios trino.

3.2. Propiedad del Primado y Realeza de Cristo

Sería la consideración dinámica de las funciones de Cristo

como Rey de la creación:

Es causa eficiente a

modo de mérito, es decir

todo ha sido creado en

vista de él, de la su

dignidad.

Es causa ejemplar,

porqué el más perfecto

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es modelo para el

menos perfecto.

Es causa final próxima

de todo lo creado, sin

embargo en su

humanidad, causa final

secundaria en relación a

la causa final absoluta,

que es solamente Dios.

Estas funciones dinámicas comportan la acción de Cristo

como santificador (en el orden físico de la

gracia), revelador (en el orden

intelectual), reconciliador (redención o preservación del

pecado).

El dolor y la muerte de Jesús

S. Bernardino, como toda la escuela escotista sostiene

claramente el «Primado Absoluto de Cristo» en el

designio creador de Dios, dándole de ese modo a la teología

una base sólida para la comprensión coherente de Dios, del

hombre, del mundo.

Pero mientras que casi todos los escotistas hacen la

distinción entre substancia de la encarnación (prescindiendo

del modo pasible o impasible) y modo de la misma

(impasible, si no existiese el pecado; pasible, a causa del

pecado) Bernardino (como luego Lorenzo de Brindis) supera

esta distinción y entiende el misterio de la encarnación como

obra del puro amor divino, que encuentra en el sufrimiento y

muerte de Cristo el modo supremo de manifestarse en la

creación, inclusive si no hubiese existido el pecado.

Bernardino, en el modo como expone el primado de Cristo,

se refiere a un único decreto divino, absoluto. Así afirma que

el futuro Mediador fue revelado a los ángeles sólo en figura

pasible y representa la pasión de Cristo como el acto

supremo y universal de mediación predefinido por Dios

desde toda la eternidad.

El santísimo Nombre de Jesús

0. Se puede decir que toda la reflexión teológica y espiritual

cristológica de S. Bernardino se resume en la figura

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(semíticamente) personalizada del Nombre de Jesús, del

cual ha sido el mayor de los apóstoles.

1. Intuición apostólica de S. Bernardino

Bernardino se confronta con una época en que el esfuerzo

de los promotores del renacimiento por el estudio del

paganismo antiguo amenazaba destruir el reino de Cristo en

los corazones de los hombres. Además continuaban en la

sociedad los viejos partidos que se exasperaban con la

creación de institución y evolución de nuevos principados y

con el abuso de símbolos y emblemas.

Bernardino debió advertir que el pueblo, eterno infante, va a

la fe y la mantiene, también, si nos sobre todo, por medio de

imágenes, sensaciones aprehesible, concretas. De aquí la

intuición apostólica de Bernardino de hacer un emblema: un

tablita azul con el Monograma o Trigrama del Nombre de

IHS.

2. Descripción y simbolismo de la tablita

Sobre campo azul - símbolo de la tierra - el Trigrama (tres

letras) llamado también monograma (si considerado en su

conjunto) del Nombre IE(SU)S que significa Salvador,

aparece dentro de un disco dorado circundado de 12 rayos

zigzagueantes.

Como el sol ilumina, calienta, fecunda, así Jesús. Por lo cual

IHS se debe poner en el sol (disco dorado); debe iluminar

todo el mundo (tablita azul) mediante la Iglesia, fundada

sobre los Apóstoles (12 rayos). Los rayos son zigzaguentes,

rutilantes, significando la perenne vitalidad, el dinamismo

eterno de la Iglesia.

Ante las demás ilustraciones escenográficas

contemporáneas, el levantó al «sólo Jesús"; e hizo de él una

bandera: la hizo ondear por toda Italia y más allá de

fronteras, venciendo enemigos, pacificando ciudades y

almas» (Antonio d'Antonio).

3. Teología del Nombre de Jesús

S. Bernardino retiene que el nombre de Jesús no podía ser

algo genérico, abstracto o mero fonema; apoyándose sobre

conceptos bíblicos, encuentra en él la realidad específica y

concreta del Dios hecho hombre. El «Nombre de Jesús» y el

mismo Jesús se identifican. Todo lo que se atribuye al

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Nombre de Jesús, se lo tributa a Jesús. Esto es un

pensamiento que emerge del Evangelio, predicado por los

Apóstoles, querido por la Iglesia. Los milagros hechos en el

Nombre de Jesús, las oraciones dirigidas al Padre en el

nombre de Jesús, son milagros y oraciones hechos por

Jesús salvador.

«Como tu adoras a Jesús en carne
(es decir el Verbo humanado), así
debes adorar el Nombre de Jesús:
no me refiero a la escultura o el
color, sino el sabor; no el signo, sino
lo que es significado, dado que el
Nombre de Jesús te significa el
Salvador, el Redentor y el Hijo de
Dios
» (S. Bernardino).

4. Prerrogativas del Nombre de Jesús

Prenombrado por el Padre desde la eternidad

y prefigurado en el Antiguo Testamento por aquellos que

llevaron este nombre, fue anunciado a la Virgen María

y manifestado a su esposo José. Impuesto por María y José

en la circuncisión, fue predicado por los Apóstoles,

especialmente por Pablo, que lo proclama dado por Dios, e

por lo cual es "el nombre que esta sobre todo nombre; para
que en el nombre de Jesús toda rodilla se doble en los
cielos, sobre la tierra y bajo la tierra
" (Fil 2, 9-10).

Bernardino se detiene en sus predicaciones proclamando el

valor del Nombre de Jesús:

nombre

deseable,

porqué empuja los

corazones del hombre

hacia las cosas

celestiales;

nombre

delicioso,

porqué es como el maná

celeste que alimenta las

almas en el desierto de

este siglo;

nombre

admirable, por

los misterios altísimos

que se encierran en él,

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refulgente como la luz

del sol, que no se puede

penetrar en su

deslumbradora

profundidad, pero que

ilumina nuestra vida;

nombre

venerable,

como consecuencia de

todas las prerrogativas

antedichas.

5. Espiritualidad cristológica de S. Bernardino

Se centra alrededor del nombre de Jesús, en el cual se

pueden encontrar las virtudes y gracias para la vida

espiritual. Estas virtudes santificadoras son simbolizadas por

Bernardino en los 12 rayos que salen del nombre de IHS en

el Monograma.

Divididos en ternas dei 4 rayos cada una, da a los rayos el

siguiente significado ascético místico:

4 virtudes para los principiantes

refugio de los
penitentes
: contra el mal

de la culpa;

escudo de los
combatientes
: contra el

mal de la lucha;

remedio de los débiles:

contra el mal de la

concupiscencia;

alivio de los que
sufren :
contra el mal de

la pena;

4 para los adelantados :

honor de los creyentes:

ilumina la mente y

refuerza la fe;

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esplendor de los
predicadores
: que lo

proclaman al mundo;

mérito de los que obran
el bien
: es la fuente de

todo mérito;

ayuda de los deficientes:

contra el

adormecimiento de la

mente y del corazón ;

4 para los perfectos:

respiración de los que
meditan
: aumenta la

devoción con su

dulzura;

sufragio de los orantes :

hace que sean

escuchadas sus

oraciones;

gusto de los
contemplativos
: les hace

pregustar la fruición

celeste;

gloria de los
triunfadores
: que

tendrán la felicidad

eterna en el Nombre de

Jesús.

De este modo, según S. Bernardino, el NOMBRE DE

JESÚS, pensado «ab aeterno» por Dios, es el centro de la

vida espiritual. Todo es recapitulado en él : naturaleza y

gracia, fe y salvación, virtud y gloria, manifestando así el

primado absoluto y universal de Cristo.

NOTA FINAL:

Dos citas muy ilustrativas :

«El cristocentrismo de S. Bernardino se expresa
en forma concreta e icastica, antigua por la
substancia, nueva por la manifestación,

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adecuada a la vez a la naturaleza del Santo y a
las tendencias de su tiempo: la devoción al
nombre de Jesús. El trigrama inscripto en el sol
no podría haber significado mejor la concepción
bernardiniana de Dios y de la vida, ni responder
mejor al deseo de belleza y de alegría propio de
siglo XV. Cristo es el centro del universo; es
calor, luz, fecundidad, salvación, felicidad no
sólo de cada hombre, sino de toda creatura
animada o inanimada; es el rey de los siglos.
Cristo es verdad, sabiduría, belleza, amor,
sobretodo amor que se entrega
irresistiblemente. Quien resiste a su acción se
cierra en las tinieblas... Aquella ternura
conmovedora que S. Francisco sentía por la
humanidad de Cristo, y que se manifiesta en su
culto por el pesebre y la cruz, se renueva en la
devoción al nombre de Jesús de S. Bernardino
»

(Gemelli).

«La novedad de S. Bernardino consiste en el
hacer del nombre de Jesús, en su forma escrita
y aislada, un objeto particular de culto,
atribuyéndole un sentido sintético en la especial
referencia al signo "

yhs" y al signado Jesucristo,

al misterio del Verbo humanado, del Hombre-
Dios, poseedor de un primado universal sobre
todo lo creado, rodeando el irradiante y dorado
trigrama de un una decoración exterior llena de
significados místicos, y de haberlo promovido
incansablemente como medio especial y eficaz
de santificación y de reforma de la vida cristiana
en las concretas condiciones de su tiempo
»

(Stucchi)

SAN LORENZO DE BRINDIS

0. S. Lorenzo de Brindis (1559-1619), capuchino, fue

proclamado Doctor de la Iglesia por el Papa Juan XXIII. Su

obras, editadas por primera vez en nuestro siglo (Padua

1928-1956), está contenida en 11 volúmenes, casi todo

homilético, a no ser la Explanatio in Genesim, escrita en el

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trienio en el cual fue destinado a la enseñanza (1587-1590)

y la obra de controversia Lutheranismi Hypotyposis (1607)

contra el luterano Policarpo Leiser. Su extraordinario

conocimiento de la Sagrada Escritura se refleja en toda su

obra, especialmente en su doctrina cristológica, cuya visión

se dice que era "escotista por temperamento y por

convicción".

El Primado absoluto de Cristo

1. Cristo Cabeza de todos los predestinados: En un

sermón que tiene como título "De Incarnationis mysterio ante
omnia praedestinato
" parangona a Cristo y Adán: del mismo

modo que Adán fue el primer hombre de la creación

corpórea, Cristo fue el primero en la formación del mundo

espiritual. En la eterna predestinación de Dios era é el

primer hombre, cabeza de todos los predestinados. Cita Col

1, 15: Engendrada antes que toda creatura, y Ef 1, 4-5: En el
nos ha elegido antes de la creación del mundo, para ser
santos e inmaculados en su presencia en la caridad,
predestinándonos a ser sus hijos adoptivos por obra de
Jesucristo
.

2. Cristo ejemplar para la creación del primer
hombre
: "Cristo fue objeto de predestinación, no según su
naturaleza divina (según esta era predestinante, no
predestinado), sino según la humana. Por ellos en primer
lugar en la mente divina fue concebida aquella forma
(naturaleza) que el Verbo, encarnándose, debía asumir. A
imagen y semejanza de aquella forma Dios creó el primer
hombre
" (Explanatio in Genesim. Opera omnia, VI, p. 198).

1.3. Razón de la Encarnación: S. Lorenzo hace notar como

el Evangelio de la Encarnación (Lc 1, 32-33.35) no habla del

pecado, sino sólo de la excelencia del misterio. El motivo no

sería otro que la comunicación más perfecta posible de la

bondad de Dios a una creatura. Por lo cual, de parte de la

creación, el motivo de la Encarnación es el mismo Cristo, no

como instrumento de gracia y de gloria para los demás, sino

para ser su Rey, Cabeza y Soberano.

"Por lo tanto la santidad, gracia,
gloria y excelencia de Cristo y de su
alma son más grandes que la
excelencia de todos los elegidos,
hombres y ángeles, dado que él es

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el sol de justicia y de gloria"

(Mariale, Opera omnia I, p.79).

4. Cristo ejemplar natural y sobrenatural de todos los
hombres
: De las palabras de S. Pablo en Ef 1, 10: "el
designio de recapitular (lat. "instaurare) en Cristo todas las
cosas
" se deduce que Cristo es el autor de todos los

hombres, el ejemplar y el fin de todos los hombres. Escribe

refiriéndose a Rom 8, 29 e Gen 1, 27:

"La humanidad de Cristo, primera
creatura pensada en la mente
divina, existió como ejemplar
arquetipo de la naturaleza humana,
no solo en cuanto a su ser natural,
sino también en cuanto a su ser
sobrenatural de la gracia y de la
gloria
" (Santorale, Opera omnia IX,

p.165).

Cristo Mediador

1. Primogénito entre muchos hermanos: El primado

absoluto de Cristo no significa para Lorenzo aislamiento de

las demás creaturas. Atento siempre al testimonio de la

Escritura, nota que Cristo ha sido predestinado "para qué
sea el primogénito entre muchos hermanos
" (Rom 8, 29).

2. Función de mediador: Lorenzo usa frecuentemente la

expresión "Cristus in medio", que recuerda la misma

expresión en S. Antonio e S. Buenaventura. En el orden

presente Cristo es el mediador necesario. Solamente "por
medio de él podemos presentarnos... al Padre en un solo
Espíritu
" (Ef 2, 18).

3. Mediador según la naturaleza humana: Dado que las

acciones y los méritos de la vida y pasión del Salvador han

sido los medios y los instrumentos de nuestra salvación.

Suponiendo la mediación ontológica de Cristo, subraya

fuertemente la mediación dinámica:

"El Cuerpo de Cristo, el alma de
Cristo, el sacratísimo Corazón de
Cristo, su santa lengua, todos los
sentidos y facultades de alma, todas
las virtudes y dones del Espíritu
Santo y todos los milagros "son

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medio para nuestra salvación".

(Quadragesimale, Op. omn. IV,

p.322).

Después de la resurrección Cristo continúa siendo mediador

de paz en la Iglesia. Lo ve atestiguado en la pasaje de Jn

20, 19: "Mientras estaban cerradas las puertas del lugar
donde se encontraban los discípulos por temor a los judíos,
vino Jesús, se paró en medio de ellos (=en medio de la
Iglesia) y dijo: Paz a vosotros
". El Dios de la Paz hizo la paz.

(Sanctorale, Op. omn., IX, 607).

4. Mediador de los ángeles y de Adán: La razón por la que

Cristo, según Lorenzo, ha sido mediador de gracia para los

ángeles se funda en su posición en relación del Primado de

Cristo, que incluye su supremacía sobre los ángeles como lo

expresa S. Pablo en Col 1, 15-17: "...por medio de él ha sido
creadas todas las cosas, las del cielo y las de la tierra...
Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades
"; y en Heb

1, 6: "De nuevo, cuando introdujo el primogénito en el
mundo dijo: Lo adoren todos los ángeles de Dios
".

Del mismo modo que Cristo fue mediador de gracia para los

ángeles antes del pecado, ha sido también mediador de la

gracia concedida a Adán inocente. Sostiene - apelando a

Jerónimo, Agustín, Epifanio y Tertuliano - que el misterio de

la Encarnación fue revelado a Adán en el paraíso, como

fuente de la gracia y autor de la gloria: por lo tanto como

Mediador de toda gracia antes y después del pecado,

porqué "uno solo es Dios y uno solo el Mediador entre Dios
y los hombres, el hombre Cristo Jesús
" (1 Tim 2, 5).

Cristo el Salvador - Redentor

1. Salvador - no redentor - de los ángeles: En la teología

de S. Lorenzo el término "salvador" tiene un sentido más

amplio que, por ejemplo, en la teología tomista. No significa

solamente liberación del pecado - redención - sino la gracia

de la mediación, que une con Dios. Por lo cual los ángeles,

no habiendo pecado, non fueron redimidos por Cristo; pero

recibieron de él la gracia y la gloria, es decir la salvación.

Recibieron también la gracia de la perseverancia.

2. Encarnación redentora: Es notable que los dos

sermones que tienen como tema directo el primado de

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Cristo comiencen hablando de Encarnación redentora. No

se entretiene en cuestiones hipotéticas. La Encarnación es:

exaltación absoluta de
Cristo
sobre todas las

creaturas por el hecho

de la unión hipostática;

humillación de Dios
que
manda "al propio
hijo en una carne
semejante a la del
pecado"
(Rom 8,3), el

cual "se despojó de sí
mismo, asumiendo la
condición de siervo
" (Fil

2, 7);

exaltación y humillació
n
de Cristo
, que no

pueden ser

consideradas

independientes de la

historia humana: Cristo

ha sido querido como

Cabeza de la creación y

con un cuerpo pasible y

mortal para poder

ofrecer a Dios una

satisfacción por los

pecados posibles de los

hombres.

3. La Encarnación y el Calvario: La obra redentora de

Cristo no debe ser concebida como un acto aislado al fin de

su vida en la pasión y muerte. Mas bien la obra redentora se

extiende desde el primer momento de su existencia hasta el

misterio Pascual de la muerte y resurrección:

"Cristo fue la Paz del mundo en su
Encarnación, el Salvador del mundo
en su Pasión, la Luz de los gentiles
en su Resurrección y la Gloria de
Israel en su Ascensión
"

(Mariale, Op. omn., I, 534).

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Conan McCreary advierte que en el tema de la exégesis

escriturística en relación a la Encarnación redentora, más

que gran originalidad, S. Lorenzo consigue desarrollar la

teología de la redención, manteniendo el Primado de Cristo

y ve in ambas (primado y redención) una

complementariedad que expresa el amor eterno salvífico del

Padre (Cf. Conan McCreary, The redemptive Incarnation
according to St. Lawrence of Brindisi
, in Laurentianum 6

(1965)328).

4. Unidad en el designio de Dios: Cristo fue predestinado

desde el inicio como en realidad se ha encarnado (sin

distinción entre substancia y modo de la Encarnación, como

han pensado muchos escotistas). Ha sido querido por Dios

como fundamento tal que si el edificio que debía ser

constituido sobre él tuviera que derrumbarse, pudiese ser

reparado sobre los mismos cimientos, sin que cambiase el

designio de Dios. (Cf. H. Borak, Theologia historiae in
doctrina S. Laurentii Brundusini
, in Laurentianum 1 (1960)

34.

La Cristología de S. Lorenzo y la metafísica franciscana del

amor:

"Inclusive si S. Lorenzo de Brindis
no parece analizar minuciosamente
la razón última y precisa por la cual
el pecado ha sido permitido por Dios
para mayor gloria de Cristo, sin
embargo, dada su 'metafísica'
franciscana del amor, para la cual la
bondad-libertad soberana de Dios
es el fundamento de la encarnación
y de la salvación, y dado que su
pensamiento sobre el primado
universal de Cristo es clarísimo, en
un horizonte infinito que abraza
todas las cosas, no es ilícito ver una
concordancia con la explicación de
S. Bernardino: la pasión y la muerte
de Cristo fueron queridas por Dios
para manifestar su amor y como
camino para alcanzar a la
glorificación de Cristo; la redención
es por eso esencialmente expresión
del amor de Dios y de Cristo, que

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comporta también la elevación y la
liberación de la creatura de su pura
condición de libertad-amor defectible
en un estado de amor-libertad
sobrenaturalizado en cuanto es
participación a la del Hombre-Dios.

El pecado, que es la actuación de tal
defectibilidad, no cambia la
perspectiva ni comporta una "razón"
de más".
(F.S. Pancheri, Il primato
universale di Cristo
, en Problemi e
figure della Scuola scotista del
Santo
, Padova 1966, p. 331s).

NOTA: Superficial - por lo tanto

inexacto - se debe cualificar lo que

escribe G.M. Roschini:

"En el plano del mundo presente... la
encarnación está estrecha e
indisolublemente conexa con la
redención (cosa que se le escapó al
Brindisino), no ya dependiente
(como quisiera la escuela tomista) o
totalmente independiente (como
quisiera la escuela escotista). La
ninguna insistencia de S. Lorenzo
de Brindis sobre tal cuestión
secundaria, me autoriza a creer que
él fuese poco satisfecho de la
solución dada sea por la escuela
tomista que por la scotista, y que
haya adherido, sin demasiada
persuasión, a la solución escotista
por pura tradición de familia"
.

(G.M.Roschini, La mariología di S.
Lorenzo da Brindisi
, in S. Lorenzo
da Brindisi. Studi
, Padova 1951).

Ni Escoto habla de "razón única", ni S. Lorenzo carece de

convicción respecto a la sentencia escotista, al contrario - en

su estilo homilético, sin razonamientos abstractos y

fundándose siempre en la Escritura - logra profundizar

precisamente la conexión indisoluble entre encarnación y

redención!).

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CONCLUSIÓN

LA SPIRITUALIDAD CRISTOCÉNTRICA DE S.
LORENZO

No hay necesidad de demostrar con especiales argumentos

que la centralidad de Cristo, entendida en el modo

franciscano-escotista, haya sido una característica de la

espiritualidad de San Lorenzo.

Cristo, ejemplar de hombre, y consecuentemente con toda

su vida y actuación la causa ejemplar de nuestra vida

espiritual.

"¡Oh hombre! tu puedes ser
transfigurado al punto de convertirte
en semejante a Cristo!" Compara la
vida espiritual del cristiano a un
edificio, en el cual Dios es el
arquitecto principal, Cristo el plano,
María y los santos copias más o
menos aproximadas al plano, y cada
uno de los hombre el obrero
.

[Lugares de estas citas? Ver Mariale: 336, 157-9, 484, 21,

106, 145, Hypotiposis III, 214, Mariale 467. Quadragesimale

II,1, 400 y ss.; Quadragesimale I y II passim; II, 1, 27 y 434;

1, 371.]

Recordar que quizá sea el santo más famoso por la duración

y la unción sensible en la celebración de la Misa, que

andaba in crescendo de dos a diez horas, estableciendo un

récord con una celebración de catorce horas; celebraciones

que realizaba con tal efluvio de lágrimas como para hacer

creer a un testigo "que sin un don particular de Dios no era
posible que no se le secase el cerebro
"... La devoción a la

Eucaristía y a la Pasión de Jesús (del cual siempre llevaba

una crucecita al cuello), junto con la veneración filial hacia

María Santísima, permeó visiblemente toda su vida,

confiriéndole, dentro de su sorprendente actividad, una

armonía soberana (Cf. Ilarino da Milano, La personalità di S.
Lorenzo da Brindisi
, in S. Lorenzo da Brindisi. Studi, p. 18s).


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