Nuestro Crculo
Ańo 14 N 677 Semanario de Ajedrez 15 de agosto de 2015
es sólo una formidable gimnasia (pg. 29). Los filósofos haran
AJEDREZ Y FILOSOFA
y un tónico mental, sino que muy bien, desde luego, en to-
permite una aproximación multi- marse completamente en serio
Por Jos Biedma López
disciplinar. El autor se doctoró este juego si el mundo fuera una
con una tesis sobre Leibniz, superficie plana de 64 escaques
amplió estudios en la Sorbona, con solución de continuidad, 32
ha sido profesor de universidad trebejos de dos colores distintos
y en la actualidad ejerce como y unas reglas precisas cuya
profesor de Secundaria en Mar- aplicación controla una federa-
molejo (Jan), donde anima la ción internacional. Por suerte, el
vida cultural y ajedrecstica. El mundo es otra cosa. Sin embar-
libro est lleno de ancdotas go, la filosofa no tiene por qu
sabrosas, como la de que Rous- renunciar a la imagen, al juego o
seau dio el mate de la coz a al humor. Sin duda, el ajedrez
David Hume, en 1766, poco ha sido una metfora recurrente:
antes de su sonada enemistad. para el fsico Richard Feynman
Pero es tambin un libro auto- el mundo es algo parecido a una
S por experiencia que el aje-
biogrfico, un relato de cómo el gran partida de ajedrez jugada
drez puede convertirse para
autor se relaciona con el juego, por los dioses, pero nosotros no
algunos en una obsesión. Tal
con el aprendizaje, la enseńanza conocemos las reglas del juego,
vez tengan razón aquellos que
(o el purgatorio de la enseńan- sólo podemos observar las ju-
lo consideran demasiado para
za) y con la vida (decursus vi- gadas; para el lingista Saussu-
ser un juego y demasiado poco
tae). Como padec la misma re: Una partida de ajedrez es
para ser una ciencia (Flaubert,
pasión que Francisco por el como la realización artificial de
Unamuno, Ramón y Cajal& ). Es
ajedrez y por los sacrificios lo que la lengua nos presenta en
inevitable que si un filósofo se
romnticos en ajedrez (el princi- forma natural . A mi juicio, ese
entusiasma por el rey de los
pal es el de la dama, a la que como no debe tomarse dema-
juegos , lo tome por objeto de su
dejaba abandonada los domin- siado en serio, no sólo porque el
reflexión filosófica. Como les
gos para ir de pueblo en pueblo ajedrez sea un juego de infor-
pasa a las corridas de toros, o a
en competiciones provinciales mación completa, donde no se
las ciudades, por primitivas,
de tercera), y consagraba como especula con una información
gregarias, crueles, ruidosas o
l una gran parte de mi tiempo privilegiada, al contrario que el
banales que resulten en s, se
libre al estudio de este juego juego de la lengua, sino porque
enriquecen con el arte y la litera-
infinito, me ha sido fcil simpati- la lengua moviliza muchas ms
tura que han inspirado. Uno
zar con su juego, quiero decir, piezas y casillas, infinitas, y
puede recoger si no toda, parte
libro. He ledo muchas de las tambin porque sus casillas
de esta literatura, de esta tradi-
obras maestras a las que se cambian de color a medida que
ción para dar sentido o hacer
refiere, de Stefan Zweig, de se juega, cambian las reglas de
significativa la propia pasión. Es
Nabokov, Fredric Brown, Fer- sentido y tambin cambia el
lo que ha hecho con gran ame-
nando Arrabal& Sin embargo, sentido de las reglas. Debo de
nidad y competencia nuestro
estoy menos persuadido que el agradecer a esta obra el haber-
colega Francisco J. Fernndez
autor de que el ajedrez ofrezca me enterado de que nuestro
en El Ajedrez de la Filosofa,
posibilidades filosóficas que singularsimo Agustn Garca
Plaza & Jans, Madrid, 2010,
sólo muy es casamente han sido Calvo, cuyo estudio serio deber-
convencido de que el ajedrez no
por ahora tenidas en cuenta amos emprender todos alguna
2020
vez en la vida, haya dedicado ( sabio ajedrez contra el funesto distinguir cundo la regla es
tantas pginas al ajedrez. El hado , deca Gerardo Diego a aplicable al caso, lo que deno-
Ajedrez de la Filosofa ha tenido propósito de Joselito el Gallo). minamos sano entendimiento o
tambin la virtud de motivarme a Ese rigor del ajedrez es el que sentido comśn . Spiritus ubi
la lectura de Leibniz ya me lo brilla por su ausencia en las vult spirat , -escribe el autor,
advirtió Lourdes Rensoli Laliga, altas esferas de la cultura, inclu- citando el Evangelio de San
que es una de las mejores co- so en discursos tan elaborados Juan. No faltan tampoco en El
nocedoras de las obras de Leib- como el filosófico. El jugador de ajedrez de la Filosofa las refe-
niz a nivel internacional. Este ajedrez puede resultarnos y ser rencias psicológicas, desde el
endiablado entretenimiento no tan extravagante como Fischer o Examen de ingenios (1575) de
sólo da juego, sino tambin Alekhine y, naturalmente, pue- Juan Huarte de San Juan, don-
asunto para lecciones de tica o den ser mejores o peores per- de se afirma que el juego del
esttica; para reflexiones sobre sonas, pero en el tablero el ajedrez es una de las cosas que
inteligencia artificial (computa- esnobismo vano se paga per- ms descubren la imaginativa , y
ción versus evaluación, żes diendo. La pericia all no puede que se relaciona ms con el
posible alcanzar un algoritmo del ser representada sino que ha de ingenio que con el entendimien-
ajedrez?); para distinciones acontecer, como en la tauroma- to o la memoria. żRequiere el
entre reglas de constitución y quia, si no, nada separara al ajedrez de un talento especfico,
reglas de aplicación: las prime- domador de leones del torero. como parece afirmar Feijoo en
ras no pueden ser discutidas, las Como en la tica de Aristóteles sus Cartas eruditas? Puede.
segundas s y marcan estilos o o en la Crtica kantiana, la pru- Puede que Kasparov no tenga la
sistemas de juego ; para anli- dencia debe ir all acompańada inteligencia general y abstracta
sis del juego como una dialcti- de la habilidad, y la teora de la que tuvo Hegel, sin embargo, en
ca (por ejemplo, decimos que un prctica. Como el juego mismo, su obra Mis geniales predeceso-
jugador refuta un gambito cada partida de ajedrez tiene su res interpreta la historia del
aceptndolo), un dilogo en el historia. Henri Poincar se sirvió ajedrez como algo bsicamente
que el pensamiento del otro de ello para mostrar la necesi- orientado hacia s mismo, como
cuenta tanto como el propio dad de la intuición en el seno de el alemn la historia de la filosof-
(żpuede el alma dialogar consi- las matemticas, y cómo stas a. żMegalomana, narcisismo
go misma sin perder su armon- no eran un juego puramente genial? żQu es eso de ser un
a?); o puede ser tenido en con- lógico, pues comprender una genio del ajedrez? Para resolver
sideración como una muestra de partida es algo ms que anotar esta interrogante, Francisco J.
la arquitectura leibniziana de los que cada jugada se ha hecho de Fernndez echa mano de Kant.
mundos posibles, en el que acuerdo a ciertas reglas. Las Tres son las caractersticas que
caminamos desde la indetermi- posiciones iniciales de las pie- definen a un genio en general:
nación aparente de la apertura zas pueden interpretarse como Originalidad, naturalidad y ejem-
hasta la determinación axiomas, sus movimientos re- plaridad; o sea, capacidad para
del jaque mate o de la Zugz- glados como reglas de transfor- crear algo nuevo sin esfuerzo
wang (jugada obligada perdedo- mación, y las posiciones que se aparente y convirtindose en
ra); y en fin, el ajedrez da para siguen de sus jugadas como modelo aleccionador& Los
exmenes crticos de la jurispru- teoremas& Pero el ajedrez tiene jugadores de ajedrez pueden ser
dencia o revisiones de la filosof- tambin un dimensión pragmti- originalmente naturales, tal vez,
a de la historia o de la poltica. ca que lo golpea desde el exte- pero żno est el ajedrez dema-
Es un consuelo saber que en el rior& un curioso ejemplo es el siado encerrado en s mismo
ajedrez, al contrario que en el nacimiento del Gambito Evans como para que podamos aplicar
maquiavelismo poltico, la menti- por culpa de un golpe de mar, en otros terrenos las maravillas
ra y la hipocresa no sobreviven segśn reza la leyenda (pg. 94). que en l encontramos? Eviden-
(Lasker), y siempre pierde el que Y no basta con atenerse a las temente, por mucho que se
juega peor, a menos que se reglas y mantener la concentra- empeńe Kasparov, no es la vida
hagan trampas y no haya autori- ción en un medio pacificado la que imita el ajedrez. El aje-
dad que las denuncie y sancio- para jugar bien, tambin es drez simula una batalla entre
ne. Tal vez escribe nuestro necesaria la capacidad de juicio dos conciencias, sublima una
colega- sólo haya otro espect- (Urteilskriaft). Lo que no se guerra entre dos inteligencias
culo en el que el fingimiento se puede enseńar , segśn Kant: la que cuentan con los mismos
pague tan caro: la tauromaquia facultad de aplicar reglas o de efectivos. żPero no dijo Hercli-
2021
to que la vida misma es ho po- de un jugador mediocre (y lo s Una voz que procede del cielo
lemós, lucha y guerra? żY no a causa misma de mi mediocri- dice serenamente: Jaque ma-
dice Gustavo bueno que siem- dad) es sobre todo la eficacia te . Pero entonces ocurre lo
pre que se piensa se piensa del gran maestro a la hora de peor, todos, blancos y negros se
contra otro? En fin, prefiero hacer valer una ventaja, por precipitan hacia una caja mons-
pensar que la dialctica filosófi- mnima que sta sea. He tenido truosa, como un enorme ataśd.
ca pueda ser ms una conver- la misma experiencia del autor, El rey, mi seńor feudal, tambin
sación infinita, aun en el sentido cuando competa, ajedrecsti- se desliza sobre el tablero& No
aristotlico de una indagación camente hablando, de perder es justo; no est bien; no es&
meramente probable o plausible una partida en su final, por des-
(de plauso, aplaudo), que una cuido, pereza, falta de atención,
AJEDREZ I Y II DE BORGES
polmica donde uno de los ju- cuando haba salido con mucha
gadores tenga que resultar sin ventaja despus de las compli-
remedio eliminado, y ambos se caciones del medio juego, que
empeńen en acabar del todo con siempre me han gustado ms
las posiciones del adversario. En que las sutilezas posicionales de
fin, la naturaleza misma ofrece los finales. Lo mo en ajedrez
todas las gamas del gris, y en como buen andaluz- es el abiga-
ella es raro lo blanco y negro, la rramiento, el barroquismo com-
mayora de nuestros razona- binatorio& Pero hasta el rabo
mientos prcticos no tienen todo es toro , podramos decir.
nada que ver ni con demostra- Es demasiado triste que en la
ción ni con la dialctica todo o vida pueda pasar como en el
nada (verdad/falsedad). Ema- ajedrez, en el cual una mala
I
En su grave rincón, los jugadores
nuel Lasker, campeón del mun- jugada puede forzarnos a dar
rigen las lentas piezas. El tablero
do entre 1894 y 1921, fue un por perdida la partida, con la
los demora hasta el alba en su severo
temible adversario hasta los diferencia de que en la vida no
mbito en que se odian dos colores.
sesenta y siete ańos, hazańa podemos empezar luego una
Adentro irradian mgicos rigores
que nadie ha podido emular. segunda partida de desquite
las formas: torre homrica, ligero
Este prusiano, matemtico y (Freud, cit. en pg. 186, nota 15). caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.
filósofo, lo expresó muy bien: El Por mucho que nos resistamos a
ajedrez no es certidumbre. Y que lo convencional sea arbitra-
Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
cuando llegue a serlo, el ajedrez rio, hay que reconocer que el
ciertamente no habr cesado el rito.
habr cesado de ser śtil . Por ajedrez es una ficción humana.
eso es una verdadera virtud Gracias a Dios, no pierdo la
En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra.
ajedrecstica replantearse una cabeza ni la reina de mi casa
Como el otro, este juego es infinito.
combinación emprendida, dar cada vez que amenazan de
II
marcha atrs o encauzarla hacia muerte a mi rey. Y siempre revi- Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
un sitio insospechado (pg. 179). vo con la posibilidad, aun lejana,
sobre lo negro y blanco del camino
Como en la vida, creemos que de una revancha. En un impre-
buscan y libran su batalla armada.
controlamos el entorno, y lo sionante cuento de Fredric
No saben que la mano seńalada
controlamos hasta cierto punto, Brown, que sin duda conoce
del jugador gobierna su destino,
pero debemos plegarnos tam- Francisco J., titulado Final , una
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedro y su jornada.
bin a sus presiones si quere- de las piezas cobra vida para
mos sobrevivir. Las piezas de lamentar ms la incredulidad
Tambin el jugador es prisionero
uno forman parte de uno mismo, que la muerte del obispo Tibault (la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos das.
somos nosotros, su alma, sus (el lfil blanco): luchamos y
sistema, y de nada sirve quejar- morimos, pero no sabemos por
Dios mueve al jugador, y ste, la pieza.
żQu Dios detrs de Dios la trama empieza
se de tener dos caballos en vez qu . Haba dejado de creer en
de polvo y tiempo y sueńo y agona?
de tres o de haber perdido un Dios para creer en dioses que
peón en un descuido, uno tiene jugaban con nosotros y no se
NUESTRO CRCULO
que seguir luchando, sobrepo- preocupaban en absoluto de
Director : Arqto. Roberto Pagura
nerse y ofrecer toda la resisten- nosotros como personas & sin arquitectopagura@gmail.com
(54 -11) 4958-5808 Yatay 120 8D
cia que pueda hasta el final. Lo fe no somos nada . Por fin las
1184. Buenos Aires Argentina
que distingue a un gran maestro blancas triunfan menos mal-.
2022
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