Elites1 política


“La evolución de la élite política en México”

Autores:

Mauricio Azoños Beverido

Pablo Prieto Montes de Oca

Daniel Rojí Almazán

Mauricio Villalpando Galván

Preparatoria Rudyard Kipling.

Índice

Resumen.…………………………………………….……….………………………6

Introducción…............................................…………..………………………….. 7

Metodología……………………………………………………………………….... 8

Análisis e interpretación……………………………..………………………….......10

Conclusión………………….………………………………..……………………. ..31

Referencias……….………………………..………………………………………. .33

Apéndice……………………………….………………………………………..…... 39

Figuras………………………………..…………………………………………..…. 46

Comentario

Las ciencias sociales contemporáneas están escindidas, como lo ha señalado Wallerstein (2004), entre los pensamientos científico versus filosófico. El postmodernismo con su exacerbado relativismo, por un lado, y la confianza en la supuestas certezas del pensamiento científico, por otro, hacen que la enseñanza de las ciencias sociales a nivel medio superior despierte indiferencia en el estudiante que ha sido formado en una tradición positivista la cual ha sido rebasada hace tiempo. Además, nuestra cultura ha desarrollado en los jóvenes cierto sentido pragmático (racionalidad instrumental) sobre el conocimiento y su utilidad.

En ese contexto los cuatro estudiantes que realizaron el trabajo vieron con interés el poner en tela de juicio el pensamiento económico dominante y, a partir de esta crítica, escrutar cómo la élite política en México se ha reproducido en el control del poder. Adoptaron un enfoque que supera el objetivismo y el relativismo. Escogieron señalar cuál es su posición como sujetos cognoscentes ante la construcción de su objeto cognoscible. No sin problemas emprendieron un programa de lecturas que los llevó a detectar las polémicas metodológicas que se presentan en nuestros días en la ciencia política.

La definición teórica requirió una aproximación actualizada del pensamiento de autores clásicos que demandó de los alumnos empeño y capacidad para discernir qué era relevante para abordar su problemática.

La selección de fuentes y la recopilación de datos, demandó atender no sólo la pertinencia de las mismas, sino cuidar cómo hacían las referencias. Con cierta falta de rigor los estudiantes elaboraron su texto sin conferir adecuadamente los datos que utilizaron. Valoraron la probidad intelectual en el manejo de las ideas de otros.

Y la parte más difícil, sin lugar a dudas, fue la redacción ya que se confrontaron no sólo estilos distintos de escritura sino diversos niveles en el manejo del enfoque, la teoría y la interpretación. Empero, los estudiantes lograron articular un texto polifónico que terminó unificándose en torno a la concepción compartida que elaboraron.

Los tiempos y compromisos escolares y de otra índole representaron un obstáculo mayor para el desarrollo del trabajo. Se generaron conflictos y desavenencias que se superaron con compañerismo y compresión.

Vo.Bo. Gerardo Aldana Martínez

Ante el gran abstencionismo de los jóvenes, percibido en muchas de las elecciones políticas a nivel mundial, cabe reconocer el interés presentado por estos alumnos en la elaboración de una investigación sobre el poder de la élite política de México. No cabe duda, que, como afirmaba Enrique Tierno Galván, politólogo español, “la política ha dejado de ser una política de ideales para convertirse en una política de programas” y al no ser una ciencia exacta, se ha vuelto muy subjetiva, tanto, que el joven -en general- está decepcionado. Y como bien afirmó Arnold J. Toynbee, historiador inglés, “el mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan”.

No hay cosas sin interés; hay tan sólo personas incapaces de interesarse. Estos jóvenes se han interesado en un tema, sin duda, indispensable para el buen desarrollo de nuestro país.

Ellos han planeado, y al planear se preocuparon por encontrar el mejor método, su resultado me ha parecido el adecuado para su nivel de formación. Elaborando un buen trabajo de investigación, consultando varias fuentes y presentando de forma ordenada sus ideas. Creo que este trabajo es un indicio del éxito al que están llamados todos nuestros alumnos. Un éxito que no se logra sólo con cualidades especiales, se logra a base de un trabajo de constancia, método, organización y respeto, que se manifiesta en este esfuerzo.

Vo. Bo. Felipe de Jesús Quintanar Zárate

Resumen

La siguiente investigación aborda desde el marco político, social, económico e histórico la formación, consolidación, reproducción y transformación de las élites políticas en nuestro país. Analizando la teoría política y económica, así como las condiciones de la realidad histórica de las etapas centrales de la investigación que comprenden de 1940 a 1982 con el modelo de sustitución de importaciones, y de 1982 a la actualidad con el modelo de apertura comercial. Se muestra la formación y el uso de herramientas como las redes de poder que permiten la existencia de los grupos de élite, y la importancia de las instituciones educativas con el fin de establecer las relaciones entre estas (redes formales) y los grupos de élite. Se evidencia los cambios que ha sufrido la élite política, su transformación y como contrasta la realidad ideológica del discurso político de las élites con la realidad fáctica del país. Además se muestran las biografías de miembros prominentes de los grupos de élite para dilucidar la evolución y el origen de éstos y esclarecer patrones de su funcionamiento.



Introducción a las élites y los grupos que concentran poder.

Durante el siglo pasado, el poder en México estuvo en manos de diversos grupos heterogéneos y prominentes, con privilegios e influencias, vinculados a través de redes sobre la mayoría gobernada, a estos grupos se les conoce como élites. En el México post-revolucionario existieron dos grandes momentos en la formación de las élites del poder. Primeramente la conocida como “élite post-revolucionaria”, encargada de transformar la forma de hacer política en México desde la década de los veinte hasta inicios de los setenta. Esta élite se mantuvo evolucionando, cambiando sus objetivos, formas de acceso y ejercicio del poder y cambiando su ideología del “nacionalismo revolucionario” (1929-1982) a la “economía de libre mercado” (1983 al presente). Durante la etapa donde se manejó el pensamiento nacionalista revolucionario; el país, bajo un régimen presidencialista y de partido de estado, constituyó un bloque histórico basado en la sustitución de importaciones y el crecimiento sostenido de la economía. En la década de los ochenta ante los estragos provocados por la severa crisis económica, la élite gobernante decidió reorientar el rumbo de la economía y estas élites adaptaron su pensamiento conforme a las nuevas políticas económicas que se empezaron a aplicar en el país. Por eso estimamos pertinente plantearnos; ¿De qué manera se reproduce y se adapta la élite política para mantenerse en el poder en México dadas las transformaciones señaladas?

Para responder a esto analizaremos la formación y la perpetuación de las élites en ambos periodos. Para sustentar nuestro análisis nos remitiremos a argumentos que atiendan los procesos económicos y relaciones de poder entre grupos y clases (estructura) y revisaremos cómo grupos e individuos pretenden alcanzar determinados fines (acción). Esto lo pretendemos lograr mediante un análisis en el cual se muestre la concepción teórica, la formación, el desarrollo y la evolución de las élites y de sus redes de influencia para poder interpretar y lograr comprender la situación política actual.

Metodología.

“La Ciencia Política debe definir sobre una base histórico-situacional su objeto y sus mecanismos de acceso a la construcción conceptual del poder.” (Kammler, en Alarcón 2006: 43). Para abordar un análisis completo, en el análisis político se manejan dos metodologías con dos claras finalidades. Por un lado, el enfoque en el que se pretende criticar y deconstruir el poder, es decir, fragmentar las estructuras de éste, para lograr un análisis profundo y concreto que pretende dar fundamento a una crítica que haga evidente la forma y el fondo del poder. Opuesto a este planteamiento, existe un enfoque que pretende legitimar y explicar la conservación del poder. Se plantea como objetivo justificar la existencia del mismo y optimizar y acrecentar su uso y sus medios. (Alarcón, 2006: 43).

El enfoque que para el siguiente texto se escogió, pretende hacer una deconstrucción del poder; es decir, una crítica directa con el propósito de explicar, interpretar y finalmente comprender las condiciones bajo las cuales las élites se rigen y las herramientas que mantienen la hegemonía. Para esto manejamos tres niveles de análisis: Primero, a nivel de los procesos, involucrando los hechos, sus causas, efectos y explicaciones. Segundo, los mecanismos, englobando, instituciones o medios que utilizan los procesos para llevarse a cabo. Tercero, los actores. Dentro de este nivel de análisis se encuentran los individuos o grupos donde surgen o en quienes se aplican las acciones. (Alarcón, 2006: 43-44)

También es importante considerar que dentro del análisis político existen dos perspectivas que integran la visión de una problemática. Por un lado, tenemos la visión macro, que se enfoca en la estructura de la problemática; es decir, se orienta en las circunstancias, las estructuras y procesos, en los que se desenvuelven los actores, estando éstos sujetos a los anteriores. Por otro lado, tenemos la visión micro que se concentra en el individuo, tomando a este como protagonista de la generación de estructuras y procesos. (Alarcón, 2006: 39)

Jorge Alonso (1976) desarrolló, en uno de sus trabajos, una perspectiva que planteaba el uso de un enfoque macro, concentrándose en las estructuras y en la forma en la que estas guían al individuo, al mismo tiempo que usaba una visión micro, la cual se centra en el individuo y su influencia y desempeño dentro de las estructuras. En su análisis empleó la lucha de clases, planteada por Marx, como elemento explicativo del enfoque macro; y, tomó de Wilfredo Pareto su análisis de las élites, centrándose en el individuo como referente de la visión micro.

En el siguiente texto se pretende lograr un análisis desde el enfoque anteriormente planteado. Logrando así analizar conjuntamente, desde una perspectiva macro, las estructuras que determinan al individuo; y desde el enfoque micro, buscar el entendimiento de las causas y los objetivos individuales de los actores, explicando cómo participaron en la transformación de las estructuras y sus procesos. (Alarcón, 2006: 39).

Estos métodos de análisis se logran por medio de la recopilación y argumentación ordenada de evidencias y datos que permiten plantear conclusiones con fundamentos concretos. Es decir, un análisis que pretende desarticular la situación y entenderla, seguido por una síntesis interpretativa con el fin de comprender las circunstancias políticas, sociales y económicas en las que se desenvuelve la realidad histórica actual. A través de la contraposición de visiones y hechos, lograremos obtener una perspectiva más amplia acerca de la problemática analizada. De esta forma podremos, mediante las herramientas metodológicas antes citadas, interpretar de forma concreta, fundamentada y bien argumentada la investigación. De ésta esperamos obtener resultados de una forma coherente, integral y plural.

Análisis e interpretación

Definición de Élite.

Para definir lo que una “élite” es y no es, primeramente, partiremos de la exposición y la contraposición de diferentes autores y sus correspondientes definiciones de élite. A partir de los diferentes puntos de vista expuestos obtendremos una perspectiva amplia que nos permitirá abordar el concepto de élite de la manera más adecuadas para el desarrollo de la investigación.

Wilfredo Pareto, expone que toda sociedad se compone por una minoría gobernante y una mayoría gobernada, la cual es incapaz de organizarse por si misma, razón por la que se constituye un Estado con el fin de regular las relaciones entre la minoría gobernante y la mayoría gobernada (Pareto en Abigail, 2006: 192). El enfoque de nuestro trabajo es estudiar a fondo la minoría gobernante, su conformación y su actuación.

Gaetano Mosca, el iniciador de la reflexión sobre las élites políticas identificó esos grupos con el concepto de “clase política”. Mosca señaló que no existe sociedad alguna en la que no exista una marcada división entre los individuos que tienen el mando de la dirección política y aquellos que obedecen sus decisiones. Es decir, las sociedades tienen una marcada división entre los gobernados y los gobernantes. Esta relación permite la concentración del poder en un grupo minoritario, que ya sea por la vía violenta o por la vía pacífica, controla y dirige al grupo gobernado (Mosca en Abigail, 2006: 194).

“Existen dos clases de personas: la de los gobernantes y la de los gobernados. La primera, que es siempre menos numerosa desempeña todas las funciones políticas, monopoliza el poder y disfruta las ventajas que vienen unidas a él. En tanto, la segunda, más numerosa es dirigida y regulada por la primera de una manera más o menos legal, o bien de un modo más o menos arbitrario y violento, y a ella se le suministra, cuando menos aparentemente, los medios materiales de subsistencia y los indispensables para la vitalidad del organismo público” (Abigail, 2006: 194).

Pareto introduce la idea de una masa mayoritaria desorganizada e incapaz de guiarse por si misma que depende de las élites gubernamentales para dirigir su existencia. Él distingue dos partes: la élite gobernante y la no-gobernante. Además, concibe las élites como el medio por el cual se alcanza el equilibrio social. Es decir, la existencia de las élites está justificada por ser concebidas como un medio para conservar la estabilidad política y articular a los gobernantes con los gobernados y viceversa (Pareto en Abigail 2006:194)

Por otro lado, el politólogo Norteamericano Michel Burton define a la élite como un grupo “que en virtud de su posición estratégica en organizaciones de poder, tiene la capacidad de afectar a nivel nacional, de manera constante y substancial, los resultados en asuntos religiosos, militares, económicos y de otra índole” (Ai Camp, 2006: 20). Esta definición adopta un enfoque fáctico en el cual describe a la élite en virtud de sus funciones, diferente a Pareto, quien da un enfoque teórico. Sin embargo, estas visiones no son contradictorias, son complementarias. Esto con el fin de dar un cuerpo completo con un “ser”, el cuerpo teórico, y con un “funcionar” el cuerpo práctico a la definición de élite.

Los sistemas políticos, independientemente de si son democráticos o no, tienden a la formación de grupos de élite. Ahora que, si se acepta la formación de élites como una necesidad para el ejercicio y el acceso al poder, la constitución de estos grupos es independiente del sistema político adaptado por el Estado. Joseph Schumpeter distingue dos tipos de elitismo según el tipo de Estado en el que se ejercen: el elitismo oligárquico, y el elitismo democrático. El carácter oligárquico es el que tiende a una organización, esto produce una ordenación vertical del poder donde las cúpulas de la organización mantienen el control y monopolizan las decisiones lo que les permite funcionar y dar estabilidad. Por otro lado, el elitismo democrático, nacido en los estados modernos donde se presume que existe igualdad de oportunidades para la elección de los gobernantes (Schumpeter en Abigail, 2006: 197).

La concepción clásica de las élites niega la posibilidad de la existencia de la democracia, ya que como es claro, las élites eran concebidas como articuladoras del poder y estabilizadores políticos. Pareto concibe a la democracia como una ficción basándose en que no se puede concebir un Estado gobernado por representación popular, ya que tarde o temprano las élites terminarían tomando las decisiones y gobernando a la mayoría (Pareto en Abigail, 2006: 196).

Schumpeter ve a la democracia como un simple método mediante el cual las élites ascienden al poder. La democracia es vista no como un sistema que permita la competencia igualitaria y justa dentro de un régimen político representativo, sino como un sistema por medio del cual las élites controlan y determinan esta misma competencia. Es decir, un sistema de reglas de acceso al poder (Schumpeter en Abigail, 2006: 192).

Formación de las Élites.

La formación de las élites está ligada directamente al acceso del poder. El acceso al poder permite la formación de éstas, ya que, la posición influyente que surge de esta relación de acceso y ejercicio del poder permite que individuos o grupos concentren el poder y la capacidad de decisión dirigiendo a la mayoría gobernada (Abigail, 2006: 197).

Las élites son grupos privilegiados que no limitan su existencia al marco político ya que la clase política no es la única con poder sobre la decisión y orientación de los intereses de un Estado. Para sustentar su existencia y su influencia hegemónica, las élites abarcan diferentes campos de poder, obteniendo así una hegemonía sostenida por medio de redes tejidas entre los grupos de estos campos. La hegemonía, entendida como articulación, es el grado de consenso que se obtenía de las masas populares dominadas, consiste en lograr un liderazgo moral, intelectual y político, primeramente político, el cual consiste en la capacidad que tiene una clase dominante de articular con sus intereses los de otros grupos, es decir, ser el rector de la voluntad colectiva y posteriormente el individuo que indica las condiciones ideológicas que deben de seguirse. Esto le da un papel prominente a la ideología en la construcción de la hegemonía. Esta misma está constituida a través de una serie de instituciones que conforman una red socio-política con capacidad para penetrar en la superestructura de una sociedad, dirigiendo así el pensamiento político, religioso e ideológico conforme a su conveniencia e intereses (Giacaglia, 2002: 153).

Las élites son grupos heterogéneos que se integran por diferentes grupos privilegiados de diversos sectores. Los grupos de élite más prominentes son los políticos, militares, intelectuales, empresarios y clérigos. Estas cinco clases de líderes son los que controlan la gran mayoría de las decisiones en nuestro país.

Robert Scout especialista en política de México afirma que los gobiernos están formados por una élite del poder formada por el entrelazamiento de lideres políticos, económicos y de estatus, cuyos intereses convergen lo suficiente como para asegurar un grado considerable de cooperación (Scout en Ai Camp, 2006: 17). En la Figura 1 observamos una gráfica en donde se presenta la conformación actual de la élite, con los cinco miembros que anteriormente mencionamos, en nuestro país.

Redes, Definición y Formación.

La perpetuación de la hegemonía ejercida por élites está fundamentada en una serie de redes tejidas con el fin de crear un organismo que provea de los medios necesarios para ejercer un liderazgo moral, intelectual y político.

Una red es el conjunto de “instituciones culturales (escuelas, iglesia, partidos, asociaciones, etc.) que manipulan a las masas explotadas a través de un conjunto de ideologías transmitidas por los intelectuales, generando una subordinación pasiva” (Ai Camp, 2006: 153). Este todo orgánico y relacional basado en las instituciones constituye un fundamento orgánico que unifica en torno a ciertos principios articulatorios un bloque histórico y las prácticas productoras de subjetividades en el proceso de transformación social (Giacaglia, 2002: 153). Estas redes se forman a través de la unificación de varias instituciones, formadas con el fin de inculcar una determinada concepción del mundo, y así lograr la transformación de la sociedad, modificando la ideología de la misma.

La constitución de estas redes depende de la medida en que se necesite ejercer el poder, empezando obviamente por los sectores educativos y de ahí partiendo hacia otros sectores con capacidad para expandir la ideología que permite la permanencia de las élites en esa posición. Entonces, estas redes, deben de adoptar una postura que les permita ejercer su dominio sobre la sociedad. Para esto se valen de una ideología y una serie de valores, que aunque inculcados de manera doctrinaria no necesariamente son inmutables; esto es, que la ideología divulgada por las redes no es necesariamente fija, ya que, el objetivo de las redes no es la enseñanza de un sistema de valores o una ideología, sino la perpetuación de la hegemonía, por lo que las redes tienen un carácter pragmático que les permite adaptar su credo creando un bloque histórico (Giacaglia, 2002:153). Es decir, que a través de las instituciones y las redes de poder, las élites logran distribuir un credo, creando una ideología generalizada en la sociedad que justifica la permanencia de las élites en el poder. A esto se le conoce como bloque histórico.

Existen dos tipos de redes formadas entre las élites políticas en México. La red de tipo informal, que es aquella en la que se incluyen miembros tales como la familia y parientes cercanos, y las redes formales están conformadas por sociedades tales como organizaciones e instituciones las cuales integran una estructura sobre la que se maneja el ya comentado bloque histórico. Más de dos terceras partes de las redes en nuestro país son provenientes de una red formal como lo son las instituciones educativas. Pero en las tres últimas décadas del siglo XX, ese proceso se aceleró y se profundizó. La homologación de la enseñanza de la economía en México con las de las principales universidades norteamericanas descrita por Glade (2004) responde a la dinámica de no sólo formar cuadros técnicos sino a generar una visión de la economía que responda a los intereses de la élite política para perpetuarse en el poder. Abandona la concepción “nacionalista revolucionaria” y adopta la visión neoliberal para construir un nuevo bloque histórico sobre nuevas bases (Ai Camp, 2006: 50). En la Figura 2 se muestra la gráfica que presenta en forma de porcentaje la estructura de las redes en México.

Como un ejemplo prominente en la historia de las redes entre élites políticas, describiremos la red de poder de un político destacado en la etapa posrevolucionaria. Durante la etapa del México posmoderno, se encuentra en el ex presidente de la república Miguel de la Madrid, cuya amistad con la décima parte de las élites políticas se debía a nexos establecidos por la escuela. José López Portillo, presidente que le antecedió, fue su profesor en la UNAM. Después Miguel de la Madrid fue profesor de su sucesor político Carlos Salinas de Gortari. Otro claro ejemplo de la actualidad es el de la élite política en la Secretaria de Hacienda y Crédito Público (Ai camp, 2006: 125). Observando sus antecedentes podemos deducir que todos tienen una preparación universitaria similar y aproximadamente en los mismos años, lo que explica como la mayor contribución de relaciones políticas se hace en la universidad y resalta la importancia de las instituciones educativas como principales distribuidoras de la ideología que la élite pretenda predicar. En el apéndice A se ejemplifica esta situación.

Podemos observar que todos los funcionarios cuentan con doctorado en universidades estadounidenses con fuerte prestigio internacional y con licenciatura en una de las universidades más reconocidas en México, siguiendo el criterio impuesto por la élite en el poder, el Instituto Tecnológico Autónomo de México, fundado por empresarios con apoyo de parte de la burocracia del Banco de México y la Secretaría de Hacienda, y que se ha constituido en el principal centro de estudios de economía de la élite tecnócrata actual.

Esta institución, “desde sus inicios, se propuso formar profesionistas capaces de impulsar y generar, en los ámbitos económico, técnico y administrativo, un nuevo modelo de desarrollo para México. La Escuela de Economía, carrera pionera de nuestro instituto, fue el motor que lograría tal propósito”. (http://www.itam.mx/es/acerca/historia /historia.php). El adjetivo nuevo no es casual, responde a la necesidad de los empresarios de formar economistas en una visión distinta a la de las universidades públicas. El ITAM fue fundado en 1946 por un grupo de empresarios y académicos, incluyendo a varios integrantes de la élite del poder con el fin de preparar a los jóvenes que en treinta o cuarenta años iniciaran la transformación de un país estatista a un país de capitalismo liberal” (Ai Camp, 2006: 163-164).

De esta forma queremos dejar de forma clara la constante influencia que ejercen las redes formales, en este caso en particular, las instituciones educativas en el desempeño y la conformación de las élites y del país.

Evolución de las élites políticas. Transformación del bloque histórico.

La educación en México ha cambiado mucho durante los últimos 60 años. En la UNAM había dos principales fuentes de donde surgían los políticos que serían miembros de la élite en el México posrevolucionario. De la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México egresaba al 80% de los miembros de la élite política proveniente de esta universidad, mientras que la Facultad de Ciencias Políticas graduaba al 20% restante. Otro elemento clave de la educación son los mentores o profesores. En el campo de la educación pública encontramos a Mario de la Cueva, mentor de muchos de los miembros de la élite política mexicana, por ejemplo instruyó a Jesús Reyes Heroles en Teoría del Estado y a Miguel de la Madrid en Derecho Constitucional (Ai Camp, 2006: 155).

Una de las razones por las cuales se dio el cambio de ideología política y económica fue la transformación educativa que se llevó acabo en la década de los setenta. De ser preferida la educación pública sobre la privada, la tendencia se inclino a una enseñanza privada y las élites comenzaron a enviar a sus miembros al extranjero para estudiar postgrados. En el sector privado encontramos instituciones que manejaban ideas y programas educativos completamente opuestos a los del sector público, influenciadas por las doctrinas extranjeras. El ITESM fue considerado un férreo defensor de Laissez-faire, e incluso algunos expertos lo llamaron el MIT de México. Otra de las más importantes instituciones que protagonizaron la evolución educativa fue el ITAM, fundado con el objetivo de preparar jóvenes que iniciarían la transformación de un país estatista en uno tecnócrata. Otro de los principales responsables de la evolución económica de nuestra historia y patrocinador de estas grandes universidades neoliberales, fue el Banco de México, el cual reclutaba egresados de estas universidades para puestos importantes en el mismo o en otras instituciones, como en alguna de las secretarías de estado. Por ejemplo de 1986-1988 Gustavo Petricioli y Pedro Aspe de 1988-1994 con doctorado en el MIT, accedieron a puestos en el Estado, como en secretarías, este último también fue director de economía en el ITAM. Otro ejemplo de tecnócrata en la élite política es Guillermo Ortiz ex secretario de Hacienda y hoy presidente del Banco de México con Doctorado en la Universidad de Stanford (Banco de México, 2007: Director del Banco de México).

Las élites en el México posmoderno, como hemos planteado anteriormente a través de ejemplos, muestran una tendencia a estudiar en el extranjero adoptando una perspectiva tecnócrata y neoliberal. En la Figura 3 se presenta una gráfica en donde se puede observar esta tendencia (Ai Camp, 2006:183). Esa gráfica nos deja claro que gran parte de los líderes políticos actuales han sido expuestos a influencias culturales extranjeras. Cabe destacar que aproximadamente uno de cada tres integrantes de la élite política actual ha estudiado en Estados Unidos, lo que se traduce en una influencia del país vecino ejercida a través de la educación de esta minoría gobernante.

En esta sección del trabajo trataremos de identificar todos los rasgos evolutivos de la élite política mexicana, basándonos en el material fáctico y principalmente en el análisis de la perpetuación del poder de los políticos durante el avance de los diferentes sexenios en México. Analizaremos primero uno de los sexenios posrevolucionarios y observaremos la reproducción de las élites en el gabinete de Gustavo Díaz Ordaz durante el sexenio de 1964 a 1970. Este sexenio es de suma importancia en la época llamada “el milagro mexicano”. Por otra parte, durante la etapa posmoderna tenemos un sexenio que forma parte de la transformada élite tecnócrata. Una élite totalmente reproducida y adaptada al bloque histórico-situacional de los años ochenta, estamos hablando del sexenio de Carlos Salinas de Gortari de 1988 a 1994. Un gobierno de gran importancia durante la transición al modelo neoliberal.

Durante el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) es importante recordar que la figura presidencial era la cabeza del Estado y parte fundamental de la élite. Esta misma figura manejaba las redes de poder a su conveniencia. Dicho esto, presentamos a dos integrantes de esta red posrevolucionaria. El primero es el Licenciado en Derecho así como Economía y Filosofía Antonio Ortiz Mena (ver Apéndice B). Otro personaje de gran relevancia dentro de esta misma red es el Licenciado Hugo B. Margáin, ver (Apéndice C) quién durante el sexenio en cuestión fungió como Embajador de México en Estados Unidos. Es de gran relevancia, por su influencia en el futuro desempeño de los integrantes de la élite quienes comenzaron a estudiar en el extranjero. Cabe destacar su paso a la Secretaria de Hacienda y Crédito Público en el sexenio siguiente (Ai Camp, 1992: 352).

Para evidenciar la transformación en la ideología de las élites políticas nos remitimos a un sexenio clave, ya antes mencionado, en la reproducción de políticos de corte neoliberal, es decir el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994).

Un personaje clave de la élite tecnócrata es el Doctor en Economía Pedro Carlos Aspe Armella. Principal representante del proyecto económico puesto en marcha durante este sexenio durante el cual se desempeñó como Secretario de Hacienda y Crédito Público. Al regresar del extranjero Aspe cambió la manera en que se trabajaba en México debido a que se influenció de la ideología del Consenso de Washington (ver Apéndice D).

Es de gran importancia este consenso, pues sirve de estructura al credo que utiliza la élite política neoliberal. Esta base le da fuerza y sentido a la ideología que impregnó a la nueva política (Alder-Lomnitz Larissa, Mendieta Gil Jorge, 2001:1). En resumen, Pedro Aspe era un economista de corte tecnócrata, que daba a la economía el matiz neoliberal y moderno que las élites políticas en el poder buscaban.

Otro personaje que indudablemente fue de suma importancia durante las ultimas dos décadas de hegemonía priista fue el Dr. Ernesto Zedillo Ponce de León. (Ver Apéndice E). En él observamos el corte tecnócrata con tendencia neoliberal que integra la red de poder, en donde se responde al objetivo de la élite política. No es coincidencia que ambos integrantes del gabinete económico muestren esta tendencia.

En la historia de las élites políticas del siglo pasado se identifican dos etapas importantes. La primera, corresponde al bloque histórico conocido como nacionalismo revolucionario, ideología que permitió a la élite política mexicana formada en la UNAM, con predominio de abogados, consolidar un bloque histórico en una economía en proceso de industrialización con una participación del Estado considerable. Esta élite, también conocida como posrevolucionaria, perteneció a sexenios como los de Miguel Alemán, Gustavo Díaz Ordaz y Luís Echeverría. Estos sexenios se caracterizaron por adoptar políticas sociales y formar redes clientelares (Ward, 1998:96). A partir de la distribución de ideas de tono socialista y la distribución de un credo que promovía la sustitución de importaciones, se logró consolidar este bloque histórico. Es importante mencionar que a través del corporativismo que se manejaba, se lograba mantener la hegemonía en el poder. Así, el país logró una relativa estabilidad política y social, permitiendo la industrialización de la nación y el logro del llamado “milagro mexicano” alcanzando un crecimiento económico anual de 6%. Esto justificó la existencia y la perpetuación de las élites. Al llegar la crisis de la deuda externa en la década de los setenta, puso en duda el credo distribuido por las élites, poniendo en tela de juicio el bloque histórico y finalmente detonando la transformación de la ideología de “libre mercado” promovida por las élites (Ward, 1998:96).

La élite gobernante vio cuestionado su credo y tuvo que reaccionar ante esto. Luis Echeverría comenzó a promover el cambio de modelo económico, durante su sexenio a través de becas del CONACYT, Banco de México, empresas e instituciones privadas. Envió a políticos miembros de la élite a estudiar postgrados al extranjero para recibir una formación tecnócrata de corte neoliberal. A su regreso, estos políticos, la élite readaptada, formada por profesionistas con una preparación tecnócrata globalizada, les esperaban puestos políticos, sociales y empresariales de gran importancia. Esto llevó a una transformación del régimen político, social y económico. El país comenzó su transición a la democracia y comenzó un periodo de cambio de modelo económico a la apertura comercial y el libre mercado.

Este libre mercado es la ideología que permitió a la élite política mexicana formada en universidades privadas, destacadamente el ITAM y el ITESM con postgrados en universidades de Estados Unidos, con predominio de economistas, consolidar un bloque histórico en una economía en proceso de apertura comercial con un repliegue del Estado en su participación de la economía. El credo nacionalista revolucionario con un sistema de partido de Estado del periodo anterior, pasó a constituir una ideología neoliberal democrática. Al detonar la crisis de la deuda externa, la élite vio amenazada su posición hegemónica, por lo tanto los dos partidos que en ese momento disputaban el poder, el Partido Revolucionario Institucional y el Partido Acción Nacional, tuvieron que adaptarse al cambio histórico-situacional transformando su diálogo y principalmente la educación de sus miembros. Esto tuvo como consecuencia un costo político para el partido de estado (PRI), una división interior del mismo que mostraba descontento con la nueva corriente tecnócrata y el nuevo modelo económico) y como consecuencia, una suma de poder al partido de oposición, es decir el Partido Acción Nacional (PAN). El credo divulgado se tornó obsoleto, el modelo económico había fracasado y la economía mexicana se estaba desmoronando. Las élites tuvieron que reaccionar ante esto formando un grupo de economistas entrenados en el extranjero que ha llegado a constituir una pequeña, pero poderosa red, que introdujo las nuevas políticas “modernas” de la globalización (Alder-Lomnitz, Mendieta, 2001:3). El país sufrió cambios en los ámbitos políticos y económicos, se adoptó un modelo económico de tono neoliberal buscando la apertura comercial, se privatizó la banca, se vendieron las empresas paraestatales, y se adoptaron políticas monetarias restrictivas buscando la estabilidad macroeconómica (Centeno, 1994: 40).

Transformación del Discurso Político.

Para consolidar el bloque histórico en el México posrevolucionario, el PRI a través de su fuerte maquinaria estatista adoptó un sistema benefactor discriminatorio que le permitió perpetuar su poder a través del intercambio de beneficios por votos. El gasto público en beneficio de la sociedad, era la bandera insignia del partido, que buscando mantener la hegemonía, endeudó el país hasta llegar a cifras estratosféricas.

Los discursos políticos fueron parte prioritaria para formar la ideología popular, ya que este es el medio más importante mediante el cual constituyen las élites un bloque histórico. En el México posrevolucionario el discurso se centró en exacerbar el nacionalismo y elogiar la intervención del Estado. Para ejemplificar la transformación del discurso y la adaptación de la élite nos centraremos en cuatro sexenios representativos.

Durante la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz el país vivió un periodo de auge político y económico. El PIB creció en un 6.4% en el año de 1967. La expansión del ingreso era considerada consecuencia de la contribución significativa a la inversión pública, concepción meramente keynesiana. En el Cuarto Informe de Gobierno, se hizo énfasis en las políticas proteccionistas que se realizaban; “El número total de beneficiarios de los distintos programas del Sistema [del Banco Nacional Agropecuario-Fondo de Garantía para la Agricultura] es en la actualidad de más de 91 000 campesinos” (Cámara de Diputados, 1985: pp.44). Además se mencionaba el control y la influencia del estado en el mercado que, mediante el control de los precios, corroboraba su posición proteccionista; “Proporcionar trabajo a los campesinos y precios remunerativos a sus productos, son condiciones indispensables para realizar la justicia social a favor de la población agraria” (Cámara de Diputados, 1985: pp.45). El ya instituido clientelismo popular estaba en su auge.

Al iniciar el sexenio de Luis Echeverría, el bloque histórico se debilitó severamente por las condiciones sociales y económicas que sacudían al país en ese momento. La deuda externa se incrementó hasta los 56,439,000,000 dólares y la búsqueda de la democracia era cada vez más rigurosa. El discurso político entró en su primera transformación que encauzó a las élites hacia la tecnocracia. Se aceptó que el régimen fiscal anterior era inadecuado y que el gasto público era excesivo; La iniciación del sexenio antes mencionado coincidía con la necesidad de modificar, en diversos aspectos, la orientación de una política financiera que mantuvo durante un decenio una alta tasa de crecimiento, pero acudiendo para ello, a un elevado financiamiento externo en virtud de los bajos niveles de la recaudación fiscal (Cámara de Diputados, 1985: 232). Crítica directa a las políticas keynesianas adoptadas en el modelo de sustitución de importaciones. La élite política estaba transformando su ideología, del nacionalismo económico y social, las élites pasaron al pensamiento tecnócrata iniciando un programa de reformulación política y económica donde se buscaría la apertura comercial y la globalización económica, política y social; “Se desplegó una apertura a la relación económica con todas las naciones y con todos los grupos regionales. Lejos de refugiarnos en el aislamiento, nuestro país ofrece garantías y libertades para el flujo mercantil y financiero” (Cámara de Disputados 1985: 431). Este cambio en la forma de ejercer política y de manejar la economía no fue completamente explícito. Ciertas contradicciones fueron comunes en el discurso político; “Le corresponde al Estado Mexicano la grave responsabilidad de conducir la vida económica del país” (Cámara de Disputados 1985: 432). Esta cita evidencia la lenta y progresiva readaptación de la ideología de las élites, y con esto, la reconstitución del bloque histórico.

Con José López Portillo el cambió fue aún más evidente. El sistema político estaba adoptando una posición claramente global donde las acciones, políticas, y económicas de otras naciones afectaban a nuestro país; “Si no comprendemos la específica realidad económica que nos rodea, no podemos entendernos y menos evaluarnos. La comparación es indispensable para fortalecer nuestra capacidad de éxito” (Cámara de Diputados, 1985: 686). Además ya era explícita la orientación tecnócrata de nuestra economía; el monetarismo empezó a protagonizar las políticas económicas de nuestro país: “El sistema financiero apoya y orienta la actividad económica y concurre al control de la inflación, conforme a las disposiciones del Plan Global de Desarrollo” (Cámara de Diputados, 1985: 689).

El cambio fue completamente consolidado con la presidencia de Miguel de la Madrid. Las políticas económicas ya eran completamente de tono neoliberal y se impulsaba el desarrollo que le permitiera al país integrarse a los bloques globales de competencia; “El programa inmediato de reordenación económica constituye la respuesta para enfrentar la crisis y crear las condiciones mínimas para el funcionamiento normal de la economía. Las acciones que en él se han precisado están dirigidas a combatir la inflación y la inestabilidad cambiaria”, “El arreglo de la deuda externa... [es] indispensable para restablecer relaciones comerciales, turísticas, tecnológicas y en general, los vínculos económicos con el exterior”. Para este momento, la transformación se había completado. (Cámara de Diputados, 1985: 690).

Influencia de las élites en el mercado.

En la etapa posrevolucionaria se manejaba un modelo económico conocido como el modelo de Sustitución de Importaciones. Este comprendió del año 1940 hasta el año 1982, los sexenios desde Manuel Ávila Camacho hasta José López Portillo. La intención de este modelo era lograr la sustitución de las importaciones para empezar a importar bienes de capital y bienes industriales intermedios que permitirían a México la fabricación de los bienes de consumo final que el país requería. La economía se estructuró sobre la base de participación privada y gubernamental pero el Estado, era responsable del fomento de las actividades económicas y del desarrollo. A esta forma de manejar la economía se le llamó economía mixta, estatista o proteccionista (Gracida 2004).

Este modelo mantuvo a México en un crecimiento sostenido de la economía que promedió un 6% anual y un nivel de vida alto que facilitaba la creación del bloque histórico con el que la élite logró mantener la hegemonía en el poder (Calva 2000: 21-22).

Sin embargo, el costo económico de mantener la hegemonía a través del bloque histórico creado bajo la máscara conocida como el “milagro mexicano”, era un déficit público elevado y una deuda tanto interna como externa incontrolables, que llevaron a una crisis económica que detonó en una inconformidad, con el bloque histórico creado (Gracida, 2004). Además es importante mencionar que a partir de los años setenta la crisis económica que se venía gestando desde años anteriores detonó con la crisis agrícola y con la caída de los precios del petróleo.

El bloque histórico durante la sustitución de importaciones, era fácilmente cubierto por un positivismo empírico que dominaba a la mayoría gobernada. Cabe destacar, cómo la comodidad de la clase media, que no ofrecía resistencia alguna a las decisiones de Estado, y la manipulación de las masas a través de la figura presidencial y del partido de estado, fueron situaciones determinantes para lograr la perpetuación de las élites en el poder. El ejecutivo y el Partido Revolucionario Institucional, con su característico clientelismo y sus redes corporativas quienes fungían como pilares de este régimen presidencialista, lograron así mantener la hegemonía.

El problema estalló cuando México se estancó en la importación de bienes de capital y bienes industriales intermedios, dejando inconcluso el objetivo del modelo y dejando una infraestructura débil y una dependencia tecnológica alarmante. Entre otros, el diagnóstico que el pensamiento neoclásico hizo sobre el papel del Estado destacaba el gigantismo del aparato estatal que, al tratar de responder a las demandas sin mesura de los grupos sociales mayoritarios, no sólo absorbieron porciones crecientes de recursos financieros que de otra forma se hubieran dedicado a la acumulación, sino que incurrieron en un déficit desmedido y, en consecuencia inflacionario (Cordera y Tello, 1981: 80).

Este modelo llegó a su decadencia cuando la élite política previó la crisis económica que se estaba gestando en el país. Era claro que el bloque histórico no podría ser sostenido sin la estructura corporativa del partido de Estado y sin una clase media cómoda y sumisa, debido a la falta de recursos económicos que pudieran mantener tales condiciones, pues el país estaba en quiebra.

Esta situación de crisis, en donde la mayoría gobernada dejó de aceptar el bloque histórico planteado por la élite en poder, obligó a esta minoría gobernante a replantear una ideología capaz de acoplarse a la realidad histórica en la que el país se encontraba. El objetivo era mantener una estabilidad que permitiera a la élite mantener la hegemonía en el poder a través de la asimilación de un nuevo bloque histórico.

Rolando Cordera y Carlos Tello en un texto revelador, dado que fue escrito en las postrimerías del sexenio de José López Portillo, mencionan que “…la definición del perfil de México en el futuro corresponde, en buena medida a la proyección conceptual de las opciones que en la actualidad le han presentado al país los empresarios…, y los sindicatos obreros, …” (1981: 78). La siguiente cita deja en claro la dialéctica que se discutía en esta etapa: “Remodelación económica neoliberal o afirmación -y revisión- nacionalista, parecen ser hoy las líneas extremas dentro de las cuales habrá de transitar el desarrollo del país en los años por venir” (Cordera y Tello, 1981: 78).

En contraste con lo que ocurría en el pasado, en donde se celebraba la intervención del estado, los reclamos de una menor presencia estatal coincidían con los vientos que recorrían el mundo. El paradigma keynesiano y la política económica que considera al Estado y a sus instituciones como inductores del crecimiento, poco a poco iban siendo objeto de la condena y sustituidos por la teoría neoliberal y la reivindicación del predominio irrestricto del mercado, como nuevos ejes de la organización económica”(Gracida, 2004: 79).

El modelo de apertura comercial fue planteado por la élite tecnócrata como la panacea del crecimiento económico en México. El credo de esta élite se fundamenta en el libre mercado y en la apertura comercial. El papel del Estado debe reducirse al mínimo y el motor de la economía es representado por la élite empresarial (sector privado). Esto quiere decir que el papel del Estado se centra en propiciar las condiciones adecuadas para que el mercado fuera controlado por privados utilizando la inversión extranjera directa como herramienta vital del crecimiento planteado.


Como lo plantea Chris Tilly, la adopción, en el decenio de los ochenta, de un nuevo modelo de crecimiento y desarrollo económico orientado a la exportación, significó profundos cambios en México. Entre otros, los nuevos lineamientos de política económica situaron la inversión extranjera directa (IED) como uno de los ejes fundamentales de esta nueva estrategia” (Álvarez y Tilly, 2006: 945) .

La forma en la que el país se desenvolvía cambió radicalmente. Calva menciona como los programas neoliberales de cambio estructura, ajuste y estabilización económica, apegados a las recetas preconizadas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial (sintetizadas en el Consenso de Washington) y aplicados con singular perseverancia desde 1983 hasta el presente, significaron un viraje radical en la estrategia económica sobre la cual se había fincado el desarrollo mexicano durante los cincuenta años previos (Calva, 2000: 21). Este cambio se concretó con el paso de los sexenios siguientes, quienes se mantuvieron siempre fieles a la nueva ideología planteada por las élites en el poder.

La nueva ideología de la élite política, fundamentada en el libre mercado, toma como un verdadero dogma elementos tales como la autorregulación del mercado y la mano invisible. Un mercado perfectamente competitivo se autorregula a través de las propias fuerzas del mercado; es decir, la oferta y la demanda de cada sector y la oferta y demanda agregada de la economía. Cuando se presentan las fallas de mercado, es decir un mercado imperfecto, la mano invisible se presenta para reducir los efectos de tal imperfección.

En nuestro país, la forma en la que la élite aplicó este modelo, conforme a su interés pragmático por mantener la hegemonía, ha demostrado ser incapaz de solucionar los problemas económicos y sociales de la realidad actual de nuestro país. Es importante mencionar que la élite política aplicó este modelo respondiendo al apoyo que la élite empresarial les manifestó en el momento de decadencia del anterior bloque histórico, a sabiendas de que este apoyo incrementaría el poder de la élite empresarial de forma exponencial.

La crítica a la aplicación de este modelo por parte de las élites en nuestro país, se fundamenta en dos argumentos centrales. La existencia de ineficiencias dentro del propio sistema consideradas como fallas del mercado, y en segundo lugar, la existencia de situaciones indeseables en términos de redistribución (Sánchez y García, 2004: 107).

Las fallas de mercado, dentro del modelo de Apertura Comercial se clasifican en tres rubros importantes. La ineficiencia, la inequidad y la inestabilidad. Dentro de las fallas de mercado por ineficiencia, los monopolios destacan como una de sus principales consecuencias. Las fallas de mercado por inequidad son producidas, entre otras, por la pobreza y finalmente las fallas de mercado por inestabilidad son provocadas por el descontrol de la inflación y la falta de creación de empleos, como ejemplos a destacar. Estas “fallas de mercado” deben ser corregidas para llegar al objetivo planteado por el modelo; es decir, el mercado perfectamente competitivo.

Sin embargo, no es coincidencia que estas imperfecciones se mantengan hoy, a pesar de la incongruencia con el credo que se distribuye y en el que se desenvuelve la realidad histórica actual. Los monopolios como los que mantiene el Estado, destacando la paraestatal Petróleos Mexicanos, y los oligopolios que mantienen los empresarios como Emilio Azcarraga, Salinas Pliego y el Magnate Carlos Slim, están lejos de ser producto de una competencia sana y productiva. En el caso de los dos últimos, utilizando la explotación del migrante mexicano como recurso para este enriquecimiento desmesurado (Lomnitz, 2007) y en el caso de Slim la fructuosa privatización de una empresa paraestatal en el sector telecomunicaciones. Salinas Pliego, a través de las remesas que son enviadas de forma constante a través de la empresa Electra, la cual representa una de las muy pocas opciones legales de flujo de remesas, concentra un derrame económico que representa un alto porcentaje del Producto Interno Bruto del país. Por otro lado Carlos Slim aprovecha su monopolio para la creación de una de las telefonías más caras del mundo, que es la mexicana y para su constante explotación. (Reforma, 12 de Marzo del 2007, Sección Primera Plana). Cabe destacar que la larga distancia que 11 millones de inmigrantes en Estados Unidos utilizan, representa la larga distancia con más flujo en el mundo, y de la cual Slim ha generado altísimas utilidades. El empresario mexicano concentra su dinero en inversiones que le puedan redituar una utilidad extra. Esto es una evidencia más del carácter pragmático de las élites quienes buscan mantener la hegemonía en su posición de poder al costo necesario.

Además cabe destacar que Alberto Bailléres, Presidente de la Junta de Gobierno del ITAM, es el segundo mexicano más rico, siendo dueño de Grupo Bal, que comprende El Palacio de Hierro, Peñoles, GNP Seguros, entre otras empresas (Mata, 2007). Coincidencia o no, son ejemplos de la red entre las élites de poder pues es de llamar la atención que Pedro Aspe en su discurso laudatorio sobre el nombramiento de Profesor Emérito del ITAM le haya celebrado a Gil Díaz sin empacho “la reducción de las tasas marginales impositivas del Impuesto Sobre la Renta para personas Físicas que llegaban a la horrenda cifra de 60.5% y la llevó al 35% y en empresas el horror del 42% al 34%” (Aspe, 1999: 7) mostrando así la tendencia mencionada durante el trabajo de favorecer los intereses propios y de las élites en particular.

Posterior a los ejemplos actuales que se viven en el país es de resaltar el mercado oligopolio que se pretende idealizar, con el argumento invalido de la competencia para el bienestar social. Álvarez y Tilly (2006) demostraron que la competencia es imperfecta al analizar el sector de las tiendas de autoservicios. Encontraron que las cuatro grandes cadenas de autoservicio venden el 50% de los productos de la canasta básica al precio máximo. Lo anterior deja claro que en su afán por maximizar utilidades llegan a un acuerdo tácito que contradice el postulado neoliberal sobre la competencia.( Álvarez y Tilly, 2006).

El caso reciente del alza en los precios del maíz, presenta dos ejemplos de la mala aplicación del libre mercado. El primer ejemplo, es la forma en la que la élite empresarial controla las supuestas fuerzas autorreguladoras del mercado. Tanto la demanda como la oferta son manejadas a conveniencia de las élites según sus intereses. En el periódico el Semanario, en un reporte acerca de esta polémica, pone en evidencia la omisión por parte del actual secretario de economía, Eduardo Sojo, quien a pesar de haber sido prevenido en un encuentro del 22 de diciembre con el Consejo Promotor y Regulador de la Cadena Maíz-Tortilla (protortilla) sobre la crisis que se venía gestando debido a la escasez del producto, prefirió permanecer como un simple espectador. (El semanario del 25 al 31 de Enero, 2007, Sección Portada). Nombres como Roberto González Barrera, presidente de Gruma y la filial de la Estadounidense Cargill sobresalen en esta problemática. Y como no han de hacerlo si las comercializadoras ADM y Cargill y las harineras Minsa y Maseca controlaron el 85% de la cosecha del año pasado. (El semanario del 25 al 31 de Enero, 2007, Sección Portada). Si es coincidencia que las bodegas de maíz se mantuvieron cerradas hasta que el precio de éste incrementó de forma alarmante, o no, no debe justificar el oligopolio que mantienen esas compañías en el mercado, ni la influencia que ejercen en las fuerzas del mercado.

Analizando el segundo ejemplo que muestra el caso del alza reciente en los precios del maíz, observamos que México es el importador numero uno de maíz de Estados Unidos. Observando la forma en que Estados Unidos produce y comercia el maíz, va totalmente en contra de las reglas impuestas por la élite tecnócrata y por ellos mismos, fundamentadas en el supuesto libre mercado; esto quiere decir cero subsidios para que la competencia se de en igualdad de condiciones. Por consiguiente el maíz subsidiado proveniente de Estados Unidos, quien vende el maíz a un precio 20% menor que el de su costo de producción, es de menor precio que el mexicano anulando la competencia en lo que se conoce como la explotación por despojo; esto es la negación del mercado en la producción y comercialización del maíz. A través de sus subsidios desplaza a otros productores inhibiendo la supuesta perfecta competencia y descalificando así al libre mercado (Rubio, 2005). Esta es principalmente la crítica al supuesto credo de libre mercado profesado por la élite tecnócrata norteamericana a todo el mundo, en el XXVIII coloquio de antropología e historia (Rubio,2005).

Estos claros ejemplos de deformación en el mercado contraponen totalmente las tesis de personajes neoliberales como Manuel Sánchez González (clásico autor de literatura tecnócrata), este personaje de la élite menciona en su libro Economía Mexicana para Desencantados que “las reformas de mercado en México cuando se han implantado adecuadamente han brindado beneficios enormes a la economía y a la población. El caso más destacado es la apertura al exterior culminada en el TLC de América del norte que ha representado un motor de crecimiento económico y creación de empleos. Estas medidas han redundado en mayores opciones para todos los consumidores, mejor calidad de los productos y menores precios” (Sánchez, 2006: 42). Lo cual con los ejemplos citados anteriormente demuestra que el TLC en el caso de la importación de maíz no ha sido positivo, al igual que los precios al consumidor en las tiendas de autoservicio después de la entrada de Wal-Mart a México.

Finalmente, contrario a lo que el credo planteado por la élite en control indica, el libre mercado ha fallado en ser el redentor de la pobreza en los países que la presentan. Las diferencias en nuestro país en el ingreso, lejos de acortar el enorme trecho que existe, han aumentado y mantienen este paso que pretende acabar con una mal concebida clase media. En el Apéndice F se muestra una tabla en donde se ejemplifica, por medio de porcentajes, la diferencia entre clases que vive en la actualidad de nuestro país.

Esta serie de situaciones deja en tela de juicio si la forma en la que la élite aplicó el nuevo modelo, conjunto al libre mercado, pretende acabar con la serie de problemas económicos y sociales de la actualidad mexicana o más bien, como los hechos dejan en evidencia, se muestra la tendencia pragmática de las élites que buscan esconder bajo la nueva máscara de un mundo globalizado con economías modernas de libre mercado y el escudo de la responsabilidad macroeconómica, su intención de reproducirse y de crear un nuevo bloque histórico que les permita finalmente mantener la hegemonía en el poder, su fin máximo y su objetivo principal.

Conclusión

Partiendo de la idea de que en toda sociedad existen minorías gobernantes que concentran una gran cantidad de poder; hemos analizado la formación, la hegemonía y la reproducción de las élites mexicanas posrevolucionarias y posmodernas.

A través de redes sociales las élites logran consolidar una posición hegemónica; objetivo final de la existencia de estos grupos. Resaltando dentro de éstas a las instituciones educativas aunadas a la formación profesional que se imparten en estos organismos educativos. Mediante éstas se distribuye la ideología que les permite a las élites constituir un bloque histórico logrando un liderazgo político, moral e intelectual para así controlar la voluntad colectiva según los intereses de los grupos de élite.

Estas élites, aunque han cambiado a través del tiempo, siguen ejerciendo control político y económico sobre la sociedad mexicana demostrando el carácter pragmático de estos grupos. El elitismo democrático ha reducido la movilidad política y la capacidad de una verdadera alternancia.

La hegemonía que han mantenido las élites solo ha sido posible a través de la transformación de su discurso para la reconstitución de un bloque histórico; la ideología y la etología manejadas por las élites son credos que tienden a cambiar para permitir la perpetuación de estos grupos, como ya lo hemos evidenciado.

Durante la etapa de la sustitución de importaciones, la élite, proveniente principalmente de instituciones públicas, logró conservar el bloque histórico mediante la conservación de un supuesto “milagro mexicano” que detrás de un crecimiento sostenido de 6%, escondía un déficit público y una deuda externa incontrolables. Aunado a lo anterior, la clase media cómoda, pragmática e indiferente se mantuvo sumisa hasta que la crisis económica detonó en una crisis social.

Finalmente, posterior a esta etapa, durante la apertura comercial se pretende crear un nuevo bloque histórico fundamentado en el libre mercado, argumentando a la supuesta competencia en igualdad de condiciones como respuesta a la falta de eficiencia e irresponsabilidad macroeconómica que predominó en el modelo anterior. El argumento anterior busca justificar la alarmante desigualdad en la distribución del ingreso que beneficia a los intereses de las élites en el poder y su búsqueda por la hegemonía. Así mismo justifica la notable influencia que ejercen estas élites en las fuerzas del mercado que contradicen la supuesta competencia perfecta y la mano invisible a la que se refiere el modelo planteado por la élite tecnócrata.

Esta élite es caracterizada por una educación técnica globalizada en instituciones privadas de corte neoliberal con una tendencia a estudios de posgrado principalmente en el extranjero.

El cambio de modelo económico y la reconstitución de la clase política, en cuanto a origen y educación, no es resultado de la transformación histórica o del progreso como es presumido por las élites, sino, consecuencia de la búsqueda de la perpetuación de la hegemonía y la reconstitución del bloque histórico, medio principal para la perpetuación de los grupos de élite.

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Apéndices

Apéndice A

Sexenio de Vicente Fox Quezada (2000 - 2006)
Secretaría de Hacienda y Crédito Público

Francisco Gil Díaz

Doctorado en Economía (University of Chicago)
Licenciatura en Economía (ITAM).

Secretaría de Hacienda y Crédito Público
Secretario de Hacienda y Crédito Público

Carlos Hurtado

Doctorado en Economía (University of Chicago)
Licenciatura en Economía (ITAM).
Secretaría de Hacienda y Crédito Público
Subsecretario de Egresos

Alexis Milo

Doctorado en Economía (Yale University)
Licenciatura en Economía (ITAM).
Secretaría de Hacienda y Crédito Público
Director de Política Fiscal

Enrique Barraza

Doctorado en Economía (University of Chicago)

Profesor de Economía ( ITAM)

Secretaría de Hacienda y Crédito Público

Asesor personal del secretario

(Secretaría de Hacienda y Crédito Público, http: //www.shcp.gob.mx, 2007: Organigrama)

Sexenio de Felipe Calderón Hinojosa (2006 - Primer trimestre del 2007)
Secretaría de Hacienda y Crédito Público

Agustín G. Carstens

Carstens

Doctorado en Economía (University of Chicago)

Licenciatura en Economía (ITAM)

Secretaría de Hacienda y Crédito Público
Secretario de Hacienda y Crédito Público

Ernesto J. Cordero Arroyo

Maestro de Economía (Universidad de Pennsylvania)

Profesor de Economía (ITAM)

Secretaría de Hacienda y Crédito Público

Subsecretario de Egresos

Alejandro Werner Wainfeld

Doctorado en Economía (MIT)

Licenciado en Economía (ITAM)

Secretaría de Hacienda y Crédito Público

Subsecretario de Hacienda y Crédito Público

Fernando Sánchez Ugarte

Doctor en Economía (University of Chicago)

Licenciatura en Economía (ITAM)

Secretaría de Hacienda y Crédito Público

Subsecretario de Ingresos

(Secretaría de Hacienda y Crédito Público http: //www.shcp.gob.mx, 2007: Organigrama)

Apéndice B

Breve biografía del Licenciado Antonio Ortiz Mena

Licenciado en Derecho así como Economía y Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México, fungió como Secretario de Hacienda durante el sexenio de Adolfo López Mateos y durante el mandato de Gustavo Díaz Ordaz. (Ai Camp, 1992: 429)

Uno de los burócratas más destacados en los años del desarrollismo fue sin duda Antonio Ortiz Mena. Después de haber dejado la Secretaría de Hacienda se fue de director al Banco Interamericano de Desarrollo donde permaneció en ese cargo entre 1971 a 1985. A su regreso a México en 1988 fue designado por el presidente Salinas como director del Banco Nacional de México hasta que se privatizó en septiembre de 1991 esta última designación es un reconocimiento de la élite neoliberal a uno de los economistas centrales de la época del desarrollo estabilizador que veía con recelo el protagonismo del Estado en la economía. (Ortiz, 2000: 7)

 

Apéndice C

Breve biografía Hugo B. Margáin

Licenciado en Derecho y Mentor de esta misma materia en el área constitucional en la UNAM, Hugo B. Margáin, quien durante el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz fungió como Embajador de México en Estados Unidos. Es de gran relevancia por su influencia en el futuro desempeño de los integrantes de la élite quienes comenzaron a estudiar en el extranjero. Cabe destacar su paso a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público en el sexenio siguiente de Luis Echeverría. (Ai Camp, 1992: 352)

Apéndice D

Definición del Consenso de Washington

Definido por John Williamson como el sistema de diez acuerdos básicos. Dentro de estos diez acuerdos sobresalen la liberalización del comercio, liberalización de los mercados financieros, privatización de las empresas públicas, desregulación de las actividades económicas, y liberalización de la inversión extranjera. Además incluye disciplina fiscal, reducción de la inversión y el gasto públicos, reforma fiscal regresiva que reduzca las tasas marginales a los ingresos mayores, ampliando la base de contribuyentes, una política cambiaria que fomente las exportaciones, y un adecuado marco legislativo e institucional para resguardar los derechos de propiedad” (Calva, 2000: 21).

Apéndice E

Breve biografía de Ernesto Zedillo Ponce de León

Economista con doctorado por la universidad de Yale. En la crisis de los años ochenta trabajó en el Banco de México donde obtuvo vasta experiencia en política económica. En el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, fungió como ministro de Programación y Presupuesto en la Secretaría de Hacienda. Considerado uno de sus más grandes logros, antes de la presidencia, es aquel durante su mandato en la Secretaria de Educación en donde descentralizó el sistema educativo nacional, restándole poder al sindicato nacional de maestros que era parte fundamental de la red clientelar de la élite posrevolucionaria. (Universidad de Guadalajara, http://mexico.udg.mx/politica/presidentes.htm, 2001: Ernesto Zedillo)

Apéndice F

Distribución del ingreso en México

HOGARES POR LA COMPOSICIÓN DE LAS PRINCIPALES

FUENTES DE SU INGRESO TOTAL TRIMESTRAL

SEGÚN DECILES DE HOGARES

(Miles de pesos)

DECILES DE HOGARES

HOGARES

INGRESO

I

2 584 508

1.70%

II

2 584 508

2.90%

III

2 584 508

3.40%

IX

2 584 508

4.90%

V

2 584 508

5.90%

VI

2 584 508

7.70%

VII

2 584 508

9.30%

VIII

2 584 508

11.80%

IX

2 584 508

16.30%

X

2 584 508

36.10%

TOTAL

25 845 081

761 130 982

(INEGI, ENIGH, 2004) Elaboración Propia.

Figuras

Figura 1

0x08 graphic

(Ai camp, 2006: 18)

Figura 2

0x08 graphic

Redes del político mexicano. (Ai camp, 2006: 56).

Figura 3

0x08 graphic

(Ai Camp, 2006: 183)

La evolución de la élite política en México

30

0x01 graphic



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