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UN FUTURO FANTÁSTICO


En el pasado, tres avances fundamentales en la comunicación humana consiguieron alterar hasta la śltima faceta de nuestro mundo, de manera enorme y permanente. El primer avance fue el habla, el segundo la escritura y el tercero la imprenta.
Ahora nos encontramos ante un cuarto adelanto en la comunicación, y que resulta tan importante como los primeros tres: el ordenador. Esta cuarta revolución nos permitirá a la mayoría de los seres humanos ser más creativos de cuanto lo hemos sido hasta ahora. Y siempre y cuando no destruyamos el mundo en una guerra nuclear, por sobrepoblación o por contaminación, alcanzaremos un mundo de tecnoniÅ„os, un mundo tan diferente del actual, como éste lo es del mundo de las cavernas. żHasta qué punto serán diferentes las vidas de la próxima generación en relación con las de sus padres y sus abuelos?
La respuesta inmediata consiste en ver el ordenador meramente como otra forma de diversión, una especie de supertelevisión. Puede emplearse para juegos muy complejos, para ponerse en contacto con los amigos, para diversas competiciones tríviales. E incluso así, esas cosas pueden cambiar el mundo. Ante todo, la comunicación por redes de ordenadores puede hacer desaparecer la sensación de la distancia. Puede convertir a todo el Globo en una especie de barrio de vecinos, y esto tendrá consecuencias importantes: el desarrollo del concepto
de Humanidad como una sola sociedad, no como una colección de segmentos sociales inacabable e inevitablemente opuestos entre sí. El mundo desarrollará una lengua franca global, un idioma (sin duda algo muy próximo a lo que hoy ocurre con el inglés) que todo el mundo comprenderá, incluso aquellas personas que conserven sus idiomas propios individuales para un uso local.
Asimismo, dado que la comunicación será tan fácil y, puesto que los mecanismos mecánicos y electrónicos pueden controlarse a distancia (por ejemplo, la telemetría hace posible incluso ahora a los ingenieros el enviar instrucciones a -y recibir obediencia de- mecanismos que navegan más allá de planetas situados a miles de millones de kilómetros de distancia), los ordenadores reducirán la necesidad de emplear un transporte fisico para conseguir o reunir información.
Naturalmente, tampoco existirán prohibiciones para viajar. AÅ›n se podrá ser un turista o visitar a los amigos o a la familia en persona, en vez de por circuito cerrado de televisión. Pero no habrá que pelearse con hordas de personas simplemente para llevar o recibir información, que puede transferirse a través de un ordenador.
Esto significa que los tecnoniÅ„os de maÅ„ana estarán acostumbrados a vivir en un mundo descentralizado, donde se podrán alcanzar una gran variedad de cosas desde sus hogares
donde estén- para hacer todo aquello que se necesite. En cierto sentido, y a la vez, se sentirán por completo aislados y en un contacto total.
Los niÅ„os de la próxima generación -y la sociedad que crearán- verán el impacto más gigantesco de los ordenadores en el área de la educación. Nuestra sociedad se caracteriza por intentar educar a todos los niÅ„os que le es posible. El límite en el nÅ›mero de maestros significa que los estudiantes aprenden en masa. Cada estudiante en un distrito escolar, o estatal o nacional, recibe una educación idéntica al mismo tiempo, en más o menos la misma forma. Pero dado que cada niÅ„o tiene unos intereses individuales y sus propios métodos de aprender, la experiencia de la educación en masa resulta ser poco placentera. El resultado es que la mayoría de los adultos se resiste al proceso de aprender en su vida posescolar; ya han tenido bastante.
El aprender podría ser agradable, incluso algo por completo absorbente y fascinante, si los niÅ„os estudiasen algo que les interesara de una manera específica individualmente, en su propio tiempo y en su propia forma. Un estudio así es por lo general posible a través de las bibliotecas pÅ›blicas, pero la bibioteca es una herramienta muy torpe. Se debe ir allí, los préstamos se limitan a unos pocos volÅ›menes y los libros se deben devolver al cabo de muy poco tiempo.
La solución mas clara consiste en trasladar las bibliotecas al hogar. Al igual que los discos llevan a casa la sala de conciertos y la televisión el cine, el ordenador llevará al hogar la biblioteca pÅ›blica. Los tecnoniÅ„os del maÅ„ana tendrán unas formas rápidas de satisfacer su curiosidad. Sabrán ya desde edad temprana cómo mandar a sus ordenadores para que les proporcionen listas de materiales. A medida que se desvelen sus intereses (y guiados también, es de esperar, por sus maestros en la escuela), aprenderán mas en menos tiempo y encontrarán nuevas vias de circunvalación por donde poder seguir.
La educación poseerá un fuerte componente de automotivación aÅ„adida. La habilidad para seguir una vía personal alentará al tecnoniÅ„o a asociar el aprender con el placer y crecer hasta ser un animado tecnoadulto: presto, curioso y dispuesto a extender el medio ambiente mental durante tanto tiempo como sea posible, hasta que su cerebro quede fisicamente afectado por los achaques de la edad tardía.
Este nuevo enfoque de la educación puede también influir en otra área de la vida: el trabajo. Hasta ahora, la mayoría de los seres humanos han estado trabajando en unos empleos que de una forma clara subutilizaban el cerebro. En las épocas en que el trabajo consistía sobre todo en una dura tarea física, pocos tenían la oportunidad de alzar los ojos hacia las estrellas o dedicarse a la abstracción. Incluso cuando la Revolución industrial empezó a aportar la maquinaria, que llegaría a levantar la carga de los hombros de la Humanidad, tomó su lugar un trabajo sin sentido de «habilidad. Hoy los que están empleados en una cadena de montaje y en unas oficinas aÅ›n siguen realizando unas tareas que requieren pensar poco.
Por primera vez en la Historia, las máquinas hábiles, o robots, serán capaces de realizar esos trabajos que no requieren pensar. Cualquier tarea que sea tan simple y repetitiva que un robot pueda hacerla tan bien como un hombre, e incluso aÅ›n mejor, entonces una persona recuperará la dignidad del cerebro humano. A medida que los tecnoniÅ„os se conviertan en adultos y entren en el mundo del trabajo, tendrán tiempo para ejercer una mayor creatividad, para trabajar en los campos del Teatro, de la Ciencia, de la Literatura, del Gobierno. Y estarán dispuestos para esta clase de trabajo como resultado de la revolución computadorizada en la educación.
Algunos tal vez crean que resulta simplemente imposible esperar que las personas sean creativas en grandes cantidades. Pero ese pensamiento procede de un mundo en que sólo unos cuantos escapan a la destrucción mental de los empleos en los que no se utiliza el cerebro. Ya hemos pasado antes por esto:
Siempre se dio por sentado que la capacidad de saber leer y escribir, por ejemplo, era la prebenda de aquellos pocos que tenían mentes peculiarmente adaptadas para la complicada tarea de leer y escribir. Naturalmente, con el advenimiento de la imprenta y la educación en masa, se demostró que la mayor parte de los seres humanos podían llegar a saber leer y escribir.
żQué significa todo esto? Pues que estamos haciendo frente a un mundo del ocio. Una vez los ordenadores y los robots empiecen a realizar las tareas monótonas y mecánicas, el mundo empezará a avanzar en una extensión mucho mayor que hasta ahora. żEsto tendrá el resultado de que haya más gente tipo «Renacimiento? Sí. Por lo general, el ocio es un pequeÅ„o segmento de la vida que se emplea escasamente por falta de tiempo, o se desperdicia en no hacer nada, en un intento desesperado por alejarse lo máximo posible del odiado mundo del trabajo de todos los días. Con el ocio ocupando la mayor parte del tiempo de cada cual, no existirá la sensación de estar corriendo contra reloj. No habrá una compulsión a dedicarnos a una juerga salvaje que contrarreste la esclavitud del odiado trabajo. La gente mostrara una gran variedad de intereses sin apresuramientos, se convertirán en personas hábiles o conocedores de cierto nÅ›mero de áreas y cultivarán diferentes talentos en momentos distintos. No son sólo conjeturas. Han existido eras en la historia en que la gente ha tenido esclavos -la versión brutalizada y humana del ordenador-, para que realizaran el trabajo por ellos. Otros tenían mecenas que los mantenían. Cuando unas cuantas personas han tenido a su disposición un extenso tiempo libre para poder seguir aquello que les interesaba, el resultado consistió en una explosión de una cultura muy diversificada. La Edad de Oro de Atenas, a fines del Siglo V (A.C.), y el Renacimiento italiano, en los Siglos XIV a XVI, constituyen los ejemplos más famosos.
No sólo habrá gente que tenga libertad para dedicarse a sus aficiones, intereses y sueÅ„os, sino que un gran nÅ›mero de ellos también desearán compartir sus talentos. Muchos de nosotros tenemos un poco de todo esto. Cantamos cuando nos duchamos, tomamos parte en producciones teatrales de aficionados, nos gusta balancearnos en los desfiles. Tengo la convicción de que el siglo XXI verá una sociedad en la que una tercera parte de la población estará comprometida en entretener a las otras dos terceras partes.
Y es muy probable que existan nuevas formas de diversión que no se pueden prever más que vagamente. Es fácil imaginarse la televisión tridimensional. Y el espacio puede convertirse en una nueva área de actividad. Por ejemplo, en una gravedad próxima a cero, la manipulación de pelotas puede dar como resultado formas más complicadas de tenis o de futbol. El ballet o incluso el baile social pueden llegar a ser algo increíblemente asombroso y requerir de una nueva clase de coordinación que sea delicioso de observar, y donde pueda ser más fácil moverse hacia arriba y hacia abajo que hacia delante y hacia atrás, o a la izquierda o a la derecha.
żY qué podemos decir de aquellas personas que elijan no compartir sus inclinaciones e intereses, y en vez de ello se retiren a sus propios mundos? Alguien que esté interesado, por ejemplo, en aprender la historia de los trajes y que sea capaz de explorar las bibliotecas de todo el mundo desde un rincón aislado, y que pueda, simplemente, quedarse allí. Así, pues, żpodemos encontrarnos en una sociedad en la que un nÅ›mero sin precedentes de personas sean unos ermitaÅ„os intelectuales? żCreará eso una raza de introvertidos?
Creo que las oportunidades para esto son escasas. La gente que empieza a interesarse ferozmente por un aspecto del conocimiento o habilidad, es muy probable que estén imbuidos por un celo de misioneros. Querrán compartir sus conocimientos con los demás. Incluso hoy, alguien que tenga un campo de intereses más bien oscuro, resulta de lo más probable que desee explicarlo a todo el mundo, en vez de permanecer sentados silenciosos en un rincón. Si existe algÅ›n peligro es más bien el del interés secreto que da origen a un fastidioso locuaz en vez de a un eremita.
No debemos olvidar la tendencia de aquellos que comparten intereses en desear estar juntos, para formar un subuniverso temporal, un paraíso de una especial y concentrada fascinación. Por ejemplo, en los aÅ„os setenta, alguien tuvo la idea de organizar una convención para los aficionados a Star Trek, esperando que, por lo menos, asistieran unos cuantos centenares. En vez de ello acudieron los aficionados por millares (Ä„y eso que se supone que la televisión es un medio de comunicación que aísla!).
Las reuniones por cable, en las que el ordenador constituye el medio de comunicación y las personas se ven activamente implicadas, experimentaran unos niveles similarmente elevados de participación.
Y entre medias de esas reuniones formales, habrá un caleidoscopio de personas unidas en unas comunidades globales a través de la comunicación computadorizada. Tendrán lugar perpetuas convenciones, en las que los individuos no harán más que entrar y salir continuamente, trayendo descubrimientos o ideas y saliendo de lo más estimulados. Existirá una mezcla constante de enseÅ„ar y aprender.
Lo que preveo es una sociedad inmersa en un intenso fermento creativo, gentes que se pongan en contacto unos con otros, en donde se susciten nuevos pensamientos y se propaguen a una velocidad hasta ahora nunca imaginada, con el cambio y la variedad llenando el planeta (por no decir nada de los mundos más pequeÅ„os y artificiales que se construirán en el espacio). Será un nuevo mundo que considerará a los siglos anteriores como una época en la que sólo se tuvo la oportunidad de vivir una vida, a medias.


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