LaHermanadeHielo24


24

Houston estaba de pie, en medio del dormitorio de Pam sin saber dónde se encontraba.

- Primero, te prepararé un baño caliente y luego quiero que me cuentes lo que ha sucedido - dijo Pamela.

Houston permaneció inmóvil mientras Pam la dejó para prepararle el baño. No estaba segura todavía de todo lo que había sucedido esa noche. Se había enamorado de un hombre que la había estado utilizando.

- Ya está listo - advirtió Pam conduciéndola hasta el baño todo azulejado de color rosa -. Desvístete mientras voy a llamar a mi padre para ver cómo está. Y Houston, no te quedes allí de pie, como si el mundo se viniera abajo.

Houston obedeció como cualquier animal acostumbrado a obedecer, y cuando Pam regresó, ella estaba con el agua hasta el cuello.

- El doctor Westfield ha podido calmar a mi padre - aseguró Pam -. Ya no tiene edad para soportar noches como esta. ¿Qué fue lo que le dijo Kane? Lo único que imagino que pudiera molestarlo tanto sería algo sobre Zachary. Si Kane piensa que va a quitarme a mi hijo, es mejor que se prepare a pelear.

- No - repuso Houston con tono cansado -. No es por su hijo. Nada tan noble.

- Creo que deberías decírmelo.

Houston miró a aquella desconocida, una mujer que una vez había sido el gran amor de su esposo.

- ¿Por qué me ayudas? Sé que aún lo amas.

Pam entrecerró los ojos.

- ¿Sé que... rechazó tu invitación.

Pam se echó a reír.

- Eres muy delicada. Creo que no te confesó que yo también me di cuenta de que no lograríamos vivir juntos. Llegamos a comprender ambos que, si nos casábamos, probablemente terminaríamos matándonos en tres meses. Ahora, cuéntame lo que ha ocurrido entre Kane y tú. Queda todo en familia, si es eso lo que estás pensando, y lo sabré tarde o temprano.

Si Kane decidía apoderarse del dinero de los Fenton, que le pertenecía desde el punto de vista legal, ella lo sabría de todos modos, pensó Houston.

- ¿Sabes quién era la madre de Kane? - preguntó Houston.

- No, no tengo la menor idea. Jamás pensé que tuviera una madre. Siempre parecía tan seguro de sí mismo que supongo que creí que había llegado al mundo por su cuenta.

Houston le relató la historia de Charity Taggert, desde un punto de vista objetivo.

- No tenía la menor idea de todo esto - repuso Pam cuando Houston terminó con la historia -. Estás diciendo que todo lo que mi padre posee en realidad le pertenece a Kane. No me extraña entonces que esté tan enfadado con mi padre y que mi padre tiemble tanto. Pero, Houston, esta noche no has dejado a Kane porque no nació en la miseria. ¿Qué más ha ocurrido?

A Houston le resultó más difícil hablar sobre sí misma; explicar que Kane la había elegido porque no podía tener a Pam y que, ahora que su función había terminado, él ya no la necesitaba.

- ¡Maldito! - exclamó Pam paseándose de un lado al otro del baño -. Se sentiría con todas las justificaciones para afirmar que se había casado contigo por lo que él supone que necesita. Es el hombre más caprichoso que he conocido en toda mi vida.

Houston, mostrando las primeras señales de vida, giró la cabeza para mirar a Pam.

- Le gusta pensar que ha tenido una vida desgraciada, pero puedo asegurarte que él era quien gobernaba nuestra casa cuando vivía con nosotros. La gente me miraba con desprecio porque me había enamorado del mozo del establo, pero eso es porque nunca habían tenido a alguien como Kane Taggert en sus establos - murmuró Pam.

Se sentó sobre una banqueta y miró a Houston.

- Tú lo conoces, has podido comprobar qué carácter tiene y cómo está siempre dando órdenes a todos los que lo rodean. ¿Crees que alguna vez fue diferente, aunque se suponía que fuera el sirviente de alguien?

- Nunca he pensado en eso - replicó Houston -. Marc me contó que Kane era un tirano.

- ¡Tirano! - exclamó Pam poniéndose de pie -. Kane dirigía todo. Más de una vez mi padre no pudo asistir a una reunión de negocios porque Kane sostenía que los caballos no podían salir. En la cena comíamos lo que a Kane le gustaba porque la cocinera pensaba que los gustos de Kane eran más importantes que los de mi padre.

Houston pensó en la señora Murchison, que había que había sucumbido bajo los encantos de Kane y le preparaba siempre sus platos favoritos.

- Siempre fue un muchacho apuesto y sabía obtener lo que deseaba de las mujeres. Las sirvientas le limpiaban el cuarto, le lavaban y planchaban la ropa y le llevaban la comida. No dirigía la empresa de los Fenton, pero sí mi casa. No imagino lo que habría sido si hubiera sabido que todo ese dinero le pertenecía. Quizá mi padre le haya hecho un favor. Tal vez vivir en los establos le enseñó a tener un poco de humildad porque, ciertamente, no nació con ella, Houston.

Pam se arrodilló junto a la bañera y añadió:

- Puedes quedarte aquí todo lo que quieras. Si quieres saber mi opinión, creo que has hecho bien en irte. No puede casarse con una persona para llevar a cabo un plan de venganza. Ahora, sal del baño mientras te preparo algo para beber que te ayudará a dormir.

Houston hizo lo que le indicaba; salió de la bañera, se secó y se puso uno de los camisones de Pam.

- Si esto no te hace dormir, al menos hará que no te importe estar despierta. Ahora, vete a la cama; mañana será otro día.

Houston bebió casi todo el brebaje y se durmió en el acto. Cuando se despertó a la mañana siguiente, el sol brillaba en todo su esplendor y ella tenía un fuerte dolor de cabeza. En el extremo de la cama estaba su ropa interior y un vestido. Encontró una nota de Pam que le comunicaba que había tenido que salir, que bajara a desayunar y que le pidiera a la criada cualquier cosa que necesitara.

- Edan - dijo Jean Taggert -, no sé cómo agradecerte todo lo que has hecho esta noche. No tenías necesidad de quedarte conmigo.

Estaban de pie en el corredor del Hotel Chandler. Ambos estaban cansados. Después de abandonar la casa de Kane, habían ido al hotel. Ian se había ido a dormir en seguida, pero Sherwin no pudo conciliar el sueño por todo lo que había sucedido, y había pasado la noche tosiendo y con dificultades para respirar. Dijo que estaba preocupado por Jean y que Ian tendría que regresar a trabajar en las minas.

Edan llamó al doctor Westfield, y Lee llegó a los pocos minutos porque ya se había vestido para ir a visitar a Jacob Fenton. Edan despertó a todo el personal del hotel para que le consiguieran botellas de agua caliente y algunas mantas, y envió a un cadete a buscar las medicinas que Westfield le había recetado a Sherwin.

Jean permaneció junto su padre toda la noche y le aseguró que ni ella ni Ian regresarían a las minas. Edan se había encargado de todos los detalles.

Ahora, cuando ya había salido el sol, Sherwin por fin se había quedado dormido y Jean salió al pasillo, donde estaba junto a Edan.

- No sé cómo darte las gracias - repitió Jean por milésima vez.

- Entonces, deja de intentarlo. ¿Vamos a desayunar? - propuso él.

- ¿Crees que el comedor estará abierto a esta hora?

Edan le sonrió.

- Después de anoche, este hotel me teme tanto que harán cualquier cosa por complacerme.

Tenía razón. Un empleado de aspecto cansado los acompañó hasta el comedor y les preparó una mesa junto a la ventana antes de ir a despertar al cocinero. El cocinero vivía a ocho kilómetros de distancia y tardó en llegar. Ni Jean ni Edan se dieron cuanta de que el desayuno tardó dos horas en llegar.

Hablaron sobre sus infancias. Jean le explicó cómo se había ocupado de todos los hombres de la familia porque su madre había muerto cuando ella tenía once años. Edan le contó cómo había muerto su familia y cómo Kane lo había encontrado.

- Kane fue bueno conmigo. Yo no quería volver a amar a nadie más en mi vida. Tenía miedo de que esa persona también muriera y pensé que no soportaría quedarme solo otra vez.

Dejó la servilleta.

- ¿Estás lista? Creo que las oficinas ya están abiertas.

- Sí, claro - repuso ella poniéndose de pie -. No quise interrumpir tu trabajo.

El la tomó del brazo.

- No me refería a mí sino a nosotros. Tú y yo iremos a una agencia inmobiliaria para comprarnos una casa. Tendrá que ser lo suficientemente grande como para que quepamos todos.

Jean lo miró a los ojos.

- ¿Todos nosotros? No sé a lo que te refieres, pero Ian, mi padre y yo no podríamos vivir contigo. Conseguiré un empleo en la ciudad, quizás Houston pueda ayudarme, Ian podrá asistir a la escuela y trabajar después de clase, y papá...

- Tu padre se odiaría a sí mismo por ser un peso para vosotros dos, además Ian es demasiado grande para ir a la escuela y es mejor que siga con su tutor. Y tú no ganarías lo suficiente para mantenerlos. Ahora, ven conmigo y ayúdame a encontrar una casa grande; serás mi ama de llaves.

- No puedo aceptar - protestó Jean -. No puedo ser el ama de llaves de un hombre soltero.

- tu padre y tu primo estarán contigo y podrán cuidarte en caso de que yo quiera molestarte, además, por lo que he podido observar en los últimos meses, la vida de casado no es tan mala. Vamos, Jean, cierra la boca y salgamos de compras. Tendremos que comprar muebles, comida y un montón de cosas antes de que podamos salir de este hotel. ¿Crees que los empleados nos ayudarán si saben que de ese modo se librarían más pronto de nosotros?

Jean estaba demasiado conmovida para responderle. Fueron hasta la habitación de su padre para avisarle que salían, y junto con Ian se dirigieron a la agencia inmobiliaria.

Houston estaba sentada ante la mesa jugando con la comida pero sin probar bocado cuando Pam irrumpió en la habitación quitándose los guantes.

- Houston, todo el pueblo está hablando sobre lo de anoche - le dijo a modo de saludo -. Ante todo, cuando te fuiste, parece que Edan y Kane tuvieron una terrible discusión. Una de las sirvientas relató que la pelea duró unas cuantas horas y que por último Edan abandonó la casa hecho una fiera.

- ¿Edan también se fue? - preguntó sorprendida Houston.

- No sólo Edan, sino también los otros Taggert; Jean, Ian y Sherwin. Y cuando se fueron, Kane bajó y despidió a todos los sirvientes.

Houston se reclinó en la silla, suspiró y comentó:

- Kane dijo que estaba cansado de todos nosotros porque le hacíamos perder mucho tiempo. Supongo que ahora podrá trabajar todo lo que quiera. O quizá regrese a Nueva York y trabaje allí.

- Todavía no te he contado todo. Edan y Jean se alojaron en el Hotel Chandler y mantuvieron levantados a todos los empleados durante toda la noche, porque Sherwin estuvo bastante grave, y esta mañana se han comprado una casa para vivir juntos.

- ¿Edan y Jean? ¿Sherwin está bien?

- Dicen que está bien, y sí, Edan y Jean han comprado esa enorme casa que queda al final de la avenida Archer, frente al hospital de Blair. Después de firmar los papeles. Edan pagó en efectivo, Jean regresó al hotel y Edan fue a Los Famosos y compró tres blusas, dos faldas, un sombrero, dos pares de guantes y ropa interior. La desagradable Nathan estuvo acosándolo hasta que Edan confesó que la ropa tenía que ser del tamaño adecuado para Jean Taggert. Si Edan no se casa con ella después de esto, el nombre de ella no valdrá mucho por aquí.

Hizo una pausa.

- Y, Houston, es mejor que sepas que el Chandler Chronicle insinúa que la causante de lo de anoche fue otra mujer.

Houston tomó su taza de café. El diario local no la preocupaba. El señor Gates había repetido durante años que el periódico no contenía más que los informes de las muertes más extrañas de todo el mundo y artículos sobre dónde veraneaba la familia de los duques ingleses. Había dejado de comprar el periódico cuando apareció una historia de media página acerca de un italiano que declaraba que las mujeres anglosajonas eran las que mejor besaban.

- ¿De dónde has sacado todo esto? - preguntó Houston.

- ¿De qué otro lado sino de la confitería de la señorita Emily?

Houston casi se atragantó con el café. ¡La Hermandad!, pensó. Tenía que organizar una reunión urgente para decirles que Jacob Fenton sabía que las mujeres se disfrazaban para entrar en los campos en forma ilegal. Lo único que tenía que hacer ese hombre era enfadarse con Kane y hacer que las arrestaran a todas.

- ¿Puedo usar tu teléfono? Tengo que hacer varias llamadas - pidió Houston.



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