MARIHUANA ENDÓGENA (SISTEMA ENDOCANABINOIDE). POSIBLE ALTERNATIVA DE SALUD.
Antecedentes:
Uno de los problemas crecientes de salud publica que enfrenta nuestra sociedad es la adicción a sustancias psicotrópicas (drogas), siendo la marihuana (cannabis sativa) una de las más utilizadas principalmente por jóvenes de casi todo el mundo. El uso de dicha sustancia está documentado desde antes de la era cristiana, con fines terapéuticos (1). La marihuana se conocía en la India, Asia central y China, el primer reporte que encontramos del consumo de la planta data del año 2737 a.C., y era utilizada para el tratamiento de la gota, malaria, analgésico y antiemético. No es sino hasta 1900 cuando comenzó su utilización como sustancia placentera; aunque realmente su consumo se extendió entre la juventud durante las décadas de 1960 y 1970 (2, 3,4).
Una peculiaridad de esta droga es la dualidad de su manejo ya que puede ser empleada con fines terapéuticos o bien recreativos, siendo con este fin que se abusa, de tal manera que está entre las tres drogas de mayor consumo junto con tabaco y alcohol.
Los efectos obtenidos por los consumidores son: euforia, ansiedad, empatía aumentada, tranquilidad, relajación, alteraciones motoras y en la memoria a corto plazo, disminución de la comunicación verbal, perdida del sentido del tiempo, sequedad de boca, hambre, disminución de la locomoción y analgesia (4), cabe señalar que la respuesta es de acuerdo a la cantidad, vía de administración y calidad de la marihuana.
En la búsqueda de la comprensión y tratamiento de las adicciones a esta planta, en algunos trabajos llamó la atención de los investigadores la presencia de receptores específicos a algunas substancias encontradas en los cannabinoides, lo cual permitía la respuesta fisiológica del consumidor a la droga, así como su posible poder adictivo. De las muchas sustancias que contiene la hierba se logró aislar al compuesto ∆-9-tetrahidro-cannabinol (THC) el cual es responsable de los efectos placenteros y algunos efectos secundarios de la marihuana (¹).
En estudios realizados recientemente se descubrieron los sitios donde actúan los cannabinoides denominándolos CB1, posteriormente se encontraron otros receptores a cannabinoides que llamaron CB2 (3). Estos trabajos permitieron observar en investigaciones posteriores la existencia de un sistema de receptores similar al sistema opióide, encontrado aún en animales de laboratorio y personas que no habían tenido contacto alguno con las substancias activas de los cannabinoides o el opio; a este conjunto de estructuras se le denominó sistema endocanabinoide (marihuana endógena) (5). Esto ha originando más investigaciones sobre algunos compuestos para su uso terapéutico.
Objetivo
A través de una revisión bibliográfica se pretende conocer con mayor detalle lo que inicialmente fue una serendípia y posteriormente se ha convertido en un tema de gran trascendencia mundial: la relación que existe entre una droga de abuso como la marihuana y la posibilidad de usar derivados sintéticos de algunas de sus sustancias como medidas terapéuticas casi “milagrosas” en muchas enfermedades.
Desarrollo.
El incremento en las tasas de drogodependencia es tal, que muchos países se han preocupado por el abuso en substancias como la marihuana, esta situación motivó a científicos a buscar las posibles causas de la adicción a esta planta, su posible tratamiento, así como el por qué no todos los consumidores eran adictos.
En 1970 es descubierto el ∆-9-tetrahidro-cannabinol (THC) por el químico Rafael Mechoulam, por otra parte en 1990 Matsuda y colaboradores encontraron los receptores donde actúan los cannabinoides en regiones encefálicas (hipocampo, cerebelo, hipotálamo, corteza cerebral, núcleos básales), medula espinal, sistema nervioso periférico, tejidos muscular y adiposo denominándolos CB1; en 1993 Muro y colaboradores descubren otros receptores a cannabinoides que llamaron CB2, localizándose principalmente en el sistema inmunológico (bazo, amígdalas, linfocito B, macrófagos, monocitos, células asesinas naturales o natural killer [NKC]) (3,4,6,7) . Algo que llamó la atención de los científicos fue el hecho de encontrar receptores a cannabinoides en animales de experimentación e individuos que no habían tenido contacto alguno con la marihuana, por lo tanto, si existían estos receptores en el organismo era por que debían realizar una función específica, denominándolo así como marihuana endógena o sistema endocanabinoide integrado por receptores CB1 y CB2, los endocannabinoides y las enzimas que producen y/o destruyen a las substancias endocannabinoides las cuales actúan desempeñando la función de un neurotransmisor.
Desde entonces y hasta el año 2006 las investigaciones llevaron al descubrimiento de cinco substancias consideradas endocannabinoides (1, 3, 4, 5, 6, 7,8):
Araquidoniletamida (Anandamida).- Primer endocanabinoide descrito y actúa como agonista parcial de los receptores CB1 y CB2
2-araquidionoilglicerol (2-AG).- Es agonista total de los receptores CB1 y CB2, es el más eficaz de todos los endocannabinoides.
Éter de nolamida.- Agonista del receptor CB1, es el primer endocanabinoide en el que se comprobaron efectos de sedación, analgesia moderada, y disminución del peristaltismo intestinal.
Virodamida.- Se produce en los órganos que tienen más receptores CB2, es agonista parcial para CB1 y total para CB2.
N-araquidonoildopamina (NADA).-Se une a los receptores CB1.
Los receptores a compuestos cannabinoides exógenos, son los responsables de los cambios fisiológicos y de la conducta del individuo que los consume, empatía aumentada, tranquilidad, relajación, alteraciones motoras, alteraciones en la memoria a corta plazo, disminución de la comunicación verbal, perdida del sentido del tiempo; así como respuestas fisiológicas vegetativas: hambre sed, taquicardia, sequedad de boca y garganta, hipotensión arterial y disminución de la respiración (4,5).
Se ha observado que el sistema endocanabinoide regula información de algunas actividades fisiológicas del organismo como: la función neuronal por medio de neurotransmisores en el aprendizaje y la memoria, participa en el control del dolor, regulación de la actividad motora, la ingestión de alimentos, el almacenamiento y metabolismo de lípidos y glucosa, interviene en la producción de algún tipo de leucocitos, así mismo tiene efectos a nivel cardiovascular disminuyendo la presión arterial (4,5, 7, 9).
Sin embargo estas sustancias provocan algunos efectos adversos como: alteraciones de la secreción de hormonas adenohipofisiarias, alteraciones respiratorias, favorece el incremento de enfermedades infecciosas, esterilidad, tendencia a participar en la formación de células cancerígenas (carcinogénesis), alteraciones en el rendimiento escolar, exacerbación de alteraciones psiquiatritas (neurosis y psicosis) y probablemente favorezca la utilización de otras drogas (5).
Algunos científicos proponen que derivados de cannabinoides se podrían utilizar en ciertas enfermedades como: cáncer, obesidad, esquizofrenia, enfermedad de Parkinson, enfermedades neurodegenerativas, dependencia a nicotina, alcohol y opiáceos, memoria (Alzheimer), neuroprotección, enfermedades autoinmunes (artritis y esclerosis), enfermedades vasculares y cerebrovasculares (1, 3, 5, 7,8)
El estudio del sistema endocanabinoide ha permitido la elaboración de substancias que estimulen (agonistas) procesos fisiológicos o los inhiban (antagonistas); con la disminución de los efectos indeseables, de tal manera que este sistema se pudiera utilizar para el tratamiento de trastornos de etiologías totalmente opuestas como en los casos de la obesidad y anorexia o de depresión y ansiedad, entre otras.
Actualmente en algunos países se están utilizando ciertos medicamentos con un antagonista de los receptores CB1 a cannabinoides (rimonabant) para tratar la obesidad, obteniendo un efecto de perdida de peso satisfactoria en los sujetos que se han utilizado (aproximadamente el 10 % del peso en un año). Esto permite tener esperanzas en reducir las tasas de morbimortalidad de padecimientos relacionados con obesidad como: hipertensión arterial, diabetes mellitus, síndrome metabólico, enfermedades coronarias, entre otros. Así mismo, este medicamento ha demostrado que en pacientes fumadores, disminuye el consumo de cigarrillos sin aumentar de peso. (6,10)
Por otro lado, el síndrome anoréxico se observa con frecuencia en pacientes que sufren de tumores malignos y consiste en pérdida del apetito relacionado con la aversión de los alimentos y náuseas, en 1986 en Alemania se autorizó el uso de THC en pacientes con cáncer; que sufren de vomito. Se demostró que además de mejorar el apetito del paciente, fueron más efectivos para controlar la náusea y el vomito. En Israel el THC se usa contra el vomito asociado con la quimioterapia y para mejorar el apetito en enfermos de SIDA. Fride y colaboradores (2005) demostraron que los efectos orexígenos de los cannabinoides en los pacientes con caquexia por SIDA o quimioterapia no sólo se deben a la estimulación del apetito en el hipotálamo sino por la inhibición de la náusea y el vomito que muchas veces condiciona la falta de ingesta de alimento (3,5).
La capacidad de los cannabinoides de potenciar la acción analgésica de los opiáceos, podría ser utilizada en combinaciones con la morfina, lo que permitiría reducir las dosis del opiáceo y disminuir sus efectos indeseables. Los posibles usos clínicos de los cannabinoides en su acción analgésica y antiinflamatoria; reduciendo el dolor y las molestias causadas por múltiples patologías. El efecto producido por los cannabinoides puede deberse a la presencia de receptores CB1 en las regiones que participan en el control de la nocicepción tanto a nivel espinal como supraespinal. El sistema endocannabinoide mantiene una interacción con el sistema opiode (11).
Los cannabinoides tienen cierto efecto relajante en músculos, acción que podría usarse para atenuar las alteraciones que aparecen en la esclerosis múltiple (dolor, espasmos musculares, molestias al moverse, etc.). Se ha indicado que el tratamiento con dronabinol (sustancia sintética), así como el consumo de cannabis permiten conciliar el sueño, alterado por los dolorosos espasmos musculares y por la frecuente necesidad de orinar (11).
Al tratarse de una enfermedad neuronal de origen inmune, pueden estar implicados los receptores CB1 y los CB2, el diseño de fármacos relacionados con el CB2 pude servir para el tratamiento de la esclerosis múltiple especialmente en los aspectos inmunológicos.
En investigaciones recientes se ha sugerido el que el cannabidiol tiene efectos antioxidantes que previenen la muerte neuronal producida por infartos cerebrales o neurodegenerativas como el Alzheimer y la enfermedad de Parkinson. Este efecto antioxidante también lo produce el THC, pero la ventaja del cannabidiol es que sus efectos secundarios son mucho mas leves, ya que no posee efectos psicoactivos. Son eficaces a la hora de bloquear los efectos destructivos de cantidades excesivas de glutamato que se liberan durante los accidentes cerebrovasculares. En algunos casos los efectos antioxidantes de los cannabinoides son a veces mayores que los producidos por las vitaminas E y C.
Conclusiones:
Los elaboración de derivados sintéticos de la cannabis sativa tanto del tipo agonistas como antagonistas parecen ser una buena alternativa en el tratamiento de diversas enfermedades como el sida y el cáncer para mejorar la calidad de vida de personas con estos padecimientos, así como el uso de los antagonistas del THC para el control del peso corporal y evitar los padecimientos relacionados con el sobre peso como: hipertensión arterial, diabetes mellitus, síndrome metabólico, problemas cardiovasculares, y que ocupan un lugar preponderante en las tasas de mortalidad en muchos países del mundo. Así como problemas de anorexia y otras alteraciones psiquiátricas como depresión y ansiedad.
Además de su uso tradicional como antiemético, antiespasmódico y analgésico.
En algunos estudios se ha observado buenos resultados en el tratamiento contra las adicciones al tabaco, alcohol y marihuana lo que implicaría un gran avance en el manejo de la farmacodependencia y gran ahorro de recursos en Salud Pública.
Existen en el mercado ciertos medicamentos de derivados sintéticos de los cannabinoides como: Rimonabant (ataca el síndrome metabólico), Marinol (anorexia, nauseas y vómitos de la quimioterapia), Cesamet (nauseas y vomito), Sativex (tratamiento sintomático del dolor neurológico en la esclerosis múltiple), Acomplia (contra la obesidad). Algunos de estos solo están disponibles en los Estados Unidos de América, Reino Unido, España, Dinamarca, Suiza, Bélgica, Canadá.6), con resultados prometedores estando pendiente su próxima aparición en nuestro país.
Aunque es importante hacer un seguimiento de la evolución de estos fármacos por ser nuevos ya que habrá que estar pendientes de efectos a largo plazo.
Bibliografía:
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