Postura sobre elÊnnabis


Una visión objetiva de las realidades, prejuicios

y posturas sobre el cannabis

Díaz Esparza Denise del Carmen

López García Alberto Alfonso

Moreno Palos Miguel Ángel

Panamá Pérez Rafael Antonio

Saldaña García José Diego

Universidad Latinoamericana Campus Florida

Resumen

La presente investigación documental, intenta presentar una visión sobre el consumo del cannabis y el grado de aceptación o rechazo en la población hacia la misma; a su vez, tiene por objetivo difundir, en la sociedad, una visión panorámica del papel que esta planta tan controversial, ha venido desempeñando a través del tiempo y la historia en el acontecer humano.

Nuestra investigación se divide en cinco puntos: el primero, que hace énfasis en algunos de los registros históricos que el equipo consideró más relevantes para nuestro proyecto, desde la antigüedad a la década de los treinta -exactamente en el año 1937- fecha de la prohibición y penalización de la marihuana por parte del Congreso Norteamericano. El segundo, que expone los argumentos que sentaron las bases para llevar a cabo la prohibición y penalización del cáñamo. El tercero, que hace hincapié en el rotundo fracaso y daño que ha hecho en la sociedad el asunto de la prohibición del cannabis, tomando como base los estudios realizados por diversos investigadores, la realidad sobre el narcotráfico y los grandes intereses que estarían en juego si se llegase a la posible despenalización y legalización de la marihuana. El cuarto, que refiere la situación del cannabis en México, partiendo de un estudio sobre las ocho regiones económicas del país para mostrar parte de la problemática que padece la sociedad mexicana por carecer de una educación abierta y libre de tabúes acerca de las drogas en general y, en nuestro caso, de la marihuana en particular. Y para finalizar, un quinto punto que trata acerca de las implicaciones jurídicas, éticas y morales que traería la despenalización y legalización del cannabis en nuestro país.

Introducción

Objetivos

Identificar los principales obstáculos que han influido, desde que el hombre comenzó a usar el cannabis, para con esto poder hacer hincapié en la aceptación o rechazo que involucra el uso de dicho enervante.

Analizar las repercusiones jurídicas, sociales y económicas que en nuestro país ha tenido el consumo, distribución y siembra del cannabis, considerando como punto de referencia una perspectiva global, básicamente de Inglaterra, Estados Unidos, España y algunos países de Asia Central.

Planteamiento del problema

Manteniendo una visión objetiva y con base en los datos recopilados en este documento, pretendemos hacer un análisis de la percepción que tiene la comunidad en nuestro país, sobre el uso y aplicación del cannabis, analizando desde sus antecedentes históricos, consecuencias y hasta sus eventualidades; para así obtener un contexto que nos permita llegar a un juicio con mayor claridad y, hasta cierto punto, más objetivo en concordancia con los datos que hemos revisado.

Es por ello que nuestra investigación se realizo desde un enfoque cualitativo. Además, dado que los registros sobre este tema tienden a ser ambiguos o propician un sinnúmero de cuestionamientos que ofrecen diferentes posturas ideológicas, el método para abordar los datos o fuentes documentales es puramente de carácter exploratorio, ya que abordan nuestras interrogantes desde un enfoque inductivo-deductivo.

Justificación

Nuestra investigación nace de la inquietud de un grupo de jóvenes interesados en conocer las causas y los efectos que el cannabis tiene en la población y. Durante el desarrollo del trabajo, establecimos varias interrogantes sobre su consumo y los efectos de esta planta; así como las políticas nacionales acerca de su legalización o su prohibición.

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), “droga” se define como “toda sustancia que, introducida en el organismo por cualquier vía de administración, produce una alteración, de algún modo, del natural funcionamiento del sistema nervioso central del individuo y es, además susceptible de crear dependencia, ya sea psicológica, física, o ambas”; atendiendo a esta definición las drogas pueden clasificarse en legales (tabaco, alcohol y medicamentos), e ilegales (cocaína, marihuana, etc.); nuestro equipo pretende hacer una reflexión alusiva al uso correcto o incorrecto que se le da al cannabis o marihuana, considerando los efectos sociales que la prohibición en su uso moderado ha causado; como lo son el narcotráfico, la corrupción, la intervención del ejército y un ambiente de violencia cotidiano en nuestro país.

Por otra parte existen, campañas publicitarias que fomentan en diferentes sectores sociales el consumo del alcohol y el tabaco, cuando el interés del gobierno debería enfocarse a prevenir el consumo de drogas legales pues los costos, a largo plazo, son muy altos, por ejemplo: el dinero que se destina a la atención de enfermedades terminales como cirrosis y cáncer.

La Encuesta Nacional de Adicciones (2002), menciona que la definición de estrategias y programas de acción contra el alcoholismo, el tabaquismo y farmacodependencia debe de ser una política nacional en materia de salud, dado que los problemas que éstos generan ya constituyen un problema de salud pública prioritaria. Sin embargo, a la fecha, las acciones en este nivel han sido muy pocas y únicamente se orientan a la prevención en el consumo o bien en el combate contra el narcotráfico.

También, durante el proceso documental, identificamos que algunas de las posturas más comunes que se manejan cuando nos referimos al cannabis están fundamentadas en una moral conservadora , puesto que las cosas que influyen en este tipo de prejuicios son de carácter hipócrita, esto debido a la educación que se le ha impartido a la sociedad, pero a la vez, dicha información es suprimida casi por completo destacando solamente la parte negativa del consumo de esta planta.

Nuestra investigación intenta proporcionar una visión objetiva sobre el tema; es por esto que intentamos analizar diferentes posturas ideológicas que van desde lo tradicional hasta aquéllas de carácter liberal. Finalmente, delimitaremos qué posturas son ciertas y cuáles son prejuicios, esperando que la sociedad pueda enriquecer su conocimiento acerca de este tema tan controversial.

Cabe destacar que la postura de nuestro equipo ante este tema no se orienta ni apoya a alguna postura particular; tampoco segrega el uso del cannabis; en tal caso deja que sea el lector quien, finalmente, emita su propio juicio de opinión.

Método

Resultados

  1. Antecedentes históricos

  2. Años treinta: Inicio de la prohibición

  3. La prohibición, ¿un rotundo fracaso?

  4. El cannabis en nuestro país, las ocho regiones geográficas.

  5. Acciones jurídicas, éticas y morales.

I. Antecedentes históricos.

El cannabis ha venido acompañando al hombre a lo largo de más o menos 10,000 años de antigüedad. Wishnia, (2003) dice lo siguiente:

El cannabis apareció por vez primera en la historia en Taiwán, alrededor del año 8000 a. C., en fragmentos de cerámica decorada con tallos de fibra de cáñamo, y la primera mención escrita se remonta al año 2737 a. C. en China, como medicina, de la mano del emperador Shen Nung.

A partir de esta cita podemos comenzar a enumerar los acontecimientos histórico-culturales ligados a la marihuana, comenzaremos por explicar el origen del término “Cannabis”.

Al parecer la palabra procede del hebreo “qeneh” o “kaneh bosm”, traducida en la Biblia como “cálamo” o “caña dulce”, que significa en realidad “cannabis”.

Evidentemente nos encontramos frente a un vocablo netamente oriental.

De esta explicación comenzamos a narrar algunos de los acontecimientos y fechas que hemos considerado relevantes para comprender la trascendencia del cannabis en el acontecer humano y sentar las bases para este primer apartado.

Como ya mencionamos arriba, el cannabis tiene su precedente en Asia, en particular en China e India. En estas regiones ya se utilizaba esta singular planta para combatir el estreñimiento, reumatismo, dolores menstruales y falta de concentración, hasta la utilización como materia prima para la elaboración de papel alrededor del siglo I a. C.

Herodoto, alrededor del año 400 a. C., habla de los escitas, una tribu nómada y habitante de las costas septentrionales del mar Negro, son los primeros inhaladores de los que tenemos referencia en la historiografía antigua.

Wishnia, (2003) dice lo siguiente:

Cogían unas cuantas semillas de cáñamo, entraban en la tienda y las arrojaban sobre las piedras y las arrojaban sobre las piedras. Cuando empezaban a humear, liberaban un vapor que ni siquiera los baños de vapor griegos podían igualar. Los escitas disfrutan del mismo y gritan de placer.

De hecho, ellos son los primeros en acuñar el término “cannabis”.

En la Roma imperial, el médico Galeno también recomendaba el uso del cáñamo para aliviar el dolor y reducir la flatulencia. Aunque existen escasas referencias en la historia de Europa, es sabido que romanos, vikingos y antiguos franceses cultivaban el cáñamo para confeccionar ropa y cuerda. En el año 400 de nuestra era se tiene el primer registro de cultivo de cáñamo en Inglaterra y en el año 512 aparece la primera ilustración botánica del cannabis en el Códice constantinopolitano, texto contemporáneo de farmacopea.

Por otro lado, la marihuana se extendió en el mundo musulmán durante la Edad Media, procedente muy probable de India. En el año de 1150 d. C., se construye el primer molino de papel de Europa, bajo dirección musulmana. El cáñamo es la primera materia prima del proceso de elaboración del papel y lo sigue siendo durante los siguientes 850 años.

El uso del cannabis durante la Baja Edad Media se encuentra documentado en la referencia que hizo el Papa Inocencio VIII en 1484, tildándola de satánica.

La introducción del cannabis al nuevo mundo se lleva a cabo por los españoles quienes lo cultivaron casi a la par de la conquista emprendida en el siglo XVI.

Wishnia, (2003) dice lo siguiente:

Los españoles cultivaron el cáñamo en el Nuevo Mundo casi inmediatamente después de la conquista en el siglo XVI, concretamente en 1545, en Chile, para confeccionar cuerda y jarcias para la infantería y la flota, y es posible que llegara a México en 1530 por Pedro Cuadrado, uno de los conquistadores de Hernán Cortés. En 1550, según Ernest Abel, un gobernador de México ordenó a Cuadrado la reducción de la producción, “ya que los nativos estaban empezando a usar las plantas para algo distinto a confeccionar cuerda”. Otros especulan que el hábito de fumar cannabis fue introducido por los españoles a partir de la tradición morisca del consumo de kif en el norte de África.

Para el año de 1611 la colonia británica de Virginia hace obligatorio el cultivo de cáñamo; la mayoría de las recién fundadas colonias siguen su pauta.

Los padres de la nación americana, Thomas Jefferson y George Washington, fomentaron su cultivo, esto queda fundamentado a partir del diario de George Washington elaborado en 1765.

Durante el famoso “Siglo de las Luces”, época caracterizada por los avances científicos y técnicos, dos acontecimientos resultan relevantes. En 1753, el botánico sueco Carlous Linneo clasifica la Cannabis sativa, y para el año de 1783 el biólogo francés Jean Baptiste de Lamarck clasifica otra especie de cannabis, la Cannabis indica. El siguiente cuadro sintetiza las aportaciones de estos científicos

Especie

Año de clasificación

Posible lugar de origen

Clasificada por

Cannabis sativa

1753

Asia

Carlos Linneo

Cannabis indica

1783 ca.

India

Jean-Baptiste Lamarck

Cannabis ruderalis

1924

Rusia y Europa del este

Botánicos Soviéticos

(Wishnia, S. 2000 p.p.56-57)

Las invasiones napoleónicas marcaron de manera rotunda el consumo de cannabis en Europa, pues en 1798, tras invadir Egipto, Napoleón prohíbe a sus tropas que compren y consuman cannabis. Esta prohibición no arraiga, y algunos se llevan muestras a Francia.

Para mediados del siglo XIX, el imperio británico, habiendo proclamado su hegemonía en el sureste de Asia principalmente, valga la pena recordar la famosa “guerra del opio”, para el año de 1856 empieza a aplicar impuestos al comercio indio de ganja y charas.

Durante la misma centuria, el gobierno norteamericano va a jugar un rol fundamental en la percepción que se tiene sobre la marihuana en la actualidad, aunque, curiosamente, estos acontecimientos resultan un tanto paradójicos, frente a la concepción actual sobre esta planta, pues en 1860 se crea la primera comisión gubernamental dedicada al estudio del hachís realizada por la Sociedad Médica de Ohio. Ésta cataloga las dolencias para las que resulta beneficioso consumir cannabis, incluyendo la neuralgia, manía, el asma, los espasmos musculares, la epilepsia, hemorragia uterina, el síndrome de abstinencia del alcohol y la pérdida del apetito, entre otras muchas. Y para el año de 1876 el hachís se distribuye con toda libertad en la exposición americana del centenario.

Entrado el siglo XX, después de la Revolución Mexicana iniciada en 1910, “La Cucaracha” era el himno del ejército de campesinos de Pancho Villa: “La Cucaracha, la cucaracha, ya no puede caminar, porque no tiene, porque le falta, marihuana que fumar”.

La entrada permanente de la marihuana hacia los Estados Unidos se realiza a través de los inmigrantes mexicanos en Texas. El nombre de marihuana o marijuana empezó a utilizarse por integrantes del Congreso para hacer alusión despectiva y discriminante a los inmigrantes mexicanos que la consumían, con la finalidad de infundir una cultura del desprecio por el cáñamo, al igual que por todo lo que tiene relación con lo mexicano.

Curiosamente, para el año de 1915, las cosas comienzan a cambiar dentro de la Unión Americana, ya que de 1915 a 1927 empieza a prohibirse el cannabis que no sea para fines terapéuticos, sobretodo en los estados del suroeste. Y para el año de 1925 en la Segunda Conferencia Internacional sobre Opiáceos, el delegado egipcio solicita y recibe la imposición de controles internacionales sobre el cannabis “calificado erróneamente de (narcótico)”.

Finalmente, en 1937, el Congreso norteamericano decide poner en vigor la Ley sobre impuestos de la marihuana. A partir de esta fecha, el cannabis queda prohibido por ley federal hasta nuestros días.

II. Años Treinta, inicio de la prohibición.

El antecedente más importante con respecto a la prohibición de la hierba lo tenemos en la Convención del Opio en Inglaterra. Del Río, E. (2000) asegura que:

Esta convención se celebró en el año de 1925 entre representantes de Egipto e Inglaterra, con la finalidad de estudiar y decidir qué medidas se tomarían con esta droga tan popular en aquella época. Inglaterra pretendía que Egipto, siendo uno de los mayores productores, frenara la producción de este estupefaciente; pero Egipto puso una condición para hacer esto, aquella se refería a detener la producción y el uso del cannabis, ya que el gobierno egipcio aseguraba que el consumo de la hierba producía locura y daños mentales de gravedad. Las autoridades egipcias llegaron a esta conclusión porque según, el director del asilo de El Cairo, los internos a su cargo con esta clase de trastornos mentales consumían marihuana y creían que de allí se derivaba su enfermedad.

De esto podemos entender, que no tomaron en cuenta que en el resto del mundo había mucha gente consumiendo esta hierba y sus derivados, sin padecer algún tipo de problema mental y, esto fue una generalización hecha muy a la ligera, la cual aseguraba que cualquiera que consumiera cannabis se volvería loco. Entonces, Inglaterra, satisfaciendo sus intereses, aceptó este tratado, poniendo el cannabis al nivel de peligrosidad del opio. De hecho, hoy sabemos que tiene menos riesgos para la salud el consumo de cannabis que por ejemplo, del tabaco. De este modo se dio el inicio de una cultura de “satanización” en todo el mundo, que rige hasta nuestros días.

Muy al contrario de lo que se piensa y las ideas que de todo esto empezaron a surgir, la marihuana no genera violencia en sus consumidores, más bien provoca relajación e introspección. No produce depresión ni es la responsable de suicidios, y si así sucede, es en personas que anteriormente ya tenían esta clase de problemas (predestinadas o vulnerables); la marihuana no hace otra cosa que manifestarlos, no genera dependencia ni trastornos mentales (en personas saludables) y no provoca la muerte, a menos que se mezcle en exceso con alcohol y otras drogas.

Enfocándonos en nuestro país, pero sin dejar de fijar la atención en lo que pasa alrededor del mundo, y en especial en los Estados Unidos, existe una gran influencia ideológica y política, que inevitablemente afecta la posible despenalización del cannabis en México.

Hasta hace algunas décadas (antes de la segunda Guerra Mundial), la marihuana se podía sembrar, vender y consumir libremente en nuestro país. Pero en 1937 el Congreso de los Estados Unidos prohibió la marihuana sin pensar en lo contraproducente que esto podría resultar y estableció severos castigos a los que la cultivaran, consumieran o de algún modo estuvieran involucrados con ella. Esto, debilitó toda la industria cañamera, frenando la investigación para otros fines, ajenos al recreativo, como la producción de combustibles menos contaminantes, textiles, analgésicos, medicamentos y pasta para papel, sin la necesitad de talar tantas hectáreas de árboles.

Todo esto lo hicieron los congresistas norteamericanos bajo argumentos falsos y mal fundamentados pero lo suficientemente alarmistas para justificar la prohibición. Entre estos argumentos encontramos que provoca la degeneración del individuo, hábito y dependencia, que es el primer paso a drogas mucho más peligrosas, violencia, trastorno del ser y hasta se llegó a decir que era diabólica. Sin duda, en los Estados Unidos no se tenía una cultura para la convivencia entre la sociedad y el cannabis. Según Antonio Escohotado: “Los derivados del cáñamo aumentan en vez de reducir la actividad cerebral, y reducen la agresividad. Quien se busque a sí mismo allí tiene más oportunidades de topar con realidades espirituales que quien intente olvidarse de sí gracias a él…” (Moreno, P. 2001, p. 27). De lo cual deducimos que muy al contrario de lo que se piensa, la marihuana perjudica, sólo si se le da el mal uso de escapar de la realidad para encontrar satisfacciones que no se encuentran en el entorno real, basando toda la felicidad en torno de la planta.

El nombre de “marihuana” o “marijuana” no se utilizaba en Estados Unidos. Empezó a utilizarse por integrantes del Congreso para hacer alusión despectiva y peyorativo a los inmigrantes mexicanos que la consumían, con la finalidad de infundir una cultura del desprecio por el cáñamo, al igual que por todo lo que tiene relación con lo mexicano. Otro ejemplo de esto puede apreciarse con los chinos llevados a Estados Unidos para construir ferrocarriles,y que se les tenía en un concepto de “criaturas salvajes” por el consumo de opio, los indios americanos “vagos criminales” por el consumo de peyote y a los negros como criminales por consumir heroína.

A partir de la década de 1930 hasta los años cincuenta, la marihuana estaba relacionada con minorías y no representaba un problema tan grave se puede decir que es la etapa en la que las ideas de penalización se empiezan a extender cada vez más.

Fue sobre todo en la década de los cincuenta cuando inició un cambio en la forma de actuar y pensar en los jóvenes norteamericanos, ya que empezó a propiciarse un ambiente de rebelión social e idealista. El panorama social con el cual comenzaron los cincuenta no era demasiado atractivo; las esperanzas de libertad y justicia eran casi nulas y habían sido reemplazadas por la intolerancia y las guerras. La protesta juvenil se fue generando dentro de una sociedad que, en pocos años, experimentó notables transformaciones en toda la ideología conservadora.

Comenzaron los años 60, con esto una industrialización y un crecimiento económico que privaba a los hombres de sentimientos y centraba todos sus intereses en bienes materiales. Al mismo tiempo se producía una explosión demográfica, las familias empezaron a desintegrarse y los jóvenes cada vez eran más rebeldes. Dos importantes movimientos sociales tomaron fuerza durante esta década: la liberación femenina y la lucha contra la discriminación racial, los jóvenes inconformes y aburridos de esto buscaron formas de protesta. A este movimiento se le llamo “hippie”. A los hippies no les interesó transformar la sociedad, pretendían crear una sociedad nueva.

Retirándose de una sociedad a la que condenaban, los hippies se reunieron en comunas, constituidas a manera de organizaciones libres y sin jerarquías, en contraposición con la sociedad burguesa. Los valores básicos eran la tolerancia y el amor. Fue en el rock que el movimiento hippie encontró un modo de expresión. Se realizaron gigantescos festivales, como el de Woodstock en 1969, en el cual se reunieron, durante tres días, medio millón de jóvenes.

Durante la década de los años 60 el inconformismo hippie se manifestó, entre otras cosas, en la oposición de los jóvenes a la guerra de Vietnam. El entonces presidente Ronald Reagan definió al hippie como "un tipo con el pelo de Tarzán, que camina como Jane y que huele como Chita". Lo cual entendemos como una manifestación innegable de discriminación.

Era común entre los hippies el uso y consumo de drogas como marihuana, hachís, y alucinógenos como el LSD y la psilocibina (extraída de un hongo). El uso de la marihuana era exaltado por su naturaleza prohibida, más que por sus efectos alucinógenos.

Esta actitud que tomaron los jóvenes fue reprobada por el gobierno y atemorizó a la sociedad más de lo que se merecía, lo que ayudo en buena medida a crear un clima de alarma entre la gente acerca de esta situación vivida por la juventud norteamericana.

Harry J. Anslinger, jefe del Departamento de Control de Narcóticos y una de las figuras más oscuras de la guerra contra las drogas, fue el principal protagonista del montaje destinado a ilegalizar y perseguir la marihuana, así como uno de los mayores responsables de nuestra manera actual de tratar con las drogas y sus usuarios. Junto con una cadena de periódicos propiedad de William Randolph Hearst, quien tenía fuertes intereses en la industria papelera, amenazada por la simplificación de los procesos de conversión del cáñamo en papel, Anslinger convirtió en pánico lo que era resultado de un miedo a ciertos emigrantes, publicando una serie de artículos sensacionalistas al respecto; de ellos destaca, "Marihuana, asesina de nuestra juventud".

Los medios de comunicación lucharon y siguen luchando en demasía para generar un mal concepto del consumidor de esta hierba, publicando columnas en periódicos, haciendo películas descabelladas, difundiendo una serie de falsedades y contando historias de tragedia alrededor del consumo para que de alguna manera, la gente escarmiente, se aterrorice y ni siquiera tenga la curiosidad de investigar o enterarse de lo que realmente es el cannabis. Esto ha funcionado tan bien que hoy en día la sociedad sigue viendo a la marihuana como una calamidad y a los consumidores como unos adictos e inadaptados sociales.

La prohibición en México y en toda Latinoamérica no se llevó a cabo por convicción propia de sus respectivos legisladores sino por la presión que Estados Unidos ejercía sobre éstos para llevar a cabo las mismas leyes de combate al consumo de drogas que en ese entonces se consumían por muy poca gente.

Esta no es la primera vez que México adopta leyes de otros países, por absurdas o poco aplicables que sean. Muchos años después de todo esto, la gente sigue creyendo que todo lo dicho en torno al cannabis es algo real, sin contar lo que dicen las instituciones religiosas que siempre han sido tan influyentes en nuestro país, aunque científicamente se hayan comprobado cosas muy distintas. Y aún así, entre los científicos, hay algunos más conservadores que apoyan las ideas propuestas por el Congreso norteamericano.

Ya en tiempos actuales, específicamente en 1998, el gobierno mexicano firmó y participó en la convención que la ONU celebró ese mismo año y ha seguido las directrices mundiales marcadas por Estados Unidos en el problema, diseñando un Programa Nacional para el Control de las Drogas que incluye el aspecto jurídico-penal. Aunado a esto, en 1999 se anunciaba ya la próxima publicación de la Norma Oficial para la Prevención de las Adicciones en el Diario Oficial de la Federación. García M. (1999), hace la siguiente referencia.

Este proyecto se elaboró por especialistas entre los que destacan médicos del Instituto Nacional de Cancerología y especialistas de diversos organismos e instancias gubernamentales; el proyecto destaca las necesidades de contar con una amplia variedad de recursos humanos y técnicos, recomienda entrelazar esfuerzos institucionales, con la idea de diseñar e instrumentar acciones de investigación, prevención, tratamiento, normatividad y legislación.

En su forma moderna, este enfoque para combatir el consumo y producción de drogas ha sido mal copiado a partir de las instituciones creadas por los Estados Unidos, dejando a cargo a la DEA (Drug Enforcement Agency). Varias décadas atrás, la doctrina militar de la seguridad nacional de Estados Unidos se transformó de bélica a social, resolviendo conflictos que no les correspondían, como entrometerse en asuntos de drogas, y no sólo en su país, sino en toda Latinoamérica. El General Maxwell Thurman, del comando del sur dijo: “la guerra contra las drogas en América latina es la única que tenemos”, estos son problemas que siempre rebasan las fronteras.

Las causas mencionadas arriba son las que más han destacado desde el periodo de los años treintas hasta la actual prohibición tan discutida en la que vivimos hoy en día, y que nos rodea con una serie de secuelas e interrogantes. Ya sea en el aspecto moral, jurídico y económico.

Otro aspecto sumamente importante para tratar este tema es la educación que se imparte, ya sea en casa, escuela o medios de comunicación masiva. No podemos dejar de mencionar que esta es incompleta y mediocre en relación con las drogas. El ejemplo más claro es la cantidad de dependientes o consumidores aun siendo ilegales. En los colegios y en los hogares se solapan todas las mentiras que ya hemos ido mencionando, lo que genera un ambiente de confusión e ignorancia.

No podemos culpar a los jóvenes o consumidores como responsables de nuestros conflictos relacionados con drogas cuando en realidad toda la sociedad esta mal informada y enferma de este problema; y como en todas las enfermedades todos somos vulnerables a ser víctimas.

Como ya mencionamos, un buen recurso para evitar esto es la educación, que ésta forme gente con carácter, y en forma física y mental que no tengan que recurrir a la falsa salida de las drogas obedeciendo el afán de evitar u olvidar más bien y las tensiones que genera la propia existencia de éstas. Es evidente que la gente con el más mínimo conocimiento en torno a las drogas y que los jóvenes aprenden más de ellas por argumentos de sus amigos, compañeros de clase o por experiencia propia que por lo que se les enseña en la escuela.

No es posible que un alumno de una escuela marginal de provincia esté teniendo la misma educación acerca de los estupefacientes que un alumno de los más altos estratos sociales. ¿a que nivel nos estamos poniendo? Y no por hacer menos a estas personas sino para hacer notar nuestro sistema tercermundista generalizado en todos los estratos sociales. Por esa razón las drogas no exentan a nadie de ninguna clase o raza. La ignorancia y los mitos sofocan por igual a todo el país. Entonces la pregunta es ¿la culpa la tienen realmente los adictos?, ¿son merecedores de ser sometidos por la justicia y la sociedad por consumir?, ¿deben ser encerrados y tratados como criminales? O ¿se deben violar sus derechos humanos de civiles por consumir con el pretexto de la lucha antidroga?

La verdadera lucha contra las drogas no es cuidar las fronteras, aduanas, y mucho menos las puertas de las escuelas primarias y secundarias invadidas de distribuidores. ¿Cómo pretendemos que un niño de once años se enfrente al distribuidor de drogas que se encuentra fuera de su escuela cuando tiene la información mínima indispensable de drogas, tipos de drogas y consecuencias de este problema? esto no se resuelve ni desapareciendo las drogas existentes; prueba de esto es que los tóxicos los encontramos hasta en los penales “da alta seguridad”, la solución es el criterio basado en una sólida educación.

III. La Prohibición: ¿Un rotundo fracaso?

En este apartado, nos dedicamos a exponer algunos de los principales elementos que sustentan el título mencionado arriba.

Aparte de las propiedades antineoplásticas, el cannabis es un analgésico y día a día se estudia la posibilidad de que tenga capacidades antiinflamatorias que podrían reducir la hinchazón y mejorar la movilidad de pacientes de artritis reumatoide. En 1994, The Australian National Task Force on Cannabis menciona que al utilizar cannabis, por vía oral, se genera un efecto bronco dilatador tanto en personas sanas como en personas que padecen de asma.

Se conoce el uso de esta sustancia para restituir el apetito, debido a que aumenta el placer sensorial del gusto, cuestión que podría ser de ayuda en casos de anorexia o bulimia. El tetrohidrocanabidol (THC) tiene propiedades antiespásticas, analgésicas y espasmolíticas, se ha comprobado también que el inhalar el humo puede reducir espasmos súbitos llamados tics.

En 1997, la Sociedad Estadounidense de Neurología concluyó que las sustancias parecidas o derivadas de la marihuana podrían beneficiar a más de 97 millones de estadounidenses. Así mismo, en 1999, el Instituto Estadounidense de Neurología divide el tipo de dolencias que el cannabis podría disminuir o desaparecer, en tres, las de tipo somático, visceral y el neuropático.

Con la idea de demostrar el uso de cannabis, en ciertas dosis, pudiera provocar la muerte, se experimentó con un perro, cuyo peso era de 12 kilogramos, al que se le inyectaron, vía yugular, 57 gramos de extracto de líquido de cáñamo. Lo sorprendente fue que, contrario a lo esperado, el animal no murió sino que, después de estar incosciente día y medio, se recuperó del todo. Además el cannabis ofrece beneficios en lo relativo con la enfermedad de Crohn, enfisema, epilepsia, esclerosis múltiple, esquizofrenia, glaucoma, hipertensión arterial, infecciones dérmicas por herpes, insomnio, lesiones en la cabeza, embolias, migraña, náusea, síndrome de consunción, tos y tumores (Jonathon, 2002, p.202). Como podemos observar, el cannabis, más allá de ser un estupefaciente, es una planta con un valor inestimable para la sociedad, además de que el uso legal de esta planta ha mostrado ser una importante fuente de ingresos para el turismo, como lo demuestra Holanda.

Estados Unidos, en el transcurso de dos décadas, ha pasado de ser el mayor importador a ser el mayor productor de esta planta. Escotado,(1992) nos menciona:

Otra cuestión es presentar a la droga como enfermedad y que este delito haya acabado siendo uno de los mayores negocios de el siglo. Llevando a su última raíz, este negocio depende de que las drogas no sean distinguidas por sus prioridades o efectos concretos, sino que sean vistas como sustancias criminales; una arbitrariedad tan enorme solo puede estimular desorientación y usos irreflexivos.

Hasta el día de hoy no se tiene registrado ningún caso de muerte por el consumo de marihuana. No sucede así con el tabaco y el alcohol; sustancias que son permitidas y admitidas tanto por las instituciones como por la sociedad misma.

IV. El cannabis en nuestro país, las ocho regiones geográficas.

El asunto del cannabis en nuestro país debe ser abordado con toda la complejidad y responsabilidad que merece; ya que dicho fenómeno se presenta reiteradamente como un problema social, porque las personas crecen con una ideología errónea, que se ha estipulado desde la prohibición del enervante en la década de los treinta por los Estados Unidos, razón por la cual, los casos de consumo de marihuana en nuestro país se pueden analizar si nos enfocamos en las ocho zonas económicas estipuladas por el Consejo Nacional contra las Adicciones dándonos así una pauta para una clasificación regional, estatal y de edad de consumo entre los mexicanos, misma que podemos aplicar conforme al siguiente cuadro:

Región

Estados que comprende

Edades promedio de consumo (años)

Noroccidental

Baja California Sur, Sonora, Sinaloa

26-34

Occidental

Aguascalientes, Colima, Jalisco, Nayarit, Zacatecas.

26-34

Oriental

Chihuahua, Durango, Coahuila

19-25

Nororiental

Nuevo León, San Luis Potosí, Tamaulipas

17-28

Zona Metropolitana

y Ciudad de México

18 municipios circundantes a la Ciudad de México, Ciudad de México

19-25

Centro

Hidalgo, Morelos, Puebla, Querétaro, Tlaxcala, resto del Estado de México

19-25

Centro Sur

Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Veracruz

16-26

Sur

Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco, Yucatán

26-34

(De la Fuente, 1998, p.p. 514-519)

Con los datos del cuadro anterior, podemos agregar que la región con mayor distribución hacia los Estados Unidos es la Región Noroccidenal, debido a su cercanía con la frontera y la poca oferta de trabajo que se tiene en territorio nacional, ello propicia que la gente se establezca en dicha zona para mantener una estrecha relación con el país vecino y así facilitar la transportación de dicho enervante. Por otro lado, la región con el mayor número de consumo es la Región de la Zona Metropolitana y Ciudad de México, esto debido a la venta del narcótico en los lugares más frecuentados, como lo son: antros, bares, centros comerciales, mercados, etc., provocando esto que también sea una de las regiones con mayor índice de compra y venta a nivel regional. Otra región de suma importancia en el transporte, de carácter marítimo es la Región Nororiental, de la que el Estado de Tamaulipas forma parte del cártel del Golfo. Por último, una de las regiones más importantes es la Región Centro Sur, la cual posé el índice de consumo más grande en adolescentes menores a los 18 años, esto implica que la venta se propicie en las secundarias y preparatorias de dicha región.

V. Implicaciones éticas, morales y jurídicas en la población mexicana

  1. Ético-Moral

Según la filosofía moral que considera al hombre como un ser capaz de gozar la libertad y con base en la valoración moral de sus actos, la ética plantea que el hombre debe asumir la responsabilidad del ejercicio de su libertad. Por esto, la consideración moral sobre el uso y consumo del cannabis, debe al mismo tiempo.

La problemática del uso del cannabis con respecto a la ética y a la moral, corresponde, al igual que cualquier otro estimulante, al uso indebido de este narcótico en los diversos niveles socioeconómicos, sin embargo, la prevención primaria debe tomarse en cuenta no sólo por la efectividad de los éxitos o fracasos de las políticas públicas mundiales, sino también por la realidad de la naturaleza humana.

Independientemente de los prejuicios que se tienen por la marihuana, se tiene la idea de que el uso de ésta provoca que el individuo tenga despersonalización, evasión de la realidad y, por lo tanto de sí mismo. Con ello el acto moral se distorsiona y conlleva a la desintegración personal y de las principales instituciones sociales, al igual que una onda en el agua se expande tras arrojar una piedra.

Existen varias estrategias que pueden aplicarse en la prevención primaria y que se han mostrado eficaces. Primeramente, la ampliación del conocimiento, el aumento de la consciencia sobre los efectos de la droga, los síntomas de su uso y la disponibilidad de recursos; en segundo la construcción de aptitudes y competencias de vida entre la juventud, los padres de familia y otros miembros de la comunidad, tales estrategias incluyen el rechazo a la droga, el hacerle frente, la comunicación que se tiene, la adopción de decisiones y la resolución del conflicto; tenemos un compromiso en alternativas saludables libres de drogas; finalmente, el acceso a los servicios de prevención, aunado a la identificación y envío precoz de individuos que han experimentado problemas por el uso indebido de esta droga; al respecto Grisez, G, 1997. observa que:

La efectividad de la ley depende mucho más de formar el razonamiento y discernimiento práctico sobre el consumo de la marihuana que obligar a que el ciudadano cumpla las leyes y se le prohíba de manera definitiva su consumo.

Por ende, se trata de un problema que siguen considerando la ética, y principalmente, la bioética, como una cuestión moral que repercute en la sociedad, sin anteponer todos los prejuicios y estudios históricos y antropológicos sobre el cannabis. En relación con esto, Mitchell (1999), del Centro de Bioética y Dignidad Humana, describe a nuestra era como una “época de oscuridad moral” en la que “nuestras sensibilidades morales se encuentran en un nivel bastante bajo y decadente”, en la que tal vez pueda interpretarse como que la ética, actualmente, es vista por muchos de una manera muy individual y subjetiva, de la mano con esta perspectiva, está la visión de que no existe nada que pueda considerarse en sí mismo como correcto o equivocado, como lo afirma el filósofo Thomas Hobbes, a los objetos de nuestros apetitos o deseos los llamamos “buenos”, y a los objetos de nuestros odios y aversiones los llamamos “malos”.

Finalmente, a pesar de que el uso del cannabis se prohíbe y es ilegal, se ha estudiado y elaborado una serie de hipótesis de un daño menor que el consumo de alcohol y que incluso del tabaco. Además de que desde el punto de vista psicológico, lo prohibido llama, así que se deben reforzar a través de valores y principios la educación y la cultura, sin olvidar evidentemente la información para la libre elección.

  1. Jurídico.

Hoy en día, México enfrenta el trafico, distribución y consumo de estupefacientes bajo una normatividad jurídica especializada en este rublo, entre las que destacan:

  1. Código Federal de Procedimientos Penales

  2. Ley General de Salud

  3. Ley de Asociación Delictuosa

Es por ello que Del Río (2000) afirma que:

“Vivimos en una sociedad represora de todo lo que huela a cambios y libertades. Durante siglos el hombre ha vivido bajo la tiranía de minorías que imponen su modo de vida, sus ideas religiosas, sus ideales de dinero y poder, sus afanes de consumo y sus formas de educación”.

Antes de contextualizar sobre el ámbito jurídico en nuestro país, debemos hacer un hincapié en la nación que a principios de la década de los setentas, el gobierno Federal de los Estados Unidos, debido a intereses económicos y políticos obligó a México y a toda América Latina a penalizar esta droga, no sólo por su consumo sino también por el simple hecho de portarla ya fuese en una mínima cantidad; nos referimos a los Estados Unidos, quien, lanzando campañas para satanizarla y hacer creer a la población que el uso, por mas mínimo que fuese, creaba una dependencia no sólo a este narcótico sino también a otro tipo de estupefacientes, esto durante el gobierno de Richard Nixon, pero no fue sino hasta el periodo presidencial de Bill Clinton, donde se destinó la cantidad de ocho billones de dólares, haciendo propagandas a lo largo de todo su territorio, siendo los mexicanos y estadounidenses que cruzaban la frontera en automóvil los más afectados, ya que se realizaba una inspección minuciosa no solo del vehículo sino también a la persona o personas que entraban al país, resultando esta campaña todo un fracaso, ya que la cantidad decomisada de cannabis a lo largo de un mes fue mínima siendo esto una pérdida económica y ocasionando un descontento en la población mexicana al sentirse discriminada.

Es por ello que en el caso de México, hablar de la marihuana en un ámbito legal, es puntualizar las posturas ideológicas que dichas campañas marcaron a lo largo de su decreto, causando una serie de prejuicios inciertos, en los que se basa la sociedad hoy en día para dictaminar las leyes que penalizan al enervante.

La legalización del cannabis en México tiene otra historia, la cual se remonta como lo estipula De la Fuente, (1998) que:

La prohibición genera nuevos delincuentes, al considerarse delictiva la conducta, se victimaza, a tenedores usuarios y adictos. El hacérsele traspasar la línea de lo ilícito siente que los han declarado aptos para futuros delincuentes, ya son transgresores de la Ley y sienten que su respecto por esa Ley, por muy escaso que fuera se ha derrumbado.

La solución para erradicar parcialmente el perjurio de la drogadicción es la legalización de las drogas blandas, (según estadística del CONADIC son: derivados del cáñamo, hachís, cocaína, marihuana y los ácidos o LSD), aquellas drogas que por sus efectos no causan una dependencia inmediata, puesto que ya no sería un negocio pagar por la propia ilegitimidad, permitiendo que haya una libre competencia entre el Estado y los narcotraficantes, dado que estos últimos son los únicos beneficiados en el comercio de los narcóticos, ya que siendo ilegal su venta no declaran ningún tipo de impuestos, los sectores beneficiados serían: el campo, dando trabajo a miles de campesino, el textil, ayudando a la fabricación de ropa, el avícola, dado que mezclado con las semillas pueda ser un alimento para las aves y el sector farmacéutico el cual innovaría algunas técnicas curativas.

Es por ello, que la búsqueda de una legalización, en cuanto a este tipo de estupefacientes se refiere, no es del todo llegar a un fin recreativo, sino terminar con uno de los negocios ilícitos mas rentables en la actualidad, y concienciar la sangre inocente de civiles que se pierde debido a sobredosis, mala limpieza o procesamientos inadecuados del enervante por distribuirlo de forma clandestina.

Finalmente, para una gran número de la población, no sólo mexicana sino de otras partes del mundo, hablar del cannabis es hacer referencia a una hierba satánica o una droga capaz de formar una dependencia con solamente probarla, pero lo que no saben o mejor dicho se les omite es que esta planta no es utilizada con fines recreativos, y da pauta a la fabricación de grandes cantidades de productos, no sólo en el ámbito medicinal o curativo, y en la antigüedad, ya que este narcótico tenía un papel importante en campo textil y alimenticio.

Discusión (Conclusiones)

Para poder concluir consideramos importante que antes de hablar del narcotráfico en México, debemos tocar el tema de su contraparte, si es que aun existe alguna.

En los años ochenta, un agente de la Policía Judicial de el Estado de México salio de este organismo inopinadamente, sancionándolo con una orden de detención en su contra por la venta de protección a los ladrones de automóviles, costándole mucho reenganche en la carrera policial. Para 1988 ya era agente de la Policía Judicial del Estado (PJE) de Tamaulipas. Y cuatro años después pintaba como comandante. La historia no termina aquí y esta lejos de ser un caso aislado, esta nos da un buen parámetro para mostrar el nivel de corrupción de nuestro país, el narcotráfico es un gran negocio.

A pesar de que los medios nos muestran como la policía decomisa cantidades exorbitantes de drogas esto solo da para una novela de detectives de pésima calidad y un trama demasiado largo por no decir infinito. Es sabido por todos que los conectes pagan a la policía para su seguridad y esta ultima ocupa su tiempo sacando dinero a los consumidores o “plantando” la cantidad de droga necesaria para rebasar el consumo mínimo y poder cobrar su parte.

Muchos de los consumidores de esta planta siguen siendo vistos a través de una veladura de ignorancia siendo tachados de delincuentes o suicidas, cuando lo que buscan es en su mayoría, un momento agradable posiblemente canalizado en recreación, inspiración, meditación, introspección o simplemente un respiro de la contaminada cultura actual, al contrario de lo que presenta la prensa sensacionalista el uso de drogas tampoco esta necesariamente asociado con algún tipo de secta malsana.

Se sabe que buda consumió semillas de cáñamo en forma de ayuno durante sus búsquedas de iluminación, sin el cannabis hubiera sido imposible que los tripulantes de los barcos que colonizaron este lugar, hubiesen pisado tierra.

Consideramos que la cuestión prohibitiva hacia cualquier manifestación de vida es una muestra de la falta de intelecto de algunos especimenes humanos.

La educación es la que consideramos, debería ser mas productiva al emplearse de modo temprano, dando así las bases para entender los usos de la planta, y con esto, evitar los innumerables tipos de problemas que se presentan. Sin duda es más fácil reprimir que educar, pero al hacer esto siempre existirá un “riesgo” de que alguna de las cuestiones controladas salgan de control.

Creemos que el humano, por un medio que le es natural, puede emplear este tipo de sustancias para un funcionamiento optimo. Para decir esto nos basamos en nuestro entorno. Por ejemplo muchos gatos consumen una planta que les causa efectos embriagante, con que consideramos que, de existir la legalización la calidad de la marihuana que se consigue aumentaría considerablemente además de que el peligro que implica el acto de “conectar”; sencillamente desaparecería además de que el empleo medico de esta planta podría resultar muy producente.

La posición de México como siempre subordinada a la irrefutable palabra de aquellos que se nombran norteamericanos, parece estar lejos de generar cambios, sin embargo esta llamada enfermedad social se multiplica y la posición de el gobierno mexicano, en cuanto a este enervante refiere, esta lejos de ser la adecuada a la situación que se presenta el día de hoy.

Que personas, actúen como idiotas no debería de interferir con nuestra decisión de no querer embriagarnos y fumarnos un porro, acción, que no me va a convertir en ningún tipo de ladrón cuya necesidad de drogarse rebasa su ética y moral llevándome a cometer robos secuestros o asesinatos o cualquier tipo de falta de respeto como ha sido infinidad de veces planteado.

Se dice que el hombre posee libre albedrío, pero ¿cómo desarrollarlo con información incompleta o con intereses de por medio? Para concluir nos gustaría cerrar con una cita textual de la novela del señor José Agustín, intitulada Se está haciendo tarde: “…El efecto de la mariguana depende de la condición moral, de la posición social, de la clase económica, de la cultura y de la sensibilidad y de las inclinaciones de quien la consume…A una persona le puede hacer bien, continuó Paulhan [el conciliador en la novela], a otras mal: a otras no les hace. Es una planta que no es buena ni mala en sí. Muchas veces ocurre que algunas personas fuman mariguana y les cae bien, pero después de un tiempo la dejan: no está bien aferrarse a nada y uno se puede enajenar a la mariguana también. ¡Nhombre!, dijo Virgilio, ¡yo ya tengo ochos fumando mota y no se me ha hecho vicio! En cambio, otras personas la fuman y no pasa nada, concluyó Paulhan.”

Referencias

Agustín, J. (2000). Se está haciendo tarde (final en laguna). México. Alfaguara.

Cárdenas, O. (2002). Toxicomanía y Narcotráfico (2ª ed.). México, Fonda de Cultura Económica.

Cossio, H. (1997). Droga, Toxicomanía y el Sujeto Activo (2ª ed.). México, Impresiones.

Del Río, E. (2000). Marihuana, Cocaína y otros Viajes. México, Random House Mondadori.

De la fuente, J. R. (1998) El consumo de Drogas en México, Diagnóstico, Tendencias y Acciones. (2ª ed.). México, Secretaría de Salud de México.

Escohotado, A. (1995). Aprendiendo de las drogas, Usos y abusos, prejuicios y desafíos (12ª ed.).Barcelona, Anagrama.

García, M. (1999). Las adicciones más allá de las etiquetas. ¿Cómo ves? 1 (10), p. 24.

Germain Grisez, (1997) ¿El concilio de la ciudad debe votar si suministra o no agujas a los drogadictos? en: El Camino de Jesús. Vol. 3 Preguntas Morales Difíciles, Universidad de Quincy Franciscan Press.

Green, J. (2003). Cannabis. Barcelona, RB A Libros.

Moreno, P. (2001). Horizonte, El currículum tabú en la formación y práctica docentes, 1 (14) p. 27

Rodríguez, L. (1994). Los Estupefacientes y el Estado Mexicano. (2ª ed.). México, Botas.

Wishnia, S. (2004). El Libro de la Marihuana. México, Paidós Mexicana

Organización Mundial de la Salud (htto://www.who.int)

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