Capablanca 05 Capablanca en Moscú 1925

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Capablanca en Moscú, 1925

Edward Winter

Capablanca escribió un relato del torneo de Moscú 1925, junto con sus propuestas para una
nueva forma de ajedrez, en la Revista Bimestre Cubana de la Sociedad Económica de Amigos
del País, Volumen XXI, Número 2, Marzo-Abril de 1926. A continuación presentamos la
traducción:

„EI Torneo Internacional de Moscow de 1925 – Conveniencia de Modificar el Ajedrez
para la Lucha entre los Grandes Maestros por J. R. Capablanca.

Las peripecias del último gran Torneo Internacional de Ajedrez verificado en Moscow, ha
dado lugar a un sin número de comentarios. Antes de comenzar, se suponía que la lucha
por el primer puesto sería entre el doctor Lasker y yo. Sin embargo, muy pronto cambió el
escenario. EI Dr. Lasker es verdad que comenzó muy bien, pero hubo otros como
Bogoljuboff, Rubinstein y Marshall viejos maestros que no le iban en zaga. Además el
joven Torre, jugador nuevo, de poca fama, llevaba tal impulso, que no hacía más que
anotarse puntos a su favor y ya bastante avanzada la contienda no faltaba quien creyese
que el talentoso jugador mejicano daría un gran golpe inesperado llevándose el puesto de
honor. Mientras todo esto sucedía, yo el “campeón mundial”, estaba haciendo un papel de
lo más desairado y por primera vez en mi vida me encontraba casi a la cola del torneo, tan
lejos de los primeros puestos que ya nadie me tomaba en consideración para el resultado
final en lo referente a los primeros lugares.

Algo filósofo, muy observador y completamente desapasionado en mi juicio acerca de
todo lo referente al Ajedrez y sus grandes expositores, no acertaba yo, sin embargo, a
explicarme el fenómeno curioso que se estaba produciendo. Me explicaba perfectamente lo
poco eficiente de mi trabajo, pero no veía nada sobresaliente en la labor de ninguno de los
otros. Todos los que he nombrado lo estaban haciendo bastante bien, sobre todo el Dr.
Lasker, pero el Dr. Tartakower que hasta ese momento estaba jugando con más precisión
que nadie no estaba obteniendo tan buenos resultados prácticos como los otros. Por mi
parte no comprendía lo imposible que se me hacía poder concentrar mis facultades durante
cuatro horas consecutivas.

En esta situación, de buenas a primeras, se produjo un cambio. Los diferentes factores que
actúan en estas luchas comenzaron a producir distintos efectos según las circunstancias. La
tensión que produce una lucha de esta naturaleza tuvo su primera víctima en Rubinstein.
Comenzó a perder un día tras otro y pronto quedó descartado. Marshall y Torre tuvieron
sus tropiezos. Lasker de pronto también pareció a su vez no poder resistir la marcha. Sólo
quedó en pie, por así decir, Bogoljuboff. Por mi parte, con la práctica de los primeros

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rounds y hostigado por un par de derrotas a manos de jugadores inferiores Logré al fin
entrar en el espíritu de la lucha y pude mediante un gran esfuerzo, concentrar algo más mis
facultades para el esfuerzo consecutivo necesario y así de día en día, no sólo fui mejorando
mi posición en el torneo sino que al final estaba ya llegando al máximo de mi fuerza. La
descripción anterior explica el orden definitivo al final de la contienda. Bogoljuboff a
pesar de la derrota que sufrió conmigo, llevaba tanta ventaja que quedó en primer lugar por
amplio margen. Lasker con su gran experiencia pudo capear el temporal y ocupar el
segundo puesto por medio punto. Yo, ganando siete y haciendo dos tablas de los últimos
nueve juegos llegue al tercer lugar. Marshall haciendo uso de su experiencia se mantuvo lo
suficientemente bien para terminar en cuarto. Torre que estuvo solo por un día en primer
lugar, gracias a la ventaja enorme que llevaba, quedó empatado para quinto y sexto puesto
con Tartakower, Este último reaccionó admirablemente durante los últimos tres rounds de
la contienda.

Lo anteriormente expuesto demuestra las peripecias del juego de Moscow y si bien es
verdad que cosas parecidas han sucedido antes, no hay, sin embargo, duda alguna que en
este torneo las alternativas fueron de tal naturaleza, que es preciso convenir en que hubo
factores especiales que influyeron mucho en sucesos tan poco usuales. EI torneo fue
organizado por la sección del Gobierno Soviet a cargo de todos los asuntos relacionados
con el ajedrez de acuerdo con los directores del Club de Ajedrez de Moscow. El comité
encargado de la dirección y organización del torneo estaba compuesto de elementos
jóvenes, muy entusiastas y deseosos de hacerlo bien, pero faltos de experiencia. EI
resultado fue una organización deficiente en cuanto a las necesidades de los jugadores para
poder mostrar todo lo que ellos eran capaces de producir, por más que el comité hizo
cuanto le fue posible para remediar los defectos una vez que estos eran indicados por
alguno de los maestros extranjeros. Pero está claro, que hubiera sido necesario prever las
cosas, puesto que casi siempre cuando el remedio surtía efecto ya el mal se había
producido y en algunos casos no fue posible aplicar el remedio. Supongo que algunos de
los maestros se fueron de Moscow pensando como yo, es decir, muy agradecidos por lo
bien que fueron recibidos y tratados, pero al mismo tiempo muy apenados de no haber
podido demostrar sus verdaderas facultades.

EI Ajedrez en la U.S.S.R. goza del apoyo oficial. El gobierno lo considera un medio
superior para educar la masa del pueblo. El ajedrez, pues, cuenta ahí con un público
enorme. Fácil es, por consiguiente, imaginar el interés y entusiasmo con que se seguía el
torneo. Los periódicos y revistas publicaban artículos sobre el torneo y todo cuanto decían
los maestros que pudiera considerarse de interés general. Naturalmente yo, como campeón
del mundo, me encontraba muy asediado por los periodistas y hasta por algunos maestros
de ajedrez que escribían para periódicos y revistas. Al Dr. Tartakower como gran maestro,
y además como amigo mío, le expuse y él publicó en forma muy condensada mis ideas
sobre ciertas reformas que yo creía conveniente hacer en el ajedrez. Le dije que
erróneamente se me habían atribuido con anterioridad en diversas revistas y periódicos
cosas que yo no había dicho y que me parecía aquella una buena oportunidad para aclarar
los hechos y exponer las únicas modificaciones que verdaderamente yo creía conveniente
y al mismo tiempo aclarar que no era cierto que yo hubiese declarado nunca que el ajedrez
había llegado a su límite y que hacer tablas era cosa fácil. Naturalmente es fácil

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comprender lo mucho que se habrá escrito y hablado sobre el asunto. En realidad lo que yo
he oído y leído sobre el particular demuestra que no he sido comprendido. EI ajedrez posee
hoy día una gran literatura. Hay miles de volúmenes escritos sobre ajedrez tal como se
juega este juego ahora. Por otra parte todavía no se ha llegado al límite en el ajedrez tal
cual él existe hoy en día. Ningún jugador hasta ahora ha logrado mantenerse invicto
durante tiempo indeterminado. Yo logré estar ocho años a través de cuatro torneos y dos
matches sin perder un solo juego, pero al fin y al cabo Reti, en 1924, en el Tomeo de
Nueva York me ganó uno. Ahora en Moscow perdí dos contra jugadores de menor cartel.
Los otros jugadores actuales no han podido hacer tanto, de modo sea que tal parece que
por ahora no hay que preocuparse en cuanto a la posibilidad de que haya quien pueda
hacer tablas a voluntad pero en realidad, a mi juicio no es así sino que por el contrario hay
que preocuparse respecto a las tablas. Puede ser que aún no hayamos llegado al punto de
poder hacer tablas de voluntad, pero si no hemos llegado, poco falta. En realidad,
ingenuamente debo confesar que en las debidas condiciones de entrenamiento y salud,
como por ejemplo, al final del torneo de Moscow, se me hacía imposible comprender
como me podrían ganar un juego, siempre y cuando yo me conformase con hacer tablas.

No digo esto por vanidad, pues en el ajedrez al menos, nunca he sido vanidoso; lo digo por
convicción, admitiendo desde luego la posibilidad de estar equivocado. Pero aceptemos
que aún no hemos llegado a eso, es decir, que no hay absolutamente nadie hoy día capaz
de hacer tablas a voluntad. Aun así nos encontramos con que la técnica ha avanzado de tal
manera que hoy día hay jugadores de segunda categoría entre los grandes maestros que a
fuerza de sus conocimientos enciclopédicos se hacen casi invencibles. Y si esto es ahora y
las tres cuartas partes de ese camino se ha andado solo en los últimos veinte años, ¿qué
sucederá dentro de cincuenta años?

Pensad que grandes maestros de verdadera clase superior como Alekhine y Bogoljuboff,
hombres jóvenes, conocen cuanta variante existe en el desarrollo de una apertura que haya
sido usada con frecuencia por los otros maestros; que Alekhine, por ejemplo que solo tiene
33 años conoce cuanta partida ha sido jugada en un torneo o match cualquiera en los
últimos veinticinco años, que la analogía en el desenvolvimiento técnico de la mayor parte
de las aperturas es tal que aun cuando se invierta el orden de las jugadas o se haga algo
nuevo o desconocido, es relativamente fácil encontrar la respuesta justa. Pensad todo esto,
aun sin contar otros aspectos más por el estilo, que serían de difícil explicación y harían
este trabajo demasiado largo, y llegareis a la conclusión de que hay que pensar muy
seriamente en lo tocante a las tablas, si no se quiere llegar al momento en que haya varios
jugadores del todo invencibles.

En realidad hoy existe un ajedrez aparte, por así decir, que solo comprenden los más
selectos de los grandes maestros y del que muy a menudo forma parte de una técnica
altamente desarrollada que ya hoy amenaza con igualar el talento al genio y que de llegar a
conseguirlo haría del ajedrez algo parecido a lo que es hoy el juego de damas. Pese, pues, a
la vieja historia ajedrecista y a los miles de volúmenes escritos sobre ajedrez en un tablero
de 64 casillas, es necesario evitar lo que sin duda sería un desastre. Para evitar que por
algunos siglos al menos la técnica pueda de nuevo convertirse en factor tan dominante, he
sugerido ampliar el campo de operaciones. Haciéndolo mayor, las combinaciones serían

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mayores y por consiguiente más difíciles e interesantes. La parte artística tendría mayor
campo, sin cambiar para nada los principios estratégicos fundamentales. Para cambiar solo
aquello que sea necesario he sugerido que en lugar de 64 casillas, hayan cien, esto es, un
tablero de 10 x 10 en lugar de uno de 8 x 8. Habrá por consiguiente dos peones más, y
también dos piezas grandes más, atrás. Para completar la clase de movimientos, una de las
piezas tendrá el movimiento combinado de alfil y caballo y la otra de torre y caballo. Una
se colocará del lado de la dama y la otra del lado del Rey. Los peones, en lugar de tener
opción de marchar uno o dos pasos podrán marchar uno, dos o tres pasos.

Las demás reglas podrían ser las mismas.

No es necesario ser vidente para fijarse claramente en la imaginación una vista panorámica
de lo que sería el nuevo ajedrez. Si hoy día hay a veces posiciones tan ampliadas que el
maestro se ve apurado por resolverlas, que no sucedería en un campo de acción casi el
doble del actual y con elementos de gran calibre no existentes hoy día?

Lo que el aficionado generalmente aprecia con mayor facilidad en una partida de ajedrez
son las pequeñas combinaciones llamadas brillantes. Y digo pequeñas, porque cuando las
combinaciones son de mayor cuantía el aficionado por lo general no las comprende.
Respecto a los grandes maestros, éstos a su vez, se deleitan por lo general con las
combinaciones de mayor cuantía. Hoy día, con los elementos actuales y con una técnica
altamente desarrollada las combinaciones de mayor cuantía son rarísimas y las
oportunidades para llevarlas a cabo difícilmente se presentan. Con las innovaciones
expuestas, tanto el aficionado como el maestro podrían a menudo deleitarse con el tipo de
combinaciones al alcance de cada uno de ellos

Para no prolongar esta disertación y al mismo tiempo indicar algo que podría suceder en la
práctica, basta decir que una de las nuevas piezas, la que tendría el movimiento combinado
de alfil y caballo, podría por si sola vencer al rey contrario, cosa imposible hoy día.

Habría dos clases de ajedrez: uno el actual y otro más avanzado, solo para los maestros,
pero que sería comprendido por todos aquellos conocedores del ajedrez actual.‟


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