D3 02



- CAPITULO II -


PREGUNTA: żHas visto al Predicador?
RESPUESTA: He visto un gusano de arena.
PREGUNTA: żY qué me dices de este gusano de arena?
RESPUESTA: Nos da el aire que respiramos.
PREGUNTA: Entonces, żpor qué destruimos su tierra?
RESPUESTA: Porque Shai-Hulud lo ordena.
-Adivinanzas de Arrakis, por Harq al-Ada



De acuerdo con la costumbre Fremen, los gemelos Atreides se levantaron al alba. Bostezaron y de desperezaron con un secreto sincronismo en sus respectivas estancias adyacentes, notando la actividad en todo el complejo de la caverna a su alrededor. Pudieron oír a los sirvientes preparando el desayuno en la antecámara, unas simples gachas de dátiles y nueces batidas con extracto de especia parcialmente fermentada. Había globos en la antecámara, y su suave luz amarillenta entraba por las arcadas de la puerta a los dormitorios. Los gemelos se vistieron rápidamente a la suave luz, cada uno de ellos oyendo los ruidos que hacia el otro allá al lado. Como si se hubieran puesto de acuerdo, se enfundaron los destiltrajes contra los tórridos vientos del desierto.
Luego la real pareja salió de la antecámara, notando el sÅ›bito envaramiento de todos los sirvientes. Leto llevaba una capa color canela de bordes más oscuros sobre su destiltraje gris reflectante. Su hermana se arrebujaba en una capa verde. Las dos capas se sujetaban a sus cuellos con un broche con la forma del halcón de los Atreides... dorado, con joyas rojas como ojos.
Viendo su elegancia; Harah, una de las mujeres de Stilgar, dijo:
Veo que os habéis engalanado para honrar a vuestra abuela.
Leto tomó el bol de su desayuno antes de mirar al rostro curtido de Harah. Agitó la cabeza.
żCómo sabes que no nos estamos honrando a nosotros mismos? -dijo.
Harah sostuvo imperturbable aquella mirada insolente y dijo:
Ä„Mis ojos son tan azules como los tuyos!
Ghanima se echó a reír. Harah siempre había sabido usar las palabras a la manera Fremen. Con aquella frase había dicho: «No te me insolentes, muchacho. Puedes pertenecer a la realeza, pero ambos llevamos el estigma de la adicción a la melange... ojos sin blanco. żQué Fremen necesita más elegancia o más honores que éste?
Leto sonrió y agitó pesaroso la cabeza.
Harah, mi amor, si fueras más joven y no pertenecieras a Stilgar, te haría mía.
Harah aceptó aquella pequeÅ„a victoria fácil, haciendo seÅ„as a los demás sirvientes para que prosiguieran preparando las estancias para las importantes actividades de aquel día.
Tomad vuestros desayunos -dijo-. Hoy vais a necesitar todas vuestras energías.
żEntonces crees que no vamos lo suficientemente elegantes como para recibir a la abuela? -preguntó Ghanima, hablando con la boca llena de comida.
No le tengas miedo, Ghani -dijo Harah.
Leto tragó un bocado de gachas, lanzando una mirada inquisitiva a Harah. La mujer era infernalmente astuta, había comprendido inmediatamente las secretas intenciones de aquel emperifollamiento.
żPero ella creerá que la tememos? -preguntó Leto.
Seguro que no -dijo Harah-. Fue nuestra Reverenda Madre, recuérdalo. Conozco sus maneras.
żCómo va vestida Alia? -preguntó Ghanima.
No la he visto -dijo Harah secamente, girando y alejándose.
Leto y Ghanima intercambiaron una mirada de inexpresados secretos, apresurándose a terminar sus desayunos. Luego salieron al gran pasillo central.
Ghanima habló en uno de los antiguos idiomas almacenados en sus memorias genéticas:
Así que hoy tendremos una abuela.
Esto preocupa mucho a Alia -dijo Leto.
żA quién le gustaría perder una tal autoridad? -preguntó Ghanima.
Leto se echó a reír suavemente, una sorprendente risa adulta en un cuerpo tan joven.
Es mucho más que eso.
żPodrán los ojos de su madre observar lo que nosotros hemos observado?
żY por qué no? -murmuró Leto.
Si... eso podría causar los temores de Alia.
żQuién puede saber más de una Abominación que otra Abominación? -preguntó Leto.
Podemos estar equivocados, żsabes? -dijo Ghanima.
Pero no lo estamos. -Y citó del Libro de Azhar de la Bene Gesserit: «Y es con razón y con terrible experiencia que llamamos al prenacido Abominación. Porque, żquién sabe qué terrible persona de nuestro infernal pasado emergerá a través de la carne viviente?
Conozco esa historia -dijo Ghanima-. Pero si esto es cierto, żpor qué nosotros no sufrimos ese asalto interior?
Quizá nuestros padres montan guardia dentro de nosotros -dijo Leto.
Pero, entonces, żpor qué Alia no tiene sus propios guardianes?
No lo sé. Podría ser porque uno de sus padres permanece aÅ›n entre los vivos. Podría ser simplemente porque nosotros somos todavía jóvenes y fuertes. Quizá cuando seamos mayores y más cínicos...
Tendremos que tener mucho cuidado con esa abuela -dijo Ghanima.
żY no discutir acerca del Predicador que vaga por nuestro planeta divulgando herejías?
Ä„No creerás en serio que se trata de nuestro padre!
No hago ningśn juicio al respecto, pero Alia le teme.
Ghanima agitó enérgicamente su cabeza.
Ä„No puedo creer esa tontería de la Abominación!
Tienes exactamente las mismas memorias que yo -dijo-. Puedes creer lo que quieras creer.
TÅ› piensas que es debido a que nosotros no nos hemos atrevido a afrontar el trance de la especia como hizo Alia -dijo Ghanima.
Eso es exactamente lo que pienso.
Permanecieron en silencio, avanzando entre el flujo de gente por el pasillo central. Hacía frío en el Sietch Tabr, los destiltrajes eran cálidos, y los gemelos echaron sus capuchas condensadoras hacia atrás, dejando libres sus rojos cabellos. Sus rostros evidenciaban los genes comunes: bocas generosas, ojos separados, con el azul sobre azul de la especia.
Leto fue el primero en notar la aproximación de su tía Alia.
Ahí está -dijo, utilizando el lenguaje de batalla de los Atreides como advertencia.
Ghanima hizo una inclinación de cabeza hacia Alia en el momento en que esta se detenía frente a ellos y dijo:
Un botín de guerra saluda a su ilustre consanguínea -utilizando el lenguaje chakobsa, Ghanima ponía de relieve el significado de su propio nombre: Botín de guerra.
Como puedes ver, Adorada Tía -dijo Leto-, nos estamos preparando para el encuentro de hoy con tu madre.
Alia, la śnica persona entre los abundantes miembros de la casa real que no evidenciaba su sorpresa ante la actitud de aquellos chicos, los miró duramente.
ĄContened ambos la lengua! -restalló.
Los broncíneos cabellos de Alia estaban recogidos hacia atrás por dos anillos de agua dorados. Su ovalado rostro se veía fruncido, su amplia boca, con su eterno gesto de autocomplacencia, se había reducido a una delgada línea. Preocupadas arrugas surgieron en los ángulos de sus ojos completamente azules.
Ya os he dicho a ambos cómo debéis comportaros hoy -dijo Alia-. Sabéis las razones tan bien como yo.
Sabemos tus razones, pero tÅ› no sabes las nuestras -dijo Ghanima.
ĄGhani! -gruńó Alia.
Leto fulminó a su tía con la mirada y dijo:
Ä„Hoy, menos que nunca, no vamos a pretender ser unos chicos bobalicones!
Nadie pretende que seáis unos chicos bobalicones -dijo Alia-. Pero creemos que sería poco juicioso por vuestra parte provocar pensamientos peligrosos en mi madre. Irulan está de acuerdo conmigo. żQuién sabe el papel que elegirá Dama Jessica? Es, al fin y al cabo, una Bene Gesserit.
Leto agitó la cabeza, pensando: żPor qué Alia no ve lo que nosotros sospechamos? żHa ido quizá demasiado lejos? Y dedicó una vez más una especial atención a los sutiles indicios genéticos en el rostro de Alia que traicionaban la presencia de su abuelo materno. El barón Vladimir Harkonnen no había sido una persona agradable. Leto sintió una vaga inquietud ante aquella idea al pensar: Es también mi propio antepasado.
Dama Jessica fue adiestrada para gobernar -dijo.
Ghanima asintió.
żPor qué ha elegido este momento para regresar?
Alia frunció el ceńo.
żNo es posible que simplemente quiera ver a sus nietos? -dijo.
Ghanima pensó: Esta es lo que tÅ› esperas, mi querida tía. Pero es condenadamente poco probable.
Ella no puede gobernar aquí -dijo Alia-. Tiene Caladan. Eso debería bastarle.
Cuando nuestro padre penetró en el desierto para morir -dijo Ghanima apaciguadoramente-, te dejó a ti como Regente. El...
żTenéis alguna queja al respecto? -preguntó Alia.
Fue una razonable elección -dijo Leto, siguiendo el camino trazado por su hermana-. TÅ› eras la Å›nica persona que sabía lo que significaba nacer como nosotros nacimos.
Se rumorea que mi madre ha regresado a la Hermandad -dijo Alia-, y los dos sabéis lo que piensa la Bene Gesserit acerca de...la Abominación -dijo Leto.
Ä„Sí! -le fulminó Alia.
Bruja una vez, bruja por siempre -dijo Ghanima-. Eso al menos es lo que se dice.
Hermana, estáis jugando a un juego peligroso, pensó Leto, pero la siguió.
Nuestra abuela es una mujer mucho más simple que otras de su clase -dijo-. TÅ› compartes sus recuerdos, Alia; seguramente debes saber lo que puedes esperar.
Ä„Simple! -dijo Alia, agitando su cabeza, mirando el pasillo lleno de gente a su alrededor y luego de nuevo a los dos gemelos-. Si mi madre fuera menos compleja, ninguno de vosotros dos estaríais ahora aquí... ni yo. Yo hubiera sido su primogénita y nada de esto... -Se estremeció-. Os lo advierto a los dos, id con mucho cuidado con lo que hagáis. -Levantó de nuevo la vista-. Aquí viene mi guardia.
żSigues pensando que no es prudente que te acompańemos al espaciopuerto? -preguntó Leto.
Esperad aquí -dijo Alia- La traeré a ella.
Leto intercambió una mirada con su hermana y luego dijo:
TÅ› nos has dicho muchas veces que las memorias que poseemos de todos nuestros antepasados van a servirnos de muy poco hasta que nuestros cuerpos tengan la suficiente experiencia como para comprender su real significado. Mi hermana y yo creemos esto: anticipamos peligrosos cambios con la llegada de nuestra abuela.
Ya basta de eso -dijo Alia. Se giró, fue inmediatamente rodeada por sus guardias, y avanzaron rápidamente por el corredor alejándose hacia la Entrada Principal, donde les aguardaban los ornitópteros.
Ghanima se quitó una lágrima de su ojo derecho.
żAgua para los muertos? -susurró Leto, sujetando el brazo de su hermana.
Ghanima suspiró profundamente, pensando en cómo había observado a su tía, usando la manera que mejor conocía de entre la acumulación de experiencias ancestrales.
żEs el trance de la especia lo que la ha hecho así? -preguntó, sabiendo ya lo que Leto iba a decir.
żTienes una sugerencia mejor?
Para esclarecer el tema: żpor qué nuestro padre... o incluso nuestra abuela, no sucumbieron?
Leto la estudió unos instantes y luego dijo:
Sabes la respuesta tan bien como yo. Ellos poseían ya acusadas personalidades antes de venir a Arrakis. El trance de la especia... bueno... -se alzó de hombros-. Ellos no vinieron a su mundo poseídos por sus antepasados. Alia, en cambio...
żPor qué no ha creído en las advertencias Bene Gesserit? Ghanima se mordió el labio inferior-. Alia posee la misma información que poseemos nosotros.
Ella ya era llamada Abominación -dijo Leto-. No pretenderás demostrar que eres más fuerte que todos aquellos que...
Ä„No, por supuesto! -Ghanima apartó sus ojos de la inquisitiva mirada de su hermano, estremeciéndose. Bastaba tan sólo consultar sus memorias genéticas, y las advertencias de la Hermandad tomaban forma vívidamente. Era observable que los prenatos tendían a convertirse en adultos de aviesas costumbres. Y la causa más plausible... Se estremeció de nuevo.
Lástima que no tengamos a ningÅ›n prenato entre nuestros antepasados -dijo Leto.
Quizá lo tengamos.
Pero entonces tendríamos... Oh, si, la misma vieja pregunta sin respuesta. żTenemos realmente acceso abierto al archivo total de las experiencias de todos y cada uno de nuestros antepasados?
Por su propia agitación interior, Leto sabía hasta qué punto debía turbar a su hermana una tal conversación. Se habían hecho demasiadas veces aquella misma pregunta, siempre sin llegar a conclusión alguna. Dijo:
Debemos aplazar, aplazar, aplazar, cada vez que ella intente que entremos en trance. Debemos tener una precaución extrema con una sobredosis de especia; este es nuestro mejor modo de actuar.
Para nosotros una sobredosis puede ser una cantidad muy grande -dijo Ghanima.
Probablemente nuestra tolerancia es alta -admitió él-. Observa la cantidad de especia que necesita Alia.
La compadezco -dijo Ghanima-. Su necesidad de especia debe ser sutil e insidiosa, arrastrándola implacablemente hasta...
Sí, es una víctima -dijo Leto-. Una Abominación.
Podríamos estar equivocados.
Es cierto.
Siempre me he preguntado -murmuró Ghanima- si la próxima memoria ancestral que encontraré no será la de...
El pasado no está más lejos que tu almohada -dijo Leto.
Ghanima lo miró. Finalmente, dijo:
Saber demasiado nunca simplifica las decisiones.

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