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- CAPITULO XXVIII -


Los gobiernos, si perduran, tienden siempre de modo creciente hacia formas aristocráticas. No se conoce ningÅ›n gobierno en la historia que haya escapado a este esquema. Y a medida que la aristocracia se desarrolla, el gobierno tiende más y más a actuar exclusivamente en interés de la clase gobernante... sea esta clase una monarquía hereditaria, una oligarquía de imperios financieros, o una burocracia bien afianzada.
-La política como fenómeno repetitivo: Manual de Adiestramiento Bene Gesserit



żPor qué me has hecho esta oferta? -preguntó Farad'n-. Es esencial que lo sepa.
Estaban, él y el Bashar Tyekanik, en la antesala de los apartamentos privados de Farad'n. Wensicia estaba sentada a un lado en un diván bajo de color azul, más oyente que participante. Sabía cuál era su posición y se resentía de ello, pero Farad'n había sufrido un terrible cambio desde aquella maÅ„ana, cuando ella le había revelado su conjura.
Era la Å›ltima hora del atardecer en Castel Corrino, y la débil luz acentuaba el tranquilo confort de aquella antesala, una estancia repleta de libros actuales reproducidos en plástico, con estantes que mostraban montaÅ„as de bobinas reproductoras, bloques de datos, cintas de hila shiga, amplificadores mnemónicos. Por todas partes a su alrededor había seÅ„ales de que aquella estancia era muy usada... lomos gastados en los libros, deslustrados en el metal en los amplificadores, bordes desgastados en los bloques de datos. Había tan sólo un diván, pero varios sillones... todos ellos flotantes y sensiformes, diseÅ„ados para un confort no opresivo.
Farad'n permanecía de pie, de espaldas a la ventana. Llevaba un simple uniforme Sardaukar, gris y negro, con tan sólo los símbolos dorados de las garras del león en el cuello, como decoración. Había elegido recibir al Bashar y a su madre en aquella estancia con el deseo de crear una atmósfera de más relajada comunicación, difícil de conseguir en un ambiente más formal. Pero los constantes «Mi SeÅ„or esto y «Mi Dama aquello de Tyekanik mantenían las distancias.
Mi SeÅ„or, no creo que él hiciera esta oferta si no se viera capaz de cumplirla -dijo Tyekanik.
ĄPor supuesto que no! -se entrometió Wensicia.
Farad'n simplemente miró a su madre para hacerla callar, y preguntó:
żNosotros no hemos ejercido ninguna presión en Idaho, algo para conseguir que la promesa del Predicador fuera llevada a cabo?
No -dijo Tyekanik.
żEntonces por qué Duncan Idaho, célebre a lo largo de toda su vida por su fanática lealtad a los Atreides, nos ofrece ahora poner a Dama Jessica en nuestras manos?
Corren rumores de problemas en Arrakis... -aventuró Wensicia.
Sin confirmación -dijo Farad'n-. żEs posible que el Predicador haya precipitado esto?
Es posible -dijo Tyekanik-, pero no consigo ver el motivo.
Idaho dice que está buscando refugio para ella -dijo Farad'n-. Esto podría confirmar tales rumores.
Precisamente -dijo su madre.
O podría ser una estratagema de cualquier tipo -dijo Tyekanik.
Podemos plantear varias suposiciones y explorarlas -dijo Farad'n-. żY si Idaho hubiera caldo en desgracia con su Dama Alia?
Esto podría explicar muchas cosas -dijo Wensicia-, pero ella...
żTodavia no tenemos ninguna noticia de los contrabandistas? -interrumpió Farad'n-. żPor qué no podemos...?
Las transmisiones son siempre lentas en esta estación - dijo Tyekanik-, y las necesidades de seguridad...
Si, por supuesto, pero de todos modos... -Farad'n agitó la cabeza-. No me gusta esa suposición.
No nos apresuremos demasiado en abandonarla -dijo Wensicia-. Todas esas historias acerca de Alia y de ese Sacerdote, sea cual sea su nombre...
Javid -dijo Farad'n-. Pero obviamente es hombre...
Ha sido una muy valiosa fuente de información para nosotros -dijo Wensicia.
Estaba diciendo que obviamente es un agente doble -dijo Farad'n-. żCómo podría acusarse a sí mismo en esto? No podemos confiar en él. Hay demasiadas seÅ„ales...
Yo no lo veo así -dijo ella.
Farad'n se sintió repentinamente irritado por la estrechez de miras de ella.
Ä„Toma mi palabra por buena, madre! Las seÅ„ales están aquí; te las explicaré más tarde.
Me temo que tengo que estar de acuerdo en eso -dijo Tyekanik.
Wensicia se sumergió en un dolido silencio. żCómo se atrevían a empujarla de aquel modo fuera del Consejo? Como si ella fuera una de aquellas mujeres sin seso y caprichosas que no...
No debemos olvidar que Idaho fue antes un ghola -dijo Farad'n-. Los tleilaxu... -miró de soslayo a Tyekanik.
Este camino será explorado -dijo Tyekanik. Se descubrió admirando la forma en que trabajaba la mente de Farad'n: alerta, inquisitiva, aguda. Sí, los tleilaxu, restaurando la vida de Idaho, quizás hubieran implantado un poderoso aguijón dentro de él para su propio uso.
Pero no acabo de comprender los motivos de los tleilaxu -dijo Farad'n.
Una inversión en nuestras fortunas -dijo Tyekanik-. żUn pequeńo seguro para futuros favores?
Una gran inversión, me atrevería a llamarlo -dijo Farad'n.
Peligrosa -dijo Wensicia.
Farad'n tuvo que estar de acuerdo con ella. Las capacidades de Dama Jessica eran notorias en el Imperio. Después de todo había sido una de las que habían adiestrado a Muad'Dib.
Si llegara a saberse que nosotros la ocultamos... -dijo Farad'n.
Si, podría ser un arma de dos filos -dijo Tyekanik-. Pero no tiene por qué saberse.
Supongamos -dijo Farad'n- que aceptamos esta oferta. żCuál es su valor? żPodemos cambiarla por algo de mayor importancia?
No abiertamente -dijo Wensicia.
ĄPor supuesto que no! -Farad'n miró expectante a Tyekanik.
Habrá que verlo -dijo Tyekanik.
Farad'n asintió.
Sí. Pienso que, si aceptamos, podemos considerar a Dama Jessica como un dinero puesto en la banca para usarlo en su momento. Después de todo, la riqueza no debe ser gastada necesariamente en una cosa en particular. Basta con que sea... potencialmente utilizable.
Puede ser una prisionera muy peligrosa -dijo Tyekanik.
Esto es algo que habrá que considerar, por supuesto -dijo Farad'n-. Me han dicho que su adiestramiento Bene Gesserit le permite manipular a las personas con tan sólo un empleo sutil de su voz.
O de su cuerpo -dijo Wensicia-. En una ocasión Irulan me divulgó algunas de las cosas que había aprendido. En aquella ocasión simplemente se estaba vanagloriando, y no vi ninguna demostración. Pero de todos modos existe la evidencia casi concluyente de que las Bene Gesserit poseen sus propios medios para alcanzar sus fines.
żAcaso estás sugiriendo -preguntó Farad'n- que tal vez intente seducirme?
Wensicia se limitó a alzarse de hombros.
Me atrevería a decir que es un tanto vieja para eso, żno crees? -observó Farad'n.
Con una Bene Gesserit no hay nada seguro -dijo Tyekanik.
Farad'n experimentó un estremecimiento de excitación mezclada con miedo. Jugar aquel juego de devolver a la Casa de los Corrino el alto sitial de poder que le había sido arrebatado lo atraía y lo repelía al mismo tiempo. Qué atractiva seguía siendo la posibilidad de retirarse de aquel juego y enfrascarse en sus ocupaciones preferidas... la investigación histórica y el aprendizaje de sus principales deberes para remar aquí, en Salusa Secundus. La restauración de sus fuerzas Sardaukar ya era una gran tarea en si misma... y Tyek era un valioso instrumento para esta misión. Después de todo, incluso un solo planeta creaba una enorme responsabilidad. Pero el Imperio representaba una responsabilidad aÅ›n mucho mayor, muchísimo más atractiva como instrumento de poder. Y cuanto más leía acerca de Muad'Dib/Paul Atreides, más fascinado se sentía con las posibilidades de uso del poder. Como cabeza titular de la Casa de los Corrino, heredero de Shaddam IV, Ä„qué gran logro sería devolver a su estirpe el Trono del León! Deseaba hacerlo. Lo deseaba realmente. Farad'n había descubierto que, repitiéndose aquella tentadora letanía varias veces, conseguía superar todas sus momentáneas dudas.
Tyekanik estaba hablando:
...y, por supuesto, la Bene Gesserit enseńa que la paz alienta la agresión, con lo cual enciende la mecha de la guerra. La paradoja de...
żCómo hemos llegado a este tema? -preguntó Farad'n, apartando su atención de la arena de las especulaciones.
Bueno -dijo Wensicia suavemente, habiendo notado la expresión distraída del rostro de su hijo-, yo simplemente he preguntado si Tyek estaba familiarizado con la filosofía básica que está tras la Hermandad.
A la filosofía habría que aproximarse con irreverencia -dijo Farad'n, girándose para hacer frente a Tyekanik-. Con respecto a la oferta de Idaho, pienso que deberíamos investigar más. Cuando pensamos que conocemos algo es precisamente cuando debemos mirar más profundamente dentro de ello.
Así será hecho -dijo Tyekanik. Le gustaba aquella cautela en Farad'n, pero deseaba que no se extendiera a aquellas decisiones militares que requerían rapidez y precisión.
Con un tono en apariencia irrelevante, Farad'n preguntó:
żSabes qué es lo que considero más interesante de la historia de Arrakis? Esa costumbre de los Fremen, en los tiempos primitivos, de matar a la vista a cualquiera que no fuera enfundado en un destiltraje con su capucha convenientemente enfundada, ambas prendas fácilmente visibles desde la distancia.
żA qué se debe vuestra fascinación por el destiltraje? -preguntó Tyekanik.
Lo has notado, żeh?
żCómo no podría notarlo? -preguntó Wensicia.
Farad'n lanzó una irritada mirada a su madre. żPor qué lo interrumpía de aquel modo? Volvió su atención a Tyekanik.
El destiltraje es la clave del carácter de ese planeta, Tyek. Es la marca de fábrica de Dune. La gente tiende a concentrarse en las características físicas: el destiltraje conserva la humedad del cuerpo, la recicla, y hace posible la existencia de un tal planeta. żSabes? La costumbre Fremen era poseer un solo destiltraje para cada miembro de la familia, excepto para los recolectores de alimento. Estos tenían recambios. Pero observad bien los dos, por favor -hizo un gesto para abarcar a su madre-, cómo las prendas que se parecen a los destiltrajes, aunque realmente no lo son, han empezado a ponerse de moda en todo el Imperio. Es una característica dominante de todos los seres humanos copiar al conquistador.
żRealmente creéis que esta información posee algÅ›n valor? -preguntó Tyekanik, en tono perplejo.
Tyek, Tyek... sin tales informaciones, uno no puede gobernar. He dicho que el destiltraje era la clave de su carácter, Ä„y lo es! Es algo conservador. Y los errores que cometan los Fremen serán siempre errores conservadores.
Tyekanik miró a Wensicia, que estaba mirando a su hijo con el ceÅ„o fruncido. Aquella característica de Farad'n atraía y preocupaba al mismo tiempo al Bashar. Era tan poco propia del viejo Shaddam. Este había sido esencialmente un
Sardaukar: una militar máquina de matar con pocas inhibiciones. Pero Shaddam había caído frente a los Atreides al mando de aquel maldito Paul. Por supuesto, lo que había leído acerca de Paul Atreides revelaba exactamente las características que ahora estaba enumerando Farad'n. Era posible que Farad'n hubiera vacilado menos que un Atreides ante las más brutales necesidades, pero su adiestramiento era también Sardaukar.
Muchos han gobernado sin usar este tipo de información -dijo Tyekanik.
Farad'n simplemente se lo quedó mirando unos instantes. Luego dijo:
Gobernado y fracasado.
La boca de Tyekanik se convirtió en una delgada línea ante aquella obvia alusión al fracaso de Shaddam. Había sido también un fracaso Sardaukar, y a ningÅ›n Sardaukar le era fácil recordarlo.
Habiendo demostrado lo que quería, Farad'n dijo:
Ya ves, Tyek, que la influencia de un planeta sobre el inconsciente colectivo de sus habitantes nunca ha sido apreciado tal como merecía. Para vencer a los Atreides debemos comprender no sólo Caladan sino Arrakis: un planeta blando y el otro un campo de adiestramiento para las más duras decisiones. Esta unión entre los Atreides y los Fremen fue un acontecimiento Å›nico. Debemos saber cómo se produjo o de otro modo no seremos capaces de combatirlo, y ya no digo vencerlo.
żQué tiene que ver todo esto con la oferta de Idaho? -preguntó Wensicia.
Farad'n miró compasivamente a su madre.
Estamos iniciando su fracaso con las formas de tensión que estamos introduciendo en su sociedad. Este es un muy potente instrumento: la tensión. Y su ausencia es también muy importante. żNo habéis notado cómo los Atreides han ayudado a que las cosas sean cada vez más suaves y fáciles allí?
Tyekanik se permitió un breve gesto de asentimiento. Aquel era un buen tanto. Los Sardaukar no podían permitirse ser blandos. Pero la oferta de Idaho seguía preocupándole.
Quizá seria mejor rechazar la oferta -dijo.
Todavía no -dijo Wensicia-. Tenemos un espectro de posibilidades abierto ante nosotros. Nuestra tarea es identificar qué amplitud del espectro podemos abarcar. Mi hijo tiene razón: necesitamos más información.
Farad'n la miró, midiendo sus intenciones más allá del significado superficial de sus palabras.
żPero podremos saber cuándo habremos superado el punto a partir del cual ya no hay elección alternativa? -preguntó.
Tyekanik emitió una ácida risita.
Si deseáis mi opinión, hace ya mucho que hemos pasado el punto de no retorno.
Farad'n echó la cabeza hacia atrás y lanzó una risotada.
Ä„Pero seguimos teniendo elecciones alternativas, Tyek! Lo más importante que debemos reconocer es el momento en que lleguemos al final de nuestra cuerda!

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